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Economía Política Vulgar

La economía política vulgar surgió casi al tiempo que la escuela burguesa clásica.
Estaba limitada por sus conveniencias de clase, solo se limitó a satisfacer a la
burguesía. En tiempos de Petty y Smith la economía política vulgar se hallaba en
fase de aparición y formación. Negaba las concepciones científicas y las adaptaba
a las necesidades explotadoras de los grandes industriales y terratenientes. El fin
que perseguía la economía vulgar era hacer comprender a la burguesía los
fenómenos más amplios de la vida económica y adaptarlas como decir, al “uso
doméstico” del burgués. La estructuración de la Economía Política Vulgar se
desarrolló entre choques de las diferentes clases, en la época de la Revolución
Francesa a fines del siglo XVIII cuando en Francia se imponía el capitalismo.

 La economía vulgar desenmascarada por el Materialismo Histórico

Pero una vez que los capitalistas conquistaron el poder político en Inglaterra y
Francia, la lucha de clases entre proletariado y burguesía se puso teórica y
prácticamente a la orden del día, especialmente tras la primera gran crisis
económica de 1825. Fue a partir de entonces cuando la economía política
burguesa experimentó un brusco viraje hacia la defensa cada vez más ostensible
del sistema, esforzándose al mismo tiempo en conciliar los intereses entre
patronos capitalistas y asalariados:

<<Había sonado la campana funeral de la ciencia económica burguesa. Ya no se


trataba de si tal o cual teorema era o no verdadero, sino si resultaba beneficioso o
perjudicial, cómodo o molesto, si infringía o no las ordenanzas de la policía. Los
investigadores desinteresados eran sustituidos por espadachines a sueldo y los
estudios científicos imparciales dejaban el puesto a la conciencia turbia y a las
oscuras intenciones apologéticas>>.(K. Marx: Postfacio a la 2ª edición del primer
libro de “El Capital”. Enero de 1873)

En su mencionada obra titulada “Teorías sobre la Plusvalía”, Marx desenmascaró


a quienes llamó “economistas vulgares”, por haber abandonado la investigación
científica desinteresada tendente a descubrir los contenidos esenciales de cada
parte de esa nueva realidad, para dar en cambio veracidad a las
engañosas formas existenciales aparentes directamente perceptibles por los
sentidos. Por ejemplo y para muestra solo basta un botón, decir que, relevando
la igualdad formal que refleja la esfera de la
circulación o mercado en la conciencia de
asalariados y patronos —donde parece que
ambas partes se igualan al acordar el
intercambio de prestaciones equivalentes en el
contrato de trabajo— el economista vulgar
Fréderic Bastiat (1801-1850), intentó
deliberadamente ocultar —bajo esta forma que
brilla en la esfera de la circulación—, el
contenido de la desigualdad real que se verifica
en la esfera de la producción, entre el tiempo de
la jornada laboral que el asalariado emplea en producir riqueza por el equivalente
a su salario, y la parte durante la cual trabaja gratis para crear un plus de valor que
su patrón le rapiña.

Con el ejemplo de Bastiat ya hemos visto cómo y por qué la llamada por
Marx economía vulgar, replegó el campo de estudio de la economía política hacia
las relaciones de intercambio que tienen lugar en el mercado, abandonando
las relaciones de producción que habían sido el centro de interés de los clásicos.
Con este repliegue hacia la superchería, los burgueses demostraron estar única y
exclusivamente interesados en la circulación de los valores, esto es, en los
problemas de mercado, en el movimiento de los precios, el dinero y el crédito. Con
ello todavía pretenden que el proletariado solo vea el rostro amable del
capitalismo, el de la supuesta equidad del intercambio entre equivalentes que
refleja el contrato de trabajo, donde parece ser que ambas partes se benefician
por igual. Para los burgueses y sus sofistas intelectuales a sueldo, hablar de
la desigualdad social que salta a la vista estudiando las relaciones de
producción —donde se descubre que la ganancia capitalista solo puede brotar y
crecer a expensas del salario y que la gallina burguesa de los huevos de oro tiene
un límite histórico absoluto infranqueable—, es como mentar la soga en casa del
ahorcado.

Según los economistas vulgares el beneficio o ganancia del capital surge en el


mercado y es el resultado de la diferencia entre el precio de venta y el precio de
costo de cada producto. O sea, vendiendo más caro de lo que se ha comprado.
Desde esta perspectiva, el beneficio no se genera, pues, en la esfera de la
producción sino en la esfera de la circulación, es decir en la compraventa. El
plusvalor o trabajo excedente creado por el asalariado respecto del salario que
cobra, no aparece aquí por ningún sitio. Estos señores lo han hecho desaparecer
así de fácil como por arte de birlibirloque.

 Economía política y economía vulgar

“Para que quede claro de una vez para siempre, por economía política clásica
entiendo toda economía que, desde W. Petty, investiga el nexo interno de las
relaciones de producción burguesa en contraste con la economía vulgar, que sólo
se mantiene dentro de la conexión aparente, cuidándose tan sólo de ofrecer una
explicación plausible de los fenómenos más burdos, por así decirlo, y rumiando
una y otra vez, para el uso doméstico de la burguesía, el material suministrado
hace ya tiempo por la economía científica, y que, por lo demás, se limita a
sistematizar, pedantizar y proclamar como verdades eternas las ideas banales y
fatuas que los agentes de la producción burguesa se forman acerca de su propio
mundo como el mejor de los mundos posibles”. El carácter fetichista de la
mercancía y su secreto. Nota a pie de página. Karl Marx.

