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Reflexiones sobre el concepto de barrio.

Joaquín Gallastegui – Juan Galea 0

REFLEXIONES SOBRE
EL CONCEPTO DE BARRIO

Joaquín Gallastegui Vega


Juan Galea Alarcón

Sección de Geografía
Departamento de Filosofía y Ciencias Sociales
Facultad de Humanidades
Universidad de Playa Ancha
2003
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 1

“Nunca un planificador
pudo imaginar cuánto pesan en una
comunidad determinada los olores
de sus comidas, el perfume de los
árboles de su entorno, la gratifi-
cación visual de la cima de una
montaña o, simplemente, hablar a
gritos desde la calle hacia un balcón
con ropa tendida”.

David N. Bilenca (1999)

INDICE
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 2

Introducción.................................................................... 3

I.- El sentido de lo local................................................ 10

II.- Términos relacionados con la espacialidad


urbana...................................................................... 13

III.- Diferentes definiciones de barrio........................ 30

IV.- El método regional como modelo para


analizar el barrio.................................................. 40

V.- Concepto de comunidad y asociación................... 69

VI.- La Teoría de Kevin Linch..................................... 79

VII.- Geografía de la Percepción................................. 86

VIII.- Geografía de Género.......................................... 90

IX.- Conclusiones y/o reflexiones finales.................... 94

Bibliografía...................................................................... 128
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Introducción

En la última década, los diferentes investiga-


dores sociales en sus variados ámbitos, se han interesado y han
retomado el análisis y tratamiento de conceptos como es el de
territorio, región y lo local, apareciendo el fenómeno espacio, no
sólo como un mero contenedor de población y recursos, sino como
un factor dinámico y sostén de una multitud de nuevas relaciones
humanas. Ésto se fundamenta en los procesos contemporáneos que
sé estan sucediendo en la sociedad, como es el fenómeno de la
reestructuración del capitalismo, la globalización, la revolución
tecnológica de las comunicaciones y las nuevas formas de
producción, en otras palabras un cambio en las relaciones humanas
y un cambio en los conceptos de espacio global y espacio regional,
apareciendo dicotomías tan complejas como lo global y lo local, lo
subnacional y lo supranacional, lo centralizado y lo descentra-
lizado, el desarrollo económico y el desarrollo social sustentable.

Todo esto a planteado nuevos desafíos con


relación a las formas de analizar las políticas públicas y los
instrumentos a usar, para poder superar el subdesarrollo, para dar
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paso a un crecimiento sustentable y superador de los desequilibrios


territoriales, ya sea a nivel mundial, como a nivel de región o de
ciudad, apareciendo ésta última como uno de los fenómenos
políticos, administrativos, sociales y económicos más importantes
en contraposición a la importancia relativa de los diferentes
Estados.

Características de esta nueva era, la “de la


información y la globalización” es la revalorización del concepto
de la ciudad-estado (Roccatagliata, 2001), debido a que vivimos
más que nunca en un mundo urbanizado y que la economía
globalizada se estructura, espacialmente, en torno a las redes de
ciudades. Hoy en América Latina aproximadamente el 70% de la
población vive en las ciudades y en países como Chile y Argentina
un poco más del 80% y como lo indica Rabinet (1997) hay más de
50 ciudades en nuestro continente que tiene más de un millón de
habitantes y siete que sobrepasan los cinco millones de habitantes.
Estébanez (1995) define una ciudad como un subsistema espacial
abierto y finito de la geosfera, el cual se caracteriza por una forma
material (morfología urbana) por las interacciones funcionales que
se producen en él y por estar sometido a un incesante cambio. Toda
ciudad puede estudiarse desde el punto de vista de la Geografía
Urbana, por su forma, por sus funciones y sus transformaciones
históricas, incluso sintetizando estos tres componentes, subrayando
preferentemente los aspectos espaciales, como lo edificado, las
características socioeconómicas de sus habitantes y su forma de
percibir y manifestarse.

Ante todo lo planteado, más la creciente


tendencia de nuestro país, como objetivo a nivel nacional y de toda
América Latina a la democratización, la descentralización, la
superación de la pobreza y el valor de la experiencia de los
ciudadanos, nos lleva a la revalorización de conceptos tales como
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lugar, pertenencia, localidad, identidad cultural, territorialidad,


equidad, sustentabilidad ambiental, solidaridad ciudadana, etc., es
que nos motiva para realizar el presente trabajo exploratorio, de
tipo bibliográfico, conceptual y teórico, el cual sólo pretende ser un
estudio reflexivo del territorio local y la ciudad, en especial con una
orientación hacia la gestión, manejo, políticas de gobernabilidad y
al desarrollo sustentable de los mismos, para lo cual creemos
necesario centrarnos en el concepto de barrio como unidad de
análisis, basándonos en José Estébanez (1995) que lo denomina
“como noción básica de diferenciación del espacio urbano”,
tratando de verlo desde sus distintas concepciones, criterios de
delimitación, perspectivas y sus multiples posibilidades, así como su
importancia en los objetivos ya planteados.

Reconociendo la importancia que tienen y


tendrán las ciudades y los gobiernos locales en el desarrollo del
país, es que en el año 1997 la Municipalidad de Santiago organizó
el Seminario “las Ciudades en el Desarrollo Nacional: Desafíos
para un Buen Gobierno”, donde se presentaron en forma específica
las experiencias de las ciudades de Toronto, Curitiba y Buenos
Aires, en relación a la competitividad internacional, la promoción
del desarrollo económico y social, la planificación y gestión
estratégica, las que sirvieron de base para el debate, en el cual no
solo participaron los alcaldes de las ciudades en cuestión, sino que
también parlamentarios y presidentes de los principales partidos
políticos chilenos, así como algunos ministros de Estado. Es en este
encuentro donde se reflexiona en forma crítica, en políticas para
fomentar las ciudades eficientes, sustentables, competitivas y
amables para la vida de las personas y el desarrollo nacional.

En este apartado, cabe destacar y aclarar lo


que en la actualidad podemos entender por ciudades sustentables,
pensando en que éstas son la meta que podemos o “debemos”
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lograr con la participación y la conciencia ciudadana. Como dice


El Correo de la UNESCO, de Marzo de 1977 (Bilenca, 1999) el
impacto cero no existe en nuestro planeta, de ahí que debamos
tratar de solucionar paulatinamente, pero en forma constante en la
solución de los problemas ambientales. Lo sustentable en una
ciudad está dentro de cada uno de nosotros, al no arrojar
desperdicios en la vía pública, el ahorrar energía eléctrica, gas o
agua, al respetar y defender los espacios verdes y sobretodo
respetándonos y procurando una mejor distribución de los recursos,
así estaremos al borde de los umbrales de la sustentabilidad. Pero
también la sustentabilidad depende de las organizaciones
territoriales y los grupos sociales organizados, en relación a la
contaminación a escalas mayores como es la emisión de
contaminantes atmosféricos a través de las industrias, la
locomoción, el problema de la basura, la contaminación estética
visual y sonora, etc. La gestión adecuada de una ciudad exige la
adopción de políticas que tengan por objetivo la viabilidad social,
es decir, que puedan llevarse a cabo. Es el hilo conductor de uno de
los proyectos del programa MOST “Hacia una ciudad socialmente
sostenible” (www.unesco.org/most), el cual apunta a crear un
contexto propicio a la participación de grupos cultural y
socialmente diferentes, y al mismo tiempo a estimular la integración
social y mejorar las condiciones de vida de todos los sectores de la
población.

Gustavo Beliz (1997) en su libro “Guía


práctica ecológica urbana” nos dice que en sus orígenes,
“política” era el arte de ordenar la “polis”, es decir, la ciudad. El
mejor político es entonces el mejor ciudadano: quien más amaba y,
por ello, cuidaba ese espacio común que compartía junto a cientos
de vecinos. Hoy el desafío es volver a construir una ciudad que
dignifique al hombre y no lo destruya. Las grandes utopías de
igualdad, libertad, desarrollo, se empiezan a construir en las
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pequeñas utopías cotidianas. En la lucha silenciosa por hacer de


las ciudades un hogar donde podamos edificar una convivencia
verdaderamente humana. De ahí que sea necesario recuperar el
valor de lo sencillo y lo cotidiano, como punto de partida para
encontrar salidas comunes a otros graves problemas, tales como la
falta de equidad social, el desempleo o la necesidad de una justicia
independiente. Hay que hacer de la política un hecho educativo.

Si bien es cierto el término “barrio” es


polivalente, confuso y la mayoría de las veces, omnicomprendido de
realidades diferentes, lamentablemente, es uno de los más
comúnmente utilizados, tanto por legos como por expertos. Es uno
de los más imprecisos que haya tenido que manejar el sociólogo, el
urbanista o el geógrafo, por lo cual, debe ser y es necesario,
analizarlo desde sus diferentas significados, ya que es un concepto
muy importante para comprender por un lado y por otro lograr, la
convivencia de los hombres, para con ello fomentar una serie de
valores, tan importantes como son la equidad, el respeto, la
dignidad, la convivencia, la solidaridad, la tolerancia, la libertad,
la democracia, haciéndonos más humanos en un medio urbano, tan
complejo, tan cambiante, tan vigente, muchas veces muy agresivo e
impersonal, aunque sí, tan necesario y con mucho futuro, más aún
en esta época en que las relaciones humanas son cada vez más
complejas, difíciles, mediáticas y globalizadas.

Para este estudio tendremos presente que


existen cuatro espacios que comparten el mismo territorio y el
mismo tiempo, según lo planteado por Juan Roccatagliata (2001)
como es el espacio físico, propio de las interrelaciones entre las
esferas bióticas y abióticas, como un sistema natural; el espacio
construido de las actividades, las funciones, los asentamientos y el
intercambio; el espacio organizado política y administrativamente
con sus respectivas jurisdicciones y por último, el espacio del
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hombre aquel que es percibido y vivido por los individuos y la


sociedad, o sea, el espacio histórico, el de los valores, el del arraigo
y de la identidad, siendo éste el considerado como el más
importante en el presente estudio.

Es así como tendremos presente, los plantea-


mientos de la Geografía Urbana y la Sociología Urbana, el método
de la Geografía Regional como modelo de referencia, así como los
planteamientos generales de la Geografía de la Percepción, donde
destacaremos en forma especial, la teoría perceptiva del urbanista
norteamericano Kevin Lynch, con sus elementos estructurantes del
espacio urbano y algunas referencias a la Geografía de Género,
todo ello orientado en la construcción de los lugares.

También, queremos decir, que aparte de ser una


investigación exploratoria, es una investigación básica, ya que
procura formular generalizaciones en base a conceptos y
definiciones, entendidos los primeros como nociones o ideas
generales y abstractas, como construcciones lógicas y las segundas
como una proposición que se expone, tratando que sea con claridad
y exactitud, los caracteres genéricos y diferenciales de una cosa
material o inmaterial. Ambos para expresar un hecho o fenómeno
de la realidad.

Haggett (1988), plantea tres enfoques distintos


para abordar un problema geográfico, como son el análisis
espacial, que estudia la variación locacional de una propiedad
importante o de una serie de propiedades; el análisis ecológico, el
cual interrelaciona las variables humanas y ambientales e
interpreta sus relaciones y por último, el enfoque del análisis
regional, en el que los resultados de los análisis espacial y
ecológico se combinan y donde se identifican unidades regionales
apropiadas a través de una diferenciación de área. En base a esta
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presentación teórica, es que usaremos como modelo o paradigma de


comparación, el de la Geografía Regional y lógicamente,
basándonos en forma especial en la Sociología urbana, entendida
ésta como la investigación sistemática de los hechos en relación
con la colectividad de los seres humanos y el medio en el cual viven.

Por último, presentamos el capítulo de las


conclusiones y reflexiones finales, tratando de fundamentar el
sentimiento de barrio a través de los elementos y factores que
creemos más importantes en su conformación, destacando de ellos
la escuela básica, el papel de la mujer y los nuevos conceptos y
programas educativos que ayudan a la formación de la identidad
territorial.
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I.- El sentido de lo local

Como sabemos, la división del espacio


correspondiente a un ente político se subdivide en entes menores, a
los que también se les atribuyen territorios propios, así el Estado
chileno está organizado territorialmente en regiones, provincias y
comunas. Siendo esta última, lo cual también se designa por el
término de local o localidad o entidad local, la unidad político-
administrativo que constituye el eslabón básico de la organización
territorial y que en gran parte corresponde al territorio urbano. Cabe
destacar, que “lo local” o “el gobierno local” es una expresión de
carácter muy amplio, capaz de abarcar diversos niveles de la
administración política por debajo del nivel de nación o Estado
(Ediciones Nauta, 1984). Si bien es cierto estas últimas entidades,
presentan autonomía para la gestión de los intereses de la
colectividad correspondiente a través de una administración
descentralizada, carecen de potestad legislativa, siendo la Muni-
cipalidad, la institución política de personalidad jurídica y de plena
capacidad para el desempeño de sus funciones. Así, el territorio, la
población y la organización política-administrativa son los
elementos constitutivos de este territorio, siendo el primero el
ámbito hasta donde llega su jurisdicción, o sea, el municipio o
término municipal, el segundo los ciudadanos y el tercero la
Municipalidad.

Gracias al proceso de democratización del país


se ha ido propugnando un desarrollo en el poder local, así las
entidades locales han ido desarrollando una gestión cada vez más
eficaz, basándose en los principios de autonomía, descentralización
y participación. Todo esto, con el fin de acercar al ciudadano a los
centros de decisión y apareciendo como el necesario contrapeso al
poder del aparato estatal, convirtiéndose en la célula básica de la
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democracia, para lo cual es cada vez más necesario un progresivo


traspaso de competencias y recursos del Estado, ya que la gestión
local debe ir acompañada de los medios financieros y técnicos
adecuados que doten a los municipios de una verdadera autonomía,
tanto de decisión como de posibilidades de ejecución.

El Municipio es la escuela de la democracia, ya


que la planificación participativa debe recoger los programas de
actuación, en función de unos objetivos prefijados y permitir el
control posterior de la actuación municipal por parte de los
ciudadanos. De ahí que sea necesario crear los medios y los
instrumentos para interesar a todos los ciudadanos en la vida política
local, ya que, por lo general, existe una cierta pasividad y desinterés
ciudadanos por estos temas, lo cual en nuestro país, ésto tiene una
causa histórica, como es el período centralista del régimen militar y
de un sistema económico-social que ha provocado una situación de
alienación e individualismo social.

Es necesario contrarrestar esta larga etapa de


inactividad ciudadana, con una práctica democrática orientada hacia
los principios de autogestión, siendo una de las formas para lograrlo,
el dar a conocer las funciones, los medios que dispone la institución,
los objetivos de los proyectos y de los diferentes planes de todo tipo,
a través de la información, de reuniones públicas y, en especial, a
través de la educación cívica, con un lenguaje claro y ágil, evitando
así, la política de hechos consumados. Debe existir la planificación
global, pero es imprescindible que se conozcan el por qué y el cómo
de cada objetivo y de los instrumentos a utilizar. Se trata de ganar
competencias y recursos y distribuirlos hacia la base.

Cabe destacar, además, que hay una serie de


servicios que pueden ser gestionados, organizados y realizados por
los propios ciudadanos afectados, en un marco de obligaciones
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establecidas por el Municipio, quien los debiera subvencionar, como


parte de lo que se denomina iniciativa popular, como son los
servicios sanitarios, culturales, deportivos, asistenciales, educativos,
etc. De ahí la necesidad de la formación de movimientos urbanos
denominados asociaciones ciudadanas o de vecinos (juntas de
vecinos), de carácter autónomo y activo, ya que éstas organizaciones
son la base de la democracia local, son las que le dan a los
ciudadanos el no sentirse solos, sentirse solidarios e identificados y
comprometidos con su territorio y su gobierno. Para fomentar este
sentimiento de propiedad y responsabilidad con el territorio es
necesario la creación de núcleos territoriales menores, como
pueden ser los distritos municipales, haciéndolos coincidir
espacialmente, con las naturales agrupaciones de barrios y las,
antes mencionadas, asociaciones de ciudadanos, apareciendo así,
entidades de convi- vencia y organización de mayor incidencia de
las ciudades. Recordemos que el gobierno municipal es un todo
indivisible, ya que la ciudad no es la suma de los diferentes barrios o
sectores, ni el pueblo la suma de sus ciudadanos, sino es el acuerdo
político general sobre la vida social de cada día y sobre las
necesidades colectivas más inmediatas.

II.- Términos relacionados con la espacialidad


urbana

Para
entender el concepto de barrio es
necesario aclarar algunos términos relacionados con la espacialidad
urbana, las cuales, muchas veces son usadas como sinónimo o
términos afines del concepto o nos llevan, otras tantas, a la
confusión, tales como área, zona, sector urbano, polígono,
enclave, localización, lugar, sitio, territorio, distrito, suburbio,
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entorno y por último, conceptos más específicos, como son la


unidad vecinal y las organizaciones comunitarias en general.
Destacando que de todos ellos, los más importantes para este estudio
son los de lugar y territorio, de ahí que nos extenderemos más en
su tratamiento.

1.- Área. Según Whittlesey (1960) el término es casi universalmente


conocido para designar una porción geométrica del espacio
terrestre, sin ninguna deducción de homogeneidad y cohesión.
Para Hagget (1988) el término de área es sinónimo de extensión
o espacio lisa y llanamente, expresado normalmente en términos
de la superficie terrestre.

2.- Zona. En general, es una división de la superficie terrestre con


criterios astronómicos, relativa a las franjas circunplanetarias
entre los paralelos de mayor significación, o sea se califica de
zonal un fenómeno fundamentalmente enmarcado por los
Trópicos, Círculos Polares y el Ecuador terrestres. El Grupo
Aduar (2.000) identifica el término con una utilización más
reciente, derivada de la planificación física, designando con el
cualquier parte del territorio delimitada con la precisión
necesaria y a que tiene asignado un régimen de uso o gestión
propio. A partir de este concepto aparece el término zonifi-
cación, zonación o Zonning, este último, término de origen
anglosajón, pero muy usado en la bibliografía castellana, el cual
significa el acto administrativo con fines de planificación
urbanística para establecer zonas, a las que se atribuyen
regímenes diferentes. Es la división del territorio planificado en
zonas con distintos tratamientos. En otras palabras, la zona es
sinónimo de franja. Sagredo (1984) al referirse al urbanismo,
dice que el término de zona es empleado a veces como división o
un sector determinado del complejo urbano y en otras para
delimitar el ámbito de proyección de una ciudad. De ahí que se
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hable de zona de bancos, zona de paqueterías, zonas de


almacenes y como indica Alomar (1961), zona de tugurios (en
inglés correspondiente al término slum), que es aquella zona
urbana densamente poblada por gente que viven en condiciones
físicas por debajo de las que en nuestra época se consideran
normales. La mayoría de las veces son zonas no marginales, sino
que se ubican en zonas centrales y que con el tiempo se han
transformado en zonas deterioradas o zonas de decadencia
urbanística (blighted áreas) debido a circunstancias económicas
o sociales.

Aronovici (1965) dice que zonificación es el


control organizado por parte del Municipio, del uso del terreno,
público y privado, en interés general, mediante la subdivisión del
área total de la ciudad y la divide en dos tipos: Las zonas de uso
que señalan los emplazamientos para los edificios construidos
con distintas facilidades (industria, comercios, residencias,
hospitales, etc.) y las denominadas zonas de volumen que se
definen según la superficie edificable y altura de los edificios a
construir en las mismas (zona de edificios aislados, de
edificación extensiva o de edificios de menos de tres plantas).

3.- Distrito. En algunos países europeos, como es el caso de España,


es una circunscripción político-administrativa urbana y su
delimitación le compete, exclusivamente, a los Ayuntamientos
(Municipios). Su composición, organización y ámbito territorial
se establecen en un reglamento regulador. En cambio en nuestro
país son circunscripciones, con una extensión determinada por la
cantidad de población, abarcando a veces varios barrios, siendo
usado como delimitaciones espaciales para uso electoral y
censal, apareciendo como la base para la estadística de la
comuna o ciudad y como parte de un sistema a nivel regional y
nacional.
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Según Pilar Rodrigo (2000) el distrito es una


división administrativa del espacio urbano con fines estadísticos
y electorales. Es una unidad padronal, sección censal o
distrito censal, el cual debe contar con unos determinados
umbrales de población, así como un determinado nivel de
densificación, lo cual es competencia municipal. También indica
que esta delimitación espacial administrativa no se corresponde
con la percepción que el ciudadano tiene, como del entorno en el
que vive.

Para Aronovici (1965) un distrito es la


demarcación más o menos extensa, resultado de la subdivisión
de una región o ciudad, establecida con el fin de facilitar la
administración y gobierno. Contrariamente al barrio, no tiene
personalidad social ni valor natural y constituye únicamente
una entidad administrativa.

Alomar (1961) nos dice que la unión de tres o


cuatro barrios, pueden constituir un distrito, pero que éste será
siempre una realidad puramente administrativa y nunca una
realidad social. Nos dice, además, que es una demarcación más o
menos extensa, resultado de la subdivisión de una región o
ciudad, establecida con el fin de facilitar la administración y
gobierno. Contrariamente al barrio, no tiene personalidad social
ni valor natural y constituye únicamente una entidad adminis-
trativa.

4.- Sector urbano. Se denomina así a la parte de la ciudad, la cual


se distingue o individualiza por sus características físicas o
funcionales, aunque cabe destacar que es un término más
técnico, asociado a la división del espacio clasificado como suelo
urbanizable programado para el desarrollo de los planes
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parciales, en unidades homogéneas. Su perímetro está deter-


minado por situaciones de planeamientos preexistentes, por
sistemas generales de comunicación, por espacios libres o
elementos naturales previamente definidos por el planeamiento
general (Grupo Aduar, 2000). En la planificación urbana la
determinación de sectores es denominada como zonificación,
a pesar de la diferencia conceptual de los términos.

Recordemos el modelo de la estructura urbana


de Homer Hoyt presentado en 1939, denominado teoría de los
sectores, usando el término de sector para diferenciarlo y
contraponerlo al modelo de W. Burgess, denominada teoría de
las zonas concéntricas, que planteaba el crecimiento de la
ciudad a través de áreas o franjas concéntricas, destacando que
cada sector le corresponde distritos caracterizados socialmente
(López, 1987). Cabe destacar que en el lenguaje común, el
concepto de sector es usado como sinónimo de barrio o de
zona, de ahí que nos referimos al “barrio chino”, “barrio del
puerto”, “barrio de los Bancos”, “barrio comercial”, etc. lo cual
indica que la determinación de éstos, es sólo de tipo funcional en
cuanto al uso del suelo.

5.- Polígono. Es un espacio periférico urbano y metropolitano, con


delimitación precisa y notable homogeneidad interna en usos y
volumetría, producto del planeamiento urbanístico y de estra-
tegias territoriales y sectoriales más amplias, según su uso se
denominan polígonos industriales y polígonos residenciales.
Los primeros también son denominados parques tecnológicos y
son espacios destinados a acoger industrias productivas en
combinación y desarrollo tecnológico, en cambio los segundos
son concentraciones de bloques residenciales, entendidos éstos
como edificios aislados con un cierto desarrollo en altura, pero
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que no siguen una orientación con una línea de calle (Grupo


Aduar, 2000).

6.- Enclave. Se define así a un espacio o lugar, en general, poco


accesible o aislado y, con mayor precisión, territorio o frag-
mento de él incluido en otro de mayor extensión con
características diferentes, ya sean políticas, administrativas o
geográficas. Es la parte del territorio, incrustada en una
circunscripción político-administrativa ajena a la que le
corresponde. Obedecen, en unos casos, a causas históricas y en
otras a razones geográficas o meramente patrimoniales de las
entidades locales; a razones económicas o de otra índole, entre
las que no debe descartarse las atribuidas a simples errores
cartográficos (Aduar, 2000).

