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“QUE CREÁIS EN EL QUE ÉL HA ENVIADO”

(Jn. 6,29)

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 1


2 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN
EL NUEVO PLAN DIOCESANO DE PASTORAL EN
EL AÑO DE LA FE
“La obra de Dios es esta: que creáis en el que Él ha enviado” (Jn 6,29). La tarea que
Dios nos encomienda es creer en su Hijo. Jesús lo proclama como respuesta
sugerente e incisiva ante la cuestión que le plantean aquellos que le escuchan
en la sinagoga de Cafarnaum al iniciar el discurso del pan de vida: “¿Qué obras
tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?”
Ante la presentación y puesta en marcha de nuestro nuevo Plan Diocesano
de Pastoral, que se enmarca perfectamente en el Año de la Fe convocado por
el Papa Benedicto XVI, aquella pregunta sigue manteniendo toda su vigencia
para nosotros aquí y ahora: ¿Cual es la tarea principal que Dios nos pide hoy?
Jesús manifiesta con meridiana claridad su propuesta: creer en Jesucristo Resu-
citado, tomando conciencia de la importancia de nuestra fe. Todas las acciones
que pongamos en marcha en el próximo trienio, como concreción práctica de
los objetivos contenidos en este nuevo plan diocesano, deben converger en
ese fin: aumentar nuestra fe y trasmitirla a los demás.
Esta gira en torno a la Pascua anual, en la que anunciamos la muerte del Señor
y proclamamos su resurrección, y a la pascua semanal del domingo. El Triduo
Sacro se presenta como el centro del año litúrgico a lo largo del cual celebra-
mos a Cristo en su totalidad, en los principales misterios de su vida que alum-
bran los contenidos de las verdades que creemos y profesamos. Vivir el año
litúrgico es expresión auténtica de una fe celebrada, orada y vivida que nos
prepara para trasformar el mundo buscando únicamente la gloria de Dios y el
bien de todos los hombres.
La fe que profesamos no es sólo una doctrina, un conjunto de ideas o normas
morales o una rutina social. Es mucho más. Lo expresa bellamente Benedicto
XVI en la Deus Caritas est: “Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el
cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una
decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con
una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación deci-
siva”1. El encuentro con la persona de Cristo que se convierte para el hombre de
fe en un acontecimiento a partir del cual ya nada es igual, su vida se trasforma.

1.- Benedicto XVI, Carta Encíclica Deus Caritas est nº1.

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Debemos luchar por conseguir ese encuentro personalmente y constatar que
es real. A ello nos anima el Papa Benedicto XVI en su convocatoria del Año de
fe: este “es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único
Salvador del mundo. Dios, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en
plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante
la remisión de los pecados (cf. Hch 5, 31)”. A su vez, debemos ayudar a los demás
a que también lo tengan. Trasmitir la fe significa eso, crear en el hoy de nuestra
historia las condiciones favorables para que se realice ese encuentro entre cada
uno de nosotros y Cristo. En esta tarea todos debemos sentirnos responsables.
Y a ello deben ir dirigidas indudablemente nuestras acciones a la hora de po-
ner en marcha y desarrollar nuestro Plan Diocesano de Pastoral.
Los creyentes que vivimos nuestra fe en esta Iglesia que peregrina en Teruel
y Albarracín, tenemos que ser capaces de irradiar a Cristo viviendo con clari-
dad la identidad de nuestra fe que debe transparentar un estilo de vida propio
de una comunidad que se sabe testigo del Resucitado. Debemos recuperar la
alegría de creer y redescubrir el entusiasmo en la comunicación de la fe. A se-
mejanza de los primeros cristianos, hemos de convertirnos en una comunidad
dinámica, capaz de reestructurarse siempre a sí misma en consonancia con las
nuevas circunstancias que nos toca vivir. La alegría de creer nos ayuda a afron-
tar nuestra tarea con la pasión propia de quién ha acogido el evangelio como
buena noticia, confiando plenamente en el Resucitado.
Tradicionalmente, la Iglesia siempre ha encontrado modos y caminos ade-
cuados, creativos y audaces para favorecer el encuentro entre el Evangelio y el
hombre de cada tiempo. Esta actitud misionera, ilusionada y esperanzada debe
ser un referente fundamental a la hora de poner en marcha nuestro Plan Dioce-
sano de Pastoral. Este es fruto de la acción del Espíritu Santo, que ha escuchado
las suplicas de nuestra Iglesia de Teruel y de Albarracín, y de la colaboración de
muchos que a lo largo del pasado curso dedicásteis tiempo, buen hacer e ilu-
sión en la realización de este proyecto. Es necesario, y a ello os animo, acogerlo
con entusiasmo para poder realizar con la máxima intensidad posible nuestra
misión de evangelizar en este momento de la historia, anunciando a Jesucristo,
Dios y hombre verdadero, salvador de toda la humanidad.
El Plan Diocesano de Pastoral ayuda a que el trabajo que se realiza en las distin-
tas instancias eclesiales pueda cobrar un mayor sentido de diocesaneidad. En el
plan se señalan algunas líneas prioritarias de acción pastoral para los próximos
tres años a desarrollar en parroquias, comunidades religiosas, movimientos y aso-

4 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN


ciaciones, delegaciones episcopales, escuelas etc. Los objetivos que se proponen
buscan poner el acento en algunas prioridades, sin la intención de excluir ningún
ámbito o actividad de la pastoral en que se desarrolla en la evangelización dio-
cesana. En el fondo, porque el desarrollo de un aspecto de la vida cristiana incide
de manera positiva en su conjunto. El plan pretende, en definitiva, que nuestra
Iglesia de Teruel y Albarracín sea más evangelizada y más evangelizadora, unién-
donos así a la misión de la Iglesia una y única de Cristo, presidida en la caridad por
el obispo de Roma, sucesor del Apóstol San Pedro.
Para desarrollar nuestro nuevo Plan Diocesano de Pastoral, se proponen cua-
tro objetivos generales que deben ser desarrollados en los tres próximos años.

