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AMOR

NECROFÍLICO

“Nunca es tarde para comenzar de nuevo, pero si


es tarde para regresar el tiempo”
PRÓLOGO
29 De junio de 1990
Recuerdo que estábamos en aquella desahuciada habitación, la bombilla daba
sus últimos rayos de luz, las ventanas adornadas con las luces del árbol de
navidad, sobre los muebles estaban situadas velas rojas que endulzaban la
habitación con su aroma a rosas. Del techo colgaban corazones de papel y
fotografías nuestras. La cama estaba adornada también con aquellas luces,
sobre las sabanas se encontraba la figura de un corazón enorme elaborado con
pétalos de rosas, en el espejo se visualizaba una nota escrita con marcador
Negro, esta decía: <<Recién casados, bienvenido a mi mundo cariño, seremos eternamente
felices>>. La habitación lucía encantadora, preparada para nuestra noche de
bodas. Yo me encontraba con un hermoso vestido color albino, adornado con
ónices y rosas en la parte baja de este. Tenía una enorme cola de 5 metros de
largo y 1 metro de ancho. Tenía los cabellos adornados con más rosas y de
ellos colgaba un precioso velo que cubría gran parte de mi espalda. En mis
manos llevaba el buqué, este estaba hecho de rosas blancas al igual que el
resto pero se diferenciaba por llevar una rosa negra en medio de tanta
blancura, de tanta pureza. El maquillaje que llevaba era tan sencillo como yo y
los tacones muy parecidos a los de cenicienta. Ya me encontraba lista para dar
el “Sí” en el altar. La iglesia en la que nos casaríamos aguardaba a todos
nuestros invitados, parientes, amigos y conocidos, además del sacerdote. Era
la boda de mis sueños, era incluso más de lo soñado.
Mi prometido llevaba un smoking negro, los zapatos los traía del mismo color.
Su mirada reflejaba amor, pasión, alegría. Muy ansiosa bajaba por las
escaleras, la limosina me esperaba afuera. Una vez dentro de ella, grité:
<<¡HOY ES EL GRAN DÍA!>>. Llegamos a la iglesia, solo faltaba mi prometido,
al parecer tuvo un percance en el camino, en cuestión de minutos lo vería
ingresar por la puerta de aquella vieja y descuidada iglesia. La ceremonia se
llevaría a cabo a las 7:00 pm, ya llevaba una hora de retraso, nunca llegó. Yo
estaba segura de que él llegaría, pocos minutos después recibí una llamada
que provenía del hospital.

- ¿Hola?
- Buenas noches, ¿Usted es familiar de Benjamín Belmonte?
- Soy su prometida, ¿Algo malo le ha sucedido?
- El joven acaba de sufrir un accidente, por favor venga inmediatamente
Al escuchar las últimas palabras del paramédico, el celular se me cayó de
las manos, seguidamente caí desplomada sobre el piso recibiendo fuertes
golpes en los brazos y en la cabeza. Inmediatamente mi madre salió a
socorrerme mientras que el padre de Benjamín levanto el teléfono para
saber el porqué de mi desmayo.
Al otro lado de la línea se escuchaba: <<Señorita, ¿Sigue allí?, ¿Hola?>>
Rápidamente el señor respondió:

- ¿Qué ha sucedido?
- Buenas noches señor, usted es familiar de Benjamín Belmonte?
- Sí, ¿Algún problema?, soy su padre
- Señor lamento informarle que su hijo ha sufrido un accidente, por favor
acérquese inmediatamente al hospital.
- ¿Qué?, ¿Esta seguro?
- ¿Su hijo acaso no se llama Benjamín y se apellida Belmonte?
- Por supuesto que si
- Entonces acérquese, se encuentra muy grave, está en la sala de
emergencias.
Nuestra boda se canceló, me recompuse del shock y salí junto a mi madre
y el padre de Benjamín hacia el hospital. Al llegar corrí hacia el módulo de
emergencias preguntando por Benjamín Belmonte. Me dieron el número
de la habitación. Cuando llegue los médicos me dieron la noticia, la cual
ningún ser humano quiere escuchar. ¡Nooo! Grite mientras golpeaba las
paredes de la habitación. No lo podía creer, lloraba desconsoladamente
mientras que maldecía el momento. Enterarme que el amor de mi vida
acababa de partir sin llevarme con él, me volvió completamente loca. Lo
abrase y llore hasta más no poder. Las enfermeras para tranquilizarme me
inyectaron calmantes, ya que no había nadie ni nada que me calmara. Al
día siguiente al despertar mire el lugar en dónde me encontraba y grite:
<< ¡En donde rayos estoy! >>. La enfermera que me cuidaba se levantó de
la silla de golpe y respondió:

- Tranquila señorita, ayer por la noche entro en pánico y tuvimos que


dormirla
- ¿Por qué?, ¿Yo que hago acá?, mi novio me espera
- Se puso como loca al enterarse que su pareja a fallecido
- ¿Mi pareja qué?, no, no, no, él no puede estar muerto, déjeme ir,
necesito verlo.
- Por ahora no puede salir, está muy alterada. Su madre ordeno que se
quedara hasta que esté más tranquila.
- ¡Nooo!... Dios, ¿Por qué te lo llevaste?, ¿Acaso no te cansas de
arruinarme la vida?, ¡Devuélveme a mi novio!, quiero a mi novio, ¿A
dónde se lo llevaron?, ¡Dénmelo!, ¡Déjenme salir de aquí!, por favor
devuélvanmelo, ¡Nooo!, él no puede estar muerto, ¡Nooo!
La enfermera salió en búsqueda de más personal para que me puedan
sujetar y así ella pueda volver a inyectarme los tranquilizantes. Yo no podía
aceptar la maldita y desconsiderada realidad. Me dejaron salir a las 5:32pm,
ya me había tranquilizado haciéndome la idea de que todo es un sueño, un
pésimo sueño. Al llegar a casa de los padres de Benjamín y mirar un ataúd
y personas a su alrededor llorando su partida, en la entrada de la casa caí
de rodillas y comencé a increpar: ¡Benjamín tu amada vino a verte!, ¿En
dónde te encuentras amor mío?, dime que estas vivo, Benjamín, ¡Regresa!
Mi madre al verme corrió a sujetarme, pues yo estaba dispuesta a romper
el ataúd y sacar a mi Benjamín de aquel estrecho lugar. Salí corriendo de su
velorio después de haberme liberado de mi madre. Seguía con el hermoso
vestido que Benjamín nunca llego a ver, un poco maltratado por las caídas
y rasguñado por mis propias manos. Llegue a la iglesia, me quede en el altar
para esperar a mi Benjamín, yo estaba demasiado segura de que él llegaría.
En casa todos me buscaban, hasta que después de 2 días me hallaron en el
mismo lugar, esperando a mi prometido.

- Margorie, ¿Eres tú?


- Sí, soy yo. Tomen asiento todos, la boda esta por empezar, mi novio me
acaba de decir que vendrá en 5 minutos.
- Pero Benjamín murió, acabamos de venir de su entierro
- ¡Cállense todos!, él está vivo, ya vendrá. Tomen asiento todos, hay que
esperarlo.
Yo me encontraba entusiasmada, pronto me casaría con el hombre de mi
vida y nada arruinaría el momento.

- Margorie, él está muerto


Vociferó el padre de Benjamín. Tras escuchar lo que él dijo, salí corriendo
hacia el cementerio, corría de un lado a otro buscando su tumba. Al hallarla,
volví a caer de rodillas y llorando dije: <<Aguarda cariño, yo te sacare de
allí>>.
Conseguí una pala y un pico, comencé a cavar para sacar al amor de mi vida.
La noche avanzaba, el sol ya estaba por salir. Al lograr quitar toda la tierra,
abrí el ataúd y amarre una soga en sus tobillos para sacarlo de allí con mayor
facilidad. Una vez afuera de aquel hoyo, volví a colocar la tierra en su lugar.
Lo arrastre por todo el camino hasta llegar a la iglesia. Las grandes puertas
estaban cerradas, así que tuve que tocar la campanilla para que el
sacerdote se levante y deje de masturbarse además de soñar con mujeres
desnudas.

- Hija mía, ¿En qué puedo servirte?


- Padre, estoy aquí para que nos una en matrimonio
- No veo a tu prometido
- Mire aquí abajo, él es mi prometido - Jesús, María y José, hija, ¿Que has
hecho?
- Nada malo, solo lo saque de aquel horrible lugar. ¡Cásenos!
- Pero hija, no se ve bien delante de los ojos de nuestro padre
Él se negó a hacerlo. Conmigo llevaba un cuchillo, lo apuñale hasta matarlo.
Mi hermoso vestido se echó a perder, se ensucio más de lo que ya estaba.
Quite su corazón latiente y se lo puse a mi Benjamín, creyendo que así él se
iba a levantar, al no mirar los resultados esperados, deje al cura sentado en
una de las banquillas con su inservible corazón escurriendo entre sus dedos.
La sangre rodeaba todo el lugar. Tome el corazón de Benjamín y se lo volví
a colocar. Lo seguí jalando por las calles de aquella madrugada hasta llegar
a la casa que habíamos comprado antes de casarnos. Lo metí a la habitación
que decore para nuestra noche de bodas, lo cargue y lo recosté sobre la
cama. Salí de la habitación y me dirigí a la cocina en búsqueda de un
cuchillo, agujas e hilo de pescar. Los encontré y regrese a nuestra habitación
para comenzar el trabajo. Con el cuchillo abrí el resto de su pecho para
quitar todos sus órgano, así no se descompondría tan rápido. Como su
corazón ya lo había arrancado, solo lo volví a quitar de su lugar para
colocarlo en un platillo y conservar al autor de todo su romanticismo.
Arranque sus intestinos, su estómago y sus riñones además de sus
pulmones, y todos los metí a una bolsa de basura, lo deje por dentro
completamente vacío. Cerré la abertura con el hilo y la aguja, lo deje como
nuevo. Luego corte su cráneo para arrancarle el cerebro, este órgano lo
coloque en otro platillo para conservar sus más valiosos recuerdos. Cerré la
abertura así como lo hice con su pecho. Ya casi terminaba, solo me faltaba
quitarle sus ojos, los saque cuidadosamente con una cuchara, a ellos los
metí dentro de un frasco de vidrio. Quería conservar sus ojos color miel,
aquella mirada penetrante y cautivadora, además de intensa y
encantadora. Para terminar quite su tráquea y su laringe, esos órganos los
metí en la misma bolsa que el resto, le hice un nudo fuerte y lo avente al
frigorífico. Fue una larga noche, así que me recosté a su lado para
descansar. Desperté a las 7:00pm, a la misma hora en la que nos casaríamos
hace 4 días. Me apresure, ya me hacía tarde para llegar a la iglesia. Corrí lo
más rápido que pude, al llegar a la puerta me tranquilice y camine al mismo
paso que entran todas las novias al casarse. Me senté a esperar a los
invitados y a mi prometido. El vestido lo traía sucio, bañado en sangre y
rasguñado por todos lados, gran cantidad de ónices cayeron a medida que
corría. El peinado que llevaba se asemejaba al cabello alborotado de una
loca. Mis ojos se igualaban al de un mapache, todo el contorno estaba
negro por el rímel que se corrió a causa del llanto. Las rosas del buqué se
encontraban marchitas, muchas de ellas habían perdido gran parte de sus
pétalos. Los zapatos llevaban el tacón roto por la corrida. A pesar del
desastre en el que me encontraba, yo seguía al igual de bella para él, solo
me acomode el vestido y mis cabellos con las yemas de mis dedos.
Nuevamente me encontraba tan atractiva para su regreso. Conmigo llevaba
una escopeta, la obtuve de la casa que aviamos comprado antes de
casarnos. Se encontraba colgada como símbolo de trofeo en la pared de la
sala de estar. Esa misma noche se iba a celebrar otra ceremonia, los
invitados llegaban para dicho evento pero al verme con una escopeta y al
cura sentado en la banquilla con su corazón en las manos; corrieron
despavoridamente, como si hubieran visto a un monstruo. Yo proclamé:
¡Aguarden!, no se vallan, ¡quédense!, mi prometido está en camino.
En medio de la muchedumbre y de tanto alboroto una conocida mía grito
las palabras que me desequilibraron por completo, estas eran: <<Tu
prometido está muerto, no arruines el matrimonio de Noa, por favor>>.