7.- Localización y lugar. Se entiende por localización la posición


particular o lugar de un punto o espacio de la superficie terrestre.
Al igual que la noción de espacio, su significado es bastante
abstracto. Toda región debe tener una posición concreta en la
superficie terrestre, la cual se expresa a través de las coordenadas
geográficas, para lo cual, al ser una superficie y no un punto, se
necesitan dos paralelos y dos meridianos que la contengan. Estos
también son la base para la localización de puntos y subáreas de
la región. Según Haggett (1988) “el especificar exactamente las
localizaciones es una de las reglas más importantes del juego
geográfico”. El Grupo Aduar (2000) considera como sinónimo
de localización el término situación o emplazamiento,
definiéndola como ubicación de cualquier hecho geográfico con
relación a otros de significados espaciales similares, en el caso
de la ciudad, respecto a otros núcleos de población.

Según el Grupo Aduar (2000) localización es


el lugar que ocupa un hecho o un objeto determinado. El
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significado de este vocablo se suele dividir en dos enunciados


complementarios: localización en el sentido de posición exacta
de cualquier elemento expresado en coordenadas o georre-
ferenciado y localización como acto de localizar, de llevar a un
área o a un punto una actividad, un conjunto de personas, una
infraestructura. Toda localización es al mismo tiempo singular,
única e irrepetible y generalizable, y está íntimamente rela-
cionada con los de situación y emplazamiento. Y lugar es el
sitio, área o espacio concreto con unas características propias que
permiten diferenciarlo de los demás. El lugar tiene una
localización precisa y presenta una forma, estructura y
utilización particular. Su rasgo distintivo deriva de la valoración
y significado que le conceden las personas, por lo cual éste
puede existir a muy diversas escalas, que van desde una esquina
o un monumento hasta una región o espacio muy amplio,
pasando por cualquier tipo de entidad habitada (aldea, pueblo o
ciudad).

Todo barrio al ser un espacio y no un punto, y


por las características o cualidades que la definen como tal,
presenta un contenido, de ahí que el concepto de lugar no sólo
se puede entender como localización concreta y como concepto
abstracto, sino que se confina a una localización identificable
sobre la que cargamos ciertos valores. En otras palabras y como
lo plantea Haggett (1988) una localización se convierte en un
lugar cuando nos damos cuenta de que posee un cierto contenido
de información y muchas veces el contenido es un hecho físico y
en otras es una experiencia humana.

Recordemos que Emmanuel de Martonne


(1964), al igual que otros geógrafos, tratando de clarificar el
concepto de Geografía en su libro “Tratado de Geografía Física”,
habla de los denominados principios geográficos, en el sentido
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de unas características o supuestos que presentan los hechos


analizados por los geógrafos, dentro de los cuales encontramos
el principio de localización, el cual plantea que cualquier hecho
geográfico se da en un punto determinado, en un lugar de la
superficie terrestre y el principio de extensión, que dice que los
fenómenos geográficos de extienden y predominan en una
determinada área (Vilà, 1983). Cabe destacar que estos dos
principios fueron enunciados por primera vez por el alemán
Federico Ratzel (1844 – 1904).

El término situación, al igual que la palabra


espacio es bastante abstracto cuando se le compara con el
término lugar. Para Hagget (1988) lugar significa también una
posición particular sobre la superficie de la Tierra, pero, en
contraste con la localización, ya que no se utiliza en un sentido
abstracto sino que se confina a una localización identificable
sobre la que cargamos ciertos valores. Según Bailly (1992),
desde el punto de vista del espacio absoluto, un lugar se
considera un punto de la superficie terrestre definido por su
latitud y longitud y nos dice, incluso, que nada impide añadir la
altitud si se considera útil realizar un estudio en tres
dimensiones, o una cuarta dimensión como es el tiempo. Así una
localización es la posición en latitud y longitud, pero se
convierte en lugar cuando ésta localización posee un cierto
contenido de información, ya sea física o humana, como por
ejemplo que en ese punto se encuentre, simplemente un monte
destacado. El Grupo Aduar (2000) define lugar como sitio,
área o espacio concreto con unas características propias que
permiten diferenciarlo de los demás, poseyendo una localización
precisa, presentando una forma, estructura y utilización
particulares. Su rasgo distintivo está dado por la valoración y el
significado que le conceden las personas. La escala de un lugar
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puede variar desde una esquina o monumento, hasta una región,


pasando por cualquier entidad habitada.

Desde el punto de vista de la percepción


individual, o sea, la única de cada persona y cambiante con el
paso del tiempo, se presenta fundamental en la definición de
algunos espacios como lugares, ya que se le dota de un
contenido específico. Es así como llegamos al sentido de lugar
lo que se denomina genius loci, que es la expresión que pone de
manifiesto la relación cargada de significación que se establece
entre una comunidad y un sitio ligado a su devenir. Así el lugar
se relaciona directamente con identidad local.

Heidegger (Juan de las Rivas, 1962) se refiere


a la idea de reunión para articular el significado de construir y
el de lugar y dice “El construir es hacer presente, es hacer
presente una cosa que reúne un mundo, y en virtud de la cual una
situación tiene lugar”, según él un lugar es un espacio concreto,
revestido de forma a partir del proceso creativo que es el
construir. Para Bollow (Juan de las Rivas, 1962) el espacio no
es abstracto, sino la conciencia de un espacio concreto y
disponible para la acción concebido como espacio intencional
referido al hombre como sujeto. Así el espacio puede ser
nombrado, o sea, un lugar. El espacio puede ser descrito como
sistema de relaciones y, originariamente, como sistema de
caminos y lugares, de tal forma que sin olvidar el sentido básico
de la relación entre hombre y espacio que encierra el habitar. La
idea de lugar destaca el carácter que éste ha alcanzado en su
configuración y comprensión por el hombre a lo largo del
tiempo. El lugar percibido como paisaje, está ligado a la historia
como el acontecer que así lo ha configurado, sentido desde su
identidad, en el haber llegado a ser lo que ahora es y que
podemos reconocer como tal.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 21

Jean-Robert Pitte (1996) define el lugar


“como un espacio vivido y percibido por el hombre, es aquel
apropiado para su cuerpo, para sus sentidos. El barrio, la plaza y
la calle son espacios hechos para recorrerlo, para caminar y que
dan contenido a lo cotidiano y significativo a través del uso”.
Para Carlos (1996) el lugar es el espacio apropiado para la vida
y básicamente es el barrio como espacio inmediato de la vida,
de las relaciones cotidianas más finas, o sea, las relaciones de
vecindad. Son lugares que el hombre habita dentro de la ciudad,
ya que ésta última sólo puede ser vivida parcialmente, son
lugares que el hombre habita, es un espacio referido para lo
cotidiano y a su modo de vida, donde se mueve, trabaja, pasea
ociosamente, es la forma como el hombre se apropia y que va
ganando un significado dado por ese uso. El proceso de
territorialización es la necesidad de establecer un lugar, centro
que el hombre ha de crear y defender de lo que pueda destruirlo.
El lugar es “nuestra casa”, la cual queremos, cuida- mos,
ordenamos y defendemos, por el sentimiento de propie- dad o
pertenencia, es lo que denominamos “la casa chica” o “la
patria chica” (Gallastegui, 2000).

Recordemos lo que nos plantea el geógrafo


norteamericano Yi Fu Tuan (Zárate, 1991) sobre los lugares
urbanos, los que nos pueden despertar sentimientos de topofilia
o simpatía, de topolatría o sentido reverencial o mítico, de
topofobia o aversión, rechazo o miedo y de toponegligencia o
desinterés, cuando el lugar carece de personalidad.

Ante el concepto de lugar se presenta el de


“no lugar” o “placeless” el cual se caracteriza por falta de
identidad, de vínculos, de historia y geografía. Es una
homogeneidad traumatizante, una ausencia de lo comunitario; es
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 22

la no-participación o no-influencia del habitante en la


elaboración de su habitat; es la pérdida del sentimiento de
arraigo y ligazón entre sus congéneres y su medio. Según Diana
Durán (1996) “en oposición a la noción humanística de ‘lugar’
con que siempre trabajaron los antropólogos y los geógrafos,
aparecen los ‘no lugares’, espacios ilocalizables, dispersos,
difusos... como son las instalaciones para la circulación
acelerada de personas y bienes (vías rápidas, empalmes de rutas,
aeropuertos) como los medios de transporte mismos o los
grandes centros comerciales... La circulación es la característica
de los no lugares, todo lo contrario a la noción de arraigo”.

8.- El sitio. Es un lugar determinado en el que se emplaza algún


hecho, destinado a un uso, actividad o función o simplemente
utilizado como referencia de localización.

9.- El territorio. El Grupo Aduar (2000) define a un territorio


como un espacio geográfico en sentido amplio atribuido a un ser
individual o a una entidad colectiva. El reconocimiento de las
diferenciaciones espaciales, figura en todas las disciplinas
relacionadas con los aspectos que varían de acuerdo con el
medio, en la superficie terrestre y en especial en la disciplina
geográfica. Así, cada disciplina que trata de una especie de
procesamiento o de grupos de procesamiento, da atención a los
respectivos fenómenos, de acuerdo con su asociación en
determinado medio, lo cual es conocido por ecología, o sea,
como “el estudio de la casa”.

En general y especialmente desde el punto de


vista de la Biología, es la adscripción de un individuo o una
especie (vegetal o animal) como ámbito de expansión o
localización, o como el espacio marcado para ser utilizado de
forma exclusiva como habitat. Desde este punto de vista el
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 23

concepto se relaciona estrechamente con la noción de dominio,


ya que una vez demarcado el territorio, se establecen límites que
son expresamente defendidos. Esto es en relación al concepto en
general, pero en lo relacionado a los hechos humanos, el
término, abarca un poco más y toma otro sentido, además del
espacio adscrito y vivido, es el espacio que por estas caracte-
rísticas, se transforma en un espacio manejado, adaptado a las
necesidades al grupo social que lo ocupa y lo transforma de
acuerdo con sus necesidades, o sea, se produce un proceso de
territorialización. A partir de ahí, el espacio ocupado se
transforma en un ámbito demarcado y atribuido a un ente
político que requiere ser administrado o gobernado unitaria-
mente, apareciendo así, el territorio que pasa a tener un valor
fundamental en la definición del Estado, junto con otros
elementos como la lengua, la historia, la cultura y las normas
comunes de convivencia. Así es como aparecen las denominadas
unidades territoriales que corresponde a la división de un
territorio en partes a efecto de su estudio, gestión, planificación y
ordenamiento. La distinción de estas unidades, se realiza a través
de diferentes criterios, como son rasgos constitutivos
diferenciadores de ellas o integrando áreas que se comple-
mentan, o sea, a través del criterio del método regional.

Unido al concepto de territorio, aparece el


término de territorialidad entendida ésta como la necesidad de
espacio que tienen los individuos y los grupos por razones de
identidad, seguridad, protección y estímulo (Grupo Aduar,
2000). Ésta es una necesidad propia de todos los seres vivos
(concepto propio de la Etiología) y en forma especial, es propia
de la naturaleza humana. Es el sentimiento de pertenencia
territorial o sentido de lugar, o sea, es un sentimiento asociado
a ciertos territorios específicos considerados de diferentes
escalas, como exclusivos de sus ocupantes y donde se producen
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 24

relaciones espaciales por inclusión o rechazo a ese espacio o


grados de vinculación. Este sentimiento produce comporta-
mientos de defensa u hostilidad cuando la identidad y la
seguridad se estiman amenazadas. Las escalas de territorialidad,
son variadas, yendo desde el espacio personal, habitacional,
barrio, ciudad, región, hasta el ámbito estatal, y a veces, incluso
continental, como es el caso del sentimiento de lo latinoame-
ricano. De más está decir que este sentimiento de territorialidad
es muy importante en la temática del barrio, la ciudad o lo
local, ya que fomentan el localismo, lógicamente a diferentes
escalas, pero en especial en ámbitos menores, por su relación de
experiencia directa y familiaridad, que promueven la partici-
pación social en actividades colectivas, ya sean festivas o de
reivindicación.

Por todo lo anteriormente dicho es que aparece


un nuevo concepto como es el de cohesión territorial, que si
bien es cierto, es la unión entre las partes diferenciadas, desde
el punto de vista físico, opuesto a fragmentación en relación a un
espacio geográfico delimitado políticamente, presenta un sentido
más amplio, como es evitar la disgregación entre las partes,
evitando, a través de ciertas políticas, los llamados
desequilibrios o desigualdades territoriales entre las partes de
un mismo territorio, fomentando la articulación territorial, o
sea, la relación adecuada y equilibrada entre los elementos, no
sólo de tipo físico, sino también con un significado más amplio
como es lo social o lo político.

Randle (2000) nos indica que lo territorial no


habla de la tierra en sí misma, sino de la relación hombre-tierra,
de la interacción mutua y del territorio modificado por el
hombre. La Tierra virgen, la anecumene, no interesa a la
problemática territorial. El territorio es siempre un espacio
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 25

habitado, vivido, por lo tanto histórico, cultural. De ahí que lo


territorial sea un hecho complejo donde se incluyen factores
biológicos, económicos, sociales, políticos, culturales y hasta
psicológicos. De todos los fenómenos humanos que tienen lugar
en el territorio, la urbanización y su expresión esencial, la ciudad
es sin duda el principal, por sus múltiples y complementarias
funciones que se producen en ella.

10.- Suburbio. Agrupaciones importantes de casas y población


próximas a la ciudad, núcleos pertenecientes al mismo término
municipal que la ciudad principal y núcleos vinculados a otros
municipios, dentro o más allá de los límites administrativos de
las áreas metropolitanas en el caso de las grandes aglomera-
ciones (Zárate, 1991). Para el Grupo Aduar (2000) el concepto
es sinónimo de un barrio o arrabal cercano a la ciudad, pero
que incluye una concepción peyorativa, refiriéndose a las
malas condiciones materiales y sociales existentes en ellos. Se
relaciona con barriada, chabolismo, poblaciones callampas,
urbanización marginal. El término arrabal (aunque ya en
desuso), proviene del Medioevo, como un lugar extremo de
una población que se encontraba fuera del recinto fortificado.
Recordemos el término argentino arrabalero como marginal y
extraciudad.

Alomar (1961) define suburbios como zonas


de la ciudad situadas en la periferia de la misma y
caracterizadas por su urbanización y su socialización
improvisadas y elementales. Son deficientes urbanística (falta
de servicios urbanos básicos) y socialmente (falta de cohesión
social y de equipamiento) y sus viviendas son inadecuadas con
caracte- rísticas de tugurios (en inglés slums).
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 26

11.- Entorno. Sinónimo de contorno. Es el espacio que rodea a un


hecho cualquiera. Desde el punto de vista del patrimonio
histórico es el ámbito inmediato a un monumento, un bien de
interés cultural o un conjunto histórico, el cual merece un
tratamiento de protección por sus valores ambientales. Este
concepto es de difícil delimitación espacial. Son zonas de res-
peto consideradas como zonas frágiles en el proceso de
crecimiento urbano (Grupo Aduar, 2000).

12.- Habitat. La Ecología (del griego oikos: morada) trata, en


general, del estudio de los seres vivientes, considerados, no
aisladamente, sino en relación con su habitat. Entre los seres
humanos que viven en un determinado territorio, poseyendo un
conjunto de creencias y costumbres (cultura espiritual) y de
instrumentos (cultura tecnológica) y que explotan los recursos
naturales mediante una división social del trabajo, se
desarrollan los fenómenos biológicos de la competencia y de la
lucha por la existencia, si bien dentro de un orden humano, en
el cual la libertad individual viene limitada o condicionada por
ciertas reglas. Como resultado de estos fenómenos se produce
una relativa estabilización, que no se alcanza hasta haberse
adoptado los distintos individuos a su habitat, es decir,
haberse creado una forma de vida en común que es la
comunidad biológico-social. De ahí que desde el punto de vista
de la Biología podemos definir el habitat como la localidad y
ambiente en los cuales vive y se desarrolla alguna especie
determinada de animales y plantas. El habitat humano, en el
sentido más general, es el medio ambiente dentro del cual vive
la especie humana, incluyendo en él, no sólo el medio físico,
sino también, el medio social. La especie humana es la única
especie cuyo habitat se extiende por toda la Tierra, debido al
hecho de que es el hombre, el único ser viviente que sabe crear
su propio habitat (Alomar, 1961).
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 27

13.- Organizaciones Comunitarias. La ley N° 16.880 de agosto de


1968, define a las Juntas de Vecinos (Manual de Gestión
Municipal, 1992) como “organizaciones comunitarias
territoriales representativas de las personas que viven en una
misma Unidad Vecinal, tanto urbano como rural”, definiendo
esta última como “el territorio dentro de la comuna o
agrupación de comunas en el cual tienen su ámbito de
competencia de Juntas de Vecinos y Centros de Madres que se
constituyan, debiendo considerar su continuidad física y rasgos
comunes de las necesidades de la población”, correspondiendo
“al pueblo, barrio, población, sector o aldea en que viven los
vecinos, es decir aquel territorio que constituye su
fundamento natural de agrupación”.

Estas Organizaciones Comunitarias se


mantuvieron a través del Decreto de Ley N° 349 del año 1974,
en la cual se facultaba a las autoridades comunales la
designación de sus dirigentes, terminando así con su
autonomía. Este control se mantendría hasta la dictación de la
Ley N° 18.893 del 30 de diciembre de 1989, dictada sobre las
denominadas Organizaciones Comunitarias Territoriales y
Funcionales, con personalidad jurídica. Las primeras son
definidas como aquellas que tienen por objeto promover el
desarrollo de la comuna y de los intereses de sus integrantes,
en el territorio respectivo, y colaborar con las autoridades del
Estado y de las Municipalidades, es así como encontramos
dentro de esta categoría las Juntas de Vecinos, los Centros de
Madres, las Organizaciones de Regantes y las Asociaciones
de Propietarios . En cambio las segundas, son definidas por la
Ley como aquéllas cuya finalidad es representar y promover el
desarrollo de la comuna y los intereses de sus integrantes en el
territorio respectivo y colaborar con las autoridades del Estado
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 28

y de las municipalidades, es así como encontramos en esta


categoría las instituciones de educación de carácter privado,
los centros culturales y artísticos, los cuerpos de bomberos,
los grupos de transferencia tecnológica, las organizaciones
privadas de voluntariado, los clubes deportivos y de
recreación, las organizaciones juveniles y otras que promue-
ven la participación de la comunidad en su desarrollo social y
cultural.

Cabe destacar que el ingreso a una organi-


zación comunitaria es un acto voluntario, personal e inde-
legable y es requisito para pertenecer a ellas tener a lo menos
18 años de edad y residencia o domicilio en la comuna o
Unidad Vecinal, según sea el caso y que una persona sólo
puede pertenecer a una Junta de Vecinos y sólo a un Centro de
Madres. La ley establece que el Consejo de Desarrollo
Comunal, previo informe del alcalde respectivo, subdividirá el
territorio de la comuna o agrupación de comunas en unidades
vecinales, debiendo considerar su continuidad física y rasgos
comunes de las necesidades de la población, por lo cual estas
últimas son unidades territoriales.

III.- Diferentes definiciones de barrio

Uno de los mayores problemas para estudiar


un barrio desde el punto de vista de la Geografía Urbana, es su
definición, tanto por su identidad como por sus límites espaciales y
dada su indefinición, lo más aconsejable es recurrir a la percepción
subjetiva que tienen los habitantes del lugar en el que viven. A pesar
de este planteamiento, debemos hacer un esfuerzo para lograr una
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 29

definición, desde los distintos puntos de vista y los diferentes


objetivos. Así, según Rodrigo en el siglo XX, los criterios de
delimitación alcanzan gran variedad y complejidad, hasta el punto
de que, hoy día, es difícil su definición exacta y que en la mayor
parte de los casos, podemos ver como el viario es el agente
responsable de la articulación y delimitación espacial de los barrios.
Las grandes vías de comunicación separan manzanas que pueden
adoptar un carácter unitario. Pero además nos dice, que estas
delimitaciones formales, generalmente no coincide con la percep-
ción que el ciudadano tiene del barrio donde vive. Siendo el criterio
más completo, y quizás también el más complejo, la propia
conciencia del ciudadano de pertenecer vitalmente a un determinado
espacio urbano, al que puede llamarse barrio.

Gabriel Alomar (1980) lo define como una


zona interior de una población, de límites más o menos definidos,
habitada por una unidad social, la vecindad, con personalidad
propia. Su paralelo en la organización religiosa de los pueblos
cristianos es la parroquia. En su libro “Sociología urbanística”
(1961) lo define como una comunidad vecinal auténtica, que viene a
formar una “familia de familias”, la cual se define por ciertas
características, como son las de hallarse establecida en un sector
determinado de la ciudad, de ser posible delimitado y diferenciado y
en el que los contactos entre los individuos y grupos menores que lo
integran son más o menos frecuentes y personales. Según Alomar,
barrio es sinónimo de unidad vecinal como grupo primario (en
inglés: Neighborhood unit) y dice que constituye, el concepto
urbanístico-social que define cada una de las partes, más o menos
autosuficientes, en las cuales se divide el moderno plan de una
ciudad y que son asentamiento, cada uno de ellos, de una comunidad
social o grupo primario vecinal. Dice además, que el pensamiento
social contemporáneo, exige la formación de comunidades
auténticamente humanas en el seno de las masas urbanas y con el
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 30

fin de que esto pueda ser una realidad, hay que planear la ciudad
como un complejo de pequeñas ciudades o microciudades, cada
una de las cuales se convertirá en asiento de un grupo primario. Es
decir, que la ciudad moderna debe tener una estructura
polinuclear, denominado también, principio de nucleización
social.

Según el Grupo Aduar (2000) es la parte del


núcleo urbano relativamente homogénea, con límites mas o menos
imprecisos que constituye una unidad básica en la percepción de la
vida urbana. Los barrios pueden estar habitados por grupos sociales
con características afines y son un escalón intermedio entre la
ciudad y el individuo. Estos espacios reflejan fácilmente las
características y modos de vida de sus pobladores y proporcionan a
sus vecinos identidad y puntos de referencia dentro de la población.
Por otro lado lo define como el espacio que el individuo conoce
perfectamente; el que percibe como propio y familiar y que evoca
cuando habla de él, o sea, lo define a través de la dimensión de la
percepción personal y social.

Según Carol Aronovici (1965) el barrio es el


asiento físico o estructura urbana donde se asienta la comunidad
vecinal y lo define como sinónimo de vecindad¸ como
microciudad, como módulo necesario para la organización de todo
conjunto urbano. Dice que es un concepto urbanístico-social que
define cada una de las partes más o menos autosuficientes y que
cada una de ellas es el asiento físico del espíritu de comunidad, de
grupos socialmente organizados dentro de los cuales son posibles
la individualidad y la iniciativa. Es un sector determinado de la
ciudad, delimitado y diferenciado, definido por ciertas caracte-
rísticas, como son los contactos entre los individuos y grupos
menores que lo integran, sean éstos menos frecuentes y
personales. Así el concepto de barrio es un sector urbano dotado
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 31

de cierta unidad y personalidad, y asiento de una comunidad vecinal.


En otro párrafo define la vecindad o comunidad vecinal como una
parte o subdivisión de la comunidad urbana, establecida en
determinado sector de la ciudad, definida generalmente, por ciertas
características diferenciales o intereses comunes, en la cual los
contactos entre individuos y grupos menores son más o menos
frecuentes, íntimos y personales. Es un grupo de tipo primario
formado por una gran familia de familias y constituye una
importante unidad de vida social. Por último dice que el barrio
constituye una ciudad dentro de otra ciudad, con personalidad
urbanística propia y continente, en pequeño, de los elementos y las
características de una ciudad completa.

Ezequiel Ander-Egg (1995) al referirse al


barrio dice que, etimológicamente, deriva del árabe barri, que
significa “propio de las afuera de la ciudad, vecindad” y que es zona
o espacio de una ciudad, con sus límites físicos y/o simbólicos. El
término hace referencia a cada uno de los sectores en que se divide
un pueblo o ciudad y que no coincide necesariamente con la división
administrativa. Dice que este término es usado con tres alcances o
puntos de vista principales, como son lo administrativo, lo físico y
lo social.

