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Margarita Barajas
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Decidí entonces, en m i investigación doctoral, indagar el valor que pudo haber
tenido la m úsica de ese entonces en M éxico, pero no en su “valor universal”, com o
era acostum brada su aproxim ación en la m usicología, sino para quienes en su vida
se acom pañaron de ella. Al darm e cuenta de que tenía que abocarm e al estudio
de las prácticas culturales de un determ inado grupo social -la burguesía m exicana,
élite que m arcaba las directivas culturales en el país- tuve la necesidad de tratar
el tem a desde un enfoque antropológico. De gran utilidad m e fue el m étodo del
análisis ém ico de Kenneth Pike (1995), el cual recurre a las visiones y testim onios
sobre sí m ism os y sobre el propio m odo de vida de las personas pertenecientes a la
cultura sujeta a investigación. A la vez, m e di a la tarea de realizar una descripción
densa en los térm inos de Clifford Geertz (1987), con perspectiva histórica. Para eso
era substancial tom ar en cuenta los fenóm enos m usicales del grupo de estudio
en cuenta, en com binación con la com pleja gam a de estructuras im aginarias
yuxtapuestas o entretejidas de la sociedad de donde éstos em anaron.
Al tom ar en serio los relatos personales, por ejem plo, de Antonio García Cubas,
M anuel Payno o de Guillerm o Prieto, pude considerar que tocar el piano y
cantar con voz educada fue, en los círculos burgueses m exicanos, una práctica
bien arraigada, tom ada no sólo com o actividad de esparcim iento en el ám bito
fam iliar y en reuniones sociales, sino com o principio fundam ental de educación
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y de refinamiento espiritual. Esto contrasta con la idea de ser esta práctica una
mera actividad de esparcimiento, que desde luego también lo era, desinteresada
y superficial, como se le ha descrito hasta en reflexiones y ensayos recientes
(Miranda, 2001). El valor educativo y el arraigo de estas prácticas musicales en
la vida burguesa del siglo XIX también se delata por las ediciones periódicas
que contenían partituras para piano o canto y piano, compuestas por diversos y
abundantes autores, entre ellos un gran porcentaje de mujeres, de quienes existe
poca o nula información, lo que habla de un quehacer cotidiano y expandido en
este sector de la población en aquellos tiempos.
Sobre la mujer del retrato encontré indicios de que había pertenecido a la Sociedad
Dramática del Conservatorio Nacional de Música de la capital del país en los años
setenta. La romanza para canto y piano que aparece junto a su retrato es de corte
dramático y melancólico. El texto es el siguiente:
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Música y texto de la romanza Adiós corresponden a la propagación de un ideal
de mujer convertida en un ser sufriente, angelical y etéreo, incompleto si pierde
a su contraparte masculina. En este sentido, es recurrente en el repertorio de
canto y piano el símil de mujer y flor, tanto en el texto de las canciones como en
sus ilustraciones. La impresión en el periódico La historia Danzante de la pieza
“Azucena” ejemplifica esto claramente.
En la imagen aparece una mujer sola en un jardín amurallado, con la mirada triste
hacia el suelo. En simbiosis con su cuerpo ha crecido una enorme flor. Esta planta
engalana también su cabellera y le proporciona hermosos pendientes en las orejas.
Con este caso queda claro que, en el juicio de los mexicanos, tuvo mayor peso el que la
cantante no se atuviera a las reglas morales de la época, que el mérito de sus habilidades
artísticas, irónicamente siendo la música uno de los principales propagadores de los
cánones morales de la época, y habiendo Ángela Peralta compuesto piezas para
canto, representando el ideal de la mujer sumisa, amante y sufriente.
El ideal de mujer lánguida, eximida de su cuerpo para volverse un ser etéreo angelical
y puro, desde luego pasivo ante el hombre, apareció en el repertorio para canto y
piano en todo tipo de publicaciones, en revistas femeninas, periódicos musicales y
La música como diálogo intercultural
ediciones mixtas.
En el sem anario m usical La historia danzante, que se publicó durante los años
1873 y 1874 en la capital del país, el caricaturista José M aría Villasana fusionó la
canción que propagaba el ideal fem enino de m ujer am ante, lánguida, solitaria
y sacrificada con la caricatura satírica de corte político. Su sem anario estaba
dirigido a desacreditar al presidente Sebastián Lerdo de Tejada, y las piezas que
se editaron en él fueron en su m ayoría para piano solo, luego para canto y piano.
Todas las piezas estuvieron acom pañadas por una caricatura satírica, excepto
algunos retratos o figuras fem eninas y algún paisaje citadino. Aquí tam bién llam a
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la atención que sólo una pieza m usical sea de un com positor europeo y todas las
dem ás provengan de autores m exicanos, entre las que figuran com posiciones de
m ujeres. Con este sem anario se consolidó el form ato de binom io de partitura y
caricatura política, form ato que sería retom ado en diversas ediciones posteriores.
Para la descripción de esta im agen fue posible identificar a tres de los cinco
cantantes. En prim er plano se encuentra, a la izquierda, Rom ero Rubio, líder de
la fracción de Lerdo en el Congreso, y a la derecha su colega Ram ón Guzm án,
que apoya un pie en su chistera para acom pañar la serenata con la guitarra.
