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MAGDALENA

Ricardo Fernández Guardia (Costa Rica)

PERSONAJES que está sentada a la izquierda es una inglesita que


MAGDALENA (24 años) estuvo locamente enamorada de Fernando. Hasta le
MARÍA (18 años) prometió que se divorciaría para casarse con él.
JACINTA (22 años) JACINTA: Ah, era casada.
DOÑA ADELA (45 años) MAGDALENA: Sí,
FERNANDO (25 años) JACINTA: ¡Qué barbaridad!
DON ANTONIO (55 años) MAGDALENA: ¿Y qué tiene eso de particular? Aquí
DON RAMÓN (50 años) nos escandalizamos de todo; pero en Europa estas
RAFAEL (30 años) cosas son muy corrientes... Aquella gente entiende
DOROTEA, criada joven la vida.
La acción contemporánea. JACINTA: Eso lo dices por decir algo, pero estoy
Estrenada el 7 de agosto de 1902 en el Teatro segura de que no lo piensas.
Nacional de San José. MAGDALENA: ¿Y por qué no?
JACINTA: Porque no puede ser; porque no debe
ser... ¿A dónde iríamos a parar si aquí se
entronizaran tales costumbres?
MAGDALENA: De poca cosa te alarmas, Jacinta. El
ACTO PRIMERO divorcio ya lo tenemos1. Lo demás vendrá después.
Sala de una hacienda en las cercanías de Tres Ríos. JACINTA: Quiera Dios que no. (Pausa).
Puertas laterales y una al foro en medio de dos MAGDALENA: (Dándole otra foto grafía) ¿Qué te
ventanas. Mobiliario campestre. Un espejo en una de parece este retrato?
las paredes laterales. Entre la puerta del foro y la JACINTA: ¡Qué traje tan bonito!
ventana de la izquierda un piano, encima dos MAGDALENA: De mosquetero. Se lo hizo para un
floreros. En el medio de la sala una mesa. En primer baile de fantasía que dio el ministro de Méjico en
término, a la derecha, un sofá y mecedoras. París. (Dándole otra) Y esta muchacha, ¿te gusta?
JACINTA: Preciosa... qué ojos tan lindos... ¿Quién
ESCENA I
es?
Magdalena y Jacinta Magdalena en el sofá; Jacinta
MAGDALENA: Una novia que tuvo en Bruselas. La
en una mecedora.
pobre lo está esperando todavía.
MAGDALENA: (Dando a Jacinta una de las foto
grafías que tiene sobre la falda) Mira qué elegante
                                                       
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está aquí, y qué parecido. Sólo hablar le falta.  La legalización del divorcio fue una de las reformas
(Dándole otra) Este grupo me lo envió hace dos años liberales introducidas en el Código Civil de 1886, durante
el gobierno de Bernardo Soto. La medida provocó
de Ostende. (Señalando con el dedo la fotografía) La
disgusto entre los conservadores y la iglesia católica. 
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ESCENA II José, cuando ya no podía más, tomaba yo el partido
de irme a casa de alguna amiga, pero aquí, en el
Dichos; María por la derecha
campo, no hay más remedio que soportar la cruz.
MARÍA: Desventurada Jacinta. Acabas de llegar y ya
JACINTA: Eso le pasará.
está Magdalena dándote la lata con su galería
MAGDALENA: Dios te oiga.
fotográfica.
JACINTA: Y para lo que te falta que vivir con ella...
MAGDALENA: ¿Y tú cuándo habías de flotar con tus
MAGDALENA: ¿Cómo? ¿Qué quieres decir con eso?
bromitas espirituales?
JACINTA: Vamos, no te hagas de nuevas. Todo el
MARÍA: Usted dispense, señora... No recordaba que
mundo sabe que te casas pronto... Y a propósito...
no se puede bromear tratándose de nuestro querido
cuéntame... ¿qué hay de eso?
primo D. Fernando el Hermoso.
MAGDALENA: Nada; absolutamente nada...
MAGDALENA: Vámonos de aquí, Jacinta... No puedo
habladurías.
resistir las impertinencias de esta destornillada... Me
JACINTA: Pues, hija, en San José es público y
toca los nervios. (Se levanta con violencia y caen las
notorio que te casas con
fotografías al suelo).
Rafael Cortés.
MARÍA: ¡Cataplún!... La galería en el suelo.
MAGDALENA: Pues te ruego que cuando se
(Magdalena hace el ademán de irse).
presente la ocasión me hagas favor de desmentirlo.
JACINTA: (Levantándose y deteniéndola)
JACINTA: Dios me guarde. Después resulta la cosa
Magdalena, ¿Qué es esto?... No te enojes. No hagas
cierta y...
caso de las bromas de tu hermana.
MAGDALENA: Te digo que no es verdad.
MAGDALENA: Es que ya estoy hastiada... Una vez
JACINTA: La última vez que te vi no estuviste ni con
bueno; dos, pase; pero todos los días y a todas
mucho tan categórica.
horas es insoportable... No hay quien lo aguante.
MAGDALENA: No recuerdo.
MARÍA: Jesús, que nerviosa está la niña.
JACINTA: No has de recordar... Un domingo, en la
(Magdalena hace un gesto de impaciencia).
puerta del Carmen, a la salida de misa... Cuando me
JACINTA: María, no seas así. Deja a Magdalena en
convidaste a venir a pasar unos días contigo... Qué
paz.
mala memoria tienes.
MARÍA: En paz y en gracia de Dios, que buena falta
MAGDALENA: Ah... sí... ya recuerdo... pero ¿qué te
le hace... Y yo me voy, porque no me gusta ver
dije entonces?
monigotes (Vase por la izquierda).
JACINTA: En resumidas cuentas nada.
ESCENA III MAGDALENA: Ya lo ves.
Magdalena y Jacinta JACINTA: Sí; pero cuando te di bromas con Rafael
Magdalena recoge las fotografías y ambas se las tomaste muy bien.
sientan como antes estaban. MAGDALENA: Y eso te bastó para decir que me caso
MAGDALENA: Esta María está insufrible. con él.
JACINTA: No le hagas caso. Es una chiquilla. JACINTA: No tanto; pero sí para comprender que te
MAGDALENA: ¡Si tuvieras tú que aguantarla como gustaba... Al buen entendedor...
yo!... Es fisgona, malcriada, entremetida. En San MAGDALENA: Pues entendiste mal.

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JACINTA: ¿No será más bien que has cambiado de JACINTA: Cuanto más lo trates más te ha de gustar.
modo de pensar?.. Si así fuera te diré con franqueza Es muy inteligente, serio, muy hombre y de mucho
que haces una tontería. Partidos como Rafael hay porvenir.
pocos en estos tiempos. ¿No crees tú lo mismo? MAGDALENA: ¡Qué retrato tan favorable!... Pues,
MAGDALENA: Si por buen partido se entiende un hija, si tan bueno lo encuentras y tanto te gusta, te lo
hombre honrado, trabajador y sin vicios. Rafael es un cedo... Es tuyo.
buen partido; pero con igual franqueza te diré que JACINTA: Oh, Rafael, para mí, no es más que un
para mí esto no basta... Por desgracia... o por buen amigo a quien trato con intimidad desde hace
suerte... tengo ideas totalmente distintas de las de la mucho tiempo... Además, él a quien quiere es a ti.
generalidad de las mujeres de Costa Rica acerca del MAGDALENA: ¿Y por qué no ha de quererte a ti
matrimonio... La mayor parte se resignan a también?... Eres bonita, de buena familia, rica, ¿qué
desempeñar, cuando se casan, un triste papel, que más puede pedir D. Rafael Cortés?
es un término medio entre el de la sirvienta y la JACINTA: Vaya con lo que ahora sales... No se trata
esclava. Y como yo estoy muy lejos de ser tan de mí sino de ti... De manera que no es verdad lo de
conforme y aspiro a un ideal más alto, más noble y tu casamiento con Rafael.
sobre todo más digno, no creo poder hallar aquí al MAGDALENA: ¿Cuántas veces quieres que te lo
hombre que me permitirá realizarlo. diga?... No, no es verdad... No me caso ni con él ni
JACINTA: ¡Qué ideas!...Eres demasiado pesimista y con nadie... El matrimonio no me seduce... ¡lejos de
exagerad, Magdalena, y aunque estoy de acuerdo eso!
hasta cierto punto en que nuestra suerte no es la JACINTA: Pero no negarás que ha venido a verte
más envidiable ¿qué quieres?... Tenemos que aquí.
conformarnos con ella. MAGDALENA: ¿Por qué quieres que lo niegue?... Ha
MAGDALENA: Cabalmente, eso es lo que yo no venido dos veces... ¿Pero qué interés tienes tú en
quiero. saber todo esto?
JACINTA: Sin embargo, creo que no hallarás aquí JACINTA: (Algo turbada) ¿Yo?... Ninguno... El interés
ningún partido mejor que Rafael... Es todo un natural que me inspira la suerte de una amiga tan
caballero. querida como tú.
MAGDALENA: No lo dudo; pero no hay motivo para MAGDALENA: Muchas gracias... Espero que ya estés
que sea una excepción... Lo natural es suponerlo satisfecha.
penetrado de las ideas que aquí reinan entre los JACINTA: Y ahora... hablando de otra cosa... ¿qué
hombres respecto del matrimonio; y ya te he dicho tal ha venido tu primo Fernando?
que el papel de sirvienta no me conviene y el de MAGDALENA: (Con vehemencia) Ay, galanísimo,
esclava mucho menos... Soy demasiado entusiasta simpatiquísimo.
por la libertad. JACINTA: ¡Qué exagerada eres! JACINTA: (¡Qué entusiasmo!) ¿Y lo ves a menudo?
MAGDALENA: Además, yo no conozco a Rafael sino MAGDALENA: Casi todos los días.
muy poco. Me ha parecido agradable, simpático. JACINTA: ¿Vendrá hoy?... Tengo ganas de
conocerlo.
MAGDALENA: ¿No lo has visto en San José?

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JACINTA: No; como salgo tan poco. ADELA: Jacintita, cuánto bueno...
MAGDALENA: Pues hoy lo conocerás aquí... Verás JACINTA: (Levantándose) Señora, tanto gusto de
qué amable, qué fino... Está hecho todo un francés. verla, ¿cómo está?
JACINTA: Cuando se fue para Europa era yo todavía ADELA: Regular nada más, hijita (Se abrazan).
una chiquilla, sin embargo lo recuerdo bien... ¿Ha Jesús, qué calor...
cambiado mucho? No sé cómo he podido subir la cuesta... hace un
MAGDALENA: Por los retratos puedes juzgar... Está sol...
mucho mejor; más blanco. JACINTA: ¿Viene usted de muy lejos?
JACINTA: Me parece estarlo viendo en aquel baile de ADELA: De la huerta. (A Magdalena). Si supieras
niños que hubo en tu casa hace muchos años... Ah... cómo está la huerta... da lástima, no me han dejado
pero si ahora recuerdo... ¿no fue tu novio de nada... todo se lo han llevado.
escuela? MAGDALENA: (A Jacinta) Así sucede todos los años;
MAGDALENA: ¡Qué buena memoria tienes!... Sí; era pero mamá no se cansa de sembrar.
mi novio...Me escribía cartitas y me regalaba ADELA: Es lo único que me divierte en el campo... (A
caramelos. Jacinta) Y su mamá, hijita, ¿Cómo ha seguido?
JACINTA: Pero qué tonta soy... Hasta ahora caigo en JACINTA: No muy bien. La pobre siempre con sus
la cuenta. achaques.
MAGDALENA: ¿En la cuenta de qué? ADELA: Qué lo siento. Y ¿por qué no la trajo a pasar
JACINTA: Acabáramos, Magdalena... El primo es el unos días aquí?
culpable. El campo le aprovecharía de seguro.
MAGDALENA: ¡El culpable!... ¿Y de qué? JACINTA: Ganas no le faltaban; pero tuvo que
JACINTA: Pues de tu cambio con Rafael. quedarse para que papá pudiera venir.
MAGDALENA: No te comprendo... Explícate. MAGDALENA: Siempre las mujeres sacrificándose
JACINTA: La cosa es clara... Rafael no te por los hombres.
disgustaba... eso no puedes negarlo... y quizás ADELA: Ese es nuestro destino, hijita mía.
hubieras concluido por casarte con él... pero en esto MAGDALENA: Nuestro destino en Costa Rica; pero
llega el primo; despiertan en tu corazón los en otras partes no pasa lo mismo... Fernando me ha
recuerdos del primer amor que dormitaban en él, y dicho...
adiós mi D. Rafael Cortés. ¿No es esto? ADELA: Lo que yo digo es que Fernandito te está
MAGDALENA: (Jovial) Ya estás tú haciendo juicios metiendo en la cabeza muchos disparates.
temerarios y sacando consecuencias. MAGDALENA: Usted qué ha de decir, mamá, con sus
JACINTA: Donde ha habido fuego queda rescoldo, mi ideas del tiempo del rey Perico2.
querida Magdalena. ADELA: Viejas serán, hija mía; pero son las buenas,
MAGDALENA: (Amistosa) Mala lengua. y si no estuvieran tan olvidadas las cosas no

ESCENA IV andarían tan mal... Pero ¿dónde se ha metido D.


Ramón que no lo veo?
Dichos; Doña Adela por el foro
Doña Adela entra muy sofocada, con sombrero de                                                        
2
paja ancho y una cesta al brazo.  Es decir, ideas anticuadas.
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MAGDALENA: Desde que llegó se fue en busca de ANTONIO: (Sentencioso) Y del abuso del chayote...
papá. ¡El chayote! He ahí el enemigo, como dijo
3 4
ADELA: Entonces estarán en el beneficio ... Con su Gambetta .
permiso, Jacintita; voy a llevar estos tomates a la MAGDALENA: Pues por más que haya dicho ese
cocina... ¡Dorotea!... Ya sabe que está usted en su señor, los chayotes son muy buenos ¿No es verdad
casa... ¡Dorotea! (Vase por la izquierda). Jacinta?
MAGDALENA: ¿No quieres que salgamos un rato? JACINTA: Ay, sí, ricos.
Ya está bajando el sol. MAGDALENA: (A Jacinta) Vamos por los
JACINTA: Como tú quieras. sombreros... Hasta luego, D. Ramón; hasta luego,
papá.
ESCENA V JACINTA: Hasta luego (Vanse por la derecha).
Magdalena y Jacinta; Don Ramón y Don Antonio por RAMÓN: Ya lo saben, mucho ejercicio.
el foro ANTONIO: Y poco chayote... Cuidadito con las
ANTONIO: Buenos días, Jacintita... Caramba, coloradillas. (Se adelanta hasta la puerta por donde
siempre tan guapa y tan elegante. (Dale tamaño) ¿Y han salido) Magdalena, si ves por ahí a Dorotea, dile
el novio? ¿Cómo está el novio? que nos traiga unas botellas de cerveza.
JACINTA: Usted siempre el mismo D. Antonio... Ya
sabe que no tengo novio. ESCENA VI
ANTONIO: Serán novios entonces.
Don Antonio y Don Ramón; después Dorotea y Doña
JACINTA: ¡Coqueta yo!... Eso sí que no.
Adela
ANTONIO: Pues hace usted muy mal. Hay que
ANTONIO: Me estoy muriendo de sed.
divertirse cuando joven, porque después... Pero
RAMÓN: Y yo también. El sol estaba muy picante.
¿qué están haciendo ustedes encerradas aquí con
ANTONIO: Tampoco la caminata ha sido mala; y eso
una tarde tan bonita? ¿Por qué no se van a dar un
que no hemos visto ni la tercera parte de la finca.
paseíto por la orilla del río o la arboleda?...
Nos faltan los cafetales nuevos que son los más
Magdalena, lleva a Jacinta a la arboleda.
bonitos.
MAGDALENA: Para allá íbamos cuando ustedes
RAMÓN: Si te parece los dejaremos para mañana.
entraron.
Como no tengo costumbre de caminar, me canso
RAMÓN: El ejercicio es necesario. Hay que moverse,
pronto.
so pena de perder la salud. Todas esas anemias y
ANTONIO: El hombre que aconsejaba hace poco el
nerviosidades de las muchachas de estos tiempos
ejercicio, ¿qué tal?... Eres como el capitán Araña,
no provienen más que de la falta de ejercicio.
embarcas la gente y te quedas en tierra.
RAMÓN: ¿Qué quieres? Ya estoy viejo.