Para Michel-Jean Bertrand (1981) el término


barrio designa por extensión una porción de un conjunto dividido
en un número indiferente de partes, es “una parte de la ciudad”, una
zona generalmente sin referencia a una división matemática. “El
barrio” tiene un lugar muy distinto según el valor que el habitante
atribuya a su marco de vida, en una acepción mucho más amplia que
la simplemente arquitectural. Este supone una toma de posesión del
paisaje que es tranquilizadora psíquica y socialmente, siendo la
proyección exterior del nido familiar, es la prolongación inmediata
frecuentada, sin ayuda mecanizada. El barrio es el lugar de
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 32

residencia y éste es vivido intensamente, ya que es visto como la


prolongación del habitat que ofrece los servicios más inmediatos y
frecuentados diariamente (tiendas, escuela, transportes, paseo, etc.).

El barrio no es una simple delimitación


topográfica o administrativa, es una realidad sociológica que se
basa en la noción de proximidad y de vecindad. Es el módulo
social elemental, el cual no posee aparatos organizados. Es el
nivel de sociabilidad espontánea, viviendo a la sombra de las
instituciones, pero según modalidades no institucionales. Es una
forma de organización del espacio y del tiempo de la ciudad, más
coyuntural que estructural.

Martín Zárate (1991) nos dice que los barrios


constituyen espacios urbanos bien diferenciados mentalmente por el
observador, gracias a la existencia de rasgos peculiares dentro del
conjunto de la ciudad, ya sea identificados desde el interior por las
personas que residen en ellos, o como referencia desde el exterior
por el resto de los ciudadanos. Todos ellos superpuestos formarían lo
que denomina el mapa mental de la ciudad.

Para Sonia Muñoz (1994) el barrio es el lugar


que privilegia la comunicación vecinal espontánea, entendida ésta
como las relaciones comunicativas, expresivas, de intercambio
cultural, entre personas o ambos grupos en el interior de un mismo
espacio. El que las relaciones sean espontáneas y no dirigidas no
significa que sean “puras” como quisieran los espíritus román-
ticos, pero sí sería un modo de comunicación no contaminado por
las formas hegemónicas de organización de la vida social. El barrio
es como una “fortaleza”, amurallado contra la invasión de la
cultura de la ciudad, pudiendo guardar intactas las formas de
comunicación propias (tradicionales) de los diferentes actores
sociales que forman parte del barrio.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 33

Carles Carreras i Verdaguer (1983), al referirse


a la organización interna de las ciudades dice que hay varios
criterios o elementos organizadores, siendo el uso del suelo urbano
uno de ellos, introducido por la Escuela de Ecología Urbana de
Chicago en los años 30 del siglo XX, a través de la Teoría de los
Sectores, la cual determina áreas caracterizadas por un mismo uso
funcional del suelo, delimitando los suelos de algunas ciudades de
los Estados Unidos, en lo que derivó en el zoning. En el año 1930 se
redacta la denominada Carta de Atenas, donde se plantea como
principio convencional, la definición económica de las denominadas
cuatro funciones de la ciudad: trabajo, residencia, ocio y
comunicación.

Carreras nos indica que aparte del criterio


económico, anteriormente indicado, existe un criterio eminente-
mente social, el cual tiene en cuenta las características y
costumbres de la población urbana y su relación con el entorno
construido, para determinar una forma de organización urbana más
global. Es así como se refiere a unas células determinantes, ámbitos
significativos de relaciones sociales que constituyen un tramado
interno: los barrios.

Según Felipe Davero (1974) el barrio es el


espacio donde se produce el primer contacto extrafamiliar del
individuo, siendo el ámbito de la convivencia solidaria. Es la parte
de la ciudad, localidad o pueblo, comprendida entre determinados
límites (calles, avenidas, accidentes geográficos) que constituye una
unidad administrativa o de hecho, depende del gobierno del
Municipio y tiene, habitualmente, caracteres edilicios y humanos
particulares.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 34

Ana Fani Alessandri Carlos (2001), nos dice


que el barrio es una de las formas espaciales de las relaciones
sociales en el plano de la vida cotidiana y uno de los modos
fundamentales e importantes de como las personas se apropian del
espacio urbano. Ésta se da en dos planos: el plano individual (que
se revela, en su plenitud, en el hecho de habitar), su casa, “ el centro
geométrico del mundo para el habitante” y el plano colectivo
(plano de la realización de la sociedad), la calle y el barrio. El plano
individual está rodeado por una serie de planos sociales envolventes,
como son la calle, el barrio, la ciudad, etc., formando un conjunto
múltiple de significados afectivos y representaciones. La metrópoli
no es “el lugar” ya que ella puede ser vivida sólo parcialmente, no
así el barrio que es el espacio inmediato de la vida, de las
relaciones cotidianas más finas y donde se tiene una visión y
sentimiento de totalidad. Eso sí que el plano de habitar no se
resume al barrio, ya que éste se articula en un espacio más amplio,
aunque sí, menor a la metrópoli. En la dimensión concreta del
barrio, o sea a escala micro, se producen los lazos de solidaridad y
unión entre los habitantes creados en las relaciones de vecindad.

Estébanez (1995) nos presenta algunas de las


concepciones de barrio, desde distintos puntos de vista y que han
tenido una mayor trascendencia en su tratamiento:

a.- Como área natural, concepto que deriva de la escuela de


Ecología Humana de Chicago, la cual considera a la ciudad
como un organismo constituido por unidades básicas llamadas
áreas naturales. Esta concepción se apoya en la creación de un
concepto operativo, a través del análisis de las características
demográficas y sociales, determinando grupos humanos, con el
fin de asociarlas con el entorno urbano para determinar
patologías sociales. Es así como Zorbaugh en 1926 definió el
área natural como una “área geográfica” caracterizada tanto por
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 35

una individualidad física como por las características de sus


habitantes y el sociólogo Burgess la definió como un área social
como “una unidad territorial cuyas características distintivas,
físicas, económicas y culturales, son el resultado de la acción
espontánea de procesos ecológicos y sociales”. Estébanez
agrega, que este concepto es muy poco preciso y difícil de llevar
a la práctica.

b.- Como unidad de planeamiento, concepción aparecida en el


primer tercio del siglo XX, destacando el proyecto de barrio,
incluido en el Plan Regional de Nueva York (1927-1931), del
arquitecto norteamericano Clarence Perry, quien plantea que toda
ciudad debe estar constituida por una serie de áreas residenciales
con servicios accesibles a los desplazamientos a pie realizados
por las familias. Para lo cual se plantean ciertos parámetros
determinados como son: el tamaño, los límites, los espacios
libres, los emplazamientos institucionales, el comercio y el
sistema interno de calles.

Otro intento de aplicar esta concepción es la


realizada por el Instituto d’ Amenagement et d’ Urbanisme de la
Región de París (Estébanez, 1995), quien diferencia tres niveles
de barrio de acuerdo a la cantidad de viviendas, administración,
centros comerciales, transporte, equipamiento escolar y centros
culturales.

c.- Como un continuo. Si se considera el barrio como una unidad


territorial que tiene atributos espaciales y sociales, se llega a la
conclusión que en realidad las interrelaciones que se producen en
él, no son uniformes ni tienen la misma intensidad,
apareciendo el fenómeno como un continuo, en otras palabras el
barrio se presenta con distintas intensidades, según sean las
variables usadas para su determinación, desde un territorio mal
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 36

definido, carente de identidad y cohesión social, pasando por el


barrio físico, el barrio homogéneo con ciertas características
sociales, el barrio funcional donde se unen las dos
características de las dos anteriores y por último el nivel superior
de barrio que sería la comunidad, o sea, grupo de personas con
sentido de colectividad, que tienden a asociarse con sus vecinos,
más que con las personas que habitan fuera de él.

d.- Como percepción. Esta concepción aparece ante el


determinismo arquitectónico y al enfoque ecológico, que tratan
de definir barrios a partir de censo de población o del espacio
edificado. Es así como se incluyen a estos criterios, la
percepción de los habitantes de la ciudad¸ ya sean éstos, los
que viven y los que no viven en ella. Aunque los estudios de la
percepción son esenciales y muy útiles en la planificación
urbana, cabe destacar que sus resultados no son definitivos,
especialmente por el tipo de instrumentos evaluadores como son
las encuestas, descripciones verbales y los denominados mapas
mentales.

M. Chombart de Lauwe (Estébanez, 1985)


define barrio como un sistema de calles con límites más o menos
precisos que cuenta con un centro económico y diversos puntos de
atracción y lo diferencia del sector geográfico al definir este último,
como un conjunto de edificios delimitados por obstáculos materia-
les que interrumpen las relaciones sociales cotidianas (edificios
públicos, jardines, vías férreas, arterias de circulación, etc.) y está
constituido por sectores menores separados del resto de la ciudad y
cada sector tiene una serie de núcleos en los que se concentra el
comercio y los centros escolares, la iglesia, el cine, etc. Los
diferencia también, en cuanto a su población, diciendo que el barrio
varía entre los 1.000 y 2.000 personas, en cambio el sector
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 37

geográfico presenta una población que va de unas 13.000 a 30.000


personas.

Según la Editorial Nauta (1984) vecindad es


sinónimo de barrio y dice que los vínculos de grupo se ven
reforzados por la manera de estar vinculada una sociedad a la
tierra, así como la de identificarse a sí misma con un territorio,
Excepto los grupos familiares, la unidad social más pequeña suele
ser la vecindad, formada por un grupo de familias que viven en
mutua proximidad.

IV.- El método regional como modelo para analizar


el barrio

En
Geografía, el tema de la investigación y
representación espacial se puede realizar desde la diferencia de las
áreas sobre la Tierra, focalizando su atención a las semejanzas y a
las diferencias entre éstas, sus correlaciones, sus actividades y el
orden encontrado en el espacio, para lo cual se sirve de
contribuciones ecológicas de las distribuciones espaciales, cuando
ellas pueden auxiliar en la interpretación de las distribuciones
espaciales, incluso para ello, retrocede en el tiempo, teniendo a la
vista un pertinente orden espacial en el pasado, encontrando, algunas
veces, en la perspectiva histórica una base para pronósticos de las
tendencias de alteración en el orden espacial.

El método regional, en rasgos generales,


podemos decir que es la norma para descubrir áreas con
características específicamente definidas y distribuidas dentro de
ciertos límites. Es así como podemos analizar el barrio desde el
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 38

punto de vista del concepto de región, ya que éste se acomoda


perfectamente a su teoría, desde sus diferentes puntos de vista y
tipos, a través del concepto tradicional empleado, ya que el barrio es
cualquier segmento o parte de la superficie terrestre, es un área
ininterrumpida y poseedora de cierta homogeneidad de acuerdo a
ciertas variables o criterios seleccionados o simplemente, cierta
cohesión. En realidad, podríamos decir que es una micro región, ya
que una región es una superficie terrestre de cualquier dimensión,
generalmente subcontinental a través de la cual existe una
correspondencia superficial entre algunos fenómenos existentes en
ella. El Grupo Aduar (2000) define una región como “una porción
de la superficie terrestre que presenta unos rasgos diferenciados,
posee unas señas de identidad propias y es el resultado de procesos
de individualización a lo largo del tiempo”. Esta última definición,
coincide plenamente con lo que debemos considerar como barrio, la
única diferencia es que, generalmente, se considera como región un
espacio de escala menor, o sea, escala intermedia. Peter Haggett
(19889 en su libro “Geografía. Una síntesis moderna” define una
región “como cualquier extensión de la superficie terrestre, con
unas características de origen natural o debidas a la acción del
hombre que la diferencian de las áreas que la rodean”.

El barrio es un espacio que presenta


homogeneidad de acuerdo a ciertos elementos, generalmente, de
tipo morfológico y también puede presentar cualidades de
cohesión entre ciertos elementos, generalmente, de tipo sociológico.
La homogeneidad se refiere a que todas las partes del área
contienen una característica o características por las cuales ellas se
definen, aunque ninguna región es uniforme en sentido absoluto,
porque todas las regiones son generalizaciones basadas en ítemes
seleccionados.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 39

Si bien es cierto que para la determinación o


identificación de regiones, en general, son múltiples los criterios o
variables a tratar, ya sean físicas o humanas, yendo desde una, para
determinar regiones sistemáticas o genéricas, a dos, a tres, y a
muchas variables para determinar regiones formales o uniformes,
según sea la coincidencia o asociación de regiones genéricas, o sea,
las que algunos autores denominan regiones simples y regiones
múltiples respectivamente, para llegar, por último, a la denominada
región compage de ahí que se diga que pueden haber tantas
regiones como cantidad de investigadores u objetivos de investi-
gación existan. En el caso del estudio del barrio se emplean solo
algunas variables o criterios significativos y limitados en cuanto a su
número y tipo, lo cual se debe a que la finalidad del estudio es muy
claro y definido.

De acuerdo al concepto de cohesión, el cual


está dado por las variables sociológicas, podemos encontrar
regiones de tipo nodales o funcionales y regiones plan, programa
o de planificación, siendo las primeras, aquellas que presentan
cohesión en torno a un foco o nodo (algunas veces más de uno), el
cual está unido al resto del área de acuerdo a una función de
atracción u organización, siendo un diseño integrado de
circulación interna que permite la comunicación, presentando una
degradación funcional desde el centro hacia la periferia, siendo el
centro la porción más representativa del área entera y la parte más
estrechamente unida al foco. Es “este foco” el que le da unidad.
Cabe destacar que no se debe tomar por sinónimo foco y centro,
aunque el foco siempre se encuentra dentro del centro. En cambio
las segundas regiones, según el Grupo Aduar (2000) “son espacios
sobre los que se desea intervenir mediante instrumentos de acción
(pública generalmente) para favorecer su crecimiento, la
consolidación de su armadura urbana o procurando poner en práctica
políticas de descentralización".
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 40

Según Sandra Lencioni (2003) el desarrollo de


otras corrientes del pensamiento geográfico como es la feno-
menología, la cual entiende a la Geografía a través de un carácter
social, conducirán a la construcción de nuevos parámetros del
estudio regional. Es así como se ha llegado a un modo de percibir el
espacio a través de los valores y significados modelados por la
cultura y la estructura social, atribuidos a este espacio. Así el espacio
será analizado como el objetivo de comprender el sentimiento que
los hombres tienen por pertenecer a una determinada región. Desde
este enfoque humanista, fenomenológico e historicista, la región es
considerada como un producto de la historia y de la cultura. Así, la
región pasa a ser vista no como constituida por una realidad
objetiva, sino que por el contrario, es concebida como una
construcción mental individual, pero también, bajo una visión
subjetivada colectivamente de un grupo social, o sea, inscrita en la
conciencia colectiva.

Las variables o criterios a evaluar y determinar


las características de un barrio pueden ser formulados hipoté-
ticamente y sujetos a una observación de terreno. El estudio de los
barrios necesita, primero que nada, un estudio de algunas
consideraciones esenciales de los atributos o características
elementales y genéricas, para cumplir con la asignación o
determinación del carácter de barrio que son propias de cualquier
tipo de región, como son:

1.- Los criterios usados para determinar su homogeneidad o


cohesión, o sea, las variables o elementos usados para su
designación como barrio.

2.- El centro y foco o polo de atracción, lo cual está referido al


concepto de cohesión.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 41

3.- Los límites, ya sean éstos líneas bien definidas o simplemente


áreas de transición.

4.- El tamaño, para lo cual encontramos diferentes criterios, según


sean los tamaños de las ciudades.

5.- La forma, encontrando, modelos de formas que son más


favorecedores para la integración y definición, como es la
compacidad o lo que se denomina buena forma, lo cual
estaría influyendo en la cohesión y funcionalidad sociológica
de éste.

6.- La ubicación, cada barrio tiene una localización determinada en


la superficie terrestre, mejor dicho en la superficie de una
ciudad determinada, lo cual le da características, tanto
morfológicas como sociológicas especiales y únicas.

7.- La evolución histórica y su nombre.

1.- Criterios usados. Ante este criterio un barrio, al igual que una
región puede ser analizado y determinado desde el método
sistemático o enfoque nomotético, si tomamos en cuenta ciertos
aspectos y características generales y por lo tanto repetibles, pero
también, teniendo en cuenta otras características y mayor
cantidad de ellas, podemos realizar un análisis de tipo
idiográfico, o sea, un estudio como un hecho único e
irrepetible. Así encontramos regiones repetibles y regiones
únicas, de ahí que Whittlesey (1965), al referirse al problema del
regionalismo se refiere al término “verdaderas regiones” como
si ellas existieran como hechos objetivos y no como conceptos
intelectuales, o sea, como objetos o como segmentos de la
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 42

totalidad espacial, en otras palabras las denominadas


idiográficas o regiones “compage” (palabra francesa que
significa unión, enlace, ensambladura). Es una región
indefinida, pero que parece aproximarse a la totalidad relativa a
la combinación de los contenidos físicos, biológicos y
sociológicos del área, de ahí también su nombre de “total”. El
significado de la totalidad, se refiere a la suma total de los ítemes
unidos por lazos de asociación funcional, como son las partes de
un motor o los capítulos de un compendio. Mientras mayor es la
cantidad de variables o criterios tratados llega un momento que
ese espacio es único e irrepetible en otra parte del mundo, ya
que es la síntesis de “todos” sus aspectos. En otras palabras
podemos decir junto a Whittlesey, que “compage” es, por
definición, algo menos que la totalidad espacial, ya que la
totalidad del hecho geográfico es imposible analizarla y
sintetizarla. Whittlesey nos dice que el concepto es criticado por
algunos geógrafos, por ser incompatible con la posición de que
la región es un medio para segregar las características pertinentes
de las áreas, aunque la significación particular de la totalidad es
inadecuada para funcionar en calidad de guía del estudio
regional simulando totalidad espacial.

Según R.J. Johnston (1987) “compage” es el


conjunto de todos los rasgos del entorno físico, biótico y social
que se asocian funcionalmente a la ocupación de la tierra para el
hombre. El término compage es la actualización de una antigua
palabra que significaba “forma de unir o conectar materia”, fue
introducido en Geografía por Derwent Whittlesey en 1956, en un
intento de conferir una mayor precisión a varios aspectos de la
Geografía Regional; denota un complejo de elementos muy
diverso aunque unitario.”
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 43

En el año 1950 se reunió una Comisión


compuesta por distinguidos investigadores de la Asociación de
Geógrafos Americanos que trataron, en general el tema de lo
regional y al referirse al “compage”, Preston James (Whittlesey,
1960) nos dice que la aplicación del término se usara a escalas
grandes, especialmente para que la ocupación humana no pase
desapercibida, lo cual denominó topográfico y corográfico
cuando se aplica a estudios de mayor grado de generalización,
por lo que se debe aplicar a cuatro clases como son la localidad,
el distrito, la provincia y el Estado. Según la Asociación de
Geógrafos Americanos, la localidad es la clase más baja de un
“compage” y comprende la órbita diaria, donde el lugar posee el
máximo de realidad y significación para sus habitantes. En las
áreas rurales, la localidad comprende un área localizada en un
centro social, una aldea, o una casa de campo, en cambio en las
áreas urbanas, la localidad constituye un vecindario focalizado
de igual manera sobre el centro social y económico, por
pequeños grupos de personas que en un determinado tiempo,
suficiente, para establecer un sentido de existencia compartida,
lo cual puede ocurrir donde exista aislamiento, natural o social.
De ahí que Whittlesey (1960) diga que la conciencia de
comunidad o conciencia regional está segura en la comunidad.

La localidad, además de ser pequeña, resume la


ocupación humana del área en sus formas más simples.
Whittlesey (1960) nos dice “parece verdad que las únicas áreas
que no son regiones políticas, en las cuales surge el sentido de
conciencia regional son ‘compage’ ”, “las compages de todas
las clases pueden poseer tonos de conciencia regional, o sea, que
la conciencia regional aparece en grupos, no porque pertenecen a
un estado legal”.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 44

Fue Vidal de la Blache quien intentó desarrollar


el análisis geográfico en función de la denominada síntesis
regional, en la cual cada región se considera como algo único e
irrepetible, producto de las relaciones específicas entre los seres
humanos y el espacio que ocupan, lo cual se traduce en un
paisaje especial y diferenciado, y un alma o personalidad
regional.

Según Lynch (1998) las características físicas


que determinan los barrios son continuidades temáticas que
pueden ser una infinita variedad de partes integrantes, como la
textura, el espacio, la forma, los detalles, los símbolos, el tipo
de construcción, el uso, la actividad, los habitantes, el grado
de mantenimiento y la topografía. Aunque en otro apartado,
nos dice que las connotaciones sociales son muy significativas
para la estructuración de regiones, poniendo como ejemplo el
caso de Jersey City, donde los barrios de la ciudad se
diferencian, según encuestas callejeras, por matices de clases,
determinando sectores socio-económicos o étnicos.

Como indicamos anteriormente (ápartado


Definiciones de barrio), Ezequiel Ander-Egg (1995) determina
un barrio desde tres puntos de vista diferentes, como son:

a.- Administrativo: como una subdivisión administrativa, histórica


o de otra índole, de las partes o fracciones del territorio de un
Municipio.

b.- Físico: hace referencia al grupo de casas que constituyen parte de


un conjunto urbano, diferenciado mediante límites (avenidas,
línea férrea, canales, etc.) y que constituye un conjunto
residencial de edificaciones bastante semejantes.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 45

c.- Social: Sociológicamente hablando, se alude a una instancia


espacial de sectores en que se divide un pueblo o ciudad,
caracterizada por la proximidad y vecindario, determinados
generalmente por factores sociales y/o comerciales espontáneos.
Estos factores surgen y se desarrollan como consecuencia de una
dinámica sociocultural que configura una identidad colectiva y
un sentimiento de pertenencia y apego en sentido espacial.

Según Bertrand (1981) El barrio definido o


determinado desde el punto de vista social, político o económico
agrupa a tipos de hábitat caracterizados, en ciertas manzanas de
viviendas o grupos de manzanas, a personas que pertenecen a
categorías socialmente próximas y complementarias, pudiendo ser
profesional (barrio de comerciantes, de artesanos, de cambistas,
etc.), puede ser religiosa (barrio católico o protestante como es el
caso de Belfast en Irlanda) o social si nos referimos a los barrios de
obreros o de chabolas. Además nos dice que el Institut d’
Amenagemente et d’ Urbanisme de la Region Parisienne (IAURP)
determina seis niveles, no ausentes de ambigüedad en relación a las
definiciones sociológicas y administrativas de referencia, como son:

Nivel 1: El hábitat, que comprende menos de 450 viviendas, sin


otro equipamiento que los servicios de comunicación.

Nivel 2: La manzana residencial se define por la aparición del


grupo escolar de enseñanza primaria para 450 viviendas.

Nivel 3: La vecindad agrupa alrededor de 1.200 viviendas, un


centro comercial local, el equipamiento médico-social, con
un centro de protección infantil y maternal, y un jardín de
1,5 hectáreas.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 46

Nivel 4: El barrio comprende 5.000 viviendas. Para los 17.500


habitantes hará falta un parque público, una segunda serie
de equipamientos sociales, una infraestructura administra-
tiva y un colegio de enseñanza secundaria de 900 alumnos,
más otro para 1.200.

Nivel 5: El distrito con 15.000 viviendas con un equipamiento


escolar para el segunda ciclo y un centro juvenil y cultural.

Nivel 6: La nueva ciudad es el grado superior y en él aparece la


instalación de grandes equipamientos, hospitales,
enseñanza superior y zonas industriales; sus 90.000
viviendas se hallan comunicadas por un centro comercial
regional.

Zárate (1991) nos dice que el número de barrios


que se reconocen, varían según sean las características
morfológicas de los espacios urbanos y según los factores perso-
nales, tales como: grado de conocimiento de la ciudad, tiempo de
residencia en ella, distancia de la vivienda al lugar de trabajo,
formas de desplazamiento utilizados habitualmente o el nivel de
renta y estado dentro del ciclo familiar y de vida.

