Professional Documents
Culture Documents
Summary:
"Kaneki quiere saber si estás disponible el sábado en la noche," dijo Banjou.
Era realmente difícil creer que hoy, por primera vez en su vida, dentro de unos
pocos minutos, Touka tendría su primera cita con Kaneki. One-shot.
#Notasquetodosaman(?):
TOUKEN FOREVEEEEEEEEER.
Durante un breve instante se sintió como una adolescente otra vez, como una
absurda pieza de ajedrez que se suponía no debía estar dentro del tablero, una
pieza sobrante, fuera de lugar, absurda. Y es que aquella situación realmente le
parecía sorprendente, incluso aterradora. Durante tres largos años se había
mantenido firme en su obstinación, esperando, su orgullo rodeándola cual
serpiente a su presa. Pero todos sus planes se habían ido al demonio cuando
Banjou se presentó frente a su humilde cafetería aquella mañana.
Lo supo, en cuanto divisó entre los árboles sus ojos amables y su sonrisa fácil,
supo de inmediato el motivo de su indeseable visita. Banjou era su amigo, por
supuesto, pero eso no cambiaba el hecho de que su visita le resultara
realmente indeseable. No porque no le agradara su presencia o porque hubiera
algún problema con Banjou, pero su visita traía consigo una petición, una
petición a la cual Touka no sabía si podría encontrarle una respuesta.
Banjou entró a la cafetería, pidió una taza de café, sonrió con calidez y asintió
con firmeza.
Por supuesto.
Durante todo este tiempo desde que había regresado, Kaneki había vuelto a sus
antiguas raíces, trabajando de aquí a allá, requiriendo la ayuda de sus nuevos—
y viejos—amigos. Pero ésta vez, a diferencia del pasado, Kaneki se las había
ingeniado para cumplir su antigua promesa: visitar regularmente la cafetería.
La emoción en los ojos de Touka al verlo atravesar la puerta de :re cuando
creyó que nunca más lo haría de nuevo fue abrumadora. Lo seguía siendo. Y
aunque no había tenido el placer de verlo durante algunas semanas, los pocos
momentos que habían compartido juntos siempre conllevaban la participación
de otras personas, conversaciones relacionadas a los siguientes movimientos
estratégicos de Kaneki y la futura rebelión que poco a poco comenzaba a
alzarse, infundiendo temor en todos.
Deseaba creerlo. Deseaba confiar en que sus intenciones eran buenas, en que
las cosas podrían ser diferentes incluso por una sola vez. Sería fácil
simplemente cerrar los ojos y pretender que nada importaba, abrir su corazón
sin importar las consecuencias, pero lo hacían. Cada día, cada hora… todo el
tiempo. Y ahora Banjou se encontraba frente a ella para interrumpir sus
temores, su pacífica vida, aunque Touka no la consideraba tan pacífica como
realmente parecía ser. Solo era vacía, como un hombre que repentinamente
sufrió una ceguera y ahora debía aprender a caminar sin ver del todo hacia
donde se dirigía, sosteniéndose de objetos tan efímeros como el tiempo,
obligándole a tropezar un sin fin de veces contra el suelo, recordando su
miserable realidad.
Y ahora la cura yacía frente a sus manos y el temor en Touka era más que
abrazador.
Era realmente difícil creer que hoy, por primera vez en su vida, dentro de unos
pocos minutos, Touka tendría su primera cita con Kaneki.
Touka se observó al espejo por enésima vez, humedeciendo sus dedos con la
punta de su lengua para acomodar un rebelde mechón de cabello celeste que
se interponía entre sus ojos, intentando acomodarlo de la forma correcta para
que no estorbara. Suspiró, gruñendo con irritación.
—Maldita sea.
—Eh, pedazo de mierda —llamó Touka, aterrizando frente a sus ojos. Suspiró,
temblando—. ¿Me veo bien?
—¿Te parece poca cosa? —respondió Touka, haciendo una mueca y esperando
que el sabor del café pudiera cambiar sus nervios—. Es la primera vez que
estaremos a solas luego de todo este tiempo. Ni siquiera sé que decirle, ¿de
qué vamos a hablar? Cada vez que nos vemos no sabemos qué demonios decir,
es incómodo.
—Yo te diré lo que sucederá —interrumpió, muy serio. A pesar de ser Nishiki,
durante un instante Touka puso atención a sus palabras—. Kaneki dirá algo
estúpido, como siempre. Tu te enfadaras y le patearás el trasero, como
siempre. Kaneki se sentirá culpable y te pedirá perdón, cómo siempre. Luego lo
perdonarás, como siempre, y todo regresará a la normalidad. Su relación es la
cosa más ridículamente predecible que he visto en mi vida, ya rompe con la
monotonía y dile que lo amas, imbécil.
—¿Qué pasa? ¿Qué tiene? —tartamudeó, mirando sus prendas, buscando algún
error—. ¿Está roto? ¿Tiene alguna mancha?
—¡Es horrible!
Touka entrecerró los ojos, apartando los ojos de su atuendo para dedicarle a
Tsukiyama una mirada de odio puro. Apretó los dientes, su corazón poco a poco
abandonando el susto provocado por ese imbécil esquizofrénico.
—Vete al demonio.
—¡Vamos, camina!
La sostuvo por los hombros, dirigiéndola por el pasillo con presunta rapidez.
Touka hizo una mueca cuando el vestido aterrizó sobre su rostro. Lo atrapó
torpemente, echándole un vistazo.
Touka suspiró, observando las ropas entre sus manos. Iba a arrepentirse de
esto, estaba segura. Rápidamente se quitó la ropa que llevaba puesta y se
calzó con el vestido rojo, el suéter y la bufanda. Era demasiado poco, el
invierno azotaba Tokio de manera voraz y presentía que la ligereza de su
atuendo iba a jugarle una mala pasada, además de ganarse las miradas
curiosas de la gente a su alrededor. ¿Quién en su sano juicio utilizaba un
vestido en invierno, dejando gran parte de sus piernas al descubierto, listas
para congelarse? Pero ya no tenía tiempo de cambiarse de nuevo, y no deseaba
hacer a Kaneki esperar. Luego de tres largos años, Touka debía asegurarse de
que ésta noche fuera perfecta.
—¡Te ves muy bien! —exclamó, colocando ambas manos sobre sus hombros.
Lucía como un hada madrina—. Aunque podrías verte mejor, of course, si
tuvieras ropa de… uh, mejor calidad, pero creo que-
—Voy a morirme de frío —replicó Touka, intentando bajar un poco el borde del
vestido para cubrir la mayor parte de sus piernas, pero no había caso.
—De todas maneras, ¿por qué estás ayudándome con esto? No es algo que tú
harías. De hecho, no me sorprendería si intentaras sabotear mi noche.
Él asintió, animado, y cuando se inclinó para tomar las botas que yacían junto a
la cama, la voz de Nishiki se oyó a lo lejos, gritando el nombre de Touka.
Ambos se paralizaron.
Ambos, a la par, Touka y Tsukiyama, jadearon con sorpresa. Touka abrió los
ojos, desesperada, y correteó hacia donde estaban sus botas, intentando
colocárselas lo más pronto posible. Tsukiyama se acercó al espejo, acomodando
su cabello dramáticamente. Touka logró calzarse con sus botas, ajustando el
cierre e intentando mantener el equilibrio para no irse de boca hacia el suelo,
tal vez demasiado apresurada. Los nervios estaban carcomiendo sus entrañas.
—¡¿A quién demonios le importa como te ves?! —replicó ella, empujándolo para
tomar su lugar frente al espejo—. Dios, mi cabello es un desastre.
Él asintió.
Nishiki hablaba, sin embargo sus palabras no tenían ningún sentido para
Kaneki. Sus ojos grises observaron a la muchacha parada frente a él, y las
semanas que pasó sin verla repentinamente se sintieron demasiado pesadas,
demasiado extensas, verla frente a él era como un respiro de aire nuevo, aire
fresco y puro para una vida demasiado agotadora. ¿Cómo había podido su
cuerpo—y su corazón—haber durado tantos días sin verla? Estaba ocupado, y
su mente se encontraba en un lugar demasiado lejano como para siquiera
encontrar el tiempo necesario para pasearse por la cafetería y conversar un
rato sobre temas triviales. Repentinamente se sintió nervioso.
—¡Te ves muy bien, Kaneki-kun! Veo que estás poniendo en práctica mis
consejos.
—¿Por qué dijiste esas cosas? Te odio —replicó Touka en voz baja.
—Veremos una película —respondió Kaneki—. Para ser honestos, hace años que
no voy a un cine.
Touka suspiró, caminando hasta colocarse junto a Kaneki. Miró a Nishiki con
aburrimiento.
—Sí, ¿cómo se llamaba la maldita película? Espero que sea buena, las entradas
fueron jodidamente costosas, ¿sabes?
—"La rebelión de los zombis mutantes", es una gran película, se los aseguro —
miró su reloj, alzando las cejas—. Deberían apresurarse, la función empieza en
media hora. Y sobre las entradas, yo fui quien las consiguió.
—Y tú eres un engreído.
La conversación llegó a su fin cuando Nishiki dirigió sus ojos rápidamente hacia
Kaneki, sin intención de decir nada en lo absoluto. Touka creyó que continuaría
con la inútil disputa, pero los ojos de Nishiki distraídamente posados sobre
Kaneki captaron su atención. Frunció el ceño, confundida, y apartó la mirada
hacia él.
Kaneki estaba observándola fijamente. Por primera vez desde que llegó, Hori
apartó su atención de su cámara para observarlo también. Todos lo estaban
observando observándola a ella. Durante un instante Touka se sintió
terriblemente incómoda.
¿Por qué demonios la miraba de esa manera?
—¿Qué demon-
Hori mantenía la cámara alzada frente a su rostro, la bajó una vez que el flash
desapareció.
—¿Qué sucede?
—Yo… —dijo en un susurro, y su voz se oyó tan sincera como una brisa de
verano—. De verdad espero que Kaneki se divierta esta noche.
Nishiki resopló, sin saber qué otra cosa decir. No era propio de Tsukiyama ser
tan… sentimental.
—¿Vas a llorar?
—Por supuesto que no. ¿Qué tal si me preparas un café y compartimos una
noche de chicos, Nishiki-kun? Podría hacerte una mascarilla facial, el estrés
está acabando con tu juventud.
—o—
Touka nunca creyó que una simple noche de cine se convertiría en algo tan
incómodo.
El recorrido fue sencillo y sin preámbulos, las calles pobladas de nieve y las
luces festivas de una navidad pasada aún decoraban los edificios y negocios
principales de la ciudad, como si el tiempo se hubiera congelado en una
temporada que para todos se sintió un poco amarga. Los copos de nieve caían
sobre el cabello albino de Kaneki camuflando sus colores, y a Touka le hacía
gracia. Se preguntó que diría si se ofrecía a teñir su cabello, aún le parecía algo
descabellado que anduviera caminando por la ciudad tan tranquilamente sin
temor a que lo descubrieran.
Touka nunca había deseado tanto matar a Nishiki como lo hacía ahora.
Zombis mutantes creados por un científico loco que deseaban liderar una
revolución y asesinar al presidente de los Estados Unidos. ¿Qué clase de bazofia
era esa? Kaneki ni siquiera parecía prestarle atención a la película y la situación
se volvía cada vez más absurda con el paso del tiempo. La sala de cine se
encontraba casi vacía y la mirada de Touka viajaba de la película hacia la boca
de ese par de extraños, frunciendo el ceño con repulsión ante las mil tonterías
amorosas que se susurraban entre beso y beso. Entre sus constantes miradas,
los ojos de Kaneki se toparon con los de Touka, sus bellos ojos resplandeciendo
bajo la oscuridad de la inmensa habitación, su cabello brillando más que nunca
gracias a las luces de la pantalla y durante un instante su corazón se detuvo,
aquellos dos extraños dejaron de existir y también la película frente a ellos, tan
solo fue ella.
Ella.
Quien maldecía por lo bajo intentando erguirse para tener una mejor visión de
la pantalla. Ella, quien suspiraba con nerviosismo y constantemente arrastraba
su mano hacia su frente para apartar ese rebelde mechón que se interponía
entre sus ojos. Ella, quien apartaba la vista rápidamente de la película cuando
una escena demasiado asquerosa se presentaba escandalosamente, fingiendo
no haberse asustado en lo absoluto. Cuando Kaneki se marchó de Anteiku años
atrás por un sin fin de cosas que en ese entonces Touka no comprendía,
destruyó su realidad por completo y entonces solo fueron ella y su cafetería,
ella y su soledad. Simplemente ella, cuando antes solían ser ambos.
Ambos. Promesas susurradas bajo una noche demasiado lejana que Touka ya
no se molestaba en buscar,
No me dejen sola.
No lo haré.
Comenzaron una canción que sabían de memoria pero nunca cantaron y ahora
se quemaba dentro de sus pulmones día a día.
Kaneki mantenía sus ojos levemente posados sobre su rostro, y Touka ignoraba
completamente el hecho de que Kaneki estaba, probablemente, pensando
exactamente lo mismo que ella. No comprendía como era posible recordar tanto
solo con mirarla durante unos pocos segundos. Pero así era Touka. Tan bonita y
sencilla por fuera, tan profunda y compleja en su interior. Como el cielo
nublado, donde las estrellas se escondían temerosas detrás de las nubes pero
que al despejar los cielos podías encontrar galaxias enteras, constelaciones
infinitas que se unían para crear algo perfecto.
No con tanta emoción como ella, pero sus labios se curvaron en una extraña
mueca que Kaneki supo fue una sonrisa—ese tipo de sonrisas demasiado
extrañas, demasiado Kaneki—y la situación se tornó aún más absurda.
Entonces él supo, involuntariamente o no, que ambos ya no tenían nada que
hacer ahí. Con sus labios Kaneki gesticuló un inocultable ¿quieres irte? que
Touka supo debió pensar con detenimiento, permanecer quieta y evaluar todas
sus opciones. Tal vez no era una buena idea, ¿qué sucedería una vez que
estuvieran a solas? ¿De qué hablarían? Tal vez sería mejor que-
Sí.
Guiada por un impulso, Touka asintió perezosamente con la cabeza y vio alivio
en la mirada de Kaneki. Tal vez temía que se negara, tal vez temía que lo
enviara al demonio por invitarla a salir después de semanas sin haberse pasado
por la cafetería, tal vez, tal vez, tal vez. En ese instante Kaneki deseó poder
leer su mente aunque fuera una vez. Abandonaron la sala de cine con descaro y
Touka volvió a sentir esa chispa de adrenalina que sentía cada vez que él
estaba a su lado, esa sensación de estar haciendo algo terriblemente malo que
en realidad era increíblemente bueno.