2012-2013
A. ANUNCIAR, FORTALECER Y TRASMITIR LA FE EN EL
CONTEXTO DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN SEGÚN
EL AÑO DE LA FE.
El contenido de este primer curso nos ayuda a trabajar con decisión en el
primer anuncio del evangelio. Constatamos desde nuestras parroquias y co-
munidades que son muchas las personas de nuestro entorno que no creen en
Dios y viven el hecho religioso con profunda indiferencia y desinterés. Entre
los que vienen a solicitar algunos sacramentos a la Iglesia nos encontramos en
ocasiones, con muchas personas inmersas en un analfabetismo religioso “que
se difunde en medio de nuestra sociedad tan inteligente. Los elementos fundamen-
tales de la fe, que antes sabía cualquier niño, son cada vez menos conocidos. Pero
para poder vivir y amar nuestra fe, para poder amar a Dios y llegar por tanto a ser
capaces de escucharlo del modo justo, debemos saber qué es lo que Dios nos ha
dicho; nuestra razón y nuestro corazón han de ser interpelados por su palabra”2.
Ante esta realidad, por todos conocida, es necesario que todos los creyentes
activemos nuestra experiencia de fe. Esta debe sostener nuestra vida de cristia-
nos y se puede convertir en propuesta para tantos contemporáneos nuestros
que buscan sentido a su vida. El Año de la Fe, que inauguramos el pasado 11 de
Octubre a los cincuenta años de la apertura del Concilio Vaticano II y en el vi-

2.- Benedicto XVI, Homilía de la Misa Crismal (5 de abril 2012).

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gésimo aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, y que
terminará en la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo el 24 de noviembre
de 2013, se presenta como una magnífica ocasión para ello.
El Concilio Vaticano II y el Catecismo se convierten en referentes obligados
a la hora de desarrollar los objetivos de este primer año de nuestro Plan Dio-
cesano. En primer lugar, puede ser de gran utilidad redescubir y estudiar los
documentos conciliares, dentro de una hermenéutica adecuada3, buscando su
aplicación esperanzada. Estos pueden poner ante nuestros ojos un tesoro que
aún no ha sido suficientemente descubierto y que nos puede ayudar a renovar
auténticamente nuestra acción pastoral.
En segundo término, es fundamental actualizar nuestros conocimientos so-
bre los contenidos fundamentales de nuestra fe, sintetizados sistemática y or-
gánicamente en el Catecismo de la Iglesia Católica, “en él se pone de manifiesto
la riqueza de la enseñanza que la Iglesia ha recibido, custodiado y ofrecido en sus
dos mil años de historia. Desde la Sagrada Escritura a los Padres de la Iglesia, de los
Maestros de teología a los Santos de todos los siglos, el Catecismo ofrece una me-
moria permanente de los diferentes modos en que la Iglesia ha meditado sobre la
fe y ha progresado en la doctrina, para dar certeza a los creyentes en su vida de fe4”
La credibilidad de nuestro anuncio del evangelio y de nuestro empeño por
trasmitir el mensaje de salvación, pasa por las obras que ante el mundo cons-
tatan nuestra fe. En este contexto histórico tan complejo derivado de una pro-
funda crisis moral, antropológica, económica y social, el profundizar en nuestra
fe debe convertirse en una magnífica oportunidad para intensificar el testimo-
nio de la caridad. “Gracias a la fe podemos reconocer en quienes piden nuestro
amor el rostro del Señor resucitado. «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis
hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25, 40): estas palabras suyas
son una advertencia que no se ha de olvidar, y una invitación perenne a devolver
ese amor con el que él cuida de nosotros. Es la fe la que nos permite reconocer a
Cristo, y es su mismo amor el que impulsa a socorrerlo cada vez que se hace nuestro
prójimo en el camino de la vida”5.

3.- Cfr. Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana (22 de diciembre de 2005).
4.- Benedicto XVI, Porta Fidei nº 11.
5.- Benedicto XVI, Porta Fidei nº 14.

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2013-2014
B. IMPULSAR DESDE LA CREATIVIDAD UNA NUEVA
PASTORAL DE PUEBLOS PEQUEÑOS.
El segundo curso de nuestro plan diocesano viene marcado por dos objetivos
(renovación de la pastoral en los pueblos pequeños y pastoral juvenil) que se
complementan perfectamente, dada la realidad social de nuestros pueblos y la
distribución de la población en los mismos.
La fisionomía de nuestros pueblos cambia a lo largo del año. Hay momentos
de gran afluencia, como pueden ser los periodos vacacionales, especialmente
el verano, y otros de una presencia muy escasa de gente, que se agudiza en los
meses de invierno. Son muchos los problemas que esta realidad pastoral nos
presenta y que se ven incrementados por el envejecimiento de nuestros sacer-
dotes y de las gentes a las que hay que servir y acompañar. Entiendo que ello
debe hacernos ser especialmente creativos a la hora de plantearnos la pastoral
en los mismos y buscar una mayor coordinación para poder aprovechar los
escasos recursos de los que disponemos.
En nuestros pueblos, las mismas celebraciones patronales o religiosas, en
muchas ocasiones, ven desdibujado su origen religioso quedando potenciada
especialmente su vertiente celebrativo-social. Es cierto que son muchos los
valores que contienen las fiestas populares: la convivencia, la solidaridad, la
hospitalidad, el compartir, el sentido intuído aunque no clarificado de la tras-
cendencia, etc. Toda esta dinámica, que surge de manera espontánea en las
gentes de nuestros pueblos, puede convertirse en una magnífica base antro-
pológica y cultural para buscar caminos de evangelización.

C.
ACOMPAÑAR AL JOVEN A LO LARGO DE LAS
DIFERENTES ETAPAS DE SU CRECIMIENTO COMO
CRISTIANO, NECESITADO DE SER EVANGELIZADO Y
LLAMADO A SER EVANGELIZADOR.
Nuestras comunidades cristianas envejecen. Es verdad que no son muchos
los jóvenes que viven en los pueblos y ciudades de nuestra diócesis. Nos en-
contramos ante el reto de evangelizar a la que podría ser la primera generación

