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Curso.

Actividad realizada
El Estrés

Profesor(a)
Juan Carlos García Osorio

Presentado por.
Luis Fernando Duran Gutierrez

Santiago de Cali marzo 1 de 2018


EL estrés

¿Qué es el estrés?

El estrés (del griego stringere, que significa «apretar»1 a través de su derivado en inglés stress que
significa «fatiga de material».) es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego
diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o
de demanda incrementada. Fisiológica o biológica es la respuesta de un organismo a un factor de
estrés tales como una condición ambiental o un estímulo. El estrés es el modo de un cuerpo de
reaccionar a un desafío. De acuerdo con el evento estresante, la manera del cuerpo a responder al
estrés es mediante el sistema nervioso simpático de activación que da lugar a la respuesta de
lucha o huida. Debido a que el cuerpo no puede mantener este estado durante largos períodos de
tiempo, el sistema parasimpático tiene tendencia a hacer regresar al cuerpo a condiciones
fisiológicas más normales (homeostasis). En los humanos, el estrés normalmente describe una
condición negativa (distrés) o por el contrario una condición positiva (eustrés), que puede tener un
efecto mental, físico e incluso de bienestar o malestar en un ser humano, o incluso en otra especie
de animal.

Estrés y ansiedad son factores de riesgo cardiovascular Los individuos competitivos, muy
autoexigentes, apegados al trabajo y obsesionados con el éxito, son los más propensos a
padecerlo. Conoce cómo se produce y sus efectos.

El estrés es la tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones


psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves.

¿Por qué hay que controlarlo?

La relación entre el estrés emocional y los eventos coronarios mayores ha sido establecida hace ya
mucho tiempo y ha sido instintivamente aceptada. Pero la verificación de esta presunción se ve
obstaculizada porque no existe un test científico para cuantificar el grado de estrés emocional. Por
ejemplo, se ha demostrado que existe un aumento del riesgo de infarto agudo de miocardio
(doble de lo normal) durante las dos horas siguientes a un episodio significativo de alteración
emocional.

¿Por qué se produce estrés?

El estrés se produce, en menor y mayor medida, según la intensidad de un estímulo exterior y la


capacidad individual de respuesta ante él. Todo ello dificulta su control como factor de riesgo
cardiovascular, ya que depende del individuo el adaptarse a esa situación que le está afectando y
cómo la enfrente.

¿Quiénes tienen más riesgo de padecerlo?

Algunos estudios apuntan a un mayor riesgo de episodio cardiovascular en las personas con perfil
psicológico tipo A, es decir, individuos competitivos, muy autoexigentes, apegados al trabajo y
obsesionados con el éxito:

Características de la personalidad tipo A

Velocidad, impaciencia, irritabilidad, siempre tiene prisa.


Estilo dominante y autoritario.

Dificultad para conocer y expresar las emociones.

Actitud hostil, dura, competitiva.

Gran implicación en el trabajo, con tendencia a la actividad permanente. Consideran el descanso o


el ocio como pérdidas de tiempo.

Preocupación por el rendimiento y los resultados finales, más que por el disfrute de la actividad
mientras se realiza.

Pocos intereses y relaciones personales al margen del trabajo.

Historia:

En la década de 1930, Hans Selye –hijo del cirujano austriaco Hugo Selye–, observó que todos los
enfermos a quien estudiaba, independientemente de la enfermedad que padecieran, presentaban
síntomas comunes: fatiga, pérdida del apetito, bajada de peso y astenia, entre otras posibles
sintomatologías. Por ello, Selye llamó a este conjunto de síntomas el síndrome de estar enfermo.

En 1950 publicó la que sería su investigación más famosa: Estrés. Un estudio sobre la ansiedad. El
término estrés proviene de la física y hace referencia a la presión que ejerce un cuerpo sobre otro
(la fatiga de materiales), siendo aquel que más presión recibe el que puede destrozarse- y fue
adoptado por la psicología, pasando a denominar el conjunto de síntomas psicofisiológicos antes
mencionado, y que también se conocen como síndrome general de adaptación. Los estudios de
Selye con posterioridad llevaron a plantear que el estrés es la respuesta inespecífica a cualquier
demanda a la que sea sometido, es decir que el estrés puede presentarse cuando se da un beso
apasionado.

Selye, que fue fisiólogo, se convirtió en el director del Instituto de Medicina y Cirugía Experimental
en la Universidad de Montreal.

Probablemente, todos hemos sentido estrés. A veces es por un momento breve y debido a alguna
situación, como estar en un tráfico pesado. Otras veces, es más persistente y complejo como
cuando tenemos problemas con nuestras relaciones, algún miembro de la familia está enfermo o
debido a la muerte del cónyuge. A veces el estrés nos puede motivar a lograr ciertas tareas.

Estrés Peligroso:

El estrés es peligroso cuando interfiere con su habilidad de vivir una vida normal por un período
extenso de tiempo. Usted puede sentirse "fuera de control" y no tener idea de lo que debe hacer,
aún si la causa es relativamente insignificante. Esto a su vez puede causarle que usted esté
continuamente fatigado, no se pueda concentrar o esté irritable en situaciones normalmente
tranquilas. El estrés prolongado puede aumentar cualquier problema emocional que haya surgido
de eventos traumáticos en su pasado, e incrementar pensamientos suicidas.

Reacciones Naturales:

El estrés también puede afectar su salud física debido a los mecanismos internos de respuesta que
tiene el cuerpo humano. Usted puede sudar con tan solo pensar en una fecha importante, o sentir
que su corazón se acelera mientras mira una película de miedo. Estas reacciones son causadas por
hormonas que los científicos creen ayudaron a nuestros antepasados a lidiar con las amenazas e
incertidumbres del mundo en que vivían.

Si la causa de su estrés es temporal, los efectos físicos usualmente son de corta duración. En un
estudio, la presión de tomar exámenes aumentó el grado de acné entre estudiantes de
universidad, independientemente de cómo se alimentaron o durmieron. La condición disminuyó
después que pasaron los exámenes. El dolor abdominal y la irregularidad también han sido
relacionados con el estrés situacional.

Mientras más tiempo su mente se sienta estresada, más tiempo su sistema de reacciones físicas se
mantendrá activado. Esto puede llevarle a mayores problemas de salud.

Desgaste Físico:

El dicho que el estrés envejece a una persona más rápido que lo normal fue recientemente
verificado en un estudio de mujeres que habían pasado muchos años cuidando niños
incapacitados o muy enfermos. Debido a que sus cuerpos no fueron capaces de regenerar
completamente las células sanguíneas, se encontró que estas mujeres eran físicamente diez años
mayores que su edad cronológica.

Reacciones al estrés a largo plazo pueden alterar el sistema inmunológico del cuerpo en formas
que están asociadas con otras condiciones de envejecimiento como son la fragilidad, descenso en
funcionalidad, enfermedad coronaria, osteoporosis, artritis inflamatoria, diabetes tipo 2, y algunos
tipos de cáncer.
Las investigaciones también sugieren que el estrés imposibilita la capacidad del cerebro de
bloquear ciertas toxinas y otras moléculas más grandes, potencialmente dañinas. Esta condición
también es común en pacientes que sufren la enfermedad de Alzheimer.

Puntos de Presión:

Aunque el estrés emocional que surge sorpresivamente, ha sido relacionado con la disfunción
severa del corazón en personas normalmente saludables, los científicos no están seguros si el
estrés crónico por si solo causa enfermedad del corazón. Lo que si está claro es que el estrés
excesivo puede empeorar factores de riesgo existentes como la hipertensión y altos niveles de
colesterol. Los estudios también demuestran que las personas que reaccionan con coraje o que
exhiben hostilidad frecuente--una conducta común en los que están bajo estrés--tienen un riesgo
mayor de padecer una enfermedad del corazón.

Sentimientos de desesperación que acompañan al estrés pueden fácilmente tornarse en depresión


crónica, una condición que le lleva a descuidar una dieta balanceada y hábitos de actividades. Esto
a su vez, le puede aumentar el riesgo de llegar a tener un ataque al corazón, obesidad y disfunción
renal.

El estrés también puede complicar su habilidad de recuperación en caso de una enfermedad seria.
Un estudio sueco encontró que las mujeres que han sufrido ataques al corazón tienden a tener
menos oportunidades de recuperación si también se encuentran experimentando estrés
matrimonial como la infidelidad, el abuso de alcohol, o la enfermedad física o psiquiátrica de la
pareja. De otra parte, el adiestramiento en el manejo del estrés es un método probado para
ayudar a una recuperación rápida luego de un ataque al corazón.

Qué puede hacer:

Aprender a lidiar con el estrés efectivamente es un esfuerzo que vale la pena, aún si usted ya se
considera capaz de manejar cualquier situación que la vida le presente.

Muchos de los estresantes más comunes a largo plazo (enfermedad en la familia, recuperación de
heridas, presiones de trabajo) surgen muchas veces de forma concurrente y sin previo aviso.

El manejo del estrés es particularmente valioso si su familia tiene historia de hipertensión y otras
formas de la enfermedad del corazón.

Identifique la causa. Usted puede encontrar que su estrés surge de algo que es fácil de corregir. Un
psicólogo puede ayudarle a definir y analizar estos estresantes y a desarrollar un plan de acción
para lidiar con ellos. Vigile sus estados de ánimo. Si usted se siente estresado durante el día,
escriba qué lo causó, junto con sus pensamientos y estado de ánimo. Nuevamente, usted puede
encontrar que la causa es menos seria de lo que pensó en primera instancia. Haga tiempo para
usted al menos dos o tres veces a la semana. Aún diez minutos al día de "tiempo personal" le
puede ayudar a refrescar su visión mental y reducir o detener los sistemas de respuesta al estrés
que tiene su cuerpo. Apague el teléfono, pase tiempo solo/a en su habitación, haga ejercicios, o
medite con su música favorita. Aléjese por un momento de la situación cuando siente coraje.
Antes de reaccionar, tome tiempo mentalmente para calmarse, contando hasta diez. Entonces
observe la situación nuevamente. El caminar u otras actividades físicas le ayudarán a liberar
presión. Analice su horario. Estudie sus prioridades y delegue las tareas que pueda. Por ejemplo,
ordene comida fuera después de un día fuerte, comparta responsabilidades en el hogar. Elimine
tareas que debería hacer pero no son indispensables. Establezca estándares razonables para usted
y los demás. No espere perfección.

Eustrés y distrés:

Aunque casi siempre, principalmente en los humanos, la palabra estrés suele poseer una
connotación negativa (lo opuesto quizás sería el nirvana budista o el principio de nirvana de
S.Freud) la ciencia distingue dos tipos de estrés, tanto en animales como en humanos:

Eustrés o estrés positivo: es un proceso natural y habitual de adaptación, que consiste en una
activación durante un período corto de tiempo con el objetivo de resolver una situación concreta
que requiere más esfuerzo.2 En los animales no humanos el eustrés se evidencia en los estímulos
que por reacción favorecen a la vida.

Distrés o estrés negativo: es aquel que en un animal (incluido el ser humano) supera el potencial
de homeostasis o equilibrio del organismo causándole fatiga, mayores niveles de ansiedad, de
irritabilidad y de ira. El estrés mantenido puede provocar la aparición de consecuencias físicas,
debidas al aumento del gasto de energía, una mayor rapidez de actuación, menor descanso del
necesario y el consiguiente agotamiento de las fuerzas.

Fisiopatología:

El efecto que tiene la respuesta estrés en el organismo es profundo:

Predominio del sistema nervioso simpático (vasoconstricción periférica, midriasis, taquicardia,


taquipnea, ralentización de la motilidad intestinal, etc.).

Liberación masiva en el torrente sanguíneo de glucocorticoides: catecolaminas (adrenalina y


noradrenalina), de cortisol y encefalina.

Aumento en sangre de la cantidad circulante de glucosa, factores de coagulación, aminoácidos


libres y factores inmunitarios (la sangre se hace trombolítica con lo que aumentan los riesgos de
ACV y otras trombosis).

El cuerpo desarrolla estos mecanismos para aumentar las probabilidades de supervivencia frente a
una amenaza a corto plazo, pero no para ser mantenidos indefinidamente. A medio y largo plazo,
este estado de alerta sostenido desgasta las reservas del organismo.2 El estrés (especialmente el
distrés) provoca inmunodepresión. La liberación de hormonas de estrés inhibe la maduración de
los linfocitos, encargados de la inmunidad específica.