Según Davero (1974) los barrios pueden ser


clasificados en dos grandes tipos generales: los urbanos y los
suburbanos, siendo los primeros los que corresponden a zonas más
pobladas y de más compacta edificación de la ciudad, en cambio los
segundos corresponden, por lo general, a las zonas del arrabal. Los
barrios urbanos, se pueden clasificar en tres grandes tipos:

a.- Comercial y financiero, constituido por bancos, oficinas, casas


de cambio, comercios, agencias de turismo, etc.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 47

b.- Residencial, que corresponde a un barrio no comercial, con


exclusividad de viviendas de clase alta.

c.- Urbano-familiar, que corresponde a un centro integral para la


vida diaria, con toda clase de comercios, grandes tiendas,
supermercados, etc.

Los barrios suburbanos se clasifican, también


en tres tipos:

a.- Familiar que corresponde al núcleo de clase media y familias


obreras, con comercios diversos, aunque más modestos que los
del centro.

b.- Fabril, donde sus industrias y negocios habituales son fábricas,


frigoríficos, barracas, etc., con una población netamente obrera.

c.- Marginado, que es el barrio de emergencia, el asentamiento


precario, la barriada pobre, popularmente llamado villa
miseria en Argentina, chabola en España, favela en Brasil, etc.
Es de carácter precario sin servicios sanitarios y de otro orden,
prestados por el Municipio y se levantan con infracción a las
disposiciones municipales sobre normas de construcción.
“Población callampa” (del quechua q’allama. “hongo”)
(Ander-Egg, 1995) es el término utilizado en Chile para designar
las barriadas pobres que se agrupan alrededor de las grandes
ciudades y que aparecen como consecuencia de la insuficiencia e
inaccesibilidad de viviendas para los sectores más pobres, debido
al éxodo rural y al rápido e incontrolable crecimiento natural de
las propias ciudades. Cabe destacar que el término barriada, que
Ander-Egg (1995) lo define como parte de un barrio o el
conjunto de personas que viven en un barrio, generalmente, se
emplea en forma un poco despectivo.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 48

Clarence Perry (Estébanez, 1995) planteó su


concepción de barrio (indicada en el apartado (Definiciones de
barrio) e indicó una serie de condiciones y elementos para que
se cumpliera su calidad de tal, como las ya indicadas de tamaño
y límites, además de la posesión de espacios libres, como sería
un sistema de pequeños parques y espacios de recreo diseñados
para hacer frente a las necesidades de vecindad; de
emplazamientos institucionales, como lugares reservados para
la escuela y otras instituciones de servicios que tiene áreas de
competencia en el barrio y que éstos deberían ubicarse en el
centro; de comercio, los que deberían situarse en los bordes del
barrio y preferentemente en los cruces y líneas limítrofes con
otros barrios; de un sistema interno de calles, con arterias de
tráfico para la gran circulación y una red de calles cuyo objetivo
debe ser facilitar la circulación interior.

Carles Carreras (1983) dice que en el


funcionamiento del organismo urbano, la prioridad se establece
en la dinámica de la población, de ahí que el elemento definitorio
primario de los barrios, debe ser la voluntad de los ciudadanos,
teniendo en cuenta los hábitos sociales, de compra, de ocio,
junto con el grado de conciencia de pertenencia de un
determinado sector o comunidad diferenciados. Nos dice,
además, que en la definición del barrio interviene, en primer
lugar, la historia, entendida como un proceso dialéctico, a través
del cual las diferentes clases o fracciones de clase social han
establecido unas relaciones de dominio y de hegemonía
determinadas.

Según Lynch (1960-1998) las características


físicas que determinan los barrios son continuidades temáticas
que pueden consistir en una infinita variedad de partes
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 49

integrantes, como la textura, el espacio, la forma, los detalles,


los símbolos, el tipo de construcción, el uso, la actividad de
los habitantes, el grado de mantenimiento y la topografía.

Por último, dentro de esta revisión bibliográfica,


el planteamiento de Pilar Rodrigo (2000), que expresamos al
inicio del apartado Definiciones de barrio, quien plantea dos
criterios para determinar un barrio: por su forma a través de
conjunto de manzanas separados por grandes vías de
comunicación y el criterio más completo como es la percepción
que tiene el ciudadano que pertenece vitalmente a un
determinado espacio urbano, lo cual depende del sentimiento
de identidad territorial.

2.- Centro y foco de atracción. Una región incluye áreas donde las
características por la que fue designada como tal, encuentran su
mayor expresión y más clara manifestación. A tales áreas se les
puede llamar adecuadamente el centro de la región. Si bien es
cierto, en las regiones homogéneas en término de criterios por el
que están definidas, no es tan marcado el centro en relación al
área periférica o áreas circunvecinas, sino tenuemente por la
creciente amalgama de características externas. El centro es la
parte que más se aproxima a la expresión ideal por medio del
cual una región es seleccionada.

De ahí, que podemos decir que en algunas


regiones, ya sean homogéneas o nodales se pueden subdividir en
subregiones, generalmente, concéntricas que no representan
divisiones de diferencias en cuanto a variables, ya que si bien es
cierto hay homogeneidad en toda su extensión de acuerdo a la o
las variables elegidas, ésta presenta diferencias de grado de
intensidad en su interior. O sea, el criterio para determinar
estos límites está definida no por un cambio en la cualidad, sino
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 50

por una variación en su cantidad o grado; no hay una


discontinuidad de la variable sino, simplemente, una degrada-
ción de una misma variable. Lógicamente esto es más marcado
en las regiones de tipo nodal, siendo esta degradación desde el
centro a su periferia o límite (como lo indicamos más arriba). De
ahí que podemos decir que no sólo encontramos regiones
cualitativas, sino regiones cuantitativas de una misma varia-
ble, como habíamos dicho todo depende del investigador y sus
objetivos.

En el caso de las regiones nodales el centro es


la porción más representativa del área entera y la parte más unida
al foco y los centros de las regiones nodales adyacentes pueden
tener semejanzas estrechas entre sus centros. Dentro del centro o
los centros de un barrio se encuentran los denominados foco o
focos de atracción o atención, si pensamos que lo define el
criterio de cohesión social interna, como puede ser una plaza, la
Muni- cipalidad, un centro comercial, un centro cultural, un
centro educativo, un parque, etc. lo cual se pueden ubicar en
puntos diferentes o muchos reunidos en un centro cívico.

Un foco de atracción es el centro cívico o


“corazón del barrio” la ciudad y los centros comunales. El
barrio cuerpo vivo y organizado tanto material como
espiritualmente, debe tener cabeza y corazón. Esta cabeza y
corazón es el centro cívico, complejo de espacios y edificios que
sirven de punto focal a las actividades sociales y de lugar de
reunión en el cual los ciudadanos pueden ocasionalmente
encontrarse. Se dice que el centro cívico es “lo que hace de la
comunidad una Comunidad y no un agregado de individuos”
(Alomar, 1961). El centro cívico es evidentemente en sí mismo,
un elemento de equipamiento social de orden superior y desde el
punto de vista arquitectónico, en la ciudad moderna, es una zona
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 51

espectacular y distinta del paisaje urbano. Dentro de este


conjunto, pueden distinguirse tres grupos de edificios de carácter
diferente y relativamente incompatibles como son: Centro
político-administrativo, Centro Religioso-cultural y el Cen-
tro Comercial. Las dimensiones del centro deben ser tales que
pueda su espacio ser recorrido fácilmente a pie, no debiendo
penetrar el tráfico en el recinto que encierra.

3.- Los límites. En general, los límites de una región son a veces
imprecisos como resultado entre un núcleo y una periferia
donde los caracteres se van diluyendo. Los límites usados para
separar las regiones, pueden ser de dos tipos generales, como
líneas o como zonas de transición, éstas últimas, llamadas
también zonas ambivalentes, indefinidas, franja de indeter-
minación o simplemente zona marginal, ya que en ellas se
mezclan algunas de las variables usadas para su determinación
como áreas con denominación de región, siendo éstas últimas las
más usuales como límites. Se debe tener presente que son líneas
o zonas imaginarias o conceptuales, ya que en realidad no
están presente como tales, recordemos que la superficie terrestre
es, generalmente, un continuo, salvo en las representaciones
cartográficas.

Partiendo de la idea de que es muy difícil


encontrar límites lineales bien definidos en la determinación de
regiones, salvo que sean límites que marcan áreas político-
administrativas y digo áreas ya que muchas veces éstos espacios
son determinados en forma arbitraria, sin tener homogeneidad o
cohesión en su interior, sin haber diferencia clara entre una y su
adyacente o adyacentes. Otra característica es que, generalmente,
éstas líneas no son rectas o quebradas sino que presentan una
sinuosidad poco marcada, las cuales han sido suavizadas para su
representación, trazando por el centro de líneas muy sinuosas o
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 52

una zona de transición, una línea más suave y menos sinuosa, la


cual se denomina línea de atracción cero. Los límites que
separan regiones creadas por las actividades humanas son,
generalmente, más acentuados y definidos que los límites
marcados por la naturaleza que los hombres han sustituidos. En
las regiones uniformes el límite es trazado donde las
características distintivas de las áreas centrales adyacentes son
menos discernibles o se hallan subsumidas unas dentro de otras,
en cambio en las regiones nodales, focales o de cohesión, el
límite es trazado donde la atracción para los focos adyacentes es
igual, aunque los límites nodales son, por lo general, zonas de
transición. Términos afines de frontera (boundary), delimi-
tación, demarcación o deslinde. Cabe aclarar que la noción de
frontera, es usada aquí, según la concepción que se le da en los
Estados Unidos de América (Tubella, 1999), donde posee el
significado “de tierra de nadie”, o “tierra virgen”, terreno de
colonización, o sea una franja como es el caso de la zona de la
Frontera en la Guerra entre los españoles y los mapuches.

Aronovici (1965) al referirse a la separación


efectiva entre los fragmentos barriales, la autonomía de los
mismos, debe ser lo más real posible, siendo el factor más
eficiente de la misma la atracción que ejerce sobre una
comunidad su centro cívico local, de ahí que los límites deban
hacerse coincidir con las vías de circulación, o a través de
zonas verdes intensas, reduciéndose el tráfico en su interior al
movimiento mínimo. Bertrand (1981) nos indica que los límites
del barrio como sector urbano, sus límites no quedan fijos por
todas partes por calles de tráfico o arterias de tráfico
suficientemente amplias. Sus límites son variados, dependiendo
del momento, en función de la evolución de los elementos
estudiados, como son composición demográfica, composición
social, tipos de habitat, frecuencia comercial, etc.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 53

Por su parte Rodrigo (2000) al referirse a los


límites o delimitaciones de los barrios, nos indica que
generalmente, tienen poco que ver con aspectos puramente
morfológicos, tales como calles, plazas, etc. y sí tienen que ver
con criterios de carácter puramente sociológicos, que pueden
reflejarse exteriormente en las tipologías de las viviendas,
calidad de las mismas, superficie ocupada e incluso en el mismo
trazado urbano.

Pilar Rodrigo (2000) nos agrega que en el siglo


XX, los criterios de delimitación alcanzan gran variedad y
complejidad, hasta el punto de que es difícil hoy en día su
definición exacta y que en la mayor parte de los casos, podemos
ver como el viario es el agente responsable de la articulación y
delimitación espacial de los barrios. Las grandes vías de
comunicación separan manzanas que pueden adoptar un carácter
unitario.

Para Alomar (1961) la separación social y


urbanística del barrio se consigue por dos medios principales: la
separación física entre los distintos barrios y por otro lado la
ubicación de un Centro Comunal, que actúe como foco de
atracción. Siendo la separación más eficaz la que establece una
vía de tráfico veloz, a ser posible una vía parque, o por lo
menos una calle muy ancha, debiendo evitarse que ésta se
convierta en calle comercial, en cuyo caso serviría más de
elemento de unión que de separación. Una gran zona verde, es
también un buen elemento separador, teniendo en cuenta que los
parques pequeños son, también elementos de unión.

Lynch (1960-1998), al analizar los límites de los


barrios de Boston nos indica que los hay de diversos tipos de
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 54

límites, siendo unos rígidos, definidos, precisos, otros pueden ser


suaves e inciertos, en cambio en otros casos carecen en absoluto
de ellos.

4.- El tamaño. Al referirnos a cualquier espacio, generalmente lo


hacemos definiéndolo como un área, entendida ésta como una
superficie bidimensional (largo y ancho), pensando en la super-
ficie terrestre y en su representación cartográfica, pero en
realidad cualquier espacio es tridimensional, ya que no sólo
tiene largo y ancho sino que también tiene una altura.
Recordemos que cualquier espacio terrestre con que trabaja la
Geografía, pertenece a la franja de encuentro de las tres esferas
(hidrosfera, geosfera y atmósfera, o sea, la Biosfera). Al hablar
de tamaño, en realidad estamos hablando del concepto de exten
sión o área, expresado generalmente en términos de la superficie
terrestre.

Los geógrafos tienen que trabajar con una serie


de objetos espaciales cuyos tamaños varían desde el total de la
Tierra, o sea todo el globo terráqueo como región, la máxima
macro región con la humanidad como un todo, hasta micro
regiones en entornos locales del individuo. Aunque a nivel de la
investigación científica es tan sólo una pequeña ventana o zona
de interés geográfico dentro de una inmensa escala, que va desde
el micro mundo del estudio físico atómico hasta el estudio de las
galaxias y el universo. Así el geógrafo, como indica Hagget
(1988), debe trabajar a diferentes niveles de resolución, desde la
microgeográfica hasta la macrogeográfica, según sea el
enfoque y el interés de investigación, presentándose diferentes
realidades, dependiendo de ellos el nivel de detalle y la
resolución espacial, en otras palabras el nivel de análisis que se
puede realizar, para lo cual presenta una clasificación de tamaños
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 55

en ordenes de magnitud, según el eje más largo de los objetos


estudiados:

a.- Primer orden: áreas con una gama de diámetros que van
desde la superficie de la Tierra misma, con una
circunferencia ecuatorial de 40.000 Km aproximados, hasta
12.500 Km.

b.- Segundo orden: áreas con una gama de diámetros desde


12.500 hasta 1.250 Km.

c.- Tercer orden: áreas con una gama de diámetros desde 1.250
hasta 125 Km.

d.- Cuarto orden: áreas con una gama de diámetros desde 125
hasta 12,5 Km.

e.- Quinto orden: áreas con una gama de diámetros desde 12,5
hasta 1,25 Km.

A pesar de que se podría seguir bajando varias


posiciones u ordenes más, cree que las cinco clases cubren
perfectamente la gama principal en que actúan los geógrafos,
ya que los objetos más pequeños estudiados poseen un tamaño
parecido a una playa o de un bloque de casas en una ciudad.
Además nos indica que estos órdenes de magnitud nos recuerdan
que, generalmente, estamos operando no con el mundo real sino
con modelos del mismo, reducidos y simplificados. Como
podemos ver el barrio, según la clasificación de Hagget, sería el
quinto nivel y el último de acuerdo a su tamaño, con una
resolución micro regional, pudiendo ser representado en
escalas grandes y muy grandes como son las cartas y los
planos.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 56

Según Bertrand (1981) el barrio es creado por la


vida de los individuos en una sociedad, en un lugar determinado,
por lo cual su escala está a nivel de peatón, o sea, su tamaño
está limitado por la distancia de un trayecto. Así, de este hecho
cotidiano como es el desplazamiento a pie y lógicamente
sentido de forma diferente por cada uno de los individuos que los
habitan, siendo su tamaño más psicológico que sociológico.
Según Davero (1974) los barrios familiares y modestos, de
perímetro reducido crean un mayor conocimiento entre sus
habitantes y, en consecuencia, una mayor solidaridad social. Para
Perry (Estébanez, 1995) el tamaño de un barrio debería
proporcionar vivienda a una población que fuese capaz de
requerir una escuela primaria. La superficie del barrio depende
de la densidad de la población y la distancia desde el lugar de
residencia a la escuela, parque o distrito comercial debería estar
comprendida entre 400 y 800 metros y su población no debería
ser más de 5.000 habitantes.

Según Ana Fani Alessandri Carlos (2001), el


barrio, desde el punto de vista de la realización de la vida y como
práctica socio-espacial, se ubica en la escala de lo micro,
diciendo que es un microcosmo de lo inmediato de los
contactos continuos y como una dimensión concreta donde se
producen los lazos de solidaridad y unión de los habitantes,
basado en las relaciones de vecindad, permitiendo la producción
de elementos constituidos de la memoria. Al analizar el barrio,
uno de los órdenes de problemas, se refiere a la cuestión de la
escala espacial, ya que el barrio constituye una totalidad en sí,
esto es, la realidad urbana no se reduce al barrio, lo que significa
pensar a escala local en su relación con una totalidad espacial
más amplia, para que él gane sentido explicativo. El barrio es
una dimensión de la realidad urbana. Son lugares de orientación
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 57

en la metrópoli, con una dimensión objetiva (de la relación


práctica con el otro y con el espacio) y con una dimensión
subjetiva (identidad, memoria).

Alomar (1961) nos dice que el tamaño del


barrio es en cada caso particular, pues hay realidades
insuperables, que pocas veces permiten llegar a resultados que
coincidan con los teóricamente ideales. Desde el punto de vista
de una estricta convivencia social, el barrio no debería contener
más de 500 familias ya que éstas representan el número
máximo de vecinos que pueden conocerse más o menos
personalmente y desarrollar entre ellos relaciones primarias;
pero por razones prácticas, los barrios suelen hacerse mayores,
basándose en otros criterios, principalmente el de la capacidad
de una escuela primaria, por ejemplo una escuela mixta de 700
alumnos cubre las necesidades de unas 1.500 familias, o sea,
unas 7.000 personas, Siendo otro la distancia máxima que los
niños pueden recorrer para ir a la escuela.

5.- La forma. El objeto primordial de la Geografía son las unidades


espaciales, tales como las áreas urbanas, las unidades político-
administrativas, las cuencas hidrográficas y las regiones, las que
presentan una cualidad, la cual es de mucho interés en la
disciplina, pero muy difícil de evaluar con precisión, como es la
forma, entendida ésta como “la cualidad de un objeto que
depende de relaciones constantes de posición y distancia de
todos los puntos que constituyen su contorno” (Estebanez,
1981). Cabe destacar que las formas de las regiones, cualquiera
sea su tipo son de formas múltiples, no son formas reconocibles,
no son formas geométricas, ya que estas últimas no existen en la
naturaleza, de ahí que se pueda decir que ciertas formas “se
parecen” a una circunferencia, a un triángulo o a un cuadrado.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 58

Salvo algunas regiones administrativas como por ejemplo


algunos Estados de Estados Unidos de Norteamérica.

Desde el punto de vista de las regiones


funcionales y político-administrativas, y en relación a la teoría de
los lugares centrales, la forma ideal es aquella que presenta el
mayor grado de compacidad o compactibilidad (de
compacto), concepto que identifica la forma que, teóricamente,
maximaliza la proximidad de los grupos humanos y les
permite compartir mejor sus influencias respectivas,
minimizando los aspectos negativos de la acción ejercida por las
colectividades humanas que habitan los territorios políticos
exteriores. Así, entenderemos por compacidad aquella forma
territorial en que todos los puntos de su perímetro o límite, se
encuentran a la misma distancia en relación a su centro
espacial, siendo la circunferencia la forma geométrica más
compacta, ya que cumple lo anteriormente señalado, de ahí que
se toma ésta como modelo. Sanguin (1981) al referirse a las
regiones política- administrativas, nos indica que la forma es una
de las propiedades más significativas de las superficies
espaciales y que la forma ideal de un territorio es aquella que
proporciona el mayor grado de compacidad, ya que un estado
compacto comprende el máximo de territorio en el interior de un
mínimo de fronteras.

Hasta hace poco la forma se analizaba de una


manera vaga desde un punto de vista cualitativo, el cual era muy
mal definido, ya que se usaban conceptos como forma alargada,
de estrella, circular, etc., o sea, comparaciones, generalmente,
poco aproximadas con formas geométricas u otras como la bota
de Italia, o la piel de toro de España. Dentro del análisis de las
formas de las regiones políticas estatales, H.J. De Blij (Sanguin,
1981) creó una tipología de regiones políticas de siete clases,
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 59

atendiendo a la forma de los límites, tales como estados


alargados, compactos, apendiculares fragmentados, etc.
Johnston (1987) dice que en Geografía las técnicas morfomé-
tricas, o sea, las medidas de las formas, se han empleado con
profusión para describir cuantitativamente las formas espaciales.
Los primeros estudios se realizaron en el área de la geomor-
fología, pero con la denominada revolución cuantitativa se
produce un creciente refinamiento en el cálculo de los índices
morfológicos, incluso aplicados en el área de la Geografía
Humana.

Para evitar esta indefinición y vaguedad en la


clasificación de las formas territoriales, es que se han creado
diferentes índices, los que lógicamente tienen una expresión
cuantitativa, independiente del tamaño de la unidad espacial y
todos los cuales se comparan con el modelo teórico de la
forma más compacta como es la circunferencia, de ahí que se
hable, como ya lo dijimos, de grado de compacidad o
compactibilidad. Así hay barrios con buena forma o mala
forma, lo que es lo mismo decir buena compacidad o mala
compacidad, según se acerquen o se alejen en semejanza de la
forma modelo. Cabe destacarse que cualquiera de los índices
creados, presentan insuficiencias, como por ejemplo, que no
tienen límites fijos y varían entre cero e infinito y no son
absolutos sino comparativos. La cantidad de índices es variada,
todos tratan de paliar estas deficiencias y todos llevan el nombre
de sus autores, es así como tenemos el de Horton, el de Cole, el
de Pounds, etc., cada uno de los cuales emplea elementos
diferentes para definirlos como son sus ejes interiores, sus
perímetros y áreas, comparados con unidades como son los
círculos máximos inscritos, los círculos mínimos circunscritos, o
sus diámetros y radios, etc. El índice más sencillo y práctico de
usar como ejemplo didáctico es el denominado índice de
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 60

Horton, empleando el largo y el ancho de una región el cual va


de uno como la forma más compacta a cero y se expresa como:

I.H. = Longitud del eje menor


Longitud del eje mayor

Donde el eje mayor es la línea que se traza en


el interior de la superficie a medir, que une los dos puntos
fronterizos más alejados entre sí, y el eje menor es la mayor
línea que se pueda trazar entre dos puntos fronterizos, también
en el interior, pero perpendicular al eje mayor. Resumiendo
podemos decir con Estébanez (1979) que, a pesar de las
deficiencias de los índices planteados, éstos nos permiten
describir más satisfactoriamente las unidades espaciales que las
apreciaciones cualitativas, facilitando las comparaciones y per-
mitiendo establecer determinadas correlaciones con otros
aspectos de carácter geográfico.

Sanguin (1981) al tratar la región política se


refiere a la importancia que tiene el tamaño en ella, indica que la
dimensión territorial es una noción completamente relativa y no
existe una relación mecánica entre territorio y la fuerza de
cohesión de éste. Muchas veces la vastedad territorial engendra
efectos de barrera, presentándose desequilibrio poblacional con
una población irregularmente distribuida, por lo cual, se debe
recurrir a políticas de colonización y además trae consigo la falta
de control efectivo del poder central hasta las fronteras. En
cambio el beneficio de la vastedad es la gran variedad y cantidad
de recursos naturales que una región puede tener.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 61

En general la forma de los barrios es de una


compacidad adecuada debido, precisamente, a los criterios que
los definen, pero muchas veces su forma depende de los
elementos que les sirven de límites, ya sean éstos morfológicos,
como entidades topográficas, ríos, etc. o humanas, como las
grandes vías o autopistas.

6.- La ubicación. Todo barrio debe tener una posición concreta en la


superficie terrestre, la cual se expresa a través de las coordenadas
geográficas, para lo cual, al ser una superficie y no un punto, se
necesitan dos paralelos y dos meridianos que la contengan. Estos
también son la base para la localización de puntos y subáreas de
la región. Aparte de este tipo de ubicación exacta, también
encontramos la ubicación del barrio dentro de la ciudad, ya sea,
si se encuentra en su interior o en sus márgenes. También hay
que tener presente la ubicación en el espacio físico, teniendo en
cuenta la topografía del terreno e incluso el clima.