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no socializada cristianamente6. Son hijos de una generación ya secularizada,
que, por lo general, no han recibido de los padres, o lo han recibido escasa-
mente, valores, actitudes, creencias y prácticas religiosas; tampoco se les ha
educado en la interioridad. Por lo tanto, no hay que presuponer nada. No de-
bería extrañarnos que una mayoría no sólo desconozca lo más elemental de la
cultura religiosa, sino que no sienta la necesidad de saber nada. Decimos que
los jóvenes se han distanciado de la Iglesia, pero muchos de ellos ni siquiera se
han acercado a ella. Dios, la fe cristiana y la misma pregunta religiosa resultan
extraños, lejanos, o a lo sumo un producto más del gran mercado de ofertas
que acechan a los jóvenes.
Ante este contexto, como Iglesia diocesana, tenemos que ser especialmente
sensibles a los signos de esperanza que se presentan en nuestro camino. Todos
vivimos con expectación el desarrollo de la Jornada Mundial de la Juventud,
que se desarrolló en Madrid el pasado año, y en la que participaron algunos
jóvenes de nuestra diócesis. La estructura de estas jornadas, bien puede con-
vertirse en guía de nuestro trabajo con los jóvenes: “Los distintos momentos de
que consta una Jornada Mundial de la Juventud constituyen en su globalidad una
forma de vasta catequesis, un anuncio del camino de conversión a Cristo, a partir
de la experiencia y de los interrogantes profundos de la vida cotidiana de los des-
tinatarios. La Palabra de Dios es el centro, la reflexión catequética el instrumento,
la oración el alimento, la comunicación y el diálogo el estilo”7. Todo ello conduce
a la consecución de un ambicioso objetivo: poner a Cristo en el centro de la
vida del joven, para que este le conozca mejor, le ame con más intensidad y se
decida a servirle en los demás, especialmente en los pobres y en los que sufren.
Las palabras que Benedicto XVI dirigió a los jóvenes en Cuatro Vientos se pre-
sentan como un magnífico reto a la hora de profundizar en los objetivos de
nuestro plan diocesano: “Os invito a que deis un audaz testimonio de vida cristia-
na ante los demás. Así seréis fermento de nuevos cristianos y haréis que la Iglesia
despunte con pujanza en el corazón de muchos”8.

6.- Cfr. P. González, ‘La socialización religiosa de los jóvenes’, en J. González-Anleo (dir), Informe Jóvenes 2000
y religión, SM, 2004, 119-165; M. Valls, art. cit., 177-185; Conferencia Episcopal Española, Una Iglesia
esperanzada (Plan Pastoral 2002-2005), § 28.
7.- B. Juan Pablo II. Carta del Santo Padre sobre las Jornadas Mundiales de la Juventud. nº 3. (8-5-1996).
8.- Benedicto XVI. XXVI Jornada Mundial de la Juventud. Rezo del Ángelus en Cuatro Vientos. (21-8-2011).

8 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN


2014-2015
D. TENER PRESENTE A LA FAMILIA CRISTIANA COMO
IGLESIA DOMÉSTICA, VALORANDO SU PAPEL COMO
OBJETO Y SUJETO DE EVANGELIZACIÓN Y TOMANDO
LA VOCACIÓN AL AMOR COMO HILO CONDUCTOR
DE LA PASTORAL FAMILIAR.
El tercer año de nuestra programación pastoral vendrá marcado por una es-
pecial atención a la pastoral familiar. En nuestra tarea evangelizadora, muchas
veces anhelamos el apoyo de las familias a la hora, sobre todo, de trabajar con
los niños y los jóvenes. También en la atención que nos gustaría dispensar a los
mayores y enfermos. La familia se presenta en muchas ocasiones como pro-
blema, pero ¿no sería razonable considerarla como parte fundamental de la
solución?
En esta línea, la consideración de la familia cristiana, no solo como receptora
de la acción evangelizadora de la Iglesia, sino como sujeto activo de la mis-
ma9, dando un gran protagonismo evangelizador a los laicos, ha supuesto un
trabajo continuo que se ha venido desarrollando desde el Concilio Vaticano II.
Esta labor, y creo que esta cuestión metodológicamente es muy sugerente, ha
requerido un doble esfuerzo: en primer lugar desarrollando una teología sobre
el matrimonio y la familia que ha llevado muchos años de estudio, trabajo e
investigación. En segundo término, intentar crear en consonancia una pastoral
familiar renovada, como concreción histórica de la nueva evangelización.
Esta propuesta es imposible de entender si no se asume radicalmente la rea-
lización del plan de Dios por medio del matrimonio y la familia, anclado en el
corazón del hombre por la creación, pero que solo alcanza su plenitud en el
amor de Cristo. Fue el propio Vaticano II quien situó la cuestión del matrimonio

9.- “…nos invita a ser más conscientes de una realidad ya conocida pero tal vez no del todo valorizada: que
el matrimonio constituye en sí mismo un evangelio, una Buena Noticia para el mundo actual, en particular
para el mundo secularizado…. Y, como la Iglesia afirma y testimonia desde hace tiempo, el matrimonio está
llamado a ser no sólo objeto, sino sujeto de la nueva evangelización” Benedicto XVI. Homilía en la Misa de
Inauguración del Sinodo de los Obispos (7-10-2012).

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y la familia en el corazón del plan salvífico de Dios, proclamando que hay un
verdadero plan de Dios sobre la persona, el matrimonio y la familia, que se con-
cretará en la vocación al amor. La familia, en efecto, es un don de Dios, un don de
la creación y de la redención. La relación entre el hombre y la mujer es uno de los
lugares básicos, si no el fundamental, de la experiencia humana radical, donde
precisamente Dios ha querido revelar y significar su Amor. La familia se con-
vierte así, en una de las vías maestras de la Iglesia para la nueva evangelización.
La vocación fundante al amor10 que se presenta como el hilo conductor de
esta pastoral renovada, nos ayuda a presentar a los creyentes la consideración
de su existencia como respuesta a esa llamada al amor recibida. Respuesta que
se concretará en el matrimonio y la familia o en el servicio a la comunidad a tra-
vés de la vocación sacerdotal o la consagración en vida religiosa. Estamos ante
un camino que puede revitalizar nuestra pastoral vocacional, convirtiéndola en
una prioridad, en estos momentos de dificultad.
A su vez, el Concilio Vaticano II ha recuperado la metáfora patrística de la fami-
lia como “pequeña Iglesia doméstica”11. Para los documentos conciliares la iden-
tidad de la familia como Iglesia doméstica brota del sacramento del matrimo-
nio. El Concilio, al retomar la designación de la familia como Iglesia doméstica,
va a abrir el camino para considerarla, como ya he señalado, una dimensión
esencial de la evangelización. Así la familia se convierte en sujeto activo de
evangelización, no por un encargo recibido o una delegación, sino por la vida
misma de las familias. Esta, se convierte así en vida de la Iglesia misma y por
ello, construyéndose como familia cristiana, realiza en la historia la misión sa-
cerdotal, profética y real conferida por Cristo y la Iglesia12.

10.- Cfr. Beato Juan Pablo II, Familiaris Consortio nº 11.