                                                       

                                                        Político francés (1838-1882). De tendencia liberal,

Instalaciones donde se encuentran las pilas, las republicana y anti clerical, tuvo una destacada
secadoras, los patios y todo lo necesario para el participación en las luchas políticas de Francia durante la
procesamiento del café.  década de 1870. 
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ANTONIO: ¡Viejo!...Pues si yo soy mayor que tú y ANTONIO: Verás... Durante los meses de invierno
apenas tengo veinticinco años. decaigo de una manera increíble... Pierdo el apetito,
RAMÓN: En cada pelo. la fuerza, el buen humor... la humedad me mata...
ANTONIO: No me lo vas a creer, Ramón, y sin Pero, Ramón, todo es que lleguen los tordos y
embargo es la pura verdad... Me siento con todo el soplen los primeros nortes, cuando ya soy otro... Me
vigor de un muchacho. siento revivir; se me dilata el pecho; se me ensancha
RAMÓN: Ajá... Eres lo que se llama un viejo verde. el horizonte; renazco de mis propias cenizas como el
ANTONIO: Sí; todo lo más verde. ave fénix5; siento que una nueva savia circula por
RAMÓN: Vamos, Antonio, cálmate. mis venas, y entonces...
(Entra Dorotea con un azafate con botellas de RAMÓN: Empiezas a cometer disparates.
cerveza y vasos, y lo pone sobre la mesa). ANTONIO: Cabal.
DOROTEA: (A D. Antonio) ¿Necesita otra cosa? RAMÓN: Pues mira, Antonio; te diré con franqueza
ANTONIO: (Galante) Por ahora nada, Dorotea... que por más que pretendas disculparte con todas
Muchas gracias. (Vase Dorotea por la izquierda. D. esas historias del horizonte, de la savia y del ave
Antonio la sigue con la vista hasta que desaparece) fénix, ya no estás en edad de andarte metiendo en
¿Qué te ha parecido? trapicheos.
RAMÓN: ¿Qué? ANTONIO: Sabes que te has vuelto muy gruñón y
ANTONIO: Dorotea. muy intolerante... Antes no eras así ni mucho
RAMÓN: ¿Esa que acaba de salir?... No me he menos... Recuerdo muy bien... pero ¿y la cerveza?...
fijado. Con estas charlas se me había olvidado la cerveza...
ANTONIO: Ramón, a mí no me vengas con solfas... a Ven. (Arrimando una silla) Siéntate aquí... Yo de este
mí no me vengas con solfas, que te conozco desde otro lado. (Don Antonio se coloca frente a la puerta
que naciste. de la izquierda y D. Ramón de espaldas a la misma.
RAMÓN: ¿Y los años?... ¿No los tomas en cuenta? D. Antonio sirve la cerveza). Pues... como te iba
ANTONIO: Vuelta con los años... Pues a mi cada vez diciendo, te desconozco... porque tú fuiste muy
me gustan más. calavera, Ramón, mucho más calavera que yo.
RAMÓN: ¿Los años? RAMÓN: Puede que sí, pero ya no lo soy... Las cosas
ANTONIO: Las mujeres... todas las mujeres. a su tiempo.
RAMÓN: (Canturreando) Me gustan todas, me gustan ANTONIO: Vamos, hombre... ¿Te acuerdas de
todas, me gustan todas en general... Eso ya es aquellas cosas de tamales y de aquellos
viejo... Antonio, tú estás enfermo. bailecitos?... RAMÓN: Cállate, que te pueden oír.
ANTONIO: ¿Enfermo yo?... Nunca me he sentido ANTONIO: No hay cuidado... ¡Cómo nos divertíamos!
mejor... Tengo una fuerza, una agilidad, un apetito... ¿Eh?... Los muchachos de este tiempo no saben
RAMÓN: Lo que tú tienes es mucha música en la darse gusto... ¿Y Rafaela?... ¿Te acuerdas de
cabeza... Oye, ¿y desde cuándo te ha entrado Rafaela?
eso?... No hace mucho te vi muy diferente.
                                                       
ANTONIO: Es verdad; pero era tiempo de invierno. 5 
Ave legendaria que se suponía capaz de renacer de sus
RAMÓN: ¿Y qué tiene que ver el invierno?...
propias cenizas.

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RAMÓN: No he de acordarme. RAMÓN: (Levantándose) Adela, usted dispense... No
ANTONIO: ¡Qué ojos tenía!... Con unas pestañas... la había visto... ¿Cómo está usted? (Dale la mano).
RAMÓN: No he vuelto a ver otros iguales. ADELA: Regular, muchas gracias... ¿Y Lola?
(Animándose) Oye, ¿y aquellas dos muchachas que RAMÓN: Así, así; siempre achacosa.
nos robamos en unas fiestas de San Juan? ADELA: Me he quedado esperándola.
ANTONIO: ¡Oh, qué aventura! (Tocándose la cabeza) RAMÓN: Vendrá en cuanto pueda... Me ha
Mira, aquí tengo todavía la señal del garrotazo que encargado mil recuerdos para usted.
me dieron ese día. ADELA: Tengo muchas ganas de verla. (A D.
RAMÓN: Casi te matan. Antonio) Por Dios, no sigas hablando de política... Te
ANTONIO: Poco faltó... ¡Qué tiempos, Ramón!... ¡qué exaltas demasiado.
tiempos los nuestros! ANTONIO: Es que no puedo transigir con los abusos.
RAMÓN: Vale más no recordarlos... A tu salud ADELA: Pero a ti ¿qué te va ni qué te viene con lo
Antonio. que haga el Gobierno?
ANTONIO: A la tuya. Ramón... Si te parece bien, RAMÓN: Adela tiene mucha razón. Déjate de
podemos ir ahora a los cafetales nuevos. políticas, que eso trae siempre malas
RAMÓN: Ya te he dicho que prefiero dejarlo para consecuencias.
mañana. ANTONIO: ¿Y mi deber de ciudadano, mi conciencia,
ANTONIO: Es que no sabes... allí están ahora las mi?...
cogedoras6. RAMÓN: Bah... déjate de tonterías.
RAMÓN: Bueno... ¿Y qué hay con eso? ANTONIO: Cómo se conoce que eres del partido del
ANTONIO: Lo que hay es una Secundina, que no te gato7... Pero vámonos a dar una vuelta; eso es lo
digo más... Y una Agapita... Ay, Ramón, qué pelo y mejor.
qué brazos y qué... (Doña Adela asoma por la ADELA: Sí, D. Ramón, vaya usted para que estire las
izquierda) y qué... (Alzando la voz) y qué escándalo piernas.
es lo que está pasando... Te digo que esa medida RAMÓN: Con lo que me ha hecho andar Antonio, las
del Gobierno es injusta, impolítica, arbitraria. tengo ya de un kilómetro.
RAMÓN: Pero ¿qué estás diciendo? ANTONIO: Qué importa. Lo más que te puede
ANTONIO: (Exaltado) Sí; por más que sostengas lo suceder es que te tomen por herediano... Vamos,
contrario, eso es inconstitucional. que se hace tarde.
RAMÓN: Pero... RAMÓN: ¿No nos acompaña usted, Adela?
ANTONIO: Sí, señor... inconstitucional... como suena. ADELA: Gracias. Tengo muchas vueltas que dar en
RAMÓN: (Si se habrá vuelto loco). la casa.
ADELA: (Entrando) No le haga usted caso, D. RAMÓN: Entonces, hasta luego.
Ramón... Antonio cuando habla de política se pone ADELA: Que se diviertan (Vase por la derecha).
como un energúmeno. RAMÓN: Conque ya lo has oído, Antonio, no más
política.

                                                       
                                                        7
 Es decir de aquellos que, como los gatos, siempre caen
6
 En alusión a las mujeres recolectoras de café.  parados. En otras palabras oportunista, acomodaticio. 
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ANTONIO: Todavía no me sale el susto del cuerpo. MARÍA: Sí... no es feo.
RAMÓN: Me alegro, porque ¿quién mete a un viejo, DOROTEA: ¡Qué feo va a ser!... Y siempre tan bien
padre de familia?... (Vanse charlando por el foro). vestido, tan perfumado. (Pausa) Y la que a él le

ESCENA VII gusta en esta casa yo sé quién es.


MARÍA: Vaya un secreto... Magdalena.
María; después Dorotea
DOROTEA: Sí; pero hay otra que le gusta más.
MARÍA: (Entrando por la izquierda con un brazado de
MARÍA: (Interrumpiendo la tarea) ¿Otra?
rosas) Ya se dejó aquí Dorotea el azafate...
DOROTEA: Sí.
¡Dorotea! (Pone las rosas sobre la mesa, toma los
MARÍA: ¿Y quién es?
floreros de sobre el piano y los coloca también sobre
DOROTEA: Usted.
la mesa).
MARÍA: ¿Yo?... Vamos, Dorotea, no hables
DOROTEA: (Por la izquierda) ¿Qué manda, niña
tonterías... Lleva este otro florero... Bueno, allí está
María?
bien... Ahora vamos a poner un poco de orden en
MARÍA: Llévate esas botellas y esos vasos y vuelve
esta sala. (Remueven algunos muebles. Al llegar
para que me ayudes a arreglar estos floreros. (Vase
María al sofá toma las foto grafías que han quedado
Dorotea con el azafate por la izquierda. María saca
en él) Ah, la galería fotográfica de Magdalena.
unas tijeras de la gaveta de la mesa y va cortando
(Mirando las fotografías). Pobrecilla... No se puede
los tallos). Qué rosas tan lindas... y qué bien
negar que el primo es simpático... Lástima que sea
huelen... No hay como las rosas; son mis flores
tan calavera.
favoritas... Ya se me quedó Dorotea... ¡Dorotea!
DOROTEA: ¿Hay otra cosa que hacer?
DOROTEA: (Por la izquierda) ¿Quiere que traiga
MARÍA: Aquí no, en el comedor... Me lo vas a dejar
agua, niña María?
como un espejo.
MARÍA: No hay necesidad. (Dándole las tijeras)
DOROTEA: ¿Mudo el mantel y las servilletas?
Toma, sigue cortando los tallos que estén demasiado
MARÍA: Sí; pídele las llaves a mamá.
largos. (Pausa).
DOROTEA: Voy corriendo (Vase por la izquierda).
DOROTEA: ¿Don Fernando viene hoy a comer?
MARÍA: (Mirando de nuevo las fotografías) Pobre
MARÍA: ¿Quién te lo ha dicho?
Magdalena. Lo que es este tronera no se casa
DOROTEA: A mí nadie.
contigo. No has sabido entenderlo... Y lo peor del
MARÍA: ¿Y entonces cómo lo sabes?
caso es que Rafael Cortés no lardará en saber tus
DOROTEA: (Maliciosa) No es difícil adivinarlo.
coqueteos con Fernando y te vas a quedar sin Inés y
MARÍA: Ya veo que quieres saber más de lo que te
sin el retrato.
han enseñado. (Dándole un florero) Toma, colócame
este florero encima del piano... Mucho cuidado, no lo ESCENA VIII
vayas a quebrar. María; Femando por el foro
DOROTEA: ¿Está bien así? FERNANDO: (De sorpresa) ¡Marujita!
MARÍA: Un poquito más a la derecha... Así... así está MARÍA: (Chillando) ¡Ay! (Oculta rápidamente las
bien. fotografías) Tonto... Me has dado un susto...
DOROTEA: (Volviendo al lado de María) La verdad es FERNANDO: ¿Qué esconde ahí?
que don Fernando es muy galán.
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MARÍA: Lo que no te importa. En familia se puede MARÍA: Ay, Fernando, cómo se conoce que vienes
decir la verdad... Pues bien, para Magdalena la de lejos... Te olvidas de que estás en Costa Rica... Si
pretensión de Rafael Cortés es una dicha aquí estas cosas las atrapan las gentes al vuelo,
inesperada. cuando no las inventan.
FERNANDO: No estoy de acuerdo contigo. FERNANDO: No hay peor calamidad que las
Magdalena se merece eso y mucho más. sociedades pequeñas.
MARÍA: Prescinde de galanterías y sé franco alguna MARÍA: Por lo mismo debes ser prudente para no dar
vez... Sabes tan bien como yo que Magdalena se ha pábulo a más habladurías contra la pobre
hecho poco menos que incasable. Magdalena. Bastante hemos tenido ya que sufrir por
FERNANDO: Creo que exageras... Otras han hecho este motivo.
cosas peores y sin embargo se han casado. FERNANDO: Pero no me negarás que es muy triste
MARÍA: No diré que no; pero convendrás conmigo en que nos tengamos que privar de la sociedad de las
que esta no es la regla... Vamos al grano... Tú no personas que más nos agradan, tan sólo porque hay
piensas casarte con Magdalena. ¿No es esto? malas lenguas en el vecindario.
FERNANDO: ¡Qué manera tienes de preguntar!... MARÍA: No lo niego; pero nuestras costumbres así lo
¿Cómo quieres que te conteste así, tan de quieren y no puedes pretender reformarlas en un día
sopetón?... Yo quiero mucho a Magdalena; la para tu comodidad.
encuentro muy linda, muy inteligente, muy diferente FERNANDO: En resumidas cuentas, ¿qué es lo que
de las otras mujeres que hasta ahora he tratado debo hacer?
aquí... Entre ella y yo hay una gran semejanza de MARÍA: Lo que debes hacer es no hacerle el amor a
ideas, de modos de apreciar las cosas... Magdalena Magdalena8.
es un espíritu culto, despreocupado, lleno de FERNANDO: Entonces tendré que hacértelo a ti.
imprevistos... En una palabra, es una mujer MARÍA: A mí ya es otra cosa... pero es mejor que
verdaderamente seductora, y no hay razón para que busques por otro lado; conmigo perderías el tiempo.
andando el tiempo y dado caso que nos conviniera No me gustan los tenorios9.
ligar nuestras existencias... FERNANDO: Ya ves si tengo razón de dirigirme a
MARÍA: Ya lo ves... que por aquí, que por allá, y Magdalena que es más amable que tú.
nada entre dos platos... Hablemos claro, Fernando, MARÍA: Y sobre todo más crédula... Conque ya lo
tú no piensas casarte con Magdalena. sabes, no más cortejos a mi hermanita; no más
FERNANDO: Pero si acabo de decirte... contarle mentiras ni hablarle de cosas que no debe
MARÍA: Tú no te casas con Magdalena. Lo único que saber, y sobre todo no más hacerle creer que te vas
buscas es una manera agradable de pasar el tiempo; a casar con ella.
y esto que para ti es algo sin importancia, puede ser FERNANDO: ¿Es eso todo?
para ella una verdadera desgracia; porque en cuanto MARÍA: Por ahora sí... Prométeme que lo harás...
se entere Rafael Cortés de lo que pasa... matrimonio Vamos, no seas malo.
al agua.
FERNANDO: ¿Y por qué se ha de enterar? No todos                                                        
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tienen tu malicia.  Tratar de conquistarla.
9
 En Costa Rica, también llamados “picaflores” 
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FERNANDO: Te prometo... te prometo decirle que no ADELA: Así, así, nada más. Siempre con mi jaqueca;
pienso casarme con ella... ¿Te conviene así? pero es de las cóleras que me dan estas criadas que
MARÍA: Algo es... Ojalá lo hicieras pronto. nada saben hacer... Figúrate que hoy nada menos te
FERNANDO: Hoy mismo. (Se levanta y va hacia una tenía unos higos en almíbar... ¿recuerdas?...
de las ventanas). Me parece que oigo la voz de aquellos que te gustaban tanto cuando eras chiquillo
Magdalena. (Fernando dice que sí con la cabeza)... Pues me los
MARÍA: (Levantándose) Tengo que hacerte una han dejado pasar de punto.
última recomendación...Ha llegado hoy una amiga FERNANDO: No se apure usted por eso... Estoy
nuestra, que viene a pasar unos días aquí... Por seguro de que estarán exquisitos.
Dios, ten mucho cuidado... que no advierta nada. ADELA: No lo creas; estarán incomibles... ¡qué
FERNANDO: Descuida. lástima!

