Professional Documents
Culture Documents
Pero hay más. La nueva asignatura pretende inculcar, al menos, dos graves errores
antropológicos y morales.
EL primero consiste en la asunción del principio, derivado de la nefasta ideología de
género, de que la diferenciación sexual de la persona carece de relevancia a la hora de
comportarse sexualmente, es decir, que la orientación homosexual o heterosexual es
asunto del arbitrio de cada persona sobre la que no puede recaer ninguna consideración
moral. El segundo consiste en la asunción del principio de que la verdad moral no existe
o queda reducida al resultado del eventual consenso mayoritario de una sociedad. Es
decir, la falacia de que la opinión cambiante de la mayoría sea criterio de verdad moral.
Como resulta evidente, no se trata de una polémica que enfrente a los creyentes y a
quienes no lo son, sino a quienes defienden la libertad de enseñanza y a quienes no lo
hacen.
En conclusión, la nueva ley atenta tanto contra la verdad como contra la libertad. Asume
principios morales equivocados o que, al menos, no son compartidos por gran parte de
la sociedad, acaso su mayoría. Atenta contra la libertad de padres, alumnos y profesores,
al imponerles la asunción de valores morales controvertidos. Bastaría, en cualquier caso,
para criticarla con esto último. No es lo malo sólo su contenido, sino la extralimitación
del poder político que entraña. En cualquier caso, aunque se tratara sólo de la formación
de buenos ciudadanos, una exigua mayoría parlamentaria y el Gobierno sustentado en
ella carecen del derecho a determinar en qué consiste ser un buen ciudadano. A menos
que ser un buen ciudadano consista en ser necesariamente de izquierdas o votar al
Partido Socialista. No faltan, pues, razones contra la ley, ni a favor de la objeción de
conciencia contra su cumplimiento.