—Ésta es la última vez que dejo que Nishiki me recomiende una película, es
como si lo hubiera hecho a propósito —se quejó Touka, apenada, mientras
caminaban en silencio por las calles de la ciudad. Suspiró, cruzándose de
brazos—. Lo siento…
—Está bien, de todas formas fue gracioso. Creo que la película era tan mala
que la sala se encontraba casi vacía.
¿Qué tal si la cita concluía aquí? ¿Qué tal si Kaneki decía "será mejor que
regresemos" y días después lo sucedido quedaría en el pasado, casi olvidado?
Touka no quería marcharse aún, ni siquiera habían terminado de ver la película,
ni siquiera habían pasado dos horas desde que la cita comenzó, no quería que
acabara tan pronto. Sin embargo, no se le ocurría ninguna otra cosa que
pudieran hacer. ¿Ir a cenar? Eran ghouls. ¿Patinar? Dudaba que ambos
quisieran hacer eso. La tensión e incomodidad era más que latente, miradas de
reojo que regresaban rápidamente a su lugar y palabras atascadas en la lengua
que ninguno de los dos se animaba a decir. Demasiadas cosas habían sucedido
entre ambos como para esperar poder pasar un agradable momento juntos sin
recordarlas, sin traerlas a flote otra vez. El pasado no podía ser ignorado,
especialmente cuando sentía que Kaneki había comenzado a evadir su
compañía otra vez; sin embargo, Kaneki la sorprendió con un leve
encogimiento de hombros, sonriendo suavemente.
Así que Kaneki deseaba continuar con la cita también. No la había finalizado, no
se había quedado sin palabras. Kaneki deseaba continuar.
—U-Uh, pues-
Su cuerpo dio un respingo cuando repentinamente sintió algo pesado y cálido
caer sobre sus hombros. Touka se sobresaltó, volteándose ligeramente hacia
Kaneki para notar que ya no traía puesta su chaqueta marrón, ésta ahora caía
sobre sus propios hombros cubriendo la delicada piel expuesta a causa de su
vestido. Lo observó con cuidado acomodar los bordes de la chaqueta sobre sus
hombros, y él no pareció intimidado a la hora de regresarle la mirada, tan alto
y serio que se veía. Y guapo. Ahora más que antes. Menos niño, más hombre.
Kaneki guardó sus manos en sus bolsillos y continuó caminando como si nada,
mirando hacia delante.
—Oí que inauguraron una nueva cafetería cerca de aquí, dicen que es popular
—dijo él, dándole la espalda mientras continuaba caminando—. Demos una
vuelta y probemos a ver si el café es tan bueno como el tuyo, aunque lo dudo.
Touka tocó ligeramente con los dedos la tela de la chaqueta, dejando escapar
un profundo suspiro. Aún le costaba creer que esto en verdad estaba
sucediendo. Sin decir nada más, Touka comenzó a seguirlo en silencio. Kaneki
caminaba varios pasos más adelantados que ella, cada uno sumergido en sus
propios pensamientos, tal vez pensando y planeando las palabras adecuadas
que dirían luego, aunque Touka no tenía la menor idea de qué decir.
Poco a poco comenzó a notar que la nieve bajo ellos era abundante y estaba
repleta de las huellas que Kaneki dejaba atrás con cada una de sus pisadas. La
silueta de sus pies eran mucho más grandes que las suyas, pasos alargados e
igual de lentos que los de ella. Ladeando el rostro, Touka comenzó a pisar sus
huellas, sus pies enterrándose en la profunda silueta de sus pisadas, una por
una, caminando el mismo sendero que él. Continuó de aquella manera durante
largos minutos, y como Kaneki no oía absolutamente nada, lentamente se
volteó sin dejar de caminar; la imagen de Touka extremadamente concentrada
en pisar sus huellas le hizo sonreír, ella ni siquiera notaba que él estaba
mirándola.
Kaneki se volteó, y con una sonrisa traviesa comenzó a dar pasos muchísimo
más alargados y pesados, como el paso de un gigante. Touka hizo una mueca
al notar que el espacio entre las huellas era cada vez más grande, intentó
llenarlas, pero sus piernas no eran tan largas y su estatura tampoco, por lo que
cuando estiró su pie para alcanzar la huella más lejana, tropezó ligeramente,
jadeando, sin embargo los reflejos de Kaneki eran demasiado agudos. Se volteó
casi inmediatamente y sostuvo su mano, ayudándola a estabilizarse. Touka
parpadeó, pisando de nuevo, y notó la frialdad de su piel contra la suya, sus
dedos aferrándose alrededor de su mano para evitar que cayera. Alzó la
mirada, temblando y no a causa del frío. Kaneki observó sus ojos y cuando
éstos se posaron momentáneamente sobre sus labios, Touka apartó su mano
de la suya instintivamente, irguiéndose y recuperando la compostura.
—Touka-chan.
Pero Kaneki no la observaba. Mantenía sus ojos fijos en un puto exacto sobre el
suelo, lucía pensativo.
Tal vez no quería ir a la cafetería. Tal vez quería marcharse a casa, tal vez-
Aquella pregunta le tomó por sorpresa. El silencio reinó sobre la calle, los copos
de nieve cayendo sobre ellos lentamente, y Touka notó que los árboles
desnudos a su alrededor estaban decorados con un montón de luces navideñas
perfectamente enroscadas alrededor de las ramas. Era una vista demasiado
hermosa, y la silueta de Kaneki se veía perfecta bajo las luces.
Ella negó con la cabeza, pero el tono de su voz se oyó demasiado decepcionado
como para que Kaneki le creyera.
Ella lo imitó, contemplando los árboles al igual que él, sin saber qué otra cosa
hacer.
—Mmmh…
Touka se tensó.
—Cuando aún no tenía mis recuerdos —aclaró, sus ojos sumergidos en una
memoria antigua—. Me pregunté qué estaría haciendo la camarera de la
cafetería :re. Pensé que tal vez estarías en una cita, creo que me pareciste el
tipo de chica que estaría en una cita la noche de navidad.
Ella sonrió un poco, conteniendo sus emociones.
—Claro que no —negó ella, apartando la vista de las luces navideñas—. Las
citas no son lo mío, suelo arrastrar a los chicos a asquerosas salas de cine para
ver películas aburridas.
Ya no más.
Los ojos de Kaneki brillaron y no a causa del reflejo de las luces navideñas.
Con un pequeño suspiro, Kaneki se inclinó hacia sus labios sin ningún tipo de
advertencia previa, ni siquiera pareció dudarlo, simplemente lo hizo.
Touka se sonrojó, jadeando, y antes de que los labios de Kaneki alcanzaran los
suyos, ella dirigió su mano rápidamente hacia su boca, sus dedos cubriendo la
piel sensible y obligando a Kaneki a detenerse frente a ella. Los ojos de Touka
estaban abiertos de par en par.
—Qué estás haciendo, idiota —replicó por detrás de sus dedos que aún
presionaban contra su boca.
Finalmente Kaneki se apartó, pero solo un poco, solo lo suficiente para esperar
pacientemente a que Touka se rindiera y quitara su mano del medio. Cuando
Kaneki se apartó, el corazón de Touka dio un intenso vuelco cuando él sonrió.
Sus labios se curvaron en una tímida sonrisa, en un "mira lo que hecho, Touka-
chan", el tipo de sonrisa estúpida que puso cuando Touka halagó su primer
café, la única vez en la que ella se permitió felicitarlo por algo tan simple como
eso. Poco a poco Touka apartó su mano, conmocionada, deseando más.
Porque Touka estaría mintiéndose a sí misma si negara que aquél beso le había
molestado. La había tomado por sorpresa, y jamás habría pensado que Kaneki
sería el primero en dar el primer paso. Ambos conocían el tipo de relación que
tenían y Touka siempre supo que había algo más, pero las circunstancias eran
demasiado crueles con ambos y poco a poco las esperanzas de Touka decaían,
pero ahí estaba él nuevamente, tres años después, para recordarle que no todo
estaba perdido. Ambos no habían muerto.
Se inclinó un poco más, sus frentes poco a poco uniéndose con delicadeza…
Kaneki ya no podía controlar los pensamientos que nublaban su mente, su
perfume a vainilla confundían cada uno de sus sentidos, y por primera vez
Kaneki supo que hacía lo correcto. Se inclinó un poco mas, ladeando el rostro, y
Touka cerró los ojos con anticipación cuando los labios de Kaneki descansaron
sobre los suyos. Kaneki abrió su boca, atrapando sus labios en una firme y
lenta caricia; se apartó de nuevo, respirando con dificultad como si no pudiera
creer lo que hizo. Ambos observando los labios de cada uno con sus frentes
unidas, y Kaneki continuó. Volvió a ladear el rostro y juntó sus labios con los
suyos de nuevo, esta vez dirigió su mano hacia su cintura para atraerla cerca,
encerrarla entre sus brazos y profundizar el contacto.
Esta vez su lengua acarició su labio inferior, logrando que Touka desprendiera
un intenso suspiro que nubló sus sentidos por completo. Sus labios se sentían
fríos y suaves, sus brazos a su alrededor se sentían como un hogar, el pequeño
sitio que por tanto tiempo intentó alcanzar, y ahora lo había encontrado. Lo
había encontrado. Alzó su mano y la punta de sus dedos trazaron una tierna
caricia sobre su mentón, obligándolo a intensificar el beso, su cálido aliento a
menta tiñendo su piel cuando abrió su boca, la suavidad de su lengua al atrapar
la suya, la caricia de su nariz provocando cosquillas en su piel. "Touka", susurra
lentamente contra su boca, cada letra de su nombre saboreada entre sus labios
de la manera en que un rey rinde honores a su reina.
Cuando Kaneki se apartó, solamente sus labios fueron los que la abandonaron.
Sus brazos aún continuaban firmemente aferrados a su alrededor, su frente
seguía descansando contra la suya, pero sus ojos estaban cerrados. Touka
abrió los suyos, acariciando su mejilla, y Kaneki dejó escapar un profundo
suspiro, sonriendo.
—No sabes por cuanto tiempo he deseado hacer esto —admitió Kaneki, dejando
caer de su espalda un enorme peso.
—o—
—No estaba sola, viejo gruñón. Ya estoy aquí, mejor vete a dormir —dijo,
avanzando hacia el pasillo camino a su habitación. Se detuvo, mirando a su
alrededor—. Por cierto, ¿dónde está Nishiki?
—Oh, bueno, si lo ves, dile le doy las gracias por lo de hoy —dijo, avanzando
por el pasillo y oyendo la voz lejana de Yomo venir desde la cafetería.
—¡H-Hey!
Hace mucho que quería escribir esto, pero me había estancado y no pude
continuarlo. Pero el último capítulo me inspiró así que heme a aquí(?)
Quise plasmar un poco esa nostalgia de Tsukiyama, el que a pesar de que ame
a Kaneki como algo más, se siente bien al saber que Kaneki es feliz con Touka
(?) y esas cosas, lmao.
Bless Nishiki.
¿Reviews? :o
—Mel.
peek-a-boo
By: pfeffersteak
AU. Esto es de lo que las pesadillas están hechas. O, Touka tiene un fetiche con
los chicos muertos y Ken es un monstruo precioso. *Dark!Fic*
Rated: Fiction T - Spanish - Friendship/Horror - [Kaneki K./Haise S., Touka K.]
- Words: 5,233 - Reviews: 4 - Favs: 4 - Follows: 6 - Published: Nov 8 - id:
12225152
+ -
Nota: horror chafa más Touken más fantasía mediocre igual a esta cosa (?)
advierto otras parejas y angst~
Nota2: ya lo había publicado, decidí borrarlo para hacer los capítulos más
extensos y ahora lo vuelvo a re-subir (aclaro para que sepáis que soy yo, todo
es nuevo a partir del iv). Probablemente me tome nueve vidas terminar esto
pero juro que lo continuaré ´u` edit 09/11/16: el feedback motiva siempre, no
lo olviden por favor! (rws o favs son gratamente recibidos y evitan que cometa
la estupidez de eliminarlo de nuevo, i swear). Me siento más motivada a
continuar si hay alguien del otro lado de la pantalla a quien le interesa
I. Dulce infancia
(Hay una niña).
Tiene cabellos de madre selva y ojos enormes de aceituna podrida, con sonrisa
de piraña y garras recubiertas en plumas, piel de leche cortada tan blanca y un
vestido de holanes con adornos de insectos que pululan de aquí para allá.
Cuando Mamá se frustra por los pagos y por las deudas y llega cansada de sus
trabajos de doble turno y se enfada con él y le da una cachetada en la mejilla y
luego un golpe en la nariz y un puntapié en el estómago, chillando (basta Mamá
me lastimas) y él llora, es ella quien le pone pomada y venditas después. Y
también es ella quien dice que qué injusto, que su madre no tiene derecho, que
si le da algo a cambio ella puede hacer que Mamá desaparezca para siempre.
Al día siguiente Mamá muere cuando un animal rabioso con espuma en la boca
y mirada de vidrio la ataca y le desgarra la carne, en la acera, a la salida de su
trabajo, —salió de la nada, pobre mujer, comentan apenadas las masas. Y él se
queda solo. Y es feliz un instante. Pero entonces–
Ella viene una noche lluviosa y toca su puerta y él abre. Ella le dice que ha
cumplido su parte del trato y que es hora de que él le dé algo que ella quiere.
Una cosa de nada, ah-ah, ni siquiera la extrañaras que-ri-do. Él tiene sus
dudas. Ella le recuerda que hicieron una promesa. Él acepta. Y las sombras se
lo tragan, nadie lo escucha gritar auxilio.
Porque la cosa que le quita a él es...
Craaaaaaaaaaaaaaaaaackkkkkkkkkkk.
Más de pronto no hay nadie en esa casa. Nadie que esté vivo.
Touka suelta un bufido ante el regaño de su tío Yomo y a pesar de todo sigue
asomándose por la ventana del auto. En el asiento contiguo Ayato se ríe entre
dientes y por lo bajo, con disimulo.
— Sí, una cabeza más, una cabeza menos, qué más da —prosigue Ayato—. Ni
que fuese la primera Kirishima que se muere.
Ante eso Touka aprieta los puños y el tío Yomo emplea más fuerza en el
volante.
Con Ayato nunca se sabe porque es muy áspero con todos. Sobre todo desde el
accidente de sus padres.
(—El asesino serial más conocido como Jason volvió a atacar el día de hoy, las
víctimas desafortunadas fueron una pareja, Arata y Hikari Kirishima, quienes
volvían de dejar a la escuela a sus hijos kkkkkckkkkkkkk... la custodia de
ambos niños ha quedado a cargo del pariente más cercano, el hermano de
Hikari Kirishima, Yomo Renji kkkcckkkkkk... se les recuerda que salgan con
precaución a la calle porque Jason y la pandilla que le sigue Los Trajes Blancos
continúan sueltos y son en extremo peligrosos... kkkcckkkkkk, en otras
noticias...)