- Él no está muerto
- Claro que si lo esta
- ¡Cállate!, no hables mas
- Pero es cierto, él no habita más entre nosotros
- Puta zorra eh dicho que te calles, ¡cierra el maldito hocico!
Solo quería que pare de mentir. Apunte con la escopeta directo a su frente,
jale el gatillo y dispare. Sus sesos salieron volando como el plato de frisby.
Nadie quiso quedarse voluntariamente, me obligaron a retenerlos por la
fuerza. Comencé a disparar sin remordimiento, niños, mujeres, jóvenes,
hombres, ancianos, en cuestión de segundos todos estaban muertos. Las balas
eran interminables, dispare, dispare y dispare hasta cansarme, verlos muertos
no me asombraba tanto, así que para completar mi placer estaba a punto de
darles la mejor parte a los novios, antes tenía que acomodar a mis invitados
en las banquillas. Los invitados estaban correctamente ubicados, estaba todo
casi listo, solo faltaba Benjamín, su asistencia era indispensable. Para matar el
aburrimiento mientras él llegaba, me puse a darles una hermosa velada a los
novios. Até los pies y las manos de su prometido para que no me estorbe y a
la hermosa Noa la estrangule mientras su amado suplicaba, yo no podía parar
de reír, sus suplicas habrían el portal para retornar a mi pasado y torturarla de
la misma manera que quise hacerlo con Iván. Aparte de la escopeta, también
llevaba el cuchillo con el que había apuñalado al cura; lo saqué de en medio de
mis pechos y después de estrangular a Noa la abrí en Y, le hice una supuesta
autopsia, alimente mi deseo perdido de ser médico forense. Extraje todos sus
órganos. A su prometido lo abrí vivo, sus gritos de clemencia me divertían, su
llanto era música para mis oídos. Retire su corazón mientras sus últimas
lagrimas caían, tome el corazón de su amada inerte y lo coloqué en el lugar del
suyo, sus vísceras y entrañas las puse en el cuerpo de Noa, cambié sus órganos
para que se vea más romántica su muerte, para que noten desde el otro
mundo que después de todo soy considerada y tierna. Por último le corte el
pene y lo incruste en la boca de Noa. Los arrastre hasta el patio de la iglesia
para que puedan disfrutar de la luna llena y las hermosas estrellas antes de ser
enterrados. Ya eran las 12:00pm y las calles silenciosas anunciaban la llegada
de los seres sobrenaturales. Entre la neblina de aquel estrecho callejón podía
ver como un hombre se acercaba, sus pisadas iban al compás con el
movimiento de mi divina melena. Aquel hombre caminaba pero jamás se
acercaba, era como si estuviera sobre una caminadora. La neblina bloqueaba
la visualización de su rostro, solo una silueta veía pero el melifluo de su voz
decía: <<Cariño espérame, pronto seremos felices por toda la eternidad>>. Mis
oídos reconocieron inmediatamente aquella dulce voz, - Benjamín, ¿Eres tú?-
- Si amor, soy yo.
Tras escuchar sus terminantes palabras, corrí hacia donde él se encontraba
pero mientras la neblina se desvanecía, su cuerpo fúnebre desaparecía junto
con ella. Ligeramente volé hacia nuestra casa. Por el camino miraba como los
momentos vividos a su lado se repetían en tiempo real. Hice pausa y gire en
mi lugar hacia el lado contrario en el que estaba situada.
Por un lado lo vi a él junto conmigo a las orillas del mar, bajo la luz de la luna,
con la respiración acelerada, la garganta enredada y tartamudeando al
pronunciar cada palabra, mientras que yo miraba a esos ojos color miel, esos
labios carnosos pidiendo a gritos el sabor de mis labios, esas manos que
chorreaban gotas de sudor, ese cuerpo tan perfecto y bien trabajado
acercándose a mí para rodearme en romanticismo y quitar la ansiedad de mis
labios.
Por otro lado miré una inmensa pradera y un árbol que de sus muy cuidadas
ramas colgaban grandes y jugosas manzanas. En las faldas de aquel árbol nos
encontrábamos los dos echados mirando al cielo despejado de aquella tarde
mientras nos jurábamos amor eterno, entre besos y abrazos intensos.
Miré hacia otro lado y pude contemplar la habitación de nuestra casa, en la
cama nos encontrábamos los dos envueltos entre sabanas de ceda haciendo
el amor con locura y pasión.
Puse mis ojos hacia otro lado, aquel sitio era una hermosa isla con aguas
celestes, arena blanca y una hermosa vista desde diferentes ángulos. Cerca al
precioso océano había preparada una mesa para nuestra cena romántica,
alrededor de la mesa había una pregunta escrita en la arena, esta decía:
Bella damisela, ¿Desea ser la dueña de mis sonrisas por el resto de nuestras vidas?

