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Gracias a la biotecnología se puede transferir un gen de un organismo a otro para dotarle de alguna
cualidad especial de la que carece. De este modo, las plantas transgénicas pueden resistir plagas,
aguantar mejor las sequías, o resistir mejor algunos herbicidas. En Europa no todas las modalidades de
transgénicos están autorizadas, sólo algunas pueden ser cultivadas y posteriormente comercializadas.
Los transgénicos, desde su nacimiento, han suscitado mucha polémica. Existen seguidores fanáticos y
detractores acérrimos. Por ejemplo, Juan Felipe Carrasco, ingeniero agrónomo y responsable de
la Campaña contra los Transgénicos de Greenpeace en España, cree que "la agricultura industrial,
la que actualmente se nos vende como aquella que produce alimentos para toda la humanidad,
desgraciadamente, está produciendo también muchísimos daños irreversibles". Para Carrasco "no es
cierto que la ciencia esté a favor de los transgénicos", apuntando además que "los que estamos
en contra de los transgénicos no estamos en contra de la ciencia del futuro, estamos en contra de la
liberación de transgénicos en el medio ambiente". Para Greenpeace los transgénicos incrementan el uso
de tóxicos en la agricultura, la pérdida de biodiversidad, los riesgos sanitarios no están evaluados, etc.
En cualquier caso, sea cual sea la elección final del consumidor, no está de más saber qué productos
contienen organismos modificados genéticamente. Con este objetivo, Greenpeace ha elaborado la "Guía
roja y verde de alimentos transgénicos". En la lista verde se encuentran aquellos productos cuyos
fabricantes han garantizado que no utilizan transgénicos ni sus derivados en sus ingredientes o aditivos.
En la roja están aquellos productos para los cuales Greenpeace puede garantizar que no contengan
transgénicos.
La ingeniería genética es la que se encarga de realizar este complejo proceso que suele ser
mucho más efectivo que la crianza selectiva en la que se toman diferentes especímenes con
los rasgos deseados para su crianza y así poder obtener descendencia con dichas
características. Sin embargo, el problema de la crianza selectiva es que incluso pueden
pasarse rasgos no deseados, a diferencia de la ingeniería genética en donde sólo se toman
los genes que se quieren transmitir hacia futuras generaciones.
Gracias a este proceso se pueden obtener grandes beneficios como alimentos con mejor
apariencia, más nutritivos, resistentes a plagas, enfermedades, sequía, una mayor
producción, producto de un crecimiento más acelerado, entre otros.
Por esa razón es que puede llegar a haber mucha desconfianza acerca de los alimentos que
consumimos hoy en día, y aunque resulta imposible, a simple vista, saber si lo que estamos
comiendo es completamente natural o ha sido posible gracias a la ingeniería genética, sí que
podemos darnos una idea sabiendo cuáles son aquellos alimentos que mayor incidencia
tienden a ser producidos mediante este proceso.
1. Maíz
En los Estados Unidos, aproximadamente el 85% del maíz que se cultiva dentro del territorio,
ha sido modificado genéticamente. Muchos de los productos, especialmente de la marca Aun,
que se encarga de producir alimentos de copos de maíz entero, tienen en su composición
maíz modificado genéticamente.
La razón, además de la eventual disminución en los costos, por la que se modifica el maíz, es
porque esto les hace resistentes al glifosato, es decir, un herbicida que se utiliza para matar
las malas hierbas y que bajo una situación normal, también puede afectar a la producción.
2. Leche
Sabemos las condiciones deplorables en las que se cría a las vacas lecheras a lo largo de su
vida, gracias a los intensos movimientos veganos que buscan parar su consumo para evitar
más el sufrimiento de estos animales. No obstante, lo que pocas veces nos muestran
también es que uno de los procesos de selección para mejorar la producción del líquido
lácteo es que las vacas son alimentadas con RBGH de manera regular.
El rBGH es una hormona recombinante que incita al crecimiento bovino. En algunos países
como la Unión Europea, Japón, Canadá, Nueva Zelanda y Australia, se encuentra
completamente prohibida.
