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B. LA EXPERIENCIA 4. Constatacién del concepto de experiencia. 41. Asi pues, tenemos das.campos que se encuentran frente a frente: nuestro pensar y los objetos de los que se ocupa. En la medida en que son accesibles a nuestra observacién, designamos a estos tiltimos como el conte- nidg de Ja experiencia. En principio, no tendremos en Cuenta si existen, ademés, otros objetos que se hallan fuera de nuestro campo de observacién ni cual pueda ser su naturaleza. Nuestra tarea inmediata sera delimi- tar con precisién cada uno de los dos campos descritos: la experiencia y el pensar. Primero hemos de situar frente a nosotros la experiencia y luego indagar Ja natu- raleza del pensar. Acerquémonos, pues, a la primera tarea. 42 iQueé es la experiencia? Cada uno de nosotros es consciente de que nuestro pensar se enciende cuando ¢elisiona,con la realidad. Los objetos en el espacio y en el tiempo salen a nuestro encuentro, percibimos un mundg.exterior enormemente multifacético y articula- do, y vivenciamos. un mundo interior desarrollado con mayor o. menor riqueza. La primera forma en la que todo ello se nos presenta es la de algo agakado. No par- ticipamos en su génesis. La realidad comienza por ofte- cerse a nuestra captacién sensorial y mental como si surgiera de un més.all4 que.nos es desconocido. Lo tinico que podemos hacer al principio es dejar que nuestra mirada recorra esa multiplicidad que se nos presenta. da La primera de nuesteas actividades es la captacién, senvoria de la realidad y hemos de,zetaner lo que se offre ce en dicha captacién. Porque sélo eso es lo que podemos lamar experiencia pura fe formas, fuerzas, colores, sonidos, et, que Se HOS Pre- Sere ere snan en eacnvect as rutons 2ePEM= Jenclas de todas las cosas aisladas que salen a nuestro Srouentro, Cuando se nos aparece un animal en un TuBar dererminado, nos preguntamos sobre Ia influencia de ese lugar en la vida del ‘animal; cuando vemos cémo rueda una piedra, buscamos otros fendmenos que se relacionen con ese hecho. Pero lo que surge con ello ya no es expe- riencia pura, tiene ya un doble origen: experiencia y pen- samiento. aseLacexperienicia pura es aquella forma de la realidad en Ia que 6a se 105 aparece, cuando, con plena abstraccién de nes- 110 yo, nos enfrentanos a ella. ‘ts Goethe se refiere a esa forma de la realidad cuando ensu ensayo “La Naturaleza” dice: “Estamos circundados y abrazados por ella. Ella nos acoge en el circulo de su danza sin invitacion ni advertencia.” 42- En los objetos que se ofrecen a Jos sentidos exterio- res todo se nos pone delante sin que apenas podamos hacer nada para evitarlo. Al principio, un cuerpo se nos presenta como una multitud de formas, colores, impre- siones térmicas y crométicas que, de repente, se hallan ante nosotros, como si hubieran surgido de una fuente original que nos es desconocida. . «a. La conviccién psicolégica de que el mundo senso- rial tal como se nos presenta, no es nada en si mismo, \Véase nota al final sino que es ya produ molecular exterior d contradice lo que acd dad que el color, el modo en que nest mundo exterior, no una regicn totalment ma el quehacer del m importa cual sea el niismo en ese proceso como forma de realic actividad molecular, 49- La situacion y mos a nuestra vida preciso haré desapar estados interiores conciencia de la mis: y hechos del mundo a,camg puede tamt Osa. En este aspect establezca una relaci otra. Incluso hay q mismo comienza por tiencia, Cuando nos tud investigadora, Ic su primera forma ( algtin lugar que nos: 41: ¥ no puede : larmente en cuenta dentro de nuestra c Slaw es decir, dirige S8.le.contrapone, En dad. Su mirada se ; Se le pusiera nada di sino que es ya producto de la interacci6n entre un mundo