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ublicados por THOMAS HOBBES en


1642, los «Elementos filosóficos sobre el ciudadano>>,
más conocidos por su subtítulo DE CNE, formaban
parte, jw1to a «De Corpore» y «De Homine», de un
ambicioso proyecto: un tratado sistemático en el que
se recogiera lo esencial del conocimiento humano.
La investigación de Hobbes se dirige en esta ob ra a
determinar los derechos de los Estados y los deberes
de sus súbditos, para lo cual estima necesario el autor
conocer la naturaleza humana y cómo deben poner -
se de acuerdo los hombres para organizarse en un
Estado bien fundamentado. En esta obra -prologa-
da y Lraducida en esta edición por Carlos MeUizo-
aparece expuesta por primera vez, de forma clara y
sucinta, la teoría política desarrollada más tarde por
Hobbes en el «Leviatán».

ISBN 84-206-3586-3 El libro de bolsillo


Humanidades
11
11111~
1111
11111111
111111111
9 788420 635866
~--~~ - --~ Filosofía
TfTULOS ORIGINAt.P.S:
Elementorum PhilosophíaeSectioTertia de Cive(1642) Prólogo
PhilosophirnllRudiments ConcerningGovernment a11dSociety ( 1651)

1. El gran proyecto
Diseño de cubierta: Alianza Editorial
Ilustración: lletmto rleThomas Hobbes.The National Galleryof Art.
De Cive, primera obra de doctrina política publicada por
Washington
Hobbes, fue concebida por su autor como parle <leun ampUo
y ambicioso proyecto: un tratado sistemático en el que se reco-
giera lo esencial del conocimiento humano. Este opus mag-
num, compuesto originalmente en latín, iba a estar dividido
Re.~ervadostodos los derechos. rn contenido de esta obra está protegido por la Ley,que
en tres apartados titulados, respectivamente, De Corpore(So-
establece penas de prisión y/o multas, además de lru.correspondientes indemniza ciones bre el Cuerpo), De Homine (Sobre el Hombre) y, finalmente,
por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comuni- De Cive (Sobre el Ciudadano). Siguiendo una ordenada clasi-
caren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o cicnlffica, o su
transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte ficación de los distintos saberes, la trilogía habría de dar co-
o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización . mienzo con el estudio de la lógica, la matemática y la física, de
ahí pasar a la indagación sistemática de la naturaleza humana
en sus aspectos fisiológicos, morales y religiosos y desembo-
© de la Lraducción, prólogo y notas: Carlos Mellizo, 2000 car finalmente en el estudio del individuo como ente cívico y
© Alianza Editorial, S. A., Madrid, 2000
como miembro del cuerpo social. En el Prefacioal lectorque
Calle JuanIgnacio Luca de Tena, 15
Hobbes nos ofrece en el pórtico a De Civese nos dice cuál fue
28027 Madrid; teléfono 9139388 88
ISBN: 84-206 -35 86-3
su intención original; de lo que se trataba era de «educar su
Depósilo legal: M. 34.536-2000 propia mente» con el estudio de la filosofía, intentando apren-
Compuesto e impreso en Ferná ndez Ciudad, S. L. der y asimilar los primeros «elementos de todas sus ramas».
Catalina Suárez, 19. 28007 Madrid Parece que la concepción de tan vasto plan tuvo lugar durante
Prinled in Spain el intenso y fructífero viaje al continente europeo que Hobbes
7
8 CARLl)SMELL!ZO
PRÓLOGO
9
realizó en 1637. Acompañando como tutor aJ segundo conde
Mientras planeaba, organizaba y componía lenta y cuidadosamente
de Devonshire, miembro de la poderosa familia Cavendish, estas materias[ ...], ocurrió que mi país, unos años antes de que es-
Hobbes visitó Francia e Italia. En París estableció contacto con tallaran las guerras civiles, hirvió en cuestiones acerca de los dere-
el fraile franciscano Marin Mersenne, a quien Hobbes otorga- chos del poder y la obediencia que deben los súbditos. Aquellas dis-
ría siempre un lugar de privilegio entre sus amistades. _Deél cusiones fueron el prólogo a la guerra que se acercaba. Y ésa fue la
aprendió, dice, más de lo que habría podido ~nsefla~le?mgu- causa de que, dejados para más adela11tc lodos los demás asuntos,
na universidad. En una época en laque todavia no existían pu- madllrase y saliese de mí esta tercera parte. Ocurrió, por tanto, qt1e
blicaciones periódicas especializadas y resultaba difíci_lla co- lo que iba a venir en último lugar ocupa ahora el primero. Y ello es
municación intelectual, el fraile, desde su celda franciscana, así porque vi que, al estar fundamentado en principios suficiente-
mente conocidos por experiencia, no necesitaba de las dos seccio-
posibilitó el trato mutuo enve los pensadores más influyentes nes anteriores.
del momento.
Durante su estancia en Italia, Hobbes llegó a conocer a Gali-
leo, y por mediación suya hizo amistad con Claudia B_e,rigar- 2. Realistasy parlame11tarios
do, profesor en Pisa, recibiendo de él una concepc10n ~~l
mundo que iba a ser la inspiración inmediata de ~us análisis
Las guerras civiles a las que alude Hobbes y cuyos presagios
del conocimiento y de la sociedad civil. Fue a partu de enton-
propiciaron la urgente composición de De Cive se iniciaron
ces cuando, según propia declaración, empezó a «ser contado
formalmente en 1642. En su primera fase, enfrentaron al rey
entre los filósofos» 1• Carlos l contra un amplio sector de súbditos ingleses, conoci-
Hobbes regresa a Londres a finales de ese mismo año
dos con el nombre de «parlamentarios». La confrontación ve-
(1637) y permanece asociado a la familia Ca:endish. Para e~-
nía de tiempo atrás, y desde su inicio había tenido un compo-
tonces ya había concluido su pupilo los estudios, lo q_uepenm-
nente de carácter religioso. Yaen 1604 el rey Jacobo 1,padre de
tíó a Hobbes liberarse de funciones de tutela y dedicarse por
Carlos, había rehusado llegaJ·a un compromiso con las faccio-
entero a sus labores de escritor . Fue en ese momento cuando
nes puritanas en cuestiones dogmáticas, y de hecho había
empezó a poner por obra la ejecució~ del gran proye~to que
disuelto el Parlamento en el año 161O,con el consiguiente re-
durante años había ocupado sus reflexiones. Pero una cucuns-
sentimiento de muchos. Parlamentos sucesivos serían consLi-
tancia de repercusiones prácticas inmediata~ -la agitada si-
tuidos después, pero las tensiones enlre parlamentarios y
tuación interna de Inglaterra en los años anteriores a la guerra
monárquicos no disminuirían en lo sustancial, debido a la in-
civil- afectó drásticamente el plan inicial: la sección dedicada
sistencia de Jacobo en proteger la idea del derechodivino de los
a fi.Josofíapolítica que en un principio Hobbes s~ había pro-
reyes y a su incapacidad para reconocer al auténtico carácter
puesto desarrollar en tercer lugar pasó ahora a prune~ plano;
representativo de la institución parlamentaria. Sus empeños
y la composición de los tratados De Corporey De Homm_e que-
por casar a su hijo Carlos con una princesa católica y españo-
dó relegada para ocasión posterior. Leemos en el Prefacw a De
la contribuyeron a aumentar todavía más su impopularidad.
Cive: Y aunque el ideado matrimonio nunca llegó a realizarse, el in-
lento mismo y las antiguas desavenencias doctrinales con am-
1. Vita, carmine expressa,en Th. HobbesMalmesburiensis Opera Pliilo- plios sectores del país dejaron entre muchos de sus súbditos
sophicn,vol. I, Londres, W Molesworth Ed., 1845. un profundo sentimiento de desconfianza.
10 CAR,LOSMFl.l.lZO PROLOGO 11

Ta1es el legado que recibe Carlos 1 al heredar la corona bri- años subsiguientes Carlos gobernó sin Parlamento, asumien-
tánica en L625.El antagonismo entre monarca y Parlamento do poderes absolutos y forzando a grandes contingentes de di-
no tardó en renovarse bajo el joven rey. Yaen el año de su co- sidentes -puritanos y católicos en su mayoría- a emigrar a
ronación, Carlos se vio sometido a presiones fiscales prove- América. Las condicione s en el reino Uegaron a su punto críti-
nientes del grupo parlamentario . Consciente de su poder de co cuando el rey inlentó imponer en la presbiteriana Escocia el
control sobre el Tesoro público, el Parlamento retuvo los dine- episcopalismo anglicano, lo que dio lugar a que el pueblo es-
ros solicitados por el rey, firme en su decisión de no concedér- cocés se levantara en armas. Incapa z de financiar gastos de
selos hasta que el bando monárquico se aviniese a olorgar guerra, Carlos convocó el llamado (<Parlamento Corto», el
determinadas demandas: formación de nuevo gabinete, repa- cual, una vez más, buscó reparación antes de concederle al rev1
ración pública de viejas ofensas, etc . La respuesta inmediata los fondos solicitado s. El Parlamento fue disuelto, y Carlos in -
del monarca fue disolver el Parlalllento y buscar nuevas vías de tentó nuevamente, sin éxito, recaudar por su cuenta los dine-
financiación medianle gravámenes impuestos directamente al ros necesa rios para la leva. AJ no conseguirlo, convocó el fa-
pueblo, obligando a éste a procurar acuartelamiento, en sus moso (<Parlamento Largo» (1640), que bajo el liderazgo de
propios hogares, a las t ropas reales. La impopularidad de la John Pym, John Hampden y sir Henry Vane se nizo fuerte y
medida provocó una violenta reacción capitaneada por el lí- tomó medidas necesarias de protección frente a la corona.
der parlamentario sir Edward Coke . El rey se vio obligado a Carlos prometió aceptar la legislación revolucionaria, aunque
convocar nuevo Parlamento (1628) y a firmar la famosa Peti- era sabida su firme creencia en la doctrina del derecho divino
tio11of Right, documenlo de fuerza legal por el que Carlos se de los reyes. El Parlamento, siempre receloso del monarca,
comprometía a respetar cuatro básicos principios de gobier- acentuó aún más su desconfianza cuand o descubrió la impli-
no: (1) No recaudar impuestos sin previo consentimiento del cación de Lareina en una conspiración del ejércilo para coar-
Parlamento; (2) No encarcelar a súbdito alguno sin causa pro- tar los poderes parlamentarios. La matanza de la que fueron
bada, reconociendo así el derecho de habeas corpus de todo víct imas los protestantes irlandeses en 1641, a pesar de no ha-
ciudadano; (3) No acuartelar tropas en los domicilios de los ber estado el rey implicado en ella, vino a empeorar Lodavía
súbdjtos; y (4) No declarar la ley marcia] en tiempo de paz. A más las cosas; y en ese mismo año el Parlamento hizo pública
cambio de estas condiciones se le concedían al rey los subsi- su Gran Protesta (Greal Remonstrance) exigiendo del rey re-
dios po r él solicitados. La Petition fue de enorme importancia formas religiosa s y administrativas y enumerando Lodos y
en lo que tenía de salvaguarda de los derechos civiles, pero casi cada uno de los agravios sufridos por culpa de la injus t icia
inmediatamente después de ser firmada Carlos reanudó su real. Carlos rechazó estas acusaciones y hasta llegó a i.nlentar
comportamiento previo, evitando consultar al Parlamento en el encarcelam iento de algunos líderes de la oposición, violan-
puntos cruciales de administración pública. El favorito del rey, do así la tradicional inmunidad parlamenta.ria y provocando
George Villiers, primer duque de Buckingham, infatigable el estallido de la guerra civil. En el campo de las armas no
promotor de la causa monárquica, fue asesinado ese mismo hubo resultados decisivos hasta 1644, fecha en que las tropas
afio. La tormentosa sesión parlamentaria de 1629 fue drnmá- reales fueron derrotadas en Marston Moor. Otra derrota en
ticarnente clausurada con una resolución censurando almo- Naseby, acaecida un año despu és, puso fin a la contien da. Car-
narca por recaudar impuestos sin autorización y cambiar los se rindió a1ejército escocés y fue entregado por éste al Par-
prácticas eclesiásticas entonces en vigencia. Durante los once lamento. Todavía hizo el rey algún intento por escapar y recu-
CARLOSMELLIZO
PRÓI.OGO 13
12

pera1-,con ayuda de algunas partidas escocesas descontentas rechos de los Estados y los deberes de los súbdi tos; y para ello
con el Parlamento inglés, el poder perdido. Pero la causa rea- estima necesario que entendamos primero cuál es la cualida<l
lista volvió a ser derrotada en el campo de batalla. Juzgado por de la naturaleza humana y cómo deben los hombres poner-
un tribunal especial nombrado por sus más poderosos enemi- se de acuerdo si pretenden organizarse en un Estado bien fun-
gos, Carlos fue condenado a muerte y decapitado el día 30 de damentado. Según la conocida hipótesis hobbe siana, los seres
humanos, en su estado natural, esto es, antes de baberse cons-
enero de 1649.
La incalculable importancia histórica que para la vida de tituido en sociedad civil, se hallan en una condición que per-
Gran Bretaña tuvieron los reinados de Jacobo 1 y Carlos I, el mite ser llamada de guerra de todo s contra todos (bellum om-
posterior Protectorado cromwelliano y la restauración de la nium contra omnes), en la cual cada individuo tiene el mismo
monarquía en la persona de Carlos JI (1659) explica que tan- derecho que su vecino a todas las cosas. En esta situación mi-
tos historiadores y tratadistas políticos de la época dedicaran serable y odiosa (statu misero et odioso), presidida por el mie-
lo plejor de su atención a estudiar período tan turbulento. Su do mutuo, el sufrimiento y la hostilidad, los hombres deciden,
propósito común fue ofrecer soluciones permanentes que ase- impulsados por las necesidades de su propia naturaleza ( ne-
gurasen la pacífica convivencia ciudadana . Hobbes y, algo más cessitate naturae suae), buscar el modo de remediar su condi-
tarde, Locke formularon su pensamiento político teniendo ción infeliz. Para Hobbes, la palabra gue mejor designa el es-
muy presentes las realidades de su país, tan alejadas de lo que tado presocial del género human o es el término libertas,
pudiera conside rar se un siquiera mínimamente aceptable 'libertad'. Y no hay en todo el texto una sola instancia en la que
proyecto de pacífica soc iedad civil. Tanto para uno como para ese término sea utilizado sin añadirle una adjetivación negati-
el otro la salus populi es suprema lex. De Hobbes hablamos va. Para la conv ivencia pacífica, la Iibertad no puede ser, según
ahora. Y aunque hoy sería grave error aceptar sin más su credo Hobbes, el ideal prioritario; es más, ni siquiera puede ser con-
político, sí hemos de concederle un grado considerable de ra- siderada como opción permisible 3 • Debido a la procl ividad
zón histórica , referida al particular momento en que vieron la que tienen los humanos a hacerse daño los unos a los otros y,
luz sus dos obras de mayor trascendencia: el tratado De Civey sobre todo>a la vana estima que tienen de sí mismos (ab inaní
el más complejo y elaborado Leviatán 2 • Tratemos de resumir sui aestimatione), el estado natural propiciará que surjan por
doquier envidias y sospechas perpetuas (perpet ua e suspicio-
los aspectos más universales del primero.
nes et studium), hasta e1extremo de amenazar la preservación
misma de la humanidad. Este punto es de importancia máxi-
ma para entender la esencia de la argumentación hobbesiana.
3. DeCive
Porque, lejos de recurrir a un imperativo artificial que le per-
Siguiendo un esquema casi idéntico al que más tarde quedada mita salir de ese tipo de existencia, el ser humano busca proce-
plenamente desarrollado en el Leviatán, la investigación de dimientos de paz impu lsado, como decíamo s más ab·ás, por la
Hobbes en el tratado De Civeestá dirigida a determinar los de-
3. Son interesantes las i.luslraciones que aparecen en la página titular de
las primeras ediciones de De Cive.Un salvaje indio americano represen-
ta siempre el estado de libertad: título que Hobbes da a la parte primera
2. Hay traducción española: Leviatán, trad. y prólogo de Carlos Melli-
zo, Madrid, Alianza Editorial, 1989 (2.• edición: 1999).
de su libro.
14 CARLOSMl!ll.JZO PRóLOCO 15

necesidad natural de preservarse. Es decir: del fondo mismo de a las citas bíblicas tiene como finalidad reforzar con la autori-
la naturaleza humana brota el impulso correctivo capaz de en- dad divina las leyes naturales.
mendar sus propios excesos. Todo hombre, por necesidad na- Mas ocurre lo siguiente: los seres humanos son de tal con-
tural, desea lo que es bueno para él. Y lo que la naturaleza dicta dición que aun reconociendo que para salir del estado de gue-
es buscar la paz (Naturam dictar e quaerendam esse pacem). rra han de respetarse las leyes de naturaleza y ctLmplirse los
Esa ley fundamental de naturaleza que ordena buscar la paz pactos establecidos, no respetarán dichas leyes ni cumplirán
allí donde sea posible lograrla nos manda, en primer lugar, no dichos pactos a menos que alguien los obligue a ello atemori-
retener nuestros derechos a todas las cosas, sino transferir o zándolos. Es preciso, dice Hobbes , que los hombres se conven-
renunciar a algnnos. Para Hobbes, transfiere un derecho la zan de que es peligroso invadir los derechos de los demás. Y
persona que mediante un signo suficiente acepta voluntaria- eso sólo se logra instituyendo w, poder común a todos, un
mente que ese derecho no es ahora suyo y se compromete a no hombre o concejo de hombres al que todos se sometan. Esta
reclamarlo; de tal modo que jamás le será ya posible ejercer lo sumisión se realiza cuando cada individuo se obliga, mediante
que por derecho (jure) se le permitía hacer antes. Pues bien, contrato con todos y cada uno de los demás, a no resistirse a la
siempre que dos o más personas establecen un contrato o con- voluntad del hombre o concejo de hombres al que ya se ha so-
venio, se comprometen a renunciar a algún derecho que antes metido. Tal contrato viene a ser, pues, un paclum unionis me-
tenían. Otra de las leyes de naturaleza nos manda, para nues - diante el que muchas voluntades vienen a juntarse en una sola.
tra preservación y bienestar, cumplir los contratos (pactis Y concluye Hobbe s: « Una unión así lograda recibe el nombre
standum esse), pues, de no hacerlo, quebrantaríamos la con- de ciudad o sociedad civil; y también de persona civil» (Unio
fianza que el otro contratante ha depositado en nosotros, con autem sic Jacta appelatur civitas sive societas civilis, atque
lo que regresaríamos a la situación de hostilidad mutua que se etiam persona civilis).
trataba de evitar. Quebrantar un contra.to o convenio sería, No será difícil comprender que a una ciudad así establecida
efectivamente, una injuria, un actuar sine-jure, esto es, sin de- haya de otorgársele el poder supremo en la personn del indivi-
recho. Junto a esta ley de naturaleza que ordena respetar los duo o concejo a cuya voluntad se han sometido las voluntades de
pactos, enumera Hobbes varias otras: ser humildes, agradeci- los demás. De hecho, es indiferente que el pactum unionis haya
dos, in1parciales, útiles, no contumeliosos, magnánimos en el decidido constituir a la multitud en una sociedad civil demo-
perdón, etc., y a todas ellas les concede la virtud de ser inmuta- crática, aristocrática o monárquica. Hobbes admite la posibili-
bles y eternas (immutabiles et aeternae). Quien trata de obser- dad de tres modalidades de gobierno. Y aunque da razones
var las leyes de naturaleza puede con derecho ser llamado justo para favorecer a la monarquía sobre las olras dos, no descalifi-
y bueno, pues acontece, señala Hobbes, que la ley de naturale- ca ni el gobierno aristocrático ni el democrático, siempre y
za coincide con la ley moral. También con la ley divina, pues de cuando retengan el poder supremo del Estado (civitas). Con la
hecho esas mismas leyes de naturaleza nos han sido comuni- aparición de la sociedad civil desaparece la multitud (mult ítu -
cadas por Dios en las Sagradas Escrituras. Muchas páginas de do), que no era otra cosa que un simple conglomerado de vo-
De Cive, como también del posterior Leviatán, están dedica- luntades particulares en el que cada individuo podia decidir el
das a transcribir pasajes de la Escritura que Hobbes Lraeen su mejor modo de procurar su seguridad. Establecida la socie -
apoyo (aveces, como después veremos, para disgusto y escán- dad civil, la seguridad del individuo le es encomendada ahora
dalo del poder eclesiástico de su tiempo). Este primer recurso al poder supremo, al cual se le da el derecho de empuñar la es-
16 CARLOSMELLIZO PRÓLOGO 17

pada de la justicia (gladium justitiae), la espada del castigo Hobbes asigna un significado relativo que depende entera-
(gladium ad poenas), la espada de la guerra (gladium belli), el mente de la percepción del súbdito, no de la condición real de
derecho de armar y reclutar a los ciudadanos y el derecho de quien manda. El capítulo VI, en términos inequívocos que no
firmar la paz con el enemigo, siempre que lo estime oportuno. pueden dejar de resultar chocantes para la sens ibilidad de hoy,
Todos los demás poderes le pertenecen también por derecho a condensa lo que da al pacto su dimensión más estremecedora:
ese representante supremo de la sociedad civil: el poder legis- el soberano, una vez instituido, puede gobernar comomejorle
lativo, el poder de nombrar magistrados y ministros, el poder parezca.Y aunque no cumpla sus deberes y se comporte en de-
de prohibir la diseminación de aquellas doctrinas que se esti- sacuerdo con los requisitos de la recta razón\ el súbdito no
men enemigas de la paz, etcétera. podrá castigarle legalmente (ita neque punire jure), haga el so-
Hobbes no da nunca a entender que el representante máxi- berano lo que haga (quicquid ab eofactw11erit): la conducta
mo de la ciudad o Estado haya de ser necesariamente infalible abusiva del poder supremo, caso de darse, siempre traerá con-
y perfecto en sus decisiones. De hecho, reconoce que no lo es sigo menos males que los producidos por una regresión al es-
muchas veces, y que cabe la posibilidad de que existan malos tado precivil, que es-nos advierte Hobbes una vez más-de in-
príncipes que no cumplan sus deberes en el ejercicio del poder tolerable hostilidad. El argumento hobbesiano que niega la
que se les ha encomendado. Mas Hobbes se apresura a estable- legalidad de cualquier intento por disolver el gobierno civil sin
cer una distinción entre el derechoa la autoridad suprema (jus el expreso consentimiento de ésle queda enunciado en el ar-
summi imperii)y el ejercicio(exercitiunt)de la misma. La sepa- tículo 20 del mencionado capítulo VI. A él debe remitirse el
ración entre uno y otro hace posible que el mal príncipe con- lector para tener conocimiento directo de la sutil lógica de la
serve siempre su derecho al poder, y ello en virtud del pacto que Hobbes se vale para justificar la indisolubilidad del pacto
original que le otorgó absoluta e incondicional autoridad. In- político. Éste es, según entiendo, el punto esencial que separa a
cluso en el caso de que el príncipe ordene algo contrario a la Hobbes de Locke en lo concerniente a los derechos de los súb-
ley natural (que es también divina), los sí1bditos deberán ditos. Semejante a Hobbes en tantas otras cosas, Locke difiere
cumplir tal mandato; y la responsabilidad ante Dios recaerá sustancialmente del primero en admitir como posibilidad real
no sobre los súbditos, sino sobre el príncipe, aunque no por el derecho a la rebelión ciudadana. Para Locke, los ciudada-
ello quedará despojado de su autoridad. La rebelión contra el nos, para cuyo bien fue establecido el gobierno, pueden resistir
poder contractualmente establecido no forma parte de la a sus gobernantes cuando éstos hacen un uso desmedido de su
agenda hobbesiana. En esto, las consecuencias del pacto son poder y lo emplean para la destrucción, y no para la protec-
de un rigor absoluto, a menos que el soberano pierda por algu- ción de sus súbditos. Pues, argumenta Locke, siempre que al-
na causa su dominio. Pero esa eventualidad no queda desarro- guien -incluidos los gobernantes- intenle invadir por la fuer-
llada en De Cive.Hobbes la relegaría al apéndice final del Le- za los derechos de los demás, será culpable de crimen ·y habrá
viatán, sin duda obligado a ello por las circunstancias políticas de ser tratado corno merece. Ciertamente, si es el pueblo el que
de su propio país 4 • En De Cive no se ofrece recurso alguno se subleva sin razón, el pueblo mismo será reo de rebelión y
contra el gobierno del tirano, palabra a la que, por lo demás, habrá de ser castigado en consonancia con su delito, por no

4. Véase, sobre esto, mi prólogo a Leviatán, Madrid, ed. cit. 5. VéaseVI,12.


18 CARLOSMELUZO PRÓLOGO 19

haber respetado las condiciones del convenio social. Mas eso para ejercer su autoridad, tanto en los asuntos temporales
suele ocurrir pocas veces, pues, por lo común, el pueblo está como en los espirituales. Los pasajes en los que se insiste en
siempre más dispuesto a someterse que a rebelarse. Son los este doble dominio que les es concedido a los príncipes abso-
príncipes y magistrados los que; dice Locke, suelen tene~ lutos son numerosos y claros. Según Hobbes, Iglesia (ecclesia)
mayor tendencia a violar los derechos ciudadanos, «como s1 y Estado (civitas) han de ser entendidos como una y la misma
quienes por ley tuvieran los mayores privilegios yventajas_ tu- cosa. En realidad, los mandatos provenientes de las principa-
vieran por ello el poder de quebrantar esas leyes que precisa- les iglesias establecidas, sean éstas las que fueren, no tanto se
mente los colocaron en u.nasituación mejor que la de sus her- refieren a asuntos de verdadera y auténtica fe interna como a
manos>• 6 • Cuando tal cosa sucede, es el gobierno el que estd cuestiones de poder humano (de regno lzwnano), o de ganan-
rebelándose,no los ciudadanos. cia (de quaestu), o de gloria intelectual (de glorin ir1genioru111).
El significado del término rebelarse,en su acepción más es- Pues bien,
tricta, coinc ide con el del verbo latino rebellare,palabra que se
compone del prefijo re- y el sustal1tivo bellum. Rebelarse es, una vez que se sabe qué es una Iglesia,sabemos inmediatamente a
pues, un retornar a la guerra, una como regressioad ~ellum_d~ quién corresponde gobernar sobre los cristianos. Pues si cada ciu-
la que Hobbes acusará a todo miembro de la comumdad civil dad cristiana es la Iglesia a la que Cristo mismo enseüa que todo
que rompa, sublevándose, lo pactado con la persona o asam- súbdito[ ...] debe obedecer, entonces todo ciudadano está obligado
a obedecer a su ciudad, es decir, al hombre o asamblea de hombres
blea que ostente la suprema autoridad. Locke, por su parte,
que tienen elpodersoberano (XVIll, 14, cursiva mía).
acusará de lo mismo a aquellos gobernantes que <<actúancon-
trariamente al fin para el que fueron instituidos[ ...], deshacen El recurso a una Iglesia universal e infalible con poderes ab-
los lazos sociales f...] y destruyen la autoridad que el pueblo les solutos en lo espiritual sería de hecho recurrir a un poder su-
dio» 7 • pranacional (es obvia la referencia a la Iglesia Católica Roma-
Hay en Hobbes, en otro orden de cosas, un pensamiento li- na). Ello equivaldría a ponerse en manos de un príncipe
berador que, deducido lógicamente de sus premisas, da lugar a extranjero con poderes tan extraordinarios que eclipsarían los
la gran paradoja de su discurso. La cuestión tiene que ver con de cualquier otro soberano. Mas, nos advierte Hobbes, no es
el derecho de interpretar la Escritura, que «es la palabra de preciso que los súbditos cristianos teman por su sa lvación por
Dios» (Verbum Dei), derecho, como se apuntaba más arriba , lo que pueda ordenarles su soberano, el cual es también su ciu-
que también ha de serle concedido al soberano, y sólo a él. Esta dad y su Iglesia. Los preceptos de culto público, si bien deben
exclusión de un poder eclesiástico con capacidad decisoria en ser respetados a fin de preservar la pacífica convivencia civil,
cuestiones de religión tenía por fuerza que producir indigna- no comprometen la salvación eterna de las almas; para lograr
ción en el establishment clerical del momento. Hobbes, en ésta, y pese a las amenazas que provengan de tal o cual [glesia,
los capítulos finales de su obra, que son más extensos que los sólo se precisa una cosa: creer de todo corazón que Jesús es el
otros, presenta su visión de un poder soberano con derecho Cristo, el Hijo de Dios vivo (credere ex toto corde Jesum esse
Christum filiwn Dei viventis).
6. J.Locke: Segundo Tratadosobreel GobiernoCivil,XIX,23 l (Madrid, Esta simplificación teológica, ciertamente esperanzada y li-
Alianza Editorial, 1990). beradora, cumple wia misión esencial en la buena marcha de
7. Ibíd.,XIX, 232. la civitas hobbesiana, pues da a los ciudadanos la necesaria
20 CARLOSMELLIZO
PRÓLOGO 21

paz de espíritu para continuar obedeciendo al soberano civil, sino más bien reafirmándose en ellas (hablamos aquí de una
disminuyendo, hasta el extremo de anularla, toda pretensión monarquía en su sentido más fuerte y radical, es decir, en
de poderío eclesiástico independiente. Este liberar al súbdito cuanto que significa gobierno unipersonal sin fisuras), Hob-
del dominio clerical mediante el recurso teológico de reducir bes se expresa así:
al mínimo las condiciones para entrar en el Reino de los Cie-
los (asunto al que Hobbes dedica numerosas páginas llenas de Hay algunos que imaginan que la 111011arquín s penosa que 1~
es ~11á
teslimonios de la Escritura, como pruebas de su legitimidad) democracia, porque hay menos Ubertad en aquella que en ésta. S1
no quedó a salvo de oficiales censusas eclesiásticas. Un Decre- por Ubertad entienden una exención de la sujeción que les es debida
twn publicado en Roma en junio de 1654 incluyó De Cive en el a las leyes, es decir, a los mandatos del pueblo, debe recordárseles
que ni en una democracia ni en otra clase elegobierno existe una li-
fndice de libros prohibidos y condenados por la Iglesia Católi-
bertad así (X, 8).
ca. Fue también proscrito por la Universidad de Oxford en
1683, y quemado públicamente,junto con el Leviatán y <<Otros Nos guste o no nos guste -precisa Hobb es-, desde el mo-
Librosperniciosos y doctrinas condenables», a las que se acusó mento en que la sociedad civil es instituida, las libertades in-
de «falsas, sediciosas e impías», además de «heréticas, blasfe- dividuales quedan suprimidas. El sesgo lingüísti co que se
mas, insultantes para la religión cr istiana y destructivas para aprecia en la argume ntación hobbesiana nos lleva a ponderar
todo gobierno en LaIglesia y en el EstadoȻ. el verdadero sign ificado de las voces. En el caso de la palabra
«libertad» -ese Lérmino que, dice Hobbes con sorna, suele es-
cribirse con grandes letras sobre las puertas de una dudad-,
4. Libertad y poder
no se significa con eUa la libertad de sus ciudadanos, sino la li-
bertad de la ciudad misma (non estea cujuscunque civis sed ci-
Merece la pena subrayar un punto del texto que estimo funda- vitatis libertas). Las libertades individuale s ya se habían perdi-
mental para su buen entendimiento. Hobbes fue consciente de do por fuerza del pacto político. Tal cosa ocurrió cuando los
que la mayor objeción suscitada por su idea en favor del go- hombres, por acuerdo mutuo, decidieron abandonar el estado
bierno absoluto iba a estar basada en lo que su esquema impli- de naturaleza (donde la existencia era libre, pero también tris-
caba de merma y hasta de completa anulación de las libertades te, brutal y corta) y abrazar el de sujeción. La multitud antes
individuales . Ésa es, ciertamente, la reacción inmediata de dispersa se constituye en persona civil, esto es, en pueblo o Es-
todo el que se asoma a las páginas de su obra y lee los derechos tado, cuando los individuos que antes la integraban renuncian
ilimitados que se le atribuyen al soberano, derechos que hoy a sus libertades. Y esa renuncia tiene lugar bajo cualquier tipo
no tendríamos reparo en calificar de «abusivos». Pero esta pri- de gobierno. «Niego -dice Hobbes- que haya más libertad en
mera reacción ha de ser cuidadosamente matizada si le conce- la democraciaque en la monarquía» (negoplus esselibertatis in
demos a Hobbes la atención que él mismo nos pide. En su au- democratia quam in monarchia). No se trata, por tanto, de li-
todefensa, sin desdecirse de sus preferencias monárquicas, bertades, pues todo gobierno las elimina en la medida en que
ello es necesario para la paz . Lo que acaso pueda disgustar a
8. The Juclgement and Decree of the University of Oxford Past in their los súbditos acerca del gobierno civil es algo diferente que, en
Con.vocationJuly 21, 1683. Cit. por Howard Warrender en De Cive, The rigor , no afecta la esencia del pacto de sujeción. Cuando indi-
Latin Version,Oxford University Prcss, 1983, p. 20. viduos particulai-es piden libertad , bajo el nombre de «liber-
22 CARLOSMl'.LLJZO PRÓLOGO 23

tad» no están de hecho pidiendo libertad, sino poder (nomine nos guste o no nos guste. Y quien quiera salir de ella tendrá
libertatis non libertatem, sed dorniniurn poscunt). La distin- que arriesgarse a intentarlo desde fuera de la civitas, es decir,
ción quizá pueda parecer a primera vista poco o nada signifi- desde la acracia, con los resultados que todos conocemos.
cativa, pero es de importancia crucial para entender a dere-
chas lo que Hobbe s nos dice. Admitida la ctiferencia entre
libertades y poderes, las disputas políticas se libran ya en un te- 5. La presente edición
rreno muy apartado de la bella retórica. Para Hobbes, las
grandes confrontaciones dentro de la polis, guiados sus líderes Hobbes escribió De Civeen París, dura11teel primer año de un
por un oscuro sentido del mando, no han cuestionado nunca autodestierro que vendría a durar más de diez. Su decisión de
la sujeción: se han limitado a cuestionar el poder ajeno con la abandonar Inglaterra fue provocada por la convocación del
intención de suplantarlo con el propio. En realidad -concluye «Parlamento Largo», bajo cuyos poderes de gobierno la causa
un sardónico Hobbes en su apología del poder absolulo- a realista se vio temporalmente comprometida. Temerosos de
aquellos súbditos que en una monarquía deploran su pérdida sufrir represalias del bando parlamentario , tanto Hobbes
de libertad lo único que en el fondo les irrita es no haber sido como otros significados partidarios del rey Car los optaron
invitados a participar en el gobierno del Estado, es decir, a por el exilio voluntario.
participar en el poder. La primera edición de la obra data de 1642 y füe pubücada
Supongamos que de hecho tiene lugar la creación de un Es- en muy reducido número de ejemplares. Sólo las iniciales T. H.
tado popular. En principio, dice Hobbes, podrán muchos pen- al final de la Epístola dedicatoria son indicación de que Hob-
sar que una opción así es mejor que su contraria, pues ali don- bes asumió responsabilidad por la autoría del libro. De esta
de todos los indjviduos tienen mano en los asuntos públicos edición príncip e no se imprimirían más de 100 copias, pero su
disfrutan de la oportunidad de lucir sus talentos. Mas lo cierto éxito entre los «realistas» exiliados en el continente fue inme-
es que esa mayor participación en el ejercicio de la gestión pú- diato. El doctor Samuel Sorbiere, amigo persona l de Hobbes,
blica dará lugar a la disensión, a la palabrería inútil, a la con- tramitó poco después u na segunda edición latina del libro,
troversia y al antagonismo; pu es todos los participantes en el que se publicó en Amsterdam a principios de 1647. Es la lla-
gobierno, por razón del deseo de alabanza que es consustan- mada «edició n Elzevir», de la que en el mismo alio de su apar i-
cial a la naturaleza humana, querrán satisfacer sus sueños de ción se hicieron varias reimpresiones, sólo con menores
gloria, aunque por su mediocridad no sean dignos de ella. To- variantes de diselio y alteraciones de un interés casi exclusiva-
dos los argumentos tradicionales en contra del juego demo- mente bibliográfico. El recientemente fallecido profesor oxo-
crático son esgrimidos por Hobbes con singular habilidad: niense Howard Warrender registra en su edición crítica de la
ineficacia parlamentaria, inestabilidad de las leyes, diferencias obra 9 esas alteraciones y nos da puntual referencia de ellas.
de facción y,en último término, conflicto armado. Pero eso no Una traducción inglesa de De Civefu.epuesta en circulación en
nos interesa ahora. Lo que aquíimporta registrar no es la críti- marzo de 1651, publicada en Londres por la imprenta de Ri-
ca hobbesiana a los regímene s que él llama populares, sino la chard Royston, bajo el título PhilosophicallRudiments Co11cer-
imposibilidad de lograr libertad es individuales efectivas al
margen del contrato civil, sea éste el que fuere. La gran verdad
hobbesiana es la que establece la inevitabilidad de la sujeción, 9. De Cive:The Lati11Version, Oxford at the Clarendon Press, 1983.
24 CARLOS MEl.LlZO
PRÓLOGO 25

ning Government and Society. Durante cuatro siglos y medio, sa (ejecutada o superv isada por Hobbes) es «vigorosa» y
la críti ca ha coincidido en admitir que esa traducción fue obra posee «méritos propios». A lo cual cabría añadir la nada des-
del propio Hobbes o que, cuando menos, fue realizada con su preciable circunstancia de haber constituido durante mucho
aprobación 10 • Hasta el dfa de hoy, pese a los recientes intentos tiempo -para quienes el latín no es su habitual lengua de tra-
de P.Milton, Richard Tuck y Michael Silverthorne por cuestio- bajo (como es el caso con la inmensa mayoría de nosotros)-la
nar la paternidad hobbesiana de dicha versión 11 , no hay prue- única vía directa de acceso a los contenidos de De Cive.
ba rigurosa y convince nte que venga en su apoyo. La edición latin a de Warrender, de singular valor para bi-
Para la presente traducción castellana me he servido, en bliófilos y analistas de textos, es de obligada consulta, mas
primer lugar, de la edición de William Molesworth (Hobbes: puede presentar para el Lraductor el inconveniente de su ca-
Opera Latina, vol. 2, Londres, 1839. Segunda reimpresión en rácter exhnustivo, al recogerse en ella todas las variantes ob-
Scientia Verlag Aalen, Darmstadt) que, según Warrender, si- servables en las cua tro primeras ediciones de la obra. A la
gue la tercera edición del texto latino; esta tercera edición data, hora de elegir, lo hemos hecho, pues, siguiendo un doble cri-
corno la segunda, de 1647, y también fue publicada original- terio de rigor y manejabilidad: adoptar la edición en lalín de
mente en Amsterdam por Elzevir, en vida de Hobbes; me he 1647 como texto base (segün la transcripción de Moleswo rt h)
servido asimismo de la edición inglesa de Molesworth (The y recurrir además ala versión inglesa de 1651 (también según
English Works of Thomas Hobbes, vol. II, Londres, John Bohn, Molesworth), teniendo a la vis ta las de Warrender y la de
1841), tratando de evitar algunas inconsistencias textuales Tuck/Silverthornc.
que, en cualquie r caso, no alteran la esencia del discurso hob- De Cive es un libro cuya intención y composición son de
besiano. Coincido con Warrender en que esa traducción ingle- una claridad ejemplar . Los propósitos de Hobbes están bien
definidos y su procedimiento expositivo es directo y eficaz. El
JO. Véase Warrender, ob. cit. p. 15: «By about the same time [May
riesgo, pues, de traicionar sus id eas al verterlas a o tra lengua
1650], he [Hobbes] had translated into English his De Cive, the book -riesgo, por otra parte, del que ningún tradu ctor podría tener
that had already estabUshed his reputation on tbe Continent, or pos- la presunción de proclamarse totalmente exento-, es algo me-
sibly, sucb a translation had been prepared with bis approval». El aserto nor en el caso de De Cive que en el de otros textos de Hobbes.
de Warrender viene avalado por una carta de Roberl Payne, colabora- En alguna s ocasiones, muy pocas, he sustituido formas pro-
dor de Hobbes, a LLil tal Gilbert Sheldon, fechada en Oxford el 13 de
mayo de 1650 y conservada en la Brilish Librar y, BirchMS 4162. nominales por sus equivalentes sustantivos, n fin de evitar po-
11. Véase el trabajo de Milton «Did Hobbes translate De Cive?»en His- sibles equívocos . Cuando me ha parecido conveniente incluir
tory of Política/ Tlwught, vol. XI, no. 4, Winter, 1990. Tuck y Silver- en el texto algún breve añadido aclaratorio, lo he hecho entre
~~rne'. tras exponer la documentación de la época, indicativa de la par- corchetes. En cuanto a las pequeñas discrepancias y erratas
t.mpac160 de Hobbes en el proyecto de traducir De Cíve al inglés, y sin
menores que a veces se obse rvan en las ediciones empleadas,
negarsu auremicidad,aducen un docwuento más-el fragmento de una
carta de Hobbes a su amigo y poeta Edmund Waller-. Lejos de apoyar he tratado de cor regir las cuidando de no alterar el sentido ori-
la hipótesis de Tuck y Silverthorne, elfragmento en cuestión, cuyo con- gin al. Y una observación más: Soy consciente de que la pala-
tenido, dicho sea de paso, no parece ser más que una expresión de cor- bra civitas, empleada profusamente por Hobbes a lo largo del
tesía episto lar, deja intacta la hipótesis contraria (véase Hobbes: On the texto, es susceptib le de ser traducida de diversas maneras: «Es-
Citizen, Edited by Richard Tuck and Michael Silverthorne, Cambridge
UniversityPress, 1998, pp. xxx:iv-xx.xvii). tado», «ciudad», «gobierno civil», «persona civil» , «sociedad
26 CARLOSMELLIZO

civil», etc. Cuando mi elección no haya sido la m ás acertada,


confío en que el contexto dé indicaciones suficient es para que Selección bibliográfica
el lector sepa en cada caso con qué matiz ha de entenderse la
civitas hobbesiana.
Quisiera agradecer a Olga M. Kroll y a Julie Symons su ama-
ble y eficaz asi.stencia en la transcripción elect r ónica del ma-
nuscrito, y al Decanato de la Fac ult ad de Artes y Ciencias de la
Universidad de Wyoming su generoso apoyo a este proyecto .

CARl..0S MELLIZO
Universidad de Wyoming

fncluyo aquí una breve relación de libro s sobre Hobbes pu-


b) icados a partir de 1980, y de ediciones re cientes de su obra.
Para publicaciones anteriores a esa fecha puede consulta rse
la bibliografía de William Sacksteder, Hobb es St11dies(1879-
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28 SF.J.JiCCIÓNlllBLlOGRÁFICA SF.LBCCIÓNBISUOGRÁFICA 29

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DeCive
Elementos filosóficos
sobre el ciudadano
Epístola dedicatoria
Al muy honorab le Guillermo, conde de Devonshire ,
mi más probo señor

Con la complacencia de su señoría:


Era un dicho del pueblo romano, para quien el nombre de
rey había llegado a resultar odioso, tanto por la tiranía de los
Tarquinas como por el genio y los decretos de esa ciudad,
era un dicho del pueblo, digo, aunque fuese pronunciado
por una sola boca privada (si es que Cató n no hubiera s ido
más que eso), que todos los reyeshan de ser tenidospor bes-
tias voraces.Pero ¡qué animal de presa no (ue el pueblo ro-
mano cuando con sus águilas conquistadoras erigió sus
orgullosos trofeos a lo largo y a lo ancho del mundo, some-
tiendo en disfrazada esclavitud a africanos, asiáticos, mace-
donios y aqueos, con el pretexto de hacerlos ciudadanos de
Roma! De manera que si el dicho de Catón fue acertado,
también lo fue el de Poncio Telesino, el cual, corriendo con
la boca abierta por entre las compañías de su ejército en la
• famosa confrontación que tuvo contra Sila, gritaba que
Roma 111is111a,junto
con Sita, debía ser arrasarla;pues siempre
habrfa lobosy predadoresde su libertad, a menos que los bos-
ques que los albergabanfuesen arrancados de raíz. Para ha-
blar imparcialmente, estos dos dichos son muy verdaderos:
que el hombre es una especiede Dios para el hombre y que el
33
34 JiPISTOLAOP.DIGATURIA
EPISTOLADEDICATORIA 35
hombre es un auténtíco lobo para el hombre. Lo primero es dos, no puede ser el resultado de una agudeza repentina sino
verdad si comparamos unos ciudadanos con o tros; Ylo se- de un razonar bien equilibrado, al cual, para resurru rlo con
gundo, si comparamos ciu d ades. En el_primer caso -~ªY ~a una palabra, llamamos filosofía. Pues medianle ésta se nos
cierta analogía de semeja nza con la Deidad, a saber: JUsticrn abre un camino que recorremos part iendo de las cosas par-
y caridad, que son hermanas gemelas de la paz. Pero en el ticulares hasta llegar a la inferencia o resultado de acciones
otro hombres buenos han de defenderse adoptando como universales. Reparemos en cuántas clases de cosas existen
sant~ario las dos h ijas de la guerra: el engaño y la violencia, que pueden ser objeto de conocimiento de la razón humana
0 , dicho en términos más claros, una brutal rapacidad. La y tendremos las diferentes ramas en que se divide la filoso-
cuaJ (aunque los hombres se la echan recíprocamente ~n fía.Y partiendo de la diversidad del asunto a que se refieren,
cara como un reproche por la arraigada costumbre que t1e- también se les ha dado a esas ramas una diversidad de nom-
nen de mirar sus propias acciones, cuando las ven en otros bres. Pues si trata de figuras se le llama geometría;si del mo-
hombres, como si miraran en un espejo en el que todas las vimiento, ftsica; si del derecho natmal, moral. Ponedlas to-
cosas del lado izquierdo parecen estar en el derecho y todas das juntas y tendremos la filosofía, de igual modo que los
las del derecho se ven en el izquierdo, el naturaJ d erecho de mares Británico, Atlántico e Índico, habiendo sido bautiza-
preservación que todos recibirnos de los incontrolables dic- dos con nombres diversos por la diversidad de sus costas,
tados de la necesidad) no admitirá que es un pecado, aunque forman sin embargo un solo océano si se consideran todos
confiese que es una desdicha. Puede que m~chos se aso~- jun tos. Y,en verdad, los geómetras han hecho su parte muy
bren de que en Catón, persona tan reco noc1~a ~~r su sabt- admirabJemente. Pues toda asistencia a la vida humana, ya
duría, prevaJezca tanto la animosidad sobre el Jui~10 Yel par- provenga de la observación de los cielos o de la descr ipción
tidismo sobre la razón; y de que lo que le parece ;usto en un de la tierra, o de los más remotos experimentos de navega-
Estado popula r lo censure por injusto en ~n Estado moná~- ción; y, finalmente, cua lesquiera que sean las cosas en las
quico. Pero yo he sido desde hace mucho ttem~o de esta opi- cuales la edad presente difiere de la ruda simpleza de la anti-
nión: que sólo la prudencia vulgar es la que siempre ha re- güedad, hemos de reconocer que se las debemos a la geome-
sultado aceptab le a la gente superficial. Las acciones Y tría. Si los filósofos morales hubieran cumplido sus deberes
apotegmas más emine n tes de griegos y romanos deben los iguaJ de bien, no sé qué podría haberse a11adido al trabajo
elogios que han rec ibido no tanto a su razón com~ a su gran- humano para completar la felicidad que es consistente con la
deza, y muchís imas veces a esa próspera usurpación (por la vida humana. Pues si la natu raleza de las acciones humanas
cual nuestras historias se reprochan mutuamente) que como fuese tan distintamente conocida como la naturaleza de la
torrente impetuoso arrastra en la corriente del tiempo_ todo cantidad en las figuras geométricas, la fuerza de la avaricia
lo que hay ante ella, tanto agentes púb_licos como acc10n:s y la ambición, que es sostenida por las opiniones erróneas de
públicas. La sabiduría propiamente dicha no es nada mas la gente vulgar en lo referente a la naturaJeza del bien y del
que eslo: el conocimiento perfecto de la verdad_en t~das las mal, se debilitaría y langujdecería enseguida¡ y el género hu-
cuestiones, sean éstas las quefueren. La cuaJ sab1duna, aJ de- mano disfrutaría de una paz tan permanente que si no fuera
rivarse del testimonio y evidencia que procuran las cos~s,Y por razones de faJta de espacio para vivir, suponiendo que la
ello mediante el conducto de ciertos nombres determma- tierra llegara a ser demasiado pequeña para sus habitantes,
EPISTOLADEO!C,\TORIA EPÍSTOLADEDICATORIA 37
36

apenas si habría motivos para hacer la guerra. Mas ahora mente ese hilo, o lo corte voluntariamente en pedazos, estará
que ni a la esp ada ni a la pluma debería concedérseles des- describiendo las hueUas, no de su progreso en el camino de
canso; que el conocimienlo de la ley de naturaleza ha dejado la ciencia, sino de su divagar apartándose de ella. Y de esto
de crecer, perdiendo su antigua estatura; que hay tanto par- viene el que cuando dediqué mis pensamientos a la investi-
tidismo en las diferentes facciones de filósofos, que la misma gación de la justicia natural, fui aJ momento alertado por la
acción que unos deploran, otros la ensalzan; que un mismo palabra misma justicia (que significa una Grmc voluntad de
hombre abraza sus diversas opiniones y estima sus propias d_ara_cada uno lo ~ue es suyo) de que mi primera investiga-
acciones, cuan do son suyas, de modo diferente de cuando CLóniba a ser avenguar de dónde procedía el que cada hom-
son de los demás, digo que éstos son signos y argumentos bre dijese que algo era suyo, y no de otro hombre. Y cuando
manifie stos de que lo que hasta ahora ha sido escrito por los descubrí que esto n o procedia de la naturaleza, sino de un
filósofos morales no ha hecho ningún progr eso en lo que se acuerdo (pues lo que en w1 principio la naturaleza hizo co-
refiere al conoc imiento de la verdad. En lugar de haber in- mún a todos los hombres lo distribuyeron luego en diversas
fluido en el mundo dando luz al entendimiento, ha servido apropiaciones),fui llevado a hacerme esta otra pregunta, a
para entretener los afectos; y el éxito de las figuras retóricas saber: con qué fin yen virtud de qué impuls os, cuando todas
empleadas en la expresió n ha hecho qu e la gente se afianzase las cosas eran por iguaJ propiedad común de todo s los hom-
aún más en sus opiniones precipitadamente aceptadas. De bres, pensaron éstos que era mejor que cada uno tuviese su
manera que esta parte de la filosofía ha sufr ido el mismo propio reducto. Y descubrí que la razón era que siempre que
destino que los caminospúblicos, los cuales están abiertos a hay una comunidad de bienes, surge necesariamente la com-
todos los viajeros para que éstos los transiten arriba y abajo; petencia por ver quién puede disfrutarlos más. Y de esta
o el mismo destino que las carreterasy callesabiertas, algu- competi ción se siguen inevitablemente toda clase de calami-
nas de las cua les son para pasearse y otras para ir de nego- da~es que por instinto natural el hombre aprende que ha de
cios y de compras . Esos caminos , debido a las impertinen- evitar. Por lo tanto,llegué asía dos máximas de la naturaleza
cias de unos y a los altercados de otros, no tienen nunca una hum ana, una de las cuales brota de la parte concupiscibleque
époc a de siembra y, por tanto, nunca produ cen cosech a. La desea apropiarse para sí el uso de aque llas cosas en las que
única razón de esta desgracia parece ser ésta: que entre to- todo s los demás tienen un interés conjunto, y proviniendo la
dos los autores que escriben sobre esa parte de la filosofía no otra de la parte racional que enseña a cada hombre a luchar
hay ninguno que haya usado el principio idóneo para tratar- contra una disolución antinatura l, que es la mayor desgracia
la. Pues no podemos empezar a tratar de una ciencia por el q_u~puede acontecerle a la naturaleza . Sentados estos prin -
punto que queramos, como cuando trazamos un círculo. c1p1os,parece que he demostrado en este pequeño libro, con
Porque hay un hilo conducto r de la razón cuyo comienzo argumentos de la mayor evidencia, estas dos cosas: primero,
está en la oscur idad pero con cuya ayuda somos llevados 1aabsoJ~ta necesidad de establecer ligas y contratos; y de ahí
como de la mano hasta la luz más clara. De manera que el los rudunentos de la prudencia moral y civil. El apéndice
principio del tratamiento hemos de tomarlo de esas tinie- que he añadido acerca de Laautoridad de Dios se ha hecho
blas, y luego hemos de llevar la luz más allá para aclarar las con esta intención: [probar] que los dictados de Dios Todo-
dudas. Por lo tanto, toda vez que un autor abandone ligera- poderoso expresados en la ley de naturaleza puede que no
38 BPISTOLADEl>ICATORTA

contradigan la ley escrita que Él nos ha revelado con su pa-


labra. He tenido también mucho cuidado, a lo largo de todo Prefacio del autor al lector
el discurso, de no interferir en las leyes civiles de ninguna
nación en particular, es decir, he evitado arribar a costas que
los tiempos han infestado tanto de conchas marinas y tem-
pestades. No soy ignorante del tiempo y esfuerzo que he de-
dicado a este empeño de bus car la verdad; pero con qué re-
sultado, no lo sé. Pues como no somos jueces imparciales de
nosotros mismos, damos una valoración parcial de nuestras
propias obras. Por lo tanto, ofrezco este libro no al favor de
su Seño ría, sino, antes que nada, a su censura; pues tras mu-
chas experiencias, he descubierto que no es la reputación del
autor, ni la novedad de la obra, ni el adorno en el estilo, sino
únicamente el peso del razonamie nto lo que hace que una
opinión merezca el favor y la aprobación de su Señoría. Si [la Lector: Prometo aquí tres cosas que, cuando se prometen,
obra] tiene la fortuna de agradar, es decir, si está bien funda- parecen exigir de ordinario la mayo r dedicación, tanto en lo
da, si no es vulgar, humildemente se la ofrezco, por ser su Se- que se refiere a la dignidad de la materia tratada como a la
ñoría mi gloria y protección. Pero si he errado en alguna honestidad de motivo en la decisión de referi rse a ella, o, fi-
cosa, ruego a su Señoría qu e a pesar de ello la acepte como nalmente, a la moderación del autor. Las pongo aquí ante tus
testimonio de mi grati tud: que los medios de estudio de los ojos: en este libro encontrarás brevement e descritos los de-
que he disfrutado por la bondad de su Señoría los he em- beres de los hombres, primero, como hombre s; después,
pleado para procurar el favor de su Señoría. El Dios de los como súbditos; y,por último, como cristian os. Bajo esos de-
cielos premie a su Señoría con larga vida en este mundo, y beres están contenjdos no sólo los elementos de las leyes de
con una corona de gloria en la Jerusalén celestial . naturaleza y de las naciones, además del verdadero origen y
Su más humilde y devoto servidor, poder de la justicia, sino también la esencia de la misma reb-
Thomas Hobbes gión crist iana, en la medida en que eUo puede caber dentro
de mi propósito.
Esta clase de doctrina [es decir, la que se refiere a los de-
beres de los hombres], excepto aquellos elementos suyos que
provienen de la religión cristiana, fue juzgada por los sabios
de la antigüedad como algo que mejor convenía tran smitir a
✓ la posteridad, ya cuidadosamente adornado con versos o en-
vuelto en alegorías como el más hermoso y venerado miste-
rio de la autoridad real, por miedo a qu e fuese profanado
por las disputas de personas privadas. Entretanto, y para
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40 PRHPA<.:
10 DELAUTORAL LECTOR
PREFJ\CíO01'.l.AUTORAl.LECTOR 41
provecho del género humano, otros filósofos se dedicaron a
observar los fenómenos y los movimientos de las cosas; neficio que procma cuando está bien adquirido, es decir,
otros, sin menos provecho, sus naturalezas y sus causas. cuando se deduce de principios verdaderos y asociaciones
Pero en época posterior se ha dicho que Sócrates fue el pri- evidentes, lo apreciaremos mejor cuando hayamos conside-
mero que verda derament e se interesó en la ciencia civil; la rado los mal es que han recaído sobre la humanid ad, ocasio-
cual, aunque todavía no ha sido completamente entendida, nados por una modalidad falsa y meramente palabrera del
brilla como un rayo de luz entre las nubes, alumbrando el mismo. Porque, en asuntos sobre los que espect1lamos so la-
gobierno del Estado; y [se ha dicho l que [Sócrates] le dio [a mente para ejercitar nuestro ingenio, si cometemos algún
esta ciencia] tanto valor que, abandonando y despreciando error no 11acemosdaño a nadie y tampo co ello supone más
por completo todas las demás partes de la filosofía, se dedicó pérdida que la de tiempo. Pero en aquellas cosas en las que
totalmente a ésta, juzgru1do que era la única que mere cía el todo hombre debe meditar para dirigir su vida , ocurre nece-
esfuerzo de su mente. Después de él vienen Platón, Aristóte- sariamente que no sólo por causa de los errores, sino tam-
les, Cicerón y otros filósofos, tanto griegos como latinos. Y bién por la ignorancia misma, surgen ofensas, confro ntac io-
ahora hemos llegado el punto en que todos los hombres de nes y ha sta matanza s. Consideremos lo perjudi ciales qu e
cualquier nación, no sólo los filósofos sino también la gente son estas cosas y nos daremo s cuenta de cuán grande es el
ordinaria, ha11tratado y siguen tratando de esto como si fue- beneficio que surge de esta doctrina de la moralidad si es
se un asunto fácil, abierto y asequible a cualquiera con senti- enunciada correctamente. ¡Cuántos reyes y cuámos buenos
do común, y sencillo de resolver sin necesidad de cuidadosa hombres que han caído en el error de pensar que se puede le-
atención o estudio . Y tal es la dignidad que se le atr ibuye la galmente da1·muerte al tirano han sido ajusticiados! ¡Cuán-
esta parte de la filosofía] que quienes suponen que tienen tas gargantas han sido segadas por mantener la falsa opinión
conocimiento de ella o están en una situación en que debe- de que por algunas causas un príncipe pu ede ser depuesto
rían tenerlo se complacen tanto en esta idea, que están dis- por ciertos hombres! ¡Ycuánto derramamiento de sangre ha
puestos a conceder que quienes se empeñan en otras artes ocasionado la errónea doctrina que dice que los reyes no son
deben, sí, ser estimados como ingeniosos, eruditos, hábiles superiores a la multitud, sino administradore s al servicio de
y todo lo que se quiera , pero no como prudentes; pues están ella! Finalmente, ¡cuántas rebeliones ha causado esa opinión
convencidos de que tal apelativo, en lo que al conocimiento que enseña que es a los individuos particular es a quienes co-
del gobierno civil se refiere, sólo les corresponde a ellos. ~r~sponde determinar silos mandatos de un rey son justos o
Tanto si el valor de las artes debe medirse por la calidad m1ustosy que antes de obedecerse pueden y debe o ser some-
de las personas que las acogen como si es por el númern de tidos a debate! Además, hay en la filosofía mora l que es co-
aquellos que han escrito acerca de ellas o por el juicio de los múnmente aceptada mucha s otras cosas no menos peligro-
más sabios, ciertamente debe tener valor un arte tan direc- sas que éstas, y que no es cuestión de men ciona r ahora .
tamente relacionado con príncipes y con otros que están de- Pienso que los antiguos previeron lo que podía pasar, y por
dicados al gobierno de la humanidad; w1 arte en cuya espe- eso decidieron presentar su teoría de la justicia envuelta en
cie adulterada se deleitan la mayoría de los hombres y del fábulas antes que exponerla abiertamente a las disputa s de la
que han hablado los más eminentes genios filosóficos. El be- gente. Pues antes de que tales cuestiones pudi eran plantear-
se, los príncipes no tenían que reclamar el pod er supre mo,
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sino que ya lo ejercían . Conservaron todo su imperio no me- breque disperse esas nubes o demuestre con firmes razones
diante argumentos, sino cast igando a los malos y protegien- que no h ay auténticas doctrinas acerca de lo que está bien y
do a los buenos. De igual mod o, los súbditos no basaron sus lo que está mal, de lo buen o y de lo malo, excepto las que
criterios de justicia en los dichos y juicios de unos cuantos constituyen las leyes de cada reino y gobierno; y que la pre-
individuos particulares, sino en las leyes del reino; tampoco gunta de si una acción futura resultará justa o injusta, buena
se les permitió vivir en paz como resultado de disputas, sino o mala, no debe hacér sele a nadie excepto a aquellos a quie-
mediante el ejercicio del poder y la autoridad. Sí, reverencia- n es el Supremo ha encomendado la interpreta ción de sus le-
ron el poder supremo, ya residiera éste en un hombre o en yes, no solamente estará mostrándonos el camino hacia la
una asamblea, como si se tratara de una divinidad visible. paz, sino que también nos enseñará cómo evitar los cegados,
Por lo tanto, no tuvieron, como tienen en nuestro tiempo, la oscuros y peligrosos vericuetos de la facción y la sedic ión.
costumbre de ju ntarse con otros espíritus ambiciosos e in- No puedo concebir otro tipo de enseñanza que sea más be-
fernales para total ruina de su Estado. No se les pasó por la neficioso que éste.
cabeza albergar la extraña fantasía de no querer preservar En lo que se refiere a mi método, no me ha parecido sufi-
aquello gracias a lo cual ellos mismos eran preservados. ciente utilizar un estilo senc illo y claro en lo que tengo que de-
Ciertamente, la simplicidad de aquellos tiempos no fue ca- cir, sino que t.ambíén he empezado tratando del asunto del
paz de entender tan sofisticada pieza de locura. Hubo enton- gobierno civil mismo , para de ahí proceder con lo que se re-
ces paz y una edad dorada que no concluyeron hasta que, ex- fiere a su generación y forma y a los primero s principios de la
pulsado Saturno, se pensó que era legal levantarse en armas jus ticia. Pues todo se entiende mejor estudiándolo a través de
contra los reyes. Es esto algo que los antiguos no sólo vieron, sus causas constitutivas . Así como en un reloj u otra máquina
sino que tamb ién nos lo hicieron saber a nosotros muy bien, pequeña la materia, figura y movimiento de las ruedas no
sirviéndose de una de sus fábulas. Pues dicen que cuando pueden conocerse bien si no son desmontados para exam inar
Ixión fue invitado por Júpiter a un banquete, se enamo ró de sus partes, así también para realizar una investigación más
Juno y empezó a cortejarla. Queriendo abrazarla, atenazó cuidadosa acerca de los derechos de los Estados y deberes de
w,a nube de la que salieron los centauros, por naturaleza los súbditos es necesario no digo que separarlos, pero sí con-
mitad hombres, mitad caballos, especie terrib le, beligerante siderarlos como si estuviesen separados; es decir, es necesa-
e inquieta. Lo cual, cambia ndo sólo las palabras, es lo mis- rio que entendamos a derechas cuál es la cualidad de la natu-
mo que decir que una serie de individuos particulares se raleza humana, en qué asuntos está preparada y en qué otros
reunieron en consejos de Estado con el deseo de prostituir la no lo está, para establecer un gobierno civil, y cómo deben los
justicia, la única hermana y esposa del Supremo, para satis- hombres ponerse de acuerdo entre ellos mismo s si pretenden
facer sus propios juic ios y opiniones; pero en vez de a ella, organizarse en un Estado bien fundamentado. Habiendo,
han abrazado a una sombra vacía, y de ese abrazo han naci- pues, seguido este tipo de método, establezco antes que nada
do esas doctrinas hermafroditas de los filósofos morales, en este principio que todos los hombres conocen y que ninguno
parte justas y bellas y en parte brut ales y salvajes, causantes niega, a saber: que las disposiciones de los hombres son natu-
de luchas y derramamientos de sangre. Vemos hoy que esas ralmente de tal condic ión que, excepto cuando son reprimi-
opiniones surgen diariamente. Por lo tanto, cualquier hom - dos por temor a algún poder coercitivo, cada hombre dcscon-
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fiará y tendrá miedo de cada otro hombre; y como por dere- que sean honesta s y buenas en grado sumo . Mucho menos se
cho natural, se verá obligado a hacer uso de .lafuerza que tie- sigue de mi principio que quienes son malvados lo sean por
ne para lograr la preservación de sí mismo. Quizá se me obje- naturaleza. Pues aunque por naturaleza, es decir, desde que
te diciendo que hay algunos que niegan esto. Y sucede, en nacen, tienen, por ser meras criaturas sensibles, el deseo de
verdad, que hay muchos que lo niegan. Mas ¿parecerá que es- hacer lo que más les place y el impulso de huiro de defenderse
toy Luchando contra mí mismo porque afirmo que los mis- de los peligros que les acechan, no por esta razón han de ser
mos hombres confiesan y niegan a Lavez la misma cosa? Cier- tenidos por malvados. Pues las inclinaciones de la mente que
tamente que no; pero luchan contra sí mismos aquellos cuyas sólo brotan de los estratos más bajos del alma no son malva-
acciones rechazan lo que sus discursos aprueban. Vemos das en sí mismas; pero las acciones que proceden de ell._\S
pue-
cómo todos los países, aunque estén en paz con sus vecinos, den serlo algunas veces, como cuando son ofensivas o van
guardan sus fronteras con gente armada, sus ciudades con contra el deber. Cuando no damos a los niños todo lo que pi-
mmallas y troneras, y mantienen una vigilancia constante. den, se quejan, lloran, gritan y,algunas veces, pegan a sus pa-
¿Con qué propósito se hace todo esto, si no es por miedo al dres; todo esto les viene por naturaleza. Sin embargo, está •
poder vecino? Vemos, incluso, cómo en Estados bien gober- libres de culpa y no podemos llamarlos propiamente malva-
nados, donde hay leyes y castigos conb·a los transgresores, los dos: primero, porque no pueden hacer daño; y segundo, por-
individuos particulares no viajan sin llevar la espada al costa- que al faltarles el uso de razón están exentos de todo deber.
do para defenderse; ni duermen sin atrancar las pue rt as para Pero estos mismos niños, cuando llegan a años más maduros,
protegerse de sus vecinos, y Losbaúles y cofres por miedo a adquieren la fuerza que puede permitirles hacer daño. Y si
sus sirvientes domésticos. ¿Podrían los hombres dar más cla- continúan haciendo las mismas cosas, entonces es cuando
ro testimonio de Ladesconfianza mutua que existe entre todos empiezan a ser malvados y pueden propiamente ser tenidos
ellos? Actuando de esta manera, las gentes, igual que los paí- por tales. De tal modo que un hombre malvado es casi lo mis-
ses, hacen profesión pública de su miedo y desconfianza mu- mo que un defecto de la razón en esa edad en que la naturale-
tuos. Pero cuando argumentan y debaten, lo niegan; lo cual es za debería ser mejor gobernada mediante la buena educació n
lo mismo que decir que, por el deseo que tienen de contrade- y la experiencia. Por lo tanto, a menos que digamos que los
cir a otros, se contradicen a sí mismos. Algunos objetan que, hombres son naturalmente malos porque no reciben de la na-
si este principio fuese admitido, se seguiría necesariamente turaleza su educación y su uso de razón, hemos de admitir
no sólo que todos los hombres son malvados (lo cual, aunque necesariam ente que los hombres sacan de la naturaleza el de-
sea duro reconocerlo, debemos admitir, pues así está exp re- seo, el miedo, la ira y todas las demás pasiones, sin imputar a
samente declarado en la Sagrada Escritura), sino también la naturaleza los malos efectos de las mismas. Una vez asenta-
que son malvados por naturaleza, lo cual no puede conceder- do fümemente el principio que he establecido, demuestro, en
se sin caer en impiedad. Pero de mi principio no se sigue que primer lugar, que el estado de los hombres sin sociedad civil,
los hombres sea n malvados por naturaleza. Pues aunque los estado que con propiedad podemos llamar estado de natura-
malvados sean menos que los justos, ocurre que, al no poder leza, no es otra cosa que w1a guerra de todos contra todos; y
distinguirlos, se hace necesario sospechar, precaverse, antici- en esa guerra todos los hombres tienen el mismo derecho a
par, subyugar y defenderse, incluso ante personas que puede todas las cosas. En segundo lugar, [demuestro] que en cuanto
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PRHACIU Ul:.LAU'IORALLECTOR
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los hombres caen en la cuenta de la situación odiosa en que se sob re los súbditos no parezca que es contradictorio con la
hallan, desean, obligándolos a ello la naturaleza misma, libe- Sagrada Escritura, muestro, en primer lugar, que no contra-
rarse de este sufri mi ento. Mas ello no pueden hacerl o como dice el derecho divino, ya que Dios impera por naturaleza
no sea mediante un pacto en virtud del cual renuncian todos sobre todos los que mandan, es decir, por los di:tado~ de!~
a tener derecho a todas las cosas. Más aún, declaro y confirmo razón natural. En segundo lugar, porque Dios nusmo e1crc10
cuá l es la naturaleza del pacto; cómo y por qué medios el de- un dominio especia l sobre los jud íos por virtud de aque_lla
recho de uno puede ser tran sferido a otro para que sus con- antigua alianza de circuncisión. En tercer lugar, por~ue Dios
tratos sean válidos; y tambi én qué derechos deben conceder- gobierna ahora sobre nosotros los cristianos por virtud de
se, y a quién, para que se establezca la paz; quiero decir, cuáles nuestra alianza de bautismo. Por lo tanto, vemos que la au-
son esos dictados de la razón que pueden ser propiamente lla- toridad de los que tienen el alto mando, o del gobierno civil,
mados leyes de naturaleza. Todo esto está conte nido en la no es en absoluto contraria a la religión.
parte del libro titulada Libertad. Por último, declaro cuáles son los deberes que necesaria-
Sentado así el fundamento, procedo a mostra r qué es el mente se requieren de nosotros para entrar en el rei110de los
gobierno civil, cuál el poder supremo dentro del mismo y las cielos.y de esos deberes, demuestro claramente y deduzco a
dive rsas clases de gobierno que existen; por qué medios se partir de testimonios evidentes de la Sagra1fa Es~ritu_rase-
constituyen y qu é derechos deben necestuiamenre transferir gún la interpretación hecha por todos, que la obed1enc1~q~e
al poder supr emo los individuo s particulares que trat an de he afirmado que los súbdi tos cristianos deben a sus pnnc1-
constituir un gob ierno, ya sea dicho poder suprem o un hom- pes, no puede repugnar en absoluto a la religión cristiana.
bre o una asamblea de hombre s; pues si no lo hacen, es evi- Ya habéis visto mi método. Ved ahora las razones que me
dente que no habrá gobierno civil; porque los hombr es reten - han llevado a escribir esto. Me encontraba yo estudiando fi-
drán sus derechos a todas las cosas, es decir, que seguir án losofía para educa r mi mente, y había lograd? ya ~~render
conservando sus derechos de guerra. A continua ción distin- los primeros elementos de todas sus ramas.\, hab1cndo!os
go entre las diversas clases de gobierno: monarquía, aristo- asimilado grad ualmente, los fui clasificando en tres ~ecc10-
cracia, democracia, dominio paterno y dominio de los amos nes, poniéndolo así por escrito: en primer ~ugar, mis estu-
sobre sus siervos. Declaro cómo [los gobie rn os] son consti- dios habían tratado del cuerpo y de sus prop1e<ladesgenera-
tuidos y comparo entre sí sus respectivas ventajas e inconve- les; en segundo lugar, del hombre y de sus facultades Y
nientes. Es más, pongo de manifiesto qué cosas son las que pasiones; en tercer lugar, del gobierno civil y los~deberes d_e
los destruyen y cuál es el deber de la persona o personas los súbditos. La primera sección contendría la filosofía pri-
que tienen el mando. Por último, explico las naturalezas de la mera y ciertos elementos <lefísica; en ella estudiaríamos las
.. ley y del pecado; y distingo la ley del consejo, del pacto, de Jo razones del tiempo, del lugar,de las causas, de la J11erza,de
que llamo derecho. Todo lo cual incluyo bajo el título de Do- la relación,de la proporción, de la cantidad, <lelafigi~ray_del
minio. movimiento. En la segunda trataríamos de la imagmacrón,
En la última parte, que se titula Religión,para que el dere- la memoria, el intelecto, el raciocinio,el apetito, la voluntad,
cho que en lo que precede del discurso y con razones con- el bien y el mal, lo honesto y lo deshonesto, etc. ~o que esta
tundentes he dado al sobe rano en el ejercicio de sus poderes tercera sección estudia ya os lo he mostrado. Mientras pla-
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neaba, organizaba y compmúa lenta y cuidadosame nte es- guen viviendo bajo la jurisdicción de dicho magistrado y
tas materias (pues yo me limito a razonar y no entro en buscan protegerse de la v iolencia y los daños de otros no los
disputas), ocurrió que mi país, unos años antes de que esta- miréis corno a conciudadanos, sino más bien como a ene-
llaran las guerras civiles, hirvió en cuestiones acerca de los migos y espías; y no os precipitéis en admitir como palabra
derechos del poder y la obediencia que deben los súbditos. de Dios todo lo que abierta o privadamente pretendan deci-
AqueUas discusiones fueron el prólogo a la guerra que se ros que es tal cosa. D igo sin rodeos que si un predicador,
acercaba. Y ésa fue la causa que, dejados para más adelante confeso r o casu ista llega a afirmar que esta doctrina coinci-
toe.loslos demás asuntos, hizo que madura se y saliese de mí de con la palabra de Dios, a saber: que puede matarse algo-
esta tercera parte. Ocurrió, por tanto, que lo que iba a venir bernante, o darse legalmen te muerte a un hombre sin que el
en último lugar ocupa ahora el primero. Y ello es así porque gobernante lo mande; o que los súbditos pueden resistir,
vi que, al estar fundamentado en principios suficientemen- conspirar o hacer pactos contra el poder supremo, en modo
te conocidos por experiencia, no necesitaba de las dos sec- alguno debe ser creído, sino que al momento debe ser de-
ciones anteriores. No lah e compuesto motivado por un de- nunciado. Quienes aprueben estas razones apreciarán tam-
seo de alabanza, aunque, si tal hubiera sido el caso, podría bién mis intenciones al escribir este libro.
haberme defendido con esta buena excusa: que son muy Me he propuesto, por último, respetar esta regla a lo lar-
pocos los que hacen cosas laudable s y no les afectan las ala- go de todo el discurso: primero, no determinar nada en lo
banzas. Pero, para vuestro bien, estoy persuadido de que que se refiere a la justicia de las acciones particulares, sino
cuando entendáis correctamente y comprendáis del todo dejar que sean determinadas por las leyes. Segundo, no po-
esta doctrina que aquí os presento, preferiréis aguantar con ner en disputa las leyes de ningún gobierno en particular,
paciencia algunos inconvenientes que provienen de estar esto es, no señalar cuáles son las leyes de tal o cual país, sino
sujetos a un gobierno (pues los asuntos humanos no pue- declarar cuáles son las leyes de todos los países. Tercero, no
den estar nunca libres de ellos) a que las opiniones indepen- dar a los lectores la impresión de que se debe menos obe-
dientes perturben la paz pública. Si medís la justicia de las diencia a una aristocraciao a una democraciaque a una ,no-
cosas que os rodean, no gu iándoo s por la persuasión y el narquía . Pues aunque en el capítu lo décimo he dado argu-
consejo de individuos particulares sino por lo que dicen las mentos dirigidos a hacer que los hombres piensen que la
leyes del reino, no tendréis que padecer a esos hombres am- monarqula es el tipo de gobierno más conveniente, confieso
biciosos que Uegan al poder bra ceando en el mar de vuestra que ello es algo que no queda demostrado en el libro, sino
sangre derramada. Os daréis cuenta de que es mejor disfru- so lam ente propuesto wmo probable. Lo que sí afirmo ex-
tar del presente estado de cosas, aunque no sea idóneo, an- presamente a lo largo de todo el texto es que cualquiera que
tes que, por medio de la guerra, tratar de llevar a cabo una sea el tipo de gobierno, ha de haber un poder supremo y
reforma de la que se beneficiarán otros hombres en otra equita tivo. Cuarto, no disputar las opiniones de los teólo-
época, al precio de que vosotros seáis matados u os consu- gos, excepto aquellas que privan a los súbditos de su obe-
máis de viejos en el empeño. Y voy todavía más aUáy digo diencia y hacen que se tambaleen los fundamentos del go-
que a quienes no se reconocen súbditos del magistrado civil bierno civil. Por último, temiendo que quizá hubiera
y se consideran exentos de todo deber público aunque si- compuesto imprudentemente algo innecesario, no quise
50 PREFACIOI)~ L AUTORAL LECl'OR

presentarlo inmediatamente al público; por lo tanto distri- Libertad


buí algunos ejem plar es privadamente entre mis amigos,
caso de que, al criticar las opiniones de otros, tuviera yo que
corregir , suavizar y explicar cosas que parecieran erróneas,
excesivas u oscuras.
Éstas fueron las objeciones más duras que se me hi cieron:
que había dado a los poderes civiles demasiadas atribucio-
nes (pero esta objeción me fue hecha por personas eclesiás-
ticas); que había restringido mucho la libertad de concien-
cia (pero esta objeción me fue hecha por sectarios); que
había puesto a los príncipes por encima de las leyes civiles
(pero esta objeción me fue hecha por abogados y juristas).
No fui, por tanto, muy afectado por Lasreprensiones de estos
hombr es que, al reprenderme, sólo estaban diciendo lo que
les convenía; lo único que consiguieron fue que yo me afir -
mase más en mi postura.
Mas para bien de aquellos que se han quedado un poco
escandalizados ante los principios mismo s -es decir, lo que
se refiere a la naturaleza de los hombr es, la autoridad o dere -
cho de la naturaleza, la naturaleza de los pactos y contratos
y el or igen del gobierno civil-, al no hab er descubierto faltas
guiados por sus pasiones, sino por su sen tido común, me ha
parecido opo rtun o dar alguna satisfacción a sus opiniones
disidentes, añadiendo en ciertos pasaje ~ algunas anotac io-
nes. Finalmente, he tratado de no ofender a nadie además de
a aquellos cuyos principios son contracLichos por los de este
libro y cuyas almas susceptibles se ofenden fácilmente en
cuan to hay una diferencia de opiniones .
Por lo tanto , si encoou·áis aquí cosas que parecen tener
más de acerado y menos de cierto de lo que deberían, os rue-
go, lecto res, que os dignéis recibirlas con mente ecuánime;
pues no tanto han sido dichas para mantener diferencias de
partido como para establecer la paz, y por un hombre cuya
justa tristeza ante las calamidades de su país hace que por
car idad pueda permitírsele cierta libertad.
Capítulo 1
Del estado de los hombres
fuera de la sociedad civil

l. -Introducción. 2.-Que el origende la sociedadcivilprovienedel rniedo


mutuo. 3.-Que los hombres son todos iguales por 11ntumleza. 4.-De
dónde surgela voluntadde hacersemal unos a otros. 5.-La discordiaque
surgede compararingenios. 6.-Del apetito que nmchostienen riela mis-
ma cosa. 7.-Definición de derecho. 8.-EI derechoa unfln da derechoa
utilizar los medios conducentesa esefin. 9.-Por derechode 11a111raleza,
cada hombrees quie11 juzga cicercnde los medios c¡ttetiende11a su preser-
vación. 10.-Por naturaleza, todos los hombres tienen el mismo derecho
a todaslas cosas. 11.-Este derechoque loshombres tie11e11 a /odas lasro-
sas es infructuoso. 12.-El estado de loshombressin sociedades w1 estado
de guerra. 13.-Ln guerra es adversa a la preservación del hombre.
J4. -Qtte por derecho nntural, es legalque un hombre obliguen otro que
está en supoder a darlegnra11tfe1de obedie11ciafutura.15.-La 11arumle-
za dicta buscarlapaz.

l. Las facultades de la naturaleza humana pueden reducir-


se a cuatro especies: fuerza corporal, experiencia, razón, pa-
sión. Basando en esto la doctrina que sigue, declararemos,
en primer lugar, qué tipo de inclinaciones tienen para con
sus prójimos los hombre s que están dotados de dichas facul-
tades, y si desde su nacimiento son aptos, en virtud de algu-
na facultad, para vivir en sociedad y estar a salvo de violen-
53
55
54 UllERTAll l. OELFSTAf)()UI l.OS IIOMB\US l'Uf.RA n~ 1./\SOCIEPAIH ' IVII.