7.- Evolución histórica y su nombre. Considerada como una


individualidad geográfica, la región es un organismo que nace,
se desarrolla y muere. Los cambios pueden ser variados, como
por ejemplo ser internos y estructurales, o bien, solamente
concerniente a sus márgenes en cuanto a tamaño o a sus límites.
Así podemos decir que un barrio es un fenómeno dinámico,
cambiante en el tiempo y de lenta construcción, el cual
generalmente es espontáneo y no planificado. Lo que sí, en
relación a esto último, podemos promover y usar ciertos recursos
como instrumentos y métodos que ayuden a analizar, crear y
mantener o fomentar, especialmente, la cohesión socio- lógica y
la homogeneidad morfológica. Es necesario a través de estos
análisis encontrar el significado del orden observado, tanto en
causas como en consecuencias. La etapa de la construcción del
barrio, según Sonia Muñoz (1994), en muchos casos puede durar
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 62

más de 10 años, siendo ésta, decisiva en la reestructuración de la


identidad del nuevo poblador urbano, siendo en este periodo
donde surgen las principales formas organizativas en el barrio,
cabe si destacar que Sonia Muñoz se refiere, exclu- sivamente, a
los barrios marginales y en especial a los barrios de Cali,
Colombia.

Según Pilar Rodrigo (2000) la Historia Local


se convierte en un recurso metodológico de primer orden, que
contribuirá a despertar en el niño y en el adulto, o sea al futuro
ciudadano y al ciudadano, actitudes de interés por su entorno
más cercano y por su pasado urbano. El conocimiento y el
análisis de su realidad urbana, desde el punto de vista de la
evolución urbanística sufrida antaño, ayudarán a la formación de
su conciencia histórica como ciudadano del presente, heredero
de un pasado que contribuyó de manera decisiva en su realidad
actual. Cabe destacar, también que los barrios poseen un nombre
que les confiere una presencia diferenciada en la ciudad, de ahí
que es interesente, estudiar su toponimia, ya que ésta nos puede
entregar algunos indicios sobre su historia y características
actuales. Rodrigo (2000) nos indica que muchas veces la
denominación que adoptan los barrios depende de diferentes
circunstancias históricas, que es conveniente conocer y que
algunas veces hay disparidad entre el nombre oficial dado por las
autoridades locales y el nombre popular dado por sus propios
habitantes. Muchas veces la denominación por la cual se conoce
o nombra el barrio, ofrece bastantes posibilidades de estudiar su
pasado histórico analizando sus orígenes y su evolución a lo
largo del tiempo.

La diversidad de definiciones de lo urbano con


que nos encontramos, se nos presenta como algo complejo,
poniendo de manifiesto el cambio y la evolución en su conte-
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 63

nido a través del tiempo. Con ello se pasa de la realidad actual


del fenómeno urbano al análisis de su evolución histórica. A
partir de la historia social, de la historia económica, de la
arqueología y del urbanismo se ha ido forjando una nueva
disciplina la historia urbana, para estudiar multitud de variables
muy especializadas, como pueden ser: jurídico- institucionales,
antropológicas, sociológicas, espaciales, artísticas, económicas y
políticas, que han pasado de las grandes interpretaciones
sintéticas a los análisis minuciosos de hechos concretos.

La ciudad va ligada tradicionalmente a la idea


de cambio, de progreso y de modernización, ideas todas ellas
amplias y ambiguas, pero que sugieren siempre dinamismo,
crecimiento y destrucción-reconstrucción. Aunque por otro
lado, también es evidente la continuidad y mantención de
elementos urbanos, trazados y usados de una época a otra, lo que
sugiere la idea contraria a la anterior, o sea, persistencia y
tradición (Carreras, 1983).

Muchas veces, las dinámicas regionales de base


espacial terminan por convertirse en procesos de territoria-
lización, por lo cual una región queda delimitada oficialmente
para reconocer su singularidad histórica o para formular
políticas de reequilibrio espacial. Algunas veces se consolidan
tanto, que llegan formarse como categorías administrativas,
aunque también puede suceder lo contrario, o sea, empezar una
decadencia y con el tiempo desaparecer como tal, al desaparecer
sus características que la definían, o simplemente por un cambio
de tipo económico o político.

Dentro de todos los diferentes tipos de regiones,


cabe destacar, para la temática tratada, el referirse a la deno-
minada región histórica, entendida ésta como un espacio donde
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 64

un pasado común, a veces, una lengua y cultura propias, y ante


todo, un fuerte sentimiento de identidad regional, constituyen
las bases para aparecer como diferente a los espacio vecinos.
Algunos barrios del viejo mundo hunden sus raíces en antiguas
unidades de carácter religioso como es la parroquia o divisio-
nes de la ciudad bajo-medieval cristiana, subsistiendo el viejo
templo con sus tradiciones y su santo patrón.

V.- Concepto de comunidad y concepto de


asociación

En
toda conjunto humano, ya sea
artificialmente o ya sea por proceso natural, tienden a desarrollarse
ciertos grupos, los cuales se denominan grupos sociales y cuyo
tratamiento es para la temática tratada de un interés primordial,
siendo éstos, los denominados grupos primarios y grupos
secundarios. La sociología urbana y la sociología rural son
ramas especiales de la disciplina que tratan de los hechos en
relación con las colectividades que habitan dichos medios sociales.

Es así como Alomar (1961), también nos indica


que los grupos humanos pueden clasificarse en dos, siendo los que
denomina grupos secundarios o de asociación, o simplemente, los
denomina sociedad y que son aquellos integrados por personas
unidas o integradas por cierta característica común o en orden a un
interés o finalidad determinada y, generalmente, de carácter
práctico. El contacto entre los individuos que los componen no
suele ser directo ni personal, y aun cuando lo sean, ocurren de un
modo infrecuente, formal y no íntimo. Según Alomar (1961) el
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 65

término de sociedad se emplea en tres sentidos diferentes, siendo


el más adecuado a nuestro estudio y al cual nos referimos, es a
aquella forma especial de vinculación interhumana, dentro de la
cual, los hombres se hallan unidos “no por conexión originario-
original, sino por una finalidad particular”, en vistas a la cual se
han asociado por vía contractual. En cambio, los grupos primarios
o comunidades propiamente tal, son aquellos caracterizados por
una íntima, directa y frecuente asociación e interacción
personal entre los individuos que los integran, generalmente
espontánea. Son primarios en varios sentidos, pero principalmente
en el de que, son fundamentales en la formación y evolución de
nuestra personalidad social y de nuestros ideales, y los que
constituyen, realmente, la fase primera de la sociedad, y es la
verdadera unidad social. El resultado de esta asociación íntima
psicológicamente, es una cierta compenetración de individuali-
dades en un conjunto común, de manera que las individualidades
personales se funden para la vida común en las finalidades del
grupo. La unidad del grupo primario no se manifiesta siempre en
una mera armonía y afecto, pues es una unidad diferenciada y con
frecuencia competitiva, pero la competencia entre las personas del
mismo se halla, podríamos decir “socializada” por la simpatía, y el
conjunto tiende a la disciplina de un espíritu común.

El primer grupo primario y más importante


dentro de la sociología es la familia, hasta el punto de que los
grupos primarios son llamados “grupos familiares”. Grupos
primarios son, por ejemplo, los que se forman entre los niños de
una misma escuela que crean lazos de amistad tan fuertes que
pueden durar toda la vida, o las típicas “pandillas”.

Así, podemos decir, con mucha propiedad que


el barrio es un grupo primario, tal vez menos definido pero más
amplio que los anteriormente mencionados y que para el urbanista
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 66

y la formación y el desarrollo de una unidad territorial, tiene una


gran y vital importancia: es el que se desarrolla en las pequeñas
poblaciones y que compone la totalidad de los habitantes de las
mismas, comunidades reducidas en donde toda la gente se conoce
personalmente. En muchas ciudades subsisten grupos primarios que
podríamos llamar “de barrio”, aunque mal definidos y con sólo
vestigios de cohesión, como por ejemplo en torno de una parroquia
o de otro punto focal. Los barrios de nacionalidades o sectores
como el denominado “barrio chino”, barrio de inmigrantes, no
pueden considerarse como verdaderos grupos primarios por ser
excesivamente extensos, pero están relacionados con los mismos y,
cuando menos, crean un ambiente favorable para su desarrollo.

Algunos sociólogos alemanes enfocan esta


dualidad de conceptos de los dos tipos de grupos, contraponiendo
el de Gemeinschaft o “Comunidad” (grupos primarios) al de
Gesellschaft o “Sociedad” (grupos secundarios), aunque se
prefiere la primera para no confundir la ambigüedad de las
palabras sociedad y comunidad. Se ha dice que los grupos
primarios están integrados por “amigos personales” con los
cuales se convive y los secundarios por “conocidos”; los primeros,
en un sentido más humano y espiritual; los segundos, en un
sentido más material y práctico.

Es así, como los grupos primarios, como la


familia, pero también otros ámbitos tradicionales de socialización
como la escuela o el trabajo, siguen siendo realidades verte-
bradoras de la experiencia cotidiana de la gente.

Contra la atomización y la compartimentación de


los grandes agregados sociales, podemos facilitar que aparezcan
viejos y nuevos esquemas de solidaridad. Contra la degradación
de la calidad de vida necesitamos generar convivencia. Frente a
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 67

la irresponsabilidad y el egocentrismo en una sociedad que sólo


privilegia la libertad y la diferencia, es necesario buscar nuevos
referentes morales, nuevos valores cívicos. Lo que algunos
denominan identidad comunitaria tendría ese sentido, una forma
de denominar la realidad entendida como natural y propia. Las
relaciones que se van generando en esos niveles, las redes que se
crean, generan solidez, reglas de confianza y vínculos basados en
reciprocidades que acaban construyendo un sentimiento de
pertenencia y una voluntad de participación en la búsqueda de
soluciones a los problemas propios y colectivos.

El concepto de comunidad y el de trabajo


comunitario han sido entendidos como elementos muy vinculados
a situaciones de carencia, de falta de recursos de todo tipo. La
gente que vive y depende de una comunidad sería aquella que no
cuenta con los recursos necesarios (económicos, relacionales,
cognitivos...) que le permiten prescindir de o superar los vínculos
territoriales. Para ellos, la comunidad sería una especie de seguro
vital. Así la comunidad aparece vinculada a necesidad, se
asimilaría a debilidad.

La idea que defendemos de comunidad es otra.


Una idea de comunidad como valor, como signo de calidad de
relacional. Una comunidad como espacio y posibilidad de
elección. Una comunidad entendida como pertenencia, como
relación, como valor en sí mismo. La comunidad sería expresión
de sociabilidad, sería una construcción social, y por lo tanto,
fruto de una opción, de una elección. Lo que se considera como
expresión de la modernidad, la artificialidad, la despersonali-
lización, traen ahora un redescubrimiento y una necesidad del
grupo de comunidad, entendida como el primer espacio de la
cotidianidad, pero también entendida como exigencia política y
ética. Crece la idea de que, si se quieren afrontar eficazmente
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 68

ciertos problemas sociales y si se quiere mantener una fuerte


capacidad de responder a las necesidades de todo tipo de la gente,
es necesario “crear comunidad”.

No nos referimos a la comunidad como algo


contrapuesto a la globalidad. La autarquía, o sea, el localismo
puro y duro, ya que éstos, no son solamente indeseables, son
imposibles. Los sistemas democráticos por su excesiva
profesionalización y alejamiento de la realidad, han comportado un
renacimiento de las preocupaciones por el civismo, por una
ciudadanía activa, capaz de implicarse, de participar y de
mantener la vigilancia frente a las fáciles salidas autoritarias o
de democracia delegativa. La comunidad local y, en especial, el
barrio se nos presentan como espacios privilegiados para este tipo
de aprendizaje. Aumentan significativamente las expresiones
sociales de solidaridad, se multiplican las organizaciones de
voluntariado y las experiencias que quieren encontrar espacios de
ayuda mutua.

Las raíces semánticas de “comunidad” nos


llevan a términos como communis, que entre otras cosas significa
“distribuidos entre todos” o “bien común” y que como
sustantivo “cum munus” que significaría “el que hace lo que
tiene que hacer junto a otros”. De esta misma raíz nace la palabra
“municipio” (munus capere). El término comunidad entraña
significados más cargados de proximidad y de emotividad que el
término sociedad, generalmente, más teñido de impersonalidad,
referido a individuos aislados que viven en vecindad, entendida
ésta como, simplemente, contigüidad o cercanía. La sociedad,
siguiendo la tradición contractualista liberal, representa un tipo de
unidad lograda a través de un contrato que aparentemente une,
pero que de hecho pretende asegurar la independencia y la
separación de los individuos que la componen. En cambio en la
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 69

comunidad encontramos un tipo de consenso asumido, vivo, que


iría más allá de la simple agregación. Algunos relacionan el
término comunidad como una utopía o nostalgia a relaciones hoy
día obsoletas, nostalgias a un mundo no contaminado, a una
realidad más humana, más cercana, que ya es difícil de encontrar
en forma pura en los medios urbanos. A pesar de ello, defendemos
que el municipio y el barrio, dotados de una cierta especificidad,
pueden ser, desde un punto de vista sociológico y psicosocial,
ámbitos territoriales favorables para el desarrollo de procesos
comunitarios y, por lo tanto, espacios privilegiados para la
potenciación de nuevas vías de participación y de implicación
ciudadana en asuntos colectivos.

Podemos sentirnos como parte (potencial o


real) de muy diversos tipos de comunidades, unas más vinculadas al
territorio, donde la proximidad, la vecindad es decisiva. Otras
pueden ser comunidades sin proximidad, donde lo que prima serán
intereses compartidos. Cualquiera sea el tipo de comunidad ha de
entenderse ésta como más vinculada a procesos de intercambio
natural entre sus componentes que al resultado racional de una
especie de organismo jerárquicamente superior.

El concepto de comunidad se basa más en la


propia implicación de los individuos que en supuestos objetivos
de encuadramiento, en una visión plural de coexistencia y
superposición de diferentes comunidades y, por consiguiente, de
diferentes y no contradictorias pertenencias. El sentimiento de
comunidad, el sentirse parte de, dependerá de las conexiones
personales establecidas, de la capacidad de influencia, de la
integración y satisfacción de las necesidades que uno busque.
Pertenecer quiere decir sentirse parte de, y uno forma parte de,
o bien porque ha nacido en ese contexto, o bien porque uno ha
escogido esa opción. Pertenecer, implica “sentirse con”, com-
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 70

partir, tener relaciones sociales significativas, poder usar un


“nosotros”.

Como nos indica Aronovici (1965), en la


construcción y la reconstrucción de ciudades pueblos y aldeas, lo
que cuenta no es cómo enfrentamos los problemas inmediatos, sino
cómo nos esforzamos por amoldar las complejas fuerzas reales del
mundo material al material humano para obtener un conjunto de
ideologías comunales que determinen la especie de comunidad en
que viviremos. No basta desarrollar ideologías de planificación
plausibles, éstas deben resultar vitales y activas en la conciencia
de la ciudadanía, de modo que puedan llegar a convertirse en parte
de las fuerzas dinámicas que hacen que las ruedas de nuestra
civilización se muevan, y que modelen nuestros modos de vida. A
la concepción de la planificación no le concierne el progreso de la
ciencia y la aplicación de sus descubrimientos sino en relación con
el bienestar humano. Las fuerzas degradantes que precipitan la
detención, el retardo o la destrucción de una civilización comienzan
donde el proceso mecánico de las estructuras y funciones de la
comunidad superan las posibilidades biológicas psíquicas de
adaptabilidad del hombre.

El barrio o vida del hogar, tiende o debe


tender a ser algo íntimo, cálido, armonioso, personal. Con el
correr de los siglos adquirió valores y proporciones que reflejan las
actividades físicas y espirituales y las preocupaciones de la vida
cotidiana, el gusto, los acontecimientos y las memorias que dan
significado a cada barrio en la contemplación de la vida. Ésto es lo
que la vida del barrio significa o debería significar para el
individuo. Todo tiende a subordinarse y a armonizarse con el ser
humano y la familia en todas sus dimensiones: físicas, intelec-
tuales, culturales, espirituales, raciales, históricas.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 71

La democracia no comienza en los vastos


alcances de los asuntos de Estado, sino en los íntimos intereses
hogareños de la comunidad en que vivimos. Es en esta íntima
esfera de actividad donde se manifiesta, con mayor claridad, el
verdadero sentido de las dimensiones humanas físicas, intelectuales
y espirituales. En el nivel comunal, el factor humano es el más
sensible al impacto de lo tradicional por una parte, y a lo nuevo y
no familiar por la otra.

Los vecindarios o barrios son las células del


tejido de la comunidad. El comienzo de las comunidades eran
esencialmente vecindarios compuestos de grupos humanos más o
menos homogéneos, con intereses, simpatías y objetivos comunes.
La base de toda comunidad es la familia, ya que es ésta unidad la
que determina el propósito de nuestras comunidades y proporciona
a nuestras instituciones los elementos de estabilidad esenciales para
la preservación de “la nación” y sus fines sociales.

La familia es el primer grupo coherente que da


forma al carácter físico, mental y espiritual del individuo. No
obstante, la supervivencia de la familia, depende de sus relaciones
sociales con el círculo más amplio de individuos y familias que
forman el vecindario. El vecindario es la primera prueba de la
eficacia de la vida de familia y la disciplina cooperativa, prueba en
la cual el individuo experimenta una ampliación del radio de
relaciones humanas, con mayor campo para su expresión, ya que
por medio del vecindario se pone a prueba el impulso social y se
revelan nuevas formas de lenguaje en las relaciones humanas.
Puede decirse que el espíritu de vecindad y el vecindario son las
dos fuerzas entrelazadas que en definitiva determinan y dirigen los
ideales de la ciudadanía, tanto local, como estatal e internacional.
El ajuste entre la vida familiar y los horizontes más amplios, no
viene desde adentro sino mediante un contacto con el mundo
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 72

exterior y el proceso debe comenzar con el vecindario. Es en el


vecindario donde el individuo encuentra oportunidades para
comprender la relación entre libertad y democracia entre la
individualidad, condición de respeto a sí mismo y tolerancia para
con otros individuos con los mismos derechos y privilegios en el
orden social. Históricamente el vecindario ha sido el crisol donde el
carácter de cada individuo ha tomado forma como parte de la
sociedad; su lugar y función debe adecuarse en la planificación y
construcción de las ciudades debe adecuarse a este objetivo.

Con los radicales cambios que están teniendo


lugar en la vida de la familia moderna y las actividades fuera del
hogar que la familia comparte con la escuela, la iglesia, el lugar de
recreo y no pocas veces la calle, el vecindario está volviéndose
cada vez más importante como un factor de desarrollo de relaciones
humanas normales, básicas para la vida de las naciones.
Lamentablemente, el vecindario tal como se lo conocía en tiempos
de vida más sencilla, va desapareciendo, por la metamorfosis de las
ciudades, tanto en forma como en función. Esto no significa que no
haya vecindarios con límites bien definidos o casi bien definidos,
sino que lo que declina es la íntima interdependencia y la
conciencia de intereses, objetivos y simpatías comunes. Un
vecindario, más que una entidad geográfica, es un concepto social
y espiritual, dentro del cual, puede ser modelado y expresado el
ideal y el esfuerzo cooperativo el cual el hombre y el niño están
subordinados. El vecindario podría definirse como: un lugar donde
cada uno sabe lo que está haciendo el otro y todo lo que le incumbe.

VI.- La Teoría de Kevin Lynch


Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 73

La Teoría de Kevin Lynch (1998), expuesta


en el libro “The Image of the City” del año 1960 se ha convertido
en un clásico de la cultura contemporánea del estudio de la ciudad,
ya que si bien es cierto, ya que si bien es cierto es un trabajo
aplicado a tres ciudades norteamericanas siendo las conclusiones
son aplicables al ámbito universal y en especial a ciudades de la
cultura europea o latinoamericana. Es así como a través del análisis
visual de la ciudad, ésta se puede entender, quizás cambiarla,
quizás disfrutarla y quererla, a través de los diferentes elementos de
su diseño. Es un trabajo aplicado y una investigación preliminar,
siendo sólo un intento de captar ideas y sugerir en qué forma se las
podría desarrollar y poner a prueba en otras ciudades. Es un trabajo
especulativo y como él mismo lo dice, un poco voluble, tentativo y
presuntuoso, a pesar de todo ello y como lo indica Escobar (1992)
que siendo la obra de Lynch de tipo urbanística, su obra ha marcado
de forma decisiva el desarrollo de la Geografía de la Percepción y
los estudios de la cognición espacial, por lo cual podemos decir,
con mucha propiedad, que es una teoría y metodología aun vigente
e ilustradora para entender las partes o elementos conformadores de
la ciudad, por lo cual aplicable a nuestro objetivo, o sea, el estudio
y las reflexiones del concepto barrio.

Los elementos del paisaje urbano, o en otras


palabras, el aspecto visual o medio ambiente de una ciudad, es la
base para que todo ciudadano o visitante de ella, tenga una
percepción particular, especialmente estética, a través de los largos
vínculos con una u otra parte de una ciudad, la cual se presenta llena
de recuerdos y significados. Incluye, no sólo las partes fijas de la
ciudad, sino también, los elementos móviles y en especial las
personas, ya que éstos no sólo son los observadores, sino también
son parte del entorno.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 74

Generalmente, la percepción de la ciudad no es


continua, sino es parcial, fragmentada y mezclada a través de
todos los sentidos, no sólo con el visual. Si bien es cierto el medio
urbano, a grandes rasgos, se mantiene constante durante un cierto
tiempo, éste cambia constantemente por la acción de los mismos
ciudadanos, tanto en tamaño como en forma, de ahí que se diga que
observamos, no un resultado definitivo, sino sólo diferentes fases
ininterrumpidas.

Lynch dice que, generalmente, un medio urbano


que sobrepase las dimensiones de aldea, rara vez es bello, deleitable
y de uniforme buena calidad, que en verdad, es casi un imposible,
pero acota, que en algunas ciudades, sí se encuentran algunos
fragmentos atrayentes. La mayoría de los norteamericanos tienen
claridad en la fealdad del mundo en que viven, aparte de la mala
calidad ambiental, como es el calor, la suciedad, la congestión, la
monotonía, el humo, en general el caos. No tienen conciencia del
valor potencial de un entorno armonioso, con deleite cotidiano,
como parte permanente de sus vidas.

De ahí que sea necesario estudiar la calidad


visual de la ciudad a través de la imagen mental que tienen sus
habitantes, poniendo especial atención a una cualidad visual
específica, como es lo que él denomina “legibilidad” del paisaje
urbano, refiriéndose con éste término a la facilidad con que se
pueden reconocer y organizarse las partes, en una pauta coherente, o
sea, tratar de reconocer símbolos, para que una ciudad sea legible y
al ser legible, es posible mejorarla y quererla. Nos dice que éste
concepto es de suma importancia para la reconstrucción de nuestras
ciudades. Lógicamente, que para comprender la legibilidad, “no
debemos limitarnos a considerar la ciudad como cosa en sí misma,
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 75

sino la ciudad en cuanto percibida por sus habitantes” (Lynch,


1998).

La estructuración y la identificación del


medio ambiente es una de las capacidades vitales que tiene todo ser
móvil tiene, para lo cual se emplea, especialmente, las sensaciones
visuales de color, forma, movimiento, junto a los otros sentidos
como son el oído, el olfato, el tacto la sinestesia, etc. Lynch nos
indica, que además nos apoyamos en el uso de claves sensoriales
precisas que provienen del medio exterior, como son la presencia
de los demás y en medios específicos de orientación como son los
mapas y la numeración de las calles. Así es que en el proceso de
orientación, el vínculo estratégico es la imagen mental genera-
lizada del mundo físico exterior que posee un individuo. Siendo
esta imagen producto de la sensación inmediata y del recuerdo de
experiencias anteriores y se utiliza para interpretar la información,
reconociendo y estructurando su entorno.