ESCENA IX MARÍA: Mamá, que se ponga usted en afanes por


hacerle bocaditos a Fernando... Si a él nada de lo de
Dichos; Magdalena y Jacinta por el foro
aquí le gusta... sólo champiñones, trufas y
MAGDALENA: (A Fernando) ¿Hace mucho rato que
mayonesa.
estás aquí?
FERNANDO: No le haga caso, tía. Me encanta todo lo
FERNANDO: Sí; hace ya bastante (Danse las manos)
que usted me hace.
Señorita (A Jacinta inclinándose).
ADELA: Conque hasta luego. Fernandito; te dejo con
MAGDALENA: Ay, es verdad; no conoces a Jacinta.
las muchachas y me vuelvo a la cocina, si no es
(A Jacinta) Mi primo Fernando (A Fernando) La
capaz Mercedes de echarme a perder alguna otra
señorita Jacinta Ortega, una de mis mejores amigas.
cosa... Dime, ¿vienes a quedarte unos días con
FERNANDO: (A Jacinta) Mucho gusto de conocerla
nosotros?
(Danse las manos). ¿Es usted pariente de Carlos
FERNANDO: Sí, tía; me quedaré una semana.
Ortega que estudió conmigo en París?
ADELA: Verás cómo no te aburres... Para el domingo
JACINTA: Hermana.
tenemos un paseo a la Carpintera11... hasta luego,
FERNANDO: Cuánto me alegro... Ayer tuve el gusto
Fernandito, hasta luego (Vase por la izquierda).
de comer con él en el Club Internacional10.
FERNANDO: Hasta luego, tía... Ah, qué buena es...
JACINTA: Carlos me ha hablado muchas veces de
Estas son las cosas que sólo encuentra uno en su
usted.
tierra.
FERNANDO: Es un amigo a quien quiero mucho.
MARÍA: (Irónica) No, si aquí no hay nada bueno... Un
ESCENA X país de salvajes, donde no se puede vivir, en que...
Dichos; Doña Adela por la izquierda FERNANDO: Jamás he dicho semejante cosa.
ADELA: Fernandito, ¿cómo te va? MARÍA: Así tan claro, no; pero lo das a entender.
FERNANDO: Muy bien, querida tía. (Se abrazan) ¿Y FERNANDO: (A Jacinta) Señorita, le ruego que no
usted cómo ha seguido? crea que esto es verdad... Son cosas de María;
                                                        usted la debe de conocer.
10 
El Club Internacional era un club exclusivo de la alta
sociedad Josefina.                                                        
11
   Cerro que está cerca de Tres Ríos. 
154 
 
JACINTA: Oh, cuando así fuera, no me sorprendería. FERNANDO: (A Jacinta) ¿Ha visto usted qué primita
Lo mismo era Carlos recién venido. ésta?
FERNANDO: Indudablemente, Costa Rica no es JACINTA: Se le puede tener miedo.
Europa ni San José es París, aunque no falta quien FERNANDO: Vaya.
se lo imagina... Pero esta tierra tiene sus cosas ESCENA XI
buenas y muy buenas... las mujeres, por ejemplo.
Dichos; D. Antonio y D. Ramón por el foro
MARÍA: ¡Cuánta amabilidad!
ANTONIO: Pasa, pasa, Ramón
FERNANDO: Me precio de ser justo.
RAMÓN: No puedo más. Estoy rendido.
MARÍA: Oye, ¿y eso es todo lo bueno que tiene
MAGDALENA: ¿Qué le sucede, D. Ramón?
Costa Rica, las mujeres?
RAMÓN: Hemos andado una barbaridad... Estoy
FERNANDO: No tal.
muerto. (Se deja caer en una silla).
MARÍA: Y ¿qué más? Vamos a ver, ¿qué más?
ANTONIO: Hombre, por Dios, no seas tan flojo. (A
FERNANDO: Las flores de itabo.
Magdalena) Figúrate que sólo hemos ido hasta los
JACINTA: ¡Qué ocurrencia!
cafetales nuevos. (Repara en Fernando) Hola,
MARÍA: Conque las flores de itabo, ¿eh?... Pues ya
Fernando, ¿cómo estás?
lo creo que son buenas las flores de itabo,
FERNANDO: Muy bien, tío, ¿y usted?
exquisitas. Las prefiero a todos tus menjurjes de
ANTONIO: ¡Oh!, admirablemente. Nunca me he
París... Y en cuanto a las costarricenses, somos muy
sentido mejor... ¿Tú no conoces a mi amigo Ramón
requetegraciosas, para que lo sepas.
Ortega, padre de Jacintita?
MAGDALENA: Y muy modestas, a juzgar por ti.
FERNANDO: No tengo el gusto...
MARÍA: Tú no tienes vela en este entierro... Eres una
ANTONIO: (A D. Ramón) Te presento a mi sobrino
costarricense renegada... En Femando se explican
Fernando, que acaba de llegar de Europa.
todavía estas cosas por lo mucho que ha vivido
RAMÓN: (A Fernando) Conocí mucho a su padre.
fuera; pero tú que ni siquiera conoces el puerto de
(Se levanta, le da la mano y se vuelve a sentar).
Limón!
ANTONIO: (A D. Ramón) Es mejor que nos vayamos
FERNANDO: (A Jacinta) Defiéndanos usted contra
al corredor. Te acostarás en la hamaca y estarás
esta tica rabiosa, señorita... Yo me declaro vencido.
más cómodo.
JACINTA: No me comprometo... No hay quien pueda
RAMÓN: Ay, no tengo ánimo para moverme.
con María.
ANTONIO: (Tomándolo por el brazo) Vamos, hombre,
MARÍA: Pues si es verdad; soy hermanitica pura y
vamos... Es inútil que resistas. (Vanse por la
me gusta dar en la cabeza a los extranjeros,
izquierda)
especialmente a los de agua dulce, que no son
MARÍA: ¿Y por qué no vamos nosotras al cerrito del
chicha ni limonada.
potrero a ver la puesta del sol?
FERNANDO: Así me gusta, que seas patriota.
JACINTA: Por mí no hay inconveniente.
MARÍA: Vergüenza debiera darte de serlo tan poco.
MARÍA: ¿Vienes tú, Magdalena?
FERNANDO: Ahora dame un abrazo, y en paz.
MAGDALENA: Sí, en seguida.
MARÍA: Muchas gracias. Ya he dicho que no me
MARÍA: ¿Y tú Fernando?
gustan los extranjeros.

155 
 
FERNANDO: Yo no; me quedo para charlar un rato escrúpulos... ridículos, sí... ¿quién lo duda?... pero
con mi tía. en nosotras tan profundamente arraigados, que no
MARÍA: Mejor... poca falta pueden arrancarse sin un profundo desgarramiento
FERNANDO: Muchas gracias. de todo nuestro ser.
MARÍA: Vamos, Jacinta... (A Magdalena) En el FERNANDO: Eso, Magdalena, significa una cosa...
portón te esperaremos. (Vanse María y Jacinta por el que no me quieres.
foro). MAGDALENA: ¡Cómo puedes decir que no te quiero,

ESCENA XII Fernando!


FERNANDO: Hechos son amores y no buenas
Magdalena y Fernando
razones.
FERNANDO: Magdalena mía.
MAGDALENA: ¡Oh, eres cruel!
MAGDALENA: Fernando.
FERNANDO: Magdalena, perdona si he dicho algo
FERNANDO: ¿Recibiste mi carta?
que te haya lastimado... Cuando me arrastra la
MAGDALENA: Sí... ¿y tú la mía?
pasión no soy dueño de mis palabras. Además,
FERNANDO: Esta mañana.
estoy nervioso con todo lo que me ha dicho María.
MAGDALENA: Estoy furiosa contigo.
MAGDALENA: ¿Y qué es lo que te ha dicho?
FERNANDO: ¿Y por qué?
FERNANDO: Pretende nada menos que renuncie a
MAGDALENA: ¿No te he dicho ya cien veces que no
hacerte el amor.
quiero a ese hombre?
MAGDALENA: ¿Y tú consentiste?
FERNANDO: Sí; pero todo el mundo dice que te
FERNANDO: No; pero siempre logró arrancarme una
casas con él.
promesa.
MAGDALENA: ¿Y qué importa que lo digan si no es
MAGDALENA: ¿Una promesa?
verdad?
FERNANDO: Sí; adivina.
FERNANDO: No lo puedo remediar. Tengo celos
MAGDALENA: No acierto.
hasta de mi propia sombra. Quisiera que nadie más
FERNANDO: Le prometí... le prometí decirte que no
que yo hubiera escuchado palabras de amor de tus
pienso casarme contigo.
labios; que todos tus pensamientos, hasta los más
MAGDALENA: ¡Ja! ¡ja! ¡ja!
triviales, fuesen para mí; sólo para mí.
MAGDALENA: Oh, calla, Femando, tus palabras me ESCENA XIII
enloquecen. Siento que me arrastran a un abismo... Dichos; María por el foro
Por Dios, no me hagas cometer una locura. MARÍA: (Desde la puerta) ¿Vienes por fin,
FERNANDO: ¡Una locura!... Una locura llamas tú a la Magdalena? Ya se hace tarde.
realización de nuestros más caros ensueños... Te MAGDALENA: Sí, sí; voy. (Vase María. Magdalena la
desconozco, Magdalena... No eres la misma. En ti sigue precipitadamente; al llegar a la puerta se
son ridículos tales escrúpulos. detiene y envía un beso a Fernando con la mano)
MAGDALENA: Escúchame, Fernando... Yo trato de Adiós. (Fernando hace el mismo gesto).
convencerme... Meno de mis vacilaciones; pero... FERNANDO: ¡Qué mujer tan deliciosa!... ¡Será mía!
¿qué quieres?... por más que lucho hay momentos Fin del acto primero
en que no puedo vencer la influencia tenaz de esos
156 
 
coquetas y livianas, pero ninguna tan despreocupada
como Magdalena... Tiene unas ideas y dice unas
ACTO SEGUNDO cosas tan inmorales que horrorizan. Ayer sostuvo en

La decoración del primer acto. Sobre la mesa varios una conversación que el amor debe ser libre, ¿qué te

periódicos plegados y recado de escribir. parece? A mi vuelta te contaré detalles... Háblale a


Rafael de mí siempre que puedas y rompe esta
ESCENA I
carta. Tu mejor amiga, Jacinta... Postdata. Algo muy
Jacinta, Dorotea por la izquierda Jacinta escribiendo raro está pasando ahora entre Magdalena y
en la mesa Fernando. A veces me figuro que disputan. Ella se
DOROTEA: (Desde la puerta) Niña Jacinta, si quiere mantiene muy esplinada12; pero nada he podido
mandar su carta, averiguar. Me parece que desconfían de mí... Otra
José va ahora para Tres Ríos. postdata. Mándame una caja de polvos de arroz de
JACINTA: (Sin dejar de escribir) Dile que espere un la tienda de Romero.
momento... Voy a terminar. (Vase Dorotea, Jacinta
ESCENA II
continúa escribiendo un rato) Creo que no se me
queda nada por decir a Matilde. (Piensa) Ah, sí... que Jacinta, Dorotea por la izquierda

me mande una caja de polvos de arroz. (Escribe y DOROTEA: José pregunta que si ya está lista la

luego se levanta) Veamos cómo ha quedado la carta. carta.

(Leyendo) Hay personas... muy pocas... que tienen JACINTA: Sí... un momento. (Vuelve hacia la mesa y

el don de ser oportunas; pero como tú, mi querida escribe el sobre) Toma, llévasela.

Matilde, creo que no puede haber otra... Si alguna DOROTEA: Está bien, (Vase por la izquierda).

vez ha llegado una carta a tiempo, ha sido la tuya... JACINTA: Ya Rafael no debe de tardar mucho...

Has de saber que para hoy teníamos un paseo a la ¿Qué le voy a decir?... Lo probable es que trate de

Carpintera... imagínate qué apuro el mío... A última sonsacarme lo que pasa... Pero yo no debo decirle

hora, y no habiendo podido encontrar nada mejor, nada claro, naturalmente... Basta con dejarle adivinar

eché mano del tan socorrido pero siempre eficaz todo... Además, a menos de que esté ciego echará

pretexto de una indisposición, lo que me ha permitido de ver la pasión de Magdalena por Fernando... Sí...

quedarme sola en esta hacienda... De modo que pero ¿quién sabe?... Esto mismo puede ser un

cuando llegue Rafael no encontrará más que a mí; y peligro... Los hombres del carácter de Rafael se

como gracias a tu carta soy la única que tiene obstinan ante el obstáculo... En cambio se debe

conocimiento de su venida, nadie sospechará nada... contar con el escozor del despecho, con la herida de

Me sorprende la serenidad con que Rafael ha amor propio... En fin, ya veremos.

recibido la noticia de los coqueteos escandalosos de DOROTEA: (Por la izquierda) Acaba de llegar D.

Magdalena con el primo. Dado su carácter orgulloso Rafael Cortés. ¿Lo hago entrar?

no me parece esto natural, y me figuro que disimula


y viene ahora a cerciorarse en persona de lo que                                                        
12
pasa... ¡Pobre Rafael!... ¡tan noble, tan caballero! No  Del inglés spleen: tedio o malhumor melancólico, propio
sabe en qué manos ha caído... Conozco mujeres de los poetas románticos y de algunos enamorados.
 
157 
 
JACINTA: Sí; por supuesto. (Vase Dorotea, Jacinta RAFAEL: ¿Y a qué atribuye usted ese cambio?
se acerca apresurada al espejo y se retoca de prisa JACINTA: ¿Yo?... Pues no sé qué decirle; pero
el cabello y el traje). Magdalena es otra... Desde que estoy aquí casi no

ESCENA III ha hablado conmigo.


RAFAEL: Extraño me parece... ¿Y con quién habla
Jacinta, Rafael por el foro
entonces?
RAFAEL: Buenas tardes, Jacinta; ¿cómo es que no
JACINTA: Pues... la verdad... con nadie... Algunas
está usted en la Carpintera?
veces con Fernando.
JACINTA: No me sentía muy bien esta mañana y
RAFAEL: ¿Con Fernando?... Y... dígame usted... ¿de
preferí quedarme.
qué hablan?
RAFAEL: ¿Es cosa de cuidado?
JACINTA: Oh, pero qué curioso es usted.
JACINTA: Oh, no. Un simple dolor de cabeza... Ya
RAFAEL: Sí... mucho... como todos los hombres.
pasó.
JACINTA: Diga usted, más bien, como todos los
RAFAEL: Vaya, me alegro... ¿Y ha ido mucha gente
enamorados.
a ese paseo?
RAFAEL: Tal vez... Conque decía usted que
JACINTA: No mucha, no... Todos los de esta casa...
Magdalena habla con Fernando.
Fernando... papá y unos pocos amigos de San José
JACINTA: Sí; algunas veces.
que regresan esta tarde... Pero ¿y usted Rafael?
RAFAEL: Pero... algunas veces... ¿todos los días?
¿Por qué no vino? (Se sienta en el sofá)
JACINTA: Jesús, Rafael, parece usted un catecismo.
RAFAEL: (Sentándose a su lado) Por una buena
RAFAEL: Perdóneme usted... ya le he dicho que soy
razón; porque no me convidaron.
muy curioso, horriblemente curioso.
JACINTA: Es muy extraño.
JACINTA: No necesita usted decirlo.
RAFAEL: No... ¿por qué?
RAFAEL: Conque no me haga usted padecer y
JACINTA: Porque lo natural es que estuviese usted
dígame de qué hablan Magdalena y Femando.
invitado
JACINTA: Pues... de tantas cosas.
RAFAEL: No veo la razón. No tengo ninguna
RAFAEL: Ya estoy enterado.
intimidad con esta familia.
JACINTA. ¿De qué hablan?... de Europa... de París...
JACINTA: Sin embargo, es voz pública que usted se
Casi siempre de París... Magdalena está
casa con Magdalena.
enamorada... de París.
RAFAEL: Usted que es su amiga íntima debe de
RAFAEL: Sin conocerlo.
saber muy bien lo que hay sobre el particular.
JACINTA: Oh, casi se puede decir que lo conoce...
JACINTA: (Con viveza) No, yo no sé más que lo que
Lee tantas novelas traducidas del francés.
se dice.
RAFAEL: Poco provecho sacará de esas lecturas.
RAFAEL: (Insinuante) ¿Magdalena no le ha hecho a
JACINTA: Eso no lo sé; pero le agradan mucho y
usted ninguna confidencia?
luego las discute y comenta con Fernando.
JACINTA: Ni la más pequeña.
RAFAEL: ¿Y qué comentarios hace Magdalena?
RAFAEL: ¿Cómo es posible?
JACINTA: Está usted atrozmente preguntón... ¿Cómo
JACINTA: A mí también me sorprende... La
quiere que yo sepa lo que hablan a solas?... Yo no
encuentro muy cambiada.
158 
 
soy tan curiosa como usted, y como tampoco estoy cerrados lo que usted me diga, le ruego, le suplico
enamorada de Magdalena, no puede usted esperar que me saque de este infierno de dudas en que me
que me ponga a escuchar detrás de las puertas. han puesto.
RAFAEL: ¿Y a menudo hablan a solas? JACINTA. Lo que usted me pide es muy grave,
JACINTA: ¿Cómo?... ¿He dicho que hablan a solas? Rafael; nada menos que traicionar la amistad.
RAFAEL: (Vehemente) Sí, Jacinta, Jo acaba usted RAFAEL: (Violento) Ya lo ve usted... Usted se ha
de decir involuntariamente. Usted es mi amiga... Por vendido, Jacinta.
Dios, dígame usted la verdad. JACINTA. ¿Yo?... ¿Por qué?
JACINTA: Pero si no le estoy diciendo otra cosa. RAFAEL: La cosa es clara... al decir usted que yo le
RAFAEL: No, no es eso... usted me entiende... toda pido que traicione la amistad, es porque algo sabe,
la verdad... la verdad de lo que se dice de Fernando algo ha visto que no puede revelarme... Ya no hay
y Magdalena. duda posible.
JACINTA. Pero ¿se dice algo?... Yo nada sé. JACINTA. No, Rafael, no... Le aseguro que no existe
RAFAEL: Oh, sí... usted lo debe saber... usted lo nada de lo que usted supone.
sabe, Jacinta. RAFAEL: Es inútil.
JACINTA. No, no... nada. JACINTA. Óigame usted con calma y no trate de dar
RAFAEL: Sí... sea usted franca. No me engañe a mis palabras un sentido que no tienen... Le repito
usted. que no sé lo que las gentes hablan de Fernando y
JACINTA. Rafael, yo le aseguro. Magdalena... Lo único que yo he visto es que se
RAFAEL: Si usted supiera lo que sufro desde hace tratan con mucha confianza, que conversan, que
algunos días tendría lástima de mí... ¡Dudar!... ¡Oh, pasean juntos; pero es necesario tomar en cuenta
qué horrible tormento es la duda!... Es preferible mil que son primos, que desde pequeños se han querido
veces el desengaño cruel. mucho y creo que hasta novios fueron en un
JACINTA. (¡Cómo la quiere!) Por Dios, tranquilícese tiempo... ¿Qué cosa más natural que la intimidad
usted. que entre ellos existe?... No todo el mundo sabe
RAFAEL: Jacinta, sea usted buena... tenga esto; algunos lo habrán visto con extrañeza y de aquí
compasión de mí... ábrame de una vez los ojos. han nacido los chismes.
JACINTA. Pero ¿qué puedo hacer yo?... ¿Cómo RAFAEL: Oh, gracias, Jacinta, gracias... Sus
quiere usted que le diga lo que yo misma ignoro?... palabras tan juiciosas, tan dignas de usted me
No sé qué cosas serán las que se dicen de Femando consuelan, aunque no me convencen del todo... La
y Magdalena... usted sabe lo chismosas y duda penetra en nuestro corazón, rápida como una
calumniadoras que son aquí las gentes, que de una saeta... arrancarla es casi imposible... Si Magdalena
nada hacen una montaña. fuera como usted, no haría yo caso de cuentos ni me
RAFAEL: Eso también es muy cierto, y por lo mismo inquietaría su intimidad con Fernando... Por
no he querido dar crédito a meras habladurías... desgracia, usted sabe cómo ha sido siempre
quiero saber la verdad de boca de una persona que Magdalena.
me merezca plena confianza; y como usted es mi JACINTA: Es verdad. Hay que confesar que no ha
amiga, Jacinta; como sé que puedo creer a ojos sido un modelo de seriedad ni de constancia...

