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La cuestión de la hegemonía ha sido sobre analizada e interpretada tanto dentro como fuera
del marxismo. Siguiendo la idea planteada por Gianni Francioni en su clásico estudio,
consideramos que Gramsci construye en los Cuadernos de la cárcel una teoría general de la
hegemonía1 que puede utilizarse tanto para comprender la hegemonía burguesa como para
reflexionar sobre las condiciones de constitución de una hegemonía proletaria, sin perder de
vista las diferencias entre ambos procesos. En este artículo haremos hincapié en este segundo
aspecto, en líneas generales menos popularizado que el primero.
Tomamos como punto de partida la primera definición de hegemonía que Gramsci realiza en
los Cuadernos y luego complejiza: como dirección de las clases aliadas y dominación sobre las
adversarias, por lo que cuando una clase está en el poder se vuelve dominante pero debe seguir
siendo dirigente (C1 §44, redactado entre febrero y marzo de 1930)3.
Con el término “momento” nos referimos a un plano que es parte de una progresión lógica
como histórica, conceptual como político-estratégica, abierto a diversas combinaciones y
mediaciones, aunque con una lógica de desarrollo general que Gramsci mismo se encarga de
especificar, como veremos.
1) El de las relaciones de fuerzas sociales objetivas, que es una realidad rebelde, es decir
independiente de la voluntad de los agentes.
Gramsci destaca que el desarrollo histórico oscila continuamente entre el primer y el tercer
momento, con la mediación del segundo.
Desde este punto de vista, la hegemonía es condición necesaria para la resolución de la relación
de fuerzas militares, pero no la reemplaza, tanto como no se puede buscar el momento
“directamente decisivo” de las relaciones de fuerzas militares, sin la constitución previa de la
hegemonía.
Para profundizar un poco más sobre el tratamiento de este problema en los Cuadernos, una
posibilidad es volver sobre los análisis de Gramsci acerca de la cuestión político-militar en el
proceso del Risorgimento.
En líneas generales, Gramsci parte de la idea compartida por Clausewitz y Maquiavelo de que
la dirección militar está subordinada a la dirección política en sentido amplio, señalando que
el problema de la dirección militar era político-militar y que consistía en cómo lograr una fuerza
preparada de antemano que permitiera la insurrección simultánea en toda la península para
echar a los austríacos y a la vez sostener la posición conquistada una vez que estos quisieran
retornar (C19 §28, redactado entre febrero de 1934 y febrero de 1935).
Por eso señalaba en C17 §28, redactado entre septiembre de 1933 y enero de 1934, que para
echar a los austríacos hacía falta un partido italiano “homogéneo y coherente”, con un
programa concreto, y que ese programa fuese compartido por las masas populares, en especial
campesinas.
La diferencia esencial entre los procesos históricos de las revoluciones burguesas y proletarias
consiste en que la clase obrera no puede constituirse como clase económicamente dominante
antes del ascenso al poder, como fue el caso de la burguesía. Sin embargo, las analogías trazadas
por Gramsci se basan en aquellos elementos o problemas que se plantean por igual para ambos
tipos de procesos: el problema de la hegemonía respecto de los campesinos, la relación entre
insurrección organizada y levantamiento popular, la analogía entre jacobinismo y bolchevismo.
Desde este punto de vista, las conclusiones de Gramsci sobre los problemas político-militares
del Risorgimento echa luz sobre los de la revolución proletaria, complementando las
elaboraciones del C13 §17.
En este contexto, podemos concluir que para Gramsci el problema central a este respecto no
sería tanto el arte de la insurrección como tal, sino el arte político de unir insurrección y
levantamiento popular5.
Señalamos en los apartados anteriores las relaciones entre hegemonía, guerra civil e
insurrección y lo que definimos como el “momento estratégico” de la hegemonía. Queda
pendiente, no obstante, analizar el aspecto específico de la hegemonía en la sociedad
posrevolucionaria, que constituye el segundo momento de la hegemonía en la reflexión
gramsciana. Buscaremos analizar ciertas variaciones desde su etapa precarcelaria a las
formulaciones de los Cuadernos.
En su carta de 1926 al CC del PCUS Gramsci planteaba que la “hegemonía en régimen de NEP6
planteaba una “contradicción inaudita” que consistía en que la clase obrera era políticamente
dominante pero socialmente subordinada, situación que sólo podía sobrellevarse con la unidad
del grupo dirigente. Criticaba a la Oposición como una tendencia que recreaba las tradiciones
del sindicalismo y la socialdemocracia, aunque condenando los métodos gansteriles de la
mayoría. En este contexto, la idea de hegemonía quedaba relacionada con una cierta idea de
“política nacional” que podía estar incluso en contradicción la situación material de la clase
obrera, por lo menos circunstancialmente.
En los Cuadernos de la cárcel, Gramsci mantiene la idea de que la hegemonía consiste en una
superación del interés económico-corporativo y en la constitución de una política “nacional”
(que una ciudad y campo) sobre la base de la lucha para conformar un nuevo tipo de Estado.