11.- Cfr. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Lumen Gentium, n. 11; CONCILIO VATICANO II, Decreto
Apostolicam actuositatem, n. 11.
12.- Cfr. Beato Juan Pablo II, Familiaris Consortio nº 49-64.

10 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN


CON LA COLABORACIÓN DE TODOS
“¿Qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?” (Jn. 6,29)
Todas las acciones que emprendamos, en consonancia con los objetivos mar-
cados en nuestro plan diocesano, sean pequeñas o grandes, deben movernos
como Iglesia diocesana y en particular, a creer “en el que Él ha enviado”.
Quizá intuyamos que nuestras fuerzas son limitadas, que nos faltan recursos,
generosidad o preparación para conseguir nuestros retos. Pero también en
esto debemos tener confianza pues Aquel que comenzó en nosotros la obra
buena, Él mismo la llevará a término.
Las notas metodológicas que acompañan los contenidos de este plan nos
ayudarán a concretar algunas acciones para trabajar con un solo corazón y a
crecer como Iglesia partiendo de una adecuada espiritualidad de comunión13.
La Iglesia es misterio de comunión para la misión, por eso es necesario poner
el acento en la corresponsabilidad a la que todos estamos invitados. El compro-
miso con la puesta en marcha y el desarrollo de este Plan Diocesano es tarea
de todos: del obispo, de los sacerdotes, de los religiosos y las religiosas, de los
laicos, jóvenes y adultos, niños y ancianos… y estamos llamados a hacerlo de
acuerdo con los dones recibidos por el Espíritu Santo, creciendo en responsa-
bilidad y dando lo mejor de cada uno a favor de todos los que viven en nuestra
diócesis, en especial de los que más sufren.

Con la esperanza puesta en Cristo resucitado, hago mías las palabras de nues-
tra oración por el Plan Diocesano de Pastoral: “Haz, Señor, que nos guíen en
nuestro camino evangelizador el patrocinio de Santa María de Albarracín, Es-
trella de la evangelización, y santa Emerenciana, la joven testigo de tu amor; el
celo misionero de san Joaquín Royo y el ejemplo generoso del Padre Polanco,
Felipe Ripoll y tantos beatos de nuestra Diócesis”.
+ Carlos Escribano Subías
Obispo de Teruel y Albarracín

13.- Cfr. Beato Juan Pablo II, Novo Millenio Ineunte nº 43.

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12 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN
Lectura creyente de la realidad.

«Salió un sembrador a sembrar...»


Marcos 4, 3-8
Una parábola para la Evangelización
Esta parábola es fuente inspiradora de nuestra labor de evangelización. «La semi-
lla es la Palabra de Dios» (Lc 8,11). El sembrador es Jesucristo. Anunció el Evangelio
en Palestina hace dos mil años y envió a sus discípulos a sembrarlo en el mundo.
Jesucristo, hoy, presente en la Iglesia por medio de su Espíritu, sigue sembrando la
Palabra del Padre en el campo del mundo. (ver DGC 15) El mismo Papa Benedicto
XVI nos exhorta así: Pidamos al Señor que nuestra vida sea esa «buena tierra» en la
que el divino sembrador siembre la Palabra, para que produzca en nosotros frutos
de santidad, «del treinta o del sesenta o del ciento por uno» (Mc 4,20). (Ver VD 49)

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1º «Una mirada al mundo desde la fe».
Hemos realizando una auténtica acción pastoral en el PDP, porque «la Iglesia
trata de descubrir el sentido de la situación actual dentro de la historia de la salva-
ción. Sus juicios sobre la realidad son siempre diagnósticos para la misión» (DGC
32).
«El mundo aparece «fundado y conservado por el amor del Creador, esclavizado
bajo la servidumbre del pecado y liberado por Cristo» (GS 2)
«La calidad del terreno es siempre muy variada. El Evangelio cae «a lo largo del
camino» (Mc 4,4) cuando no es realmente escuchado; o cae «en pedregal» (Mc 4,5),
sin penetrar a fondo en la tierra; o « entre abrojos » (Mc 4,7), sofocándose enseguida
en el corazón de muchas personas, distraídas por mil afanes. Pero una parte cae
«en tierra buena» (Mc 4,8), en hombres y mujeres abiertos a la relación personal con
Dios y solidarios con el prójimo, y da fruto abundante». (DGC15). Hay variedad de
terrenos, que pueden convertirse en buena tierra ¡hasta de los pedregales se
puede sacar pan!

¿Qué terrenos deberían convertirse en buena tierra?


La familia:
Preocupa la situación de la familia. Abundan los padres separados que forman
otras familias con nuevos hijos. Las relaciones padres-hijos se rodean de am-
biente egoísta y hedonista, buscando sobre todo el bienestar y la comodidad
individuales, que hace imposible la educación de los niños y jóvenes en sus
familias. Preocupa la deserción de las familias de educar y transmitir la fe a sus
hijos.

Sociedad con dificultades para ser solidaria:


Impera el individualismo, el materialismo y el egoísmo en nuestra sociedad:
cada uno busca solo su bienestar y comodidad, sin importarle los que están a
su lado. Surgen nuevas pobrezas que precisan ser evangelizadas.

14 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN


2º «Una mirada a la vida de la Iglesia».
La labor de la siembra no tendría fruto sin otros trabajos diferentes: roturar,
cavar, descantar, labrar, sembrar, segar, trillar... Es una conjunción de oficios, de
carismas... Somos diferentes, pero necesarios. Por eso, es necesaria la aporta-
ción de todos.
De ahí que el PDP proponga acciones que puedan ser asumidas por todos,
sencillas y claras, realizables y fácilmente evaluables desde los criterios de la fe.
Por eso, el PDP pretende crear entusiasmo y dinamismo en una acción pastoral
tan ardua y dificultosa que no puede prescindir de nadie, ni para programar,
ni para actuar. Es una labor de toda la Iglesia -Misterio de Comunión-, labor
realizada con el pastoreo de nuestro Obispo y su presbiterio y con todos los
miembros de la comunidad cristiana.
Se trata de una labor que exige siempre conversión, conversión del campo de
Dios y de los «trabajadores del campo». ¡Atención al Motu Propio Porta Fidei! El
Papa Benedicto XVI nos invita a la conversión de actitudes: dejar la rutina, año-
ranza, improvisación, pereza, individualismo, baja autoestima, impaciencia... En
esta parábola «Jesús hace asimismo una advertencia: sólo en el corazón bien dis-
puesto germina la Palabra de Dios». (DGC 15)

¿Cómo estamos los evangelizadores hoy?