cia mut~a. A continuación mostraremos qué consejo hemos dad civil, como si para preservar la paz y el gobierno de la so-
det'~gu1r en esto y cuáles son las condiciones de la sociedad ciedad no se necesitara más cosa que el que los hombres acor-
o' ,e la paz humana; es decir (cambiando solo las alabras) daran establecerciertos pactos y condiciones a los cuales ellos
cuales son las fundamentales leyesde natumleza. p , mismos llamarán después leyes. Pero este axioma, aunque es
2. La mayor parte de los hombres que han escrito algo aceptado por muchos, es, desde luego, falso; es un error que
acerca de los Estados suponen, o nos piden que creamos ue proviene de nuestra observación demas iado superficial e.lela
el hombre
. . ~ es una criatura que desde su nac1m1ento
. . es ,apta
q naturaleza humana. Pues quienes miran con mayor deteni-
para v1v1r en sociedad. Los griegos le llaman rú)()v "I miento las causas de que los hombres se jlll1teny disfruten de
KO\I b á J ' ':, 7t0/\.l TI-
su mutua compañía verán claramente que eso no ocurre por-
; y, as· noose en esto, construyen
' la· doctrm·a de Ia soc1e-
.
que naturalmente no podna ocurrir de otra manera, sino por
• Como Jhora vemos una soc· ,d d d h ch
accidente. Pues si por naturaleza un hombre amara a otro,
huni.1nos, y ninguno vive fue~: :e el~ e o constituida entre los seres quiero decir, en cuanto que ese otro es hombre, no podna ha-
desl'oi.os de congregarse y tratarse mt~;pues notamos que todos están ber razón que explicase por qué todo hombre no debería
dcz asombrosa poner en los umb 1 ~amente, pur_eceríauna estupi-
ante el I t • , ra es e eSta doctrina este obs táculo amar lo mismo a todo otro hombre, ya que todos son igual-
e11 ·,~;~~: ;~::e~!::t~~~:1;:;t~t
1 "º'{""e esapio pam
socie:~"~~ llivir mente hombres; o por qué más bien prefiere frecuentar a
~acJ~~~nv:~~:ique, por'naturaleza, dcs~~ q:~ ~ ~~:;be:;t~a~~~i::~i~
aquellos cuya compañía le procura honor o beneficio. Por lo
les ayuden ·1 •• ~o para édl;pules los recién nacidos necesitan que otros
tanto, no buscamos asociarnos con otros por la asociación
' vrv1r,y cuan o a canzan a - á d misma, sino porque de ella podemos recibir algún honor o
otros les ayuden a vivir bien No ru nos m s ma uros, necesitan que
beneficio; son estas dos últimas cosas las que deseamos pri
cluso por 11.1.luralcz.a)
desean.juntar:!~P~r:l~::~¡i¿~:~~! h_o~bres (in-
meras reuniones, sino vínculos ara los . c1v es no son mariamente; aquélla la deseamos secundariamente. Cómo, y
mu~uos. La virtud de dichas so~i:dades lei~: ¡
;;s~~ces1~~ fe ac~~rdos
los 111sensatosy a quienes todavía no han ex . no~ ,1 a os n_m~s,a
con qué propósito deciden los hombres juntarse, lo sabremos
mejor observando las cosas que hacen cuando están juntos. !:li
tos que tienen lugar cuando l·as soc,e . d ad esp~nmema
,altan· de 1o los sufrumen-
. al se asocian por razones de comercio, está claro que cada hom-
que quienes no saben lo que es la sociedad no ' <l o w acontece
pues al no saber cuáles son los beneficios que lr~ue e~ entrar en ella; bre no está mirando por el bien de su prójimo, sino por el de
cu pan de ella Es por t"nlo
. •
ifi
" ' man ,esto que todos I h b
e cons igo, no se preo- su propio negocio; si es para desempeñar algún menester, c;c
nacen en un estado de• ~ . . os om res, como produce una cierta amistad de conveniencia,que tiene más de
ta1 . . 111aoc1a, nacen 111ep tos para la sociedad y ha

"d~b~!",~~:~.~~::,::::::::~:i~",:~::~~1!:'.:~~~:
I'.¡'"'"'~;
..,:
~~:s~:a~esar de tener, tanto s1 son niños como si han =l~a~:~~o :~~:
envidia que de verdadera amistad, y de la que a veces pueden
surgir algunas facciones y grupos, pero nunca buena volun-
tad; si es para placer y recreo de la mente, es habitual que cada
uros, una naturaleza humana De 1 .1 '
hombr~ es susceptible de hacerse sociabie no op;:~ate aldeduc~que el hombre se complazca en grado sumo con cosas que suscitan
edu~ac1ón
. • en tal condición
. Es más·. _aunquee111ombre naciese ur eza, s1110
qu' por
d risa; y sirviéndose de ellas puede, según la naturaleza de lo
conscguirlo. Pues una c~sa es
de conseguir lo que descaro .
d¡;~:r
seara entrar en sociedad no se si • d ll
.
e e-
a~e o que naciese>'ª listo para
go, y ?lra tener la capacidad
que en cada caso sea ridículo, y por comparación con los d~-
fectos y puntos débiles de otro hombre, expresar su opinión
cia de su orgul lo no se ., . os, pues 111clusoquienes, como consecuen- sobre él. Y aunque algunas veces esto es algo inocente o ino-
' ..vienen a condicio · r • .
no puede haber sociedad, continúan deseá°i1~~~~a11ar1as sm las cuales fensivo, es manifiesto que los hombres no tanto se ddeitan
J. !)ELESTADODE LOSHOMBRESFIJERADE LASOCIFDADCIVIL
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56
UBERTAD

soc1e . d a d , sea cual fuere la sociedad de que se trate, buscamos


• JI
con la compañía de otros como con su propia vanagloria. el objeto al que se dirige nueslra voluntad,_ es e1ecir, aque o
Pero, por regla general, en este tipo de reuniones nos dedica- que cada uno de los que están reunidos estima como bueno
mos a herir a los ausentes; toda su vida, sus dichos y acciones para él. Ahora bien, todo lo que se ~os presenta como b~eno es
son examinados, juzgados y condenados. Y es más: no suele placentero con referencia a los sentidos o a la mente. Pe1o tod~
ser muy raro que algunos presentes reciban algú11escarnio en placer de la mente o es gloria (o ~ea,_eltener una bu~na º~.1~
cuanto se marchan de la reunión; de manera que no anda de- nión de sí mismo) o en último ter mm o se refiere a la gloria,
sacertado quien tiene la costumbre de marcharse de las reu- los demás placeres son sensuales o son conduce1~tes a la se~-
niones siempre el último. Y éstas son las verdaderas delicias sualidad, y pueden todos ellos ser agrupad~s ba;o la palab1 a
de estar en sociedad, a la cual somos llevados por naturaleza, conveniencias.Toda asociación con los den:3~sse h~ce, pues,_o
esto es, por esas pasiones que se dan en todas las criaturas has- para adquirir alguna ganancia o par~ adqu1ru· glona; es cle~ir,
ta que por triste experiencia o por buenos preceptos resulta no por amor a nuestros prójimos smo por amor a nosoti~s
-au nque en muchos no ocw·re así- que el deseo por las cosas . Pero ninguna asociación que se debe. a la vunagl01
presentes queda disminuido por el recuerdo de las cosas pasa- mismos. 11 ta
uede ser sólida ni duradera. Porque esa glona es c~mo e ,o-
das; sin el cual, lo que dicen sobre este asunto los hombres ~or: si todos los hombres lo tienen ninguno lo tiene, pues
má s amenos y ágiles de palabra resulta frío e incompleto. consiste en aventajar a los demás cuando nos comparamos
Pero si acontece que, w1avez reunidos, los hombres pasan con ellos. Mi asociación con los demás no supone el menor
el rato contando historias, y uno de ellos empieza a contar una
avance en m1. deseo de glorificarme· ' pues todo .hombre <lebe d
que se refiere a sí mismo, al instante todos los demás quieren justificarse por lo que él mismo pue~e hacer sin la ayuda. e
también, de una manera avariciosa, hablar de ellos mismos . Si otros. Aunque los beneficios de esta vida pueden aumenta~:5e
uno relata un hecho prodigioso, los demás te hablarán de mi- mediante la ayuda mutua, lo cierto es qu~ ~e alcanzan me1or
lagro s, si han tenido experiencia de ellos; y si no, se los inven- dominando a nuestro s prójimos que asoc1andonos ~on ellos.
tarán. Por último, diré algo de quienes pretenden ser más sa- Por lo tanto, espero que nadie pondrá e~ ~uda que, si des?a-
bios que olros. Si se reúnen a hablar de filosofía, fijaos en .
rec1era e1IT11e
. d o, los hombres serían mas rnlensamente airas-
..
cuántos hombres quieren ser tenidos por maestros; y si no lo trados por naturaleza a obtener dominio sobre sus pró1m1os
son, no sólo no aman a sus compañeros filósofos, sino que que a llegar a una asociación con ellos. Debemos, pues, con-
hasta llegan a perseguirlos con odio. Es, pues, claro, según la cluir que el origen de todas las sociedades grandes y durade-
experiencia muestra a quienes consideran con atención los ras no consistió en una mutua buena voluntad entre los hom-
bres, sino en el miedo mutuo * que se t eman.
asuntos humanos, que toda asociación voluntaria proviene o ,
bien de una necesidad mutua o de la vanagloria; de lo cual se
deduce que quienes se reúnen intentan sacaralgún beneficio,
o dejar tras sí una ÉVOOKtµéiv, una cierta impresión de esti- ~ Se ha hecho esta objeción: es muy improbable qu~ los _hombres ~e
ma y honor hacia ellos en las personas con quienes han esta- reúnan en sociedad como resultado del miedo. Pues s1hubiera~ esta o
do conversando. Lo mismo es tamb ién deducido por la razón ªSllsta dos los unos de los otros, no habrían soportado verse. QU1enesasí
me ob'etan están suponiendo que e1m1e · do no e~ o t J·a cosa
• • que• estar

partiendo de las definiciones mismas de voluntad, bien, ho- asusta~o. Yo incluyo bajo la palabra wiedo Ltnacierta anuc1pac1ón de
nor,provechoso.Pues cuando voluntariamente entramos en
58 59
UBl:.RTAI> 1 DEL l:.STAllll DF.HlS110~1BRESFUI IU Ul!l.A ~OCll:.IJAL>CIVll

3. La causa del miedo mutuo se debe en parte a la igual- misma causa, tampoco pueden ser condenados de manera
dad natural entre los hombres y en parte a la voluntad que igual. Pues un hombre, de acuerdo con esa igualdad natural
tienen de hacerse daño mutuamente; de lo cual viene a suce- que existe entre nosotros, permi tirá a los otros tanto como ~l
der que no podemos esperar de otros ni prometernos a no- se permite a sí mismo; éste es el argumento de un homb1 e
sotros mismos la menor seguridad. Pues si miramos a los moderado que de una manera ju~ta valora su_fue~z:'· <?tro,
hombres que han alcanzando su edad madurn, y considera- suponiéndose superior a los demas, se tomara la licencia de
mos cuán frágil es la estructura de nuestro cuerpo humano, hacer lo que le plazca y reclamará respeto)' honor como co-
el cual, cuando perece, perecen con él toda su fuerza, vigor y sas que se le deben a él antes que a otros; éste es el argumento
sabiduría; y si consideramos cuá n f,kil es, incluso para el de un espíritu violento. La volun~a<l de hacer da1.1~p_ue<le
hombre más débil, matar al más fuerte, no hay razón para surgir en un hombre por vanaglona y por la falsa est11naq~~
que ningún hombre, fiándose de su propia fuerza, pien- tiene de su propia fuerza; en otro hombre pue~c que suíJa
se que ha sido hecho por na turaleza superior a otros. Son por la necesidad de defenderse a sí mismo, o su libertad Ysus
iguales quienes pueden hacer contra otros cosas iguales a las bienes contra la violencia de aquél. ,
que los otros pueden hacer contra ellos; y quienes pueden s. Más aún, como el combate entre inteligencias ese!_mas
hacer las cosas más grandes, es decir, matar, pueden hacer encarnizado de todos, las mayores discordia s que e~1sten
cosas iguales a las que hacen los demás. Por lo tanto, todos deben surgir necesariamente de este tipo ti~ antagonismo._
los hombres son igua les por naturaleza; la desigualdad que Porque en este caso no solamente resulta o<l1~so_conten<l~1-
ahora discernimos tiene su origen en la ley civil. en contra, sino que también lo es no dar ~sent1m1ento. Pu1.:li
4. En el estado de naturaleza, todos los hombres tienen el no aprobar lo que otro hombre dice implica estar acusándo-
deseo y la voluntad de hacer daño; pero al no proceder de la le tácitamente de estar equivocado en el asunto de que habla.
y si son muchas las cosas en las que disentimos d~ ~tro, el\~
equivale a estar diciéndole que le tenemos por es tupido. Pa1-
m~les futuros; tampoco concibo que la huida sea la únu:a propiedad del tiendo de esto quizá pueda explicarse que no haya guerr_as
miedo: desconfiar, sospechar, vigilar, pertrecharse para no tener miedo
más encarnizadas que las que se dan entre sectas de la mis-
son también propios de quienes están atemorizados. Quienes van a
acostarse atrancan las puertas; quienes salen de viaje llevan la espada ma religión)' entre facciones del mismo Estado, en _lascua-
consigo por temor a los ladrones. Los reinos guardan sus costas y fron - les el antagonismo se refiere a cuestiones de doctrma o de
teras con fortalezas y castillos; las ciudades están rodeadas de muralJas: prudencia política. Como todo el placer y disfr~1te.de. la
todo ello por miedo a las ciudades y reinos vecinos. 1ncluso los ejércitos mente consiste en esto, debe la mente, para conseguir s1qmc-
más poderosos y mejor preparados para la lucha prefieren negociar la
paz por miedo a la fuerza del contrario y para evitar la posibilidad de ser ra algo de ese placer cuando se compara c~n otra.' buscar al-
\'encidos. Es por miedo por lo que los hombres encuentran seguridad gún punto en el que triunfar y jactarse. Es 1mpos1bleque l_os
huyendo, ciertamente, y escondiéndose en las esquinas si piensan que hombres dejen de expresar de cuando en cu_~ndouna censu-
no van a poder escapar de otro modo; pero en la mayor parte de los ca- ra y desprecio mutuos, ya riéndose del prÓJlffiO,o~º~ rata-
sos se protegen con espadas y armas de defensa. Cuando salen a comba-
bras, gestos O algún otro signo. Ésta es la mayor ve1ac1on ~e
tir, es que saben cuáles son las intenciones del otro. Si luchan, la socie-
dad civil surgirá de la victoría de uno de los bandos; si pactan, del la mente, y no puede surgir un mayor deseo de hacer <lano
acuerdo ent re ellos. que el que proviene de dicha vejación.
61
¡ , l>Fl.\'STAUOUEIOS IIOMBRI~ FUERADELA SOC[Fl>AUC:IVII
60 UBERTAD

6. Pero la razón más frecuente de que los hombres deseen por derecho natural, debe decidir; pues si ~e es_timaraque es
hacerse daño mutuamente surge de esto: que muchos hom- contrario a la recta razón el que yo sea quien Juzgue acerca
bres, al mismo tiempo, apetecen una misma cosa, la cual no del peligro que corro, ello impli caría que otro hombre ~ebe-
puede generalmente disfrutarse en común ni ser dividida. De ría ser el juez. Ahora bien, si ese otro homb,re es el _t~ue1uzga
Jo cual se sigue que los más fuertes son los que podrán conse- en lo referente a cosas que me atañen a mi, tamb1cn pod_ré
guirla, siendo la espada la que decida quién es el más fuerte. juzgar yo acerca de lo que le atafie a él, y ello por una y la mis-
7. Son tantos los peligros que amenazan a todos como ma razón: que somos iguales por naturaleza. Por lo tanl~, es
consecue ncia de la codicia y apetitos de cada hombre , que el de recta razón, es decir, es un derecho natural el que yo JUZ-
que todos hayamos de protegernos y cuidar de nosotros gue acerca de su opinión y decida si va encaminada a mi pre-
mismos está tan lejos de ser tomado a broma, que nadie pue- servación o no.
de ni quiere hacer otra cosa. Pues todo hombre está siempre 10. La naturaleza ha dado a cada uno derechoa todns las
deseoso de lograr lo que es bueno para él, y de rechazar lo cosas;es decir, que en el mero estado de naturaleza~, antes de
que es malo; y quiere principalmente evitar el más grave de
todos los males naturales, que es la muerte. Y esto lo hace ~ Esto debe entenderse así: lo que un hombre hace en d mero estado de
llevado por un impul so natural, igual al que hace que la pie- naturaleza no constituye injuria contra ningún ?tro homb_re, aunque
dra se mueva hacia abajo. Por lo tanto, no es absurdo ni re- eso no quiere decir que en tal estado no pueda ofender a Dios o violar
las leyes de naturaleza. La injusticia contra los hombres presupone leyes
prensible, y no va contra los dictados de la verdadera razón,
humanas, de las que no hay ninguna en el estado de naturaleza. La ver-
el que un hombre haga todos los esfuerzos posibles para de - dad de esta proposición le ha sido demostrada al atento lector en los a~-
fender su cuerpo y sus miembros de la muerte y del sufr i- tículos inmediatamente precedentes; pero como en ciertos cas~s la d1
miento. Pero lo que no es contrario a la recta razón es lo que ficultad de la conclusión nos hace olvidar las premisas, resumiré este
puede considerarse que ha sido hecho con justicia y derecho. argumento y Jo haré sobremanera evidente a simple vista. Todo homb~e
tiene derecho a defenderse, como queda mostrado en el arnculo sépti-
La palabra derechono significa otra cosa que la libertad que mo. Por lo tanto, ese mismo hombre tiene el derecho de usar to~os los
todo hombre tiene para hacer uso de sus propias facultades medios que necesariamente lo lleven a ese fin, ta,l y 1.011:0 se ha visto en
de acuerdo con la recta razón. Por lo tanto , el primer funda- el artículo octavo. Pero él será quien juzgue, segun se dice en el artículo
mento del derecho natural es éste: que todo hombre procure, noveno, cuáles habrán se ser esos medios necesarios. Por lo tanto, cada
hombre tiene el derecho de usar y de hacer todo lo que le parezca qu~ ~s
en la medida de susfuerzas, protegersu viday sus miembros. un requisito para su conservación; de lo cual se deduce que, segun el!m-
8. Pero como es vano que un hombre tenga derecho a al- cio de quien hace algo, ese algo no es bueno o malo y por lo tanto es ~us-
canzar un fin si se le niegan los medios ne cesarios para lo- to. Cierto que esto es así en el mero estado de naturaleza, etc. Pero s1t'.n
grarlo, de ello se sigue que, como todo hombre tiene el dere - hombre finge de algún modo que está dirigiéndose a lo que es ~ccesa:10
cho de preservarse a sí mismo, debe también perrnitírsele el para su preservación, y en el fondo no cree que lo !>e~,podra estar in-
fringiendo las leyes de natu r~eza, como queda ampliamente ex~ue~t~
derecho de usar todos los mediosy realizar todos losactospo- en el capítulo tercero de este ltbro. Algunos han puesto est,\ obJcc1on. s1
sibles,sin los cuales no puede preservarsea sí mismo. un hijo mata a su padre, ¿es que n~_leestá causando un ?ª~o? ~ esto l~s
9. Ahora bien: el que los medios a usar y la acción a reali- he contestado diciendo que un h1J0 no puede concebirse que est~ en
zar por un hombre sean o no sean necesarios para la preser- ningún momento en el estado de naturaleza, ya que se enc_uentra baJOel
poder y autoridad de aquellos a quienes debe su protección desde que
vación de su vida y de sus miembros es algo sobre lo que él,
62 l. Dl:.LESTADODELOSIIOMBRF.SFUERADF.1..ASOCIEOADCIVJI. 63
LlllERTAD

que ~legara el momento en que los hombre s estab lecieran en- por derecho defender y del cual surgen por todas partes envi-
tre s1pa~t?s o convenios, era legal para cada hombre hacer lo dias y sospechas perpetua s; y si consideramos cuán difícil es
qu~ le vm1~se en gana contra quien le pareciese oportuno, y protegerse contra un enemigo que nos invade con la intención
poseer~ disfrutar todo lo que quisiera O pudiera conseguir. de oprimir y destruir, aunque venga en pequ eños números y
Ahora bien: _todoJo q~e un hombre desea se le presenta como mal pe r trechado, no podrá negarse que el estado natural de
bueno, Y o bien contnbuye realm ente a su preservación O a él los hombres antes de que entraran en sociedad fue un estado
le pare~e que es así (~ero en el artículo anterior ya le hemos de guerra, no una guerra simple, sino una guerra de todos
~nced1do que, contnbuya o no contribuya a su preservación, contra todos. Pue s ¿qué es la guerrasino ese período de tiem-
el e~ el que debe juzgar sobre esto y debemos tomar por nece- po en el que se declara abiertamente la voluntad de enfrentar-
sario to~o lo que ~l estime como tal); y como según lo cücho se a otro por la fuerza, ya sea con palabras o con hechos? El
en el articulo séptrmo es manifiesto que por derecho natural tiempo que no es de guerra es llamado tiempo de paz.
todo hombre puede hacer y poseer esas cosas que necesaria- 13. Pero es fácil de apreciar cuán contrario es para la pre-
mente conducen a la protección de su vi·dayde sus m1em · bros, servación de la humanidad o de un individuo particular el
de ello se sigue que en el estado de naturaleza tenerlo todo y estar perpetuamente en guerra. Mas se trat a de una guerra
hacerlo t~do es legal para todos. Y esto es lo que viene a signi- perpetua por naturaleza; pues en lo que se refiere a la igual-
ficar el dicho común de que la naturaleza ha dado todo a to- dad de quienes luchan , ésta no puede eliminarse corno re-
dos. De lo cual podemos también deducir que en el estado de sultado de la victoria. En este estado, el vencedor está sujeto
naturaleza el beneficio es la medida del derecho. a tanto peligro que sería milagroso qlie hasta el má s fuerte
1 l · Pero el menor beneficio que pueden sacar lo s hom - terminase su vida muriendo de viejo al cabo de muchos
bres es el de tener un derecho en común a todas las cosas. años. Ejemplos de esto pueden verse en América incluso en
Pues lo~ efectos .de un derecho así son casi los mismos que si la época presente. Otras naciones estuvieron en esta si tua-
no hub1era_hab1do ningún derecho en absoluto. Pues aun - ción en épocas pasadas; ahora se han civilizado y son 0ore-
qu,e cualqu1e~ h?mbre puede decir de todas las cosas esto es cienles, pero entonces fueron poco pobladas , violentas, de
mi~, no podra, s1:11 emb arg?, disfrutarlo, por razón de que su vida corta, pobres, desagradables y privada s de todos esos
vecino, el cual tiene el ffilsmo d erec h o y el mismo d placeres y bellezas de la vida que la paz y la convivencia so-
d b"é d . po er, cial suelen traer consigo. Po r lo tanto, quien mantenga que
pue e t~m I n ec_1r.queesa mi sm a cosa es suya.
:2. Si a la prod1v 1dad que tienen los hombres a hacerse hubiera sido mejor haber co ntinuado en aquel estado en el
que todo el mw1do tenía derecho a todo, está contradicién-
dano lo_s u~os a los otros, la cual proviene de sus pasiones,
pero p~mc_1palmen te de la vana estima que tienen de sí mis- dose. Pues todo hombre, por necesidad natural, desea lo que
m_os,anadimos ahora el derecho que todos tienen a todo, se- es bueno para él; y no hay nadie que estime como buena la
gun el cual uno puede invadir por derecho lo que otro puede guerra de todos contra todos, que va necesariamente aneja a
ese estado . Y así, ocurre que, como resultad o del miedo mu -
tuo, decidimos que es mejor liberarnos de esa condició n y
nace, es decir, de su padre, o de su madre, 0 de la persona que le alimen-
conseguir hacer algunos seg uidores, de modo que, si ha de
ta, como queda demostrado en el capítulo noven o. haber guerra, no sea ésta co ntra todos y si n ayuda alguna.
64 LIBERTAD

14. Los seguidores se hacen, o bien por sumisión, o por


consentimiento; por sumisión, cuando después del combate
Capítulo 2
el vencedor obliga al vencido a que le sirva, o bien amenazán-
dole de muerte, o poniéndole grilletes; por consentimiento, De la ley de naturaleza acerca de los pactos
cuando, sin ninguna amenaza, unos y otros acuerdan entrar
en sociedad para ayudarse mutuamente. Pero el vencedor
puede con derecho obügar al vencido, o el más fuerte al más
débil (como el sano al enfermo, o el hombre maduro al niño),
a que le preste obediencia, a menos que prefiera morir. Pues
como el derecho de protegernos según queramos proviene
de nuestro peligro, y nuestro peligro proviene de nuestra
igualdad, es más conforme a razón, y más seguro para nues-
tra conservación, usar nuestra ventaja presente para amo-
nestar y somet~r a otros antes de que crezcan y se hagan fuer-
Les, se libren de nuestro poder y traten de obtenerlo ellos otra 1.-Que la leyde naturalezn,10 es un acuerdode loshombres,sino el dicta-
vez mediante un combate de cuyos resultados no podemos do de fa razón. 2.-Que la leyJrmdamentalde naturalezaes b11srnr Inpaz
estar ciertos. Y,por otra parte, nada puede ser más absurdo allí dondepueda conseguirse,y,donde no se pueda, defe11demos.3.-La
que, una vez que tenemos a alguien debifüado bajo nuestro primera ley especialde nat1Jmlezaesque no debe11retenersenuestros~e-
poder, hagamos de él un enemigo, y, además, un enemigo rechosa todas fas cosas. 4.-Qué es abandonar nuestro deredw,y q11ees
fuerte. De lo cual podemos deducir como corolario que, en el tra11sferirlo. 5.-La vo/u11tadde quie11recibeun derecho~Jebeser necesa-
riamente declaradaantes de que el derechosen tmnsferuio. 6.-Sólo las
estado natural de los hombres, un poder seguro e irresistible
palabras que se refieren al tiempo prese11te1~n11sfiere11 1111 dere_cho.
da derechode dominioy gobiernosobrequienes no pueden re- 7.-Laspalabrasque se refierenalf11t1Jro s011suficrenrespara trc111sfenr un
sistir;hasta tal punto que ala omnipotencia que de aquí surge derecho,si no faltan otros testimonios de nuestra voluntad de lincerlo.
va anejo, esencial e inmediatamente , el derecho de hacer 8.-Cuando se trata de un regalogratuito, las palabrasque se refierenal
todo lo que puede hacerse. fuwro 110 transfierenderechoalguno. 9.-Definiciónde contrmoy conve-
15. Mas no pueden los hombres esperar una preserva - nio. ¡ O.-E11 los convenios,tran~ferimosnuestrosderechoscon palnbras
ción durndera continuando de este modo en el estado de na- que tienen significadodefuturo. 11.-En el estadode nnt uralezn,lospnc-
tos O conveniosdeJe mutua no tienen efectoy s011vanos;pero 110 ocurre
turaleza , es decir, de guerra, por razón de esa igualdad de as( bajo un gobierno civil. J2.-Que 11ingtí11hombre~uede hacerpactos
poder y de otras facultades de que los hombre s están dota- con las bestias,y tampoco co11Dios si 110 hay revelacrón. 13.-!ampoc~
qos. De donde se deduce que buscar la paz allí donde hay al- puede l,acer una promesaco11Dios. 14.-Que lospactos 110 oblzganmas
guna esperanza de obtenerla y, donde no la hay, buscar fuer- a/1,ide fo que es el máximo de nuestrasfuerzas. 15.-Dequé modo somos
zas auxiliares de guerra es el dictado de la recta razón, es eximidosde fopactado. J 6.-Q11een el estadode 11at11ralezn laspromesas
decir, la ley de naturaleza, como se mo strará en el próximo forzosas que se hacenpor miedo a _Inrmt~rte~on vdlidas. 17.-Un pacto
capftu lo. posteriorque contradiceotro antenor, es rnvdl1do. 1_8.-U,w pro1_11eSC1 ~ue
me obligue a no resistir n quien quiere daflar m~ cu_erpoes 1_11vá ,li_da.
19.-Un pacto que me obligue a acusarme a m1 mismo es mval1do.
65
66 LIBERTAD 2. DE LALEYDENATUR,\LB7..A
ACERCADE LOSPACfOS 67

20.-Definición dejuramento. 21.-Que eljuramento debe ser entendido más por odio a un mismo objeto, por miedo, esperanza,
en Informa que usa el que lo hace. 22.-Un juramento no añade nada a amor, o cualquier otra agitación del alma, que como resulta-
la obligaciónque se ha co11tmíriopor contrato. 23.-Un juramento no do de un verdadero razonamiento. Sucede, por tanto, que
debe exigirse, excepto e11casos en que el quebrantamiento de contrato
grupos enteros de gente hacen a menudo, con la mayor una-
pueda, o bien ma,1te11erseen privado, o quedarsin ser castigadopor na-
die, comono seapor Dios. nimidad y determinación que cabe imaginar, lo que esos au-
tores se han esforzado en identificar como cosas que van
contra ]a ley de naturaleza. Pero como todos admiten que se
1. Todos los autores están en desacuerdo acerca de la defini- hace con derechotodo aquello que no es hecho en contra de
ción de ley natural, aunque muya menudo hacen uso de este la razón, sólo debemos juzgar como malas aquellas acciones
término en sus escritos. Por lo tanto, el método que empieza que repugnan a la recta razón, es decir, que contradicen al-
a partir de definiciones y de la exclusión de todo equívoco es guna verdad ala que se ha llegado mediante un razonamien-
s~lo apropiado_ para quienes no dejan que haya lugar a opi- to correcto partiendo de principios verdaderos. Pero aque-
rnones contrarias. Para el resto, si un hombre dice que algo llo que está mal hecho decimos que se ha hecho en contra de
se ha hecho contra la ley de naturaleza, lo prueba diciendo alguna ley. Por lo tanto, la razón verdaderaes una cierta ley,
qut! esa acción fue realizada en contra del acuerdo alcanza- la cual, al no ser parte de la naturaleza humana en menor
do por las naciones más prudentes e instruidas. Pero esto no grado que cualquier otra facultad o afección de la mente,
nos da indicación de quién habrá de juzgar acerca de la pru- también es llamada natural. Por consiguiente, la ley de natu-
dencia y conocimiento de todas las naciones. Otro argu- raleza puede definirse diciendo que es el dictad o de la recta
mento lpara probar que algo es contrario a la ley de natura- razón ~, acerca de aquellas cosas que debernos hacer u omi-
leza] sería decir que ese algo fue hecho contra el consenso
general del género humano. Pero esta definición no puede
admitirse en absoluto. Pues, de ser admitida, sería imposible ~ En el estado natural de los hombres, no entiendo por recta razcSn,
como muchos hacen, una facultad infalible, sino el acto de razonar, esto
que nadie cometiese ofensas contra la ley de naturaleza, ex-
es, el peculiar y verdadero razonamiento de todo hombre acerca de
cepto los niños y los locos; porque en la noción de género aquellas acciones suyas que pueden redundar en dai'lo o en beneficio
humano están incluidos todos los hombres dotados de ra- de sus prójimos. Oigo que es peculiar porque aunque en un gobierno ci-
zón. Éstos, por tanto, no hacen nada en contra de ella, ysi lo vil la razón del supremo, es decir, la ley civil, ha de ser recibida por cada
súbdito como razón recta y justa, cuando falta dicho gobierno civil y se
hacen, ello es de modo involuntario y por lo tanto deben ser
vive en un estado en el que ningún hombre puede distinguir entre la rec-
excusados. Pero, ciertamente, no es razonable recibir las le- ta razón y la falsa, como no sea comparándola con la suya propia,
yes de naturaleza del consentimiento de aquellos que las in- la razón de cada hombre debe ser tomada no sólo como norma de sus ac-
fringen más veces que las respetan. Además, los hombres ciones, las cuales son realizadas a su propio riesgo, sino también como
condenan en los demás las mismas cosas que aprueban medida de la razón de otro hombre en lo tocante a esas cosas que le con-
ciernen. Y digo que es [un razonamiento] verdadero, esto es, deducido a
cuando las hacen ellos mismos. Por otra parte, elogian pú- partir de principios correctamente formados, porque toda violación de
blicamente lo que en privado condenan, y forman sus opi- la ley de naturaleza consiste en el falso razonamiento, o, por mejor decir-
niones basándose en lo que oyen de otros más que en sus lo, en la locura de esos hombres que no ven cuáles son los deberes que
propias especulaciones; y llegan a estar de acuerdo con otros deben ct1mplir necesariamente en su trato con el prójimo a fin de pro cu-
68 LIBERTAD 2. DE LA LP.Y01'.NATURALl:ZA ACERCADI! t.Os l''\CfOS 69

tfr en la meclida de nuestras fuerzas, para la constante pre- transfiere su derecho a otro aquel que mecüanle un signo su-
servación de nuestra vida y nuestros miembros. ficiente o señal adecuada le declara a esa otra persona que
2. Pero la primera y fundamental ley de naturaleza es que quiere que sea considerado ilegaJ ofrecer resistencia cuando
debe buscnrse la pa:zallí donde pueda encontrarse;y donde esa otra persona hace algo por lo que antes, con derec/10,se le
no, proveernos de mediosy ayudas pam hacer ln guerra. Pues podía haber ofrecido resistencia. Que la transferencia de un
ya hemos mostrado en el último articulo del capítulo ante- derecho consiste solamente en no ofrecer resistencia se en-
rior que este precepto es el clictado de la recta razón; y que tiende por esto: que antes de que fuese transferido, aquella
los dictados de la recta razón son leyes naturales es algo persona a quien se le transfirió tenía, incluso entonces, dere-
que ha sido nuevamente probado más arriba. Mas esta [ley] cho a todo. Por lo tanto, quien hizo la transf erencia no pudo
es la primera porque las demás se derivan de ella y dirigen darle ningún derecho nu evo. Es el derecho de ofrecer resis-
los modos de llegar a la paz o a la defensa propia. tencia, en virtud del cual la otra persona no podía disfrutar
3. Pero una de las leyes naturales que se derivan de esta libremente de todos los suyos, lo que queda completamente
ley fundamental es la siguiente: que el derecho de todos los abolido. Así, pues, quien en el estado natw-al de los hombres
hombres a todas las cosas no debe ser retenido, sino que algu- adquiere algún derecho, sólo está procurando para sí segu-
nos derechosdeben ser transferidos o debe renunciarsea ellos. ridad y libertad de molestias en el ejercicio y disfrute de su
Pues si cada persona retiene su derecho a todas las cosas, de derecho prim itivo. Por ejemplo: si un hombre vende o cede
ello se sig ue necesariamente que unos pueden con derecho una granja, sólo se priva completamente de todo el derecho
invadir, y otros, en v irtud del mismo derecho, pueden de- que tenía a esa granja, pero no de otros derechos.
fenderse contra aquéllos. Pues todo hombre, por necesidad 5. Pero en la transferencia de un derecho no sólo se re-
natural, trata de defender su cuerpo y aquellas cosas que le quiere la voluntad expresa de quien lo transfiere, sino tam-
parecen necesarias para la protección de su cuerpo. Por lo bién la de quien lo acepta. Si falta alguna de las dos, el dere-
tanto, se seguirá de esto una situación de guerra. Por consi- cho queda sin transferirse. Pues si yo diera algo que es mío a
guiente, actúa contra la razón de paz, esto es, contra la ley de alguien que rehusara aceptarlo, no estaría renunciando por
naturaleza, quienquiera que no abandone su derecho a to- ello a mi derecho, ni estaría transfiriéndolo a nadie. Porque
das las cosas. el motivo que me llevó a compartirlo con un hombre en par-
4. Ahora bien, se dice que abandona su derecho aqueJ ticular residía sólo en ese hombre y no en los demás.
que, o bien renuncia a él de una manera absoluta, o lo trans- 6. Si faltan otras señales evidentes de que es nuestra vo-
fiere a otro. Renuncia absoJutamente a su derecho aquel que luntad abandonar o transferir nuestro derecho, y sólo hay
mediante un signo suficiente o seña l adecuada declara vo- palabras, esas palabras deben referirse al tiempo presente o
hmtariamente que jamás le será legalmente permitido hacer al pasado; pues si sólo se refieren al futuro, no transfieren
otra vez lo que por derecho le fue posible hacer antes. Pero nada. Por ejemplo, una persona que habla de un tiempo ve-
nidero y dice Te daré esto mañana declara abiertamente que
todavía no lo ha dado. De modo que ese derecho suyo per-
rar su propia conservación. Pero los principios del recto razonamiento
acerca de tales deberes son los que se expone n en los artículos segundo, manece con él en el día de hoy, y perm anecerá también ma-
tercero, cuarto, quinto, sexto y séptimo del capítulo primero. ñana, a menos que en el ínterin la persona efectivamente lo
70 LIBERTAD 2. Dll LA LEY DllNAfURALEZA ACERCAL)J:.LOSPACJ'üS 71

transfiera; pues lo que es mío continúa siendo mío ha sta que


yo lo dejo. Pero si hablo del tiempo presente y digo: Tedoy o
lizó palabras con referencia al futuro dirigidas a qu~en :ª
modo alguno se comprometió a compe~sarle con nmgu~
te he dado esto hoy para que lo recibas mañana, lo que estas beneficio desee que dichas palabras se entiendan en el sentI-
palabras sign ifican es que lo he dado ya, y que la otra perso- do de que él queda obligado por ellas. Tampoco es razonable
na tiene derecho a recibir mañana lo que yo le he tran sferido pensar que aquellos que se ven fácilmente inclinat1os a hacer
hoy. bien a otros estén obligados por cada promesa que hagan, en
7. Sin embargo, aunque las palabras so las no so n sef:iales prueba de sus buenos afectos presentes. Y ~or esta causa
suficientes para declarar la voluntad de hacer algo, si a esas debe entenderse que un prometedor de este tipo debe tener
palabras que se refieren al futuro se les añaden algunos otros tiempo para deliberar acerca de sus promesas, y debe te-
signos, pueden llegar a ser tan válidas como si hubieran sido ner el poder de cambiar sus afectos, lo mismo q~e ~qud a
habladas en tiempo de presente. Por lo tanto, si por razón de quien hizo la promesa puede que altere sus merecnrnen~os.
esos otros signos es evident e que quien habla del futuro tie- Quien está deliberando es todavía libre y no puede decirse
ne la intención de que esas palabras se traduzcan en la efecti- que haya dado nada. Pero si este individuo promete muy a
va y completa transferencia de su derecho, dichas palabras menudo y luego da pocas veces, debe ser condcJt ,ldo por
1
habrán de ser válidas. Pues la transferencia del derecho no irr esponsable y no debe ser llamado donante sino OCr)O'(J)\' •
depende de las palabras, sino, como ha sido ejemp lificado 9. La acción de dos o más personas que mutuamente se
en el artícu lo cuarto, de la declaración de la voluntad. transfieren sus derechos se llama un c011Lraro. Pero en lodo
8. Si un hombre transfiere un a parte de su derecho a otra contrato, o bien ambas partes cumplen inmediatamente
persona, y no lo hace por algú11beneficio recibido o por al- lo contratado porque no se fían la una de la otra, o bien una
gún tipo de contrato , una transferencia de esta clase se llama cump le y espera confiada a que la otra también lo haga, o
regalo o donativo gra tuito. Ahora bien, en los donativos gra- bien nin guna cumple. Allí donde ambas partes cumplen a la
tuitos só lo nos obligan aquellas palabras que se refieren al vez, el contrato termina en cuanto ha sido cumplido. Pero
tiempo presente o al tiempo pasado; pues si se refieren al fu- cuando a una o a ambas partes se les concede w, plazo pa ra
tu ro no nos obligan en cuanto palabras, por la razón expues- que cumplan, éstas prometen Cltmplir más tarde; y este tipo
ta en el artículo ante rior. Es, pues, necesario que la obliga - de promesa se llama co11venio.
ción surja de algunas otras señales de la voluntad. Pero 10. Pero el convenio que la persona en que se confía hace
como todo aqueUo que se hace vo.luntariam ente se hace por con la persona que ya ha cumplido, aunque dicho convenio
algún bien de quien así lo quiere, no puede haber más señal se haya expresado con palabras que apu ntru1al futuro, no
de que hay una voluntad de dar algo que algú n beneficio que por eso deja de transferir su derecho con la misma fuerza
ya se ha recibido o que va a adquirirse. Mas ya hemos presu- que si se hubiera expresado en palab ras de tiempo presente
puesto que ningún beneficio es adquirido, ni existe ningún
contrato; pues si hubiera alguna de las dos cosas no sería ya
1. Es decir, «prometedor empedernido». El término griego fioson, par~-
un regalo gratu ito. Sólo queda, pues, esperar que sin previo
cipio de futuro, es el apodo que recibió An tíg?no IU, re~ de Maccdoma
acuerdo surja [de dicho regalo gratuito] un bien mutuo. (m. 221 a.C.), según leemos en Plutarco, Vida de Cor10/~no,11: 2-4.
Ahora bien, no puede darse ninguna señal de que quien uti- Debo a mi colega Phil Holl, helenista infalible, esta referencia. (N. del T.)
72 l.lBERTAD 73
2. DE LA 11.YOENA'fURAl.EZA ACERCADE LOi>l'ACTOi>

o de tiempo pasado. Pues el hecho de que nno cumpla es la tado de naturaleza. Pero en un estado civil, cuando hay un
señal más clara de que así entendió lo que le dijo la persona poder que puede obligar a ambas partes, qui en ha cont rata-
de la cual se fió, y que ésta cumplirá ciertamente lo conve- do cumplir primero debe cumplir primero, pue s, como ~l
nido en el momento indicado; y mediante esta señal, la per- otro puede ser obligado a cumplir [por orden de la autori-
sona en la que se confió supo también que así debía de en- dad civil], no hay ya temor de que no cumpla.
tenderse, y el hecho de que no puso trabas fue una señal 12. Pero precisamente porque en todas las dona ciones y
evidente de su voluntad de cumplir. Por lo tanto, las prome- convenios se requiere una aceptación del derecho transferi-
sas que se hacen por algún beneficio recibido, las cuales son do, de ello se sigue que ningún hombre pued e establecer
también convenios, son señales de que hay voluntad de pactos con quienes no declaran su voluntad de aceptación.
cumplir, esto es, tal y como se ha declarado en la sección Y, por lo tanto, no podemos pactar con las bestia s, ni pode-
anterior, del último acto de liberación por el cual la libertad mos dar ni recibir de ellas ningún tipo de derecho , por razón
de no cumplir queda abolida y como consec uencia [las de que carecen de habla y entendimiento. Tampoco puede
promesas] son obligatorias. Pues donde cesa la libertad ningún hombre pactar con Dios ni obligarse a Él por una
empieza la obligación. promesa, a menos que por la Sagrada Escritura _sele muesb:e
1l. Pero los pactos que se hacen mediante contrato de fe que Dios ha designado a ciertos hombres que tienen autori-
mutua en los que ninguna de Laspartes cumple sin más ni dad de aceptar tales promesas y pactos en su Nombre.
más queda 11 invalidados en el estado de naturaleza si surge* 13. Por lo tanlo, hacen promesas en vano quienes se en-
una justa sospecha en alguna de las partes contratantes . cuentran en el estado de naturaleza, en el cual no están ata-
Pues quien cumple primero, por razón de la malvada dispo- dos por ninguna ley civil, a menos que mediante una certísi-
sición de la mayor parte de los hombres, los cuales siempre ma revelación se les haga saber qu e Dios quiere aceptar su
tratan de encontrar ventaja ya sea a tuerto o a derecho, se ex- promesa o pacto. Pues si lo que prometen es contra rio a la
pone a ser víctima de la perversa voluntad de aquel con ley de naturaleza, no están obligados por su promesa, ya que
quien ha establecido el contrato. No es razonable que un ningún hombre está obligado a realizar un acto ilegal. Pero
hombre cumpla primero si no parece probable que el otro si lo que prometen está mandado por alguna ~eyd~ natura-
vaya a cumplir su promesa después;yelque tal cumplimien- leza, entonces no es su promesa lo que les obliga, smo la ley
to sea o no sea probable es algo que debe juzgar quien está en misma. Si antes de su promesa eran libres de cumpLirla o de
la duda, tal y como ha sido mostrado en el artículo noveno no cumplirla, esa libertad permanece; pues para obligarse
del capít ulo anterior. Así son las cosas, como digo, en el es- mediante una promesa se requiere que el obligante lo decla-
re así abiertamente, lo cual no se da en este caso. Llamo ob li-
gante a aquel a quien una persona está atada; y llamo obliga-
~ Si aparece alguna nueva causa de temor, ya sea por algo que se ha he- do a aquel que se ata.
cho o por algw1a otra señal de que la otra parte no tiene intención de
cump lir, la sospecha no puede considerarse que sea justa; pues una cau-
14. Los pactos y convenios sólo se hacen acerca de aque-
sa que no fue suficiente para impedir que uno hiciera un contrato no llas cosas que están bajo nuestra deliberación. No puede ha-
puede ser suficiente para autorizar que el contrato se rompa, una vez ber convenio si falta la voluntad del contratante. Pero lavo-
que ha sido hecho. luntad de hacer algo es el acto último de quien ha estado
74 LlllllRTAD 2. DELALEYDE NATURALEZA
ACERCADI!LOSPACTOS 75

deliberando, de lo cual se deduce que los convenios só lo se miedo. Si así fuera, se seguiría de ello que aquellas promesas
refieren a cosas que son posibles y que están por venir. Nin- que sometieron a los hombres a un estado de vida civil y me-
gún hombre puede, mediante un pacto, obligarse a una im- diante las cuales se hicieron leyes pueden también carecer de
posibilidad. Sin embargo, ocurre a menudo que convenimos efecto (pues el que un hombre se someta al dominio de otro
cosas que nos parecían posibles cuando las prometimos y procede del miedo a matarse mutuamente); y se conduciría
que luego se nos muestran como imposibles; en casos así no en el fondo como un insensato quien se fiara de su cautivo
estamos libres de toda obligación. La razón es que aquel que haciendo un trato con el precio de su rescate. Es universal-
promete algo futuro recibe de seguro un beneficio presente, mente verdadero que las promesas obligan cuando se ha re-
a condición de devolver por él otro beneficio. El que cump le cibido algún beneficio y cuando la promesa y la cosa prome-
voluntariamente otorgando un beneficio presente tiene tida son legales. }\.hora bien, es legal, a fü1de salvar mi vida,
como objetivo obtener un cierto bien que coincide en valor prometer y dar las cosas mías que yo quiera a cualquier
con lo que se le ha prometido; pero no es la cosa prometida hombre, aunque sea un ladrón. Estamos, pues, obligados
sin más, sino que también ha de darse la condición de que tal por las promesas que proceden del miedo, excepto cuando la
cosa pueda cumplirse. Si ocurre que ello es imposible, en- ley civil las prohíbe; por virtud de esto último, lo que se pro-
tonces [el que ha formulado la promesa] debecwnplir [sólo] mete se convierte en ilegal.
en la medida en que pueda. Por lo tanto, los convenios no 17. Uno que hace un contrato con otro para realizar u
nos obligan a cumplir sin más la cosa convenida, sólo nos omitir algo, y luego pacta lo contrario con otra persona, no
obligan a hacer lo que podamos; pues es esto lo único que convierte en ilegal el primer contrato, sino el segundo. Pues
está en nuestro poder, y no las cosas mismas. ya no tiene el derecho de realiza r u omitir nada aquel que
lS. Somos eximidos de los pactos de dos maneras: o mediante un contrato anterior ya ha cedido ese derecho a
cump liéndo los o siendo perdonados. Cumpliendo, porque otro. De lo cual se deduce que no puede ceder derechos por
cuando hicimos el convenio no nos obligamos a nada más; contratos posteriores; y todo lo que se promete en ellos se
siendo perdonados, porque se entiende que el perdón nos promete sin derecho. Por lo tanto la persona está sólo obü-
devuelve el derecho que cedimos a la otra persona. Perdonar gada por el primer contrato, cuyo incumplimiento es ilegal.
implica dar, esto es, como quedó dicho en el artículo cuarto 18. Ningún hombr e está obligado por contrato alguno a
de este capítulo, transferir un derecho a aquel a quien se no resistir a quien quiera matar, herir o hacer cualquier otro
hace la donación. daño a su cuerpo. Pues hay en todo hombre un alto grado de
16. Es una pregunta común la de si los pactos que hace - miedo que le lleva a tener la impresión de que el daño que se
mos forzosamente por temor nos obligan o no. Por ejemplo, le hace a él es el más grande. Y por lo tanto, por necesidad
s•ipara salvar mi vida amenazada por un ladrón yo le prome- natural, lo evita como puede y se supone que no puede reac-
to pagarle 1.000 libras al día siguiente y no hacer nada por cionar de otro modo. Cuando un hombre ha llegado a este
aprehenderlo y entregarlo a la justicia, la cues tión es si estoy grado de miedo, lo único que podemos esperar de él es que
o no obligado a guardar mi promesa. Pues bien, aunque al- trate de protegerse, bien sea huyendo o Luchando. Así pues,
gunas veces debe juzgarse que una promesa tal no tiene efec- como ningún hombr e está obligado a hacer cosas imposi-
to alguno, no debe asumirse que es así porque procede del bles, quienes están amenazados con la muerte (que es el mal
76 2. DELA Ll!YOEN1\TURALEZ,\ACERC1\ DF LOSPACTOS 77
WJl!!RtAD

mayor que puede hacérsele a la naturaleza), o con heridas o muert e segura es un mal mayor que el de luchar. Pero de en-
algún otro daño corporal, y no tienen la valentía suficiente tre estos dos male s es imposible no escoger el segun do. Por
para suf~ir esas cosas, no están obligados a padecerlas. Es lo tanto, median te un co nvenio o pacto así [es decir, un con-
más, se tiene confianza en aquel que está obligado por un venio que no obligase a no resistir], estarí amos obligándo-
c~1_1trato,pues es so lamente la confianza el vínculo que posi- nos a una j¡nposibilidad , lo cual es contrario a la natLu-aleza
b~1ta los contr_atos; mas a aquellas personas que van a reci- misma de los pactos.
b1~·la pena capital o algún otro castigo más ligero se les pone 19. Tampoco está ningún hombre obligado por pacto al-
grilletes o se las vigila estrechamente, lo cual es señal certísi- guno a acusarse a sí mismo o a cualquier otra persona cuyo
ma de que no se estima que esas personas estaban suficiente- daño es probable que a él le amargue la vida. De lo cual se si-
mente obligadas por sus contratos de no resistencia. Una gue que un padre no está obligado a testificar contra su hijo,
cosa es prometer diciendo: «Si no lo hago en la fecha inclica- ni un esposo contra su esposa, ni un hijo cont r a su padre, ni
da, m áta me » y otra cosa es prometer diciendo: <<Sino Jo ningún hombre contra otro del que depend e para su subs is-
hago, tú deberías matarme y yo no resistiré». Todos los tencia; pues es vano un testimonio que se presume corrup to
l~ombres, si ello es necesario, hacen un contrato del primer por naturaleza. Pero aunque ningún hombr e está ob liga-
tipo , y de hecho es necesario algunas veces. Pero nadie con- do por pacto alguno a acusarse a sí mi smo, es posible que en
trala de Lasegunda manera, y tampoco es nunca necesario. un juicio público pueda ser forzado, median le torlura, a dar
Pues en el mero estado de naturaleza, si tienes la intención respuesta a las preguntas que se le hagan. Tales resp ue stas no
de matar, el e_stado natural mismo te da ese derecho, puesto son un te stimonio d el hecho, sino ayudas para descubrir la
~ue no n~c~s1tabas fiarte del otro si luego ibas a matarle por verdad; de man era que, ya sea verdadera o falsa la respuesta
mcumplim1ento. Pero en estado civil, donde el derecho a la de la per so na torturada, o tanto si decide co 11teslar como si
vida, a la muerte y a cualquier castigo corporal reside en el no, cualquier deci sión que torne la tomará con pleno dere-
poder su premo, ese mismo derecho a matar no puede dárse- cho.
le a cualquier persona privada. Tampoco necesita el poder 20. Un juramento es una frase unida a una promesa por
s~premo contratar con un hombre que éste se someta pa - la cual el que promete declara que renw 1cia a la misericordia
c 1~ntemente a su castigo; sólo se necesita esto otro: que nin- de Dios, a menos que cumpla con su pal abra. Esta defi nici6n
gun hombre se ofrezca a defende r a otro hombre frente a cli- está contenida en los términos mi smo s de expresiones como
cho poder supremo. Si en el estado de naturaleza, como el si cumplo, que Dios me lo premie u otras equivalentes, como
qu~ se da entre d~s reinos , se hace un contrato con la estipu- cuando los romanos decían TuJupiter macta eum quiJefelle-
lación de matar s1 no se cumple, hemos de presuponer otro rit, ut egohanc macto Porcam2 • Alguna s veces un juramento
contrato con la estipulación de no matar antes del día seña- puede ser también un modo de afirmar qu e se ha hecho una
la~o. De lo cual se sigue que si en ese día no hay cumpli.- promesa; pue s quien confirma su afirmación con un jura-
m1ento , vuelve el derecho a la guerra, esto es, a un estado mento promete que está diciendo la verdad. Aunque en al-
hostil en el que todo es legal, incluso el resistirse. Por último,
por el contrato de no ofrecer resistencia estamos obligadps a 2. Sacrifica, oh Júpiter, al que engaña, igual que yo sacrifico esta puer-
escoge r, entre dos males, el que parece mayor. Pues una ca. (N. del T.)
2 OF LA LEY DE 1-:ATURAI..El. A ACERCA DE LO~ l•ACJ'OS
79
78 LIBERTAD

gunos lugares era costumbre de los súbditos jurar por sus re- pia. Quien lo exige muestra ser un alma deseosa no taoto_de
yes, esa costumbr e vino de que los reyes asumieron hono res protegerse a sí misma como de perjudicar a otra. Pues un JU-
divinos. Pues los juramentos fueron puestos en uso para ramento, por la forma misma de pronunciarse, se hace para
que, recurriendo a la religión ya la conside ración del poder provocar la ira de Dios, es decir, de Aquel que es Omnipo-
divino, los hombres tuviesen más miedo de quebrantar sus tente, contra quienes no cumplen lo prometido porque
fes respectivas, que el que tenían de otros hombres, a los ojos piensan que por su propia fuerza pueden escaparse del casti-
de los cuales podían ocultar sus acciones. go de los hombres, y de Aquel que es Omnisciente, cont ra
21. De lo cual se sigue que un juramento debe ser enten- quienes habitualmente no cumplen lo prometido porque
dido en la forma que usa el que lo hace; pues es en vano ha- confían en que ningún hombre los va a ver.
cer que w1 hombre jure p or un Dios en el que no cree y al
que, por lo tanto, tampoco teme . Pues aunque por la luz na-
tw-al [dela razón] p uede llegarse a saber que h ay un Dios,
ningún hombre piensa que ha de jurar por Él de una manera
o bajo un nombre diferentes de los que se contiene n en los
preceptos de su propia manera de creer, esto es (según lepa-
rece al que jura), de la religión verdadera.
22. Por la definición de ju ramento podemos ver que un
contrato a secas no obliga menos que otro sobre el qu e jura-
mos. Pues es el contrato lo qu e nos obliga; el juramento se
refiere al castigo divino, castigo que el juramento no puede
pr?vocar si el quebrantamiento de contrato no es ilegal en sí
mismo; pero no podría ser ilegal si el contrato no fuese de
naturaleza obligato ria. Más aún, quien renun cia a la miseri-
cord ia. de Dios no se obliga a sí mismo a ningún casti go;
pues siempre es legal no preocuparse del castigo por muy
merecido que sea, y disfrutar el perdón divino si éste es con-
cedido. Por lo tanto , el único efecto de un juramento es éste:
hacer que aquellos hombr es que se ven naturalmente incli-
nados a violar cualquier modalidad de confianza que se de-
posite en ellos tengan, por miedo al castigo, más conciencia
de sus palabras y acciones.
23. Exigir un juramento cuand o el quebrantamiento de
contrato no puede dejar de conocerse y cuando la parte con
la que se ha contratado no carece del poder de castigar es ha-
cer algo que es más de lo que se necesita para la defensa pro-
3. DE LAS OTRAS LBYESDI! NATUIW U.A 81

lo que va a hacer va contra la ley de 11aturaleza o 110. 27.-Las leyesele11a-


Capítulo3 t uraleza sólo obligan ,wte el trib1111af de co11cie11cia. 28.-Las leyes de
naturaleza son algunas veces quebrantadas por 111ll/ r1c:ció11 que está en
De las otr as leyes de n atur aleza conformidad con d1clwsleyes. 29.-Las leyes de 11atL1raleza son i111m1ta-
blesy e1ernas. 30.-EI que trata elecumplir con las leyesde 11murc1leza es
justo. 31.-La ley nn111ral es la misma que la moral. 32.-De lo rnal se de-
duce que lo que aquí se ha dicho acerca de la ley natural no es lo 111ismo
que lo que los filósofos 110s han dejado dicho 11cerc<1 de las virtudes.
33.-La ley de naturaleza 110 es una ley propiame11teclir/111, excepto e 11
cuanto que es dada en la Sagrada Escritura.

l. Otra de las leyes de naturaleza es rn111plir los contratos o


preservar la confianza. Pues se ha mostrado en el capí tulo
anterior que la ley de naturaleza manda que todo hombre,
como cosa necesaria, y a fin de tener paz, transfiera ciertos
1.-La segunda ley rle naturaleza es cumplir los contratos. 2.-Esa con- derechos a otro; y que esto, cuantas veces se haga, recibirá el
~~mza ~e~e~reservarsecon todos los hombres sin excepción. 3.-Defini- nombre de contrato. Pero sólo será conducente a la paz si
ción de inpma. 4.-Sólo puede hacerse injuria a aquel con quien contra- cumplimos con lo que hemos contratado hacer o no hacer
rnmos. 5.-Divísión de Injusticia en justicia de hombres y de acciones. con otros; en vano se harían contratos si no los cumpliéra-
6.-Se examina la disti11ciónentre justicia conmutativa y distributiva.
7.-No puede hacerse injuria a aquel que ncttía voluntariamente. 8.-La
mos. Por todo lo cual es necesario, a 11nde obtener paz,
terceraley de naturaleza, de la ingratitud. 9.-EI cuarto preceptode la ley cump lir nuestros acuerdos o preservar la confianza. Por el
de naturaleza es que cada ho,nbre se haga útil a los demás. J 0.-La quin- segundo artículo del capítulo segundo queda probado que
ta ley ~e naturaleza, acercadel perdó11. 11.-La sexta ley, que los castigos esto es un precepto de ley natural.
sólo 1111re11alfuturo. 12.-La séptima ley rle1wturaleza, contra la contu- 2. No hay en esto lugar para excepciones, aunque las per-
meli~. 13.-La octava ley, contra la soberbia. 14.-La novena ley, de la sonas con quienes tratemos no tengan confianza en los de-
hwmldad. 15.-La décinta ley, de la imparcialidad, o contra In acepción
de personas. 16.-La ley undécima, rle cosas que han rle tenerse en co-
más, o mantengan que ninguna confianza debería respetar-
mún. 17.-~a ley duodécima, de cosas que han de dividirse por sorteo. se, o incurran en cualquier otra clase de vicio. Pues aquel
18.-La decu11~tercemley, de la primogenitura y la primera posesióll. que hace un contrato está negando que, en lo que a dicho
19.-La ley decm,ocuarta, sobre la seguridad de quienes son mediadores contrato se refiere, tal acción sea en vano. Para un hombre
para la paz. 20.~La decimoquinta ley, la de.sígnaciónde un juez que deci- con conocimiento, va contra razón hacer algo en vano; y si
da. 21.-La dec,m~sext~ l~y, que ningún ltombre sea juez de su propia no se siente obligado a cumplir un contrato, al pensar así
causa. 22.-La dec,mosepwna le;~que los árbitros 110 debe11albergares-
está afirmando que dicho contrato se hace en vano. Por lo
fera11zanlguna de recibirrecompensa de laspartes cuya causa ha de ser
;uzgad,1. 23.-Lu decimoctava ley, de los testigos. 24.-La decimonovena tanto, el que hace un contrato con otro en el que no cree que
ley, que no ha de hacerse ningún contrato con el juez. 25.-Ln vigési- debe tener confianza está pensando que un conLrato es, a un
ma ley, conrrala glotonería y otras cosas semejantes que impiden el uso mismo tiempo, algo que se hace y que no se hace en vano, lo
de la razón. 26.-La reglapor la que un hombre puede saber al instante si cual es absurdo. Por consiguiente, hemos de tener confianza
80
82 1 IRERTAD .1. 1)1!LAS01 llAS LliYl:.SDh NAIURALEZA 83

en todos los hombres; si no, no debemos hacer tratos con mos el convenio, o con quien acordamos de algún modo
ellos. Es decir: o hay una guerra declarada , o una paz confia- darle algo, o a quien hicimos alguna promesa mediante con-
da y segura. trato. De lo cual se deduce que dañar e injuriar son cosas que
3. El quebrantamie nto de un contrato, o reclamar lo que a menudo van separadas . Pues si un amo ordena a su siervo,
ya se ha dado, ya consis ta dicho quebrantamiento en una ac- el cual había prometido obedecerle, pagar una suma de di-
ción o en una omisión, se llama injuria. Ahora bien, también nero o llevar un regalo a un tercero, el siervo, si no lo hace,
se dice que esa acción u omisión es injusta; y esto es así por - está cier tamente dañando a la tercera persona, pero sólo está
que una injuria y una acción u omisión injusta significan lo injuriando a su amo. Así también en un estado civil: si un
mismo y ambas vienen a ser un quebrantamiento de contra- hombre ofende a otro con el que no ha hecho un contrato,
to y de confianza. Parece que la palabra injuria fue dada a está dañando a aquel a quien se le hace el mal; pero no inju-
una acción o a una omisión porque éstas eran sine jure, es ria a nadie más que a quien corresponde el poder civil. Pues
decir, sin derecho. Pues el que de este modo actuaba u omi- si qujen recibe el mal quisiera quejarse por el daño causado,
tía Y" había transferido an tes a otra persona su derecho. Y quien se lo hizo debería responderle así: ¿Quiénerestú para
hay una cierta semejanza entre lo que en el curso común de 111í?¿Porqué deberfa yo actuar según tu voluntad,y 110 según
la vida llam amos injuria y lo que en las escuelas suele lla- la mía, si yo no te impido que tú actúes como quieras y 110
marse absurdo. Pues se dice que ha caído en un absurdo como quiera yo? En esta oración, cuantlo no ha habido de
aqllcl que mediante argumentos es llevado a negar un aser- por medio contrato alguno, confieso que no veo nada re-
to que en principio había sido mantenido por él; de igual prensible.
manera, aquel que por su debilidad de alma hace u omite S. Estas palabras de justo e i11justo,así como las de justi-
aquello que mediante contrato había promet ido no hac er o cia e injusticia, son equívocas, pues significan una cosa
no omitir comete una injuria y cae en una contradicción que cuando se atribuyen a personas, y otra cuando se atribuyen a
no es menor que la de quien en las escuelas es reducido a un acciones. Cuando se atr ibu yen a acciones,justo significa lo
absurdo. Pues al comprom eterse a una acción futura, está que se hace con derecho, e injustolo que se hace con injuria.
deseando que dicha acción se cumpla; y, al no cump lirla , es De quien ha hecho una cosa justa no se dice por ello que sea
que no quiere que se haga; lo cual viene a ser un deseo de que
algo se haga y no se haga a un mismo tiempo, lo cua l es una
contr adicción. Por lo tanto, una injuria es nna especie de ab- tra ti, sino contra algún otro; y, algunas veces, no contra una persona
privada, sino sólo contra el magistrado. Otras veces no e!..;onlra el ma-
surdo en la conversación, lo mismo que un absurdo es una
gistrado ni contra una persona privada, sino contra Dios. Pues es cuan-
especie de injuria en la disputa. do media un contrato y una transferencia de derecho cuando decimos
.4. De estas premisas se sigue que no puede hacerse inju- que se hace una injuria contra éste o contra ese hombre. De aquí que en
ria a ningún hombre*, excepto a aquel con quien estableci- toda clase de gobierno vemos que lo que Laspersonas privadas contra-
tan entre sí de palabra o por escrito puede exigirse o perdonarse a vo-
luntad de la parle que obliga. Pero esas ofensas que se cometen contra
' La palabra injusticia se refiere a alguna ley; la palabra injuria, a algu- las leyes del país, como el robo, el homicidio y demás, son castigadas no
na persona, así como a alguna ley. Pues lo que es injusto es injusto para según voluntad de aquel a quien se le ha hecho el dafio, sino según lavo-
todos; pero puede hacerse una injuria sin que ésta sea contra mi, o con- luntad del magistrado, es decir, de las leyes constituidas.
LIRllRTAl) 3. DF L.ASOTRAS l.EYESDE NATURALEZA 85

una persona justa, sino inocente; y de quien ha hecho algo lor se comparan entr e sí, por ejemp lo, cuando se compara
injusto no se dice por ello que sea W1apersona injusta, sino una libra de plata con doce onzas de esa misma plala 3 ; la otra
culpable. Pero cuando las palabras se aplican a personas, ser es una igualdad sequndum quod, como cuando han de divi-
justo significa lo mismo que deleitarse en el trato justo estu- dirse mil libras entre cien hombres y se les dan seiscientas li-
diar cómo hacer lo que está bien, o intentar ha cer en todas bras a sesenta hombres y cuatrocientas a cuarenta; aquí no
las cosas aquello que es justo; y ser injusto significa no preo- hay igualdad entre seiscien tos y cuatrocientos; pero cuando
cuparse de trata r co rrectamente con los demás, o pensar que ocurre que existe la misma desigualdad en el número de
ese trato no debe regirse por lo que yo he convenido o pacta- aquellos entTe quienes la cantidad es distribL1ida, cada uno
do, sino por lo que pueda procurarme algún beneficio inme- recibirá una parte igual. De ahí que digamos que se lTata de
diato. Así que, de igual modo que la justicia o injusticia de una distribución igualitaria. Pero una igualdad así es lo mis-
alma, de intención o del hombre mismo son una cosa, así mo que una proporción geométrica. Ahora bien, ¿qué tiene
también la justicia o injusticia de una acción u omisión son qu e ver todo esto con la justicia? Pues si yo vendo mis bienes
otra; y puede que sean inju stas muchísimas de las acciones por tanto como pueda sacar por ellos, no estoy causando in-
de un hombre justo, y justas las de un hombre inju sto. Pero juria al comprado r que deseaba obtenerlos de mí; tampoco
ha de ser len ido por justo el hombre que hace cosas justas estoy haciendo nada mal o si doy una parte mayor de lo mío
simplemen te porque la ley lo manda, y cosas inju stas sólo a quien menos la merece, siempr e y cuando dé a la otra per-
por razón de su debilidad; y es apropiado decir que es injus- sona lo que habíamos acordado. Que esto es verdad queda
to el que hace lo que está bien por miedo al castigo que va atestiguado por nuestro Salvador, Cr isto Dios , en el Evange-
anejo a la ley, y ha ce lo que está mal por razón de su iniqui- lio. No es ésta, pues, una distinción de juslicia, sino de igual-
dad de a lma. dad. Y sin em bargo, no puede negarse que la justicia implica
6. Por lo común , la ju sticia de las acciones se distingue en una cierta igualdad, la cual consiste únicamente en esto: que
dos clases, conmula tiva y distributiva. Se dice que la prime - co mo todos somos iguales por naturaleza, nadie debería
ra consiste en una proporción aritmética, y la segunda en arrogarse un derecho mayor del que está dispuesto a conce-
una proporción geométrica. Y que aquélla tiene lugar en der a otra persona, a menos que lo haya adquirido justa-
operaciones de compra, venta, préstamo, alquiler y arrien- mente por contrato . Y baste con lo dicho contra esta distin-
do, y en cuales quiera otras acciones en que hay part es con- ción de justicia, aunque sue la ser generalmente aceptada por
tratantes; y así, se dice que hay justicia conmutativa cuando todo s. Y tampoco debería nadie mantener la noción de que
cada una de las partes recibe de una manera igua1. Pero de una injuria es algo diferente de un incumplimiento de con-
esta otra justicia que se refiere a la dignidad y mérito de los trato, tal y como ha quedado definid o más arriba.
hombres, de tal modo que a cada uno se le da ,ccx-ra. 'tTJV 7. Hay un viejo afori smo que dice: volenti 11011 fit i11juria,
a.~ícxv,más al qu e merece más, y men os al que merece me - esto es, el homb re que actúa voluntariamente no recibe inju-
nos, de una manera proporcional, se dice que es una justicia ria. La verdad de ello puede deducirse de nuestros princi-
distributiva. Me doy cuenta deque aquí se está haciendo una
distinción entre dos clases de igualdad: la una es una igual-
dad simplemente dicha, como cuan do dos cosas de igual va - 3. La libr a inglesa equivale a doce onzas. (N. del T.)
86 LIBERTAU J. DE !..ASOTllA~ LEYES01, NATURALEZA 87

píos. Supongamos que un hombre quiere que se haga algo que apreciamos en su materia y en su forma. Y ele igual ma-
que él mismo concibe como injurioso para él; pues bien, al nera a como es rechazada por no ser de utilidad una piedra
quererlo así, a este hombre se le está haciendo por voluntad que por su perfil afilado y anguloso no permite que otras
suya algo que no sería legal bajo contrato . Mas al querer que ocupen el espacio que ella misma no puede llenar y no deja
se haga una cosa que no seda legal bajo contrato, el contrato que el edificio se construya sólidamente, así también suele
mismo (como se ha dicho en el artículo quince del capítulo decirse que es inútil y molesto para los demás el hombre de
anterior) queda anulado. Por lo tanto, reaparece el derecho dura disposición que retiene para sí todas las cosas super-
a hacer lal cosa; y, consecuentemente, puede hacerse con de- fluasy niega a los otros las necesarias, debido a la terquedad
recho y sin injw·ia. de sus propias inclinaciones. Ahora bien, como cada uno, no
8. El tercer precepto de ley natural es éste: evita tener que sólo por derecho sino también por necesidad natural, se su-
sufrir que empeore su relacióncontigo nquel que, por la con- pone que intenta con todas sus fuerzas procurarse aquellas
fianza que antes depositó en ti, le hizo primero un bien; o lo cosas que son necesarias para su preservación, si alguno lu-
que es lo mismo: no aceptesque se te dé nndn, como no tengas cha por su parte para lograr cosas superfluas, ello hará que
intención de hacer lo posiblepnra que tu benefactor carezca por su culpa surja un estado de guerra; pues no había necesi-
de justo motivo para arrepentirse de lo que te dio. Pues sin dad de que él rivalizara con nadie, y al hacerlo actúa, por
eslo, estaría actuando irracionalmente quien concediese un tanto, en contra de la ley fundamental de naturaleza. De lo
beneficio a sabiendas de que iba a ser empeño perdido; y de cual se sigue (que es lo que queríamos mostrar) que es un
este modo, todo acto de beneficencia y confianza, así como precepto de naturaleza que cada hombre se acomode a los
toda clase de benevolencia, desaparecerían de entre los demás. Quien quebranta esta ley puede ser llamado inútil y
hombres, y tampoco habría asistencia mutua entre ellos, ni causante de dificultades. Cicerón prefería la palabra inhu-
ningún intento de obtener gracia y favor; por razón de todo mano como opuesta a lo ,íti/, en referencia a esta misma ley.
lo cual permanecería el estado de guerra, en contra de la ley 1O. El quinto precepto de la ley de naturaleza es q11edebe-
fundamental de naturaleza. Mas como el quebrantamiento rnosperdonar a aquel q11ese arrepientey pirleperdón por lo
de esta ley no es un incumplimiento de contrato (pues supo- pasado, una vez que tengamosgarantías para el tiempo veni-
nemos que no ha mediado contrato alguno), tal quebranta- dero. El perdón de lo que ha pasado o la remisión de una
miento no es normalmente llamado injuria; pero como las ofensa no es otra cosa que conceder paz a quien la pide des-
buenas acciones y el agradecimiento se corresponden mu- pués de haber guerreado contra nosotros y ahora está arre-
tuamente, se le llama ingratitud. pentido. Pero la paz que se concede a quien no se arrepiente,
9. El cuarlo precepto de naturaleza es que cada hombrese es decir, a quien retiene una actitud hostil y no nos da garan-
haga útil a los demás. Para que podamos entender esto co- tías para el futuro, es decir, que no busca la paz, sino que es
rrectamente, h emos de recordar que hay en los hombres una un oportunista, no es una paz propiamente dicha, sino mie-
diversidad de disposiciones a la hora de entrar en sociedad, do; y por lo tanto no es algo mandado por la naturaleza.
que surge de la diversidad de sus inclinaciones y modos de Ahora bien, a aquel que no perdona al que se ha arrepentido
ser. Es parecido a lo que vemos en las piedras que se amalga- y ha dado garantías para el futuro le parece que la paz no es
man para construir un edificio, por razón de la diversidad cosa grata, lo cual es contrario ala ley natural.
88 LJ8f.RTAD 3. DI!LASOTRAS LEYESDE NA1'URALEZil 89

11. El sexto precepto de la ley natural es que en la venga11- res del juez, estos hombres están actuando en contra de la ley
za y los castigos no debemos poner los ojos en el mal pasado, de naturaleza y deben ser tenidos por contumeliosos.
sino e11el bienJ111
uro. 13. La cuestión de cuál de dos hombre s es el que vale
Es decir, que no es legal castigar con otro fin que no sea más, no pertenece al estado natural, sino aJ civil. Pues ya
hacer que se corr ija el que ha come tido la ofensa, y que se ha mostrado antes (capítulo 1, artículo 3) que todos los
otros advertidos por este castigo sean mejores. Este pre- hombres son iguales por naturaleza; y,por lo tanto, la desi-
cepto es confirmado principalmente por esto: que cada gualdad que ahora existe, en lo que se refiere a riquezas, po-
hombre está obligado por la ley de natural eza a perdonar a der o nobleza de linaje, proviene de la ley civil . Sé que Aris-
su prójimo, siempre y cuando éste le dé garantías para el tóteles, en el libro primero de su Política, afirma que un
futuro, tal y como se ha mostrado en el artículo anterior. Y fundamento de toda la ciencia política es que algunos hom-
ello ha de ser así por otra razón más: porque la revancha, si bres están dotados por naturaleza para mandar, y otros sólo
sólo mira hacia el tiempo pasado, no es nada más que un para servir; como si la distinción entre amo y siervo no fuese
cierto triunfo y gloria del yo, que no apunta a ninguna fina- algo decidido por los hombres, sino por una aptitud, un
lidad; pues sólo se detiene a contemp lar lo pasado cuando cierto tipo de conocimiento o de ignorancia natural. Mas
la finalidad o propósito es algo por venir. Mas aquello que este supuesto no sólo va contra la razón (corno ahora se ha
no tiene finalidad es vano; por lo tanto, la venganza que no mostrado), sino también contra la experiencia. Pues apenas
pone los ojos en el futuro procede de la vanagloria y, por si habrá algún hombre que sea tan estúpido como para no
consiguiente, carece de razón. Pero d añar a otro sin razón pensar que es mejor gobernarse por sí mismo qu e someterse
da luga1· a un estado de guerra yes contrario a la ley fun d a- al gobierno de otro; y si compiten con los que son 1m1ssabios
mental de naturaleza. Es, pues, un precepto de la ley de na- y fuertes, no siempre ni a menudo resultan ser éstos los ven-
turaleza que en la venga nza no miremos hacia atrás, sino cedores. Por lo tanto, si los hombres son iguales por natura-
hacia adelante. El quebrantamiento de esta ley suele lla - leza, debe reconocerse esa igualdad; y si se les supone desi-
marse crueldad . guales, como es muy probable que luchen por el dominio, es
12. Como toda señal de odio y desdén provoca en casi necesario par a obtener la paz que sean considerados como
todo el mundo altercados y luchas, hasta el punto de que la iguales;y,por consiguiente, ocupa el octavo lugar entre los
mayoría de los hombres preferiría n perder sus vidas (no preceptos de la ley natural que todo hombre por naturaleza
digo que su paz) antes que sufrir desprecio, de ello se sigue, debe ser considerado igual a los demás; lo contrario de esta
en séptin10 lugar, que es prescrito por la ley de natura leza el leyes el orgullo.
que ningún hombre, ya sea mediante hechos, palabras, ges- 14. Así como era necesario para la conservación de los
tos o risas, se declareestar odiando o denigrando a otro. hombres el que cada uno renunciase a algunos de sus dere-
El quebrantamiento de esta ley se llama oprobio. Aunque chos, tambi én es necesario para dicha conservación que re-
nada es más frecuente que las burlas y mofas de los podero- tenga otros, a saber: el derecho a proteger su cuerpo, el libr e
sos contra los débiles, por ejemplo de los jueces contra las disfrute del aire, del agua y de todas las cosas necesarias para
personas cul pables, a pesar de que dichas burlas y mofas la vida. Por lo tanto, como son muchos los derechos comu-
nada tienen que ver ni con la ofensa del reo nj co n los debe- nes que son retenidos por quienes entran en un estado de
90 LIBERTAD 3. DE LAS OTRAS LEYES Dt NATURALEZA 91

paz, de ello surge el n_ovenodictado de la ley natural: que modo no podrá observarse esa igualdad que en el capítulo
cualesquiera derechos que un hombre recabe para sí debe anterior hemos mostrado que es ordenada por la ley de na-
también concedérselos a los demás como algo que les es de- turaleza.
bido. De otro modo, quedaría frustrada la igualdad que se 17. La ley de naturaleza prescribe, lo cual podría consti-
ha reconocido en el artículo anterior. Pues ¿en qué consiste tuir su duodécimo precepto, que lo que no puede dividirse
el reconocimiento de la igualdad de personas en la forma- ni disfrutarse en común ha de usarsepor turnos, o adjudicar-
ción de una sociedad sino en atribuir un derecho y un poder se a uno por sorteo;y que si se usa por turnos también ha de
iguales a aquellos a quienes ninguna otra razón les empuja- decidirsepor sorteo quién será el primero en hacer uso de ello.
ría a entrar en sociedad? Mas adscribir cosas iguales a los También aquí ha de tenerse en consideración la igualdad;
iguales es lo mismo que dar cosasproporcionales a los pro- mas ocurre que no puede en este caso encontrarse otra
porcionales. La observación de esta regla se llama humildad; i.gualdad, excepto la del sor leo.
la violación, JtAf:OVE~Ía. A los que quebrantaban este pre- 18. Ahora bien, todo sorteo puede ser de dos clases: arbi-
cepto los latinos les llamaban immodici et immodesti. trario o natural.
15. En décimo lugar, es ordenado por la ley de naturaleza Arbitrario es el que se realiza con el consentimiento de los
que todo hombre, al ceder derechos a los demás, se muestre que están compitiendo y consiste en la mera suerte o, como
ímparcinl. suele decirse, en la fortuna. Natural es, o la primogenitura,
Por esta ley se nos prohíbe asumir para nosotros mayor en griego KAT)povoµícx. -algo como concedido por suerte-,
derecho natura l que el que concedernos a los demás. Pode- o la primera posesión. Por lo tanto, las cosas que ni pueden
mos tomar menos, si tal es nuestro deseo; pues eso es a veces dividirse ni tenerse en común deben serle concedidas al pri-
una prueba de modestia. Pero si en algún momento una mero que las posee; de igual manera, las cosas que fueron del
cuestión de derecho ha de ser dividida por nosotros entre padre le son debidas al hijo, a menos que el padre haya antes
otras personas, se nos prohíbe por esta ley favorecer o desfa- transferido ese derecho a algún otro. Sea ésta, pues, la deci-
vorecer a una con respecto a las otras. Pues quien favorece a motercera ley de naturaleza.
una sobre las otras no observa esta ley natural y está causan- 19. El decimocuarto precepto de la ley de naturaleza es
do oprobio a aquellos a quienes infravalora; pero ya se ha que debe garantizárseles seguridad a los mediadores para la
declarado más atrás que el oprobio va contra las leyes de na- paz. Pues la razón que determina el fin determina también
turaleza. La observancia de este precepto se llama equidad; los medios necesarios para ese fin. Ahora bien, el primer
su violación, acepción de personas. Los griegos le dan el dictado de la razón es la paz; todo lo demás no son sino me-
nombre de 1tpocrco1tOA. fl\j/la. dios para obtenerla y sin los cuales la paz no puede conse-
:16. De la ley anterior se deduce esta undécima: aquellas guirse. Mas la paz no puede lograrse sin mediación, ni la
cosas que no pueden dividirse han de usarse en común, si ello mediación sin seguridad. Es, por tanto, un dictado de la ra-
es posible;y si la cantidad lo permite, cada hombre debe reci- zón, esto es, una ley de naturaleza, el que debamos procurar
bir lo que ponga e11su lista;pero si la cantidad no lopermite, seguridad a los mediadores para la paz.
entonces se hard la distribución de una manera limitada y 20. Pero debido a que, aunque los hombres deberían es-
proporcionalmente al número de usuarios. Pues de otro tablecer y respetar estas y otras leyes de naturaleza, siempre
92 LIBERTAD 3. DE LM, OTRAS ! EYE!ólJI:. NATURALEZA 93

habrán de surgir diariamente dudas y controversias acerca tercero, o a un cuarto, o a más personas que puedan dar un
de la aplicación de dichas leyes a sus acciones, es decir, acer- juicio sobre el hecho, pues ocurre con frecuen cia que el juez
ca de si lo que se ha hecho estaba o no estaba contra la ley no sería capaz de averiguar las cosas de otro modo. Por lo
(que es lo que llamamos cuestiones de derecho), de esas du- tanto, la decimoctava ley de natmaJeza obliga a los árbitros
das y controversias se seguirá una lucha entre las partes al y jueces de un hecho a que cuando no aparecen seiialesfir-
suponer ambas que se está abusando de ellas. Por consi- 1nesy ciertas del hecho mismo, d icte11se11te11cia
fiándose de
guiente, es necesario para preservar la paz -pues en este aquellos testigos que parezcan ser indiferentes hacia ambas
caso no puede pensarse en ningún otro remedio más ade- partes.
cuado- que las partes en litigio se somelan al arbitraje de un 24. De la definición de juez que se ha dado más arriba se
tercero y se obliguen por con trat o a respetar el juicio de éste entiende también que ningún contrato o promesa ha de esta-
a la hora de decidi r sobre la controversia. Es, por tanto , el de- blecerseentre quien ha sido nombrado juez y /(Ispartes del
cimoquinto precepto de la ley natural que ambas partes en caso que ha dejuzgar; de este modo podrá hablar e11favor de
disputa acercade una cuestión de derechose sometan a la opi- cualquiera de las dos partes, estará obligado ,1 juzgar con
nión y juicio de un tercero. equidad y a pronunciar la se11lendaque verdr1derame11te él
21. Pero de este principio según el cual las partes que di- estime más equitativa. Ciertamente, el juez está obligado a
fieren han de escoger un árbitro o juez para que éste resuelva dictar una sentencia que él cons idere justa, según la ley de
la controversia deducirnos que dicho árbitro no puede ser naturaleza recogida en el artículo decimoquinto; ala obliga-
una de las partes. Pues se presume que todo hombre busca lo ción impuesta por esa ley no puede añadirse nada por medio
que es bueno para él de una manera natur al, y sólo de una de un contrato. Por lo tanto, un contrato tal sería vano. Ade-
manera accidenta l y en aras de la paz lo que es justo. Por lo más, si al dictar una sentencia inicua sostuviese enfática-
tanto, [un hombre que es juez y parte] no puede observar mente que era equitativa, la controversia, a menos que el
esa imparcialidad que la ley de naturaleza nos ordena, con la cont rato no tuviese fuerza, permanecería sin resolver des-
misma precisión con que lo haría un tercero. Está, pues , en pués de dictado el juicio, lo cua l es contrru·io al hecho de
el decimosexto lugar de la ley de naturaleza el precepto de constituir a un juez, el cual es elegido cuando ambas partes
que ningún hombre debe serjuez o árbitro de su propia causa. se han obligado a someterse al ju icio que él dicte. La ley de
22. Del mismo principio se sigue, en decimoséptimo lu- naturaleza, por lo tanto, ordena que el juez no tenga com-
gar, que no debe serjuez ningún hombre que alberguealguna promiso con ninguna de las partes, lo cual consliluye el de-
esperanza de beneficio o gloria como resultado de la victoria cimonoveno precepto.
de alguna de las dospartes. Pues aquí impera la misma razón 25. Es más: como las leyes de naturaleza no son otra cosa
que presidía la ley anterior. que dictados de la razón, ocurre que, a menos que un hom-
23. Pero cuando hay alguna controversia acerca del he- bre trate de preservar la facultad de razonar correctamen te,
cho mismo, esto es, sobre si realmente se hizo lo que se dic e no podrá observar las leyes de naturaleza. Es obvio que
que se hizo, la ley natural exige que el juez desconfíe de las quien a sabiendas o de propio intento hace algo por lo que la
dos partes por igual, es decir, que, como afirman cosas con- facultad racional pueda destruirse o debil itarse estará asa-
tradictorias, no crea a ninguna. Debe, pues, dar crédito a un biendas y de propio intento vio land o la ley de naturaleza.
94 LrBERTAD 3. DE LAS OTRAS J EYES DE NATURALEZA 95

