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El agua es un bien publico, derecho humano y servicio

de dominio publico.

Autor:Carlos Franco Pacheco


06.10.09

El derecho humano al agua es indispensable para vivir dignamente y en un

estado optimo de salubridad, no podría hablarse de un derecho a una vida

digna sin tomar en cuenta este punto. Sin embargo se ha constatado una

denegación muy generalizada del derecho al agua, tanto en los países en

desarrollo como en los países desarrollados. El acceso a un suministro de agua

es limitado, más de 5 millones de habitantes en el Perú carecen de agua y

varios miles de millones no tienen acceso a servicios adecuados de

saneamiento, lo cual constituye la principal causa de contaminación del agua y

de las enfermedades relacionadas con el agua. Entonces estamos hablando de

una distribución desigual, que esta agravando aun más la pobreza ya

existente. El deber del Estado adoptar medidas eficaces para hacer efectivo el

derecho al agua sin discriminación alguna, como se establece en la

observación general N° 15 que reconoce el Plan Nacional de Derechos

Humanos(DS 017-2005-JUS).

Durante décadas (quizás centurias) el agua se ha malgastado y ha sido objeto

de consumo irracional y consumo sin tasa. Nos agradaría pensar que el agua

del planeta es inagotable, pero este planteamiento es trágicamente erróneo. El

agua no tiene sustituto. Un abastecimiento adecuado de agua salubre es

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necesario para evitar la muerte por falta de esta. Recordemos que una de las

causas del alto índice de mortandad en el mundo son aquellas enfermedades

relacionadas con la falta de agua, y que varían considerablemente en cuanto a

su naturaleza, transmisión, efectos y tratamiento, las mas importante son

aquellas vinculadas a la escasez de agua. Las principales enfermedades

transmitidas por el agua son el cólera, fiebre tifoidea, poliomielitis, meningitis y

hepatitis A y B. La principal problemática es lo poco o nada que hacen las

autoridades y gobiernos por evitar que millones de personas tengan un mínimo

acceso a servicios sanitarios de evacuación de desechos o el agua limpia para

la higiene personal. La provisión de agua pura y de saneamiento adecuado

salvaría millones de vidas, y esto debería ser un primer punto en la agenda del

gobierno peruano que sigue manteniendo una dispersión de sus

intervenciones en el tema de agua y saneamiento. Una violación al derecho al

agua es que el MINSA no promulga el reglamento nacional de vigilancia

sanitaria de la calidad del agua.

La escasez del agua en el Perú se ha convertido en una de las mayores

amenazas al desarrollo económico y la causa de múltiples tensiones y

conflictos. Las disputas regionales por las fuentes de agua se incrementan. Al

ser esenciales para la supervivencia y el desarrollo, a veces, las reservas de

agua dulce han sido el origen de controversias y reyertas, aunque también son

motivo de cooperación entre quienes comparten los recursos hídricos. Las

negociaciones sobre la asignación y la gestión de los recursos hídricos se han

vuelto más frecuentes a medida que aumenta la demanda del preciado

elemento. A medida que la población crece y aumentan los ingresos se

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necesita más agua. El agua es un elemento esencial del desarrollo. Los

sectores más prósperos de la sociedad utilizan más agua y consumen más

carne, para cuya producción se requieren aportes sustanciales de grano y

agua. La escasez, como ya esta demostrado al mismo tiempo implica mayores

intereses comerciales. Las noticias alarmantes de organizaciones ecológicas,

de prestigiosos investigadores y de otras fuentes sobre la escasez de agua

dulce nos obligan a ver la problemática desde un marco más global. Las cifras

presagian que la problemática del agua junta todas las condiciones para causar

el mayor conflicto geopolítico de este siglo. Donde antes el Estado Peruano

eran el dueño y administrador del agua, ahora las empresas comerciales han

empezado a apoderarse de este recurso vital para la vida, y de diferentes

negocios relacionados: la distribución de agua potable, el tratamiento de aguas

residuales, las represas, el gran negocio de embotellamiento del agua, etc. Un

ejemplo, de ello, es la privatización de la producción de agua potable de Lima

Norte. Aún, así, ahora se insiste en poner en el mercado de valores de Lima a

la empresa de agua más grande del Perú:SEDAPAL.