Reacciones psicológicas:

Las reacciones psicológicas que causa el estrés tiene tres componentes: el emocional, el cognitivo
y el de comportamiento. El estrés y las emociones tienen muchísima relación que hasta la
definición son similares. Las emociones se pueden definir como un estado de ánimo que aparece
como reacción a un estímulo. Lo que hace pensar que el estrés es una emoción ya que tiene las
características de una emoción.
Algunas respuestas de tipo emocional que se presentan en personas afectadas por el estrés son las
siguientes: abatimiento, tristeza, irritabilidad, apatía, indiferencia, inestabilidad emocional, etc. Se
dice que los agentes estresores llegan por medio de los órganos de los sentidos (vista, oído, tacto,
gusto, olfato), que después llegan las emociones. Entonces después del estrés vienen las
emociones y viceversa.

Factores desencadenantes:

Los llamados estresores o factores estresantes son las situaciones desencadenantes del estrés y
pueden ser cualquier estímulo, externo o interno (tanto físico, químico, acústico o somático como
sociocultural) que, de manera directa o indirecta, propicie la desestabilización en el equilibrio
dinámico del organismo (homeostasis).

Una parte importante del esfuerzo que se ha realizado para el estudio y comprensión del estrés, se
ha centrado en determinar y clasificar los diferentes desencadenantes de este proceso. La revisión
de los principales tipos de estresores que se han utilizado para estudiar el estrés, nos proporciona
una primera aproximación al estudio de sus condiciones desencadenantes, y nos muestra la
existencia de diez grandes categorías de estresores:

situaciones que fuerzan a procesar el cerebro

estímulos ambientales

percepciones de amenaza
alteración de las funciones fisiológicas (enfermedades, adicciones, etc.)

aislamiento y confinamiento

bloqueos en nuestros intereses

presión grupal

frustración

no conseguir objetivos planeados

relaciones sociales complicadas o fallidas

Sin embargo, cabe la posibilidad de realizar diferentes taxonomías sobre los desencadenantes del
estrés en función de criterios meramente descriptivos; por ejemplo, la que propusieron Lazarus y
Folkman (1984), para quienes el estrés psicológico es una relación particular entre el individuo y el
entorno (que es evaluado por el individuo como amenazante o desbordante de sus recursos y que
pone en peligro su bienestar). Por eso se ha tendido a clasificarlos por el tipo de cambios que
producen en las condiciones de vida. Conviene hablar, entonces, de cuatro tipos de
acontecimientos estresantes:

Los estresores únicos: hacen referencia a cataclismos y cambios drásticos en las condiciones del
entorno de vida de las personas y que, habitualmente, afectan a un gran número de ellas.

Los estresores múltiples: afectan solo a una persona o a un pequeño grupo de ellas, y se
corresponden con cambios significativos y de transcendencia vital para las personas.

Los estresores cotidianos: se refieren al cúmulo de molestias, imprevistos y alteraciones en las


pequeñas rutinas cotidianas.

Los estresores biogénicos: son mecanismos físicos y químicos que disparan directamente la
respuesta de estrés sin la mediación de los procesos psicológicos.

Estos estresores pueden estar presentes de manera aguda o crónica y, también, pueden ser
resultado de la anticipación mental acerca de lo que puede ocurrir en el futuro.

Endocrinología:

Los aportes filognéticos más antiguos y los mecanismos de la reacción de estrés neuroendocrina
del ser humano son prácticamente idénticos a los de todos los demás mamíferos. La percepción de
nuevas constelaciones de estímulos, clasificados como amenazadores por procesamiento
asociativo, corre pareja con la generación de un patrón de actividad inespecífica en estructuras
corticales y subcorticales asociativas. Un papel especial lo juega aquí la corteza prefrontal y, sobre
todo el complejo amigdalino, la corteza o córtex prefrontal es una región principalmente
responsable de la interpretación de las entradas multimodales sensoriales y de los fenómenos
anticipatorios. Sin embargo aún más relevancia que cualquier zona cortical (ya que el estrés es una
respuesta orgánica a estímulos primitivos y su respuesta se encuentra en casi todos los animales
dotados de un sistema nervioso central o SNC tengan o no desarrolladas sus áreas corticales es
que en la activación de estas áreas de la corteza asociativa influye en la generación de un patrón
de activación característico desde sistema límbico y principalmente desde las "primitivas" y
subcorticales áreas del circuito de premio-recompensa y del sistema amigdalino (responsable en
gran medida en los humanos del miedo e incluso terror y, por contrapartida, la ira); el estrés
procedente del exterior e incluso el endosomático inicialmente provocan sus estímulos de un
modo vegetativo e inconsciente o subsceptivo (en realidad, si de sujetos humanos hablamos,
muchos no saben que están distresados hasta que no saben qué es el estrés recién descubierto a
mediados de s. XX). En el interior del sistema límbico se encuentra la amígdala y el ya mencionado
complejo amigdalino, la cual tiene una importancia especial, pues aquí los patrones de excitación
más minuciosos se dotan de calidad afectiva mediante la activación de redes neuronales innatas,
filogenéticamente más viejas. Mediante proyecciones descendentes, en especial en los núcleos
centrales noradrenérgicos del troncoencéfalo, se llega a la simulación del sistema simpático y
adrenomuscular (SAM). Filamentos ascendentes de las neuronas noradrenérgicas localizadas en el
locus coeruleus y en el troncoencéfalo refuerzan la activación en la zona de la amígdala y en el
núcleo central hipotalámico, así como –a través de la activación de proyecciones dopaminérgicas
mesocorticales– en la zona de la corteza prefrontal. De este modo surge un patrón de excitación
que va subiendo por entre la corteza cerebral, el sistema límbico y los núcleos centrales
noradrenérgicos, el cual –si no se ve reprimido por otras entradas– conduce a la activación de las
células neurosecrecionales en el núcleo paraventricular y con ello a la estimulación del sistema
hipotalámico-hipofíseo-adrenocortical (HPA).

El sistema noradrenérgico se activa ya mediante estímulos nuevos, inesperados, es decir, también


mediante agentes estresantes que no corren parejos con ninguna activación, o una activación solo
débil, del eje HPA. Una controlable reacción de estrés de este tipo se produce siempre que están
disponibles estrategias de conducta (y también de represión) para la evitación y eliminación del
agente estresante; pero la eficiencia de estos mecanismos (aún) no basta para superar la nueva
exigencia mediante una reacción convertida en rutinaria, ni para evitar la activación de una
reacción de estrés. Estas sobrecargas controlables producen una activación preferencial del
sistema SAM noradrenérgico y periférico central y (si acaso) solo una estimulación breve del eje
HPA.

Cada reacción a un agente estresante psíquico empieza con una activación inespecífica de
estructuras del cerebro corticales y límbicas que conduce a la estimulación del sistema
noradrenérgico central y periférico (arousal). Tan pronto como, de resultas de esta activación
inespecífica, se encuentra una posibilidad para la solución del cambio respectivo, con la activación
de las conexiones neuronales participadas en esta reacción de la conducta, se deslíe la activación
inicial. Ante todo, la secreción reforzada de noradrenalina en las regiones del cerebro corticales y
límbicas activadas produce toda una serie de cambios funcionales y metabólicos en las células
nerviosas y gliales, que contribuyen directa o indirectamente a la estabilización y canalización de
las conexiones neuronales implicadas en la respuesta. Cuando aparece una sobrecarga para la que
determinada persona no ve ninguna posibilidad de solución mediante su propia acción, o para la
que no sirve ninguna de las reacciones y estrategias anteriores, entonces se produce la
denominada «reacción de estrés incontrolada». Esta se caracteriza por una duradera activación de
las estructuras corticales y límbicas, así como del sistema noradrenérgico central y periférico, una
activación que aumenta tanto que al final desemboca en la activación del sistema HPA, con una
estimulación masiva y persistente de la secreción de cortisona a través de las glándulas
suprarrenales. Tales sobrecargas incontrolables tienen otras consecuencias importantes en las
conexiones del cerebro distintas a las reacciones de estrés controlables antes descritas.

La comprobación de receptores de glucocorticoides en el cerebro ha ayudado a ver mejor un


fenómeno que hasta ahora apenas se había tenido en cuenta en el estudio del estrés; a saber, que
el cerebro no es solo un punto de partida, sino también un importante órgano de destino de la
reacción de estrés neuroendocrina, se ha visto asimismo con mayor claridad que las reacciones
desencadenadas en el SNC (sistema nervioso central) mediante un agente estresante (por
ejemplo, una reforzada secreción de catecolamina de resultas de la activación de núcleos
centrales noradrenérgicos, una secreción múltiple de CRF y vasopresina mediante axones intra y
extra hipotalámicos, como por ejemplo mediante células de la adenohipófisis que producen AHTH)
pueden influir de múltiples maneras durante la reacción de estrés en los procesos de elaboración
centra-nerviosos. También de la inducida estimulación del estrés del sistema simpático y de la
secreción de noradrenalina y adrenalina desde la glándula suprarrenal surge toda una serie de
efectos directos e indirectos en el SNC. Éstos van desde cambios en el riego sanguíneo cerebral y
la múltiple disposición de substratos para el metabolismo de energías hasta cambios en la
disponibilidad de fases previas para la síntesis de catecolamina y serotonina. Gracias a un
ascendente nivel de glucocorticoides en circulación, no solo se llega a una activación directa de
receptores de glucocorticoides en el SNC con consecuencias de suma importancia y a menudo de
largo plazo para la función de las respectivas células nerviosas y gliales. También los efectos
indirectos y periféricos transmitidos por glucocorticoides (disminución del nivel de hormona
sexual, represión de la síntesis y secreción de mediadores de la comunicación intracelular tales
como la prostaglandina y la citoquina, cambios en el suministro de substrato, etcétera) pueden
influir de manera múltiple en la función del SNC durante una sobrecarga de estrés.

Los mecanismos arriba indicados que se activan en el curso de una sobrecarga de estrés y los
cambios a largo plazo resultantes dependen de la clase de sobrecarga a ala que se ve expuesta una
persona determinada; es decir, dependen de la valoración individual de la controlabilidad del
agente estresante. Una reacción de estrés controlable se produce siempre que las conexiones
implantadas hasta ahora no apropiadas en principio para la eliminación de la perturbación, pero
no son lo bastante eficientes para responder a ésta de manera plena y rutinaria en cierta medida.
Una tal sobrecarga de estrés se describe mejor con el concepto de «reto».

Las activaciones del eje HPA de larga persistencia y para los aumentos de largo plazo del nivel de
glucocorticoides en circulación se producen siempre que la sobrecarga de estrés resulta
incontrolable, es decir, cuando ninguna de las estrategias de conducta (ni tampoco de represión)
disponibles es apropiada para restablecer el equilibrio original. En animales de laboratorio se
observa en tales condiciones un fenómeno que se llama behavioural inhibition. La repetida
confrontación con varios agentes estresantes incontrolables conduce a un estado de learned
helpplessness y sirve de modelo animal para las enfermedades producidas por estrés.

Son muchas las cosas que abogan por que las nociones adquiridas con animales de laboratorio
sobre los mecanismos de la activación central-nerviosa de la respuesta de estrés neuroendocrina
valen también para los seres humanos. Las particularidades de la reacción de estrés en éstos son
fruto de la enorme dilatación de la corteza asociativa y de la resultante capacidad para el
almacenamiento a largo plazo de contenidos de memoria mucho más complejos, así como para la
valoración y control de las emociones y el pilotaje de la conducta apropiada. Factores importantes
que determinan la respuesta de estrés estudiados en los animales en los últimos años, como por
ejemplo la importancia de la experiencia previa de un individuo con determinado factor estresante
o del influjo de factores sociales (apoyo social, estatus social) en la respuesta de estrés, en el ser
humano desempeñan un papel mucho mayor que en los animales de laboratorio y son decisivos
para la enorme varianza interindividual de su respuesta de estrés. Una cuestión de la que se ha
ocupado poco hasta ahora el estudio del estrés experimental es la de los desencadenantes
normales y la frecuencia de la activación de la reacción de estrés bajo las condiciones de vida de
una especie en cuestión. En todos los mamíferos socialmente organizados, y en particular en los
seres humanos, el conflicto psicosocial es la causa principal y más frecuente de la activación de la
reacción de estrés, la cual puede volverse fácilmente incontrolable. Esto concierne
particularmente a individuos con un repertorio insuficientemente desarrollado de estrategias de
conducta (y de coping) sociales. Pero también cambios bruscos, inesperados del marco social, para
el que se desarrollaron estrategias de coping exitossas, como por ejemplo cambios en las
relaciones sociales por la pérdida de la pareja o por un brusco cambio de normas culturales y
sociales, son causa de sobrecargas incontrolables en las personas afectadas. Una ulterior causa
frecuente de estrés incontrolable es el no poder alcanzar las metas propuestas o no satisfacer
necesidades y desde una conducta os experimentados en el marco de contextos socioculturales
dados. Así como un déficit de información relevante constituye la causa de una conducta
inadecuada y, por consiguiente, del estrés psicosocial, un superávit de información puede conducir
también a una incapacidad para la acción y, por consiguiente, a sobrecargas de estrés
incontrolables al no conseguir clasificar las informaciones disponibles respecto a su relevancia
actual. Finalmente, solo el ser humano, sobre la base de sus capacidades asociativas, está en
condiciones de representarse un escenario que no solo contenga una sobrecarga de estrés, sino
que también produzca de hecho la correspondiente reacción neuroendocrina. Como el escenario
que origina el miedo solo existe en el mundo de las ideas, no es posible una reacción adecuada y
resulta inevitable una reacción de estrés incontrolable.