Para poder leerla me llevó al edificio más alto cerca a la playa en donde seria
nuestra cena, quien me acompaño fue la camarera, Benjamín estaba abajo con
un megáfono y rosas en sus manos. – ¡Mi reina di que sí! - .Al leer la propuesta
y escuchar su voz temblorosa me emocione tanto que mi pasado se vio
olvidado y solo atine a llorar de alegría. Corrí hacia donde se encontraba él y
me avente a sus brazos, cogí el megáfono para dar mi respuesta y para que
todo el mundo se entere, dije: << ¡Si quiero ser la dueña!>>.
Al mirar aquella escena mi corazón dejo de latir pero no de sentir, los
recuerdos me habían rodeado, bien para torturarme o bien para sacarme mil
sonrisas. Frote mis ojos para dejar de llorar, cuando los volví a abrir y tras dar
la primera pestañada, todos esos momentos fabulosos desaparecieron al igual
que el cuerpo de Benjamín en la neblina. Parpadee una y otra vez para que
regresen pero era un esfuerzo inútil, ya no los volví a ver.
Seguí con mi camino, cada paso era un martirio, recordar aquellos tiempos
junto a él, a su calor, a su cuerpo, me saco de onda, no sabía ya hacia donde
me dirigía, solo caminaba sin rumbo fijo, después de tres horas llegue a casa.
Palpe el cuerpo frío y duro de mi Benjamín, comencé a recorrer su piel,
mirándolo a los ojos y con besos de mariposa baje hasta su cuello, mis labios
saboreaban el sabor de su torso desnudo al pasar. Cogí sus manos y las
comencé a pasar suavemente por mi rostro, cerré mis ojos y mentalice nuestra
noche de bodas, aquella noche seria hoy. Me quite el vestido y completamente
desnuda me recosté sobre su pecho, era hora de besar sus sublimes labios,
seguían tan exquisitos como la última vez, solo que no me brindaban el mismo
calor que sentía cada vez que los besaba. Él siempre era el de los movimientos
mientras que yo disfrutaba del orgasmo, esta vez la de los movimientos tuve
que ser yo, no se sentía igual como cuando estaba con vida, se sentía más
excitante, siempre me pedía que haga de las mías cuando íbamos a la cama
pero constantemente evadía ese privilegio. Fue la mejor noche de bodas que
haiga podido tener, tuve relaciones con él hasta quedar exhausta, ahora
entiendo cada vez que me decía que hacer todo el trabajo es cansado y
agotador.
Yo era la novia más joven, gran parte de mi infancia fue cruel y devastadora.
Mis padres me abandonaron al nacer. Mi madre una chica de apenas 15 años
fue violada por mi padre, aquel ser repugnante. Todo era más que obvio ¿No?,
¿Qué mujer violada hubiera querido criar y educar al fruto de sus desgracias?
Mi madre al enterarse después de náuseas y continuos mareos de que yo
estaba creciendo dentro de ella, quiso quitarse la vida, no soportaba la idea de
ser madre tan joven. Lo peor de todo es que su violador, mi padre, vivía con
ella, era su propio padre. Era la hermana mayor de tres hijos.
Mi abuela, su madre, sufría de diferentes tipos de violencia doméstica, aun
teniendo una carrera profesional ella era víctima del machismo y
sometimiento a la humillación. Fue que así yo pude entender que no solo las
mujeres sin profesión sufren, porque tener una carrera profesional no acredita
tu seguridad de vida, ni tus conocimientos son suficientes cuando careces de
autoestima.
Mi abuela sabiendo lo que pasaba con mi madre decidió callar. No hacía nada
para ayudar a su propia hija. Lo único que decía era: <<¡Hija yo amo a tu padre,
no aria cosas para poner en riesgo su vida!>>.
Mi madre no entendía cómo puede existir alguien que ame a ese monstruo.
Eso nunca fue amor, el amor no lastima, no humilla, no golpea, no ofende, no
traiciona, no es egoísta, no es espinos antes que rosas. Eso era cualquier cosa
pero menos amor. Mi madre teniéndolo todo, no tenía nada. Su padre era el ingeniero
más reconocido del país y su madre era la doctora con más prestigio en su
entorno. Los dos eran tan importantes, lo único que diferenciaba era la carrera
que los destacaba. A mi madre nunca le falto nada, lo tenía todo, ropa, comida,
el mejor colegio, la mejor casa, lo material sobraba en su vida, lo que siempre
le falto era la presencia de una madre que la oriente y apoye en sus decisiones,
la figura materna que tenía era humillante, con sus colegas demostraba tener
una familia feliz pero en casa se golpeaba con la realidad. Mi madre nunca tuvo
una figura paterna, era más que obvio, la figura de un violador es abominación
para la educación de un ser humano en desarrollo. Ella nunca conoció el amor,
el amor de padres y el amor típico que normalmente todos vivimos en la
adolescencia. Al nacer yo, ella se suicidó. Una tarde de febrero su padre la
encontró muerta en su habitación. Aquel día él iba como siempre a las 5:30 de
la tarde; a esa hora sus hijos menores salían con la nana al parque y la mayor
se quedaba en casa. Tenía hasta el horario perfecto para satisfacer sus más
retorcidos deseos sexuales. Dejo una nota en su escritorio. Allí redacto las
causas de su muerte, en ella escribió el infierno que vivió, por último agrego
una frase, esta decía:
“Quizás la cigüeña se equivocó de dirección y me entrego a las manos equivocadas”