Nuestra vivencia de la fe
Hoy en nuestra Iglesia diocesana preocupa su vida de fe, su espiritualidad. Se
descubren vacíos de compromiso personal y de dinamismo apostólico en los
miembros de nuestras comunidades que participan con cierta regularidad en
las celebraciones litúrgicas. Se echa de menos el testimonio de la alegría de
creer. Preocupa también la situación de fe de los que vienen solamente a la co-
munidad cristiana con ocasión de la celebración de los sacramentos de algún
familiar o allegado.
Se descubre una Iglesia con pocos laicos cristianos comprometidos en la pas-
toral y en los movimientos cristianos. El sentido fraternal y comunitario de la
vida de fe se ve también insuficiente: con lo relevante que es el trabajo pastoral
fraterno de sacerdotes, religiosos y seglares. Cuando se dan encuentros entre
cristianos, se alimenta la fe.

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Se extienden cada vez más concepciones muy subjetivistas de la fe –a la car-
ta– y no se percibe gran diferencia de modo de vida entre un creyente y el
que no lo es. Otro tanto habría que decir del compromiso caritativo con los
últimos y desfavorecidos: transeúntes y parados, discapacitados y personas en
exclusión social, inmigrantes…
Se da una ausencia de relevo y renovación generacional entre los participan-
tes de la vida de las comunidades, cada vez más envejecidas y empequeñe-
cidas, pero que viven la grandeza de la Eucaristía cada domingo con mayor
comprensión de la Palabra de Dios y de los ritos litúrgicos.
Preocupa el alejamiento mutuo entre la Iglesia y la sociedad. Algunas mane-
ras de expresión de la fe y la moral cristianas están muy anticuadas: el lenguaje
es poco apropiado. Asusta el ambiente hostil hacia la Iglesia en los Medios de
Comunicación Social, de gran influjo en la actual sociedad, especialmente en
los jóvenes. Da la impresión que la Iglesia se queda atrás en la evolución social.
La pobreza en número y en edad de los evangelizadores no nos quita el sen-
tido de responsabilidad, de compromiso con nuestra Iglesia y nuestra tierra
turolense y de perseverancia en la misión, aunque estemos con la sensación
de no saber cómo abordar los nuevos desafíos. Por eso, necesitamos estudiar
¡JUNTOS! cómo evangelizar.

Estamos en profunda crisis vocacional


Escasez de vocaciones tanto en el sacerdocio como en la vida religiosa, tam-
bién en la vida laical comprometida.

Los jóvenes en la Iglesia


Los jóvenes están ausentes de la vida de la Iglesia, especialmente en su litur-
gia, con la que no se identifican. No se sabe transmitir el proyecto de Cristo y
los valores cristianos a los jóvenes.

Nuestra organización pastoral precisa una mayor comunión pastoral para la mi-
sión
Se precisa unos criterios más unánimes entre unas parroquias y otras en la
catequesis y los sacramentos de Iniciación Cristiana.

16 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN


Hay que repensar la manera de atender la evangelización en los pueblos pe-
queños que en invierno se desertizan y las comunidades se empobrecen.
Los colegios de identidad cristiana necesitan manifestar y cultivar más eficaz-
mente la vida de fe a los alumnos y sus familias: rezar juntos, celebrar la Eucaris-
tía, convivencias pastorales…
Necesitamos revisar la acción evangelizadora de los organismos curiales y de-
legaciones diocesanas para mejorar nuestra realidad pastoral.
Se desea aumentar el nivel de comunicación e información en las parroquias,
también sobre los asuntos económicos.
También se ansía una mayor compenetración y colaboración entre sacerdo-
tes, religiosos y seglares.

3º «Una mirada al Reino que está llegando».


El PDP es una oportunidad de mirar el futuro con los ojos de Dios, con espe-
ranza. «Jesús, en la parábola, comunica la buena noticia de que el Reino de Dios lle-
ga a pesar de las dificultades del terreno, las tensiones, los conflictos y los problemas
del mundo». (DGC 15) Esa es nuestra esperanza, virtud teologal que nos impulsa
a la acción. Nuestra acción pastoral es una acción divino-humana, es decir, co-
laboradora con la acción del Espíritu Santo, que nos aúna y nos impulsa hacia
delante, pues “si el Señor no construye la casa en vano se cansan los albañiles”
(Salmo 126). «En la causa del Reino no hay tiempo para mirar hacia atrás y menos
dejarnos llevar por la pereza. Es mucho lo que nos espera, y, por eso, tenemos que
emprender una eficaz programación pastoral» (NMI 15). El Espíritu Santo llama a
trabajar con el Resucitado, cuenta con nuestras manos, mente y corazón para
sembrar, pues «quien no está conmigo desparrama» (Mt 12, 30) –dice Jesús.
El PDP echa la mirada al futuro contando con todos. Por eso, todos lo acepta-
mos como don de Dios, porque nos lo entrega nuestro Obispo, en el nombre
del Señor.
¿Por dónde habría que ir… en la vivencia de la fe, en la vida de familia, en la pas-
toral con los jóvenes, en esta sociedad en crisis económica y de valores, ante la crisis
vocacional, ante la necesidad de eficacia evangélica de nuestra organización pas-
toral, ante la evangelización de los pobres…?

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 17


El Plan Diocesano de Pastoral 2012-15 nos orienta por dónde tendremos que
caminar en nuestra acción evangelizadora y nos ofrece cuatro áreas de trabajo
que comenzarán su aplicación en estos próximos y sucesivos cursos pastorales:
el primer anuncio, la pastoral de juventud, la pastoral de pueblos pequeños, la
pastoral de la familia.