molecular exterior desconocido y nuestro organismo, no contradice lo que acabamos de afitmar. Aun si fuera ver. dad que el color, el calor, etc., no son otra cosa que el modo en que nuestro organismo se ve afectado por el mundo exterior, no deja de existir ahi un proceso que, en una regién totalmente al margen de la conciencin, transfor- ma el quehacer del mundo exterior en color, calor, etc. No importa cual sea el papel que desempefia nuestro orga- nismo en.ese proceso: lo que a nuestro pensar se presenta como forma de realidad acabada (la experiencia) no es la actividad molecular, sino los colores, sonidos, etc. 49. La situaci6n ya no es tan clara cuando nos acerca- mos a nuestra vida interior. Y atin asi, un examen mas preciso hard desaparecer cualquier duda sobre si nuestros estados interiores se aparecen al horizonte de nuestra conciencia de la misma forma en que lo hacen los objetos y hechos del mundo exterior. Un_sentimiento.me jmpac: fa,camg puede también impactarme una impresion Jumi- nosa. En este aspecto no es importante el que yo luego establezca una relacién mas intima con una impresi6n u otra. Incluso hay que decir que hasta el pensamienta. mismo comienza por aparecer como un hecho de la expe- riencia. Cuando nos acercamos al pensamiento con acti- tud investigadora, lo situamos frente a nosotros y vemos su primera forma (de aparicién) como si surgiera de algtin lugar que nos es desconocido. 410- Y no puede ser de otro modo. Si se tiene particu- larmente_en_cuenta sy forma, como actividad individual dentro de nuestra conciencia, puesbo.pensarcs.obserua- Sida es decir, dirige la mirada hacia fuera, hacia.algo que ‘s¢-le-contrapone. En un principio sigue siendo una activi- dad. Su mirada se perderia en la nada, en el vacio, si no se le pusiera nada delante. © conocer an. Todo lo que haya de ser objeto de suestTo es ha de someterse a esa forma de fronta, = a con somos incapaces de trascenderla. Si el pensar ha de con vertirse en un medio para penetrar con aes a en el mundo, primero ha de volverse é! mi eee cia. Hemos de buscar ef pensar como si fuera entre los hechos de Ia experiencia. ae, 42-Unicamente asi nuestra concep fi ja en el oseeré uniformidad interior. Dejaria de tenerla en Pr uniformidad interio momento en que quisiéramos introducir en a les mento ajeno. Nuestra intencién es Eines eee experiencia pura y buscar en ella misma el elemento q| vierte luz sobre ella y sobre el resto de la realidad. mundo 5.- Ent torno al contenido de la experiencia. s1- Por lo pronto; empecemos por contemplar la expe- riencia pura. ¢Qué es lo que contiene en el momento en que emerge ante nuestra conciencia, antes de que la hayamos elaborado con el pensar? Simplemente algo que se yuxtapone en el espacio y se sucede en el tiempo, un agregado de meros elementos incoherentes. Ninguno de los objetos que en ella van y vienen tiene nada que ver entre sf. En esta etapa, los hechos que percibimos 0 que vivenciamos interiormente son absolutamente indiferen- tes entre si. s2- En esa fase, el mundo es una qultiplicidad de. sas de i lox, ningtin objeto ni acontecimiento en el engranaje del mundo, puede reivindicar un papel, superior al que desempejie cualg uier otro miembro del mundo de la experienci: Si nos resulta evidente que un hecho concreto es mi ds importante que otro, es que no Nos hemos limitado meramente a observar las cosas, sino 30 que hemos establecido un nexo mental entre ellas, El Srgano rudimentario de un animal, que tal vez carece de significado para sus funciones organicas, para la expe- riencia tiene totalmente el mismo valor que el érgano més importante del cuerpo animal. Su mayor 9 menor importancia aparece solamente cuando reflexionamos SES ie ates que avisten entre los miombros aisladoe de la