159 
 
Pero... ¿quién sabe?... puede ser que nunca haya MARÍA: Nos preocupaba tu indisposición. (A Rafael)
querido a nadie... tiene un carácter tan raro. ¿Usted por aquí? ¿Desde cuándo?
RAFAEL: Incomprensible. RAFAEL: (Dándole la mano) Hace ya rato... ¿Se ha
JACINTA: Tal vez consiga usted descifrarlo. divertido usted mucho?
RAFAEL: Oh, nada sería para mi más grato. MARÍA: Yo, sí, (A Jacinta) Pero qué lástima que no
JACINTA: (¡Babieca!). vinieras. Nos hemos reído mucho con papá y D.
RAFAEL: No sé qué habría sido de mí hoy, si no Ramón.
hubiera tenido la suerte de encontrarla a usted... JACINTA: Cuánto lo siento; será para otra vez. (Entra
Traía unas ideas tan negras... D. Adela, D. Ramón y D. Antonio).
JACINTA: ¿Y ahora? ADELA: Señor D. Rafael.
RAFAEL: Ahora se me han aclarado bastante con lo RAFAEL: Señora (Dale la mano). ¿Viene usted muy
que usted me ha dicho. cansada?
JACINTA: (Ah, los hombres... todos iguales... tontos ADELA: Ay, sí; bastante.
de capirote). RAMÓN: Y yo completamente molido. (Se sienta).
RAFAEL: ¿Cómo decía usted? ANTONIO: ¿Cómo está usted, D. Rafael?
JACINTA: Oh, nada. RAFAEL: Para servir a usted (Danse las manos).
RAFAEL: No, sé cómo hay gentes que se complacen ANTONIO: (A D. Ramón) Parece mentira, hombre...
en habladurías y murmuraciones. Pero qué mandria13 te has vuelto... Si sigues así
JACINTA: (Alejándose hacia una ventana) Me parece habrá que amarrarte cuando montes a caballo. (A
que llegan... En efecto, ellos son; ya están aquí. Rafael) Imagínese usted que se ha dejado caer dos
RAFAEL: (Se aproxima a la ventana y mira también) veces de la yegua.
¡Qué bien monta María!... ¿Ha visto usted cómo ha RAMÓN: Un animal mañoso.
hecho saltar el caballo? ANTONIO: Un cordero, D. Rafael, un cordero... Con
JACINTA: Sí; pero Magdalena monta con más decirle que es la que, monta Adela...
elegancia. RAMÓN: Sí, pero...
RAFAEL: No la veo venir. ANTONIO: Vamos, confiesa que eres un músico.
JACINTA: Sin duda se ha quedado atrás con MARÍA: (¿Qué será de Magdalena y Fernando que
Fernando. no llegan?) (Mira por la ventana).

ESCENA IV ADELA: ¿Se quedará usted a comer con nosotros, D.


Rafael?
Dichos; María; después Doña Adela, D. Ramón y D.
RAFAEL: Señora, muchas gracias.
Antonio, todos por el foro
ADELA: ¿Gracias sí, o gracias no?
MARÍA: (Dentro) ¡Jacinta!... ¡Jacinta!
ANTONIO: Gracias sí... pues no fallaba más.
JACINTA: Aquí estoy... en la sala
RAFAEL: Con el mayor gusto me quedaría; pero...
MARÍA: (Entrando) ¿Cómo sigues? ¿Qué tal has
ANTONIO: No hay pero que valga... usted se queda.
pasado el día?
MARÍA: (Desde la ventana) Aquí están ya.
JACINTA: Ya estoy del todo bien, gracias... Pero
                                                       
¿cómo es que han vuelto ustedes tan pronto? 13
 Inútil, apocado.
 
160 
 
ADELA: ¿Quiénes? ANTONIO: Pues es claro... de conchas14.
MARÍA: Magdalena y Femando. MAGDALENA: Yo voy en contra.
ADELA: Y yo.

ESCENA V MARÍA: Yo también.


ADELA: Desechado el proyecto.
Dichos; Magdalena y Fernando por el foro
RAMÓN: Tienes que conformarte... la mayoría hace
ANTONIO: ¿Qué ha sido el atraso?
ley.
MAGDALENA: Nada... que nos quedamos de paso
MARÍA: A mí se me ocurre una cosa mejor.
un momento en Tres Ríos, charlando con las
ADELA: Ya vas tú... alguna extravagancia.
Urrutias... Buenas tardes, Rafael (Danse las manos)
MARÍA: Pido que se me oiga antes de censurar mi
¿Y tú cómo has seguido? (A Jacinta).
proyecto.
JACINTA: Ya estoy bien, muchas gracias. (Rafael y
RAMÓN: Tiene razón... que hable María.
Fernando se saludan fríamente con una ligera
MARÍA: Pues digo que ya que papá está dispuesto a
inclinación.)
dar un baile, que nos lo de a nosotras.
MARÍA: (Ya se saludan como rivales... Malo).
ANTONIO: Si tu mamá consiente...
ADELA: Creo que sería mejor que nos sentásemos...
MARÍA: Oh, por eso no hay cuidado. ¿No es verdad,
Hágame usted el favor de tomar asiento, D. Rafael.
mamá, que usted no se opone a que bailemos esta
RAFAEL: Después de usted, señora.
noche?
ANTONIO: (AD. Ramón que está sentado) Siéntate,
ADELA: Ay, hija, pero si estamos todos tan
Ramón, siéntate... descansa.
cansados.
RAMÓN: ¿Y tú? ¿Vas a pretender ahora que no
MARÍA: No todos... Papá no lo está... yo tampoco, ni
estás cansado?
Fernando, ni Rafael, ni Jacinta... ¿Y tú Magdalena?
ANTONIO: Ya lo creo; como que me siento capaz de
MAGDALENA: Cansada no lo estoy; pero ¿quién
hacer diez leguas a caballo. (Siéntanse todos menos
quieres que venga a ese baile?
D. Antonio y Fernando.).
MARÍA: Todas las amigas de la vecindad...Las
MARÍA: Vamos, papá, no será para tanto... ¿A que
Pérez, que están a un paso de aquí; las Urrutias, las
no bailas un vals conmigo?
Castillos... Se pondrán contentísimas.
ANTONIO: Y tres también... A propósito de vals... Se
MAGDALENA: ¿Y quién va á convidarlas a estas
me ocurre una idea.
horas?
ADELA: A ver, a ver.
MARÍA: ¿Quién ha de ir? Fernandito que es tan
ANTONIO: Que mandemos a buscar música a Tres
complaciente y tiene un caballo tan bueno. (A
Ríos y pongamos un baile a las cogedoras.
Fernando) ¿Verdad que sí?
RAMÓN: (Ya pareció aquello).
FERNANDO: (De mala gana) Con mucho gusto.
MARÍA: Jesús, papá lo que se le ocurre... ¡Vaya una
MARÍA: Pues entonces, a montar antes de que se
diversión!
haga tarde.
ANTONIO: ¿Y por qué no? Las fiestas populares son
muy pintorescas... Será un baile nacarado.                                                        
14
 Juego de palabras entre el nácar de las conchas y el
MAGDALENA: ¿Cómo nacarado?
término concha, usado como denominación despectiva de
las campesinas. 
161 
 
ANTONIO: (A María) Eso es... Ya tomaste la batuta y ADELA: Artículo segundo... las señoritas María y
dispones de todo el mundo... Vamos a ver, ¿y si Magdalena ayudarán a su mamá a preparar todo lo
ahora digo yo que nones? necesario.
MARÍA: Pero como sé que no lo ha decir usted... JACINTA: Y yo también.
Basta con que yo lo quiera. (Zalamera y allegándose ANTONIO: Artículo tercero... Ramón y yo bailaremos
a D. Antonio) ¿No es cierto que yo mando aquí y que un baile nuevo: la varsoviana.
mi papá hace todo lo que yo quiero? RAMÓN: Bailarás tú... Yo no puedo con mi alma.
ANTONIO: (Abrazándola) Esta toquilla hace de mí lo ANTONIO: Pobre hombre, me das lástima... No sirves
que le da la gana. más que para estar sentado. (Se levanta, toma los
ADELA: Por eso está tan consentida. periódicos y le da uno) Toma aquí tienes La
MARÍA: Conque, Fernandito... República... Veamos qué novedades tenemos hoy.
FERNANDO: Ya voy... ya... (Se dirige al foro). (D. Antonio se sienta cerca de D. Ramón y ambos
MARÍA: (Siguiéndolo) Qué bueno eres. leen y conversan alternativamente. Doña Adela,
FERNANDO: (Por bajo) Lo que es ésta me la pagas. Jacinta y María forman otro grupo. Magdalena y
MARÍA: (Lo mismo) No te tengo miedo. (Vase Rafael en el sofá).
Fernando por el foro). RAFAEL: Qué carácter tan alegre el de María.
MARÍA: (Desde la puerta del foro) Que Dios te lleve MAGDALENA: Sí... demasiado.
con bien, Fernandito... y que vuelvas pronto. RAFAEL: No... ¿por qué?... Para ella es una dicha.
MAGDALENA: Para ella tal vez... Para los demás...
ESCENA VI RAFAEL: Para los demás también... Vea usted cómo
Magdalena, María, Doña Adela, Jacinta, D. Ramón, en un instante ha puesto a todo el mundo de buen
D. Antonio y Rafael humor.
MARÍA: (Palmoteando y volviendo a primer término) MAGDALENA: Menos a mí que pensaba acostarme
¡Qué dicha, vamos a bailar! temprano esta noche.
RAFAEL: ¿Es usted muy aficionada al baile? RAFAEL: ¿Está usted fatigada?
MARÍA: Me gusta con delirio.., ¿y a usted? MAGDALENA: No; pero con pocas ganas de bailar.
RAFAEL: Yo prefiero siempre quedarme de mirón. RAFAEL: Haga usted como yo... No bailo y sin
MARÍA: Pues esta noche tendrá usted que bailar embargo lo haré esta noche por orden de María.
aunque no le guste, porque aquí no se permiten ANTONIO: (Leyendo) Sanguijuelas, histriones,
mirones, y mucho menos mironas... Artículo primero, presupuestívoros, fariseos...
15
se prohíbe el pavo . ADELA: Pero ¿qué dices, Antonio?
MAGDALENA y JACINTA: Muy bien. ANTONIO: Nada mujer... que le estoy leyendo a
RAMÓN: ¡Qué fuego tiene esta muchacha! Ramón un artículo político muy sensato. (A D.
ANTONIO: Es hija de su padre. Ramón) ¿Verdad que está muy bueno?...Ya lo
creo..Como que es de Nicomedes Goteras, un
muchacho muy moderado.
                                                       
15
  Con la expresión "comer pavo" se designaba a las ADELA: Ya se conoce.
muchachas que no eran sacadas a bailar en una fiesta.

162 
 
RAMÓN: Pero qué chifladura tienes tú con la política, RAMÓN: Ja, ja, ja... ¿no sabe usted?... Es que al
Antonio... Mira que ponerte tú a hacer caso de lo que famoso barrio del Hospital18 le han dado ahora el
dice un D. Nicomedes Goteras. nombre de la República Sudafricana.
ANTONIO: No me toques a Nicomedes... Ese joven ADELA: Primera noticia... Antonio, lee otra cosa...
es uno de los baluartes de las instituciones. Creo que los sucesos de este nuevo Transvaal no
RAMÓN: Sí; y uno de los mejores clientes de la tienen interés para nadie.
Fábrica Nacional de Licores. ANTONIO: La prensa debe ser noticiosa.
ANTONIO: Pero hasta en eso es patriota y ADELA: Sí; pero también debe ser decente.
proteccionista... No bebe más que guaro16. ANTONIO: ¿Y cómo quieres tú que la policía sepa lo
RAMÓN: Antonio, en las próximas elecciones te que pasa si suprimes las noticias de los periódicos?
elegiremos diputado. (Leyendo) Boda.
ANTONIO: Alto ahí... Soy una persona decente. MARÍA: A ver, a ver quien se casa.
ADELA: Por Dios, D. Ramón, no le toque usted la ANTONIO: (Leyendo) Pronto contraerá matrimonio
tecla de la política. con una señorita de esta capital, nuestro querido
MARÍA: Papá, es mejor que se deje usted de goteras amigo el apreciable caballero D. Toribio Conejo...
y de patriotismos y que nos lea las gacetillas... A mí JACINTA: ¿Toribio Conejo?... ¿Quién es?
es lo único que me gusta de los periódicos... Ah, y MARÍA: No conozco.
las crónicas de bailes. RAMÓN: Ni yo.
ANTONIO: (Encogiéndose de hombros) Parece ADELA: Yo tampoco.
mentira lo poco que se interesan las mujeres por la JACINTA: (Interpelándolo) Rafael.
suerte del país. (Resignado) Vamos pues con las RAFAEL: (Levantándose) Mande usted.
gacetillas. (Leyendo) Conferencia del padre Rey... JACINTA: No; es primera vez que digo ese nombre.
No, esto es otra cosa, (Da vuelta á la página) Ah, ya ANTONIO: Sí no fueran ustedes tan impacientes, ya
encontré. (Leyendo). En el Transvaal... lo sabrían... como que aquí lo dice. (Leyendo)... El
RAMÓN: Eso me gusta... Veamos qué hay de la apreciable caballero D. Toribio Conejo, albañil
17
guerra . distinguidísimo19...
ANTONIO: (Leyendo) Anoche hubo allí un escándalo TODOS: Ja, ja, ja.
mayúsculo. Una señora, a quien llaman por apodo la RAMÓN: Cómo está la prensa.
Gorgoritos... ANTONIO: (Leyendo)... Albañil distinguidísimo. La
ADELA: Pero Antonio... ¿estás loco?... ¿Qué es eso futura esposa es la señorita Dorotea Barquero.
del Transvaal y de la Gorgoritos? MARÍA: (Saltando de la silla) Pero si es la misma.

                                                       
18
                                                         Barrio de mala reputación situado en las cercanías del
16
  Es decir, sólo consume un producto nacional cuya Hospital San Juan de Dios, entonces región suburbana de
fabricación es monopolio del estado. San José. 
17 19
 Referencia a las guerras entre colonialistas holandeses  Todo este pasaje hace burla de la importancia social
y británicos en la región de Transvaal, en la actual que comenzaban a adquirir personas que no formaban
República Sudafricana.  parte de la élite oligárquica. 

163 
 
ANTONIO: ¿Cómo la misma? el señor D. Pablo Ramírez se ha servido enviarnos,
MARÍA: Pues claro... Dorotea Barquero se llama por la cual nos participa el próximo enlace de su hija
nuestra criada. Sofía con el señor D. Francisco Porras.
RAMÓN: No puede ser. MAGDALENA: Conque al fin se hizo ese
ANTONIO: Vamos a salir de dudas... María, llama á casamiento... ¡Pobre Sofía!
Dorotea. JACINTA: ¡Qué golpe para el orgullo de esa familia!...
MARÍA: (Desde la puerta de la izquierda) ¡Dorotea!... ¡Una Ramírez casada con el hijo de un zapatero!
¡Dorotea! ADELA: ¡Oh! No es para tanto... Todos dicen que el

ESCENA VII muchacho es muy bueno.


