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La pugna por saber quién tiene la razón o quien puede explicar mejor y
convincentemente el tema del origen de todo lo existente, ha estado en discusión a
lo largo de nuestra historia; y a pesar de no tener una respuesta concreta sobre el
origen del universo la mayor parte de los creyentes se conforman con saber que
todo fue creado por un ente divino, interesándose poco en justificar esta creación
desde una perspectiva racional y comprobable, hecho que posiblemente sea
producto de una herencia cultural.
Esta otra orilla totalmente opuesta a la idea de que todo tiene una intencionalidad y
el ser creado tiene un propósito, que existe porque es parte clave en esa gran obra,
toma fuerza con la afirmación de que emerge todo por un proceso que se generó
inicialmente con una aparición de formas de vida espontanea. Tanto el origen del
universo, la evolución de las especies como el origen de la vida son explicadas
desde la comprobación.
Ya sea que todo haya aparecido hace miles de millones de años debido a un cambio
climático y los diferentes elementos químicos al entrar en contacto generaran una
reacción que dieran como resultado las primeras células, lo cierto es que los
científicos han dedicado sus estudios en la comprobación y demostración del mundo
físico como se creó y como funciona. Todo el proceso evolutivo a partir de diferentes
hipótesis que puedan ser sometidas a pruebas donde los cambios entre las
especies han dado como resultado un hilo conductor de donde provenimos y la
manera de adaptarnos a este planeta cambiante.
Desde el dogma religioso los personajes de las narraciones que aparecen en las
diferentes historias de la conformación de todo, tienen similitud con el
comportamiento humano que tienen que ver con anhelos y miedos, que coinciden
en la procreación y multiplicación de la especie dominante, relatos que generan gran
impacto en la vida del hombre como la muerte, el poder, la violencia, el
sometimiento de unos hacia otros, el renacer, persistir en el tiempo esto reafirma el
argumento de dar respuesta a los grandes interrogantes.
Por ser seres sociables es que decidimos confiar y depositar nuestra fe con quien
compartimos nuestras creencias, siempre creemos en que hay algo que nos mueve
y la certeza de que podemos construir una conciencia colectiva independientemente
de las posturas de cada quien, esa reproducción del conocimiento y de las
manifestaciones de los pueblos, enriquecen nuestra universalidad y maneras de ver
y comprender el mundo; saber que en otros tiempos y lugares se hacían las mismas
preguntas pero siempre con el mismo fervor de encontrar lo que nos falta contándola
a través de historias.