3. Soya
La soya es otro de los alimentos que gran aceptación ha tenido en los últimos años debido a
sus grandes propiedades que son especialmente vistas por los practicantes del
vegetarianismo y veganismo (así como sus variantes), además de claro, los deportistas de
alto rendimiento debido a sus altos aportes de proteína.
Hoy en día, la soya es el alimento que mayor se produce mediante la ingeniería genética en
los Estados Unidos.
4. Alfalfa
Con la producción de la alfalfa genética se permitió a los productores rociar el producto con
dicho herbicida sin dañar la producción en lo más mínimo.
5. Tomates
Los tomates han tenido una gran trascendencia en el mundo moderno al punto de que
podemos encontrarlo en casi cualquier plato fuerte, acompañamiento, ensaladas e incluso
aderezos como el ketchup.
Para suplir esta fuerte demanda se ha solicitado la intervención de la ingeniería genética que
permite una mayor producción, tomates más nutritivos y al mismo tiempo más resistentes
durante el proceso de plantación y transporte para ser capaces de aguantar su transporte
por largos trayectos, así como su almacenamiento.
6. Canola
La canola lleva mucho tiempo desde que se empezó a producir con genes modificados. Su
aprobación fue posible hace más de 20 años, en 1996 para ser precisos. Para el 2006, es
decir, diez años después de que se dieran los primeros cultivos genéticamente modificados,
ya alrededor del 90 de la producción de canola provenía de la misma manera en los Estados
Unidos.
7. Calabaza y Calabacín
Aunque es cierto que estos alimentos no tienen una gran incidencia dentro de la ingeniería
genética, es decir que la producción total es baja en comparación a la producción tradicional,
sí que podemos encontrarlos, especialmente en sus variantes de calabaza y calabacín
amarillo que se cultivan de mayor forma en los Estados Unidos.
Estas variantes de calabacín y calabaza han sido modificados para contener genes de
proteínas que les hacen más resistentes a los virus y, al igual que sucede con el resto de los
alimentos que se modifican genéticamente, no se pueden apreciar a simple vista de un
producto más natural.
8. Remolacha azucarera
9. Pan
Hoy en día, el pan que se comercializa en todos los supermercados, provenientes de grandes
empresas trasnacionales, posiblemente tenga un origen menos natural. De hecho, esto es
probable, ya que el pan es considerado como uno de los alimentos transgénicos más
populares.
Sin embargo, vale la pena aclarar que esto no se debe específicamente a que se le inyecten
genes específicos al pan, sino más bien a la materia prima de este, es decir, el trigo y otros
cereales con los que se elabora.
En 2016, en México, la ONG, Greenpeace, hizo un fuerte movimiento para llamar a la gran
transnacional Bimbo para reducir la producción de alimentos genéticamente modificados
debido a que en ella también se utilizan pesticidas que dañan fuertemente al ambiente y que
incluso han sido prohibidos en países como Canadá, los Estados Unidos, etc.
10. Papa
Gracias a la producción de papa a través de la ingeniería genética, estas ahora cuenta con
mayores niveles de minerales que les hacen más resistentes.
En los últimos años hemos escuchado bastante nombrar a los alimentos “transgénicos”, con
organismos que están totalmente en contra de ellos, pero también, muchos otros que los
avalan, de acuerdo a sus intereses o justificaciones desde la cadena productiva. Mas allá de
las ideologías, debemos conocer un poco más acerca de estos alimentos que están presentes
en nuestra alimentación cotidiana y, lamentablemente, no nos benefician desde el punto de
vista de la salud y la nutrición.
Los alimentos transgénicos son aquellos que incluyen en su composición algún ingrediente
que procede de un organismo que se le ha incorporado, mediante técnicas genéticas, un gen
de otra especie. Gracias a la biotecnología moderna se puede transferir un gen de un
organismo a otro para dotarlo de una cualidad especial de la que carece, para que de esta
forma las plantas transgénicas puedan resistir las plagas, resistir mejor a los herbicidas y a
las sequias, entre otros factores que la suelen afectar. Son las clásicas verduras o frutas
que tienen una vida útil mucho más larga que otros que se plantan naturalmente y
su aspecto es diferente, pues son más grandes y con colores más vivos, es decir,
más atractivas a la vista, no así, al gusto y olfato.
