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HANS-ROBERT JAUSS (1921-1997)

Por UNED

En 1967 Jauss pronuncia “La historia literaria como desafío a la ciencia literaria”, discurso que, publicado
en 1970, constituye el manifiesto de su escuela. Parte de la crisis que padece la enseñanza de la historia
literaria en su momento en la Universidad alemana porque carece de un método riguroso (si se compara
con otras ciencias), analiza las escuelas marxistas y el formalismo ruso, que falla al intentar conectar la
historia literaria y la historia general.

Critica el enfoque marxista y el formalista porque prescinden del aspecto de la recepción y sus efectos, y
Jauss intenta solventar esta carencia dando al público el estatuto de “fuerza histórica creativa”:

“En el triángulo formado por autor, obra y público, este último no constituye solo la parte pasiva, un mero
conjunto de reacciones, sino una fuerza histórica, creadora a su vez. La vida histórica de la obra literaria es
inconcebible sin el papel activo que desempeña su destinatario”.

El marxismo y el formalismo prescinden del hecho imprescindible de la recepción: se escribe para el


lector. Hay una implicación estética del lector que compara la obra con otras leídas antes. Es preciso que
la ciencia literaria retome el problema de la historia literaria desde el punto de vista de la recepción,
y para construir una nueva Historia de la Literatura que se base en la estética de la recepción, Jauss
plantea siete tesis:

1. La historicidad de la literatura no se puede reducir a un repertorio objetivo de los hechos literarios, a


cierto objetivismo histórico, sino que se basa en la experiencia de las lecturas previas; la estética
tradicional de la producción debe verse apoyada por la estética de la recepción, puesto que cada lectura
implica una actualización de la obra. Por tanto, el diálogo que se establece entre los distintos contextos en
que las obras son leídas es lo que otorga unidad a la Historia de la Literatura.

2. La experiencia del lector no pertenece a los estudios de tipo psicológico sino que puede ser analizada
objetivamente a partir de un sistema de expectativas históricas, lo que permite evitar el psicologismo. El
“horizonte de expectativas” (teoría, en parte, deudora de la del diálogo propuesta por Gadamer) es el
marco de lecturas dado por el lector y que está constituído por sus conocimientos literarios de manera
que varía con el tiempo. Este sistema de expectativas cambia según el momento de publicación, y se
determina por las características de su género, la forma y la temática de las obras anteriores más
conocidas y por la oposición entre los lenguajes poético y práctico.

3. La investigación trata de reconstruir el horizonte de expectativas (es decir, qué es lo que el lector de
una época determinada espera de una obra literaria), el cual se corresponde con la recepción de un
momento histórico determinado. El horizonte de expectativas de una obra permite analizar su influencia
en una audiencia determinada y se establece una diferencia, que Jauss llama “distancia estética”, entre
las expectativas del público que rodea la aparición de una obra, y la capacidad de modificación de
horizonte que implica, la forma concreta de una obra nueva. A partir de las nuevas obras cambia el
horizonte de expectativas. Un autor adelantado a su tiempo será incomprendido por los lectores de su
época, que crearán unas lecturas erróneas, distanciadas de la posible modificación de horizontes que
introduce este autor.

4. La reconstrucción del horizonte de expectativas de la obra permite analizar de manera objetiva cómo se
recibía una obra en el pasado; señalar los cambios en la recepción permite diferenciar unainterpretación
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actual de unainterpretación histórica: esto permite afirmar que la interpretación es un fenómeno
histórico.

5. La estética de la recepción llega al valor virtual (el del pasado) y al valor actual del texto cuando se
ubica la obra en la historia de la recepción. La variedad histórica de las interpretaciones conforma un
proceso diacrónico que facilita la comprensión del sentido de la obra y que ha de ser conocido por el
historiador. Habría que recoger el horizonte de expectativas de cada uno de los periodos y las diferentes
lecturas de los clásicos en cada época para poder conciliar las distintas interpretaciones, lo que supone,
sin duda, muchísimas dificultades.

6. La historia literaria no ha de ser exclusivamente diacrónica, sino que debe acompañarse de análisis
sincrónicos que posibiliten la clasificación de la obra en un sistema.

7. La séptima tesis supone que la descripción diacrónica y sincrónica debe relacionarse con la historia
general, de la que la historia de la literatura es una historia especial. Esto pone de relieve la función social
de la literatura, y difumina la distancia entre conocimiento estético e histórico.

En 1972, dos años después de la publicación de la Teoría estética de Adorno, Jauss publica Pequeña
Apología de la experiencia estética, defendiendo la función placentera del arte, el goce estético que se
produce en el contacto entre el lector (en el caso de la literatura) y el texto.

En 1975 (“Des Leser als Instanz einer neuen Geschichte der Literatur”), Robert Jauss comenta su trabajo
anterior y propone una tesis sobre la continuación del debate sobre el lector.

“La literatura y el arte sólo se convierten en proceso histórico concreto cuando interviene la experiencia de
los que reciben, disfrutan y juzgan las obras. Ellos, de esta manera, las aceptan o rechazan, las eligen y las
olvidan, llegando a formar tradiciones que pueden incluso, en no pequeña medida, asumir la función
activa de contestar a una tradición, ya que ellos mismos producen nuevas obras” [citado por Ascensión
Rivas, De la poética a la teoría de la literatura: (una introducción)]

Jauss señala que su primer planteamiento de la Estética de la recepción necesitaba un planteamiento


sociológico y una profundización hermenéutica. Tanto en este trabajo como en el de 1977 (Poetik und
Hermeneutik), Jauss reflexiona sobre cuestiones como

-la formación del canon,

-el horizonte de expectativas, o conjunto de criterios utilizados por los lectores para juzgar textos
literarios en cualquier momento histórico, y que ha sido identificado con el horizonte de preguntas de
Gadamer.

-los antecedentes literarios del receptor

-la diferencia entre el lector como categoría intratextual, es decir, el lector implícito, y el lector como
categoría extratextual, o el lector explícito.

-la experiencia estética, con sus tres aspectos productivo, receptivo y comunicativo.

Fuente: http://peripoietikes.hypotheses.org/509

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