observacién, es decir, cuando elaboramos la expe- riencia. sa- Para la experiencia, el caracol que se halla en el esla- bén inferior de los organismos tiene el mismo valor que el animal mas evolucionado. La diferencia en su perfec- cién orginica es vista sélo cuando captamos y elabora- mos conceptualmente la multiplicidad de lo que nos viene dado. En este sentido, también tienen el mismo valor la cultura de los esquimales y la de un europeo cul- tivado. Para la mera experiencia, la importancia de César para la evolucién histérica de la humanidad no es mayor que la de cualquiera de sus soldados. Si nos limitamos a los meros hechos de Ia experiencia, en la historia de la literatura Goethe no descuella sobre Gottsched. s4. En esta etapa de nuestro estudio, el mundo es mentalmente una superficie totalmente plana. Ninguna parte de esa superficie sobresale sobre la otra; mental- mente ninguna se distingue de la otra. S6lo cuando la chispa del pensamiento se sumerge en esa superficie, surgen elevaciones y depresiones, unas cosas predomi- nan mas 0 menos sobre. otras, todo se configura de una forma determinada, se tienden hilos entre las diversas formas; todo se convierte en una armonfa que posee una perfeccién inherente en si misma. ss- Con nuestros ejemplos creemos haber demostrado qué es lo que entendemos por mayor o menor importan- cia en los objetos de la percepcién (aqui equivalentes a 31 decir obje- objetos de la experiencia), y qué es lo que queremos al hablar del conocimiento surgido al observar €: : tos en su relacién mutua. Con ello creemos haber pena dido a la objecién de que nuestro foumselcelia experiencia muestra ya infinitas diferencias en cE a : he tos, antes de que el pensar se else coeeme ee ated ejemplo, una superficie roja se distingue de DY SOCE aunque no intervenga el pensar. ¥ eso es cierto, Pere quien con ello quiera contradecirnos, 8 4 everaciones. Nosotros ido en absoluto nuestras ast clos y sft je una infinita cantidad afirmamos precisamente que exis de elementos aislados que se nos ofrecen en la exper y es natural que esos factores sean d tos entre s Pues, de no serlo, no se nos presentaria como una infini- ta multiplicidad de cosas inconexas. No se esta hablan- do de que no exista diferenciacién en las cosas percibidas, sino de su total falta de relacidn mutua, de que los hechos sensoriales aislados carecen de significa- do concreto para el conjuito de nuestra imagen de la rea- lidad. Precisamente porque reconocemos esa infinita variedad cualitativa nos vemos forzados a afirmar lo antedicho. s0- Si se nos presentara una unidad cerrada en si misma y articulada arménicamente, no podriamos hablar de la igualdad mutua entre los diversos elemen- tos de esa unidad. s7- Quien por esta razén no considere adecuada la analogia que antes hemos utilizado, es que no ha capta- do el verdadero nticleo de la cuestidn. Seria erréneo que pretendiéramos comparar el infinitamente variado mundo de la percepeién con la uniforme homogeneidad de una superficie. Pero la superficie a que nos referimos no intenta representar el multifacctico mundo de los fenémenos, sino la imagen global unitari 7 que tenemos d 32 ese muni no se le ha apr ada el pensar. ina vez que ha intervenido el pensar, cada elemento aislado aparece en esa imagen global no como nos lo suministran los sentidos, sino ya dotado del significado que tiene para el conjunto de la realidad. De ese modo se presenta con cualidades de las que carecia del todo cuando aparecia en forma de mera experiencia (pura). sa- En nuestra opinion, fue Johannes Volkelt quien mejor logré mostrar en sus contornos precisos lo que nosotros hemos venido en llamar experiencia pura. Hace ya cinco aftos, en su libro sobre “La Teoria Kantiana del Conocimiento”, la describe