— ¿Falta mucho para que lleguemos, viejo? —Inquiere Ayato. Touka parpadea.
La vista monótona de edificios, tiendas y parques ya ha empezado a aburrirla.
Se vuelve a preguntar por millonésima vez por qué han tenido que mudarse a
otra ciudad. Por supuesto, ella es indisciplinada y la expulsan de todas las
escuelas a las que va, y Ayato tiene sus propios problemas.
— Dígame señor, ¿está usted ciego o qué? quizás necesita comprarse unos
lentes).
Y el psicólogo les sugirió que cambiar de aires les ayudaría. Que vivir en una
ciudad distinta donde sus padres no hubiesen sido asesinados era lo mejor.
Pero–
Igual la frustra.
— Sí, seguro que como salió tan barata ha de estar cayéndose a pedazos —
añade Ayato, aún concentrado en su lectura.
— ¿Es aquí? —Pregunta Ayato—. Luce horrible, parece que alguien hubiese
muerto dentro.
Pero qué...
Espera un minuto.
— Deberían irse de aquí —insiste la voz, más cerca. Ella aún no ve a nadie. Se
muerde los labios.
Y entonces.
Touka ve una mancha de sal a unos pasos de ella, tan blanca. Pero se
desvanece con rapidez.
Ella come.
Y él la mira.
Ella come.
Y él sufre.
Ella come.
Ella come.
Y él la detesta.
Ella come.
Ella come.
Y él araña el empapelado.
Ella come.
Ella come.
Ella come.
Ella come.
Así comienza.
Que Ayato es un niño problemático que rara vez escucha a los adultos y no
desea separarse de Señor Felpudo, jamás, jamás.
Las palabras persuasivas de Arata son cortadas con unas tijeras de aire, y un
berrinche.
— Ma, van a cerrar la entrada —comenta Touka, y le jala la manga del abrigo
para hacerse notar. Hikari la escucha y le da una palmadita en la cabeza—
. Mamá.
Arata y Hikari comparten miradas, al final, él suspira y Hikari repite con Ayato
lo mismo que ha hecho con Touka hace unos instantes, arreglarle el pelo.
Cuando están listos Hikari les da un beso en la frente a cada uno, y sonríe
como mazapán. Un maestro avisa que cerraran las puertas en tres minutos.
— ¡Entendido! —dicen los dos al mismo tiempo. Y con prisa avanzan hacia las
puertas y las traspasan, seguidos por más niños inquietos. Se despiden de sus
padres sacudiendo las manos con ganas (es la última vez que los ven). Ayato
aún aferrado a su conejo. Ese de tela y de un color morado profundo. Touka lo
observa de reojo.
Más desecha el pensamiento. Porque ¿qué hay que temer? Son niños y sus
padres les aman. Tienen una familia feliz. Son niños y no conocen la muerte.
— Mucho gusto, mucho gusto. ¿No les importa que los deje huérfanos verdad?
Son gajes del oficio, ya saben.
Empero, el día transcurre. Y pronto dan las cuatro de la tarde. Papá y mamá no
llegan. (En la distancia el suelo llora sangre inocente).
No logra recordar.
Agh.
Otro golpeteo.
Pock, pock.
Viene de fuera.
Pock, pock.
Una piedrita golpea el vidrio, muy cerca de ella. Y Touka brinca y retrocede.
Mierda.
— ¡Ey, no puedes hacer eso en propiedad ajena! —Procura modular su voz para
que no se eleve tanto, pero su enojo gana camino al correr rápidamente. Para
su sorpresa, quien quiera que esté jugándole una mala broma, la escucha.
— Lo siento.
— ¿Ahora? ¿Aquí?
¿Habla en serio?
— Promételo.
— Ahá.
En el pasillo se prende una luz y se oyen pasos, Touka suelta una maldición.
— Espe–
— ¡Rápido!
Lo levanta y lo guía al closet. Nota que está frío frío frío. Como el hielo. (Un
hielo que quema). Pone el pestillo y se apresura de vuelta a la cama.
Tapándose con las sábanas, se cubre hasta la mitad del rostro.
— ¿Touka?
— Quizás —no suena convencido, Touka bosteza otra vez. Eso lo engaña, junto
con el cansancio de haberse levantado tan temprano, lo suficiente para no
hacer más preguntas—. No olvides que si necesitas algo estoy en la habitación
contigua.
— Descansa.
El tío Yomo cierra la puerta y se va. Se apagan las luces. Touka decide
permanecer quieta unos instantes, como medida de precaución. Al cabo de un
rato, se levanta. Y va directo al closet. Cavilando todo el asunto es una
verdadera estupidez.
Quizás él–
Touka quita el pestillo y echa un vistazo. Sólo hay tinieblas. Eso no debería ser,
está segura que lo metió ahí. Se acerca un poco más y es como si se
materializara enfrente de ella, choca con el pecho del muchacho.
— Ugh.
— Lo siento.
— Sí. Me sorprendió ver que alguien la había comprado —hace una pausa
breve, y la mira de reojo—. No deberían estar aquí.
Un momento.
Eso es.
— ¿Me viste?
Relaja los hombros de papel. Curioso, tan curioso. Touka se acerca para verlo
mejor. Nota que tiene pelo de nieve, piel pálida, y que es un poco más alto que
ella. Viste ropa casual. Y entonces, sus ojos se cruzan y hay chispas de
electricidad que saltan por doquier.
Sus ojos, piensa Touka asombrada, son tan grises.
Se le seca la garganta.
Él ladea el cuello.
— No puedo contestarte.
— Eres tan raro —Touka admite, aún con la guardia en alto—. Ni siquiera sé tu
nombre.
— Oh. Cierto. Soy Ken. Ken Kaneki —para su consternación se inclina en una
leve reverencia, sin poder contenerse ella sonríe—. Y ese hombre, tu tío– él te
llamó ¿Touka?
— ¿Eh? Pero– espe– ¿eres un vecino nuestro? —no quiere decirlo, no así. Pero
lo necesita, sólo para cerciorarse—. ¿Te volveré a ver?
Resulta incomprensible.
— Es... negro.
Y está aullando.
VI. Estática
Ella está ahí, ella nunca se va, ella no debe saber que él visitó a Touka, ella–
Pero.
Una risa.
Es lo primero que les dice el oficial de policía que estacionó la patrulla frente a
la primaria a las seis y diez de la tarde, muy parco y casi como si le doliese
tener que darles esa noticia, aunque no la expresa de ese modo (—Sus padres
se han ido, no volverán nunca). Pero por qué, por qué habría de dolerle si él no
es nada de ellos y ni siquiera los conoce. A Hikari y a Arata tampoco, al menos
mientras respiraban.
Touka siente las manos frías, está sujetando a Ayato con la fuerza de —un
fantasma— alguien que lo ha perdido todo y que sin embargo necesita seguir
de pie. No te caigas, no te caigas. Le pican los ojos, como si se le clavaran
cientos de pequeñas agujas cubiertas de acido. Y la garganta se le cierra. Igual
que una caja fuerte.
Hay un ruido.
[Kkkkkckkkkkkkk]
[Kkkkkckkkkkkkk—kkkkkckkkkkkkk]
[Kkkkkckkkkkkkk—kkkkkckkkkkkkk—kkkkkckkkkkkkk]
...c
Rack.
El funeral es solemne, gris y sólo asisten el tío Yomo, ellos dos y unos cuantos
amigos de sus padres. El cielo está nublado, y se avecina una tormenta, ya
pronosticada de antemano. Igual se encuentran en ese lugar sombrío y no
tienen la intención de irse pronto. Eran mamá y papá, después de todo. Mamá
(luz que ilumina las esquinas más oscuras) y Papá (caballero de armadura de
hollín) y ahora.
Ahora.
— Tenemos que seguir adelante —se seca las mejillas con una de sus mangas.
— Ahá.
— Ahá.
Al despertar con los rayos del sol colándose cual intrusos indeseados por la
ventana y la alarma de su celular Touka piensa que todo ha sido un sueño.
Por qué.
Por qué.
Tal vez la locura sea contagiosa. Pero Ayato no está loco, sólo es... diferente.
Se levanta hambrienta de respuestas. Cree que el tío Yomo puede dárselas. Así
que aún con su blusa y shorts para dormir sale del cuarto, camina por el largo
pasillo, baja las escaleras y se dirige directo a la cocina, donde su tío ya está
preparando el desayuno. No hay señales de Ayato.
— Buenos días —saluda ella, cortés. El tío Yomo hace un gesto para dar a
entender que la escuchó. Touka ocupa su lugar en la mesa, tanteando el
terreno—. Perdón por despertarte anoche.
Silencio.
— ¿Tío Yomo?
Pero qué.
— ¿Él?
— N-nada, supuse que una casa tan bonita tendría varios compradores antes
de nosotros —miente con rapidez. El tío Yomo asiente. (Cerca, muy cerca).
Traga saliva. Y el tío Yomo sirve los platos en la mesa.
Debería. Cierto.
Me ha mentido.
— Estoy en eso —se pone en pie y casi pierde el equilibrio. Lo recupera y sube
al segundo piso, directo a la habitación de Ayato, hasta el final del pasillo. Toca
tres veces con el dorso de la mano—. Levántate ya —oye ruidos del otro lado
de la puerta—. Sé que estás despierto y sólo no quieres desayunar con
nosotros, so idiota.
Espabila, tonto.
— ¿Tenemos?
(sóloquieroprotegertepero–)
Se retira.
viniendo).
Se acerca–
Y suena el timbre.
Hace mucho que no pisa esa casa. Y ahora tiene dueños (juguetes) nuevos
para visitar (jugar a su completo antojo). La ansiedad de su querido niño de sal
sólo confirma sus sospechas.
— ¿Sí?
Porque–
Pumpumpum.
Pumpumpum.
X. Presentación
Entonces.
.
tbc
astigmatism
By: Silly Kitten
Discúlpame, pero es usted un angel (está allí lejos, inalcanzable) y ella es Dios,
debo rezarle.
Rated: Fiction T - Spanish - Drama - [Rize K., Kaneki K./Haise S., Touka K.] -
Words: 1,142 - Favs: 1 - Published: Nov 13 - id: 12230931
+ -
Advertencia: OoC, spoilers :re, multichapter, posible lime o lemon, badfic, etc.
me odio bastante.
Miu!~
astigmatism
Hay una versión en donde Alicia atraviesa el espejo con astigmatismo miópico
en los ojos y vaga por el mundo del revés perdiéndose a sí misma, hasta que
encuentra al conejo blanco (. Y Alicia se pregunta si puede seguirlo y comer de
su carne blanda despacio), y luego también se encuentra con el gato Cheshire
que le sonríe con una familiaridad cálida, sincera, siniestra, espectral (. Y Alicia
se pregunta si puede detenerse y acariciarle el lomo con las garras).
i. And I won't stop until I'm done. (You are getting in the way)
Un día Sasaki Haise entra a :re y se sienta en su mesa usual. Y piensa en todo
el papeleo que tiene que leer, revisar, corregir, firmar, entregar antes de la
hora límite. Y las reuniones, oh, las reuniones con todos los investigadores
informando, exponiendo, analizando, teorizando, observando–lo,– a la espera
de –que él pueda– encontrar una buena idea (. Pues, es mitad ghoul, mitad
monstruo, mitad enemigo, mitad pecado) y luego está Akira, y los quinxs, y
Arima. Arima y su firmeza de padre, y el miedo a que le hinque los ojos, que la
mandíbula le tiemble hasta tener-al-go entre los dientes.
Entonces
―Es usted tan bella señorita, la persona más etérea que he conocido en mi vida
(e incluso mi amnesia cede y se deja atravesar, como si fuese de materia
incorpórea, con el recuerdo ¿suyo? en mi existencias pasadas). Tan bella
señorita Kirishima.
Y ella intenta ocultar los latidos del corazón que se oyen como
un túntúntúntictiac–Alicia– turbulento. La señorita Kirishima también pretende,
pretende que no lo ha escuchado, pretende que no conoce nada de hace tres
tiempos, pretende que no recuerda su orden y busca la libreta para anotar un
americano doble.
..
(Hasta que)
Escucha la campana sonar la melodía de violines carmín, añil y guinda, y un
saxo ajustado en fa, sol de risa astral. Y sigue sonando hasta encontrar su
interludio un par de mesas frente a él.
Tiene una sensación de déjà vu que decide ignorar (no sabe porqué pero siente
los ojos de Padre como lanzas presionando sobre los suyos) y seguir leyendo
donde se había quedado. Hasta que por alguna razón sus ojos se cansan y se
desvían solos, solitos, casi como una insubordinación, al lugar donde esas
melodías se sentaron. Entonces siente escapar todo ese oxígeno vencido de los
pulmones.
Ella es…
(—una abominación,mefistofélica,repugnante)
esotérica, sideral, abstracta.
Y Haise no puede evitar recorrerla con los ojos de perro hambriento, como si le
estuviesen tentando con un plato de carne crepitante y fría y dulce y
sangrienta. Ni quiere evitar quedarse atascado en las manos de parafina y
dedos largos con yemas de metano que sostienen un ejemplar del
mismísimo Eine Kreuzung. Y jura escuchar bajito su oración morada aunque los
labios delgados de vino tinto permanezcan inmóviles y entre abiertos, como si
le estuvieran implorando de manera implícita y casi taciturna «Hey, intruso
ven». Él la repugna por un segundo, tiene el impulso de repudiar la acción y
estrellar los dientes contra la boca ajena, pero se abstiene y se corrige al darse
cuenta que no es un deseo propio, ni educado. Y continúa el recorrido. Pues su
piel luce pálida, tan quebradiza y tersa, e imagina que la toca con sus propios
dedos crujientes y juntos hacen una melodía de–crack,crack– mientras ella
mantiene orbitando las letras sombrías rigurosamente entre los anillos de sus
orbes-planetas.
A Haise se le aplastan los pulmones entre sí, ya que no hay más oxígeno que
exhalar, pero la muchacha no parece notarlo y quiere quebrarse el dedo medio
mientras lo tuerce con el pulgar. Sus ojos sobre ella se lanzan e incrustan como
quintas extremidades más flexibles y viscosas y letales, como si quisiera
abrazarle las costillas y apretarla hasta hacerle notar con horror que él no es el
ávido lector de ojos luna tras los lentes si no, y que se dio cuenta tarde (—
, muy tarde para salvarte de la tragedia— corea el ciempiés cuando se cansa de
retorcerse en el dolor).
