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En última instancia, las propiedades de los materiales están determinadas por los tipos de
átomos presentes, su orientación relativa y la naturaleza del enlace entre otros, por ello es
necesario revisar los principios básicos de química para comentar el rol del enlace.
Primero se debe entender que un átomo está formado por un núcleo rodeado de electrones
(con carga negativa), el núcleo contiene neutrones y protones (con carga positiva) y por ello el
núcleo adquiere una carga neta positiva. Los electrones tienen carga negativa y se mantienen
cerca del núcleo por atracción electrostática; la carga (q) que tiene cada electrón y cada protón
tiene una magnitud de 1,60 x 10-19 Coulomb (C).
Dado que las cantidades de electrones y protones en un átomo son las mismas, el átomo como
un todo es eléctricamente neutro. Las masas de estas partículas subatómicas son
infinitésimamente pequeñas; los protones y neutrones tienen aproximadamente la misma
masa de 1,67 x 10-27 kg, la cual es muchísimo mayor a la del electrón (9,11 x 10-31 kg) (Callister,
2007).
Cada elemento químico se caracteriza por el número de protones del núcleo o número
atómico (Z). Para un átomo eléctricamente neutro o completo, el número atómico coincide
con el número de electrones. Los valores del número atómico (Z), para los elementos que se
encuentran en la naturaleza, van de 1 para el hidrógeno hasta 92 para el uranio (Callister,
2007).
La masa atómica (A) de un átomo específico, frecuentemente conocida también como peso
atómico, se puede expresar como la suma de las masas de los protones y los neutrones que se
encuentran dentro del núcleo. Aunque el número de protones es igual para todos los átomos
de un mismo elemento, el número de neutrones (N) puede variar.
De esta manera, los átomos de algunos elementos pueden tener diferentes masas atómicas,
dependiendo del número de neutrones dentro del núcleo. A estos átomos con diferentes
masas atómicas se les denomina isótopos. El peso atómico del elemento corresponde al peso
ponderado de las masas atómicas de los isótopos, de acuerdo con la abundancia relativa de
cada isótopo en la naturaleza (Callister, 2007).
En el caso del carbono, se tienen dos isótopos estables carbono 12 (12C según la nomenclatura
para isótopos) con 6 protones y 6 neutrones en el núcleo y que representan el 98,93% del total
y el carbono 13 (13C), el cual tiene 6 protones y 7 neutrones, constituyendo el 1,07% restante.
Al ponderar estos valores se tiene entonces que para el carbono el peso atómico es de
12,0107.
1
Para expresar el peso atómico de los diferentes elementos se utiliza el concepto de unidad de
masa atómica (u), la cual es equivalente a la constante de masa atómica y se define como 1/12
de la masa de un átomo neutro y no enlazado de carbono 12 en su estado fundamental
eléctrico y nuclear, y se utiliza para expresar la masa de las partículas atómicas (IUPAC, 1997).
El valor aceptado de la unidad de masa atómica es:
u = 1,6605402 x 10-27 kg
Por ejemplo, el peso atómico del oro (Au) es de 196,97 u/átomo o 196,97 g/mol. A veces se
utiliza u/átomo o molécula; en otras ocasiones se prefiere g (o kg)/mol. La última es la más
comúnmente utilizada.
1. MODELOS ATÓMICOS
A finales del siglo XIX se constató que muchos fenómenos observables en sólidos que
implicaban el movimiento de electrones, no se podían explicar en términos de la mecánica
clásica. Por este motivo, para explicar el comportamiento de entidades atómicas y
subatómicas, se estableció un conjunto de principios y leyes conocido como mecánica
cuántica.
Uno de los primeros desarrollos obtenidos a partir de la mecánica cuántica fue el modelo
atómico simplificado de Niels Bohr, en este modelo se muestra un átomo con un núcleo
positivamente cargado en el centro y los electrones, con carga negativa, orbitando en
diferentes niveles de energía.