Pues no hay cliferencia entre un hombre que no cumple con quizá si algunos, más humild es que los demás, ejercieran esa
su deber y otro que voluntariamente hace cosas tales que ha- equidad y utilidad qu e la razón dicta , no por eso los otros
rán imposible que lo cumpla. Ahora bien, destruyen y debi- que no las practican seguirían la razón haciendo lo mismo;
litan la facultad de razonar quienes hacen cosas que pertur- ytampoco pro curarían con ello la paz, sino una más cierta y
ban la mente y la apartan de su estado original. Esto se rápida destrucción. Y así, quiene s respetan la ley se conver-
manifiesta sobre todo en los borrachos y los glotones. Peca- tirían en presa fácil de quienes la violan. No debe, pues, ima-
mos , pues, en vigésimo lugar, contra la ley de naturaleza ginarse qu e por naturaleza, esto es, por razón, los hombres
cuando cogemos una borrachera. estén obligados a ejercitar toda s estas leyes* en ese estado en
26. Qujzá un hombre que vea todos estos preceptos de el que dichas leyes no son practicadas por los demás. Sí esta-
naturaleza derivados, por un cierto artificio, del simple dic- mos obligados, en el ínterin, a tener una predisposición de
t~do de la razón que nos aconseja procurar nuestra preser- ánimo a favor de observarlas cuando esta observancia pa-
vación y salvaguarda dirá que la deducción de estas leyes es rezca conduc ir al fin al que tales leyes fueron ordenadas. De-
tan difícil que no debe esperarse que dichas leyes sean vul- bemos, pue s, concluir que la ley de natural eza siempre obli-
garmente conocidas y que, por lo tanto, tampoco podrá ga en el foro interno, que es el de la conciencia; pero no
adscribírseles fuerza obügatoria; pues las Leyes,si no seco- siempre en el foro externo, s ino sola men te cuando pllede
nocen, no obligan, es más, ni siquiera son leyes. A esto res- hacerse sin riesgo.
pondo diciendo que es verdad que la esperanza, el miedo 1 la 28. Pero las leyes que obligan en concienc ia pue den ser
ira, la ambición, la avaricia y otras pertw-baciones del aJma quebrantada s por una acción que no só lo no es con traria a
impiden de hecho que un hombre pueda Jlegar a conocer ellas, sino que está en confor midad con ellas. Tal cosa ocurr e
esas leyes mientras esas pasiones prevale zcan en él. Pero no
hay hombre que no esté algunas veces en un estado de áni-
mo t1·anquilo. Y en momentos así, no hay para él nada más * Es más: entre estas leyes, hay algunas cosas cuya omisión, si se hace
fácil, por muy rudimentario e ignorante que sea, que esta re- para lograr la paz o la autopreservación, más parece estar cumpliendo
gla única: que cuando duda de si lo que ahora está haciendo la ley natur al que quebrantándola. Pues aquel que hace _tod~_conlra
quienes lo hacen todo, y saq uea a los saqueadores, hace JUStJC1a.Y al
a otro pu ede o no puede hacerse de acuerdo con la ley de na- contrario, realizar lo que en tiemp o de paz es una buena acción, y hacer-
turaleza se ponga en el lugar del otro. lnstantánean1ente esas se un hombre honeslo, es en tiempo de guerra una muestra de abati-
perturbaciones que le llevaron a la idea de realizar el acto, al miento y de pobr eza de espíritu, yun traicionarse a s1mismo . Pero hay
ser puestas en el otro platillo de la balanza , le disuadirán con ciertas leyes naturales cuyo ejercicio no cesa nunca de se r recomenda-
ble, incluso en tiemp o de guerra. Pues no puedo emender cómo la bo-
jgual fuerza de realizarlo. Y esta regla no sólo es fácil, sino rrachera o la crue ldad , es decir, la venganza que no mira hacia el logro
que ha sido celebrada desde antiguo con estas palabras: de un bien futuro, pued en contribuir a la paz o a la preservació n de
quod tibiJi.erenon vis, alteri nefeceris, es decir, no hagas a los hombr e alguno. En breve: en el estado de natur aleza, to que es justo e in-
otros lo que no querrías que te hicierana ti. justo no ha de ser estimado por las acciones, sino por el criterio y la con-
ciencia del que actúa. Lo que se hace por necesidad a fin de lograr la paz,
27. Pero como casi todos los hombr es, por razón de su o para nu estra preservación, se hace con derecho. Si no es asf, cualq uier
perverso deseo de beneficio inmediato, son inepto s para ob- daño hecho a otro sería un quebrantamiento de la ley natural y una in-
servar estas leyes a pesar de que son reconocidas por ellos, juria contra Dios.
96 LIBERTAD 3. 011~AS OTRAS l.E.YESDE l'{ATIJRA!.EZA 97

cuando el que rea liza la acción no cree que deba hacerla. a las cosas para significar la inclinación o la aversión hacia
Pues aunque el acto mismo esté de acuerdo con las leyes, la ellas de qtúenes les asignaron dichos nombres. Pero las incli-
conciencia de quien lo realiza está en contra de ellas. naciones de los hombre s son diversas, según var.íen sus
29. Las leyes de naturaleza s011i111111-1tables
y eternas: lo constituciones, costumbres u opiniones. Podemos ver esto
que ellas prohíben nunca puede ser legal; lo que ellas orde- en las cosas que son aprehendidas por sentidos como el gus-
na o nunca puede ser ilegal. Pues el orgullo, la ingratitud, el to, el tacto<> el olfato; pero lo vemos mucho más en aquellas
inwmplimiento de contratos (o injuria), la crueldad, la con- cosas que pertenecen a los actos comunes <lela vida, en los
tumelia nunca serán legales, ni las virtudes contrarias a es- cuales lo que un hombre aprecia y llama bueno otro no le da
tos vicios serán ilegales, tomadas por nosotros como dispo- valor y lo considera malo. Es más: muy a menudo un mismo
sicio nes del alma, es decir, tal y como son cons ideradas en el hombre, en momentos diferentes, aprecia y desprecia una
foro de la conciencia, pues sólo es allí donde obligan y son misma cosa. Mientras los sere s humano s sigan actuando así,
leyes. Sin embargo, las acciones pueden diversifica rse tanto por fuerza continuará habiendo desacuerdo y disensión. Y
por las circunstancias y la ley civil, que lo que en un momen- proseguirán en estado de guerra mientras , por razón de su
to se hace con justicia puede que en otro momento sea cul- diversidad de apetitos en un momento dado , sigan determi•
pable de ü1iquidad; y lo que es razonabl e en una ocasión nando qué es bueno y qué es malo guiándose por criter ios
puede que en otra sea contrario a la razón. Co n todo, la ra- diferentes. Todos los hombres reconocen sin dificultad que
zón sigue siendo la misma y no ca mbi a el fin al que tiende, es malo permanecer en este estado y que, consecuentemen-
que es la paz y la defensa, ni los medios para alcanzarlas, es te, la paz es algo bueno. Por lo tanto, quienes no podfan es-
de cir, esas virtudes del alma que hemos declarado más arri- tar de acuerdo acerca de un bien presente lo están acerca de
ba y que no pueden ser abrogadas por ninguna costumbre o un bien futuro, lo cual es, ciertamente, un resultado del ra -
ley. zonamiento, pues las cosas presentes son obvias a los sen ti-
30. Es evidente, por lo que hasta ahora ha quedado dicho, dos, y las cosas por venir sólo se muesLran a la razón. Una
cuán fáci lmente pueden observarse las leyes de naturaleza, vez que la razón declara que la paz es buena, de ello se sigue,
pues sólo requ ieren que se haga el esfuerzo de cumplirlas (sj por la misma razón, que todos los medios para logra r la paz
bien ese esfuerzo ha de ser sincero y constante). Quien así son también buenos y, por consiguiente, qu e la modestia, la
actúe puede con derecho ser llam ado justo. Pues aquel que equidad, la confianza, el sentido humanitario, la c01npasió11
trata con todas sus fuerzas de lograr que sus acciones con- (cosas que hemos mostrado que son nece sarias para la paz)
cuerden con los preceptos de la naturaleza muestra clara- son hábitos buenos, es decir, son virtudes. La ley, por consi-
mente que tiene la intención de cumplir con todas esas leyes, guiente, en cuanto que prescribe los medios para lograr la
que es todo lo que estamos obligados a hacer según la natu- paz, prescribe también que se practiquen los hábitos bue-
raleza racional. Ahora bien, aquel que hace todas las cosas a nos, es decir, que se practique la virtud; y, por consiguiente,
las que estaba obligado es un hombre justo. se le llama moral.
31. Todos los auto res están de acuerdo en que la ley natu- 32. Pero como los hombres no pueden despojarse de ese
ral es la misma que la moral. Veamos por qué es esto verdad. apetito irracional que les lleva a preferir codiciosamenle un
Hemos de saber que «bue no » y «malo» son nombres dados bien presente (al cual van adheridos males imprevisibles)
98 LIBllRTAD
3. DP.lAS OTRAS I.EYESDE NATlJRALEZA 99
antes que uno futuro, ocurre que aunque todos los hombres presentes, los cuales son más fáciles de rehuir que de supe-
están de acuerdo en ensalzar todas las virtudes antedichas, rar, porque ello es un meclio de tender a la preservación de
discrepan en lo que a sus naturalezas respectivas se refiere, quien resiste.
es decir, en qué consiste cada una de eUas. Pues cuando la 33. Pero lo que llamo leyes de naturaleza, como sólo son
buena acción de un hombre desagrada a otros, se le da a esa ciertas conclusiones alcanzadas por la razón acerca de aque-
acc ión el nombre de un vicio que se le parezca; y de igual llas cosas que deben hacerse u omitirse, y una ley, hablando
modo, las malas acciones que agradan a alguno siempre con propiedad y exactitud, es una exposición oral dada por
pueden ser consideradas como una virtud. De lo cual viene a alguien que por derecho manda a otros que hagan u omitan
acontecer que una misma acción que unos ponderan y lla- algo, no puede decirse con propiedad que sean leyes dadas
man virtud, otros la denigran y la llaman vicio. Los filósofos oralmente, pues proceden de la naturaleza. Sin embargo,
no han encontrado aún el modo de remediar esto. Pues
como nos han sido comunicadas por Dios en las Sagradas
como no pudieron darse cuenta de que la bondad de las ac- Escrituras, tal y como veremos en el capítulo siguiente, sf
ciones consiste en esto, a saber, en su tendencia a la paz, y de nos está permitido darles con toda propiedad el nombre de
que la maldad consiste en esto, a saber, en su relación con la leyes. Pues la Sagrada Escritura es la palabra de Dios que con
discordia, edificaron una filosofía moral totalmente alejada el máximo derecho impera sobre todas las cosas.
dela ley moral e inconsistente consigo misma . Pues situaron
la naturaleza de las virtudes en una suerte de punto medio
entre dos extremos, y la naturaleza de los vicios en los extre-
mos mismos, lo cual es falso a todas luces. Pues atreverse es
una acción que se valora y que bajo el nombre defortitudo se
considera como virtud, aunque sea un extremo, si la causa
merece nuestra aprobación. De igual modo, la cantidad de
wia cosa dada, ya sea una cantidad grande, o pequeña, o
mediana, no produce la virtud de la liberalidad; lo que la
produce es la causa que me llevó a dar esa cosa. Similarmen-
te, no es una injusticia que yo dé de lo rrúo a una persona
más de lo que estrictamente le debo. Las leyes de naturaleza,
por tanto, son una suma de .filosofía moral, dela cual sólo he
mostrado aquí los preceptos que se refieren a nuestra pre-
servación contra aquellos peligros que sw-gen de la discor-
dia. Pero hay otros preceptos dela naturaleza racional, de los
cuales surgen otras virtudes . Pues también la templanza es
un precepto de razón, porque la intemperancia tiende a La
enfermedad y a la muerte. Y así ocurre también con la forta-
leza, es decir, la facultad de resistir con fümeza los peligros
4. QUE LA LEY DENATlJ!tALE.ZA &i UNA I l'Y DíV INA 101

l . La misma ley que es natural y moral suele también ser lla-


Capítulo4 mada divina, y no sin motivo . Ello es así porque la razón,
que es la ley de natmaleza, le es dada por Dios a cada hom-
Que la ley de naturaleza es un a ley div ina
bre pa ra que éste gobierne sus propias acciones, y porque los
preceptos de vida que de esto se derivan son los mismos que
aquellos que han provenido de la Majestad Divina como le-
yes de su reino celestial, y que nos han sido dados por Nues-
tro Señor Jesucristo y sus santos profetas y apóstoles. Por lo
tanto, lo que sirv iéndonos del razonamiento hemos estable-
cido más arriba acerca de la ley de naluraleza intentaremos
ahora confirmarlo en este capítulo recurriendo al testimo-
nio de la Sagrada Escritura.
2. Pero primero mostraremos aquellos pasajes en los
que se declarn que la ley divina tiene su asiento en la recta
].-La ley naturaly moral es divina. 2.-Lo que, en general,queda confir- razón. Salmo 37, 30-31: La boca de/justo habla snbidurfa,y
mado por la Escritura. 3.-Especialmente la leyfundamental de natura- su lengua profiere palabras de rectitud. Llevo en el corazón
leza, que busca la paz. 4.-También la primera ley de naturaleza, que or- la ley de su Dios. Jeremías 31, 33: Yopondré mi ley en ellos
dena abolir la posesión en comunidad de todas las cosas. 5.-También la y la escribiré en su corazón. Salmo 19, 8: La ley de Yavé es
segunda ley de r1aturaleza:respetar la confia11zadepositada. 6.-Tam-
bién la terceraley, acercade la gratitud. 7.-Tt11nbié11 la cuarta ley, que
perfecta, restaura el alma. Versículo 9: Los preceptos de Yavé
nos ordena hacemos útiles. 8.-También la quinta ley,sobrela misericor- son limpios, iluminan los ojos. Deuteronomio 30, 11: En
rlia. 9.-También la sexta ley, que dice que el castigoha de tener la mira verdad, esta ley que hoy te impongo no es muy difícil para ti
puesta exclusivamente en elfuturo. 10.-Tarnbiénqueda confirmada la ni es cosa que esté lejos de ti, etc. Versículo 14: La doctrina
séptima ley, contra la contumelia. 1l .-Tambié11la octava, contra la so- la tienes enteramente cerca de ti, la tienes e11 tu boca, en tu
berbia. 12.-También la novena ley, sobre la modestia. 13.-También la mente, para poder cumplirla. Salmo 119, 34: Dame entendi-
déci111a, contra la acepción de personas. 14.-También la undécima ley,
mie11topara que guarde tu ley. Versículo LOS:Tu palabra es
q11eordena poseer en co111ú11 aquellas cosas r¡11eno pueden dividirse.
15.-Tambié11la ley duodécima, sobre cosasque han de dividirsepor sor- para rnis pies una lámpara, ln luz de 111is pasos. Proverbios
teo. 16.-También la ley decimoquinta, sobre el nombramiento de un 9, 1O: Conocer al Santo, eso es inteligencia. Cristo mismo,
juez. 17.-También la ley decimoséptima,que manda que losjueces no re- promulgador de la ley, es llamado '.A,óyos(Juan l, 1). Ese
ciban recompensapor sus sentencias. 18.-También la ley decimoctava, mismo Cristo, en el versículo 9, es llamado la luz verdadera
acerca de los testigos. 19.-También la ley vigésima, contra la embria- que, viniendo a este mundo, ilumi11aa todo ho111bre· 1
• Todas
guez. 20.-Tnrnbién respectoa lo que se ha dicho:que la ley de naturaleza estas frases son descripciones de la recta razón, cuyos die-
es eterna. 21.-También, que las leyesde naturalezapertenecen a la con-
ciencia. 22.-También que las leyesde 11aturalezt1 pueden observarsecon
facilidad. 23.-Por último, con respectoa la reglapor la cual un hombre 4. Hobbes traduce: lux vera,illuniinansomnem homi11emvenientem in
puede saber si lo que va a hacer va contra la ley de naturaleza o no. himc m1mdum/ the true light, thnt lighteth every man tltat cometh in the
24.-La ley de Cristo es la ley de naturaleza. world. (N. del T.)
100
102 UllERTAD ~- QlJE l.A LEYDl!NATlJRALEZA ES lJNA LEYOIVINA 103

tados, como hemos visto más atrás, son las leyes de natura- paz, etc. 5 • Proverbios 3, 1-2: Hijo mío, no te olvides de 111is
leza. enseñanzas, conserva mis preceptos en tu corazón, porque le
3. Que esa ley que hemos establecido como ley funda- darán vida larga, largosdías de vida y prosperidad.
mental de naturaleza, a saber, la que dice que ha de buscarse 4. En lo que se refiere a la primera ley que ordena abolir
la paz, es también el compendio de la Ley Divina, queda de la posesión en comunidad de todas las cosas e introduce lo
manifiesto en estos pasajes: Romanos 3, 17: La justicia (qu e mío y lo tuyo, percibimos, en primer lugar, cuán contrario a
es la suma ley) es llamada senda de la paz. Salmo 85, 11: Se la paz es ese comunismo, leyendo las palabras de Abraham
dardn el abrazo lajusticia y la paz. Mateo 5, 9: Bienaventu- a Lot (Génesis 13, 8-9): Que no haya contiendas eutre los dos,
rados lospacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios. ni entre mis pastores y los tuyos, pues somos hermanos . ¿No
Y después que San Pablo, en el sexto capítulo de su Epístola tienes ante ti toda la región?Sepárate, pues, de mí, te lo rue-
a los Hebreos, último versículo, ha llamado a Cristo (que es go. [También lo vemos] en todos esos pasajes de la Escritura
legislador de la ley de que tratamos) Pontífice para siempre en los que se prohibe invadir a nuestros prójimos: No mata-
de la orden de Melquisedec, añade en el primer versículo del rás, 110 cometerás adulterio, no robarás, etc. Eslos manda-
capítulo siguiente: Este Melquisedecfue rey de Salem, sacer- mientos confirman la ley que distingue entre lo mío y lo tuyo,
rlote del Dios alt{sirno, ele. Y en el versículo 2: Se interpreta pues suponen que el derecho de todos los hombres a todas las
primero rey de justicia, y luego también rey de Salem, es de- cosasha de ser abolido.
cir, rey de paz. De donde resulta claro que Cristo, el Rey, S. Los mismos preceptos confirman la segunda ley de na-
pone juntas en su reino l.a just icia y la paz. Salmo 34, 15: turaleza, que ordena respetar la confianza depositada. Pues,
Aléjate del mal y haz el bien; buscay persigue la paz. Isaías 9, ¿qué significa la frase No invadirás el derecho de otra perso-
6-7: Porque nos ha nacido un niño, nos ha sido dado un hijo na, sino No tomarás posesión de lo que por contratoya ha de-
que tiene sobre su hombro la soberanfa, y que se llamará jado de ser tuyo? Mas esto queda expresamente dicho en el
maravilloso consejero, Dios Fuerte, Padre sempiterno, Pr{n- Salmo 15, l; al que pregunta: ¡Oh, Yavé!¿Quiéu es el que podrá
cipe de la paz. Isaías 52, 7: ¡Qué hermosos son sobre los habitar en tu tabernáculo?se le responde (versículo 4): el que,
montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae aun jurando en daño suyo, no se n1uda6 • Y Proverbios 6, l:
la buena nueva, que pregona la salvación, diciendo a Sión: Hijo mío, si salistefiador por tu prójimo, si has estrechado la
Reina tu Dios! Lucas 2, 14: En el nacimiento de Cristo, la mano del extraño, te has ligado cou tu pnlabm.
voz de quienes alaban a Dios diciendo: Gloi-iaa Dios en las 6. La tercera ley, que se refiere ala gratitud, queda confir-
alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. mada en estos pasajes: Deuteronomio 25, 4: ¡No pongas bo-
Y en Tsaías 53, 5, el Evangelio es llamado disciplina pacis. zal al buey que trilla!, texto que San Pablo (1 Corintios 9, 9)
Tsaías 59, 8: La justicia es allí llamad a camino de paz: No interpreta como algo que se está diciendo también de los
conocen los caminos de la paz, no hay en sus sendas justicia.
Miqueas (5, 4-5), hablando del Mesías, dice así: Se afirmará
5. Hobbes traduce: et crit istepax / and this man sha/1beyourpeace. (N.
y apacentará con la fortaleza de Yavéy con la majestad del del T.)
nombre de Yavé, su Dios;y habrá seguridad, porque su pres- 6. Hobbes traduce: qui jurat proximo suo, et no decipit/ He thnt swea-
tigio se extenderá hasta los confines de la tierra. Y así será la reth unto his neighbour.and disappointethhim 1zot.(N. del T.)
104 LIBERTAD 4 Ql'E LA LHY ()f SATURALEZA I'.\ l'!'IA l H lll\'IS.~ 105

hombres, y no sólo Je los bueye s. Proverbios 17, l 3: El que alcanzanin misericordia, o Levítico 19, 18: No te ve11gues)'
devuelve mal por bien 110 verá alejarse la desventura de su no guardes rencor contra los hijos de tu puel>lo.Pero hay
casa. Y Deuteronomio 20, 10- 11: Cuando te acercaresa una qui enes no sólo piensan que esta ley no queda probada en la
ciudad para atacarla, le brindarás la paz. Si la acepta y te Escritura, sino que es claramente desaprobada en ella; que
abre, Lagente de ella será hecha tributaria y te servirá. Pro- hay un castigo eterno reservado para los malvados de~pués
verbios 3, 29: No trames mal alguno contm tu prójimo mien- de su muerte, sin lugar ya para la enmienda o el ejemplo. Al-
tras él co11ffae11ti. gunos resuelven esta objeción respondiendo que Dios, a
7. Los sigu ien tes pre ceptos [de la Escritura] coinciden quien no ata ninguna ley, refiere todo a su gloria, pero que
con la cuarta ley: Éxodo 23, 4-5: Si encuentras el buey o el el hombre no debe hacerlo así; como si Dios, por de(irlo de
asno de tu enemigo perdidos, llévaselos.Si e11cue11trasel asno alguna manera, buscara su propia gloria en la muerte de un
de t11enemigo cafdo bajo la carga, 110pases de largo;ayúdale a pecador. Otra respuesta más acertada es que la institución
leva11tarlo.También (versículo 9): No hagáis datio al extran- del castigo eterno fue establecida antes de que hiciera pre-
jero. Proverbios 3, 30: No pleitees con nadie sin razón, si no te sencia el pecado, y sólo se propuso esto: que los hombres
ha /,echo agravio. Proverbios 15, 18: El iracundo promueve de testaran el pecado en el futuro.
contiendas, el que tarde se enoja aplaca las rencillas. Prover- 10. Las palabras de Cr isto confirman esla sép lima ley
bios 28, 24: Jlay amigos más afectos que un her111a110. Lo mis- (Mateo 5, 22): Peroyo os rligoque todo el que se irrita contra
mo es confirmado en Lucas 10, con la parábola del samarita- su hermano sercí reo de juicio; el que d11ere«raen>> sercí reo
no que se compad eció del judío que había sido herido por los a11teel Sa11edrí11 y el que dijere «loco» será reo de la gehemw
ladrones. También es confirmado por el precepto de Cristo delfuego. Proverbios l O, 18: El que esparce la difamació11es
(Mateo 5, 39): Peroyo os digo:No resistáisal mal, y si alguno 1111necio. Proverbios 14, 21: El que desprecio a s11prójimo
te abofetea en la mejilla derecha, dale tat11biénla otra. peca. Proverbios 15, 1: Una palabra dspera e11ciemlela cóle-
8. Entre los infinitos pasajes que confirman la quinta ley, ra. Proverbios 22, 1O:Arroja al petula11tey se arnlwrcilo co11-
cito aquí éstos: Mateo 6, 14-15: Si vosotrosperdonáis a otros tie11da,y cesará el pleito y la afrenta.
susfaltas, también os perdonará a vosotros vuestro Padre ce- 11. La oc tava ley, que ordena reconocer la igual<la<lnatu -
lestial. Pero si no perdonáis a los hombres las faltas suyas, ral, es decir, que ordena ser humild es, queda establecida en
tampoco vuestro Pc1dreosperdonará vuestrospecados. Mateo estos pasajes: Mateo 5, 3: Bienave11turadoslospobres de espí-
18, 21-22: Señor, ¿cua11tasveces he de perdonar a mi herma- ritu, porque suyo es el reino de los cielos. Proverbios 6, 16-1_ 9:
110si peca contra 111í?¿HasUIsiete veces?Dí celeJesús:No digo Seis cosas aborrece Yavé,y aun siete abo111i11c1 su alllla: O;os
yo hasta siete veces,sino hasta setenta vecessiete, esto es, to- altaneros,ele. Proverbios 16, 5: Aborrece Yavéal altivo decora-
7
ties r¡11oties• zón; pronto o tarde, no quedará si11castigo¡¡.Proverbios 11, 2:
9. Para la confirmació n de la sexta ley, basta con esos
pasajes que nos ordenan mostrar misericordia, como Ma-
8. Hobbe s traduce: Abo11111rn1io Domi11iest vm11isnrrog1111s:etiam si
teo 5, 7: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
m1111usaclmanw11fuerit, non est innocens/ fa1ery one t/1111
isproud, is a11
abominnt1011 joi11in hami,ht' s/,a/1m>ti>eu11-
unto tlieLord:tJ,ough1111ml
7. Todas las veces. (N. del T.) punisl1ed.(N. del 1:)
106 LIBERTAD 4. QUE LA LEYDE NA'! URALl'.l.Al!S UNA LEYDIVlN~ 107

Detrds de la soberbia viene la deshonra,con la modestia va la aquella s cosas que no pueden dividirse. Pero esa práctica
sabiduría. En Isaías 40, 3, donde se anuncia la venida del Me- aparece en todas partes: en el uso común de pozos, cami-
sías para preparar su reinado, dice así la voz que clama en el nos, ríos, cosas sagradas, etc . Si no, los hombres no podrían
desierto: Abrid una calzada a Yavé,allanad en la soledad ca- vivir.
mino a vuestro Dios. Que se rel1enentodos losvallesy se reba- 15. Ya dijimos en duodécimo lugar que era una ley de na-
jen todos los 1nontesy collados,lo cual, sin duda, se está di- turaleza que, cuando las cosas no pueden dividirse ni po-
ciendo a los hombres, y no a las montañas. seerse en común, han de dividirse por sorteo. Esto queda
12. Pero esa misma equidad que en noveno lugar hemos confirmado en la Escr itura con el ejemplo de Moisés, el cual,
mostrado que es una ley de naturaleza, la cual manda que por orden de Dios (Números 26, 55), dividió por sorteo en-
todos los hombres concedan a otros los mismos derechos tre las tribus las partes de la tierra promeLida. También lo
que se concederían a sí mismos, y en la cual se contienen to- vemos con el ejemplo de los Apóstoles (Hechos 1, 24), que
das las demás leyes, es la misma que Moisés establece (Leví- recibieron a Matías, y no a Justo , echándolo a suertes y di-
tico 19, 18): Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Y nuestro ciendo: Tú Señor,que conoceslos corazonesde todos,muestra
Salvador la llama la suma de la ley moral: Mateo 22, 36-40: a cuál de estos dos escoges,etc. Proverbios 16, 33 : En el seno
Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?Él le se echan suertes,pero es Yavéquien da In decisión. Y,Jo cual
dijo: Amarás al Señot; tu Dios, con todo tu corazón, con toda constituye la ley decimotercera, la sucesión le era debida a
tu alma y con toda tu mente. Éste es el más grande y primer Esaú, siendo el primogénito de Isaac, si él mismo no la hu-
mandamiento. El segundo, semejante a éste, es: Amarás al biera vendido (Génesis 25, 33) o si el padre no hubiera nom-
prójimo como a ti mismo. De estos dospreceptospenden toda brado a otro.
la leyy losprofetas. Pero amar a nuestro prójimo como a no- 16. San Pablo, escribiendo a los corintios ( 1 Corintios 6),
sotros mismos no es más que concederle lo que se nos con- reprende a los corintios de esa ciudad por acudir, para resol-
ceda a nosotros. ver sus litigios, a jueces infieles que eran enemigos suyos;
13. Por la décima ley se prohíbe la acepción de personas; y dice que es w1a falta el que no prelieran sufrir la injusticia y
y también se prohíbe en los pasajes siguientes: Mateo 5, 45: el fraude, al ir ello contra esa ley que no s manda ayudarnos
Para que seáishijos de vuestro Padre,que está en loscielos,que los w10s a los otros. Mas si ocurre que la co11troversia es
hace salirel sol sobremalosy buenos,etc. Colosenses 3, 11: No acerca de cosas necesarias, ¿qué hemos de hacer? El Apóstol
hay griego ni judío, circuncisiónni incircuncisión,bárbaro o habla así (versículo 5): Para vuestra confusión os hablo de
escita,siervo o libre,porque Cristo lo es todo en todos.Hechos este modo. ¿No ht1yentre vosotrosningún prudente capaz de
1O,34: Ahora reconozcoque no hay en Dios acepcióndeperso- serjuez entre hermanos? Mediante estas palabras el Apóstol
nas. 2 Crónicas 19, 7: No hay en Yavé,nuestroDios, iniquidad confirma esa ley de naturaleza que llamábamos decimo-
ni acepcióndepersonas, ni recibecohecho.Eclesiástico 35, 15: quinta, a saber: que cuando la cont rover sia no puede evitar-
Justoes el Señory no hay en Él acepcióndepersonas. Romanos se, ha de nombrarse un juez con el consentimien lo de ambas
2, l 1: Puesen Diosno hay acepciónde personas. partes; y que ese juez ha de ser una tercera persona, de tal
14. No sé si habrá algún pasaje de la Escritura que dé modo que ninguna delas partes litigantes (y ésta es la ley de-
apoyo a la ley undécima, la cual ordena poseer en común cimosexta) sea juez de su propia causa.
108 LIBERTAD
4. QUF. LA I EY DE NATURALEZAES UNA LEY O!VINA 109

17. Que el juez o árbitro no debe recjbir recompensa al- 20. Lo que hemos dicho en el capítulo anterior, que la ley
guna por su sentenc ia, que es la ley decimoséptima, queda de naturaleza es eterna, queda también probado en Mateo 5,
de manifiesto en Éxodo 23, 8: No recibas regalos,que ciegan 18: En verdad os digo que antes pasarán el cieloy la lierm que
a los prudentes y tuercen la justicia. Eclesiástico 20, 3 l: Re- falte una jota o una tilde de la ley hasra r¡uetodo se cumpla; y
galosy dones ciegan los ojos de los sabios. De donde se sigue en el Salmo 119, 160: Todos los decretosde tu boca son para la
que el juez no debe estar más ob ligado a una parte que a eternidad.
otra, lo cual constituye la Jey decimonovena, también con- 21. También hemos dicho que las leyes de naturaleza se
firmada en Deuteronomio 1, 17: No atenderéis en vuestros refieren principalmente a la conciencia, es decir, que es justo
juicios a la apariencia de las personas; oíd a los pequeños aquel que hace todo lo posible por cumplirlas. Y aunque un
como a los grandes; y tambié n queda confirmada en todos hombre ordenase todas sus acciones para ajustarse n la obe-
esos pasajes que se han citado en contra de la acepc ión de diencia externa de lo que la ley manda, pero no por la ley
personas. misma, sino por miedo a algún castigo anejo a ella o por va-
18. Que a la hora de juzgar w1 hecho han de tenerse testi- nagloria, dicho hombre seda injusto. Estas do s cosas que-
gos, lo cua l constituye la ley decimoctava, es algo que la Es- dan probadas por las Sagradas Escritura s. La primera, en
critw-a no sólo confirma, sino que también requiere que Isaías 55, 7: Deje el implo sus caminos,y el 1nalvadosuspensa-
haya más de uno. Deuteronomio 17, 6: Sólo sobre la palabra mientos,y vuélvase a Yavé,que tendrá de él misericordia;y en
de dos o tres testigosse condenará a muerte al que haya de ser Ezequiel 18, 31:Arrojad de sobre vosotrostodas las iniquidades
co11de11ndo. Lo mismo se repite en Deuteronomio 19, 15. que cometéis y haceos un corazón nuevo y un espfritu nuevo.
19. La embria guez, que hemos puesto en último lugar en ¿Porqué habéis de querer mori1;casa de Israel?Por estos pasa-
nuestra enu mera ción de los quebrantamientos de la ley na- jes y otros similares podemos entender suficientemente que
tural po rque impide que hagamos recto uso de la razón, tam- Dios no castigará los hechos de quienes tienen un corazón
bién queda prohibida en la Sagrada Escritura por el mismo justo. La segunda queda probada en Isaías 29, 13-14.Puesque
motivo. Proverbios 20, 1: El vino es petulante, y los licores,al- estepueblo se me acercasólo de palabray me honra sólo co11los
borotadores; el que por ellos va haciendo eses no hará cosa labios, mientras que su corazón está lejos de mi[ ...], voy a ha-
buena. Y Proverbios 31, 4-5: No está bien a los reyes beber cer,etc.; en Mateo 5, 20: Porqueos digo que, si vuestrajusticia
110 supera a la de los escribasy fariseos, 110 e11tratéis
en el reino
vino; si no, beben y se olvidan de las leyesy pervierten el dere-
cho de los afligidos. Mas para que sepamos que la malicia de de los cielos. Y en los versículos siguientes, nuestro Salvador
este vicio no consiste formalmente en la cant idad de lo que les explica cómo los mandamientos de Dios son quebranta-
se bebe, sino en que la bebida destruye eljuic.ioylarazón, se dos, no sólo por las malas acciones, sino también por la inten-
dice en el versículo siguiente: El licordadlo a los miserables,y ción. Pues los escribas yfariseos observaban exteriormente la
el vino a los afligidos. Que bebiendo olviden su miseria y no se ley con el máximo escrúpulo, pero sólo por vanagloriarse; si
acuerden más de sus afanes. Cristo hace uso de las mismas no, la habrían violado. Hay en la Escritura innumerables pa-
razones cuando prohfüe la embriaguez (Lucas 21, 34): Estad sajes en los que se pone clarísimamente de manifiesto que
atentos, 110 sea que se emboten vuestros corazonespor la crá- Dios, tanto en las buenas como en las malas acciones, tiene en
pula y la en-1briaguez. cuenta la intención más que los hechos mismos.
110 LIBERTA
D

22. Que la ley de naturaleza puede cumplirse fácilmente


es algo que el mismo Cristo declara (Mateo 11, 28-29-30):
Poder
Venid a mí, etc. Tomad sobrevosotrosmi yugo y aprended de
mí, etc., pues mi yugo es blandoy mi cargaligera.
23. Por último, la regla que yo he enunciado, por la cual
un hombre puede saber silo que va a hacer va o no va contra
la ley de naturaleza, esto es, la regla que dice «no harás a otro
lo que no quieres que te hagan a ti», es pronunciada casi con
idénticas palabras por nuestro Salvador (Mateo 7, 12): Por
eso,cuanto quisiereisque os hagan a vosotrosloshombresha-
cédselo vosotrosa ellos.
24. Así como la ley de naturaleza es divina en su totali-
dad, así también la ley de Cristo, por conversión (lo cual
queda completamente explicado en los capítulos 5, 6 y 7 del
Evangelio de San Mateo), es también la doctrina de la natu-
raleza, excepto la que ordena no casarse con la mujer que ha
sido expulsada por adulterio, mandamiento que Cristo adu-
jo contra los judíos que no interpretaban correctamente la
ley mosaica como explicación de la ley divina positiva. Digo
que toda la ley de Cristo queda explicada en los capítulos
mencionados, no toda la doctrina de Cristo; pues la fe es
parte ele la doctrina cristiana, aunque no está comprendida
bajo el título de ley. Pues las leyes se hacen y se dan en refe-
rencia a las acciones que se siguen de nuestra voluntad, no
en referencia a nuestras opiniones y creencias, las cuales, al
caer fuera de nuestro control, no se siguen de la voluntad .

..
Capítulos
De las causas y generación del Estado

I.-Que las leyes de naturaleza no son suficientespara preservar la paz.


2.-Que las leyes de naturaleza s011silenciadas en un estado 11a1ural.
3.-Que la seguridad de vivir conforme a las leyes de 11nlt1raleza
consiste
en el acuerdode muchos. 4.-Que el acuerdo de muchos no es suficiente-
mente constantepara preservar una paz duradera. 5.- Porqué elgobier-
no de algunosbrutosse mantiene basadosolame111e en la concordia,y 110
sucedeasí con el de los hombres. 6.-Que no sólo el acuertlosino también
la unión son requeridospara establecerla pnz entre los hombres. 7.-Qué
es una unión. 8.-En una unión, el derechode todos los hombresse trans-
fiere a uno. 9.-Qué es una sociedad civil. 10.-Qué es una persona civil.
11.-Qué es tenerelpoder supremo,y qué essersúbdito. 12.-Dosclasesde
ciudades:la ciudad naturaly la ciudad por i11s1itución.

1. Es de suyo manifiesto que las acciones de los hombres


proceden de la voluntad y ésta de la esperanza y el miedo; de
tal modo, que cuando los hombres ven que un bien más
grande o un mal más pequefio recaerá sobre ellos si violan
las leyes en lugar de observarlas, Lasviolarán de buen grado.
Por lo tanto, la espera nza que tiene todo hombre de alcanzar
su seguridad y autopreservación consiste en esto: en que, ya
sea por la fuerza o haciendo uso de artimañas, pueda ganar-
le la partida a su prójimo, abiertamente o recurriendo a es-
IJ 3
114 PODER 5. DE LASCAUSASY GP.NERACIÓNOE.LESTADO 115

tratagemas. De lo cuaJ deducimos que las leyes naturales, ciona una tal seguridad. Para esto, no puede imaginarse
aunque sean bien entendidas, no garantizan instantánea- sino que cada hombre se provea de los auxilios necesarios
mente el que todo hombre las practique; y, en consecuencia, para que la invasión de unos a otros se convierta en algo tan
que mientras no se tomen precauciones contra la invasión peligroso que todos piensen que es mejor abstenerse que
de otros, quedará en cada hombre el mismo derecho primi- atreverse. Pero está claro, antes de nada, que el acuerdo es-
tivo a auto defenderse por todos los medios de que pueda ha- tablecido entre dos o tres persona s no puede hacer que se
cer uso, es decir, el derecho a todas las cosas, o derecho de logre tal seguridad. Por lo tanto, y a fin de que pueda obte-
guerra. Y para cumplir la ley naturaJ, será suficie nte con que nerse la seguridad deseada, es necesario que el número de
un hombre esté mentalmente predispuesto a abrazar la paz los que establecen el acuerdo de ayudarse mutuamente sea
cuando ésta pueda obtenerse. tan grande que el que algunos vengan a añadirse al bando
2. Es un dicho sabido que inter arma silereleges,es decir, contrario no sea de importancia suficiente como para ase-
que todas las leyes se silencian en tiempo de guerra. Y esto es gurarse la victoria.
verdad no sólo respecto a la ley civil, sino también respecto a 4. Po r muy alto que sea el número de quienes se juntan
las leyes naturales, no referido a la mente de los hombres, para defonderse, si no acuerdan entre ellos hacer uso del me-
sino a sus acciones (véase capítulo 3, artículo 27) . Estamos dio óptimo para conseguirlo, sino que cada uno decide ha-
hablando de una guerra de todos contra todos; tal es el esta- cer las cosas a su manera, no se logrará nada. Pues al estar
do de mera naturaleza, si bien en la guerra de una nación divid idos en sus opiniones, se estorbarán los unos a los
contra otra solía observarse un cierto procedimiento. Y así otros; o si se han puesto de acuerdo suficientemente para
en aquellos primeros tiempos había una manera de vivir, un alguna acción con la esperanza de victoria, despojo o revan-
como tipo de economía que llamaban 11.11cr-rptKr¡v, rapto vi- cha, y luego se da en ellos una diversidad de opiniones y con-
vere,es decir, vivir de la rapiña; lo cual no iba ni contra la ley sejos, o son víctimas de la emulación y envidia que general-
de naturaleza (tal era entonces el estado de cosas) ni estaba mente enfrenta a los hombres, quedarán tan separados y
ausente de gloria para quienes vivían esa vida con valor, no desgarrados los unos de los otros que ni se ayudarán mutua-
con crue ldad. La costumbre de aquellas gentes era , después mente ni desearán la paz, excepto cuando les obligue a eUo
de haberse apoderado de todo, perdonar la vida del expolia- algún temor común. De esto se sigue que el acuerdo de mu-
do y abstenerse de quitarle los bueyes que podían arar y las chos -el cual sólo consiste, según hemos definido en la sec-
herramientas de labranza. Lo cual no debe interpretarse ción anterior, en que dirijan todas sus acciones al mismo fin
como si fuera algo que hacían obligados por la ley de natu- y al bien común-, es decir, la asociación que procede única-
raleza; lo hacían más bien en consideración a su propia glo- mente dela ayuda mutua, no procura esa seguridad que bus-
ria, no fuera que por su excesiva crueldad se sospechara que can quienes se juntan y acuerdan actuar en conformidad
eran culpables de miedo. con las ya mencionadas leyes de natw-aleza. Ha de hacerse,
3. Por lo tanto, corno el ejercicio de la ley natural es nece- pues, algo más: que aquellos que consintieron en buscar la
sario para la preservación de la paz, y como para el ejercicio paz y la ayuda mutua en aras del bien común puedan ser, por
de la ley natural no es menos necesario tener seguridad, miedo, refrenados de disentir otra vez cuando sus intereses
merece la pena que consideremos qué es Jo que nos propor- privados parezcan discrepar del bien común.
116 PODER 5. DE LASCAUSASY GENERACIÓNDELESTADO 117

5. Entre los animales que él llama políticos, Aristóteles vil. En cuarto lugar, a estas criaturas irracionales, cualquiera
no sólo incluye al hombre, sino también otros varios anima- que sea el modo en que hagan uso de la voz para comunicar-
les como la hormiga, la abeja, etc., los cuales, aunque están se sus afectos, les falta ese ai·te de hablar que se requiere para
desprovistos de una razón con la que establecer contratos y que tengan lugar esas mociones del alma según las cuales el
someterse a un gobierno, alcanzan, sin embargo, un consen- bien se presenta mejor, y el mal peor de lo que en verdad son.
so por el procedimiento de seguir todos o evitar todos las Pero la voz humana es una trompeta de guena y sedición; y
mismas cosas. Y dirigen sus acciones a un bien común, de tal se dice ie Pericles que sirviéndose de sus elegantes discursos
modo que su unión no corre el riesgo de ser afectada por se- producía truenos y relámpagos, llegando a confundir a toda
diciones de ningún tipo . Sin embargo, el hecho de que se Grecia. En quinto lugar, las criaturas irracionales no pueden
reúnan no constituye un gobierno civil, y por ello a esos ani- distinguir entre injuria y daño; de lo cual proviene el que,
males no debería llamárseles políticos; pues su gobierno es mientras les vaya bien, no censuran a sus prójimos. Pero los
solamente un acuerdo de muchas voluntades que concurren hombres que causan mayores problemas para la república
en un objeto, y no (como es necesario en el gobierno civil) son aquellos que disponen de mayor tiempo libre para estar-
una sola voluntad. Desde luego, es verdad que en esas cria- se sin hacer nada; pues normalmente no aspiran a ocupar
turas que viven guiadas solamente por el sentido y el apetito puestos públicos hasta que no han logrado vencer el hambre
su acuerdo es duradero, y no se necesita de nada más para y el frío. Por último, el acuerdo que se establece entre esas
asegurarlo y conservar así la paz entre ellos que su mera in- criaturas irracionales es un acuerdo natural, mientras que el
clinación natural. Pero entre los hombres el caso es diferen- de los hombres se hace por contrato solamente, es decir, que
te. Pues, en primer lugar, entre ellos hay competencia por es artificial. No es, por tanto, de extraüar que ese acuerdo les
adquirir honor y preferencia; entre las bestias no hay nada sea a los hombres más necesario para que consigan vivir en
de eso . De lo cual proviene el que entre los hombres tengan paz. De donde se dedu .ce que el acuerdo o asociación con-
lugar el odio y la envidia, de los cuales surgen la sedición y la tractual no basta para producir esa seguridad que se requie-
~erra. Entre las bestias no existe esto. En segundo lugar, el re para el ejercicio de la justicia natural; hace falta que haya
apetito natural de las abejas y otras criaturas semejantes es un poder común en virtud del cual los individuos particula-
siempre igual en todos los individuos; y todos desean el bien res sean gobernados por miedo al castigo.
común, el cual, para ellos, no difiere de sus respectivos bie- 6. Por lo tanto, como el acuerdo entre muchas voluntades
nes privados. Pero muy rara es la ocasión en que un hombre no es suficiente para preservar la paz y para conseguir una
estima como bueno algo cuyo disfrute no le ponga en una defensa duradera, se requiere que en aquellos asuntos nece-
posición más alta que la que ocupan los demás. En tercer la- sarios que se refieren a la paz y a la autodefensa haya una sola
gar, las criaturas que están desprovistas de razón no ven nin- voluntad entre los hombres. Pero esto no puede lograrse , a
gún defecto, o piensan que no ven ninguno, en la adminis- menos que cada hombre someta su voluntad a la de otro, ya
tración de sus repúblicas; pero en una multitud de hombres, sea este otro un individuo o un concejo; y que cualquiera
hay muchos que, suponiéndose más sabios que otros, inten- que sea la voluntad de éste en asuntos necesarios para la paz
tan innovar; e innovadores diversos innovan de diversas común, sea aceptado por las voluntades de todos los hom-
maneras,lo cual no es otra cosa que mero frenesí y guerra ci- bres en general, y de cada uno en particular. Ahora bien, la
118 PODER 5. DE LASCAUSASYGENERACIÓN DEL ESTADO 119

reunión de muchos hombres que deliberan acerca de lo que do que es una persona cuya voluntad, por acuerdo de mu-
ha de hacerse o no ha de hacerse para lograr el bien común chos hombres, ha de tomarse como si fuese la voluntad de
de todos los hombres es lo que llamo un concejo. todos; de tal modo que dicha persona puede hacer uso
7. Esta sumisión de las voluntades de todos esos hombres de todo el poder y de todas las facultades de cada persona
a la voluntad de un solo hombre o de un concejo es realizada particular para mantenimiento de la paz y para defensa
cuando cada individuo se obliga, por un contrato con todos común .
y cada uno de los demás, a no resistirse a la voluntad del 10. Mas aunque toda ciudad es una persona civil, no toda
hombre o del concejo al que ya se ha sometido; esto es, que persona civil es una ciudad; pues puede suceder que muchos
no le niega el uso de sus bienes y de su poder contra cuales- ciudadanos, con permiso de la ciudad, se junten en una per-
quiera otros hombres en absoluto; pues se supone que retie- sona para hacer ciertas cosas. Estos ciudadanos serán ahora
ne todavía el derecho a defenderse contra la violencia. Y esto personas civiles; así sucede con las compañías de mercade-
es lo que llamarnos unión.Y entendemos que ésa es la volun- res y otras asociaciones. Pero no son ciudades, porque no se
tad del concejo, la cual es la voluntad de la mayor parte de los han sometido a la voluntad de la compañía completamente
hombres de que el concejo consta. y en todas las cosas, sino sólo en ciertas cosas determinadas
8. Pero aunque la voluntad no sea en sí misma voluntaria, por la ciudad, y en términos tales que les resulta legal a cada
sino solamente el principio de acciones voluntarias (pues no uno de ellos discrepar de Ja cofradía o asociación, cosa que
queremos querer, sino hacer),y sólo en mínima medida cai- en modo alguno le es permisible a un ciudadano con respec-
ga en el ámbito de la deliberación y el acuerdo, sin embargo to a la ciudad misma. Estas asociaciones, por tanto, son per-
aquel que somete su voluntad a la voluntad de otro transfiere sonas civiles subordinadas a Ja ciudad.
a ese otro el derecho de hacer uso de sus propias fuerzas y fa- 11. En toda ciudad, de ese hombre o concejo a cuya vo-
cultades. Hasta tal punto, que cuando todos los demás han luntad cada individuo particular ha sometido su voluntad
hecho lo mismo, aquel a quien se han sometido tiene tanto del modo que ya se ha declarado se dice que tiene el poder
poder que puede hacer que las voluntades de los individuos supremo,o mando principal, o dominio. Y ese poder y dere-
particulares lleguen, por tem or a dicho poder, a la unidad y cho de mandar consiste en esto: en que cada ciudadano ha
la concordia. transferido toda su fuerza y poder a ese hombre o concejo.
9. Pues bien , una wlión así lograda recibe el nombre de Para hacer tal cosa, como ningún hombre puede transferir
ciudad o sociedad civil; y también de persona civil. Porque su poder de un modo natural, le basta con renunciar a su de-
cuando hay una voluntad de todos los hombres, debe ser recho de ofrecer resistencia. Cada ciudadano , como también
tomada como si fuera una persona; y por la palabra una de- cada persona civil subordinada, se llama súbdito de aquel
bemos entender que es distinta y separada detodos los hom- que tiene el mando principal.
bres particulares, una entidad que tiene sus propios dere- 12. Por lo que se ha dicho, ha quedado suficientemente
chos y propiedades. Hasta tal punto, que ningún ciudadano mostrado de qué modo y por cuáles grados muchas perso-
en particular, ni todos juntos (si exceptuamos a aquel cuya nas naturales, por su deseo de preservarse y por su miedo
voluntad representa la voluntad de todos), han de ser toma- mutuo, han llegado a juntarse en una persona civil a la cual
dos como ciudad. Podemos, pues, definir una ciudaddicien- hemos llamado ciudad. Pero quienes por miedo se someten
120 PODER

a otro o bien se someten a aquel a quien temen o a otro que


esperan que les proteja. Actúan del primer modo quienes Capítolo6
son vencidos en la guerra, para evitar así ser ejecutados; y Del derecho de quien, ya se trate
actúan del segundo modo quienes todavía no han sido ven- de una asamblea o de un hombre,
cidos y quieren evitar serlo. El primer modo recibe su prin- tiene el poder supremo en el Estado
cipio del poder natural, y puede ser llamado el comienzo na-
tural de una ciudad; el segundo proviene del consejo y
constitución de aquellos que se reúnen, y es llamado co-
mienzo por institución. De aquí el que haya dos clases de
ciudades: una es natural, como ocurre en el caso de la ciudad
paternal y despótica; la otra es institutiva y puede también
llamarse política. En la primera, el señor adquiere para sí
tantos ciudadanos como desee; en la otra, los ciudadanos,
por voluntad propia, nombran a un señor para que rija so-
1.-No puede atribuirseningún derechoa una multitudfu erade la socie-
bre ellos, ya sea dicho señor un hombre o una asamblea de dad civil, ni a ninguna acciónen la que los miembrosde dicha multitud
hombres, a los cuales se les dota del mando principal. Ha- no han consentidoformalmente. 2.-El comienzode una ciudad esel de-
blaremos primero de una ciudad política o por institución, rechode la mayorfa que está en acuerdo. 3.-Que todo hombreretiene el
y después de una ciudad natural. derechodeprotegersea si mismo segúnse lo dicte su propiojuicio, mien-
tras no se le hayan dado garamfas de seguridad. 4.-Que se necesitaun
poder coercitivopara lograrseguridad. 5.-Qué es la espada de lajusti-
cia. 6.-Que la espadade lajusticia pertenecea quien ostentaelpodersu-
premo. 7.-Que la espadade la guerra tambiénpertenece a él. 8.-El po-
der dejudicatura pertenecea él. 9.-También elpoder legislativoessuyo.
10.-Que el nombramientode magistradosy ministrostambién le corres-
ponde a él. 11.-También le correspondea él el examen de las doctrinas.
12.-Haga lo que haga, no se le podrá castigar. 13.-Que tiene un poder
absolutoconcedidopor sus ciudadanos,y qué proporci6nde obedienciale
es debida. 14.-Que 110 está obligadoa observarlas leyes de la ciudad.
15.-Que nadie puede reclamar ninguna cosa comopropiedad suya, en
contradel que tiene elpoder supremo. 16.-Las leyescivilesdeterminan
qué es un robo,qué es un asesinato,qué es un adulterioy qué es una inju-
ria. 17.-La opinión de quienes quisieran constituir una ciudad donde
ninguno estuviese investido de un poder supremo. 18.-Las notas de la
suprema autoridad. 19.-Si se comparala ciudad con un hombre, quien
tiene elpodersupremoesa la ciudad lo que el alma humana esal hombre.
20.-Que el poder supren-10 no puede ser legalmentedisueltopor acuerdo
entreaquellospor cuyoscontratosse ha constituido.
121
122 PODER
6. DELDERECHODE QUlENTI ENEELPODERSUPREMO
123
l. Hemos de considerar, en primer lugar, qué es una multi-
uno de los cuales tiene su propia voluntad y su juicio par-
tud* de hombres que se asocian libremente. Tal asociación
ticular acerca de cualquier asunto que se le presente. Y aun-
no constituye un solo cuerpo, sino muchos hombres, cada
que mediante contratos particulares puede cada hombre te-
,. La doctrina del poder de una ciudad sobre sus ciudadanos depende ner su personal derecho y propiedades, de tal modo que
casi enteramente de que entendamos la diferencia que existe entre una aunque uno de ellos pueda decir esto es mío y el otro esto es
multitud que gobierna y una multitud gobernada. Pues tal es la natura- suyo, no hay ninguna cosa de la cual la multitud entera,
leza de una ciudad, que una multitud o agrupación de ciudadanos no como pt>rsonadistinta de cada hombre particular, pueda de-
sólo puede tener el mando, sino que también pue~e estar_sujeta ~ ser
mandada; pero en sentidos diversos. Creo que esa diferencia quedo s_u- cir con derecho esto es mío. Tampoco hemos de atribuir nin-
ficientemente explicada en el primer artículo. Mas en vista de las obJe- guna acción a la multitud como cosa suya. A menos que to-
ciones que muchos han puesto a lo que sigue, empiezo a pensar que no dos o la mayoría de sus componentes consientan en esa
ha sido así. Por lo tanto me parece oportuno, para que la explicación sea acción, no habrá una sola acción, sino tantas como hom-
más completa, añadir aquí estas pocas cosas:
bres. Pues aunque en algunas grandes sediciones se suele de-
Por multitud, al ser un término colectivo, hemos de entender más de
un hombre; de manera que w1a multitud de hombres es lo mismo que cir que el pueblo de esa ciudad se ha levantado en armas, eso
muchos hombres. La misma palabra, alser de número singular, significa sólo es verdad aplicado a aquellos que han tomado las armas
una cosa en singular, a saber, una multitud. Pero en ninguno de los dos o han consentido en ello.
sentidos puede entenderse que una multitud tiene una voluntad que le es Pues la ciudad, que es una persona, no puede levanlarse
dada por naturaleza, sino que a cada uno le ha dado una diferente. Por lo
tanto no hay ninguna acción que pueda ser atribuida a la multitud como
en armas contra sí misma. Por Jo tanto, cualquier cosa que es
tal. De lo cual se deduce que una multitud no puede prometer, contratar, hecha por la multitud debe entenderse que es hecha por to-
adquirir derecho, ceder derecho, actuar, tener, poseer, etc., a menos que dos y cada uno de los que la constituyen; y aquel que estando
cada individuo se tome separadamente, hombre por hombre, de tal en la multitud no ha consentido en esa acción ni ha dado su
modo que por fuerza resulte haber tantas promesas, contratos, derechos ayuda a lo realizado por ella debe decirse que no ha hecho
y acciones como individuos. Por consiguiente, una multitud no es una
persona natural. Pero si esa misma multitud contrata entre sí que lavo- nada. Además, en una multitud que todavía no ha sido redu-
luntad de un hombre, o la coincidencia de voluntades de la mayor parte, cida a una persona de la manera que hemos dicho permane-
sea tomada como la voluntad de todos, entonces la multitud se convierte ce ese mismo estado de naturaleza en el que todas las cosas
en una persona. Pues se le asigna una voluntad, y pue~e.realizar acc!ones pertenecen a todos los hombres; y no hay lugar para el
voluntarias tales como dar órdenes, hacer leyes, adqumr y transfenr de-
rechos, etc.; y entonces se le llama «pueblo» con mayor frec~encia que meum y el tuuu-1,lo cual es llamado dominio y propiedad,
«multitud» . Debemos, pues, hacer esa distinción. Cuando decimos que el por Ja sencilla razón de que todavía no existe esa seguridad
pueblo, o la multitud de voluntades, da ór~enes o h~ce alguna cosa, se que hemos declarado más arriba que es requisito necesario
entiende que es la ciudad la que manda, quiere y actúa por voluntad de para Japráctica de las leyes naturales.
una persona o por concurrencia de voluntades de más pers_onas- lo cual
2. Después hemos de considerar que cada individuo de la
no puede lograrse sino en asamblea. Pero aquello que _se~ce que es he-
cho por una multitud de hombres, sea grande o pequena, sm la voluntad multitud, por cuyo medio puede haber un comienzo en
de ese hombre o asamblea de hombres, se entiende que es hecho por gen- la formación de la ciudad, tiene que acordar con los demás
tes súbditas, es decir, por muchos ciudadanos particulares; yno procede que en aquellos asuntos que sean propuestos por alguno de
de una voluntad, sino de djversas voluntades de hombres diversos que la asamblea, sea recibida como si fuese voluntad de todos la
son ciudadanos y súbditos, pero que no son una ciudad.
decisión que reciba la aprobación de la mayoría; pues de
124 PODER 6. DELDERECHODE QUI.ENTIENE El PODEll SUPllfil,.JO 125

otro modo no habrá voluntad de una multitud de hombres proclives son los hombres a cumplir el deber por el deber y a
cuyas voluntades y votos sean tan dispares. Pues bien, si al- guardar sus promesas cuando desaparece la amenaza del
guno no está de acuerdo con los demás, los demás con~titui- castigo. Por lo tanto, hemos de procurarnos nuestra seguri-
rán la ciudad sin él. De lo cual viene a suceder que la cmdad dad no mediante contratos, sino recw-riendo a castigos. Y
retiene su derecho contra el disidente, esto es, el derecho de estaremos suficientemente prevenidos cuando los castigos
hacer la guerra contra un enemigo. designados para cada injuria sean tan grandes que cometer
3. Pero como ya se dijo en el capítulo anterior, artículo una injuria acarree un mal mucho mayor que no cometerla.
sexto, que para la seguridad de los hombres se requería no Pues todos los hombres, por necesidad natural, prefieren
solamente que estuviesen de acuerdo entre ellos, sino que aquello que se les presenta como menos malo.
sometiesen sus voluntades en cosas necesarias para la de- 5. Pues bien, ha de entenderse que el derecho a castigar se
fensa y la paz; y como también se dijo que en esta unión y le concede a cualquier individuo cuando los demás se ponen
sujeción consistía la naturaleza de una ciudad, hemos de de acuerdo en no ayudar al que va a ser castigado. Llamo a
determinar ahora cuáles cosas, de entre todas aquellas que este derecho la espadade lajusticia. Pero en general esta cla-
pueden ser propuestas, discutidas y establecidas por una se de con.tratos sólo es suficientemente respetada por los
asamblea de hombres cuyas voluntades se contienen en la hombres hasta que no les toca sufrir el castigo a ellos o a sus
voluntad de la mayoría, son necesarias para la paz y defensa amigos.
comunes. Mas antes que ninguna otra cosa, se necesita para 6. Por lo tanto, para seguridad de los individuos particu-
la paz que un hombre esté protegido contra la violencia de lares y, consecuentemente, para lograr la paz común, es ne-
otros hasta el punto de poder vivir con garantías de seguri- cesario que el derecho a usar la espada del castigo sea trans-
dad; es decir, que no tenga justo motivo para temer a otros ferido a algún otro hombre o concejo; ese hombre o concejo
mientras no les cause injuria. Desde luego, es imposible ha- ha de entenderse necesariamente que tiene con derecho el
cer que los hombres estén tan completamente a sal~o _de poder supremo en la ciudad; y él es el que con derecho casti-
dañarse mutuamente que no puedan herirse o matarse lllJU- ga según su propio arbitrio, y el que con derecho obliga a to-
riosamente; por lo tanto, esto no cae dentro de nuestra deli- dos los hombres a hacer lo que él quiera. Un poder mayor
beración. Pero sí puede cuidarse de que no haya justo moti - que el suyo no puede in1aginarse.
vo de temor. La seguridad es eJfin por el que los hombres se 7. Pero en vano reverencian la paz en su propio país q uie-
someten a otros. Si la seguridad no se obtuviera así, ningún nes no pueden defenderse contra los extranjeros; y es impo-
hombre se sometería a nadie ni abandonaría su derecho a sible que puedan protegerse contra los extranjeros aquellos
todas las cosas. cuyas fuerzas no están unidas. Y por lo tanto es necesario
4. Para obtener esta seguridad, no basta con que cada para la preservación de los individuos que haya algún con-
uno de los que están formando una ciudad establezca ~ cejo o algún hombre que tenga el derecho de armar, reclutar
convenio con los demás, acordando verbalmente o por escri- y unir a los ciudadanos en todos los momentos de peligro y
to no robar,no matar y observar otras leyes semejantes. Pues en todas las ocasiones en que sea necesario para la defensa
la depravación de la condición humana es a todos manifies- común contra el número y la fuerza de los enemigos; y [este
ta, y por experiencia sabernos demasiado bien cuán poco hombre, o concejo] ha de tener también el derecho de hacer
PODER 6. DEL DERECHO DEQUIENTIENE EL PODERSUPREMO 127
126

la paz con ellos siempre que lo estime oportuno. Hemos, qué honesto y qué deshonesto; qué bueno y qué malo. En re-
pues, de entender que esos ciudadanos en particular han sumen : qué es lo que debe hacerse en el curso ordinario de
transferido todo su derecho de hacer la guerra y la paz a un nuestra vida. Pero esas reglas y medidas suelen llamarse le-
hombre o a un concejo; y que este derecho que podemos lla- r_esciviles, o leyes de la ciudad, al ser órdenes de aquel que
mar la espada de la guerra pertenece al mismo hombre o tiene el poder supremo en la cuidad. Y las leyes civiles (defi-
concejo al que pertenece la espada de la justicia. Pues nin- námoslas) no son otra cosa que los mandatos de quien tiene
gún hombre puede con derecho obligar a otros a tomar las la autoridad principal en la ciudad, para dar dirección a las
armas y correr los riesgos de la guerra, excepto aquel que accionesfuturas de sus ciudadanos.
con derecho puede castigar al que no obedece. Por lo tanto, 10. Como los asuntos de la ciudad, tanto los que se refie-
ambas espadas -la de la guerra y la de la justicia- pertene- ren ala guerra como los de la paz, no pueden ser administra-
cen, por la constitución misma de la ciudad , y esencialmen- dos todos por un hombre o concejo, sin ministros y magis-
te, aljefe supremo. trados subordinados; y como pertenece a la paz y la defensa
8. Pero como el derecho de la espada no es otra cosa que común que aquel a quien con justicia le corresponde juzgar
el poder de usar la espada según la voluntad del que manda, acerca de las contrnversias busque consejo de quienes le ro-
de ello se sigue que juzgar acerca de su uso correcto pertene- dean para ser prudente en la guerra y procure en toda oca-
ce también a la misma persona; pues si el poder de juzgar es- sión el beneficio de la ciudad, es razonable que [dichos mi-
tuviese en unas manos, y el poder ejecutivo en otras , nada nistros y consejero s] dependan de y sean escogidos por el
podría hacerse . En vano dictaría juicio aquel que no pudiera que tiene el mando supremo en la guerra y en la paz.
ejecutar sus mandatos; y si los ejecutase recurriendo al po - 11. Es manifiesto que todas las acciones voluntarias tie-
der de otro, no podría decirse que el que tiene el poder de la nen su origen en la voluntad y dependen necesariamente de
espada es él, sino ese otro del cual él es sólo sirviente . Por lo e~la; y que la voluntad de hacer u omitir algo depende del
tanto, todo juicio que tiene lugar en la ciudad corresponde al bien o el mal, dela recompensa o el castigo que se piense que
que tiene las espadas, es decir, al que tiene la autoridad su- serán el resultado de dicha acción u omisión; de tal modo
prema. que l~s ~cciones de todos los hombres son gobernadas por
9. No es menos conducente a la paz, sino todo lo contra- las_opnn~nes que ~enga cada uno. De lo cual, por necesaria y
rio, prevenir que surjan disputas en vez de tener después que eVIdente mferenc1a, podemos entender que es muy impor-
apaciguarlas. Y todas las controversias surgen de esto: que las tante para la paz el que no se inculquen en los ciudadanos
opiniones de los hombres difieren en lo tocante al meum y al ninguna~ doctrinas u opiniones que puedan hacerles imagi-
tuum, a lo justo y lo injusto, a lo lucrativo y no lucrativo, a lo nar que tienen el derecho de no obedecer las leyes de la ciu-
bueno y lo malo, a lo honesto y lo deshonesto, etc., cosas todas dad, es decir, los mandatos del hombre o concejo a quienes
ellas que cada hombre entiende según su propio juicio. Pues s~ l~s ha encomendado el poder supremo, o que es legal re-
bien, corresponde al mismo poder supremo establecer algu- sistirse a ellos, o que va a ser menor el castigo para quien no
nas reglas comunes a todos y declararlas públicamente, por presta obediencia que para el que obedece. Pues si uno
las cuales cada hombre sepa qué puede llamarse suyo y qué manda que algo se haga bajo pena de muerte natural, y otro
de otra persona; qué puede llamarse justo y qué injusto; lo prolúbe bajo pena de muert e eterna , y ambos mandan
128 PODER 6. DRL,OERl!CHOD6 QUIENTIENE llL PODERSUPREMO 129

por su propio derecho, de ello se seguirá que los ciudada- son enemigas de la paz, y también prohibir que se ense-
nos, aunque sean inocentes, no sólo podrán ser castigados ñen.
con derecho, sino que la ciudad misma podrá ser disuelta . 12. Por último, de la consideración de qu e cada ciudada-
Pues ningún hombre puede servir a dos amos, y no es me- no ha sometido su voluntad a quien tiene el mando supremo
nos amo, sino más, aquel a quien creemos que debemos sobre la ciudad, de tal modo que ya no puede emplear su
obedecer por miedo a la condenación eterna que aquel al fuerza contra él, se sigue claramente que, haga lo que haga el
que obedecemos por miedo a la muerte temporal. De ello se que manda, no debe castigárse le. Pues igual que uno que no
sigue, por tanto, que aquel -ya sea unl1ombre o un concejo- tiene fuerza suficiente no puede castigarle físicamente, tam-
ª quien la ciudad ha encomendado el poder supremo tiene poco puede castigarle legalmente el que no tiene suficien-
también este derecho: el juzgar qué opiniones* y doctrinas te poder legal.
13. Por lo que se ha dicho, queda clarísimamente de ma-
nifiesto que en toda ciudad perfecta, esto es, allí donde nin-
* Apenas si hay algún principio, ni en el culto de Dios ni en las ciencias gún ciudadano tiene derecho a usar sus facultades como
bwnanas, del cual no puedan surgir disensiones, desacuerdos, repro-
ches y, gradualmente, hasta la guerra misma. Y no ocurre esto porra- mejor le parezca para preservarse a sí mismo, o donde se ha
zón de que el principio sea falso, sino por la disposición de los homhres, excluido su derecho a la espada, hay un poder supremo en-
los cuales, creyéndose sabios, sienten la necesidad de mostrar su sabi- carnado en alguna persona; y este poder es mayor que nin-
duría a todos los demás. Pero aunque no se puede impedir que smjan gún otro que pueda ser concedido por los hombres, o que el
estas disensiones, pueden ser controladas mediante el ejercicio del po-
der supremo, de modo que no sean obstáculo para la paz pública. De
que ningún mortal pueda tener sobre sí mismo. A ese poder
esta clase de opiniones, por tanto, no he hablado en este lugar. Hay cier- mayor que ningún otro que pueda concederse a los hombres
tas doctrinas que, cuando los súbd itos son contaminados por ellas, ha- le llamamos absoluto*. Pues todo aquel que ha sometido así
cen que éstos crean que pueden rehusar obedecer a la ciudad, y que por
derecho pueden, es más, deben oponerse y luchar contra los príncipes y
dignatarios supremos. Tales son los que, ya sea directa y abiertamente, sigue necesariame nte que el derecho de examina r esas opiniones, sean
o usando procedimientos más oscuros e indirectos, piden que se preste las que sean, ha de pertenecer a la ciudad, esto es, a aquel que tiene la au-
obediencia a otros que no son aquellos a quienes se les ha encomendado toridad suprema.
la autoridad suprema. Esto se refleja en el caso de muchos que viviendo * Un estado popular postula para sf, abiertamente, un poder absoluto,
bajo otro gobierno conceden el poder al Pontífice de la Iglesia de Roma; y los ciudadanos no se oponen a ello. Pues al reunirse muchos hombres
y también, fuera ya de esa Iglesia, en el caso de los obispos que quieren reconocen su aspecto de ciudad; e incluso los más torpes entienden que
que el poder se les conceda a ellos en la suya; y, por último, en e l caso allí los asuntos son gobernados por lll1 consejo. Mas una monarquía no
en que las clases má s bajas de ciudadanos, bajo pretexto de religión, re- es menos ciudad que una democracia; y los reyes absolutos tienen sus
claman libertad para sf mismas. ¿Qué guerra civil no ha tenido lugar en consejeros, de los cuales tomarán consejo, y tolerarán que su poder, en
el mundo cristiano que no haya surgido de esta raíz o haya sido alunen- asuntos de la mayor importancia, sea guiado, mas no revocado. Pero
tada por ella? Por lo tanto, asigno a la autoridad civil el poder sobre to- muchos hombres no ven cómo una ciudad pueda estar contenida en la
das las doctrinas religiosas, vayan o no vayan contra la obediencia civil; persona de un rey. Y, por lo tanto, Lienen objeciones contra el poder ab-
y si van en contra, doy a la autoridad civil el poder de prohibirlas. Pues soluto, en primer lugar porque si algún hombre tuviera ese derecho la
como no hay hombre que no conceda a la ciudad el derecho de decidir condición de los ciudadanos sería lamentable. Estos objetores piensan
acerca de lo que se refiere a su seguridad y defensa; y como es obvio que asf: un rey absoluto lo tomará todo, destruirá todo, matará a todos; y
el tipo de opiniones que he citado afectan a la paz dela ciudad, de ello se cada hombre encontrará su única felicidad en el hecho de no haber sido
130 PODER
6. DE.LDERECHODE QUIENTffiNE EL PODERSUPREMO 131

su voluntad a la voluntad de la ciudad, de tal manera que esta do el mayor poder que jamás pueda concederse. Esto puede
última pueda, sin ser castigada, hacer cualquier cosa, dictar ser confirmado por experiencia en todas las ciudades que
leyes, juzgar pleitos, establecer castigos y hacer el uso que ahora existen o que han existido. Pues aunque a veces esté en
guste de la fuerza y riqueza de los hombres, y todo esto por duda qué hombre o concejo es el que ostenta el poder supre-
propio derecho, puede decirse con verdad que le ha concedi- mo, siempre existe un poder así, y siempre es ejercido, ex-
cepto en tiempos de sedición y de guerra civil; y entonces lo
que ocurre es que de un mando supremo se hacen dos. Aho-
todavía arruinado y matado. Mas ¿por qué debería un rey actuar así? No
será simplemente porque pueda; pues a menos que esté determinado a
ra bien, esas personas sediciosas que disputan contra la au-
hacerlo, no lo hará. ¿Destruirá a los demás sólo para complacer a uno o toridad absolutano tanto pretenden destruirla como poner-
a unos pocos? Aunque por derecho, es decir, sin cometer injuria contra la en manos de otros. Porque si eliminaran este tipo de
ellos, puede hacerlo, no puede hacerlo justamente, esto es, sin quebran - poder, eliminarían la sociedad civil y darían lugar al retorno
tar las leyes naturales e injuriar a Dios. Hay, por lo tanto, alguna seguri-
dad para los súbditos en los juramentos de los príncipes. Además, si pu-
de una confusión en todas las cosas. Habrá tanta obediencia
diera hacerlo con justicia o no hubiera jurado nada a ese respecto, aparejada a este derecho absoluto del jefe supremo como ne-
parece que no hay razón por la que debiera desearlo, ya que no encon- cesariamente se requiera para el gobierno de la ciudad; es
traría bien en ello. Sin embargo no puede negarse que un príncipe pue- decir, tanta como para que ese derecho que se le concede no
de algunas veces tener una inclinación a actuar de una manera malva-
se le haya concedido en vano. Ahora bien, a esta clase de
da. Mas supongamos que se le hubiera concedido un poder que no es
absoluto, sino que bastara solamente para protegernos de las injurias de obediencia, aunque por algunas razones pueda ser a veces
los demás, ¿qué estimaríamos necesario concederle si quisiéramos sen- negada, la llamaremos -ya que no puede ejercerse una obe-
tirnos protegidos? ¿No han de temers e todas las cosas por igual? A diencia mayor- obediencia simple. Pero la obligación de
quien tiene poder suficiente para proteger a todos no le falta la capaci- ejercerla no surge inmediatamente de ese contrato en virtud
dad de oprimir a todos. Así pues, la únka dificultad con que nos encon-
del cual hemos transferido a la ciudad todos nuestros dere-
tramos aquí es que los asuntos humanos nunca están Libresde inconve-
niencia. Mas esta inconveniencia procede de los ciudadanos mismos, chos, sino que surge inmediatamente de esto otro: de que sin
no del gobierno. Pues si los hombres fueran capaces de gobernarse por obediencia la ciudad se frustraría, y como consecuencia no
sí mismos teniendo cada uno mando sobre sí, es decir, si pudieran vivir podría constituirse ciudad alguna. Pues una cosa es decir: Te
de acuerdo con las leyes de naturaleza, no habrfa necesidad alguna de doy derecho para que mandes lo que quieras, y otra cosa
establecer una ciudad y un poder coercitivo con autoridad sobre todos.
En segundo lugar, se objeta diciendo que en el orbe cristiano ningún es decir: Haré cualquier cosa que me mandes. Un mandato
poder es absoluto. Lo cual no es cierto, pues todas las monarquías y to- puede ser tal, que yo prefiera morir antes que cumplirlo.
dos los demás Estados lo son. Pues aunque los que poseen el mando su- Igual que no puede obligarse a ningún hombre a que desee
premo no hacen todas las cosas que querrían hacer y que saben que be- su propia muerte, mucho menos puede estar obligado a lo
neficiarían a la ciudad, la razón de ello no es que les falte el derecho de
que para él es incluso peor que la muerte. Por lo tanto, si a mí
hacerlo; lo que les falta es la consideración de los ciudadanos, los cua les
se ocLtpan demasiado de sus propios asuntos particulares y, descuidan- se me manda que me mate a mí mismo, no estoy obligado a
do lo que tiende al bien público, no pueden ser a veces llevados a reali- hacerlo. Pero aunque yo me niegue, el derecho al poder no se
zar sus deberes, sin peligro para la ciudad. Por lo cual los príncipes se queda frustrado, pues habrá otros que, habiendo sido man-
abstienen en ocasiones de ejercer sus derechos, y prudentemente re-
dados hacer lo mismo, no rehusarán hacerlo. Además, yo no
nuncian de algún modo a actuar, sí bien no renuncian en absoluto a su
derecho.
estoy rehusando cumplir con lo que he contratado. De modo
132 PODER 6. DEI. DF.RECHO DEQUIENTIENE lll. PODERSUPREMO 133

semejante, si el jefe supremo ordena que alguien lo mate a él, suprema es la voluntad de la ciudad; en ese individuo, por
nadie estará obligado a hacerlo, pues no puede concebirse tanto, se contienen las voluntades de todos los ciudadanos
que nadie haya hecho un contrato así. Tampoco hay obliga- particulares. Por consiguiente, no está obligado a las leyes
ción si el jefe supremo manda que alguien ejecute a su pro- civiles, pues esto es estar obligado a sí mismo, no a ninguno
pio padre o madre, ya sean éstos inocentes, o culpables y de sus ciudadanos.
condenados por la ley. Pues habrá otros que lo harán si se les 15. Ahora bien, como -según se ha mostrado más arri-
manda eso, y un hijo preferirá morir a vivir en la infamia, ba- todas las cosas pertenecen a todos los hombres antes de
odiado por todo el mundo. Hay muchos otros casos en los que la ciudad se constituya; y como no hay ninguna cosa que
que, como cumplir los mandatos les resulta vergonzoso a un hombre pueda llamar suya sin que cualquier otro pueda
unos y no a otros, estará bien que la obediencia sea respeta- también hacerlo con el mismo derecho (pues allí donde to-
da por estos últimos y rehusada por aquéllos . Y esto, sin que das las cosas son comunes no puede haber nada que perte -
se viole ese derecho absoluto que se le ha concedido al jefe nezca a ningún hombre), de ello se sigue que la propiedad
supremo . Pues en ningún caso se le priva del derecho que tuvo su origen* cuando se originaron las ciudades. Y que
tiene de matar a los que rehúsen obedecerle. Pero quienes sólo pertenece a cada hombre lo que cada hombre puede
deciden matar ahombres por esto, aunque se les haya conce- conservar en virtud de las leyes y el poder de la ciudad ente-
dido el derecho de hacerlo, pecarán contra las leyes de natu- ra, es decir, de aquel a quien se ha conferido el poder supre-
raleza, es decir, contra Dios, si usan ese derecho de manera mo. De lo cual deducimos que cada ciudadano particular
diferente de como es requerido por la recta razón. tiene una propiedad a la que ninguno de sus conciudadanos
14. Ningún hombre puede darse algo a sí mismo, pues se tiene derecho, porque todos están obligados a las mismas le-
supone que ya tiene lo que ha podido darse. Tampoco puede yes; pero no tiene ninguna propiedad a la que el jefe supre-
obligarse a sí mismo, pues si una misma persona es a la vez mo ( cuyas órdenes son las leyes, cuya voluntad contiene la
la obligada y la obligante, y la obligante tiene el poder de ex- voluntad de cada hombre y a quien cada persona en particu-
cusar ala obligada, en vano se obligaría un hombre así mis- lar ha constituido como supremo juez) no tenga derecho.
mo; pues puede excusarse de la obligación siempre que Mas aunque haya muchas cosas que la ciudad permite a sus
quiera, y quien puede hacer eso es ya de hecho libre. De ello ciudadanos, y por lo tanto pueden éstos algunas veces ir a la
resulta claro que la ciudad no está obligada a las leyes civiles, ley en contra de su jefe, ese tipo de acción no pertenece al de-
porque las leyes civiles son las leyes de la ciudad, y si ella se
viera obligada por dichas leyes, estaría obligándose a sí mis- * En vano objetan algunos diciendo que la propiedad de bienes, inclu-
ma. Tampoco puede la ciudad obligarse a su ciudadano; so antes de que se constituyeran las ciudades, podía encontrarse en los
porque si éste quiere, puede liberarla de su obligación; y él lo padres de familia. Pues como ya he declarado, la familia es una ciudad
quiere siempre que ella lo quiere. Porque la voluntad de cada en miniatura. Los hijos de familia tienen propiedad de sus bienes, la
cual les ha sido concedida por su padre. Esa propiedad está separada de
ciudadano está siempre comprendida en la voluntad de
todos los demá s hijos de la misma familia, pero no de la propiedad del
la ciudad. Por lo tanto, la ciudad es libre cuando a ella le pla- padre mismo. Pero los padres de famfüas diversas que no están sujetos a
ce, esto es, es ahora de hecho libre. Pero la voluntad de un ningún padre común ni a ningún amo, tienen un derecho común a to-
concejo o de un individuo a quien se ha dado la autoridad das las cosas.
134 PODER
6. DELDERECHODE QUIENT!ENE EL PODERSUPREMO 135

recho civil, sino a la equidad natural Tampoco se refiere a lo como ya se ha dicho en el segundo capítulo, artículo 17.
que por derecho pueda hacer quien tiene el poder supre- Ahora bien: lo que podemos y lo que no podemos contntar
mo* 1 sino a lo que éste quiera que sea hecho. Y por lo tanto, depende enteramente de las leyes civiles. Así, la ciudad de
él mismo será el juez, como si él ( una vez que la equidad de Lacedemonia ordenó justamente que aquellos jóvenes que
la causa ha sido bien asegurada) no pudiera equivocarse en pudieran robar cosas de otros sin ser cogidos no fuesen cas-
su juicio. tigados; lo que no fue sino hacer una ley según la cual lo que
16. El robo, el asesinato, el adulterio y todas las injurias habían adquirido de esa manera era ya suyo, y no de otra
son prohibidos por las leyes de naturaleza; pero a qué debe- persona. Asimismo, es justamente matado el hombre a
mos llamar robo, a qué asesinato, a qué adulterio, a qué inju- quien matamos en la guerra o por necesidad de defender-
ria contra un ciudadano no es algo que viene determinado nos. Así también, la copulación que en una ciudad constitu-
por la ley natural, sino por la ley civil. Pues no es robo qui- ye matrimonio en otra será juzgada como adulterio. Y tam-
tarle a otro hombre cualquier cosa que posea, sino sólo lo bién ocurre que aquellos contratos que constituyen el
que son los bienes de ese otro hombre; ahora bien, qué sea matrimonio en un ciudadano no lo constituyen en otro ,
nuestro y qué sea de otro es cuestión que pertenece a la ley aunque sea de la misma ciudad. Porque aquel a quien le ha
civil. De igual manera, no todo matar a un hombre es un prohibido la ciudad -es decir, el hombre o el concejo en cu-
asesinato, sino sólo en la medida que así lo determine la ley yas manos está el poder supremo- contratar cosa alguna no
civil; tampoco es adulterio todo contacto con una mujer, tiene derecho a hacer ningún contrato; por lo tanto, cuando
sino sólo en la medida en que esté prohibido por la ley. Por hace uno, éste no es válido y, consecuentemente, no hay ma-
último, todo incumplimiento de promesa es una injuria, trimonio. Pues si no recibió prohibición de hacer contratos,
siempre y cuando la promesa misma sea legal; pero cuando el contrato que haga tendrá vigor y habrá matrimonio . No
no hay derecho a hacer un contrato, éste no puede transmi- añade fuerza alguna a los contratos ilegales el que hayan sido
tirse y, por lo tanto, no puede seguirse ninguna injuria, hechos con un juramento o sacramentos*; pues éstos nada