Y no vuelve a respirar hasta que el café está sobre la mesa, con los pies sobre
la tierra ajustados en los mocasines y las alucinaciones encerradas tras un
tablero Raumschach. Haise quiere –contemplar el cielo– agradecerle a la
señorita Kirishima, pero ya no está
se fue otra vez.
Hydrangea
By: Miss Wong
AU. Touka salva la vida de Kaneki una noche cuando éste intenta lanzarse
desde el puente principal de la ciudad. Lo que él desconoce, es que Touka
busca exactamente lo mismo. Presos de la desesperación, ambos deciden hacer
una terrible promesa: quitarse la vida juntos cuando llegue el Otoño. Pero,
¿podrá el amor enseñarles a encontrar una razón para continuar viviendo? One-
shot.
Rated: Fiction T - Spanish - Romance/Drama - Kaneki K./Haise S., Touka K. -
Words: 11,897 - Reviews: 11 - Favs: 26 - Follows: 12 - Published: Oct 11 -
Status: Complete - id: 12186051
+ -
«Hydrangea»
Summary:
AU. Touka salva la vida de Kaneki una noche cuando éste intenta lanzarse
desde el puente principal de la ciudad. Lo que él desconoce, es que Touka
busca exactamente lo mismo. Presos de la desesperación, ambos deciden hacer
una terrible promesa: quitarse la vida juntos cuando llegue el Otoño. Pero,
¿podrá el amor enseñarles a encontrar una razón para continuar viviendo? One-
shot.
#Notasquetodosaman(?):
TOUKEN FOREVEEEEEEEEER.
Invierno.
Kaneki alza la mirada hacia el cielo estrellado y decide que eso será lo último
que verá antes de morir. Siempre le gustaron las estrellas. Conocía cada
constelación, cada historia atrapada en cada nombre descubierto en las páginas
de sus libros arrugados. Si tenía suerte, tal vez reencarnaría como una estrella,
o su espíritu quedaría atrapado en las galaxias como un pequeño insecto dentro
de una gran telaraña. Kaneki agacha la mirada, observando el agua moverse
bajo sus pies, y no es hasta que el viento acaricia su rostro que nota unas
cuantas lágrimas congelar la piel de sus mejillas. Por un instante desea reír.
Pero Kaneki no recordaba que la voz de su cabeza se oyera como la voz de una
chica. El muchacho parpadea, confundido, ceño fruncido y corazón
desenfrenado, y su rostro persigue el sonido de una voz que le recuerda
inevitablemente a la primavera. Entonces la ve. A su derecha, a pocos pasos de
él, sentada sobre el puente con sus pies colgando sobre el abismo, una chica
que se aferra a las vigas del mismo puente con la misma intensidad que él
mientras fuma un cigarrillo en completo silencio. Su cabello corto se agita con
el viento y sus ojos curiosos y rojizos lo inspeccionan detalladamente, como si
estuviera descifrando un enigma.
Ella frunce el ceño lentamente, sus labios carnosos suspirando el humo del
tabaco con elegancia. Durante un instante aprecia en sus ojos un tinte de
melancolía, las ojeras sobre su piel son demasiado pronunciadas.
Su honestidad le hace reír. Kaneki deja escapar una risa seca, amarga, casi
irónica.
—Te sorprenderías —admite, y la amabilidad en sus ojos, segundos antes de
saltar hacia el abismo, logran que la muchacha frunza aún más el ceño.
Ella hace una pausa, sus ojos esforzándose por descifrar un cálculo matemático
extremadamente complicado.
—¿Cómo te llamas?
¿Por qué ahora? ¿Por qué? Han viajado en el mismo tren durante años. Se ha
sentado frente a ella y ha memorizado cada aspecto de su rostro a la perfección
desde que eran niños. Sus ojos la buscaban impacientes cada mañana, el lápiz
entre sus dedos trazaba su figura sobre un cuaderno que ocultaba detrás de su
libro tímidamente, intentando plasmar la misma mirada de melancolía que le
dedicaba a la ventana junto a la que se sentaba todos los días, deseando
escapar como una mariposa encerrada dentro de una jaula. ¿Por qué ahora?
¿Por qué cuando Kaneki estaba a punto de encontrar la libertad, cuando ya
había tomado su decisión... por qué?
Era cruel.
Touka frunce el ceño, casi ofendida. Kaneki cree que se ve bonita cuando luce
enfadada.
—¿Me conoces?
—¿De verdad?
—De verdad.
—Vaya.
Kaneki sabe que han pasado tres minutos que se suponía debían ser tres
segundos y luego su cuerpo estaría en lo más profundo del río. Pero los
minutos continúan pasando y Touka termina su cigarrillo, lanzándolo hacia el
vacío y los pies de Kaneki empiezan a doler de estar tanto tiempo parado sobre
las frías vigas del puente. Durante un instante considera la posibilidad de
sentarse, al igual que Touka, pero teme que su torpeza le juegue una mala
pasada, resbalarse y caer hacia el lago.
Espera, ¿a caso no era eso lo que deseaba? ¿No había sido esa la razón por la
que había venido aquí?
—Y, dime, Kaneki —la voz de Touka genera un ambiente demasiado casual, y la
escena es más bizarra de lo que había sido anteriormente—. ¿Por qué quieres
matarte?
—La vida apesta —responde ella, sin demasiado esfuerzo, y Kaneki asiente con
una risa ahogada.
—¿Saltar?
Kaneki asiente.
—N-No, no es nada.
—¿Q-Qué? ¿A-Ahora?
Un jadeo es lo único que escapa de sus labios. ¿A caso está loca? Touka no
continúa con su discurso, y Kaneki no se molesta en responder
inmediatamente. Los minutos pasan, los autos continúan circulando y el río
bajo ellos aún sigue intacto, sus cuerpos siguen aferrados a las vigas del
puente y Kaneki suspira con derrota. Todo esto es completamente inútil.
—La verdad es que... —dice, y Touka ladea el rostro para observarlo de reojo.
Sus ojos negros brillan como estrellas bajo la luz de la luna—. Tengo miedo.
Creí que sería rápido... una vez que trepara. Pero la verdad es que llevo más de
una hora aquí parado antes de que llegaras.
Los pies de Touka se balancean debajo de ella como los de una niña.
Kaneki asiente. No sabe por qué, pero él también desea largarse a llorar.
Y sus ojos fueron la única cosa que Kaneki contempló verdaderamente esa
anoche, el único universo que no residía en el cielo por encima de su cabeza
porque sus ojos oscuros eran el universo, la luz de las estrellas reflejadas en
sus pupilas... esa chispa que estalló en su mirada esa noche. La miró con la
intención de decir algo ingenioso, alguna de todas aquellas frases que había
pensado año tras año para cobrarse de valor y hablarle camino a la escuela,
dentro del tren. Pero cuando Kaneki contempló sus ojos, las palabras lo
abandonaron. Se quedó mudo, no supo cuanto tiempo. Durante un eterno
momento fue completamente suyo.
—¿Tienes hambre? —es lo primero que pregunta, sin pensar, sin meditar—. Y-
Yo... eh, traigo dinero. E-Es absurdo, lo sé, no es como si fuera a necesitarlo en
un momento como éste, a decir verdad, n-ni siquiera sé por qué lo traigo
conmigo. Un hábito, tal vez, en caso de que vea una librería cerca... aunque mi
mejor amigo Hide dice que es porque soy un-
—A-Algo así...
—Mi madre murió cuando era bebé y mi padre se marchó de casa —dijo, luego
de beber un sorbo de coca-cola—. Vivo con mi hermano. Es un imbécil. ¿Qué
hay de ti?
—No. No lo es.
Y mientras las horas pasan Kaneki descubre cosas sobre Touka que nunca
había notado durante sus viajes en tren cada mañana. Sus ojos cambiaban de
color dependiendo la iluminación, a veces eran más azules, otras veces más
morados, casi negros. Cuando sonreía, incluso con malicia, sus mejillas
adquirían un tierno rubor rojizo. Ocultaba un mechón de cabello detrás de su
oreja cada vez que mentía, como cuando Kaneki le preguntó qué eran esas
marcas sobre sus muñecas y ella simplemente dijo que se lastimó mientras
montaba una bicicleta. Le gustaban los conejos, no, amaba los conejos, y su
libro favorito era Ilusiones, de Richard Bach. Decía que sabía preparar lattes
con forma de conejito, decía que quería tener su propia cafetería algún día, y
sus confesiones le resultaron terriblemente bizarras. Hablar del futuro cuando
minutos atrás ambos pensaban quitarse la vida. Decía palabrotas, demasiadas,
y eso le hacía reír. Kaneki no dejó de reír ni un solo momento desde que estuvo
con ella.
Touka sonríe, sonríe, frunce el ceño con enfado cuando Kaneki dice alguna
estupidez, lo insulta, vuelve a sonreír, un viaje que Kaneki habría deseado
recorrer una y otra vez. Pero la sonrisa nunca llegaba a sus ojos
completamente. Touka sonríe, pero sus ojos se ven completamente vacíos,
como un cielo sin estrellas.
Cuando la noche es demasiado oscura y las calles de Tokio están casi vacías,
ambos deciden regresar a casa y, de la misma manera en que todo había
comenzado, ambos deben tomar el mismo tren con el cual viajan a la escuela
todas las mañanas. Pero esta vez es diferente. Esta vez es de noche. Esta vez
Touka se sienta a su lado. Esta vez conoce su nombre, lo repite a cada
instante, esta vez él no es invisible para ella.
Esta vez, Touka ya no mira por la ventana. Esta vez, cierra sus ojos y descansa
su mejilla contra el hombro de Kaneki, rendida. Ya no están en el restaurante,
ya no hay necesidad de continuar pretendiendo, el tren se encuentra vacío y
Touka se aferra a él de la misma manera en que él se aferraba a las vigas del
puente horas atrás, deseoso de desaparecer pero temeroso de caer.
—T-Touka...
—Lo pasé bien hoy —dice, presionando su rostro contra su pecho, aferrando
sus dedos contra su brazo—. Eres distinto a los demás. Eres un idiota, ¿por qué
no me hablaste antes? Imbécil. Deberías haberme hablado, deberías haberlo
hecho... eres un idiota...
—Lo sé.
Primavera.
Cruel.
—Deberías odiarme —se lamenta, una y otra vez, contra su pecho—. Soy una
porquería. Soy terrible.
—No lo eres.
Kaneki calla, suspirando, cerrando sus ojos y deseando que las cosas fueran
distintas. Pero Touka lo necesita, y hasta ahora Kaneki jamás ha brindado
consuelo a nadie. Él es el perdedor, él es el fracasado, él es quien desea morir,
él es quien necesita de las sonrisas de su amigo Hide para convencerse de que
aún tiene una razón para vivir. Entonces llega Touka, quebrantada, suplicando
por una energía que Kaneki no tiene en su interior, dos almas buscando su
lugar en una constelación sin estrellas.
Touka sigue con la mirada el dedo de Kaneki que se estrecha hacia el poblado
cielo estrellado, encontrando en lo más alto una gigantesca bola de luz que
resplandece con más intensidad que las demás, destacando notablemente. Los
labios de Touka se despegan perezosamente, hipnotizada, mientras los pétalos
de los árboles de cerezo sobrevuelan los cielos a su alrededor como copos de
nieve.
Touka frunce el ceño, casi con enfado, y voltea el rostro para observarlo
acusadoramente.
—Sabes demasiado —replica, sin comprender—. Siempre tienes una respuesta
para todo. ¿Por qué sabes tantas cosas?
O, pero lo es.
Lo es.
Touka no lo sabe, pero es una de las chicas más estudiosas que ha conocido.
Kaneki se atreve a decir que es la muchacha con el mejor promedio de la
escuela. Matemáticas y biología son su especialidad, y las horas que pasa
trabajando dentro de esa cafetería llamada Anteiku son exageradamente
excesivas, Kaneki puede notar las ojeras sobre su piel cada vez que la espera
sentado sobre esa banca frente a la cafetería y Touka abandona el
establecimiento, cansada, y se sienta a su lado, dejando caer su cabeza contra
su hombro en una manera tan íntima que le provoca náuseas. Como en una
montaña rusa. Touka es una montaña rusa.
Pero no lo sabe.
—Lo eres —susurra, sin apartar la mirada de las estrellas—. Y bonita, como esa
estrella de ahí.
Simplemente no lo entiende.
—Te dije que no lo soy —esta vez, la voz de Touka es firme y agresiva. Con un
suspiro toma asiento, dándole la espalda, teniendo una lucha interior que
Kaneki no comprende en lo absoluto.
El joven observa su espalda rígida, mientras ella abraza sus rodillas, y Kaneki
poco a poco toma asiento para igualar su postura.
Se oye impaciente.
—El puente —dice, y se voltea para mirarlo a la cara. Sus ojos recobran el brillo
perdido, pero no luce igual. Es un brillo afilado como una navaja, y Kaneki
siente que poco a poco lo destroza—. Dijimos que lo haríamos juntos,
¿recuerdas? Lo prometiste. ¿Cuándo lo haremos?
Por primera vez en años, la propuesta no le resulta tan tentadora como antes.
Especialmente ahora, que la conoció a ella. La chica del tren, la chica que lo
abraza como si su vida dependiera de ello y prepara los mejores lattes con
forma de conejito que ha probado en la vida. No se imagina una vida sin probar
sus lattes de conejito.
¿Verdad?
Kaneki parpadea.
Uno, dos, tres. Alza la mirada, confundido, creyendo que lo imaginó, y Touka lo
observa con demasiada determinación.
—¿Q-Qué?
—Una cita —repite—. Antes de morir, quiero que me invites a una cita. Beber
un café, comer un pastel y esas idioteces. Nunca tuve una cita antes. Un chico
de la escuela, Rio, me invitó, pero lo rechacé, era un imbécil. Pero tu eres
diferente, y vamos a hacerlo juntos. Mañana tengo el día libre en la cafetería.
¿Quieres que vayamos?
Touka asiente.
—Bien. Te veré a las cuatro en Anteiku. Si llegas tarde, juro que te patearé el
trasero.
Sin decir nada más, sin esperar una respuesta de su parte, Touka se incorpora
del césped con dificultad, ajusta la chaqueta contra su pecho y se da la media
vuelta para marcharse por el mismo lugar en donde había llegado, regresando
a casa. Y Kaneki permanece en silencio durante lo que parece ser media hora,
intentando procesar la inesperada situación.
Casi por un impulso, Kaneki se incorpora del suelo como si éste le hubiera
pinchado el trasero. Jadea, con ambas manos en su cabeza, observando todo a
su alrededor como si hubiera perdido una aguja en un pajar. Su corazón late
deprisa, sus manos comienzan a sudar, su pecho palpita con fuerza e
inexplicablemente desea cantar una canción. Tembloroso, toma su móvil del
interior de su bolsillo y marca un número que conoce incluso con los ojos
cerrados.
