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En los campos de cartea, en la Cuando quería un cuervo
isla de Ceos, había un ciervo inmenso, comerse, posado en lo alto de un
consagrado a las ninfas [...]. El ciervo, sin árbol, el queso que había robado
miedo, solía visitar las casas y se dejaba de una ventana, lo vio una zorra,
acariciar incluso por los desconocidos. y al punto comenzó a adularle
Ciparisio era el joven más hermoso de con estas palabras.
todos, los habitantes de Ceos y el más - ¡Oh cuervo, qué brillo
querido. Lo llevaba a los pastos frescos y tienen tus plumas!¡Qué belleza
a beber agua de fuentes cristalinas; unas la de tu cuerpo y la de tu rostro!
veces le tejía coronas de flores entre los Si tuvieras voz, ningún ave
cuernos, y otras se sentaba sobre su podría aventajarte.
lomo, como un jinete, y lo gobernaba Conque el necio, al
con riendas de color púrpura. querer mostrar su voz, dejó caer
Era un mediodía de verano de su pico al queso que,
cuando el ciervo, cansado, se había rápidamente, agarró la taimada
tendido en la tierra, sobre la hierba, y zorra con ávidos dientes.
tomaba el fresco bajo la sombra de los Entonces, el estúpido cuervo
árboles. El joven Ciparisio, en un acto de gimió al verse engañado.
imprudencia, mientras cazaba, lo Quien gusta ser elogiado con
atravesó con una jabalina afilada y, al palabras engañosas casi siempre
verlo morir como consecuencia de la lo paga con vergonzoso
jabalina mortal, decidió poner fin a su arrepentimiento.
propia existencia. Apolo intentó
consolarlo sin éxito y el joven,
desconsolado, suplicó llorando a los
dioses celestiales estar de luto para
siempre jamás.
Cuando hubo vertido toda la
sangre en aquellos llantos
desmesurados, sus miembros empezaron
a volverse de color verde y sus cabellos
[...] se erizaron, se tornaron rígidos y se
alzaron hacia el cielo estrellado
formando una estrecha copa de árbol.
Apolo dijo entristecido al joven
transformado en ciprés:
- Yo te lloraré, tú llorarás y
acompañarás, en el dolor, a los que están
de luto.