Cuadro clínico:

Estados de adaptación.

Selye describió el síndrome general de adaptación como un proceso en tres etapas:

alarma de reacción: cuando el cuerpo detecta el estímulo externo;

adaptación: cuando el cuerpo toma contramedidas defensivas hacia el agresor;

agotamiento: cuando comienzan a agotarse las defensas del cuerpo.

El estrés incluye 'distrés', con consecuencias negativas para el sujeto sometido a estrés, y 'eustrés',
con consecuencias positivas para el sujeto estresado. Es decir, hablamos de eustrés cuando la
respuesta del sujeto al estrés favorece la adaptación al factor estresante. Por el contrario, si la
respuesta del sujeto al estrés no favorece o dificulta la adaptación al factor estresante, hablamos
de distrés. Por poner un ejemplo: cuando un depredador nos acecha, si el resultado es que
corremos estamos teniendo una respuesta de eustrés (con el resultado positivo de que logramos
huir). Si por el contrario nos quedamos inmóviles, presas del terror, estamos teniendo una
respuesta de distrés (con el resultado negativo de que somos devorados). En ambos casos ha
habido estrés. Se debe tener en cuenta, además, que cuando la respuesta estrés se prolonga
demasiado tiempo y alcanza la fase de agotamiento, estaremos ante un caso de distrés.

El estrés puede contribuir, directa o indirectamente, a la aparición de trastornos generales o


específicos del cuerpo y de la mente.

En primer lugar, esta situación hace que el cerebro se ponga en guardia. La reacción del cerebro es
preparar el cuerpo para la acción defensiva. El sistema nervioso se centra en el estímulo
potencialmente lesivo y las hormonas liberadas, activan los sentidos, aceleran el pulso y la
respiración, que se torna superficial y se tensan los músculos. Esta respuesta (a veces denominada
reacción de lucha o huida) es importante, porque nos ayuda a defendernos contra situaciones
amenazantes. La respuesta se programa biológicamente. Todo el mundo reacciona más o menos
de la misma forma, tanto si la situación se produce en la casa como en el trabajo.

Los episodios cortos o infrecuentes de estrés representan poco riesgo. Pero cuando las situaciones
estresantes se suceden sin resolución (es decir, en casos de distrés), el cuerpo permanece en un
estado constante de alerta, lo cual aumenta la tasa de desgaste fisiológico y carga alostática lo cual
conlleva a la fatiga o directamente al daño físico, y la capacidad del cuerpo para recuperarse y
defenderse se puede ver seriamente comprometida. Como resultado, aumenta el riesgo de lesión
o enfermedad.

El estrés de trabajo se puede definir como un conjunto de reacciones nocivas, tanto físicas como
emocionales, que concurren cuando las exigencias del trabajo superan las capacidades, los
recursos o las necesidades del trabajador. El estrés de trabajo puede conducir a la enfermedad
psíquica y hasta física. El concepto del estrés de trabajo muchas veces se confunde con el desafío
(los retos), pero ambos conceptos son diferentes. El desafío nos vigoriza psicológica y físicamente,
y nos motiva a aprender habilidades nuevas y llegar a dominar nuestros trabajos. Cuando nos
encontramos con un desafío, nos sentimos relajados y satisfechos. Entonces, dicen los expertos, el
desafío es un ingrediente importante del trabajo sano y productivo.

En la actualidad existe una gran variedad de datos experimentales y clínicos que ponen de
manifiesto que el estrés, si su intensidad y duración sobrepasan ciertos límites, puede producir
alteraciones considerables en el cerebro. Éstas incluyen desde modificaciones más o menos leves y
reversibles hasta situaciones en las que puede haber muerte neuronal. Se sabe que el efecto
perjudicial que puede producir el estrés sobre nuestro cerebro está directamente relacionado con
los niveles de hormonas (glucocorticoides, concretamente) secretados en la respuesta fisiológica
del organismo. Aunque la presencia de determinados niveles de estas hormonas es de gran
importancia para el adecuado funcionamiento de nuestro cerebro, el exceso de glucocorticoides
puede producir toda una serie de alteraciones en distintas estructuras cerebrales, especialmente
en el hipocampo, estructura que juega un papel crítico en muchos procesos de aprendizaje y
memoria. Mediante distintos trabajos experimentales se ha podido establecer que la exposición
continuada a situaciones de estrés (a niveles elevados de las hormonas del estrés) puede producir
tres tipos de efectos perjudiciales en el sistema nervioso central, a saber:
Atrofia dendrítica Es un proceso de retracción de las prolongaciones dendríticas que se produce en
ciertas neuronas. Siempre que termine la situación de estrés, se puede producir una recuperación
de la arborización dendrítica. Por lo tanto, puede ser un proceso reversible.

Neurotoxicidad. Es un proceso que ocurre como consecuencia del mantenimiento sostenido de


altos niveles de estrés o GC (durante varios meses), y causa la muerte de neuronas hipocampales.

Exacerbación de distintas situaciones de daño neuronal. Éste es otro mecanismo importante por el
cual, si al mismo tiempo que se produce una agresión neural (apoplejía, anoxia, hipoglucemia,
etc.) coexisten altos niveles de GC (glucocorticoides), se reduce la capacidad de las neuronas para
sobrevivir a dicha situación dañina.

Estrés postraumático:

Una variación del estrés es el trastorno por estrés postraumático (TEPT), un trastorno debilitante
que a menudo se presenta después de algún suceso aterrador por sus circunstancias físicas o
emocionales, o un trauma (accidente de tránsito, robo, violación, desastre natural, entre otros).
Este acontecimiento provoca que la persona que ha sobrevivido al suceso tenga pensamientos y
recuerdos persistentes y aterradores de esa experiencia. Puede ocurrir en personas que han vivido
la amenaza, la han presenciado o han imaginado que podría haberles pasado a ellas. El TEPT se
puede dar en todas las edades, siendo los niños una población muy vulnerable para este trastorno.

Datos de estrés postraumático:

- El trauma se convierte en postraumático cuando no se trata. La clave para prevenirlo es teniendo


intervención clínica y psiquiátrica.

- Es necesario que las imágenes traumáticas reprimidas en lo inconsciente se traigan a la


conciencia, para evitar que su represión tenga efectos nocivos sobre el psiquismo e incluso sobre
el organismo, desde la escuela psicoanálisis se consideran muy importantes descargas del distrés
acumulado en el psiquismo la verbalización y la abreacción (o catarsis).

- Se considera un episodio postraumático si el mismo se mantiene como máximo un mes (es decir
poco tiempo), aunque si el distrés es psíquico puede quedar enmascarado durante varios años con
efectos nocivos sobre el organismo.

- Pesadillas, flash back, culpabilidad de sobreviviente.

- Volumen hipocampal pequeño.

- Hipersensibilidad al cortisol (recordar que el cortisol es la principal hormona derivada del estrés y
se encuentra principalmente de un modo frecuente en el distrés, tal hormona en dosajes elevados
durante un tiempo relativamente prolongado daña al organismo).

El estrés en la empresa:
Los riesgos psicosociales y el estrés laboral se encuentran entre los problemas que más
dificultades plantean en el ámbito de la seguridad y la salud en el trabajo. Afectan de manera
notable a la salud de las personas, de las organizaciones y de las economías nacionales.

En torno a la mitad de los trabajadores europeos consideran que el estrés es un elemento común
en sus lugares de trabajo, y contribuye a cerca de la mitad de todas las jornadas laborales
perdidas. Como muchas otras cuestiones relativas a la enfermedad mental, el estrés suele
interpretarse mal o estigmatizarse. No obstante, si los riesgos psicosociales y el estrés se plantean
como un problema de las organizaciones, y no como un defecto personal, se pueden gestionar
como cualquier otro riesgo para la salud y la seguridad en el trabajo.

¿Qué son los riesgos psicosociales y el estrés?

Los riesgos psicosociales se derivan de las deficiencias en el diseño, la organización y la gestión del
trabajo, así como de un escaso contexto social del trabajo, y pueden producir resultados
psicológicos, físicos y sociales negativos, como el estrés laboral, el agotamiento o la depresión.
Algunos ejemplos de condiciones de trabajo que entrañan riesgos psicosociales son:

cargas de trabajo excesivas;

exigencias contradictorias y falta de claridad de las funciones del puesto;

falta de participación en la toma de decisiones que afectan al trabajador y falta de influencia en el


modo en que se lleva a cabo el trabajo;

gestión deficiente de los cambios organizativos, inseguridad en el empleo;

comunicación ineficaz, falta de apoyo por parte de la dirección o los compañeros;

acoso psicológico y sexual, violencia ejercida por terceros.


Al analizar las exigencias del trabajo, es importante no confundir riesgos psicosociales como una
carga de trabajo excesiva con situaciones que, aunque estimulantes y a veces desafiantes, ofrecen
un entorno de trabajo en el que se respalda al trabajador, que recibe la formación adecuada y está
motivado para desempeñar su trabajo lo mejor posible. Un entorno psicosocial favorable fomenta
el buen rendimiento y el desarrollo personal, así como el bienestar mental y físico del trabajador.

Los trabajadores sienten estrés cuando las exigencias de su trabajo son mayores que su capacidad
para hacerles frente. Además de los problemas de salud mental, los trabajadores sometidos a
periodos de estrés prolongados pueden desarrollar problemas graves de salud física, como
enfermedades cardiovasculares o problemas musculo esqueléticos.

Para la organización, los efectos negativos se traducen en un mal rendimiento global de la


empresa, aumento del absentismo, «presentismo» (trabajadores que acuden trabajar cuando
están enfermos pero son incapaces de rendir con eficacia) y unos mayores índices de accidentes y
lesiones. Las bajas tienden a ser más prolongadas que las derivadas de otras causas, y el estrés
relacionado con el trabajo puede contribuir a un aumento de los índices de jubilación anticipada.
Los costes que acarrea a las empresas y a la sociedad son cuantiosos y se han estimado en miles
de millones de euros a nivel nacional.

En el estrés laboral se combinan las respuestas físicas y emocionales nocivas que se producen
cuando los requisitos del puesto no coinciden con las capacidades y los recursos o las necesidades
del trabajador, o bien, cuando las demandas del trabajo sobrepasan por mucho los límites de
capacidad, conocimiento y habilidad de quienes intervienen en la empresa, desde el nivel directivo
hasta la planta trabajadora. El estrés laboral puede afectar a la salud mental y física, ocasionando
daño. Hay reacciones agudas, como el estrés mismo y la fatiga, conductas contrarias a la
conservación de la salud, como el tabaquismo, alcoholismo, apnea y dolencias crónicas, que se
pueden manifestar de diversas formas, desde un resfriado-alergia, hasta disfunción de algún
órgano; un ejemplo son los trastornos cardiovasculares que se asocian a los horarios ampliados e
irregulares, entre otros factores.

Para poder actuar preventivamente e incluso responder efectivamente al factor estrés, se sugiere
que las empresas contraten especialistas o acudan a instancias externas que puedan diagnosticar
en tiempo y forma las corrientes que podrían tomar las exigencias del mercado (incrementos-
decrementos de la demanda del producto o servicio, alza de precio de insumos, oferta del
producto-servicio de regiones no usuales, etc.), así como ofrecer talleres, conferencias, cursos o
seminarios de actualización a todo nivel y para todo el personal, comenzando por quienes tienen
la responsabilidad directiva.