4º «La siembra del Evangelio»


«La semilla del Evangelio fecunda la historia de los hombres y anuncia una co-
secha abundante». (DGC 15) Así que ¡a preparar el campo y a sembrar en el
tiempo oportuno! Pero sobre todo, ¡que no se quede el campo sin sembrar! El
llevar a cabo las acciones pastorales que el Espíritu señala a través de la voz de
la Iglesia supone un acto de confianza en el Dios de la historia, a cuyo designio
salvífico sometemos nuestros esfuerzos: ¡hágase tu voluntad! El crecimiento
es lento pero efectivo. El nuevo Plan Diocesano de Pastoral intenda crear un
ambiente que catalice y aúne muchos esfuerzos. La cosecha siempre es sor-
prendente, no según los criterios de la ambición, de la buena fama... sino con
los del amor auténtico, los del Espíritu.
Con esta actitud acojamos el nuevo Plan Diocesano de Pastoral 2012-15, des-
pués de las invitaciones de nuestro Obispo, don Carlos Escribano, a trabajarlo
y de la coordinación que ha realizado hasta ahora y realizará en su labor de
seguimiento la Comisión Diocesana para el Plan Diocesano de Pastoral.
Ahora nos toca, a nivel de cada comunidad cristiana, servicio diocesano, mo-
vimiento apostólico y eclesial, tomar iniciativas pastorales, impulsadas por este
nuevo Plan Diocesano de Pastoral 2012-15, a comunicarlas y a coordinarlas con
los consejos pastorales, los arciprestazgos, las delegaciones episcopales, la Co-
misión Diocesana para el Plan… pues solos no podemos poner en práctica
nuevas iniciativas, pero juntos y con la fuerza del Espíritu Santo… “¡para Dios
nada hay imposible!” (Lc 1, 37)

18 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN


Reproducción del decreto original.

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 19


20 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN
Plan Diocesano de Pastoral
Trienio 2012/2015
Diócesis de Teruel y de Albarracín

“Al señor se lo pedí”


(1Sam 1,20).

“Si el señor no construye la casa,


en vano se cansan los albañiles”
(Salmo 127).

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 21


22 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN
Las cuatro áreas de trabajo consideradas prioridades
diocesanas del Plan Diocesano de Pastoral, que abarca
el trienio 2012-2015

El presente Plan Diocesano de Pastoral abarca un trienio (2012-2015), en el


que se propone que las áreas de trabajo consideradas prioridades diocesanas
sean las cuatro siguientes:
A.- Área de primer anuncio (curso 2012-2013).
B.- Área de jóvenes (curso 2013-2014).
C.- Área de pastoral de pueblos pequeños (curso 2013-2014).
D.- Área de familia (curso 2014-2015).
En cada una de las cuatro áreas señaladas anteriormente se establece un ob-
jetivo general (identificado con un solo dígito) y cuatro objetivos específicos
(identificados cada uno de ellos con dos dígitos), que son los siguientes: co-
munión, evangelización, celebración y caridad. A su vez, para el logro de cada
uno de los cuatro objetivos específicos de cada área, se cuenta con una serie
de objetivos operativos (identificados cada uno de ellos con tres dígitos), que
se caracterizan por ser propuestas más concretas, pero que no llegan al grado
de concreción que –en toda planificación– debe tener la acción.

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 23


(Curso 2012-2013)
A.- Área de primer anuncio
*OBJETIVO GENERAL DEL ÁREA DE PRIMER ANUNCIO
1.- Anunciar, fortalecer y transmitir la fe en el contexto de la nueva evan-
gelización, según el espíritu del Año de la Fe.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS DEL ÁREA DEL PRIMER ANUNCIO


1.1.- COMUNIÓN
Potenciar los momentos de encuentro comunitarios de todas las realida-
des pastorales.

*OBJETIVOS OPERATIVOS
1.1.1.- Unificar criterios en la Diócesis para los sacramentos de la Iniciación
Cristiana.
1.1.2.- Promover Consejos Pastorales en las Parroquias, en las Unidades Pas-
torales y en los Arciprestazgos.

1.2.- EVANGELIZACIÓN:
Propiciar el primer anuncio y conversión inicial a Jesucristo.

*OBJETIVOS OPERATIVOS
1.2.1.- Promover y potenciar una buena formación cristiana tanto para sa-
cerdotes y religiosos como para laicos, que los capacite para ser testigos
del mundo actual.
1.2.2.- Promover una pastoral misionera y buscar nuevos métodos de evan-
gelización.

1.3.- CELEBRACIÓN
Avivar la experiencia del encuentro con Jesucristo: oración y celebración
de la fe.

24 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN


*OBJETIVOS OPERATIVOS
1.3.1.- Potenciar y cuidar las celebraciones litúrgicas, especialmente la cele-
bración de los sacramentos.
1.3.2.- Preparar personas y celebraciones en espera de presbítero.

1.4.- CARIDAD
Acrecentar la coherencia entre la fe profesada y el modo de vida de los
cristianos en medio del mundo, desde la opción preferencial por los po-
bres.

*OBJETIVOS OPERATIVOS
1.4.1.- Crear y formar Caritas parroquiales.
1.4.2.- Acoger a los excluidos sociales y a los inmigrantes, propiciando su
incorporación activa a las parroquias.

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 25


(Curso 2013-2014)
B.- Área de Jóvenes
*OBJETIVO GENERAL DEL ÁREA DE JÓVENES
2.- Acompañar al joven a lo largo de las diferentes etapas de su crecimien-
to como cristiano, necesitado de ser evangelizado y llamado a ser evan-
gelizador.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS DEL ÁREA DE JÓVENES


2.1.- COMUNIÓN:
Hacer descubrir al joven la realidad que vive para poder seguir el modelo
de Jesús sintiéndose miembro de la Iglesia.

*OBJETIVOS OPERATIVOS
2.1.1.- Ayudar al joven a descubrir su papel y su vocación en la comunidad
eclesial.
2.1.2.- Trabajar en común desde las distintas delegaciones y plataformas
que se ocupan del joven: Pastoral Juvenil, Colegios religiosos, etc.

2.2.- EVANGELIZACIÓN:
El joven como sujeto de evangelización y como sujeto evangelizador.

*OBJETIVOS OPERATIVOS
2.2.1.- Descubrir la realidad de los jóvenes y evangelizar conociendo su
contexto y ambiente.
2.2.2.- Presentar la Palabra de Jesús de forma atractiva y cercana al joven,
para que responda a su vez con el compromiso de su vida.

2.3.- CELEBRACIÓN
Hacer descubrir al joven la importancia de la celebración de la fe que
vive.

26 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN


*OBJETIVOS OPERATIVOS
2.3.1.- Llevar a cabo el acompañamiento del joven de manera continua y
preparatoria para la recepción de un sacramento.
2.3.2.- Cuidar la celebración de la Eucaristía y otras celebraciones, de modo
que sean cercanas y comprensibles para el joven.

2.4.- CARIDAD
Despertar en el joven la sensibilidad por las necesidades del prójimo, es-
pecialmente por los pobres y excluidos, ofreciendo una respuesta desde
el amor creyente y comprometido.