2
Representación del modelo atómico según Niels Bohr
Aunque es conveniente dibujar los electrones como partículas, estos poseen propiedades de
partículas y de ondas; por ello, es más conveniente pensar en los electrones como una “nube
de electrones” en la cual el electrón estará presente en diferentes partes de la nube en
diferentes momentos (Newell, 2011).
La conformación de los electrones dentro de estos niveles de energía u orbitales sigue reglas
muy específicas reguladas por la mecánica cuántica. Estas reglas, presentadas por primera vez
por Erwin Schrödinger en 1926, permiten caracterizar la energía de un electrón determinado,
la forma de la nube del electrón, la orientación de la nube en el espacio y el spin del electrón
mediante cuatro números denominados números cuánticos.
El número cuántico principal (n) determina la energía del electrón. Al orbital más
interno, es decir, el más cercano al núcleo, se le asigna un número cuántico de 1, el
siguiente 2 y así sucesivamente hasta el número 7. La figura anterior muestra los
primeros tres orbitales de forma esquemática. Comúnmente, se asignan letras para
representar los orbitales individuales, en tales casos, K corresponde a n = 1, L para n =
2 y así sucesivamente, cuanto mayor sea el valor de n, mayor será la energía
electrónica y mayor también la posibilidad de que el electrón esté más alejado del
núcleo.
Los diversos orbitales relacionados con los diferentes valores de ℓ son a veces
llamados subniveles o subcapas y (principalmente por razones históricas) se
denominan por letras, de la siguiente manera:
3
ℓ Letra Nombre
0 s definida (sharp)
1 p principal
2 d difuso
3 f fundamental
4 g
5 h
6 i
Cada uno de estos subniveles tiene una forma específica de la nube de electrones
determinada por el valor de ℓ; puesto que, a medida que el valor de ℓ sea mayor, más
excéntrica será la forma de la nube, es decir, más aplanada será la elipse que recorre el
electrón:
Fuente: https://goo.gl/cn9JYz
El tercer número cuántico o número cuántico magnético (mℓ) indica cómo la nube de
electrones se encuentra orientada en el espacio y establece, además, el número de
estados magnéticos que puede tener un subnivel determinado. El número mℓ puede
tener cualquier valor entero (incluyendo 0) desde - ℓ a + ℓ; es por ello que, un subnivel
s puede tener solamente mℓ = 0, es decir un estado magnético, mientras un subnivel p
podría tener valores mℓ de +1, 0 o -1 (tres estados) y así sucesivamente. Las formas de
las nubes de electrones varían con el subnivel en el que se encuentran localizadas; de
tal forma que, en los subniveles s las nubes son esféricas, mientras que las de los
subniveles p forman figuras de ochos alargados y a medida que se pasa a otros
subniveles las formas se tornan más complejas.
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Fuente: https://goo.gl/hN8Cb0
El cuarto número cuántico o momento de espín (ms), describe el giro del electrón en
torno a su propio eje en un movimiento de rotación. Este giro puede hacerlo solo en
dos direcciones opuestas entre sí, debido a esto, los valores que puede tomar el
número cuántico de espín son -1/2 y +1/2. El espín es un concepto teórico que se
deriva de los mecanismos cuánticos complejos y permite que los electrones
individuales se distingan uno del otro dentro de los orbitales (Newell, 2011).
2. CONFIGURACIONES ELECTRÓNICAS
Los cuatro números cuánticos permiten que cada electrón en un átomo sea caracterizado
individualmente; este hecho fue corroborado en 1925 por Wolfgang Pauli quien demostró que
no pueden haber dos electrones en un átomo que tenga el mismo juego exacto de cuatro
números cuánticos. Esta observación se conoce como el principio de exclusión de Pauli y su
efecto principal es que no más de dos electrones pueden caber en un orbital y que los dos
electrones en un suborbital deben tener espines opuestos, de esta manera, los subniveles s, p,
d y f pueden acomodar un total de 2, 6, 10 y 14 electrones, respectivamente. En la siguiente
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tabla se indica el número máximo de electrones que puede ocupar cada uno de los cuatro
primeros niveles.