MAGDALENA: Será todo lo que usted quiera, mamá;
Dichos; Dorotea por la izquierda
pero es preferible quedarse solterona antes que
DOROTEA: ¿Qué se ofrece, niña María?
desbarrancarse de esa manera... Ya de por sí el
ANTONIO: Dorotea, ven acá... acércate... ¿Cómo se
matrimonio es una calamidad... Ahora, imagínense
llama tu novio?
ustedes la vida de esa pobre muchacha, metida
DOROTEA: (Avergonzada) Si yo no tengo novio.
entre semejante gentuza.
ANTONIO: ¿Y Toribio Conejo?
MARÍA: Pues yo soy de esa opinión.
DOROTEA: Eso es mentira... ¿quién se lo ha dicho?
RAMÓN: Aja, vamos á ver lo que piensa María.
ANTONIO: Un pajarito... ¿Cuándo te casas?
MARÍA: Comenzaré por decir que yo también tengo
DOROTEA: Pero si...
mi orgullito... que estoy muy satisfecha de haber
ANTONIO: ¿Cuándo te casas?
nacido en buena cuna; porque esto, por más que se
DOROTEA: Pues... en cuanto le den a Toribio un
diga, es cosa que le gusta a todo el mundo... pero si
destino en la policía20.
en otros tiempos tuvo su razón de ser la
ANTONIO: Bueno... puedes irte. (Vase Dorotea por la
intransigencia inquebrantable en materia de alianzas,
izquierda).
hoy día es necesario ser más flexible, aunque
MAGDALENA: Pues a mí me ha hecho mucha gracia.
tengamos a veces que tragar con disimulo píldoras
ADELA: A mí ninguna.
muy amargas... En épocas remotas, la hija de buena
ANTONIO: (Leyendo) Otra boda.
casa, que por cualquier motivo no hallaba marido,
MAGDALENA: Por Dios, papá; ya tenemos bastante.
tenía el refugio del convento; es decir, se enterraba
ANTONIO: ¿No querían ustedes gacetillas?... Pues
en vida; pero aparte de que a las costarricenses no
tomen gacetillas.
nos llama mucho el claustro, ese recurso no existe,
ADELA: ¡Antonio!
puesto que no tenemos conventos ni hacen falta...
ANTONIO: Nada, nada. (Alzando la voz y leyendo)
¿Cuál es entonces el destino de la pobre
Hemos tenido el gusto de recibir la atenta tarjeta que
solterona?... El más triste de todos... Objeto de burla
                                                        para los unos... temida por los otros, por su mala
20
  El tema del joven de las clases populares que aspira a lengua... compadecida por nadie: en fin, un ser que
convertirse en policía, y los noviazgos entre policías y no tiene cabida en ninguna parte... Por esto creo que
empleadas domésticas, era uno de los más frecuentes
la mujer debe casarse a todo trance... Esa es su
tópicos en los textos costumbristas de la época.
misión primordial; a su cumplimiento deben
 
164 
 
sacrificarse los intereses secundarios... Ahora bien, ANTONIO: No te apures por tan poco... Dedicarnos a
ustedes saben lo difícil que se ha hecho este los oficios domésticos. (Hace el ademán de mecer a
problema en Costa Rica. Basta decir que la un niño).
estadística establece un promedio de siete mujeres JACINTA: Pues yo insisto en que el Gobierno debe
por hombre... ¿Han meditado ustedes en lo que esto importar maridos.
significa?... ¡Siete mujeres por hombre!... De sólo ANTONIO: Tiene usted mucha razón, el Gobierno...
pensar en las consecuencias de esta terrible RAMÓN: ¿A que también le echas la culpa de esto al
desproporción se estremece el más valiente... quiere Gobierno?
decir que de siete mujeres que nacen, seis, por lo ANTONIO: Naturalmente... Aquí el Gobierno tiene la
menos, están irremisiblemente condenadas a vestir culpa de todo... y de esto también... vaya si la tiene...
santos... y como yo estoy resuelta a no figurar en el Y tan fácil como sería remediarlo.
número y no quiero quedarme para tormento de RAMÓN: Hombre, esto sí que quisiera yo verlo...
novios y mirona de bailes, estoy en disposición de Veamos cómo.
casarme, si no encuentro cosa mejor, no digo con un ANTONIO: Pues... muy sencillo.
21
zapatero, hasta con un concho . RAMÓN: Como logres resolver el problema, las
RAMÓN: ¡Bravo María! mujeres te van a levantar una estatua.
ADELA: Hija, por Dios, hazme favor de no decir MARÍA: Ya lo creo... de oro, con ojos de brillantes.
tantos disparates. ANTONIO: Pues oigan ustedes mi proyecto... Si yo
ANTONIO: Pues yo declaro que ha hablado como un fuera el Presidente...
libro. RAMÓN: Ya no...
RAFAEL: (A Magdalena) ¡Qué encantadora ANTONIO: ¿Ya no qué?
franqueza! RAMÓN: Que ya no se remedia nada.
MAGDALENA: (A Rafael) Pues a mí me sulfura oírla ANTONIO: ¡Qué sabes tú!... Hoy todos somos
hablar así. candidatos, y donde menos se piensa salta la
JACINTA: La verdad es que si el Gobierno no se liebre... Supongamos, pues, que yo soy el
resuelve a importar maridos... Presidente.
MAGDALENA: Oh, basta con que se decida a RAMÓN: Es demasiado suponer, mi querido Antonio.
levantar las vallas que nos cierran el camino... El día ANTONIO: ¿Quieres dejarme hablar, sí o no?
que se nos abran todas las carreras que hoy nos RAMÓN: Habla, pues, pero no abuses de las
están vedadas por el egoísmo de los hombres, la suposiciones.
mujer no tendrá ya que agarrarse del santo ANTONIO: Digo, pues, que si yo fuera el Presidente,
matrimonio como de la única tabla de salvación. pondría un decreto en estos términos... Por cuanto
RAMÓN: Está muy bien... pero cuando eso suceda, hay plétora de bello sexo y los pecados capitales son
¿qué haremos nosotros? siete, todo hombre podrá casarse hasta con siete
mujeres. TODOS: Ja, ja, ja.
RAMÓN: Y si y o fuera tu sucesor le haría a ese
decreto una enmienda.
                                                       
21
 Campesino

165 
 
ANTONIO: Veamos la enmienda de Ramón... así ANTONIO: Se me habían olvidado los músicos...
será ella. ¿Por qué no le diste el encargo a Fernando?
RAMÓN: Pues es de primera para que lo sepas... Yo MARÍA: Porque no los conoce ni sabe dónde viven.
diría: todo hombre podrá casarse con siete mujeres ANTONIO: Entonces lo mejor será mandar a José a
en invierno y con catorce en verano. Tres Ríos... Voy a ocuparme de eso.
MAGDALENA: Confieso que no lo entiendo. RAMÓN: Yo te acompaño. (Vanse por la izquierda).
ANTONIO: (Yo sí). ADELA: Y todavía no hay nada listo para esta
JACINTA: ¿Qué tienen que ver con esto las noche... Con su permiso, D. Rafael... usted me
estaciones, papá? dispensará.
RAMÓN: Eso Antonio es quien lo sabe. Pregúnteselo RAFAEL: Oh, por mí no se atrase usted. (Vase doña
a él. Adela por la derecha).
ANTONIO: Yo qué he de saber... (Bajo a D. Ramón) MARÍA: (A Jacinta) ¿Quieres venir para que le
Cállate, condenado... (Alto) Son cosas de Ramón, no ayudemos a mamá?
le hagan ustedes caso. JACINTA: Con el mayor gusto. (Esta lo que quiere es
MARÍA: Pues yo no me conformo... A mí no me que Rafael y Magdalena se queden solos). (Vanse
engañan ustedes; por algo lo dice D. Ramón... María y Jacinta por la derecha).
(Aproximándose a D. Antonio) Dímelo a mí, papá... ESCENA VIII
aquí... al oído... Te prometo no contárselo a nadie.
Rafael y Magdalena Empieza a obscurecer
ANTONIO: ¡Qué tontería!... te digo que no es nada.
RAFAEL: Usted tendrá que hacer algo también... Le
MARÍA: Usted D. Ramón... Dígamelo usted, que
ruego que por mí no se detenga.
estoy muerta de curiosidad.
MAGDALENA: No quiero dejarlo a usted solo.
RAMÓN: Imposible. Es un secreto de Antonio.
RAFAEL: Oh, por eso no... Hágame usted el favor de
MARÍA: ¿Un secreto?... Ay, papá, no seas ingrato...
tratarme con toda confianza.
dímelo.
MAGDALENA: Pero si no tengo prisa... De todos
ANTONIO: Vamos, no seas tan machacona.
modos no comeremos antes de que vuelva el pobre
MARÍA: (A D. Antonio) ¿Mamá lo sabe?
Fernando. (Entra Dorotea con una lámpara
RAMÓN: ¡No lo ha de saber!... Estoy seguro de que
encendida, por la izquierda, la pone sobre la mesa y
Antonio no tiene secretos para Adela.
vase por la derecha).
ANTONIO: (¡Ah jesuitón!).
RAFAEL: ¿Por qué dice usted el pobre Femando?
ADELA: Pues sí los tiene, porque nada sé.
MAGDALENA: ¿Le parece a usted poco lo que le ha
MARÍA: Jesús, qué antipáticos están ustedes con sus
tocado?... Ir a convidar a tantas gentes después de
misterios... pero no importa, yo he de averiguarlo... y
semejante caminata.
cuando me propongo algo...
RAFAEL: No me parece a mí tan desgraciado
ANTONIO: (¡Canastos!).
cuando tiene quien así se duela de él... Yo haría eso
ADELA: Si fuéramos a lavarnos y a quitarnos el
y mucho más porque me compadecieran de la
polvo... Ya pronto será hora de la comida.
misma manera.
ANTONIO: Es verdad.
MAGDALENA: Es usted muy galante.
MARÍA: Papá, ¿y la música?

166 
 
RAFAEL: Créame usted, yo siempre digo lo que RAFAEL: Ya veo que está usted muy penetrada de
siento... Conque de nuevo le ruego que no se atrase las modernas ideas feministas.
por mí... Me entretendré leyendo periódicos. MAGDALENA: Me parece que ya es tiempo de
MAGDALENA: Ya que habla usted de periódicos... vi sacudir el yugo que ustedes los hombres nos han
que le gustaron a usted las teorías estrafalarias de puesto y de reivindicar nuestros derechos. ¿No lo
María. cree usted así?
RAFAEL: Diga usted que me divirtieron mucho sus RAFAEL: No negaré que es preciso hacer algo... En
paradojas y genialidades... y con todo no deja de parte tiene usted razón; pero es muy de temerse que
haber en ellas un gran fondo de verdad. las exageraciones en esta materia traigan como
MAGDALENA: ¿Cree usted? consecuencia la destrucción de la familia tal como
RAFAEL: Sí; descartando por supuesto las hoy existe.
exageraciones, que de ambas partes las hubo. MAGDALENA: ¿Y quién puede asegurar que no
MAGDALENA: ¿También de la mía? llegaremos a establecer algo mejor?... Además,
RAFAEL: Ya lo creo. ¿cómo puede defenderse como perfecto un estado
MAGDALENA: ¿Y en qué? social que descansa en el sacrificio de una mitad del
RAFAEL: Pues digo usted nada menos... no sé si género humano?
estas fueron sus mismas palabras; pero me parece RAFAEL: La discusión de materias tan intrincadas
que sí... dijo usted: el matrimonio es una calamidad. nos llevaría muy lejos, Magdalena... Creo que en
MAGDALENA: Sí lo dije; ¿y bien? esto, como en todas las cosas, se puede llegar a un
RAFAEL: Que no puedo creer que lo dijera usted término medio racional y equitativo para ambas
sinceramente. partes... La situación actual de la mujer está muy
MAGDALENA: Con toda mi alma... Creo que el lejos de ser lo que fue... Nuestras leyes le conceden
matrimonio es una desgracia para todos, ahora derechos que en otros tiempos no pudo soñar
especialmente para nosotras las mujeres. siquiera... Si resucitaran nuestras abuelas y vieran
RAFAEL: ¿Y por qué? cómo se manejan hoy sus nietas, caerían de
MAGDALENA: Por mil razones... Al casarse la mujer espaldas... Recuerdo haber oído decir a la mía que a
se esclaviza; abdica su voluntad, sus costumbres, la mujer le bastaba con saber leer lo necesario para
sus gustos, todo en aras de un marido que por lo descifrar su libro de misa... Verdad es que hay
general nada agradece y acepta el sacrificio con la hombres brutales, que por exceso de soberbia sólo
impasibilidad de un ídolo que se cree con derecho a quieren ver en sus mujeres seres inferiores que han
ser adorado sin dar nada en cambio. nacido para servirlos y soportar sus caprichos; pero
RAFAEL: Ah, no diga usted eso, Magdalena. hay muchos otros... la mayor parte, créamelo usted,
¡Cuántas mujeres no viven felices y contentas con su que las estiman y consideran como abnegadas
suerte, queridas de sus maridos y de sus hijos, compañeras.
respetadas de todos! MAGDALENA: Puede ser; pero no hay hombre, por
MAGDALENA: No diré que no las hay; pero son las infeliz que sea, que no se considere superior a
menos... Otras alcanzan una sombra de felicidad a cualquier mujer.
fuerza de resignación.

167 
 
RAFAEL: ¿Y qué importa este ridículo detalle de MAGDALENA: ¿Vienes muy cansado?
nuestra presunción, si en el fondo las que gobiernan FERNANDO: No... gracias.
el mundo son ustedes? ¿Para qué quieren la MAGDALENA: ¿Quiénes son las que vienen?
apariencia del poder si ya tienen la realidad? FERNANDO: Las Urrutias, las Pérez... todas las
MAGDALENA: Hola, defiende usted su causa con amigas, menos las Castillos.
agudeza. MAGDALENA: ¿Y de bailarines cómo estaremos?
RAFAEL: Sólo me falta ganarla con usted. FERNANDO: No faltarán. Vienen muchos pollos22.
MAGDALENA: Eso ya es más difícil. MAGDALENA: Entonces ustedes me harán el favor
RAFAEL: Oh, no importa... Permítame usted que lo de excusarme... Voy a vestirme... (Levantándose)
intente... que trate de llevar a su ánimo el Les ruego que se hagan mutua compañía mientras
convencimiento de que todos los hombres no somos vuelven las muchachas. (Vase por la derecha).
soberbios ni brutales... de que la unión de dos seres
igualmente buenos, igualmente honrados, lejos de ESCENA X
ser una calamidad, es la mayor de las felicidades...
Rafael y Fernando
Ah, Magdalena, si usted consintiera en unir su suerte
FERNANDO: (Esto era lo único que me faltaba...
a la mía, ¡qué mejor prueba! (Pausa).
Tener ahora que hacer la corte a este caballero...
MAGDALENA: Rafael... seré con usted franca... Yo lo
tan... simpático).
estimo mucho... lo quiero... como a un amigo; pero...
RAFAEL: (Se me figura que no le hago mucha gracia
RAFAEL: Oh, no... no me desahucie usted... No
al primito).
pronuncie todavía esa sentencia cruel que acabo de
FERNANDO: (¿Y ahora qué le digo?... Nada se me
ver asomar a sus labios... Dejemos que pase
ocurre). (Pausa).
tiempo... el que usted quiera... pero no me quite toda
RAFAEL: (La situación es ridícula).
esperanza.
FERNANDO: ¿Viene usted por primera vez a esta
MAGDALENA: No puedo prometerle nada.
finca?
RAFAEL: Si no pido tanto... Lo único que imploro es
RAFAEL: No, señor. (Pausa).
que me permita usted esperar... tengo treinta años y
FERNANDO: (Por dicha es locuaz... Menos mal).
alguna experiencia de la vida... quizás no encontrará
RAFAEL: ¿Y cómo ha encontrado usted a San José?
usted otro que la quiera tan sinceramente como yo...
FERNANDO: Lo mismo.
RAFAEL: Sin embargo, no deja de haber cosas

ESCENA IX nuevas... el Teatro23.


FERNANDO: Es verdad... y las casas de corrección.
Dichos; Fernando por el foro
(Pausa).
FERNANDO: Perdonen ustedes si los interrumpo.
RAFAEL: ¿Y qué le ha parecido a usted el Asilo
MAGDALENA: Entre, Fernando, entra; no nos
Chapuí24?
interrumpes.
                                                       
RAFAEL: (Ya está aquí este tipo). 22
 Jóvenes
MAGDALENA: ¿Cómo te ha ido? 23
 Se refiere al Teatro Nacional, inaugurado en 1897, unos
FERNANDO: Bien... gracias.
cinco años antes de que se estrenara en él Magdalena.

168 
 
FERNANDO: (Allí te quisiera ver yo)... Ah, muy MARÍA: Bueno, ya lo sé... que la desengañarías... en
hermoso. el fondo es lo mismo.

ESCENA XI FERNANDO: Y lo he cumplido.


MARÍA: No lo dudo; pero debes comprender que
Dichos; María y Jacinta por la derecha
ahora que Rafael...
MARÍA: ¿Ya estás de vuelta, Fernandito?
FERNANDO: No me hables de ese hombre... Me
FERNANDO: Creo que sí.
revienta.
MARÍA: ¿Y cómo te ha ido?
MARÍA: Vamos, Femando, reflexiona...
FERNANDO: Bien.
FERNANDO: Se acabó... no quiero más sermones.
MARÍA: Jesús, que lacónico estás. (Rafael y Jacinta
MARÍA: Si no se trata de eso... pero escúchame un
conversan aparte. María se acerca a Fernando).
instante... ¿qué te cuesta?
FERNANDO: No vengas aquí. Estoy furibundo
FERNANDO: Está bien; pero dilo pronto.
contigo.
MARÍA: Mira, Fernandito... ¿por qué sulfurarse de
MARÍA: No te lo creo.
ese modo sin motivo?... Nadie te está haciendo
FERNANDO: Te has propuesto burlarte de mí,
nada, nadie pretende burlarse de ti... En cuanto a
ponerme en ridículo...
ese señor, lo natural es que corteje a Magdalena,
MARÍA: ¿Yo?
puesto que pretende casarse con ella...
FERNANDO: Sí; tú... y no te hagas la mosquita
FERNANDO: Pero si es que...
muerta, que te conozco.
MARÍA: Óyeme hasta el fin... tú comprendes que
MARÍA: Pero, Fernandito...
cualquier desagrado que ocurra ha de ser
FERNANDO: Déjate de zalamerías... pero yo he de
sumamente penoso para todos, especialmente para
vengarme.
la pobre mamá que te quiere tanto... Hoy más que
MARÍA: ¿De mí?
nunca es necesario que tengas mucha prudencia. Yo
FERNANDO: De ti... y de otros tipos (Mirando a
sé que en el fondo eres muy bueno, Fernandito; que
Rafael).
tienes muy buen corazón.
MARÍA: Por Dios, Fernando, no vayas a hacer alguna
FERNANDO: Sí; cuando uno se hace miel, las
tontería, re-cuerda...
moscas se lo comen.
FERNANDO: Estoy exasperado.
MARÍA: Y yo soy la mosca.
MARÍA: Vamos, no seas así... cálmate y óyeme con
FERNANDO: Si no fuera más que tú.
paciencia...Tú me prometiste...
MARÍA: ¿Y quién otro?... Mira... lo que vas a hacer,
FERNANDO: Yo no te he prometido nada.
será sólo por mí... por esta mosquita.
MARÍA: ¿Cómo que no?... Me prometiste no
FERNANDO: Ah, conque también tengo que hacer
ocuparte más de Magdalena.
algo.
FERNANDO: No es cierto.
MARÍA: Sí, Fernandito.
                                                                                                  
24 FERNANDO: No quiero.
El Asilo Chapuí (actual Hospital Psiquiátrico) entonces
MARÍA: No me digas que no... algo muy fácil... verás.
recién construido, se veía, al igual que el Teatro Nacional,
FERNANDO: ¿Y qué es ello; vamos a ver?
como un símbolo de la modernización urbana del San
José de la época.  