Pocos nos hemos dado cuenta del hecho que, en los últimos tiempos, unas

pocas corporaciones grandes han pasado a controlar el agua del Perú. La

combinación de la escasez del agua con los intereses comerciales de las

grandes corporaciones, forma la amenaza más directa para el derecho al agua

de grandes sectores de la población mundial. Los servicios esenciales – como

la administración y la distribución del agua, al igual que la salud y la educación

– que hasta ahora son regulados en gran parte por los estados, pasarán a

formar parte del mercado de libre comercio. Aunque el tema pueda pasar

desapercibido por la población consumidora, que va dejando de proveerse de

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productos frescos por los envasados, el comercio del agua es un problema al

que no deberían estar ajenos. En principio por que representa una de las mas

grandes violaciones al derecho de este recurso hídrico, hoy no es novedad que

la industria de agua embotellada es uno de los sectores que crece más rápido y

es el menos reglamentado. Entre 1970 y el 2001, las ventas de agua

embotellada en el mundo entero se incrementaron ostensiblemente, pasaron

de 1 mil millones de litros a 89 mil millones de litros. El agua embotellada es en

promedio miles de veces más cara que el agua del caño, y hoy en día miles de

personas compran agua embotellada, debido principalmente a las grandes

campañas propagandísticas de las empresas del agua, que presentan este tipo

de agua como “más pura y más sana”. Esta realidad se podría revertir con una

adecuada organización acerca del manejo del agua en los sectores

poblacionales. Aquí el punto fundamental es el referido a que el agua no debe

ser considerada como una mercancía ya que constituye un patrimonio común

de la humanidad. El agua es un derecho humano fundamental y de todo ser

viviente y debe utilizarse de forma sustentable, resistirse a su tratamiento

como una mercancía y por ende a su privatización. El agua debe mantenerse

en el domino publico y las políticas deben garantizar la equidad y su

participación sobre ella, es decir, lo mas acertado sería que los servicios del

agua privatizados deben retornen al dominio público. Un concepto central en

este enfoque es el de la solidaridad y la equidad en el uso de un recurso que

constituye patrimonio común de la humanidad y que por lo tanto debe ser

compartido. Ambos enfoques en sus análisis sobre la situación mundial del

agua llegan aproximadamente a la misma conclusión, en el sentido de que

existe una «crisis hídrica», aunque plantean causas diferentes sobre las

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razones que la provocan, sin tomar en cuenta que el agua es un Derecho

Humano y un Bien Público. La primera concesión privatista del servicio de

agua se produjo en Tumbes.

Un tema que no se debe dejar de mencionar es el referido a la contaminación,

indicador de que no hay suficiente agua en calidad y cantidad para satisfacer

las necesidades humanas y medioambientales, sobre todo en las zonas

rurales. Casos típicos de contaminación se presentan sobre todo en

comunidades andinas situadas en zonas mineras. La contaminación de los

recursos hídricos que son fuente de abastecimiento en dichas comunidades, ha

sido verificada técnicamente in situ, en varias zonas del país. Lamentablemente

la pasividad del Estado frente a ella, constituye una violación del derecho al

agua de las comunidades, limitando su acceso a suficiente agua segura y de

calidad aceptable, y afectando los escasos medios de producción de las

comunidades, que constituyen su único sustento de vida. Se han recogido

testimonios sobre los graves impactos en tierras de cultivo regadas con agua

contaminada de ríos y quebradas, como estás su vez ponen el riesgo la

alimentación de las comunidades y la ubicación de relaves al pie del rio Rimac

como es el deposito de relaves Tamboraque. A pesar, de que hoy está probado

que es posible purificar aguas con métodos sencillos.

El derecho al agua tiene una particular característica en el caso de los pueblos

indígenas, dado que su goce y ejercicio se encuentra en estrecha conexión con

el derecho al territorio. El derecho al territorio consiste en el derecho de control

y dominio del recurso agua, así como el derecho a utilizar aquellas a las que

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tradicionalmente han tenido acceso para sus actividades tradicionales y de

subsistencia. En el Perú, sigue pendiente, que el Congreso otorgue fuerza

constitucional a la Declaración Universal de los Pueblos Indígenas.