*OBJETIVOS OPERATIVOS
2.4.1.- Colocar al joven frente a la realidad de las distintas pobrezas y buscar
caminos para que adquiera compromisos caritativos en las distintas or-
ganizaciones de la Iglesia como Cáritas, Manos Unidas, OMP, etc.
2.4.2.- Ayudar a descubrir el compromiso solidario entre unos jóvenes con
otros.

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 27


C.- Área de pastoral de pueblos pequeños
OBJETIVO GENERAL
3.- Impulsar desde la creatividad una nueva pastoral de pueblos peque-
ños.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS
DEL ÁREA DE PASTORAL DE PUEBLOS PEQUEÑOS
3.1.- COMUNIÓN
Parroquias rurales: “casa donde vivir el Amor Trinitario”. Conocer y valorar
desde el Evangelio la realidad de nuestros pueblos y sus gentes.

*OBJETIVOS OPERATIVOS
3.1.1.- Organizar encuentros de convivencia, formación y oración a nivel
parroquial o interparroquial.
3.1.2.- Promover el protagonismo evangelizador en las personas mayores.

3.2.- EVANGELIZACIÓN
Parroquias rurales: “casa y escuela de formación”. Descubrir la vocación
misionera de los miembros de las comunidades rurales en sus propios
pueblos y en los cercanos.

*OBJETIVOS OPERATIVOS
3.2.1.- Programar la acción misionera de la vida pastoral de los pueblos pe-
queños también durante el verano o en las fiestas tradicionales.
3.2.2.- Formar a los laicos cristianos para la evangelización en sus ambientes
vitales y en las expresiones de religiosidad popular.

3.3.- CELEBRACIÓN
Parroquias rurales: “casa de la Palabra y de la Eucaristía”. Descubrir la nece-
sidad de celebrar la fe en Cristo, especialmente en la religiosidad popular.

28 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN


*OBJETIVOS OPERATIVOS
3.3.1.- Redescubrir el significado litúrgico y devocional de las procesiones.
3.3.2.- Prever las Celebraciones Dominicales en Espera de Presbítero.

3.4.- CARIDAD
Parroquias rurales: “casa de acogida y de encuentro”. Reforzar la acción
sociocaritativa entre miembros de la misma comunidad o unidad pasto-
ral.

*OBJETIVOS OPERATIVOS
3.4.1.- Crear grupos parroquiales, interparroquiales o arciprestales de acción
sociocaritativa.
3.4.2.- Fomentar el conocimiento de las necesidades de cada pueblo.

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 29


(Curso 2014-2015)
D.- Área de Familia
OBJETIVO GENERAL
4.- Tener presente a la familia cristiana como Iglesia doméstica, valorando
su papel como objeto y sujeto de evangelización y tomando la voca-
ción al amor como hilo conductor de la pastoral familiar.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS DEL ÁREA DE FAMILIA


4.1.- COMUNIÓN
Descubrir la misión eclesial de la familia.

*OBJETIVOS OPERATIVOS
4.1.1.- Cuidar la conexión entre la familia, la parroquia y el colegio.
4.1.2.- Valorar, descubrir y potenciar la familia cristiana sustentada en la vo-
cación al amor como camino de plenitud para la vida personal y familiar
y signo de esperanza ante los distintos “modelos de familia”.

4.2.- EVANGELIZACIÓN
La Familia como sujeto de evangelización.

*OBJETIVOS OPERATIVOS
4.2.1.- Dar formación a las familias cristianas para que se descubran como
evangelizadoras y asuman su protagonismo como laicos.
4.2.2.- Poner en marcha la catequesis familiar para la primera comunión.

4.3.- CELEBRACIÓN
Cuidar la dimensión familiar en la preparación y celebración de los sacra-
mentos.

30 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN


*OBJETIVOS OPERATIVOS
4.3.1.- Trabajar con las familias que acercan a sus hijos a la Iglesia en proce-
sos de iniciación cristiana.
4.3.2.- Cuidar la preparación remota, próxima e inmediata al matrimonio y
la vida familiar.

4.4.- CARIDAD
Atención a las necesidades de la familia en tiempos de crisis.

*OBJETIVOS OPERATIVOS
4.4.1.- Atender las necesidades integrales de las familias a través del servicio
de las Caritas parroquiales, de Caritas diocesana y de otras instituciones
caritativas.
4.4.2.- Cuidar de manera preferente a los ancianos y enfermos de las fami-
lias.

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 31


32 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN
Metodología para el Plan Diocesano de
Pastoral 2012-15:
UN CAMINO PARA LA PASTORAL

El Plan Diocesano de Pastoral 2012-15 es un trazado de líneas que orientan el


quehacer de la Iglesia diocesana de Teruel y Albarracín y requiere un método
de trabajo que ayude a asumirlo y ponerlo en práctica en la vida de nuestra
Diócesis, en los arciprestazgos, parroquias, comunidades, movimientos, dele-
gaciones… Es un medio que nos ayuda a crecer en comunión y que facilita la
sintonía de acción entre las personas y colectivos eclesiales. Es una herramien-
ta de formación y participación que promueve la corresponsabilidad de todos
los miembros de nuestra Iglesia diocesana. La misma elaboración del Plan Dio-
cesano de Pastoral 2012-15 ha sido un proceso comunitario que nos ayuda a
dar juntos pasos concretos y evaluables, así como a hacer lectura creyente de
la realidad pastoral que vivimos.

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 33


El Plan Diocesano de Pastoral 2012-15 nace de la oración sentida al Señor
Jesús, el Resucitado, el verdadero constructor de su Iglesia en esta tierra
turolense: “Si el Señor no construye la casa en vano se cansan los albañiles…”
–hemos orado durante el pasado curso pastoral 2011-12-. La oración es la
base de toda pastoral que reconoce la primacía de la acción del Espíritu en
toda acción genuinamente pastoral, pues es Él quien prolonga “en nuestras
pequeñas manos sus manos poderosas”. Por eso, se trata de mirar al futuro
de nuestras comunidades con los ojos del Espíritu Santo, que nos abre a la
esperanza, al futuro evangelizador de nuestra tierra, sin dejarnos hundir por
nostalgias del pasado, ni por desalientos del presente.
El Plan Diocesano de Pastoral 2012-15 se ha diseñado en tres cursos pastora-
les: el primero sobre el Primer Anuncio en el Año de la Fe; el segundo tendrá
dos temas: la pastoral de los jóvenes y la pastoral de pueblos pequeños; el
tercer curso sobre la pastoral familiar. Cada curso pastoral tiene una serie de
etapas que conviene respetar. Cada una tiene un sentido determinado y unos
acentos que cuidar, aunque en todas ellas ha de aparecer la formación, la ora-
ción y la acción como aspectos necesarios e insustituibles.