* Cuando a un ciudadano se le permite recurrir legalmente contra la * El que el matrimonio sea o no sea un sacramento (en el sentido que
auto ridad suprema, es decir, contra la ciudad, la cuestión que se venti- dan a esta palabra algunos teólogos) no es cosa que me propongo dis-
la en ese recurso no es la de si la ciudad puede por derecho apropiarse cutir aquí. Sólo diré esto: que el contrato entre un hombre y una mujer
de la cosa que está en discusión, sino si puede quedarse con ella según para vivir juntos es, si la ley civil lo permite, un m-atrimonio perfecta-
las leyes previamente promulgadas. Pues la ley es la voluntad declarada mente legítimo, sea o no sea un sacramento; pero la copulación que la
del poder supremo. La dudad puede recaudar dinero de los ciudadanos ciudad ha prohibid o no constituye matrimonio, pues es esencial a todo
bajo dos conceptos: como tributo o como deuda. En eJprimer caso no matrimonio el que elcontrato sea legítimo. Ha habido matrimonios le-
se permite ningún tipo de recurso legal, porque es indiscutible qu: la gítimos en muchos lugares - como entre los judíos, los griegos, los ro-
ciudad tiene el derecho de requerir tributos; en eJsegLmdo se permite, manos- que podían ser disueltos. Pero en aquellos lugares en los que no
porque la ciudad no ha de tomar nada de sus ciudadanos mediante se permite que esos conlratos se disuelvan como no sea mediante una
fraude o artimañas, aunque sí puede, si la necesidad lo exige, quitarles ley, el lazo matrimonial no puede romperse. Y la razón es porquela ciu-
todo de una manera abierta. Por consiguiente, quien condena estepa- dad misma ha ordenado que sea indisoluble, no porque el matrimoni o
saje diciendo que, según esta doctrina, es fácil que los prfocipes se li- sea un sacramento. De donde se deduce que las ceremonias que se ha-
bren de sus obligaciones lo hace de manera impertinente. cen en las bodas celebradas en los templos a fin de bendecir o, si se me
136 PODER 6. DEL DERECHODE QUIENTIBNE EL l'ODER SUPREMO 137

agregan para fortalecer el contrato, como se ha dicho más dicho poder; lo cual no podrá hacerse sin un poder absolu -
arriba (capítulo 2, artículo 22). Por lo tanto, qué es robo, qué to. Pues a quien por derecho se le haya dado ese poder de
es asesinato, qué adulterio y qué es injuria en general debe reprimir con castigos a los ciudadanos que él quiera tiene
ser conocido por lo que dicen las leyes civiles, esto es, por los una fuerza mayor que no puede concederse a ningún otro
mandatos de quien tiene la autoridad suprema . ciudadano.
17. Este mando supremo y poder absoluto les parece 18. Es, pues, evidente que en toda ciudad hay algún hom-
tan duro a la mayor parte de los hombres que lo odian con bre, o concejo, o tribrmal que tiene tanto poder sobre cada
sólo nombrarlo. Lo cual se debe principalmente a que no ciudadano en particular como cada hombre tiene sobre sí
saben lo que son la naturaleza humana y las leyes civiles, y mismo fuera del estado civil, es decir, un poder supremo y
también ala negligen cia de quienes, cuando son investidos absoluto, sólo limitado por el vigor y las fuerzas de la ciudad
de tan grande autoridad, abusan de este poder para satisfa- misma, y por ninguna otra cosa en el mundo. Pues si supo-
cer su propia codicia. A fin de evitar este tipo de autoridad der fuese limitado, esa limitación debería proceder de algún
suprema, hay quienes lograrán tener una ciudad bien cons- poder mayor. Porque quien prescribe límites debe tener un
tituida si los ciudadanos se reúnen y se ponen de acuerdo poder más grande que el de quien se ve constreñido por di-
en una serie de artículos propuestos . Y una vez debatidos y chos límites. Ahora bien, ese poder que prescribe límites, o
aprobados dichos artículos, mandan que sean observados bien carece él mismo de límites, o es a su vez constreñido por
y prescriben castigos para quienes no respeten lo que con algún otro poder mayor que él; y procediendo de este modo
ellos se manda. Para este propósito, y también para repeler llegaremos finalmente a un poder que no tiene otro límite
a un enemigo extranjero, podrán exigir un determinado que el que es terminus ultimus de las fuerzas de todos los ciu-
tributo con esta condición: que si no resulta suficiente, dadanos juntos. Ese poder es llamado mando supremo; y si
puedan fijar otra cantidad tras reunirse de nuevo en asam- dicho poder se le ha encomendado a un concejo, concejo su-
blea. ¿Quién no ve en una ciudad así constituida que la premo; mas si se le ha dado a un hombre, tal hombre será lla-
asamblea que prescribe esas cosas tiene un poder absoluto? mado señor supremo de la ciudad. En cualquier caso, las no-
Por lo tanto, si la asamblea continúa reunida, o de cuando tas que acompaftana ese mundo sup remo son éstas: hacer y
en cuando fija un lugar y fecha de reunión, ese poder suyo abrogar leyes; determinar la guerra y la paz; conocer y juz-
permanecerá constante. Pero si los componentes de la gar todas las controversias, ya por sí mismo o mediante jue-
asamblea se disuelven, la ciudad se disolverá con ellos y ces nombrados por él; elegir a todos los magistrados, minis-
todo volverá al estado de guerra; si no, es que en alguna tros y consejeros. Por último, si hay algún hombre que por
parte ha quedado un poder capaz de castigar a los que vio- derecho puede realizar alguna acción que nadie, además de
lan las leyes, quienquiera que sea el que esté en posesión de él, puede realizar legalmente, ese hombre habrá obtenido el
poder supremo. Pues sólo la ciudad misma puede hacer lo
permite hablar así, consagrar la unión de marido y mujer quizá perte-
que legalmente no puede ser hecho ni por uno ni por mu-
nezcan solamente al oficio de los clérigos; todo lo demás, es decir, chos ciudadanos. Por lo tanto, quien puede hacer estas cosas
quién, cuándo y mediante qué contratos pueden realizarse los matri- está haciendo uso del derecho de la ciudad y es el poder su-
monios, pertenece a las leyes de la ciudad. premo.
138 PODER 6. DELOERllCHO DE QUIENTIENEEL PODERSUPREMO 139

19. Casi todos los que comparan la ciudad y sus ciudada- dadano, podría fácilmente suceder que con falsa apariencia
nos con un hombre y sus miembros dicen que quien tiene el de legalidad fuesen despojados de tal poder. Pues cuando los
poder supremo en la ciudad es, con relación a toda la ciudad, súbditos son convocados, ya sea por el mando de la ciudad o
lo que la cabeza de un hombre es con relación al resto de ese de una manera sediciosa, muchos hombres piensan que el
hombre. Mas, por lo que ya se ha dicho, queda de manifiesto consenso de todos está contenido en los votos de la mayoría
que quien es dotado de un poder así, ya sea un individuo o -lo cual es, en realidad, falso. Pues no es de naturaleza el que
unas cortes, tiene con la ciudad una relación que no es como el consenso de la mayoría sea aceptado como consenso de
la que existe entre la cabeza y el resto del cuerpo, sino como la todos, y tampoco es ello verdad en los motines. Pero proce-
que existe entre el alma y el cuerpo. Porque es gracias al alma de de la institución civil y es válido y verdadero cuando ese
por lo que un hombre tiene una voluntad, es decir, por lo que hombre o asamblea que tiene el poder supremo, reuniendo
puede querer o no querer. Una corte de consejeros, o un con- a sus súbditos, por razón de su alto número, concede a q uie-
sejero, de cuyo consejo el jefe supremo (si es uno solo) hace nes han sido elegidos el poder de hablar en nombre de quienes
uso en asuntos de gran importancia, puede compararse a la les han elegido; y tomará la voz de la mayoría en aquellos
cabeza, pues la función de la cabeza es aconsejar, y la del asuntos que se hayan sometido a discusión, como si en efec-
alma es mandar . to fuese la voz de todos. Pero es inimaginable que el que tie-
20. Como el mando supremo es constituido por virtud ne el mando supremo reúna a sus súbditos con la intención
de los contratos que cada ciudadano particular o súbdito de que éstos disputen su derecho a mandar, a menos que,
hace con el vecino, y como todos los contratos, al recibir su abrumado por el peso de su cargo, declare en términos ine-
fuerza de las partes contratantes, también la vuelven a per- quívocos que renuncia y abandona el gobierno. Ahora bien,
der y se disuelven por acuerdo mutuo entre dichas partes, como la mayoría de los hombres, a causa de su ignorancia,
quizá algunos deduzcan de esto que por acuerdo entre todos no sólo tornan el consenso de la mayoría, sino también el de
los ciudadanos se puede eliminar a la autoridad suprema. una exigua minoría (con tal de que coincida con su propia
De ser correcta esta inferencia, no puedo ver qué .peligro po- opinión), como si fuera el de toda la ciudad, podrá muy bien
dría suponer legalmente para los jefes supremos . Pues como parecerles que la autoridad suprema puede con derecho ser
se supone que cada uno [delos ciudadanos] se ha obligado a abrogada si ello se hace en una gran asamblea de ciudadanos
otro, si uno de ellos rehúsa hacer aquello a lo que se han obli- y con el voto de la mayoría. Mas sucede que aunque w1 go-
gado todos los demás, seguirá obligado aunque no quiera. bierno sea constituido mediante contratos de hombres par-
Tampoco puede ningún hombre, sin cometer injuria contra ticulares con hombres particulares, su derecho no depende
mí, hacer aquello que por contrato conmigo se obligó a no solamente de esa obligación; hay otra atadura con respecto
hacer. Pero es inimaginable que alguna vez ocurra que todos al que manda. Pues cada ciudadano, al establecer un pacto
los súbditos juntos, con excepción de uno, se unan en contra con su vecino, dice así: Transfieromi derecho a esta tercera
del poder supremo. Los jefes supremos, por tanto, no deben persona, con tal de que tú también le transfierasel tuyo; y en
temer ser despojados de su autoridad con derecho alguno. virtud de este acuerdo, ese derecho que cada hombre tenía
Sin embargo, si se concediera que su derecho dependiese so- antes y que consistía en hacer uso de sus facultades para su
lamente del contrato que cada ciudadano hace con otro ciu- propio provecho queda ahora transferido a un hombre o a
140 PODER

un concejo, para que se logre así el beneficio de todos. Por


Jos contratos mutuos que cada WlO ha hecho con el otro, por Capítulo -7
la cesión de derecho que cada hombre está obligado a ratifi- De las tres clases de gobierno:
car en favor de aquel que manda, el gobierno se ve sostenido democracia, aristocracia, monarquía
gracias a una doble obligación por parte de los ciudadanos:
la primera es la que éstos deben a sus conciudadanos; la se-
gunda, la que deben a su príncipe. Por consiguiente, no hay
súbditos, por muchos que sean, que puedan con derecho al-
guno despojar de su autoridad a quien ostenta el mando
principal, a menos que tengan también su consentimiento .

1.-Hay tres clases de gobierno: democracia, aristocracia y monarquía.


2.-La oligarquía 110 es una clase de gobierno civil distinta de la aristo-
cracia; tampoco es la anarquía 1-111tipo de gobierno en absoluto.
3.-Que una tirnn(a no es un gobierno que difiera de una monarquía.
4.-No puede formarse un Estado mixto con estos tipos de gobierno que
han quedado arriba mencionados. 5.-Que la democracia queda di-
suelta sí no se prescriben ciertos días y lugares de reunión. 6.-En una
democracia, los intervalos entre las fechas de reunión deben ser cortos;
si no, la administración del gobierno debe encomendarse n alguien.
7.-En una democracia, los particulares contratan con otros particula-
res obedecer al pueblo; el pueblo no está obligado a ningún hombre.
8.-Por qué actos se constituye una aristocracia. 9.-En una aristocra-
cia, los nobles no ha.ce11contrato alguno, ni están obligados a ningún
ciudadano o al pueblo en conjunto. 10.-Los nobles deben necesaria-
mente tener sus reuniones fijas. 11.-Por qué actos se constituye una
monarquía. 12.-Que el monarca no se obliga contractual,nente a na-
die por la autoridad que ha recibido. 13.-Un monarca tiene siempre la
máxima capacidad de ejercer todos los actos que se requieren para go-
bernar bien. 14.-Qué clase de pecado es, y qué tipo de hombres son
culpables de él, cuando la ciudad no rnmple su función con respecto a
los ciudadanos, ni los ciudadanos con respecto a la ciudad. IS.-Un
monarca constituido sin limitación de tiempo puede elegir a sus suce-
sores. 16.-De los monarcas por tiempo limitado. 17.-Un monarca
que retiene su derecho a gobernar no puede, por muchas promesas que
141
7. DE LASTRESCLASESDH GOBIERNO 143
142 PODER

haga, entenderse que ha abandonado su derecho a utilizar los medios amor, odio, ira, etc. De lo cua l viene a suceder que lo que un
necesariospara el ejerciciode su autoridad. 18.-Por qué medios se li- hombre llama una democracia otro lo llama una anarquía;
bera un súbdito de su sujeción. lo que para uno es una aristocracia, otro estima que es una
oligarquía; y a quien uno llama rey otro le Hama tirano. De
modo que, como vemos, estos nombres no se aplican a di-
1. Ya hemos hablado de una ciudad por institución in gene-
versas clases de gobierno, sino que expresan las diversas opi-
re. Diremos ahora algo de sus especies. La diferencia entre
niones de los súbditos con respecto al que tiene el poder su -
los tipos de ciudades se establece en razón de la djferencia
premo. Pues, en prim er lugar, ¿qujén no se da cuenta de que
entre las personas a quienes se encomienda el mando supre-
la anarquía se opone iguahnente a todas las formas de go-
mo. Este poder puede encomendai-se a un hombre, a un con-
bierno arriba mencionadas? ¿Y qué diferencia existe entre
cejo o a unas cortes compuestas de muchos hombres. Un
una oligarquía, que significa el gobierno de unos pocos o
concejo de muchos hombres consta o bien de todos los ciu-
grandes del país, y una aristocracia, que es el gobierno de
dadanos en la medida en que cada uno de ellos tiene derecho
los mejores o más principales, excepto la que proviene de los
al voto y un interés, si así lo quiere, en el manejo de los gran-
hombres mismos, los cuales no estiman igualmente una
des asuntos, o bien de una parte solamente. De aquí surgen
misma cosa, y lo que a unos les parece óptimo a otros les pa-
tres clases de gobierno: una, cuando el poder reside en un
rece pésimo?
concejo en el que todos los ciudadanos tienen derecho avo-
3. Un reino y una tiranía no son clases diversas de gobier-
tar, y entonces la llamamos una democracia. La otra clase se
no, aunque sea difícil persuadir de esto a los hombres que se
da cuando el poder reside en un concejo en el que no todos
dejan llevar por sus pasiones. Los hombre s, aunque preferi-
tienen derecho al sufragio, sino sólo una parte; y a esta [clase
rían tener el Estado sujeto a una persona en vez de a muchas,
de gobierno] la llamamos una aristocracia. La tercera es
no creen que están bien gobernados a menos que el gobierno
aquella en la que la autoridad suprema descansa en una sola
se ajuste a sus propios juicios. Hemos, pues, de descubrir, re-
persona; y en ese caso la llamamos una monarquía. En la
curriendo a la razón y no a las pasiones, cuál es la diferencia
pr imer a clase, al que gobierna se le llama <>rtµoc:-,
es decir, el
entre un rey y un tirano. Digamos, antes que nada, que no
pueblo; en la segunda, los nobles; en la tercera, el monarca.
difieren en que el tirano tenga un mayor poder, pues no pue -
2. Aunque los escritores políticos antiguos introdujeron
de concedérsele un poder mayor que el poder supremo.
otros tres tipos de gobierno opuestos a éstos, a saber, la
Tampoco difieren en que el uno tiene un poder Limitado y el
anarquía o confusión como algo opuesto a la democracia,
otro no; pues aquel cuya autoridad es limitada no es rey, sino
la oligarquía o mando de unos pocos como algo opuesto a la
que el rey es el súbdito que le limita. Por último, no difieren
aris_tocraciay la tiranía como algo opuesto a la monarqu{a,
tampoco en la manera en que han adquirido el poder; pues
lo cierto es que no se trata de tres clases distintas de gobier-
si en una democracia o gobierno democrático algún ciuda-
no, sino de tres títulos diversos dados por quienes estaban
dano se apodera por la fuerza del poder supremo y gana des-
descontentos con el régimen de gobierno, o con los que go-
pués el consentimiento de todos los ciudadanos, se convier-
bernaban. Porque los seres humanos, cuando asignan nom-
te en el legítimo monarca; si no, es un enemigo, no un tirano.
bres, no suelen limitarse a significar las cosas tal y como és-
[Un reyy un tirano], por tanto, sólo difieren en el modo de
tas son en sí mismas, sino también sus propias pasiones:
144 · PODER 7. DELASTRES CLAS!;SDE GOBIERNO 145

ejercer el poder; y así, se dice que es un rey quien gobierna cualquier sujeción. Pero que no puede haber un tal tipo de
bien, y que es un tirano el que no. El caso, pues, queda resu- gobierno* ha quedado ·suficientemente demostrado en el ca-
mido en esto: que cuando hay un rey legítimamente consti- pítulo anterior, artículos 6-12 .
tuido en su gobierno, si a sus súbditos les parece que gobier- 5. Veamos ahora lo que hacen los constituidores en la
na bien y de acuerdo con su gusto, le darán el apelativo de consti tución de cada forma de gobierno. Quienes se juntan
rey;si no, le consjderarán un tirano. De lo cual deducimos con la intención de er igir una ciudad son, casi por el acto
que un reíno y una tiranía no son formas diversas de gobier- mismo de reunirse, una democracia. Pues en el hecho de
no, sino que uno y el mismo monarca recibe el nombre de reunirse voluntariamente se supone que están obligados a
reycomo señal de honor y reverencia hacia él, y el de tirano a observar lo que determine la mayoría; lo cual, mientras
modo de contumelia y reproche. Pero lo que con frecuencia la convención dura, o es convocada para ciertos días y luga-
encontramos que se dice contra los tiranos en los libros tuvo res, constituye una democracia clara. Pues esa asamblea,
su origen en los escritores griegos y romanos cuyo gobierno cuya voluntad es la voluntad de todos los ciudadanos, tiene
fue en parte democrático y en parte aristocrático; y por lo la autoridad suprema; y como en esta asamblea se supone
tanto les resultaban odiosos no sólo los tiranos, sino tam- que cada hombre tiene derecho a que se oiga su voz, se sigue
bién los reyes. de ello que es una democracia, segúnla definición que se ha
4. Hay quienes piensan que, desde Juego, tiene que haber dado en el primer artículo de este capítulo. Pero si se mar-
en la ciudad un mando supremo; pero dicen que si ese man- chan y deshacen la asamblea, y no determinan el día y lugar
do reside sólo en un hombre o concejo, de ello se seguirá que en que volverán a reunirse, el bienestar público vuelve a la
todos los ciudadanos habrán de ser esclavos. Para evitar anarquía y el pueblo regresará al mismo estado en que se en-
esto, imaginan que puede haber una forma de gobierno contraba antes de que se formase la asamblea, es decir, un es-
compuesta de esas tres clases de que hemos hablado, y dife- tado en el que todos los hombres guerrean entre sí. El pue-
rente de cada una en particular. A esta forma la llaman mo- blo, por tanto, retiene el poder supremo, sólo si se señalan
narquía mixta, o aristocracia mixta, o democracia mixta, se- públicamente el día y el lugar de la reunión a que pueda acu-
gún sea una de estas tres modalidades de gobierno más
prominente que las demás. Por ejemplo, el nombramiento * La mayoría de los hombres conceden que lll1 gobierno no debería es-
de magistrados y el arbitraje de la guerra y la paz correspon- tar dividido, pero les gustaría que fuese moderado y restringido por al-
derían al rey, la judicatura a los lores, y la contribución de di- gunos límites. Ciertamente es razonable que así fuese; pero si estos
nero al pueblo; y a todos juntos, la potestad de hacer leyes. hombres, cuando hablan de moderar y limitar, quieren decir dividir, es-
tán razonando muy a la ligera. Yo,por mi parte, preferiría, desde luego,
Un Estado así se llamaría con verdad una monarquía mixta. que no sólo los reyes, sino todasJas demás personas dotadas con supre-
Mas aunque fuera posible que existiese un Estado así, en ma autoridad, se controlaran a sí mismas para no cometer errores-, y
nada contribuiría a aumentar la libertad del súbdito. Pues que, atendiendo a sus responsabilidcJdes, se contuvieran dentro delos
mientras todos estén de acuerdo, cada ciudadano en par- Límitesde las leyes naturales y divinas. Pero quienes razonan como an-
tes se ha dicho, estarían limitando y 1·estringiendo el poder principal
ticular es tan súbdito como es posible serlo; pero si no están con el poder de otros; lo cual, no puede ser sin que aquel que establezca
de acuerdo, el Estado volverá a una guerra civil y al derecho los límites tenga necesariamente una parte de poder que les permita ha-
privado a la espada, lo cual, ciertamente, es mucho peor que cerlo. Y el gobierno entonces queda realmente dividido, no moderado.
146 PODER 7. DE LAS TRESCLASES0 1' GOBIERNO 147

dir cualquiera. A menos que esto sea públicamente sabido y y por tanto, puede desobligarse cuando le dé la gana: está de
determinado, puede que la gente se reúna en fechas y lugares hecho libre de obligación. Pero, en segundo lugar, que las
diferentes, es decir, formando facciones, o que no se reúna personas individuales estab lecen contratos entre sí puede
en absoluto. Y en ese caso no será ya 8~µcx;, es decir, elpue- ser inferido de esto: que en vano se habría constituido una
blo, sino una multitud disoluta a la que no puede atribuirse ciudad si los ciudadanos no hubiesen sido obligados por
ninguna acción o derecho. Dos cosas, pues, determinan una contratos a hacer u omitir lo que la ciudad ordenara que de-
democracia: una, la perpetua convocatoria de asambleas, bía ser he.::ho u omitido . Debe, pues, entenderse que tales
hace que se forme 8r¡µov, el pueblo;la otra, una pluralidad contratos fueron necesarios para el estab lecin1iento de la
de voces, 'tO Kpá.'tcx;o elpoder. ciudad; pero ningún contrato puede hacerse (como ya se ha
6. Asimismo, no será suficiente para que el pueblo man- mostrado) entre el súbdito y el pueb lo; de ello se sigue que
tenga su supr emacía tener ciertas fechas y lugares de reu- los contratos deben hacer se entre ciudadanos individuales,
nión conocid os, a menos que los intervalos entre las reunio - es decir: contratos en que cada hombre promete someter su
nes sean lo bastante breves como para que en el entretanto voluntad a la voluntad de la mayoría, a condición de que los
no ocurra alguna cosa que, al faltar el poder, ponga a la ciu- demás también hagan lo mismo. Es como si cada uno dijera:
dad en peligro; si no, debe encomendarse la autoridad su- renuncio a mi derecho por tu bien, y se lo doy al pueblo, a
prema a algún hombre o concejo durante los intervalos. condición de que también tú renuncies a tu derecho para
Pues si no se hace así, faltará esa cautelosa atención y cuida- bien mío.
do que se requieren para la defensa y paz de los hombres; y, 8. Una aristocraciao concejo de nobles dotados de auto-
como consec uencia, la ciudad no merecerá el nombre de tal, ridad suprema recibe su origen de una democracia, la cual
porqu e, por falta de segur idad, cada hombre que reside en renuncia a su derecho en favor de ella. Esto debe entenderse
ella vo lverá a recuperar su derecho a defenderse a sí mismo así: ciertos hombres que se distinguen de otros por la emi-
como mejor le parezca. nencia de sus títulos, por la nobleza de sangre o por alguna
7. La democracia no se constituye por un contrato ent re otra característica son propuestos al pueblo y son elegidos
particulares y el pueblo, sino por pactos mutuos de cada por una pluralidad de voces. Una vez elegidos, todo el dere-
hombre particular con cada otro hombre. Pero de esto resul- cho del pueblo o ciudad es transferido a ellos, de tal modo
ta, en primer lugar, que las personas contratantes deben pre- que cualqu ier cosa que el pueb lo pudiera hacer antes, puede
existir antes que el contrato mismo. Mas el pueblo no apare- con derecho hacerlo ahora esta corte de nobles elegidos.
ce antes de que se constituya el gobierno; hasta entonces no Cuando esto sucede, es claro que el pueblo, considerado
es un a persona, sino una mu ltitud de personas individuales. como una persona, no tiene ya la suprema autoridad al ha-
De lo cual se deduce que entonces no pudo establecerse con- ber sido ésta transferida a dichos nobles.
trato alguno entre el pueblo y el súbdito. Ahora bien, si des- 9. Igual que en una democracia el pueblo está libre de
pués que ese gobierno se ha constituido el súbdito hace al- toda forma de obligación, así ocurre también con la corte
gún contrato con el pueblo, es un contrato en vano. Porque de nobles en una aristocracia. Pues así como los súbditos, no
el pueblo contiene dentro de su propia voluntad la voluntad contratando con el pueblo, sino entre ellos mismos, estaban
de ese súbdito al cual se supone que tiene que estar obligado ; obligados a todo lo que el pueblo hacía, también en este caso
148 PODER 7. DE LAS TRESCLASESDE COB16RNO 149

están obligados a respetar ese acto del pueblo por el cual éste como se ha mostrado más arriba, desde el momento en que
deposita su derecho de gobierno en manos de los nobles. Y cede el mando, deja de ser una persona;mas cuando la per-
esta corte [de nobles J, aunque ha sido elegida por el pueblo , sona desaparece, desaparece también toda obligación hacia
no está obligada por éste en ninguna cosa. Pues, una vez eri- esa persona. Los súbditos, por tanto, están obligados a pres-
gida, el pueblo queda inmediatamente disuelto, como se ha tar obediencia al monarca en virtud de esos contratos por
declarado más arriba; y la autoridad que tenía como persona los que se habían obligado mutuamente a observar todo lo
se desvanece por completo. Delo cual se deduce que la obli- que el pueblu les mandase, es decir, obedecer al monarcasi
gación que le era debida a la personadebe también desvane- éste ha sido constituido por el pueblo.
cerse y perecer con ella. 13. Pero una monarquía difiere de una aristocraciao una
10. La aristocracia,igual que antes Lademocracia,debe democraciaprincipalmente en esto: que en éstas debe haber
tener en cuenta lo siguiente: primero, que sin asambleas fi- ciertas fechas y lugares establecidos para la deliberación y
jadas .para ciertas fechas y lugares , en las cuales pueda reu- consulta de asuntos de gobierno, es decir, para ejercer efecti-
nirse la corte de nobles, la corte ya no es tal cosa, sino sólo vamente esa labor de gobierno en todo tiempo y lugar. Pues
una multitud disoluta sin ningún poder supremo. Segundo , el pueblo o los nobles, al no ser una persona natural, deben
que las fechas de reunión no pueden estar separadas por lar- necesariamente tener sus reuniones. El monarca,que es uno
gos intervalos sin perjuicio paraeJ poder supremo, a menos por naturaleza, en todo momento está capacitado para ejer-
que la administración sea transferida a algún hombre. Las cer su autoridad.
razones por las que esto ocurre son las mismas que han que- 14. Como ya hemos declarado más aniba (artículos 7, 9,
dado expuestas en el articulo quinto. 12) que quienes poseen el mando supremo no se obligan
11. Lo mismo que una aristocracia,una monarquíase de- contractualmente a ningún hombre, de ello se sigue necesa-
riva del poder del pueblo,el cual transmite su autoridad a un riamente que no pueden hacer injuria a los súbditos. Pues
hombre . Debemos aquí entender que esehombre, ya sea por una injuria, según la definición dada en el capítulo 3, artícu-
el nombre que se le da o por alguna otra señal, se presenta lo 3, no es otra cosa que un incumplimiento de contrato; y
como alguien que sobresale por encima de todos los demás, por lo tanto, allí donde los contratos no entran en juego, no
y que por una pluralidad de voces, todo el derecho del pue- puede haber injuria. Sin embargo, el pueblo, los nobles y el
blo es transferido a él; hasta tal punto, que cualquier cosa monarca pueden transgredir de modos diversos otras leyes
que el pueblo podía hacer antes de elegir a este hombre pue- de naturaleza, ya sea por crueldad, iniquidad, contumelia y
de hacerlo ahora dicho hombre con resp ecto a cualquier otros vicios semejantes; pero estas transgresiones no caen
asunto, alhabérsele elegido. Una vez que la elección ha teni - bajo la estricta y exacta noción de injuria. Pero si el súbdito
do lugar, el pueblo ya no es una persona, sino una ruda mul- no presta obediencia al poder supremo, podrá decirse con
titud, pues sólo fue persona cuando tenía el mando supr e- propiedad que ha sido injurioso,tanto para con sus conciu-
mo, el cual ha sido ahora transferido por el pueblo a un solo dadanos (pues cada hombre ha pactado con cada otro hom-
hombre. bre obedecer) como para con su gobernadorprincipal. Pues
12. Y,por lo tanto, tampoco el monarca se obliga a nadie lo que hace [el súbdito desobediente] es retomar el derecho
por el mando que recibe. Pues lo recibe del pueblo , y éste, que había cedido al jefe, sin consentimiento de éste. Y en una
PODER 7. DE LASTRES CLASESDll GOBIERNO 151
150

democraciao una aristocracia,si algo es decretado contra la manifiesto por lo dicho en el artículo quinto de este capítulo
ley de naturaleza, la ciudad misma, esto es, la persona civil, que el pueblo deja de ser una persona y se convierte en una
no peca, sino sólo aquellos ciudadanos por cuyos votos se multitud disuelta, en la que cada uno tiene igual derecho, es
hizo el decreto; pues el pecado es w1a consecuencia de lavo- decir, el derecho natural de reunirse con quien quiera en
luntad natural expresa, no de la [voluntad] política, que es ocasiones diversas y en los lugares que mejor le plazcan, e in-
artificial. Pues si fuera de otro modo, también pecarían cluso el _deasignarse a sí mismo, si puede, el poder supremo
aquellos a quienes disgustó el decreto. Pero en una monar- y depositar la corona en su propia cabeza. Por lo tanto, cual-
quía, si el monarcahace algún decreto contra las leyes de na- qui:r ~onarca que tenga un mando limitado de este tipo
turaleza, él mismo es el que peca; porque en él, la voluntad esta obhgado por la ley de naturaleza indicada en el capítu-
civil y la natural son una y la misma. lo 3, artículo 8, a no devolver mal por bien;y debe hacer pru-
15. El pueblo que va a constituir a un monarca puede dentemente las necesarias provisiones para que cuando él
darle la supremacía,o bien indefinidamente y sin limitación muera la ciudad no sufra una disolución. Debe, pues, o se-
de tiempo, o por un plazo y tiempo determinados. Si es in- ñalar un día y lugar determinados en los cuales los súbditos
definidamente, hemos de entender que aquel que la recibe que lo deseen puedan reunirse, o nombrar un sucesor. Entre
tiene el mismo poder que tenían quienes se la dieron . Y lo estas dos opciones elegirá la que, según su parecer, mejor
mismo que el pueblo pudo con derecho hacerle monarca, conduzca al beneficio común del pueblo. Así pues, quien ha
puede él hacer otro monarca. De tal modo que el monarca a recibido el mando por el tiempo que dure su vida tiene un
quien se le da la supremacía indefinidamente no sólo recibe poder absoluto y le está permitido disponer la sucesión
el derecho de posesión, sino también el de sucesión; y así, como él juzgue oportuno. En segundo lugar, si concedemos
puede designar como sucesor a quien le plazca . que elpueblo no dio por terminada la elección de su monar-
16. Pero si el poder se le da por un tiempo limitado, debe- ca antes de decretar una cierta fecha y lugar para reunirse
mos considerar algo más que la mera cesión. Debemos mi- después de su muerte, entonces, una vez fallecido el monar-
rar, primero, si el pueblo que cedió su autoridad se reservó ca, la autoridad recae sobre el pueblo, no en virtud de nue-
algún derecho de reunirse en ciertas fechas y lugares, o no. vos actos de los súbditos, sino en virtud de su derecho ante-
Después, si el pueblo se ha reservado este poder, ha de consi- rior. Pues todo el mando supremo, o poder, residía en el
derarse si lo hizo de tal modo que pudiera reunirse antes de pueblo, pero su uso y ejercicio se habían depositado en
que expirara el tiempo que se le había asignado al monarca. el monarca temporal como en alguien que sólo recibe el be-
En tercer lugar , si el pueblo se contentó con reunirse sólo neficio, pero que no tiene el derecho. Mas si el pueblo, des-
cuando el monarca temporal lo deseara, y nada más. Supon- pués de la elección de un monarca temporal,no abandona la
gamos ahora que el pueblo hubiese entregado su poder a al- asamblea sin antes determinar ciertas fechas y lugares de
gún hombre sólo mientras durase su vida; supongamos que, reunión durante el período que se le ha asignado (como los
una vez hecho esto, cada miembro del concejo se hubiese ido dictadores que en la antigüedad eran constituidos por el
de éste sin establecer ninguna orden acerca del lugar en el pueblo de Roma) , entonces una persona así no debe ser teni-
que el concejo debería reunirse otra vez tras la muerte del da por monarca, sino por primer oficial del pueblo. Y si al
monarca, para llevar a cabo otra elección. En este caso, es pueblo le parece adecuado, podrá destituirle de su cargo an-
152 PODER 7. O.ELASTRES CLASESDE GO0ll!RNO 153

tes de que se cwnpla el plazo. Así lo hizo el pueblo de Roma, en ambos casos, los actosde mando cesan, y elpoder perma-
al dar a Minucia, jefe de caballería, un poder igual al de nece. Y es más: disolver la asamb lea de tal modo que no pue-
Quinto Fabio Máximo 9 , a quien antes el pueblo había hecho da reunirse otra vez es la muerte del pueblo, igual que dor-
dictador. La razón de esto es que resulta inconcebible que el mir de tal modo que no haya despertar es la muerte de un
hombre o concejo que ostenta el máximo y más inmediato hombre. Por lo tanto, así como un rey que no tiene heredero
poder de actuar ostente dicho poder en tales condiciones y se echa a dormir para no despertar jamás, esto es, muere,
que de hecho no sea capaz de ejercerlo; pues el mando no es da de hecho la sucesión a la persona a quien encargó hacerse
otra cosa que el derecho de dar órdenes tan a menudo como con la autoridad hasta que él despertase, así también el pue-
la naturaleza lo permita . Por último, si el pueblo, habiendo blo que elige un monarca temporaly no se reserva el derecho
declarado un monarca temporal,deja la asamblea tras acor- de reunirse en asamblea está de hecho entregándole todo el
dar que no les estará legalmente permitido reunirse sin una dominio de país. Y así como un rey que por alguna razón se
orden del monarca, hemos de entender que el pueblo ha va a dormir encarga a otro la administración de su reino y
quedado inmediatamente disuelto, y que la autoridad del vuelve a retomar dicha administración cuando despierta,
monarca que es asínombrado es absoluta; pues yano está en así también el pueblo que ha elegido a un monarcatemporal
la mano de los súbditos formar la ciudad de nuevo, a menos y ha retenido el derecho de reunirse en un cierto día y lugar
que quien tiene ahora la autoridad dé su consentimiento. vuelve a recibir su supremacía en el día señalado. Y lo mis-
Tampoco importa que el monarca haya quizá prometido mo que un rey que ha encomendado a otro el ejercicio de su
reunir a sus súbditos en asamblea en ciertas fechas; pues ya autoridad mientras él mismo está despierto puede recuperar
no existe la persona a la que se hizo la promesa; y el que vuel- el poder siempre que quiera, así también el pueblo que se re-
va o no a existir es algo que queda a la discreción del monar- úne con derecho durante el tiempo que se le ha asignado al
ca. Lo que hemos dicho de estos cuatro casos en los que un monarca temporal pued e, si así lo desea, privar al monarca
pueblo elige a un monarcatemporalquedará más claramente de su autoridad. Por último, el rey que encomienda su auto-
explicado si los comparamos con el caso de un monarca ab- ridad a otro mientras él mismo duerme, y no puede desper -
soluto que no tiene un claro heredero. Pues el pueblo es se- tar ha sta que ese otro lo consienta, pierde inmediatamente
ñor de súbdito hasta el punto de que no puede haber más he- su poder y su vida; y de ígualmodo, e] pueblo que ha dado el
redero que el que él nombre. Además, los intervalos entre las poder supremo a un monarca temporal de tal manera que
reuniones de los súbditos pueden ser muy apropiadamente dicho pueblo no pueda reunirse en asamblea sin que el mo-
comparados a los ratos en los que el monarca duerme; pues narca lo ordene se disuelve por completo, y el poder perma-
nece en manos de aquel a quien el pueblo ha elegido.
9. Muerto en 203 a.c. Llamado «CW1ctator» ('Prudente', 'Irresoluto') 17. Si el monarca promete algo a uno o a var ios súbdi tos,
por sus tácticas indecisas frente a Aníbal en el campo de batalla. Aun- la consecuencia de lo cual es que el ejercicio de su poder pue-
que había sido nombrado dictador, su creciente impopularidad entre de sufrir perjuicio, esa promesa o pacto, tanto si se ha hecho
los miembros del Senado se reflejó en el discurso de Marco Metilio, tri-
buno de la plebe, quien propuso que fuera desposeído de su poder ab-
bajo juramento corno si no, es nulo. Pues todo pacto es una
soluto en el campo de batalla y lo compartiese con Minucia (cf. Tito Li- transferencia de derecho, lo cual, según lo que se ha dicho en
vio, XXII, 25 y ss.). el artículo cuarto del capítulo segundo, requiere signos ade-
PODER 7. Dll LASTRESCLASESDI: GOBfllRNO 155
154

cuados y apropiados de que así quiere hacerlo el que lo hombre se supone que ha de atarse sin saber a quién, pues,
transfiere. Pero quien suficientemente da a entender que de hacerlo, le sería imposible cumplir nada. Y de estos tres
es su voluntad retener los fines, también está renunciando a modos todos los súbditos pueden librarse de la sujeción civil
los medios necesarios para alcanzar esos fines. Ahora bien, y volver a esa libertad que tienen los hombres de hacer todas
el que ha prometido dejar algo que es necesario para el poder las cosas, es decir, al estado natural y salvaje; pues el estado
supremo y sin embargo retiene el poder mismo está dando natural es al estado civil (quiero decir que la libertad es a la
suficientes señales de que sólo prometió aquello en la medi- sujeción) lo que la pasión es a la razón, o lo que una bestia a
da en que le fuese posible retener el poder sin lo que prome- un hombre . Asimismo, cada súbdito puede legalmente ser
tió. Toda vez, por tanto, que es manifiesto que lo que se pro- librado de su sujeción por voluntad de quien tiene el poder
mete no puede cumplirse sin perjuicio para el poder, es supremo, si éste le hace cambiar de lugar; lo CL1al puede ser
como si esa promesa no se hubiera hecho, es decir, no tiene hec~o de ~os ~aneras: o con permiso, como cuando alguien
efecto. obtiene licencia para residir en otro país, o por mandato,
18. Hemos visto cómo los súbditos, dictándolo la natura- como ocurre con el que es desterrado. En ambos casos el
leza, se han obligado, mediante pactos mutuos, a obedecer al súbdito se libera de las leyes del país que ha dejado, porque
poder supremo. Ahora veremos por qué medios viene a su- ahora está obligado a observar las del otro.
ceder que quedan liberados de estos lazos de obediencia.
Esto sucede, en primer lugar, por abdicación; es decir, cuan-
do un hombre abandona su derecho al mando pero no lo
transfiere a ningún otro . Pues lo que se abdica de este modo
queda abiertamente expuesto a todos por igual, a disposi-
ción del primero que pueda agarrarlo. De lo cual se sigue
otra vez, por derecho natural, que cada súbdito puede arre-
glárselas como mejor le convenga para procurar su preser-
vación. En segundo lugar, si el reino cae en poder del enemi-
go de tal manera que no puede ofrecérsele ya resistencia
alguna, hemos de entender que aquel que antes tenía la au-
toridad suprema ahora la ha perdido; pues cuando los súb-
ditos han hecho todo lo posible para impedir caer en manos
del enemigo ya han cumplido con ello los pactos de obe-
diencia que habían hecho entre sí. Ylo que, una vez conquis-
tados, prometan de entonces en adelante para evitar así la
muerte deben intentar cumplirlo con no menos empeño. En
tercer lugar, en una monarquía (pues una democracia y una
aristocracia no pueden caer), si no hay sucesor, todos los
súbditos quedan eximidos de sus obligaciones; pues ningún
8. DELOS DERECHOS06 LOS SEÑORES SOBRESUS STERVO
S 157

tener dominio sobre muchas personas. Así, una gran fami-


Capítulos lia es un reino, y un pequeño reino es una familia. Volvamos
De los derechos de los señores de nuevo al estado de naturaleza y consideremos a los hom-
bres como si éstos hubieran brotado dela tierra y repentina-
sobre sus siervos
mente, como si fueran hongos , hubiesen llegado a la madu-
rez sin ningún tipo de contacto entre ellos. Sólo hay tres
modos en los que puede tenerse dominio sobre la persona
de otro. El primero es si, por un contrato mutuo hecho entre
los individuos mismos para lograr la paz y su autodefensa,
dichos individuos renuncian a su poder y se lo entregan vo-
luntariamente a un hombre o a un concejo de hombres; de
esto ya hemos hablado. El segundo tiene lugar cuando un
hombre es hecho prisionero en la guerra, o es vencido, o por
alguna otra razón no se fía ya de sus fuerzas; y a fin de evitar
1.-Qué son un señor y un siervo. 2.-La distinción entre siervos de la muerte, promete su servicio al conquistador o al partido
confianza que disfrutan de su libertad natural,y esclavosque sirven en- más fuerte, es decir, promete hacer cualquier cosa que se le
carceladoso congrilletes. 3.-La obligaciónde un siervoproviene de la li- mande. En contratos así, el bien que recibe quien ha sido
bertadque le es concedidapor su señor. 4.- Lossiervosque están encade-
vencido o es inferior en fuerza es que se le concede conser-
nadosno están obligadosa su amopor contratoalguno. 5.- Lossiervosno
tienen derechodepropiedadfrente a su señor. 6.-El señorpuedevendera var su vida, la cual podía haberle sido quitada en virtud del
su.siervo,o traspasarlopor testamento. 7.-El señor no puede ser injurio- derecho a la guerra que existe en el estado natural de los
sopara con su siervo. 8.-Quien esseñordelseñor,también esseñorde los hombres; pero a cambio de ese bien, él promete su servicio y
siervosde éste. 9.-Por qué mediosson liberadoslossiervos. I 0.-BI domi- obediencia. En virtud, por tanto, de esta promesa, el venci-
nio sobrelas bestiasespor derechonatural. do debe al vencedor un servicio y obediencia absolutos, ex-
cepto en lo que repugna a las leyes divinas; pues quien se
1. En los dos capítulos anteriores hemos tratado de un go- obliga a obedecer los mandatos de un hombre antes de saber
bierno institutivo o constituido como algo que tiene su ori - lo que este hombre le va a mandar, está totalmente obligado,
gen en el consentimiento de muchos, los cuales se han obli- sin restricción, a cumplir las órdenes que se le den, sean és-
gado entre sí mediante un contrato y un acto de confianza tas las que fueren. Ahora bien, quien se ata de este modo es
mutua. Ahora sigue lo que puede decirse acerca de un go- un siervo; y aquel a quien se ata de esta manera es llamado
bierno natural, el cual puede también llamarse adquirido, señor. En tercer lugar, también hay rm derecho sobre la per-
pues es el que se obtiene mediante elpoder y la fuerza natu- sona de un hombre , que se adquiere por generación. De este
ral. Pero debemos saber, en primer lugar, por qué medios tipo de adquisición hablaremos en el capítulo siguiente.
puede obtenerse el derecho de dominio sobre las personas 2. Todo aquel que es apresado en guerra y se le perdona la
humanas. Allí donde se obtiene ese derecho, hay como una vida no se supone que ha pactado con su señor. A ninguno
especie de pequeño reino; pues ser un rey no es otra cosa que de estos presos se le confía la libertad natural suficiente para
156
158 PODER
8. DE WS DEIU!CIIOS DE WS SEflüRES SOBRE SUS SJERVOS 159

que pueda, si así lo desea, escapar, o abandonar su servicio, conseguido la ha conseguido para su señor. Porque quien
o maquinar alguna fechoría contra su señor. De hecho éstos puede con derecho disponer de la persona de un hombre
sirven encarcelados o con grilletes y,por lo tanto, no reciben puede ciertamente disponer también de todas aquellas cosas
el nombre de siervos, sino la peculiar denominación de es- de las que dicho hombre dispone . No hay, pues, nada que un
clavos.Incluso hasta el día de hoy un serviteur,y un serf o un siervo pueda retener contra la voluntad de su señor; sin em-
esclave,tienen significados distintos. bargo, tiene, por disposición de su señor, propiedad y domi-
3. Por tanto, la obligación de un siervo para con su amo nio sobre sus bienes en cuanto que un siervo puede conser-
no proviene de haberle perdonado éste la vida, sino más varlos y defenderlos contra la invasión de los otros siervos.
bien del hecho de que no lo tiene encadenado o encarcelado. Y esto, por lo mismo que se ha dicho antes: que un súbdito
Pues toda obligación se deriva de un contrato, y allí donde no tiene nada suyo contra la voluntad de la autoridad supre-
no hay confianza no puede haber contrato, como se ha mos- ma, si bien cada súbdito tiene propiedades frente a los otros
trado en el capítulo 2, artículo 9, donde se define un contra- súbditos.
to como la promesa de aquel en quien se confía. Hay, por 6. Corno el siervo mismo y todo lo que le pertenece son
consiguiente, una confianza que acompaña el beneficio de de su señor, y como por derecho natural todo hombre puede
haber perdonado la vida, en virtud de la cual el señor conce- disponer de lo suyo de la manera que guste, el señor pue-
de al siervo una libertad corporal. De tal modo que si no hu- de vender, dar en prenda o traspasar por testamento el do-
biesen operado los lazos contractuales, el siervo no sólo po- minio que tiene sobre su siervo, según su gusto y parecer.
dría haber escapado, sino que también habría matado al 7. Asimismo, lo que antes se ha demostrado acerca de los
amo que preservó su vida . súbditos en un gobierno institutivo, esto es, que quien tiene
4. Por consiguiente, aquellos siervosque están aprisiona- el poder supremo no puede nunca decirse que comete inju-
dos en un calabozo o con grilletes no caen bajo la definición ria contra su súbdito, es también verdad aplicado a los sier-
de siervo que se ha dado más arriba. Pues [los siervos enca-

l
vos, pues éstos han sometido su voluntad a la voluntad del
denados] no sirven por respeto a un contrato, sino para no señor. De lo cual se desprende que cualquier cosa que éste
sufrir [la muerte]. Y, por lo tanto, si huyen o matan a su se- haga se hace por voluntad de sus siervos, y, por consiguiente,
ñor, no están cometiendo ofensa contra las leyes de nattua- no puede cometerse injuria alguna contra ellos, pues ellos
leza. Pues elhecho de encadenar a un hombre es clara señal mismos asílo quieren.
de que quien lo encadena supone que el encadenado no está 8. Mas si ocurre que el señor,ya sea por cautiverio o por
ligado a ninguna otra obligación. sujeción voluntaria, se convierte en siervo o súbdito de otro,
S. El señor no tiene menos dominio sobre un siervo que ese otro no sólo será ahora señor suyo, sino también de sus
no está encadenado, que sobre otro que lo está; porque tiene siervos: señor supremo sobre éstos, señor inmediato sobre
un poder supremo sobre ambos, y puede decir de sus siervos aquél. Ahora bien, como no sólo el siervo mismo, sino tam -
lo mismo que de cualquier otra cosa animada o inanimada: bién lo que éste tiene, son posesión del señor, los siervos de
esto es mío. De lo cual se sigue que todo aquello que el siervo éste pertenecerán ahora a ese hombre; y el señor mediato
tenía antes de su servidumbre, después se convierte en pro- sólo podrá disponer de ellos en la medida en que Je parezca
piedad de su señor, y que cualquier cosa que el siervo haya bien al señor supremo. Y, por lo tanto, si alguna vez en los
160 PODER 8. DE LOSDERECHOSDE LOSSfill"ORES
SOBRESUSSIERVOS 161

gobiernos civiles el señor tiene un poder absoluto sobre sus cha mayor razón será también legal, en el caso de los brutos,
siervos, se supone que éste se deriva del derecho de naturale- reducir a éstos a servidumbre haciéndolos útiles mediante el
za, y no es constituido, sino pasado por alto, por la ley civil. arte de la doma o persiguiéndolos y destruyéndolos en gue-
9. Un siervo es liberado de su servidumbre del mismo rra perpetua si son peligrosos y nocivos. Por lo tanto, nues-
modo que un súbdito en un gobierno institutivo es liberado tro dominio sobre las bestias tiene su origen en el derecho de
de su sujeción. En primer lugar, [un siervo es liberado] si es naturaleza, no en el derecho divino positivo. Pues si tal dere-
manumitido por su amo; pues el derecho sobre sí mismo cho no hubiera existido antes de que se hiciesen públicas las
que el siervo transfirió a su señor puede serle devuelto por Sagradas Escrituras, ningún hombre podría con derecho
éste. En segundo lugar, [un siervo es liberado] si el amo le haber matado una bestia para alimentarse, excepto aquellas
despide, lo cual constituye w1 destierro; esto no difiere de la que hubieran sido designadas por expresa disposición divi-
manumisión en el efecto, sino sólo en el procedimiento. En na; lo cual, ciertamente, hubiera sido muy duro para hom -
tercer lugar, si un siervo es hecho prisionero, su anterior ser- bres a quienes las bestias podían devorar sin injuria, sin dár-
vidumbre es abolida por la nueva; pues igual que ocurre con seles a ellos el poder de destruirlas. Así pues, si procede del
todo lo demás, los siervos pueden también adquir irse por derecho natural el que una bestia pueda matar a un hombre,
actos de guerra; y en toda equidad el nuevo amo debe prote- de ese mismo derecho procede también el que un hom-
gerlos como cosa suya. En cuarto lugar, un siervo puede ser bre pueda matar a Lmabestia .
liberado cuando su amo muere sin que se sepa quién va
a ser su sucesor, por falta de testamento o heredero. Pues a
ningún hombre debe considerársele obligado, a menos que
sepa a quién debe prestar obligación. Por último, el siervo
que ha sido encadenado o privado de su libertad corporal
por cualesquiera otros medios queda liberado de aquella
otra obligación contractual. Pues no puede haber contrato
allí donde no hay confianza, ni puede violarse una confianza
que no ha sido previamente otorgada. Pero el señor que sirve
a otro no puede liberar a sus siervos, ya que éstos deben con-
tinuar bajo el poder del señor supremo; pues como ya se ha
mostrado, dichos siervos no son suyos, sino que pertenecen
al señor supremo.
10. Obtenemos derecho sobre las criaturas irracionales
del mismo modo que sobre las person as hwnanas, es decir,
mediante la fuerza y el poder natural. Porque si en el estado
de naturaleza es legal para cualquiera, por razón de esa gue-
rra de todos contra todos, someter e incluso matar hombres
siempre que esto parezca redundar en nuestro bien, con mu-
9. DE.LDERECHODELOSPADRESSOIJRESUS111)0S 163

l. Sócrates es un hombre y, por lo tanto, es una criatura vi-


Capítulo9 viente, es un razonamiento correcto; y es sobremanera evi-
Del derechode los padres sobre sus hijos, dente porque nada se necesita para reconocer la verdad de la
conclusión, excepto que se entien da la palabra hombre. Por-
y del gobierno patrimonial que la expresión criatura viviente está ya en la definición
misma de hombre, y a todos les result a evidente la proposi-
ción que se buscaba, a saber: el hombre es una criatura vi-
viente. Pero la siguiente argumentación: Sofronis es el padre
de Sócrates y, por lo tanto, es su señor, quizá constituya un ra-
zonamiento verdadero, pero no es evidente de suyo; pues ]a
palabra sefior no está contenida en la definición de padre. Es,
pues, necesario, para hacer que la argumentación sea evi-
dente, que de algún modo se presente de forma explícita la
conexión entre padre y señor. Quienes hasta ahora han tra-
1.-El dominio paternal no surge de la generación. 2.-EI dominio so- tado de probar el poder que un padre tiene sobre sus hijos,
bre los infantes le pertenece a quien primero los tiene en su poder.
no se han apoyado en más argumento que el de la genera-
3.-El dominio sobre los infantes pertenece originalmente a la madre.
4.- El infante abandonado es de quien lo protegey cría. 5.-El hijo de ción, como si fuera de suyo evidente que aquello que es ge-
una persona súbdita y de un jefe pertenece a quien tiene el mando. nerado por mí, me pertenece. Este tipo de razonamiento se-
6.-En una unión de hombrey mujer en la que ninguno de los dos tiene ría igual al que estableciera que, dado un triángulo, es
el poder de mandar sobre el otro los hijos son de la madre, a menos que evidente de suyo, sin más argumentación, que la suma de
por contrato o por l.eycivil se determine de otra manera. 7.-Los hijos sus ángulos equivale a dos rectos. Además, como el dominio
no están merzossujetos a sus padres que los siervos a sus señoresy que absoluto , es decir, el poder supremo, es indivisible según la
los súbditos a su ciudad. 8.-Del honor debido a los padres y señores.
9.-En qué consiste la libertad, y la diferencia entre súbditos y siervos. máxima de que ningún hombre puede servh-a dos señores, y
10.-Existe el mismo derechoen un gobierno hereditarioque en un go- sin embargo deben concurrir dos personas, un varón y una
bierno institutivo. 11.-La cuestión acercadel derechode sucesiónper- hembra, en el acto de la generación, de ello se sigue que es
tenece sólo a la monarquía. 12.-Un monarcapuede disponer el man- imposible que el dominio se adquiera por generación sola-
do de su gobierno mediante testamento. 13.-0 regalarlo,o venderlo. mente. Nos dedicaremos, pues, con la mayor diligencia, a
14.-Si un monarca muere sin hacer testamento, debe siempre enten- averiguar en este lugar cuál sea el origen del gobierno pater-
derse que su deseo era que otro monarca le sucediese. 15.-Y en parti-
nal.
cular alguno de sus hijos. 16.-Y un varón antes que una hembra.
17.-Y de los varones, los mayores antes que los menores. 18.-Y si no 2. Es preciso, pues, que volvamos a ese estado de naturale-
tiene descendencia, su hermano antes que todos los demás. 19.-Del za en el que, por razón de la igualdad natural, todos los hom-
mismo modo que los hombres se suceden en el poder, se suceden en el bres que han alcanzado una edad madura son iguales. Allí,por
derechoa la sucesión. derecho de naturaleza, el conquistador es se:fiordel conquista -
do. Por consiguiente, el dominio sobre elinfante corresponde,
en virtud del derecho de naturaleza, a quien primero lo tiene
162
164 PODER 9. DELDERECHO DE LOS PADRES SOIJRESUS HIJOS 165

en su poder. Pero es evidente que el recién nacido está en po- 4. El dominio puede pasar de la madre a otros, de diver-
der de la madre, antes de estarlo en el de cualquier otra perso- sas maneras. Primero, si deja y renuncia a su derecho aban-
na; hasta tal punto, que la madre puede con derecho, según lo donando al niño. Quien recoja y críe al niño así abandonado,
que ella quiera, criar al hijo o abandonarlo a la suerte. tendrá sobre él el mismo dominio que antes tenía la madre.
3. Si decide criarlo, se supone que, al ser el estado de na- Pues esa vida que la madre le había dado, no simplemente
turaleza un estado de guerra, ella lo hace con la condición de por tenerlo,sino por alimentarlo, se la quita ahora al haberlo
que el niño, cuando crezca, no se convierta en enemigo suyo, abandonado . De lo cual se sigue que la obligación que surgió
es decir, que la obedezca. Pues como, por necesidad natural, de recibir el beneficio de la vida, queda anulada cuando el
todos deseamos aquello que se nos presenta como bueno, hijo es abandonado. Y ahora, el hijo recogido se lo debe todo
sería incomprensible que un hombre hubiera dado vida a a quien le recogió, el cual se convierte, en lo que a su educa-
otro en tales condiciones que éste, al ganar fuerza con los ción se refiere, en su madre; y en lo que a prestar servicio se
años, se convirtiera en su enemigo. Mas cada hombre es ene- refiere, en su se11or.Y aunque en el estado de naturaleza, en
migo de cada otro hombre al que no obedece ni manda. Y el cual todos los hombres tienen derecho a todas las cosas, la
así, en el estado de naturaleza, toda mujer que engendra hi- madre puede recuperar a su hijo en virtud del mismo dere-
jos se convierte en madre y señora. El que algunos digan que cho con el que cualquier otra persona podría también hacer-
en este caso, debido a la preeminencia de sexo, el señor es el lo, el hijo no puede con derecho transferirse a sí mismo a su
padre, y no la madre, no significa nada. Pues la razón nos madre.
muestra la contrario, ya que la desigualidad entre sus fuer- 5. En segundo lugar, si la madre es hecha prisionera, su
zas no es tanta como para que el hombre pueda obtener do- hijo pasa a pertenecer a quien la apresó; porque quien tiene
minio sobre la mujer sin necesidad de guerra. Y la costum- dominio sobre la persona, tiene también dominio sobre las
bre no contradice esto, pues las mujeres llamadas amazonas pertenencias de esa persona, y también sobre su hijo, como
hacían antaño la guerra a sus adversarios y disponían de sus se ha mostrado en el artículo quinto delcapítulo anterior. En
hijos como les parecía . Y en el día de hoy, existen varios lu- tercer lugar, si la madre es una súbdita bajo el gobierno que
gares en los que las mujeres son investidas de la principal au- sea, quien tenga la autoridad suprema en ese gobierno ten-
toridad, y no son sus maridos los que disponen de sus hijos, drá también dominio sobre el hijo nacido de dicha madre;
sino ellas mismas, lo cual hacen, ciertamente, por derechode pues el jefe supremo es también señor de la madre, la cual
naturaleza, ya que (como se ha mostrado) quien tiene el po- está obligada a obedecerle en todas las cosas. En cuarto lu-
der supremo no está atado en absoluto a las leyes civiles. gar, si una mujer, para vivir acompañada, se da a un hombre
Afíádase a esto que, en el estado de naturaleza, no puede sa- bajo la condición de que éste tenga el mando, el hijo que re-
berse quién es el padre, como no sea por el testimonio de la cibe su ser de la unión de ambas partes es delpadre, en razón
madre. El hijo, por tanto, será de quien la madre diga, y per- del mando que éste tiene sobre la madre. Pero si una mujer
tenecerá, consiguientemente, a ésta. De lo que se deduce que que ostenta el mando tiene hijos de un súbdito, los hijos se-
el dominio original sobre los hijos pertenece a la madre; en- rán de la madre; pues de otro modo la madre no podría te-
tre los humanos, lo mismo que entre las demás criaturas, el ner hijos sin detrimento de su autoridad. Y como regla gene-
parto viene tras la barriga. ral, si la unión entre hombre y mujer es tal que uno de los
PODER 9. DELDERECHODELOSPADRESSOBRESUSHIJOS 167
166

dos se ha sometido al otro, los hijos pertenecerán al que ten- nos que antes. Pues el honor, como se ha dicho en la sección
ga el mando . anterior, no es otra cosa que la estimación del poder de otro,
6. Pero en el estado de naturaleza, si un hombre y una y, por lo tanto, qtúen tiene menos poder recibe siempre me-
mujer acuerdan que ninguno de los dos esté sujeto al man- nos honor . Pero no debe entenderse que el emancipador qui-
do del otro, los hijos serán de la madre, a menos que pacten so jamás igualar al emancipado consigo mismo, de tal mane-
que sea de otro modo; y ello, por las razones que se han ra que el emancipado no reconociese el beneficio que se le
dado en el ar tículo tercero . Pues la madre puede mediante había concedido, y se comportara en todas las cosas como si
contrato disponer de sus derechos según le plazca, como se fuese igual a su libertador. Debe, más bien, entenderse que
ha visto que hacen las amazonas, las cuales contratan con quien es liberado de sujec ión, ya se trate de un siervo, de un
sus vecinos dar a éstos los varones que hayan sido engen- hijo, o de una colonia, ha de prometer seguir dando, por lo
drados, reten iendo las hembras para sí. Pero en un gobier- menos, esas muestras externas con las que los superiores
no civil, si existe un contrato matrimonial entre un hombre eran honrados por sus inferiores. De lo cual se sigue que el
y una mujer, los hijos son del padre; pues en todas las ciuda- preceptq de honrar a nuestros padres pertenece a la ley de na-
des constituídas de padres que gobiernan a sus familias, y turaleza, no sólo a título de gratitud, sino también a título de
no de madres, el mando doméstico corresponde al hombre; acuerdo o pacto.
y un contrato así, si se realiza de acuerdo con las leyes civi- 9. Alguno preguntará: ¿cuál es, entonces, la diferencia
les, se llama matrimon io. Pero si sólo acuerdan acostarse entre un hijo o un súbdito, y un siervo? No sé yo de ningún
juntos, los hijos podrán ser, o bien del padre, o bien de la autor que haya aclarado por completo qué es la libertad y
madre, según lo que dicten las diferentes leyes civiles de qué la esclavitud. Por lo común, hacerlo todo conforme a
cada ciudad. nuestros deseos sin ser castigados por ello se piensa que
7. Ahora bien, como, por lo dicho en el artículo tercero, es libettad; no poder hacerlo, se juzga que es atadura. Pero
la madre es originalmente señora de sus hijos, y de ahí, por esa libertad absoluta no es posible cuando hay gobierno ci-
derecho derivado, puede serlo el padre o alguna otra perso - vil y cuando la humanidad vive en paz; pues no hay ciudad
na, de ello resulta evidente que los hijos no están menos su- que no tenga un mando y una serie de restricciones impues-
jetos a quie n es les alimentan y educan, que los siervos a sus tas por la ley. La libertad, si quisiéramos defüúrla, no es otra
señores y los súbditos a aquél que ostenta el gobierno supre - cosa que una ausencia de obstdculos que impiden el movi-
mo; y que un padre no puede ser injurioso para con su hijo miento. Así, el agua que está contenida en un vaso no tiene
mientras éste se encuentre en su poder. Un hijo se libra de libertad, porque el vaso mismo la impide salir afuera; mas
sujeción del mismo modo que lo hacen un súbdito yun sier- si el vaso se rompe, el agua queda liberada. De igual modo,
vo. Pues la emancipación es lo mismo que la manumisión, y cada hombre tiene mayor o menor libertad, según tenga
la abdicación lo mismo que el destierro. más o menos espacio en el que moverse; así, quien está en-
8. El hijo emancipado o el siervo liberado tienen menos cerrado en una prisión grande, goza de más libertad que
miedo de su señor y padre, al haber sido éstos privados de su quien lo está en una pequeüa. Y un hombre puede que sea
poder natural y señorial sobre ellos; y en lo que se refiere al libre hacia un lado, y no lo sea hacia otro; así sucede con el
honor que se presta interna y sinceramente, les honran me- viajero que está limitado por setos o vallas laterales, para
168 PODER 9. DEL DERECHODBLOSPADRl:.S
SOBRI! SUSHIJOS 169

que no estropee las viñas o los sembrados de maíz que cre- leyes de la ciudad y corresponde sólamente a quienes están
cen a ambos lados del camino. Estos tipos de obstáculos son en el gobierno.
externos y absolutos; y en este sentido puede decirse que to- 1O. Un padre con sus hijos y siervos, convertido en perso-
dos los siervosy súbditosson librescuando no están encade- na civil en virtud de su jurisdicción paternal, recibe el nom-
nados o encarcelados. Hay otros obstáculos que son arbi- bre de familia. Esta familia, si por la multiplicación de los hi-
trarios y que no impiden el movimiento de un modo jos y la adquisición de siervosllega a ser numerosa hasta el
absoluto, sino por accidente, per accidens,es decir, por elec- punto de no poder ser sometida sin que haya que probar
ción nuestra; así, a quien está en un barco nada le impide suerte en el siempre incierto juego de la guerra, será llama-
que, si así lo desea, se arroje al mar. También aquí cuantos da reinohereditario. El cual, aunque al haber sido adquirido
más modos de moverse tenga un hombre, mayor libertad por la fuerza difiere de una monarquíaconstitutivaen su ori-
tendrá . Y en esto consiste la libertad civil; pues ningún gen y modo de constitución, tiene, una vez constituído, to-
hombre, ya sea súbdito, hijo o siervo, se ve tan impedido das y las mismas propiedades [de la monarquía institutiva],
por los castigos ordenados por la ciudad, el padre o el se- y el derecho de autoridad es el mismo en todo. De .manera
ñor, por crueles que sean, que no pueda hacer todas aque- que no es necesario hablar del gobierno hereditario y del go-
llas cosas y utilizar todos los medios necesarios para la pre- bierno institutivo como cosas distintas.
servación de su vida y de su salud. Yo, por mi parte, no 11. Ya se ha dicho por qué derecho se constituyen las au-
puedo ver qué razón puede tener para quejarse un simple toridades supremas. Debemos ahora decir brevemente en
siervo, si sus quejas se refieren únicamente a falta de liber- virtud de qué derecho pueden perpetuarse. El derecho por
tad, a menos que considere que es un sufrimiento el que se el que se perpetúan es llamado derecho de sucesión.Ahora
le impida dañarse a sí mismo y se le procure esa vida que bjen, como en una democraciala autoridad suprema reside
debido a la guerra, o a la desgracia, o a su propia indolen- en el pueblo, siempre que siga habiendo súbditos la autori-
cia, le había sido prohibida. Y no sólo se le da al siervo esa dad seguirá residiendo en la misma persona; pues el pueblo
vida, sino también todo modo de sostenimiento y todo lo carece de sucesor. De igual manera, en una aristocracia,si
necesario para la conservación de su salud; y todo ello con uno de los nobles muere, los demás ponen otro en su lugar; y
la única condición de que se someta. Quien es reprimido por lo tanto, a menos que todos mueran juntos, lo cual su-
por la amenaza de castigos que le impidan dar rienda suelta pongo que no puede suceder nunca, no hay sucesión. La
a todos sus deseos no es víctin1a de la opresión esclavizado- pregunta, por tanto, acerca del derecho de sucesión tiene
ra, sino gobernado y mantenido. Pero los súbditos libres y sólo lugar en una monarquía absoluta.Pues quienes ejercen
los hijos gozan de este privilegio que los siervos no tienen: el poder supremo por una temporada sólamente no son mo-
que pueden desempeñar los cargos más honorables de la narcassino ministrosde Estado.
ciudad o de la familia, y también disfrutar de la posesión de 12. Si un monarca dispone mediante testamento qué per-
más cosas superfluas. Y en esto radica la diferencia entre sona va a sucederle, la persona que él indique le sucederá.
un súbdito librey un siervo:en que es libre quien sirve a la Pues al haber sido él nombrado por el pueblo, tendrá sobre
ciudad solamente, y es siervo quien además sirve a un co- la ciudad el mismo derecho que el pueblo tenía, como se ha
súbdito. Toda otra libertad constituye una excepción a las mostrado en el capítulo 7, artículo 11. Si el pueblo puede ele-
170 PODF.R 9. DELDERECHO DELOSPADRESSOBRESUSHJJOS 171

girle a él, por ese mismo derecho puede él elegir a otro. Pues 16. Entre los hijos, los varones tienen preeminencia. Qui-
bien, en una monarquía hereditaria existen los mismos de- zá al principio esto fue así porque, en general, aunque no
rechos que en una institutiva; de ahí que todo monarca pue- siempre, están mejor preparados para la administración de
da nombrar un sucesor mediante testamento. los grandes asuntos, especialmente de los asuntos de guerra,
13. Pero lo que un hombre puede transferir a otro me- pero después, cuando esto se convirtió en costumbre, por-
diante testamento, puede también, en virtud del mismo de- que dicha costumbre no encontró oposición. Y,por lo tanto ,
recho, regalarlo o venderlo estando aún en vida. De modo la voluntad del padre, a menos que alguna otra costumbre o
que comoquiera que la potestad suprema decida transferir señal claramente lo contradiga, ha de entenderse que favore-
su poder, tanto si lo regala como si lo vende, la transferencia ce a los varones.
será legítima. 17. Ahora bien, como los hijos varones son iguales y el
14. Pero si estando en vida no ha declarado su voluntad poder no puede dividirse, la sucesión recaerá en los mayo-
-ni mediante testamento ni de ninguna otra manera- acerca res. Pues si existe alguna diferencia por razón de la edad,
de quién le habrá de suceder, se supone, en primer lugar, que quien es mayor se supone que vale más, porque a juicio de la
no le gustaría ver su gobierno reducido a la anarquía o a un naturaleza quien tiene más años es el más sabio (y general-
estado de guerra, es decir, que no le gustaría la destrucción mente suele ser así). No puede seguirse otro criterio. Pero si
de sus súbditos. Pues de lo contrario estaría violando las le- a los hermanos se les valora igualmente, entonces la suce-
yes de naturaleza en virtud de las cuales estaba obligado a sión se decidirá por sorteo. Mas la primogenitura es un sor-
hacer todo lo necesario para preservar la paz. Además, si tal teo natural, según el cual el hermano mayor es ya el preferi-
hubiera sido su voluntad, no le habría sido difícil declararlo do; y no hay nadie que tenga el poder de juzgar mediante qué
abiertamente . En segundo lugar, dado que el derecho se otra clase de suertes habrá que decidir la cuestión. Añado
transfiere según la volw1tad del padre, hemos de juzgar ahora que la misma razón que opera en favor del primer hijo
acerca del sucesor según las señales que veamos en dicha vo- varón nacido, opera en favor de la primera hembra.
luntad. Hemos, pues, de entender que un monarca preferiría 18. Pero si [el monarca] no tiene descendencia, entonces
que sus súbditos viviesen bajo un gobierno monárquico an- el mando pasará a sus hermanos y hermanas, y ello por la
tes que bajo ningún otro, pues él mismo, al gobernar monár- misma razón que la que los hijos, de haberlos tenido, ten-
quicamente, ha aprobado con su ejemplo ese tipo de gobier- drían que haber sido los sucesores. Pues aquellos que por
no y no lo ha condenado después ni de palabra ni de obra . naturaleza son más próximos a nosotros se supone que son
15. Es más: como por necesidad natural todos los hom- también más benevolentes. Y la sucesión habrá de pasar a
bres quieren más a aquellos de quienes reciben gloria y ho- los hermanos antes que a las hermanas, y a los más viejos an-
nor; y como todo hombre, cuando muere, recibe honor y tes que a los más jóvenes, por las mismas razones que se adu-
gloria de sus hijos antes que del poder de ningún otro hom- cían en el caso de los hijos.
bre, de ello deducimos que un padre prefiere a sus hijos an- 19. Por el mismo procedimiento por que los hombres se
tes que a ninguna otra persona. Debe, pues, asumirse que la suceden en el poder, se suceden también en el derecho a la
voluntad del padre que muere sin testamento es que le suce- sucesión. Si el primer nacido muere antes que el padre, se
da alguno de sus hijos. entenderá que transfirió el derecho de sucesión a los otros
172 PODER

hijos, a menos que el padre lo decrete de otro modo. Conse-


cuentemente, los sobrinos tendrán más derecho a la suce- Capítulo 10
sión que los tíos. Digo que estas cosas serán así si la costum- Comparación entre las tres clases de gobierno,
bre del lugar (la cual, si el padre no indica lo contrario, se según los inconvenientes de cada una
estimará que es aceptada por éste) no lo impide.