Así, cuando nos referimos a la protección de los bienes comunes, entre ellos el

agua, de los pueblos originarios, lo hacemos como un elemento unitario tierra-

recursos naturales, siendo esencial que se conozca y comprenda la relación

profunda que los pueblos originarios tienen con sus tierras y con todo lo que

contienen. Por tal razón, el Estado Peruano tienen la obligación especial de

adoptar medidas para velar por que el acceso de los pueblos originarios a los

recursos de agua en sus tierras ancestrales sea protegido de toda trasgresión y

contaminación ilícitas. El Estado debe facilitar recursos para que los pueblos

indígenas planifiquen, ejerzan y controlen el acceso al agua.

Asimismo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha subrayado

que el control del territorio se relaciona tanto con su capacidad para obtener los

recursos que sustentan la vida, como para el espacio geográfico necesario

para la reproducción cultural y social del grupo. De ese modo, se puede afirmar

que respecto de los pueblos indígenas el goce y ejercicio del derecho al agua

depende esencialmente de la vigencia del derecho a la tierra. Por lo tanto el

agua que se encuentran en los terrenos de la comunidad tales como ríos,

canales, acequias y vertientes debe ser consideradas bienes de propiedad y

uso de la Comunidad Indígena. La situación de los derechos humanos y las

libertades fundamentales de los indígenas, en el Perú esta arraigada en el

tema de la problemática del derecho a la tierra que se complica en cuanto se

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refiere al acceso de los indígenas a los recursos del subsuelo y otros, como

son el agua y los recursos del mar, partes esenciales de su economía de

subsistencia y de su tradicional identidad cultural. Sin embargo la mayor parte

de las fuentes y los cursos de agua en áreas indígenas están concesionadas a

terceros. En este contexto, diversas comunidades enfrentan la pérdida de su

derecho tradicional a extraer los recursos alimenticios de ella, incluidos los

recursos marinos. En ese sentido, este caso tiene particular importancia porque

permite poner de relieve que las actividades económicas que realizan las

empresas públicas o privadas utilizando recursos hídricos deben respetar en

todo momento los derechos humanos.

En lo que respecta al agua, en nuestra Constitución vigente no existe ninguna

referencia directa y expresa acerca del derecho al agua. Es cuestionable,que el

Artículo 66º, exprese que el agua es un derecho real. Sin embargo, tuvo que

ser el Tribunal Constitucional como supremo interprete que señaló que el

derecho al agua está explicito en la Constitución al establecer una lista de

derechos.

Nuestro país es signatario del Pacto Internacional de Derechos Económicos,

Sociales y Culturales 33 -PIDESC- que tiene el status de Tratado Internacional

y cuyos derechos ahí reconocidos son de obligatorio cumplimiento para el

Estado Peruano. El derecho al agua ha sido reconocido en un gran número de

documentos internacionales, tales como tratados, declaraciones y otras

normas. Por ejemplo, en el párrafo 2 del artículo 14 de la Convención sobre la

eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer se dispone

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que los Estados Partes asegurarán a las mujeres el derecho a «gozar de

condiciones de vida adecuadas, particularmente en las esferas de [...] el

abastecimiento de agua». En el párrafo 2 del artículo 24 de la Convención

sobre los Derechos del Niño se exige a los Estados Partes que luchen contra

las enfermedades y la malnutrición mediante «el suministro de alimentos

nutritivos adecuados y agua potable salubre». Aún asi, el Estado Peruano, no

quiere firmar el Protocolo Facultativo de los DESC.

Sin embargo, en la asignación del agua debe concederse prioridad al derecho

de utilizarla para fines personales y domésticos. También debería darse

prioridad a los recursos hídricos necesarios para evitar el hambre y las

enfermedades, así como para cumplir las obligaciones fundamentales que

entraña cada uno de los derechos del Pacto En los últimos años y en todas

partes del mundo, hemos visto surgir una gran cantidad de iniciativas alrededor

de lo que se ha empezado a llamar el ‘oro azul’. Mejor aún es que ahora, las

acciones que están asumiendo y articulando las organizaciones de la sociedad

están cada día más enfocadas hacia la protección y la promoción del derecho

al agua. La toma de conciencia sobre la importancia del agua, es esencial

para todos los aspectos de la vida humana. Se sabe que con suministros

suficientes de agua potable y el saneamiento adecuado, algunas enfermedades

mortales se pueden reducir de manera que mejores sistemas de riego permiten

mejorar en forma importante la producción agrícola, implicando un mayor nivel

de consumo de alimentos y de ingresos económicos para la población rural.