Tratamiento:

Encarar memoria sobre el trauma que origine el estrés. Para combatir el estrés se suelen
recomendar los ejercicios respiratorios de relajación. El objetivo es ejercer un control voluntario
sobre la respiración de manera que la utilicemos como calmante cuando nos abrumen las
situaciones de estrés.

Otras acciones para evitar el estrés son las siguientes:


Realizar ejercicios físicos y de recreación.

Evitar situaciones que causen estrés.

Planificar las actividades diarias.

Mantener una dieta saludable.

Tener al menos dos ataques de risas al día (permite la liberación de endorfinas).

Mantener un clima agradable durante el almuerzo, evitando preocupaciones.

Tomarse un tiempo para la relajación mediante los juegos de mesas (se comprobó que estos tipos
de juegos tranquilizan la mente).

Existen terapias preparadas para combatir el estrés y la ansiedad en la tendencia actual hacia todo
lo natural, las corrientes sobre cuidados de salud de las distintas culturas, unidas a las
recomendaciones de la OMS sobre la necesidad de utilizar los "métodos tradicionales y
complementarios" para conseguir mejorar la salud de la población. Su construcción se caracteriza
por una vasta red de interacciones, tanto como para promover la salud, como para prevenir la
enfermedad y establecer nuevos procesos en el tránsito del malestar que ella produce hacia la
recuperación del bienestar. Entre ellas podemos encontrar una gran variedad a utilizar de acuerdo
a gustos y necesidades de cada persona, solo por mencionar algunas esta la: risoterapia,
aromaterapia y auriculoterapia.

La resistencia al estrés:

Las variables que confieren a la personalidad las características que la hacen más resistente ante
las demandas de las situaciones y que han recibido mayor atención, son aquellas que hacen
referencia a las creencias, ya que en su mayor parte son tendencias generalizadas a percibir la
realidad o a percibirse a sí mismo de una determinada manera (Lazarus, 1991).

En general, se trata de un conjunto de creencias relacionadas, principalmente, con la sensación de


dominio y de confianza sobre la realidad del entorno, que van desarrollándose a lo largo de la vida,
y que están muy relacionadas entre sí. El núcleo de creencia de una persona incidirá sobre el
proceso de estrés, modulando los procesos de valoración sobre las condiciones estresantes.

Entre dichas características se incluyen:

el sentimiento de autoeficacia (Bandura, 1977, 1997)

el locus de control (Rotter, 1966)

la fortaleza (Maddi y Kobasa, 1984)

el optimismo (Scheir y Carver, 1987)

el sentido de coherencia (Antonovsky, 1987)


Ansiedad.

La ansiedad (del latín anxietas, 'angustia, aflicción') es una respuesta de anticipación involuntaria
del organismo frente a estímulos que pueden ser externos o internos, tales como pensamientos,
ideas, imágenes, etc., que son percibidos por el individuo como amenazantes y peligrosos,1 y se
acompaña de un sentimiento desagradable o de síntomas somáticos de tensión. Se trata de una
señal de alerta que advierte sobre un peligro inminente y permite a la persona que adopte las
medidas necesarias para enfrentarse a una amenaza.

La ansiedad adaptativa o no patológica es una sensación o un estado emocional normal ante


determinadas situaciones y constituye una respuesta habitual a diferentes situaciones cotidianas
estresantes. Por lo tanto, cierto grado de ansiedad es incluso deseable para el manejo normal de
las exigencias o demandas del medio ambiente. Únicamente cuando sobrepasa cierta intensidad,
en los que se desequilibra los sistemas que ponen en marcha la respuesta normal de ansiedad, o
se supera la capacidad adaptativa entre el individuo y el medio ambiente, es cuando la ansiedad se
convierte en patológica, provocando un malestar significativo, con síntomas físicos, psicológicos y
conductuales, la mayoría de las veces muy inespecíficos.

Una amplia gama de enfermedades médicas puede producir síntomas de ansiedad. Para aclarar si
estos son la consecuencia fisiológica directa de una enfermedad médica, se evalúan los datos de la
historia clínica, la exploración física, las pruebas de laboratorio y los estudios complementarios,
necesarios en función de la sintomatología que presente el paciente.

Descripción general:

La ansiedad es una emoción que surge cuando una persona se siente en peligro, sea real o
imaginaria la amenaza. Es una respuesta normal o adaptativa, que prepara al cuerpo para
reaccionar ante una situación de emergencia. Por lo tanto, tiene una función muy importante
relacionada con la supervivencia, junto con el miedo, la ira, la tristeza o la felicidad. Para preservar
su integridad física ante amenazas, el ser humano ha tenido que poner en marcha respuestas
eficaces y adaptativas durante millones de años: la reacción de lucha o huida.

Ante una situación de alerta, el organismo pone a funcionar el sistema adrenérgico. Por ejemplo,
cuando el organismo considera necesario alimentarse, este sistema entra en funcionamiento y
libera señales de alerta a todo el sistema nervioso central. Cuando se detecta una fuente de
alimento para la cual se requiere actividad física, se disparan los mecanismos que liberan
adrenalina, y se fuerza a todo el organismo a aportar energías de reserva para la consecución de
una fuente energética muy superior a la que se está invirtiendo para conseguirla y que normalizará
los valores que han disparado esa "alerta amarilla". En esos momentos el organismo, gracias a la
adrenalina, pasa a un estado de "alerta roja".

El sistema dopaminérgico también se activa cuando el organismo considera que va a perder un


bien preciado. En esta situación, el organismo entra en alerta amarilla ante la posibilidad de la
existencia de una amenaza, que no es lo mismo que cuando la amenaza pasa a ser real, pues en
ese caso lo que se libera es adrenalina.

Desde este punto de vista, la ansiedad se considera una señal positiva, de salud, que ayuda en la
vida cotidiana, siempre que sea una reacción frente a determinadas situaciones que tengan su
cadena de sucesos de forma correlativa: alerta amarilla, alerta roja y consecución del objetivo. Si la
cadena se rompe en algún momento y esas situaciones se presentan con ansiedad, entonces el
organismo corre el riesgo de intoxicarse por dopaminas o por otras catecolaminas. Esas
situaciones ayudan al organismo a resolver peligros o problemas puntuales de la vida cotidiana.

Ansiedad patológica:

En las sociedades avanzadas modernas, esta característica innata del ser humano se ha
desarrollado de forma patológica y conforma, en algunos casos, cuadros sintomáticos que
constituyen los denominados trastornos de ansiedad, que tiene consecuencias negativas y muy
desagradables para quienes lo padecen. Entre los trastornos de ansiedad se encuentran las fobias,
el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno de pánico, la agorafobia, el trastorno por estrés
postraumático, el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de ansiedad social, etc. El
miedo escénico es una forma de ansiedad social, que se manifiesta frente a grupos y ante la
inminencia de tener que expresarse en público o por efecto de imaginar dicha acción. En el caso
del trastorno de ansiedad generalizada, la ansiedad patológica se vive como una sensación difusa
de angustia o miedo y deseo de huir, sin que quien lo sufre pueda identificar claramente el peligro
o la causa de este sentimiento. Esta ansiedad patológica es resultado de los problemas de diversos
tipos a los que se enfrenta la persona en su vida cotidiana, y sobre todo de sus ideas interiorizadas
acerca de sus problemas.
No se conocen totalmente las causas de los trastornos de ansiedad, pero se sabe que la
interacción de múltiples determinantes favorece su aparición. Se conoce la implicación tanto de
factores biológicos como ambientales y psico-sociales. Además, es muy común la comorbilidad
con otros trastornos mentales, como los trastornos del estado de ánimo.

Entre los factores biológicos, se han encontrado alteraciones en los sistemas neurobiológicos
gabaérgicos y serotoninérgicos; anomalías estructurales en el sistema límbico (córtex paralímbico),
que es una de las regiones más afectadas del cerebro; ciertas alteraciones físicas; una mayor
frecuencia de uso y/o retirada de medicinas, alcohol, drogas y/o sedantes y otras sustancias; y
cierta predisposición genética.

Entre los factores ambientales, se ha encontrado la influencia de ciertos estresores ambientales,


una mayor hipersensibilidad y una respuesta aprendida. Los factores psicosociales de riesgo son
las situaciones de estrés, las experiencias que amenazan la vida, el ambiente familiar y las
preocupaciones excesivas por asuntos cotidianos. Determinadas características de la personalidad
pueden ser factores predisponentes.

Diferencia entre ansiedad normal y patológica:

La ansiedad normal es adaptativa y permite a la persona responder al estímulo de forma


adecuada. Se presenta ante estímulos reales o potenciales (no imaginarios o inexistentes). La
reacción es proporcional cualitativa y cuantitativamente, en tiempo, duración e intensidad.

La ansiedad se considera patológica cuando el estímulo supera la capacidad de adaptación de


respuesta del organismo y aparece una respuesta no adaptativa, intensa y desproporcionada, que
interfiere con el funcionamiento cotidiano y disminuye el rendimiento. Se acompaña de una
sensación desagradable y desmotivadora, síntomas físicos y psicológicos, y persiste más allá de los
motivos que la han desencadenado.5 La ansiedad patológica presenta las siguientes
características: se manifiesta intensamente, se prolonga y mantiene en el tiempo más de lo
debido, aparece de forma espóntanea sin un estímulo desencadenante (de manera endógena),
surge ante estímulos que no debieran generar la respuesta de ansiedad y se presenta una
respuesta inadecuada respecto al estímulo que lo suscita.

El límite entre la ansiedad normal y la ansiedad patológica no es fácil de definir y puede variar
entre los individuos en función de los rasgos de personalidad o, sobre todo, en función de lo que
se ha descrito como un "estilo cognitivo propenso a la ansiedad". Los criterios diagnósticos del
Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, ediciones cuarta y quinta (DSM-IV y
DSM-5, respectivamente), señalan que la ansiedad debe considerarse patológica cuando "La
ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos provocan malestar clínicamente significativo o
deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad." Es útil distinguir entre la
ansiedad "estado", que es episódica y transitoria, y la ansiedad "rasgo", que es persistente y puede
reflejar una personalidad "propensa a la ansiedad".

Si una persona reacciona en alguna ocasión con altos niveles de ansiedad ante una situación, ante
la que otras no experimentan tanta ansiedad, se puede considerar simplemente una reacción de
alta intensidad, o aguda en un nivel no demasiado alto, que es puntual y no extrema. Esto no suele
suponer ningún trastorno.

El problema surge cuando esta forma de reacción aguda es excesivamente intensa, como en los
ataques de pánico o en las crisis de ansiedad (en los que la persona no puede controlar su
ansiedad y alcanza niveles extremos), o bien cuando dicha reacción aguda se establece como un
hábito, es decir, si una reacción de ansiedad de alta intensidad se convierte en crónica, o se vuelve
muy frecuente.

Una reacción aguda de ansiedad no siempre es patológica, sino que puede ser muy adaptativa. Por
ejemplo, cuando la situación que la provoca requiere una fuerte reacción de alarma que prepare
para la acción (si se exige una gran concentración en una tarea para la que se necesitan muchos
recursos de la atención); o si requiere una gran activación a nivel fisiológico (porque se necesita
tensar más los músculos, bombear mayor cantidad de sangre, más oxígeno, etc.). Dicha reacción
de ansiedad ayuda a responder mejor ante esta situación.

Síntomas:

Cuando la ansiedad se convierte en patológica, provoca malestar significativo, con síntomas que
afectan tanto al plano físico como al conductual y psicológico, entre los que cabe destacar:

Físicos

Vegetativos: sudoración, sequedad de boca, mareo, inestabilidad.

Neuromusculares: temblores, tensión muscular, cefaleas, parestesias.

Cardiovasculares: palpitaciones, taquicardias, dolor precordial.

Respiratorios: disnea.

Digestivos: náuseas, vómitos, dispepsia, diarrea, estreñimiento, aerofagia, meteorismo.

Genitourinarios: micción frecuente, problemas de la esfera sexual.

Psicológicos y conductuales

Aprensión, preocupación.

Sensación de agobio.

Miedo a perder el control, a volverse loco o sensación de muerte inminente.

Dificultad de concentración, sensación de pérdida de memoria.

Inquietud, irritabilidad, desasosiego.

Conductas de evitación de determinadas situaciones.

Inhibición o bloqueo psicomotor.

