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“Mezcla de esclavo y mercenario fue, sin duda, el humanista (burgués). Y ya hemos visto
que cuando Próspero se enoja, Ariel deja de ser “el noble Ariel”, “mi gentil Ariel””
-Aníbal Ponce.
Aníbal Ponce (1898-1938) fue un marxista argentino que produjo la parte más
importante de su obra durante los años 30 del siglo pasado. De profesión psicólogo, se
destacó a temprana edad por su lucidez e inteligencia, lo que generó, por ejemplo, que
uno de sus profesores en la escuela escribiera al margen de un trabajo suyo: “los
jóvenes que así trabajan van muy lejos y serán, perseverando, hombres preparados
para mañana con caudal de conocimientos para ser útiles a la patria y a la
humanidad”1. Y tendría razón.
Aníbal fue el principal discípulo de José Ingenieros, uno de los fundadores del
Partido Socialista argentino y personaje de vasta influencia entre los universitarios
durante el proceso de la Reforma Universitaria de 1918, la cual dio origen a un
movimiento estudiantil que alcanzó proyecciones continentales. Sin embargo, a
diferencia de su discípulo, José Ingenieros no destacó por sus conocimientos sobre el
marxismo. “Poco leyó a Marx y Engels”2 diría Sergio Bagú al escribir su biografía.
El estudio sistemático del marxismo fue una labor que llevó a cabo Aníbal con
determinación, quien hizo suyo este pensamiento, expandiendo así las ideas
desarrolladas bajo el alero de su maestro, junto al cual participó en la Revista de
Filosofía y el periódico Renovación antes de fundar en sus últimos años de vida la
revista Dialéctica. Su infatigable labor le mereció incluso la valoración de José Carlos
Mariátegui, quien dijera “Pocas revistas de cultura han revelado un interés tan
inteligente por el proceso de la Revolución Rusa como el de la revista de José
Ingenieros y Aníbal Ponce”3.
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El humanismo burgués.
A raíz de lo anterior, durante los siglos XV y XVI los banqueros crearon las
condiciones que le dieron vida al humanismo, apoyándolo incluso con sus fortunas.
Ponce señala que “sobre el plano de la cultura, el humanismo fue una derrota del
feudalismo católico frente a la burguesía comerciante”4. En este contexto, los
mercaderes comenzaron a rendirle culto a la Antigüedad puesto que ésta, estudiada
desde una clave burguesa, les entregaba todo aquello que la Iglesia negaba: la
apreciación de la potencia del dinero, la valoración de la acción terrenal, el goce de la
vida sin constituir pecado. Resultando ser la principal afinidad entre “los antiguos” y
4
PONCE, Aníbal. Op Cit. P. 45.
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Sin embargo, este humanismo que exaltaba “al hombre” por sobre Dios, y que
reivindicaba la potencia creadora del mismo, solo lo hacía respecto al hombre burgués
a quién se pretendía liberar de las cadenas del feudalismo y la Iglesia, pero que en lo
concerniente a las masas oprimidas del pueblo, no les guardaba ninguna simpatía,
designándola con una serie de epítetos tales como “monstruo lleno de confusión y
error” o “pulpo”, entre otros. Por esta razón, no solo no hicieron nada por liberar al
pueblo sino que activamente contribuyeron a mantenerlo en la ignorancia y extender
su opresión. Mientras ellos buscaban sacudirse de la influencia religiosa, promovían la
religión y la superstición para las masas. Ponce cita a Giordano Bruno quien expresara
“Las verdaderas proposiciones no son presentadas por nosotros al vulgo, sino
únicamente a los sabios que puedan comprender nuestro discurso… porque si la
demostración es necesaria para los contemplativos que saben gobernarse a sí mismos
y a los otros, la fe, en cambio, es necesaria al pueblo que debe ser gobernado”6. En
base a esto, Ponce identifica como la mayor limitación (“herida irremediable” le llama)
de este humanismo su identificación única con el hombre de la burguesía, quien luego
de haber luchado por siglos contra el feudalismo por arrancarle sus privilegios, entre
los cuales se encontraba la cultura, pretendía conservarla solo para sí ahora que la
había conquistado, mostrando el mismo desprecio por el pueblo que la clase opresora
contra la que había combatido.
