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Antelo, Estanislao (1999), Instrucciones para ser

profesor. Pedagogía para aspirantes, Buenos Aires,


Santillana.

CAPÍTULO 2 Instrucciones para estudiar pedagogía


¿Hay que estudiar pedagogía para ser profesor? ¿Por qué? ¿Para qué sirve? Las respuestas
a estas preguntas difieren considerablemente. Oscilan entre un rechazo más o menos
manifiesto, variadas indiferencias y una revalorización del estudio sólo en términos de su
aplicación a la práctica. Los rechazos al estudio de la pedagogía mayoritarios según mi
experiencia en la enseñanza- no tienen la misma forma. Se rechaza el estudio o bien porque
es pura teoría…pura palabrería, pura literatura. Además, la teoría es compleja…es cosa de
intelectuales y de universitarios, etc.; o bien porque la pedagogía no puede bajar a la
práctica, es decir, aplicarse a lo concreto, la pedagogía no ayuda en nada a cambiar el
mundo, está descontextualizada, lo que necesitamos son hechos y no palabras, no se trata
de comprender el mundo sino de cambiarlo, etc. Por otro lado, las defensas de aquellos que
estiman necesario estudiar pedagogía también difieren: hay que estudiar pedagogía porque
el conocimiento en especial aquel que se llama científico- te permite cambiar las cosas,
porque la teoría te permite comprender qué pasa, etc…
(…) Un adelanto. Dos profesoras me respondieron hace unos pocos meses, en un examen,
lo siguiente: ¿estudiar pedagogía, para qué? Para pensar de otro modo.

1. Para enseñar, usted tiene que estudiar teorías de la educación


Se dice que las pedagogías o las teorías de la educación que se enseñan en los profesorados
y en la universidad son en realidad pura teoría y que lo que se precisa es bajar a la práctica.
Esta manera "sube y baja" de entender los problemas plantea varias dificultades que vamos
a examinar en este capítulo. En primer lugar, lo que se conoce como binarismo. Por un lado
está la teoría y por el otro, la práctica. Se supone que tanto una como otra son identidades
plenamente constituidas, es decir que se sabe claramente distinguir sus propiedades y se
puede además ubicarlas en un espacio. Los binarismos empujan a tomar partido por uno u
otro término. Es la famosa y cansadora teoría de los extremos a la que Pascal recomendaba
tratar de la siguiente manera: "No se muestra la grandeza situándose en un extremo, sino
tocando ambos a la vez". Así, teoría y práctica se consideran "esferas", figuras que
parecieran estar hechas para escribir en el pizarrón para luego unirlas con algún signo de
escuela primaria. Por ejemplo, un profesor de Educación Física que está enseñando a sus
alumnos a hacer la "vertical". Se piensa que esto es práctica, pura práctica. Se mueve, va de
un lado a otro, da indicaciones, ejecuta su plan de actividades, evalúa, corrige, ayuda. Se
supone que en tanto todas éstas son "acciones", se trata de pura práctica. ¿La teoría?
Supuestamente empieza en el escritorio o en la biblioteca. La teoría entendida como
"reflexión" o "pensamiento", se dice, es otra cosa. También se supone que la práctica es
algo que "ocurre" en un espacio distinto del de la teoría y de la reflexión.
La teoría es una relación sin la cual no se puede enseñar: Usted debe familiarizarse y
apropiarse de las teorías que habitan y conforman los saberes que usted enseña, además
de las teorías pedagógicas que considere útiles para el oficio de enseñar. Como veremos, ni la teoría
ni la práctica son identidades plenas, y además sus bordes, límites y significados están lejos
de ser unívocos. Como también veremos, la acción y la reflexión mantienen una peculiar
amistad. ¿Dónde empieza una cosa y dónde termina? Es difícil establecerlo claramente. De
esta oposición, además, se deriva otra más común: aquella que divide el campo entre los
teóricos y los prácticos. ¿Cómo salir de ahí?

“En primer lugar, hay un viejo proverbio francés que señala con una especie de descrédito a la pedagogía
de forma general. Ésta aparece como una modalidad de especulación muy inferior. […]
Hay verdades sobre las que no se puede estar volviendo indefinidamente. La pedagogía no es más que la
reflexión aplicada tan metódicamente como se pueda a los temas de la educación. ¿Cómo es posible
que exista una forma cualquiera de actividad humana que pueda prescindir de la reflexión?
Hoy no existe ninguna esfera de acción donde la ciencia, la teoría, es decir la reflexión, no
vayan penetrando cada vez más la práctica y esclareciéndola. ¿Por qué iba a ser una
excepción la actividad educativa? Indudablemente, se puede criticar el uso temerario que
más de un pedagogo ha hecho de su razón; se puede decir que los sistemas educativos son
con frecuencia bastante abstractos y bastante pobres con respecto a la realidad; se puede
pensar que en las condiciones en que se encuentra la ciencia del hombre, la especulación
pedagógica nunca podría ser demasiado prudente. Pero de que haya sido falseada, por la
forma que ha habido de entenderlo, no se sigue que sea imposible. De que deba ser
modesta y circunspecta, no resulta que no tenga razón de ser. Además, ¿hay algo que sea
más vano que aconsejar a los hombres conducirse como si no estuviesen dotados de razón
y reflexión? La reflexión se ha despertado; no puede dejar de aplicarse a estos problemas
educativos que se plantean ante ella. El problema no está en saber si hay que servirse de ella, sino
en saber si hay que servirse de ella al azar o con método; ahora bien, servirse de ella
metódicamente es hacer pedagogía”. Émile Durkheim (1904). Historia de la educación y de las doctrinas
pedagógicos, 1990

Consignas:
1. Ante la pregunta ¿Por qué estudiar Pedagogía para ser profesor?, ¿Cuáles son las
respuestas de rechazo a su estudio y cuáles las que lo valorizan?
2. ¿Qué significa, según el autor, pensar la teoría y la práctica como términos
binarios?
3. Recuperando a Émile Durkheim, ¿Qué es la Pedagogía y por qué es importante?

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