Obsesiones o compulsiones.
Estos niveles pueden influirse unos en otros, es decir, los síntomas cognitivos pueden exacerbar
los síntomas fisiológicos y estos a su vez disparar los síntomas conductuales. Cabe notar que
algunos síntomas de la ansiedad suelen parecerse, superponerse o confundirse con los de
padecimientos no mentales, tales como la arritmia cardíaca, la hipoglucemia o la enfermedad
celíaca. Se recomienda a los pacientes someterse a un examen médico completo para evaluarlos.

Escala de ansiedad Hamilton:

La escala de ansiedad de Hamilton9 (HARS, por sus siglas en inglés: Hamilton Anxiety Rating Scale)
es ampliamente utilizada en la práctica asistencial y en la investigación clínica. Se trata de una
escala heteroadministrada de 14 ítems que evalúan el grado de ansiedad del paciente, cuyo
esquema abreviado es el siguiente:

Estado de ánimo ansioso.

Tensión.

Temores.

Insomnio.

Intelectual (cognitivo).

Estado de ánimo deprimido.

Síntomas somáticos generales (musculares).

Síntomas somáticos generales (sensoriales).

Síntomas cardiovasculares.

Síntomas respiratorios.

Síntomas gastrointestinales.

Síntomas genitourinarios.

Síntomas autónomos.

Comportamiento en la entrevista (general y fisiológico).

Se emplea a través de una entrevista semiestructurada, durante la cual el entrevistador evalúa la


gravedad de los síntomas especificados en cada apartado, utilizando 5 opciones de respuesta
ordinal, con rangos desde 0 (ausencia del síntoma) hasta 4 (síntoma muy grave o incapacitante).

La puntuación total, que se obtiene por la suma de las puntuaciones parciales de los 14 ítems,
puede oscilar en un rango de 0 puntos (ausencia de ansiedad) a 56 (máximo grado de ansiedad).
En su versión original, esta escala ha demostrado poseer unas buenas propiedades psicométricas y
es ampliamente utilizada en la evaluación clínica del trastorno de ansiedad.

Escala de ansiedad y depresión de Goldberg:

Otro cuestionario ampliamente utilizado es la escala de ansiedad y depresión de Goldberg (EADG),


que resulta muy sencilla de usar y de gran eficacia en la detección de trastornos de depresión y/o
ansiedad. Además, es muy útil para la evaluación de la severidad y evolución de estos trastornos.
Puede usarse también como una guía para la entrevista.

Se trata de un cuestionario heteroadministrado con dos subescalas: una para detección de la


ansiedad y la otra para la detección de la depresión, con 9 preguntas cada una que siguen un
orden de gravedad creciente. Los últimos ítems de cada escala aparecen en los pacientes con
trastornos más severos. Las 5 últimas preguntas de cada escala sólo se formulan si hay respuestas
positivas a las 4 primeras, que son obligatorias. La probabilidad de padecer un trastorno de
ansiedad es tanto mayor cuanto mayor es el número de respuestas positivas.

Diagnóstico diferencial:

Una amplia gama de enfermedades médicas puede producir síntomas de ansiedad. Del mismo
modo que ocurre en la depresión o el trastorno bipolar, la coexistencia de patología autoinmune
tiroidea, asma, migraña, etc. realza progresivamente la probabilidad de que los síntomas de
ansiedad se traten de manifestaciones distintas de un mismo origen sistémico.

En el caso de pacientes con diagnóstico de trastornos de ansiedad, varios estudios han constatado
una mayor prevalencia de trastornos gastrointestinales, genitourinarios, osteomusculares,
tiroideos, alérgicos, así como migraña, cardiopatías e hiperlaxitud articular, comparados con
pacientes sin trastornos de ansiedad.

Es recomendable descartar razonablemente la existencia de una enfermedad sistémica que


justifique los síntomas de ansiedad que presenta el paciente mediante las actuaciones oportunas,
que pueden incluir la realización de pruebas adicionales, en función de los síntomas y de la
evolución del paciente.

Para ello, se tienen en cuenta los síntomas físicos que predominan, la historia médica y psicológica
previa tanto del paciente como de su familia y las enfermedades que generan trastornos de
ansiedad, así como la probabilidad de que las pueda padecer. Además, ciertos tóxicos, como la
cafeína, el cannabis o la cocaína y otras drogas de síntesis, tienen gran capacidad para inducir crisis
de ansiedad y angustia en personas predispuestas. Otro punto a considerar es el consumo de
alcohol, por la importancia que tiene para muchas de las personas que padecen ansiedad (sobre
todo ansiedad generalizada, trastorno de angustia y fobia social) ya que es usado como un
tranquilizante con el objetivo de aliviar la sintomatología de la angustia.

Pronóstico:

La evolución de los problemas de ansiedad cursa con períodos de reducción y desaparición de los
síntomas durante un intervalo de tiempo variable. De la misma forma que ocurre con cualquier
otra enfermedad crónica, con un tratamiento apropiado se puede convivir con este problema de
manera adecuada, consiguiendo llevar una vida normal. Un tratamiento efectivo ayuda a disminuir
los síntomas, mejorar la autoestima, volver a disfrutar de la vida de nuevo y prevenir recaídas, si
bien pueden aparecer altibajos durante el proceso.

Los tratamientos habituales son la psicoterapia (terapia cognitivo-conductual) y la medicación


(principalmente antidepresivos y ansiolíticos), que pueden ser usados o no de forma conjunta,
según el trastorno que presente el paciente.
El síndrome de burnout es un padecimiento que a grandes rasgos consistiría en la presencia de
una respuesta prolongada de estrés en el organismo ante los factores estresantes emocionales e
interpersonales que se presentan en el trabajo, que incluye fatiga crónica, ineficacia y negación de
lo ocurrido.

Este síndrome no se encuentra reconocido en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos


mentales (DSM)2 aunque sí es mencionado brevemente en la Clasificación internacional de
enfermedades bajo el código Z 73.0,3 pero dentro del apartado asociado a “problemas
relacionados con el manejo de las dificultades de la vida”. Cabe indicar eso sí, que en algunos
países europeos a los pacientes con burnout se les diagnostica con el síndrome de neurastenia
(ICD-10, código F 48.0) siempre que sus síntomas estén asociados al trabajo,4 en concordancia con
la lógica de planteamientos presentes en algunas investigaciones, quienes la vinculan con el
síndrome de burnout, considerándolo, por lo tanto, como una forma de enfermedad mental

Sinonimia:

El síndrome de burnout también es llamado síndrome de desgaste profesional, síndrome de


desgaste ocupacional (SDO), síndrome del trabajador desgastado, síndrome del trabajador
consumido, síndrome de quemarse por el trabajo, síndrome de la cabeza quemada; en francés
conocido como surmenage (estrés), es, sin embargo, un constructo del que se pueden desprender
un sinnúmero de definiciones por lo que es posible indicar la inexistencia de una única
conceptualización7 8 9 10 y que han incidido también en la aparición de diferentes modelos
explicativos.

Origen conceptual del síndrome de burnout:

Desde la aparición del primer concepto de síndrome de Burnout en 1974 dado por Freudenberger
a través de la historia muchos investigadores han aportado innumerables conceptos, entre los que
vale la pena nombrar a Pines y Kafry 1978, Dale 1979, Edelwich y Brodsky 1980, Maslach y Jackson
1981, Feigley 1984 y Raedeke y Smith 2001.

Este síndrome fue descrito por primera vez en 1969 por H.B. Bradley como metáfora de un
fenómeno psicosocial presente en oficiales de policía de libertad condicional, utilizando el término
staff burnout.

Posteriormente en el año de 1974 Freudenberger propone un concepto centrado en un estudio


netamente organizacional. Él propone que son sentimientos de agotamiento y frustración además
de cansancio que se generan por una sobre carga e incluye en su explicación el término de
adicción al trabajo, siendo también el primero en proponer este tipo de relación asociada a un
desequilibrio productivo. Posteriormente, en el año de 1980, Freudenberger amplía su teoría y
conceptualización agregando que estos sentimientos se deben a cargas irracionales de trabajo que
ellos mismos o quienes los rodean les imponen.

Para este mismo año aparece Cherniss quien lo conceptualiza como un proceso y propone 3
momentos, uno asociado a un desequilibrio entre la carga laboral y las posibilidades del sujeto de
responder de forma óptima a esta, un segundo momento que habla de la presencia de una
respuesta emocional negativa fuerte y un último momento que propone un cambio conductual y
actitudinal en el que se sumerge el sujeto. Contemporánea a esta propuesta surge la de Edelwich y
Brodsky, quienes lo relacionan más a una pérdida progresiva de la energía, motivación e ideal
asociada a las profesiones de ayuda a su cargo y proponen también fases progresivas, entusiasmo,
estancamiento, frustración y apatía.

Por otro lado, en el año 1976 la psicóloga social Christina Maslach lo presenta ante un congreso de
la Asociación Estadounidense de Psicología definiéndolo como un síndrome tridimensional que
consideraba como dimensiones de análisis a los siguientes constructos: agotamiento emocional,
despersonalización y baja realización personal, y que ocurriría entre sujetos que trabajan en
contacto directo con clientes o pacientes.

En el año 1980 en tanto, Freudenberger publica su libro titulado Burn Out: The High Cost of High
Achievement. What it is and how to survive it, texto que se ha transformado en un referente
primordial para el abordaje primigenio del síndrome de burnout.15 Posterior a ellos en el año
1981 las autoras Maslasch y Jackson aportan el hasta ahora más aceptado concepto del síndrome,
en el que proponen que este es tridimensional y que dentro de estas dimensiones se encuentran
el agotamiento emocional, la despersonalización (en la que se generan actitudes de sarcasmo ante
sus compañeros de trabajo) y la reducida realización personal.

Población de riesgo:

En general los más vulnerables a padecer el síndrome son aquellos profesionales en los que se
observa la existencia de interacciones humanas trabajador-cliente de carácter intenso o duradero,
sin considerar por cierto, a un cliente en particular sino más bien, a uno o varios. Dichos
profesionales pueden ser caracterizados como de desempeño satisfactorio, comprometidos con su
trabajo y con altas expectativas respecto a las metas que se proponen, en las que el burnout se
desarrolla como respuesta a estrés constante y sobrecarga laboral.

El síndrome de burnout es muy frecuente en personal sanitario (nutricionistas, médicos,


enfermeras/os, psicólogas/os, psiquiatras, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales,
terapeutas familiares y consejeros matrimoniales, así como personal administrativo) y docente no
escapando por cierto otros profesionales como deportistas de élite, tele operadores (operadores
de Centros de llamadas), ingenieros, personal de las fuerzas armadas, y en general, en diversas
profesiones de las que actualmente, se observa un creciente interés por analizar.

Respecto al género, diversas investigaciones apuntan a que las mujeres son las que presentan
mayor prevalencia que los hombres.

Dimensiones:

En el año de 1981 Maslach y Jackson proponen las siguientes dimensiones del síndrome de
Burnout:·

Cansancio emocional: valora el agotamiento emocional debido a las exigencias del trabajo.

Despersonalización: valora el grado de indiferencia y apatía frente a la sociedad.

Baja realización personal: valora sentimientos de éxito y de realización personal.

Síntomas:
Los síntomas del síndrome de Burnout se han categorizado en cuatro grupos, donde se desarrollan
de forma progresiva, estas son:

Síntomas psicosomáticos: cefaleas, molestias gastrointestinales, insomnio, entre otros.

Síntomas conductuales: Problemas relacionales, absentismo laboral, entre otros.

Síntomas emocionales: distanciamiento afectivo, ansiedad y disminución del rendimiento laboral.

Síntomas defensivos: Negación de los síntomas anteriores y desplazamiento de los sentimientos


hacia otros ámbitos.

Lo principal es un fuerte sentimiento de impotencia, ya que desde el momento de levantarse ya se


siente cansado. El trabajo no tiene fin y, a pesar de que se hace todo para cumplir con los
compromisos, el trabajo nunca se termina. La persona que lo padece se vuelve anhedónica, es
decir, que lo que anteriormente era motivo de alegría ahora no lo es, en otras palabras, pierde la
capacidad de disfrutar. Aun cuando se tiene tiempo, se siente siempre estresado. A diferencia de
lo que ocurría al principio, el trabajo ya no produce incentivos para la persona afectada con
burnout. Visto por otras personas, aparenta sensibilidad, depresión e insatisfacción.