elocuentemen- te, y en su reciente escrito “Experiencia y Pensar” pro- fundiza mds en el tema. Lo hizo para apoyar una concepcién diametralmente opuesta a la nuestra y con un propésito esencialmente distinto al que aqui perse- guimos. Pero eso no ha de impedirnos exponer aqui su excelente descripcién de la experiencia pura. Simplemente nos describe las imagenes que, sin correla- cién mutua alguna, pagan por nuestra conciencia en un perfodo limitado de tiempo. (En su “Teoria del. Conocimiento de Kant”) nos di ikelt: “Ast, por ejen- plo, mi conciencia tiene como contenido Ia imagen de que hoy he trabnjado intensamente; acto seguido se le agrega la repre- sentaci6n de que uno puede salir a dar un paseo con Ia con- ciencia tranquila; mas de repente surge In imagen_perceptiva de Ia puerta que se abre y del cartero que entra; el cartero apa- rece extendiendo Ia mano, abriendo ta boca y Inego haciendo lo contrario. Inmediatamente, al contenido de la percepcién de Ia boca que se abre, se le aitaden impresiones auditivas de todo tipo, entre Ins cuales sobresale una diciendo que afuera esta empezando a Hover. El cartero desaparece de mi conciencia y las representaciones que aliora emergen se suceden del modo siguiente: tomar Ins tijeras, abrir la carta, disgusto ante la 33 muiltiples signos de de la fantasia escritura ilegible, imégenes visuales de escritura, mumerosos pensamierttos ¢ imigenes i aque se vinculan a ello, Apenas fia concluido esa serie de int spresentacion de haber Je desaliento ‘genes, cuando vuelve a aparecer In re trabajado mucho y la percepcién acompaitada por la Tuvia que acnbn de empezar; pero amnbas desaparecen de imi conciencia y surge una imagen con el contenidda de que tuna dificultad que se crefa superada durante el trabajo, eA Tidad no se ha solucionado; simultdéneamente aparecen Ins represeutaciones de libre arbitrio, necesidad empirica, respen'- sabilidad, ef valor de la virtud, absoluto az far, incomprensién, ete, y se vinculan entre side las maneras ms diversas y com- plejas; ivamente.” ‘ss. Ahi vemos reflejado por un periodo concreto y limitado en el tiempo lo que realmente experimentamos, la forma de realidad en la que el pensar no interviene en absoluto. suo. Que no se crea que podria Hegatse a un resultado distinto, si en lugar de esa experiencia cotidiana, se intentara describir un experimento cientifico tin fend- meno especial de la naturaleza. En ambos casos se trata de imagenes aisladas e inconexas que desfilan ante nues- tra conciencia. Sélo el pensar establece su coherencia mutua. su. También debemos el mérito de haber mostrado en contornos precisos lo que nos proporciona la mera expe- riencia carente de pensamientos, al escrito de Richard Walile, “Cerebro y Conciencia” (Viena, 1884); con la sal- vedad de que lo que Wahle considera como propiedades incuestionables de las experiencias del mundo interior y exterior, sélo es valido para el primer grndo de la observa- cién del mundo que hemos descrito. Segtin Wahle, sélo tenemos conocimiento de la yuxtaposicién en el espacio y de la sucesién en el tiempo, y no puede hablarse para 34 nat na sol pr ug lac tra so tif en ci apoonv nada de una relacién entre las cosas que se yuxtaponen o se suceden. Asf por ejemplo, puede ser que haya en algu- na parte una conexi6n interna entre el rayo caliente del sol y el calentamiento de la piedra; nosotros desconoce- mos toda relacién causal; lo tinico que sabemos es que al primer hecho le sigue el segundo. Quizés haya en algtin lugar, en algtin mundo que nos es inaccesible, una vincu- lacién interior entre nuestro mecanismo cerebral y nues- tra actividad mental; lo tinico que sabemos es que ambos son procesos que transcurren paralelamente; y no es jus- tificado decir, por ejemplo, que exista un nexo