}.-Comparación del estado natural con el civil. 2.-Las gananciasy pérdi-


das de quien gobierna correnparejas con las de sus súbditos. 3.- Elogiode
la monarquía. 4.-No puede decirseque elgobierno monárquico sea malo
porque un hombre tiene más poder que todos los demás. 5.-Rechazo de la
opinión de quienes dicen que un seiiory sus criados no pueden constituir
una ciudad. 6.-Las exaccionesson mds gravosasbajo el mando del pue-
blo que bajo el monarca. 7.-Los súbditos inocentesencuentran menos de-
testable el castigobajo un monarca que bajo el pueblo. 8.-Los individuos
particulares no tienen menos libertad bajo un monarcaque bajoelpueblo.
9.-No es desventajapara lossúbditos el que no todossean admitidos en las
deliberacionesde interéspúblico. 10.-Es imprudente encomendar a mu-
chos las deliberacionesciviles,debido a la impericia de la mayoría de los
hombres. 11.-Debido a su palabrería. 12.-Debido a las facciones.
13.- Debido a la ·inestabilidad de las leyes. 14.-Por Jaita de secreto.
15.- Estos inconvenientesvan anejos a la democracia,pues los hombresse
deleitan de modo natural cuando se les tiene por ingeniosos. 16.-Los in-
convenientesde gobiernoque procedende un rey nilio. 17.-El poder de los
generaleses señal evidente de la excelencia de la monarquía. 18.-En un
Estado, la mejorsituación es aquellaen que lossúbditosson la herenciadel
que gobierna. 19.-El gobierno aristocráticoes mejor cuanto más se apro-
xima al gobierno monárquico,y peor cuanto más se alejade él.

l. Yase ha dicho lo que son una democracia, una aristocracia


y una monarquía. Pero cuál de ellas es la que tiende más a
173
174 PODER 10. COMPARACIÓNENTRELAS TRES CLASESDE GOBIERNO 175

preservar la paz de los súbditos y a procurarles ventajas es igual al que gobiernay al súbdito. Los daños que caen sobre
algo que veremos comparándolas entre sí. Mas presentemos algunos súbditos en particular por causa de su mala suerte,
primero las ventajas y desventajas de una ciudad en general, su insensatez, su negligencia, su pereza o su despilfarro pue-
por si acaso hay todavía algunos que piensan que es mejor den muy bien separarse de los daños que afectan al que go-
que a cada hombre se le deje vivir corno quiera que consti- bierna. Pero aquéllos no se refieren al gobierno mismo, pues
hlir una sociedad. Ciertamente, todo hombre que vive fuera pueden darse bajo cualquier clase de gobierno, sea la que
del estado civil tiene una completa, si bien infructuosa, li- sea. Mas si los daños surgen a raíz de la institución de la ciu-
bertad. Porque aquel que por razón de su propia libertad dad, entonces puede decirse verdaderamente que son incon-
hace todo lo que quiere debe también, por razón de esa mis- venientes anejos al gobierno mismo; y en ese caso, dichos
ma libertad en otros, sufrir lo que los demás quieran hacer. inconvenientes serán comunes al que gobierna ya sus súb -
Pero en una ciudad constituida, cada súbdito retiene para sí ditos, ya que sus beneficios son también comunes. El prime-
tanta libertad como le sea suficiente para vivir bien y con ro y mayor beneficio, la paz y la defensa, es tanto para el que
tranquilidad; y a los demás se les quita lo bastante como gobierna corno para eJ súbdito; pues ambos, a fin de defen-
para que no sean temidos. Fuera de este estado civil, cada der su vida, hacen uso de todas las fuerzas de sus conciuda-
hombre tiene derecho a todo, pero no puede disfrutar de danos . Y en la mayor desgracia que puede recaer sobre W1a
nada; dentro del estado civil, cada uno disfruta con seguri- ciudad, a saber, la matanza de ciudadanos como consecuen-
dad de su derecho limitado. Fuera, cualquier hombre puede cia de la anarquía, todos, tanto el que manda como los súb-
dañar o matar a otro; dentro, sólo uno puede hacerlo. Fuera, ditos, se ven igualmente afectados. Asimismo, si el que go-
somos protegidos por nuestras propias fuerzas; dentro, por bierna exige de sus súbditos vastas sumas de dinero, hasta el
el poder de todos. Fuera, ningún hombre puede estar seguro pW1tOde que éstos no son capaces de mantenerse a sí mis-
de que disfrutará del producto de su trabajo; dentro, todos mos y a sus familias ni de conservar su fuerza y vigor corpo-
lo están . Por último, fuera de la sociedad civil dominan las ral, la desventaja es tanto para el que gobierna como para los
pasiones, la guerra, el miedo, la pobreza, el abandono, la so- gobernados; pues por muchas riquezas que acumule el go-
ledad, la barbarie, la ignorancia, la crueldad; dentro, las co- bernante, no podrá conservarlas ni ejercer su autoridad sin
sas que dominan son la razón, la paz, la seguridad, la pros- el apoyo de los cuerpos de sus súbditos. Pero si no recauda
peridad, la decencia, la convivencia, la elegancia, las ciencias más impuestos de los que se requieren para ejercer su poder
y la benevolencia. de una manera debida, ello beneficiará igualmente a él y a
2. Aristóteles, en el capítulo catorce del libro séptimo de sus súbditos, y contribuirá a la paz y defensa de todos. Tam-
su Política,dice que hay dos clases de gobierno: la una tiende poco es imaginable que el tesoro público se convierta en una
a beneficiar al que gobiernay la otra tiende a beneficiar a los carga para los súbditos privadosy hasta llegue en ocasiones
súbditos.Es como si allí donde los súbditosson tratados con a privarlos de toda posibilidad de adquirir, ni siqujera con
severidad hubiese un tipo de gobierno, y allí donde son tra- sus propias manos, lo necesario para mantener el vigor
tados más benévolamente hubiese otro. Lo cual, en mi opi- de sus cuerpos y almas. En casos así, el mal afectará a quien
nión, no puede sostenerse. Pues todos los beneficios y todas tiene el mando, y no será debido a un defecto congénito a la
las pérdidas que tienen lugar en w1 gobierno afectan por institución del gobierno (pues los súbditos pueden ser opri-
176 PODER 1O. COMPARAClÓNENTRELASTRESCLASESDE GOBIERNO 177

midos bajo toda forma de gobierno), sino ala mala adminis- 4. Hay algunos que están descontentos al verse goberna-
tración de un gobierno bien establecido. dos por un solo hombre, simplemente porque sólo es uno,
3. Que de las tres antedichas formas de gobierno -demo- como si fuera absurdo que sólo un hombre entre muchos
cracia,aristocraciay monarquía- la monarquíatiene la pre- destacara en poder hasta el punto de tener la potestad de dis-
eminencia se verá mejor si comparamos las ventajas e incon- poner a su gusto de todos los demás. Estos descontentos, si
venientes que surgen de cada una de ellas. Argumentos del pudieran, renunciarían a ser dominados por un solo Dios.
tipo «todoel universo está gobernado por un Dios»; «losan- Pero estas reservas en contra del gobierno de uno están mo-
tiguos preferían el estado monárquico a cualquier otro, y da- tivadas por la envidia de ver a un hombre en posesión de lo
ban a Júpiter el poder de gobernar sobre los demás dioses»; que todos desean. Por la misma razón, a estos descontentos
«en el principio de los asuntos de Estado y de las naciones, no les parecerá razonable el gobierno de unospocos,a menos
los decretos de los príncipes eran tomados por leyes»; «el go- que ellos mismos formen parte de ese número o tengan es-
bierno paternal, instituido por Dios mismo en la Creación, peranza de ser incluidos en él. Pues si no fuese razonable que no
era monárquico»; «los demás tipos de gobierno fueron todos los hombres tuviesen igual derecho, sin duda que
constituidos por el artificio de los hombres*, de las cenizas tampoco una aristocracia sería razonable. Mas como ya he-
de la monarquía, después que ésta había sido destruida por mos mostrado que el estado de igualdad es el estado de gue-
sediciones»; «el pueblo de Dios estaba bajo la jurisdicción de rra y que, en vista de ello, la desigualdad fue introducida por
reyes», etc. Argumentos de esta clase, digo, aunque mantie- acuerdo general, esta desigualdad en virtud de la cual aquel
nen que la monarquía es la forma de gobierno más eminen- a quien hemos dado voluntariamente más cosas disfruta de
te, lo hacen mediante ejemplos y testimonios, y no con razo- más no debe ya considerarse como cosa irrazonable. Por lo
namientos sólidos. Por consiguiente, no los tendremos en tanto, los inconvenientes que van anejos al gobierno de
cuenta. un solohombre se refieren a su persona,y no al hecho de que
sólo sea uno. Veamos, pues, qué es lo que acarrea más incon-
venientes para el súbdito: si el mando de un solohombre o el
* Parece que los antiguos que compusieron la fábula de Prometeo
apuntaban hacia esto. Decían que Prometeo, habiendo robado fuego mando de muchos.
ddso l, formó un hombre de arcilla;yque por esta acción fue torturado 5. Pero primero hemos de refutar la opinión de quienes
por Júpiter con un perpetuo roer en su hígado. Lo cual viene a decir niegan que en absoluto sea una ciudad la que se compone de
que, por intervención humana (significada aquí por Prometeo), las un número no muy grande de criados bajo un señor común.
leyes y la justicia fueron por imitación tomadas de la monarquía; por
En el noveno artículo del capítulo quinto se define una ciu-
virtud de lo cual, como el fuego que es apartado de su orbe natural , la
multitud, siendo ésta como el polvo yla basura de los hombre s, fue, por dad como una persona compuesta de rnuchoshombrescuya
así decirlo, animada y convertida en una persona civil, la cual recibe el voluntad, por lo que ellos mismos han acordado, ha de ser
nombre de aristocracia o democracia. Pero el autor e instigadores de tenida por las voluntades de todos ellos, hasta el punto de
esto, los cuales podrían haber vivido tranquilamente bajo la jurisdic- que dichapersona pueda usar la fuerza y facultades de cada
ción de los reyes, se vieron disminuidos por lo que habían hecho; pues
se dieron cuenta de que ahora estabru1expuestos a alteraciones y se en-
individuo en particular, en aras de la paz y seguridad públi-
contraban perpetuamente atormentados con cuitas, sospechas y disen - cas. Y por lo dicho en el mismo artículo del mismo capítulo,
siones. hay una persona cuando las voluntades de muchos están
178 PODER 10. COMPARACIÓNENTRELASTRESCLASESDI!GOBIERNO 179

contenidas en la voluntad de uno. Ahora bien, la voluntad de cueste a los súbditos, ya que dichos ministro s y amigos no
cada siervo está contenida en la voluntad de su señor, tal y son muchos. Quiero decir que un monarca puede hacer eso
como se ha declarado en el artículo quinto del capítulo octa- sin robar a los súbditos de esos dineros que ha recaudado de
vo, a fin de que dicho señor pueda emplear todas las fuerzas ellos para atender las necesidades de la guerra y de la paz. En
y facultades de los suyos según su propio gusto y voluntad. una democracia, donde son muchos los que hay que satisfa-
De ello se sigue, por tanto, que ha de ser necesariamente una cer, a los cuales se añaden constantemente otros nuevos, esto
ciudad la que está constituida de un señor y muchos siervos. no puede hacerse sin que el súbdito sufra opresión. Aunque
No puede aducirse ninguna razón en contra de esto, que no un monarca pueda promocionar a personas que no lo mere-
pueda esgrimirse igualmente contra una ciudad constituida cen, generalmente no lo hará; pero en una democracia se su-
por un padre y sus hijos. Pues para un padre que no tiene pone que todos los hombres populares lo hacen porque les es
descendencia, los siervos son como sus hijos, ya que son su necesario. Si no, el poder de quienes promocionaran a hom-
honor y salvaguarda. Y no están los siervos más sujetos a sus bres valiosos crecería tanto que no sólo serían de temer por
señores que los hijos a sus padres, como se ha manifestado en los otros, sino también por la ciudad misma.
el artículo quinto del capítulo octavo. 7. Otro motivo de queja es el que los hombres, por su
6. Entre los motivos de queja que pueden tenerse contra perpetuo miedo a la muerte, tienen cuando consideran que
la autoridad suprema, está el de que quien manda, además quien gobierna tiene el poder supremo, no sólo para deci-
de los dineros que son necesarios para el gasto público, tales dir qué castigos deben asignarse a las diferentes transgre-
como el mantenimiento de ministros públicos, edificios, siones, sino también para matar, en un arrebato de ira y de
castillos para la defensa, gastos de guerra y un sostenimiento sensualidad, a súbditos inocentes que jamás han quebran-
digno de su propia residencia, puede que exija otros más por tado las leyes. Y, ciertamente, esto es w1a grave ofensa bajo
mera codicia, con los cuales enriquecer a sus hijos, parien- cualquier forma de gobierno, dondequiera que se dé; y es
tes, favoritos y aduladores. Reconozco que eso es un motivo una ofensa intrínsecamente, no porque alguien pueda co-
de queja, pero digo también que este tipo de abuso está pre- meterla. Mas es una falta que proviene de quien gobierna, y
sente en toda clase de gobierno, si bien es más tolerable en no del sistema mismo de gobierno. Pues todos los actos co-
una monarquía que en una democracia. Pues aunque el mo- metidos por Nerón no son esenciales a la monarquía; y de
narca emiquezca a sus parientes y amigos, éstos no pueden hecho sucede que los súbditos son condenados injustamen-
ser muchos porque el monarca es solamente uno. Pero en te con menos frecuencia bajo el pueblo. Porque los reyes
una democracia, ¡ved cuántos oradores poderosos rodean al sólo se muestran severos para con aquellos que, o bien les
pueblo y aum entan cada día, cuántos hijos, parientes, ami- perturban con consejos impertinentes, o se oponen a ellos
gos y aduladores tienen que ser recompensados! Y cada uno con palabras de reproche, o controlan sus voluntades; por
de ellos no sólo desea hacer a sus familias tan poderosas y ri- otra parte, los reyes hacen que el exceso de poder que un
cas como sea posible, sino hacer también que otros se some- súbdito pudiera tener sobre otro resulte inofensivo. De lo
tan a ellas obligándoles con regalos y prebendas para poder cual se sigue que, bajo un Nerón o un Calígula, ningún
así fortalecerse más ellos mismo s. Un monarca puede casi hombre puede sufrir injustamente, excepto quienes son co-
siempre satisfacer a sus ministros y amigos sin que ello les nocidos del tirano, es decir, cortesanos y personas que ocu-
180 PODER 1O. COMPARACIÓNENTRE LASTRES C.LASESDE GOBLERN
O 181

pan cargos eminentes, y ni siquiera todos ellos, sino sólo los del pueblo, mas si el pueblo realiza lo mismo, ello será con-
que posean algo que el tirano quiera disfrutar . Quienes son siderado como su regular forma de actuar.
ofensivos y contumeliosos son merecidamente castigados. 8. Hay algunos que imaginan que la monarquía es más
Por lo tanto, quien en una monarquía vive una vida retira- penosa que la democracia, porque hay menos libertad en
da, sea quien sea el que reine, estará fuera de peligro. Sólo aquélla que en ésta. Si por libertad entienden una exención
los ambiciosos sufrirán; los demás estarán protegidos con- de la sujeción que les es debida a las leyes, es decir, alos man-
tra las injurias de los más fuertes. Pero en un dominio de- datos del pueblo, debe recordárseles que ni en una democra-
mocrático, hay tantos Nerones como oradores que sepan cia ni en ninguna otra clase de gobierno existe una libertad
adular al pueblo. Pues cada uno de ellos puede tanto como así. Si lo que suponen es que la libertad consiste en que haya
el pueblo, y se permiten los unos a los otros dar rienda suelta pocas ley~s, pocas prohibiciones, siendo éstas tales que, de
a su apetito, como si hubieran hecho secretamente este pac- eliminarse, no podría haber paz, entonces niego que haya
to: perdóname a mí hoy, que yo te perdonaré mañana; y así, más libertad en la democracia que en la monarquía; pues, en
dejan sin castigo a quienes, para satisfacer su codicia y sus verdad, la una es tan compatible como la otra con esa clase
odios personales, matan sin motivo a sus conciudadanos . de libertad . Pues aunque la palabra libertad puede que se es-
Tiene que haber siempre un cierto lúnite en el poder priva- criba con grandes letras sobre las puertas de una ciudad, no
do, y si ese límite se excede, puede resultar pernicioso para se significa con ella la libertad del súbdito, sino la libertad de
el reino. Es, pues, necesario que los monarcas se cuiden de la ciudad misma. Y no puede escribirse esa palabra con ma -
que el bienestar común no sea perjudicado por esto. Así, yor derecho en la puerta de una ciudad gobernada por el
cuando el poder privado consistió en una superabundancia pueblo que en la de otra gobernada por un monarca. Pero
de riquezas, [los monarcas] lo disminuyeron mermando cuando hombres o súbditos particulares piden libertad,
esos bienes; pero si el poder privado se manifestó en el he- bajo el nombre de libertad no están, de hecho, pidiendo li-
cho de recibir el aplauso popular, el partido poderoso, sin bertad, sino poder, aunque por falta de conocimiento apenas
haber cometido más crimen, fue eliminado. La misma reparen en ello . Pues si cada hombre concediese a otro el
práctica tuvo lugar en las democracias. Pues los atenienses mismo grado de libertad que él desea para sí, tal y como
castigaban con diez años de destierro a los ciudadanos que manda la ley de naturaleza, volveríamos a ese estado natural
eran poderosos solamente por el hecho de ser poderosos y en el que todos los hombres pueden con derecho hacer todas
aunque no fuesen culpables de crimen alguno; y en Roma, las cosas. Lo cual, si lo supieran, ellos mismos lo aborrece-
aquellos que buscaban, otorgando generosas prebendas, rían por ser un estado de cosas mucho peor que cualquier
ganarse el favor del pueblo llano eran condenados a muerte clase de sujeción civil. Pero si lo que un individuo desea es
por juzgarse que tenían la ambición de crear su propio rei- tener su libertad mientras que los demás están sujetos, ¿qué
no. En esto, la democracia y la·monarqu{a eraniguales, aun- está pidiendo sino tener poder? Pues quien está libre de ata-
que diferían mucho en la fama que tenían. Porque la fama duras de todo tipo es señor sobre aquellos que todavía conti-
proviene del pueblo; y lo que es practicado por muchos es núan atados. Por lo tanto, los súbditos de un Estado popular
alabado por muchos. Así, una buena acción realizada por no tienen más libertad que los súbditos de un Estado mo-
un monarca se dice que la hace porque envidia las virtudes nárquico. Lo que les engaña es la igual participación en el
182 PODER l0. COMPARACIÓN ENTIU!LAS TRES CLASESDE GOBIF.JlNO 183

mando y en los puestos públicos. Pues allí donde la autori- mendaciones secretas, sin propósito alguno y sin beneficio;
dad reside en el pueblo, los súbditos particulares participan descuidar los asuntos de nuestra propia familia: digo que és-
de esa autoridad en cuanto que son partes del pueblo gober- tas son las verdaderas ofensas . Pero estar ausente de una
nante, y participan por igual en los cargos públicos enlame- confrontación de ingenios, aunque esos combates sean del
dida en que tienen igual voz a la hora de escoger a sus magis- gusto de quienes se precian de elocuentes, no es una ofensa
trados y a sus ministros públicos. Y a esto, precisamente, se para ellos, a menos que digamos que es una ofensa impedir
refería Aristóteles cuando hablaba de la costumbre de su que luchen los hombres belicosos porque les encanta luchar.
tiempo que consistía en llamar erróneamente libertad a lo 10. Además, hay muchas razones que explican por qué
que en realidad era poder (Política,libro 6, capítulo 2): En un las deliberaciones tienen menos éxito en grandes asambleas
Estado popular hay libertad por suposición;lo cual es una que en concejos más reducidos. Una de ellas es que para dar
manera de hablardel ignorante,comosi ningún hombrefu ese buen consejo en todas las cuestiones conducentes a la pre-
librefuera de esteEstado. De lo cual, incidentalmente, pode- servación de un Estado no sólo debemos tener buen conoci-
mos colegir que aquellos súbditos que en una monarquía miento de los asuntos internos, sino también de los asuntos
deploran su pérdida de libertad lo único que en realidad tie- exteriores. Dentro de la propia nación, tenemos que conocer
nen que soportar es esto: no haber sido invitados a partici- por qué medios el país es alimentado y defendido y de dónde
par en el gobierno de Estado . pueden conseguirse dichos medios, qué lugares son los 1:11ás
9. Pero quizá por esta misma razón algunos dirán que un apropiados para hacer de ellos guarniciones; mediante qué
Estado populares mucho más preferible que uno monárqui- procedimientos pueden las tropas ser mejor reclutadas y
co;porque allí donde todos los hombres tienen mano en los mantenidas; qué sienten los súbditos con respecto al prínci-
asuntos públicos, disfrutan de la oportunidad de mostrar su pe o a los gobernantes de su país, y otras muchas cosas de
saber, conocimiento y elocuencia a la hora de deliberar so- esta clase. Por lo que se refiere al extranjero, debe tenerse co-
bre cuestiones de la mayor dificultad e importancia; lo cual, nocimiento del poder de cada país vecino, y de qué elemen-
por razón de ese deseo de alabanza que es consustancial a la tos consta; qué ventajas o desventajas podemos recibir de
naturaleza humana, es la cosa más deliciosa que les puede ellos; qué disposición tienen para con nosotros y entre ellos
acaecer a quienes destacan en esas facultades y les parece mismos y qué intercambios se dan diariamente entre unos y
que son superiores a los demás. Mas en una monarquía, este otros. Ahora bien, como son muy pocos los que en una gran
modo de obtener alabanza y honor le está prohibido alama- asamblea de hombres entienden de estas cosas, aJestar en su
yor parte de los súbditos. Si esto no es una ofensa, ¿qué lo es? mayoría mal preparados, por no decir que son totalmente
Pues yo os lo voy a decir: ver que la opinión de alguien a incapaces, ¿en qué podrán esos consejeros contribuir con
quien despreciamos es preferida a la nuestra; observar cómo sus impertinentes opiniones, como no sea creando meros
nuestro saber es infravalorado ante nuestros propios ojos; obstáculos e impedimentos?
hacer, sólo por arriesgarnos en un insignificante ejercicio de 11. Otra razón por la que una gran asamblea no es tan
vanagloria, enemistades seguras (pues esto, ganemos o per- idónea para ser consultada es ésta: que siempre que uno de
damos, es in.evitable); odiar y ser odiados, sólo por una dife- sus miembros expresa su opinión, juzga necesario pronun -
rencia de opiniones; abrir a todos nuestros consejos y reco- ciar un larguísimo discurso; y para ganarse la admiración de
184 PODER IO. COMPARA
CIÓN ENTRELASTRES CLASES DE GOBIERNO 185

su auditorio, embellece y adorna sus palabras con la mejor y primeros en la próxima asamblea, y qué va a decir y en qué
más pulida forma de expresión. Ahora bien, la naturaleza de orden va a hablar cada hombre, a fin deque el mismo asunto
la elocuencia o palabrería es hacer que lo bueno y lo malo, lo vuelva a someterse a discusión; de tal manera que loquean-
beneficiosoy lo perjudicial,lo honestoy lo deshonesto,parez- tes fue confirmado por el número de sus entonces adversa-
. can más o menos de lo que realmente son, y hacer que parezca rios presentes en la asamblea no tenga ahora efecto para
justo lo que es injusto, según lo que mejor se avenga con los ellos, al haberse descuidado y estar ausentes. Esta clase de
propósitos del que habla. En esto es en lo que consiste la per- industria y diligencia que configurala representación popu-
suasión. Y aunque [los oradores] usanrazonamientos,no se lar es lo que comúnmente se llama una facción. Pero cuando
basan éstos en principios verdaderos sino en vulgares opi- una facción es inferior en votos y superior (o no muy infe-
niones que han sido aceptadas y que son en su mayoría erró- rior) en poder, entonces lo que no puede obtener con ma-
neas. Tampoco [los oradores] hacen el intento de que sus niobras de lenguaje lo intenta conseguir por la fuerza de las
discursos se ajusten a las cosas de que hablan; lo que se pro- armas; y de este modo se llega a la guerra civil. Algunos di-
ponen es más bien satisfacer las pasiones de quienes les es- rán que estas cosas no ocurren necesariamente, ni a menu-
cuchan; de lo cual viene a suceder que las opiniones no son do. Mas también podrían decir, según eso, que ]os partidos
expuestas según los dictados de la recta razón, sino de una principales no están necesariamente deseosos de vanaglo-
cier,ta violencia mental . No reside esta falta en el hombre, ria, y que apenas están en desacuerdo con respecto a las
sino en la naturaleza misma de la elocuencia,cuya finalidad grandes cuestiones.
es, como nos enseñan todos los maestros de retórica, no en- 13. De esto se sigue que cuando el poder legislativo reside
contrar la verdad (amenos que sea por casualidad), sino la en asambleas como las que han sido descritas, las leyes han
victoria, y cuya propiedad no es informar, sino fascinar. de ser necesariamente inconstantes; y cambian, no debido a
12. La tercera razón por la que los hombres dan peor la alteración de los asuntos mismos o a la cambiante condi-
consejo en una gran asamblea es que de las asambleas sur- ción de la mente humana, sino según lo que decida lafacción
gen facciones en un Estado; y de las facciones provienen las que tenga la mayoría. De tal modo que las leyes flotan de
sediciones y la guerra civil. Pues cuando oradores iguales aquí para allá, como si estuvieran sobre el agua.
combaten entre sí con opiniones y discursos contrarios, el 14. En cuarto lugar, las decisiones tomadas en grandes
vencido odia al vencedor y a todos los que están de su parte, asambleas tienen este inconveniente: que aunque es de gran
como despreciando su consejo y sabiduría, y estudia todos importancia que sean mantenidas en secreto, a menudo son
los modos posibles de hacer ver que el consejo dado por sus descubiertas por el enemigo antes de ser puestas en práctica;
adversarios es perjudicial para el Estado; pues de esta mane- y son conocidas en el extranjero tan pronto como llegan a
ra confía en recobrar para sí la gloria que antes se le había conocimiento del pueblo que gobierna en el propio país.
quitado. Además, cuando la diferencia de votos no es mucha 15. Estos inconvenientes que encontramos en las delibe-
y los vencidos albergan esperanzas de ganar unos cuantos raciones que tienen lugar en las grandes asambleas ponen de
más partidarios y conseguir la mayoría en otra sesión, los je- manifiesto que la rnonarqu{aes mejor que la democracia,ya
fes de partido reúnen al resto y aconsejan a una parte cómo que en una democraciase deja que los asuntos importantes
abrogar su juicio emitido anteriormente; y acuerdan ser los sean discutidos en asambleas como las que hemos descrito,
186 PODE.R 10. COMPARACIÓN ENTRELASTRESCLASES DE GOBIERNO 187

cosa que no sucede en una monarquía. Ni es fácil que suce- cargo. Y el refrán que dice ¡Ay del país cuyo rey es un niño! no
da. No hay razón para que un hombre no se ocupe de sus significa que la condición de una monarquía sea inferior a la
asuntos privados más que de los asuntos públicos, como no de un Estado popular, sino más bien que, por accidente,
sea que en esto último encuentre la ocasión para manifestar puede que sea inconveniente de un reino el que el rey sea un
su elocuencia, y ello le dé la reputación de ser ingenioso y sa- niño, ya que a menudo ocurre que muchos, por ambición y
bio; y para que cuando vuelva a casa y esté rodeado de sus ansia de mando, se meten en los debates de interés público;
amigos, sus parientes, su esposa y sus hijos, disfrute y se y entonces el gobierno llega a ser administrado de nna ma-
sienta triunfador al ser aplaudido por su diestra actuación. nera democrdtica. Y de ahí surgen esas desdichas que gene-
Es como en la antigüedad ocurría con Marco Coriolano: que ralmente acompañan al poder del pueblo.
todo el placer que encontraba en sus acciones de guerra era 17. Es señal evidente de que la monarquía más absoluta
ver lo mucho que a su madre le complacía oír las alabanzas es el mejor tipo de gobierno el que no sólo las monarquías,
que se le dedicaban. Pero si en una democracia el pueblo sino también aquellos Estados que están gobernados por el
otorgase a una persona o a un pequeño grupo el poder de pueblo o por los nobles, dan el poder militar supremo a una
deliberar acerca de asuntos de guerra y de paz, contentándo- sola persona, y de una manera tan absoluta que ya no cabe
se con nombrar magistrados y ministros públicos, es decir, más. Hablando de lo cual, por cierto, hemos de hacer notar
reteniendo esa autoridad pero sin participar en las respon- lo siguiente: que ningún rey puede dar a un general mayor
sabilidades de la administración, debe reconocerse que en autoridad sobre su ejército que la que él mismo pueda ejer-
este particular democracia y monarquía serían iguales. cer, por derecho, sobre todos sus súbditos. La monarquía es,
16. Pero las ventajas e inconvenientes que pueden encon- pues, el mejor tipo de gobierno en los campamentos de gue-
trarse en este o en aquel tipo de gobierno no dependen del rra. Pero, ¿qué son muchos Estados sino otros tantos campa-
gobierno mismo, o de que la administración de sus asnntos mentos de hombres armados y de individuos dispuestos a
sea encomendada a uno en vez de a muchos, o a muchos en guerrear entre sí? Dichos Estados, alno estar controlados
lugar de unos pocos. Pues el gobierno es el poder, y la admi- por ningún poder que los someta a todos, disfrutan sólo de
nistración del mismo es el acto de gobernar. Ahora bien, el períodos de paz transitorios, algo así como treguas pasaje-
poder es el mismo en todo tipo de gobierno; sólo difieren los ras; de tal modo que puede decirse que se encuentran, de he-
actos es decir, las acciones y movimientos de un Estado, ya cho, en un estado de guerra.
procedan de las deliberaciones de muchos o de unos pocos, 18. Por último, como es necesario para nuestra preserva-
de hombres bien dotados o de individuos impertinentes. De ción el que estemos sujetos a algún hombre o concejo, nada
lo cual hemos de deducir que las ventajas o inconvenientes mejor que estemos sujetos a alguien cuyo interés sea preci-
de un gobierno no dependen de aquel en quien reside la samente nuestra seguridad y bienestar; y esto es lo que ocu-
autoridad, sino de sus funcionarios; y por lo tanto, nada im- rre cuando somos la herencia del que manda. Pues todo
pide que el Estado pueda ser bien gobernado aunque el mo- hombre procura espontáneamente proteger su herencia.
narca sea una mujer, o un joven, o un infante, siempre que Mas las tierras y el dinero de los súbditos no son los únicos
aquellos a quienes se les encomienda la administración de tesoros del gobernante; también lo son sus cuerpos y sus vi-
los asuntos públicos estén preparados para desempeñar su gorosas mentes. Los cual será fácilmente admitido por quie-
188 1100ER

nes consi deran cuánto se valora el dominio sobre países más


pequeños, y cuánto más fácil es que los hombres procuren Capítulo 11
dinero que el que el dinero procure hombres. Apenas encon- Pasajes y ejen1plos de la Escritura
traremos un ejemplo de un súbdito que, sin falta alguna por
que se refieren a los derechos de gobierno
su parte, haya sido despojado de su vida y de sus bienes
por su príncipe, solamente por querer éste abusar de su au- y que concuerdan con lo que se ha dicho
toridad. anteriormente
19. Hasta ahora hemos comparado el Estado mondrqui-
co con el democrático; nada hemo s dicho sobre el Estado
aristocrático. Mas, por lo que hemos dicho de los primeros,
hemos de concluir que este último es el que es hereditario y
se contenta con la elección de magistrados; es el que mantie-
ne sus deliberaciones entre unos pocos, los cuales se supone
que son los más capaces . Pues bien, el Estado aristocráti-
co que más de cerca imita al gobierno mon.árquíco y más se 1.-El comienzo delgobierno institutivo proviene del consensodelpueblo.
aparta del democrático, es mejor para los súbditos y más du- 2.-El poder dejudicatura y las decisionesdeguerra depe11de11 del arbitrio
del numdamds. 3.-Quienes tienen la at11orid11d supre111anopueden, por
radero que los demás.
derecho,ser castigados. 4.-Qt1esin un poder supremo no hay gobierno,
sino confusión. 5.- Los siervos e hijos debe11a s11sse1ioresy padres obe-
diencia absoluta. 6.-EI poder absoluto de los prf11cipesqueda probado
por los más evide11testestimonios de la Escritura,tanto del Nuevo como
delA111iguo Testamento.

l. En el artículo segundo del capítulo sexto hemos dicho


que el origen del gobierno institutivo o político proviene
del consenso de la multitud, de modo que todos los que no
participan en dicho cons enso deben ser considerados
como enemigos. Tal fue el origen del gobierno de Dios so-
bre los judíos, instituido por Moisés (Éxodo 19, 5-8) : Si oís
mi voz y guardáis mi alianza, etc., seréis para mí un reino
de sacerdotes, etc. Y Moisés vino y llamó a los ancianos de
Israel, etc . Y el pueblo todo entero respondió: Nosotros ha-
remos todo cuanto ha dicho Yavé. TaJfue también el origen
del poder de Moisés bajo Dios, o su vicerregencia (Éxo-
do 20, 18-19): Y todo el pueblo oía los truenos y el sonido de
189
190 PODER 11. l'ASAIESYhll:Ml'I OS l)ElA l'..SCRITURA 191

ln trornpeta, etc. 10 • Y dijeron a Moisés: Háblanos tú, y te es- capítulo sexto . El Rey David también lo confirma; el cual,
cucharemos. Origen semejante tuvo el reino de Saúl. (1 Sa- aunque Saúl buscaba matarlo, refrenó su mano y no lo quiso
muel 12, 12-13): Y ahora, cuando habéis visto que Najas, matar; y se lo prohibió a Abisai diciéndole ( 1 Samuel 26, 9):
rey de los hijos de Ammón, se ponía en marcha contra voso- No lo mates. Quien pusiere su mano sobre el ungido de Yavé,
tros, me habéis dicho: No, que reine un rey sobre nosotros, ¿quedaría impune?Y cuando David hubo cortado Laorla del
cuando Yavé, vuestro Dios, era vuestro rey. Ahí tenéis, pues, manto de Saúl, exclamó (1 Samuel 24, 6): Líbreme Yavéde ha-
el rey que habéis querido y habéis pedido . Pero sólo hubo el cer cosa tal contra mi señor,el ungido de Yavé;po11ermi mano
consenso de la mayor parte, no de todos; pues hubo ciertos sobre el que es ungido de Yavé.Y leernos (2 Samuel l, l 5) que
hijos de Belial que dijeron ( 1 Samuel l O,27): ¿Éste va a sal- David ordenó que se matara al amalecita que había dado
varnos? Y despreciándole, no le hicieronpresentes; y aquellos muerte a Sa ú1por el bien de éste.
que no se sumaron a1consenso fueron ejecutados como ene- 4. Se dice lo sigui ente en el sexto versículo del capítulo
migos. Y el pueblo le dijo a Samuel (l Samuel 11, 12): ¿Quié- decimoséptimo del libro de Jueces: No había entonces rey en
nes son los que decían: Saúl va a reinar sobre nosotros?Entré- Israely hacía cada ww lo que bien le parecía. Es como si allí
ganos a esasgentespara que les demos muerte. donde no hubiese una 111onarquíase diera una anarquía o
2. En el mismo capítulo sexto, artículos sexto y séptimo, confusión de todas Jas cosas. Esto puede usarse como testi-
he mostrado que todos los juicios y las guerras dependen del monio que da prueba de la excelencia de la monarquía por
arbitrio y gusto de quien está investido con la autoridad su- encima de todas las ot ras formas de gobierno, a menos que
prema; es decir, que en una monarquía, será el monarca o por la palabra rey pueda también entenderse no sólo un
rey. Y esto queda confirmado por el juicio mismo del pue- hombre, sino también una corte, siempre y cuando en ella re-
blo. (1 Samuel 8, 20): Y así seremos col'notodos los pueblos; sida el poder supremo. Mas au n tomándola en este sentido,
nos juzgará nuestro rey, y saldrá al frente de nosotros para seguirá siendo válida la aserción de que sin w1 poder supre-
combatir nuestros combates. Y que también depende del ar- mo y absoluto (como hemos tratado de mostrar en el capí-
bitrio del rey lo que se refiere a los juicios y a todos aquellos tulo sexto), cada hombre tendría la libertad de hacer lo que
asuntos sobre los haya alguna controversia acerca del bien y le viniese en gana o lo que le pareciese justo; lo cual no es
el mal queda confirmado por el testim onio del rey Salomón compatible con la preservación del género humano. Y,por lo
( l Reyes 3, 9): Da a tu siervo un corazón prudente para juz- tanto, en todo gobierno, cualquiera qu e éste sea, siempre ha
gar a tu pueblo y poder discernir entre lo bueno y lo malo. Y de haber un poder supremo.
también por el testimonio de Absalón (2 Samuel 15, 3): No 5. En el capí tulo octavo, artículos 7 y 8, hemos dicho que
tendrás quien por el rey te oiga. los siervos deben prestar obediencia absoluta a sus amos, y
3. Los reyes no pueden ser castigados por sus súbditos, en el capítulo noveno> artículo 7, que los hijos deben obe-
como se ha mo stra do más atrás en el duodécimo artículo del diencia a sus padres. San Pablo dice lo mismo con respecto a
los siervos (Colosenses 3, 22): Siervos, obedeced en todo a
vuestros amos según la carne, no sirviendo al ojo, como quien
10. Hobbe s traduce: Cunctus populus videbat voceset lampades / And
ali the people saw the thtmderings and lightenings, and tfze noíse of tite busca agradar a los hombres, sino con sencillez de corazón,
trumpet. (N. del T.) por temor del Señor. Y a propósito de los hijo s se dice en Co-
192 PODl:R 11. l'ASJ\JfSY liJEMl'l.OSOPLAESCRlfURA 193

losenses 3, 20: Hijos, obedeceda vuestrospadres en todo, que ejemplo del mismo Cristo, a quien el reino de los judíos per-
esto es grato al Seiíor. Así como hemos de entender que la tenecía por derecho hereditario derivado del mismo David;
obediencia absoluta se aplica a toda s aquellas cosas que no pues cuando v.ivió como súbdito, pagó tributo al Césa1·y
son contrarias a las leyes de Dios, así también hemos de en- pronunció públicamente que tal tributo le era debido (Ma-
tender en los citados pasajes de San Pablo que por la expre- teo 22, 21 ): Dad al Césarlo que es del Césary a Dios lo que es
sión todas las cosasquiere significarse todas las cosas excep- de Dios. Y cua ndo le plugo mostrarse como rey, requirió en-
to las que son contrarias a las leyesde Dios. tera obediencia (Mateo 21, 2-3): Id a la aldea que está enfren-
6. Pero a fin de no ir probando poquito a poco el derecho te,y luego encontraréis una borrica atada, y con ella el polli-
de los príncipes, recogeré ahora los testimonios que estable- no; soltadlosy traédmelos;y si algo os dijeren, diréis:el Señor
cen su poder de una vez por todas, y la obediencia absoluta los necesita.Esto lo hizo por el der echo que tenía de ser señor
que le deben todos sus súbditos. Recojamos , primero, testi- o rey de los judíos. Mas tomar las posesiones de los súbd itos
monios del Antiguo Testamento (Mateo 23, 2-3): En la cdte- sólo porque el seiior las necesita implica un poder absoluto.
dra de Moisés se han se1ttadolos escribasy fariseos. Haced, Los pasajes más evidcnles del Anliguo Testamento son és-
pues, y guardad lo que os digan. «Gua rdad cualquier cosa tos: (Deuteronomio 5, 27): Acércate tú y oye lo que te diga
que os manden» (dice Cristo); es decir, «Obedeced de una Yavé, nuestro Dios, y transmítenos a nosotros todo cuan-
manera absoluta». ¿Por qué? Porque «se han sentado en la to Yavé, nuestro Dios, te diga, y nosotros lo esrncharemosy
cátedra de Moisés», es decir, del magistrado civil, no de Aa- lo haremos. La palabra todo implica absolula obed iencia.
rón, el sace rdote. (Romanos 13, 1-2): Todos habéis de estar Y también lo que se le dijo a Josué (Josué 1, 16-18): Ellos res-
sometidos a las autoridades superiores,que 110 hay autoridad pondieron a josué diciendo: Cuanto llOS mandas lo haremosy
sino por Dios,y las que hay, por Dios han sido ordenadas, de adonde quieras q11enos envfes iremos. Como e11todo obedeci-
suerte que quien resistea la autoridad resistea la disposición mos a Moisés, así te obedeceremos n ti. Que quiera Yavé, tu
de Dios,y los que la resistense atraen sobresí la condenación. Dios, estar contigo, como estuvo con Moisés. Quien rebelán-
Ahora bien, como los poderes que existían en tiempo de San dose contra tus órdenes te desobedezca,morirá. Y la parábola
Pablo fueron ordenados por Dios, y todos los reyes de aque- de la zarza (Jueces 9, 14-15): Y dijeron todos los drboles a la
lla época requerían una obediencia total y absoluta de sus zarza espinosa:Ven tú y reina sobre nosotros. Y dijo la zarza
súbditos, de ello se sigue que un poder tal fue ordenado por espinosa a los árboles: Si en verdad queréis u11gir111epor rey
Dios. ( 1 Pedro 2, 13-15 ): Por amor del Serior,estad sujetos a vuestro, venid y poneos a mi sombra, y si ,w,q11esalgafuego
toda autoridad humana; ya al emperador como al soberano; de la zarza espinosay devorea los cedrosdel Líbano. El sent i-
ya a los gobernadores, como delegados suyos para castigo do de estas palabras es que debemos dar nuestra aquiescen-
de los malhechoresy elogiode los buenos. Tales la voluntad de cia a lo que digan quienes verdaderamente han sido consti-
Dios. Y también enla Epístola de San Pablo a Tito (cap. 3, 1): tuidos reyes sobre nosotros, a menos que prefiramos ser
Amonéstales que vivan sumisos a lospríncipes y a las autori- consumidos por el fuego de una guerra civil. Pero la autori-
dades; que obedezcan a los magistrados,etc. ¿A qué autorida- dad real es más particularmente descrita por el mismo Dios
des se refiere? ¿No eran las autoridades de aquellos tiempos en 1 Samuel 8, 9 y ss.: Dales a conocerlosderechosdel rey que
las que requerían una obediencia absoluta? Y llegamo s al reinará sobre ellos:Cogerda vuestros hijosy lospondrá sobre
194 PODER

s11scarros,etc. Tomará vuestros mejorescampos, viñas y oli-


vares,y se losdará a sus servidores,etc. Es Dios mismo el que Capítulo 12
utiliza la expresión los derechos del rey. No hubo ningún De las causas internas que tienden
hombre entre los judíos, ni siquiera el sumo sacerdote, que a la disolución de un Estado
estuviese exento de esta obediencia. Pues cuando el rey Sa-
lomón le dijo al sacerdote Abiatar (1 Reyes 2, 26-27): Tú me-
recías la muerte, peroyo no quiero hacerte morir ahora, por
haber llevado el arca de Yavé delante de David, mi padre, y
porque participaste en los trabajos de mi padre. Echó, pues,
Salomón a Abiatar para que nofuese sacerdote de Yavé, no
puede probarse con ningún argumento que este acto disgus-
tara a Yavé;tampoco leemos en ningw1a parte que Salomón
fuese reprobado por ello o que su persona resultara entonces
siqu iera un ápice meno s aceptable a Dios.
1.-Decir que juzgar acercadel bie11y del mal es algo que pertenece a las
personasprivridases una opinión sediciosa. 2.-Que loss1Íbdi10s pecanuf
obedecerasuspríncipes,es 1111a opinión sediciosa. 3.-Decirque el tirani-
cidio es legales una opinión sediciosa. 4.-Es una opinión sediciosadecir
que inclusoquien ostenta elpoder supremo está sujeto a las leyes civiles.
5.-Que el poder supremo puede dividirse es una opinión sediciosa.
6. -Que lafe y In santidad no se adquieren mediante el eswdio y el razo-
rwmiento, sino que siempre so11infundidas e i11spiradassobrenai11ra/-
menle, es una opinión sediciosa. 7.-Que los individuos parricularestie-
nen título de propiedad o dominio absoluto sobre .ws bienes es una
opinión sediciosa. 8.- No saber cuál es la diferencia entre u11pueblo y
una multitud es estarpreparando el terrenopnrn la serlirión. 9. -Dema-
siados impuestos, aunque seanjustos y necesarios,disponen a los hom-
bresa la sedición. 10.-La ambición dispone a los ho111bres n la sedición.
l l .-Tnmbié11In espernnzn de éxito. 12.-La e/ocue11ciaimprudente es la
únicafnwltad que se necesitapara provocarsediciones. 13.-Cómo la es-
tupidez de Ingente comúny la elocuenciade los ambiciosossejuntan pam
precipitarla disolución de un Estado.

l. Hasta aquí hemos hablado de mediante qué causas y pac-


tos se constituyen los Estados, y qué derechos Lienen los
príncipes sobre sus súbditos. Ahora cifremos brevemente
195
r
1
196 POl.lfm 12. DE LASCAUSASIN l hUNAS QUI:.TIENDEN A LAL11
SOLUCIÓN DE UN L~'TADO 197

algo sobre las causas que pueden disolver dichos Estados, a los reyes a quienes corresponde decidir qué es lo que está
eslo es, las razones de las sediciones. Así como en el movi- bien y qué es lo que está mal, son perniciosos, aunque muy
miento natural de los cuerpos han de considerarse tres co- comunes, dichos como sólo es rey el que actúa conjusticia, o
sas, a saber, (1) la interna disposiciónpor la que son suscepti- no debe obedecersea los reyes, n menos que nos manden ha-
bles de que el movimiento se produzca, (2) el agente externo cer cosasjustas, y otros muchos parecidos. Antes de que se
por el que un cierto y determinado movim iento puede de estableciese gobierno alguno, lo justo y lo injusto no exis-
hecho ser producido y (3) la acción misma, así también en tían, pues su naturaleza depende siempre de lo que se man-
un Estado en el que los súbditos comienzan a agitarse en tu- de. Toda acción es de suyo indiferente; que se convierta en
multos tres cosas se presentan a nuestra consideración: pri- justa o en injusta procede del derecho del magistrado. Por lo
mero, las doctrinas y las pasiones contrarias a la paz, las tanto, los reyes legítimos hacen justas las cosas que mandan,
cuales hacen que los ánimos adopten una determinada dis- sólo por el hecho de mandarlas; y hacen injustas las cosas
posición; después, la cualidad y condkión que solicita, reú- que proluben, sólo por el hecho de prohibirlas. Pero los in-
ne y dirige a aquellos así dispuestos para que tomen las ar- dividuos particulares, cuando asumen ellos mismos la capa-
mas y abandonen su anlerior alianza; y tercero, la manera en cidad de distinguir entre lo que está bien y lo que está mal,
que esto se lleva a cabo, o el movimiento faccioso mismo. están queriendo ser como reyes, lo cual no puede hacerse sin
Pero lo único y principal que los predispone a la sedición es comprometer la seguridad del Estado. El más antiguo de los
que se les diga esto: que el discernir lo que está bien de lo que mandamientos de Dios (Génesis 2, 17) es éste: No comerás
está rnal es algo que correspondea cada individuo en particu- del árbol de la ciencia del bien y del mal; y la más antigua de
lar. Ciertamente, en el estado de naturaleza, donde cada las tenlaciones diabólicas (Génesis 3, 5) es: Seréis como Dios,
hombre vive con igual derecho que los demás y no se ha so- conocedores del bien y del mal. Y la reprimenda de Dios a
metido mediante pacto alguno al mando de otros, hemos de Adán (versículo 11): ¿Y quién te ha hecho saber que estabas
admitir que esto es verdad. De hecho, así lo hemos probado desnudo? ¿Es que has comido del árbol de que te prohibí co-
en el capítulo 1, artículo nueve. Pero en un Estado civil eso mer? Es como si estuviera diciendo: ¿cómo has venido a juz-
es falso. Porque ya se ha mostrado (capítulo 6, artícu lo 9) gar que la desnudez en la que a mí me pareció bien crearte es
que las leyes civiles son las que establecen lo que está bien y vergonzosa, sino porque te has arrogado el conocimiento
lo que está mal, lo que es justo y lo que es injusto, lo que es del bien y del mal?
honesto y lo que es deshonesto. Y el legislador es siempre la 2. Lo que un hombre hace en conl:J:ade lo que le dicta su
persona que tiene el poder supremo en el Estado, es decir, el conciencia es pecado; pues cuando actúa así, está menospre-
monarca de una monarquía. La misma verdad ha quedado ciando la ley. Pero hemos de hacer aquí una distinción. Es un
confirmada en el capítulo 11, artículo 2, con palabras de Sa- pecado mío aquello que, al cometerlo yo, creo que es falta
lomón. Pues si los individuos particulares pudiesen perse- exclusivamente mía; pero lo que yo creo que es pecado de
guir el bien y evit ar lo que está mal según sus propios crite- otra persona, es posible que a veces yo lo haga sin que sea pe-
rios, ¿qué finalidad tendría la sentencia salomónica: Da a tu cado por mi parte. Pues si a mí se me manda hacer algo que
siervo un corazón prudente para juzgar a tu pueblo y poder es pecado en quien me lo manda, y yo lo hago, y el que me
discernir entre lo bueno y lo malo? Por consiguiente, como es manda es con derecho mi seiioryrey, entonces yo no cometo
198 l'OOER 12. DE LASCAUSASINTERNASQUE TIEl,l()l;ts A LA [)1501.UCIÓN DE t,;N r.S1Al10 199

pecado alguno. Si yo hago la guerra por mandato de mi quieren dar muerte por ser tirano, o tiene el mando con de-
príncipe, no actúo injustamente aw1que entienda que se tra- recho, o sin él. Si lo tiene sin derecho, es un enemigo y se le
ta de una guerra injusta; pero si rehúso hacer la guerra, arro- puede dar muerte legalmente; mas enlonces no debe hablar-
gándome el conocimiento de lo que es justo e injusto, el cual se de matar a un tira110, sino a un enemigo. Si tiene el mando
es w1 tipo de conocimiento que sólo corresponde ami prín- con derecho, entonces hay lugar para la pregunta divina:
cipe, entonces sí estoy actuando injustamente. Quienes no ¿Quién te ha hechosnber que era un tirnno?¿Esque hnscomi-
observan esta distinción se sentirán forzados a pecar siem- do del árbol de que le prohibí comer?Pues, ¿por qué llamas ti-
pre que se les mande algo que es ilegal o que a ellos se lo pa- rano a quien Dios ha hecho rey, si no es porque tú, un indivi-
rezca; pues si obedecen, estarán pecando contra su concien- duo particular, estás arrogándote el conocimiento del bien y
cia; y si no obedecen, estarán pecando contra el derecho. Si del mal? Considerándola bien, nos damos cuenta de cuán
pecan co ntra su propia conciencia, declaran no tener miedo perniciosa es esta opinión para todo tipo de gobierno, espe-
a los castigos del mundo venidero; y si pecan contra el dere- cialmente para el gobierno monárquico; pues según dicha
cho, están, al menos por lo que a ellos se refiere, aboliendo la opinión, lodo rey, ya sea bueno o malo, está expuesto a ser
sociedad civil en el mundo presente. Así pues, la opinión de condenado por el juic io de otros, y asesinado por la mano de
quienes enseñan que los súbditos pecan cuando obedecen cualquier villano con intenciones criminales.
aquellas órdenes delpríncipe que lesparecen injustas es erró- 4. La cuarta opinión que atenta contra la sociedad civil es
nea y debe ser contada entre las doctrinas que son con tr arias la de aquellos que mantienen que quienes tienen el poder de
a la obediencia civil; y proviene de ese error original que he- gobierno están también sujetos a las leyes civiles. En el artícu-
mos observado más arriba, en el capítulo antedor. Pues al lo L4 del capílulo 6 se ha probado suficientemente la false-
apropiarnos el derecho de juzgar qué es lo que está bien y dad de esa opinión, con el argumento siguiente: que un Es-
qué lo que es tá mal, damos ocasión a que tanto nuestra obe- tado no puede obHga rse ni a sí mismo ni a súb dito alguno.
diencia como nuestra desobediencia sean pecado. No puede obligarse a sí mismo porque ningún hombre pue-
3. La tercera doctrina sedic iosa surge de la misma raíz. Es de obligarse, como no sea a otro; y no puede obligarse a nin -
la doctrina que dice que el tiranicidio es legal. En el día de gún súbdito porque las voluntades parti culares de los súbdi -
hoy es mantenida por muchos teólogo s; y en la antigüedad tos están contenidas en la voluntad del Estado; de tal manera
lo fue por todos los filósofos: Platón, Aristóteles, Cicerón, que si el Estado se libra por completo de tal obligación, los
Séneca, Plutarco y el resto de quienes se encargaron de man- súbd itos también lo harán y, consecuentemente, el Esta-
tener las anarquías de Grecia y de Roma; los cuales no sólo do se rá liberado. Mas lo que es verdad aplicado a LU1Estado
mantienen que el tiranicidio es legal, sino que es también debe sedo también aplicado a un hombre o a una asamblea
.digno de la mayor alabanza. Y bajo el título de tiranos inclu- de hombres que tengan la autoridad suprema; pues ellos
yen no sólo a los monarcas, sino a todos los que ostentan el constituyen un Estado, el cua l no tiene otra entidad que la
poder principal en cualquier clase de gob ierno; pues no se li- del poder supremo. Que la opinión mencionada no puede
rrutan a llamar tirano a Pisístrato de Atenas, sino que tam - ser consistente con el ser mismo del gobierno resulta eviden-
bién son llamados tiranos los Treinta g ue le sucedieron y que te si tenemos en cuenta que, de ser puesta en práctica, el co-
gobernaron juntos. Ahora bien: aquel a quien los hombres nocimiento de lo que está bien y de Jo que está mal es decir, la
200 PODER 12. OELASCAUSASJNTERNAS(JUE l'IENDEN A I.A l}ISOI.Ut:IÚN 11EUNr,sfAJ>O 201

definición delo que va yde lo que no va contra las leyes, vol- Los hombres sue len dividir dicha autoridad de diferentes
verfa a estar en manos de los individuos particulares. Cesa- maneras. Algunos la dividen de modo que se le conceda la
rá, por tanto, la obediencia siempre que se mande algo que supremacía al poder civil en asuntos relativos a la paz y a los
parezca contrario a las leyes civiles, y con ello cesará tam- beneficios de esta vida, y sea transferida a otros en cuestio-
bién toda jurisdicción coercitiva. Sin embargo, este error nes referentes a la salvación del alma. Ahora bien, como la
tiene el apoyo de grandes pensadores como Aristóteles y justicia es la cosa más necesaria de toda s para alcanzar la sal-
otros, los cuales, aduc iendo la debilidad de la naturaleza hu- vación, sucede que los súbditos, aJ no medir la justicia según
mana, suponen que el poder supremo, para mayor seguri- las normas de la ley civil (como deberían), sino según los
dad, debe encomendarse exclusivamente a las leyes. Mas es- preceptos y doctrinas de quienes con respecto al magistrado
tos pensadores parecen haber mirado muy supe rfi cialmente sólo son individuos privados o personas extranjeras 11, y por
lo que es la naturaleza del gobierno cuando pensaron que el causa de un miedo supersticioso, no prestan a sus príncipes
poder coactivo, la interpretación de las leyes y la promulga- la obediencia debida, sin darse cuenta de que ese miedo les
ción de dichas leyes -poderes todos ellos que necesariamen- hace caer precisamenle en lo que más temían. ¿Qué puede
te corresponden al gobierno- debían dejarse por entero a las ser más pernicioso para un Estado que el que sus hombres,
leyes mismas. Ahora bien, aunque los súbditos particulares por miedo a los tormentos eternos, sean disuadidos de obe-
puedan algunas veces discutir en un juicio y recurrir legal- decer a sus príncipes, esto es, a sus leyes, o de ser justos? Hay
mente contra el magistrado, esto sólo ocurre cuando lo que también algunos que dividen la autoridad suprema conce-
se cuestiona no es lo que, siguiendo una cierta ley, ha decla- diendo el poder de hacer la guerra y la paz a uno a quien da n
rado que quería hacer. Así, cuando siguiendo alguna ley se el nombre de monarca, pero concediendo a otros el poder de
condena a un súbdito a la pena capital, la cuestión no es si el recaudar dinero. Ahora bien, como los dineros so n los re-
magistrado, en virtud de su poder absoluto, podía o no po - cursos necesarios de la guerra y de la paz, quienes así divi-
día quitarle a dicho súbdito la vida, sino la de si cuando pro- den la autoridad o bien no la dividen realmente en absolu-
mulgó esa ley su voluntad era que eJ súbd ito muriera; si la to, y la ponen totalmente en manos de aquellos en cuyo
voluntad del magistrado fue que el súbdito debía perder poder está el dinero, aunque den el nombre de 1110,wrcaa
la vida si violaba la ley, y • o debía perderla si no la violaba. otro, o la dividen de verdad, y entonces disuelven el gobier-
Por lo tanto, el que un súbd ito pueda recurrir legalmente no. Pues cuando la guerra es necesaria, no puede hacerse
contra su magistrado no es prueba suficiente de que éste se sin dinero; y tampoco puede preservarse sin dinero la paz
vea ob ligado por sus propias leyes, pues nadie puede obli- pública.
garse a sí mismo. Las leyes, por tanto, son hechas para Fula- 6. Es doctrina común la que enseña q11eInfe y la santidad
.. no y para Mengano, pero no para el que gobierna. Sin em- no se adquieren por el estudio y In razón natural, sino que
bargo, por ambición de los leguleyos, se ha hecho que las siempresoll sobre11aturnl111ente
inspiradase infundidas en los
leyes no dependan para su ejecución de la autoridad del ma- hombres. Mas si esto fuese verdad, no ent iendo por qué de-
gistrado, sino de lo que decidan los inexpertos ciudadanos. bería mandársenos dar w1a explicación de nuestra fe, o por
S. En quinto lugar, que la autoridad suprema puede divi-
dirse es para los Estados una doctrina fatal en grado sumo. 11. Es clara la referencia implícita al Pontflice Romano. (N. del T.)
202 l'OP ER 12. Ulil.ASCAUSAS INTERN,\ SQU ETIENDENA LA LllS{ ILUClóN UEUN l!STADO 203

qué cualquier hombre que verdaderamente fuese cristiano tulo de propiedad sino del magistrado?¿ Y cómo lo obtuvo el
no sería también profeta, o, finalmente, por qué no debería magistrado sino por el procedimiento de haberle entregado
juzgar todo hombre acerca de lo que le conviene hacer y lo cada hombre su derecho particular? Por lo tanto, vuestro do-
que debe evitar, basándose en su propia inspiración y no en minio y vuestro t{tulo de propiedad serán tales en la medida
los preceptos de sus superiores o en la recta razón, volviendo en que el magistrado así lo quiera y mientra s le plazca; es lo
así a la situación en que cada individuo determina lo que mismo que en una familia en la que cadn hijo tiene tantos
está bien y lo que está mal, lo cual no puede concederse sin bienes propios cuantos el padre permita y durante el tiempo
que ello acarree consigo la ruina de todos los gobiernos. Esta que al padre le parezca bien. Pero la mayoría de los hom-
opinjón 12 se ha extendido tanto a lo largo y a lo ancho de bres que dicen poseer prudencia cívica razonan de otra ma-
todo el mundo cristiano que el número de los que han apos- nera . «Somos -di cen- iguales por natural eza; no hay razón
tatado de la razón natural ha llegado a ser casi infinito. Di- por la que un hombre tenga mayor der echo a quitarme mis
cha opinión brotó de mentes enfermas que, habiéndose avi- bienes que el que pueda tener yo a quitarle los suyos. Sabe-
tuallado de una buena dosis de palabras sagradas como mos que a veces se necesita dinero para la defensa y mante-
resultado de sus frecuentes lecturas de la Escritura, lasco- nimiento del público; pero que quienes lo precisen nos
nectaron de tal forma en su predicación que sus sermones, muestren la necesidad de l momento, y entonces lo recibi-
sin significar nada, les parecieron divinos a los ignorantes. rán. » Quienes así hablan no saben qu e lo que están pidiendo
Pues cuando se dicen insensateces con apariencia de habla se logró ya desde el principio, desde la constitución misma
divina, quien las pronuncia da necesariamente la impresión de la sociedad civil; y que, por tanto , hablando como si estu-
de estar inspirado por los cielos. vieran formando parte de una mulLitucl disolut a y singo-
7. La séptima doctrina que se opone al gobierno es ésta: bierno establecido, están destruyendo éste.
que cada súbdito tiene dominio absoluto sobre los bienes que 8. Por último, es un gran inconveniente parn el gobierno
están en su posesión; es decir, que su título de propiedad no civil, en especial el monárquico, que los hombre s no distin-
sólo impide que sus conciudadanos disfruten de los mismos gan con claridad la diferencia que existe entre un pueblo y
bienes, sino que también se lo impide al magistrado mismo. una multitud. El pueblo es algo que es uno, que tiene una vo-
Lo cual no es verdad; pues qujenes tienen un señor que les luntad y al cual puede atribuírsele una acción; ninguna de
domina no pueden eUos mismos ejercer el señorío, tal y estas cosas puede decirse propiamente de una multitud. El
como ha sido probado en el capítulo 8, artículo S. Ahora pueblo es el que manda, sea cual sea el tipo de gobierno.
bien, el magistrado es señor y amo de todos sus súbditos, Pues incluso en las monarquías es el pueblo el que manda, ya
,. por la constitución misma del Estado civil. Antes de some- que su voluntad queda representada por la voluntad de un
terse al yugo de la sociedad civil, ningún hombre tenía dere- hombre;la multitud son los ciudadanos , es decir, los súbdi-
cho de ptopiedad; todas las cosas eran comunes a todos los tos. En una democracia y una aristocracia, los ciudadanos
hombres. Decidme, pues: ¿de dónde habéis obtenido ese tí- son la multitud, pero la asamblea es el pueblo. Y en una mo-
narquía los súbditos son la multitud, y (aunque pueda resul-
tar paradójico) el rey es el pueblo. Los hombre s vulgares y
12. Es decir , la opinión que da título a este artículo 6. (N. del T.) corrientes, y otros que no reflexionan sobre estas verdades,
204 POOE!R 12. UI: 1~\SC,\USAS INTERNAS QUETLENL1ENA LA l)IS()l l.:CIÓN r>EUN asTAOO 205

hablan siempre de un gran número de personas como si és- turbados por intrusiones de los enemigos; y que la queja de
tas fueran el pueblo, es decir, la ciudad [o sociedad civil]. Di- quienes achacan su pobreza al exceso de impu estos públicos
cen que la ciudad se ha rebelado contra el rey (lo cual es im- no es más justa que la de quienes achacaran su indigencia al
pos ible ), y que elpueblo es el que quiere o el que no qttiere lo hecho de haber tenido que pagar sus propias deudas. Pero la
que una serie de súbditos murmuradores y descontentos di- mayoría de la gente no tiene en cuenta estas cosas. Sufren el
cen que quieren o que no quieren; se piensa que es el pueblo mismo síndrome que afecta a quienes padecen la enferme -
el que hace que se levanten los ciudadanos conlra la ciudad, dad que llaman incubus 13 , mal que proviene de la glotonería
pero de hecho es la 111ultitudcontra el pueblo. Y éstas son casi y que hace que los hombres sientan que están como invadi-
todas las opiniones que, si contaminan a los súbditos, harán dos, oprimidos y sofocados por un gran peso. Es de suyo
que éstos se rebelen fácilmente. Y como en todo tipo de go- evidente que quienes tienen la sensación de estar abruma-
bierno la majestad debe ser preservada por aquel o aquellos dos por el peso del Estado se verán tentados a ser sediciosos,
que tienen la autoridad suprema, el crimen laesne majestatis y que los que están disgustados con el presente estado de co-
va aparejado de manera natural a estas opiniones. sas querrán que se efectúe un cambio.
9. No hay nada que aflija más a los hombres que la pobre- 10. Otra dañina enfe rmedad del alma es la de quienes, es-
za, esto es, la falta de aquellas cosas que se necesitan para la tando poco ocupados, quieren honor y dignidad. Todos los
preservación de la vida y el honor. Y aunque no hay nadie hombres aspiran de manera natural a obtener honores y dis-
que no sepa que las riquezas se consiguen mediante el traba- tinciones, pero sobre todo aquellos que están menos acucia-
jo y se conservan mediante la frugalidad, todos los que son dos por la urgencia de procurarse las cosas necesarias. Por-
pobres suelen echarle la culpa de ello al mal gobierno, sin que estos hombres son invitados, en virtud de su misma
acordarse de su propia vagancia y despilfarro, como si sus desocupación, a disputar entre sí acerca de los asu nto s del
bienes privados de verdad hubieran sido consumidos por Estado, o a leer histo rias , panfletos poüticos, discursos, poe-
los impuestos públicos. Pero los hombres deben tener en mas y otros libros de grata lectura. Y de ahí vienen a pensar
cuenta que quienes no tienen patrimonio no solamente se que están sufic ientemente dolado s del ingenio y sabidu-
ven obligados a trabajar para v ivir, sino que también se ven ría que les permita administrar asuntos de la mayor conse-
obligados a luchar para poder traba jar. Todos y cada w10 de cuencia. Ahora bien, como no todos los hombres son lo que
los judíos que en tiempo de Esdras construyeron el muro ellos piensan de sí mismos, y como, en el caso de que lo fue-
de Jerusalén trabajaron con una mano y empuñaron la espa- ran, no podrían todos (por ser tanto s) acceder a puestos pú-
da con la otra. Hemos, pues, de concebir que en todo gobier- blicos, es necesario que muchos sean dejados afuera. Éstos,
no la mano que empuña la espada es el rey o la asamblea su- pensando que han sido víctimas de una afrenta, no desearán
prema, los cua les deben ser mantenidos por los súbditos con otra cosa (mo tivados en parte por envidia hacia quienes fue-
la misma dedicación e industria con que cada hombre se ron preferidos en lugar de ello s, y en parte por la esperanza
afana en procurarse a sí mismo su forluna personal; y que de derrocarlos) que el que fracasen en sus gestiones públi-
los impuestos y tributos no son sino las mercedes que reciben
quienes nos protegen con las armas en alto para que los tra-
bajos y esfuerzos de los individuos particulares no sean per- 13. Pesadez de estómago. (N. del T.)
206 12. DE 1.Al>C\USA~ INTl:RNASQUFTlrNDCK A 1,\ ntSOLUf.lú:S: IJI l':-' FSTAtlO 207
room

cas. No es, pues, de extrañar que busquen con insaciable agitaciones, mientras que a la primera se le adjudica la mi-
ap~tito la oportunidad de introducir innovaciones. sión de procurar la p,l7 y la tranquilidad. La elocuencia es de
11. La esperanza de trhmfardebe incluirse también en tre dos clases. La primera puede definfrse como una elegante y
las inclinaciones sediciosas. Pues aunque haya todos los clara expresión de los conce ptos de la menlc, y surge en par-
hombres que se quiera, infectados de opiniones contrarias a te de La contemplación de las cosas mismas y en parte de un
la p~z y al gobierno civil; aunque sea n muchos los que esca- enlendim iento de las palabras en lo que es su significado
pen indemnes de Las campañas qu e lancen contra ellos quie- propio y preciso. La otra puede definirse como la habilidad
nes ostentan la autoridad, si no tienen esperanza de triunfar de conmover pasiones del alma tales como la esperanza, el
sobre losgobernantes o no les parece haber alcanzado el nú - miedo, la ira, la compasión, y se deri,·a de un uso metafórico
mero suficiente, no habrá sedición; a cada individuo se le di- de las palabras adaptado a las pasiones. Aquélla forma un
siparán sus pensamientos sediciosos, y preferirá contentarse discurso partiendo de principios verdaderos; ésta lo hace
co~ 1~carga q~e ahora le cae encima antes que aventurarse a partiendo de opiniones recibidas, cualesquiera que éstas
rec1b1r otra mas pesada. Cuatro cosas son las que se necesi- sean . El arte que pre side aquélla es la lógica; el que preside
tan para fomentar esa esperanza: número suficie nt e de re- ésta es la retórica; la finalidad de aquélla es alcanzar la ver-
beldes, e~uipo, c~nfianza mutua y líderes. Por equipo de dad; la de ésta, alzar se con la victoria. Cada una de ellas tiene
guer~~ quiero decir toda clase de armas, municiones y otras su campo de uso: aquélla, en las deliberaciones; ésta, en las
prov1s1ones necesarias. Sin estas cosas, los hombres, aunque exhortaciones; pues aquélla nun ca eslá apartada de la docta
sea n muchos en número, no pueden hacer nada. Tampoco prurfe11cia,mientras que ésta lo está casi siemp re. Que esta
pueden hacerlo las armas si faJta la confianza mutua. y tam- segunda clase de poderosa elocuencia, separada del verda-
poco puede hacerse nada sin un líder que coordine las fuer- dero conocimiento de las cosas, es decir , de la docta pruden-
zas y a quien todos estén de acuerdo en obedecer, no por es- cia, es el verdadero carácter de quienes solivian tan al pueblo
tar obligados a someterse a su mando (pues ya hemos dicho y lo incitan a buscar camb ios puede deducirse fácilmente del
en este mis~o cap!tulo que estos hombres no entienden que trabajo mismo que estos instigadores tienen que hacer. Pues
~eben sentir se º? hgados más allá de lo que a ellos les par ece no podrían envenenar al pueblo co n esas absurdas opinio-
Justo y bueno), smo por tener una alta opinión de su virtu d 0 nes contra rias a la paz y a la sociedad civil a menos que ellos
de su habilidad mi lilar, o porque simpatizan con él. Si estas mismos estén convencidos de c!Jas, Jo cual es, ciertame nte,
cuatro _cos~s.están al alcance de los descontentos, y éstos mi- indicio de una ignorancia mayor de la que podría afectar a
d_enla Justicia_de sus actos gu iándo se por sus propios crite- un hombr e sabio y prudente. Quien no sabe de dónde der i-
nos, sólo hara _f~l~a que alguie~ los soliviante y los instigue van las leyes su poder, cuáles son las reglas de lo justo y lo in-
para que la sed1c1on y la confusión del reino tengan lugar. justo, de lo honestoy lo deshonesto,de lo bueno y lo malo, qué
l 2. La descripción que hace Salustio del carácter de Cati- procura y preserva la paz entre los hombre s, y qué la destru-
lina, al cual nadje superó nunca en el arte de urdir sedicio- ye; qué es lo que es suyo, y qué lo que es de otro,y,por úllimo,
nes,_es ésta: que tenía gran elocuencia y poca prudencia. Sa- qué es lo que se haría a sí mismo, a fin de hacérselo también a
l,us~10separa la pruden cia de la elocue11cia,y dice que esta sus prójimos, habrá de ser tenido, ciertamente, por poco sa-
ultima le es necesaria a un hombre nacido para provocar bio. Pero el que puedan hacer que los estúpidos que les escu-
208 12. L>F.
LASCAUSAS !NTF.RNASQUE TIENDEN A LAL>ISOI.VCIÓ:SllE UN ESTADO 209
PODER

chcn pierdan la cabeza, y que lo malo les parezca peor y lo gran someter algunas veces al Estado, cuando no hay nin~u-
bueno les parezca malo; el que puedan aumentar sus espe- na facción que se les oponga. Pero por regla general lo escm-
ranzas y hacer que no vean el peligro es cosa que logran, no den y dan lugar a una guerra civil. Pue s la estupidez de unos
mediante esta otra clase de elocuencia que explica las reali- y la elocue11ciade otros concurren en subvertir el gobierno,
dades tal y como son, sino mediante un tipo de elocuencia del mismo modo que (como cuenta la fábula) las hijas de Pe-
que, influyendo en sus mentes, hac e que todas las cosas se les lias, rey de Tesalia, conspiraron con Medea contra su padre.
presenten tal y como ya les habían hecho que las concib ieran Queriendo devolver la juventud al decrépito viejo, siguieron
previamen te. el consejo de Medea y cor t aron al hombre en pedazos, po-
13. Muchos hombres que son de suyo muy afectos a la so- niéndolo después al fuego para que hirviese, esperando va-
ciedad civil cooperan, por falta de conocimiento, en dispo- namente que de este modo empezase a vivir oli-a vez. Así
ner a los súbditos a la sedición, cuando en las escue las ense- ocurre con la gente común : por su estupidez, hacen lo mis-
ñan a los jóvenes doctrinas que coinciden con las que ya mo que las hijas de Pelias; y deseando qu e reviva el antiguo
hemos expuesto, o se las predican a todo el mundo desde el gobierno, se dejan llevar por la elocue11cia y ambición de los
pú lpito. Quienes desean que una tal disposición pa se de la hombres, como si fuera por la magia de Mcd ea. Y w1a vez
potencia aJ acto ponen todos sus esfuerzos en esto: primero, que han dividido al Estado en facciones1 lo consumen en las
en reuni r a todos los descontentos en una facción y una cons- llamas de la guerra en vez de reformarlo.
piración;después, en qu e ellos mismos tengan mano princi-
pal en dicha facción. Los reúnen, pues, en una facción, y
ellos se nombran a sí mismos intermediarios e intérpretes de
las acciones de los individuos parti cular es, y determinan
qué personas y en qué lugares se celebrarán las asambleas
pan delibera r acerca de aquellas cosas que deben reformar-
se en el gobierno de turno, según lo que convenga a sus pro-
pios intereses. Ahora bien, para qu e ellos mismos puedan te-
ner el papel principal en la facción, la facción debe ser
conservada como tal facción, es decir, de ben segu ir mant e-
niéndose aparte sus rewüones secretas, en grupo reducido,
en las que se ordenará lo qu e luego h abrá de proponerse ante
la reurtión general, y por quién, y sobre qué asunto, y en qué
o rd en hablará cada uno de ellos, y cómo podrán ha cer
que se pongan de su parte los más poderosos y populares
hombres de la facción. Y así, cuando hayan logrado reun ir
una facción lo suficientemente grande sobre la cual puedan
ejercer contro l con su elocuencia, pasarán a hacer que asu-
ma la administración de los asuntos. Y de esta manera l o-
13. SOBRIJLOSDI lllRES DEQl/lE.''L' ·\O~ll~IS1 RA~ El POllJ R SUPREMO 211

Capít ulo 13 I. En lo que hasta aquí se ha dicho hemos querido mostrar


los deberes de los ciudadanos y de los subditos, y el pode r
Sob re lo s deberes de quienes adm inistran que el gobernante tiene sobre ellos. Pero no hemos dicho to-
el p ode r supremo davía nada de los deberes de Losgobern,u,tes y e.lecómo de-
ben compor tarse con sus subdilos. Hemos, put.:s,de distin-
guir entre el derecho a la auto r idad suprema y el ejerciciode
la misma; pues una cosa puede separarse de la otra. Puede
ocurrir, por ejemplo, que quien tenga el derecho no pueda o
no qu iera estar presente en los juicios de ofensas o en las de-
liberaciones sobre asuntos de Estado. Los reyes, algunas ve-
ces, po r razón de su edad, no pueden dar órdenes; otras
veces, aunque pueden hacerlo, les parece mejor que lo hagan
sus ministros y consejeros; y así, ejercen su poder a través de
ellos. Ahora bien, allí donde el derechoy el ejerciciodel mis-
,~;~Et;~rechoa lt~suprema autoridad se distingue del ejercicio de In mis-
,. . . Ln segundad _rft!Ipueblo es lu ley suprema. 3.-Es el deber de los mo están separados, el gobierno del Estado es como el go-
P_~111c1pes respetar Losmtereses comunes de In 111ayorfa,no el interés par- bierno ordinario del mundo, en el cual Dios, el moLor de to-
t ,, u/ar di: t•steo aquel hombre. 4 - Por seu11ridad ¡..b d d das las cosas, produce efectos naturales sirviéndose de
t · J l fi • · b ' e e en ten erse to 0
_,po ~ ,e11eICIOS. 5.-Se pregunta si es el deber de los reyes procurar la causas secundarias. Pero allí donde quien tiene el derecho
salvac,611de_lasalmas tle s:1ss1í~dítos,seg,ín lo que dichos reyes estimen
de gobierno está presente en todas las judicaturas, consultas
q11ees In 111e;or.6. -En que consiste la seguridad del pueblo 7 -Q I
espl<.1sson·
necesrmos ·
pam la t1ere11sa de/pueblo • 8•- ·¡·ener so• • ue os
IdacIos, y actos públicos, su administración es wmo la que tendría
. . . J' ar
11111s, gunr111no11es y di11erodisponible en tiempo dep iz so lugar si Dios, sobrepasando el curso ordinario de la natura-
· I 1,r. ' n cosas necesa
' ,_as para a e efensa del pueblo. 9.-Una ademada instrucción de los s1íb- leza, decidiera administrar directamente Lodos los asuntos.
rf llos ,m c11est1011es tfe doct · · ·1 •
. . r111nnv, es necesnna para la preservación tle En este capítulo, por tanto, hablaremos breve y sumaria-
In~;.~ 1~- La ig11al,~1~t ribución de las cargaspúblicas cond11cee11gran mente de lo que concierne a los deberesde quienes ejercen la
mt , aa ,~preserwwondelapaz. 11.-Esdeec¡uidndnatuml ueelEs- au toridad, ya por derecho propio, ya por el de otros. No es
11:clo cobre.11np11estos según lo que rnda hombre gasta, no según/~ quepo-
s~e. 12. Es co11d!u·e111e" In preservación de Lnpaz reprimir a los ambi -
mi propósi to descender a esas cosas que, siendo diferentes
ciosos. /3. y disolver las fiacciones 14 -L,1s leyes P l en cada lugar, los príncipes deben hacer de modo diferente;
fiv111e11ta11 Ias artes lurn1ti1111s · · or as que se
• d ¡ .
y se restri11genlos c,asto.
b
.
) excesivos s011 muv
es ése un asunto que ha de deja rse a las prácticas políticas de
w11 ucentes a ennquecimíemo del súbdito 15 -Q d b ' / cada Estado.
terminado p ¡ - f . · · ue no e er,a ser de-
.. , . or_a) eyes mas de lo que se requierepilm beneficio del prfn- 2. Todos los deberes de los gobernantes se contienen en
< 'P,t_ y1 _oss11bd1tos.16.-Que 110 deben infligirse castigos mayores que los esta sente ncia: la seguridad delpueblo es la ley suprenw. Pues
~,., ,\Cntos~l<Jr las leyes. I 7.-A los s1ibditosdebe rescaumrse/essu derecho
U)t/1 m los;ueces corruptos. aunque los que ostentan el poder supremo no pueden estar
sujetos a las leyes propiamente dichas, es decir, a la voluntad
de otros hombres-pues sería contradictorio ser jefe y súbd i-
to a un m ismo tiempo-, tienen, sin embargo, el deber de
210
2)2 213
PODER 13, SOBl(E LUSUlBFRE:iUt.llU IENESADMLNl!>TRJ\N
HLPODERSUPRFMC>

o~edecer, en todas las cosas y en la medida de lo posible, los carían contra la ley de naturaleza (po r haber dcfra~1dado la
dictados ~e. la rect a razón, la cua l no es su10 la ley natural, confianza de quienes les encomendaron ese po~e~) s1no pr~-
moral y divina. Pero como los poderes fueron constituidos curaran en la medida en que las leyes lo h1c1esen pos1-
para lograr la paz, y la paz se buscó para procurar la seguri- ble, aba~tecer a sus súbditos abundantemente.' no sólo_de
dad del pueblo, quien, habiendo sido puesto en una situa - aquellas cosas que son buenas para la vid~, smo Larnb1é'.1
ción de aut?ridad, haga uso de su poder con un fin que no de aquellas otras que awnentan el placer. Quienes han adqm-
sea la segu ndad del pueblo estará actuando en contra de las rido el poder mediante el uso de las armas desean_que sus
razones de paz, es decir, en contra de las leyes de naturaleza. súb dit os sean fuertes de cuerpo y alma para que as.1puedan
Así como la seguridad del pueblo dicta una ley en virtud de servirlos mejor. De lo cual se deduce qLLesi no int~taran
la cual los prín cipes conocen su debe,;así también les enseña proveer a dichos súbditos no só~~de las_cosasnecesana_sp~ra
el arte de cóm_oprocurarse a sí mismos un beneficio; pues el la vida, sino de las que les perm1t1esccriarse fuertes yv1_g?10-
poder. de. los cmdadanos es el poder de la ciudad es decir de
) ) sos, estarían yendo contra sus propios interese s y propos1los.
quien tiene la autoridad suprema en un Esta.do. s. y en primer lugar, creen los príncipes_q~1e afecta de
3._ ~n este a~artado entendemos por pueblo no u.naperso- manera principal a la salvación eternn las op1111onesque se
na c1vil, es dectr, no la ciudad misma que gob ierna , sino la tengan de la Deidad y el tipo de cullo con que se debe ado~
multitud de súbd itos que son gobernados. Pues la ciudad no rada. Si se supone que ello es así, podemos p~·eguntar~os si
fue inst ituida para beneficio de sí, sino para beneficio de los los gobernantes supremos que ejercen la máxima autoridad,
súb~ itos, aunque no se requiere que este o aquel hombre en ya sea uno O muchos, no están pecando c~ntra la ley de natu-
particular reciba individual atención del gobierno. Pues el go- raleza si no hacen que se enseñe la doctnna que ellos creen
bernante, en sus fLmcionescomo tal, no se cuida de la segur i- que es necesaria para la salvación eterna de s~s súbditos'. Y
dad del pueblo, excepto a través de sus leyes, que son univer- permiten que se enseñe y practiqu e una doctnna contraria.
sales; y por lo tanto, queda totalmente exoneradosi ha hecho Es evidente que, de hacerlo así, estáJ1 actuando en contra
t~do lo que está de su mano para procurar, mediante disposi- de sus propias conciencias, y que lo que quier~n, ~n lo que d~
c10~esgene,rales, el ~ienestar de la mayoría durante el mayor ellos depende, es la perdición eterna de sus subd1~os. ~ues s1
posible penado de tiempo, de tal modo que ningún hombr e no lo quisieran, no sé por qué razón deben sufnr (srn que
sufra como no sea por su culpa o por algún tipo de accidente nadie les obligue, pues son los jefes supremos) que se ense-
que no pudo ser prevenido. Mas algunas veces, es cond ucente ñen y practiquen cosas que ellos creen que son conde nables.
a 1asegw-idad de la mayoría el que los malvados sufran. Mas esta dificil cuestión la dejaremos en suspenso.
4. Mas por el término seguridad no debemos entender la 6. En lo que respecta únicamente a su vida en este mun-
~era pr~servación de la vida en las condiciones que sean, do , los beneficios de los súbditos pueden dividirse en cuatro
.
s1110la vida feliz. Con esta finalidad se reunieron libremente clases: 1. Que sean defendidos contra enemigos extranJeros.
los hombres en a_samblea e instituyeron un gobierno: para 2. Que la paz sea preservada en el interior del país: 3. Que se
logr~r'. en la medida en que la condición humana lo permi- enriquezcan en la medida en que ello sea c~mpat1ble con_l_a
ta, viv1r placenteramente. Por Jo tanto, quienes han asumido seguridad púb)jca. 4. Que disfruten de una liberta d no dam -
la administración del poder en un gobierno de esta clase pe- na. Los que tienen el mando supremo no pueden procurar al
214 PODER 13. SOBRE L05 DiillER.ES DF.l.)UIENES Al)Ml!,1STRAN El. l'OUERSUPI\E~!ll 215

pueblo más felicidad cívica que la que proviene de librarles medida que las arañas pueden saber cómo protegerse sin la
de gu~rras extranjeras y civiles, para que los súbditos pue- información que reciben a través del movimiento de estos
dan d 1sfrutar pacíficamente de los beneficios que han con- hilos.
seguido con su trabajo. 8. Asimismo, es un requisito necesario para la defensa
:· Se necesitan dos cosas para la defensa del pueblo: estar del pueblo el que éste se encuentre armado de antemano.
avisados y estaJ" prevenidos (praemoneri et praennmiri). Ahora bien, estar armado de antemano significa estar dota -
Pues la situación de los Estados considerados en sí mismos do de soldados, armas, barcos, fortificaciones y dinero, an-
es una situación natural, es decir, hostil. Incluso cuando de- tes de que el peligro se haga inminente; pues reclutar tropas
jan de luchar, no puede decirse que haya paz entre ellos, sino y tomar las armas una vez que el ataque ha tenido lugar es es-
más bien un tiempo de tregua durante el cual los enemigos fuerzo demasiado tardío, si no imposible. De igual manera,
se observan mutuamente y evalúan su seguridad respecti- no construir fuertes ni establecer guarniciones en lugares
va, no basándose en los pactos que hayan podido firmar de estratégicos antes de que las fronteras sean invadidas es ser
mutuo acuerdo, sino calibrando las fuerzas y medios del ad- como esos pastores del campo (que dice Demó stenes), los
versario. Y esto es así por derecho natural, como hemos cuales, ignorantes del arte de la esgrin1a, se cubrían con sus
mostrado en el capítulo 2, artículo l l. De lo dicho allí se de- pequeños escudos aquellas partes del cuerpo en las que ya
duce que los contratos son inválidos en el estado de natura- habían sentido el pinchazo de las estocadas. Quien es pien-
leza cuando en él hace su aparición un miedo justificado. Es, san que hay tiempo suficiente para recaudar dinero, mante-
pues, necesario para la defensa de la ciudad, primero: que ner a las tropas y atender otros gastos de guerra cuando el
haya algunos que indaguen lo más estrechamente posible y peligro ya ha empezado a presentarse no se dan cuenta de
d~scubran~as intenciones y movimientos que puedan perju- cuán dificil es recaudar de pronto cantidades tan vastas
dicarla; as1, los espías son para los ministros del Estado lo de dinero, las cuales tienen que venir de gente a quien no le
que son los rayos de so.lpara el alma humana. Y hablando de gusta soltar los cuartos. Pues casi todos los hombre s, una vez
la visión política, podemos decir de ella con mayor verdad que reparan en el número de sus bienes, se consideran con
que de la visión natural, que las imágenes sensibles e inteli- tanto derecho a mantenerlos como propiedad suya que
gibles de los objetos externos son transportadas por el aire piensan que se les está haciendo daño cuando se les fue:za .ª
hasta llegar al alma, es decir, a los que tienen la autoridad su- emplear siquiera la más pequeña parte de ellos en contnbuu
pre~a; y,por lanto, no son menos necesarias para la preser- al bien público. Ahora bien, una cantidad de dinero sufi-
vación del Estado que los rayos de luz para la preservación ciente parn defender el país con las armas no podrá recau-
del hombre. También pueden los espías compararse a las te- darse con prontitud de los ingresos producido s por impues-
las'tle araña que se extienden por todas partes y a través de tos y tarifas aduaneras. Hemos , pues, por temor a la guerra,
sus delgados hilos transmiten a la araña todos los movi- de recaudar buenas sumas en tiempo de paz si queremos sal-
mientos que tienen lugar, mientras ésta permanece en su es- vaguardar la segmidad del Estado. Por lo tanto, como es ne-
trecho agujero. Quienes tienen la misión de gobernar no cesariamente responsabilidad de los gobernantes, a fin de
pueden saber, sin servirse de espías, qué es lo que deben procurar la seguridad de los súbditos, 'descubrir los planes
mandar para procurar la defensa de sus súbditos, en mayor del enemigo, mantener guarniciones y poder disponer de
216 l3. SO BRE!O S DEllCRES DE QUIENES ADMINl ~TRAN ELl'Oll lc.RSUPREMO 217
POOF.R