169 
 
MARÍA: Que en el baile de esta noche no te ocupes ESCENA XII
de Magdalena.
Dichos; D. Ramón y D. Antonio por el foro
FERNANDO: Ni de Magdalena ni de ninguna... Estoy
ANTONIO: ¿No se come hoy en esta casa? Me estoy
de un humor...
muriendo de hambre.
MARÍA: No, tanto, no; al contrario... es preciso...
RAMÓN: Y yo.
FERNANDO: ¿Cómo?... ¿Hay más todavía?
MARÍA: Ya no tardará la comida. Tengan ustedes un
MARÍA: Sí; muy poca cosa... Es necesario que le
poquito de paciencia.
hagas la corte a otra.
ANTONIO: Me parece que le hemos tenido (Sacando
FERNANDO: Eso si que no... lo primero, pase, pero...
el reloj). Ya poco falta para las ocho... Usted disimule
MARÍA: Yo te lo ruego, Fernandito.
que lo hagamos ayunar, D. Rafael.
FERNANDO: Pero ¿á quién quieres que le haga yo la
RAFAEL: Por mí no se preocupe usted. Estoy hecho
corte?
a comer tarde.
MARÍA: A cualquiera... A Lola Urrutia, por ejemplo.
FERNANDO: No me gustan las gordas. ESCENA XIII
MARÍA: Entonces a Ester Castillo que es un fideo. Dichos; Doña Adela y Magdalena por la izquierda
FERNANDO: No viene... Además, ya te dije que no. ADELA: (Entrando) Cuando ustedes gusten, la
MARÍA: Sí; hazlo por mí... Yo te voy a buscar una comida está lista.
compañera que te ha de gustar mucho. ANTONIO: Santa palabra.
FERNANDO: Trabajo tendrás... ¿quién es? MARÍA: Papá, ¿qué hubo al fin de la música?
MARÍA: Adivina. ANTONIO: A las nueve estará aquí... Alista las
FERNANDO: No estoy para adivinanzas... ¿Es piernas, Ramón.
bonita? RAMÓN: Lo que voy a alistar yo es una botella de
MARÍA: No es fea. aguardiente alcanforado... No aguanto las
FERNANDO: ¿Graciosa? coyunturas.
MARÍA: Eso... me parece que sí. FERNANDO: (Bajo a Magdalena) Tengo que hablar
FERNANDO: ¿La conozco yo? contigo.
MARÍA: Como tus manos. MAGDALENA: (Lo mismo) Cuando quieras.
FERNANDO: Pues no sé quién es. FERNANDO: Ya... (Se apartan) Deseo saber si
MARÍA: Ya te lo diré luego. piensas bailar con ese hombre.
FERNANDO: Dímelo ya, porque si no me conviene... MAGDALENA: ¿Cómo quieres que lo evite?
MARÍA: Te convendrá de seguro. FERNANDO: No bailando con él.
FERNANDO: Por fin ¿quién es? MAGDALENA: Pero eso no es posible, Femando.
MARÍA: Yo. FERNANDO: (Violento) No quiero que bailes con él.
FERNANDO: ¿Tú? MAGDALENA: Por Dios, no te exaltes... reflexiona...
MARÍA: ¿Aceptas? para mí es un compromiso terrible... ¿Cómo quieres
FERNANDO: Me resigno. que?...
MARÍA: ¡Mamarracho! FERNANDO: No te pido razones... ¿Sí o no?
MAGDALENA: Me hablasen un tono...

170 
 
FERNANDO: El que te mereces. ESCENA I
MAGDALENA: ¡Femando!
D. Antonio; D. Ramón por la derecha
FERNANDO: Ya lo sabes... Te prohíbo que bailes con
Don Antonio en un sillón con los codos sobre las
él.
rodillas y la cabeza entre las manos.
MAGDALENA: ¡Te prohíbo!... ¿Y con qué derecho?
RAMÓN: (Entrando) Antonio... (Alzando la voz)
FERNANDO: Con el derecho...
Antonio... Si estará dormido... (Más alto) Antonio.
MAGDALENA: Sí... ya lo sé... Con el derecho brutal
ANTONIO: (Sobresaltado) ¿Quién?... Ah, eres tú...
del más fuerte... del hombre que se cree autorizado
(Se levanta y se echa en brazos de D. Ramón)
a tiranizar a la mujer que lo ama, tan sólo porque es
¡Ramón, soy muy desgraciado!
débil... Hoy te conozco, Fernando... Eres igual a
RAMÓN: Pero ¿qué te pasa, hombre?... ¿qué
todos... Te desprecio. (Le vuelve la espalda).
sucede?
ANTONIO: Ramón, hazme el favor de dar el brazo a
ANTONIO: Ay, Ramón... ¡una catástrofe!
mi mujer... Usted, D. Rafael, a Magdalena... Jacintita
RAMÓN: Vamos, habla por Dios... ¿Adela, las niñas?
(Ofreciéndole el brazo). Fernando, tú con María... A
ANTONIO: Todas buenas, gracias.
comer, a comer. (Vanse en este orden: Doña Adela y
RAMÓN: Entonces ¿qué pasa?... Acaba, hombre,
D. Ramón: Rafael y Magdalena: D. Antonio y Jacinta,
que me tienes en ascuas.
todos por la izquierda Fernando se queda
ANTONIO: ¡Más que yo!...
anonadado sin ver a María que lo espera).
RAMÓN: No he visto cachaza... habla con mil
FERNANDO: (¡Qué vergüenza!... Me he portado
demonios.
como un carretero... ¿Pero estaré verdaderamente
ANTONIO: No sabes el apuro en que me encuentro.
enamorado de Magdalena?... A la verdad, no lo sé...
RAMÓN: Y cuanto más tardes en decírmelo...
Hay amor sin celos, como hay celos sin amor...)
ANTONIO: ¿Te acuerdas de Agapita?
MARÍA: Fernandito... ¿En qué piensas?... Se enfría
RAMÓN: ¿Agapita?... Ah, ya... aquella de Tres Ríos.
la sopa.
..Bueno ¿y qué?
FERNANDO: (Volviendo en sí y alcanzando hacia
ANTONIO: Hoy debe venir a esta casa con su madre.
María) ¡Marujita!...
RAMÓN: Y tú contentísimo... ¡calaverón!
¡Tú sí que eres buena!
ANTONIO: ¡Un demonio!
MARÍA: ¿Hasta ahora lo echas de ver? (Vanse del
RAMÓN: Es verdad... no recordaba.
brazo por la izquierda).
ANTONIO: ¿Qué?
Fin del acto segundo RAMÓN: Que ya estamos en invierno.
ANTONIO: Ay, Ramón; no te burles de mí. Soy muy
ACTO TERCERO desgraciado.

Sala en casa de D. Antonio en San José. Puertas RAMÓN: Pero ¿me dirás a fin lo que te pasa?

laterales y ventanas al foro con cortinajes. ANTONIO: Tú te acuerdas de Agapita, ¿no es cierto?
RAMÓN: Ya te he dicho que sí... No me he de
acordar... aquella que tenía un pelo y unos brazos...
(Remedándolo) Esa medida del Gobierno es injusta,

171 
 
arbitraria, inconstitucional... Vaya si me acuerdo, RAMÓN: Antonio, perdona que te lo diga, pero es la
hombre, vaya si me acuerdo. verdad... tú estás tonto.
ANTONIO: Pues es una pécora. ANTONIO: De la cabeza... ya lo sé.
RAMÓN: Hola, ¿qué me cuentas? RAMÓN: Menos mal... Continúa.
ANTONIO: Como lo oyes, una pécora... y la madre ANTONIO: Yo me imaginé que después de la compra
una bribona. del potrero me dejarían Agapita y su madre en paz;
RAMÓN: ¡Tu suegra!... Cuéntame, cuéntame... Esto porque has de saber que la dichosa mamá, que
me divierte mucho. entre paréntesis es una harpía, es quien dirige la
ANTONIO: Te divierte ¿eh?... Pues ya te quisiera ver maniobra. RAMÓN: Naturalmente... ¿Y bien?
en mi lugar. ANTONIO: Pues me equivoqué.
RAMÓN: Como aun no sé de lo que se trata. RAMÓN: ¿Y qué más pretenden ahora esos dos
ANTONIO: Te lo voy a confiar, Ramón... (Mirando a angelitos?
todos lados) pero eso si bajo el mayor sigilo... Si se ANTONIO: Nada menos que les sirva yo de fiador
llegara a saber... Oh, si se llegara a saber... ¡qué para la compra de un cafetal de tres manzanas.
escándalo!... Sería la ruina de mi felicidad, de mi RAMÓN: ¿Y tú qué has hecho?
familia y tal vez... la muerte. ANTONIO: Negarme... Ya estoy harto de tantas
RAMÓN: Antonio... no me asustes. exigencias.
ANTONIO: Sí, Ramón... Aquí donde me ves tan RAMÓN: Muy bien... has hecho muy bien.
tranquilo, estoy en peligro de muerte. ANTONIO: ¿Eso te parece a ti?... Pues escucha el
RAMÓN: Caramba. resultado de mi negativa... Hoy vienen las dos a
ANTONIO: Pues bien... todo esto me pasa por hablar con Adela.
bueno... por la excesiva ternura de mi corazón... Tú RAMÓN: A hablar con Adela... ¿y con qué objeto?
que me conoces, debes de saber que no soy capaz ANTONIO: Para decírselo todo.
de decir que no a nadie, y menos a una mujer. RAMÓN: ¡Qué atrevimiento!... Pero ¿y tú, hombre, y
RAMÓN: Sobre todo si tiene buenos brazos y buen tú, qué piensas hacer?
pelo. ANTONIO: ¿Yo?... Nada... ¿qué quieres que haga?...
ANTONIO: Ramón, mira que esto es muy serio. Esta mañana, cuando recibí la carta de amenaza de
RAMÓN: Hasta ahora no lo sé. la vieja, quise ponerle un telegrama ofreciéndole el
ANTONIO: Pues bien, te lo diré en dos palabras. dinero; pero ya era tarde... Estoy perdido, Ramón...
RAMÓN: Vaya, hombre, gracias a Dios. ¡qué catástrofe!
ANTONIO: Un día me pidió Agapita que le ayudase a RAMÓN: Me das lastima, hombre... pero qué mandria
comprar una casa para su madre. te has vuelto... Así me decías tú este verano pasado,
RAMÓN: Y se la compraste. ¿recuerdas?... Vamos, ahora es el caso de sacar a
ANTONIO: Sí... Pasa un tiempo... Sale a remate un relucir todo aquel ardor, toda aquella savia...
potrerito que fue de la abuela de Agapita... ANTONIO: No seas vengativo y ayúdame a salir de
RAMÓN: Y ya entonces le dijiste que se lo comprase este atolladero... De un momento a otro estalla la
su abuela. bomba.
ANTONIO: Ay no... Ojalá. RAMÓN: Como no venga en tu auxilio san Expedito.

172 
 
ANTONIO: ¿Quién es ése? RAMÓN: ¿Y dónde están?
RAMÓN: Ah, un gran santo para estos casos... el DOROTEA: Se fueron al mercado... Dijeron que
nombre lo dice, volverían más tarde.
Expedito. RAMÓN: Está bien; puedes irte... (Vase Dorotea por
ANTONIO: Por Dios, Ramón, déjate de bromas... el la derecha). Y ahora llévame al teléfono.
caso es muy serio ANTONIO: Pero ¿qué vas a hacer?
RAMÓN: Pobre amigo mío, te ahogas en un vaso de RAMÓN: A preguntar si está en su despacho el
agua... Escucha bien lo que voy a decirte... Te voy a agente principal de policía.
sacar de este algodonal en que te has metido; pero ANTONIO: Ramón, te ruego que no lo hagas.
con una condición. RAMÓN: ¿Porqué?
ANTONIO: Pídeme lo que quieras. ANTONIO: La policía es para mí una institución
RAMÓN: Me vas a prometer... pero muy seriamente, profundamente antipática. En un país libre...
¿eh?... me vas a prometer no volverte a meter en RAMÓN: Antonio, si empiezas con tus majaderías no
otro. me ocupo más del asunto, te abandono a tu suerte...
ANTONIO: Te lo juro, Ramón. (Lo toma del brazo y se lo lleva rápidamente por la
RAMÓN: No jures nada, que estamos en invierno. izquierda). Vamos, hombre, no perdamos tiempo
ANTONIO: Eres, implacable... ¿qué piensas hacer?
RAMÓN: Comienzo por decirte que no creo que se ESCENA III
atrevan a venir las dos pájaras. María; después Dorotea
ANTONIO: Oh, sí vendrán... las conozco. MARÍA: (Por la derecha, llamando) ¡Papá!... Creí
RAMÓN: Está bien; no importa... ¿Dónde está tu hallarlo aquí... Habrá salido tal vez... Se me ha vuelto
mujer? a perder el libro... ¡qué rabia!... (Buscándolo) No se
ANTONIO: Está fuera; pero no sé dónde ha ido. qué es esto... todos los días se me pierde. (Pausa)
RAMÓN: Es necesario averiguarlo. Pobre papá... no sé qué tiene desde hace algunos
ANTONIO: Espera... (Toca un timbre eléctrico) días... El tan alegre, tan bromista, está echado a
Dorotea debe saberlo... Ramón, me salvas la vida. morir y con dificultad contesta cuando se le habla...
RAMÓN: Vamos, no exageres. Algo le pasa... Pero ¿dónde habré dejado mi libro?...
ANTONIO: Sí, sí... Eres mi ángel tutelar. (Viendo entrar a Dorotea por la derecha con varios

ESCENA II paquetes) Dorotea, ¿no has visto mi libro?... un libro


con cubierta blanca que dice Quo Vadis25?
Dichos; Dorotea por la derecha
DOROTEA: ¿El que estaba usted leyendo ayer?
DOROTEA: (A D. Antonio) ¿Llamaba usted?
MARÍA: Sí, mujer; ese que estoy leyendo hace tres
RAMÓN: ¿Dónde está la señora?
meses... ¿Qué traes?
DOROTEA: Ha ido a las tiendas con la niña
DOROTEA: Unos paquetes que acaban de llegar de
Magdalena.
las tiendas.
RAMÓN: ¿No han venido dos mujeres del campo a
preguntar por ella?                                                        
25
DOROTEA: Sí, señor... (D. Antonio y D. Ramón se  Título de una célebre novela del escritor polaco Enrique
vuelven a ver). Una vieja y una muchacha. Sienkiewicz.

173 
 
MARÍA: A ver, a ver... Ponlos sobre la mesa... FERNANDO: (Y lo hace). Hagamos las paces
(Dorotea pone los paquetes sobre la mesa y entre, (Tendiéndole la mano).
las dos los abren) ¿Qué será esto?... Ah, que MARÍA: No quiero.
preciosidad... Mira, Dorotea, qué lindos pañuelos... FERNANDO: No seas tan rencorosa... tenemos que
Esto es perfume; veamos.... Hola... Ideal... de hablar.
Houbigant... De Magdalena, de seguro... qué lujo... MARÍA: ¿Por qué no has vuelto aquí?
diez pesitos. FERNANDO: Bien lo sabes... Por Magdalena.
DOROTEA: A mí me gusta más el Royal. MARÍA: ¿Y qué le has hecho a Magdalena?
MARÍA: ¿El que yo uso?... Con razón no me duran FERNANDO: Lo contrario es lo que debes
los frascos... Deja eso; es mejor que vayas a buscar preguntarme.
mi libro... Tal vez esté en el aposento de mamá. MARÍA: ¿Qué fue, al fin, lo que pasó entre tú y ella la
DOROTEA: Voy a ver. (Vase por la derecha). noche del baile en Tres Ríos?
MARÍA: Se me pone que mamá no se ha acordado FERNANDO: No me hables de eso... Cuando me
de mis encajes... (Registrando) Pues no, no están... acuerdo me pongo rabioso... Magdalena me trató
Y eso que tuve el cuidado de apuntárselos en la lista. como a un perro.
MARÍA: Por algo sería.

ESCENA IV FERNANDO: Es mejor que no hablemos de eso.