También escribió otra carta, la cual dejo dentro del canasto en el cual me
abandono. En ella revelaba su nombre y por qué tomo esa decisión.
Una pareja de ancianos me encontró a las orillas de un caudaloso río, bañada
en el perfume favorito de mi madre y con una fotografía suya. Aquella pareja
cuido de mí hasta el día de su muerte. Antes de morir, mi segunda madre me
entrego la carta que llevaba el día que me recogieron. Viví los 7 mejores años
de mi vida bajo el regazo de mis nuevos padres. Después de sus muertes, mi
vida fue un tormento. Sus hijos me echaron de la casa, apenas era una pequeña
de 7 años, ¿Qué podría hacer yo en las peligrosas calles?, sin comida, sin dinero
y con sueño me encontraba en un callejón de la gran ciudad. Recuerdo aquella
primera noche oscura, mi única compañía era el petricor de la lluvia, que
aunque no la podía ver, si la podía sentir. Aquel aroma se impregnaba en mi
cavidad nasal, me tranquilizaba de los truenos y relámpagos que azotaba
aquella noche fría, cruel y oscura, oscura y vacía. Saque del tacho de basura la
comida que muchos botan, encontré una botella de agua y una manzana que
apenas fue mordida. Al mirar la manzana recordé las tardes de picnic que solía
hacer con mis padres de crianza. Mi madre siempre me daba una manzana al
terminar mi sándwich. Luego mi padre sacaba un chocolate del bolsillo de su
saco y me lo daba repitiendo una peculiar frase:
“Para mi serendipia, la que cambió el rumbo de mis días, trayendo paz y alegría”

Ahora me encontraba sola. Mi madre verdadera se suicidó y mi madre de


crianza falleció de un paro cardiaco al igual que mi padre. Mi padre verdadero
ni sabía que yo seguía con vida, a decir verdad, me importa un carajo si en
algún momento se preocupó por mí. No sé si estará muerto o vivo, si murió de
seguro está en el lugar que pertenece, el infierno. Mi frágil cuerpo no soporto
la helada de esa noche, me desmaye sin que haiga alguien que me socorriera.
Al día siguiente desperté hambrienta. Caminaba sin dirección alguna. Al pasar
por el parque y mirar como los niños se divertían con sus padres, me entraba
rabia, melancolía, envidia, tristeza, sentirme olvidada por las personas a quien
algún día llame familia, era una de las sensaciones más dolorosas. Solo alguien
en mi misma situación podría entender el dolor que estaba experimentando a
mí corta edad. Sentí que alguien me tapo los ojos y me hizo abordar un
vehículo. Al parecer aquellas personas me habrían estado siguiendo y al verme
sola, más que la soledad, decidieron secuestrarme. Yo pedía ayuda, mi aguda
voz apenas se oía, nadie alcanzaría a escucharla. ¡Cállate mocosa!, aquí nadie
te va a ayudar, grito la señora que me sujetaba al mismo tiempo que me
durmió de una bofetada. Me levante adolorida, la bofetada hizo que mi cabeza
se estrellara contra la puerta del auto. Mis mejillas estaban marcadas por los
dedos de esa mujer. No alcanzaba a ver algo, era un lugar cerrado, en el habían
ratas y cucarachas, yo gritaba de miedo; mi mayor fobia eran las ratas. Solo
escuchaba a personas que conversaban, decían: <<Esa niña esta buena para el
negocio, a los clientes les va a encantar>>. No entendía a que se referían,
¿Clientes?, ¿Negocios?, apenas tenía 7 años, no entendía las cosas de adultos.
Entro la misma señora que me golpeo, la reconocí por el timbre de su voz.

- ¿Quieres jugar a las muñecas?


Yo respondí que sí, solo quería que me saque de ese lugar. Me aterrorizaba la
oscuridad y las ratas que corrían por todo el lugar.
Está bien, pero prométeme que harás caso. Un amiguito quiere jugar contigo,
te vas a divertir, ya lo verás. Yo no entendía a qué se refería, pero acepte. Esa
señora me llevo a un cuarto, en la televisión habían personas desnudas. Yo no
quería ver eso, le dije que ponga dibujitos pero ella no quiso.

- Tú vas a hacer lo que ellos hacen


- ¿Qué hacen?, diles que se pongan ropa, hace frío, se van a enfermar
- Ellos tienen sexo, tú harás lo mismo con un amiguito
- ¿Sexo?, ¿Qué es eso?, yo solo quiero jugar con mis muñecas, tú me
dijiste que jugarías a las muñecas conmigo
- ¡Cállate niña babosa!, nadie jugara a las muñecas contigo.
Me tape los ojos, no quería ver eso, esa mala mujer me golpeaba para
descubrirlos y ver todo lo que hacían esas personas en la televisión. Minutos
después entro un señor, era de piel blanca, ojos celestes, alto y traía un
maletín.

