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Perla Organic, sin planificarlo, nació en la hacienda Agua y Tierra, en Manabí, hace
cerca de ocho años. En esa época el papá de Carol Marcial comenzó con la
producción de cacao fino de aroma en la plantación familiar.
Por mucho tiempo, Fabián Marcial vendió la materia prima de la tierra a intermedios. El
negocio, para su hija, era desventajoso y poco rentable. Ella, como estudiante de
finanzas y administración de empresas en la Universidad San Francisco de Quito
(USFQ), enfocó su trabajo de grado en el desarrollo de un proyecto de
emprendimiento sobre la producción de chocolate. Esa fue la génesis de la
exportadora Perla Organic.
En 2016, sin perder tiempo, cumplió con todos los pasos para convertir su proyecto de
emprendimiento en una realidad. Con una inversión de USD 500 000 –producto de un
préstamo familiar– instaló la fábrica de chocolates en el norte de Quito, desarrolló la
marca y, en Manabí, se impulsó a la plantación cacaotera de 20 hectáreas dentro de
Agua y Tierra.
También están las barras para chocolate de taza, con sabores de café y uvilla. En
otras variedades del producto, la marca ofrece frutas deshidratadas cubiertas de
chocolate, nibs de cacao en trozos, pasta de cacao y la línea de repostería en la que
vende coberturas de chocolate a granel.
La empresa trabaja con 15 proveedores, principalmente para los ingredientes
adicionales de cada producto, el empaque y la presentación. La firma Espin Graf
trabaja desde el inicio con Perla Organic en el diseño de los empaques de la marca,
tanto de las barras como de los otros productos. Un elemento diferenciador en la
envoltura de los chocolates es que incluye un nib de cacao, con el fin de que los
clientes conozcan el origen.
Sin embargo, destaca que una fortaleza de la marca y que le distingue de otros
productos del mercado es que cuenta con toda la cadena de producción, con lo que da
garantía al cliente de la trazabilidad del producto.
LA RED QUE APOYA AL EMPRENDEDOR RURAL
La primera red de emprendedores rurales del Ecuador está a punto de salir a la luz.
Sus integrantes participaron en los concursos Cultivainnovación, organizados por la
Fundación Heifer.
Ellos pertenecen a provincias de la Costa y la Sierra, aunque Heifer también tuvo unas
propuestas de innovadores de la Amazonía. Ocho personas resultaron ganadoras,
recibieron USD 1 000 como recursos productivos.
“Entre sus propuestas está la producción de una bebida con proteínas hecha con
varios granos, chicha morada, harina de plátano en la zona de Esmeraldas, helados
con productos locales, etc”, cuenta Rodríguez.
Este grupo abarca cinco cantones de la provincia y sus integrantes, que suman 45
familias, producen, además de harina, mermeladas y distribuyen mariscos.
Heifer destaca que a través de estos negocios los emprendedores están generando
ingresos para sus familias. Ya no son solo ideas.
Los participantes de este y el anterior concurso suman unas 400 personas, que son
quienes conforman la Red de Emprendedores Rurales. Esta se lanzará formalmente
en mayo e incluye a los representantes de los denominados bioemprendimientos.
Estos tienen como base productiva artículos, raíces u hojas que se encuentran en
zonas de conservación. Uno de los emprendedores genera esencia de palosanto.
Las familias que participan en esta última actividad tienen como objetivo, además de
obtener ganancias, cuidar el manglar. Alonso Mejillones, uno de los guardianes de los
ecosistemas, trabaja en la obtención de la pulpa de los crustáceos.
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