Es importante notar que los orbitales y subniveles no se llenan de acuerdo con un estricto
orden numérico, sino de acuerdo con su nivel de energía, llenándose primero los subniveles
que requieren menor energía para seguir con los de mayor energía hasta distribuir todos los
electrones del átomo.
Un átomo con todos sus electrones en los niveles de energía más bajos posibles, que no violan
el principio de exclusión de Pauli, se encuentra en su estado fundamental. Cuando el átomo se
altera por campos de energía o magnéticos, algunos electrones se pueden mover
temporalmente a niveles de energía mayores, siendo esta la base para el desarrollo de todos
los materiales electrónicos.
N° cuántico N° de N° de electrones
Nivel Subnivel
principal (n) estados por subnivel por nivel
1 K s 1 2 2
s 1 2
2 L 8
p 3 6
s 1 2
3 M p 3 6 18
d 5 10
s 1 2
p 3 6
4 N 32
d 5 10
f 7 14
Fuente: Callister (2007).
En segundo lugar, en cada nivel, la energía de un subnivel se incrementa con el valor del
número cuántico ℓ; por ejemplo, la energía de un estado 3d es mayor que la del 3p, que, a su
vez, es mayor que la del 3s. Finalmente, los valores de energía correspondientes a un estado
de un nivel pueden superponerse a los valores correspondientes a estados de los niveles
adyacentes; esto se da sobre todo en los estados d y f; así, por ejemplo, la energía del estado
de 3d es mayor que la del 4s, por lo tanto, los electrones llenarían primero el estado 4s antes
de llenar el 3d.
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Fuente: Callister (2007). Fuente: Askeland, Fulay y Wright (2012).
El principio de Aufbau o método de lluvia es una herramienta gráfica que predice las
desviaciones del ordenamiento de los niveles energéticos al distribuir los electrones de los
elementos en sus niveles y subniveles y es conocido también como el método de la lluvia.
Como puede observarse, cada fila representa el número cuántico principal (n) desde el 1 al 7
con los subniveles correspondientes de acuerdo con su número azimutal (ℓ). Se dibuja una
flecha en diagonal desde la esquina superior derecha a la inferior izquierda y al seguir la flecha
se puede predecir el orden en el que se llenan los niveles de energía de cada nivel cuántico
(Askeland, Fulay y Wright, 2012).
Como ejemplo, de acuerdo con el principio de Aufbau, la estructura electrónica del átomo de
hierro (Fe) el cual tiene un número atómico de 26 es:
La nomenclatura para escribir esta estructura muestra el número cuántico principal, la letra
correspondiente al subnivel y en superíndice el número de electrones en cada subnivel. Como
puede verse en el ejemplo del hierro, el nivel 4s se llena primero que el nivel 3d quedando aún
espacio para cuatro electrones (el subnivel d puede albergar 10 electrones), este nivel sin
llenar es el responsable por las propiedades magnéticas del hierro (Askeland, Fulay y Wright,
2012).
Es de hacer notar que existen algunas excepciones al principio de Aufbau, como ocurre con el
caso del cobre (Cu). De acuerdo con el método de la lluvia, la estructura del cobre, con número
atómico 29, es:
7
1s2 2s2 2p6 3s2 3p6 3d9 4s2
Generalmente los electrones ocuparán primero cada orbital con un nivel energético dado
antes de llenar un orbital con los dos electrones y dejar un orbital vacío; por ejemplo, el
nitrógeno (N) tiene la siguiente estructura:
En este caso cada orbital p de la capa L contiene un electrón en vez de tener un orbital con dos
electrones, uno con un electrón y el otro vacío.
Conviene hacer algunas consideraciones sobre las configuraciones electrónicas, primero, los
electrones de valencia son aquellos electrones que ocupan los niveles energéticos “s” y “p”
más externos y son extraordinariamente importantes, puesto que participan en las reacciones
químicas y las combinaciones o enlaces con otros átomos; además, muchas de las propiedades
físicas y químicas de los sólidos tienen su explicación en los electrones de valencia.