5
Ibíd. P. 90.
6
Ibíd. P. 52.
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Esta nueva fase del humanismo no solo desdeñaba la acción, sino que a través
de este desdén promovía una aceptación pasiva respecto al orden de cosas, razón que
los lleva a instaurar las “humanidades” como ideal educativo de la burguesía,
entendiendo por estas a las concepciones estáticas de la historia que no se plantean el
futuro, sino que mediante la nostalgia del pasado orientan a los jóvenes hacia el
conformismo. Sería mediante la aplicación de estas humanidades que se pretende
perpetuar la educación burguesa, con todos sus vicios, haciéndole creer a la juventud
que en materia de política y moral no se ha inventado nada nuevo desde los clásicos
como Platón y Aristóteles.
El humanismo proletario.
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Señala Ponce que la máquina no posee un valor intrínseco, sino que ésta debe
apreciarse a la luz del régimen social en el que se encuentra incluida. De esta forma,
para el capitalista, la máquina resulta ser solo otro detalle de su régimen de
explotación, funcionando en detrimento del obrero, haciendo de aquél que la opera un
apéndice sin alma, a la vez que le arrebata el trabajo a millones de sus compañeros de
clase. ¡Cómo no van a odiar la máquina los obreros! Resulta de toda lógica que en
ocasiones los trabajadores hastiados de la explotación decidan sabotear y destruir a la
máquina que, en el capitalismo, solo le trae dolores y malestar.
7
Ibíd. P. 110
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LUKACS, Gyorgy. Historia y conciencia de clase. Capítulo Conciencia del proletariado. Disponible en:
https://temasselectosdematerialismohistorico.files.wordpress.com/2014/09/lukacs-georg-la-
cosificacic3b3n-y-la-conciencia-del-proletariado-grijalbo.pdf
9
PONCE, Aníbal. Op Cit. P. 114.
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a constituir el vagón de cola. En palabras del mismo Stalin “En la vida social, primero
cambian las condiciones exteriores, primero cambia la situación de los hombres, y
después cambia, de modo correspondiente, su conciencia”10, a lo que agrega que ésta
máxima aplica tanto a las clases como a la sociedad en su conjunto.
A pesar de las críticas realizadas al libro que hemos comentado, resulta del
todo valioso el análisis histórico y cultural que realiza del surgimiento del humanismo
como corriente del pensamiento en la historia, y además la reapropiación que hace del
concepto de hombre nuevo como el individuo con sed de totalidad, no desgarrado por
el trabajo enajenado, cuestionándose el problema de este “hombre completo” al
mismo tiempo que lo hacía un autor tan destacado como Gramsci.
Hoy en día sabemos como un hecho que el Che Guevara había leído
“Humanismo burgués, humanismo proletario” en su juventud, tal como lo relata el
10
STALIN, Iosif. Anarquismo o Socialismo. En Obras, Tomo I (1901-1907). P. 114. Disponible en:
https://www.marxists.org/espanol/stalin/obras/oe15/Stalin%20-%20Obras%2001-15.pdf
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hermano de la gran amiga de juventud del Che, Tita Infante, cuando señala “Tita le dio
de leer a Aníbal Ponce… Hay tres libros de Aníbal Ponce que leyeron ambos:
Educación y lucha de clases. Humanismo burgués y humanismo proletario y El viento en
el mundo”11 , razón por la cual se ha llegado a asegurar que este autor vendría a ser el
antecesor del Che respecto a la problemática del humanismo12, constituyendo una
fuente directa de dónde el Che adopta la preocupación por desarrollar la idea del
hombre nuevo durante los años revolucionarios, pero haciéndolo a su manera,
desplegando el concepto hacia nuevas dimensiones de riquísimo contenido, lo que lo
condujo a ligar al papel de la subjetividad con la construcción de la patria socialista,
escapando entonces de las lógicas deterministas económicas, y elevando un paso más
allá la edificación del pensamiento revolucionario. Temática que para ser abordada
merece un artículo propio.
11
CUPUL REYES, Adys y GONZÁLEZ, Froilán (1997) Cálida presencia. La amistad del Che y Tita infante a través
de sus cartas. Rosario, Ameghino. P. 16
12
KOHAN, Néstor. Op. Cit. P. 200.