Pero introduce el elemento de la centralidad económica con más claridad que en su carta de
1926. De ahí que señale que la hegemonía no puede ser solamente “ético-política” sino también
económica, ya que “no puede dejar de tener su fundamento en la función decisiva que el grupo
dirigente ejerce en el núcleo decisivo de la actividad económica” (C13 §18, redactado entre
mayo de 1932 y primeros meses de 1934).
A menudo se ha interpretado este pasaje como una confirmación de que la clase hegemónica
se vuelve tal en base a realizar concesiones económicas. Esta interpretación tiene el problema
de ser redundante, ya que sería el fundamento de la hegemonía “ético-política”, es decir, de
una hegemonía constituida sobre la base de superar el momento “económico-corporativo”.
Que Gramsci destacase el rol fundamental que el grupo dirigente cumple en la actividad
económica, implica una modificación sutil que complejiza la posición que asumiera en 1926.
Si la hegemonía debe descansar no sólo en la dirección política sino en el rol fundamental del
grupo dirigente en la actividad económica, ese grupo dirigente (en este caso el proletariado) no
puede ser una clase socialmente subordinada en su propio Estado.
Esta lectura se sostiene además en el análisis más general de la cuestión de las relaciones de
fuerzas, al que hicimos referencia en el apartado anterior, que parte de las relaciones de fuerzas
sociales (“realidad rebelde”). Es decir, hay una “base objetiva”, estructural, para los
movimientos de la superestructura. Si esta no los explica mecánicamente, aquellos no son
absolutamente autónomos.
Por último, pero como fundamento más profundo, esta lectura sobre la unidad de hegemonía
“económica” y “ético-política” es coherente con la idea de la “nueva inmanencia” como “nuevo
momento sintético unitario” que une economía, filosofía, historia y política, síntesis que se
expresa en cada fragmento discursivo de la filosofía de la praxis, según la perspectiva de
Gramsci.
Este momento se configura a partir de la situación del ascenso al poder de la clase obrera y la
fundación de un nuevo Estado, pero va más allá de la cuestión inmediata del sostenimiento de
la hegemonía en las condiciones precarias de la transición, proyectándose hacia la historia de
la humanidad en su conjunto. Nos referimos el proceso de más largo plazo mediante el cual la
clase obrera sucede a la burguesía como clase dominante en el conjunto de la sociedad a escala
internacional y abre el camino hacia una nueva era de la historia de la humanidad, avanzando
hacia la construcción del socialismo que culmina en la “sociedad regulada” o el comunismo.
Por último, es importante destacar que al momento de reflexionar sobre este problema,
Gramsci se ubica claramente enfrentado a aquellos que leyeron sus ideas en clave de un cambio
cultural en los marcos del Estado actual, es decir, sin revolución ni lucha por un nuevo tipo de
Estado. Pero también se ubica lejos de las posiciones de tipo “cultura proletaria”, hoy sin
ninguna influencia pero con mucho peso en su momento.
Destacando estos tres aspectos, planos o momentos, consideramos que pueden comprenderse
mejor los distintos registros con que Gramsci reflexiona sobre el problema de la hegemonía,
uniendo los elementos que resultan metodológicamente inseparables en la reflexión carcelaria:
historia, economía, filosofía y política.
1.Francioni, Gianni: L’Officina Gramsciana, ipotesi sulla struttura dei “Quaderni del carcere”,
Napoli, Bibliopolis, 1984, pág. 163.
2.Todas las referencias de los Cuadernos de la cárcel han sido tomadas de Quaderni del carcere,
Edizione critica dell’Istituto Gramsci a cura di Valentino Gerratana, Torino, Einaudi, 2001.
Asimismo incluimos la fecha aproximada de la redacción de las notas siguiendo la datación de
Francioni Gianni, L’Officina Gramsciana, ipotesi sulla struttura dei “Quaderni del carcere”,
Napoli, Bibliopolis, 1984.
3.Gramsci, Antonio: “Alcuni temi della quistione meridionale” en Scritti Politici a cura di Paolo
Spriano, Roma, Editori Riuniti, 1978, pág. 246.
4.El presente artículo es una versión adaptada y reducida del capítulo V del trabajo del autor
Gramsci y la Revolución Permanente. Notas para una relectura de los Cuadernos de la cárcel,
inédito a la fecha.
5.Aquí, la diferencia con Trotsky es más de énfasis que de concepción general, pero no deja de
ser importante, para una articulación concreta de táctica y estrategia. Sobre este tema, ver
Albamonte, Emilio y Maiello, Matías: “Gramsci, Trotsky y la democracia capitalista”, Estrategia
Internacional 29, enero 2016.
6.Nueva Política Económica impulsada por los bolcheviques desde 1921, que restauró ciertos
mecanismos del mercado en el campo y la ciudad a fin de reanimar la economía soviética y
recomponer la relación entre el proletariado y los campesinos, la industria y la agricultura. A
partir de 1925 la dirección soviética hace un “giro al kulak”, o campesino rico, fortaleciendo las
tendencias antisocialistas de la sociedad soviética.