La valencia también depende del entorno inmediato que rodea al átomo o de los átomos
vecinos disponibles para realizar enlaces; de esta manera, el fósforo (P) tiene una valencia de 5
cuando se combina con oxígeno, pero cuando reacciona con el hidrógeno es de solo 3
(electrones disponibles en el nivel 3p). Por su parte, el manganeso (Mn) puede tener valencia
de 2, 3, 4, 6 o 7 (Askeland, Fulay y Wright, 2012).
Algunos átomos que tienen la denominada “configuración electrónica estable” presentan los
estados de los niveles más externos o de los electrones de valencia completamente llenos.
Normalmente, esto corresponde a la ocupación completa de los estados “s” y “p” de los
niveles más externos por ocho electrones, esta configuración s2p6 para la capa más externa les
proporciona de una alta estabilidad química, como se ha puesto de manifiesto en la relativa
inactividad química de los gases nobles para reaccionar con otros átomos. El helio es una
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excepción, ya que, aunque solo contiene dos electrones (1s2), pertenece a este grupo de
materiales altamente estables (Callister, 2007).
Otros átomos prefieren comportarse como si sus niveles externos “s” y “p” estuviesen
completamente llenos, con ocho electrones, o completamente vacíos. El átomo de aluminio
tiene tres electrones en sus niveles externos (3s2 3p1) y puede ceder esos electrones para
vaciar sus niveles 3s y 3p; el comportamiento químico del aluminio está determinado por
cómo interactúan estos tres electrones con los átomos circundantes (Askeland, Fulay y Wright,
2012).
Sin embargo, los átomos con niveles externos casi vacíos, como el sodio (3s1), ceden electrones
con facilidad y tienen una electronegatividad baja. Los átomos con número atómico alto,
también exhiben una electronegatividad baja debido a que los electrones externos están a una
distancia mayor del núcleo positivo y por ello no están tan fuertemente atraídos hacia el
átomo.
Todos los elementos han sido clasificados en la tabla periódica de acuerdo con su
configuración electrónica. En dicha tabla, los elementos se sitúan según una disposición de
números atómicos crecientes, en siete hileras horizontales denominadas períodos.
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La disposición es tal que todos los elementos que coinciden en una columna o grupo tienen
estructuras electrónicas de valencia similares, así como propiedades físicas y químicas también
similares; estas propiedades varían de forma gradual y sistemática, desplazándose
longitudinalmente a través de cada periodo.
Las filas en la tabla periódica corresponden al número cuántico principal (n), mientras que las
columnas típicamente se refieren al número de electrones en los niveles de energía “s” y “p”
de la capa más externa y se corresponde con la valencia más común del elemento. En
ingeniería se trata principalmente con (Askeland, Fulay y Wright, 2012):
c) Materiales metálicos basados típicamente en los elementos de los grupos 1, 2 y los metales
de transición (grupos 3 al 12).
Los elementos colocados en el grupo 18 (el grupo más a la derecha) son los gases inertes o
nobles, que tienen los niveles llenos de electrones y, por lo tanto, poseen una configuración
electrónica estable. Los elementos pertenecientes al grupo 17 les falta un electrón en su capa
externa para completar la estructura estable, estos se conocen como halógenos (F, Cl, Br, I y
At); los metales alcalinos y alcalinotérreos (Li, Na, K, Be, Mg, Ca, etc.) están clasificados como
grupo 1 y 2 y tienen respectivamente uno y dos electrones en exceso, respecto de las
estructuras estables.
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Tabla periódica de los elementos
Fuente: https://goo.gl/WLRQ1o
Al observar la tabla periódica se aprecia que la mayoría de los elementos se clasifican como
metales. Estos elementos se denominan electropositivos, porque pueden perder electrones y
cargarse positivamente, ionizándose. Los elementos situados a la derecha de la tabla son
electronegativos, ya que pueden aceptar electrones con facilidad y cargarse negativamente,
ionizándose o, a veces, pueden compartir electrones con otros átomos (Callister, 2007).
Existen cuatro mecanismos importantes por medio de los cuales ocurren los enlaces entre los
átomos y las moléculas que conforman los materiales de ingeniería, estos son:
Enlace iónico.
