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necesarias e indeseables
Parece obvio a simple vista que las agrupaciones humanas siempre han ocurrido y
seguirán realizándose. Sin embargo, el factor político de las colectivizaciones indígenas se ha
intentado mantener como innecesario y dañino para el progreso en el continente americano
manipulándose a favor de las clases dominantes. Las escrituras indigenistas contrahegemónicas
se han encargado de mostrar cómo el colonialismo ha manifestado invisibilizaciones importantes
de relaciones de poder altamente explotadoras y segregadoras. Dichas escrituras se han realizado
desde distintos territorios pero se unen al apuntar a un enemigo común. En respuesta a eso se han
ido construyendo opresiones coloniales a las forma culturales y de organización política. Es decir,
el colonialismo opera no sólo como exterminios de cuerpos humanos sino que también como
deformaciones explicativas respecto a lo que acontece, es decir, de carácter simbólico en
producciones historiográficas.
En la evolución del tiempo colonial hasta hoy, la historiografía europea se importó desde
Europa y se reprodujeron sus ideas en Latinoamérica en diversas formas entre la alta sociedad.
De esa manera los ideales europeos se encarnaron en mentes criollas de élites en ascenso al poder
político. Desde el marco colonial, se muestra la potencia capitalista y neoliberal de los estados
latinoamericanos como modelo de progreso. La Historia, mayúscula, construida a partir de
historiografía eurocéntrica, es reproducida formalmente desde los mismos estados
latinoamericanos y sus burocracias, por ejemplo en escuelas normales en el siglo XX. Esa
constante reproducción cultural de sentido hegemónico con ópticas eurocéntricas, ha centralizado
las históricas acciones colonialistas como deseables e inevitablemente naturales avaladas por
leyes científicas y leyes judiciales. Fuera de los márgenes están las personas oprimidas, creándose
clases subalternas (Chakrabarty, 2008) aunque dichos estados los incluyan dentro de sus
concepciones y legalidades impuestas. Así, los poderes colonialistas no crean espacios de vida
por sí mismos, al contrario. Mientras persisten los tiempos de modernización hegemónica, los
pueblos latinoamericanos insisten en crear los espacios que no les son brindados desde la tutela
europea. Esas perseverancias se sostienen ante las contradicciones que el capitalismo neoliberal
desata sin sutileza alguna.
La contextualización del marco colonial como algo operativo denota lo gravitante en las
emergentes demandas indígenas. El cuerpo teórico anticolonialista niega la naturalidad supuesta
del colonialismo y sus productos de imposición semántica. Como es el caso de la intelectualidad
maya, en el caso guatemalteco, y su empuje hacia el desarrollo de la mayanización. Ante tantas
voces acalladas sin asidero textual historiográfico, algunos intelectuales han logrado mostrar lo
evidente en tiempos de invisibilización constante. Dentro del sistema, se agrupan las
intelectualidades en academias y sus producciones conllevan cambios, pero no es lo mismo
agruparse elitistamente para reproducir opresiones a mentalidades, que reagruparse políticamente
para producir conocimiento emancipatorio. Eso se ve en la disputa conceptual respecto a los
mayas donde se varía entre el denigrante “indio”, desde perspectivas segregadoras, y se matiza
con “indígena” y “maya”, desde perspectivas inclusivas.
Cabe plantear que son los espacios intelectuales los que muchas veces permiten la
reproducción de ideologías opresoras a las clases marginadas y, por lo tanto, también la
reproducción de contradicciones inherentes en tiempos de substancial alienación. La cultura
moderna crea conocimiento mientras las compulsiones capitalistas no dejan de pujar las
realidades políticas de los sujetos, de las personas. Así, en el caso de los sujetos intelectuales
indígenas, crean conocimiento emancipatorio mientras también son permeables a las
contradicciones modernas de producción simbólica. Está en sus manos y en sus palabras la
superación de dichas paradojas y entrecruzamientos dentro de sus escrituras históricas.
En ese marco, la realidad opresiva se adueñó de los paisajes, las rutinas y las relaciones
sociales mientras historiadores eurocentristas elogiaban los pasos de los siglos. Las emergencias
indígenas se reinventan autonómicamente o institucionalmente para reunir lo que la
conformación de los estados latinoamericanos separó políticamente. El reagrupamiento
identitario panindigenista surge como opción ante dos etapas de emergencias indígenas que
conviven temporalmente, ya sea por la vía autónoma o la vía democrática.
Referencias Bibliográficas
BENGOA, José. ¿Una segunda etapa de la Emergencia Indígena en América Latina?. Cuadernos
de Antropología Social. 2009, N°29, p. 7-22.
ESQUIT, Edgar. Debates entre ser indio, maya e indígena. Estudios interétnicos. Universidad de
San Carlos de Guatemala. Diciembre, 2013, N.24, p.73-88.