MARÍA: La pobre mamá está sentidísima contigo.
María; Femando por la izquierda
FERNANDO: Y con mucha razón...Pobrecilla... No
Fernando entra de puntillas, abraza a María por
tienes idea de lo que he pensado en ella.
detrás e intenta besarle la nuca.
MARÍA: No es por alabarte, pero eres un ingrato... En
MARÍA: (Volviéndose furiosa y dándole una
fin, me alegro de que te haya pasado el berrinche.
cachetada) ¡Atrevido! ¡Insolente!... Ya sabes que no
FERNANDO: No, si no me pasa.
me gustan estas bromitas.
MARÍA: Entonces ¿por qué has venido?
FERNANDO: Caramba, Marujita, qué pesada tienes
FERNANDO: Por tres razones... una de ellas, por mi
la mano.
tía.
MARÍA: Lo que siento es no haberte dejado sin
MARÍA: ¿Y las otras dos?
muelas.
FERNANDO: Esas me las guardo.
FERNANDO: Poco ha faltado.
MARÍA: No las quiero saber... no me interesan.
MARÍA: Sí para esto vuelves a casa después de dos
FERNANDO: Más de lo que te figuras... Ahora... dime
meses que hace que no pones aquí los pies, ya te
una cosa... ¿En qué estado están las relaciones de
puedes ir marchando.
Magdalena con Rafael Cortés?
FERNANDO: No te enojes... Perdóname, Mariquita.
MARÍA: ¿Para qué quieres saberlo?
MARÍA: A mí no me llames Mariquita.
FERNANDO: Por algo que yo me sé.
FERNANDO: María, Maruja, Marujita, perdóname...
MARÍA: Pues, qué sé yo... Después del dichoso
Te prometo no volverlo a hacer.
bailecito fue dos veces más a Tres Ríos... Luego que
MARÍA: Haces bien; porque la próxima vez te quiebro
regresamos estuvo viniendo casi todos los días, y de
el palo de la escoba en la cabeza.
pronto no volvió.

174 
 
FERNANDO: ¿Magdalena no te ha dicho nada? MARÍA: ¿Estás enfermo?
MARÍA: Ni media palabra... Ya sabes que no se lleva FERNANDO: No; pero estoy enamorado, que es peor.
bien conmigo. MARÍA: Enamorado tú... Vamos, déjame en paz.
FERNANDO: ¿Y Jacinta? ¿Ha vuelto por aquí? FERNANDO: Sí, Marujita... enamorado.... Es un
MARÍA: Tampoco... Pero ¿a qué vienen tantas descubrimiento que he hecho en estos días.
preguntas? MARÍA: ¿Y de quién?
FERNANDO: Ya lo sabrás. FERNANDO: Ah... Ese es mi secreto...
MARÍA: Sospecho que algo sucede; porque MARÍA: Vaya un secreto... De Magdalena.
Magdalena está más esplinada26 que nunca. FERNANDO: De Magdalena creí estarlo... pero luego
FERNANDO: Cuánto lo siento. registrando bien en mis adentros comprendí que
MARÍA: Ya puedes sentirlo, porque eres el culpable no... La que me tiene sorbido el seso es otra.
de todo. MARÍA: Oye; ¿pero eso es de veras?... Ay, dime
FERNANDO: Oh.... el culpable... Magdalena conmigo quien es.
y sin mi será siempre la misma. FERNANDO: Imposible.
MARÍA: Eso también es muy posible... La pobre tiene MARÍA: ¿Y te pensás casar con ella?
un carácter tan extraño... Nunca sabe lo que quiere... FERNANDO: Ya lo creo... En cuanto me diga que sí.
Hoy sueña con una cosa, mañana con otra... MARÍA: Ah, todavía no sabes si te corresponde.
Siempre pensando en viajes... A propósito, ¿es FERNANDO: No.
cierto que te vuelves a Europa? MARÍA: Pero lo supones.
FERNANDO: ¿Quién te lo ha dicho? FERNANDO: Tampoco.
MARÍA: Vanas personas me lo han preguntado ya, MARÍA: Qué modesto te has vuelto... Anda, dime
FERNANDO: Es muy curioso... Aquí las gentes saben quien es... Ya sabes que soy muy curiosa.
hasta lo que uno sueña. FERNANDO: No te lo digo, para desquitarme de
MARÍA: Conque es cierto. alguna de tantas que me debes.
FERNANDO: Ni es cierto ni deja de serlo... Depende MARÍA: ¡Vengativo!... Oye ¿es amiga mía?
de las circunstancias... Sabes, Marujita, que ya me FERNANDO: Muy amiga.
va gustando Cosía Rica. MARÍA: Ah, ya sé... Jacinta.
MARÍA: Vamos... Esto sí es una novedad. FERNANDO: Adivinaste.
FERNANDO: Pues sí... A ratos me dan deseos de MARÍA: ¿Pero es de veras?... ¿Es Jacinta?
quedarme aquí, de comprar una finca, de ponerme a FERNANDO: Dios me guarde de esa hipocritona.
trabajar. MARÍA: No digas eso... Si es muy buena.
MARÍA: ¿Y por qué no? A todo se acostumbra el FERNANDO: Te digo que es hipócrita y mala... tengo
hombre. mis razones.
FERNANDO: A todo, menos a vivir sin la mujer MARÍA: Pues, entonces, no sé.
amada. FERNANDO: Busca bien.
MARÍA: Uy, qué poético has venido. MARÍA: No quiero quebrarme la cabeza... Después
FERNANDO: Hace ya días que lo estoy. de todo, ¿a mí qué me importa?
                                                        FERNANDO: Te importa mucho para que lo sepas.
26
 Melancólica. 
175 
 
MARÍA: Jesús, qué pesado... Me estás engañando... Fernando, tu deber hoy día es casarte con
todo es mentira. Magdalena.
FERNANDO: Es tan cierto como que tu eres la FERNANDO: ¡Mi deber!... Permíteme que lo dude...
mujercita más graciosa de San José. Antes que yo están otros que tienen como ella
MARÍA: Después de tu adorada, por supuesto. mayores obligaciones.
FERNANDO: Tú no puedes estar después de nadie. MARÍA: ¡Oh!... ¡Fernando!
MARÍA: ¡Cuánta fineza! (Pausa) FERNANDO: Tienes razón, María... Perdóname... Lo
FERNANDO: Maruja... que acabo de decir es indigno; pero es que tu
MARÍA: ¿Qué? negativa me ha exasperado... porque yo te quiero
FERNANDO: Yo estoy perdidamente enamorado... mucho, María... como nunca he querido a ninguna
MARÍA: Ya me lo has dicho bastante. otra mujer... Óyeme... Serás mi mujercita... viviremos
FERNANDO: Locamente enamorado... de ti... (María aquí felices... muy tranquilitos... Verás qué bueno
se queda impasible) ¿No te sorprendes? seré.
MARÍA: No... ya lo sabía. MARÍA: No, no, Fernando... Antes... pudo ser...
FERNANDO: Y entonces ¿por qué me lo Ahora es imposible... Entre tú y yo estaría siempre
preguntabas? Magdalena... Sería una mala acción.
MARÍA: Voy a decirte una cosa, Fernando... Yo no he FERNANDO: María... María, escúchame... No me
estado diez años en París como tú; soy muy tonta, condenes... Yo haré todo lo posible...
muy ignorante; pero debes tener entendido que MARÍA: Oh, basta ya.
cuando tú vas, ya estoy de vuelta y descansada... Si
te he provocado a hablar, es porque deseaba oír de ESCENA V
tu boca esa declaración para decirte de una vez para Dichos; Doña Adela y Magdalena por la izquierda
siempre que no te molestes en hacerme la corte... Es ADELA: Femando, ¡qué milagro!... Parece mentira
inútil que hayas estado dos meses sin venir a verme.
FERNANDO: Marujita, ¿hablas en serio? FERNANDO: Tía, yo...
MARÍA: Y tan en serio... Tu conducta con Magdalena ADELA: No me digas nada, no tienes disculpa; eres
es injustificable. un ingrato.
FERNANDO: Oh, bien sabes que entre Magdalena y FERNANDO: Soy el primero en confesarlo.
yo todo ha concluido. ADELA: Bien sabes lo mucho que todos te
MARÍA: Sí; pero ella te quiere. queremos.
FERNANDO: Magdalena no quiere a nadie ni es FERNANDO: Sí, tía; soy un malagradecido...
capaz de querer a nadie... No tiene corazón... María, Perdóname usted.
no me rechaces. ADELA: No debiera perdonarte... En fin, con tal de
MARÍA: No insistas, ya te he dicho que es inútil... que no lo vuelvas a hacer.
Quiero probarte que si por desgracia hay aquí FERNANDO: Eso no... Se lo prometo...
mujeres coquetas y livianas, capaces de todo por (Abrazándola). ¡Ah, qué buena es usted!... (A
satisfacer una pasión o simplemente por asegurarse Magdalena que se ha queda un poco atrás) ¿Cómo
un marido, también las hay dignas y honradas. .. estás?

176 
 
MAGDALENA: Bien. MAGDALENA: Más tarde te lo diré... Cuando estemos
MARÍA: Mamá, a que no me ha comprado usted los solos.
encajes. FERNANDO: (No me lo explico).
ADELA: ¡Los tres dulces nombres!... Se me olvidó.
MARÍA: Y bien apuntaditos que iban en el papel. ESCENA VII
ADELA: Pero si el papel lo perdí en la calle... Como Dichos; Dorotea por la izquierda
soy tan desmemoriada. DOROTEA: (Entrando) Dos mujeres del campo
MARÍA: ¿Y qué había de nuevo en las tiendas? quieren hablar con usted, niña Adela.
ADELA: Nada; con la crisis ya no se importa nada... y ANTONIO: (¡Ábrete tierra!)
como todos los días suben los derechos27. ADELA: Voy en seguida; que me esperen un
MARÍA: Ya pronto van a llegar al cielo... ¿Y los momento. (Vase
sombreros? Dorotea por la derecha).
ADELA: Ahora vendrán. ANTONIO: (Llevándose a D. Ramón aparte) Ay,
Ramón, ¿qué es esto?... Estoy perdido... y tú que me
ESCENA VI asegurabas...
Dichos; D. Ramón y D. Antonio por la izquierda RAMÓN: Pues sí... todo estaba convenido... no sé
RAMÓN: Muy buenas tardes. cómo... (Siguen hablando bajo).
ADELA: Señor D. Ramón. FERNANDO: Querida tía, necesito hablar largamente
FERNANDO: ¿Cómo está usted D. Ramón? (Danse con usted.
las manos). ADELA: Cuanto gustes; pero antes voy a ver qué me
ANTONIO: Fernando, dichosos los ojos que te ven... quieren esas mujeres... Es la segunda vez que
¿qué es de tu vida? vienen hoy.
FERNANDO: He estado algo ocupado, querido tío. ANTONIO: Adela, ¿cómo es posible que hagas
ANTONIO: (Palmoteándole la espalda) Sí; ya sé... Me esperar a Fernando por dos campesinas
dijeron que estás con deseos de comprar una finca... desconocidas?... Permíteme que te diga que eso no
Mucho cuidado con dejarte engañar... Hay aquí cada está bien.
fiera... ADELA: ¡Qué cosas tienes!... Fernando es de la casa
FERNANDO: No haré nada sin consultar con usted. y me esperará un momento... ¿Verdad?
ANTONIO: Haces bien. FERNANDO: Todo el tiempo que usted quiera, tía;
ADELA: (A D. Ramón) ¿Lola y Jacinta cómo están? pues no faltaba más.
RAMÓN: Muy bien... Cabalmente... (Siguen hablando ADELA: (A. D. Antonio) Ya lo ves... (A Fernando)
por bajo). Vuelvo en seguida. (Se dirige a la derecha).
FERNANDO: (Bajo a Magdalena aproximando se) ANTONIO: (Corre y le cierra el paso) ¡Adela!... ¡No
Recibí tu carta... ¿qué me quieres? vayas!
ADELA: Pero ¿qué es esto?... ¿Por qué?
ANTONIO: No te puedo decir; pero no vayas... Tengo
                                                       
27
 Es decir, suben los impuestos. Alusión a la crisis un presentimiento horrible, siniestro.
económica que vivía el país en el borde de los siglos XIX-
XX. 
177 
 
ADELA: Jesús, que Antonio... Siempre con sus RAMÓN: ¿La matas?
bromas. ANTONIO: No seas bárbaro... Me mato yo.
ANTONIO: ¡Desgraciada! no se trata de bromas, sino RAMÓN: Antonio, por Dios, ¿y tus hijas?
de algo muy serio... espantoso... En la vida de los ANTONIO: Júrame que velarás por su suerte.
hombres hay momentos terribles... Pues bien, RAMÓN: Vamos, no hables tonterías.
Adela... este es uno de ellos... La desgracia está ANTONIO: Que harás con ellas veces de padre.
próxima... la huelo... casi la toco. RAMÓN: Pero...
ADELA: Antonio, ¿no habrás tomado tú algún ANTONIO: Júramelo, Ramón.
traguito?... te encuentro muy extraño. RAMÓN: Bueno, hombre, bueno... te lo juro.
ANTONIO: Yo mismo no sé lo que me pasa... ANTONIO: (Estrechándole la mano) Gracias... Ya
RAMÓN: (Pobrecillo). puedo morir tranquilo...Oye bien lo que te voy a
ANTONIO: Es algo raro... inexplicable... decir... Son mis últimas recomendaciones... En la
sobrenatural... Algo como una inspiración celeste... secreta de la caja de hierro está mi testamento. (Se
(D. Adela hace el ademán de irse). ¡No vayas, Adela, pasa la mano por los ojos).
no vayas! RAMÓN: ¡Antonio!
MARÍA: Pero qué gracioso estás, papá... Celebro que ANTONIO: En él te nombro mi albacea.
hayas recuperado el buen humor... Estás RAMÓN: (Estrechándole la mano) Gracias. (Pausa).
divertidísimo. ANTONIO: Ramón.
ANTONIO: (No lo sabes tú bien). RAMÓN: ¿Qué?
ADELA: (Apartándolo) Conque déjame pasar. ANTONIO: (Gimoteando) ¡Qué golpe para esas
ANTONIO: (Tratando de retenerla) Adela... por lo que pobrecitas!... (Señala a sus hijas con la cabeza).Las
más quieras... infelices no sospechan siquiera que ya su padre se
ADELA: (Desligándose) Vamos, no seas tan mece al borde del sarcófago.
pegajoso... Esas pobres mujeres deben tener prisa. RAMÓN: Antonio, tú no estás en tu juicio.
(Vase por la derecha). ANTONIO: Te equivocas... Un hombre de mi temple
no pestañea ante la muerte... Otra recomendación...

ESCENA VIII la última.... Quiero que Nicomedes Goteras


pronuncie algunas palabras sobre mi tumba... que en
Magdalena, María, Femando, D. Ramón, y D.
breves y enérgicos conceptos haga un resumen de
Antonio Magdalena, María y Fernando forman un
mi carrera política.
grupo aparte.
RAMÓN: Antonio, dame ese revólver.
ANTONIO: (Sacando del bolsillo con disimulo un
ANTONIO: Jamás.
revólver y enseñándoselo á D. Ramón) ¿Ves este
RAMÓN: Dámelo, te digo.
revólver? RAMÓN: Sí.
ANTONIO: (Viendo entrar a D. Adela) Ya es tarde.
ANTONIO: Pues en cuanto asome Adela por esa
puerta (señala a la izquierda), con la indignación, el
asombro y el dolor pintados en la cara... ESCENA IX
RAMÓN: ¿Qué? Dichos; Doña Adela; después Dorotea
ANTONIO: ¡Pin! ¡pan! ¡pun! ADELA: (Por la izquierda) Cosa más rara.

178 
 
MARÍA: ¿Qué ha sido? ANTONIO: (Sacándolo) ¿Este revólver?... Lo tenía
MAGDALENA: ¿Qué le querían a usted esas preparado para defenderte... Al primer grito... al
mujeres? primer grito...
ADELA: No sé... Cuando salí ya se habían ido... RAMÓN: ¡pin! ¡pan! ¡pun!
mejor dicho, se las habían llevado. ANTONIO: Eso.
MAGDALENA: ¿Cómo llevado? ADELA: (Abrazándolo) Oh, qué bueno eres, Antonio,
ANTONIO: (Guardando el revólver en el bolsillo qué bueno eres.
interior del pecho) FERNANDO: (No sé por qué me huele todo esto a
(Respiro). trapisonadas de mi tío).
ADELA: Sí... Parece que a poco de haber entrado ADELA: (A. D. Antonio) ¿Por qué no vas a la policía
ellas llegó un policía, preguntó si estaban aquí dos y averiguas lo que pasa?
mujeres, la madre y la hija; Dorotea le respondió que ANTONIO: No, no... ya sabes que aborrezco la
sí y el policía entró y se las llevó... Cosa más rara. policía.
ANTONIO: (Virgen de los Ángeles, a pesar de mis RAMÓN: (Llevándoselo aparte) Oye, Antonio... tu
convicciones liberales y de mi grado treintaitrés, te aborrecerás a la policía y todo lo que tú quieras; pero
prometo una misa solemne con música de no me negarás que tiene sus lados buenos.
28
Campabadal ). ANTONIO: ¡Que si los tiene!... Vamos hombre... si es
MARÍA: Oye, papá... tú sabías algo. casi una institución... de beneficencia... Mea culpa.
ANTONIO: ¿Yo?... (Sonando la uña del pulgar
derecho contra un diente) Ni esto. RAMÓN: También latines29... Sólo eso te faltaba.
ADELA: ¿Y entonces por qué tratabas de DOROTEA: (Por la derecha) Acaban de traer unas
detenerme? cajas de sombreros.
ANTONIO: Porque a veces tengo el don de la doble ADELA: Está bien; llévalas a mi aposento... (Vase
vista. Dorotea). Son para que escojas uno. (A María).
RAMÓN: (Bajo a D. Antonio) Lo que tienes tú es una MARÍA: Qué buena es usted, mamá... (La abraza y la
suerte. besa) Corro aprobármelos.
ADELA: (Señalando al pecho de D. Antonio) Amonio, ADELA: Voy contigo... Usted me excusará D.
pero ¿qué significa ese revólver? Ramón.
RAMÓN: Yo me voy también.
ADELA: ¿Por qué tan pronto?
RAMÓN: Me están esperando para un negocio
                                                        urgente... ¿No es verdad, Antonio?
28
 Don Antonio se define como liberal y masón, en una
ANTONIO: Certísimo... Un negocio de la mayor
época en que estaban aún frescos los enfrentamientos
importancia.
entre los liberales y la iglesia católica. Sin embargo, se
                                                       
muestra dispuesto a olvidar sus ideas políticas y recurrir a 29
  El latín era el lenguaje oficial de la iglesia católica. La
la religión, con tal de obtener un milagro que lo salve de
alusión continúa el chiste anterior sobre la súbita
su incómoda posición. Roberto Campabadal era un "conversión" religiosa de don Antonio.
músico y compositor nacional muy conocido en la época. 
 