Espera.
—¿Mmmhprgh?
—¡Hide, Hide!
La cita es desastrosa.
Touka llega media hora tarde, y no respondía su teléfono cuando Kaneki intentó
llamarla, preguntándose qué demonios había pasado. Durante un instante el
miedo lo embarcó, ¿y si había...? ¿Y si había intentado hacerlo por su propia
cuenta...? Kaneki jamás temió tanto algo durante toda su vida, sin embargo,
pudo bajar la guardia cuando Touka apareció caminando a lo lejos con su
mochila de conejito y sus manos transformadas en puños, y durante un
instante Kaneki temió que fuera a golpearlo, pero lo único que hizo al llegar
frente a él fue tomarlo por el brazo bruscamente para introducirlo en la
cafetería y que empezara la cita.
Touka estuvo de mal humor durante las dos horas en las que permanecieron
sentados frente a frente, entre un pastel de frambuesa y dos tazas de café por
encima de la mesa. Se había peleado con Yoriko, su mejor amiga, porque había
descubierto marcas en sus muñecas. A Kaneki le pareció justo que su mejor
amiga se preocupara por ella, él mismo había recibido millones de discursos
motivadores de su mejor amigo donde la palabra "debes vivir" y "no seas un
bastardo suicida" se repetían con constancia, pero a Touka no parecía
conmoverle la preocupación de Yoriko. Para Touka, eso era una molestia. Para
Touka, eso arruinaba sus planes de otoño junto a Kaneki. Para Touka, eso le
brindaba una razón para vivir, y Touka no deseaba ninguna.
—Creo que estás siendo injusta y egoísta —replica, frunciendo el ceño—. Ella se
preocupa por ti. Es tu mejor amiga, si la vida apesta al menos deberías intentar
disimularlo frente a ella. Y, ¿s-sabes qué? Yoriko tiene razón. Lo que haces es
una estupidez. Lastimarte de esa manera, cortar tus muñecas así... es una
estupidez. Todo lo que haces es estúpido. ¿Por qué lo haces? Te dije que no lo
hicieras. Todo terminará en otoño, lo hemos decidido, pero a ti no te importa.
He estado esperándote durante media hora y me preocupé, ¿sabes? Intenté
llamarte pero no respondías, ¿sabes lo mucho que me asusté? C-creí que... que
tu... d-deberías haberme dicho que llegarías tarde, deberías haberme avisado.
Continúas apartando a la gente que se preocupa por ti porque tienes miedo. P-
Pues yo también tengo miedo, y aún así me preocupo por ti. Siempre me
preocupo por ti, yo... tú... esta es una cita de mierda. Te odio. Olvida la cita,
todo es una mierda —Touka lo observa fijamente, el Kaneki apacible que
conoce ya no existe, en su lugar, ve a un niño tartamudeando con sus manos
temblorosas y sus mejillas sonrojadas y durante un instante Touka no oye
ninguna de sus palabras—. ¡Pero, da igual! Sabía que pasaría esto, nunca he
tenido suerte en nada. Mi primera cita con Rize Kamishiro fue un desastre,
derramé jugo de manzana sobre mi pantalón y ella esparció el rumor de que
me había meado encima, todos en la escuela dijeron que-
Y la lluvia allí afuera parece detenerse. Y los pájaros comienzan a cantar con
más intensidad. Y su corazón palpita fuego, fuego puro. Y el tiempo parece
congelarse, incluso si a Kaneki lo envuelve un calor abrazador. Sus labios son
cálidos, picantes, suaves por el sabor del pastel de frambuesa y amargos por el
café. El toque de sus labios parece curar todo aquello que para Kaneki parecía
incurable, todo por lo que había deseado lanzarse de ese puente un miércoles
por la noche hasta que ella apareció, preguntando su nombre cuando él había
conocido el suyo durante años.
Sin decir nada más, huyendo con la adrenalina en la punta de sus labios, Touka
se levanta de su asiento y se marcha de la cafetería apresuradamente,
dejándolo petrificado en su lugar, con una sonrisa estúpida y el corazón a punto
de explotar dentro de su pecho. Mira su alrededor, sin saber qué hacer, cuando
los ojos de Yoshimura lo atrapan por detrás del mostrador, y el anciano sonríe.
Sonríe con nostalgia, sonríe con la sabiduría de quienes saben muchas cosas y
Kaneki no encuentra la vergüenza para apartar la mirada ante tal exposición.
Su felicidad es demasiado grande.
Verano.
Paz.
Le toma tan solo unos pocos segundos el comprenderlo, incluso si está justo
frente a sus ojos, eterno como la vida misma. Entre sus brazos, Kaneki se
siente eterno. Ella es la causante de eso. Ella está aquí. Y en segundos puede
sentir sus brazos rodearlo firmemente, acunándolo contra su pecho, como si
quisiera hacerlo parte de su alma. Touka ya no es la muchacha misteriosa que
tomaba el tren todas las mañanas. Ella es cálida, ella es eterna, ella es
hermosa, y él es suyo.
—Deberíamos hacer algo divertido —sugiere él, emocionado como pocas veces
suele estarlo, emocionado como lo ha estado desde el primer día en que Touka
lo besó.
"¿Qué te ha pasado? De repente parece como si fueras el rey del mundo algo
así."
Touka no responde.
—O-Oh.
Oh.
Claro.
Otoño.
Lo había olvidado.
¿Cómo?
—No —siempre dice que no. ¿Por qué siempre dice que no?—. Está bien. Te
veré mañana, ¿si?
Ella asiente.
—Claro.
No lo cree realmente.
Se inclina, y antes de que sus labios toquen los suyos Touka ya está cerrando
sus ojos. Durante un momento se deja llevar, deja que los labios de Kaneki
susurren entre los suyos cuanto la ama, y lo hace, lo hace. Sus narices chocan
y su respiración la embriaga y desearía quedarse aquí para siempre, ignorar a
su hermano, ignorar sus responsabilidades, quedarse junto a Kaneki dentro de
esta pequeña habitación y no salir nunca. Nunca.
Pero no puede.
Cuando sus frentes chocan y Touka finalmente respira, acaricia las manos que
sostienen su rostro.
Otoño.
Sus pies recorriendo las calles humedecidas por una lluvia pasada se oyen
como estruendos bajo una tormenta. Splash, splash, splash. Uno, dos, tres,
mientras el frío entumece sus dedos y las lágrimas que caen de sus ojos,
convirtiéndose en hielo antes de que lleguen hacia su mentón. Sus manos
tiemblan, su estómago se contrae y las hojas de un recién llegado otoño le dan
la bienvenida cuando entra al parque principal de Tokio. Es el momento
perfecto, es ahora o nunca. En los meses de primavera todo está demasiado
lleno de vida. En verano, está demasiado fuerte y no hay manera de escapar. El
otoño es el momento idóneo. En otoño todo está cansado y más dispuesto a
morir.
Morir. Ese era el plan inicial. No había comido durante toda la tarde. No había
dormido durante toda la noche, sollozando sobre su colchón e ignorando las
insistentes llamadas telefónicas de Kaneki. No había ido a la escuela, ni siquiera
se había levantado de su cama luego de que su hermano Ayato hubiera azotado
la puerta para marcharse de casa.
Marcharse.
Solo era cuestión de tiempo hasta que Kaneki hiciera lo mismo también.
Por eso lo había llamado horas antes, preguntándole donde estaba. Por eso sus
pies recorren las calles desoladas hacia el parque principal, en donde Kaneki le
dijo que se encontraba junto a Hide, bebiendo café. Por eso, por eso está aquí,
a esta hora, frente a él, temblando y deseando desaparecer.
Era ahora o nunca.
Kaneki oye los pasos de Touka acercándose incluso antes de que ella mencione
su nombre, y Kaneki puede prever que algo no está bien. Ambos alzan la
mirada hacia ella, que camina aceleradamente con ambas manos rígidas a cada
lado de su cintura. Kaneki intercambia una rápida mirada con Hide, y se
incorpora para recibirla con una extraña y cálida sonrisa, el tipo de sonrisas que
Touka no necesita ahora mismo.
—Touka...
Se ha arrepentido.
Kaneki se ha arrepentido.
Sin siquiera decir una palabra, sin siquiera separar sus labios resecos, Touka lo
hace a un lado cuidadosamente y sus pies avanzan por el mismo camino por el
cual llegó, dejándolo atrás como todo lo demás. Pero, incluso si Touka dice
conocerlo perfectamente, hay una parte de Kaneki que es invisible ante sus
ojos. Touka ignora cuánto la ama.
—Touk-
—No tenemos que hacer esto, Touka —Kaneki la toma por los hombros,
desesperado, intentando convencerla de lo contrario, pero los ojos de Touka
son tan duros como su corazón. Niega con la cabeza, llorando—. Podemos
encontrar otra manera... estoy seguro de que hay otra salid-
Touka niega con la cabeza, oyendo la voz de Kaneki en su mente. ¿Por qué?
¿Por qué tuvo que conocerlo? ¿Por qué lo besó aquella tarde de lluvia en la
cafetería? La primera cita que tuvo en toda su vida. ¿Por qué intentó que las
cosas resultaran bien? ¿Por qué dejó que él fuera el primer chico en tocarla de
verdad? ¿Por qué permitió tanto? ¿Por qué le dijo que lo amaba? Amar es
destruir, y ser amado es ser destruido. Kaneki la había destruido, tal y como lo
hicieron todas las personas que la habían abandonado a lo largo de su vida
pero, al mismo tiempo, había logrado reconstruirla. Touka reía. Desde que lo
conoció, Touka reía. Sentía mariposas en su vientre cada vez que él la besaba.
Le agradaba dormir entre sus brazos. Le agradaba pelear con él, la forma en la
que luego Kaneki regresaba hacia ella, suplicando, como si realmente la
necesitara, como si ella fuera tan vital para él como él lo era para ella. Le
gustaba observarlo leer, le gustaba cuando leía en voz alta para ella y Touka ni
siquiera prestaba atención a las palabras del libro, mantenía sus ojos fijos en
Kaneki, sus labios recitando las palabras de su libro favorito, dedicándoselas
solo a ella. Idiota, idiota, idiota, Kaneki era un idiota. Iban a morir juntos, era
el plan inicial, se lo había prometido. Si morían juntos, permanecerían juntos
para siempre y él nunca podría dejarla.
Pero ahora...
Si Touka moriría, estaría sola. Kaneki no moriría con ella. Y si viviera, Kaneki la
abandonaría tarde o temprano, era lo que todos hacían.
Se tensa.
Vuelve a llamar. Uno, dos, tres. No hay respuesta. Touka lo llama diez veces, y
Kaneki no contesta ninguna de ellas. Entonces Touka empieza a temer, su
corazón late demasiado deprisa y sus manos sudan y siente que estará a punto
de desmayarse. Le importa, le importa demasiado. Vuelve a marcar su número,
desesperada, mientras abandona el puente y sus pies corren hacia su casa,
desesperada. ¿Por qué no responde? Ni siquiera parece que estuviera evitando
sus llamadas, porque cada una de ellas cae directamente a su correo de voz.
Como si lo tuviera apagado. Como si...
Al llegar a su casa se sorprende de ver las luces apagadas. Son las diez de la
madrugada y Touka toca el timbre, golpea la puerta, grita su nombre, pero
nadie responde, nadie atiende su llamado. Rodea la casa hasta llegar hacia su
ventana y coge unas piedrecillas del suelo, impactandolas contra el vidrio.
—¡Kaneki!
—¿Touka?
—Ayer en la noche discutió con su mamá, luego de que ustedes... eh, bueno,
hablaran. Kaneki llegó un poco tarde y su madre se enojó, y le rompió el
teléfono, c-creo que por eso no pudo contestar. Lo echó de la casa.
Lo echó de la casa.
Lo echó de la casa.
Cobarde.
Touka le había dicho cobarde. Basura. idiota. Y ahora su madre lo había echado
de la casa. Lo había dejado sin un hogar.
¿Por qué, por qué, por qué? ¿Por qué tuvo que gritarle todas esas cosas? ¿Por
qué no pudo estar ahí para él? No había respondido ninguno de sus mensajes,
ni siquiera los había leído. Tal vez Kaneki la llamó por eso. Tal vez.. tal vez... él
la necesitaba, tanto como ella lo necesitaba a él, y Touka no estuvo, no
estuvo...
—H-Hide —tartamudea, las lágrimas caen de sus ojos como una cascada de
sangre—. ¿Dónde está? Yo... yo... tengo que hablar c-con él, tengo que d-
disculparme... tengo que decirle que-
—Gracias, Hide.
Hydrangea.
Simplemente no puede.
"Hydrangea."
Nunca hemos hablado, y aún así conozco el sonido exacto de su voz susurrando
mi nombre entre sueños.
Nunca me ha mirado, sin embargo sé que sus ojos tienen el poder para
derrumbar todos mis sentidos.
Su cabello se agita con el viento de la misma manera en que los pétalos del
cerezo avanzan impacientes sobre el cielo de una tarde primaveral. Verla
caminar es como observar a la primavera, una primavera que poco a poco se
transforma en un marchito otoño. Ella avanza, decidida, y los pétalos que deja
detrás se convierten en hojas secas que he estado recolectando durante años,
lo poco que puedo conseguir de ella. Sus ojos inexpresivos, como estrellas
demasiado cansadas para parpadear, y en la quietud de la noche intento
recordar por qué late mi propio corazón.
Tal vez es su color de ojos, un turquesa tan vivo como los latidos de mi corazón
cada vez que ella está cerca mío; pequeñas manchitas de azul, violeta y
dorado, entremezclándose como una pintura sobre un papel, como una
constelación de estrellas acumuladas entre sí. Tal vez son sus pestañas,
oscuras y abundantes como un bosque. Tal vez son sus cejas prominentes que
intensifican su mirada, tal vez es esa chispa, esa luz vibrante que se luce como
fuego… tal vez solo es ella.
Ella, a quien he observado cada mañana dentro de un tren desolado que nos
llevaba hacia ninguna parte. Me dedicaba a contar las pequeñas pecas sobre su
nariz, como copos de nieve que caen del suelo y se niegan a derretirse al
contacto con su piel. Las dos pequeñas cicatrices que tiene cerca de su oreja, el
travieso hoyuelo que desfila sobre su mejilla cuando sonríe, el rubor de sus
pómulos sonrojados cuando se enfada conmigo, el brillo de sus ojos cuando
observa las estrellas. Ella es encantadora, al igual que la poesía es un reflejo
del alma. Su voz es como un retrato de su corazón, salvaje como un incendio,
afilado como un cristal roto, dulce y limpio como el trébol.