Si bien, son indiscutibles los beneficios que trae esta técnica para la producción de alimentos,
los efectos que los mismos provocan en nuestra salud no son tan beneficiosos, al contrario,
pueden producir:
En el caso de Europa, no tas las modalidades de transgénicas están permitidas, ya que solo aquellas que pueden ser cultivadas y
posteriormente comercializadas lo están.
Desde que aparecieron los alimentos transgénicos han sido objetivo de mucha polémica. Existen personas que están a su favor y
otras que están completamente en contra de la producción de estos alimentos.
Por ejemplo, Juan Felipe Carrasco, responsable de la campaña contra los transgénicos de GreenPeace, comenta que la agricultura
industrial que actualmente se vende como “alimentos para toda la humanidad” está causando daños irreversibles, ya que según el,
no es cierto que la ciencia este a favor de dichos alimentos, apuntando que las personas que están en contra de dichos alimentos
no están en contra de la ciencia del futuro, sino que están en contra de la liberación de transgénicos al medio ambiente.
Los defensores de dicha práctica creen que con la modificación genética se pretende lograr alimentos mucho más resistentes y con
mejores cualidades nutritivas que sean más beneficiosas para el ser humano. Es decir, nos podemos encontrar con maíz más
resistente a los insectos, tomates que duran más tiempo en el refrigerador sin echarse a perderse, arroz rico en vitamina A,
cosechas más resistentes a sequias, cultivos que sobreviven a insecticidas y herbicidas, café sin cafeína, etc…
En pocas palabras podemos decir que el propósito o el objetivo con el que se hicieron los alimentos transgénicos fue para hacer
alimentos más resistentes, duraderos, más nutritivos y en menos tiempo.
Anteriormente ya comenté algunos de los alimentos transgénicos que podemos consumir, pero a continuación veremos más
ejemplos y los explicare a detalle:
Soja transgénica: Los cambios que se hacen a partir de los genes extraídos de los herbicidas de bacterias se introducen en las semillas de
soja. Cuando esta es modificada resulta mucho más resistente a los gilfosatos y a los herbicidas.
Maíz transgénico: En el caso del maiz los nuevos genes son insertados en el genoma de la planta. Gracias a estas modificaciones que
recibe es mucho más resistente a los insectos, gilfosatos y herbicidas. Los granos de maíz que se producen gracias a la transformación
genética se caracteriza por ser más brillantes y tener un color anaranjado.
Carnes transgénicas: Este tipo de carnes se hace desde hace más de 20 años, cuando los animales (Cerdos, aves, peces y vacas)
comenzaron a ser modificados. Las modificaciones tienen el objetivo de aumentar el tamaño y el peso de los animales, así como el de
acelerar su crecimiento.
Trigo transgénico: Este trigo es mucho más resistente ante las sequias, insecticidas y a los insectos. Sin embargo, vale la pena resaltar
que actualmente hay más casos de gente que resulta intolerante al trigo y a los celíacos, por lo que se cree que hay una relación directa
con las modificaciones genéticas que se han hecho sobre el trigo.
Papas transgénicas: En el caso de las papas las enzimas de almidón son invalidadas al ser introducida una copia antagónica del gen que la
anula. Para poder producir este tipo de papas es necesario generar las condiciones necesarias, ya que en realidad es bastante complejo,
tanto que en la actualidad no se pueden encontrar este tipo de papas en el mercado.
Tomates transgénicos: La principal diferencia entre los tomates transgénicos y los comunes es que el tiempo en el que se descomponen
es mucho más largo. Para lograr esto, una de sus enzimas tiene que ser inhibida genéticamente gracias a su gen opuesto. Para esto tiene
que ser introducido en el genoma de la tomatera. Actualmente este tipo de tomates intenta ser reinsertado en el mercado, ya que
anteriormente habían sido retirados por ciertas dificultados el momento de comercializarlos.
Arroz transgénico: Para poder modificar genéticamente al arroz se le debe de introducir tres genes nuevos, dos provenientes de los
narcisos y uno de una bacteria. El resultado es un arroz con mayor contenido de vitamina A.