Un medio ambiente ordenado puede actuar


como un amplio marco de referencias, como organizador de la
actividad, de las creencias o del conocimiento. De este modo, una
imagen nítida del contorno constituye una base útil para el
desarrollo individual. Un escenario físico vivido e integrado, capaz
de generar una imagen nítida sino también eficaz, desempeña una
función social y confiere una fuerte sensación de seguridad
emotiva, pudiendo establecer una relación armoniosa entre sí y el
mundo exterior y realza la profundidad y la intensidad potenciales
de la experiencia humana.

Las imágenes ambientales son el resultado


bilateral entre el medio ambiente y el observador, el primero
sugiere distinciones y relaciones y el segundo escoge, se adapta,
organiza y dota de significado a lo que ve. La coherencia, la
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 76

identidad y organización de la imagen puede darse de distintas


maneras:

1.- Puede ser desordenado el objeto real y pese a esto su imagen


mental la organiza a través de una larga familiaridad.

2.- Un objeto visto por primera vez puede ser identificado y


relacionado, no porque sea familiar, sino porque se ajusta a un
cliché ya construido por el observador.

3.- Un objeto nuevo, también puede parecer con una fuerte


estructura o identidad debido a los rasgos físicos notables que
imponen su propia pauta.

Como manipuladores del medio físico, los


urbanistas y los geógrafos urbanos, se interesan ante todo en el
agente externo de la interacción que produce la imagen ambiental,
ya que ciertos ambientes se oponen o facilitan el proceso de
elaboración de la imagen. Cada individuo crea y lleva su propia
imagen, pero parece existir una coincidencia fundamental entre los
miembros de un mismo grupo. Son estas imágenes colectivas o
representaciones mentales colectivas, las que denomina “imáge-
nes públicas” que demuestran el consenso, las que interesan a los
planificadores urbanos. Son puntos de coincidencia que se espera
que aparezcan en una interacción de una realidad física única,
una cultura común y una naturaleza fisiológica básica y común.

El mundo puede ser organizado alrededor de un


conjunto de puntos focales o partido en regiones nominales o
bien unido mediante rutas que se recuerdan. Es así como podemos
dividir, adecuadamente, la imagen de la ciudad en senda, mojón,
borde, nodo y barrio.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 77

1.- Sendas. Son los conductos que sigue el observador


normalmente, ocasionalmente o potencialmente. Pueden ser
calles, senderos, líneas de tránsito, canales o vías férreas.

2.- Bordes. Son los elementos lineales que el observador no usa.


Son los límites entre dos fases, rupturas lineales de la
continuidad, como playas, cruces de ferro- carriles, bordes
de desarrollo, muros. Constituyen referen- cias laterales y no
ejes coordinados. Pueden ser líneas que separan o unen dos
regiones. Son elementos fronterizos no tan dominantes como
las sendas, pero para muchas personas constituyen importantes
elementos organizadores.

3.- Nodos. Son los puntos estratégicos de una ciudad a los que
puede ingresar un observador y constituyen los focos intensivos
de los que parte o a los que se encamina. Pueden ser
confluencias, sitios de una ruptura en el transporte, un cruce
o una convergencia de sendas, momentos de paso de una
estructura a otra.

4.- Mojones. Son puntos de referencia que se consideran exteriores


al observador, constituyen elementos físicos simples que en la
escala pueden variar considerablemente. El uso de mojones
implica la opción de un elemento entre una multitud de
posibilidades, de ahí que la característica clave de esta clase es la
singularidad, un aspecto que es único o memorable en el
contexto como elementos significativos. Algunos autores
(Escobar, 1992) los denominan, o los traducen como hitos.

5.- Barrios. Los que también denomina distritos y son las


secciones de la ciudad cuyas dimensiones oscilan entre medianas
y grandes, concebidas como de un alcance bidimensional, en el
que el observador entra “en su seno” mentalmente y que son
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 78

reconocibles como si tuvieran un carácter común que los


identifica. Son identificables desde el interior y se los usa para
la referencia exterior en caso de ser visibles desde afuera. La
mayoría de las personas estructuran su ciudad hasta cierto punto
en esta forma, quedando margen para las diferencias indivi-
duales, en cuanto a si las sendas o los barrios son elementos
preponderantes. Básicamente los identifica como partes de una
ciudad diferente de las demás.

Michel-Jean Bertrand (1981) al referirse a la


teoría de Linch, nos dice que la planificación urbana puede alcanzar
las necesidades mínimas que es necesario satisfacer, según la opción
funcional que descansa en teorías deductivas y en modelos que
estructuran el espacio a diversos niveles. Pero la complejidad se
vuelve inconmensurable de una realidad que cada cual concibe y
utiliza de formas diferentes, o sea, hay una clara y creciente
diferencia entre la esquematización teórica y la realidad vivida.
Esta preocupación se opone a la manipulación al ciudadano pasivo
que sólo sería un objeto de experiencias sometido a los poderes,
técnicos al servicio del poder financiero, así el urbanismo sería y
como muchas veces lo es autoridad, que se aplica a unos usuarios
para los que la ciudad solo es una mercancía que se les impone.

Lynch, agrega al análisis funcional habitual del


conocimiento de las estructuras del paisaje, la percepción y la
memorización por parte del ciudadano usuario. Así el entorno
sugiere una serie de distinciones, relaciones y es el observador quien
escoge, organiza y llena de sentido aquello que ve. La imagen de
esta forma revaloriza limita y amplía lo que es visto, mientras que
dicha imagen es puesta a prueba de las impresiones sensoriales
filtradas, de una realidad determinada que puede presentar
variaciones significativas de un observador a otro. Así el paisaje es
comprendido de forma diferente por cada uno.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 79

Según de las Rivas (1992) “La imagen de la


ciudad” de Lynch manifiesta un profundo interés por lo perceptivo,
estableciendo las condiciones y elementos de la percepción urbana
con la intención de conferir un valor interno al problema de la
forma. Un medio ambiente ordenado puede actuar como amplio
marco de referencias, como organizador de la actividad, las
creencias o el conocimiento, destacando la noción de legibilidad
como base para la orientación.

VII.- Geografía de la percepción

Es
a partir del trabajo de Lynch que en los
estudios geográficos se empieza a tener en cuenta el aspecto de la
subjetividad, ya sea individual o colectiva, apareciendo la deno-
minada Geografía de la percepción y la Geografía cognitiva,
intentando desarrollar diferentes teorías a través de la incorporación
de diferentes técnicas. A pesar de la gran variedad de tipos de
espacios que estudiamos, en realidad, el objetivo desde estas teorías
es el espacio cognitivo, el cual Cauvin (Escobar, 1992) lo define
como espacio “obtenido”, “construido”, después de modificaciones
y transformaciones realizadas por nuestros filtros personales y
culturales a partir de los espacios físicos y funcionales. Así, una
parte de este espacio es compartido por un grupo de la población,
poseedora de características comunes (filtros culturales), pero otra
parte pertenece sólo al individuo como producto de sus filtros
personales.

Hay que sí, aclarar la diferencia entre el término


“cognición” y “percepción” los cuales, muchas veces se utilizan
como sinónimos. Es así como a grandes rasgos, podemos decir que
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 80

el primero es la suma de subconjuntos de sensación, percepción,


recuerdo, razonamiento, solución de un problema, juicio y
evaluación, incluyendo diferentes procesos por los cuales la
información visual, lingüística, semántica y comportamental es
seleccionada, codificada elaborada, almacenada y utilizada. En
cambio el segundo es el conjunto de estímulos recibidos de forma
consciente o inconsciente por un individuo. Es así como la
percepción forma parte de la cognición, ya que a través de ésta, el
individuo toma contacto directo con el espacio, en cambio la
cognición toma en cuenta espacios, incluso en donde el individuo no
ha estado nunca presente.

Así, el espacio percibido en el que el individuo


lleva una vida afectiva e intelectual está limitado por sus
posibilidades de desplazamiento, perteneciendo a la Geografía de
la Percepción, ya que ésta trata espacios cercanos, espacios vividos,
en los que el individuo aplica la experiencia del vivir cotidiano, en
cambio el espacio cognitivo no tiene límites. De ahí la importancia
de la percepción de los individuos o de diferentes tipos de grupos
sociales de los espacios urbanos, de sus espacios vividos o territorios
como es el barrio. Este espacio subjetivo o espacio vivido o
personal es el que interesa al psicólogo, pero también y en especial
al urbanista, al arquitecto o al geógrafo, o sea, es el espacio que debe
tener presente todo planificador, en la búsqueda de soluciones más
adaptadas a las concepciones, experiencias y necesidades de las
personas (Gallastegui,1997).

Según Bailly (1992) nadie puede conocer otro


espacio que el percibido y que entre el espacio que el hombre quiere
conocer y otro, se interpone el denominado filtro de la persona-
lidad (aprendizaje, cultura, psicología, etc.). La imagen que cada
uno tiene del espacio corresponde, de hecho, a un espacio percibido
y es el que le sirve de guía y referencia para todas las elecciones de
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 81

localización y desplazamiento, o sea, para todas las decisiones de


tipo espacial.

Según Abraham Moles (1972) la organización


de nuestro espacio es producto de la imagen que tenemos de él y
esta apropiación se realiza a través de dos sistemas filosóficos, los
cuales presentan un completo sistema conceptual, uno de ellos es la
filosofía de la extensión cartesiana, el cual es un mundo concebido
como extenso e ilimitado y contemplado por un observador que no
habita en él, y donde ningún punto de éste aparece como
privilegiado a la mirada del observador. Es un espacio racionalizado
a través del pensamiento científico, por lo cual se descubre
tardíamente y se enmarca a través de ciertos elementos externos a él
y que son convencionales, es lo que se denomina espacio
geocéntrico. En cambio la segunda es la filosofía de la centralidad
o del espacio centralizado, en el cual el yo es el centro del mundo,
el lugar que ocupa mi cuerpo, el aquí y el ahora. Es el mundo que
se descubre y escalona en torno a mí, en diferentes estratos o zonas
que, paulatinamente, se alejan de quien percibe, a los que Moles
denomina “caparazones” y los caracteriza como perspectivos y
subjetivos. Es el mundo que el hombre construye en torno suyo,
presentando un punto de vista particular y diferente para cada ser
humano o grupo territorial, es lo que se denomina una visión
egocéntrica o antropocéntrica, el cual tiene como marco de
referencia su propio cuerpo.

Moles identifica ocho “caparazones”, siendo


el primero el propio cuerpo, continuando con el gesto inmediato, la
habitación, el departamento, el barrio, la ciudad, la región y agenda
y por último el espacio del “vasto mundo como espacio de
proyectos”. Como vemos el barrio, es el quinto caparazón y lo
denomina lugar carismático, haciéndolo corresponder con el
dominio familiar, pero que el hombre no domina. Es un espacio
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 82

conocido que comparte con vecinos, amigos y conocidos; aquí los


movimientos son espontáneos en las relaciones sociales y sus
tiempos de desplazamiento no sobrepasan los diez minutos, sin
plan ni horario. Es el espacio habitual, seguro y sin imprevistos, en
contraposición del sexto caparazón, la ciudad, que la denomina
como el espacio del anonimato, al cual “se va”, por lo cual hay que
desplazarse por un medio de transporte, por lo cual implica horarios,
no es un espacio familiar, sino que anónimo y un espacio de alta
densidad de acontecimientos (Gallastegui, 1997).

Pilar Rodrigo (2000), nos dice que el problema


fundamental que siempre se plantea cuando se realiza un estudio de
barrio, desde el punto de vista de la Geografía Urbana es la
definición, sus límites espaciales y su identidad. Nos dice que
probablemente sea un ejercicio inútil, dada la indefinición del
concepto, tal vez lo más aconsejable fuera recurrir a la percepción
subjetiva que tienen los habitantes del lugar en el que viven. A pesar
de esta dificultad, es posible efectuar un acercamiento al término.
Dice que generalmente hay grandes diferencias entre una y otra
visión del barrio, de tal forma que esa percepción individual hay que
relacionarla con el concepto de “espacio de vida”, es decir, el
entorno más próximo vivido realmente por sus habitantes, el espacio
en el que desarrolla gran parte de su vida familiar y vecinal y, a
veces, incluso su vida laboral.

Según Sandra Lencioni (2003), desde el


paradigma humanista y fenomenológico se procura elaborar un
enfoque globalizador y subjetivo de la realidad, en la cual la
intuición pasa a ser un elemento constitutivo e importante en el
proceso del conocimiento. Procura demostrar que para el estudio
geográfico es importante conocer la mente de los hombres, para
saber el modo como se comportan en relación al espacio. Así el
espacio, debido a su dimensión abstracta, deja de ser la referencia
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 83

central pasando a ser el espacio vivido, aquel que es construido


socialmente a partir de la percepción de las personas, colocando en
el centro del análisis el lugar, no como un espacio objetivo, sino
como algo que trasciende su materialidad, por estar repleto de
significados, especialmente social y cultural.

VIII.- Geografía de o del género

Con este nombre se conoce una aproximación


a la Geografía, que pone de relieve las cuestiones sobre las
desigualdades de sexo y la opresión de la mujer en todas las
esferas de la vida. Es el análisis de las diferencias de género en
relación al uso, comportamiento, percepción, cognición y construc-
ción del espacio. Se refiere a las actitudes espaciales de los hombres
y mujeres que socialmente dependen de la visión de la masculinidad
y la feminidad. Según Johnston (1987) El término “género” se
prefiere al de sexo, el cual está restringido a diferencias anatómicas
entre sexos antes que a diferencias sociales. Aunque la idea de que
hay una Geografía de Género (en inglés “Gender Geography”) es
aún relativamente radical y es rechazada por algunos sectores.
Ortega (2000) nos indica que la expresión “género” es una
traducción poco expresiva en español, debido a que el término
pertenece al ámbito de lo gramatical, además creemos que si se
habla de género, no sólo nos referimos a lo femenino, sino también a
lo masculino. Otros la denominan Geografía de las mujeres para
reivindicar “el espacio de la mitad de la humanidad”. Ortega nos
dice que más conforme el término Geografía Femenina o
Feminista está más conforme con su orientación dominante y sobre
todo con sus postulados básicos. En el año 1983 se destaca la obra
de Mazey y Lee cuyo título es “Her espace, her place” la cual es
una de las mejores introducciones a la “Geografía de las Mujeres”,
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 84

donde usando métodos geográficos convencionales, cartografía


aspectos como la geografía de los derechos de la mujer, sobre el
aborto, la participación de la mujer en el trabajo, en la educación,
modelos de viajes diarios y las migraciones a gran escala (Johnston,
1987).

La Geografía de género aún está en sus


comienzos, apoyada en el resurgir de los movimientos feministas de
los años sesenta y en el desarrollo de dichas teorías en las Ciencias
Sociales. La Geografía de Género tuvo un terreno abonado en el
desarrollo de la Geografía Marxista, de la Geografía Radical y de la
Geografía del Bienestar, las que abrieron la discusión sobre la
estructura de las desigualdades sociales y las relaciones entre
procesos sociales y estructura espacial. Pero, lamentablemente,
estos estudios se centraron en la desigualdad de clases, ignorando la
estructura de las desigualdades entre hombres y mujeres y los
caminos por los que las formas espaciales reflejan y afectan a la
naturaleza de esta desigualdad. Hay un reconocimiento explícito, a
través de investigaciones empíricas, de que la forma espacial y la
distribución tienen género y la designación y el uso del espacio están
determinados en parte por la asunción ideológica de los papeles y
relaciones existentes entre los sexos.

Para Ortega (2000) la construcción de un marco


teórico feminista parte del principio de considerar que la distinción
hombre-mujer, en sus diversos términos, tiene un carácter y su
construcción es netamente social. La teoría social crea dos figuras, a
las que se les otorga rasgos propios y muy diferenciados en los
comportamientos, en el trabajo en las relaciones sociales y
especialmente en la vida cotidiana y en la política. Es así como la
Geografía moderna se ha desarrollado a través de un discurso,
predominantemente masculino en los procesos sociales y muchas
veces “machista”, o sea, la información geográfica ha sido de tipo
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 85

social y sin tomar en cuenta la posición, visión y participación de las


mujeres. La mujer ha sido doble víctima, de la segregación social y
de la marginación femenina. Son las Geografías Radicales y
Humanístas, las que descubren estas nuevas formas de espacio, o
sea, un espacio diferenciado femenino.

Las relaciones espaciales ayudan a dividir y


mantener cultural e históricamente, las nociones de los compor-
tamientos de los sexos, especialmente, en los suburbios y en las
clases bajas, llegando a ser una trampa para las mujeres, donde
quedan aisladas en su medio doméstico y cotidiano, los cuales
están limitados por la escasez de servicios públicos y limitación en
los empleos. Esta limitación a bienes y facilidades de todo tipo es
limitado tanto por la localización espacial como por los papeles
que por tradición, educación e ideología tienen asumidos en función
del sexo.

La percepción e interpretación del espacio y el


paisaje ha mostrado que el sexo es uno de los factores interpretativos
de las relaciones personales con el medio. La percepción de la mujer
de lo que es un medio es muy diferente de la del hombre. Humohry
Osmond (1979), en su trabajo “La comprensión del entendi-
miento” al referirse a la territorialidad, a la diferencia de necesidad
de espacio y a los mundos propios, el denominado Umwelt
(concepto creado por el biólogo J.J. Von Uexküll) de los seres vivos
a través de la Etiología, se refiere a las diferencias de espacios
necesarios según las culturas y en especial a la necesidad de
espacios seguros en las ciudades, para el juego de los niños,
haciendo una diferencia, según sea el sexo de éstos. Hace algunos
años los niños más pequeños jugaban al centro de un territorio, en
cambio los mayores jugaban en la periferia ya que necesitan
explorar, buscar nuevos espacios, alejarse del hogar, en cambio las
niñas, en general, no se desplazan en sus juegos, su territorio es
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 86

muy reducido y es difícil que se desplacen. Relacionándolo con la


Etiología, Osmond plantea que el macho necesita buscar alimento y
desplazarse más que las hembras, debido a que éstas se dedican a las
vitales e importantes actividades biológicas de cuidar y alimentar a
las crías. Este planteamiento, general y desde el punto de vista
biológico, queremos relacionarlo, en el capítulo de las
Conclusiones, con el papel de la mujer, como sujeto social de los
barrios populares o marginales, como conformadora y articu-
ladora principal de una cotidianidad y como lo plantea Muñoz
(1994) por unos peculiares usos de los medios masivos.

La Geografía de Género ha incorporado en el


análisis geográfico el espacio de la mujer ampliando su horizonte y
de acuerdo con sus postulados teóricos se ha concentrado en algunos
campos específicos y privilegiados, especialmente en el campo de lo
urbano y en el mundo de lo local. El espacio urbano aparece como
un espacio dual, el espacio público - el espacio privado, el espacio
del trabajo - el espacio de lo doméstico. El espacio urbano es un
espacio modelado por la condición sexual, es un espacio sexuado.

IX.- Conclusiones y/o reflexiones finales

Como
ya hemos visto en los diferentes
apartados de este trabajo, los conceptos del término barrio son
variados, pero casi todos coinciden en sus rasgos generales y cómo
éste es uno de los elementos fundamentales en el mejoramiento de la
calidad de vida y convivencia ciudadana de todas las ciudades,
especialmente, en las de grandes dimensiones. Hemos visto como
se pueden determinar, cuales son sus límites y dimensiones, etc., es
por todo ello, que a través de este tratamiento bibliográfico, es que
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 87

podemos llegar a estas conclusiones y reflexiones finales, como un


aporte, especialmente para su discusión y como elementos de
preocupación y de tener en cuenta por las autoridades y
planificadores locales, como elementos privilegiados de
estructuración y reproducción de las identidades terri- toriales.
Es así como en primer lugar, trataremos los problemas de las
grandes ciudades, como un problema aparecido en el siglo XX,
como son las psicopatologías urbanas, la falta de identidad y
compromiso de los ciudadanos, basándonos en las diferentes
visiones sociológicas, en especial la Teoría de Wirth y la importancia
de dividir las ciudades en unidades territoriales-administrativas
menores.

Veremos también la importancia que creemos


que tienen, una serie de instituciones y elementos en la
conformación, mantenimiento y enseñanza de la vida cívica y
barrial, como es la Escuela de Educación Básica, ya sea desde el
punto de vista de los contenidos educativos y disciplinares,
destacando la importancia de la disciplina geográfica, así como
desde el punto de vista de la escuela como institución de cohesión,
conciencia y unidad, como creadora de redes sociales. No
referiremos también a la importancia que creemos que debe tener la
coincidencia espacial y territorial de lo que entendemos por Barrio
y las denominadas Unidades Vecinales, para lo cual hacemos una
analogía, muy general y simplificada con el concepto denominado
Estado-nacional. Y por último reflexionaremos sobre la importan-
cia y el papel que juega la mujer, desde la visión de la denominada
Geografía feminista o de Género, en especial, en los barrios
populares y marginales.

Según
Pinilla (1977) el hombre es un ser
excepcionalmente circunstancial, debido, especialmente por la
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 88

necesidad de producir en cierto modo el lugar de existencia, en otras


palabras no está bien dotado para subsistir en su entorno natural, ya
que necesita acondicionarlo, acomodarlo y perfeccionarlo a sus
posibilidades. Por lo cual se rodea de cosas propias, creando la
civitas siendo su máxima expresión. En cambio, el resto de los seres
vivos vienen a la vida ajustados de antemano, en mayor o menor
medida, al hábitat específico que les deparó la evolución, a través de
ciertos mecanismos instintivos prefijados por la herencia.

La ciudad es una de las realidades históricas


que trasciende la pura vida biológica y proclama la capacidad
humana para inventar un mundo propio, para construir su propia
circunstancia. Pero, lamentablemente, el rapidísimo proceso urbano
ha conducido, irremediablemente, a las grandes ciudades de un
crecimiento incontrolado, irregular y acelerado, apareciendo como
un fenómeno de colosalismo y masificación, francamente alarman-
te, y de cuyas repercusiones no debemos desentendernos, como son
la megalópolis. Así, podemos decir que el fenómeno urbano es
nuevo en la larga historia del hombre, si consideramos que el origen
de los primeros hombres de tipo sapiens, es aproximadamente de
unos cien mil años de antigüedad y las ciudades sólo tienen unos
diez mil años. Los problemas adaptativos derivados de la
complejidad de su infraestructura y de su esencial movilidad
invaden la vida cotidiana y ponen en grave riesgo su calidad, siendo
típico el anonimato y la privatización, la burocracia, la polución,
la estridencia y la agresión sensorial en la calle, la prisa, el
tráfico u otras similares, típicas de la civilización industrial de
nuestro tiempo.

La población urbana se caracteriza por su forma


de organización social. Frente a la homogeneidad de la sociedad
urbana preindustrial que contenía personas que se conocían entre
sí, con el mismo trabajo y análogos intereses, que tendían a parecer,
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 89

pensar y comportarse de modo semejante, reflejando el consenso de


valores y normas de comportamiento. La sociedad urbana actual,
vive en ciudades de gran tamaño, de elevada densidad, de
heterogeneidad de habitantes y tendencia a la desorganización
sobre todo desde el punto de vista de la sociología clásica.

La presencia de verdaderos mosaicos culturales,


la diversidad de estilos de vida, la disparidad de valores y
aspiraciones dentro de la ciudad, hacen imposible un consenso y
una cohesión social del pasado en su interior, al tiempo que
incrementan la desorganización social y personal, provoca fricciones
y propicia la proliferación de comportamientos sociales desviados.
Según Carmen Gómez (2001) la crisis de la ciudad va indiso-
lublemente unida a la pérdida de su función comunitaria y
educativa. Sin embargo, algunos autores reivindican la importancia
de las ciudades como auténticos territorios de convivencia frente a
los desafíos de la homogeneización y la pérdida de identidad que
conlleva la globalización, no obstante convertir la ciudad en un
lugar de desarrollo y convivencia, simultáneamente constituye un
reto. Es imprescindible una acción política fuerte, que impulse
dinámicas y minimice otras, que elija unos objetivos y acciones y
desestime otros, en función de unos valores, para así educar y
formar ciudadanos conscientes de sus derechos y responsabilidades
de su territorio, para así, refundar la ciudad y la consolidación de
una nueva ciudadanía, con mayores grados de libertad y
solidaridad.