Hasta ahora.
Touka cierra la puerta detrás de ella, temblando como la niña que es, y
contiene el aliento al verlo. Está acostado, de espaldas, cubierto con
demasiadas frazadas, oculto bajo ellas como un niño que desea esconderse del
mundo entero. La ventana principal que se encuentra junto a la cama ofrece
una hermosa vista del parque principal, con su cielo de cristal debido a una
lluvia olvidada y el viento que hace respirar las copas de los árboles. Touka
suspira, caminando hacia él, y se arrodilla en el suelo frente a la cama.
Permanece en silencio unos segundos, observando sus manos, las cicatrices en
sus muñecas, la espalda de Kaneki, el cielo a través de la ventana...
Está llorando. No se da cuenta hasta que sus lágrimas tocan su barbilla y sus
manos viajan a su rostro, avergonzada, mientras cobra aliento y susurra su
nombre.
—Kaneki.
No hay respuesta.
—S-Sabía que iba a marcharse. S-Siempre lo supe... ¿por qué iba a querer
quedarse conmigo, una estúpida suicida al igual que su padre? Y ya no me
importaba... si moría o no, si él debía enfrentar el mundo solo o no... creí que
no me importaría, ¿cual era el punto? Iba a dejarme de todas formas. Todos lo
hacen. Todos se marchan de mi vida tarde o temprano, ¿c-cuál sería la
diferencia si yo lo hacía primero? Llegué a pensar que tal vez él estaría mejor si
yo muriera. Pero esa noche en el puente... yo... no pude, y... luego apareciste
tu y... y yo...
Kaneki cierra los ojos de nuevo, temblando, y Touka hace una pausa.
—Kaneki...
—Está bien. Iba a irme de ahí pronto de todas formas. Yo.. aún debo ir a buscar
mis cosas.
Y esa es, efectivamente, una pregunta curiosa. ¿Qué harían ahora? Ambos se
encontraban en las mismas circunstancias, ambos se encontraban
completamente solos otra vez. Su madre lo había echado de casa. Su hermano
la había abandonado. No poseían ninguna razón para continuar viviendo. Éste
habría sido el momento perfecto para lanzarse del puente y habría tenido
mucho más sentido hacerlo ahora que antes, esa noche, la primera vez que se
conocieron.
Puede sentir las lágrimas desfilar en los ojos de Touka, esperando una
respuesta, impaciente. Su mirada le quita el aliento, quita cada una de sus
palabras. Le aterra en todos los sentidos pero ella es esa fuerza sobrehumana
que lo impulsa a luchar incluso a pesar de sus propios temores. Kaneki cobra
aliento, respira de su perfume primaveral, toma su mano nuevamente y
descansa sus labios contra su piel.
Sus dedos aún están entre sus labios, sintiendo su respiración, su vida.
—Así que por favor, por favor... —Kaneki suplica con la última gota de aliento
que le queda, intentando salvar su vida, sus vidas—. Vivamos, Touka.
Vivamos.
Es una promesa, y Touka sabe que si responde ya no habrá vuelta atrás. Las
palabras de Kaneki reverberan en el aire mientras una débil lluvia azota la
ciudad, deslizándose por la ventana como lágrimas de cristal. Y a pesar del frío
que la envuelve y la llovizna que no cesa, sorprendentemente la mano de
Kaneki sobre la suya se siente cálida, demasiado cálida. E incluso cuando cierra
los ojos aún puede sentirlo ahí, junto a ella, brindándole el calor que por tanto
tiempo ha estado buscando. Ambos están vivos, ambos existen, y el puente
que suponía un fin para ambos terminó uniéndolos más de lo que imaginaban.
Pero Kaneki la ama, y Touka sabe que lo ama también. En el amor no hay
temor, decía su padre. No lo hay.
Ya no.
Touka suspira, cerrando los ojos, asintiendo suavemente, sintiendo la palma de
su mano descansar contra su mejilla.
—Vale.
Les juro que esto no iba a ser tan largo, lo juro. Pero mi amor por la ship y mi
inspiración me jugaron una mala pasada, y terminó quedando más largo de lo
que esperaba. Pensé en dividirlo en dos partes, pero iba a arruinar la idea de
las estaciones y cómo cada historia avanza poco a poco, no quería cortar esa
continuación, así que yolo, lo dejé así (?)
Este fic va dedicado a mi waifu, Miss Lithium, que fue la que me dio la idea
inicial y tenía ganas de leer un touken, y le dije que iba a escribir uno porque
soy the best (L) I love you waifu, espero que te guste (?) y si no te gusta me
vale madres lololol, soy demasiado cursi.
¡Hasta la próxima!
—Mel.
Ya han pasado 5 años desde la rebelión de los ghouls, pero aún tengo
problemas con esa otra voz ¿acaso él no tenía el poder de salvarla? El salió por
ese motivo y no lo logró, además no llegamos a tiempo para ver que contenía
el laboratorio, no importa cuánto tiempo pase, pero no puedo perdonar lo que
él hizo.
El escuadrón quinque sigue igual e incluso anunciaron que habrá más reclutas
con el mismo sistema cosas que los animó, pues ahora serán promovidos y
podrán tener su propio escuadrón, aunque siempre serán considerados como
unos niños por mi parte.
Por otro lado Akira sigue el carácter de siempre mientras Arima por esta fecha
se le puede notar una expresión triste, es normal cuando pierdes a la mujer
que amas ¿no? Creo que yo estaría mucho peor, suelto un suspiro y termino mi
trabajo para dirigirme al cementerio.
Una vez ahí me encuentro con Arima, quien parecía estar buscando a alguien,
pero desiste y me acompaña a la tumba de nuestra querida Lilith Leonhart, la
amaba como a una hermana y la perdí, mi vida estaba gris con algunos colores
por mis seres queridos que se preocupan por mí, pero nunca olvidaré ese día
cuando volví a casa y aquella pequeña estaba ahí como si me esperara.
1. Prólogo
Next >
La caída de los payasos
By: DarkAyasha
[Continuación de: La Rebelión de los Ghouls] La historia se desarolla 5 años
después de la rebelión de los ghouls donde poco a poco todo vuelve a la
normalidad hasta que una pequeña niña de 4 años aparece poniendo el mundo
de cabeza y los payasos la buscan por ser ¿una nueva especie?...
Rated: Fiction T - Spanish - Mystery/Suspense - Kaneki K./Haise S., Touka K.,
Arima K. - Chapters: 12 - Words: 13,340 - Reviews: 3 - Favs: 3 - Follows: 3 -
Updated: Feb 29 - Published: Feb 16 - Status: Complete - id: 11795032
+ -
2. ¿Kishou?
< Prev Next >
Capítulo 1: ¿Kishou?
—Bueno Miyu, soy Sasaki Haise, vamos—así la pequeña aceptó la mano del
nivel 1 Sasaki Haise y se retiraron a la casa de éste, pero era un poco tarde, ya
que sus habitantes estaban en sus respectivas habitaciones recargando
energías para el día siguiente—Con cuidado, no hay que hacer ruido—señalo el
albino llevándose a la niña a su habitación.
—Pero Sassan es peligroso dejar a la niña así y más si unos ghouls la siguen—
exclamó Tooru preocupada.
—Lo sé, pero no tenemos idea a donde pudo haber ido—explicó el albino
preocupado.
—Desde mañana llegó una niña que exige ver al agente especial Arima Kishou,
le dijimos que si puede darnos sus datos y no quiere, pero insiste y es un
problema…—habló con angustia la chica.
—Arima fue a una misión en otro lado y no volverá hasta mañana—dijo Haise y
se retiro hacia las otras chicas a ver la niña.
—Ey ¿por qué te fuiste de casa sin decírmelo? —preguntó Haise un poco
enfadado y aliviado a la vez.
—Sí, sí lo siento. Miyu estas chicas sólo te quieren ayudar, así podrías empezar
por tus datos ¿sí? —explicó Haise con una cálida sonrisa, pero la niña mantuvo
la mirada baja y seria.
—Arima es hijo único, sus padres están muertos hace años y no tenía
parientes—informó Akira con los brazos cruzando observando fijamente a la
niña y dejando confusión en el ambiente.
—Bien, hasta que Arima llegue tú la cuidaras y cuando despierte llévala con el
jefe del laboratorio a que le haga una prueba de sangre—ordenó la rubia y se
retiró hacia su oficina.
—Es algo…—tras un largo suspiro Haise se retiro hacia su oficina con la niña
que dormía plácidamente, por lo que la acurrucó en un sofá.
La tarde paso tranquilamente donde la pequeña Miyu despertó y accedió a
hacerse los exámenes sólo porque Haise se lo pidió de lo contrario se opondría
rotundamente, por lo que una vez en el laboratorio le dijeron que los resultados
se los darían al día siguiente.
—Eso fue para animarla—se apresuro a excusas, pero una tierna risa inundo el
pasillo, Miyu a carcajadas reía animadamente ante la escena.
2. ¿Kishou?
< Prev Next >
La caída de los payasos
By: DarkAyasha
[Continuación de: La Rebelión de los Ghouls] La historia se desarolla 5 años
después de la rebelión de los ghouls donde poco a poco todo vuelve a la
normalidad hasta que una pequeña niña de 4 años aparece poniendo el mundo
de cabeza y los payasos la buscan por ser ¿una nueva especie?...
Rated: Fiction T - Spanish - Mystery/Suspense - Kaneki K./Haise S., Touka K.,
Arima K. - Chapters: 12 - Words: 13,340 - Reviews: 3 - Favs: 3 - Follows: 3 -
Updated: Feb 29 - Published: Feb 16 - Status: Complete - id: 11795032
+ -
3. Familia
< Prev Next >
Capítulo 2: Familia
—Eh Arima veras ella es Miyu y…—intento explicar Haise, pero su mentor pasó
por su lado directamente hacia la pequeña y se dedico a observar donde notó a
Miyu inquieta.
— ¿Qué? Pero hablas con ella como si nada…—comentó Akira, pero la puerta es
vuelta abrir dejando ver a un hombre con varias canas en su cabello castaño
con una característica bata blanca.
—Esta niña llego ayer pidiendo hablar contigo y aclamándose como Miyu
Kishou, por que se decidió hacer unas pruebas de sangre para ver si es tu
pariente y que grado—explicó Akira con seriedad.
—P-pa…—murmuraba Miyu.
—Puedes decirlo—dijo Arima soltándose del abrazo para mirarla a los ojos.
—Ella era una ghoul…—dijo Akira con seriedad y mirando a la pequeña con
pena.
—Bueno eso nos deja un padre soltero que no se hizo cargo de una niña por 4
años…—comentó Akira lo que los llevo a pensar a los 3 ¿Qué pasó en ese lapso
de tiempo? ¿Quién la cuido y crió todos estos años? De nuevo la escena se ve
interrumpida, por un agente.
—Me asignaron un compañero que es nivel 1, pero quedó herido en una misión
y hace poco a vuelto—respondió Haise con una sonrisa de preocupación.
—Vamos—agregó Arima y ambos siguieron al albino con raíces negras que los
guió hacia la entrada, pero en el camino conversaron sobre que Haise quería
hablar con su mentor algunos temas en privado.
—Sí, mucho gusto nivel 1 Sasaki Haise—dijo el joven estirando la mano, pero
se percató que su superior estaba en shock y pálido— ¿Se encuentra bien?
3. Familia
< Prev Next >
La caída de los payasos
By: DarkAyasha
[Continuación de: La Rebelión de los Ghouls] La historia se desarolla 5 años
después de la rebelión de los ghouls donde poco a poco todo vuelve a la
normalidad hasta que una pequeña niña de 4 años aparece poniendo el mundo
de cabeza y los payasos la buscan por ser ¿una nueva especie?...
Rated: Fiction T - Spanish - Mystery/Suspense - Kaneki K./Haise S., Touka K.,
Arima K. - Chapters: 12 - Words: 13,340 - Reviews: 3 - Favs: 3 - Follows: 3 -
Updated: Feb 29 - Published: Feb 16 - Status: Complete - id: 11795032
+ -
4. Tiempo
< Prev Next >
Capítulo 3: Tiempo
Han pasado algunos días y los chimes se han adueñado de la CCG, pues el dios
de la muerte, el señor trabajólico por excelencia pidió vacaciones para estar
con su hija que apareció hace unos días por la oficina.
Sí, podía oír los rumores de ¿Dónde? ¿Cuándo? es decir, el momento en cual se
creó a Miyu, pues su relación con Lilith se fue a pique cuando se descubrió su
verdadera identidad, una ghoul y no una cualquier sino una un ojo
increíblemente fuerte, pero para ellos no fue así, pues con ese acontecimiento
ellos consumaron aquellos sentimientos que sentían.
Era de noche y se había empeñado en seguir el rastro de la chica, más tras ver
los vídeos de todo lo que ella tuvo que sufrir por culpa de los seres humanos,
finalmente la halló en una casa abandonada, pero que contenía todo lo
necesario para vivir en su interior.
— ¿Por qué? ¿Por qué no me odias? Soy una ghoul y destroce la CCG—exclamó
la rubia con histeria sin voltearse.
—Pero no lastimaste a nadie, sí eres una ghoul, pero eres buena. Todo este
tiempo realizaste tu trabajo como corresponde tanto en América como aquí—
comentó Arima.
—Aún así… ¿Por qué? —la voz de la chica se quebró con cada palabra y
pequeña lágrimas salieron de sus ojos.
— ¿Por qué? —la vista de la rubia bajo hacia los labios del agente, extraños
sentimientos emanaban de ella, no quería dejarlo ir.
—Quería saber que no te hubieras lastimado en esa huída, lo mejor será que
me retire. Debo volver y…—explicaba el albino cuando fue abruptamente
interrumpido por un beso atrevido y apasionado por parte de la rubia.
—No te vayas…—suplicó Lilith con una mirada especial en sus ojos a la cual ni
el dios de la muerte se resistió y como respuesta tomo el blanco rostro de la
chica, para devolver aquel beso donde el ambiente se puso cada vez más cálido
y turbio, varias prendas terminaron en el suelo y quedaron dos cuerpos
desnudos entregándose su amor por primera y única vez.
—Sasaki Haise—ante esas palabras la peli morado sin querer botó una taza y se
quebró.
—Sí, descuida, iré por una escoba para recoger los trozos—dijo apresurada
Touka y se fue a buscar los utensilios de limpieza.
—Lo sé, yo quiero recuperar a mi mejor amigo y lo salvaré. Gracias por el café
estaba delicioso, despídeme de Touka por favor. Nos vemos—dijo Hide mientras
salía del café con una vaga sonrisa recordando el día que perdió a su amigo.