Causas del síndrome de burnout:

El síndrome burnout suele deberse a múltiples causas, y se origina principalmente en las


profesiones de alto contacto con personas, con horarios de trabajo excesivos. Se ha encontrado en
múltiples investigaciones que el síndrome ataca especialmente cuando el trabajo supera las ocho
horas diarias, cuando no se ha cambiado de ambiente laboral en largos periodos de tiempo y
cuando la remuneración económica es inadecuada. El desgaste ocupacional también sucede por
las inconformidades con los compañeros y superiores cuando lo tratan de manera incorrecta, esto
depende de tener un pésimo clima laboral donde se encuentran áreas de trabajo en donde las
condiciones de trabajo son inhumanas.

Existen dos factores de riesgo para la aparición del síndrome burnout:

El estrés como resultado de una responsabilidad, que con frecuencia supera las capacidades del
individuo para resolverlas, y si a esto le agregamos la incertidumbre del futuro, los problemas
económicos y las relaciones familiares con poca tolerancia, son fuertes detonantes

La deprivación del sueño y el efecto que causa en el desempeño laboral y académico ha sido
estudiado y recientemente sujeto a regulaciones, está comprobado que la deprivación crónica del
sueño modifica la concentración y altera la capacidad de decisiones que como resultado se
incrementan los errores con consecuencias fatales….

Prevalencia del burnout:

Uno de los instrumentos más utilizados para medir el burnout es el denominado Maslach Burnout
Inventory (MBI) creado por Christina Maslach y Susan Jackson, que utiliza un enfoque
tridimensional para su evaluación utilizando los siguientes componentes: realización personal en
el trabajo, cansancio emocional y despersonalización.24 En función de este instrumento, dichas
autoras estimaron un conjunto de puntajes comparativos del MBI para diversos campos de
trabajo, pudiéndose indicar que el grado de burnout en cada uno de ellos sería:
Realización personal Cansancio
Industria Despersonalización
en el trabajo emocional

Promedio general de
Moderado Moderado Moderado
seis industrias

Hospitalario Moderado Moderado Moderado

Educación Alto Moderado Alto

Otros educación Moderado Bajo Bajo

Servicios sociales Alto Moderado Moderado

Medicina Moderado Moderado Moderado

Salud mental Alto Bajo Bajo

Otros Moderado Moderado Moderado

Respecto a la prevalencia de este síndrome, la información disponible es fragmentada, no


habiendo aún algún estudio epidemiológico que permita visualizar el porcentaje de población real
que la padece, aunque existen investigaciones que se han abocado a realizar esfuerzos en torno a
determinar la prevalencia en diversos campos.

En este contexto, en una investigación realizada a una muestra de 11 530 profesionales de la salud
residentes en España y América Latina, se pudo constatar que la prevalencia de Burnout en este
tipo de profesionales fue: 14,9 % en España, 14,4 % en Argentina, 7,9 % en Uruguay, 4,2 % en
México, 4 % en Ecuador, 4,3 % en Perú, 5,9 % en Colombia, 4,5 % en Guatemala y 2,5 % en El
Salvador.

Por otro lado, respecto a la prevalencia existente en docentes latinoamericanos, se aprecian


diversas investigaciones tendientes a determinarla, pudiéndose indicar que para el caso de México
alcanzaría al 35,5 % (en una muestra de 698 docentes de 51 escuelas),2para Chile un 27,4 % y con
proclividad un 47,2 % (en una muestra de 479 profesores de educación pre-escolar, básica o
primaria y media o secundaria) y para Perú un 40 % (en una muestra de 616 docentes de
educación primaria y secundaria).

Taxonomía de modelos explicativos del burnout:

Existen diversos modelos explicativos de este síndrome, y aunque los primeros provinieron desde
la teoría psicoanalítica, se puede indicar que los principales modelos explicativos del burnout se
encuentran en la psicología social, pudiéndose al menos mencionar los siguientes:

Modelo Ecológico de Desarrollo Humano: Desarrollado por Carroll y White (1982):

Se basa en el conjunto de interrelaciones que debe llevar a cabo el sujeto en los distintos
ambientes donde participa, y en los que debe asumir diversas normas y exigencias muchas veces
contradictorias, transformándose en fuentes de estrés.

Modelo de descompensación valoración-tarea-demanda:n 1 En este modelo, el burnout se


conceptualiza como un elemento que operacionalizaría el estrés docente, denominándolo como
sentimientos de efecto negativo. Fue desarrollado por Kyriacou y Sutcliffe (1978) como un modelo
de burnout aplicado al mundo del profesorado que posteriormente fue ampliado por Rudow
(1999) y levemente modificado por Worral y May (1989).

Modelo sociológico.n 2 Este modelo considera que el Burnout se presenta como consecuencia de
las nuevas políticas macroeconómicas y fue sugerido por Farber (1991) y finalmente desarrollado
por Woods (1999). Para este modelo la globalización explica principalmente la epidemia de
Burnout.

Modelo opresión-demografía.n 3 Propuesto por Maslach y Jakson (1981), ve al ser humano como
una máquina que se desgasta por determinadas características que la vuelven vulnerable (los
años, pertenecer al género femenino, estar soltero o divorciado, etc.), combinado con la presión
laboral y la valoración negativa de sí mismo y de los demás. Se ha criticado por ser un modelo
mecanicista.

Modelo de Competencia Social: Es uno de los modelos más representativos construidos en el


marco de la teoría sociocognitiva del yo, y fue propuesto por Harrison (1983).

Modelo demografía-personalidad-desilusión:n 4 Propuesto por El Sahili (2010), este modelo


considera que el Burnout requiere de dos elementos fundamentales para su formación, a saber:
(a) un estrés que presiona al organismo durante mucho tiempo y que se combina con varias fallas
en la personalidad y diversos factores de riesgo, y (b) la desilusión creciente que se tiene sobre la
profesión ejercida, proveniente principalmente de la falta de compromiso, poca satisfacción
laboral y pérdida vocacional. En este contexto, el estrés crónico no sería una variable explicativa
significativa per se del Burnout, sino que necesitaría ser combinada con el desencanto que sufre el
sujeto sobre las tareas realizadas.

Burnout en el ámbito deportivo:

Flippin en el año 1981 realiza el primer aporte del síndrome desde la psicología aplicada al
deporte, abriendo este campo de estudio que se ha extendido hasta la actualidad, y del que han
formado parte desde niños de escuelas de formación, hasta adultos de la tercera edad y
deportistas de alto rendimiento, siendo estos últimos los más estudiados.
Feigley y Fender también conceptualizan este síndrome desde la psicología deportiva, pero en el a
diferencia de las propuestas anteriores le dan más relevancia a la carga de entrenamiento y su
agotamiento físico.

Y es el autor Fayos en 1999 quien propone que el efecto más contundente de la presencia de este
síndrome es el abandono de la práctica deportiva y el deterioro e factores mentales tales como la
motivación. La historia del síndrome de Burnout o también conocido como síndrome de estar
quemado inicia en el año de 1974, cuando el psicólogo Herbert Freudenberger trabajaba con un
grupo de personas que manifestaban síntomas físicos y psicológicos, presentaban un estado de
agotamiento, ocasionado por elevadas exigencias en el campo laboral. En el contexto Colombiano
específicamente se han realizado algunos estudios del síndrome, entre ellos destaca el realizado
por Flórez en el 2012, en el que al aplicar el instrumento ABQ donde se encuentra que los
deportistas de la muestra obtienen una puntuación alta en la dimensión de despersonalización.

Instrumentos de valoración:

A través de la historia han aparecido varios instrumentos para la valoración del síndrome, pero
debido a su falta de validez en sus propiedades psicométrica no han sido aceptado dentro del
campo de investigación, dentro de los instrumentos válidos se encuentran:

MBI (Maslach Burnout Inventory) desarrollado por Maslach y Jackson en 1981 para el ámbito
laboral.

ABQ (Athele Burnout Qestionnaire) desarrollado por Raedeke y Smith 2001 únicamente para el
contexto deportivo.

Diferencias estrés y burnout:

Pero para Singh, Goolsby y Rohoads creen que Burnout y estrés laboral son conceptos claramente
diferentes.

Estrés Burnout

Sobre implicación en los


Falta de implicación
Problemas

Hiperactividad emocional Embotamiento emocional


El daño fisiológico es el sustrato El daño emocional es el
Primario sustrato primario

Agotamiento afecta a
Agotamiento o falta de energía
motivación y a energía
Física
psíquica

La depresión puede entenderse La depresión en burnout es


como reacción a preservar las como una pérdida de ideales
energías físicas de referencia-tristeza

Puede tener efectos positivos


en exposiciones moderadas Sólo tiene efectos negativos
(estrés)

Trauma psíquico:

Clasificación y recursos externos

Generalmente se denomina trauma psíquico o trauma psicológico tanto a un evento que amenaza
profundamente el bienestar o la vida de un individuo, como a la consecuencia de ese evento en el
aparato o estructura mental o vida emocional del mismo.

En los términos de la psiquiatría un trauma es definido, indirectamente, como "exposición


personal directa a un suceso que envuelve amenaza real o potencial de muerte o grave daño u
otras amenazas a la integridad física personal, o ser testigo de un suceso que envuelve muerte,
daño o amenaza a la integridad física de otra persona, o enterarse de la muerte no esperada o
violenta, daño serio, amenaza de muerte o daño experimentados por un miembro de la familia u
otra relación cercana (criterio A 1). La respuesta de la persona al suceso debe envolver miedo
intenso, sentido de incapacidad de ejercer control u horror. En niños, la reacción debe envolver
comportamientos agitados o desorganizados (criterio A 2)" ( Trastorno por estrés postraumático
en DSM- IV).

Orígenes del concepto:

El concepto fue introducido al estudio de la psicopatología por los primeros investigadores en el


área. Por ejemplo: Emil Kraepelin desde un punto de vista psiquiátrico utiliza el término casi
totalmente en el sentido de la medicina física1 pero el daño afectaría al sistema nervioso,
impidiendo su funcionamiento normal. Pierre Janet, desde un punto de vista psicológico, extiende
el concepto a incluir resultados no físicos: para él, el daño o lesión es "funcional", es decir, afecta a
complejos o grupos de comportamientos, sucesos fisiológicos (tales como la digestión, etc);
sensaciones; emociones e incluso ideas.

El primero en empezar a extender el concepto a incluir en la génesis de un trauma los aspectos


emocionales fue Charcot quien sugiere: "Es siempre necesario, al lado del "traumatismo" (por lo
que se refiere al suceso traumático), considerar el factor que, muy probablemente, ha jugado un
papel más importante en la génesis de los accidentes (quiere decir los síntomas subsecuentes a la
ocurrencia) que la herida misma. Me refiero al terror experimentado por el paciente en el
momento del accidente.

Charcot también introdujo un concepto que más tarde tendría una asociación profunda con el de
trauma, el de "Condition seconde": un estado que parece afectar las acciones de los individuos sin
que estos se den cuenta o, a lo más, débilmente. Más tarde esta "condition seconde" llegó a ser
llamada el "inconsciente".

Uniendo esos conceptos, Charcot postula el siguiente escenario en la génesis de las histeria: hay
un incidente, que da origen a ideas y emociones (por ejemplo, la realización de que uno casi murió
a consecuencia de un accidente y el horror sentido en consecuencia) Lo anterior es seguido, en su
opinión, por un periodo de elaboración y un "momento hipnótico" (pérdida de consciencia), que
lleva a la producción de síntomas.