Enlace covalente.
Enlace metálico.
Fuerzas de Van der Waals.
Los primeros tres tipos de enlaces son relativamente fuertes y se conocen como enlaces
primarios, en cada uno de ellos el enlace resulta de la transferencia o compartición de los
electrones de valencia; por otra parte, la naturaleza del enlace depende de la estructura
electrónica de los átomos constituyentes. Cada uno de estos tres tipos de enlace surge de la
tendencia de los átomos a adquirir la configuración electrónica estable, correspondiente al gas
inerte, llenando completamente de electrones el nivel energético más externo, también
llamado nivel de valencia (Callister, 2007). Las fuerzas de Van der Waals son enlaces
secundarios y se originan a partir de un mecanismo diferente, estas fuerzas son relativamente
más débiles. A continuación se verá en detalle cada uno de estos tipos de enlace:
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Enlace iónico
El enlace iónico es conceptualmente la clase más simple de enlace entre átomos y ocurre
como resultado de una transferencia de electrones desde un átomo a otro. Para que se
produzca este enlace, un material electropositivo, que tiene uno o más electrones extras más
allá de su último subnivel completado, se acerca a un material electronegativo al que le hace
falta uno o más electrones que no lograron completar su subnivel periférico; en este caso, las
fuerzas electroestáticas favorecen energéticamente al material electropositivo para donar su
electrón de valencia (o electrones) al material electronegativo (Newell, 2011).
Los metales de los grupos 1 y 2 de la tabla periódica frecuentemente forman enlaces iónicos
con los halógenos del grupo 17. El término halógeno procede del griego y significa “formador
de sal” (Petrucci, Herring, Madura y Bissonnette, 2011). A todos los halógenos les falta un
electrón para completar la última capa de valencia, así que fácilmente adoptan al electrón
extra del metal. Los compuestos como el NaCl y el CaF2 son ejemplos clásicos de enlace iónico.
Las siguientes figuras representan una muestra esquemática del enlace iónico en el cloruro de
sodio.
Las fuerzas atractivas del enlace son fuerzas de Coulomb generadas debido a que las cargas
positivas y negativas se atraen entre sí como se puede observar en la siguiente figura. La
magnitud del enlace iónico es igual en todas las direcciones alrededor de un ion y se denomina
no direccional. Para que un material iónico sea estable es necesario que todos los iones
positivos tengan como vecinos más próximos, en un esquema tridimensional, iones cargados
negativamente y viceversa. El enlace predominante en los materiales cerámicos es iónico.
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Representación de las fuerzas de enlace culómbicas en el NaCl
Energía de enlace
Temperatura de
Tipo de enlace Sustancia eV / átomo,
kJ/mol fusión (°C)
ion, molécula
Hg 68 0,7 -39
Las energías de enlace suelen ser de 600 a 1.500 kJ/mol (de 3 a 8 eV x átomo) y este elevado
valor se refleja en las altas temperaturas de fusión de estos materiales. La tabla anterior
muestra las energías de enlace y las temperaturas de fusión de varios materiales, en ella puede
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observarse el efecto de la energía de enlace sobre la temperatura de fusión de los materiales.
Los materiales iónicos se caracterizan por la dureza, fragilidad y por ser tanto eléctrica como
térmicamente aislantes. Como se verá después, estas propiedades tienen su origen en la
configuración electrónica y/o en la naturaleza del enlace iónico (Callister, 2007).
Enlace covalente
Puede observarse según la figura que el átomo de carbono tiene cuatro electrones de valencia,
mientras que cada uno de los cuatro átomos de hidrógeno, tiene un solo electrón de valencia.
Cada átomo de hidrógeno adquiere la configuración electrónica del helio (dos electrones de
valencia 1s), ya que comparte un electrón con el átomo de carbono, de la misma manera, el
carbono cuenta ahora con ocho electrones, cuatro de los cuales son los electrones adicionales
compartidos, uno de cada hidrógeno, y adquiere la configuración electrónica del neón (2s2 2p6
– 8 electrones), estos dos aspectos le proporcionan estabilidad a la molécula de metano. El
enlace covalente es direccional, es decir, ocurre entre átomos específicos y puede existir solo
en la dirección entre los átomos que están compartiendo los electrones.