Aquel día cuando se hizo la redada a Anteiku y se encontró con Kaneki en las
cloacas, después siguió su camino hacia una salida cercana con una profunda
herida en su abdomen que podría costarle la vida, pero un escuadrón de
rescate lo hallo y lo salvo, pero quedo en coma por un tiempo, después tuvo
que recobrar todos sus sentidos y comenzar a moverse de cero, pues ingresó a
la academia como investigador ghoul, ascendió rápidamente debido a que
trabajo como uno, quizás no tenía una gran fuerza de combate, pero si tenía un
gran poder de deducción.
Hace unos años había sido ascendido a nivel 1, paso por un escuadrón y ha
pasado por diversas experiencias en misiones de distinto tipo hasta que
finalmente llego a una donde trabajo personalmente con el dios de la muerte,
quedo herido gravemente por un ghoul nivel S que lo encontró desprevenido,
pero llegó Arima Kishou que en solo unos segundos derrotó al ghoul y lo salvo.
Ahora volvía con toda la emoción de recuperar a su amigo de toda la vida y
como si el destino le diera una oportunidad le tocó ser su compañero.
—Como en los viejos tiempos ¿eh? —una pequeña lágrima recorrió el rostro de
Hide—Te salvaré, lo juro—miró el oscuro cielo iluminado por las estrellas,
extendió su mano, la cerro en un puño y la atrajo a su pecho como un símbolo
de promesa hacia el mismo.
—No me refiero eso, hubiera preferido que me despertaras para así preparar el
desayuno juntos—respondió el albino con una cálida sonrisa hacia la niña que
se acomodo en la cama y desayunaron en la habitación hasta que Miyu decidió
tocar ciertos temas.
—Ella era grandiosa, era amable con todos tanto ghouls como humanos,
obviamente castigaba a los ghouls malos como yo lo hago, pero sé que si
estuviera aquí ustedes se llevarían bien, ya que son idénticas—respondió
acariciando la cabeza de su hija—Ahora quisiera que me contaras ¿Quién te
cuido todo este tiempo? —aquella pregunta retumbo en la mente de Miyu
haciéndola recordar el día en el cual su madre la puso en aquella probeta
gigante.
Lilith había quedado embarazada y lo noto a los días, pues su cuerpo se sentía
demasiado extraño y al saber la noticia sólo tenía dos opciones posibles: dejar
que su cuerpo absorbiera a su bebé o hacer lo imposible para que viva.
—Los ghouls desarrollan su género antes…sé que eres una niña, mi hija…no,
nuestra hija—hablaba la rubia apoyándose en el vidrio—Sabes pequeña tú
padre es muy fuerte, él investigador ghoul Arima Kishou, puede lucir muy serio
siempre, pero él es un buen hombre. Y yo…yo soy tu madre, Lilith Leonhart,
una ghoul de un ojo…perdóname, si no lo fuera no pasarías por esto…—bajo la
cabeza, su voz se quebrantaba por la culpa que sentía al ser un ghoul y tener
prohibido por naturaleza juntarse con un humano, pero lo que ella desconocía
es que aquel feto ya pensaba, sentía y recordaba.
"Mamá, por favor no llores" pensaba el pequeño feto, pero su voz no podía
llegar.
Lo días pasaron donde Lilith llegaba cada vez peor, pero le contó que con ayuda
de su amigo Sasaki Haise lograron varias cosas donde a él le dejó a cargo a su
pequeña, el pequeño feto no sabía que esa sería su último día juntas, aunque
un presentimiento la invadió.
—Le deje una carta a Haise, para que él se encargara de todo en caso de que
me paso algo…sí será lo mejor, tu padre tiene muchos enemigos imagínate si
se enteran que tiene una hija, sería horrible…perdóname—la rubia soltó un
suspiro y sonrió—Por otro lado te tengo un nombre mi pequeña y desde ahora
serás Miyu Kishou—sacó una placa de acero con su nombre y lo instaló en la
base de la probeta, para después irse y nunca más volver.
La pequeña Miyu quedó sola hasta que un chico de cabello negro con piercing y
varios tatuajes en su cuerpo apareció con una sonrisa en su rostro.
—Al fin te encontré. Sabes tu madre fue muy buena ocultándote, pero olor de
una ghoul cambia sutilmente cuando está embarazada y necesitaba comprobar
que había hecho realmente. Bueno llegó la hora del show—comentó Uta
sacando su máscara de entre sus ropas y riéndose al momento de salir.
Por otro lado Haise extrañado al recibir una llamada de su mentor, contestó y
oyó con cuidado lo que le solicitó, quizás todo el asunto con la pequeña Miyu
sería una misión privada y muy peligrosa, pero aún así fue sin dudarlo.
La mente de Haise estaba hecha un lío, pues aquella niña aún traía consigo
muchas preguntas ¿por qué la seguían ghouls el día que se la encontró? ¿Por
qué lo aceptó tan rápido? ¿Por qué aun siendo hija de una ghoul no tiene signos
de serlo? Su dolor de cabeza aumentaba, pues aún tenía el problema de su
nuevo compañero, tomo una gran bocanada de aire y siguió su marcha donde
quizás algunas de esas preguntas las sabría cuando llegara a la residencia
Kishou.
4. Tiempo
< Prev Next >
La caída de los payasos
By: DarkAyasha
[Continuación de: La Rebelión de los Ghouls] La historia se desarolla 5 años
después de la rebelión de los ghouls donde poco a poco todo vuelve a la
normalidad hasta que una pequeña niña de 4 años aparece poniendo el mundo
de cabeza y los payasos la buscan por ser ¿una nueva especie?...
Rated: Fiction T - Spanish - Mystery/Suspense - Kaneki K./Haise S., Touka K.,
Arima K. - Chapters: 12 - Words: 13,340 - Reviews: 3 - Favs: 3 - Follows: 3 -
Updated: Feb 29 - Published: Feb 16 - Status: Complete - id: 11795032
+ -
5. Información
< Prev Next >
Capítulo 4: Información
—Hermanito Haise m…estoy feliz porque papi compró dulces, pero Miyu les
debe contar sobre…—hizo una pequeña—los payasos—al finalizar la frase el
ambiente se lleno de tensión, pues en todos estos años se ha dado con que los
payasos son un grupo de ghouls que provoca el caos y que al parecer actúan de
manera independiente, pues no poseen ningún líder, se ha logrado capturar a
algunas, pero no han sido de mucha ayuda a la investigación, por lo que es un
caso estancado.
—Cuando mamá me dejo en una probeta para que creciera como feto, Miyu ya
tenía conciencia y memoria, mamá se marcho hacia una batalla que no sabía si
ganaría, por lo que le dejo una carta a…Kaneki con todas las explicaciones
necesarias—explicó la niña.
— ¿Por qué a Kaneki? —preguntó Arima quizás un poco celoso y molesto, pues
le encargo su hija a otra persona en vez de a él.
—La noche en que mamá fue a esa batalla al tiempo después llegó el hermanito
con tatuajes y piercing que me cuido, quizás con la carta que era para
Kaneki…—respondió la pequeña.
—El hermanito dijo algunas cosas y se fue, después como mamá no llegó
llegaron varios hermanitos más y desbarataron todo el laboratorio, ahí se
llevaron a Miyu con ellos, pero no le hicieron daño, esperaron que creciera, ya
que las máquinas que tenía conectada darían una alarma cuando lograra salir—
explicó la pequeña.
— ¿Máquinas? —preguntó incrédulo Haise en donde Miyu tuvo que explicar todo
lo que hizo su madre para que ella viviera dejando al par de albinos con tristeza
¿Por qué se llevó toda esa carga ella sola? ¿Por qué no dijo nada? Pero
necesitaban escuchar toda la vivencia de la pequeña con los payasos—
Comprendo, prosigue Miyu.
—Cuando Miyu salió como bebé me criaron entre varios ghouls con mascaras
de payasos, no había sentimientos en el cuidado sólo obligación de quien
mandaba, el hermanito de tatuajes y piercing parece que es el líder, porque
todos lo obedecían. Así pasaron los años, me enseñaron a leer, escribir y hablar
bien, incluso me presentaban ante otros ghouls, pero siempre sentí que todo
era muy falso y planeado, aunque me mantenían siempre vigilada con 5 o más
hermanitos con máscaras—narró Miyu.
—Yo sólo quería ver la tumba de mamá, pero me encontré papá y no estaba
preparada, lo siento—unas pequeñas lágrimas se asomaron en los ojos celestes
de la niña cuando una blanca mano las limpia.
—No tienes porque llorar, tú lo dijiste lo importante es que ahora estás aquí—
respondió Arima finalizando con un beso en la frente de su hija dejando al
invitado petrificado y en shock por varios segundos ¿Acaso su mentor Arima
Kishou era un excelente padre? ¿Sabía algo de paternidad o como actuar con
los niños? Mientras su cerebro hacia corto circuito en las cercanías de la
residencia Kishou algunos ghouls se movían rápidamente hacia su guarida.
— ¿Dónde está? —preguntó Uta impaciente por volver a tener a esa pequeña
en sus manos.
—Me parece bien, esto se pondrá más emocionante mis amigos—exclamó Uta
hacia los otros payasos que brindaban con sangre en sus copas y risas
frenéticas—se acerca la última batalla ¿eh? Bueno de ti depende todo Kaneki
¿Caos Eterno o Tranquilidad moribunda? En cualquiera de las dos te recuperaré
a ti y a Miyu—agregó murmurando por lo bajo sus planes mientras caminaba al
taller donde hacía las máscaras.
5. Información
< Prev Next >
La caída de los payasos
By: DarkAyasha
[Continuación de: La Rebelión de los Ghouls] La historia se desarolla 5 años
después de la rebelión de los ghouls donde poco a poco todo vuelve a la
normalidad hasta que una pequeña niña de 4 años aparece poniendo el mundo
de cabeza y los payasos la buscan por ser ¿una nueva especie?...
Rated: Fiction T - Spanish - Mystery/Suspense - Kaneki K./Haise S., Touka K.,
Arima K. - Chapters: 12 - Words: 13,340 - Reviews: 3 - Favs: 3 - Follows: 3 -
Updated: Feb 29 - Published: Feb 16 - Status: Complete - id: 11795032
+ -
6. Organización
< Prev Next >
Capítulo 5: Organización
—Bien es hora de llamar a todos los ghouls asociados y que nos ayuden en una
redada al dios de la muerte—habló Uta.
—Vamos a tener que decir sobre la nueva especie que es esa niña, pero todos
ellos no saben que ya pertenecen al juego de los payasos, sólo diremos que
tener a esa niña nos ayudara como ghouls a quizás dejar de comer
humanos…Sé que con eso varios se unirán—explicó el chico con piercing y
tatuajes.
—Disculpe ¿puedo pasar? —habló un chico con traje de paloma, tez normal,
ojos grises y cabello albino con raíces negras.
—Claro—respondió el pelinegro con una gran sonrisa, pues Sasaki Haise había
llegado a sus dominios antes de lo previsto, cerró las puertas y le ofreció un
asiento, pero antes de que eso ocurriera un fuerte dolor llegó a la cabeza del
albino.
—Oh tú lo sabes…—hizo una pausa, trono sus dedos, poso una mano en su
cuello y su mirada cambiaba poco a poco a una totalmente desquiciada—No
puedo matarte, porque posees información valiosa, pero eso no me
impide…torturarte—el rostro de Kaneki se deformó por completo y una sonrisa
sicópata apareció, haciendo estremecer a Uta de placer al volver encontrarse
con el chico que tanto le agradaba.
—No sé a qué te refieres, ella solo era mi amiga—dijo Kaneki confundido por el
hablar del payaso.
—Pero te atraía ¿no es así? Gustos similares, edad similar, pero ella se
enamoro del dios de la muerte…—comentaba Uta sin sacar la mirada del albino.
— ¡Cállate! —gritó fuertemente golpeando la pared justo al lado del rostro del
pelinegro—Eso no es de tu incumbencia, ahora sólo protegeré lo que ella dejó y
no dejaré que tú ni los payasos la toquen—agregó, guardo su Kagune, ordeno
su pertenencias y se retiró del lugar dejando a Uta en la pared, quien con las
piernas temblorosas por la emoción cayó al suelo, se tapo su rostro con una
mano y reventó en una carcajada, sí, definitivamente sería una buena pelea.
Por otro lado Kaneki estaba mareado, pues Haise quería volver a tomar el
control, se metió en un pequeño callejón donde no había nadie y se desmayó
en el lugar, pero al poco tiempo después se volvió a levantar de otra forma.
—Arima, yo…—habló Haise con la cabeza baja cuando sintió la puerta abrirse de
la residencia.
— ¿Por qué te disculpas? —preguntó Arima observando que la ropa del agente
estaba rasgada en la espalda e inmediatamente lo asocio a la salida de su
kagune y al ghoul Kaneki—Mejor entra—ordenó.
—Pero…—no pudo término la frase, ya que al levantar la mirada hacia su
mentor su mirada se desvió directamente hacia unos pequeños adornos rosa
que tenía en el cabello, no sabía si reír o no, pero quedó con un shock
impresionante.
Los minutos pasaron así que mientras tomaban un poco de té Haise prosiguió a
contar todo lo que sabía sobre Uta, un diseñador de máscaras que tenía taller
en la ciudad, incluyendo todo lo que le había pasado estos días.
Capítulo 6: Especie
La noche había llegado y todos los ghouls se encontraban en una bodega que
supuestamente se ocupaba para almacenar ropa importada y accesorios, todos
estaban encapuchados y con sus máscaras por precaución.
—Mis amigos, les tengo que decir una información importante—habló Uta
saliendo de entre unas cajas.
— ¿Por qué nos cito tan de repente? —preguntaba Hinami que los años había
crecido por todo lados y estaba agarrada del brazo de otra chica con su nueva
máscara algo clásica que cubría la mitad de su rostro junto a una peluca negra.
—Desde hace años hemos estado criando a una pequeña e indefensa niña que
quedó sola, pues su madre murió en la rebelión y tras observar ciertos
comportamientos, se determino de que la niña no era una ghoul normal—
comenzó a relatar Uta haciendo una pausa para recalcar lo que venía—La niña
era una humana con poderes de ghoul, podía alimentarse con comida humana
y no sufrir daños, su RC estaba en niveles bajísimos y normales para un
humano. Si lográramos analizar aún más, quizás podríamos transformas
nuestros cuerpos, para que dejen de comer carne humana. Sé que es el deseo
de muchos—agregó con una sonrisa al final, pues logró la alegría de muchos
con esas palabras.
—La analizamos, pero aún nos faltaban pruebas, pues aún es muy pequeña
para presentar síntomas de un kagune hecho y derecho—comentó Uta.