fondos en todo momento; y como, por ley de natw·aJeza, los troducir la sana doctrina, debe partir de las acade111ias; es
príncipes están ob]jgados a dedkar todos sus esfuerzos a allí donde se hallan los verdaderos y probados fundamentos
procurar el bienestar de sus súbditos, de ello se sigue que no de la doctrina civil, partiendo de la cual los jóvenes, una vez
sólo es ~egal para ellos enviar espías, mantener tropas y instruidos, pueden después, tanto en privado como en pú-
c?nstnur fuertes y requer ir fondos para estos propósitos, blico, educar al vulgo. Y esto lo harán tanto más alegrey vi-
s1110que estarían actuando ilegalmente si no lo hicieran. A gorosamente cuanto más convencidos estén de las verdades
lo cual puede añadirse que también deben hacer cualquier que profesan y enseñan. Pues viendo cómo en el día de hoy
otra cosa, ya sea por la fuerza o solapadamente, que conduz- se aceptan proposiciones (aunque son falsas y 110 más inteli-
ca a reducir el poder de aquellos extranjeros de quienes ten- gibles que si un hombre diese su asentimiento a una serie de
gan sospec~a. Pues los gobernantes están obligados, por el términos sacados al azar de una urna) s<'>lopor el hábito
poder que tienen, a prevenir los males de los que sospechen, de haberlas oído con frecuencia, ¿no se aceptarán con mu-
no vaya a ser que de hecho tengan lugar por negligencia cha mayor razón doctrinas verdaderas que se ajustan al en-
suya. tendimiento humano y a la naturaleza de las cosas? Estimo,
9. ~ero son muc~as las cosas que se requieren para la pre- pues, que es el deber de los gobernantes hacer que se pongan
servación de la paz lilterna, pues muchas son también lasco- por escrito los verdaderos elementos de la doctrina civil y
sas_quecontribuyen (como se ha mostrado en el capítulo an- ordenar que se enseñen en todos los colegios dentro de sus
terior) a su perlurbación. Ya hemos visto que hay algunas dominios.
cosas que disponen a las mentes de los hombres a la sedi- 10. En segundo lugar, hemos mostrado que el desconten-
ci~n: )' que hay otras que empujan a actuar a quienes están to producido por la pelluria dispone a los súbditos a la sedi-
as1 d1spu:stos. Entre las que predisponen a los hombres, ya ción; la cual penuria, aunque se deriva de su despilfarro y su
hemos dicho que deben contarse cierLas perversas doctri- pereza, ellos la achacan a quienes gobiernan el reino, como
nas. Es, por tanto, la responsabilidad de quienes tienen la au- si hubieran sido arruinados y oprimidos por culpa de los
toridad principal erradicar dichas doctrinas de las mentes impuestos públicos. Puede ocurrir, sin embargo, que a veces
de los hombres, no dando órdenes, sino enseñando; no por estas quejas sean justas. Eso sucede, por ejemplo, cuando las
t~rror a los castigos, sino persuadiéndolos con razones pers- cargas del reino son impuestas en los súbditos de una mane-
picaces. Las leyes por las que este mal pueda extirparse no ra desigual; y lo que compartido entre todos hubiera sido
deben hacerse contra las personas que yerran, sino contra carga Ligera,se convierte en carga muy pesada e incluso in-
los errores mismos. Estos errores que en el capítuJo anterior tolerable para los demás, si son muchos los que se excluyen
hemos dicho que son inconsistentes con la paz del Estado de pagar. En casos así, no tanto se quejan los hombres de la
• han entrado furtivamente en las mentes de la gente ignoran- carga como de la desigualdad. Con mucho ahínco luchan,
te, a I habérseles sido inculcados en parte desde el púlpito, en pues, para Iibrarse de impuestos; y en este conlli cto, los me-
parte por los diarios discursos de hombres que, por estar de- nos afortunados, al verse vencidos, miran con envidia a los
socup~dos, encuentran tiempo suficiente para el estudjo y que han tenido más suerte. Para eliminar, por tanto, toda
cuyas ideas les fueron imbuidas por los maestros de su ju- justa queja, es de suma importancia que el magistrado se
ventud en las escuelas públicas. Mas si un hombre quiere in- asegure de que los impuestos públicos sean recaudados con
218 PODER 13. SOSRELOSDEBERESDEQUJENESADMINISTRANEl PODERSuPRllMO 219

equidad. Asimismo, como lo que los súbditos contribu- el deber de los goberna ntes, mientras que la segunda es ra-
yen para uso público no es otra cosa que el precio que pagan zonable y concue rda con el ejercicio de su autoridad .
~ara comprar la paz, es razonable que quienes participan 12. En tercer lugar dijimos que la inquietud de ánimo
igualmente de esa paz paguen también una parte igual, ya que surge de la ambición era ofensiva para la paz pública.
sea contribuyendo aJ Estado con sus dineros, o con su traba- Pues hay algunos que, creyéndose má s Listo1> que otros y me-
jo. Es de ley natural (capítulo 3, artículo 15) que todo hom- jor preparados para gobernar que los que de hecho están go-
bre, al ceder derechos a los demás, se muestre imparcial. De bernando, cuando no tienen otro modo de probar cuán be-
ahí que los gobernantes, por ley natural, estén obligados neficiosa sería su virtud para el Estado, la exhiben da.fiando
a distribuir con equidad las cargas del Estado entre sus súb- a éste. Mas como la ambición y el hambre de honores no
ditos. pueden erradicarse del alma humana, no es deber de los go-
11. En este apartado vamos a hablar de una equidad, no bernantes intentarlo; quizá puedan , sin embargo, mediante
de dinero, sino de impuestos, es decir, de una correlación ra- una aplicación constante de castigos y recompensas, lograr
zonable entre los impuestos y los beneficios. Porque aunque que los hombres se den cuenta de que el modo de alcanzar
todos los súbditos disfrutan de la paz en igual medida, los honores no es despreciar el gobierno presente ni formar fac-
beneficios que se derivan de esa paz no son iguales para to- ciones de aire populista, sino precisamenLe Locontrario. Los
dos: algunos tienen más posesiones, y otros menos; y algu- hombr es honorables son los que observ an los decretos, las
nos consumen menos, y otros más. Podemos, pues, pregun- leyes y los derechos de sus padres. Si de manera cons tante
tarnos si los súbditos deben contribuir al fondo público viéramos que las órdenes del soberano favorecen a estos úl-
según lo que ganan o según lo que gastan; es decir, si las per - timos con honores, y que los facciosos son castigados y des-
sonas deben ser gravadas de tal modo que paguen su contri- preciados por quienes tienen el mando, la gente tendría más
bución según la riqueza que poseen, o si deben gravarse los ganas de obedecer que de resistir se. No obstante, ocurre al-
bienes mismos que se han adquirido, deforma que la perso- gunas veces que 1 jgual que tenemos que acariciar a un caba-
na pague según lo que haya gastado. Pues bien: si considera- llo por razón de su excesiva fogosidad, así también tenemos
mos que allí donde los dineros se recaudan según la riqueza que adular a un súbdito revoltoso por lemor a su poder; mas
del súbdito no todos los que h an ganado lo mismo disfrutan esto, como en el caso del jinete, sólo lo hace el goberna nte
de iguales posesiones, pues lo que uno ahorra viviendo con cuando tiene miedo de caer. Aquí estarnos hablando, sin
frugalidad otro lo gasta con despilfarro , vemos que aunque embargo, de aquellos cuya autoridad y poder son completos
ambos disfrutan igualmente de los beneficios de la paz, no y firmes. Su deber, digo, es apreciar y animar a los súbditos
sos tienen de una manera igual las cargas del Estado; por obedientes y reprimir a los facciosos todo lo posible: ni el
otra parte, allí donde se gravan los bienes mismos, cada poder público ni la paz de los súbditos pueden conserva rse
hombre, por el mero hecho de consumir esos bienes priva- de otra manera.
dos suyos, está ya pagando al Estado la parte que le debe, no 13. Pero si es deber de los príncipes reprimir a los faccio-
segú n lo que tiene, sino según el beneficio que ha recibido sos, con mucha mayor ra.zón les concierne clisolvery disipar
del reino. Y no cabe duda de que la primera modalidad de las facciones mismas. Llamo facción a una multitud de súb-
recaudar impuestos va contra la equidad y, por tanto, contra clitos que se reúnen, bien por contratos mutuos entre ellos,
220 PODER 13. SOBRELOSDlllll!Rl!.SDI\QUI1::NES,\DMINIS l ltAN CLPOLlER~Ul'RF.MO 221

bien por el poder de alguno en particular, sin la autoriza- ta cosa, es decir, el arte militar, fue reconocida desde antiguo
ción de quien ostenta el poder supremo . Una facción, por como una de las artes lucrativas bajo el nombre de hacer bo-
tanto, es como una ciudad dentro de una ciudad; pues así tín o hacer presa; y antes de que las familias dispersas se
como una ciudad recibe su ser de una unión de hombres constituyeran en sociedades civiles, tales actividades fueron
que se hallaban en el estado de naturaleza, así también me- tenidas por honorables. Pues el pillaje no es otra cosa que
diante una nu eva unión de súbditos surge w1afacción. Se- una guerra librada con fuerzas pequefla s. Y grandes Estados
gún esta definición, una multitud de súbditos que se han como Roma y Atenas, gracias a los botines de guerra, al tri-
juntado simplemente para obedecer a un príncipe o a un buto 4e los extranjeros y a los territorios que adquirieron
súbdito extranjero, o han establecido pactos o ligas de de- por las armas, mejoraron sus sociedades hasta tal extremo
fensa mutua ent re sí mismos contra todos los demás, inclu- que a veces no necesitaban recaudar impuestos de los súbdi-
so contra los que tienen poder sup remo en la ciudad, es w1a tos más pobres, y hasta podían repartir entre ellos dinero y
facción. Asimismo, tener el favor del vulgo hasta el punto de tierra s. Pero este modo de aumentar las riquezas no debe es-
poder reclutar un ejército popular, contiene también algo tablecerse como norma y estilo habituale s. Pues recurrir al
de faccioso, a menos que se den garantías públicas como arte militar para enriquecerse es como jugar a los dados, jue-
rehenes, etc., de que no habrá sed ición. Lo mismo puede de- go en el que muchos pierden su fortuna y muy pocos la au-
cirse de las fortunas personales, si éstas son excesivas. Pues mentan. Por lo tanto, como solamente ha}' tres cosas -los
todas las cosas se rinden ante el dinero. Si es verdad, por frutos de la tierray del agua, el trabajo y el ahorro- que con-
tanto, que la relación que se da entre las ciudades responde a ducen de seguro al enriquecimiento de los súbditos, el deber
un estado natural y hostil, los príncipes que permiten que se de los gobernanLes se referirá únicamente a esas tres cosas.
creen facciones internas están haciendo lo mismo que s i Acerca de la primera, serán útiles aquellas leyes que fomen-
permitieran al enemigo traspasar las murallas de su reino; ten las artes dirigidas a mejorar e incrementar el rendimien-
lo cual es contrario a la segurida d de los súbd itos y va con- to de la tierra y el agua; tales son la agrirnlt11ray la pesca.
tra la ley de naturaleza. Para la segunda, serán beneficiosas todas las leyes que vayan
14. Dos cosas son necesarias para el enriquecimiento de en contra de la desocupación y que promuevan las activida-
los súbditos: el trabajo y el ahorro; hay una tercera que tam - des laborales. El arte de la navegación, por cuya mediación
bién ayuda, a saber, la abundancia natural de tierra y de las mercancías del mundo entero, compradas casi exclusiva-
agua; y hay también una cua rta, el arte militar, que algunas mente con el trabajo, son llevadas a una ciudad; y la mecáni-
veces aumenta las existencias de los súbditos, aunque con ca, en la cua l están comprendidas todas las artes de los obre-
mayor frecuencia las disminuye . Sólo las dos primeras son ros má s excelentes; y las ciencias matemáticas, fuente de las
;1ecesarias. Pues una ciudad que se constituye en una isla del ocupaciones náuticas y mecánicas, serán todas ellas teni-
mar, con no mayor extensión que la suficient e para vivir en das en debida estima y honor. Para la tercera, son útiles
ella, quizá pueda enriquecerse sin sembrar ni pescar, sólo aquellas leyes por las que se prohíbe todo gasto excesivo,
con el come rcio y las artes manuales; pero no hay duda de tanto en alimentos como en vestidos, y,en general, toda cosa
que si posee territorio, será más rica con el mismo número que sea consumida en exceso. Como las leyes mencionadas
de habitantes, o igual de rica con tm número mayor. La cuar- son beneficiosas para los fines más arriba especificados, co-
222 PODl:R l.\. SOIII\I•LOSlJblHiRl·S l>l:QUl!,.N1'.~
,\IJ .\11NISTRANl'L POllE.RSUl'llL~!O 223

rresponde establecerlas a los magistrados supremos en el zón no prohíbe de suyo, los súbditos caerán por fuerza, sin
ejercicio de su función. mala inten ción alguna por su parte, en el entramado de le-
15. La libertad de los súbd itos no consiste en que estén yes, siendo entonces éstas como cepos tendidos para en-
exentos de cump lir las leyes de la ciudad o en que quienes trampar su inocua libertad, la cual debe serles garantizada a
tienen el poder supremo no puedan hacer las leyes que quie- dichos súbditos por los supremos gobernantes, de acuerdo
ran. Se dice que la libertad de los súbditos consiste en esto con las leyes de naturaleza.
otro: como no todas las acciones y decisiones de los súbditos 16. Constituye una gran parte de esa fil,ertad que no es
son siempre controladas por las leyes, ni pueden serlo debi- dañina para el gobierno civil y que le es ncLcsana a c.ada
do a su var iedad, necesariame nte ha y una infinidad de actos súbdito para vivir felizmente el que no se teman otros casti-
que ni so n ordenados ni son prohibidos por la ley. En este gos mayores de los que puedan preverse y esperarse. Y esto
sentido debe entenderse que el súbdito disfruta de libertad: se hace allí donde las leyes no determinan en absoluto qué
en que puede ejercer esa parte de su derecho natural que las castigos han de asignarse o donde no se exigen castigos ma-
leyes le han concedido y han dejado a su arbitrio. Igual que yores de los que se han preestablecido. Allí donde el castigo
el agua que se encuentra represada por todos lado s se estan- no se ha preestablecido, la primera persona que quebrante la
ca y corrompe, y la que no tiene límites se extie nde por todas ley deberá esperar un castigo indeterminado y arbitrario; se
partes y discurre más libremente cuantos más pasajes en - supone que su miedo será ilimitado, porque estará referido
cuentra, así tambi én sucede con los súbditos: si no pueden a un mal ilimitado. Ahora bien, según lo dicho en el artícu-
tomar decisión alguna sin que se lo mande la ley, se entonte- lo 11 del capítulo 3, la ley de naturaleza ordena que quienes
cen y embotan; y si pueden tomarlas todas, se dispersan y no están sujetos a ninguna ley civil y, por lo tanto, tampoco a
disuelven, disfrutando de mayor liber tad cuanto más sean jefes supremos, cuando cometen actos de venganza e infligen
las cosas que hayan quedado sin legislar. Ambos extremos castigos no deben fijarse tanto en el mal pasado como en el
son imperfectos; pues las leyes no fueron inventadas para bien futuro; y pecan si, al imponer un castigo, lo hacen pen-
eliminar las acciones de los hombres, sino para dirigirlas, sando en otra cosa que no sea el beneficio publico. Pero allí
igual que la naturaleza ha dispuesto que los río s tengan ori- donde el castigo ha sido preestablecido, ya sea por la ley pres-
llas no para detenerlos, sino para guiar el curso de la co- crita -como cuando queda expresado con claras palabras
rriente. La medida de esta libertad vendrá determinada por que quien haga esto o aquello sufrirrital o cual castigo- o por
el bien de los súbditos y de la ciudad. De lo cua l se deduce, en la práctica -como cuando la pena no es prescrita por nin-
primer lugar, que va contra el deber de quienes gobiernan y guna ley, sino que es en un principio arbitraria )' después
tienen la autoridad de hacer leyes pr omul gar más leyes de las queda determinada por el castigo que se le haya impuesto al
que sean necesarias para el bien del magistrado y de sus súb- primer delincuente (pues la equidad natural ordena que
ditos. Pues como, por lo comú n, los hombres son propensos transgresores iguales sean casti gados con penas iguales)-,
a deliberar lo que tienen o no tiene n que hacer guiándose allí, digo, irá contra la ley de natura leza imponer un castigo
por su razón natural más que por su conoc imi ento delas le- mayor que el que esté prescrito por la ley. Pues la finalidad
yes, allí donde haya más leyes de las que pueden ser fácil- del castigo no es forzar la voluntad del hombre, sino mode-
mente recordadas y por las que se prohíban cosas que la ra- larla y ha cer que se ajuste a lo que de ella espera el que ha es-
224 PODER U. SOBRF.LOSDEBliRESDE QUIENES ADMINISTRANFI PODERSVl'lll'.MO 225

tablecido el castigo. Y la deliberación no es oh·a cosa que un sólo actúen ellos mismos con rectitud, sino que también,
sopesar, como se hace en una balanza, las ventajas e incon- mediante castigos, hagan que los jueces por ellos nombra-
ven ienles de lo que tenemos la intención de hacer; y es lo que dos actúen igual, es decir: que presten atención a las quejas
tiene más peso para no sotros lo que necesariamente preva- de sus súbditos; y que tan frecuentemente como sea necesa-
lece. Por lo tanto, si el legislador castiga un crimen con una rio escojan a algunos jueces extraordinarios que puedan oír
pena menor que la que haría que nuestro miedo fuese más lo que se dice de los ordinarios.
fuerte que nuestro mal deseo, ese exceso de deseo por enci-
ma del miedo al castigo debe ser, cuando el delito se comete,
atribuido al legislador , es decir, al pod er supre mo. Y si infli-
ge un castigo mayor que el que él mismo había establecido
en sus leyes, está cast igando a otro por un delilo que en reali-
dad no es de ese o tro, sino suyo.
17. Corresponde, pues, a la inofensiva y necesaria liber-
tad de los súb dito s el que todo hombre pueda disfrutar sin
miedo de todos los derechos que las leyes le conceden. Pues
es en vano que las leyes distingan lo que es nu estro de lo
que es de otro, si como resultado de un juicio equivocado, del
asalto o del robo, vuelven otra vez a confundirse. También
sucede esto cuando los jueces están corrompidos. Pues el te-
mor que disuade a los hombres de hacer el mal no su rge de
que los castigos hayan sido establecidos, sino de que hayan
sido ejecutados. Porque juzgamos acerca del futuro según lo
que ocurrió en el pasado; y no solemos espe rar que suceda
lo que con ante rioridad rara vez ha sucedido. Por lo tanto, si
los jueces, corrompidos por regalos, favores o, incluso, por
la compasión misma, dejan con frecuencia sin ejecutar las
penas que prescribe la ley, y hacen así que los malvados ten-
gan esperanza de comete r sus crímenes sin sufrir castigo al-
guno, los súbd itos h onestos tendrán que vivir codo a codo
con asesinos, ladr ones y bellacos; y no tendrán la libertad de
conversar sin reservas entre sí, ni de aventurarse a salir a la
calle sin riesgo. Es más: en condicio nes así, la ciudad misma
será disuella, y a cada hombre le será devuelto el derecho de
defenderse por sí mismo. Por lo tanto, la ley de naLuraleza da
a quienes tienen el mando supremo este precepto: que no
l1. DE LASLF.YF.S
Y PF.t.1\DOS 227

l. Quienes no consideran seriamente la fuerza de las pala-


Capítu lo 14 bras confunden algunas veces la ley con el consejo;otras ve-
De las leyes y pecados ces la confunden con el pacto, y otras con el derecho. Con-
funden la ley con el consejo quienes piensan que es un deber
de los monarcas no sólo escuchar a sus consejeros, sino tam-
bién obedecerlos, como si de nada valieran los consejos, a
menos que sean seguidos. Llegamos a la diferencia entre
consejo y ley partiendo de la diferencia entre consejoy man-
dato. El consejo es un precepto en el qúe la razón de que yo lo
obedezca se toma de la cosa misma que es aconsejada; pero
el mandato es un precepto en el que la causa Je mi obedien-
cia depende de la voluntad del que inanrla. Pues no puede
decirse con propiedad así lo quiero y así lo mando, a menos
que la voluntad sea tomada como una razón. Pues bien,
1.-De cómo In ley difiere del consejo. 2.-Cómo difiere de un pacto. cuando se presta obediencia a las leyes, no por la cosa mis-
3.-Cómo d~{ieredel derecho. 4.-De In división de las leyes en divinas y ma que la ley establece, sino por razón de la voluntad de
humanas; y de las divinas en naturales y positivas;y de las naturales en quien la recomienda, la ley no es un consejo, sino un manda-
leyes para i11ciivid110s particulares y leyes de gentes. 5.-La división de
las leyeshumanas, es decir,civiles,en secularesy sagradas. 6. -En distri- to;y se define así: la ley es el mandato de aquella persona, ya
butiwis y vindicativas. 7.-La ley distributiva y la vindicativa no son dos sea ésta un individuo o una asamblea, en cuya voluntad mis-
especiesseparadas de leyes. 8.-Se supone que toda ley lleva un castigo ma de dictar preceptos se contiene la razón de la obediencia.
a11ejoa ella. 9.-Los preceptosdel decálogoacercade honrar padrey ma- Tal ocurre con los preceptos de Dios respeclo a los hombres,
dre, del asesinato,del adulterio, del roboy de losfalsos testimonios son las los de los magistrados respecto a sus súbditos y, hablando en
leyesciviles. 10.-No esposible ordemzrnada mediante la ley civil que sea general, de todos los poderosos respecto a los que son más
contrario n las leyes de naturaleza. 11.-Es esencial para una ley el que
ranto e/In como el legisladorsecmconocidos. l2.-Cómo se llega a cono-
débiles y no pueden resistirse. Tales mandatos pueden ser
cer al legisfrulor. 13.-Prornulgacióne i11terpretació11 so11necesariaspara denominados leyes suyas. Por lo tanto, la ley difiere del con-
que se conozca una ley. 14.-La ley civilpuede dividirse en escritay no es- sejo en muchas cosas. La ley pertenece a aquel que tiene po-
critn. 15.-Que las leyes naturales no son leyesescritas,como tampoco lo der sobre el destinatario de dicha ley; el consejoes propio de
s011 de suyo las se111e11cias de los abogndos o las leyes co11suetudi11arias, quienes no tienen poder. Seguir lo que está prescrilo por la
excepto por co11se11timiento del poder supremo. l 6.-Q11ésig11ij1ca lapa- ley es un deber;seguir lo que prescdbe un consejo es simple-
labra «pecado» en su 111ásamplio sentído. 17.-Definición de pecado.
mente una libre elección. El consejo es dado pensando en
18.-La difere11ciaentre un pecado de debilidnd y un acto de malicia.
19.-Bajo qué clase de pecado se contiene el ateísmo. 20.-En qué consiste quien lo recibe; la ley es dictada pensando en quien la dicta.
el pecado de traició11.21.-El crimen de traición (laesae majestatis) no El consejo se da solamente a quienes tienen deseo de recibir-
viola las leyes civiles, sino las naturales. 22.-Por lo tanto, la traición lo; la ley se da también a quienes no tienen deseo de ella.
no es castigadapor el derechode soberanía, siriopor el derechode guerra. Para concluir: el derecho del aconsejadorpuede quedar anu-
23. -No es correctala distinción entre obedíencia nctivay pasiva. lado por aquel a quien aconseja; el derecho del legislador,sin
226
228 PODER 14. DE LASLEYESY PliCAIJOS 229

embargo, no puede abrogarse a gusto de aque l sobre quien quieran respetarlas. Así pues, las leyes, según esta definición
la ley se impone . de Aristóteles, no son sino desnudos y débiles contratos, los
2. Confunden la ley con el pacto quienes piensan que las cuales, a la larga, cuando hay alguien que con derecho puede
leyes no son sino ciertas óµoAoyr\µo:-co: , o formas de vida ejercer el poder supremo, llegan a ser leyes o no leyes según
determinadas por el consenso común de los hombres. Entre sea la voluntad y guslo de la persona que mande. De lo cual se
quienes piensan así está Aristóteles, el cual (en el prefacio de deduce que Aristóleles está confundiendo los contratoscon
la Retóricaa Alejandro) define la ley de esta manera: Nóµói:; las leyes,cosa que no debería haber hecho; pues un contrato
ecrtt AÓyoc; wptcrµé.vocK0:0 ' óµoAoyio:v KOl vi¡v 7t0- es una promesa,y w1a ley es un 111andnto. En los contratos se
A.tCOC, µ 'l vúcovnok 01:.1npá.nctV e,co:crto:;es decir, la ley dice: Yoharé esto;en las leyes se dice: liaz esto. Los contratos
es w1 discurso cuyos límites vienen determinados por el con- nos obligan*; las leyes nos atan a la obligación. Un contrato
senso común de la ciudad, en el que se declara todo lo que se obliga de suyo; la ley nos mantiene obligados por virtud del
debe hacer. Esta definición no se refiere a la ley entendida de contrato w1iversal de presta r obediencia. Por lo tanto, en
un modo absoluto, sino solamente a la ley civil. Pues es ob- el contrato se determina primero qué ha de hacerse, antes de
vio que las leyes divinas no surgieron del consenso de los que estemos obligados a él; pero en la ley estamos obligados a
hombres, como tampoco smgiero n de dicho conse nso las le- cumplir, antes que nada; y después se determina qué es lo que
yes de naturaleza. Si tuvieran su origen en el consen so delos hemos de hacer. Por consiguiente, Aristóte les debería haber
hombres, tanto las leyes divinas como las de naturaleza tam- de.finido la ley civil así: una ley civil es un discursodetermina-
bién podrían abrogarse por consenso; vemos, sin emba rgo, do por la voluritadde la ciudad, en el que se manda lo que se
que no pueden ser cambiadas. Ciertamente, la definición debe hacer. Lo cual coincide con lo que hemo s dicho más
aristotélica de ley civil no es la correcta. Pues en ese texto de atrás en el capítulo 6, artículo 9, a saber: que las leyes civiles
Aristóteles el término ciudad puede entenderse como una son el mandato de aquel,ya sea un hombre o una asambleade
persona civil que tiene una sola \TOluntad,o como una multi- hombres, a quien se ha e11co111endado el poder supremo en la
tud de hombres, cada uno de ellos con su libre voluntad par - ciudad, en lo referentea las accionesfuturas de lossúbditos.
ticuJar. Si por ciudad se entie nd e una sola per sona, las pala- 3. Confunden las leyes con el derechoquienes continúan
bras consenso común no tienen aquí cabida, pues una sola haciendo lo que por derecho divino está permitido, a pesar
persona no tiene consenso común. Tampoco debería haber de que esté prohibido por la ley civil. Lo que está prohibido
dicho Aristóteles se declaratodo lo que se debe hacer, sino se por la ley divina no lo puede permitir la ley civil. Sin embar-
manda; porque lo que la ciudad declara se lo está mandando go, aunque algo esté permitido por derecho divino, es decir,
a sus súbditos. Por tanto, Aristóteles entendió que una ciu-
dad era una multitud de hombres declarando por com ún " Estnr obligadosy estar atndos a la obligación puede parecerles a a lgu-
consenso (imaginemos un do cument o confirma do median - nos una y la misma cosa, como si se Lratara solamente de una mera Jis -
te votació n ) unas determinadas formas de vida . Pero éstas ti.nción verbal, y nada más. Para expresarme con mayor claridad lo diré,
pues, así: un hombre está obligado por sus contratos, esto es, debe cwn-
no son sino contratos mutuos que no obligan a ningún hom - pLirpara satisfacer su promesa; pero una ley le ata a su obligación, es de-
bre (no son, por consiguiente, leyes), a m enos que se consti- cir, le fuerza a cumplir su promesa por miedo al castigo que haya sido
tuya un poder supremo que pueda obligar a quienes no designado por la ley.
14. DELAHEYES Y Ptt.Al)OS 231
230 PODER

aunque pueda hacerse por derecho divino, eUo no impide en leyy el derechonatural de los que hemos hablado hasta ahora,
lo más mínimo que sea prohibido por las leyes civiles; pues cuando los transferimos a ciudadesy nacionesenteras, pueden
las leyes inferiores pueden restringir la libertad concedida ser tomados como elementos de las leyesy derechode gentes.
por las superiores, si bien no pueden aumentarla. Ahora S. Toda ley humana es civil. Pues el estado de los hombres
bien, la libertnd natuml no es un derecho constituido por las considerados fuera de la sociedad civil es hosl i1.En dicho es-
leyes, sin? permitido por ellas. Pues si se eliminan las leyes, tado, como nadie está sujeto a nadie, no hay otras leyes que
· nuestra libertad es absoluta. La libertad es restringida, en los dictados de la razón natural, que es la ley divina. Pero
primer lugar, por la ley natural y las leyes divinas; y lo que bajo el gobierno civil, sólo la ciudad, es decir, ese hombre (o
queda puede ser a su vez restringido por las constituciones asamblea de hombres) a qLúen se ha encomendado el supre-
de las diferenles ciudades y sociedades. Hay, por tanto, una mo poder de la ciudad, es el legislador; y las leyes de la ciu-
gran diferencia entre Leyy derecho. Porque la ley es una tra- dad son civi les. Las leyes civiles pueden dividirse, según la
ba, un grillete, mientras que el derecho es libertad; y clifieren diversidad de su objeto, en sagradas o sernlares. Sagradas
entre sí como cosas contrarias. son aquellas que se refieren a la religión, es decir, a las cere-
4. Toda ley puede dividirse, según sean sus autores, en di- monias y culto de Dios: qué personas y lugares han de ser
vina y humana. La divina, según los dos modos en que Diosla consagrados, y de qué modo; qué doctrinas acerca de la Dei-
ha dado a conocer a los hombres, puede ser de dos tipos: natu- dad han de enseñarse públicamente y con qué palabras, en
ml o moral y positivn. La natural es Laque Dios ha declarado a qué orden han de hacerse las plegarias, etc., allí donde estas
los hombres por su palabra eterna, implantándola en ellos cosas no han quedado determinadas por ninguna ley divina
desde su nacimiento; dicho de otra manera, es su razón natu- positiva. Porque las leyes sagradas civiles son leyes f11m1anas
ral.Y es ésta la ley que a todo lo largo del presente libro he tra- (también llamadas eclesiásticas)acerca de nsuntos sagrados;
tado de exponer. Positiva es la ley que Dios nos ha revelado pero son las leyes seculareslas que suelen denominarse con
mediante palabra de profecía,haciendo uso de la cual ha ha- el apelativo general de leyes civiles.
blado como hombre a los hombres. Tales son las leyes que clio 6. A su vez, la ley civil (de acuerdo con las dos funciones
a los judíos acerca de su manera de gobernarse y del culto divi- del legislador, una de las cuales es juzgar, y la olra obligar a
no; y pueden ser llamadas leyes civiles divinas porque se refe- los hombres a dar aquiescencia a sus juicios) tiene dos par-
rían a~peculiar gobierno civil de los judíos, su pueblo elegido. tes: una es distributiva, y la otra vindicativa o penal. Gracias
También la ley natural puede dividirse en la de hombres,la cual a la distributiva cada hombre tiene los derechos que le co-
h~ obtenido para sí sola el título de ley de naturaleza, y la de rresponden; es decir, que la ley distribuliva establece reglas
c1L1dndes, que puede llamarse de naciones, pero vulgarmente generales por las cuales podemos saber qué es nuestro y qué
es llamada derecho de gentes. Los preceptos de ambas son es de otro, de modo que otros no nos impidan disfrular li-
iguales. Pero como las ciudades, una vez instituidas, asumen bremente de lo nuestro y nosotros no interrumpamos a
las propiedades personales de los hombres, esa ley que, ha- otros en su pacífico gozar de lo suyo; también establece qué
blando de los deberes de los i.nclividuos particulares, llama- es legal que un hombre haga u omita, y qué no es legal. La ley
mos natural es llamada derechode gentes cuando la aplicarnos vindicativa es aquella por la que se determina qué castigo
a ciudades y naciones enteras. Y los mismos elementos de la será in1puesto a quienes quebranten la ley.
232 PODER
14, OLLASLEl'ES) l'ECAJ,O~
233
7. Ahora bien, la ley distributiva y la ley vindicativa no
son <los especies diferentes de leyes, sino dos parles de la cada otro hombre; y como también establecen que está
misma ley. Pues si la ley se Iimitara a decir, por ejemplo, todo prohibido invadir los derechos del prójimo, de ello se sigue
lo que pesques con tu red en el mar es tuyo, sería en ~ano. P~:s que los preceptos No rehusarás otorgar n tus padres el honor
aunque otro te quitara lo que has pescado, ello no 1mpedma que las leyesprescriben; No matarás al hombre que /ns ley~s
que sigui era siendo tuyo. Porque en el estado de naturaleza, prohíben que mates; Evitanfs toda copulación queesté prolrr-
donde todas las cosas so n comunes a todos, lo tuyo y lo de bida por las leyes;No te apoderarás de los bienes d~ ~11:0con-
otro son una y la misma cosa; de tal modo que lo que la ley tra la voluntad del Se1ior;No frustrarás /ns leyesy JUICIOS con
determina que es tuyo ya era tuyo incluso antes de que la falsos testimonios son leyes civiles. Las leyes n,llurales orde-
ley se estab leciera; y después, no dejo de ser Luyoaunque se nan las mismas cosas, pero impücil.1mente. Porque la ley de
encuentre en posesión de otro hombre. De lo cual se deduce naturaleza (como se ha dicho en el artículo 2 del capítu lo 3)
que la ley no hace nada, a menos que cuando se diga ~ue alg_o nos manda cumplir los contratos; y, por lo tanto, también
es tuyo sepas que a todos los demás hombres les esta pro~1- obedecer cuan do se ha prometido obediencia, y abstenerse
bido interrumpir tu libre uso, Luseguro y permanente dis- de los bienes de otro cuando la ley civil ha determinado qué
frute de ese algo, según tu propia voluntad y gusto. Pues es es lo que pertenece a otro. Mas ocurre que todos los súbdi-
esto lo que se requi ere para poseer bienes: q~e yo pue~a_ha- tos (por lo dicho en el artículo 13 del capítulo 6) t1C11erdan
cer uso de ellos, y nadie más; lo cua l se cons igue prol11b1en- obedecer los mandatos de quien tiene el poder supremo, es
do a otros que me lo impidan. Mas en vano prohiben algo a decir, las leyes civiles, en el momento de la constitución mis-
los hombres quienes no logran al mismo tiempo infundir en ma del gobierno, incluso antes de que sea posible quebran-
ellos el miedo al castigo . Por lo tanto, la ley no sirve de nada, tarlas. Porque la ley de naturaleza imperaba en el estado de
a menos que conten ga las dos partes: una que prohíba que se na tural eza, un estado en el que, en primer lugar, como la na-
cometan injuria s y ot ra que castigue a quienes las cometan . turaleza ha ciado todas las cosas a todos los hombres, nada
La primera, que se llama distributit 1a, es prohi~ili:a ~va diri- pertenecía realmente a otro y, por consiguiente, no era posi-
gida a todos; la segunda, que suele llamarse vmd1cat1vao pe- ble invadir los derechos de otro; en segundo lugar, era un es-
nal, es manrlatoria yva dirigida a los ministros públicos. tado en el que todas las cosas eran comunes y, por consi-
8. De lo dicho también se deduce que toda ley civil lleva guiente, todas las copulaciones carnales eran legales; en
un castigo anejo a ella, ya sea explícita o implí cit_amente: tercer lugar, allí se vivía en constante estado de guerra, y, por
Pues en el caso en que el cast igo no quede determmado 01 lo tanto, matar era legal; en cuar to lugar, aUí todas las cosas
por escrito ni por algún antecedente de alguien que haya eran determinadas según el juicio particular de cada hom-
• sido castigado por viola r esa ley en particular, se entenderá bre y, como consecuencia, también los respetos a los padres;
que el castigo será arbitrario, es decir, que dependerá de la por último, allí no había juicios públicos y, por lo tanto, no
voluntad de quien tenga el mando supremo. Pues vana es se hada uso de testigos, ni veraces ni falsos.
la ley que puede ser quebrantada sin castigo. . 1O. Por lo tanto, en vista de que nuestra obligación de ob-
9. Como las leyes civiles establecen que cada hombr e t1e- servar esas leyes es más antigua que la promulgación de las
ne su propio derecho y qu e este der echo se distingue del de leyes mismas, ya que están conleni<las en la constilución
misma de la ciudad , la ley de naturaleza nos ordena respetar
234 POOflR
14. DELASLEYESYPl:CADOS 235

todas las leyes civiles en virtud de esa ley natural que nos el principio los ciudadanos mismos constituyen una forma
prohíbe violar los acuerdos. Pues cuando nos obligamos a de gobernar la ciudad, o cuando mediante promesa se so-
obedecer anles de saber lo que se nos va a mandar, estamos meten al dominio de alguien; y al menos supuesto, cuando
universalmente atados a obedecer en todas las cosas. De lo hacen uso de los beneficios del Estado y de sus leyes para su
cual se sigue que ninguna ley civil que no implique un insul- protección y conservación frente a otros. Pues aquel a quien
to a la Deidad (con respecto a la cua l las ciu dades mismas no pedimos a nuestros prójimos que presten obediencia por
tienen ningún derecho y no pueden hacer leyes) puede ir nuestro bien es alguien cuyo poder, por razón de nuestra pe-
contra la ley de natmaleza. Porque aunque la ley de naturale- tición misma, estamos reconociendo. Y, por lo tanto, no
za proníbe el robo, eJ adulter io, etc., si la ley civil nos manda puede ser excusa suficiente decir que no sabemos qué poder
apoderarnos de algo por la fuerza, esa acción violenta no hace las leyes, pues todo hombre sabe qué es lo que él mismo
será robo, adulterio, etc. Así, cuando los lacedemonios de la ha hecho.
antigüedad permitieron a sus jóvenes, en virtud de una cier- 13. El que se conozcan las leyes es responsabilidad del le-
ta ley, apoderarse de los bienes de otros hombres, determi- gislado,~ que es el que tiene que hacerla s públicas; pues, de
naron que dichos bienes no debían considerarse como per- otro modo, no son leyes. La leyes un mandato del legislador;
tenecientes a otro, sino que eran de quien los tomaba; y que, y su mandato es la declaración de su volunlad. Por consi-
por lo tanto, aquellos actos no eran realmente robos. De guiente, no es ley, a menos que la voluntad del legislador se
igual manera, las copulaciones sexuales de los salvajes eran, haga pública, lo cual se realiza mediante la promulgación.
de acuerdo con sus leyes, un.iones maritales legales. Ahora bien, enla promulgación han de ponerse de manifies-
11. Es necesario para la esencia de la ley que los súbdi tos to dos cosas; una de ellas es que quien.hace púbü ca una ley, o
conozcan dos cosas: primero, qué hombre o asamblea son bien tenga de suyo el derecho de hacer leyes, o lo tenga por
los depositarios del poder sup remo, es decir, del poder de haber delegado en él su autoridad la persona que puede ha-
hacer leyes; segundo, qué es lo que la ley misma dice. Porque cerlas; la otra cosa que ha de manifestarse es el sentido o sig-
quien no sabe a quién debe obedece r o qué es lo que debe nificado de la ley misma. La primera cosa, es decir, que la
obedecer no puede obedecer; y, como consecuencia, es publicación de las leyes procede de quien tiene el mando su-
como si no estuviera obligado a obedecer en absoluto. No premo, sólo puede ser manifiesta (hablando exacta y filosó-
digo que sea necesario para la esencia de la ley el que una ficamente) a quienes han recibido dichas leyes directamente
cosa o la otra se conozcan permanentemente; sólo se precisa de la boca del legislador. Los demás se limitan a creer; pero
que se conozcan una vez. Y si el súbdito olvida después qué las razones de su creencia son tantas que es casi imposible
derecho tenía quien hizo la ley, o la ley misma, no por ello que no crean. Y ciertamente, en una ciudad democrática
está menos obligado a obedecer, pues lo podría haber recor- donde cada uno, si así lo desea, puede estar presente en el
dado si hubiera tenido deseo de obedecer. acto de promulgar las leyes, el que esté ausente debe creer a
12. El conocimiento del legislador es responsabilidad del los que estuvieron presentes . Pero en las rnonnrquías y las
súbdito mismo; porque el derecho de hacer leyes no pudo atistocracias, como sólo se les permite estar presentes a unos
conferirse a ningún hombre sin su consentimiento y acuer- pocos, y sólo éstos pueden ofr de viva voz los mandatos del
do, ya fuera éste expreso o supuesto; expreso, cuando desde monarcao de los nobles,fue necesario otorgar a esas mino-
236 PODER 14_ DEI.ASLE!YES
Y Pl'.CADO~ 237

rías el poder de hacer públicas esas leyes a los demá s. Y así, edad, y que, por Jo tanto, tienen más antigüedad que la in-
creemos que esos mensajes públicos son verdaderamente vención de las letras y que el arte de escribir. Por lo tanto, el
los edictosy decretosde los príncipes, presentados a nosotros requisito para que una ley exista no es un escrito, sino una
como tales mediante los escritos o Jas voces de aquellos cuya voz: tal es lo que se necesita para la ley escrita¡mientras que
función es precisamente publicarlos. Cuando tenemos cau- el escrito sólo se precisa para que la ley sea recordada. Lee-
sa suficiente para creerlo -pues hemos visto cómo el prínci- mos que, antes de que fueran inventada s las letras para que
pe o la asamblea suprema usan constantemente tales conse- sirvieran de ayuda a la memoria, las leyes, compuestas en
jos, secretarios, impresores,sellosy otros modos semejantes verso, solían cantarse. La ley no escrila es aquella que para
de declarar su voluntad; cómo el príncipe nunca les privó de hacerse públkasólo necesita la voz de la naturaleza , es decir,
la autoridad de hacer eso; cómo han sido castigados los que, la voz de la razón natural; tales son las leyes de naturaleza .
al no dar crédito a esas promulgaciones, transgredieron la Porque la ley natural, aunque puede distinguirse de la ci-
ley-, no sólo serán excusados quienes creen y obedecen los vil en cuan to que preside sobre la voluntad, es también civil
edictos y decretosasí promulgados, sino que aquellos que, no cuando se refiere a nuestros actos. Por ejemp lo, el mandato
creyendo, no les presten obediencia serán castigados. Pues no desearás desordenadame11te,el cual se refiere solamente
el que se permitan constantemenle estas cosas es una sefial al alma, es sólo una ley natural; pero esto olro: 110 invadirás
suficientemente clara de que tal es la voluntad del que man- las propiedades delprójimo, es una ley natural y civil. Pues al
da, siempre y cuando en tales leyes, edictos o decretos no se ser imposible pre scribir reglas universales por las que todos
contenga nada que vaya en detrimento de la potestad supre- los conflictos futuros -que son, quizá, infinitos- puedan ser
ma. Porque no cabe imaginar que quien Lieneel mando haya regulados, debe ente nderse que en todos los casos que no
querido que sus funcionarios lo reduzcan y mermen, si él si- sean mencionados por las leyes escritas ha de segu irse la ley
gue conservando la voluntad de gobernar. En cuanto al sen- de la equidad natural, la cual nos ordena tratar con igualdad
tido o significado de la ley, cuando hay dudas acerca de él, a los iguales; y esto, en virtud de la ley civil que también cas-
ha de tomarse de aquellos a quienes la autoridad suprema ha tiga a aquellos que a sabiendas y por voluntad propia que-
encomendado el conocimiento de causa (causarum cognitio), brantan las leyes de naturaleza.
o el poder de juzgar; pues juzgar no es otra cosa que aplicar 15. Una vez enlendidas estas cosas, se echa de ver, en pri-
las leyes, mediante interpretación, a casos particulares. Sa- mer lugar, que las leyes de naturaleza, aunque fueran descri-
bremos a quiénes se les ha encomendado esta misión por el tas en los libros de algunos filósofos, no deben por ello ser
mismo procedimiento que seguimo s para saber a quiénes se llamadas leyes escritas; también es claro que los escritos de
les ha dado autoridad para hacer públicas las leyes. los intérpretes de las leyes no fueron leyes, pues les faltó la
~ 14. Tambjén la ley civil, por su doble modo de hacerse aprobación de la autoridad suprema; tampoco lo fueron
pública, se divide en dos clases: escritay no escrita. Por escri- aquellas sentencias de los sabios,es decir, de los jueces, excep-
ta entiendo aquella ley a la que no acompafia una voz o algu- to en la medida en que, por consentimjento del poder supre-
na otra seña l de que es la voluntad de legislador el que sea mo, entran a formar pru·te de la costumbre. Y entonces han
considerada como ley. Pues hay leyes de todo tipo que son de ser incluidas entre las leyes escritas, no por la fuerza de la
tan viejas como la humanidad, tanto en nalurnleza corno en costumbre (la cual no puede de suyo constituir una ley),
23R PODER J.l. L)(- LASLEYES) Pl·.U,DOS 239

sino por voluntad de quien tiene el mando supremo, el cual nes prósperas de nuestros ene migo s y entendemos que
ha permitido que esta o aquella sentencia -sea justa o injus- dichas acciones les procuran honores, bienes y poder; o
ta- pase a ser costumbre. cuando vemos prosperar a nuestros iguales con los que
16. Pecado, en su sentido más amplio, comprende toda competimos, ambas cosas nos eswece11y las consideramos
obra, palabra o pensamiento contra la recta razón. Todo malas para todos. Los hombres solemos llamar malos, es de-
hombre, haciendo uso del razonamiento, busca los medios cir, solemos atribuirles alguna falta a aquellos de quienes re-
de alcanzar el fin que se propone. Por lo tant o, si razona rec- cibirnos algún mal. Es, pues, imposible determinar por con-
tamente, es decir, si, partiendo de los principios más eviden- senso de individuos particulares a los que no gustan ni
tes, va deduciendo e • su discurso consecuencias necesarias, disgustan las mismas cosas qué acciones deben ser censura-
procederá <leuna manera directa; pero si no lo hace, perderá das y qué acciones no deben serlo . Todos pueden, cierta-
el camino, es decir, liará, dirá o i11tentaráalgo que va en con- mente, estar de acuerdo en algunas cosas generales, como
tra de sus propios fines. Cuando esto ocurre, podrá decirse que el roboy el adulterio son pecados, como si estuvieran di-
con verdad que ha errado en su razonamiento y que ha peca- ciendo que todos los hombres tienen por malas aquellas co-
do en su acción y voluntad. Pues el pecado se sigue del erro r, sas a las que han dado nombres que generalmente se tornan
lo mismo que la volun tad se sigue del entendimiento. Y ésta en un sentido malo. Pero lo que aquí nos preguntarnos no es
es la acepción más genera l de la palabra pecndo; bajo ella se si el robo es un pecado, sino qué acto puede calificarse de
contiene toda acción imprudente, ya vaya contra la ley, como robo; y lo mismo podemos hacer con el adulterio, etc. Por
cuando derribamos la casa que pertenece a otro hombre, o consiguiente, como es tanta la diversidad entre quienes cen-
no vaya contra la ley, como cuando construimos la nuestra suran, lo que es con razón reprochable no ha de medirse por
en terreno arenoso. la razón de un hombre más que por la de otro, ya que la na-
17. Pero cuando hablamos de las leyes, la palabra peca- turaleza humana es una y la misma en todos; mas como las
do se toma en un sentido más estrkto y significa no todo lo únicas razones que existe n son las de los hombres particula-
que se hace en contra de la recta razón, sino sólo aquello que res y la de la ciudad, de ello se sigue que es la ciudad la que
es ce11s11mble y es, por tanto, llamado malum culpae, mal de habrá de determinar qué actos son con razón culpables. De
culpabilidad. Mas no toda acción culpable ha de ser Jlamada manera que una falta, es decir, un pecado, es algo que un
pecado o falta, sino sólo las que son censurablessegún la ra- hombre hace, omite, dice o quiere, oponiéndose a la razón
zón, las que van contra la razón. La naturaleza humana es tal de la ciudad, esto es, algo contrario a las leyes.
que todo hombre llama bueno a lo que desea y malo lo que 18. Pero puede que un hombre haga algo contra las leyes
rehúye. Ocurre, pues, debido a la diversidad de nuestras pre- por debilidad, aunque su deseo sea cumplirlas. Aun así, este
ferencias, que uno tien e por bueno lo que otro tiene por acto, como va contra las leyes, será justamente c.ensurado y
malo; y que lo que un mismo hombre estima ahora como recibirá el nombre de pecado. Pero hay algunos hombres que
bueno puede considera rlo como malo inmediatamente des- desprecian las leyes; y en cuanto ven que se les presenta la
pués. Esto es así porque todos medimos el bien y el mal por oportunidad de aprovecharse con impunjdad, no respetan
el placer o el dolor que sentimo s en el momento, o que espe- sus promesas contractuales ni la fe que se ha depositado en
rarnos sentir posteriormente. Así, cuando vemos las accio- ellos, y violan la ley. En el caso de estos hombres, no sólo sus
240 PODER H. DE LASLEYES Y PECADOS 241

actos, sino también sus almas, están contra las leyes. Quie- clusión absurda. Pues el ateo es inmediatamente castigado,
nes pecan por debilidad solamente son buenos hombres, in- o por Dios mismo, o por los reyes constituidos bajo Dios. El
cluso cuando pecan; pero estos otros, incluso cuando no pe- ateo no es castigado por el rey como se castiga al súbdito que
can, son malvados. Aunque tanto la acción misma como la no cumple las leyes, sino como se castiga a un enemigo
intención pueden ir contra las leyes, este ir en contra es sus- que no acepta las leyes, es decir, por derecho de guerra,
ceptible de recibir dos apelativos: la irregularidad de la ac- como a gigantes guerreando contra Dios. Pues quienes no
ción es llamada áfüK11µa, hecho injusto; la de la mente es están sujetos a un sefi.or común o 110 se someten el uno al
llamada á8LKÍ(J. y KCXKÍCX, injusticia y malicia; aquéUa es la otro son enemigos.
debilidad de w1a mente perturbada, y ésta la depravación de 20. Visto que el acuerdo por el que cada súbdito promete
una mente serena. a su vecino prestar absoluta y universal obediencia a la ciu-
19. Viendo, pues, que no hay pecado que no vaya contra dad (tal y como ha quedado dicho más arriba en el artícu-
alguna ley, y que no hay ley que no sea el mandato de quien lo 13 del capítulo 6), es decir, al poder soberano, ya sea éste
tiene el poder supremo, y que nadie puede tener el poder su- un hombre o una asamblea, trae consigo la obligación de
premo a menos que éste se le haya encomendado por con- que cada uno observe las leyes civiles -pues dicho pacto
senso nuestro, ¿en qué forma diremos que peca el hombre
que niega que existe un Dios o que Dios gobierna el mundo,
o dirige contra Él cualquier otro tipo de insulto? Pues este de los ateos que con la mayor diligencia y la mayor vehemencia he inten-
hombre dirá que él nunca sometió su voluntad a la voluntad tado y deseado encontrar alguna ley por la que pudiese acusarlos de in-
de Dios, pu.es nunca lo llegó a concebir como existente; y que justicia. Al no encontrar ningwm, quise averiguar qué nombre asignó
Dios mismo a aquellos que eran detestados por Él. Pues bien, es así
aunque su opinión estuviese equivocaday Juese,por tanto, un como Dios habla del ateo: El insensato se ha dicho en su corazó11: Dins 110
pecado, debería éste ser clasificado entre los pecados de im- existe.Situé 1 portanto, su pecado en la categoría a la que Dios mismo lo
prudencia o de ignorancia, los cuales no pueden ser castiga- refiere. A continuación mostraré que los ateos son enemigos de Dios. Y
dos. Esta manera de hablar parece que deber ser aceptada; he de decir aquí que yo entfrndo que la palabra «enemigo,, es a veces
más acerada que la expresión «hombre inju sto». Por último, afirmo que
hasta tal punto, que, aunque este tipo de pecado es el más
por ser «enemigo», el aleo puede ser castigado con justicia, tanto por
grave y dañino, ha de ser incluido entre los pecados de im- Dios como por los magistrados supremos; y que, por lo tanto, en abso-
prudencia*. Pero que tal pecado debería excusarse por ser luto disculpo o atenúo la gravedad de su pecado. En cuanto a lo que dije
resultado de la imprudencia o la ignorancia sería una con- acerca de que puede conocerse que hay un Dios a la luz de la razón natu-
ral,ello debe entenderse no como si yo hubiera querido decir que todos
los hombres pueden alcanzar <lkho conocimiento, a menos que quienes
,. Muchos me han censw-ado por haber dicho que el ateísmo es un pe- así me interpretan piensen que como Arquímedes descubrió con su ra-
cado de imprudencia, y no de injusticia; y algunos interpretan esto zón natural qué proporción tiene el círculo con respecto al cuadrado, de
como si yo no quisiera declararme enemigo acérrimo de los ateos. Me ello pueda deducirse que toda persona vulgar y corriente podría haber
objelan, asimismo, diciendo que como en otro lugar yo había dicho que hecho ese descubrimiento. Digo, por tanto, que aunque algunos puedan
era posible conocer que ltay un Dios guiándonos por la mera razón na- descubrir a la luz de la razón que existe un Dios, los hombres que están
tural, debería yo haber reconocido que los ateos pecan, cuando menos, constantemente dedicados a lograr placeres o a buscar honores y rique-
conlra la ley de natw.-aleza y que por tanto no sólo son culpables de ig- zas, así como quienes no pueden o no quieren razonar correctamente,
norancia, sino también de injusticia. Sin embargo, soy yo lan enemigo son incapaces de descubrir esa verdad.
T

242 POUER 1·l. DE Li\~ l.P\ ESY PECADOS 243

abarca todas las leyes-, es obvio que un súbdito que renun- lamente. Porque la ley civil, al llamar traición a algo que por
cie al pacto general de obediencia estará con ello renuncian- ley natural no lo es, está desde luego asignando con derecho
do también a todas las leyes. Esta ofensa es mucho peor que un vocab lo más odioso a las personas culpables, y quizá
cualquier otro pecado, en cua nto que pecar siempre es peor también un castigo más severo; pero no por eso hau~ que el
que pecar una vez. Y esto es lo que se llama traición (crimen pecado en sí sea tambien más grave.
laesae nwjestntis) y puede definirse así: una palabra o un 21. Pero un pecado que es traición según la ley de natura-
acto por el que el ciudadano o súbdi to declara que ya no leza es una transgresión de la ley natural, no de la ley civil.
obedecerá a ese hombre o asamblea a quienes el poder su- Pues como nuestra obligación a la obediencia civil, en vir-
premo de la ciudad ha sido encomendado. Y el súbdito de- tud de la cual las leyes civiles son válidas, e~ anterior a toda
clara esta misma voluntad suya mediante obras, cuando ley civil, y el pecado de traición no es naturalmcnlt: otra cosa
hace o intenta hacer violencia contra la persona soberana o que el incumplimiento de esa obligación, de ello se sigue que
contra aquellos que ejecutan sus mandatos. Súbd itos de esta P.º~el pecad_ode traición se viola la ley que precedía a la ley
clase so n los traidores, los regicidas y todos los que se levan- civil, es decir, la ley natural, la cual nos prohíbe vio lar Jos
tan en armas contra la ciudad, o se pasan al enemigo durante a~uerdo s y la fe que se ha depositado en nosotro s. Si un prín-
una guerra. Y muestran de palabra esta misma voluntad cipe soberano promulga se una ley que dijera 110 te rebelarás,
quienes niegan categóricamente estar atados a una tal obe - no tendría efecto alguno. Pues a meno s que los súbd itos es-
diencia, ya sea de manera absoluta, como cuando dicen que tén de antemano obligados a la obediencia, es decir, a no re-
no debemos obedecer al soberano universal y totalmente belarse, ninguna ley tendrá fuerza. Dicho <leotra manera:
(reservando ese tipo de obediencia para Dios), ya sea par - una ley que nos obliga a algo a lo que ya est.íbamos obliga-
cialme nte, como cua ndo dicen que el soberano no tiene de - dos antes es superflua.
recho a hacer la guerra cuando quiera, o a firmar la paz, re- 22. De Jo cual se deduce que los rebeldes,los traidores y
clutar so ldados , recaudar dineros, nomb rar magistrados y todos los que son culpables de un crimen de lesa majestad
ministros públicos, decretar leyes, decidir con trov ersias, no son castigados por derecho civil, sino por derecho natu-
asignar cas tigos y hacer toda s esas otras cosas sin las cua les ral, es decir, no como súbditos civiles, sino como enemigos
el Estado no puede sostenerse. Estas y otras palabras y he- del Estado; no por el derecho de soberanía y dominio, sino
chos semej antes constituyen traición, no según la ley civil, por el derechode guerra.
sino según la ley natural. Pero puede ocurrir que a lgún acto 23. Hay algunos que piensan que aquellos actos que se
que no era traición an tes de que la ley civil fuese establecida hacen en contra de la ley son expiados -cuando la ley mis-
se convierta en tal si es realizado después. Si la ley ha decla- ma determina el castigo- si quienes reciben el cast igo lo
rado que será tomado como señal de desobediencia pública, aceptan voluntariamente; y que no son culpables ante Dios
es decir, e.letraición, el que un hombre acuñe dinero o falsifi- de haber violado la ley natural (aunq ue al quebrantar las le-
que el se llo real , quien haga estas cosas después que la ley yes civiles quebrantamos la ley nalusal que nos ordena res-
haya sido proclamada no será menos culpab le de traición petar la civil) quienes han padecido el castigo que la ley re-
que aque llos otros. Sin embargo ,-pccará en menor grado q_uería. Es como si el he cho no fuera prohibido por la ley,
porque no quebranta todas las leyes a la vez, sino una ley so- smo más bien como si se hubiera fija<loun precio, pagado el
244 PODER 1,1. DE LASLEYESYPECADOS 245

cual podría adquirirse la licencia de hacer lo que la lcyprolú- tículo 28 del capítulo 3, peca contra la ley de naturaleza.
be. Siguiendo ese mismo tipo de razonamiento, podrían in- Vana es, pues, esa distinción entre obediencia activn y pasi-
ferir también que ninguna traJ1sgresión de la ley es pecado, va. ¡Como si pudiera expiarse con castigos establecidos por
sino que cada hombre puede disfrutar de la liberta d que ha decretos humanos Jo que es un pecado contra la ley de natu-
comprado a su propio riesgo. Mas ha de saberse que las pala- raleza, que es la ley de Dios, o como si no pecaran quienes
bras de la ley pueden ser entendidas de dos maneras: la pri- pecan a su propio riesgo!
mera (como se ha declarado más arriba enel ru·tículo 7) con-
liene dos parles: una que prohíbe absolutamente, como
cuando se dice no hagas esto, y otra de carácter vengativo,
como cua ndo se dice el que haga esto será castigado. La se-
gunda manera de entender laJey implica una condic ión, por
ejemplo: no hagas esto,a menos que quierassufrir castigo.Se-
gún esta segunda interpretación, la ley no prohibiría absolu-
tamente, sino condicionalmente. De acuerdo con el primer
significado, el que realiza el acto peca porque está haciendo
lo que la Jey prohíbe que se haga; de acuerdo con el segundo,
no peca porque no puede decirse que a una persona le esté
prohibido hacer algo, si cumple con las condiciones estable-
cidas. Si escogemos el primer sentido, a todos los hombres se
les prohíbe realizar el acto; si el segundo, sólo a los que no
se avienen a sufrir el castigo. En el primer sentido, la parte
vindicativa de la ley no obliga al culpab le, sino aJ magistra-
do, a que se imponga el castigo; en el segundo, quien debe el
castigo está obligado a exigir que se le asigne, pero no puede
obligársele a que lo cump la, ya se trate de un castigo capital o
de cualquie r otro tipo. Ahora bien, en cuál de los dos senti-
dos hay que interpretar la ley es cosa que depende de lavo-
luntad de quien tiene el poder soberano . Por lo tanto, siem-
pre que haya alguna duda acerca del significado de la ley,
pecaremos si realizamos el acto en cuestión, ya que sí pode-
mos estar seguros de que no especado no hacerlo, indepen-
dientemente de que la ley se nos pueda explica r después.
Pues un hombre, al hacer lo que duda si es pecado o no
cuando tiene la libertad de abstenerse, está mostrando su
desprecio por las leyes y, por lo tanto, según lo dicho en el ar-
Religión
Capítulo 15
Del reino de Dios por naturaleza

1.-Se anuncia de qt1éva a tratarse eu lo que sig11e.2.-Sot,re quién se


dice que gobiemc1Dios. 3.-Ln pnlabra de Dios es triple: razón, revela-
ción, profecía. 4.-EI reino de Dios es doble: natural y profético. 5.-El
derecho por el que Dios gobierna está basado en su omnipotencia.
6.-Ello queda probado por la Escriturn. 7.-La oblig(lción de prestar
obedienciaa Diosprocedede fa debilidad hu111a11a. 8.-Las leyes de Dios
en SIi reino na/11mlsonlas que hemos indicado más arriba, e11los capítu-
los 2 y 3. 9.-Qrié so11el honory la adoración. 10.-EI wlto consisteo e11
atributos o en acciones. 11.-Huy i11mmanern 11aturnlde rendir honor,
y otra arbitraria. 12.-Cul to obligatorio,culto volu111ario.13.-Cuál es
la finalidad u objeto del culto. 14.-Cuáles son las leyes 11att1mlesco11
respecto a los atributos divinos. 15.-C uáles s011 las acciones con que
rendimos culto de rnodom1t uml. 16.-En el reino 1wt urnl de Dios la ciu-
dad puede elegirel culto que guste. 17.-Cunndo Dios reina sólo por vía
de naturaleza, la ciudad, es decir,el hombre o asm11bleaqtte tiene la so-
beranía bajo Dios, es intérpretede todas las leyes. 18.-Se resuelvencier-
tas dudas. 19.-Qu é es pecado ell el reino na1ural de Dios, y qué es trai-
ción contra la Divina Majestad.

l. En los capítulos precedentes ya hemo s probado con ar-


gumentos de razón y con testimonios de la Sagrada Escritu-
ra que el estado de naturaleza , es decir, el estado de libertad
absol uta en el que nadie gobierna y nadie es gobernado, es
249
250 RELIC,l(JN
15. DEI REINOlfü lllOS POR NATURALEZA 251

una anarquía o estado hostil; que los preceptos mediante los Di.os existe, no creen que tiene mando sobre los seres infe-
cuales se evita dicho estado son las leyes de naturaleza; que riores, pues aunque éstos son gobernados por el poder de
no puede haber gobierno civil sin un soberano; y que quie- Dios, no reconocen ninguno de sus mamlw11ieutosni temen
nes han conseguido poseer el mando soberano deben ser sus amenazas. Así pues, sólo se supone que pertenecen al
obedecidos de modo absoluto, es decir, en todas las cosas reino de Dios quienes reconocen que Él es el que gobierna
que no están en contradicc ión con los mandamientos de todas las cosas, que h a dado sus mandami entos a los hom-
Dios. Sólo nos falta ahora una cosa para llegar a un conoci- bres y que ha designado castigospara lo s tran sgresores. Los
miento completo de todo deber civil: conocer cuáles son las demás no deben ser llamados súbditos, sino enemigos de
leyes y mandamientos de Dios. Porque sin eso no podemos Dios.
saber si lo que el poder civil nos manda va contra las leyes de 3. Pero no se dice que alguien gobierna mediante órdenes
Dios o no; y si no lo sabemos, ocurrirá necesariamente una y mandatos a meno s que éstos sean claramente anunciados
de estas dos cosas: o que por nuestra excesiva obediencia a la a quienes son gobernados por ellos. Porque los mmulatos de
autoridad civil lleguemos a ser desobedientes con la Divina quienes gobiernan son las leyes de los gobernados. Mas las
Majestad o que por miedo a pecar contra Dios desobedezca- leyes no son tales, a menos que sean publicadas visiblemen-
mos al poder civil. Para evitar estos dos escollos es necesario te, de tal manera que se elimine toda excusa de ignorancia.
que conozcamos las leyes divinas. Ahora bien, como el co- Ciertamente, los hombr es hacen públicas sus leyes mediante
nocimiento de las leyes depende del conocimiento del reino, palabra o voz, y no pueden hacerlas universalmente conoci-
debemos decir a continuación alguna cosa acerca del reino das de ningún otro modo. Las leyes de Dios se declaran de
de Dios. tres maneras: primero, por los tácitos dictados de la rectara-
2. Dios reina, gócese la tierra, dice el salmista (Salmo 97, zón; segundo, por revelación inmediata, la cua l se supo ne
l). Y dice también más ade lante (Salmo 99, 1): Dios reina, que es hecha por una voz sobrenatural, o por una visió n o
tiemblan lospueblos. Se asienta entre losquerubines, tiembla sueño, o por insp iración divina; tercero, por la voz de un
la tierra;es decir, quiéranlo los hombres o no, Dios es el rey hombre al cua l Dios recomienda a los demás hombres como
de toda la tierra, y no será desplazado de su trono porque al- persona digna de créd ito por su capacidad de realizar autén-
guien niegue su existencia o su provideu cia. Ahora bien, ticos milagros. Aquel de cuya voz se sirve Dios para comu ni-
aunque Dios gobierna a los hombres de tal modo que ningu- car su voluntad a otros recibe el nombre de profeta. A estos
no de ellos puede hacer nada que Él no haya hecho, esto, ha- tres modos de anunc iar leyes puede dárseles el apelativo de
blando prop ia y exactamente, no es reinar. Porque se dice triplepalabra de Dios,a saber: la palabra raciollal,la palabra
que no reina quien gobierna actuando, sino hablando, es de - sensible y la palabra de profecfa. A las cuales responden las
cir, mediante preceptosy amenazas. Y por lo tanto no conta- tres manera s en que se dice que oímos a Dios: con la rectara-
mos como súbditos del reino de Dios a los cue rp os inanima - zón, con el sentido y con lafe. La palabra se11sible de Dios les
dos o irracionales, aunque se subordinen al pode r divino, ha llegado sólo a unos pocos; tampoco ha hablado Dios a los
y ello es así porque no entienden los mandatos y amena- hombres por revelación , excepto a algunos en particular, y a
zas de Dios; tampoco contamos a los ateos, porque no creen cada uno de modo diferente; y tampoco se le han hecho así
que Dios existe; y tampoco a aquellos qu e, aun creyendo que púb l icas a nadie ninguna de las leyes de su reino.
252 REI.IC,lÓN IS. DELRElNO 08 010 S POR NATUR/\1.f.ZA 253

4. De acuerdo con la diferencia que existe entre la palabra varse a sí mismo y preservar a los demás. Por lo tanto, aque-
racionaly la palabra de profecía,le atribuimos a Dios un do- llos cuyo poder no puede encontrar resistencia derivan su
ble reino: el Hatural,en el cual Él reina mediante los dictados derecho de soberanía del poder mismo que tienen. Tal es el
de la recta razón, yes aceptado universalmente por todos los caso de Dios Todopoderoso.Siempre que Dios castiga o mata
que reconocen el poder divino por razón de esa naturaleza a un hombre pecador, aunque lo casliga porque ha pecado,
racional que nos es común a todos, ye) profético,en el cual Él no podemos decir que no podría haberlo casti gado o mala-
también reina por la palabra de profecía;este reinado profé- do con justicia, aunque el hombre en cueslión no hubiera
tico es peculiar, pues Dios no h a dado leyes positivas a todos pecado. Asimismo, aunque Dios quiera castigar a alguien
los hombres, sino sólo a su pueblo elegido y a ciertos hom- con referencia a algún pecado precedente, no se sigue de ello
bres escogidos por Él. que el derecho divino de castigar dependa de los pecados de
5. En su reino natural Dios tiene el derec h o de castigar a los hombres,pues sólo depende del poder divino mismo.
quienes quebrantan sus leyes; y está capacitado para hacerlo 6. La cuestión que se hizo famosa en las dispt1tas de los
en virtud de su poder irresistible. Pues todo derecho sobre antiguos -¿por qué las cosasmalas les aco11tece11 a los buenos,
otros proviene o de la naturaleza o de un acuerdo. Cómo el y las cosas buenas a los malos?- es la misma que esta otra
derecho de gobernar surge de un contrato lo hemos mos- nuestra: ¿conqué derecho dispensa Dios cosas buenas y ma-
trado ya en el capítulo 6. Y el mismo derecho se deriva de las a los hombres?La dificultad que esta pregunta implica no
la naturaleza en cuanto que no puede ser arrebatado por la sólo ha hecho vacilar la fe de la gente común en la divina
naturaleza. Cuando los hombres tenían por naturaleza un Prov'idencia, sino también la de los filósofos y, lo que es más,
derecho sobre todas las cosas, cada hombre poseía un dere- incluso la de los hombres piadosos. Salmo 73, 1-3: ¡Oh, cuán
cho sobre todas las cosas tan antiguo como la naturaleza bueno es Diospara los buen.os,para los limpiosde corazón.En
misma. La razón de que este derecho fuera abolido entre los cua1Ltoa mí, estaban ya deslizándose mis pies, casi me había
hombres no fue sino el m iedo mutuo que se tenían, como se resbalado.Porquemiré con envidia a los impíos, al verla pms-
ha declarado más arriba en el artículo 3 del capítulo 2. Y fue peridad de los malos!
la razón la que les ordenó que debían abandonar ese derecho ¡Y cuán amargamente se quejaba Job a Dios de que sjen-
si querían que se preservara el género humano; pues la do justo tuviera que padecer tantas calamidades! El mismo
igualdad entre los homb res en lo referente a fuerza y pode- Dios resolvió esta dificultad en el caso de Job; pues Dios ha-
res naturales iba necesariamente acompañada de guerra; y bló claramente y confirmó el derecho que tenía no con argu-
con la guerra viene la destrucción de la humanidad. Ahora me11tos basados en que Job hubiera pecado, sino con ar-
bien, si un hombre hubiera excedido en poder a los demás, gumentos derivados de su propio poder. Pues Job y sus ami-
h"asta el punto de que todos ellos juntos no pudieran haberle gos habían discutido entre ellos: ellos decían que Job debía
ofrecido resistencia, no habría habido causa por la que este tener alguna culpa, ya que era así castigado; y él se defendía
hombre hubiese abandonado ese derecho que la naturaleza de esa acusación dándoles pruebas de su inocencia. Mas
le había concedido. Por consiguiente, esa autoridad sobre Dios, cuando hubo escuchado a unos y a otros, refutó la
todos los demás habría permanecido con él por razón de ese queja de Job, no condenándolo por haber cometido injusti-
exceso de poder por el que él podría haber logrado preser- cia o algún otro pecado, sino declarando su poder (Job 38, 4):
254 15. DEI,REINO Of DIOS Pl)Jl NATLRALEZA 255
RliLIGION

¿Dónde estabas (le dijo) al fundar yo la tierra?, etc. Y en otra, cuando la lib ertad es eljminada por espe ranza o por
cuan lo a sus amigos, Dios se pronuncia con enfado contra miedo; según esto, el más débil, recono ciendo su falta de po-
ellos (Job 42, 7): porque no hablasteis de mf rectamente, como der para oponer resistencia, no tiene más remedio que so-
mí siervo Job. En esta misma línea está el sermón de nuestro meterse al más fuerte. De esta última clase de obligac ión, es
Salvador ante el ciego de nacimiento; cuando sus discípulos decir, la obligación por miedo o por tener conc iencia de
le preguntaron si había sido él o habían sido sus padres quie- nuestra propia debilidad con respecto aJ poder divino, vie-
nes habían pecado> para que naciera ciego, Jesús respondió ne a sucede r que estamos obligados a obedecer a Dios en su
(Juan 9, 3): Ni pecó éste IZÍsuspadres, sino pam que se mani- reino natural; pues la razón nos enseña a todos, cuando re-
fiesten en él las obras de Dios. Pues aunque se dijo que por pe- cono cemos la providencia y el poder divinos, que no cabe
cado e11tr6la muerte en el mundo (Romanos 5, 12), ello no dar cocescontra el aguijón.
quiere decir que Dios, por derecho propio, no hubiera podi- 8. Como la pafobra de Dios, cuando gobierna exclusiva-
do hacer que los hombres estuvieran sujetos a la enfermedad mente por natw-aleza, se supone que no es sino la recta ra-
y a la muerte aunque nunca hubieran pecado, lo mismo que zón; y como las leyes de los reyes sólo pueden ser cono cidas
ha hecho que los otros animales enfermen y mueran, si bien mediante su palabra, es obvio que las leyes de Dios, cuando
no pueden pecar. gobierna exclusivamente por natural eza, no son s ino las le-
7. Ahora bien, si Dios tiene el derecho de soberanía a yes naturales mismas, es decir, las qu e hemos indicado en los
causa de su poder, es obvio que la obligación de prestarle capítulos 2 y3 y hemos deducido de los dictados de la razón:
obediencia se da en los hombres a causa de que éstos son dé- humildad , equidad, justicia, misericordia y otras virtudes
biles*. Pue s esa obligación que surge de los acuerdos y de la morales que so n amigas de la paz y que se refieren al cumpli-
cual hemos hablado en el capítulo 2, no puede tener lugar miento de los deberes que uno s hombres tienen para con
aquí; en un caso como éste, el derecho de mandar, al no ha- otros y a los que la recta razón no s dicte también en lo que
ber tenido lugar ningún acuerdo previo, surge solamente de atañe al honor y adoración debido s a la Divina Majestad. No
la naturaleza . Pero hay dos especies de obligación.natural. necesilamos repetir en qué consisten esas leyes ,wtural es o
Una, cuando la libertad es eliminada por impedimentos cor- virtudes momles; pero sí debemos ver qué honores y qu é
porales; según esto decimos que los cielos, la tierra y todas adoración divina , es decir, qué leyessagradas nos son dicta-
las criatw-as obedecen las leyes comunes de su creación. La das por esa misma razón natural.
9. Hablando con propi edad, el honor no es sino una opi-
nión que se tiene del poder y la bondad de otro; y honrar a un
'" Si ~sto le parece duro a algún hombre, quiero que medite en silencio y
hombre es lo mismo que tenerle en alta estima. Por lo tanto ,
considere s1,de hab er dos Omnipotentes, estaría alguno de ellos obliga-
.. do a obedecer. Y creo que reconocerá que ninguno está obligado. Si esto el honor no está en quien lo recibe, sino en quien lo rinde.
es verdad, también lo será lo que he establecido: que lo s hombres están Ahora bien, tres pasiones tienen lugar necesariamente en la
sujetos a Dios porque no son omnipotentes. Y cier tamente, cuando persona que honra, con respecto a la persona a quien se rin-
nuestro Salvador amonestó a Pablo (quien por aquel entonces era ene- de honor: amor, que se refiere a la bondad, y esperanzay mie-
~igo de la Iglesia) diciéndole que no debería dar coces contra el agui-
JÓn, parece que exigía obediencia de él por esta causa: porque Pablo no do, que se refieren al poder. Y de estas tres pasiones brotan
tenía poder suficiente para oponer resistencia. todo s los actos externo s que tratan de aplacar al poderoso y
256 RELIGIÓN
15. DELREINODl DlO~l>ORNAl'URALEZA 257

predisponerlo a nuestro favor. Dichos actos son l.os efectos y, sentido; son ape lativos como bueno, hernwso.Juerte, justo y
al mismo tiempo, los signos naturaJes del rendir honor. Pero otros semejantes; y entre las nccio11es,la obediencia, las ac-
ocurre que la palabra honor se aplica también a los efectos cionesde grncias,las oracionesy otras de esa clase, en las cua-
externos del rendir honor; y en este sent ido se dice que ren- les siempre se entiende que hay implicada alguna virtud o
dimos honor a aquel por cuyo poder tenemos gran respeto, algún poder. Hay otras señales que significan honor para al-
atestiguándolo así con nuestras palabras o con nuestras gunos y escarnio para otros, o ninguna de las dos cosas. Tal
obras. Rendir honor es, pues, lo mismo que rendir culto. sucede, en el caso de los apelarivos,con esas palabras que, se-
Ahora bien, el culto es un acto externo; es la señal de qu e in- gún la diversidad de opiniones, pueden significar virtudes o
teriormente se está rindiendo honor. Y se dice que rendimos vicios, cosas honestas o deshonestas. El que un hombre mate
culto a quienes intentamos apaciguar si están enfadados, o a a un enemigo, o huya, o sea un filósofo, o sea orador, etc.,
quienes queremos que nos favorezcan. son atributos honorables para unos y despreciables para
10. Todas las señales que envía nuestra alma son o pala- otros. En el caso de las acciones,su honorabilidad puede de-
bras o hechos. Tanto las unas como los otros pueden ser de pender de las costumbres del lugar, o de lo que prescriban las
tres clases, la primera de las cuales es la alabanza o declara- leyes civiles, como saJudar con la cabeza descubierta, quitar-
ción pública de bondad; la segunda es una declaraciónpúbli- se los zapatos, hacer una reverencia, permanecer de pie
ca del poder presellte y consiste en exaltar ~LcyciAUvcnc;;; la cuando se pide algo, tenderse en el suelo, arrodillarse, etc.
tercera es una declaraciónpública defelicidad o de poder con Una forma de rendir culto que siempre es tenida por honora-
tranquilidad en el futuro, que se llama µa.Kaptcrµoc:.Digo ble por todos los hombres puede llamarse nnt¡¡rn/;la que si-
que todas las formas de rendir honor pueden expresarse no gue las costumbres del lugar se llama arbitrnria.
sólo con palabras, sino también con hechos. Alabamos y ce- 12. El culto puede ser rendido por 111a11ria10de aquel a
lebramos con palabras cuando lo hacemos mediante propo- quien se venera o puede ser voluntario, es decir, según lavo-
siciones, o cuando lo hacemos dogmáticamente, es decir, luntad de quien lo rinde. Si es un culto obligatorio, las accio-
mediante apelativos o t ftulos - lo cuaJ puede llamarse alabar nes que lo expresan no significan inmediatamente obedien-
y celebrar enunciativa y categóricamellte,como cua ndo de- cia, y ésta significa sumisión al poder. El culto voluntario es
claramos que aquel a quien rendimos honor es generoso, sólo honorable en la naturaleza de las acciones; las cuales, si
fuerte, prurlente. Y rendimos honor con hechos cuando ello significan honor a ojos de quien las mira, son culto; si no,
se hace por deducción, o hipótesis o suposic ión; como cuan- son ofensa. El culto puede también dividirse en privado y pú-
do realizamos accionesde gracias, lo cual supone bondad en blico. El culto público puede que no sea voluntario en todas
aquel a quien honramos; o actos de obediencia, lo cual sup o- y cada una de las personas que lo rinden; pero respecto a la
ne poder; o fe licitaciones, lo cual supone felicidad . ciudad en total, puede que lo sea. Pues si se tiene en cuenta
11. Tanto si deseamos alabar a un h ombre con palabras, que lo que se hace voluntariamente depende de la voluntad
como si queremos hacerlo con acciones, descubriremos que de quien lo h ace, no se tratará en este caso de un culto sola-
hay algunas cosas que significan honor para todos los hom- mente, sino de tantos cultos como personas, a menos que las
bres; entre los apelativos están los nombres generales de las volunt ades individuales de todos los hombres fueran unifi-
virtudes y poderes, los cuales no pued en tomarse en un mal cadas por mandato de uno de ellos. Pero el culto privado
258 RELIGIÓN 15. DEL REINO DBOIOS 1'01\ NATURALEZA 259

puede ser voluntario si es rendido en secreto; pues lo que se do, sino que es eterno, también están negando que hay un
hace públicamente quizá se vea restringjdo por las leyes o Dios; pues como una cosa eterna no tiene causa, están ne-
por la propia modestia , lo cual es contrario a la naturaleza de gando que el mundo tenga una causa. También Li~nenuna
una acción voluntaria. idea miserab le de Dios quienes le dan el atributo de ocioso,
13. Para que sepamos ahora cuál es el ámbito y finalidad pues así están quitánd ole el gobierno del mundo y del géne-
de rendir culto a otros, hemos de considerar por qué los ro humano. Pues si, aun conce diéndole la omnipotencia,
hombres se complacen en el culto. Y hemos de admitir aquí piensan que no se ocupa de los seres inferiores, están de he-
lo que ya hemos mostrado en otra parte: que el gozo consiste cho adoptando la ya gastada sentencia: quod supra nos, nihil
en que Llll hombre contemple la virtud, la fuerza, el saber, la ad nos, es decir, lo que está por encima de nosotros no nos
belleza, los amigos o cua lquier otro tipo de poder corno su- concierne. Y viendo que no hay nada por lo que deberían te-
yos, o como si füeran suyos; y es una gloria o triunfo para el merle o amarle, en verdad Dios será para ellos como un ser
alma el que ésta se sienta adorada, es decir, amada y temida, i~existente. Asimismo, cuando utilizamos atributos que sig-
teniendo a su disposición los servicios y ayudas de otros nifican grandeza o poder, aquellos que significan algo finito
hombres. Ahora bien, como los hombre s consideran pode - y limit ado no son en absoluto señales de que se qlliere hon-
roso a aquel a quien ven que es tratado con honores, es decir, rar a Dios. Pues no rendimos honor a Dios dignamente si le
a aquel a quien se estjma que tiene poder sobre otros, de ello adscribimos menos poder o grandeza de lo que somos capa-
se sigue que la distinción de una persona aumenta en la me- ces. Ahora bien, toda cosa finita que le adscribamos será me-
dida en que se le rind e culto; y cuanto má s poderosa se la nos de lo que somos capaces de adscribirle, pues siem-
considera, más poder real adquiere. Por lo tanto, lafinalidad pre nos resulLru·áas ignar un atributo más a una cosa finita.
de quien goza o soporta ser adorado por otros es la de hacer Por lo tanto no debemos asignarle a Dios flgum alguna, pues
que, ya sea por amor o por miedo, aumente todo lo posible toda figura es finita; tampoco debe decirse que Dios puede
el número de quienes le obedecen . ser concebi do o comprendido con nuestra imaginación o
14. Mas para que podamos entender qué modo de adorar con cualquier otra facultad de nuestra alma, pues cualquier
a Dios nos dicta la razón natural, empecemos por los atribu- cosa qLJeconcibamo s será finita . Y aunque la palabra i11fi-11ito
tos que le cor responden. Es manifiesto, en primer lugar, que respon de a un concepto de la mente, de ello no se sigue que
ha de otorgá rsele la existencia, pues nadie querría rendir ho- poseamos ninguna concepción de una cosa infinita. Porque
nor a quien pen samos que no existe. En segundo lugar, los cuando decimos que una cosa es infi11ita,realmente no que-
filósofos que dijeron que Dios era el mundo o el alma del remos sign ificar nada, excepto la impotencia de nuestra pro-
mundo, es decir, una parte de éste, hablaron de Dios indig- pia mente, como si estuviéramos diciendo: «no sabemos si
namente; plles no estaban otorgándole ningún atributo, está limitada o dónde está su limite». Y tampoco hablan de
sino que estaban negándole el ser. Pues por la palabra Dios Dios con respeto suficiente quienes dicen que tenemos una
entendemos la causa del mundo. Y quienes dicen que el idea de Él en nuestra mente; porque una idea es una concep-
mundo es Dios lo que están diciendo es que el mundo no tie- ción nuestra, y Las únicas concepciones que podemos tener
ne causa, que es lo mismo que decir que no hay Dios. De son de cosas finitas. Tampoco hablan con respeto quienes
igual manera, quienes mantienen que el mundo no fue crea- dicen que tienen partes oque es una cierta cosa entera -pues
260 RELIGIÓN 15. DELREINO01:.DIOSPORNAIURALEZA 261