Muchas moléculas de elementos no metálicos (H2, Cl2, F2, etc.), así como muchas moléculas
que contienen átomos diferentes (CH4, H2O, HNO3, HF, etc.), se encuentran enlazadas
covalentemente; más aún, este tipo de enlace se encuentra en sólidos elementales como el
diamante, el silicio y el germanio (Callister, 2007).
El número de enlaces covalentes posibles para un átomo particular depende del número de
electrones de valencia. Para un átomo con un número N’ de electrones de valencia, este puede
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enlazarse covalentemente, como máximo, con 8 – N’ átomos; por ejemplo, para el caso del
cloro con N'= 7, este podrá enlazarse con: 8 - N'= 1 átomo; como ocurre en la molécula de Cl2.
Análogamente, para el carbono N'= 4, por lo que 8 - N'= 4 y así cada átomo de carbono tiene
cuatro electrones para compartir. El diamante es la estructura del carbono interconectada en
tres dimensiones, donde cada átomo de carbono se une covalentemente con otros cuatro
átomos de carbono.
Los enlaces covalentes pueden ser muy fuertes, como en el caso del diamante, que es un
material muy duro y tiene una temperatura de fusión muy elevada, Tf > 3550 °C, pero también
pueden ser muy débiles, como es el caso de los enlaces del bismuto, que funde a 270 °C. En la
tabla anterior se muestran las energías de enlace y las temperaturas de fusión de algunos
materiales que poseen enlaces covalentes (Callister, 2007). Este tipo de enlace es
característico de los materiales poliméricos, en los cuales la estructura molecular fundamental
es una larga cadena de átomos de carbono enlazados covalentemente entre sí mediante dos
de los cuatro enlaces disponibles por átomo. Los dos enlaces restantes normalmente
participan en la unión covalente con otros átomos.
En realidad, muy pocos compuestos tienen enlaces iónicos o covalentes puros, sino que tienen
enlaces interatómicos parcialmente iónicos y parcialmente covalentes. En un compuesto, el
grado de participación de cada uno de estos dos tipos de enlace depende de las posiciones
relativas que ocupen los átomos constituyentes en la tabla periódica, es decir, de las
diferencias entre sus electronegatividades.
El mayor grado de carácter iónico lo poseen los enlaces entre átomos de la parte superior
derecha de la tabla periódica con átomos de la parte inferior izquierda; por su lado, el mayor
grado de carácter covalente lo presentan los átomos no metálicos unidos entre sí. En la tabla
siguiente se muestran los valores de electronegatividad de algunos elementos comunes:
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% carácter iónico = {1 − [exp( − (0,25)(𝑋𝑎 − 𝑋𝑏)2 ]} 𝑥 100
Enlace metálico
El último de los enlaces primarios, el enlace metálico se encuentra presente en los metales y
sus aleaciones. Se ha propuesto un modelo muy sencillo que se aproxima bastante al esquema
de este enlace. Los materiales metálicos tienen 1, 2 o, a lo sumo, 3 electrones de valencia, en
este modelo, los electrones de valencia del sólido no pertenecen a ningún átomo en particular
y son más o menos libres de circular a través de todo el metal. Se puede interpretar que
pertenecen a la totalidad del metal, formando un “mar de electrones” o una “nube de
electrones”. El núcleo y los electrones que no son de valencia forman cationes, que poseen
una carga positiva igual al total de electrones de valencia por átomo (Callister, 2007).
En la siguiente figura se ilustra de forma esquemática la estructura del enlace metálico. Los
electrones libres contrarrestan las fuerzas repulsivas generadas entre cationes (cargados
positivamente); en consecuencia, el enlace metálico tiene carácter no direccional y los
electrones libres actúan como elemento de unión de los iones cargados positivamente.
