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POR:
MEDCAM
GRADO:
9°2
A pesar de las críticas y de las voces en contra, es innegable que en estas últimas
décadas se ha incrementado de manera notable la adhesión y el respaldo a la teoría
de los derechos humanos; y la Declaración universal de derechos, que se ha
transformado en un punto de referencia obligado para cualquier discusión de
carácter ético-político y en un paradigma para los valores humanos, aparece
Llamada a llenar el vacío dejado por los códigos morales sustentados en una
cosmovisión religiosa. Incluso en nuestro medio se ha venido consolidando la
tendencia de la gente común a expresar su inconformidad y sus voces de protestas
en el lenguaje de los derechos, lo que constituye sin duda una prueba de que este
lenguaje ha logrado afianzarse en la conciencia colectiva.
Con la definición anterior queremos destacar antes que todo un aspecto peculiar
estrechamente ligado con la teoría y la praxis de los derechos humanos: la
formulación de los derechos en términos de demandas y exigencias enfáticas por
parte de quienes perciben una injusticia en el trato que les deparan las autoridades
o los demás miembros del cuerpo social y, por lo tanto, levantan su voz para que se
supere la condición de injusticia y para que sus derechos y libertades sean tenidos
en cuenta y respetados.
REIVINDICACIONES UNIVERSALES
A lo largo de estos dos últimos siglos se afianza de manera gradual pero irreversible
la tendencia a creer que los titulares de estos derechos son todos los seres
humanos, independientemente de las diferencias de raza, sexo, status social o
nacionalidad. Con evidentes resonancias del modelo iusnaturalista, la Declaración
universal de la ONU proclama, de manera solemne, que todos los seres humanos
nacen libres e iguales en dignidad y derechos, es decir que todos llegan al mundo
con el derecho a un respeto mínimo de su libertad y personalidad.