Josef Breuer da el siguiente paso en el desarrollo del concepto de trauma. Él nota en el famoso
caso de "Anna O" que revivir el incidente traumático parece aliviar los síntomas. "Habría sido
capaz de sospechar que éste era el caso, si no fuera porque en las mismas tardes que ella, durante
la hipnosis, hablaba de lo que fuera que la había preocupado en el mismo día en 1881 yo podía,
mediante un diario mantenido por su madre, comprobar más allá de cualquier duda la realidad de
los eventos. Esta revisión del año anterior continuó hasta que la enfermedad llegó a su punto final,
en junio de 1882"

Adicionalmente, Breuer nota una nueva situación: la aparición de síntomas en algún momento
determinado no parece ser debida a un trauma en el sentido hasta ahora dado, de un acto
externo, que realmente amenaza la vida o el sentido del ser del individuo. En una ocasión, la
paciente cae dormida mientras cuida a su padre que está enfermo. Mientras duerme, sueña que
una serpiente negra ataca al padre. En el sueño, ella es incapaz de evitar que la serpiente se
acerque al padre. Es como si ella tuviera paralizado su brazo derecho. Sucede que mientras
dormía, su brazo estaba atrapado debajo de ella, y fue víctima de lo que normalmente sucede en
esas circunstancias: fue "a dormir". El incidente terminó al despertar de ella, sin, aparentemente,
ninguna consecuencia. Sin embargo, al día siguiente, cuando ella trató de recoger algo que había
caído entre las ramas de un arbusto, una rama seca le recordó la serpiente de su pesadilla.
Inmediatamente su brazo se hizo rígido, situación que se repitió en el futuro cada vez que algo le
recordaba la serpiente. Como es obvio, el "incidente traumático" sólo sucedió en un sueño.
Quizás, se puede especular, la importancia del incidente traumático no es tanto en su impacto
obvio, físico, sino en su capacidad de evocar respuestas profundamente emocionales. Pero no
todas las emociones fuertes parecen causar trauma. ¿Cómo podemos explicar esto? Ese tipo de
especulaciones prepararon el camino al segundo gran momento en el desarrollo del concepto.

Trauma en la concepción de Freud:

Freud llamó Fuente del Nilo a su descubrimiento de que el origen de los trastornos psíquicos se
hallaban en la vida sexual de los pacientes. La sexualidad, para Freud, resultaba traumática y era el
origen del traumatismo psíquico.

Para Freud el trauma es un aflujo de excitaciones excesivo que resulta intolerable para el
psiquismo. Se trata de un acontecimiento en la vida del sujeto, una experiencia vivida que aporta,
en muy poco tiempo, un aumento tan grande de excitación a la vida psíquica, que fracasa toda
posibilidad de elaboración. Entonces el psiquismo, al ser incapaz de descargar una excitación tan
intensa, no tiene la capacidad de controlarla y eso origina efectos patógenos y trastornos
duraderos.
Para Freud el trauma se da en dos tiempos. Considérese el siguiente caso: una paciente ve a su tío
en la cama con una prima. En consecuencia, desarrolla síntomas. Pero otras escenas similares
anteriores no los habían producido. ¿Podría ser que en esa ocasión algo fue despertado en ella,
algo que no podía tolerar? En otro caso, muere la hermana de otra paciente, por cuyo marido la
paciente sentía gran afecto. Lo primero que ella pensó fue "ahora él está libre para estar
conmigo". Casi inmediatamente, rechaza la idea. Poco después, los síntomas se hacen presentes.

Freud postula que incidentes tales como los anteriores son traumáticos no solo porque evocan
una emoción fuerte, sino porque hay otra emoción, igualmente fuerte, que se le opone: el deseo
por el marido, opuesto al sentido de decencia y respeto por la hermana. El disgusto al ver al tío
teniendo relaciones sexuales con un familiar cercano, opuesto a un deseo sexual por el tío. Pero
hay un elemento adicional: a pesar que el escenario es claro para el observador, los pacientes
mismos parecen no percibirlos. Además, tenemos el problema de explicar la persistencia de esos
deseos y pensamientos: existen contra la voluntad del que los piensa. Seguramente si las ideas
fueran el simple resultado de nuestra voluntad, aquello que no deseamos no existiría como idea.

Consecuentemente, Freud busca el origen de esas fuerzas o energías que "crean" o mantienen
esos deseos o ideas y los conflictos que deben existir a fin de crear las situaciones descritas. En esa
búsqueda, Freud genera los conceptos de Pulsión como la energía que mantiene los procesos
mentales y una concepción de la mente que no es ni totalmente racional ni con una estructura
unitaria (ver: Ego, Superego e Id).

Freud eventualmente concluye que debe haber no solo un conflicto interno de emociones que
produce una acumulación de "energía", sino además un falencia en la descarga o uso de esa
energía en la génesis de un trauma. Una paciente alucina con el olor de pasteles quemados. Esa
alucinación comenzó cuando ella, trabajando como empleada de una familia, recibió una carta de
su madre y los hijos de la familia le arrebataron de sus manos, Justo en ese momento unos
pasteles se quemaron. ¿Cómo, sin esos conflictos y esas energías, se puede explicar que algo tan
trivial se transforme en "incidente traumático"?

Como resultado de todo lo anterior, lo traumático es, para Freud, simplemente aquello que causa
síntomas. Un incidente es traumático no solo porque incrementa esos conflictos internos sino
porque de alguna manera los llevan a la consciencia y esos conflictos no puede ser tolerados
conscientemente.

En otras palabras, para Freud, un trauma no es producto de un incidente, por fuerte o dramático
que sea, o una emoción, sino de por lo menos dos, que están, junto a las ideas y deseos asociados,
en conflicto. El individuo ha "resuelto" ese conflicto a través de no estar consciente de él. En algún
momento, algo lo obliga a darse cuenta de ese conflicto. Los síntomas son, en esta visión, no tanto
producto de una disfunción mental, como una tentativa de evitar dejar entrar en la consciencia el
conflicto. Por ejemplo, un individuo puede "preferir" dejar de ver, que ver aquello que amenaza su
estabilidad, en la medida que lo fuerza a confrontar su conflicto interno.

La visión que Freud nos presenta del trauma y sus antecedentes —en realidad, de la mente— ha
sido llamada dialéctica. Es un sistema de fuerzas en constante cambio y conflicto: deseos
confrontan otros deseos, conflicto que resulta no solo en síntomas sino que perturba la vida
emotiva de los individuos, y esa vida y síntomas a su vez afectan el futuro desarrollo tanto de esas
fuerzas internas como de sus resultados.
Trauma en el conductismo:

Por lo menos en parte como una reacción contra los niveles de complejidad introducidos por la
visión del psicoanálisis, el conductismo simplificó —algunos alegan que sobre simplificó[cita
requerida]— no sólo la terminología, sino también la conceptualización de la problemática. Es, por
ejemplo, difícil en la literatura de esta escuela encontrar referencias a algo denominado trauma.
En su lugar, encontramos descripciones y modelos que explican procesos que pueden ser
considerados patológicos a través de un modelo general del aprendizaje. (ver: Condicionamiento
clásico y Condicionamiento instrumental).

En general, se postula que una cierta respuesta es aprendida en relación con cierto estímulo o en
anticipación a cierta respuesta. La situación que causó tal aprendizaje es interesante e importante
desde un punto de vista humano, pero, exagerando y teóricamente, no importa: el mecanismo
básico que produce el aprendizaje es el mismo. Terapéuticamente, lo importante es modificar esa
respuesta, si es que se considera conveniente.

Los síntomas clásicamente asociados con un trauma son explicados a lo largo del siguiente
esquema: un individuo asocia una respuesta, tal como sentir miedo, a percibir un cierto estímulo,
por ejemplo al ver un delantal blanco, como consecuencia de haber tenido una serie de
experiencias negativas, o penosas, en este caso en las manos de alguien que usaba un delantal de
ese color. Esa misma persona podría experimentar una respuesta totalmente diferente al percibir
el mismo delantal si la asociación fuera con algo agradable. (ver, por ejemplo: Condicionamiento
del parpadeo).

Más técnicamente: un estímulo no condicionado —el delantal blanco—, que se asocia con una
respuesta con la cual no está generalmente relacionado —dolor o placer— eventualmente llega a
ser un par estímulo-respuesta condicionada, y eso a su vez elicita otras respuestas condicionadas,
las reacciones fisiológicas asociadas con los sentimientos de dolor o placer.

Seligman explica la depresión y sentimiento de incapacidad frecuentemente encontrados entre las


víctimas de tortura como un ejemplo de Indefensión aprendida: individuos sometidos a un
estímulo muy penoso encuentran que sus acciones iniciales para evitarlo no producen ningún
cambio positivo en su situación, sino que, por el contrario, resultan en la continuación del estímulo
penoso. En consecuencia, esas respuestas son, eventualmente, totalmente extinguidas y
reemplazadas por una de pasividad y sometimiento, al extremo de que algunas víctimas ni siquiera
consideran la posibilidad de intentar un escape si las circunstancias son favorables.

Es importante notar que desde este punto de vista no se niega que algunas ocurrencias sean
extremas o traumáticas. Lo que se afirma es que el mecanismo del trauma es esencialmente
similar a cualquier otro proceso de aprendizaje.

Trauma en el Cognitivismo:

En algunas escuelas el concepto de trauma es reemplazado por el de estrés. La ventaja de este


reemplazo, desde el punto de vista de un investigador, es que estrés puede ser conceptualizado
como una respuesta fisiológica a ciertos sucesos. En consecuencia, hay signos objetivos que
permiten determinar tanto su presencia como su nivel.
Si aceptamos ese cambio hay un problema evidente, porque diferentes individuos presentan
diferentes niveles de reacción a los mismos sucesos, incluyendo aquellos que son generalmente
considerados traumáticos. S. Fisher explica: “cuando se enfatiza una aproximación psicogénica" —
a las enfermedades9 —... "estamos, esencialmente considerando un modelo probabilístico en el
cual los factores estresantes crean un riesgo”10 Estas diferencias, aparte de factores de herencia,
salud general, etc., se debería a factores psicológicos que incluyen:

Visión o evaluación de los sucesos en cuestión.

Percepción de apoyo social.

Estilos de adaptación o de "hacer frente"

Experiencia previa del individuo.

Trauma en la práctica médica moderna:

El concepto de trauma como explicación de problemas psicológicos ha entrado al vocabulario


moderno común, por tanto es imposible para la medicina ignorar su uso. Desde este punto de
vista, se considera un trauma cualquier suceso estresante extremo, algo fuera del ámbito de la
experiencia humana normal, al menos para el grupo social al cual el individuo pertenece, y que
produce consecuencias negativas tanto en la conducta como las emociones del individuo,
problemas o síntomas que se ven como debidos a trastornos de ansiedad.

Desde esta perspectiva, y aunque en general se acepta que el estrés es un factor al menos
contribuyente en la génesis y evolución de muchas enfermedades, tanto fisiológicas como
mentales, se reconocen dos síndromes específicos debidos a exposiciones a tales situaciones
extremas: trastorno por estrés postraumático y Trastorno por estrés agudo.

Trauma como factor de desarrollo:

A pesar de que un trauma (incluso en su definición como suceso estresante extremo) es


generalmente concebido como algo que necesariamente tiene repercusiones negativas, varios
autores han hecho notar que algunos individuos, como por ejemplo, algunos de los supervivientes
de los campos de exterminio, han superado tales experiencias y han llegado a convertirse en
figuras ejemplares.

Este “crecimiento postraumático” parece deberse a cambios en la manera que la persona se


concibe a sí mismo como de su relación con otros, y va acompañada en general de cambios
profundos en cuestiones filosóficas, espirituales y/o religiosas.

De acuerdo a Lawrence G. Calhoun y Richard Tedeschi, profesores en la Universidad de Carolina


del Norte (en Charlotte), “los reportes de crecimiento a continuación de un trauma superan
ampliamente los reportes de desórdenes psiquiátricos”. Ellos aducen que esos cambios positivos
incluyen mejoramiento en las relaciones, nuevas posibilidades en la vida personal, mejor
apreciación de la vida, un sentido mayor de fortaleza personal y desarrollo espiritual, y que
aparentemente hay una paradoja básica comprendida por los sobrevivientes de un trauma que
reportan ese crecimiento postraumático: sus pérdidas también han producido ganancias
invaluables. Ellos también encuentran más fácil llegar a intimar con otros y tienen grados mayores
de compasión con aquellos que experimentan dificultades”.
Es conveniente tener presente que Calhoum y Tedeschi no están sugiriendo que tal crecimiento es
fácil o libre de sufrimiento: el crecimiento postraumático puede ocurrir en un contexto de
considerable sufrimiento y problemas psicológicos, por lo tanto, no se debe focalizar en este
aspecto a costa de minimizar o menospreciar esa pena y ese sufrimiento. El crecimiento parece
venir más de las tentativas de adaptación o hacer frente que del trauma mismo. Además, hay un
número significativo de personas que experimenta poco o ningún crecimiento a pesar que luchan
duramente para hacer frente a la experiencia del trauma.

Síndrome de fatiga informativa:

Se conoce como síndrome de fatiga informativa o síndrome de fatiga por exceso de información
(information fatigue syndrome, IFS, por sus siglas en inglés) a un cuadro sintomático, no
reconocido en los manuales médicos, caracterizado por fatiga y cansancio producto de la
exposición, consumo y manejo excesivo de información (sobreinformación) que desborda y agota
física y mentalmente. El término fue propuesto por el psicólogo británico David Lewis, en los años
noventa en su informe titulado Dying for information? (¿Muriendo por la información?).