éstos son atributos de cosas finitas. Tampoco puede decirse más poderoso,etc.-, o indefinidos-como bueno,j11sto,fuerte,
que esté en algún lugar, pues sólo se dice que está en un lugar creado,~rey y otros semejantes, sin querer declarar con eUos
aqueUo que tiene límites y lindes que impiden que se extien- a
lo que Dios es (pues esto significaría constreñirlo los estre-
da por todas partes. Tampoco se puede decir que se mueve o chos límites de nuestra imaginación), sino con la inlen,ción
que está en reposo,pues ambas expresiones implic aría n que de confesar nuestra admiración y obediencia, que son cosas
está en alguna parte. Tampoco que hay muchos dioses, por- propias de una mente humilde que rinde todo el honor de
que no puede haber muchos infinitos. En cuanto a los atri- que es capaz. La razón sólo proporciona un nombre con el
butos relativos a la felicidad, so n indignos de Dios los que que significar la 11atumleza de Dios: que es existente o, sin1-
significan tristeza (a menos que se tomen, no pro affectu, plemenle, que es; y en r~ferencía y relación a nosotros, es
sino, mediante metonimia, pro effectu), tales como el arre- Dios, en el cual se contienen los [nombres] de Rey, Señor y
pentimiento, la ira,la misericordia. Son también indignos los Padre. ·
atributos de necesidad, como apetito, esperanza, concupis- 15. En cuanto a las acciones externas por las que debe
cencia, pues son seña les de pobreza, ya que no puede enten- adorarse a Dios, así como en lo referent e a sus títulos, es un
derse que alguien apetezca, espereo desee algo a menos que general imperativo de la razón que sean señales de w1 alma
le falte y necesite ese algo. Tampoco puede atribufrsele nin- rindiendo honor. Entre esas señales se cuentan, en primer
gu11afacultad pasiva, pues el padecer es cosa de un poder li- lugar, las precesu oraciones.
mitado que depende de otro. Por lo tanto, cuando le atribui-
mos una voluntad a Dios, no debe pensarse que es una Qui fingit sacros auro vel marmor e vuJ tus,
voluntad como la nuestra, llamada deseo racional (pu es si Non facit ille deos; qui rogat, ille facil 1•1•
Dios deseara estaría sintiendo necesidad de algo, decir lo
cual sería una ofensa con tra Él); hemo s, pues, de suponer Pues las oraciones son seña les de esperanza, y la esperan-
que hay alguna semejanza entre su voluntad y la nuestra, za es un reconocimiento detpodero de la bondnd de Dios.
pero que no la podemos concebi r. De igual manera, cuando En segundo lugar, las accionesde gracias,que es una señal
le atribuim os el sentido de la vista o cualesquie ra otros actos de ese mismo afecto, con la única diferencia de que laspreces
del sentido, o cuando le ah·ibuimos conocimiento o en.te'ndi- se hacen antes de recibir el beneficio y las graciasse da11des-
miento, los cua les no son en nosotros otra cosa que una agi- pués .
tación de la mente producida por la presión que los objetos En tercer lugar las ofrendas,es decir, las oblncionesy sacri-
externos ejercen sobre nuestros órganos, no hemos de pen- ficios, pues éstos son modos de dar gracias.
sar que en el caso de la Deidad tiene lugar una estimu lación En cuarto lugar, HO jurar por otro. Pues el juramento de un
así, pues ello sería señal de un poder dependiente de algún hombre por otro es una in1precación por la que se le pide a
otro, y ello implicaría que Dios no es la realidad mejor dota- ese otro que descargue su ira sobre el que jura, si éste no
da. Así pues, quien no le adscribe a Dios más títulos que los cumple; esto supone que el otro sabe si el que jura ha curo-
que la razón ordena debe limitarse a otorgarle títulos que
son, o negativos - como infinito, eterno, incomprensible, 14. Quien mod ela rostros sagrados en oro o mármol no hace de ellos
etc.-, o superlativos -como el mds bueno, el más grande, el dioses, si110quien se dirige a ellos en oración. (N. del T.)
262 lll:UCJON 15. UEL REINO DI' DIOS l'OR NATURAl.1:ZA 263

plido o no, y que también tiene poder suficiente para casti- paternal o midan la justicia según nna regla diferente de la
garlo -lo cual es algo que pertenece sólo a Dios. Pues si hu- de sus mandatos.
biera algún hombre aquienla malicia de sus súbd ito s no pa- En sexto lugar, cualquier cosa que se le ofrezca e~Dios en
sara nunca inadvertida y a quien ningún poder humano oraciones, ncciones de gracias y sacrifici<isdebe ser la mejor
pudiera ofrecer resistencia, no harían falla juramentos: bas- en su especiey la más honorífica. Es decfr, las oraciones no
taría con pronunciar promesas; y si no fueraJ1 cumplidas po- deben ser precipitada s, superficiales o vulgares, sino hermo-
drían ser castigadas por un hombre así. sas y bien compuestas. Pues aunque sea ab~urdo que los pa-
En quinto lugar, hablar de Dios consideradarnente, pues ganos adoren a Dios a través de una im agen, no va contra la
eUo es señal de temo,; y el temor es un reconocimiento de razón el que hagan uso de la poesía y la música en sus tem-
poder. De este precepto se sigue que no podemos usar el plos.
nombre de Dios en vano, o temerariamente, pues cualqu iera Asimismo, las oblacionesy sacrificioshan de ser limpios,y
de las dos cosas implicaría una desconsideración. También los presentes, suntuosos; han de significar sumisión o grati-
se sigue de esto que no debemos jurar innecesariamente, tud, o deben ser una conmemoración de beneficios recibi-
pues ello sign ificaría estar jurando en vano. Mas no hay ne- dos. Pues todas estas cosas proceden de un deseo de rendir
cesidad de jurar, como no sea entre ciudades para evitar o honor.
eliminar confrontaciones por la fuerza, cosa que surge ne - En séptimo lugar, que a Dios debe adorársele 110 sólo en
cesariamente cuando no se cumple una promesa, o en una privado, sino abierta y públicame11te,a la vista de todos;por-
ciudad, a fin de procurar mayor certeza a la judicatura. Asi- que esta adoración es tanto más aceptable cuanto más deseo
mismo, que no debemos disputar acerca de la naturalezn di- de dar honra y estima suscita en otros, tal y corno ha sido ya
vina. Pues se supone que todas las cosas del reino natural de declarado en el artículo 13. Por tanto, a menos que otros
Dios se investigan haciendo uso de la razón exclusivamente, vean nuestra adoración, se desvanecerá lo más placentero
es dec ir, partiendo de los principios de la ciencia natural. que hay en eUa.
Pero esta m os tan lejos de llegar, partiendo de dichos prin- Por último, que empleemos nuestros mejores esfuerzos en
cipios, al conocimiento de la naturaleza de Dios, que no po- respetarlas leyesde naturaleza. Pues infravalorar los manda-
demos siquiera alcanzar un enten dimi ento completo de to- tos de nuestro Señor excede a cualquier otra afrenta; por
das las cualidades de nuestros propios cuerpos o de los de otra parte, la obediencia le es más aceptable que cualesquie-
cualquier otra criatura. De lo cua l se deduce que lo único ra otro s sacri(i.cios.
que se desprende de estas djsputas acerca de la naturaleza Y éstas son las principales leyes de natural eza referentes al
de Dios es una temeraria imposición de nombres a la Divi- culto de Dios, quiero decir, las leyes que la razón dicta a to-
na Majestad, proporcionados a la estrecha medida de nues- dos los hombres. Pero a las ciudades, cada una de las cu ales
tra manera de concebir. De esto se sigue que también es un es una persona, esa misma razón natural ordena que haya,
modo de hablar desconsiderado y temerario (por pertene- además, una unifonnidad de culto público. Pues las acciones
cer aJ derecho del reino de Dios) qecir que esto o aquello no realizada s por individuos particulares según sus razones
se aviene con lajusticia divina . Pues hasta los hombres con- privadas no son las acciones de la ciudad y, por Jo tanto, no
sideran una afrenta el que sus hijos les disputen su derecho puede decirse que sean expresiones de culLo provenientes de
264 Rl!I.IGIÓN 1). 111;1 l(EIN O L>I:.
L>IO~l'OR NATliltAl.~ZA 265

la ciudad. Lo que es hecho por la ciudad ha de entenderse chísimas otras que en lo tocante al honor o al reproche son
que ha sido hecho por mandato de quien tiene o quienes tie- de snyo indiferentes. Y éstas pueden, porque así lo instituya
nen la soberanía y, consecuentemente, con el consenso de la ciudad, convertirse en signos de honor; y cuando eso su-
todos los súbditos, es deci_r,uniforme111e11te. cede, son ya honorables cada vez que se realizan. De lo cual
l6. Las leyes /laturales que han sido consignadas en el ar- podemos deducir que debemos obedecer a la ciuda d en
tículo anterior acerca del cuJto divino sólo se refieren ala ex- cualquier cosa que ella nos diga que ha de usarse como seña l
presión de señales naturales de cuJto. Mas hemos de tener en de estar honrando a Dios, es decir, como modo de adora-
cuenta que hay dos tipos de señales: uno es natural, yel otro ción, si dicha cosa puede ser instituida como signo honora-
es por acuerdo, es decir, por convenio tácito o expreso. Aho- ble; pues es seña l de honor todo aquello que la ciudad orde-
ra bien, como en todo idioma el uso de palabras y nombres se ne que se adopte como tal.
establece por acuerdo, también podrán alterarse por acuer- 17. Yahemos declarado cuáles son las leyes de Dios, tanto
do. Pues todo aquello que deriva su fuerza de la voluntad de sagradas como seculares, cuando gobierna só lo por vía de
los hombres puede ser cambiado o abolido si esos mismos naturaleza. Ahora bien , como no hay ningún hombre que no
hombres acuerdan hacerlo. Por lo tanto, esos nombres que se pueda equivocarse en su razonar, y como sucede que los
atribuyen a Dios porque así lo han acordado los hombres hombres son de opiniones diferentes en la gran mayoría de
pueden ser eljminados también mediante acuerdo. Mas los asuntos, podemos preguntarnos: ¿a quién preferirá Dios
ocurre que lo que puede hacerse por acuerdo entre los hom- tener como iuLérpretede la rectn razóJL,es decir, de sus leyes?
bre s es algo que también la ciudad puede hacer. Por consi- Pues bien, enlo que se refiere a las leyes seculares(quie ro de-
guiente, la ciudad, esto es, aquellos que tienen el poder sobre cir aquellas que tienen que ver con la justicia y con el com-
toda la ciudad, podrán con derecho decidir qué nombres o portamiento de unos hombres para con olros), y por lo que
apelativos dirigidos a Dios son los más o los menos honora- antes se ha dicho acerca de la constitución de una ciudad, ha
bles para Él; es decir, qué doctrinas son las que han de man- quedado demostrado que es conforme a razón el que la j udi-
tenerse y profesarse con respecto a la naturaleza de Dios y catura le corresponde a la ciudad, y que la judicatura no es
sus operaciones. Pero el significado de las acciones no de- otra cosa que la interpretación de las leyes; y, como conse-
pende de lo que acuerden Jos hombres. Las acciones tienen cuencia, que las ciudades, es decir, quienes tienen el poder
un significado natural; los efectos son signos de sus causas . soberano, son en todas partes los intérpretes de las leyes. En
De lo cual se desprende que ciertas acciones siempre nos lle- cuanto a las leyes sagradas, hemos de considerar lo que se ha
van a censurar al que las ha hecho, como, por ejemplo, aque- demostrado antes en el capítulo 5, articulo 13: que cada súb-
llas por las que se descubre la impureza del cuerpo, y cuales- dito ha transferido tanto derecho como ha podido a la per-
quiera otras que los hombres tienen vergüenza de realizar sona o personas que tenían la autoridad suprema . Y como
anle personas por las que tienen respeto. Otras acciones son [cada sú bdito] tuvo el poder de transferir su derecho de juz-
siempre signos de honor, como acercarse y discursar decen- gar cómo ha de rendírsele culto a Dios, ha de conclui rse que
te y humildemente; ceder el paso o dar la preferencia en también tran sfirió ese derecho. Que tuvo la capacidad de
cualquier cosa que implique beneficio personal. En este tipo hacerlo se deduce de esto: que la manera de honrar a Dios
de acciones la ciudad no puede alterar nada. Pero hay mu- antes de que se constituyera la ciudad salió de la razó11priva-
266 Rl'.LIGIÓN IS. DEL REINónlWIO~ PORNATURAi 17.A 267

da de cada hombre, y que todo hombre tiene el poder de so- de l~ autoridad de la ciudad, es decir, del hombre o asamblea
meter su razón privada a la razón de la ciudad entera. Ade- a quienes se les ha encomendado el poder soberano; y que
más, si cada hombre siguiera su propia razón en lo referente cualquier cosa que Dios ordene lo hará por boca de dicho
al culto de Dios, entre una variedad tan grande de adorado- hombre o asamblea. Dicho a la inversa, cualquier cosa que
res siempre alguno juzgaría irrespetuoso e impío el modo de sea ordenada por éstos, tanto en lo referente al modo de
adorar de otro, y a ninguno le parecería que el otro estaba honrar a Dios como en asuntos seculares, estará siendo or-
honrando a Dios. Incluso los modos de cuJto que estuviesen denada por Dios mismo.
más conformes con la razón no serían adoración,pues la na- 18. Quizá algunos reaccionen contra esto preguntado, en
turaleza de ésta consiste en ser una sefíaf de honor rendido primer lugar: ¿no se seguirá de esta doctrina el que la cindad
interiormente. Mas no hay más señal que aquella por la que debe ser obedecida, incluso si nos manda afrenlar a Dios di-
algo se da a conocer a otros; y, por lo tanto, no hay serial de rectamente, o si nos prohíbe adorarlo? Respondo diciendo
estar rindie nd o honor si dicha señal no es reconocida por que de mi doctrina no se sigue eso, y que tampoco debemos
otros. Para decirlo de otra manera: es una verdadera seña l obedecer un mandato así. Pues afrentar o no rendir culto en
aquella que deviene tal por conse ntimi ento de los hombres; absoluto no pueden ser entendidos por ningún hombre
y, consecuentemente, es honorable aquello que po r consen- como modos de adoración. Asimismo, antes de la constitu-
timiento de los hombres, es decir, por mandato de la ciudad, ción de la ciudad, ninguno de los que reconocían que Dios
se convierte en señal de honor. Así pues, no va contra lavo- gobernaba tuvo el derecho de negarle el honor que entonces
luntad de Dios, cuando es declarada solamente por vía de la le era debido; y, por lo tanto, tampoco pudo nadie transferir
razón, darle las seflales de honor que la ciudad ordene. De lo a la ciudad el derecho de mandar cosas así. En segundo lu-
cual se desprende que los súbditos pueden transferir a aquel gar, si lo que se cuestiona es si debe obedecerse a la ciudad
o aquellos que tienen el poder soberano su derecho de cuando ésta manda que se diga o haga algo que no es una
juzgar el modo en que debe rendírsele culto a Dios. Es más, afrenta di recta contra Dios, pero de lo que pueden deducirse
Lienen que hacerlo; pues, si no, toda clase de opiniones ab- racionalmente consecuencias afrentosas -como, por ejem-
surdas acerca de la naturaleza de Dios, y Lodo tipo de cere- plo, si se mandara adorar a Dios en una imagen ante quienes
monias que han sido utilizadas por los diversos pueblos, po- creen que eso es honorable-, habría, ciertamente, que cum-
drán verse practicadas a un mismo tiempo en la misma plir lo mandado*. Pues el culto es instituido en seflal de ho-
ciudad, y eUo traerá como resultado el que cada hombre crea
que los demás están causando una afrenta a Dios con sus
~ En el articulo 14 de este capítulo hemos dicho que quienes ponían lí-
respectivos modos de darle culto, de tal manera que no po-
mites a Dios transgredían la ley natural acerca del culto ele Dios. Pues
drá en verdad decirse que estén adorando a Dios; pues nin- bien, qtüenes le adoran en una imagen están imponiéndole límites y ha-
gún hombre adora a Dios, es decir, le rinde honor pública- cen, por tanto, lo que no deben. Este pasaje parece, pues, estar contra-
mente, excepto cuando hace cosas que a los demás les parece diciendo lo anLes dicho. Debemos, por tanto, aclarar, en primer lugar,
que honran a Dios. Puede, pues, concluirse qu e la interpre- que quienes se ven obligados por la autoridad no están imponiéndole lí-
mites a Dios; quienes lo hacen son los que mandan. Pues quienes rinden
tación de todas las Leyes, tanto sagradas como seculares culto contra su propia voluntad rinden, desde luego, culto con cada ac-
(cuaJ1do Dios gobierna por vía natural solamente), depende ción que realizan; pero el que se pongan de pie aquí o se tumben allá de-
268 RFI ICIÓN
15. DELRlllNO DlilllOS POR NATLTRAJ
F.ZA 269

nor; y adorarle así es sefial de honor y hace que aumente la tos por los que queramos significar que un hombr e tiene
dignidad de Dios entre quienes así lo entienden. Y si se nos soberanía independiente de Dios, o es inmortal, o disfruta
ordenara llamar a Dios por un nombr e que no sabemos lo de un poder infinito, etc. También debemos abstenernos de
que signifi ca o cómo puede avenirse con la palabra Dios, realizar accionesque signifiquen lo mismo: no se le debe re-
lambién en esto debemos obedecer. Pues lo ql1e hacemos zar a un hombre ni pedirle cosas que sólo Dios puede dar,
con intención de rendir honor (aunque estemos en el error), como lluvia y tiempo soleado, ni ofrecerle lo que sólo Dios
si es conside rado como seña l de honor , es una señal de ho - puede aceptar, como sacrificios y holo caustos, ni rendirle un
nor; y, por lo tanto, si rehusamos hacerlo estamos rehusan- culto mayor que el que no puede rendirse, como la inmola-
do aumentar el honor de Dios. El mismo juicio ha de seguir- ción. Pues estas cosas, [dirigidas a un hombre] , parecen ten-
se con todo s aquellos atributos y actosconcernientes al culto der a este fin: a que no se piense que es Dios quien tiene el
meramente racional de Dios, que puedan ser controvertibles mando supremo, en contra de lo que origina lmente se daba
y discutibles . Pues aunque este tipo de mandatos puedan ser por supuesto. Pero genuflexiones, postra ciones y otros mo-
a veces contrarios a la recta razón y,por lo tanto, pecados en vimientos del cuerpo pueden ser usados legalmente en el
aquellos que los ordenan, no van contra la recta razón ni so n culto civil, ya que pueden signiGcar solamenle un reconoci-
pecaminosos cuando son cumplidos por los súbditos, cuya miento del poder civil Pues el culto divino se distingue del
recta razón, en puntos controverti dos, es la que se somete a civil no por los movimientos, la postura , el vestido o el gesto
la razón de la ciudad. Por último, si el hombre o asamb lea del cuerpo, sino por la declaración de lo que pensamos de
que tienen el poder supremo nos mandan que les adoremos aquel a quien reverenciamos. Así, si nos postramos ante un
a ellos con los mismos atributos y acciones con que adora- hombr e con la intención de declarar que lo tenemos por
mos a Dios, ¿debemos obedecerlos? Muchas so n las cosas Dios, ello será incticación de que estamos rindiéndo le culto
que pueden atribuirse en común a Dios y a los hombres; divino; pero si hacemos lo mismo como seña l de que reco-
pues éstos también pueden ser alabados y glorificados. Hay nocemos su poder civil, será un culto civil. Tampoco se dis-
asimismo muchas acciones por las que los hombres pueden tingue el culto divino del civil por ninguna acción normal-
ser reverenciados. Pero hay que tener en cuenta el sign ifica- mente entendida por las palabras 11,a,-rpday oouA.da, la
do que se les da a esos atributos y acciones.Aunq ue lo man- prim era de las cuales seüala los deberesde los siervos y la se-
den los príncipes, hemos de abstenernos de utilizar atribu- gunda su condición:éstas son palabras que expresa n grados
de una y la misma acción.
19. De lo que hasta aquí se ha dicho puede deducirse que
pende de lo que les mande el soberano legítimo. En segundo lugar, digo cuando Dios reina solamente por vía de la razón natural, los
que debe hacerse, no en todo tiempo y lugar, sino en la suposición de
que no hay más regla de rendir culto a Dios que la que dicta la razón hu - súbd ito s pecan , en primer lugar, si quebranlan las leyes mo-
mana; porque entonces la voluntad de la ciudad es lo que se considera rales que han sido explicitadas en los capítulos 2 y 3. En se-
como razón. Pero en el reino de Dios por alianza, ya se trate de la anti- gundo lugar, si quebrantan las leyes o mandatos de Laciudad
gua o de la nueva , la idolatría está expresamente prohibida; y aunque la en aquellas cosas que se refieren a la justicia. En tercer lugar,
ciudad nos mande adorar así, no debemos hacerlo. Si se tiene en cuenta
lo que acabo de decir, quienes pensaban que había contradicción entre si no adoran a Dios Ka-rcx vóµtKCX. 1a [según las leyes]. En
este artícu lo y el artículo 14 seguro que no lo pensarán ya más. cuarto lugar, si no confiesan ante los hombres , de palabra y
270 RELIGIÓN

de obra, que hay un Dios bueno, grande y bendito en grado


sumo,Rey Supremo del mundo y e.letodos los reyes de la tie- Capítulo 16
rra; es decir, si no adoran a Dios. Este cuar to pecado en el Del reino de Dios por la antigua alianza
reino natural de Dios, según lo que se ha dicho en el artícu-
lo 2 del capítulo anterior, es el pecado de traición contra la
Divina Majestad, pues es una negación del Poder Divino, o
ateísmo. Porque aquí los pecados proceden justo igual que si
supusiéramos que un hombre, siendo el rey sobe rano , se au-
s~ntara del reino; y, en su ausencia, el vincy asumiera el go-
bierno. Transgredirían, ciertame nte, la ley quien es no le
obedecieran en todo, excepto en el caso de que usurpara el
trono o se Jo diera a otro. Quienes le obedecieran absoluta-
mente en todo sin tener en cuenta esta excepc ión podrían
ser culpables de traición.
! .-Esta ndo losp11el1/osextranjeros pose{dospor Insuperstició11,Dios ins-
tituy ó la verdadera religion a través de Abralw111.2.-Por ln al1m1zae11-
tre Diosy Adán, seprohíbe toda disputa acercade los 1mmdatosde los su-
periores. 3.-De qué motlo se hizo la alinnzn entre Dios y Alm1ham.
4.-En esn alianza se c:onriene1111reconocimient<> tle Dios, 110 en sentido
latoy simple, sino del Dios que se aparecióa Abralum1. 5.-l.as leyes n las
que Abraham estaba obligado no eran otrns que las leyes de naturaleza y
la de la circuncisión. 6.-AbraJwm f11ee11trelos suyos el intérprete de la
pnlabra de Diosy de todas las leyes. 7.-Los súbditos de Abrnham no po-
d(nn pecar obedecié11dolo.8.-La alianza de Dio$ ro11los hebreos en el
Mo11teSi11aí.9.-De entoncesen r1ticla11te el gobh:rnotic Diosf11e1/wnado
reino. I 0.-Qué leyesfueron dadas por Dios a losjiulfos. l l.-Q11é es la
palabra de Dios,y cómo llega a conocerse. 12.-Qu é era tenido por lapa-
labra escrita de Dios entre los j11d(os. 13.-EI poder de interpretar la
palabra de Dios y el poder supremo se unieron e11la persona de Moisés
mie11rmsvivió. J4.-También /el poder de interpretar la palabra eleDios
y el supremo poder civil] se unieron en la persona del sumo sacerdote du-
rante la vida de ]os11é.15.-Esltlvieron tnmbién u11idose11ln perso11t1 del
sumo sacerdote, hasta el/ ie111po del rey Saúl. 16.-También estuvieron
unidos en los reyes, hasta In época del rn11ti1 1erio. 17.-Los poderes en

cuestión se lwllalmn unidos en lossncl•rdotl'Stras el ccwtiVl.!rio.J8. -Entre


losjudíos, la ido/arriay la 11egaci6nde In divina providencia eran /11súni-
cas traiciones contra la Divina Majestad; e11todns las demás cosaslosju-
díos tenfn11el deber rleobedecera sus príncipes.
271
272 RELIGJóN 16. OE.LREINOOF DIOS PORLAANTIGUA ALIANZA 273

l. La humanidad, al tener conc ien cia de su propia debili- como esta alia11zaprimera fue de hecho anulada y nunca
dad, y debido a su admiración por los acontecimientos natu- volvió a renovarse, el origen del reino de Dio s (del cual tra-
rales, presenta esta condición: que la mayoría de los hom- tamos en este lugar) no debe situarse al1í. Mas debemos ha-
bres creen que Dios es el hacedor invisible de todas las cosas cer de pasada la siguiente observación: que por el precepto
invisibles, al cual también temen pensando que no tienen que ordenaba no comer del árbol de la ciencia del bien! riel
suficiente protección entre ellos mismos. Pero el uso imper- mal (ya fuera porque se les prohibía juzgar acerca del bien y
fecto que hicieron de su razón y la violencia de sus pasiones del mal o, simplemente, comer del fruto de un árbol en par-
les cegaro n de tal modo que no pudieron adora.r a ese Dios ticular), Dios exigía obed iencia absoluta para sus mandatos,
rectamente . Pue s el miedo de Jas cosas invisibles, cuando se sin disputa acerca de si lo que se mandaba era bueno o malo.
aparta de la recta razón, es superstición. Fue, por lo tanto, Porque, de faltar aquel mandato, el fruto del árbol no conte-
imposible que los hombres, sin especial asistencia de Dios, nía en su naturaleza nada por lo que comer de él fuese de
evitaran los escollos del ateísmo y de la superstición: ésta suyo moralmente malo, es decir, pecado. . .
procede del miedo en ausencia de la recta razón; aquélla, de 3. La alianza entre Dios y Abrabam se hizo de este
una doctr ina de recta razón, sin miedo. Por lo tanto, la idola- modo (Génesis 17, 7-8): Yoestablezco co11tigo y co/l tu des-
tría hizo así pr esa de la mayor parte de los hombres; y cas i cendencia después de tí por sus generaciones mi pacto eter-
todas las naciones adoraron a Dios en imágenes y represen- no de ser tu Diosy el ele111descendencia después de ti, la tie-
taciones de cosas finita s; y rindieron culto a los espíritus o rm de Ca11án,en eterna posesión, y yo seré su Dios 15 • Mas
visiones fantásticas, quizá por miedo a darles el nombre de era necesario instituir alguna sefiaJ por la que Abraham y
demonios. Pero plugo a la Divina Majestad, como leemos en su descendencia conservaran memoria <leesta alianza; por
el testimonio escri to de la histo ria sagrada, llamar a Abra- eso la circuncisión fue añadida a la alianza, si bien só lo
ham, al cua l eligió de entre lodo el género humano para que como signo (versículos 10-11) : Esto es lo que has de obser-
pudiese traer a los hombre s al verdadero modo de adora- var tií y tu descendencin después de t.i. Circuncidad todo va-
ción; y Dios se complació en revelársele sobrenaturalmente rón. Circuncidnréis la carne de vuestro prepucio,y ésa será
y hacer con él y co n su pueblo aquel pacto celebénimo que la señal del pncto entre mí y vosotros. Fue, pues, convenido
se llama la antigua alianza o testamento. Abraham es, por qu e Abraham reconocía a Dios como Dios suyo y de su
tan lo, el jefe de la religión verdadera; él fue el prim ero que, descendencia, es decir, que se some tía para ser gobernado
tras el diluvio, enseiió que sólo había un Dios, Creador del por Él; y que Dios iba a dar a Abraham la herencia de aque-
u11iverso.Y a partir de él tiene su comienzo el reino de Dios lla tierra en la que entonces vivía sólo como peregrino; y
por medio de nlianzas (Flavio Josefa, Antigüedades de losJu- que Abraham, como seüal que le recordase este pacto, de-
díos, lib. I, cap. 7). bfa asegurarse de que tan lo él como sus descendientes va-
2. En el principio del mundo, Dios reinaba, no só lo de rones fueran circuncidados.
modo natural, sino también mediante alianza, sobre Adán y
Eva. Es decir, que no se le prestaba más obediencia que la
15. La frase «yyo seré su Dios), (and Twill be tl,eir God) es aña<lido_~e
que dictara la razón natural, pero mediante alianza, esto es, Hobbcs que no figura en el texto bíblico. Tampoco aparece en la ed 1c1011
por consentimiento de los hombres mismos. Ahora bien, lalina de Molesworth. (N. del T.)
274 RI LIGIÓN
275
H,. OH RUNO DI. UIOS POR LAA:-:1ll,lLI ALIANZA

4. Mas si reparam os en que, incluso antes del pacto, s. Pero no leemos [en el texto bíblico j que Dios le hubiera
Abrnham ya reconocía que Dios era el Creador y Rey del dado a Abraham ley alguna, ni que Abraham se la diese a sus
mundo (pues Abraham nunca dudó del ser o de la providen- descendientes -ya fuera secular o sagrada-, ex~epto el nia~1-
cia de Dios), ¿no era superfluo que Dios quisiera adquirir damiento de la circu11cisión,el cual estic\conte111doen el mis-
para sí, mediante comp ra y por contrato, una obediencia mo pacto o alianza. De lo cual resulta mani_fiesto q_ucno
que le era debida por naturaleza? ¿No era superfluo que le hubo leyes ni culto a los que Abraham estuviera obhga~o,
prometiera la tierra de Ca nán bajo condición de que Abru- excepto los siguientes : las leyes de naturaleza, el culto rac io-
ham lo aceptase como Dios suyo, cuando ya lo era por dere- nal y la circuncisión.
cho de naturaleza? Por lo tanto, por las palabras ser tu Diosy 6. Abraham fue el intérprete de todas las leyes, tanto sa-
el de tu descendencia no hemos de entender que Abraham gradas como seCLt lares, entre los de su esti rpe; y no sólo natu-
sat isfizo este pacto por el simple reconocimiento del poder ralmente, esto es, no só lo en el uso de las leyes de naturaleza,
que Dios tenía naturalmente sobre los hombres, es decir, sino también por modo de la alianza misma, en la c~al Abra-
por reconocer a Dios de un modo ind efinid o -lo cua l es de ham prometió obediencia, no sólo personalmente, smo ta~1-
razó1111ntural-, sino por reconocer de modo definido a bién por parte de su descendencia.~~ cual pr~mesa se ~rnb1e-
Aquel que Je dijo (Génesis 12, 1-2) : Salte de tu tierra, etc., y ra hecho en vano a menos que sus htJOSestuvieran obligados
(Génesis 13, 14): Alza tus ojos, etc.; Aque l que se le apareció a cumplir sus mandatos. Pues si los hijos y la estirpe d~ Abr_a-
en forma de tres varones celest iales (Génesis 18, 1-2), en una ham no hubieran estado obligados a prestarle obcd1enc1a,
visió11(Génesis 15, l ) y en un sueño (versícu lo 13 ), lo cual es ¿cómo podría entenderse lo que dijo Dios (Gé~esis 18, 18-1?):
materia deJe.Bajo qué figura se le apareció Dios a Abraham, / labrcín de bendecirletodos lospueblos de la tierra. P11esbien
mediante qué sonidos se comunicó con él, son cosas que el sé que numdaní n sus hijosy a su_cns~~es~u~s_d!él, q14egum·-
texto no cüce. Sin embargo, es claro que Abraham creyó que de Yavéy haga11
de11los ca111i11os Jt1St1cw y JLIIC!O.
aquel la voz era la voz de Dios y que contenía una revolución 7. De cslo se sigue que los súbditos de Abraham no po-
verdadera; y Abraham quiso que todos los suyos adorara n y dían pecar obedeciéndolo, con tal de q~e no les mandara ne-
tuviesen por Dios y Creador del mundo a Aquel que le había gar la existencia o la providencia de D10.s,o ~acer a~go que
hablado de esa manera. Está también claro que su fe se basa- expresamente fuese contra el hono1:de D1~s..Enlodas l~s de-
ba no en el hecho de cree r que Dios tenía una existencia o más cosas, la palabra de Dios deb1an rec1b1rla de labios de
que eran verdaderas sus promesas cosa que todos los hom- Abraham, pues él era el intérprete de todas las leyes ~ pala-
bres cree n, sino en que no dudaba que fuese Dios Aquel hrasde Dios. Pues sólo Abraham podía enseñarles quién era
cuya voz y cuyas promesas había oído. El Dios de Abraham el Dios de Abraham, y de qué modo tenía que ser adorado. Y
no significaba simp lemente Dios, sino precisamente aquel quienes tras la muerte de Abraham fueron súbditos b~jo la
Dios que se le apareció.Y la adoración que Abrnham debía a soberanía de Isaac o Jacob obedecieron a éstos por la misma
Dios según la noción que tenía de Él no era un cu lto de ra- razón en todas las cosas libres de pecado, mientras recono-
zón, sino de religión y de fe; un cul to que no le habí a sido re- cieron y profesaron que el Dios de Abraham era su Dios. Ya
velado por la razón natural, sino por Dios mismo, sobrena- se habían sometido a Dios en un sentido lato antes Je some-
tuml111ente. terse a Abraham, y a Abraham antes de someterse al Dios de
276 277
RRUGIÓN 16. DliL REINO DE mosPOR LA ANTIGUA ALIANZA
Abraham, y al Dios de Abraham antes de someterse a Isaac. mía es torlala tierra, pero vosotrosseréis para mí un reino de
Por lo tanto , en el caso de los súbditos de Abraham, negar a sacerdotesy una nación santa. Y elpueblo todo entero respon-
Dios era la única traición contra ln Divina Majestad; pero dió (versículo 8): «Nosotrosharemos cuanto lia dicho Yal'é».
para los gue vinieron después, también fue traición negar al 9. En esta alianza, entre otras cosas, hemos <lereparar en
Dios de Abraham, es decir, adorar a Dios de modo diferente el hecho de gue aparece la palabra 1'ei110, la cual no había
de como había s ido inst ituido por Abraham, es decir, era sido usada antes. Pues aunque Dios, tanto por 11nt11raleza
una trai.ción adorarle en imágenes fabricadas a mano *, como como por la alianza hecha con Abraham, ~ra su rey, sólo ~e
hacían otros pueblos, por razón de lo cua l era n llamados debían una obediencia natural, como súbd itos suyos,)' reli-
idólah·as. Y ha sta entonces, los súbditos pudieron discernir giosa -tal y como fue instituido por Abraham- , como súb-
claramente qu é debía observarse y qué debía evitarse en los ditos de Abraham, Tsaac y Jacob, sus príncipes nalura les.
mandato s de su s prÚ1cipes. Pues no habían recibido más palabra rleDios que la palabra
8. Continuemos ahora, guiándonos por la Sagrada Escri- natural de la recta razón; tampoco se había establecido nin-
tw·a. La misma alianza fue renovada con Isaac (Génesis 31, 3-4) guna alianza entre Dios y ellos, excepto en la medida en que
y con Jacob ( Génesis 28, 13-14). Y en dich a alianza Dios no se sus voluntades estaban subsumidas en la voluntad de Abra-
presenta simplement e como Dios, tal y como la naturaleza ham, como p1'íncipesuyo que era. Mas ahora, en virtud de la
dicta que debe se r, sino distintivamente como Dios deAbra- alianza del Monte Sinaí, una vez alcanzado el consenso de
ham e fsaac. Después, cuando iba a renovar la misma alianza Lodos, el gob ierno de Dios se conv irtió en un reino de Dios
a través de Moisés con todo el pueblo de Israel (Éxo do 3, 6), instituido sobre ellos. Ese reino de Dios lan nombrado en las
dijo así: Yosoy el Dios de tus padres, el Dios rleAbraham, el Escrituras y en las obras de Los teólogos tuvo su origen en
Dios rleIsaac, el Dios de Jacob.Posteriormente, cuando aquel es te tiempo. A éste se refiere lo que Dios le dijo a Sam uel
mismo pueblo, no só lo el más libre de todos, sino tambi én el cuando los israelitas pidieron un rey (1 Samuel 8, 7): No es a
mayor enemigo de la sujeción humana , debido a tener aún ti a quien rechaza11, sino a mf, para que no rei11esobre ellos;_y
fresco en la mem o ria su ca utiv er io egip cio, residía en el de- lo que Samuel dijo a los israelitas ( 1 Samuel 12, 12): Me habezs
sierto cer ca del Monte Sinaí, aquella a11tiguaalianzn les fue dicho: No, que reine wz reysobre 11osotros; cuando Yavé, vues-
presentada de este modo, a fin de que fuera renovada (Éxo- tro Dios, era 1111estro rey. Y lo que se dice en Jeremías 31, 3 1:
do 19, 5-6) :Ahora, si oís mi vozy guardáis mi alianza (es decir, Yoharé una alianza nueva, etc . Y tambi én la doctrina de Ju-
la a lianza que se había hecho con Abrabam, Isaac yJacob), das Gafileo , del qu e se hace mención en la obra de TosefoAn-
vosotros seréis mi propiedad entre todos los pueblos; porque tigüedades de los Judíos, libro 18, capítulo 2, con estas ~ala-
bras: Judas Galileofue el primer autor de esta ciu~rta 111a de
i+.. En el artículo 14 del capílulo 15 ya hemos mostrado que tal tipo de quienes emprendieron el estudio de la sabiduría. Estos están
adoración es irracional. Pero si se hace por mandato de una ciudad que en todo de acuerdo con losfariseos, excepto en que arden e11
ni ha recibido ni conoce la palabra escrita de Dios, tal adoración es ra-
cional, corno hemo s mostrado en el artículo 18. Pero allí donde Dios un constante deseo de libertad; creen que sólo Dios lw de ser
reina por modo de alianza, y mandaexpresamenlc no adorar así - man- tenido por Señor y Príncipe suyo;y estrín disp_uestosa si{rir
dato que estaba contenido en la alianza hecha con Abraham -, estará los tormentos más refinados,j1mto con sus pan entesy amigos
mal hacerlo, tanto si la ciudad lo manda como si no lo manda. más cercanos, antes que llamar Seiior suyo a algún 1//0rtal.
278 16. DEL RElNO DE OIOS ~ORLA AN'l IGUAALIANZA
279
RELIGIÓN

10. Una vez que el derecho del reino fue así constituido hijos de Israelguardarán el sábadoy lo celebraránpor susge-
mediante nlia11za,veamos ahora qu é feyes propuso Dios a su neraciones, ellosy sus descelldientes,co1110 alianza perpetua;
pueblo. Ésta~ s~n. de todos conocidas: el decálogoy aquellas será entre mí y ellos una señalperpetua, pues en seis días hizo
otras, tanto ;ud,crales como ceremoniales,que encont rarno s Yavélos cielosy la tierra,y el séptimo día cesóen su obray des-
en el texto bíblico que va desde el capítulo veinte del Éxodo cansó. De la tercera clase son las leyes políticas,judiciales y
hasta al fin del Deuteronomio y la muerte de Moisés . De esas ceremoniales,las cuales só lo correspondían a los judíos . Las
leyes generales entregadas aJ pueblo judío por mano de Moi - leyes de la primera y segunda clase, escritas en tnblns de pie-
sés, hay algunas que obligan naturalmente, pues fueron he- dra, es decir, el decálogo,fueron guardadas en el arcamisma.
c~as P?r Di?s _actuando como Dios de la naturaleza, y te- Las demás fueron escritas en el libro que contenía toda la ley,
man vtgenc 1~ m clus~ antes del tiempo de Abraham. Hay el cual fue puesto en un lado del arca (Deuteronomio 31, 26).
o~ras q~e obligan en vu-tud de la alianza con Abraham, pues Pues estas leyes, siempre que se retuviese la fe de Abraham,
dicha alianza fue hecha por Dios como Dios de Abraham, las podían cambiarse; aquéllas, no.
cuales tenían vigencia incluso antes del tiempo de Moisés 11. Todas las leyes de Dios son palabra rle Dios, pero no
por ra~ón de la alia~zzaanterior. Pero hay otras que obligan toda palabra de Dios es leysuya . Yosoy el Seña,~vuestroDios,
exclusivamente en virtud de aquella alianza que vino en úJti- que ossacóde la tierrade Egiptoes la palabra de Dios, pero no
mo lugar y que se hizo con el pueblo mismo: Ja alianza hecha es ley. Tampoco todo aquello que, para mejor declarar lapa -
por Dios corno rey especial de los israelitas. De la primera labra de Dios, se pronuncia o se escribe junto con ella ha de
clase son todos los preceptos del decálogo que se refieren a tomarse sin más como palabra de Dios. Porque la expre sión
los modos de comportamiento -honrn a tus padres, noma- Así dice el Sel1orno es la voz de Dios, sino la del predicador o
tarás, ~o cor~eterásadulterio, IZO robarás,no levantarásfal- el profeta. «Palabra de Dios» es única y exclusivamente aque-
sos testmwmos, 110 tendrás codicia-, pues éstas son las leyes llo que un verdadero profeta ha declarado que ha sido dicho
de naturaleza. Tamb ién el precepto de no tomar el nombre de por Dios. Los escritos de los profeta s, que contienen tanto lo
Dios en vano, pues ello es parte del culto natural, como se ha que Dios habla como lo que el profeta habla, se dice que son
declarado en el artículo 15 del capítulo anterior; tanibién el la palabra de Dios porque contienen la palabra de Dios. Aho-
segundo mandamien to que ordena no adorar a través de ra bien, como la palabra de Dios es única y exclus ivamente
~ünguna imagen fabricada por los hombres, pues ello es aquello que nos es recome ndado por u11 profeta que es verda-
igualmente parte de la religión natural, como se ha mostra- deramente tal, no puede saberse si algo es palabra de Dio s
do_en el mismo artículo. De la segunda clase de leyes son el hasta que sepamos quién es el verdadero profeta; y tampoco
pnme r mandamiento del decálogo que ordena no tener otros podemos creer en la palabra de Dios si antes no creemos al
J)íoses, pues en esto consiste la alianza hecha con Abraham profeta . El pueblo de Israel creyó a Moisés por dos razones:
en virtud de la cual Dios no exige más que ser el Dios d~ sus milagros y sufe. Pues por muchos y evidentes milagros
1:~raham y de su descendencia; también el precepto de san- que hubiera realizado, los israelitas no se habrían fiado de él,
~ij1c~r~l Sabbath, pues la santificación del sépt imo día fue o, por lo menos, no deberían haberse fiado de él silos hubiera
m stltu1da en recuerdo de los seis días de la creación, tal y sacado de Egipto para que practicasen un culto diferente del
como se despre11de de estas palabras (Éxodo 31, 16-17): Los culto al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, sus padres. Ello hu -
280 I\ELIGlc'.lN 16. DELREINO DE Olü~ l'Oll LA Af',,'Tlt.,UA
ALl1\t\ZA 281

biera sido contrario a la alianza que habían hecho con Dios. 12. Los judíos estimaban que el libro de la ley, al que lla-
Hablamos aquí de dos cosas: predicción natural de aconteci- maron Deuteronomio, era la pnlnbra escrita de Dios; y eso
mientos venideros, lo cual es un milagro poderoso, y fe en el (po r lo que podemos deducir de la historia sagr~da), sola-
Dios rieAbraham, el cual los liberó de Egipto; pues bien, am- mente hasta la época del cautiverio. Porque este libro les fue
bas cosas les fueron propuestas por Dios a los judíos como directamente entregado por Moisés a los sacerdotes para
señales de un verdadero profeta. El hombre a quien le faltaba que fuese conservado y guardado en un lado del arca ~e la
una de estas dos seña les no era profeta, y no debía ser acepta- alianza, y para que fuese copiado por los reyes. Y ese mismo
da como palabra de Dios la que él quisiera imponer como tal. libro, mucho tiempo después y por aulori<latl del rey Jo~ías
En el caso de faltarle la fe, el pretendido profeta es rechazado (2 Reyes 23, 2), volvió a ser tenido por la palnbra de D10s.
con estas palabras (Deutero nomio 13, 1-5): Si se alzare e11 Pero no está claro cuándo los demás libro s del Antiguo Tes-
medio de ti un profeta o un soñador que te anuncia una señal o tamento entraron a formar parte del canon. Respecto a los
un prodigio, au1Lquese cumpliere la seiial o el prodigio de que profetas Jsaías y los demás, como no predijer~n n:ás cosas
te habló, diciendo: Vnmostras de otrosdioses,etc.,eseprofeta o que las que vinieron a sucede r durante_ el cautwerto o _des-
sonador será condenado a muerte; y si le falta la capacidad de pués del cautiverio, sus escr itos no pud1eron en aquel tiem-
predecir acontecimientos futuros, es condenado con estas po ser tenidos por proféticos, a causa_de la ley que ha qu,eda-
otras (Deuteronom io 18, 21-22) : Y si te dices en tu c.orazón: do citada más arriba (Deu teronomio 17, 21-22), segun la
¿Cómo voy a conocer yo la palabra que no ha dicho Yavé? cual se ordenó a los israelitas no tener a ningún hombre por
Cuando un profeta te hable en nombre de Yavé,si lo que dijo verdade ro profeta, a menos que sus profecías fuesen confir-
no se cumple, no se realiza, es cosaque no ha dicho Yavé;en su madas por los acontecimientos. Y quizá sea por esto por lo
presimcíón habló el profeta. Que era palabra de Dios la que que los judíos estimaron que los escrilos de aquellos a quie-
había sido hecha pública por un verdadero profeta, y que en- nes asesinaron cuando estaban profetizando fueron después
Lrelos judíos era considerado verdadero profeta aquel que te- proféticos, es decir, fueron palabra de Dios.
nía fe verdadera y cuyas predicciones se ajustaban a1curso de 13. Sabido ya qué leyes estaban bajo la antigua alianza y
los acontecimientos, es cosa que no puede ponerse en dud a. qué palabra rieDios fue aceptada desde el principio, debemos
Pero qué sea seguir a otros dioses, o que los acontecimientos ahora averiguar en quién residía la autoridad de juzgar si los
respondan o no a lo que es afumado por sus predicciones, escritos de los profetas que surgieron después habían de ser
son asuntos que admiten innumerables controversias, espe- aceptados como palabra de Dios, es decir, si los aconteci-
cial mente cuando se trata de predicciones que, al anunciar el mientos respondían o no a sus predicciones; y hemos de ave-
acontecimiento futuro, lo ha cen de una manera oscura o riguar también en quién residía la autoridad de inte~prct~r
e1:,igmática,como suele ser el caso con casi todos los profetas las leyes recibidas y la palabra de Dios; lo cual ha ~e mvest1-
que no vieron a Dios directamente como Moisés, sino a tra- garse a través de todas las épocas y todos los cam~1os del E~-
vés de lenguajes oscurospor figuras (Números 12, 8). Pero de tado de Israel. Pues bien, es obvio que durante la vida de M01-
éstos no podemos juzgar excepto por vfa de la razón natural, sés este poder residió en Moisés mismo. Pues si él no hubiera
pues ese ju icio dependerá de la interpretación ·del profeta y sido el i11térpretede las leyesy de la palabra, esa misión ten-
de la medida en que ésta responda al suceso profetizado. dría que haber correspondido, o bien a cada personaprivada,
282 l6. DELRclN O l>I· fllúS POR 1 -\ A!'ITIGUAAl IANZA 283
RHl\tlÓN

o a una congregacióno sinagogade muchos, o al sumo sacer- dis tin ción entre Moisés y los otros profetas, diciendo (ver-
dote, o a otrosprofetas. en primer lugar, que esa misión no les sículos 6-8): Si ww de vosotrosprofetizaru,yo me revelaríaen
c?r respondía a los individuos parti culares o a una congrega- él en visión y le hablaría en sueiLos.No asín mi siervo Moisés
c1~~compu: sta por ellos se dedu ce de esto: que no se les per- [que es en toda mi casa el siervo deco11flanza}.Caraa caraha-
m111a,es mas, que hasta se les prohibía, con las má s graves blo con él, y a las claras,110 porfiguras; y él contempla el sem-
amenazas, oír hablar a Dios,como no fuese a través de Moi- blante de Yavé.¿Cómo,pues, os l,nbéis ntrel'ido a difamara mi
sés. Pues está escrito (Éxodo 19, 24-25): «Que los sacerdotesy siervo Moisés?Por último, qu e la i11terpretaci611 de la palabra
el pueblo 110 traspasen los términos para acercarsea Yavé no de Dios no correspondió, mientras Moisés estuvo en vida, a
los hiera». Moisés bajóy se lo dijo al pueblo. Queda también ningún otro profeta se deduce del pasaje que hemos citado,
manifiesta y expresamente declarad o con ocasión elela rebe- donde se hace referencia a la preeminencia de Moisés sobre
lión de Coré, Datán, Abirón y los doscientos cincuenta Lodos los demás; también lo podemos deducir por razón na -
mie~bros de la asamblea 16 que ni los ind ividuos particula- tural, pues es lógico que al mismo profeta que se encarga de
res m la congregac ión debían tener la pre tensión de que Dios tran smi tir los mandamientos d e Dios le corresponda tam-
les había hablado a ellos y que tenían el derecho de interpre- bién interpretarlos; y no hubo más palabra dt! Dios que la que
tar la palabra de Dios. Afirmand o enérgicamente que Dios fue declarada por Moisés . De es to también se colige que no
no hablaba a través de ellos menos que a través de Moisés, ar- hub o en aquel tiempo profeta alguno que profetizase al pue-
gumentaba n así [contra Moisés y Aarón] (Números 16, 3): blo, excepto los setenta anc ian os que profetizaron por el espí-
Básteosser uno de tantos,pues santos son todos los de la asam- ritu de Moisés. E incluso esto fue considerado por Josué, que
blea,y en medio de todos está Yavé.¿Con qué derechoos levan- era entonces siervo de Moisés y más tarde sucesor suyo,
táis vo~otrossobre la asamblea de Yavé?El modo en que Dios como algo hecho injuriosamente, hasta que supo que los se-
resolvió esta contro versia lo podemo s averiguar fácilmente tenta ancianos profetizaron con el consentimiento <leMoisés,
leyendo los versícuJos 33 y 35 del mismo capítu lo, donde se lo cual se dice claramente en la Escritura (Números 11, 25):
nos dice que Coré,Datdn y Avirón cayeron vivosen el abismo, Descendió Yt1véen la nube, etc., y lomando del espíritu que re-
~te._.y cómo los doscientoscincuenta hombres que ofrecían el sidía en Moisés, lo puso sobre los setenta allcianos. Y cuando
111c1e11so fueron abrasadospor un fuego de Ytlvé.En segundo se corrió la voz de que estaban profetizando, Josué le dijo a
lugar, que Aarón, el sum o sacerdote, no tenía esta auto rid ad Moisés: Prohíbeselo, seiior. Pero Moisés respondió: ¿Tienes
queda de_manificsto si leemos la controversia que tuvo lugar celosde mí? Visto, pues, que Moisés era el único mensajero de
entre él (jun to con su hermana Míriam) y Moisés. La cues- la palabra de Dios, y que la autoridad de interpretarla no per-
tión era si Dios hablaba solamente a través de Moisés O si tenecía ni a los individuos particulares ni a la sinagoga, ni al
también hablaba a través de ello s, es decir, si también ellos sumo sacerdote,sólo se puede deducir que ~[oisés era el úni-
eran intérpretes de la palabra de Dios. Pues dE:cían así (Nú- co intérprete de la palabra de Diosy qu e también tenía el po-
meros 12, 2): ¿Acasosólo por Moisés habla Yavé?¿No ha ha- der supremo en asuntos civiles; y que Ja conspiración de Coré
blado también por nosotros?PeroDios les reprobó e hizo una y sus cómpli ces con tr a Moisés y Aarón no se hizo para la sal-
vación de sus almas, sino por su ambición y deseo de tener
16. Numeras 16, 1-35; Deuterono mio 9, 6. dominio sobre el pueblo.
28'1 RELIClóN 16. DEL RE.INODE l)!()S POR LAAN1IGVAALIANZA 285

14. En la época de Josué, la interpretaciónde las leyesy de 15. Tras la muerte de Josué vienen los tiempos de los Jue-
lapalabra de Dios correspondía a Eleazar, el sumo sacerdote, ces hasta el rey Saúl; y es manifiesto que durante esa época
el cual era también, bajo Dios, el rey absoluto. Esto se des- el derecho del reino instituido por Dios permaneció en el
prende, en primer lugar, de la alia11zanzisma,en la cual el Es- sumo sacerdote. Pues en virtud de la alianza, el reino era sa-
tado de Israel es llamado reinosacerdotal,o, como se dice en 1 cerdotal,es decir, un gobierno de Dios a través de sus sacer-
Pedro 2, 9; un sacerdocioreal.Esto no podría decirse, a menos dotes. Y así debió de ser, hasta que esa forma de gobierno,
que, por institución y acuerdodel pueblo, se entendiera que el con el consentimiento de Dios, fue cambiada por el pueblo
poder real pertenecía al sumo sacerdote.Esto no contradice lo mismo; lo cual no fue hecho hasta que al pedir éste un rey
que antes se ba dicho cuando i.ndicábamos que Moisés, y no Dios dio su consentimiento y le dijo a Samuel (1 Samuel
Aarón, tenía el reinado bajo Dios. Porque es necesario que, 8, 7): Oye la voz del pueblo en cuanto tepide, pues 110 es a ti a
cuando un hombre instituye la forma de un Estado fuluro, al- quien rechazan, sino a mí, para que no reine sobre ellos. El
guien gobierne el reino que él instituye durante su vida (ya sea poder civil supremo fue, pues, de derecho, debido al sumo
una monarquía, una aristocraciao una democracia),y tenga sacerdote, por institución de Dios; pero de hecho ese poder
en el presente todo el poder que se otorga a otros para el futu- residía en los profetas a los cuales (habiendo sido ensalzados
ro. Que Eleazar el sacerdote no só lo tenía el sacerdocio,sino por Dios de una manera extraordinaria) los israelitas, un
también la soberanía, está expresamente establecido en la pueblo deseoso de profetas, se sometieron para ser protegi-
convocatoria que hizo Josué para asuntos de administración. dos y juzgados, a causa de la gran estima que tenian por las
Leemos lo siguiente (Números 82, 18-21): [Yavédijo a Moi- profecías. La razón de esto fue que, aunque en el reino sacer-
sés]:«Toma a Josué,hijo de Nim, hombre sobrequien resideel dotal de Dios se imponían penas y se nombraban jueces, el
espíritu,y pon tu 1nanosobreél.Ponleante Eleaznr,sacerdote,y derecho de infligir castigos dependía enteramente del juicio
ante toda la asamblea,y le instalarásante tus ojos.Transmítele privado; y correspondía a la multitud y a cada individuo por
u11npnrte de tu autoridad,para que la asambleade loshijos de separado castigar o no castigar, según lo que su propio celo
Israel le obedezca. Que se presente al sacerdote Eleazar, que les instigase a hacer. Por lo tanto, ningún hombre fue casti-
consultarápor él eljuicio de losurim ante Yavé;y según estejui- gado con la pena de muerte por mandato de Moisés; cuando
cio,saldrány entrarán loshijosde Israely toda la asambleacon algui~n iba a ser castigado con la pena capital, una persona
él». Aqtú, consultar a Dios para cualquier cosa que se vaya a o un grupo de personas se encargaba de agitar las emociones
hace,;es decir, interpretarla palabra de Dios,y en nombre de del pueblo, invocando la autoridad divina y diciendo: Así lo
Dios dar toda clase de órdenes, corresponde a Eleazar; y salir manda Yavé.Este procedimiento respondía a la naturaleza
y entrar según la palabra que él diga, esto es, obedecer,les co- del especial reino de Dios. Pues Dios reina allí donde sus le-
,.rresponde a Josué y a todo elpueblo. Ha de observarse tam- yes son obedecidas, no por miedo a los hombres, sino por
bién que la expresión parte de tu autoridad claramente .indica miedo a Dios mismo. Y, ciertan1ente, si los hombres fueran
que Josué no tenía un poder igual a1que Moisés tenía. Mas, en como deberían ser, ésta sería una excelente modalidad de
cualquier caso, es claro que, incluso en tiempo de Josué, el po- gobierno civil; pero como los hombres son de otra manera,
der supremo y la autoridad de inlerpretar la palabra de Dios es necesario que un poder coercitivo (con derecho y fuerza
residían en una sola persona . suficientes) los gobierne. Por eso Dios también, desde el
286 REI IGIÓN 287
16. DELREINO DE DIOS POR LAANTIGUAALIANZA

principio, prescribió a través de Moisés leyes para los futu- no de Dios por la vía sacerdotal (al que Dios había dado su
ros reyes (Deuteronomio l 7, 14-20). Y Moisés anunció esto consentimiento respondiendo al ruego de los israelitas) ha-
en sus últimas palabras al pueblo diciendo (Deuterono- bía terminado; así lo señala [san] Jerónimo cuando habla de
mio 31, 29): Sé bien que después de mi muerte os pervertiréis los libros de Samuel. Dice que, una vez que Elí hubo muerto
del todo y os apartaréis del camino que os he rnandado, etc. y Saúl fue asesinado, Samuel declaró abolida la antigua ley.
Así, cuando, de acuerdo con esta predicción, surgió otra ge- Asimismo, los juramentos del nuevo sacerdocio yde la nue-
neración (Jueces 2, 10-11 ) que no conocía a Yavé ni la obra va soberanía en Zadok y David dan testimonio de que el de-
que éste había hecho enfavor de Israel, los hijos de Israelhicie- recho por el que los reyes gobernaron esta ba fUJ1dadoen la
ron el mal a los ojos de Yavéy sirvieron a los Baales; es decir, concesión misma del pueblo. El sacerdote podín hacer con
renunciaron al gobierno de Dios, esto es, al gobierno del sa- derecho solamente lo que Dios aprobara; el rey, sin embar-
cerdote mediante el cuaJ Dios gobernaba. Y después, cuando go, podía hacer con derecho lo que cualquier ot ro h~mbre
fueron derrotados por sus enemigos y oprimidos por la es- podía hacer. Pues los israelitas le dieron el derecho de;uzgar
clavitud, buscaron el favor de Dios, pero no poniéndose ya acerca de todas las cosas, y de hacer la guerra por todos los
en manos del sacerdote, sino de los profetas. Éstos fueron los hombr es. Y en estos dos dered1os se contiene todo derecho
que de hecho juzgaron al pueblo de [srael, aw1que, de dere- que podamos concebir que un hombre tiene con respecto a
cho, la obediencia le era debida al sumo sacerdo te. Así pues, otro hombre. Dijeron los israelitas (1 Samuel 8, 20): Nuestro
aunque tras la muerte de Moisés y Josué el reino sacerdotal rey nos juzgará y saldrá al frente de nosotros para combatir
perdió todo su poder, ello no quiere decir que le faltara el de- nuestros combates. La judicatura correspondía, pues, a los
recho. Que la interpretación de lapalabra de Dios correspon- reyes. Pero juzgar no es sino aplicar Las leyes a los lzech_os
por
día al mismo sumo sacerdote se ve claramente en que Dios, m edio de la interpretación. A ellos, por tanto, también les
después de que el tabernáculo y el arca de la alianza fueron correspondía interpretar las leyes. Y como, hasta el cautive-
consagrados, ya no habló más en el Monte Sinaí, sino en el rio no estaba reconocida más palabra escrita de Dios que la
tabernáculo de la alianza, desde el propiciatorio que había le/ de Moisés, la autoridad de interpretar la pn_labrade Dios
ent re los dos querubines, lugar al cuaJ la ley no permitía que también correspondía a los reyes. Cuan do el libro del Deu-
nadie se acercase como no fuese el sumo sacerdote. Por lo teronomio, en el cual se contenía toda la ley mosaica, volvió
tanto, si nos fijamos en lo que era e/ derecho del reino, el po - a encontrarse después de haber estado perdido por mucho
der civil supremo y la autoridad de interpretar la palabra de tiempo, los sacerdotes pidieron el consejo de Dios acerca de
Dios debían estar unidos en la persona del sumo sacerdote; ese libro, pero no por su propia autoridad, sino siguiendo el
pero si nos fijamos en Jo que sucedía de hecho, dichos pode- mandato de Josias; y tampoco de un modo inmediato, sino
res estaban unidos en los profetas que ju zgaban a Israel. por mediación de Jolda la profetisa. De lo cual se desprende
Pues, como jueces, tenían la autoridad civil; y como profetas que la autoridad de admitir libros como portadores de lapa-
interpretaban la palabra de Dios. Y así, tanto en un caso labra de Dios no le correspondía al sacerdote. Pero de esto
como en el otro, ambos poderes continuaron inseparables. no se sigue que esa autoridad correspondiera a la profetisa.
16. Una vez que se consti tuyeron los reyes, no hay duda Otros juzgaban si los profetas habían de ser ten.idos por au-
de que la autoridad civil les correspondió a ellos. Pues el rei- ténticos o no. Pues, ¿con qué fin dio Dios señales a todo el
288 RELIGIÓN 16. Df.Lllf.lNO!Jl:.IJIOS POR LA ANTIGUA ALIANZA 289

pueblo, por las que poclian distinguirse los profetas verdade- su autoridad, dicha objeción podría también ser dirigida
ros de los falsos, si no iban a usarlas? Tales señales eran: que contra los sacerdotes y contra todo mortal,pues lodos pode-
los sucesos se ajustaran a las predicciones y que hubiese con- mos errar. Y aunque los sacerdotes estaban mejor instruidos
formidad con la religión establecida por Moisés. Por lo tan- que otros hombre s en las ciencias natural es yen las artes, los
to, la autoridad de admitir libros como portadores de lapa- reyes estuvieron, no obstante, lo suficientemente capac ita-
labra de Dios correspondía al rey; y así, ese libro de la ley fel dos como para contratar los servicios de intérpretes que Lra-
Deuteronomio] fue admitido por autoridad del rey Josías, bajasen para eUos; y de este modo, aunque los reyes mismos
tal y como leemos en el libro segundo de los Reyes, capítu- no interpretaran la palabra de Dios, el mene ster de interpre-
los 22 y 23. Allí se dice que el rey reunió a toda clase de per- tar podía depender indirectam ente de su autoridad. Por lo
sonas de su reino: a11cianos, sacerdotes,profetasy todo elpue- tanto, quienes rehú san conce der a los reyes esta autorida d
blo; y leyó de/a11tede ellos todas las palabrns del libro de la porque los reyes mismos no pueden interpr etar es como si
nlinnza; es decix, que hizo que la alianza fuese reconocida estuvieran diciendo que la autoridad de enseñar geometrfn
como alia11za mosaica, esto es, como palabra de Dios, y que no debe depender de los reyes, a menos que los reyes mismos
fuese recibida y confismada por los israelita s. Por lo tanto, el sean geómetras. Leemos que los reyes han rezado por el pue-
poder civil y el poder de discernir la palabra de Dios de la blo , han bendecido al pueblo, han consagrado el templo, han
palabra de los hombres, y el de interpretar la palabra de Dios dado órdenes a los sacerdotes, han quitado a unos sacerdo-
incluso en la época de los reyes, les correspondía por com- tes de su puesto y han instalado a otros. Ciertam ente, no han
pleto a ellos mismos. Los profetas no fueron enviados con ofrecido sacrificios, pues esta función pertenecía a Aarón y
autoridad, sino en la forma y con derech o de anunciadores y a sus hijos. Pero es obvio que en vida de Moisés, y en todo
predicadores, de los cuales poclian juzgar quienes les oían. otro tiempo -desde el rey Saül hasta el cautiverio de Babilo-
Y aunque quizá fuesen castigados quienes no les escuchaban nia-, el sacerdocio no fue un magisterio, sino un ministerio.
abiertamente cuando enseñaban cosas fáciles y sencillas, no 17. A su regre so del cautiverio de Babilonia, una vez que
se sigue de ahí que los reyes estuviesen obligados a seguir to- la alianza fue renovada y sellada, el reino sacerdotalvolvió a
das las cosas que los profetas declaraban que debían ser se- restaurarse según la modalidad que había tenido desde la
guidas. Pues aunque Josías, el buen rey de Judá, fuera asesi- muerte de Josué hasta el comienzo del período de los reyes.
nado porque no obedeció la palabra del Señor salida de la Pero [en la Biblia] no se dice expresamen te que los judíos
boca de Neco, rey de Egipto, es decir, porque rechazó el buen que habían regresado [de Babilonia] renunciaron, efectiva-
consejo aunque pareciese venir de un enemigo, espero que ment e, a sus derechos soberanos a favor de Esdras o de cua l-
nadie dirá que Josías estaba obligado por ley divina o huma- quier otra persona además de Dios mismo. Esta reforma
na alguna a creer al faraón Neco, rey de Egipto, sólo porque parece no haber consistido en otra cosa que en simples pro-
éste decía que Dios le había hablado. Pero si algún hombre mesas y votos de cada hombre, comprometiéndose a obser-
objeta contra los reyes diciendo que por falta de conoci- var lo que estaba escrito en el libro de la ley. No obstante
1niento éstos rara vez son capaces de interpretar los libros de (quizá no por intención del pueblo), en virtud de la alianza
la antigüedad en los que se contiene la palabra de Dios; y que que habían renovado (pues la alianza era la misma que se
a causa de ello no es razonable que ese menester dependa de había hecho en el Monte Sinaí), aquel Estado fue un reinosa-
290 RELIGIÓN

cerdotal, es decir, un Estado en el que la autoridad civiJ y 1a


sagrada se encontraba n unidas en la persona de los sacerdo- Capítulo 17
tes. Ahora bien, debido a la ambició • de quienes aspiraban
al sacerdocio y a la intrusión de príncipes extranjeros, el Es-
Delreino de Dios por la nueva alianza
tado se vio tan confundido hasta la ven ida de nuestro Salva-
dor Jesucristo que no se entiende, leyendo la historia de
aquellos tiempos, dónde residía la autoridad; sin embargo,
es claro que en aquella época el poder de interpretar la pala-
bra de Dios no estaba separado del poder civil.
18. Por todo lo dicho, podemos deducir sin dificultad
que los judíos, desde Abraham hasta Cristo, habían de com-
portarse según los mandatos de sus príncipes. Pues así como
en los reinos meramente humanos los hombres han de obe-
decer a sus magistrados en todo menos en aquellos manda-
tos que implican alguna traición, así también en el reino de
1.-Las profecíasacercade la dignidad de Cristo. 2.-Las profecíasde la
Dios los judíos estaban obligados a obedecer en todo a sus humildad y pasión de Cristo. 3.-Que Jesús em el Crista. 4.-Que el reino
príncipes -Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, el sacerdote, el de Diospor la nueva alianza 110era el reino de Cristo como Cristo,sino
rey- excepto cuando sus mandatos contenían alguna trai- como Dios. 5.-Que el reino de Diospor in nueva alianza es un reino cl!-
ción contra la Divina Majestad. Traición contra la Divina lestialy empieza a partir del día delj uicio. 6.-El gobierno de Cristo en
Majestad era, en primer lugar, la negaciónde la divina provi- estemundo 110 fue un gobiemo de sobemnfa, sino de consejo;1111gobierno
ejercido por modo de doctrinay persuasión. 7.-Qué es lo prometido por
dencia, pues ello significaba negarque Dios era reypor natu-
ambas partes en In nueva alianza. 8.-No hay leyes añadirlaspor Cristo,
raleza; en segundo lugar, era traición la idolatría o adora- además de la instit ución de los sacramentos. 9.-Que lasfórmulas del
ción, no de otro Dios (pues sólo hay un Dios), sino de dioses tipo «arrepe111íos)1,11sed
bautizados,,, <<guardad los nia11d
,m1ie11tos)>,
etc.,
extraños; es decir, w1a adoración que, aunque estuviese di- 110so11leyes. JO. - Corresponde a la autoridad civil determinar q11éespe-
rigida a un Dios, le diera a éste atributos, títulos y ritos di fe- cado de injusticia. 11.-Correspo11dea la alltoridad civil determinar qué
rentes de los establecidos por Abraham y Moisés; pues esto es lo que conduce a la paz y seguridad de la ciudad. J2.-Corresponde a
la autoridad civiljuzgar, cuando la necesidadlo requie1'e,qué definicio-
significaba 11egarque el Dios de Abraham era su rey por
nesy qué inferenciasson las verdaderas. 13.-Corresponde,1 la misión de
alianza hecha con Abraham y con ellos mismos. En todas las Cristo e11 se1iarnosmornlidttd, 110 como mero saber especulativo,sino
demás cosas, los judíos tenían el deber de obedecer a sus como ley;perdonar los perados,y enseíiamos todas aquellas cosassobre
príncipes. Y si un rey o sacer dote, teniendo la autoridad su - las q11e110 hay una cienciapropiamente dicha. 14.-Uáa distinción entre
prema, había mandado algo qu e iba contra las leyes, el peca- cosastemporalesy espirit11al es. 15.-La palabrade Diosha de entenderse
do sería suyo, no de sus súbditos, ya que el deber de estos úl- de varias maneras. 16.-No todas las cosasque se co11tie11e11 en la Escri-
timos es no disputar, si no obedecer los mandatos de sus tura pertenecen al canon de la fe cristiana. J7.-L,1palt,bm del legiti-
mo intérprete de las Escriturases la palabra de Dios. 18.-Ln autoridad
superiores.
de interpretar las Escrirurnses la misma que la que decide las controver-
sias en asuntos defe. 19.-Diversos significados de In palabra ,iJglesia».
291
292 RJ!UGIÓN 17, DllLREINO DI! DIOS POll LANU~VAALIANZA 293

20.-Qué es unn Iglesia a la q11eatribuimos derechos,accionesy otras co- ra11017 con los decretos de Sil boca,y con su alie11tomatará al
sas semejantes que sonpropias de una persona. 21.-Una ciudad cristia- impío. En el mismo Isaías (capít ulo s 51 a 62) apenas se
na es lo mismo q11e una Iglesia cristiana. 22.-/\Iuchas ciudades 110cons- contiene otra cosa que no sea la descripción de la ven ida y
tituyen 111111Iglesia. 23.-Qu iénes s011 los clérigos. 24.-La elecciónde los
de las obras de Cr isto. Leemos en Jeremías (Jeremías 31,
eclesiásticos corresponde a la Iglesia; su co11sagmci611, a los pastores.
25.-El poder de perdonar lospecados al penitente y de retenérselosal i111 - 31): Vienen dfas, palabra de Yavé, en que yo haré una nlian.-
pe11itentecorresponde a los pastores;pero juzgar acerca del arrepenti- za nueva con la casn de Israely la casa de Judá. Y Baruc (Ba-
mimto correspondea la Iglesia. 26.-Qué es la excormmióny sobre quié- ruc 3, 36-38) : Éste es nuestro Dios, ninguno otro menta a su
nes 110 puede recaer. 27.-Ln interpretaciónde la Escrituradepende de la lado para nada, etc. Hizo, además, que se dejara ver e11la
autoridad de la ciudad. 28.-Una ciudad cristiana debe interpretar las tierra y conversnra con los hombres. Y el profeta Ezequiel
Escriturasa través de losclérigos.
(Ezequ iel 34, 23-25): Suscitaré pnra ellas u,1 pastor único,
que las apacentará. Mi siervo David, él las apace11tará,ele.
Haré con ellas alianzn de paz, etc. Y Daniel (Dan iel 7, 13-
l. Hay en el Antiguo Testamento muchas claras profecías 14): Seguía yo mirando e11la visión nocturna, y vi ve11iren
acerca de nuestro Salvador Jesucristo, el cual iba a restau- las nubes del cielo n u11 como hijo de hombre, que se llegó al
rar el reino de Dios mediante una nueva alianza; esas pro- anciano de muchos días y fue presenlndo a éste. Fuele dado
fecías anuncian en parte su dignidad rea l, y en parte su h11- el señorío, la gloria y el imperio, y todos los pueblos, nacio-
milrlnd y pasión. Entre otras profecías que se refieren a su nes y lenguas le sirvieron, y su dominio es dominio eterno,
dignidad encontramos éslas: Dios, bendiciendo a Abra- etc. Y Ageo (Ageo 2, 7-8): De aquí a poco Izaréaún temblar
ham, le promete que le dará a su hijo Isaac; y añade (Gé ne- los cielosy la tierra, los mares y lo seco,y haré temblar n las
sis 17, 16): Y saldrcín de él reyes de pueblos. Jacob, bendi - gentes todas, y vendráll las preciosidades de todas las gentes.
ciendo a su hijo Judá, dice (Génesis 49, 10): No faltará de Y dice Zacarías relatando la visión que tuvo de )osué (Za-
Judá el cetro. En otro lugar Dios le dice a Moisés (DeuLero- carías 3, 8): He aquí que yo hago venir a mi siervo Germen tK,
nomio 18, 18): Yo les suscitaré de en medio de sus hermanos etc. Y de nuev o (Zacarfas 9, 9): Alégmte sobremanera, hija de
un profeta como 1Ú, pondré en SIi boca mis palabras y él les Sión. Grita exultante, hija de Jerusalén. He aquí que vielle a ti
comunicará todo cuanto yo le mande. Anuncia lsaía s (Isafas tu Rey, justo y victorioso. Los judíos, movidos por estas y
7, 14): El Seiior mismo os dará por eso la señal: He aquí que otras profecías, esperaban que Cr isto, su rey, fuese enviado
ln virgen grávida da a luz un hijo y le llama Emmanuel. Y el por Dios; y que iba a redimirlos y a gobernar sobre todas las
mismo profeta {[safas 9, 6): Porque nos lrn nacido un niño, nacion es . Sí, esta profecía se había extendido por Lodo el Im -
nos ha sido dado un hijo que tiene sobre su hombro la sobe- perio Romano. La profecía de que deJu era de judea iba a ve-
.. ranía y que se llamará maravilloso co1Lsejero,Dios fuerte,
Pndre sempiterno, Príncipe de Paz. Y de nuevo Isaía s (Isaías
17. Hobbes sustituye la palabra «tirano» por la palabra «tierra» (earthl
11, 1-5): Y brotará una vara del tronco de]esé,y retoñará de
terrmn). (N. del T.)
sus raíces un vástago. Sobre él reposará el espíritu de Yavé, 18. Hobbes tr aduce Germen por Oriente111/bra11c/1 -palabras de signi-
etc. No juzgará por vistn de ojos, ni argüirá por oídas de oí- ficación dispar, a menos que se tomen metafóricamente en su acepción
dos, sino que juzgará en justicia al pobre, etc. Y herirá al ti- mesiánica de 'sol naciente', 'brote', etc. (N. del T.)
294 17. DE.LREINOO~ DIOSPORI.A NUEVAAl lANZA 295
lle.UGIÓN

nir el que iba a dominar fue interpretada por Vespasiano, si za entre eJ pueblo judío y Dios; que ello lo muestran los
bien falsamente, como algo que favorecía sus propias empre- evangelistas describiendo su genea logía, nacimiento, vida,
sas. doctrina, muerte y resurrección, cosas que todos los cristia-
~- Las profecías que hablan de la humildad y pasión de no s creen cuan do comparan lo que Cr isto hizo con lo que se
Cristo son, entre otras, las siguientes: (Isaías 53, 4): Fue él, había profetizado acerca de Él.
ciertamente, quien tomó sobre sí nuestras enfermedades y 4. De esto, es decir, de que Cristo fue enviado por Dios,
cargócon nuestros dolores,y nosotrosle tuvimos por castiga- su Padre, para hacer una alianza entre Él y el pueblo, se de-
do y herido por Dios y humillado; y más adelante (versícu- duce claramente que aunque Cristo fuera igual a su Padre
lo 7) : Maltratado y afligido, no abrió la boca, como cordero por lo que respecta a su naturaleza, era, sin embargo, infe-
llevado al matadero, como oveja muda ante los trasquilado- rior por lo que respecta al derecho del reino. Porgue su fun-
res;y de nuevo (versículo 8): Era arrancadode la tierra de los ción, hablando propiamente, no era la de un rey, sino la de
vivientesy muerto por las iniquidades de su pueblo, etc.;y en un virrey, igual al tipo de gobierno que correspondía a Moi-
el versículo 12: Poresoy~ le daré por parte suya muchedum- sés; pues el reino no era suyo, sino de su Padre. Lo cual fue
bres,y recibirámuchedumbrespor botín;por haberseentrega- dado a entender por el mismo Cristo cuando fue bautizado
don la muerte y haber sido contado entre lospecadorescua1t- corno súbdito, y profesado por él expresamente cuando les
rfo llevaba sobres{ los pecados de todos e intercedía por los enseñó a sus discípulos a rezar: Padre nuestro, vengaa noso-
pecadores. Y las palabras de Zacarías (Zacarías 9, 9): [Mira tros tu reino, etc.; y tamb ién cuando dijo (Mateo 26, 29): Yo
que viene a ti tu reyjusto y salvador], humilde, montado en os digo que 110 beberé más de estefruto de la vid hasta el dia
u11 asno, en wi pollino hijo de asna. en que lo beba con vosotros nuevo en el reino de mi Pndre.Y
3 . Durante el reinado de Tiberio César, Jesús, Nuestro San Pablo (1 Cor inti os J 5, 22-24): Y co1110 en Adán hemos
Salvado r, comenzó a predicar. Hijo, como se le suponía , de muerto todos, así ta111bié11 en Cristo somos todos vivificados.
José, declaró al pueblo judío que el reino de Dios que espe- Pero cada uno a su tiempo: el primero, Cristo; luego, los de
raban había llegado , y que él era un rey, es decir, que era el Cristo, cuando Él venga;despuésserá elfin, cuando entregue
Cristo . Y explicó la ley; escogió doce apóstolesy setenta dis- a Dios Padre el reillo. Dicho reino, no obstante, es también
cípulospara e] ministerio, siguiendo en esto el número de los llam ado el reino de Cristo;pue s la madre de los hijos de Ze-
prÚlcipes de las doce tribus y los setenta ancianos (según el bedeo se refería a ambos cuand o le rogaba a Cristo dicien-
modelo de Moisés); ensefi.óel camino de la salvación por sí do (Mateo 20, 21) : Concede que estos dos hijos míos se sien-
mismo y a través de sus discípulos; purificó el templo; hizo ten uno a tu derechay otro a tu izquierda e11tu reino;y dijo el
grandes milagros y cumplió todas las cosas que los profetas ladrón en la cruz (Lucas 23, 42): Jesús, acuérdate de mí
l;iabían anunciado sobre el Cristo que iba a venir: qu e, odia- cuando llegues a lll reino. Y leemos en San Pablo (Efesios
do por los fariseos cuyas falsas doctrinas e hipócrita santi- 5, 5): Pues habéis de saber que ningún fornicario, etc., tendrá
dad él había reprobado, éstos iban a instigar al pueblo para parte en la heredad de Cristoy de Dios;y en otro lugar (2 Ti-
que lo acusa ra de qu erer reina r ilegalm ente, y lo crucifica- moteo 4, 1): Teconjuro delante de Diosy de CristoJesús,que
se; que este hombre era el verdadero Cristoy rey prometido ha de juzgar a vivosy muertos, por su aparición y por su rei-
por Dios y enviado por el Padre para renovar la nueva alian- no, etc.; y en el versículo 18: El Selior me librará de todo mal
296 RHIGJ<)1' 297

y me guardará para su reino celestial.Y no debe extrañarnos Adem,is, cuando los apóstoles preguntaron a nuestro Salva-
que el mismo reino sea atribuido a ambos; pues ambos, Pa- dor si cuando ascendiera a los cielos restauraría el reino de
dre e Hijo, son uno y el mismo Dios. Y la nueva alianza refe- Israel, dieron testimonio con sus palabras de que, cuando
rente al reino de Dios no es propue sta en el nombre del Pa- Cristo ascendió, pensaban que el reino no había llegado to-
dre sino en el nombr e del Padre, del Hijo y del Espíritu davía. Queda esto, asimismo, atestiguado por las palabras de
Snnto, como de un único Dios. Cristo: Mi reino no es de este 111u11do;
no bel,eré, etc., haslt1
5. Pero el reino de Dios, para la restitución del cual Cristo que llegue el reino de Dios; Dio_sno ha enviado a su Hijo al
fue enviado por Dios Padre, no tendrá su comienzo hasta su mundo parn j11zgnral mundo, smo para que el 111_w1do pueda
segunda venida; es decir, hasta el Día del Juicio, cuando ser salvado a tmvés de Él;si algún hombre oye rmspalabrasY
110 las cumple, no lo juzgaré, pues 110 h_eve11idoª.;uzg~r al
Cristo llegue en toda su majestad acompañado por su ángel.
Pues a los apóstoles se les prometió que en el reino de Dios mundo, sino a salvarlo.Y la expresió n reino de losc,e/osviene
ellos juzgarán a las doce tribus de Israel (Mateo 19, 28): En a atestiguar lo mismo. Y lo mismo se des~rende d~ las pala-
verdad os digo que vosotros,los que me habéis seguido, en la bras del profeta Jeremías hablando del remo de Dios por la
regeneración,cuando el Hijo del hombre se siente sobreel tro- nueva alianza ( Jeremías 31, 34): No tendránya que ensetinrse
110de su gloria, os se11taréistantbién vosotros sobre doce unos a otros ni exhortnrse 11110s
a otros, diciendo: Conoceda
tronos pnrn juzgar n las doce tribus de Israel; lo cual no se Yavé, sino que todos me conocerá11,desde lospequeííos a los
hará hasta el Día del Juicio. Por lo tanto, Cristo no está toda- grande~,palabra de Yavé;lo cual no puede entenderse com_o
vía sen tado en el trono de su majestad; tampoco se pu ede algo que se refiere a un reino en este_mun~lo.Por tanto, el rei-
llamar reinado el tiempo durante el cual Cristo estuvo en no de Dios para restaurar el cual Cnsto vmo al mundo, acer-
este mundo; sino que ha de llamársele rege11eraci611, es decir, ca del cual profetizaron los profetas y del cual, cuando _reza-
una renovación o rest itu ció n del reino de Dios, y una llama - mos, decimos venga a nosotros tu reino empcza1:á, s1 ~a a
da a aquellos que de entonces en adelante iban a ser recibi- haber en él una separación entre súbditos y e~em1gos, _s1va
dos en su reino. Y donde se dice (Mateo 25, 31-32) : Cuando a hab er judicatura y majestad, tal y como ha sido predicho,
el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los ángeles co11 empezará -digo- a partir del momento en qu~ Otos separe
El, se sentará sobresi , trono de gloria,y se reunirán en su pre- las ovejas de los cab rito s, en que los apóstoles Juzgu:n a las
sencia todas las gentes, y separará a unos de otros, com.oel doce tribus de Israel, en el que Cristo vuelva con maJestad Y
pastor separa a las ovejns de los cabritos,podemos de ello de- gloria; en el que, por último, todos los homb:es con~zcan a
ducir claramente que no habrá separación de lugar entre los Dios ha sta el punto de que no sea ya necesano ensenárse lo.
súbditos de Dios y sus enemigos, sino que unos y otros vivi- Es decir, que el reino de Dios empezará cuan?º tenga lug~r
nin mezclados hasta la segunda venida de Cristo. Lo cua l la segunda venida de Cristo o, _lo que es l? mismo, en el d1a
queda confirmado por las compara ciones de los cielos y el del juicio . Pues si el reino de Cnsto se hub1era,restaura_doya,
trigo mezclado con la paja, y una red de pescador en la que no podría darse razón de por qué Cristo habna de ven~ro_tra
se contienen toda clase de peces. Pero una multitud de hom- vez, si ya había completado la misión para la que habia s1d_o
bres, tanto súbditos como enemigos, viviendo juntos pro- enviado; y tampoco habría razón para que rezáramos di-
miscuamente, no puede propiamente ser llamada reino. ciend o: Vengaa nosotrost II reino.
298 17. DU . RMNODEl>lm POR I.A 1'1:1·\'AAI.IANZA 299
REllGIÚS