causal entre ambos fenémenos. siz. Si Wahle afirma eso como ultima verdad de la ciencia, nos oponemos a dicha extensién. No obstante es correcto para la primera forma en la que tomamos con- ciencia de la realidad. sia- No solamente las cosas del mundo exterior y los procesos del mundo interno se muestran inconexos en esta primera etapa de nuestro conocimiento, sino tam- bién nuestra personalidad es un elemento aislado frente al resto del mundo. Nos descubrimos a nosotros mismos como tia de las innumerables percepciones sin relacion con los objetos que nos rodean. 6.- Rectificacién de una concepcidn errdnea de la experiencia global. sic Este es el lugar para llamar la atencién sobre un pre- juicio existente desde Kant y que en ciertos circulos se ha convertido practicamente en axioma. Todo el que lo ponga en duda es considerado un simple aficionado, una persona que no ha traspasado los més elementales con- ceptos de la ciencia moderna. Me refiero a la nocién segtin 35 la cual esté corroborado de antemano que todos) we perceptivo, esa interminable multitud de colores y for inci é sa mas, sonidos y variaciones térmicas, etc., no es otra cos: que nuestro munda-subjetive de representaciones, que sdlo persiste mientras nuestros sentidos se mantengan abiertos a las acciones de un.mundo que nos es descono- cido. Esta concepcién considera-tado el mundo de los fenémenos como una representacién que-se halla dentro de nuestra conciencia individual, y en base a ese supues- ‘To previo se edifican otras aseveraciones sobre la natura~ leza del conocer. También Volkelt se hizo partidario de esa concepcién y funds su Teoria del Conocimiento que, por otro lado, es magistral como realizacisn cientifica. No obstante eso no es una verdad fundamental y es la | menos adecuada para situarse en a ciispitte de la ciencia del conocimiento. 62- Que no se nos malinterprete. No pretendemos alzar una protesta, por otro lado impotente, contra los logros fisiolégicos del presente. Pero lo que fisiolégica- mente est del todo justificado, por la misma raz6n no esta llamado a situarse en el portal de la Teoria del Conocimiento. Aunque pueda ser una verdad fisiolégica incuestionable que el complejo de sensaciones y concep- Ciones que Hlamabamos experiencias surge solamente con, cierto que ese conocimiento slo puede ser resultado de muchas deliberaciones ¢ investigaciones. Esa particulari- dad de que, nuestro mundo fenoménico en su sentido fisiolégico es de indole subjetiva, es ya una determinacisn mental que de él se hace, y no tiene nada que ver con su yj primera aparicién. (Decir que es subjetivo) presupone ya la aplicacién del pensar a ta experiencia. P ‘or consiguiente, primero hay que indagar cual es el vinculo entre ambos factores del conocer, 6 derar consi Po, c de fo “4 “todo: allan indivi efectti siendo viduo ait fu ON 6s, absol xima mita | rr nota cin misn 4a. Con esa concepcién (subjetivista) uno suele consi- derarse por encima de la “ingenuidad” prekantiana que consideraba realidad las cosas del espacio y del tiem- po, como todavia hace hoy el hombre ingenuo carente de formacién cientifica. 44aBn su “Experiencia y Pensat”, Volkelt afirma que: “todos los actos que pretenden ser conocimtiento objetivo se hallan indisolublemente unidos a Ia conciencia cognoscente individual, y que, en un principio y de modo inmediato, no se efectiian en otra parte que no sea la conciencia del individuo, siendo totalmente incepaces de trascender Ia regién del indi- viduo y de captar o penetrar la esfera de lo real que se halla ahi fuera.” 