- Aquí tienes a la niña, ¿Has traído el dinero acordado? - Sí, toma. Dentro
de este maletín esta todo el dinero - Disfruta, es toda tuya.
Yo no quería estar allí, trate de escapar pero el señor me sujetó de los cabellos,
la señora salió, le echo llave a la puerta y me dejo con ese hombre.

- Suéltame, quiero jugar con mis muñecas e irme de este lugar - No


chiquita, pague mucho dinero por ti.
Me quito toda la ropa, yo pataleaba y me resistía a que lo haga, pero él era
más fuerte que yo. Metió su asquerosa porquería en mis partecitas, me dolía
mucho. Solo quería que pare; de mis partes salía mucha sangre. ¡Me duele!,
¡Déjame!, ¡Me duele!, ¡Por favor, déjame!, no aguantaba tanto dolor, me
desmaye. Todos creyeron que estaba muerta, mi ritmo cardiaco estaba
demasiado bajo, me metieron a una bolsa y me envolvieron con una de las
sábanas de la habitación. La misma que me bofeteo me tiro cerca del río, se
largó, no tuvo piedad de mí. Una señora que se encontraba cerca se percató
del bulto que la corriente de este se iba a llevar. ¡Santo Dios!, es una pequeñita
– Busco mi pulso, al notar que este era demasiado bajo, me tomo en sus brazos
y me llevo de emergencia al hospital que se encontraba a solo tres cuadras.
Esa señora fue el ángel que mis dos mamitas enviaron del cielo para salvarme.
Estando en el hospital y fuera de peligro, hacía de todo para morirme, ya no
quería seguir viva, intente muchas maneras de suicidarme, pero en todos los
intentos una mano arrulladora me detenía, no entendía por qué quería que
me quede en este basural de mundo a sufrir mis desgracias. Me robaron el
derecho de ser niña, por mi cabeza solo pasaba la habitación y ese desgraciado
violándome sin piedad, sin misericordia. Era mi pesadilla de todas las noches,
de cada vez que me recostaba a hacer una siesta, incluso despierta podía
verme en esa habitación frente a aquel televisor que solo transmitía
programas de pornografía, me usurparon la inocencia, mi mente solo estaba
perturbada con aquellos tormentosos momentos. Mi infancia se vio
interrumpida por esas despreciables personas. La señora que me recogió de
las orillas del río, me prometió que no volvería a pasar por otra experiencia
trágica. Me alojo en su casa, era una señora de aproximadamente 30 años, no
tenía hijos, solo un hermano, él vivía con ella. De camino a su casa me decía
que en cuestión de días regresaría a la escuela. Yo estaba contenta, no sabía
cómo agradecerle todo lo que estaba haciendo por mí. También me dijo que
me presentaría a su hermano. Al llegar a casa ella toco el timbre, olvido sus
llaves en la mesa del comedor, quien abrió la puerta fue su hermano, un
hombre alto y de piel blanca.
Lo reconocí instantáneamente, era él, mi violador, el hombre que desgracio mi
vida por completo. Me quede paralizada, no podía correr, era como si mis pies
se hubieran pegado al suelo. Latidos descontrolados, ojos cristalizados,
recuerdos espantosos en cuestión de segundos, manos temblorosas, corazón
agobiado, sol apagado, arcoíris descolorido, estrellas caídas, pradera marchita,
océano negro, barca averiada, demonios sueltos y alma perdida. Esa fue mi
situación gracias a que el destino lo puso nuevamente en mi camino.
Pe… pero, ¿Tú que haces aquí? – Pregunto temerosamente, nunca creyó que
viviría después de lo que me hizo.