El síndrome se acompaña de manifestaciones tales como dolor de estómago, pérdida de visión,


problemas de atención y concentración, dificultad para el análisis y la toma de decisiones,
búsqueda constante de más información,2ansiedad, estrés y trastornos del sueño.

Estar demasiado informado es malo para dormir bien

La sobreinformación es la causante del «síndrome de fatiga informativa», que puede repercutir en


la calidad y en la cantidad de sueño

Informados pero insomnes. La sobreinformación, causante del «síndrome de fatiga informativa»


puede repercutir en la calidad y en la cantidad de sueño, explica el doctor Eduard Estivill,. Es más,
el responsable de la Unidad de Alteraciones del Sueño del Instituto Dexeus de Barcelona, aclara
que «las informaciones negativas provocan todavía más preocupación y aumentan la tensión
mental. Estivill descubridor de esta curiosa enfermedad, explica que el síndrome de fatiga
informativa es simplemente «el efecto negativo que tiene la sobreinformación para nuestro
cerebro». Informar es básico y el verdadero problema no es el tipo de noticias que se dan por los
medios si no la sobrecarga que se crea. “Lógicamente, las consecuencias principales en este
estado de tensión continua que podemos padecer durante el día «con la repercusión posterior en
las horas de sueño», resume.

El también autor de «Que no te hagan perder el sueño», explica que nadie es inmune a este
síndrome y que incluso niños y adolescentes pueden llegar a sufrirlo.

Estivill tiene una cura y es «filtrar la información. No exponerse continuamente a cualquier noticia,
especialmente si el destinatario es un menor, ya que en los adultos es más difícil de prevenir
porque llega por todos los medios, sobre todo las redes sociales.

Aunque todos estamos expuestos a la sobreinformación del día a día, no todo el mundo padece las
consecuencias. Hay personas que llevan mejor el estrés y el cúmulo de información y personas que
lo llevan peor.
El síndrome de fatiga informativa no cuenta, en palabras de este experto, con un «diagnóstico
reconocido» en los manuales médicos pero asegura que la situación existe, que es simplemente
una consecuencia de la vida actual, explica.

La necesidad de saber usar las redes sociales:

Por otra parte, este experto considera que las redes sociales son muy útiles pero hace falta saber
utilizarlas. Por ejemplo, 3 horas antes de meterse a la cama es recomendable apagar el móvil,
desconectar las redes sociales y no consultar internet. «Es una actitud positiva que nos pueda
ayudar a conciliar mejor el sueño». Es fácil de decir pero difícil de hacer, pero aun así no nos queda
otro remedio. «El cerebro necesita desconectar para poder dormir», argumenta el doctor. Estivill
cree que los medios de comunicación son solo en parte, los culpables de esta situación. «El
problema es esta sociedad en la que nos ha tocado vivir: «todo deprisa, sin pausa, sin tiempo para
nosotros, siempre expuestos a cumplir expectativas».

Técnica de relajación:

Una técnica de relajación es cualquier método, para procedimiento o actividad que ayudan a una
persona a reducir su tensión física y/o mental. Generalmente permiten que el individuo alcance un
mayor nivel de calma, reduciendo sus niveles de estrés, ansiedad o ira. La relajación física y mental
está íntimamente relacionada con la alegría, la calma y el bienestar personal del individuo.

Las técnicas de relajación a menudo emplean técnicas propias y de los programas de control del
estrés y están vinculadas con la psicoterapia, la medicina psicosomática y el desarrollo personal. La
relajación de la tensión muscular, el descenso de la presión arterial y una disminución del ritmo
cardíaco y de la frecuencia respiratoria son algunos de sus beneficios en la salud.1 Sin embargo, no
se dispone de evidencia científica que apoye la eficacia de algunos métodos.

Conceptos básicos:

En fisiología y psicología, la relajación voluntaria del tono y de las masas musculares de todo el
cuerpo o de una parte del mismo es posible gracias al control que ejerce la corteza cerebral sobre
los centros de los movimientos automáticos y del tono, situados a nivel de los núcleos grises de la
base del cerebro y en el tronco cerebral. Su estudio abarca toda la fisiología del sistema Extra
piramidal.
Como fenómeno puramente voluntario, tiene interés en algunas técnicas terapéuticas, tanto en lo
que se refiere a la recuperación de la fatiga como en otras de matiz más claramente psiquiátrico:
práctica de la hipnosis, etc. Los métodos y técnicas de relajación, que se basan en un
entrenamiento progresivo y regular, tienden en realidad a modificar indirectamente el tono de
origen psíquico de las personas que se someten a ellas. Desde un punto de vista puramente
recuperador, tienen gran interés en el tratamiento de personas espásticas y con lesiones
neurológicas de este tipo. Puede tener dos significados. En primer lugar se define como un estado
físico en donde los músculos se encuentran en reposo, pero también puede ocurrir el caso de que
una persona esté deprimida y sus músculos se encuentren en reposo no se sienta relajada. Por
este último motivo también se define a la relajación como un estado de conciencia de la calma y
ausencia de tensión o estrés. Si se suman las dos definiciones, relajación sería un estado de
satisfacción tanto física como psicológica, donde el gasto energético y metabólico se reducen
considerablemente.

Motivación:

La gente recurre a las técnicas de relajación por los siguientes motivos, entre otros:

Ataques de ansiedad

Ataques de pánico

Problemas cardíacos (inicialmente suelen ser palpitaciones)

Depresión

Búsqueda de bienestar personal

Cefalea o dolores de cabeza (muchas veces migrañas)

Competencia intraespecífica con otros seres humanos

Hipertensión

Sistema inmunológico debilitado (por ejemplo por distrés o estrés negativo al ser muy elevada la
carga alostática)

Insomnio

Control del dolor

Control del estrés

Control de la ira

Problemas lingüísticos (tartamudez, tartajeo, dislalia, afasias, síndrome de Tourette, dificultades


en la escritura manuscrita etc.)

Técnicas de relajación:
Existen diversas técnicas que permiten al individuo mejorar su estado de relajación. Algunos de los
métodos pueden ser efectuados por el propio individuo pero otros requieren la ayuda de otra
persona o, incluso, de un profesional. No todos requieren el ejercicio físico, algunos requieren un
estado de quietud.

Determinadas técnicas de relajación deben ser realizadas estando tumbado o sentado en silencio,
en total serenidad y concentración. Entre ellas se encuentran:

Autohipnosis

Chi kung o qigong

Masaje californiano

Meditación (por ejemplo la meditación llamada en coreano seon y en japonés zen derivadas de la
dhyana budista hindú)

Rebirthing

Meditación

Yoga en sus diversas variantes por ejemplo el atha yoga; el yoga nidra etc.

Respiración diafragmática

Prāṇāyāma

Biofeedback

Entrenamiento autógeno

Euritmia

Eutonía

Relajación muscular progresiva de Jacobson

Reducción del Estrés Basada en la Atención Plena

Sonoterapia

Visualización de imágenes mentales agradables.

taichichuán y wushu o wu shu

Las técnicas de relajación que incorporan en ejercicio físico son caminar, jardinería, yoga, taichí,
chi kung, entre otras. También el bodywork resulta útil para mantener un alto estado de
relajación.[cita requerida] Algunos ejemplos son el masaje, la acupuntura, el método Feldenkrais,
la reflexoterapia y el autocontrol.

Ciertos métodos pueden efectuarse mientras se realizan otras actividades, por ejemplo, la
autosugestión y el rezo. También se ha demostrado que la escucha de ciertos géneros musicales,
como la música nueva era y la música clásica, pueden mejorar la relajación mental y el bienestar
personal. Algunas personas sostienen que el humor también puede ayudar, pero ningún estudio lo
ha corroborado.

La acupuntura: un tratamiento efectivo para estrés y ansiedad:

acupuntura es una práctica de la medicina tradicional china (MTC), que consiste en la estimulación
de ciertos puntos del cuerpo, usando diferentes técnicas, principalmente insertando agujas en la
piel. Es una de las prácticas de curación más antiguas y generalmente se utiliza para tratar el dolor,
pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce esta técnica como eficaz para el
tratamiento de al menos 49 enfermedades y desórdenes, entre los cuales se encuentran la
ansiedad y el estrés crónico.

Muchos son escépticos con respecto a la efectividad y beneficios de la acupuntura. Faltan aún
estudios en torno a esta práctica, por lo cual se considera un tratamiento alternativo. A pesar de
esto, es considerada por muchos como un tratamiento de ansiedad efectivo a largo plazo, además
de prevenir futuros trastornos.

La acupuntura se basa en el principio del “Qì” (se pronuncia “chi”), que es, de acuerdo con la
concepción china, la energía vital que fluye por el cuerpo. La interrupción de este flujo en el
cuerpo es la base de los trastornos físicos y psicológicos. La acupuntura intenta corregir este
desperfecto, colocando agujas en puntos específicos del cuerpo, solucionando así los problemas
ocasionados.

Como siempre comento, la superación de la ansiedad depende, en gran parte, de la persona que la
padece y así también, la elección del tratamiento apropiado. Por esta razón, lo que es bueno para
mí, puede no ser la solución ideal para otras personas. En ese sentido, dada la falta de pruebas en
cuanto a la efectividad de la acupuntura, ésta puede no funcionar o bien puede ser el tratamiento
ideal para muchas personas. En todo caso y tomando en cuenta los efectos que tiene cuando es
efectiva, creo que vale la pena intentarlo, pues puede traer consigo diferentes beneficios.

En primer lugar, la acupuntura funciona inmediatamente. Si bien cada sesión de acupuntura puede
tener resultados diferentes, en general sus beneficios se pueden percibir muy rápidamente. Por
otro lado, esta técnica puede ayudar a superar otros malestares, lo cual es muy positivo para tu
bienestar general.

En la medicina tradicional china, el trastorno de ansiedad no se percibe como un trastorno en el


cerebro, sino como un mal funcionamiento en órganos internos. En la medicina china, los órganos
y las emociones están íntimamente conectados. Los órganos se pueden ver afectados por cambios
de dieta, ambientales, en el estilo de vida o por factores hereditarios.

Los acupunturistas perciben ansiedad como un desequilibrio en el funcionamiento de diferentes


órganos (lo cual tiene mucho sentido, incluso dentro de la medicina occidental). En ese sentido la
preocupación y el trabajo mental excesivo, corresponden a un trastorno en el bazo. La falta de
entusiasmo y vitalidad, inquietud, depresión, insomnio, desesperación son síntomas de un
trastorno del corazón. Síntomas emocionales como la la ira, el resentimiento, la frustración,
irritabilidad, amargura, están relacionados con el hígado. Con el pulmón, están ligados el dolor, la
tristeza y el desapego. Por último, con un desequilibrio en los riñones, una persona puede sentirse
temerosa, insegura y aislada. La medicina china clasifica la causa de los trastornos de acuerdo con
el grado en el que los órganos individuales demuestran signos y síntomas y el grado en que se ve
afectada su Qì. En general en lo que a ansiedad se refiere, los órganos que más presentan
problemas son el bazo y el corazón.

El éxito de este tratamiento, como de la mayoría de tratamientos para la ansiedad existentes,


depende del paciente. Para obtener mejores resultados, es importante, sea cual sea el
tratamiento elegido, hagas cambios en tu estilo de vida para ayudar a equilibrar tu mente. Muchas
veces lo ideal es buscar un tratamiento que te ayude a enfrentar la ansiedad desde varios frentes.

Bibliografía:

https://www.google.com.co/search?q=el+estr%C3%A9s+y+el+riesgo+para+la+salud&oq=El+estr%
C3%A9s&aqs=chrome.1.69i57j0l5.8310j0j8&sourceid=chrome&ie=UTF-8

http://www.onmeda.es/estres_ansiedad/estres-consecuencias-para-la-salud-16447-6.html

http://www.fundaciondelcorazon.com/prevencion/riesgo-cardiovascular/estres.html

https://prezi.com/as2vysllon1v/el-estres-y-el-riesgo-para-la-salud/

http://www.hormone.org/audiences/pacientes-y-cuidadores/preguntas-y-respuestas/2010/el-
estres-y-su-salud

https://osha.europa.eu/es/themes/psychosocial-risks-and-stress

http://www.apa.org/centrodeapoyo/estres.aspx

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