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Formación de un sistema internacional de pagos

Cambio en el sistema internacional de pagos, en el


transcurso del siglo XIX, como consecuencia del crecimiento
del comercio internacional y de las inversiones exteriores

¿Cuáles eran los medios de pagos más habituales hasta el


siglo XIX?

- Monedas metálicas, con un contenido determinado de


metal precioso (oro o plata), con frecuencia en aleación
con otros metales (cobre o plomo)
- El contenido metálico de cada moneda variaba de un
país a otro
- El volumen de monedas en circulación estaba
condicionado por las reservas mundiales de oro y plata
(restricción a los medios de pago y al comercio
internacional)

¿Qué sistemas monetarios predominaban hacia 1850-70?

- Mono-metálicos oro (ejemplo: Reino Unido)


- Mono-metálicos plata (ejemplo: Alemania)
- Bi-metálicos oro y plata (ejemplo: Francia)

El valor de la plata en relación con el oro (o viceversa)


variaba según cambiaban las disponibilidades mundiales de
ambos metales, lo que causaba inestabilidad al sistema
internacional de pagos
El ratio plata/oro cambió en la dirección de una progresiva
desvalorización de la plata respecto al oro: en 1850, 15’5 a
1; en 1870, 18 a 1; en 1909, 40 a 1. Por tanto, depreciación
de la moneda de plata en relación a la moneda de oro, de lo
que se derivaba una devaluación de los medios de pagos de
los países con patrón mono-metálico plata (abaratamiento
de sus exportaciones dirigidas hacia países con patrón oro y
encarecimiento de sus importaciones procedentes de países
con patrón oro)

A partir de la década de 1870 comienza a generalizarse el


patrón mono-metálico oro, también conocido como patrón
oro (entre 1872 y 1878: Alemania, Holanda, Noruega,
Suecia, Dinamarca, Francia, Suiza, Italia y Bélgica; de 1878
a 1900: Austria-Hungría, Rusia, Japón, India y Estados
Unidos; en 1914, sólo China no lo había adoptado)

Una de las razones de la difusión del patrón oro era el peso


de la economía británica en el mundo. Hacia 1876-80, el
Reino Unido concentraba el 30% de todas las importaciones
mundiales de materias primas, el 38% de todas las
exportaciones mundiales de manufacturas y no menos del
50% de todas las inversiones exteriores; además, la
importancia de su flota mercante (la mayor del mundo) y la
extensión de sus instituciones financieras y comerciales,
reforzaba su posición de preeminencia en los circuitos
económicos internacionales.
De todas formas, lo que realmente hizo posible la
disposición de medios monetarios adecuados para sostener
el crecimiento de los intercambios internacionales (de
mercancías y de capitales) fue la progresiva difusión del
dinero fiduciario, que tendió a desplazar a las monedas
metálicas como medio de pago habitual en las
transacciones, tanto interiores como internacionales.

Composición de la masa monetaria


(Reino Unido+Francia+Estados Unidos, en %)

1815 1848 1878 1892 1913


Oro (monedas y lingotes) 33 17 28 16 10
Plata (monedas y lingotes) 34 46 13 9 3
Dinero metálico 67 63 48 24 13
Billetes y otras monedas 26 20 32 22 19
Depósitos bancarios 7 17 27 54 68
Dinero fiduciario 33 37 59 76 87
Total (miles de millones de $) 1 1’6 4’3 8’1 19’8

¿En qué consistía el patrón oro? En un sistema monetario


que debía cumplir las condiciones siguientes:
1. La unidad de cuenta es una moneda de oro de
determinado peso y ley
2. Las monedas de oro deben ser de libre circulación
interior y los billetes convertibles en oro, sin
restricciones
3. Cualquier otra moneda debe tener fijada una paridad
con el oro
4. La exportación de oro tenía que ser libre y sin
limitaciones

¿Cómo funcionaba en teoría el sistema?

Imaginemos, como punto de partida, un país (A) con déficit


en su balanza comercial, es decir, en que los pagos por
importaciones superan los ingresos por exportaciones. Para
poder saldar ese déficit tenderá a generarse un flujo de
salida de oro en dirección al país o países acreedores (B);
por tanto, tenderá a disminuir la masa monetaria en
circulación en el país deudor (A), lo que provocará un
proceso deflacionario, es decir, una disminución de los
precios interiores, lo que hará aumentar la competitividad
de sus exportaciones en relación a los productos de los
países acreedores (B), tendiendo así a reequilibrar su
balanza comercial al reducir o eliminar su déficit comercial
originario.
Por el contrario, en los países acreedores (B) tendrá lugar
paralelamente un proceso en sentido inverso. Dado que
tenían superávit en su balanza comercial, tenderán a
producirse entradas de oro (provenientes del país deudor
(A)), lo que hará aumentar su masa monetaria en
circulación, empujando sus precios al alza, encareciendo de
esta manera sus exportaciones y viendo disminuir o
desaparecer su situación inicial de superávit comercial.