6s. Ahora bien, up pensar imparcia no puede en ~absoluto encontrar en la realidad, tal como se nos apro- xima directamente (la experiencia), nada_que nos pers mita decir que es una mera repr iG Ga. La simple reflexién de que el hombre ingenuo no nota en las cosas nada que pueda llevarle a esa concep- cién (subjetivista), nos muestra ya que en los objetos mismos no existe ninguna razon para asumirla. (Qué levan consi da_motivar- Wea considerarlos como una mera imagen de la repre. SéHTACIGN? Que al menos no se la cite como verdad evidente. 67- Al hacer esto tiltimo, Volkelt entra en contradic- cién con sus propias premisas. En nuestra opinion, para poder afirmar la naturaleza de la experiencia, Volkelt tuvo que dejar de ser fiel a su verdad de que la expe- riencia no contiene otra cosa que un incoherente caos de imagenes carentes de cualquier determinacién men- tal. Mas bien tendria que haber comprendido que el sujeto del conocer, el observador se halla tan desvincu- lado del mundo de la experiencia como lo esta cual- 37 quier otro objeto del mismo. Pero si se aplica el predica- do de subjetivo al mundo percibido, eso implica igual: Considerar la piedra que cae como causa de la huella que se produce en el suelo. El mismo Volkeltsin embargo, ne pretense admitir_vinculacin alguns. sae los objetos de la experiencia. Abt se halla la paradoja de Sireoncepelbnral Fae intel al principio de Ia expeten cia pura que él pd8tUla" CON eNe'se enc m Gateattal feo 5a Incapaz de salir de ella. E incluso 10 afirma sin rodeos. Para él, es cuestionable todo lo que hay més alld de las imagenes que ha arrancado a la per- cepcion. Y aunque, segtin él, nuestro pensar se esfuerce en deducir una realidad objetiva a partir de ese mundo de representaciones; ninguna salida de éste puede con- ducirnos a verdades realmente ciertas. Para Volkelt, todo saber que adquirimos con el pensar no esta prote- gido contra la duda. De ningtin modo iguala la certi- dumbre de la experiencia inmediata. Sélo ésta nos proporciona un saber incuestionable. jYa vimos cuan deficiente!, Mas todo ello se debe a que Volkelt atribuye a la realidad sensorial (experiencia) una propiedad que de ninguna manera puede corresponderle, y construye sus Posteriores hipétesis sobre esta premisa. «s- Hemos tenido que dirigir especial atencién al escrito de Volkelt, porque se trata del logro més impor- tante sobre el tema en el presente y porque al mismo tiempo puede servirnos de modelo para todos los esfuerzos gnoseol6gicos a los que se enfrenta principal- ' mente nuestra orientacién basada en la concepcién goetheana del mundo. é cualge mera f de hac un sup samen Tueste un err ciones. muche la exp leer lo Se no: nado La he como mutu tales? absol tes p dep tos a dirig esté 2. mar S6lo mer dire serv lect 7.- Invocacién a la experiencia de cada lector. 74- Queremos evitar el error de atribuir de antemano cualquier propiedad a lo inmediatamente dado, a la pri mera forma de aparicién del mundo exterior e interior, ¥ de hacer valer nuestras manifestaciones basandolas en un supuesto previo. Ya que defi ia preci- samente como aquello en lo Quyestxa.pensar. Y por lo mismo no se puede hablar de un error de pensamiento al comenzar nuestras exposi- we no participa para nada ciones. 72- Ahi reside justamente el error fundamental de muchas iniciativas cientificas actuales, que. creen reflejar la experiencia pura, cuando no hacen mas que volver @ oe renege que ellos mismos introdujeron en ella. e nosotros también hemos. asig: Se nos puede objetar que no fa experiencia, put nado toda una serie de atributos a | ede atributos 2. ait La hemos descrito como una multiplicidad i como un agregado de elementos aislados sin correlacion__ mutua,etc, ,Acaso no son eso también definiciones men- tales? En el sentido en que las utilizamos, no Jo son en absoluto. Sglamente nos hemos servido de_esos. concep os. paa dirigic Ja mirada del lector a a la realidad. exentt “ t S ; F de.pensamiento. No pretendemos atribuir esos concep- tos a la experiencia, tan solo hacemos uso de ellos para dirigir la atencién a aquella forma de la realidad que esta libre de todo concepto. 