Es necesario promover un conjunto de valores y


actitudes que permitan a la población, desde la participación crítica
y activa, para conformar un modelo de sociedad para el futuro y
una manera de vivir juntos, o sea, convivir, para lo cual es
necesario fomentar mecanismos que posibiliten el reconocimiento
del otro y promover lazos solidarios que sirvan para la
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 90

construcción de la cohesión social. Aprender a convivir y, en


consecuencia, a conciliar intereses individuales y colectivos desde
el diálogo y la participación, en una sociedad en la que la
heterogeneidad estará cada vez más presente.

Científicos sociales como Tonnies, Durheim,


Simmel, Sumner y especialmente Wirth, analizaron las implicancias
sociales y psicológicas de la urbanización asociadas a la revolución
industrial del siglo XIX, destacando aspectos negativos de la
sociedad urbana desde la perspectiva determinista del entorno.
Así encontramos dualidades como artificialidad-naturalidad,
extrañeza-familiaridad, individualismo-comunidad y cambio-
tradición.

La teoría wirtiana del urbanismo como modo


de vida, señala que la ciudad debilita vínculos personales, provoca
pérdida de cohesión social y ocasiona desaparición del control
social de los grupos primarios, como la familia, los amigos y los
vecinos. La vida social se fragmenta entre la casa, la escuela, el
lugar de trabajo y los amigos; se divide en el tiempo y en el espacio
entre personas y lugares no relacionados, lo cual favorece la
desorganización social, la anomia* ante situaciones en que las
normas se confunden, así como la aparición de comportamientos
desviados.

Nota: Durkheim fue quien dio el nombre de anomia al estado de la sociedad


que se caracteriza por el reducido número de actividades, en las cuales
colaboran los individuos, por el bajo grado de contacto entre éstos y por una
falta de control del grupo sobre sus miembros. (viene del griego que significa
“carencia de ley”) (Homans, 1963).

La misma teoría sostiene que los estímulos del


entorno urbano, debido al tamaño creciente de las ciudades, el
aumento de las densidades y la heterogeneidad de las poblaciones,
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 91

generan “sobrecarga psíquica” sobre los individuos, llevándolos al


estrés, depresión o ansiedad. Así los ciudadanos son bruscos,
impersonales, fríos e indiferentes en sus relaciones con los demás.
Rabinet (1997), ante esta situación tan negativa, nos dice que es
necesario, no sólo enfocar en su realidad dimensión estos problemas,
sino más bien ver a la ciudad como una oportunidad de desarrollo
integral de su gente, ya que es en las ciudades donde se encuentra,
fundamentalmente, el patrimonio inmobiliario, el patrimonio
arquitectónico, las principales obras de infraestructura, los
mejores servicios a todo nivel, los centros de conocimiento, las
universidades, los centros de investigación, tanto científica como
tecnológica, en otras palabras está el mejor capital humano que
tiene un país. Nos dice que hay que pensar en una ciudad
sustentable y a escala o dimensión humana, que la ciudad no es
patrimonio sólo de los arquitectos, urbanistas, técnicos o
profesionales, por capaces que sean, que la ciudad es más rica que
las normas, las leyes, los planes reguladores, si tiene consenso y el
convencimiento de sus habitantes y de sus principales fuerzas
políticas, de ahí que el esfuerzo de repensar la ciudad, de resol-
ver sus problemas, de introducir la dimensión humana, no pasa
por tener buenos alcaldes, sino también, pasa por la motivación y
la coordinación con las autoridades del sector público con el sector
privado y lo que hemos llamado sectores sociales, de ahí la impor-
itancia de la integración social, la coordinación, la concertación y
la descentralización, pasando a ser elementos consustanciales a
una visión interdisciplinaria.

También, según la teoría sociológica clásica, la


conciencia de comunidad sería prácticamente inexistente en la
ciudad, debido a los conflictos y tensiones que genera la sociedad
urbana. Sin embargo los presupuestos wirtianos no son siempre tan
claros en la realidad, ya que numerosos estudios han demostrado que
la incidencia del estrés y de los desordenes mentales no es mayor en
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 92

las ciudades, que los contactos familiares no son , menos frecuentes,


ni existen pruebas que sean inferiores. También rechazan la noción
de aislamiento personal, probando que también en las urbes existen
altos niveles de cohesión normativa, pero también anomia, derivada
esta última, de la sensación de aislamiento y de desarraigo. Es así y
contradiciendo las teorías sociales clásicas, en todas las ciudades,
aparecen ejemplos de redes de relación entre particulares, grupos
y comunidades de barrio que se solapan y yuxtaponen, según su
naturaleza. Es así como dentro de ellas figuran: relaciones
primarias, entre parientes (basadas en lazos de sangre y
obligación) y entre amigos (basándose en la atracción y el mutuo
interés) y relaciones secundarias, de carácter más intencionado
(como las que tienen lugar dentro de un marco de asociaciones de
negocios, partidos políticos, sindicatos y grupos de presión) o que
resultan de la interacción de miembros de grupos étnicos, religiosos
o culturales.

Dentro de las redes sociales* urbanas están


también las de ayuda informal; surgen para proporcionar auxilio y
consejo ante situaciones muy variadas, como pueden ser:
depresiones benignas, cambios de trabajo, decisiones de jubilación,
dificultades matrimoniales, problemas de desempleo, etc. Estas
redes se desenvuelven a nivel de barrio y se fundamentan casi
siempre en el “vecino natural”, o sea, personas con propensión y
capacidad de resolver problemas de otros individuos por
autoengrandecimiento, altruismo o algún otro motivo, que
algunas veces, es preferida, generalmente, a la ayuda oficial
facilitada por organismos o instituciones oficiales. Aparte de
amigos y vecinos, existen profesionales, como policías, sacerdotes,
médicos, profe- sores, que ocupan puestos de privilegio en estas
formas de redes sociales. Cabe destacar sí, que la propensión,
intensidad y dirección de las relaciones está condicionada,
fuertemente, por las distancias social y física que separan a los
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 93

individuos dentro de la ciudad y que también dependen de la


naturaleza e interacción afectadas (Zárate, 1991).

Nota: Ezequiel Ander-Egg (1998) define como red social al conjunto de


relaciones que un individuo configura en torno de sí con otras personas, estas
relaciones tienen características, contenidos y formas muy diversas; en unos
casos tiene un carácter utilitario (tareas o actividades productivas) y en otros,
emocional (grupos de apoyo mutuo).

José Luís Pinillos (1997) en su libro “Psico-


patología de la vida urbana” se aproxima a los grandes problemas
de la existencia urbana, al aplicar una óptica de contrastes, tratando
de definir la tipología psicológica del modo de ser urbano en
oposición al propio de ser campesino a través de un listado de
cualidades bipolares, respectivamente, siendo algunas de ellas:
artificioso-natural, cambiante-estable, excitable-tranquilo, interac-
ción contractual-interacción familiar, insolidario-comunitario, perte-
pertenencia a grupos secundarios- organización en torno a grupos
primarios, racional- instintivo, progresivo y avanzado-tradicional y
resistente al cambio, informado-ignorante, etc. (cabe destacar que
esta tipología ha sido usada por sociólogos como Cooley, Durkheim,
Munford, Spranger o Weber).

Pinillos (1977) nos dice que el psicólogo, no


debe dejar de pronunciarse en la medida en que la conducta es la
forma de existir en un medio, en espacial el medio urbano en que el
hombre se conduce de ordinario, se debe tener presente a la ecología
en que se inscribe, de ahí que se tenga que aplicar una psicología
ecológica, esto es las relaciones recíprocas entre el hombre y su
ambiente usual. Nuestras vidas transcurre en un espacio arqui-
tectónicamente ordenado o no, el cual impone movimientos y
operaciones psicológicas muy forzadas. Es un medio en que el
espacio natural, añorado geneticamente y tan necesario aún en
nuestras vidas, ha sido sustituido por construcciones geométricas
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 94

cuya sinomorfia con el cuerpo humano es muy discutible. La


mayoría de las veces el habitat es discordante con las necesidades y
posibilidades de su propio creador.

La ciudad, al contrario que el paisaje natural,


que presenta una perspectiva amplia y profunda, se nos presenta a
segmentos, como las piezas de un puzzle que sólo se puede armar en
nuestra mente. Así el espacio urbano niega las grandes perspec-
tivas, ya que sus construcciones compactas rompen la dimensión de
profundidad, excepto en la visión cenital. La ciudad apenas
dispone de espacios horizontales amplios, carece de horizonte y
faltan en ellas las formas orgánicas en que descansan los sentidos.
Falta en ellas el lecho de vida vegetal que la naturaleza ha
interpuesto como acogedora mediación entre lo orgánico y la
zoología. El espacio urbano tiende a ser inanimado y distancia al
hombre de la naturaleza. Por último Pinillos (1977) nos dice que
hay una sincronía y correspondencia entre las modificaciones del
medio y las capacidades del ser humano para ajustarse a él, por
lo cual se necesita en forma urgente una adaptación saludable.
Recordemos las ciudades históricas acordes con la palabra civitas,
que significa lugar de reposo, disponían de abundantes lugares
aptos para la convivencia o el descanso, como eran las plazas, las
iglesias, los edificios públicos los patios de vecinos, etc. constituían
la oferta material que la ciudad ofrecía al diálogo, la convivencia o
al mero sosiego de sus habitantes.

Por una serie de razones, como las planteadas


en la Introducción de este trabajo, debemos reconocer que el
espíritu de comunidad en las grandes ciudades, se halla en crisis.
Mientras las relaciones de carácter primario que son la expresión
del sentimiento de comunidad, se van debilitando, crecen los
vínculos impersonales de sociedad, siendo uno de sus exponentes
más notorios la burocracia en todas sus formas. Las causas de esta
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 95

crisis son numerosas, complejas y difíciles de analizar, pero no hay


duda que la más importante de ellas es la gran ciudad en sí, debido
a la forma absurda, irracional e inorgánica en que se han
desarrollado.

Como dice Ediciones Nauta (1984), las


asociaciones fuertemente unidas por los conceptos de familia,
actividad y ubicación desaparecen en las sociedades industriales y
urbanas. Las ciudades estuvieron compuestas antaño, casi entera-
mente, por gentes que habían abandonado su comunidad rural, y las
ciudades siempre han sido consideradas como lugares ideales en los
que permanecen en el anonimato mediante el corte de todos los
vínculos sociales reconocidos. Sin embargo, en las ciudades se
establecen nuevos tipos de vecindades y comunidades, sólo con la
pérdida de una cierta importancia en el aspecto territorial y todo
esto se debe a que el hombre de ciudad presenta mayor movilidad,
tanto social como de lugar. Los contactos de persona a persona han
sido sustituidos extensamente por los contactos indirectos, es
decir, a través del teléfono, la televisión, la radio, los periódicos,
Internet, etc. En la ciudad una persona puede pertenecer a varios
grupos mutuamente independientes en diversas localidades.

De ahí que no es de extrañar que en este


ambiente urbano se desarrollen en las personas fenómenos tan
característicos de nuestra época como es el “enajenamiento de si
mismo” (self-estrangement) y también muchas de las enfermedades
mentales como el estrés, la neurosis, la depresión y la angustia. Esto
se debe al hacinamiento, a la gran carga de contaminación de todo
tipo, a la gran cantidad de información a través de las
comunicaciones telefónicas, de fax y correos electrónicos, etc.,
además de la gran movilidad de las familias de sus hábitats de
origen y al tipo de familias mononucleares, la forma de construcción
y el poco tiempo libre y de ocio.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 96

No creemos que el sentimiento de comunidad


vaya a desaparecer, ya que una de las características naturales de los
seres humanos es el gregarismo y la vida de la especie humana sería
imposible sin esta fuerza tremenda de cohesión; lo que sí sucede
es que estas relaciones se van reduciendo y quedan encerra- das
dentro de ciertos aspectos de la vida. La amistad que no encuentra
en su vecindario, lo busca a través de otras relaciones que
lamentablemente no son territoriales.

Randle (1981) nos dice que, así como las


técnicas auxiliares se especializan en el microurbanismo, así
también se plantean temas de organización jurisdiccionales del
espacio urbano. No basta que una ciudad se pueda desenvolver,
holgadamente, dentro de la jurisdicción municipal a la que está
adscripta; ése es un problema resuelto en cuanto a la ciudad y su
expansión. Otra cosa es reconocer que la organización interna de la
ciudad puede requerir otras subdivisiones formales o virtuales de
su espacio. De hecho, una de las preocupaciones del buen urbanista
consiste, precisamente, en hallar las subdivisiones naturales y
espontáneas en que se agrupan los vecindarios y cómo de un
conjunto de éstos surge un centro secundario con un equipamiento
específico. Es necesario, que allí donde han existido y queda un
rastro posible de revitalizar estas células mínimas de vida
comunitaria se haga y en las ciudades nuevas, donde no existen, se
debe tratar de crearlas como base fundamental del tejido urbano
vivo, como elemento rescatador de la calidad de vida y la
convivencia urbana. El urbanista español José Luís Sert hacia 1930
(Randle, 1981), propuso una división urbana que la llamó unidad
vecinal, conjunto residencial de un número de familias capaces de
sostener una escuela elemental como módulo fundamental de la
ciudad. Esta unidad es más o menos equivalente al escalón tercero,
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 97

la que presentó en su momento el urbanista Gastón Bardet (1959) y


la denominó escalón parroquial (de 500 a 1.500 familias).

Por su parte Alomar (1961) nos dice que el


único medio de que la gran ciudad y en general de que la existencia
de las grandes aglomeraciones humanas no sea obstáculo para la
restauración necesaria del espíritu de comunidad, es el dividirla en
pequeños grupos sociales organizados, dentro de los cuales sea
posible la individualidad, la iniciativa, y donde el hombre aprenda a
condu- cirse con propia responsabilidad y compromiso, en lugar de
anular su personalidad en el anonimato del protoplasma
multitudinario. Considerar a la ciudad, no como una masa
amorfa, sino como una yuxtaposición de pequeñas comunida-
des, en cada una de las cuales pueda desarrollarse un grupo vecinal
primario.

Ante todo lo dicho, el asentamiento físico de


cada comunidad debería ser el barrio, esa microciudad, módulo
hoy absolutamente necesario en la organización de todo
conjunto urbano, pero con características, ubicación y delimi-
taciones definidas y claras y muchas veces únicas, sin delimi-
taciones inexactas y variables según las perciba subjetivamente un
ciudadano cualquiera, sino como unidades territoriales objetivas y
reales que permitan la gestión municipal. Hay que planear la ciudad
como un complejo de estructura polinuclear, pensando que cada
barrio, si bien es cierto pertenece y depende de un complejo
urbanístico, cada una de estas unidades territoriales menores son
únicas, presentando diferentes realidades, diferentes problemas,
diferentes necesidades, cada uno tiene su propia idiosincrasia, su
propia manera de pensar y sus propias aspiraciones u objetivos a
alcanzar.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 98

Cabe destacar que cuando hablamos de barrio,


hablamos del barrio residencial, lo que se denomina “el barrio
tradicional”, en el cual, si bien es cierto, se presentan otros tipos de
uso de suelo, estos no son predominantes. La función residencial
constituye uno de los componentes básicos en la estructura urbana,
siendo la vivienda la unidad básica del espacio residencial de la
ciudad, siguiendo patrones de distribución muy complejos, que
guardan relación con la tradición histórica, el nivel socio-
económico de sus habitantes, el valor del suelo o la calidad de los
equipamientos. Como dice Estébanez (1995), aunque el espacio
residencial ocupa la mayor parte de la ciudad, sin embargo ninguna
tiene un carácter predominantemente residencial y casi siempre son
usos de suelo dedicados al comercio, al servicio, a la industria y a
las áreas verdes.

El fenómeno barrio, lejos de ser un idealismo


romántico, es una necesidad, ya que es un buen instrumento
nivelador contra las desigualdades comunales, pero para que exista
“un barrio como tal” es necesario que presente dos tipos de
elementos:

1.- Elementos esenciales, como la población y el territorio, una


historia particular, o sea, un tiempo, una cultura de identi-
ficación, una organización y cohesión en base a centros de
atracción o centros articuladores. Todos estos elementos lo hacen
diferente del resto y podemos denominarlo como barrio
especial, denominación que quiere significar una configuración
que se aparta del sistema general, distinguiéndose de otros
barrios especiales o de barrios comunes u ordinarios en los
que no se dan elementos diferenciadores.

2.- Elementos formales o de reconocimiento. Con independencia


de la existencia de barrios en cuanto a tales, se produce el
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 99

problema del reconocimiento o no de los mismos. Para que así se


disponga, se deben reconocer por la actual legislación como
entidad administrativa. Hay motivaciones técnicas que indi-
can que los actuales espacios administrativos urbanos son poco
idóneos, ya sea por el gran tamaño del fenómeno urbano, por los
nuevos modos de relaciones humanas o por los procedimientos
de la moderna tecnología. Entre los cometidos más importantes
que les correspondería al barrio estarían:

a) Protección y desarrollo de valores culturales, que por moti-


vos económicos, políticos o sociales sufrieron o sufren
abandono.

b) Ordenación urbana en todo sentido.

c) Dirigir y programar sectores específicos como es la seguridad


social, la sanidad, acción cultural, transporte, comunicacio-
nes, vivienda, en otras palabras, mejorar y tratar la
infraestructura urbana.

d) Proteger o fomentar el patrimonio artístico y cultural.

e) Protección del medio ambiente y la naturaleza a través de la


planificación de las áreas verdes y la educación de una
ciudad sustentable.

f) En definitiva promover y conseguir la concientización, con


deberes y obligaciones, de una auténtica participación
ciudadana, identidad y pertenencia territorial.

Aunque hay algunos urbanistas que tienden a


hacer más compleja la organización nuclear, distinguiendo por
debajo de la unidad vecinal o barrio, dos escalones más, como son:
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 100

el escalón doméstico (de 50 a 150 familias) y el escalón patriarcal


(de 5 a 15 familias), quizás este último, lo que sería para nosotros la
denominada cuadra, donde se presenta el mayor grado de vecindad.
Desde este punto de vista la ciudad no son sus casas, ni sus calles, ni
sus plazas, sino la comunidad de los hombres que en ellas viven y
conviven, con sus grupos, sus instituciones, sus modos de vivir, sus
tradiciones y sus costumbres, pasando a ser ésta definición uno de
los principios necesarios del urbanismo contemporáneo.

Según Rodrigo (2000) los problemas necesarios


más importantes para detectar en un barrio y que pueden derivar en
una actitud de empatía o topofilia por parte de los ciudadanos y
que fomenten actitudes de identificación y valoración de éste,
están referidos a: zonas verdes, colegios o institutos, equipa-
miento deportivo, equipamiento cultural, lugares de juego infan-
til, lugares de ocio y reunión, zonas comerciales, centros de
salud, contaminación, aparcamientos, seguridad ciudadana y
otros. Aspectos que ayudan a la empatía de la realidad diaria de los
barrios, aspectos que según sean sus condiciones, fomentan
actitudes positivas o negativas en cuanto a la calidad de vida y el
“amor al terruño” o “patria chica”. Todos queremos que
“nuestra casa” esté ordenada, bonita y limpia, así nos sentimos
acogidos, nos gusta y disfrutamos estar en ella y por ende la
cuidamos y la protegemos.

Randle (2000) nos dice que para que la ciudad


sea gobernable hacen falta dos requisitos: uno, que tenga una
escala humana y/o que esté organizada descentralizadamente en
unidades adecuadas. De ahí que Aristóteles pusiese tanto énfasis en
la medida óptima (5.000 habitantes) para que los ciudadanos
pudieran conocerse, al menos de vista, para que el número
justificase la provisión de algunos servicios comunes y para que
pudiera ejercerse fácilmente cierto control. Esta cantidad propuesta
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 101

por Aristóteles, puede entenderse hoy como un módulo, un


submúltiplo de ciudades mayores pero que, articulados orgáni-
camente, creen unidades vecinales de esa escala. Y el otro requisito
de gobernabilidad planteado por Randle es que exista cierta afinidad
entre sus habitantes como para generar cemento social.

La efectividad social y urbanística del barrio, se


consigue por dos medios principales: la separación física entre los
distintos barrios y la existencia del Centro Comunal o “corazón
del barrio”, actuando como foco de atracción, con la parroquia, el
centro social, algún edificio administrativo, el cine, la plaza o paseo
público en el que se celebran las fiestas locales, el supermercado, el
grupo de tiendas, será siempre un punto focal que dará al barrio su
personalidad y su propio paisaje urbano, contribuyendo a crear en la
gente el esperado espíritu de barrio, que tan importante resulta para
el desarrollo urbano. Alomar (1961) define el Centro Comunal
como el complejo urbanístico situado más o menos en el centro
geométrico del barrio, que integra unos espacios libres alrededor de
estos, todos o parte de los edificios de carácter público o social al
servicio del mismo, siendo el elemento de equipamiento social de
primer orden. Lo considera sinónimo de Centro Cívico Local o
Centro Cívico de Barrio.

Si
bien es cierto que uno de los procesos
espaciales históricos primeros en la ciudad moderna es la centra-
lización exagerada, apareciendo un área, generalmente central,
donde se concentran las principales actividades comerciales y de
servicios, es la denominada y conocida como Área Central,
también conocido por la sigla CBD (del inglés: Central Business
District), luego aparece el proceso contrario el de descentralización
como una medida, generalmente, espontánea o planificada, pero
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 102

muy compleja, haciendo disminuir la excesiva centralización, lo


cual implica descongestionamiento, desaglomeración, disminución
del valor de la tierra y expansión espacial de la ciudad, apareciendo
tres fenómenos contemporáneos que, lamentablemente, desfavo-
recen el sentido de identidad barrial o vecinal, o sea fomentan los
denominados “no lugares” como son:

a) Los complejos o polígonos industriales, ya mencionados,


que lamentablemente quedan lejos de los lugares de residen-
cia, ocupando muchas veces, cerca de cuatro horas en ir y
volver. El que vive en los suburbios y debe correr para
alcanzar el tren, o incluso tomar más de un bus, tiene poco
tiempo para dedicarse a las actividades cívicas de su lugar de
residencia y no tiene, muchas veces, interés, ni voz ni voto en
la vecindad. El hecho de que el lugar de trabajo no se
relacione en la mayoría de los casos con el lugar de la
vivienda y la gran movilidad de los trabajadores y el nivel de
ingresos, provocan considerable inestabilidad a la organi-
zación e integración de los barrios.

b) Los centros residenciales o condominios de alto standing y


que generalmente son centros residenciales cerrados, caros,
altamente protegidos con guardias, sistemas de protección de
televisión cerrada y con poco sentido de comunidad. La
adquisición o selección de casas son mayormente una
cuestión circunstancial y de altos niveles económicos por lo
cual no existe, en principio, base alguna para relaciones
vecinales. Éstas deben ser establecidas gradualmente a
medida que se van desarrollando necesidades, intereses y
maneras de pensar comunes. Los ciudadanos de los
condominios, en general, ya tienen solucionado sus
problemas, así se debilita la tradición y las relaciones sociales
se cortan. Los barrios adinerados se basan principalmente en
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 103

la comodidad, la conveniencia y cierto grado de ostentación,


en cambio entre los menos adinerados y muchas veces en
sectores marginales, el barrio adquiere un carácter más
integrado y localizado que tiende a reforzar los lazos del
hogar, la escuela, la iglesia, el patio de juego, la biblioteca, el
centro de recreación, la guardería infantil, el centro de salud y
el parque.

c) Y por último, el otro símbolo de la descentralización de las


actividades terciarias, producto directo de la globalización,
son los centros comerciales denominados Shopping center o
Mall, asociados a una imagen de “exclusividad”, sofisti-
cación, status, deslumbramiento, “arribismo” y también, la-
mentablemente, de endeudamiento, los cuales aparecen como
centros de lujo, cerrados, totalmente artificiales, con pro-
fusión de imágenes alienantes de marketing, de alta seguridad
ciudadana, un espacio nítidamente separado del ambiente
externo, impactantes en su construcción, los cuales reúnen
tiendas y locales comerciales de lujo, patios de comidas o
food garden, generalmente, proveedores de las denominadas
“comidas chatarras”, con cines exclusivos, locales de juegos
electrónicos y muchas veces con shows en vivo. Estos
centros son atracción, lamentablemente, para una clase alta-
media urbana, haciendo declinar el centro comercial
tradicional.