Supuestamente, según la síntesis expuesta, el sistema (una


vez era adoptado de forma generalizada por la mayoría de
los estados) funcionaba de manera automática y, en
consecuencia, ningún país podría incurrir en situaciones
permanentes de superávit o de déficit en su balanza
comercial, ya que, tarde o temprano, las alteraciones en las
entradas o salidas de oro, provocarían cambios (aumentos o
disminuciones) de su masa monetaria y de sus precios,
mejorando o empeorando su competitividad en los
mercados internacionales.

Igualmente, cabría esperar que todos los países con patrón


oro experimentarían oscilaciones sucesivas pero de sentido
alternativo en su economía, es decir, se alternarían ciclos de
expansión y de depresión de su actividad económica (por
ejemplo, en el ciclo deflacionario sería lógico esperar una
caída de la inversión, del empleo y de la demanda
agregada).

Pero en la realidad no llegaban a producirse estas


situaciones, ya que de hecho hubieron países, como el Reino
Unido, que estuvieron sistemáticamente en déficit
comercial, o que no experimentaron esos ciclos de
expansión y contracción de la actividad económica, al
menos con la frecuencia e intensidad que sostiene la
descripción anterior. ¿Por qué?

Porque los déficits comerciales, por ejemplo, podían


contrarrestarse con superávits en la balanza de invisibles, o
en la de intereses y dividendos procedentes de inversiones
en el exterior o tomando capitales a préstamo del exterior,
según fuese la situación de la balanza de pagos de cada
país en cuestión. Veamos el ejemplo del Reino Unido:
Balanza por cuenta corriente del Reino Unido (1891-95)
(en millones de &)

Comercio visible
Exportaciones 287’5
Importaciones 371’9
Saldo - 84’4

Comercio invisible1
Ingresos 69’7
Pagos 23’8
Saldo + 45’9

Saldo de Comercio y Servicios - 38’5

Saldo de Intereses y Dividendos2 + 94’0

Saldo por Cuenta Corriente + 55’5

Tal como se observa en la balanza por cuenta corriente, el


déficit comercial era más que compensando por los ingresos
procedentes de las inversiones británicas en el exterior,
arrojando un saldo final con un superávit de 55’5 millones
de &. La mayor parte de esta última cifra alimentaba el flujo
de exportaciones de capital.

No hay que perder de vista que las balanzas de muchos


países no industrializados ofrecían una estructura inversa a

1
Servicios financieros y comerciales, fletes marítimos, emigrantes y turismo
2
Generados por las inversiones británicas en el exterior
la británica, es decir, tenían superávit comercial en visibles,
déficit en invisibles y, en la gran mayoría de los casos,
déficit en la balanza comercial (visibles e invisibles).
También tenían déficit en su balanza de intereses y
dividendos, ya que en términos generales eran
importadores de capital, lo que, en consecuencia, daba una
balanza de capitales con superávit, es decir, importaban
más capitales de los que exportaban y era precisamente esa
importación de capitales, lo que les permitía mantenerse en
una situación permanente de déficit en la balanza por
cuenta corriente.

¿Qué sentido tiene todo ello en términos de flujos


económicos no financieros?

La mayoría de estos países de los que hablamos,


exportaban materias primas y alimentos e importaban
bienes manufacturados (tanto bienes de consumo como
bienes de equipo); de hecho, existía una relación directa
entre su capacidad para exportar materias primas y
alimentos y su necesidad de importar: en primer lugar,
bienes de equipo con objeto de sostener y aumentar sus
exportaciones (por ejemplo, maquinaria para la minería,
raíles y material rodante para los ferrocarriles, fertilizantes
y maquinaria agrícola para sus plantaciones, etc.) y, en
segundo lugar, capitales para invertirlos en dichas
actividades productivas (mineras y agrarias). Además, dado
su nivel de desarrollo, se veían en la necesidad de importar
servicios financieros, comerciales y marítimos de los países
más avanzados, lo que explica su tendencia al déficit en la
balanza de invisibles.

Si se cortaba el flujo de importaciones de capital, no tenían


otra manera de equilibrar su balanza de pagos, más que
realizando políticas de ajuste interno, es decir, intentar
reducir sus importaciones, con objeto de reducir su déficit
por cuanta corriente. Pero no olvidemos, que si hacían tal
cosa, ello comportaba una disminución de las exportaciones
de bienes manufacturados por parte de los países
industrializados.

De todo ello se deduce que lo que mantenía en equilibrio los


flujos internacionales de mercancías y de capitales, eran las
exportaciones de capital de los países industrializados.
Podríamos decir que éstos prestaban a los países
productores de bienes primarios para que les comprasen
bienes manufacturados y mantuviesen y aumentasen la
producción de materias primas y alimentos destinados a los
mercados de estos países industrializados.

Pero ¿qué tiene que ver todo esto con el patrón oro?

