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¿Cómo generar Ambientes de Aprendizaje para la solución de

problemas en la vida real?

Una de las grandes exigencias que la sociedad realiza


constantemente a los maestros y al sistema educativo en general, es
que la experiencia en el salón de clases proporcione a los alumnos las
herramientas necesarias para que éstos salgan a la vida real y las
utilicen de manera efectiva ¿Cómo lo podemos lograr los profesores
para cumplir las metas académicas y al mismo tiempo, satisfacer las
exigencias de padres y sociedad?
En primer lugar, debemos definir qué entendemos por ambiente de
aprendizaje; y la definición proporcionada en el Plan de Estudios 2011
nos dice: “Se denomina ambiente de aprendizaje al espacio donde se
desarrolla la comunicación y las interacciones que posibilitan el
aprendizaje”.
Además, son necesarios ciertos elementos en su construcción:
• El reconocimiento de los elementos del contexto: la historia del lugar,
las prácticas y costumbres, las tradiciones, el carácter rural, semi
rural o urbano del lugar, el clima, la flora y la fauna.
• Claridad respecto del aprendizaje que se espera logre el estudiante.
• La relevancia de los materiales educativos impresos, audiovisuales y
digitales.
• Las interacciones entre los estudiantes y el maestro.

Reflexionemos, cuando diseñamos ambientes de aprendizaje, ¿en qué


nos enfocamos más?, ¿qué nos preocupa cubrir y qué dejamos al
margen constantemente?, ¿es la adquisición del conocimiento el eje
de nuestras sesiones?, ¿son los exámenes y sus resultados o es el
alumno mismo el que marca el ritmo?

Ahora bien, sea cual sea nuestra asignatura o el nivel educativo al que
pertenecen nuestros alumnos, es necesario tomar en cuenta tres
aspectos al realizar nuestras planeaciones y en general en nuestras
sesiones; si estos se combinan de manera apropiada esteremos cada
vez más cerca de proporcionar una experiencia educativa que sea
utilizada para resolver problemas.

1. Ambientes centrados en quien aprende

En esta clase de ambientes los profesores tomamos como referencia


las creencias, conocimientos, ideologías y experiencias que poseen
los estudiantes; y las calificadas prácticas de aprendizaje que han sido
llamadas culturalmente sensibles, culturalmente apropiadas o
culturalmente relevantes.
Aunque estamos conscientes del contexto aproximado del que
proviene el promedio de nuestros alumnos, siempre debemos estar
preocupados por conocer más; y además determinar el grado de sus
conocimientos previos.
Sin embargo, si nos concentramos únicamente en el alumno, nos
arriesgamos a crear ambientes que no necesariamente los ayuden a
adquirir los conocimientos y habilidades para funcionar de manera
efectiva en el mundo real.

2. Ambientes centrados en el conocimiento


Por supuesto que como profesores siempre buscaremos que nuestros
alumnos se lleven a casa el conocimiento. Y aunque nuestras metas
sean más complejas, y no nos conformemos con que se lleven datos y
números a casa, este aspecto de la educación no ha desaparecido.
Claro está que los conocimientos adquiridos deben tener por sí
mismos cierta organización, con significancia y conectados unos con
otros (incluso entre asignaturas); pues si los alumnos saben el año en
que terminó la Segunda Guerra Mundial pero desconocen por
completo las lecciones sociales, económicas y éticas que la
humanidad aprendió de este acontecimiento, no tiene ningún sentido
ese dato.

3. Ambientes centrados en la evaluación


Si partimos del alumno, de su experiencia y de su contexto para
diseñar nuestro ambiente de aprendizaje; y si además, el conocimiento
es uno de los ejes de nuestra labor es hora de cerrar el círculo y tomar
en cuenta el aspecto de la evaluación. Recordemos que la evaluación
no es solo asignar una calificación, tampoco es un mecanismo de
control sobre nuestros alumnos; es en realidad una serie de
herramientas que nos proporcionan información sobre las metas de
aprendizaje de nuestros alumnos y su eventual logro.
Ya sea con rúbricas, exámenes orales o escritos, proyectos o
portafolios los profesores estamos obligados a comprobar
constantemente cada uno de nuestros pasos: ¿el camino elegido es el
correcto?, ¿qué cambios son necesarios enmendar en el camino?,
¿todos los integrantes de mi grupo están escuchando?, ¿debemos
virar completamente?

4. Ambientes centrados en la comunidad

Al integrar estos componentes estamos creando ambientes de


aprendizaje congruentes y cercanos a la comunidad. Como maestros y
profesionales de la educación, nuestra labor deber contar con una
conexión a los hogares de donde provienen los estudiantes.
Como última reflexión, debemos tener en cuenta que si desde el
primer momento solo nos planteamos cumplir con metas académicas
por sí mismas, sin generar una conexión con habilidades y actitudes, y
en definitiva estar lejos de formar competencias en sus alumnos;
nunca lograremos proporcionar experiencias educativas significativas.
El corazón mismo del trabajo por competencias es la clave para llegar
a la realidad de los alumnos: una educación en la que el profesor sea
capaz de combinar los aspectos académicos, desarrolle habilidades y
actitudes.

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