73. Esta claro que todos los estudios cientificos han de manifestarse por medio de la lengua y ésta, a su vez, \\ s6lo puede expresar conceptos. Pero es algo esencial- jc mente distinto usar determinadas palabras para atribuir directamente esta o aquella propiedad a una cosa, que \ servirse de ellas tinicamente para dirigir la mirada del ‘ lector o del oyente hacia un objeto. Si pudiéramos hacer uso de un simil, dirfamos: Una cosa es que A le eee “Observn a aquel hombre en el circulo de su familia ys me tna conclusin muy distinta de € cuando fo eonocens eercien, do su profesion”, y otra muy distinta es que diga: “Aq hombre es un padre de famitia ejemplar.” En el primer C250, la atenci6n de B se ve orientada en determinado sentido; se le sugiere que juzgue a una personalidad bajo determi- nadas circunstancias. En el segundo caso se le atribuye simple y lanamente una determinada propiedad a esa persona, y por tanto se afirma algo sobre ella. El primer caso se relaciona con el segundo del mismo modo en que los comienzos de nuestro escrito lo hacen con parecidas publicaciones sobre el tema. Si en alguna parte, por las necesidades del estilo o para crear la posibilidad de expresarnos, la cosa parece distinta, digamos explicita- mente que nuestras exposiciones sélo tienen el sentido que aqui le atribuimos y estén muy lejos de formular nin- guna afirmacién relativa a las cosas mismas, 4-Pues bien, si queremos darle un nombre a esa pri- mera.forma.en la que obseryamos Ja realidad, creemos que.el.mds.adecuado seria el.de. apariencig sensible’; -£ntendiendo por s®7siblé no solamente lo que_nos_sumi- nistran los sentidoS exterio es, mediadores del mundo 1o5.6rganos.corporales y espirituales cepcié hos inmediatos. itual en la psicologfa, cuando Hes cia ho: ese cial gun pro que Za, etay lim me cor inv ex] for S01 pl m se en pr fa Te Ma es 76. Hemos de plantear ahora una cuestién que ha de Hlevarnos al segundo factor a tener en cuenta en la cien- cia cognoscitiva, el pensar. 79. gSe puede considerar la.experienciaelal como se nos ha dado a a, algo basado“en.tn ésencia misma de Ja.cosa? 2Es (esa forma de la experie cia) una propiedad de la realidad? 7a- Muchas cosas dependen de la respuesta a esa Pre gunta. Si ese modo (de presentarse Ia experiencia) es Una propiedad esencial de los objetgs de la experiencia, a180 que en el més estricto sentido es inherente a su naturale- za, entonces no hay forma.de ver como trascender_ es etapa del conocimiento. En consecuencia habriamos de limitarnos a describir todo lo que percibimos como meras anotaciones inconexas, y esa coleccién de notas constituitfa nuestra ciencia. Pues gde qué serviria toda investigacién de los vinculos entre las cosas, si ese aisla- miento con el que se nos presenta la primera forma de la experiencia fuera su verdadera propiedad? 79. La situaci6n seria distinta’ si consideréramos que esa forma de la realidad no se corresponde con esenciade lo real, sino tan solo con suaspacinestsiabiotliner® acco sorio, si considerdramos que anf@ nosotros tenemos sim- Ta verdadera esencia del plemente una envoltura de mundo, una envoltura que nos la oculta y nos desafia a seguir buscdndola. Entonces tendriamos que esforzarnos en penetrar en esa envoltura, Habriamos de salit de esa primera forma en que se nos aparece el mundo para adue- fiarnos de sus verdaderas propiedades (esenciales). Tendriamos que superar la apnriencia sensible para desarro- Jlar una forma de manifestacion superior. La respuesta a esta pregunta se da en las exposiciones siguientes. * Véase nota al final 41

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