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Una idea potente que surge es el acceso libre gratuito a una dotación minima

de agua(servicio y recurso natural).

Si bien, muchos de nosotros ya habíamos estado involucrados en proyectos

que buscaban mejorar la disponibilidad y la calidad del agua para grupos de

personas que no contaban con ello. Se sabe que para el reconocimiento del

agua como un derecho; como patrimonio de las naciones se requiere de una

gestión mundial pública; el aumento de los recursos financieros para invertir en

la realización de este derecho mundialmente; el control democrático sobre las

políticas relacionadas con el agua (y no en manos de inversionistas privados).

Organizaciones de la sociedad civil tendrán el deber de construir alianzas muy

sólidas para defender al agua como un bien social relacionado con el derecho a

la vida misma. Un esfuerzo que debe hacer visible es lograr concretar la

Declaración ALC-UE, que precisa la importancia del canje de deuda externa

por agua.

El consumo de agua per cápita aumenta (debido a la mejora de los niveles de

vida), la población crece y en consecuencia el porcentaje de agua objeto de

apropiación se eleva. Existen diversas iniciativas de la comunidad internacional

que tratan sobre la necesidad de establecer principios y mecanismos para un

manejo sostenible del recurso hídrico. A lo largo de los años, las

preocupaciones mundiales entorno al agua se han planteado a través de

principios, desafíos, retos, metas ó compromisos que se han ido plasmando en

tratados y declaraciones internacionales.

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Primero se trató fundamentalmente de solucionar el problema del acceso de las

poblaciones al agua potable y saneamiento, después se puso un énfasis más

ecologista que no solo se preocupaba por la provisión de un servicio sino

también por la preservación y conservación de un elemento de la naturaleza,

en base a lo que se denominó la “Gestión Integral de los Recursos de Agua”,

cuyos principios básicos se sentaron en Dublín (1992) y se expresaron en

planteamientos de políticas públicas en Río de Janeiro a través del capítulo 18

de la denominada Agenda 21.

Posteriormente, organismos internacionales como la FAO y la CEPAL, así

como entidades financieras internacionales como el Banco Interamericano de

Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM) también comenzaron a elaborar su

posición y plantearla como parte de sus acciones en los países. A esto se sumó

la constitución de dos entidades mundiales para tratar el tema del agua: el

Consejo Mundial del Agua (WWC) y la Asociación Mundial del Agua (GWP). La

tendencia predominante se fue orientando a tratar al agua como una mercancía

buscando adoptar un modelo de privatización y apertura a las inversiones sin

medir los costos ambientales y sociales, que en este caso alcanza a servicios

básicos como son la provisión de agua potable y alcantarillado y el acceso a

fuentes de agua.

En sí, la existencia de los tratados y declaraciones, junto con la jurisprudencia

emitida por los Tribunales de Agua, representan el sustento ético y jurídico que

fundamenta la defensa al derecho al agua que tiene todo individuo. El agua es

un recurso finito y vulnerable, esencial para sostener la vida, el desarrollo y el

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medio ambiente. El aprovechamiento y la gestión del agua se debe inspirarse

en un planteamiento basado en la participación de los usuarios, los

planificadores y los responsables de las decisiones a todos los niveles. Los

estados deberían formular y mejorar, políticas nacionales de aguas que

reconozcan el valor social, económico, ecológico y ambiental, y la necesidad de

la gestión sostenible de los recursos hídricos, con la participación de las

comunidades y el sector privado; apoyar estrategias para asegurar su puesta

en práctica mediante el ajuste del marco institucional para fomentar la

coordinación e integración entre sectores; el desarrollo de capacidades en cada

país para realizar evaluaciones completas de los recursos hídricos, desarrollo

de marcos jurídicos adecuados; la búsqueda de nuevos medios para obtener

recursos financieros, prestando particular atención al agua subterránea y a la

evaluación de la calidad, el uso y la demanda del recurso agua; y apoyar el

intercambio de datos e información.

