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Para leer la Encuesta Nacional de Migrantes (ENI) 2017

Pablo Mella, sj
Instituto Superior Bonó

La Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) acaba de publicar en el mes de abril 2017 la segunda entrega
de la Encuesta Nacional de Migrantes (ENI 2017). La primera de estas encuestas fue realizada en 2012
(ENI 2012). Es importante que se realice este tipo de estudio con regularidad para que el Estado
dominicano pueda trabajar con base sólida sus políticas públicas, en este caso el de la inmigración, una
de las problemáticas más controversiales de nuestros días.

Los resultados arrojados por esta encuesta no han satisfecho a creadores de opinión pública que
extreman su nacionalismo. Sin embargo, conviene dejar claro por qué esta encuesta es relevante para la
comprensión de la realidad dominicana actual. Cuestionarla sin base no hace otra cosa que sembrar
irracionalidad en el ejercicio de los derechos ciudadanos.

El mejor instrumento con que contamos

Podemos decir que, desde el punto de vista demográfico, la ENI es el mejor instrumento con que
contamos para discutir el tema migratorio en suelo dominicano. De acuerdo a la reconocida socióloga
dominicana Rosario Espinal, ningún otro estudio se le acerca en representatividad de la muestra ni en
rigor metodológico. Más aún, podría decirse que es prácticamente la única investigación de esta índole
en Dominicana. Ni siquiera el censo nacional hizo el esfuerzo de precisión que ha llevado a cabo esta
encuesta.

La ENI no se limitó a estimar el número de los migrantes; se esforzó por conocer sus características y la
realidad en la que viven. También entrevistó a los hijos de esos migrantes, muchos de los cuales son
dominicanos, pero a quienes ciertos sectores pretenden tratarlos como extranjeros. No habrá mejor
base para afrontar esta situación humana que un conocimiento ponderado y multidimensional sobre lo
que realmente está aconteciendo.

Los investigadores de la ENI entrevistaron 73,286 lugares de residencia (no todos los migrantes viven en
casas; algunos viven arrimados en las fincas y negocios en los que trabajan). Se obtuvieron detalles
demográficos y sociales sobre 24,547 inmigrantes y descendientes de inmigrantes. La encuesta se
realizó entre agosto y octubre del 2017, durante 54 días de trabajo de campo, con la participación de 78
encuestadores/as y 26 intérpretes. Nadie ha hecho algo similar en este país.

La importancia de los números

La ENI 2017 estima el total de inmigrantes a suelo dominicano en 570,933 personas. Estos cálculos
arrojan que 497,825 de esos inmigrantes son de nacionalidad haitiana, equivalente a un 87.2% del total.
Naturalmente, el porcentaje es inmenso, dando a la cuestión migratoria dominicana una característica
especial a nivel mundial. En cuanto a los descendientes, se calcula que hay 277,046 hijos de inmigrantes
nacidos en el país, representando un 2.7% población total.
La mayoría de los migrantes a República Dominicana son hombres, 61.6% frente a un 38.4% son de
mujeres. Sólo 73,390 de los inmigrantes viven en provincias fronterizas y contiguas para un 12.9%. Si se
considera la zona de residencia, 399,017 personas en las partes urbanas (69.9%) y 171,915 en las partes
rurales (30.1%). Por lo tanto, el mayor desafío demográfico no está en la zona fronteriza ni en los
campos, ni lo representan las mujeres.

La comparación con la ENI 2012 resulta significativa. El número de inmigrantes en el país solo creció en
46 mil; de esos 40 mil nació en Haití. La estadística nos dice, pues, que un número importante de la
población haitiana migrante sigue para otro país o se regresa a su país. El crecimiento más significativo
lo dio la migración venezolana, que aumentó en 22 mil; pasó de 3,434 personas en el 2012 a 25,872 en
2017. Por el contrario, se redujo el número de nacidos en otros países como Cuba y Puerto Rico. Y es
bien sabido que la situación venezolana es coyuntural.