Según Diana Durán (1996) las grandes


metrópolis se caracterizan por una falta de identidad de muchos
espacios, como es la pérdida de la calle como elemento comunitario,
con carencia de apropiación de la ciudad en su totalidad y alta
movilidad urbana, etc. Nos dice que “la conciencia ambiental del
medio urbano se ha perdido y aun cuando aparezcan barrios o
núcleos que poseen un nombre propio, sus residentes no logran
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 104

apropiarse de ese espacio y muchas veces resulta difícil identificar


su barrio a no ser por ciertos ‘hitos’ e ‘itinerarios’ que los
distinguen”. Durán plantea que así como el concepto de lugar se da
en lo local, en lo regional, en lo nacional y lo supranacional, lo
mismo sucede con el no lugar.

Como ya hemos visto a través del


planteamiento de varios autores, la escuela juega un papel impor-
tante en la limitación territorial y como polo de atracción en la
conformación de un barrio, en su concepción fundamental como
territorio y como comunidad. La escuela no sólo es fundamental
en cuanto a la enseñanza y en la formación de un futuro ciudadano a
través de los contenidos disciplinares que entrega, en especial a
través de las Ciencias Sociales y en especial la Geografía, sino como
institución, como centro de relación e interacción de padres,
profesores, autoridades, alumnos, abuelos,directivos, adminis-
trativos, supervisores, etc. o sea, lo que Elina Dabas (1998), al
referirse a las redes sociales, denomina el triángulo estable familia-
escuela-comunidad, las cuales se intersectan y se superponen
inevitablemente, las que influyen y son influidas, se interactúan y se
deben potenciar. A través de esta trilogía el niño interrelaciona,
aprende, vive y se apropia del barrio, aprendiendo, no sólo él, a ser
ciudadano.

En relación a la importancia de la escuela


desde el enfoque disciplinar, Lana de Souza (2002) nos dice que la
enseñanza de la Geografía contribuye en la formación de la
ciudadanía, a través habilidades y valores que amplían la capacidad
de niños y jóvenes de comprender el mundo en que viven y actúan,
en una escuela organizada como un espacio abierto y vivo de
culturas. El ejercicio de la ciudadanía en la sociedad actual, por su
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 105

parte, requiere una concepción, una experiencia, una práctica


(comportamientos, hábitos, acciones concretas) de ciudad, o sea, de
las prácticas de la propia experiencia cotidiana. En otras palabras, el
ciudadano se torna ciudadano con la contribución de varias
instancias, destacándose la escuela.

Desde esta perspectiva disciplinar, aceptando


que aprender es un proceso constructivo, que los conocimientos
que adquiere el alumno no se van acumulando de manera aditiva,
sino que se organizan, según lo que ya sabe, que no se trata de una
simple elaboración vacía, desde la nada, sino desde las expe-
riencias, intereses y conocimientos previos, o sea, del mundo
experiencial, debemos aceptar, que tanto para el alumno como para
el maestro, es muy necesario y diríamos prioritario, relacionar lo
que se ha de aprender con lo que ya se sabe. Pero cuando el
contenido es nuevo y complejo, una de las posibilidades es
relacionarlo con los conocimientos más familiares, más cercanos.
Más aún, podemos verla desde una perspectiva socioconatruc-
tivista, denominación proveniente de los estudios de Vygosky, quien
concibe la enseñanza como una intervención intencional en los
procesos intelectuales, sociales y afectivos del alumno, buscando su
relación consciente y activa con los objetos de conocimiento (de
Souza, 2002). A través de este conocimiento ya adquirido de lo
cercano del alumno, como es la familia, el barrio o la ciudad, se
puede usar el método comparativo, siendo una de las variantes más
comunes de éste la analogía, entendiéndose ésta, como la identi-
ficación entre algunas relaciones de dos situaciones diferentes, o sea,
comprender mejor una situación nueva si la relacionamos con una
situación ya conocida. Para ello debemos conocer cuales son los
aspectos que debemos usar, o sea, los aspectos pertinentes y cuales
debemos descartar de un ejemplo cualquiera. A través de la analogía
y también a través del uso de ejemplos ofrece la posibilidad de
establecer relaciones entre conocimientos generales y abstractos y
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 106

conocimientos específicos y concretos o sea, contextualizado.


Para Bale (Gallastegui, 2000) la localidad posee una riqueza
material docente a la inmediata disposición del profesor y de los
alumnos, ya que es un entorno con el que los niños pueden
relacionarse al instante. El entorno local proporciona a los niños
atisbos de primera mano sobre el mundo que no puede ser simulado
satisfactoriamente en el aula.

Según Arroyo (1995) el entorno como


iniciación es uno de los aspectos más importantes del estudio en
general y en el estudio geográfico, especialmente por la teoría
constructivista de Jean Piaget, la cual indica que el niño parte
desde una posición y visión egocéntrica del mundo. De ahí que
el medio próximo o entorno aporta los contenidos básicos del
conocimiento del niño, quien entiende primero lo que le es cercano,
lo conocido, lo familiar y concreto a través de la práctica cotidiana,
la cual se realiza socialmente en la familia y en el barrio.

Vigotsky (Gallastegui, 2000) nos demuestra la


importancia que tienen los patrones culturales en los que se ha
desarrollado el niño desde el nacimiento y la necesidad de partir de
la comprensión de estos patrones. El desarrollo potencial de un niño
y su capacidad de comprender el espacio depende, en parte, de los
estímulos exteriores y de los patrones culturales, porque los
individuos construyen su realidad a través de una relación intensa de
su medio y con los demás. La interacción social presenta una
diversidad de posibilidades, abarcando tanto las personas con quien
el niño o un adolescente se relaciona a lo largo de su desarrollo así
como los diferentes objetos con los que interactúa. El contexto
social retroalimenta las percepciones de la realidad y va creando
signos, señales, indicadores a través del cual los niños van
aprendiendo a construir el mundo y a actuar en él. Por lo tanto, la
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 107

interacción con el medio, que incluye siempre a otras personas,


resulta clave para que el aprendizaje se produzca (Dabas, 1998).

El niño al entrar a la escuela y mientras


permanece en ella, ya es un geógrafo, o sea, sabe Geografía, pero de
forma práctica, asistemática, espontánea y vivencial a través de la
percepción de lo cercano y lo cotidiano, del día a día, a través de su
propia experiencia y la que le entrega su entorno familiar y social,
en otras palabras y en un principio, lo que le entrega el barrio. La
escuela debe tomar, constructivamente, estos saberes y sistemati-
zarlos a través de los diferentes métodos de enseñanza, dándoles un
sentido práctico, reflexivo y crítico, haciendo raciocinios espaciales,
a través de contenidos conceptuales, ya que a través de éstos, pueden
categorizar lo real, clasificarlo y hacer generalizaciones, pero
también a través de contenidos actitudinales o valóricos y
comportamentales, incluyendo en ellos no sólo dimensiones físicas,
sino también afectivas, sociales, morales y estéticas, apareciendo
una serie de contenidos espaciales que también pueden ser tratados
transversalmente. En otras palabras debe haber una estrecha relación
entre los contenidos sistematizados de la Geografía y la Geografía
cotidiana, no sólo de los alumnos sino también el de los profesores.

Dejando aparte sus fines educativos directos de


la escuela, los que, como ya hemos visto, son fundamentales y tan
importantes, en la identidad territorial del barrio, la escuela de
educación básica constituye un elemento fundamental del
equipamiento de un barrio y factor importante para la cohesión
social del mismo, sintiéndose éste, como identificable y lo más
importante como propio. Las familias, las escuelas y las diversas
organizaciones de la comunidad pueden mejorar su interrelación
para construir un mejor proceso educativo, ya que el cambio
tecnológico y cultural no pasa, necesariamente, por la escuela en sí
misma, sino que acontece dentro y fuera de ella, sin poder
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 108

delimitar, dónde comienza uno y otro. Los cambios no provienen


solamente de la estructura macro educativa, o sea, desde el sistema
es imposible de llevarlos a cabo, sin la intervención activa y
responsable de todos los agentes sociales involucrados a
microescala.

Desde este enfoque, o sea, de la escuela como


institución es, sin lugar a dudas, uno de los lugares privilegiados en
que los niños se preparan para su futura integración en la sociedad,
tanto del punto de vista intelectual así como social y afectivo, todo
lo cual se basa, lógicamente, en el apoyo de las multiples relaciones
fuera de la escuela, lo que algunos investigadores han llamado
aprendizaje “no-formal” e “informal”, siendo el primero el que se
organizan de forma sistemática pero fuera de la escuela, y el
segundo y quizás el más importante, en relación al barrio como
entidad social, que son todas aquellas ocasiones en que los niños
aprenden de lo cotidiano y que no están organizadas con intención
pedagógica. Así, podemos ver que hay un aprendizaje escolar y un
aprendizaje extraescolar, con diferentes contenidos, los cuales se
deben coordinar y complementar, ya que el primero se presenta, en
la mayoría de las veces, ausente o extrínseco de contexto, es el
conocimiento científico u oficial, en cambio el segundo su
contenido es intrínseco al contexto.

De ahí que podemos decir, que la escuela es el


lugar donde se deben relacionar y unir ambos tipos de aprendizajes,
para lograr una comprensión más completa del entorno físico y
social como es la familia y el barrio. En relación a ello de Souza
(2002) nos dice que la escuela es un lugar de encuentro de culturas,
de saberes, de saberes científicos y de saberes cotidianos, aunque
su referencia básica son los saberes científicos. En sus actividades
diarias, alumnos y profesores construyen Geografía, ya que ellos
caminan y trabajan en los barrios, en otras palabras construyen
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 109

lugares, producen espacios, delimitan sus territorios, van formando


especialidades cotidianas en su mundo vivido y van contribuyendo
para la producción de espacios geográficos más amplios. La práctica
cotidiana de los alumnos está, de este modo, llena de conocimiento
de esa espacialidad. A la escuela le corresponde trabajar con ese
conocimiento cotidiano, transformándolo como una práctica,
sistemática, reflexiva y crítica. De Souza, nos dice también, que las
representaciones sociales están en el nivel del conocimiento vivido y
sentido, que contienen elementos de un concepto, ya potencialmente
existente en los alumnos, pudiendo ser tomado como parámetro de
aprendizaje significativo.

Otro aspecto, en la importancia de la escuela


como institución en la conformación del barrio, son dos de los
aspectos de La Reforma Educativa como son el denominado
Proyecto Curricular de Centro (PCC) y el Proyecto Educativo
de Centro (PEC), siendo el primero el instrumento de que disponen
los miembros de un centro educativo que sirve para concretar el
conjunto de decisiones, en relación a los diferentes componentes
curriculares y que se han de tomar colectivamente. Su elaboración
concreta es a nivel de cada institución, determinando el modelo o
diseño curricular, y por otra parte operacionalizando el proyecto
educativo en general, adaptándolo y contextualizando a la
realidad concreta en la que funciona el centro. El segundo
proyecto es el eje vertebrador y la referencia básica de toda la vida
de la comunidad educativa del centro. El PEC no sólo abarca los
aspectos curriculares y los pedagógicos, sino abarca a todos los
ámbitos del centro (administrativos, de servicios, de gestión, etc.) Es
un ins- trumento que tiene que tener coherencia con el contexto
escolar y que debe evolucionar constantemente, para así desarrollar
la autonomía y la característica o seña de identidad de cada centro.
Constituye un contrato que compromete y liga con una finalidad
común a todos los miembros de la comunidad.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 110

Dentro de estos proyectos, especialmente en el


último está lo que Antúnez (1998) denomina la carta de identidad
de la institución, ya que en su elaboración deben considerarse las
características de la región, comuna y barrio en el que está situada
la institución escolar, con el fin de desarrollar una acción educativa
realista y donde se impliquen a los padres y a las madres en los
procesos de gestión y dinamización de sus agrupaciones y
asociaciones, el uso de procedimientos y sistemas de información
ágiles y eficaces y la incidencia en su formación permanente
mediante planes y actividades específicos. Delinas (1998) nos dice
que los cambios no provienen solamente de la estructura
macroeducativa, que los cambios propuestos desde el sistema son
imposibles de llevar a cabo sin la intervención activa y responsable,
así como la toma de decisiones compartidas entre los actores y
agentes sociales involucrados, o sea, no es una decisión unilateral,
sino que se necesita de la participación y dentro de esta relación
lograr abrirse para encontrar nuevas posibilidades de conexión.

En relación al proyecto institucional (PCC y


PEC) G. Frugerio y M. Poggi (Delinas, 1998) nos dicen que éste se
puede entender como “la manera en que el proyecto social adquiere,
en contextos de acción específica, rasgos de identidad propios,
según el modo en que se lo interpreta y se inscribe en una historia”.
Añaden, además, que los proyectos son facilitadores de resigni-
ficación, por lo cual también se los puede entender como “contratos”
que involucran a los actores y a los destinatarios de la institución.
Desde esta perspectiva la concreción del proyecto institucional
ofrece una oportunidad para potenciar la red de relaciones internas
en una organización escolar y esto posibilitará el afianzamiento de
las relaciones con los que habitualmente están ubicados “de la
puerta para afuera” de la escuela: padres, familiares, vecinos,
organizaciones de la comunidad, comercios, instituciones, empresas.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 111

Ante la necesidad de reconquistar los diferentes


territorios y lugares, y dentro de ellos, especialmente el barrio, con
sus identidades y apropiaciones para lograr la armonía entre la
sociedad y su medio, creemos necesario incluir en los currículas de
la Educación Básica y en especial en la Media, temas y contenidos
de ordenamiento u ordenación territorial como expresión espacial
de la política económica, social, cultural y ambiental de una
sociedad, o sea, en la definición de políticas territoriales como un
estudio multisectorial, descentralizado, flexible y participativo en un
marco de consenso, creando conciencia en forma paulatina.

Por otro lado, si relacionamos el concepto de


Estado, entendido éste como el espacio físico ocupado y organizado
política y administrativamente a través de un gobierno encargado de
controlar y administrar el territorio sobre el cual reposa de un grupo
de individuos, con el concepto de nación, entendida ésta como la
conciencia socio-cultural, patrimonio histórico, ideales sociales,
actitudes y tradiciones comunes de un grupo de individuos y si
ambos elementos coinciden espacialmente, o sea, si se produce la
síntesis político-territorial del Estado y la Nación, o sea, lo que los
geógrafos políticos denominan la superposición espacial estable,
estamos hablando de un tercer concepto que es el denominado
Estado-nacional (Sanguin,1981). Creemos que lo mismo debería
suceder, en las diferentes escalas funcionales interiores del Estado o
sea, en las instancias intermedias, como son lo regional y lo local.
La gestión a escala municipal es la gestión de lo concreto, de lo
directo en la relación del individuo con el territorio, siendo este
espacio el más genuino de las relaciones sociales como relaciones
socio-territoriales y dentro de esta instancia, en especial en las
eminentemente urbanas, deberían coincidir espacialmente el barrio
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 112

con las organizaciones de base como son las Juntas vecinales, o


sea, que exista lo más aproximado posible, el concepto de Barrio-
Junta Vecinal, lo cual actualmente no sucede. Según Marcela
Jiménez (1990) es el barrio donde se dan todos los problemas y en
donde se manifiestan las necesidades básicas no resueltas y dice que
las Juntas de Vecinos son los espacios intermedios entre el gobierno
y la comunidad local, siendo esta organización la que facilita un
espacio de reeducación y recuperación de los derechos de los
pobladores, allí se pueden reencontrar la posibilidad de informarse,
de demandar y de asociarse no ideológicamente, sino que en forma
práctica y el trabajo vecinal unitario y no partidario.

Sonia Muñoz (1994) nos dice que es, desde la


vida cotidiana que el hombre particular vive preminentemente lo
social, y a su vez, la vida cotidiana es reproducción del sistema
social (económico, jurídico, cultural, simbólico) concreto en que
vive. La vida cotidiana muchas veces es “espejo” y “fermento” de la
historia, anticipadora de cambios en el nivel macrosocial.

La mujer latinoamericana, aún hoy, a pesar de


los cambios globales y sociales en general, se le puede definir con
las palabras de Engels: “dentro de la familia tenemos al burgués; la
mujer representa al proletariado” (Muñoz, 1994), afirmación que en
nuestro contexto debe extenderse a todos los ámbitos de la vida
social: el de la educación, el del trabajo y sobre todo el de la
administración y la toma de decisiones políticas. Los estudios sobre
esta problemática muestran que en las sociedades desarrolladas aún
se mantienen relaciones en que las mujeres, aunque sin lugar a
dudas con mejores niveles de vida y mayores oportunidades, de
trabajo, educación y esparcimiento, todavía existen como grupos
minoritarios, con muy poca o ninguna participación en el diseño,
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 113

administración y toma de decisiones que afectan instancias claves de


la vida social. Según Ortega (2000) la búsqueda de los espacios de la
mujer es a través de la esfera de la producción, asociada de forma
preferente a la actividad masculina, apareciendo la otra dimensión,
la oculta, la de la esfera de la reproducción, la doméstica, la
vecinal. Una esfera ocupada, casi exclusiva, por la mujer y por los
hijos en edad no activa. Un espacio vinculado a lo doméstico, a las
labores domésticas, al cuidado de los hijos menores, a la atención de
los hombres, al trabajo sumergido, o sea, el no reconocido de la
mujer. Es un espacio que se da, tanto en el Primer Mundo como en
el Tercer Mundo, pero, lamentablemente, más marcado en este
último, apareciendo una mujer segregada, maltratada, menos
preciada, inculta y con pésima calidad de vida.

Sonia Muñoz (1994) nos dice que en el caso de


las mujeres de los sectores populares, especialmente los marginales,
la vida cotidiana es el enclave privilegiado de estructuración y
reproducción de su identidad social: sin contacto directo con
instancias distintas de aquella en la que se realizan sus actividades
de reproducción. Ellas se piensan a sí mismas, a los demás y a la
sociedad en general, desde la identidad que se forja al interior de la
cotidianidad. Las actividades propias de la reproducción de la mujer
de los sectores populares y la escala de valores, saberes, hábitos que
ellas conllevan, tienden a permanecer y a ser reacias al cambio, al
haber sido educadas y al vivir con más intensidad en este entorno,
con poco o ningún contacto con actividades no cotidianas (artísticas,
científicas). La mujer popular está aislada de cualquier actividad no
cotidiana, es en el barrio donde vive con más intensidad, la opresión
y la dominación.

Así podemos decir que el mundo de lo


cotidiano lo construye, principalmente, la mujer siendo ésta la
base de la identidad territorial en los denominados barrios
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 114

tradicionales y en especial en los barrios marginales, a través de las


labores o trabajo doméstico, como hacer la comida, el lavado, la
ida, generalmente a pie, a la compra en el almacén que aún quedan
en el vecindario, a la ida a la escuela, a la ida al consultorio, el
ayudar a sus hijos en las tareas escolares, el cuidar de los ancianos
de la casa, el casi no salir de ese entorno por falta de dinero y
perspectivas, el aprender de la participación en los Centros de
Madres y Juntas de Vecinos, en la amistad y solidaridad con las otras
mujeres y muchas veces, en las denominadas “ollas comunes”. Es el
espacio, mal denominado, “del no trabajo” o “inactivo”, un
espacio dependiente, no remunerado, no reconocido, un espacio al
margen de la economía, apareciendo como un espacio sin valor, sin
símbolos socialmente relevantes, siendo que en el ámbito vecinal es
todo lo contrario y tremendamente significativo, simbólico e
importante y que la Geografía y otras disciplinas relacionadas con lo
social deben tener en cuenta a la hora de la planificación.

Sonia Muñoz (1994) en su investigación en el


barrio marginal de “El Diamante” de la ciudad de Cali, llegó a
determinar que los espacios o lugares de la mujer “dueña de casa”
(término que lo considera un eufemismo, sin poder encontrar uno
más adecuado), son tres que en el barrio auspician la comunicación
vecinal: el mercado o feria ambulante, la tienda y los espacios
aledaños a la casa. Su comunicación con el exterior es a través de
los periódicos, de la radio y la televisión. En cambio el espacio
barrial de los hombres son las fuentes de sodas, los bares y los
lugares para el deporte y el recreo, sitios de juerga, compañía,
juego y muchas veces de sexo. Espacios de los cuales la mujer está
totalmente excluida.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 115

Por
último, Aronovici (1965) dice que un
vecindario no es una entidad geográfica, sino un concepto de
tipo social y espiritual dentro del cual puede ser modelado y
expresado el ideal y las ideas de esfuerzo cooperativo, y el hombre
y el niño están subordinados a ello. El vecindario es la primera
prueba de la eficacia de la vida de familia y la disciplina
cooperativa, prueba en la cual el individuo experimenta una
ampliación del radio de relaciones humanas, con mayor campo para
su expresión, ya que por medio del vecindario se pone a prueba, el
impulso social y se revelan nuevas formas de lenguaje en las
relaciones humanas. Dice que el vecindario podría definirse como:
“un lugar donde cada uno sabe lo que está haciendo el otro y todo lo
que lo incumbe”. Históricamente el vecindario ha sido el crisol
donde el carácter de cada individuo ha tomado forma como parte de
la sociedad; su lugar y función en la planificación y construcción de
las ciudades debe adecuarse a este objetivo.

A pesar de la preocupación en las últimas


décadas, de los sociólogos, los trabajadores sociales y todos los
especialistas en lo urbano, por las amenazas de la base misma de
nuestras instituciones. Las bandas, los garitos, la delincuencia, la
amoralidad e inmoralidad entre la juventud y los adultos y el
desperdicio de la preciosa ociosidad por falta de trabajo, se han
convertido en plagas de muchos vecindarios. No obstante, donde los
vecinos han vivido por mucho tiempo en estrecha proximidad, han
elaborado organizaciones e instituciones que revelan espíritu de
ayuda, tolerancia, simpatía y comprensión mutua. El vecindario
sigue siendo uno de los factores más importantes en el desarrollo de
las relaciones humanas normales, básicas para la vida de las
naciones. Si bien es cierto nuestras ciudades se metamorfosean sus
formas y funciones, el vecindario, tal como se le conocía en tiempos
de vida más sencilla, algunos van desapareciendo, pero ésto no
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 116

significa que no hayan, en la actualidad vecindarios con límites casi


bien definidos, sino que, lo que lamentablemente declina es la
íntima y la conciencia de intereses, objetivos y simpatías comunes.

Puede decirse que espíritu de vecindad y


barrio son las dos fuerzas entrelazadas que en definitiva
determinan, dirigen y son las bases de los ideales de la ciudadanía,
tanto local, como estatal e internacional. El ajuste entre la vida de
familia y los horizontes más amplios de la madurez cívica, no viene
desde dentro, sino mediante un contacto con el mundo exterior y el
proceso debe comenzar con el barrio, ya que es aquí donde el
individuo encuentra oportunidades para comprender la relación entre
libertad y democracia, entre individualidad y cooperación, condición
de respeto a sí mismo, y tolerancia para con otros individuos con los
mismos derechos y privilegios en el orden social. Si bien es cierto en
la vida del hombre la buena vivienda es una necesidad, a ésta no
sólo hay que darle buenas paredes y otros servicios básicos y
fundamentales, sino también alma y ésta no se encontrará entre las
cuatro paredes, sino modelando el espíritu humano para lograr una
sensible y sensata relación con el mundo exterior y cercano, con
todas sus oportunidades de contacto humano, simpatía,
comprensión, esfuerzo, cooperación y tolerancia.

El concepto de barrio es un término importante a tratar,


discutir, analizar y determinar en forma urgente.
Reflexiones sobre el concepto de barrio. Joaquín Gallastegui – Juan Galea 117

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