- ¿La conoces?
- No, me confundí de persona
Negando cualquier vínculo conmigo tomo su abrigo y salió de la casa.
- Hija, entra, ¿Estas bien?
- Si
- Entonces, ¿Por qué tienes el rostro pálido?, ¿Acaso has visto a un
fantasma?
- No, no es nada
- Entonces quita esa expresión y entremos
- Lo intentare
Maldita la vida que me tocó vivir, maldito destino que se las agarro conmigo,
malditos todos. Si supiera que su hermano fue quien me violo, si supiera que
por culpa de él mi vida es una porquería. Solo basto que Ana me deje sola en
casa para que Iván abusara nuevamente de mí. Era un pedófilo descabellado y
sin escrúpulos. Ató mis manos y pies para que no pueda defenderme. Me daba
asco, mirando al cielo y con lágrimas en los ojos buscaba una explicación, ¿Por
qué a mí?, ¿Por qué tuve que ser yo?, nada podía ser más cruel y desalmado.
Tuve que aguantarlo un tiempo muy largo, los días eran meses, los meses eran
años, hasta que una tarde de noviembre, horas antes de ser abusada
sexualmente como era de costumbre, Iván murió, era drogadicto, Ana lo hallo
muerto en el patio trasero de la casa, la necropsia dio a conocer la causa de su
muerte, una sobre dosis de heroína acelero sus vías respiratorias
provocándole un paro cardiaco y trauma cerebral en el hemisferio derecho del
cerebro. Fue así que confirmaron la hora de su muerte, 7:00pm, su cuerpo fue
hallado por su hermana dos horas después de su muerte. Usted no sabe cómo
me hubiera fascinado haber matado a ese desgraciado con mis propias manos.
Personas como él, no merecen vivir, no se merecen nada, deben morir
torturados, así como hacen los grandes psicópatas. Durante todo su velorio yo
la pase más que bien, después de un puto año aguantando sus más retorcidos
deseos, pude recuperar los sueños perdidos, mientras todos lloraban, yo solo
reía a carcajadas, ¿Cómo hubieran reaccionado si se hubieran enterado que
un violador murió?, Jajaja, lo más probable es que ni lamentaciones tendrían,
ni a su funeral hubieran asistido. Al fin pude dormir como lo hacía antes de ser
violada, la vida comenzaba a darme su mejor cara. No sé por qué la vida
decidió tomar venganza contra mi persona, no sé qué daño le trajo mi
existencia. Ana decidió adoptarme, ya era oficialmente su hija. Ya tenía 9 años,
aparentaba ser una niña dulce y amorosa, pero mi realidad era otra, solo era
una máscara para esconder mi pasado enigmático. Mi madre no sabía nada,
ella al igual que todos, conocía el disfraz que yo mostraba, era muy difícil que
alguien conociera las profundidades de mi ser, sabia ocultar muy bien mi
verdadera personalidad. Me vengaría de los que me botaron de la casa y de
mis secuestradores. Un día cualquiera de marzo hace 9 años conocí a
Benjamín, fuimos enemigos, era el chico más popular de la escuela y yo era el
patito feo, solo por ser distante y misteriosa, además de fea. Todo era un
simple camuflaje, meses después me enamore de él, yo sabía que jamás se
fijaría en alguien como yo, entonces trataba de hacerle la vida imposible, era
guapo pero bruto, su belleza se veía diminuta ante mi inteligencia. A menudo
nos llevaban a la dirección, lo detestaba, por su culpa mi madre me quitaba las
muñecas, además de ser bruto, era odioso, muy fatuo, todas las chicas
babeaban cada vez que él pasaba cerca a ellas. Trataba de evitar sentir algo
por alguien como él, enamorarme más solo arruinaría mis planes, era su mayor
admiradora, una más de las tantas niñas tontas que morían por ser su novia.
Lo odiaba más porque simplemente al sentirlo cerca (5 metros) mi corazón
latía descontroladamente, sin decir nada destruía mis ganas de cobrar
venganza, sin tenerlo cerca, alimentaba aquella patética ilusión, pero mi sed
por justicia era más fuerte que retome los planes los cuales su presencia había
hecho que yo abandonara. Después de 5 meses ausente, regrese con fuerza,
tenía todo correctamente planeado, elabore un mapa, el cual me conducía
hacia el refugio de mis secuestradores, sabía todo lo que hacían cada minuto,
los tenía vigilados, mi plan no era matarlos, solo quería jugar con ellos a las
muñecas, mas con ella, me dio su palabra, tenía que cumplirla. Espere hasta
cumplir 15 años, durante esos tres años de espera, entrenaba, a los perros de
la calle los torturaba, trataba de mejorar mis técnicas para el gran día, pero
Benjamín se entrometía en mis pensamientos, era como una plaga, la cual no
me la podía quitar de encima, eso era él, estaba allí, a toda hora, cada minuto
de mi estúpida vida. Ya no era el patito feo de la escuela, cambie de disfraz,
nadie me reconocía, incluso los niños brabucones del salón de clases
recordaban quien era yo, en instantes me convertí en la chica más popular de
toda la escuela, por primera vez me sentí “amada”, no era fea, simplemente
que me hice fea para ocultar mis planes, Benjamín se fijó en mí, pero ahora
era yo quien lo rechazaba. No tenía tiempo para andar en amoríos, yo no nací
para ser amada, yo no nací para amar, yo nací para ser odiada, yo nací para
odiar. La mayoría de chicos piden que sus amadas sean vírgenes, yo no cumplía
ese requisito, toda novia tiene que llegar pura al altar, yo era impura, claro era
que yo no pedí que me violaran, pero simplemente ya no era virgen. No
entiendo aun el porqué de las indiferencias, los muchachos piden a una
señorita como esposa, que sea estrenada únicamente por ellos, pero, como
pueden pedir a una doncella si ellos perdieron la castidad en competencias de
amigos, en apuestas, o por curiosidad, como pueden pedir que una mujer se
entregue solamente a ellos, cuando ellos se entregaron a más de una, si es
virgen la aceptan, si ya no es virgen por x motivos, la tildan de perra, prostituta,
recorrida, mandada, impura, etc. ¿Quién tilda de esa manera a los chicos?, son
ellos los que pierden la castidad muy jóvenes, si dejan de ser castos son
hombres, si son castos son niñas, si una mujer pierde la virginidad desde muy
joven es puta, si no la pierde es una damisela. La jerarquía machista que nos
han impuesto desde que el primer hombre pobló la tierra, ha continuado de
generación, en generación, antes el machismo se demostraba a golpes,