Café transgénico: Generalmente el café es modificado con el único objetivo de aumentar la producción, aunque también suele ser
modificado para una mayor resistencia a los insectos, para disminuir los niéveles de cafeína y para mejorar su aroma.
Uvas transgénicas: Principalmente el objetivo con el que se modifican las uvas es para aumentar su resistencia y para eliminar las
semillas que tienen.
¿Cuántos tipos de alimentos transgénicos hay?
1. Sustancias empleadas en tratamientos de animales con el objetivo de mejorar la producción: El mejor ejemplo que podemos
mencionar sobre este tipo de transgénicos son las hormonas de crecimiento bovino que se utiliza para aumentar la producción de la
leche. Esta hormona está permitida en Estados Unidos, pero no en la Unión Europea.
2. Sustancias usadas en la industria alimentaria, obtenidas de microorganismos por técnicas de DNA recombinante: El mejor ejemplo que
podemos mencionar en este caso es la quimosina (cuajo) recombinante, la cual se usa en la Unión Europea para fabricar queso. Está
tiene algunos problemas burocráticos, pero no es una fuente de problemas ecológicos, ni representa riesgo alguno para el consumidor.
3. Animales transgénicos que segregue en su leche una proteína humana o que tengan menor contenido de lactosa: Estos aún no se
encuentran a nivel comercial, así que en realidad no hay mucha información al respecto.
Vale la pena mencionar que de estos tres casos no se libera ningún organismo al medio ambiente. Una vaca no es organismo que
pueda “polinizar” sin control a nadie, mientras que en los otros casos solamente se comercializan sustancias puras obtenidas.
No solo se consideran los aspectos ecológicos como la transferencia de genes de resistencia, sino que son más importantes los
aspectos relacionados con la seguridad de los consumidores, los cuales son fáciles de examinar.
Los expertos en la materia coinciden en que no hay ninguna razón para pensar que los transgénicos son alimentos prejudiciales para la
salud. Muchos catedráticos están de acuerdo en que “la polémica sobre la seguridad de los transgénicos parte de la ficción. Hoy en día se
producen alrededor de 40 millones de hectáreas de alimentos genéticamente modificados y no hay ninguna acusación que se tenga en
pie”. Asimismo, se ha comentado que estos no ofrecen ningún peligro en lo absoluto y que los vegetales modificados “vienen” de otros
vegetales “normales”, por lo que no representar ningún riesgo, así que su consumo es totalmente inocuo.
Los alimentos transgénicos son sometidos a controles y análisis constantemente, pasando por procesos muy rigurosos y exhaustivos,
incluso superiores a los que son sometidos los alimentos comunes. “Las exigencias de la seguridad alimentaria que se imponen a
cualquier alimento transgénico antes de su aprobación, son realmente exhaustivos”, comenta el ex presidente del CSIC, César Nombela.
Los datos revelados por el departamento de Agricultura de los Estados Unidos han dado a conocer que durante el año 2000 había más de
un billón de plantas transgénicas en el suelo, las cuales no presentaron alteraciones que comprometieran al medio ambiente o a la salud
de sus habitantes.
Se han divulgado algunos experimentos aislados con resultados negativos para la salud, “dónde la comunidad científica los ha juzgado
como no ortodoxos, a pesar de que han sido publicados en revistas científicas reconocidas a nivel internacional. ¿Por qué? Debido a que
estos experimentos aislados tenían defectos de metodología, según informaron varios colegas con gran prestigio.
Sobre el tema de que han hecho a más personas alérgicas, en los Estados Unidos se publicó un documento guía de la Comisión del Codex
Alimentarius, en el que se estableció la obligatoriedad de probar si existe IgE (inmunoglobulina ligada a la alergia) en cada uno de los
nuevos productos. Asimismo, se exigió buscar en los bancos de datos de proteínas por si las nuevas prioteinas son semejantes s alguno
alérgeno ya conocido. Hay varios organismos públicos y privados por todo el mundo que ejercen este tipo de control sobre los alimentos
modificados.