Estos números de la ENI, los más confiables con que contamos hasta el momento, desarman el
argumento esgrimido por muchos de que la migración haitiana en el país pasa del millón; incluso se ha
llegado a hablar de dos millones para justificar acciones violentas de las autoridades de migración e
incitar a tomar la justicia por las propias manos en situaciones conflictivas. Con base en esta impresión,
la ENI 2017 fue criticada por los sectores que se sienten aterrados por el tema migratorio. Sin embargo,
podemos hacer un ejercicio igualmente intuitivo para visualizar por qué los números de la ENI
concuerdan también con percepciones cotidianas. Si la población inmigrante haitiana fuera de cerca de
2 millones, al salir a la calle tendríamos que una de cada cinco personas que nos encontramos sería
haitiana. Si aceptamos el número de 570 mil, resultaría que nos encontraríamos con una persona de
nacionalidad haitiana de cada veinte que salen a nuestro paso. Quitando zonas agrícolas capitalistas que
traen y concentran mucha población, es fácil constatar que este segundo escenario imaginativo se
acerca más a la experiencia cotidiana.

Aunque debe decirse que nadie sabe exactamente la cantidad de migrantes haitianos que hay en el
país, tampoco nadie puede rebatir los resultados de esta encuesta nacional si no hace un ejercicio
similar. Argumentar en base a una percepción sobredimensionada por el miedo o la fobia no ayuda a la
construcción de políticas públicas ante un fenómeno global como lo es el de la migración.

Quiénes se podrían beneficiar de la confusión

Crear confusión en los números y la realidad de los migrantes beneficia a algunos y perjudica a otros.
¿Quiénes podrían ser los más beneficiados? Aquellos que contratan mano de obra haitiana en
cantidades importantes. ¿Por qué? Porque al no estar adecuadamente identificados, son susceptibles de
contrataciones abusivas, negando entre otras cosas, el derecho que tiene todo trabajador a un seguro
de salud. La ENI 2017 calculó que solo el 4.9% de la población de origen inmigrante nacida en Haití tiene
algún seguro de salud, mientras que el 50.4% de la población de otros orígenes goza de esa seguridad.
Otros beneficiados son los que tienen el tema haitiano en su agenda política como estrategia electoral.

¿Y quiénes serían los perjudicados? En primer lugar, los mismos migrantes, sobre todo los más pobres,
que representan en estos momentos la parte más vulnerable de la sociedad en la que vivimos. Pero
conviene subrayar que, a la larga, los perjudicados somos todos, porque la desinformación no permite
trazar políticas públicas racionales. La ENI 2017 evidencia el relativo fracaso del plan de regularización.
Unas 200 mil personas de otras nacionalidades estarían haciendo vida sin documentación en suelo
dominicano. El riesgo de tráfico de personas es alto.

Tareas futuras en la misma dirección

Sería muy saludable que se continuaran estudios de distintos calibres, pero orientados al mismo fin. Es
de desear que el censo nacional sea más acucioso en el momento de contar los inmigrantes. De todas
maneras, siempre se debe de admitir que aquellas personas inmigrantes que están en situación irregular
tenderán a esconderse para evitar deportaciones.

Igualmente, las universidades y determinadas agrupaciones civiles pueden colaborar a comprender


mejor diversos aspectos de la inmigración a través de estudios especializados que, por su magnitud, una
encuesta como la ENI no puede cubrir. En concreto, la Iglesia católica no ha hecho un estudio
significativo de la práctica religiosa de los inmigrantes para acompañarlos pastoralmente dentro de sus
posibilidades.

Los estudios cada vez más completos sobre la realidad migratoria ayudarán a percibir cómo las
supuestas soluciones militares de patrullaje de la frontera son radicalmente insuficientes; pena que las
noticias sobre este tipo de intervención tengan tanto impacto mediático y que los políticos lo sepan,
auspiciándolas para sus fines electorales.

Contra todo reduccionismo, debe de subrayarse que en el mundo de hoy la migración es una realidad
palmaria y que República Dominicana no representa un caso extremo. El fenómeno migratorio debe de
ser acompañado razonablemente, siguiendo los más altos ideales de justicia. De acuerdo a los informes
de las Naciones Unidas, 1.3 millones de dominicanos y dominicanas residen en otros países. Esto
corresponde a cerca de 11% de la población total del país, mientras que el número total del inmigrantes
sería poco en torno al 5.6%. La conclusión es clara: la sociedad dominicana actual expulsa más personas
de las que atrae. Una actitud razonable nos transformará a todas y todos en mejores personas, como
parte de la familia humana.

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