Pues que el eje central del sistema residía en el Reino


Unido. Imaginemos una situación temporal en que el déficit
comercial británico está aumentando por encima de lo
habitual y que, en consecuencia, sería previsible que saliese
oro del Reino Unido hacia los países acreedores por balanza
comercial. Pues bien, dado que el Reino Unido era el primer
prestamista internacional, lo único que tenía que hacer era
contrarrestar el posible flujo de salida de oro de sus
reservas, con un flujo de entidad similar de entrada de oro.
¿Cómo lo podía hacer?. De una forma muy fácil. Si el Banco
de Inglaterra subía el tipo de interés, es decir, la
remuneración que recibían los capitales depositados en el
Reino Unido, muchos de los préstamos a corto plazo (a no
más de tres meses) situados en el extranjero y una vez
finalizado el plazo del depósito, retornarían al Reino Unido,
dada la mejor retribución que estaba ofreciendo la banca
británica. Y de esta forma, se obtenía ese flujo de entrada
de oro que compensaba el flujo de salida de oro,
manteniendo el equilibrio de las reservas de oro en el Reino
Unido. Y esto es, precisamente, lo que hacía que la libra
esterlina fuera la moneda de referencia a nivel mundial,
dada su estabilidad y la seguridad de su contrapartida en
oro siempre que así se demandase. Y toda esta estructura el
Reino Unido podía mantenerla pese a tener sólo una
pequeña parte de las reservas auríferas del mundo (por
ejemplo, en 1913, el 9’5% del total mundial frente al 24’8%
de Estados Unidos, el 13’4% de Rusia, el 19’5% de Francia o
el 11’7% de Alemania).

Pero hay que tener en cuenta el papel desempeñado por la


India, en su condición de colonia sometida a la soberanía del
Reino Unido. Antes de la conquista británica y durante las
primeras décadas de gobierno de la Compañía Inglesa de las
Indias Orientales, la India había tenido un patrón mono-
metálico oro, pero a principios del siglo XIX fue
reemplazado por un patrón mono-metálico plata. A partir de
mediados de siglo, la mayoría de los estados fueron
adoptando el patrón oro, lo que colocó a la India en una
inmejorable posición en lo que al saldo de su balanza
comercial de visibles hace referencia. Dado que sus
exportaciones tendían a abaratarse en relación a los países
con patrón oro, en un periodo en que la plata estuvo
depreciándose constantemente en relación al oro, la
balanza comercial de visibles de la India tendía siempre al
superávit, excepto con el Reino Unido, con el que tenían un
saldo deficitario.

Igualmente, la desmonetarización del oro en la India, al


imponerse el patrón plata, contribuyó a reforzar las
reservas de oro en el sistema bancario británico y a dotar
de mayor solidez a la libra esterlina.

La paradoja antes citada, saldo acreedor con todos sus


socios comerciales y deudor únicamente con la metrópoli, se
explica si tenemos en cuenta que la India no era un estado
independiente, sino que estaba sometida al dominio
británico. Pese al encarecimiento de las importaciones
provenientes del Reino Unido (que, no olvidemos, tenían
patrón oro), este último conseguía alcanzar un saldo
acreedor con la India, dado que una parte importante de las
importaciones indias provenientes del Reino Unido eran
productos adquiridos por las autoridades británicas de la
colonia (material ferroviario, tejidos, material metálico de
construcción, etc.), que con independencia del coste,
tendían a comprar productos británicos. Además, el coste
de la administración colonial caía sobre las espaldas de la
población de la colonia, puesto que se financiaba sobre los
impuestos recaudados en la misma India.

Desde la década de 1870, aproximadamente, la creciente


pérdida de posiciones de las exportaciones británicas en los
mercados europeos, americanos y de otros continentes,
como consecuencia de la agudización de la competencia
industrial internacional (entre otros factores), fue
compensada por un aumento paralelo de las exportaciones
industriales hacia los territorios del Imperio británico, y muy
especialmente hacia la India. De esta manera, el Reino
Unido conseguía que su déficit comercial en visibles no
fuese mayor de lo que hubiera sido en el supuesto de que
no contase con la India, e igualmente, su superávit
comercial en invisibles era mayor de lo que hubiese sido,
dado que tanto las exportaciones como las importaciones
indias tendían a realizarse contratando los servicios
navieros, aseguradores, comerciales, etc. británicos.

Otra de las consecuencias de la adopción del patrón plata,


que se mantuvo vigente hasta principios del siglo XX, es el
importante crecimiento de la presión fiscal sobre los
contribuyentes de la India. Dado que la rupia, plata, no
hacía más que depreciarse en relación a la libra esterlina, y
que muchos de los pagos realizados por las administración
colonial británica se hacían en libras esterlinas, es lógico
concluir que cualquier subida de impuestos calculada en
libras, suponía un aumento más que proporcional en
términos plata, es decir, en rupias.
Así puede entenderse que, al menos en una medida
destacable, la posición central, de liderazgo financiero y
monetario del Reino Unido, durante el periodo de 1870-
1914, descansaba sobre el dominio del subcontinente
indostano y, tal como afirmó un ministro de hacienda de
Francia, “India sólo hay una y la tienen los británicos”.

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