Los recursos hídricos en el Perú se encuentran distribuidos en forma desigual

al tamaño poblacional, donde su disponibilidad y acceso son variables y en

algunos países escasos. La renovación de agua dulce viene siendo alterada

por los cambios climáticos que perturban el ciclo hidrológico del agua. Una

propuesta para lograr revertir la falta de agua es la recuperación glacial.

El Perú es un país de grandes recursos hídricos, pero que no escapa a esa

realidad. Localizados principalmente en su región amazónica, y contrasta con

las condiciones de extrema aridez de la mayoría de sus áreas pobladas. Esto

otorga al recurso agua un alto valor económico y genera conflictos de interés y

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competencia entre diferentes áreas geográficas y tipos de usuarios. Se prevé

que el Perú sufrirá estrés hídrico, más que por la falta de recursos hídricos, por

el planteamiento de sus sistemas de ocupación territorial y por los modelos de

desarrollo que tenemos en el país. «No es porque no dispongamos de agua, el

problema es que el 53% de nuestra población está abastecida sólo por el 2%

del agua que está en la costa y el resto se encuentra en la selva.

Del análisis de los Acuerdos, Declaraciones, Tratados y Conferencias que se

han venido dando desde los años 70’ se puede afirmar que ha habido un

cambio en los enfoques entorno al derecho al agua: se fue pasando del énfasis

del agua como derecho y el mejoramiento de la provisión de agua potable y

saneamiento básico entre los años 80’ a los 90’, a una mayor preocupación por

la gestión en sí con énfasis en cuestiones ambientales, enfatizándose su valor

económico a partir de la Conferencia de Dublín y la Cumbre de la Tierra en

1992, conceptuándola como bien comercial. Frente a esto, a fines del 2002, el

Comité de derechos económicos, socia-les y culturales vuelve a invocar al

agua como bien común y público restituyéndole su condición de derecho

humano.

Es posible identificar dos tipos de enfoque sobre el agua a nivel internacional.

Uno centrado en la “seguridad hídrica” que es promovido por organizaciones

internacionales como el Consejo Mundial del Agua y la Asociación Mundial del

Agua, cuyos elementos principales son: utilización más eficiente del agua;

valoración del agua como mercancía; reconocimiento del costo total; gestión

basada en la información y el conocimiento científico; innovaciones

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tecnológicas; y participación privada en las inversiones. El otro enfoque se

centra en la «solidaridad y equidad», reconociendo al agua como bien público y

derecho fundamental, se resiste a tratarla como mercancía y por lo tanto a su

privatización.

Con relación al Estado Peruano, su legislación no garantiza efectivamente el

derecho al agua a la población mucho menos a las comunidades indígenas,

por lo que debe adoptar las medidas necesarias para que puedan gozar

efectivamente de este derecho. En conclusión, es menester del hombre de este

siglo evaluar la situación del acceso al agua en nuestro país, identificando

como el Estado viene cumpliendo los compromisos nacionales e

internacionales para garantizar este derecho, así como las estrategias que

desde la sociedad civil se vienen asumiendo para acceder a dicho servicio. La

sociedad civil ha denunciado al Estado Peruano, en el año 2009, por

incumplimiento del Convenio 169, al postergar que las comunidades originarias

controlen sus recursos naturales.

El mundo necesita mejorar la gestión de los Recursos Hídricos a partir de

estrategias integrales que permitan su uso racional, lo cual requerirá de

políticas y respuestas coordinadas a los problemas a nivel local, nacional e

internacional. El deficitario abastecimiento de agua potable per cápita amenaza

la salud y las condiciones de vida de millones de personas, y al mismo tiempo,

debilita la productividad agrícola y el desarrollo industrial.

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Hay que tomar en cuenta que el agua es un recurso fundamental para la vida

humana, sin embargo su acceso no está disponible para todos. Pero a su vez

es un recurso escaso y por ello materia de conflicto no sólo entre las

poblaciones carentes del acceso a agua de calidad, sino entre los Estados, y,

entre estos últimos y las empresas transnacionales. El reconocimiento del

derecho al agua como derecho humano fundamentalisimo significa un paso

importante para la protección de valores fundamentales para existencia de la

humanidad. Garantizar el derecho al agua a todos los individuos permite

también proteger su derecho a la alimentación, la salud y la vida.

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