Marx plantea la contradicción entre la economía clásica y la economía vulgar


como la contradicción entre la investigación de los nexos internos de las cosas y la
investigación de los nexos externos o aparentes de las cosas. Y los marxistas, en
este terreno, estamos más cerca de la economía clásica que de la economía
vulgar. No se trata de descuidar o despreciar las conexiones externas de las
cosas, sino saber que las conexiones externas de las cosas son la expresión de
las conexiones internas.

Hay además otro aspecto importante a destacar en la crítica que Marx hace a la
economía vulgar. Los señala como investigadores que no van más allá de las
ideas que se hacen los agentes prácticos de la producción burguesa. Se limitan a
sistematizarla y a pedantizarlas. Pero hacen algo peor: las proclaman como
verdades eternas, verdades válidas para todos los tiempos, sin fecha de
nacimiento y de caducidad. Y no paran ahí: ayudan a los burgueses a creer que su
mundo es el mejor de los mundos posibles. Se vuelven en apologistas del orden
existente.

En el terreno de la filosofía son los empiristas, positivistas y seguidores de Kant


quienes mejor se adaptan a las pretensiones de los economistas vulgares. La
posición de Kant sobre el carácter incognoscible de la cosa en sí no sólo supone
la negación de que es imposible conocer las conexiones internas entre las cosas,
sino que niega la relación entre las conexiones externas y las conexiones internas.
De ahí que en este terreno Hegel sea el mejor de los aliados de los marxistas. Y
en un mundo como el de hoy, donde el peso de las apariencias se ha vuelto tan
todopoderoso, los marxistas deben criticar con suma dureza a los empiristas y
positivistas.

Todo el mundo es un ser unilateral bajo el punto de vista del trabajo y un ser
multilateral bajo el punto de vista de las necesidades. El hombre no es un ser
fuera del mundo, es un ser dentro del mundo, y su existencia depende del mundo.
Y para vivir necesita satisfacer sus necesidades. Y para satisfacerlas necesita del
trabajo de los otros, de los muchos, de la sociedad. Vemos que en el hombre
mismo se da la contradicción entre lo individual y lo social, que lo social no es sólo
algo externo, sino que también se da forma interna: las necesidades (lo interno) y
los medios para satisfacerlas (lo externo) son sociales.

Desde el momento en que la lucha de clases del proletariado empezó a amenazar


la existencia del capitalismo, la economía política burguesa clásica cedió su
puesto a la economía política vulgar, es decir, no científica, que domina en el
mundo capitalista hasta el presente.

 Primeros representantes
Thomas Robert Malthus.
Sus primeros representantes, Jean-Baptiste
Say, Thomas Robert Malthus, John Stuart
Mill, John Ramsey McCulloch y otros,
suplantaron el conocimiento científico de los
fenómenos económicos por la descripción de sus
nexos puramente externos, superficiales, con
miras a la intencionada defensa del régimen
capitalista.
 Marxismo
Cuando aparece el Marxismo, la tarea principal de
los economistas vulgares estriba en refutarlo.
Utilizando el anticomunismo como principal arma
político-ideológica del Imperialismo, la economía
política burguesa contemporánea dirige burdos y
primitivos ataques contra el Socialismo científico y
los países socialistas, inventa nuevas impugnaciones “científicas” del marxismo,
intenta adaptar la doctrina económica marxista-leninista a las nuevas necesidades
de la apología del capitalismo actual.

Socialismo y capitalismo
En las condiciones a que da origen la lucha entre los dos sistemas mundiales—el
socialista y el capitalista—, los economistas burgueses consideran, que su
principal tarea estriba en conservar por todos los medios el capitalismo,
presentarlo como capitalismo “popular” del que se afirma que ha perdido su
naturaleza capitalista y se ha convertido poco menos que en socialismo, con lo
que pretenden evitar su hundimiento inevitable.

Se trata de precisar las grandes concepciones acerca de la realidad económica


(de la «economía») que la sociedad presente produce como su propia afirmación
(economía política y economía vulgar), y de especificar sus características
principales: su objeto, su método y su función social.

 Distinción entre economía política y economía vulgar

Hace más de un siglo Marx establecía la distinción fundamental entre economía


política y economía vulgar, definiendo a una en oposición a otra:

«Entiendo por economía política clásica toda la economía que desde W. Petty
investiga la concatenación interna del régimen burgués de producción, a diferencia
de la economía vulgar que no sabe más que hurgar en las concatenaciones
aparentes, cuidando tan sólo de explicar y hacer gratos los fenómenos más
abultados. Es fundamental comprender el cambio necesario de concepción que
debe realizar el economista estalinista y postestalinista que pasa de la economía
política a la vulgar. En efecto, este define la economía como lo hacía la economía
política, tiene básicamente su misma teoría del valor
(teoría que denomina del “valor trabajo”), busca el
mismo tipo de leyes en la economía (objetivas,
sociales...), incluso acepta la lucha de clases... pero
olvida todo esto cuando se trata de analizar su
propia sociedad mercantil.

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