179 
 
RAMÓN: Pero en seguida volveré... No es cosa larga. FERNANDO: Magdalena, después de lo que pasó
ADELA: Entonces hasta luego. entre nosotros, esas palabras suenan a burla.
RAMÓN: Hasta luego, hasta luego. (Vanse D. Adela y MAGDALENA: Ah, bien sabes que no, Femando... Si
María por la derecha. D. Ramón y D. Antonio por la en un momento de nerviosidad, de exasperación
izquierda). provocada por ti, pude ofenderte, no por eso he

ESCENA X dejado de amarte.


FERNANDO: ¡Amar!... ¿Sabes tú siquiera lo que
Magdalena y Fernando
significa esa palabra?
FERNANDO: Pensé que no nos volveríamos a ver...
MAGDALENA: No lo sabía... tú me lo has enseñado.
¿Qué me quieres?
(Pausa).
MAGDALENA: Fernando, antes de dar un paso de la
FERNANDO: Por fin... ¿qué quieres?
mayor trascendencia, he querido hablarte.
MAGDALENA: No he querido comprometerme con
FERNANDO: Habla... te escucho.
Rafael, sin antes haber oído de tu boca una
MAGDALENA: Rafael Cortés pretende casarse
sentencia definitiva... Al hablarte así comprendo que
conmigo.
hago el sacrificio de mi amor propio, de mi dignidad,
FERNANDO: Ya lo sé... ¿y me has llamado para
de mi pudor. (Pausa).
darme esta noticia?
FERNANDO: Escucha, Magdalena... Voy a serte
MAGDALENA: Te ruego que me escuches con
franco... Cásate con
calma... La última vez que estuvo aquí, Rafael quiso
Rafael... Es lo que te conviene.
que me comprometiese con él.
MAGDALENA: ¿Es esa tu última palabra?
FERNANDO: ¿Y bien?
FERNANDO: Toma mi consejo... es desinteresado.
MAGDALENA: Yo me negué.
MAGDALENA: ¡Qué distintos los que hace poco me
FERNANDO: Hiciste mal.
dabas!
MAGDALENA: Tal vez... Me dijo que no era posible
FERNANDO: No serían quizás tan sinceros
continuar así, sin saber a qué atenerse... que
MAGDALENA: Ya sé que me engañabas,
pensara bien lo que me proponía, y que por su lado,
haciéndome creer que me querías.
iba a esperar mi resolución durante dos semanas.
FERNANDO: El engañado era yo, que me imaginaba
FERNANDO: Vamos, un ultimátum.
sentir ese amor.
MAGDALENA: No te burles.
MAGDALENA: Di que lo fingías.
FERNANDO: ¿Y tú qué le has contestado?
FERNANDO: Magdalena... ¿a qué vienen ahora estas
MAGDALENA: Nada... y ya ha trascurrido cerca de un
recriminaciones que a nada conducen? Es preferible
mes.
olvidarlo todo... Separémonos amigos. (Le tiende la
FERNANDO: Ahora me explico...
mano).
MAGDALENA: ¿Qué?
MAGDALENA: Oh, no te vayas así, Fernando. No
FERNANDO: Es otra cosa... Continúa.
seas tan implacable... Considera mi
MAGDALENA: Pues bien, Femando; si no he dado
humillación...Mira que te sacrifico mi orgullo, mi
esa respuesta ha sido por ti.
decoro... todo... Ya no puedo vivir sin ti... Eres mi luz,
FERNANDO: ¿Por mí?... No acierto...
eres mi aire... No me abandones, Fernando, no me
MAGDALENA: Por ti, a quien no puedo olvidar.

180 
 
abandones... Me han dicho que vuelves a Europa, propones ahora... ¿Qué sucedería?... Lo que es
llévame contigo... Seré lo que tú quieras. lógico, lo que es natural... que pasado el primer
FERNANDO: Magdalena, tú me rechazaste la momento de embriaguez, de locura y faltándonos el
primera. lazo de un amor profundo y verdadero, no tardaría
MAGDALENA: (Dejándose caer en un asiento) en llegar el hastío, el horrible hastío... ¡Qué vida
Tienes un corazón de piedra. (Pausa). entonces la nuestra, Magdalena, ligados por una
FERNANDO: Magdalena, sé razonable... ¿Cómo pesada cadena de escándalo!... Sería un verdadero
quieres que tu y yo vayamos a asestar semejante infierno.
puñalada a tu pobre madre?... Reflexiona con calma MAGDALENA: (Sarcástica) Admirable, conmovedor...
y comprenderás que esto no es posible... En Hablas lo mismito que un libro de moral... Me llevas
personas como nosotros sería imperdonable hoy de sorpresa en sorpresa, ja, ja, ja... el diablo
semejante locura. metido a predicador... Ahora sólo falta que me hagas
MAGDALENA: Ah, conque ahora eres tu el que llama un panegírico del santo matrimonio.
locura a lo que antes me pintabas como la mayor de FERNANDO: Pues tal vez... Puede que hoy no opine
las felicidades humanas... (Levantándose) Entonces ya lo mismo acerca de este punto... Las ideas no son
no te acordabas de mi madre ni me pedías estacionarias, al contrario... Desde que no te veo he
reflexión... ¿Por qué...? Porque estabas tenido ocasión de pensar acerca de muchas cosas,
encaprichado de mí, y por un simple capricho no de meditar, de esclarecer, de desengañarme...
vacilabas en deshonrar toda una casa... la de tu MAGDALENA: Permíteme que te diga que te
propia familia... encuentro soberanamente ridículo en tu papel de
FERNANDO: Magdalena... moralista.
MAGDALENA: Ahora me oirás a mí... Ya te sabía FERNANDO: ¡Qué será cuando sepas que intento
cruel, mentiroso... ahora te revelas hipócrita... Tu casarme! (Pausa).
cariño por mi madre, mentira; tus escrúpulos, MAGDALENA: ¿Qué has dicho?... ¡Tú!... ¡Casarte!
mentira; tu honradez, mentira; todo mentira. (Se FERNANDO: Sí... yo... casarme.
sienta). MAGDALENA: Ja, ja, ja, (Interrumpiéndose de
FERNANDO: Cuando concluyas de injuriarme te pronto) ¿Y se puede saber con quién?
ruego que me escuches. FERNANDO: Con una mujer encantadora, modesta,
MAGDALENA: (Irónica). Habla, hombre, habla... sencilla, un ángel.
Tengo curiosidad de ver por donde sales. MAGDALENA: Ja, ja, ja... Esto si no me lo esperaba
FERNANDO: Tú estás muy exaltada, Magdalena... yo... ja, ja, ja...
Me haces cargos injustos; otros que yo pudiera FERNANDO: (Me carga la risita).
hacerte a ti también... Hablemos claro... Ni tú me MAGDALENA: Y... ¿quién es el angelito?
amas a mí verdaderamente ni yo a ti... (Magdalena FERNANDO: A su tiempo lo sabrás.
hace un gesto de protesta) Oh, no protestes... MAGDALENA: (Levantándose y encarándose con
Esta es la verdad... Imagínate por un momento que Fernando) Y yo que te tomaba en serio, ja, ja, ja,
hiciéramos... digamos la calaverada... de irnos juntos ¡qué infelicidad!... Al principio te creí escéptico,
a París, como yo te lo propuse antes y tú me lo perverso corrompido, cínico y me entusiasmaste...

181 
 
creo que hasta te amé... ¡pobre de mí!... Luego te un asunto muy importante, del cual depende mi
supuse refinadamente malo, cruel, hipócrita y te felicidad.
admiré como admiro todo lo excepcional, todo lo MARÍA: Vamos, no metas a la pobre mamá en tus
raro... Y ahora... ¡qué desengaño!... Te veo a la luz enredos.
de la verdad y descubro que no eres más que un ADELA: ¿De qué se trata?
pobre hombre, un cursi, ja, ja, ja... (Vase riendo por FERNANDO: Nada menos que de mi casamiento.
la derecha). ADELA: ¿Cómo?

ESCENA XI FERNANDO: Sí, querida tía... Estoy locamente


enamorado, deseo casarme... Sólo una cosa me
Fernando; después María por la derecha Fernando
atrasa.
se pasea un rato agitado.
ADELA: ¿Y qué cosa es?
FERNANDO: (Deteniéndose). La verdad es que estoy FERNANDO: Que no me quiere la novia.
furioso... (Da algunos pasos y se detiene). En fin, ADELA: ¿A ti?... Eso es broma.
más vale que haya concluido así... ¡Qué carácter de FERNANDO: No, tía; por desgracia es muy serio.
mujer!... Un misterio. ADELA: ¿Y quién es la que tiene tan mal gusto?
MARÍA: (Entrando con sombrero). ¿Qué te parece FERNANDO: Ya se lo diré a usted luego.
este sombrero, Fernando?... ¿Me va bien?
FERNANDO: ¿Qué es lo que a ti no te va bien? ESCENA XIII
MARÍA: Déjate de piropos... la verdad. Dichos; Jacinta por la izquierda
FERNANDO: Esta es la verdad, Marujita... Te va ADELA: Jacintita... Desde cuando no tenemos el
admirablemente. gusto de verla. (Se abrazan).
MARÍA: Oye, ¿qué le has dicho a Magdalena que ha MARÍA: ¡Qué cara te vendes, hija! (Se besan).
llegado riéndose como una loca? JACINTA: No se cómo ha sido esto... Todos los días
FERNANDO: Nada... que tengo deseos de casarme. he querido venir...
MARÍA: ¿Y por esto se destornilla de esa manera?... MARÍA: Pero hasta ahora llegas... mal portada.
¿Y le dijiste con quien? JACINTA: Ay, si vieras cuantos enredos he tenido.
FERNANDO: ¿Cómo querías que se lo dijera si tú no FERNANDO: (Muchos... ya lo sé) (A Jacinta
me quieres?... Maruja, por Dios... inclinándose) Señorita.
MARÍA: No empieces otra vez... Ya te he dicho que MARÍA: ¿Qué es de tu vida?... Hoy hemos tenido el
es inútil. gusto de ver a tu papá.
JACINTA: ¿Cómo? ¿Ya no está aquí?
ESCENA XII
ADELA: No; pero debe volver.
Dichos; Doña Adela por la derecha
JACINTA: ¿Está usted segura?
ADELA: ¿Qué dice Fernando del sombrero?
MARÍA: No importa... Si necesitas verlo lo esperarás
FERNANDO: Que está precioso... Tiene usted un
aquí, con eso podremos conversar un rato.
gusto exquisito, querida tía... (Acercándose a D.
JACINTA: ¿Y Magdalena?
Adela) Ya le he dicho que tengo mucho que hablar
ADELA: Anda por ahí dentro. No tardará.
con usted... Necesito pedirle un consejo; consultarle
FERNANDO: (Esta mojigata algo se trae).

182 
 
JACINTA: Pero ¿ibas tú a salir? (A María). ADELA: (Alzando la voz) Quiero que se me oiga una
MARÍA: Yo no... ¿por qué? palabra.
JACINTA: Como te veo con sombrero. ANTONIO: Habla, hija, habla... ¿quién te lo impide?
MARÍA: Me lo estaba probando... ¿Te gusta? ADELA: Me parece que ya es tiempo de que yo sepa
JACINTA: Muy bonito... te va muy bien. lo que pasa hoy en esta casa... Vuelve Fernando
MARÍA: A tu disposición. después de dos meses de ausencia... llegan dos

ESCENA XIV campesinas y se las lleva la policía...


Magdalena se muere de risa... Antonio nos abraza a
Dichos; Magdalena por la derecha
todos y yo en Belén con los pastores... Quiero que
MAGDALENA: Jacinta, ¿cómo te va?... tantos días
me digan lo que pasa.
sin verte. (Se besan).
ANTONIO: A eso voy.
JACINTA: ¿Y tú qué has hecho de bueno desde que
RAMÓN: Pido la palabra.
no te veo?
ANTONIO: La buena educación me manda
MAGDALENA: Tanto como hacer, nada; pero acabo
concedértela.
de oír cosas inmejorables, ja, ja, ja.
RAMÓN: Gracias... Tengo una buena noticia que dar
JACINTA: Pero ¿de qué te ríes?
a ustedes, de la cual se han de alegrar mucho, estoy
MAGDALENA: Ja, ja, ja... Ay, no lo puedo remediar,
seguro.
ja, ja, ja...Perdóname, Jacinta, ja, ja, ja.
ADELA: A ver.
ADELA: Hija, por Dios, no te rías más que me crispas
RAMÓN: Tengo el gusto de participar a ustedes el
los nervios.
casamiento de Jacinta.
MAGDALENA: Ja, ja, ja... si no puedo, ja, ja, ja...
MARÍA: ¿De Jacinta?... ¿Y con quién?
JACINTA: Pero qué alegre estás... qué graciosa.
RAMÓN: Con D. Rafael Cortés.
FERNANDO: (Sí, graciosísima).
FERNANDO: (Estalló la bomba).
MAGDALENA: Ya... ya me va pasando.
MARÍA: ¿Cómo?... ¿Con Rafael Cortés?... ¿Es
ADELA: Te va a dar hipo.
posible? (Vuelve a mirar a Magdalena y a Fernando).
ESCENA XV JACINTA: Sí... el casamiento se ha hecho muy
Dichos; D. Ramón y D. Antonio por la izquierda ligero... Anoche nos comprometimos.
Ruido de voces por la izquierda ADELA: Que sea para bien, hijita.
ANTONIO: (Jubilante) Jacintita... un abrazo... MAGDALENA: (Acercándose a Jacinta y dándole un
Magdalena... María... Fernando... (Los abraza a beso) Te felicito.
todos). FERNANDO: (El beso de Judas).
ADELA: Pero ¿qué te pasa, Antonio, que te pasa? MAGDALENA: (Al oído de Jacinta) Tienes muy poca
ANTONIO: Estoy loco... sí, señores... completamente vergüenza... (En voz alta) Ahora sólo falta que
loco de alegría... nuestro primo Fernando nos participe también su
ADELA: Una palabra... boda.
ANTONIO: Hay momentos deliciosos en la vida... ANTONIO: ¿Qué dices?... ¿Fernando se casa?
ADELA: Un momento. MAGDALENA: Eso me ha dicho.
ANTONIO: En que todo es dicha, alegría. ANTONIO: ¿Y con quién?

183 
 
MAGDALENA: No lo sé. MARÍA: ¡Pero qué dicha!
ANTONIO: Vamos... dilo tú, Fernando... Danos ese ANTONIO: Por consiguiente...
alegrón. ADELA: Esto es lo que se llama una buena noticia.
FERNANDO: No lo niego, querido tío... hoy día mi ANTONIO: Por consiguiente nos iremos a gastarlos...
mayor deseo es casarme y renunciara una vida que TODOS: ¿Dónde?
ya me pesa... Quiero a una mujer con todo mi ANTONIO: ¡A París!
corazón; pero desgraciadamente para mí, ella no me MAGDALENA: ¡Mi sueño dorado!
corresponde. Fin de la comedia
ANTONIO: ¿Y tú te lo aguantas?... Te desconozco
como sobrino... ¿Y quién es esa tontucla que
desperdicia tan buen partido?
FERNANDO: (Señalando a María) Ahí la tiene usted.
MAGDALENA: ¡María!... ja, ja, ja.
ANTONIO: Vamos, qué tontería... Deja eso de mi
cuenta, Fernando... Yo lo arreglaré, pues no faltaba
más.
MAGDALENA: Ja, ja, ja.
ADELA: Pero, mujer, ¿se puede saber al fin de qué
te ríes?
MAGDALENA: De la comedia que aquí se está
representando.
ADELA: No le entiendo.
FERNANDO: (A D. Adela) Ni hace falta.
ANTONIO: Si a ustedes les parece, ahora me toca a
mí... (Saca muy despacio un telegrama del bolsillo y
lee) Gallinazo... birloche... melenudo.
ADELA: Bueno, ¿y qué significa ese guirigay?
ANTONIO: Esta es la lengua sagrada del cable... Y lo
que con tanto desprecio como injusticia llamas
guirigay, quiere decir, traducido al castellano, que el
café ha subido en Londres y que me gano cincuenta
mil pesos.
RAMÓN: Colones30.
ANTONIO: Digo, colones; limpios de polvo y paja.
                                                       
30
  La reforma monetaria de 1900 que introdujo el patrón
oro, cambió la denominación de la moneda nacional, que
hasta entonces se había llamado peso, por colón.
 
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