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Robespierre y su dictadura del Terror

Maximilien Robespierre fue uno de los políticos más destacados de la Revolución


Francesa de 1789. Al principio de su carrera se caracterizó por su postura
democrática y tolerante pero siendo el líder de los jacobinos consiguió alzarse con
el poder en Francia y establecer una dictadura del Terror, donde mandaba de
forma intransigente sobre todos sus compañeros. Al final, la justicia de la
Convención quiso que muriera guillotinado, de la misma forma que, años antes, él
había terminado con aquellos que se habían alzado contra su reinado de terror.

Robespierre nació el 6 de mayo de 1758 en Arras (Francia) en el seno de una


familia acomodada. Esto le permitió realizar los estudios de Derecho y convertirse
en jurista. Su primer cargo fue el de Juez Criminal de la Diócesis de Arras, aunque
también ejerció de defensor legal de aquellos que menos recursos tenían. Esto,
junto a la oposición que sentía frente a la pena de muerte y la notoriedad que
empezó a acumular como escritor, le colocó como uno de los abogados más
prominentes de Arras.

Viendo que tenía un gran respaldo popular, se presentó a las elecciones de los
Estados Generales en abril de 1789 y consiguió ser elegido como quinto diputado
del Tercer Estado en Artois. Su primera etapa como político se caracterizó por ser
un orador convencido y llegó a realizar más de 150 discursos. No obstante, no
logró imponerse a la asamblea constituyente, de la que fue uno de los pocos
miembros demócratas.

Con el paso de los días, fue tomando una postura cada vez más extremista. Se vio
que tenía grandes influencias del pensamiento de Rousseau y que estaba
convencido de que lo primordial era proteger las necesidades del pueblo y luchar
contra el Partido aristocrático. Esto le permitió animar el “club de los jacobinos”,
grupo que acabaría liderando a partir del verano de 1792.

Debido a su vida sencilla, fue calificado de “incorruptible” por muchos de sus


rivales. Denunció el conflicto de Francia con Austria de 1792 y se declaró
“enemigo de la guerra”.

En las elecciones a la Convención Nacional que se realizaron por sufragio


universal en septiembre de 1792, fue elegido diputado por París y perteneció a los
llamados “montañeses”, que se llamaban así por tener los escaños en la parte alta
del hemiciclo. Los montañeses votaron a favor de la ejecución del rey y
empezaron a realizar una campaña de desprestigio contra los girondinos.

Robespierre adoptó como objetivo principal luchar contra el girondino Brissot y


aquellos que les apoyaban. Gracias al apoyo de la Comuna de París y de las
asambleas de sans-culottes de los distritos de la capital francesa, consiguió que
fueran excluidos en mayo de 1793.

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Sin embargo, la situación de la República en 1783 era extremadamente grave:
acosada desde el extranjero y con revueltas en el interior. Para combatir este
escenario, Robespierre declaró la necesidad de tener un poder dictatorial
centralizador, basado en la virtud y en el terror. La Asamblea decidió entonces la
creación del llamado Comité de Salvación pública, un organismo dotado de
poderes especiales para luchar contra todas las amenazas que se le presentaban.

El 27 de julio de 1793, Robespierre entró a formar parte del Comité y mostró sus
cualidades de estadista. Sembrando el terror y el miedo a que los extremistas
fueran agentes enemigos, convenció a la Convención de que les concedieran el
poder ejecutivo. A partir de aquí comenzaría la etapa más negra de la Revolución
Francesa. Primero se produjo la eliminación de los exaltados (o hebertistas) en
marzo de 1794, y después de los moderados (o dantonistas) en abril de ese
mismo año.

A finales de 1794, Robespierre ya ejercía como portavoz del poder ejecutivo


triunfador y se convirtió en el dueño de Francia. Durante su dictadura reforzó el
régimen del Terror e impuso a los franceses el culto del Ser supremo. Después de
la victoria de Fleurus el 26 de junio de 1794, que alzó nuevamente a la Francia
revolucionaria, su duro régimen se hizo intolerable por la ciudadanía.

El 27 de julio de 1794, Robespierre, su hermano Agustín y sus amigos, entre los


que se encontraba Saint-Just, fueron arrestados por la Asamblea en el llamado
“Golpe de estado termidoriano”. Aunque la Comuna se sublevó a favor de
Robespierre, la Convención fue implacable: le detuvo y fue guillotinado.

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