1.- Acogida
Es la primera etapa y corresponde al primer mes de cada curso pastoral.
Es necesario difundirlo en los distintos ámbitos de participación de nuestras
comunidades (consejos pastorales, coordinadoras de arciprestazgo, equipos
de liturgia, de Cáritas, de catequistas, de delegaciones, de movimientos…),
leerlo en profundidad y compartir las primeras sensaciones, tener espacios
de oración…

2.- Formación
Si es importante la acogida, tanto o más es la formación a lo largo de cada
curso. La formación de consejos pastorales, coordinadoras de arciprestazgo,
equipos de liturgia, de Cáritas, de catequistas, de delegaciones, de movi-
mientos… puede ir en cada curso en torno al tema propuesto por el Plan
Diocesano de Pastoral 2012-15 para cada año, a través de las propuestas de la
formación permanente, las asambleas, las jornadas de formación, la semana

34 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN


de teología y el cursillo especial de noviembre del Instituto de Estudios Teo-
lógicos, los encuentros arciprestales…

3.- Aplicación
El Plan Diocesano de Pastoral 2012-15 orienta y marca el sentido de la acción
pastoral de nuestra Iglesia diocesana: ¿hacia dónde nos conduce el Espíritu
Santo? Es necesario que sus líneas maestras se concreten en el día a día de
nuestras comunidades. Tras la acogida del Plan Diocesano de Pastoral 2012-15,
viene su aplicación que exige ante todo, hacer un análisis de la realidad pas-
toral de cada comunidad para descubrir qué objetivos son más importantes y
necesarios para cada lugar. El Plan Diocesano de Pastoral 2012-15 es tan amplio
como para darnos sugerencias de acción que nos ayuden a realizar mejor el
Evangelio en la realidad que vivimos.
Cada comunidad con su equipo pastoral puede plantearse estas cuestiones
ante cada objetivo:
* ¿Cuál es la realidad pastoral en la que nos encontramos?
* ¿A dónde podemos llegar en este objetivo?
* ¿Qué acciones podemos acometer?
* ¿Con qué recursos humanos, espirituales y materiales contamos?
Importante, pues, es tomar decisiones sobre la acción nueva concreta a reali-
zar. Es mejor que las acciones nuevas sean pocas y claras, realistas y realizables,
sencillas y evaluables, y sobre todo, sentidas por los agentes de pastoral y la
comunidad.

4.- Puesta en marcha y consolidación


Es la etapa más amplia del curso pastoral y también la más intensa. Una vez
acogido y definidas las acciones concretas de cada lugar correspondería po-
nerlas en práctica con la dedicación que requieren las iniciativas nuevas y con
la intensidad de comenzar acciones nuevas o potenciar las ya existentes. Esta
fase requiere dedicar tiempo y esfuerzo, conocer a los destinatarios de nuestra
nueva acción, poner recursos en juego, animar y formar a los agentes de pasto-

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 35


ral, establecer unos plazos intentando no superponer acciones para no cargar
excesivamente a los intervinientes, adaptar nuestra actividad pastoral habitual
a los tiempos que vivimos…

5.- Evaluación y celebración


La evaluación de nuestras acciones a la luz del Plan Diocesano de Pastoral
2012-15 nos ayuda a señalar en qué y cómo hemos crecido comunitariamente
en el anuncio en el Evangelio y en la vivencia de la fe. No se trata de valorar
exclusivamente si las actividades ha salido bien o mal, sino de preguntarnos
cómo hemos crecido en la vida cristiana, con qué fuerza vivimos la misión de
evangelizar, cómo nos ha ayudado el trabajo realizado a profesar con los labios
y las obras la fe de la Iglesia. Al término de cada acción pastoral habrá que
evaluarla, pero convendría hacerlo también hacia la mitad del plazo dado a la
acción para reorganizarla según los datos que se constatan. Convendría valorar
y decidir el mantenimiento o no de la misma acción en los años siguientes,
cuando ya está en marcha o se ha aceptado favorablemente en su valoración.
En todo momento es necesaria la celebración y la plegaria, para alabar la ac-
ción del Espíritu Santo, protagonista de la pastoral de la Iglesia, divina y hu-
mana; para dar gracias por el don de su acción y presencia, para adorar a Dios
y reconocer su presencia y acción en la historia presente también tiempo de
salvación, para pedir fuerza y ayuda en nuestra debilidad, para rezar por los
evangelizadores y evangelizados…

36 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN


Oración por el
Plan Diocesano de Pastoral

PLAN PASTORAL 2012/2015 • 37


38 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN
¡Si el Señor, no construye la casa
en vano se cansan los albañiles!

¡Oh Jesús, envíanos tu Espíritu!


No te canses de darnos tu don de Pentecostés
en este tiempo de gracia del Año de la Fe en el que nos sentimos llamados
a vivir e interiorizar el Plan Diocesano de Pastoral
para hacer de nuestra Iglesia diocesana de Teruel y Albarracín
una casa abierta y acogedora,
evangelizada y evangelizadora,
renovada y rejuvenecida
con la luz del Evangelio, siempre nuevo.

Tú que riegas nuestra tierra en sequía


fecunda también nuestros corazones
con la fuerza vivificante del Espíritu.
Que Él inspire nuestra ilusión diocesana
siendo testigos de esperanza
y podamos, así, fortalecer y afianzar
nuestra tarea de evangelización y misión
en este aquí y ahora de la historia.

Haz, Señor, que nos guíen en nuestro camino evangelizador


el patrocinio de Santa María de Albarracín, Estrella de la evangelización,
y santa Emerenciana, la joven testigo de tu amor;
el celo misionero de san Joaquín Royo
y el ejemplo generoso del Padre Polanco, Felipe Ripoll
y tantos beatos de nuestra Diócesis.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.


Amen.

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Diócesis de Teruel y Albarracín
Se acabó de imprimir
el día 18 de octubre de 2012
Fiesta de San Lucas Evangelista

40 • DIÓCESIS DE TERUEL Y ALBARRACÍN

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