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Ilustración esquemática del enlace metálico
Debido a que los electrones de valencia no se encuentran fijos en una posición, la mayoría de
los metales puros son buenos conductores de electricidad a relativamente bajas temperaturas,
bajo la influencia de un voltaje aplicado (diferencia de potencial), los electrones de valencia se
mueven causando que fluya una corriente si el circuito se cierra (Askeland, Fulay y Wright,
2012).
Los enlaces iónicos y covalentes manejan la interacción entre átomos, pero las moléculas
formadas por átomos enlazados también interactúan una con otra. Estas interacciones,
referidas como enlaces secundarios, pueden tener influencia significativa sobre el
comportamiento de los sólidos. Las moléculas polares en una estructura cristalina se alinean
para que el polo positivo de una molécula esté más cercano al polo negativo de la molécula
adyacente, como se muestra en la siguiente figura. Como resultado, se forma una interacción
electroestática entre las moléculas conocida como fuerza dipolar. Estas interacciones crean
fuerza adicional en el material y elevan el punto de ebullición de los líquidos (Newell, 2011).
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El caso más extremo de fuerzas dipolares involucra un átomo de hidrógeno interactuando con
un átomo de flúor (F), de oxígeno (O) o de nitrógeno (N) desde una molécula adyacente. En tal
caso, el átomo de hidrógeno de una molécula es fuertemente atraído hacia el átomo
electronegativo en la molécula adyacente, resultando en un enlace de hidrógeno (puente de
hidrógeno).
La fuerza de un puente de hidrógeno es más fuerte que otras fuerzas dipolares, porque la
diferencia electronegativa entre el hidrógeno y el F, el N o el O es grande debida a que el
tamaño pequeño de la molécula de hidrógeno le permite al átomo electronegativo acercarse
mucho al átomo de hidrógeno.
El tipo final de enlace secundario sucede en todas las sustancias y se incrementa con el peso
molecular. Estas fuerzas, llamadas fuerzas de dispersión o fuerzas de Van der Waals, son
causadas por interacciones dipolares temporales que resultan de variaciones de concentración
momentáneas en las nubes de electrones de moléculas adyacentes lo que genera la aparición
de dipolos como se puede apreciar en la siguiente figura. Aunque estas interacciones son
extremadamente breves, suceden una y otra vez; las moléculas más grandes tienen más
oportunidades para que estas interacciones sucedan como ocurre en el caso de los polímeros
(Newell, 2011).
Se debe observar que los enlaces de Van der Waals son enlaces secundarios entre moléculas,
pero los átomos dentro de la molécula se encuentran unidos mediante fuertes enlaces iónicos
o covalente. Al calentar el agua hasta el punto de ebullición se rompen las fuerzas de Van der
Waals y cambia de agua a vapor, pero esto no afecta los enlaces covalentes entre el oxígeno y
el hidrógeno de la molécula de agua.
Aunque las fuerzas de Van der Waals se denominan secundarias, porque están basadas en la
energía de los enlaces, estas fuerzas juegan un rol importante en muchas áreas de la
ingeniería; éstas fuerzas determinan la tensión superficial y los puntos de ebullición de los
líquidos.
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dispersados en agua u otros líquidos orgánicos, el poder lograr esta dispersión de forma
efectiva depende de la tensión superficial del líquido y de la energía superficial del material
sólido. De igual manera la tensión superficial cobra importancia al procesar metales fundidos y
sus aleaciones, así como al procesar vidrio. (Askeland, Fulay, & Wright, 2012)
6. MOLÉCULAS
En los estados sólido y líquido condensado los enlaces entre moléculas son del tipo
secundarios débiles, por consiguiente, los materiales moleculares tienen temperaturas de
fusión y de ebullición relativamente bajas. Muchos de ellos, los que están constituidos por
pequeñas moléculas de pocos átomos, son gases a temperatura y presión ambiental; por otro
lado, muchos de los modernos polímeros, que son materiales moleculares compuestos de
moléculas extremadamente grandes, existen como sólidos y algunas de sus propiedades, como
la temperatura de reblandecimiento y la rigidez, dependen fuertemente de la presencia de
enlaces secundarios de Van der Waals y enlaces por puente de hidrógeno.
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