humillaciones, privando a las mujeres de su libertad, porque claro estaba que
ellas no tenían derechos, su único rol era cuidar a las crías, alimentar al hombre
de la casa y limpiar esta misma. El varón siempre se ha sentido fuerte,
autoritario, con poder, cada vez que golpeaba a su mujer, inclusive lo
comentaba con sus amigos, hacia reuniones en las cuales las esposas eran más
humilladas que nunca, los hijos miraban ese ejemplo tan nefasto. “Con el pasar
de los años el machismo ha ido disminuyendo”, ¿Es cierto eso?, ¡NO!, el
machismo no ha ido disminuyendo, simplemente ha ido mejorando sus
técnicas, para que así la mujer no se pueda dar cuenta del peligro al cual pone
su propia vida. Lo más ridículo es que nosotras mismas permitimos que ese
maldito ego que ellos poseen, crezca cada vez más, somos sometidas a
diferentes maltratos psicológicos hoy en día, ya no podemos diferenciar entre
lo que es un golpe físico y entre lo que es un golpe psicológico. Todo lo
tomamos normal, creyendo que nuestro agresor cambiara, si una misma no se
ama, nadie más lo hará por ti, porque no puedes amar a nadie si tú no te amas
a ti misma. Si estas harta de seguir llorando y de seguir dándolo todo por quien
no da nada entonces es momento de irte, es momento de tomar la iniciativa,
o prefieres morir o prefieres vivir, morir con esa angustia de no haber conocido
el amor verdadero o vivir para evitar aquella angustia y ser feliz con aquel amor
verdadero.
Esa fue mi situación, era humillada siendo soltera, sin hijos, sin esposo, los
chicos decían:<< ¡Allí va la perra del salón!>>, lo que más me dolía era que
simplemente me juzgaban sin saber los motivos de mi perdida, días
posteriores ya no sentía lo mismo, aquel dolor permanecía allí pero ya no era
tan importante como al comienzo, aquel dolor era nada ante el dolor
constante que yo vivía a causa del rechazo de mi madre. Tenía miedo a ser
rechazada por él, sabia mi situación, es por ello que me avergonzaba cada vez
que se acercaba. Él no se merecía a una chica usada, ese fue uno más de los
motivos por los cuales me vengaría de esas personas, sabía que al hacerlo iba
a disfrutar inconmensurablemente, es por ello que no desistía en mi decisión.
Días antes de cumplir los 16 años, Benjamín desapareció, se fue, abandono la
ciudad sin despedirse. Si tan solo se hubiera detenido a decir adiós, si tan solo
hubiera sabido que su partida dejo mi cielo sin estrellas, si tan solo hubiera
preguntado una vez más, solo una vez más, le hubiera confesado aquello que
guarde por miedo. Pase días enteros sin salir de mi habitación, noches muy
largas en las cuales trataba de ver su rostro una vez más, preguntando al cielo
si fue correcto ocultar mis sentimientos; Si tan solo… Si tan solo… Si tan solo…
Si tan solo hubiera sujetado su mano, pero no, lo deje ir, lo deje partir, se fue
sin saber que lo amaba, él se fue, ¡él se fue!
Después de una semana y tres días me di por vencida, no volví a buscar su
rostro. Deje que se marchara y que posara sobre quien su amor si le podía dar,
el amor que yo sentía por él era como el sol, al llegar la tarde moría pero a la
mañana siguiente salía con más subsistencia. <<¡Olvídate de él! >> A menudo
gritaba la razón, era como aquellas grandes historias de amor, en las cuales los
protagonistas están destinados a estar separados, en las cuales aquel amor no
podía realizarse. Tú no sabes cómo duele recordar a tu difunto amor, no sabes
cómo duele, aquella sensación de querer descansar en sus brazos después de
haber atravesado una espantosa tormenta, o el simple hecho de querer ser
feliz sin sus recuerdos. Como dejar de pensar en él, como borrar sus caricias,
como dejar de extrañar sus besos, ¿Cómo?, ¿Porque yo no fui quien partió
primero?, como borrar aquel dolor que fue escrito con tinta indeleble en mi
pecho, me rehúso a dejarlo partir. Como fantasma permanece en mi mente a
toda hora, las noches son como las empecé, frías, tristes, solitarias, vacías, lo
perdí, ¡lo perdí! Después de hacer el amor con su cadáver a la mañana
siguiente desperté y le di los buenos días, tal y como imagine para nuestra
noche de bodas. Me levante de la cama y fui hacia la cocina para preparar
nuestro desayuno especial. Mientras hacia los rollos de huevo recordé como
Benjamín apareció nuevamente en mi camino, como aquella preciosa estrella
vino a iluminar mi sendero. Luego de marcharse, retorno 5 años después, su
llegada fue un boom, de aquellas que te desestabilizan, que te ponen todo de
cabeza; al llegar de viaje a la primera persona que busco fue a mí, lo supe
gracias a sus padres. Al escuchar que el timbre no dejaba de sonar, salí
abandonando mis quehaceres , era él, aquel amor que partió sin dejar huella,
lo mire, me miro, nos miramos como dos personas aferrándose a un mismo
destino, no lo podía creer pero era real, después de 5 años sin saber que
volverá, una tarde cualquiera de mayo lo tuve frente a mí, declarándose con
uno de los versos que escribió mientras se encontraba lejos, entre lágrimas
dijo: “Sálvame de la muerte, por favor trae mi alma desahuciada nuevamente, no la dejes
caer plenamente, da la vuelta no culminemos con esta historia, hagamos que esto crezca
diariamente”para luego propinarme un beso, fue la tarde más asombrosa y
preciosa que pude tener después de su partida. Metió la mano a su bolsillo
para sacar una gargantilla, la puso delante de mis ojos y me explico el símbolo
que traía puesto, dijo que el sol sobre la luna simbolizaba el tiempo que él y yo
llevábamos separados, el dolor que los dos padecíamos al tener nuestras
almas alejadas, pero así como los eclipses, un día cualquiera nuestras almas se
volvieron a reunir para estar juntos solo por un tiempo determinado, tiempo
que podría durar mientras tengamos la esperanza de mantenernos unidos por
siempre en mente, alma, corazón y vida.
EPÍLOGO
RETORNEMOS SIGLOS ATRÁS Y QUE EL AROMA DE NUESTROS BESOS SE
REENCUENTREN NUEVAMENTE, UNAMOS NUESTRAS ALMAS ASÍ, VIDA TRAS
VIDA, QUE LA ESTACIÓN DEL AMOR DURE PARA SIEMPRE

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