—Es Arima Kishou, no podemos con él—murmuraban otros y así entre otros
comentarios.
—Señores, no es necesario enfrentarse al dios de la muerte, ya que adquirí
cierta información y tengo un plan en donde nadie se enfrentara a él, sólo a
unos investigadores—anuncio Uta extendiendo los brazos como si de un
salvador se tratara.
—Sí, sólo estoy un poco cansado y por eso…—hizo una pausa para estirarse—
pedí vacaciones en la CCG.
—Que lindo será tener a Miyu de nuevo—exclamó Tooru con felicidad, de pronto
el albino dejó de beber su taza de café y se volteó rápidamente, un extraño
escalofrió recorrió su espalda y un mal presentimiento se adueño de su pecho.
7. Especie
< Prev Next >
6. Organización
< Prev Next
La caída de los payasos
By: DarkAyasha
[Continuación de: La Rebelión de los Ghouls] La historia se desarolla 5 años
después de la rebelión de los ghouls donde poco a poco todo vuelve a la
normalidad hasta que una pequeña niña de 4 años aparece poniendo el mundo
de cabeza y los payasos la buscan por ser ¿una nueva especie?...
Rated: Fiction T - Spanish - Mystery/Suspense - Kaneki K./Haise S., Touka K.,
Arima K. - Chapters: 12 - Words: 13,340 - Reviews: 3 - Favs: 3 - Follows: 3 -
Updated: Feb 29 - Published: Feb 16 - Status: Complete - id: 11795032
+ -
8. Planes
< Prev Next >
Capítulo 7: Planes
—Arima, Miyu, buenos días—comento Haise con una ropa normal y sus lentes
de lectura puestos.
—Parece muy animada, por cierto Arima ¿qué haremos? —preguntó Haise
mirando a su mentor con preocupación hasta que este le extendió un maletín
plateado.
—Me han estado siguiendo a donde quiera que vaya y quizás vayan por Miyu,
conseguí el permiso de que tuvieras a Yukimura, protégela—hace una pequeña
pausa para proseguir con la información—Tengo información sobre el escondite
de los payasos, los cazare uno por uno e iré a hablar con los líderes, porque
hay muchos clase SS y clase S entre los miembros, ya que necesito cierto
soporte y lo más seguro es que quieran a los responsables tras la rebelión de
hace 5 años.
—Lo sé, nos vemos después—se despidió Arima retirándose rápidamente hacia
la CCG, pues aun sentía que varios ghouls lo seguían, pero lo que más le
preocupaba era que algunos se quedaron rondando el hogar de su pupilo.
—Bien Sassan nos vamos—exclamaba Tooru quien se iba con Shirazu, ya que
Urie se había retirado hace varios minutos.
—Sí, porque hoy podré jugar con el hermanito Haise todo el día—hablaba
emocionada la pequeña caminando junto a él y se sentó en el sofá mientras por
prevención iba a buscar a Yukimura que la dejo en la entrada.
—Tengo fuentes que me esperan afuera y listos para partir—dijo Hide seguro
de sí—Además acaban de secuestran a mi compañero Sasaki Haise y a la hija
de agente de clase especial Arima Kishou—agregó provocando que el albino
reaccionara.
8. Planes
< Prev Next >
La caída de los payasos
By: DarkAyasha
[Continuación de: La Rebelión de los Ghouls] La historia se desarolla 5 años
después de la rebelión de los ghouls donde poco a poco todo vuelve a la
normalidad hasta que una pequeña niña de 4 años aparece poniendo el mundo
de cabeza y los payasos la buscan por ser ¿una nueva especie?...
Rated: Fiction T - Spanish - Mystery/Suspense - Kaneki K./Haise S., Touka K.,
Arima K. - Chapters: 12 - Words: 13,340 - Reviews: 3 - Favs: 3 - Follows: 3 -
Updated: Feb 29 - Published: Feb 16 - Status: Complete - id: 11795032
+ -
9. Escondite
< Prev Next >
Capítulo 8: Escondite
La supuesta pelea entre Haise contra el líder de los payasos había comenzado,
pero cuando el albino se lanzó en una estocada su contrincante la esquivo y le
rozó un pañuelo por el rostro, que lo paralizo casi por completo, sí, era la
misma esencia del humo anti-ghoul, ya le parecía extraño que su oponente
llevara guantes.
—Inténtalo—provocó con una sonrisa interna esquivando todos los golpes que
Haise intentaba dar, pues su velocidad fue decreciendo junto a su fuerza y su
conciencia—Es una lástima, pensé que durarías más, pero yo no te quiero a ti.
Tráeme a Kaneki…—habló con seriedad sacando de su bastón un delicado
quinque con forma de un pequeño cuchillo.
—No lo haré—pronuncio como pudo Haise que trajo hacia él un fuerte golpe en
su rostro que lo dejo en el suelo.
—Tú eres una buena niña, déjanos ir—decían otros cegados por el miedo.
—Miyu no es ningún monstruo, pero no puedo dejar a unos niños malos como
ustedes libres, así que juguemos a como los trituro y torturo para que paguen
con sus vidas todo el caos y maldad que han esparcido—habló riéndose la peli
azul, con sus kagunes doradas pulverizo a algunos payasos en el aire que
intentaron saltar por una ventana, con sus alas plateadas dejo ensartados en la
pared a otros que se escabullían donde la bodega quedó llena de sangre o lo
que restaba de ella, pues en el primer ataque había derrumbado la mitad de la
estructura.
Cuando había acabado con todos los payasos que estaban en el interior se logró
calmar y guardo sus rasgos ghouls nuevamente, pero estaba preocupada por su
hermanito que quedó inconsciente por culpa del hermanito mayor Uta.
Cuando Arima, Hide y los guías finalmente se reunieron con Shuu quien estaba
encapuchado y con otra mascara decidieron entran a las ruinas de la bodega
para encontrarse con algo que quizás nunca querían volver a ver.
—Sí, este cuerpo que estas ocupando es mío—habló Kaneki con una triste
sonrisa en sus labios.
Las flores comenzaron a abrirse y el color blanco se fue tornando rojo sangre
de las cuales comenzaron a caer gotas de sangre, el cuarto comenzó a hundirse
en sangre llevándose a ambos chicos con ella.
9. Escondite
< Prev Next >
La caída de los payasos
By: DarkAyasha
[Continuación de: La Rebelión de los Ghouls] La historia se desarolla 5 años
después de la rebelión de los ghouls donde poco a poco todo vuelve a la
normalidad hasta que una pequeña niña de 4 años aparece poniendo el mundo
de cabeza y los payasos la buscan por ser ¿una nueva especie?...
Rated: Fiction T - Spanish - Mystery/Suspense - Kaneki K./Haise S., Touka K.,
Arima K. - Chapters: 12 - Words: 13,340 - Reviews: 3 - Favs: 3 - Follows: 3 -
Updated: Feb 29 - Published: Feb 16 - Status: Complete - id: 11795032
+ -
10. Caída
< Prev Next >
Capítulo 9: Caída
Cuando Arima y compañía entro a las ruinas de la bodega lo que vieron fue
como un largo ciempiés negro devoraba los cadáveres de algunos payasos, al
voltearse se encontraron con un semi kakuja conocidos para ellos, el parchado
o Kaneki Ken. Arima sin dudarlo y con sus quinques en mano se acerco a él,
quien se volteo se sacó su máscara negra y con una sonrisa lo recibió.
—Hide, gracias por velar por mi todo este tiempo, mi mejor amigo—respondió
el albino.
—Gracias por venir—dijo Kaneki con voz calmada volviendo al lado del dios de
la muerte—Sé que puedes contra ellos solo, pero espero que aceptes un poco
de ayuda y yo también quiero mi venganza—agregó mirando a Uta que se
sacaba la máscara y reía estrepitosamente.
—Aunque nos derroten a nosotros aún quedan algunos payasos, el caos volverá
y reinara sobre esta ciudad—explicó Uta sacando las quinques con forma de
pequeños cuchillos que guardaba junto a su hermosa kagune que se podía
apreciar dos claras características de Ukaku y Bikaku, unas largas alas negras
con delicadas plumas salieron desde la altura de sus hombros junto a tres
extensiones como colas negras con toques doradas desde el final de la espalda.
—Uta hay algo que inquieta ¿Por qué haces todo esto? ¿Qué sacas tú?—
preguntó Kaneki, pues lo quiera o no fue uno de los ghouls que lo estuvo
ayudando un tiempo.
— ¿No es obvio? Sólo quiero el caos, que el caos reine sobre la humanidad y
sobretodo que el show de los payasos continúe—tras esas palabras comenzó a
lanzar aquellas feroces plumas negras junto a sus colas para golpear y perforar
lo que fuera. Los albinos se miraron de reojo e inmediatamente se
comprendieron, Arima puso a Ixa en modo defensivo como un gran escudo
mientras pasaba a Narukami a su modo ofensivo como pistola y Kaneki se gano
tras el escudo que con sus extensiones detenía las colas y desviaba algunas
plumas.
—Vi a través de ustedes—dijo Uta lanzando sus plumas hacia Kaneki que iba a
atacarlo por la espalda con Yukimura, cuál fue su sorpresa cuando éste la lanzó
débilmente sin darle.
Cuando Touka y Hinami se dirigían hacia a algún lugar seguro fueron rodeadas
por payasos, Hinami con los kagunes heredados de sus padres se lanzo al
ataque, Touka por su lado se gano en un rincón con la niña, pero eran muchos
y fue nuevamente acorralada. —Hermanita cuidado—exclamó Hinami corriendo
lo más rápido que sus piernas le daban, pues Touka tras la pérdida de Anteiku,
el jefe, Kaneki y más se vino abajo, no podía pelear, pues al tratar de sacar su
kagune, ésta no salía y terminaba bloqueándose.
—Yo…ya no tengo nada que perder—dijo la peli morado con enojo, finalmente
salieron sus hermosas alas multicolores que la envolvieron y dispararon hacia
los payasos, el conejo había vuelto más fuerte que antes.
—Vamos hacia el café que está cerca de la CCG, es el mejor lugar —así ambas
chicas guardaron sus kagunes y corrieron hacia su destino.
*La frase de Shuu al final es: Oh mi apreciado y delicioso Kaneki. Una pequeña
mezcla de inglés y alemán.
10. Caída
< Prev Next >
La caída de los payasos
By: DarkAyasha
[Continuación de: La Rebelión de los Ghouls] La historia se desarolla 5 años
después de la rebelión de los ghouls donde poco a poco todo vuelve a la
normalidad hasta que una pequeña niña de 4 años aparece poniendo el mundo
de cabeza y los payasos la buscan por ser ¿una nueva especie?...
Rated: Fiction T - Spanish - Mystery/Suspense - Kaneki K./Haise S., Touka K.,
Arima K. - Chapters: 12 - Words: 13,340 - Reviews: 3 - Favs: 3 - Follows: 3 -
Updated: Feb 29 - Published: Feb 16 - Status: Complete - id: 11795032
+ -
11. Años
< Prev Next >
Una vez que todo acabo Arima y Kaneki se reunieron con el antiguo grupo
Anteiku en la cafetería en la que trabajaba Touka y Yomo.
—Quisiera pedirle que no reporte a estos ghouls, ellos nos ayudaron y…—
comentaba Hide, pero fue rápidamente interrumpido.
—Pero también nos volvimos mas unidos—dijo Hinami mirando de reojo al peli
morado, quien se sonrojo inmediatamente.
—Oh que delicia, mí querido Kaneki no sabes lo horrible que ha sido estar sin ti
todos estos años—exclamaba Shuu con un tono donde no aguantaba su
excitación, Yomo y Touka fueron a preparar unos cafés para todos.
—Así que tú eres Kaneki—habló la pequeña con una sonrisa tras la coraza
negra que le cubría la mitad de su rostro.
—Vamos papi—dijo Miyu que rápidamente fue a sentarse junto a los demás.
—Por supuesto, ahora que estamos juntos y hemos pasado por tanto no te
dejare ir—respondió Arima brindándole una reconfortante sonrisa a su única y
preciada hija.
11. Años
< Prev Next >
La caída de los payasos
By: DarkAyasha
[Continuación de: La Rebelión de los Ghouls] La historia se desarolla 5 años
después de la rebelión de los ghouls donde poco a poco todo vuelve a la
normalidad hasta que una pequeña niña de 4 años aparece poniendo el mundo
de cabeza y los payasos la buscan por ser ¿una nueva especie?...
Rated: Fiction T - Spanish - Mystery/Suspense - Kaneki K./Haise S., Touka K.,
Arima K. - Chapters: 12 - Words: 13,340 - Reviews: 3 - Favs: 3 - Follows: 3 -
Updated: Feb 29 - Published: Feb 16 - Status: Complete - id: 11795032
+ -
12. Epílogo
< Prev
Epílogo
Han pasado 15 años desde la caída de los payasos y muchas han cambiado en
el distrito donde vivían Arima y Miyu, la pequeña ahora era una mujer de 19
años lista para ascender a clase especial, pues decidió entrar a la academia y
por el hecho de ser la hija del gran dios de la muerte se le dio la opción sin
rechistar, por su parte Arima era actualmente uno de los líderes de la CCG
llevándola a una época dorada con escuadrones de elites nunca antes visto y
una paz estable por varios años.
—Wao no debiste molestarte con tanta comida papi—dijo Miyu observando una
cena de lujo mandada a pedir, la peli azul de tez blanca y brillantes ojos azules
se había desarrollado excepcionalmente igual a su madre físicamente atrayendo
miradas.
—Es tu cumpleaños, estuviste todo el día trabajando en una misión, ahora
necesitas descansar y estar con tu familia—respondió Arima saliendo de su
habitación una pequeña caja con un moño—Feliz cumpleaños pequeña—le paso
la caja con una sonrisa.
—Sé que ella estaría muy orgullosa—comentó Arima abrazándola, para luego
limpiarle las lagrimas.
—Ya llegamos, vamos papi entra—exclamó la peli azul abriendo la puerta del
vacío local.
—No, yo debería dártelas por velar por Lilith y cuidar con tu vida a Miyu—
respondió el albino bebiendo un sorbo de café—Pero si se comportan mal los
tendré que llevar a la CCG.
—Digamos que es algo que teníamos que conversar entre los dos—comentó
Kaneki ganándose una mirada indiferente.
—Había escuchado rumores de que la gran hija de Arima Kishou está lista para
ascender a clase especial a corta edad y aún es una niña—murmuró Hide
divertido.
Fin.
Muchas gracias por seguir esta historia, no saben lo feliz que me hacen,
espero que sigan leyendo de mi historias 3
12. Epílogo
< Prev