Atrás, en el centro, aparece con lentes, barba de chivo, bigote, largo cuello y nuez
prom inente León Guzm án, un diputado, fiel seguidor del presidente. Risueño y
vestido de m ujer, con la m anga fruncida, desde la ventana Lerdo de Tejada saluda
a sus adm iradores con un zapato en la m ano. El texto de la pieza cabe en el patrón
de las descripciones de m ujer idealizada:
Bella palom a,
nube de gualda
rosa de abril.
¡Ah! torna con gracia
y sin enojos
a m í esos ojos
cien veces m il.
M úsica e im agen fueron en este caso utilizados para presentar ante el público
a un presidente fem inizado y a los m iem bros de su gabinete com o súbditos
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lambiscones. Sin duda, la idea del caricaturista
Villanasana de tomar canciones que describen
a la mujer idealizada en su semanario tuvo que
ver con el hecho de que las mujeres fueran en
esa época una clientela segura en el negocio
de la imprenta de partituras, entre otras cosas,
por ser principales portadoras de la cultura
musical en el ámbito familiar y social. Con los
ejemplos anteriores se puede asentar que la
música para canto y piano no sólo fue útil en la
propagación de preceptos morales en ámbitos
privados, sino que servía también como arma
de propaganda política durante el primer siglo
del México independiente.
La boca de m i Pepita
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El modelo de la “china” finalmente no logró
emancipar la vida sexual de las mujeres
mexicanas del siglo XIX, sino que, por el
contrario, su estereotipación fue adaptada
a los conceptos burgueses de mujer púdica
y decente. Desde luego, en el repertorio de
música para canto y piano también quedó
plasmada la relación del burgués con
el mundo indígena. En la descripción de
tipos referida en las memorias de Antonio
García Cubas, las vendedoras de tamales
están muy presentes; incluso describe a
una de ellas con una excelsa voz al hacer
su pregón. Esta figura de mujer indígena
inspiró al compositor Melesio Morales,
autor de grandes óperas, al componer una
danza cantada donde se personifica a una
tamalera .
En la carátula de la partitura aparece una india tipificada al estilo del ideal burgués:
aunque pobre, se encuentra sentada en pose y actitud de mujer de mejor posición
económica. Sabiendo muy bien que dentro del proyecto liberal de nación no estaba
contemplada la inclusión del indio en la sociedad mexicana, a menos que éste se
“acriollara” o aculturara a la forma de vida burguesa, la incómoda diferencia social
entre el indígena pobre y el acomodado burgués fue resuelta en esta imagen
con humor y chiste, un método ya desde entonces muy eficaz para minimizar o
banalizar los males del país. Véase aquí la letra de esta pieza:
La música como diálogo intercultural
No se vayasté pasando
y oiga mi invite siquiera
¿aste visto tamalera con tan güen tamal ansí?
¿No tomarán tamales, de chile, de capulín?
Güera de la crenolina
y el copetote de pelos
y el pufe de terciopelos
y el túnico solferín
¿No tomarán tamales, de chile, de capulín?
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Observaciones
La música para voz y piano que formaba parte de la práctica familiar y social
parece haber sido fundamental para la transmisión de los conceptos relativos a
los roles de género. Es sabido que los modelos de los ideales de hombre y mujer
se encontraban, en primera instancia, en el teatro y la literatura. La práctica del
canto solista con acompañamiento de piano serviría para reforzar estos modelos,
ya que el trabajo de ensayo con el piano y la voz se entiende más íntimo, personal
y repetitivo que los actos masivos, por ejemplo, del teatro, permitiendo grabar así
más profundamente en la persona lo que se habría de transmitir.
Llama la atención que el repertorio para canto y piano trata, en la mayoría de los
casos, de figuras femeninas. Partiendo de los textos, se hizo notorio que era el
hombre quien le cantaba a la mujer haciéndole declaraciones de amor, elogios a
sus cualidades positivas, ofreciéndole invitaciones a viajes fantásticos o haciéndole
reproches ante su rechazo. Resulta interesante que, al igual que en la poesía,
muchas de las piezas fueran dedicadas a mujeres reales y no a musas de la
Si bien es un hecho que la concepción romántica del mundo sirvió como impulso
en el proceso de autoafirmación cultural de la burguesía, no se debería perder
de vista que consciente o inconscientemente sólo se usó lo que servía para las
necesidades locales. Este proceso ciertamente también se aplicaba a la música. De
los idiomas musicales europeos, que eran considerados como modelos a seguir,
se filtraba lo que guardara correspondencia con el gusto de la burguesía y sus
objetivos ideológicos de homogenización cultural.
en estas adaptaciones.
La presente tesis dem uestra que la im agen negativa de la m úsica m exicana del
siglo XIX en la m usicología se debe a prejuicios y errores -incluso negación de
hechos- que resultan de una visión eurocentrista, con un enfoque evolucionista
unilineal en el que se hallan cautivos, consciente o inconscientem ente investigadores
e intérpretes m usicales. Se trata de puntos de vista en los que los fenóm enos y las
estructuras m usicales de Europa sirven com o parám etro para definir lo que ha de
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La música como diálogo intercultural
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