~- Ahor~ bien, aunque el reino de Dios establecido por gado a prestar obediencia antes de haber hecho el contrato,
Cnsto med 1ante una nuevn alianza sea un reino celestial, no si Cristo hubiera juzgado acerca de asuntos de derechonadie
h~mos de pensar que quienes creen que Cristo hi zo esa se habría visto obligado a obedecer su sentencia. Pero que a
alianza no han de gobernarse también en la tierra de modo Cristo no se le encomendó la misión de juzgar en asuntos de
que per seve ren en la fe y obediencia prometidas en dicha derecho queda demostrado con esto: que esa autoridad co-
a lianzaº. pac_to.Pues en vano se nos habría prometido el rei- rresponde indiscutiblemente a los príncipes, mientras no
no celes_t1~l.s1no se nos hubi era dirigido a él; mas nadie pue- sea expresamente derogada por Dios mismo. Y dicha nuto-
de ser dmg1do a menos que esté en el camino. Moisés cuan- ridad no será derogada antes del Día del Juicio, como queda
do hubo instituido el reino sacerdotal, aunque él mis~o no dicho por San Pablo cuando habla del Oía del Juicio ( 1 Co-
era sacer~otc,_gobernó y dirigió al pueblo a lo largo de toda rintios 15, 24): Después será el fin, cuando e11treguea Dios
~u peregri nación hasta su entrada en la tierra prometida. De Padreel reino, cuando haya reducido a In nada todoprincipa-
1gu~lmanera, es la función de nuestro Salvador (al cual Dios do, toda potestad y tociopoder. En segundo lugar, 1queda eso
e~u1pararfa en esto a Moisés) dirigir en esta vida, como en- mismo demostrado j con las palabras e.lenuestro Salvador
viado del Padre, a los futuros súbditos de su reino celestial, a reprobando a Santiago y a Juan cuando éstos habían dicho
fi~ de que pueda~ entrar en él, si bien dicho reino no es pro- (Lucas 9, 54): Señor, ¿quieresq11edigamos que l,ajefuego del
pian~entc suyo, srno de su Padre. Mas el tipo de gobierno cielo que los co11suma?(Se referían a los samaritanos que se
mediante el que Cristo reina sobre sus fieles en este mundo habían negado a prepararle albergue a Jesús cuando éste se
n~ ~s propiamente hablando un reinado o imperio, sino una dirigía a Jerusalén.) Pues Jesús replicó diciendo (versíc u-
pastoral, o derechode enseíiar; es decir, Dios Padre no
1111s1611 lo 56): El Hijo del hombre 110 h11venido a deslntir las almas,
le dio e_lpoder de juzgar acerca del meum y el tuum 19, como si110a salvarlas: y aquellas otras palabras suyas (Mateo 10,
se I~>~~o a !os ~eyc~de ~a tierra. Tampoco le dio un poder 16): Os envío como ovejas en medio de lobos;Sacudíos el pol-
coe1c~t1vo ni legzslatrvo,smo que se limit ó a darle el poder de vo de vuestros pies, etc.; y aquellas otras (Juan 3, l 7): Dios 110
ensenar al mundo e/ camino y la ciencia de la salvaciów es ha enviado a s11Hijo al ,nuncio para que juzgue al mwrdo,
dec!r, el poder de predicar y decirles n los creyen tes lo ~ue sino para q11eel mundo sea salvopor Él;y aquellas otras (Juan
te~1an que hacer para entrar en el reino de los cielos. Que 12, 47): Y si alguno esrncha mis palabms y 110 lns guarda, yo
Cristo no había recibido poder de su Padre para juzgar en no lejuzgo, porque no he venido ajuzgar al nnmclo,etc. Todas
asuntos de 111 eum y tuurn, esto es, en cuestiones de der echo estas palabras muestran que a Jesús no se Je había dado el
entre l_osno cr~yent~s, lo declaran suficientemen te las pala- poder de condenar o castigar a ningún hombre. Leemos,
bras c1_tadasmas arriba: Hombre, ¿quién me hizo a mí juez 0 ciertamente (Juan 5, 22), que el Padre no juzga a nadie, si110
re?artulor entre vosotros?Y esto queda confirmado por la ra- que /,a entregado al Hijo al poder de juzgar; pero co mo estas
zon. Pues dado que Cristo fue enviado para hacer una alian- sentencias pueden y deben entenderse como algo que se re-
za entre Dios y los hombres, y que ningún hombre está obli- fiere al juicio futuro, no contradicen lo que se ha dicho antes.
Por último, que Cristo no fue enviado para ha cer nuevas le-
19• A~erca de qué cosas o derechos so n míos y qué cosas o derechos son yes y que, por lo tanto , no tenía corno misión y oficio ser un
tuyos. (N. del T.) legislador propiamente dicho, ni tampoco un Moisés, sino
300 17 DEI llElNO tl E DIOS PORl.A NUl:.V
A Al IANZA
301
RELIGIÓN

más bie,n un _portador y <:Llseminadorde las leyes de su Padre esto es servir a Dios) y tener fe en Jesús,es decir, qu e creamos
(pues solo Dios, y no Mo1sés o Cristo, era un rey por alianza), que Jesús es el Cristo que fue prometido por Dios, pues ésta es
se despr~_nde de lo que el mismo Crislo dijo (Mateo 5, 17): la única razón de que se siga su doctrina, y no la de ningún
No ~e11S_ei~ qu~ he_~enido a ~bmgnr la ley (es decir, la ley dada otro. Ahora bien, en las Sagradas Escrituras se pone a menu-
por Mo1ses ~ 1ec1b1dad~ Dios, la cual Cristo está aquí inter- do la palabra penite11ciaen lugar de la palabra obediencia,
pretando), ~moa cumplzrla;y también de sus palabras (Ma- pues Cristo enseña constantemente que, para Dios, ~avolun_-
~eo 5, l 9):_Sz alguno descuidase uno de estospreceptos meno- tad de hacer algo se demuestra con los hechos; y as1, la peni-
1esy_ensenare así a los hombres, será el 11lenoren el reino de tencia es seña l infalible de un alma obediente. Entendidas las
los cielos. Así pues, a Cris to no le habí a encome ndado su Pa- cosas de este modo, se desprenderá claramente de muchos
dre un poder real o soberano en este mundo, sino única- pasajes de la Sagrada Escritura que ésas son las condiciones
mente un poder de aconsejar y adoctrinar; lo cual es atesti- de la alianza cristiana que hemos mencionado, a saber, que
guado por el_mismo Cristo cuando llama a sus apóstoles, no Dios, por su par te, perdone los pecados y nos dé la vida eter-
ca~a~ores, s1~0 pescadores de hombres, y cuando compara na; y, por parte de los hombres, que nos arrepintamos y crea-
el remo de Dios coi~ un grano de mostaza y con un poquito mos en Jesucristo. Veamos, primero, \as palabras de Marcos
de levadura escond1da en Ja harina. (Marcos 1, 15): El reino de Dios está cerca110;arrepentíos y
7. Dios prometió a Abraham, en primer lugar, una prole creed en el Evangelio. En dichas palabras se contiene toda la
numerosa, la posesión de la tierra de Canán y w 1a bendición alianza. De igual manera, las de San Lucas (Lucas 24,46-47):
p_ara todos l_os pueblos de su estirpe; y le puso esta condi- {JesúsdijoJ que así estaba escrito, q11eel Moisés padeciesey al
c161_1: que él y s,u descendencia debían servirle. A los hijos de tercer día resucitasede entre los muertos,y que se predicaseen
Abi aham segnn la carne les prometió un reino sacerdotal su nombre la penite11ciapara la remisión de lospecados a to-
un go~ien70 libérrimo en el que no tendrían que estar suje~ das las naciones, comenzando por Jerusalé11.Y aquellas otras
~os a nm_gun poder humano, con esta condic ión: que sir vie- (Hechos 3, 19): Arrepentíos, pues, y convertíos,para que sean
1 an a_l ~tos de,Abrahan1 de la manera que Moisés ensefiase. borrados vuestros pecados, afin de que lleguen los tiempos de
Por ul_t1moa el y a todos los pueblos les prometió un reino refrigerio,etc. Algunas veces, una parte es presentada de ma-
celestial y eterno, a condición de que sirvieran al Dios de nera expresa, y la otra es sobreentendida, como en este pasa-
A~raham de Lamanera que el Cristo enseñase. Por la nueva je (Juan 3, 36): El que cree e11el Hijo tiene la vida eterna; el
alianza, es decir, por la alianza cristiana, los hombres se que rehúsa creeren el Hijo no verá la vida, sino que está sobre
co 1~prom:ten a s~rvir al Dios de Abraham de la manera que él la cólerade Dios; aquí se expresa la necesidad de la fe, pero
fesu.s ensene; Y D10s, por su parte, acuerda perdonarles sus el arrepentimiento no se menciona. Y leemos en la predica-
pe._cados, y traerlos a su reino celestial. Ya hemos hablado de ción de Cristo (Mateo 4, 17): Arrepentíos, porque se acercael
la cu~Jjdad del reino celestial (véase artículo S); pero sue le reino de Dios; aquí se habla expresamente de arrepentimien-
llamarsc]e algunas veces reino de los cielos, otras veces reino to, pero la fe queda sobreentendida. Pero las partes de este
de Clona, y otras veces la vida eterna. Lo que se requiere nuevo contrato quedan más manifiesta y formalmente esta-
de !ºs homb:es, que es servir a Dios según las enseñanzas de blecidas en aquel pasaje en el que un hombre de cierta pro-
Cnsto, contiene dos cosas: prestar obediencia a Dios (pues minencia, como tratando de averiguar el precio del reino de
302
RELIGIÓN
17. DELRRINODEDIOS PORtA NUINA ALIANZA 303
los cielos, le preguntó a nuestro Salvador (Lucas 18, 8):
Maestro bueno, ¿qué harépara alcanzar la vida eterna? Cris- ninguna autoridad legislativa, como se ha dicho más ar_riba
to le presenta primero una parte del precio: observancia de en el artículo 6, sino que se dirigió a nosolro~ por autondad
los mandamientos, esto es, obediencia; y cuando el hombre de su Padre. Hallamos un pasaje en la Escntura en el que
le dice que ha guardado los mandamientos, añade la otra Cristo condensa todas las leyes dadas hasta en~onces ~or
parte del precio diciendo (versículo 22): Aún te queda una Dios en dos preceptos (Mateo 22, 37-40): Amaras al Senor,
cosa: Vende cuanto tienes y repártelo a los pobres, y tendrás tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y ~on toda tu
u11 tesoro en el cielo,y luego sígueme. Era una cuestión de fe. mente. Éste es el más grande y el primer m~ndamrento. ~l s_e-
Y este personaje, _alno prestar suficiente crédito a Cristo y a gundo semejante a éste, es:Amarás al pró11mocomo a t1 mis-
sus tesoros celestiales, se marchó trist e. La misma alianza se mo. D~ estos dospreceptospenden toda la l~yy losprofetas. ~J
contiene en estas palabras (Marcos 16, 16): El que creyerey primero de estos dos preceptos ya habí~ sido dado por Moi-
fuere bautizado, se salvará, mas el que no creyerese condena- sés, con iguales palabras (Deuteronomio 6, 5); yel segundo,
r~; ~quílafe queda explícitamente mencionada, y el arrepen- incluso antes de Moisés; pues es un p~ecepto _deley natural
tm11entose supone en quienes son bautizados. Y en estas pa- que está enraizado en la naturaleza racional misma; y ambos
labras (Juan 3, 5): Quien no nacieredel aguay del Espíritu, no preceptos son la suma de todas las ~eyes.Pues todas las leye~
pued~ entrar en el reino de los cielos;aquí, nacer del agua es del culto natural de Dios se contienen en_estas palabr~s.
lo mismo que regenerarse, es decir, convertirse a Cristo. Amarás a Dios; esto es, a Dios como especiaJ Rey rle Ab_,~-
Ahora bien, ese bautismo que se requiere en los dos pasajes ham y de su descendencia. y todas las leyes nat~~·alesy c1v1-
que acaban de citarse y en muchos otros debe entenderse les se resumen en estas palabras: Amarás nl próp1110:omo .ª
así: ~ue lo que la circuncisión fue en la antigua alianza, el t1. mismo.
. Qw'en ama a Dios y a su pró;'imo. . está en dispos1-
bautismo lo es en la nueva. Y lo mismo que la circuncisión ción de obedecer todas las leyes, tanto divmas como huma-
no era esencial, sino únicamente un recordatorio de la anti- nas. Hay otros pasajes en los que Cristo interpr:ta las l~yes:
gua alianza (una ceremonia o rito que en el desierto se omi- son los capítulos quinto, sexto y séptimo del Evangel1,ode
t~a), ª.sí también el bautismo se celebra no como algo esen- San Mateo. Pero todas esas leyes aparecen ya en el decalogo
cial, smo como recordatorio y sefíal de la nueva alianza que o en la ley moral, o se contienen en la fe de A~raham: Pues
hacemos con Dios. Si no falta la voluntad de recibir el bauti s- aquello de dos serán unn misma carne no fue dicho pnm~ro
~º•.éste puede omitirse si ello es necesario; pero el arrepen- por Cristo ni por Moisés, sino por Abraham, que ~ue ~u1en
tmiiento y lafe, que son esenciales a la alianza, siempre se re- primero predicó la creación del mundo. Por cons1gu~ente,
quieren. las leyes que Cristo establece en un pasaje y Juego explica en
8. En el reino de Dios después de esta vida no habrá leyes. otro, no son otras que aquellas a las que tod_oslos mortal:s
Y.:ello será así, en primer lugar, porque no se precisan leyes que reconocen al Dios de Abraham están obligados . Ademas
aUídonde no hay pecados; yen segundo lugar , porque las Je- de éstas, no leemos que hubiera ningwias otras dadas por
yes nos fueron dadas por Dios no para dirigirnos en el cielo, Cristo, además de la institución de los sacramentos del bau-
sino para dirigirnos al cielo. Veamos ahora qué leyes no fue- tismo y la eucaristía.
ron establecidas por Cristo mismo, pues Cristo no asumi .ó 9. ¿Qué puede decirse, entonces, de preceptos _como
Arrepentíos, sed bautizados, guardad los mandamientos,
30.J l7. l) EL Rl'.lNO IJI:.DIOS POKl.A 'lUEVA ALIANZA
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RELIGIÓN

creed en el Evangelio, vended todo lo r¡ue tengáis, dad li111os- dijo también (Éxodo 35, 2): El que trabnje en ese dí~ {~l sép-
na al pobre, seguidme y olros semejantes? A esta pregunta timo) será castigado con la muerte. Y tampoco proh_1b1ó ma-
hemos de contestar diciendo que esos preceptos no son le- tar sin que hubiese habido audiencia previa; pues di~o (Éxo-
yes, sino una llamada a la fe, como también lo fue aquel cU- do 32, 27): mate cadn wio a su hermano, a su nimgo, a su
c~o de Isaías (55, 1): Venid, comprad sin dinero, sin paga,; deudo. y añade el texto (versículo 28): pereciero11aquel día
vino y le~he.Pues quienes no vienen no pecan contra ningu- unos tres mil del pueblo. Tampoco prohibió que se matase a un
na ley, smo sólo contra la prudencia; tampoco su falta de fe ,nocente, pues Jeflé hizo voto a Yavédiciendo (Jueces 11, ~ 1):
será castigada, sino sus pecados anteriores. Por eso dice San el que salga[ ...] a mi encuentro será de Ynv~y se lo ofrecereen
Juan (Juan 3, 36): está sobre él la cólera de Dios, y no dice: la holocausto. Y su voto fue aceptado por Dios. ¿Qué es, pues,
cólera de Dios caerá sobre él. Y por eso también dice (Juan 3, lo que se prohíbe? Solamente esto: que no mateª. otro ho~-
l 8): el que n.ocree,ya estcfjuzgado; no dice serájuzgado, sino bre quien no tenga el derecho de matarlo, es decu·, que nm-,
yn estájuzgado. No puede concebirse que la remisión de los gún hombre mate, a no ser que le correspon~a ~1acerlo.As1
pecados sea un beneficio surgido de la/e, a menos que lo en- pues, la ley de Cristo acerca de matar y,cons 1gu1entemente,
tendamos también a la inversa y digamos que el castigo de acerca de cualquier daño que se le haga a un hombre, yace r-
los pecados es un dafio que procede de la infidelidad. ca de qué castigos deben imponerse, nos manda que só lo
10. De esto proviene el que nuestro Salvad or no haya obedezcamos a la ciudad. De igual manera, por el precepto
prescr_ito leyes pistributi:as a los súbditos de los príncipes y No cometerás adulterio no se prohíbe todo modo de copu la-
a los ciudadanos de las ciudades; es decir, que no haya dado ción, sino solamente yacer con In esposa de otro lio111bre.
reglas por las que un súbdito pueda conocer y discernir qué Pero es a la ciudad a la que corresponde juzgar quién es la
es suyo y qué de otro hombre, ni mediante qué fórmulas, pa- esposa de otro hombre; y ello ba de ser determinado según
~abras_o circunstancias algo tiene que ser dado, entregado, las reglas que la ciudad prescriba. Este preceplo, por tanto,
mvad~do o P?seído para que por derecho pertenezca a quien manda que el hombre y la mujer respeten las promes~s que
lo recLbe,lo invade o lo toma en posesión. Hemos, pues, de se han hecho mutuamente según los estatutos de la ciudad.
asumir necesariamente que cada súbdito en particular (no De modo semejante, por el precepto No robarás no se prohí-
~ólo lo~ i~créd~los, entre los cuales Cristo mismo negó ser be todo apoderarse de algo clandestinamente, sino sóln de lo
;uez y arbztro, srno también entre los crist ianos) debe guiar- que es de otro hombre. Al súbdito, por tanto, lo ún~co que se
se por las reglas establecidas por su ciudad, es decir, por el le manda es esto: que ni robe ni se Lleveclandestmaroente
hombre o asamblea que tenga el poder supremo. De esto se nada que la ciudad prohíba robar y llevarse clandestinam~n-
sigue, por tanto, que con aque llas leyes de No matarás, No te. Y,en general, lo que se le está mandando es que no diga
cometerás adulterio, No robarás, Honra a tu padre y a tu 'fna- que algo es un asesinato, o un adulterio, o un robo, except?
dre lo único que se quería mandar era que los súbdito s y ciu- aquellas acciones que se realicen en contra de las leyes c1v1-
dadanos obedecieran de manera absoluta a sus príncip es en les. Por último, como Cristo nos ha mandado honrar a nues-.
todas las cuestiones referentes aJ meum y al tuum, al propio tros padres, y no ha prescrito mediante qué ritos y títulos ni
derechoy al derecho ajeno. Por el precepto que dice No mata- de qué manera debe honrárseles, hemos de suponer qu~
rás, no se prohibe todo matar; pues quien dijo No matarás, debe honrárseles con la voluntad e interiormente, como s1
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Rf.LIGION 17. DELllUNODl PIOSPOR IAM'f.\AAI .IA1'7.A 307

f~eran reyes y señores sobre sus hijo s; pero al bon rarles con razonam ientos humanos so n algunas veces correctos, y
signo~ externos, no se debe ir más allá de lo que la ciudad otras equivocados; y, en consecuencia, lo que a veces se con-
perm1La. Pues la ciudad será la encargada de asignar a cada cluye que es verdad en ocas iones es verdad, y en ocasiones es
hombre, como en todo lo demás, el honor que le correspon- un error. Ahora bien, los errores, incluso cuando se refieren
de. Pero como la naturaleza de la justicia consiste en que a a estas cuestiones filosóficas, pueden causar un da11.opúbli-
cada !1ombrc se le dé lo que le corresponde, es obvio que co y dar lugar a grandes sediciones e injuria:;. Es necesario,
Lamb1én le corresponde a una ciudad cristiana determinar por tanto, que siempre que en estos asuntos surja alguna
qué es j~stkia y qué es injusticia o pecado con tra la justicia. controversia contraria a la paz y al bien públicos, haya al-
Aho ra bien, lo que corresponde a la ciudad debe ser juzgado guien que sea juez del razonamiento que se ha seguido; es
como algo que pertenece a aquel o aqueUos que tienen en la decir, alguien que decida si lo que se ha inferido se ha inferi-
ciudad el poder sobera no. do correctamen te o no, para poner así fin a la controversia.
1l. Asimismo, como nuestro Salvador no ha mostrado Mas no hay reglas que hayan sido dadas por Cristo para este
a sus stíbditos oLras leyes para el gobierno de la ciudad ade - propósito, ni tampoco vino Él a este mundo para enseñar ló-
más de las leyes de naturaleza, es decir, además del manda- gica. Sólo queda, pues, que los jueces de tales controversias
to_de obed_eccr, ningún súbd ito puede determinar por sí sean los mismos que Dios había insLituido antes por natura -
1111~moqu1én es un amigo público, quién un enemjgo, leza, a saber: los que en cada ciudad son constiLuidos por el
cuando debe ~acerse la ~uerra, cuándo la paz; y tampoco soberano. Asimismo, si surge alguna controversia ,u:erca de
puede determrnar qué tipo de autoridad y qu é hombres la exactitud y significado propio de los nombres y apelativos
s.on favo rables o perjudiciales para la segu ridad del Estado. que se usan comúnmente, la determinación de dicha con-
Estos y otros asu ntos semeja ntes deben, por tanto, sernos troversia corresponderá a la ciudad, en Lamedida en que ello
cnsef1ados por la ciu dad , es decir, por los poderes sobera- sea necesario para la paz ciudadana o para decidir acerca <le
nos.
la disLribución de derechos. Los hombres, haciendo uso
12. Asimismo, todas las cosas como construir cast illos, de sus razonamientos, tratan de hallar ese tipo de definicio-
casas, templos; mover, llevar y quitar grandes pesos; hacer nes y ver qué significado tuvieron los diferentes conceptos
que los t~ansportes por mar sean seguros; diseñar máqui- según los tiempos y según las circunstancias. Pero la última
nas que sirvan para este o aquel propósito; conocer bien la decisión acerca de la cuest ión ele si un hombre ha razonado
faz del mundo entero, el curso de las estrellas, las estaciones correctamente o no, corresponde a la ciudad. Por ejemp lo,
del afio, el cómpu to del tiempo y la naturaleza de todas Jas si una mujer da a luz a un nifio de figura insólita, y la ley pro-
cosas; enten der perfectamente todos los derechos naturales híbe matar a un hombre, la cues tión será averiguar si ese
tí civiles y toda~ aque llas ciencias que bajo el título de filoso- hijo es un ser hum ano. Lo que aquí se habrá de averiguar es
1~son necesanas, en parte para vivir, y en parte para vivir qué es un hombre. Y nadie duda que será la ciuda<l quien lo
b_i~n;el entendimiento, digo, de todas estas cosas (ya que determine, sin que haya de tener en cuenta la definición de
Cristo no nos lo ha entregado) hemos de adquirirlo median- Aristóteles que dice que el hombre es una criatura racional.
te la razón, es decir, haciendo las deducciones necesarias ba- Y cosas como derecho,normas y cienciasnaturalesson asu n-
sándonos en principios tomados de la experiencia. Pero los tos acerca de los cua les Cristo niega que su misión sea dar
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RELIGIÓN 17. DELRRINO DEDIOSl'ORLA NUF.VAALIANZA

preceptos o enseñar más mensaje que éste: que en toda s las 14. De lo que se ha dicho en el capí~u~oanterior podemos
controversias acerca de tales asuntos, cada súbdito particu- distinguir fácilme11te entre cosas espmtuales y te1~porales.
lar obedezca las leyes y disposiciones de su ciudad. Y conv ie- Se entienden por espirituales aq t~ellas cos~s que tiene n su
ne que recordemos esto: que ese mismo Cristo, como Dios fundamento en la autoridad y misión de Cristo y_que no po-
que era, no sólo podía enseñarnos lo que quería, sino que drían habernos sido conocidas a menos que Cristo nos las
también podía mandárnoslo. hubiese enseñado. Todas las demás cosas son temporales.
13. En resumen, la misión de nuestro Salvador fue ense - De esto se sigue que la definición y determinación de lo q_ue
fiarnos el camino y los medio s para la salvació n y la vida es justo e injusto, la resolución de todas las controvers1as
eterna. Ahora bien, Ja justicia y la obec.liencia civil, así como acerca de los medios para mantener la paz y procurar la de-
la observancia de todas las leyes naturales, es uno de los me- fensa pública y el examen de las doctrinas y libros de :odo
dios de alcanzar la sa lvación. Estos medios pueden enseñar- tipo de ciencia racionaldependen del ~ere~/10ten~pornl,,mas
se de dos modos: u110, como teoremas, haciendo uso de la ra- en aquellos otros asuntos que son misterws de.fe Y ~uc de-
zón natural, deduciendo los derechos y las leyes naturales a en den únicamente de la palabra y autoridad de Cristo, los
partir de principios y conl rato s hum anos. Esta doctrina así ~uicios corresponden al derecho espiritual. A la razón le co-
impartida está sujeta a la censu ra de los poder es civi les. El ~responde, no obstante, y pertenece al orden del derecho
otro modo es enseñarlos como leyes, por autoridad divina, temporal, definir qué es espiritual~ q_ué_t~mpornl,ya que
mostrándonos que tal t!S la voluntad de Dios; enseñar así co- nuestro Salvador no ha hecho esa d1stmc1on. Pues a~~que
rresponde solam ent e a aquel a quien le ha sido dado conocer San Pablo distingue en muchos pasajes entre cosas espz~tti'.a-
sobrenaturalmente la voluntad de Dios, es de cir, a Cristo. En lesy carnales,y llama espirituales (Romano~ 8, 5; 1 Connt1os
segundo lugar, fue la misión de Cristo perdonar los pecados 12, 8-1 O) a aquellas cosas que son del espíritu, a saber, pala-
al penitente. Ello era necesario para la salvación de los hom- bra de Sabiduría, palabra de ciencia, Je, do11de curacto11~s,
bres que habían pe cado, y no podría haberse hecho de nin- realización de milagros, profecía, diversidad de lenguas, in-
gún otro modo. Porque la remisión de los pecados no se si- terpretación de lenguas, cosas todas ellas inspisadas sobre-
gue necesariamente de nuestra penitencia, ya que dicha naturalmente por el Esp íritu San lo y Lales que no pue?en ser
r~mjsión de los pecados es como un regalo y depende más entendidas por el hombre carnal, sino sól~ ~or alguien q~e
bien de la voluntad de Dios, la cual ha de revelarse sobrena- haya conocido la mente de Cristo (2 Connl1os 2, l4-16), Y
turalmente. En tercer lugar, corresponde a la misión de Cr is- aunque [el mismo San Pablo] habla de cosas carnales (Ro-
lo enseñar todos los mandamientos de Dios, tanto los que se como pertenecientes a tesoros mundanales, y
manos 15, 27) 6 ·a ·
refieren al cttlto como los que se refieren a aquellos puntos de hombres carnales (1 Corintios 3, 1-3), no ha de m1 °
n1
de fe que no pueden entenderse por la razón natural, sino ha dado regla alguna por la que p?dam?s sa?er ~~é es 1~que
sólo por revelación; de este tipo son los puntos de doctrina procede de la razón natural y que de la mspirac10n sobrena-
que afirman que Jesús era el Cristo;que su reino no era de este
tural.
mu11do,sino celestial;que hay recompensasy castigosdespués 15. Habi endo visto claramente que nuestro Salvador h~
de esta vida; que el alma es inm ortal; que debe haber tales y enlregado -o, por lo menos, no les ha q,uilado- a los prln~'.-
cuales sacramentos, etc. pesy a quienes han obtenido la soberarna la suprema auto11-
310
RELIGIÓN
17. DELRElNODED lOS PORlA Nlil:'.VAALIANZA 311
dad de juzgar y determinar todo tipo de controversias acerca
de asuntos Lernporales,hemos ahora de ver a quién ha dejado bra de Dios es toda esa doctrina defe cris~ianaque se.Predica
la misma autoridad en asuntos espirituales. Como eso no diariamente desde los púlpitos y se contiene en los libros de
puede saberse como no venga de la palab ra de Dios y de la los teólogos. d
tradidón de la Iglesia, hemos de averiguar qué es la palabra 16 . La Sagrada Escritura es toda ella, en_~sta segun a
de Dios, qué es interpretar/a, qué es una Iglesia y qué es la vo- acepción, la palabra de Dios, algo que_adm1t'.mos qu~ ha
luntad y mandato de la Iglesia. Omitiendo ahora el hecho de sido inspirado por Dios, y muchos pasaJeS ~~ dicha Escutu-
que en la Escritura la palabra de Dios se toma algunas veces [sin palabra de Dios] en la primera acepc1on. Dado que la
como sinónimo del Hijo de Dios, puede utilizarse de tres :ayor parte de la Sagrada Escritura tiene q_uever co~- el
maneras. Primero, y más propiamente, la palabra de Dios es anuncio del reino de los cielos,o con prefigurac1~nes_ante110-
lo que Dios ha dicho. Así, todo lo que Dios habló a Abraham, res a la encarnación de Cristo, o con la evang~lizac1ón y ex-
a los patriarcas, a Moisés y a los profetas; y todo lo que nues- licación después de su venida, pod~mos decir que el Texto
tro Salvador dijo a sus discípulos o a cualquier otra persona
es la palabra de Dios. En segundo lugar, cualq uier cosa que
[agrado es también la palabra de D_i?sy, por lo t_anlo,_ ~ª:
el
non y regla de toda doctrina evangel1ca, en su ~e1cer s~gnifi
haya sido pronunciada por los hombres movidos o guiados cado: un significado en el que la palab~a de Dzos eq~1vale a
por el Espíritu Santo; en este sentido le otorgamos a la Escri- la palabra que se refiere a Dios, es decir, el evcmgel,o. P~ro
tura el rango de ser palabra de Dios. En tercer lugar, en el como en la misma Escritura leemos muchas cosas _decar ac-
Nuevo Testamento la palabra de Dios significa con frecuen- terpolitico, histór ico, moral, físico, etc., que _nadatienen que
cia la doctrina del Evangelio, es decir, la palabra acerca de ver con los misterios de nuestra fe, esos pasaJeS,aunque ~on-
Di~s, o la palabra acerca del.reino de Dios pronunciada por tienen doctrina verdadera y son el canon en la_sm~tenas a
Cnsto. Tal es el caso cuando se dice (Mateo 4, 23) que Cristo que se refieren, no pueden ser el canon de los m,stenos de la
predicó el evangelio del reino; o cuando se dice que la pala- religión cristiana.
bra de Dios es palabra de vida (Hechos 5, 20); o lapalabra del J 7. Y, ciertamente, no es la palabra. muerta o la letra
evangelio (Hechos 15, 7); o la palabra de Lafe (Romanos muerta de la palabra de Dios lo que ~on~t,tuye el _canonde la
10, 8); o la palabra de la verdad, es decir (añadiendo una in- doctrina cristiana, sino una determinación genu1na _Yverda -
terpretación), el evangelio de la salvación (Efesios 1: 13); dera. Pues la mente no es gobernada por _lasEscnturas, a
l~mbién cuando se la llama palabra de los apóstoles, pues menos que éstas sean enten .didas . Se necesita , por tanto, u!1
dice San Pablo (2 Tesalonicenses 3): Si alguno no obedece intérprete que haga de las Escrituras_el canon; y de esto_se~~-
~ue~tra palabra, etc. En estos pasajes, la palabra no puede gue tma de estas dos cosas: que, o bien la palabra d:l u~te1-
s1grnficar otra cosa que doctrina evangélica. De igual mane- prete es 1apalabra de Dios, o que el canon q_ue,segun el, se
rá, en aquellos pasajes donde se dice que la palab ra de Dios contiene en la doctr ina no es la palabra de Dios. La segunda
se siembra, crecey se multiplica (Hechos 12, 24 y 13, 49), re- de estas dos opc iones ha de ser necesariamente falsa; pues ~a
sulta forzado decir que se está hablando de la voz de Dfos o norma contenida en una doctr ina que no puede ser entendi-
de sus apóstoles, pero resulta fácil y natural decir que se está da por ninguna mente humana, sino ú n !c~mente_por revela-
hablando de su doctrina. Y en esta tercera acepción, lapala- ción divina, no puede ser menos que di;m_a; y s1pens~mos
que un intérprete no es capaz de discernir sr una doctrma es
312 313
17. l>llRFl~l> 111:1>10\ l'ORLA:SL 11·VAAl l,\~ZA
Rfil IGló:-:

o no es verdadera, es imp~sible que acJoplemos su opinión nes requerirán nuevos comentarios, y así indefinidamente,
como la norma que se (.Ontiene en dicha doctrina. La prime- pues en ninguna interpretación escrita puede contenerse
ra de l_as~os opc iones es, pue s, la verdadera: que la palabra una regla o canon de doctrina cristiana por los que pueda n
de un 111te1pretede la Escrituraes lapalabra de Dios. decidirse las controversias en materia de religión. Debe,
18. Ahora bien, el intérpret e cuya interpretación disfru- pues, haber algún intérprete canónico cuya legítima función
la el honor de ser tenida por la palabra de Dios no es toda es dar fin a las controversias iniciadas explicando la palabra
pers?na que tradu ce las Escrituras del hebreo y del grie de Dios en los juicios mismos, }'cuya autoridad no debe ser
l~1~
latsv1erlc al !atín para los lecto res que leen en lalín, o al menos obedecida que la de aquellos que en un principio nos
ces _paraquienes leen en francés, o a cualquier otra lengua recomendaron la Escritura misma como un canon de fe; y
n~1c10n_al para ~ue !agente las lea en su idioma materno. Pues que una y la misma persona ha de ser un i11tl!rprete de la Es-
tt aduc ir no es mterpr elar. Tal es la na turaleza del lenguaje en critura y un juez supre1110 de toda claserierfocfri11as.
ge~eral, que aunque merece lugar principal entr e los signos 19. En lo que se refiere a la palabra ecclesiao Iglesia, ésta
pot los cua les declaramos nue stra s ideas a los demás significa lo mismo que co11cioo congregación en lat111.Asi-
Pu ed e d,e~~mpenar -
~sa fun~ión por sí solo, sin la ayud a de
, no
mismo, la palabra ecclesiasteso eclesiástico es lo mismo que
m_t~chascucun st~c 1as. La viva vox tiene presentes sus intér- concionatoro predicador, es decir, la persona que habla a la
p, ct~s, a sabe r: tiempo, lugar, expresión facial, gestos, la in- congregación. Es en este sentido en el que, en los Hechosde
~enc1ón de~larad~ ~e quien habla y el hablante mismo, el los apóstoles,se nos habla de una Iglesiaco11fu11dida y de una
c~al ~ue?e tr exp hc1tando el significado de lo que quiere de- Iglesia legal (Hechos 19, 32-39); aquélla es entendida como
c~r,anad1~~do tantas palabras como estime necesario. Pues un cong lomerado de gente reunida de forma tumultuosa;
bien, rcv1v1r esas ayudas de interpretación, tan deseables ésta, como una asamblea que ha sido convocada. Pero en la
c~Ji.ln~otratam os con textos antiguos, no es una cualidad or- esctitura santa, por la expresión Iglesia de cristianos se en-
~111a~·1a que encontramos en las inteligencias normales y ni tiende a veces la asamblea, y a veces los cristianos mismos,
s1qu1eraen las más sofisticadas, a m enos que estén mu; ver- aunque no estén de hecho unidos en asamblea, si se les ha
sadas y tengan gran pericia en el mundo de la antigüedad. pe rmitid o entrar en la congregación y comunicarse con ella.
No basta, por tanto'. para la interpretación de las Escrituras, Por ejemplo, Comuníca/o a la Iglesia (Mateo 18, 17) es una
que un hombre entienda la lengua en que las Escr itur as ha - frase en la que (dglesia» ha de entenderse como una asam-
blan. Tampoco es un auténtico intérprete de las Escrituras blea; de otro modo, sería imposible comunicar nada a la
todo hombre que escribe comentar ios sobre ellas Pues Iglesia. Pero en la frase [Saulo}devastaba la Iglesia(Hechos
los hombres p~eden errar; pueden también o manipu.lar los 8, 3) el término «Iglesia» ha de entenderse como no reunida
textos para satisfacer su propia ambición o incluso someter- en asamblea. Alguna s veces se ent iende por (Clglesia» el gru-
los as: us p1·c1u1 · d e 1o cua l se seguirá que una sentencia
· ·c1os; po de quienes están bautizados o de qu ienes profe san la fe
erronea sea aceptada co mo palabra de Dios. Mas aunque cristiana, ya sea sinceramente o de manera fingida, como
esto no su_ceda, en _cua~ito estos comentaristas-mueran, sus cuando leem os de algo que se ha dicho o se ha hecho a la
~omcnta~1os ?eces1tara~ ser explicados; y con el tiempo, di- Iglesia, o que ha sido di cho decretado o hecho por la Iglesia.
chas explicacio nes habran de exponerse. y estas explicacio- En otras ocasiones se entiende por «Iglesia» exclusivamente
315
31" RHIGJOS 17. OELREl!sO L>EniOSPllR LANUF\ '.\ ALJANi'.A

el grupo de Jos elegidos, como cuando se dice que es santa e bczas) será lo que ha dicho un hombre, no la Iglesia:
intachable (Efesios 5, 27). Pero los elegidos, en cuanto que Asimismo, si se hace una asamblea, y ésta no es legal, sera
so n militantes, no son propiamente llamados «Iglesia», pues considerada nula. Por lo tanto, no cualquiera de quienes es-
no sabe n cómo reunirse en asambleas; son más bien una tán presentes en un tumulto estará obligado a lo que decrete
Iglesiafu tura, es decir, la Iglesia que en su día surgirá triun- el resto, especialmente si disiente. Y, por lo tant~, una Igle-
fante cuando sea separada de los réprobos. Asimismo, «Igle- sia así no puede hacer ningún decreto, pues se ~1ce,~ue una
sia» puede entenderse algunas veces como el conjunto de to- multitud decreta algo cua ndo cada hombre esta obligado a
dos los cristianos tomados colectivamente; tal es el caso seguir lo que decreta la mayoría. Hem os, por tanto, de ~on-
cuando Cristo es llamad o la cabezade s11Iglesia(Efesios 5, 23) ceder a la definición de Iglesia, a la cual otorgamos c1tnb11-
y la cabeza del cuerpo de su Iglesia (Colosenses J, J 8). En tos que pertenece11a wrn perso11a,no sólo la posibilidad de
otras ocasiones, por «Iglesia » se entiende como un grupo reunirse en asamblea, sino también la de hacerlo legalmen-
que de hecho está reunido en asamblea; segú n las finalida- te. Además, aunque haya alguien que convoque a los demás
des de sus reuniones, «Iglesia» significa a veces aquellos que legalmente, si los que son convocados pueckn legalmente
se juntan para deliberar y juzgar; en este sentido también es no presentarse, lo cual puede suce der entre hon~bres que no
llamada «conc ilio» y «sínodo»; y otras veces significa aque- están sometidos los unos a los otros, esa Iglesia no es win
llos que se juntan en la casa de oración para rendir culto a perso11a. Pues por el mismo derech? por el que aquello~ que
Dios; con ese significado se toma en Corintios 14, 4, 5, 23, son convocados a reunirse en un cierto lugar y a una cierta
28, etcétera. hora son una Iglesia, otros que acuden a otro lugar designa-
20. Una Iglesia que l iene derechos personales y acciones do por ellos son otra Iglesia.Y cada gru~o de hombres que
propias que se le atribuyen, y la cual es necesariamente de - tienen una creencia común es una Iglesia; y, Lonsccuente-
signada en las expresiones com1111ícalo a la Iglesia, quien no mente, habrá tantas Iglesias como creencias diferentes h_aya,
obedecea la Iglesia y en otros semejantes giros del habla, ha es decir, que una misma multitud de hombre s ~esultara ser
de definirse de tal manera que por ella se entienda una mul - una y muchas Iglesias n la l'ez. De lo que se s1gu: que no
titud de hombres que han hecho una nueva alianza con existe una Iglesia hasta que haya un poder conoc 1do, esto
Dios en Cristo; es decir, una multitud de individuos que es, un poder por el cual cada hombre se vea obligado a ~star
han recibido el sacramento del bautismo. La cual multitud presente en la congregación, ya sea en persona o mediante
puede se r legalmente convocada en algún lugar; y cuando un representante suyo. Es ento nces cuando se configura
alguien la convo ca de este modo, quienes la integran están como Iglesiay es capaz de ejercer funciones persono/espor
obligados a presentarse en persona o a enviar repre sen tan - la unión de un poder legal de convocar sínodos yasambleas
tes suyos. Pues una multitud de hombre s, si no puede reu- de cristianos, no por la uniformidad de doctnna; de otro
nirse en asamblea cuando la necesidad asílo requiere, no ha modo será una multitud, una pluralidad de perso1111s, aun-
de ser llamada una persona. Porque una Iglesia no puede que sus opiniones concuerden. .
hablar, ni discernir, ni escuchar, a menos que cons titu ya 21. Por lo que se ha dicho, síguese necesanamente que
una congregación. Cua lqui er cosa que sea dicha por indi - una ciudad de hombres cristianos y una Iglesia son absolu-
viduos particulares (y hay cas i tantas opiniones como ca- tamente la misma cosa integrada por los mismos hom-
317
316 RFI IGI0:-1 17. llH REINO llE OIUS 1'01\ 1 ANUINA Al IANl.A

bres, a la que se dan dos nombres, debido a dos causas. alcanzó a sobrepasar los límites de su imperio, y por lo ~anto
Pues la materia de wrn ciudad y de una Iglesia es una sola, tampoco fue universal, a menos que lo_fuera en el m1sm~
a sa~er, los mismos hombres crislianos. Y la forma, que sentido en que también se decía de la ciudad de Roma O,_-
20
consis te en un poder legítimo capaz de reunir a esos hom - bem jam totum victor Ro111am1s lwbebnt , cuando en reali -
bres en asamblea, es también la misma; pues es manifiesto dad ni siquiera poseía la vigésima parte. ~ero después que el
que cada súbdito está obligado a acudir allí donde sea imperio civil fue dividido en partes'. las ciudades que_de ello
convocado por su ciudad. Ahora bien, lo que aquí llama- surgieron fueron otras tantas Iglesias; y ~q.uel pode1 que la
mos ciudad en cuanto que está integrada por hombres se Iglesia de Roma tenía sobre ellas pu?º quiza de~ender total -
lla_m~tamb ién Iglesia en cuanto qu e es tá integrada por mente de la autoridad de esas Iglesias que, hab1end~ exp ul-
cristtanos. sado a todos los emperadores, no tuvieron inconvemcn le en
22. También es coherente con eslo mismo que si hay mu- aceptar a los doctores de Roma. . .
chas ciudades cristia11as,éstas no constituyen una Iglesiaper- 23. Pueden ser llamado s eclesiásticosquienes eJercen un
sonal. Pueden, ciertamente, llegar a constituir una Iglesia cargo público en la iglesia. Pero entre esos ca_rgos,unos cra'.1
por muluo consentimiento, pero no de modo diferente aJde de ministerio y otros de magisterio. Las fu'.1e1onesde lo~ 1111-
si_se constituyera n en una sola ciudad. Pues no pueden reu- nistros consistían en servir las mesas , cuidar <lelos bienes
mrse e~ asamblea exceplo a una cierta hora y en algún lugar temporales de la tglesia y distribuir entre los hombres lo q~e
determmado. Mas las personas, los lugares y los tiempos co- correspondía a cada uno, en tiempos en los ~ue toda propte-
rresponden al derecho civil; tampoco puede ningún súbdi- dad de riquezas había sido abolida y se les alimentaba en co-
to ni ningún extranjero poner legalmente el pie en ningún mun., Los maestros, según su ra11go,fueron llamados . .unos
lugar, como no sea con el permiso de la ciudad, la cual es se- apóstoles,otros obispos,otros.Presbíteros,cs_dcc1r,ª'.1cwn_os;
ñora del lugar. Pero las cosas que no pueden hacerse legal- mas con el nombre de presb,tero no se designaba su ed,~d,
mente como no sea con el permiso de la ciudad , si se hacen sino su carga. Pues Timotco era un presbfte_ro, aunque ~ra_1~-
legalmente, es que se hacen por autoridad de Laciudad. La ven. Pero como la mayor parte de los a11w111os eran 1ec1b1-
Iglesia universal es, ciertamente, un cuerpo místico, del cual dos en el magisterio, la palabra que denotaba ed~d se u~aba
Cristo es la cabeza, pero de la misma manera en que todos para designar el cargo. Los mismos maesiros,segun la diver-
los hombres juntos, reconociendo a Dios como gobernador sidad de sus empleos, eran llamados uno s apóstoles, otros
del mundo, son un reino y una ciudad, la cual no es, sin em- profetas, otros evangelistas, otros p~stores o profe~~res.La
bargo, una persona ni tiene una acción o pensamiento co- obra apostólica fue, ciertamente, u1~1versal;la profet_,ca,d_e-
mún. Además, donde se dice que Cristo es In cabeza de s11 darar a \a Iglesia sus propias rcvelac1on~s; la evangélica, pre-
cuerpo, la Iglesia,se muestra claramente que eso fue dicho dicar o diseminar el evangdio entre los infieles; la dc_lospas-
por el Apóstol en referencia a los elegidos, los cuales, mien - tores, enseñar, confirmar y dirigir las ment es de qu1cne,; ya
tras ~ermanecen en este mundo, son una Iglesiasólo en po- creían.
te11cia;pues no la constituirán de hecho hasta que no sean
separados de los réprobos y se reúnan juntos en el Día del
Juicio. La antigua Iglesia de Roma fue muy grande, pero no 20. Que el romano victorioso ya poseía todo el orbe. (N. dd '/'.)
318
REIJG!óN 17. OELREINOJ)F J)!OSPORLANUEVAALIANZA 319
24-. En la elección de los eclesiásti h .
dos cosas: la elección de la · cos an de considerarse gentilesy no como losjudíos, ¿por qué obligasa los gentiles a
lit ución, que también es 1fa~;:~~nasy su c~nsagracióllo ins- vivir como losjudíos?, no mucho después les pregunta (Gá-
doce apóstoles fueron ele .d ordenación. Los primeros latas 3, 2): Esto sólo quiero saber de vosotros:¿Habéis recibido
j
Cristo. Después de la Asee!~¡;: uorden~dos Pº: el mismo el Espíritu por virtud de las obras de la ley, o por virtud de la
de Judas el traidor La 1 1 . ' e elegido Mat1as en lugar predicación de lafe? Aquí es evidente que era el judaísmo la
' · g esia, que en aquel l · •
en una congregación de . . tempo consistía razón por la qu e reprendía a los gálata s, a pesar de que el
d~s hombres, nombraro,~:~:s:v;~:ryh~mt~res,pescogi? a apóstol Pedro los obligaba a juda izar . Visto, pues, que co-
mismo, por suerte d. a ias. ero Dios rrespondía a la Iglesia, y no a Pedro ni a ningún otro hom-
11 s, 10su aprobación aMatías y San p bl bre, determinar a qué doctores debía seguirse, lamb ién co-
ama a estos doce los p,-imeros . a o
bién los apóstoles de la e. . ? gra11desapóstoles, y tam- rrespondfo a la Iglesia de Antioquía elegir a sus profetas y
1rcu11cLszón Des é ti _ .
dos otros dos apósto les, Pablo Ber. , pu s ueron a_nad1- doctores. Ahora bien, como el Espíritu Santo escogió para sí
mente, por los doctor·es y / dnabe, ordenados, c1erta- mismo a los apóstoles Pablo y Bernabé por la imposición de
proretas e la Igle · d A .
(que fue una Iglesia purticulm) med' l _sia e_ -~t1oqufa las manos proveniente de doctores así elegidos , es obvio que
manos, pero elegidos por orden del it,t~ ~ m~pos1c1onde las la imposición de las manos y la consagraciónde los primeros
bos fueron apóstoles ueda d . spintu anto. Que am- doctores en cada Iglesia corresponde a los doctores de la
que recibieron su a o;tolad e manifie sto en Hechos 13, 2-3; misma Iglesia. Pero los obispos, que eran también llamados
de la Iglesia de Anf· , o porque_ habían sido separados presbíteros aunque no todos los presbíteros eran obispos,
10qu1a para realizar la obr d .
muestra el mismo San Pablo el c I a ~ D'.os lo eran a veces ordenados por apóstoles,pues Pablo y Bernabé,
como signo de distinción un ' , u: se _llama a s1 mismo, cuando hubieron enseñado en Derbe, Lislra e lconio, orde-
E11a11gelio de Dios (Rom ' lapo)stoelegzdopara predicar el naron ancin11osen cada lglesia (Hechos 14, 23); a veces eran
anos l Pero · •
tándonos en virtud de , ' .d· si seguunos pregun - también ordenados por otros obispos, pues Tito fue dejado
que autorz ad se d · -6
del Espíritu Santo lo que a ll ª miti co mo orden por Pablo en Creta para que ordenase ancia11osen cada ciu-
que procedía de "'I hen1 qdue os doctores y profetas dijero n dad (Tito l, 5). Y a Timo leo se le aconsejó ( 1 Ti moteo •1,14)
e, os e responde •
por nutoridad de In Iglesia de Ant' ,r necesariamente que 110 descuidar la gracia que poseía, que le fue conferida por
doclores habían de ser ex . d zoq111n. Pues los profetas y profecía con la imposición de manos de lospresbíteros.Y se le
amina osporl r J ·
admitidos. Dice San Juan ( 1Juan 4 . a g es1~antes de ser dieron reglas acerca de la elección de presbíteros.Pero eso no
espíritu, sino examinad lo ✓., l )._Nocreá1sacualquier puede entenderse como no sea aplicado a la ordenación de
s esp,ntus s, so d D ·
muchos pseudoprofetas se han le n e ,os, porque aquellos que eran elegidos por la Iglesia, pues ningún hom-
¿por qué Iglesia [debían ser exam~an~ado e~ el mundo. Pero bre puede constituir a un doctor en la Iglesia como no sea
la cual la Epístola iba diri 'd ? n_a osJ, sino por aquella a con permiso de la Iglesia. El deber de los apóstoles mismos
(Gálatas 2, 14) re rueba gl a. De_iguaI manera, San Pablo no fue el de mandar, sino el de enseñar. Y aunque quienes
daizaban, aunqu:parecí:n]~:a~!~~:as de Gala_ciaporque ju- eran recomendados por los apóstoles o presbíteros no eran
Pues cuando Pablo l d' por autoridad de Pedro. rechazados en virtud de la estima que se lenía por quienes
es ice que habí d'
con estas palabras: Si tú siend . dl ª.repren ido a Pedro habían hecho la recomendac ión , ocurría, sin embargo, que,
' o;u o, v111es a la manera de los al ver que no podían ser elegido s sin la 11ol1111tad
de la Iglesia,
320 l7 Of.l.REINOUI! DIOS POR LANUEVAAI.IANZA
321
RELIGIÓN

se suponía que eran también elegidos por autoridad de la vil, sería destruido por completo. Pues Cristo ha dicho, y
Iglesia. De igual manera, los ministro s, que se llaman diáco- también la naturaleza misma lo cücta, que no hemos rletener
nos, eran o_rdenados por los apóstoles, si bien eran elegidos miedo a quienes ,natan el cuerpo pero 110 p11eáe11 matar al
por la Iglesia. Pues cuando los siete diáconos iban a ser elegi- alma, sino mris bien a aquel que puede arrojar el afma y el
~os y ordenados, los apóstoles no los eligieron, sino que di- cuerpo en el infierno (Mateo 10, 28). Y no h~y n~ngún ~om-
Jeron (Hec hos 6, 3-5-6): Elegid,hermanos, de entre vosotros bre tan insensato que no elija prestar obed1enc1a a quienes
a siete varones, estimados de todos, etc.; y escogierona Este- pueden perdonar y retener sus pecados, en vez de prestárse-
ban, etc.; los cualesfueron presentadosa losapóstoles.Es cla- la a los reyes más poderosos . Po r otra parle, tampoco debe
ro,_por tanto, que, según la costumbre de la Iglesia primitiva imaginarse que la remisio11de losperndos no es más que una
baJo los apósto les, la ordenación o consagraciónde todos los exención de las penas eclesiásticas. Pues, ¿qué mal conUeva
e~lesiásticos, la cual se hace mediante la oracióny la imposi- la excomunión, además de los sufrimientos eternos que se
ción de man~s, correspondía a los apóstolesy a Jos doctores; siguen de ella? Hemos, por tanto, de sostener que verdadera
pero la elección de quienes iban a ser consagrados corres- y absolutamente, lospastores tiell~n el poder rl~perdonar los
pondía a la Iglesia. pecados, pero sólo al que se arrepiente;y ~ue tienen el p_oder
25. En lo referente al poder de atar y desatar,es decir, de de retenerlos,pero sólo del que 110 se arrep1e11le.
Pero al tiem-
perdonar y retener los pecados, no hay duda de qtte este po- po que los hombres piensan que arrepentirse no es n~ásque
?er le fue dado por Cristo a los apóstoles que iban a venir, de el que cada uno condene sus propios act_osy cambLe esos
igual modo que se Jo había dado a los apóstoles que estaban modos de proceder que le parecen pecammosos y censura -
presentes. Los apóstoles tenían todo el poder deperdouar los bles, ha surg ido también la opinión de que puede ~1ab:r
pecados que el propio Cristo poseía. Como me envió mi Pa- arrepentimiento antes de confesar pecado alguno a nm~n
d;e, dice Cristo _(Juan20, 21 ), as( os envio yo; y añade (ver- hombre; y que este arrepentimiento no es un efecto, sino
s1culo 22): ~ qwen perdonareis lospecados, les serán perdo- una causa de la confesión. Y de ahí que la dificultad presen-
nodos; a quienes se los retuviereis, les serán retenidos. Pero tada por quienes dicen que los pecados del que se arrepiente
qué sea ª:ªr y desata,~o perdonar y retener lospecados, es ya han sido perdonados en el bautismo, y que los pecados
asunto °:1ªs dud~so. Pues, en primer lugar, retener los peca- del que no se arrepiente no pueden ser perdonados en abs_o-
dos a quien, habi éndose bautizado par a remisión de los pe- luto va contra la Escritura y se opone a las palabras dt! Cris-
cados, es un verdadero penitente pare ce ir contra la alianza to: ~ quien perdonareis, etc. Para resolve~· esta dificulta~,
misma establecida en el Nuevo Testamento y, por lo tanto, hemos de sabe r, en primer lugar, que el smcero reconoci-
no es cosa que podría ser hecha por Cristo ni, mucho menos, miento de que se ha pecado es ya un arrepentimiento. Pues
por sus pastores. Y perdonar al impenitente parece ir cont ra el que reconoce que ha pecado sabe que ha errado; mas de-
ra"º!W:tad de Dios Padre, el cua l envió a Cristo para que sear un error es imposible; por lo tanto, el que sabe que ha
convu-tiera al mundo y redujese a los hombres a obedie ncia. pecado quisiera no haberlo hecho, lo cual :s lo mismo que
Además, si a cada pastor se le concediese la autoridad de per- arrepentirse. Además, cuando sea dudoso si lo que se ha he-
donar y retener los pecados de esta manera, todo temor a los cho es pecado o no, hemos de tener en cuenta que el ar_re-
príncipes y magistrados, junto con todo tipo de gobierno ci- pentimiento no precede a la confesión de los pecados, srno
323
322 ru l lt;ION 17, DELIU.JNO!>EUIO~ p()(l LANV!:VAAl.lANI.A

. ' ré11delen solas. Hemos de hacer la observa-_


que es subsecuente a ella; pue s no hay arre pentimiento sino contra 11,ve) re~ l b . pecare tu hermano colltra t,
de aquellos pecados que han sido reconocidos. Por lo tanto, ción de que aqu 1, la~ pa a r~s_s1. . por lo tanto, Cristo es-
el penitente debe reconocer lo que ha hecho, y d ebe reco no - 1 mismo que si te !lacemJuruz,y, 'b 1.
son o ue correspondían al tn una ci-
cer también que eso que ha h echo es un pecado, es decir , que s
taba hablando de a untos q . · · , 'l lucha comc-
es algo que va contra la ley. Por con sigui ent e, si un hombr e il y - de· Si no te eswcha (es decir, s1 rueg,. 1 .
v . ana . . d itiendo haberlo come tido, niega que
piensa que lo que ha hecho no va contra la ley, es imposibl e tido el hecho,? si,_a. m amente) toma contigo ,1uno o dos;y
que se arrepienta de ello . Antes del arrepen timi ento es n ece- lo haya cometido !OJUS t ' •a Mas •por qué a la
1
sario que se comparen los h echo s con la ley; mas es imposi- si los desoyere,co111u11~cn~o a le~1~::~a-rsis~ trataba de un
ble comparar los hechos con la ley sin que haya un intérpre- lgles;, sin~r;~:oqs~: 1~:,t;gre~:a ~~soye,es dcc!1-,si no se so-
te, pu es no es la letra de la ley, sino la sentencia del legislador, peca o o n . . d la lglesia sino que mantiene que no es
lo que constituye la norma por la que han de guiarse las ac- mete a la sentencia e , ado esto es si no se arre-
ciones de los hombres. Desde luego, los intérpretes de la ley l
pecado o que e a J
11· ·uzga que es pee , '
. , ¡~0111 br e se arrepiente de
han de ser un hombr e o unos hombres; pues cada uno de no- . ( . .. eguro l,ue nmgun ,
p1entc pues es s ·1 d ) Cri'sto nos dice: Comu-
sol ros no puede ser juez de sus propios hechos, ya sea n éstos ' l t parece peca o , ·
un acto que a e no e 1 di para que sepamos que la
, l , t les y no o ce
pecado o no. De lo cua l se desprende que el hecho d el que Jllcaloa os apo_s.º . . . <lela cues tión de si algo es pecado
dudamos si es pecado o no debe serle presentado a un hom -
bre o a un grupo de hombres; y hacer es to es confesarse.
sentencia <lefimt1vaa_ce1
o no no correspond1a a .,ºs apbo
et , stoles sino a la Iglesia. Sea
l_ o 'esto es como uno que
. d" ge11t1o pu ican ' ' · lo t)aL1tizado
Ahora bien, cuando el int érprete de la ley ha juzgado que el Para ti - ice- como . uno que no l:ia sic. ' ,
hecho en cuestión es pecado, hay arrepentimiento si el peca- está fuera de la Iglesia; como d sor1retenidos. Todos los
. cuyos peca os
dor se somete a su juicio y adopta la resolución de no come- es decir, como un 0 . d remisión de los pecados .
ter dicho pecado otra vez. Explicadas asílas cosas, no es difí- cri stianos fueron bautiza os para s qu'1én era el que tenía
.' rnos prcguntarno
cil entender qué tipo de poder es el de atar y desatar. En la Pero como po d 11ª . d' r que los beneficios del
remisión de los pecados han de tenerse en cue nta dos cosas: d . )l110 para 1mpe 1
tan ~ran po e1 c<_ al im enitente, Cristo nos muestra que
una, cljuício o conde11apor los que se estima que el hecho es baut1s~10 a\can~aran lat ue Él había e.ladola autoridad de
un pecado; la otra, cuando el inclividuo que ha sido conde- esas mismas personas a q .. , le sus pecados y hacer
. 1 ·t te para rem1s1on c.
nado se aviene a admitir la sentencia y a obedecerla, es decir, bauuzar a pem en b . t' nos también tenían la
se arrep iente, es la reunión del pecado; o, si no se arrepiente,
ln rete11ción.Lo primero, es decir, eljuzgar si el hecho es pe- autoridad de retcn~1 los p_ecac.o
J:
de hombres gentiles ~1om r~s ~r~ aq~cllos que la lglesia
hacer hombres gent ile s
cado o no, corresponde al intérprete de la ley, esto es, al juez . b eran 1mpemtentes, Y .
estima a que re a· En i1erdados digo
soberano; lo segundo, es d ecir, la remisión o reLención del de h ombres <:ristíano~. y p:ra::~e:; eJa·, ierrnserá11atados
pecado, corresponde al pastor,y es a esto a lo que se refiere el que cualesqwernpeen os qu d
l . ierapeca os que
desatareisen la tie-
poder de atar y desatar. Que esto fue lo que verdaderamente en el cielo,y que cua esqu d l . lo De lo cual podernos
, b 'é desata os en e cie •
se propuso Nueslro Salvador Cristo cuando instituyó dicho rra sernn tam 1 11 d .. d atar de perdonar y retener
poder queda de manifiesto en Mateo 13, 15-18, donde lee- d e d ucu. . q ue el1poder e atar y es e , d l
l 11 nado en otro pasaje «el poder e as
mos que habló así a sus discípulos: Sí pecara tu hermano los pecados, e cua es a1
324 325
RBLIGION 17. DEL REINO DE 010S POR LA NLIEVAALIANZA

llaves», no es diferente del poder que se otorga en otro pasaje entregados a Satán porque todo lo que estaba ruera de la
con estas palabras (Mateo 28, 19): Id, pues; enseñad a todas Iglesia caía bajo su reinado. La fin~idad de este tiro ~e me-
las gentes, bautizándolas en el nombre del Padrey del Hijo y dida disciplinaria era que, al ser pnvados por algun ~1emp_o
del Espíritu Santo. Y así como los pastores no pueden rehu- dela gracia y de los privilegios espirituales de la Igle sia, qui-
sar bautizar a aquel a quien la Iglesia juzga que lo merece, zá se humillaran hasta alcanzar la salvación; pero el efecto
tam~o~o pueden retener los pecados de aquel a quien la que tenía en los asuntos seculares el ser excom11/gado, n~ sólo
Iglesia Juzga que deber ser absuelto, ni perdonar los pecados consistía en prohibírsele entrar en todas las congregacLOnes
de aquel a quien la Iglesia juzga que es desobediente. Corres- 0 iglesias y participar en los misterios, sino que tambi én, al
ponde a la Iglesia juzgar acerca del pecado; y al pastor le co- considerársele contagioso, los crisLianos debían evitarle más
rresponde expulsar de la Iglesia o recibir en ella a aquellos que si se tratase de un pagano. Pues el Apóstol permitía es-
q_uehan sido juzgados. Dice así San Pablo a la Iglesia de Co- tar en compañía de paganos; pero con éstos, ni co,~ier(l Co-
rmlo (1 Corintios 5, 12): ¿No es a los de dentro a quie11esos rintios 5, 10-11). Visto, por tanto, que tal es el efecto de la
tocajuzgar? Sin embargo fue él mismo quien pronunció la excomunión, es claro, en primer lugar, que una ciudnd cris-
se ntencia de excomunión contra la persona incestuosa: Pues tiana 110 pueJe ser excomulgnda. Pues una ciudad cr istiana
yo, dice en el vers.ículo 3, ausente en el cuerpo pero presente es una lglesia cristiana (como se ha dicho más atrás, en el ar-
en el Espfritu, etc. tículo 21) yde la misma extensión;mas una lglesia no pued~
26. El acto de retener los pecados es lo que en la Iglesia se ser excomulgada. Pues, o bien se estaría excomulgando a si
llama excomunión, la cual es defmida por San Pablo como misma, lo cual es imposible, o tendría que ser excomulgada
un entregar a Satán. La palabra exconnmión, que es lo mis- por alguna otra Iglesia, universal o particular. Pero como
mo que anocruvci-yroyov1toti.::1v, expulsar de la sinagoga, una Iglesia universal no es u.na persona (como se ha probado
me parece a mí que está tomada a préstamo de la ley mosai- en el artículo 22) y, por lo tanto, ni actúa ni hacen inguna
ca, en la cual aquellos que el sacerdote consideraba leprosos cosa, no puede excomulgar a ningún hombre. Y una Iglesia
(~e".'í~ico13, 46) eran apai·tados del campamento hasta que particular, cuando excomulga a otra Iglesia, no :~tá haci~n-
a JU1~10del_sacerd?te eran de nuevo declarados limpios, y do nada. Pue s allí donde no hay una congregac1on comun,
mediante ciertos ntos, entre los cuales estaba el lavado del no puede haber excomunión alguna. Y si una Iglesia (su-
cuerpo, eran purificados. A partir de esto y conforme fue pongamos que la de Jerusalén) hubiera cxcomulgndo a otra
pasan~~ el tiempo, se convirtió en costumbre de los judíos (supongamos que la de Roma), no habría excor~mlga~o a
no recibir a aquellos que de la gentilidad se habían converti- ésta en mayor medida que a sí misma; porque quien pnva a
do al judaísmo, a menos que primero se lavaran, pues supo- otro de su comunión, está también privándose a sí mismo de
;1ían que no estaban limpios; y a aquellos que disentían de la la comunión del otro.
?º~tr~a de la .sinagoga los expulsaban de la sinagoga. Por En segundo lugar, ningún hoinbre puede exco11111lg~r ~ la
umtac1ón de esta costumbre, quienes llegaban al cristianis- vez a todos los súbditos de un gobierno absoluto, o prohibirles
n:1º' !ª fueran j~díos o gentiles, no eran recibidos en la Igle- el uso de los templos o su cultopúblico a Dios. Pues no pueden
sia s1~o se bautizaban; y a quienes disentían de la Iglesia se ser excomulgados por una Iglesia que ellos mismos cons~-
les privaba de la comunión de la Iglesia. Y se decía que eran tuyen; si pudieran, no sólo no seguirían siendo una lglcs1a,
326
REUGlú~ 17. Dl:.LRl!Sll l>F.l>IOS l'UR LA!\Ul \'A AL IAN/.A 327

sino ni siquiera un Estado, y se disolverían a sí mismos. y esos ciudadanos (como se ha declarado antes en el artícu-
esto no sería estar excomulgados o vedados. Pero si fueran lo 22). Quienes son de una Iglesia no están obligados .i obe-
exco1~ulgados por alguna otra Iglesia, esa Iglesia los consi- decer a otra, y por lo tanto no pueden ser excomulgados por
dera na pag~nos. Mas no hay ninguna Iglesia Cristiana, se- su desobediencia. Que algunos digan que Jos príncipes, al
gun la do~trma de Cristo, q_uepueda prohibir que los paga- ser miembros de la Iglesia universal, pueden también ser ex-
n_osse reunan y se comuniquen entre sí tal y como a sus comulgados por autoridad de la Iglesia universal no signifi-
Cllldades l~sparezca conveniente, especialmente si se juntan ca nada; porque la Iglesia uni1•ersal(como se ha mostrado en
para rencl1r culto a Cristo, aunque lo hagan según una cos- el artículo 22) no es una persona de la cual pueda decirse que
tumbre y manera singulares; tampoco, pues, a los excomul- actúa, decreta, determi11a,excomlllga,absuelve, y tiene otras
gados, los cuales han de ser tratados como gentiles. En tercer atribuciones personales semejantes; y tampoco tiene gober-
lugar, un pr(ncipe que tiene el poder soberano no puede ser nante alguno sobre la tierra, a cuyo mandato pueda reunirse
e~conmlgndo. Pues por la doctrina de Cristo, ni un súbdito y deliberar. Pues ser guía de la Iglesia universal, y tener el po-
111muchos súbditos reunidos pueden negar a su príncipe Ja der <lereunirla en asamblea, es lo mismo que ser gobernador
entrada a un lugar público o privado, ni el acceso a una y señor de todos los cristianos del mundo, lo cual no puede
a~a1~1?le,~o prohibid~ que haga lo que quiera con su juris- atribuírsele a nadie excepto a Dios.
En t_odaslas Cllldadcs es un crimen de traición (lae-
d1<..c101'.. 27. Se ha mostrado en el artículo 18que la autoridad de
sae nza1esta!is) el que uno o muchos súbditos juntos se arro- interpretar las Sagradas Escrit11msno consiste 1!11que el in-
guen autondad alguna sobre tod a la ciudad. Mas aquellos térprete pueda sin castigo exponer y explkar a otros, por
que se arrogan u~a autoridad sobre quien tiene eJ poder su- escrito o de palabra, la opinión que él tiene <le ellas, sino
premo sobre la ciudad están arrogándose dicha autoridad en que los demás no tengan el derecho de hacer o enseñar
so_br~la ci~dad misma. Además, un príncipe soberano, si es nada que sea contrario a dicha opinión. Hasta tal punto, que
cristiano, t1en~ esta ven taja adicional: que la ciudad cuya vo- la i11terpretació11de que hablamos equivale al poder de defi-
luntad se contie ne en la suya es precisamente la misma cosa nir de una vez por todas aquellas con tr oversias que hayan <le
q~icl~an1amos Iglesia. La Iglesia, por tanto, no excomulga a ser resueltas recurriendo a las Sagradas Escriluras. Ahora
nrngun hom~re excepto a aquel que excomulga por autori- hemos de mostrar que ese poder corresponde a cada Iglesia,
dad del prínc1p,e. P~ro el príncipe mismo no excomulga; por y depende la autoridad de aquel o aquellos que tienen el
1~ tanto, sus subd1tos no pueden hacerlo. Puede suceder, mando supremo, a condición de que sean cristianos. Porque
ctc~·tamente, que una asamblea de ciudadanos rebeldes 0 si no dependiera de la autoridad civil, tendría que depender
traidores pronuncie una sentencia de excomunión contra su o bien de la opinión de cada súbdito en particular o de la de
prínci_Pe;_perono lo ha nin con derecho.Mucho menos podrá alguna autoridad extranjera. Pero entre otras razones, los
un pnnc1pe ser excomulgado por otro; pues esto no sería inconvenientes que se siguen necesariamente de las opinio-
una ~xcomunión, sino una provocación a la guerra por vía nes particulares hacen que no podamos depender de ellas.
d_eafrenta. Pues no es una Iglesia la que está compuesta de De dichos inconvenientes éste es el principal: que no sola-
ciudadanos que pertenecen a dos ciudades independientes mente desaparecería toda obediencia cívica (en contra del
la una de la otra, por falta de poder para reunir legalmente a precepto de Cristo), sino que también se disolvería toda so-
32/1 17, DELRFINll llf OJOSl'OR LANUl'.Vt\ALIANZA
329
RUIGlóN

ciedad humana y todo estado de paz (lo cual es contrario a Por lo cual sucede que necesariamente elegirán obedece r a
las leyes de naturaleza). Pues si cada hombre interpretase aquellos por cuyo juicio creen que serán etcrnam~n~e ~icho:
por su cuenta la Escritura, es decir, si cada hombre se hiciera sos o infelices. Ahora bien, a aquellos por cuyo 1u1c10sera
a sí mismo juez de lo que complace o disgusta a Dios, no po- determinado qué doctrinas se necesitan para alcanzar la sal-
drían los hom bres obedecer a sus príncipes antes de juzgar vación, y de cuyo juicio se espera la bienaventuranza o la
si las órdenes de éstos están o no en conformidad con lapa- perdición eternas, prestarán los hombres º?ediencia en to-
labra de Dios. Y así, o no obedecen, u obedecen según su das las cosas. Siendo esto así, resulta nrnn1Gesto en grado
propio ju icio, es decir, se obedecen a sí mismos, no a su so- sumo que aquellos súbditos que creen que están obligad_osa
berano; y, consiguientemente, se pierde la obediencia cívica. obedecer a una autoridad extranjera en aquellas doctrmas
Asimismo, cuando cada hombre sigue su propia opinión, las que son necesarias para la salvación no constituyen p~r se
controversias que necesariamente surgirán entre ellos serán una ciudad, sino que son súbd itos de un poder cxtran1ero.
innumerables e interminables; y esto engendrará entre los Por lo tanto, aunque un príncipe soberano conceda por es-
hombres - los cuales, por inclinación natural, tienden a con- crito una autoridad así a otro, aun dando a entender que est,t
siderar toda disensión como una afrenta- primero odio y reteniendo en sus manos el poder civil, dicho escrito no será
después peleas y guerras, de tal modo que desaparecerá toda válido ni transferirá nada de lo que es necesario para la re-
forma de paz y convivencia. Tenemos, ademcts, como ejem- tención o la buena administración de su mando. Pues según
plo, lo que Dios, bajo la antigua ley, requería que se observa- el capítulo 2, artículo -!, no puede decirse que un ho~1br~
se acerca del libro de la ley, a saber: que debía ser transcrita y transfieres11derecho,a menos t¡ue dé nlgwta se1inlque 11ul1-
usada públicamente y tomada como ca non de la doctrina que que es voluntad suya transferirlo.Mas quil!n ha declara-
divina; y que las controve rsias acerca de ella no habían ser do abiertamente el deseo de conservar su soberanía no pue-
decididas por las personas particulares, sino solamente por de haber dado una señal suficiente de que quiere transferir
los sacerdotes. Por último , es precepto de nuestro Salvador los medios que se necesitan para conservarla. Esta clase de
que si hay alguna cuestión de ofensa entre perso na s priva- escrito no será, por tanto, una señal de que hay deseo de ha-
das, éstas deberán oír a la Iglesia.De donde se sigue que es cerlo, sino de la ignorancia de las partes contratante~. He-
deber de la Iglesia decidir Lascon troversias; y que, por lo tan- mos ahora de considerar cuán absurdo es el que una Cllldad
to, no corresponde a los individuos particulares, sino a la o un soberano encomienden a un enemigo el gobierno de
Iglesia, interpretar las Escrituras. Para que podamos esta- sus súbditos. Pues como se ha mostrado más arriba en el ca-
blecer que la autoridad de interpretar la palabra de Dios, es pítulo S, artículo 6, se encuentran en una situación hostil
decir, de determinar todo asunto concerniente a Dios y a la aquellos que no se han juntado para constituir una sola per-
religión, no corresponde a ningún príncipe extranjero, he- sona. No contradice esta verdad el hecho de que no estén
mos de considerar, en primer lugar, qué peso tiene un poder siempre Luchando, pues entre enemigos se hacen treguas.
así en las mentes de los ciudadanos y en sus acciones. Pues Para que haya una actitud hostil sólo se prec~sa qu~ haya
nadie puede ignorar que las acciones voluntarias de los sospecha; que las fronteras de las ciudades, remos e impe-
hombres, por necesidad natural, son consecuencia de sus rios se fortifiquen con guarniciones, con postura y aspecto
ideas acerca del bien y del mal, de la recompensa y el castigo. belicosos, aunque no se lancen al ataque, mirándose mutua-
330 RELlGION 17. DELREINOPE IJIOS PORLANUIWAALIANZA 331

mente como enemigos. Por último, ¡cuán injusto es pedir tar entera en diversos lugares a la vez, la respuesta a esa cues-
aquello que, por la razón misma de tu demanda, confiesas tión depende del conocimiento del consenso común de los
que es derecho de otro! «Yo soy el intérprete de las Escritu- hombres acerca del significado de la palabra entera. Pues si
ras para ti, que eres súbdito de otro Estado.» «¿Por qué? ¿En los hombres, cuando dicen que una cosa está cnlerarnente
virtud de qué acuerdos establecidos entre tú y yo?» «Por au- en alguna parte, quieren significar por consenso común que
toridad djvina.>>«¿Cómo lo sabes?» «Por la Sagrada Escritu- entienden que nada de esa cosa está en otra parte, es falso
ra. He aquí el libro. Léelo.» «Será en vano, a menos que yo Jo que la misma cosa esté a una misma vez en lugares diversos.
interprete para mí. Esa interpretación, por tanto , me corres- Esa verdad, por tanto, depende del consenso de los hombres,
ponde por derecho a mí y al resto de mis conciudadanos, lo y así en todas las demás cuestiones de derechoy filosofía. Y
cual negamos ambos .» Sólo cabe, por tanto, que, en todas las quienes recurriendo a algún oscuro pasaje de la Escritura
Iglesias cristianas, es decir, en todas las ciudades cristianas, juzgan que algo puede ser determinado en contra de lo que
la interpretación de la Sagrada Escritura, esto es, el derecho es el consenso común de los hombres acerca de las denonti-
de decidir acerca de todas las controversias, dependa y se de- naciones de las cosas, lo que están afumando es que el uso
rive de la autoridad de ese hombr e o asamblea que tiene el del habla, así como Lada sociedad humana, han de abolirse.
poder soberano en la ciuda d. Pues, según esto, el que ha vendido un campo entero dirá
28. Hay dos clases de controversias: la una es acerca de que, en realidad, lo que quería decir era una parcela entera,
asuntos espirit ual es, es decir, cuestiones de fe, la verdad y, de este modo, se quedará con el resto como si no lo hubie-
de las cuales no puede ser descubierta por la razón natural; ra vendido. Es más: quienes así proceden están aboliendo la
tales son las cuestiones que se refieren a la naturaleza y mi- razón misma, la cua l no es sino la investigación de la verdad
sión de Cristo, de las recompensasy castigospor venir, de los establecida por consenso. Este tipo de cuestiones, por lanto,
sacramentos,del culto externo, etc. La olra es acerca de cues- no han de ser resueltas por la ciudad a través de una inter-
tiones de ciencia humana, cuya verdad puede ser descubier- pretación de las Escrituras; pues no pertenecen a la Palabra
ta mediante la razón natural y el silogismo, a partir de los de Dios en el sentido en que la Palabra de Dios se entiende
acuerdos de los hombres y de las definiciones, es decir, de los como la Palabraacercade Dios, es decir, como la doctrina del
significados aceptado s por el uso y por el común consenso evangelio.Tampoco quien tiene en la lglesia el poder sobe-
de palabras; tales son todas las cuestiones de derecho y filo- rano está obligado a emplear doctoreseclesiásticospara juz -
sofía. Por ejemplo, cuando en un asunto de derecho se cues- gar acerca de asuntos de este tipo. Para decidir en cuestiones
tiona si ha habido o no ha habido una promesa y acuerdo, de fe, es decir, en cuestiones acercade Dios que trascienden
ello no es sjno preguntar si unas palabras determinadas, la capacidad humana, necesitamos una bendición divina a
,pro nun ciadas de tal modo, pueden significar, por el uso y eJ fin de que no nos equivoquemos, siquiera en los puntos
consenso común de los súbditos, una promesa o acuerdo;y esenciales; [ una bendición] que provenga del mismo Cristo
si se les Uama así, entonces es verdad que se ha hecho un con- por la imposición de las manos. Pues repugna a la cqu.idad el
trato; si no, es falso. Esa verdad, por tanto, depende de los que viéndonos obligados a una doctrina sobrenatura l para
acuerdos y el consenso entre los hombres. De igual manera, alcanzar la salvación, la cual doctrina nos es imposible en-
cuando se pregunta en filosofía si una misma cosa puede es- tender, se nos deje desamparados y podamos engañarnos en
332 RELIGJÓN

los puntos esenciales. Esta infalibilidad en cosas que son ne-


cesarias para la saJvación, vuestro Salvador Cristo se la pro- Capítulo 18
metió a sus apóstoles hasta el Día del Juicio; es decir, se la De las cosas que son necesarias
prometió a sus apóstoles y a los pastores que iban a suceder a para nuestra entrada en el reino de lo s cielos
los apósto les, los cuales iban a ser consagrados por la imposi-
ción de las manos. Por lo tanto, quien tiene eJ poder sobera-
no en la ciudad está obligado, como cüstiano, a interpretar
las Sagradas Escrituras a través de clérigos legítima m ente
ordenados, cuando se trata de cuestiones relativas a los mis-
terios de la fe . Y así, en las ciud ades cristianas, juzgar acerca
de los asun tos espiritualesy temporalescorresponde a la au-
toridad civil. Y el hombre o asamblea que tiene el poder su-
premo es cabeza tanto de la ciudad como de la Iglesia;pues
una Iglesia y una ciudad cristiana son una y la misma cosa .
J.-La contrarficción que se ha querido ver en el hecho de prestar obedien-
cia a Diosy a loshombres se resuelvemediante la distinción entre puntos
que so11necesarios parn In salvación y puntos que 110son necesarios.
2.-Todas las cosas necesariaspara la salvación se contienen en lafe y la
obediencia. 3.-Qué clasede obediencia es la que se requierede 110s0/ros.
4.-Qué es Infe, y cómo se distingiie de lwcerprofesión,de la cienciay de la
opinión. 5.-Qué es creer en Cristo. 6.-Q ue sólo este nrcículo que dice
para la salvnció11lo prneba
que }estíses el Cristo es todo lo que se 11ecesiia
la intención de Loseva11gelisws. 7.-Por los sermones de los apóstoles.
8.-Por lafacilidad de la religión cristiana. 9.-Por esto: 1¡11e es elJwula-
mento de la fe. 10.-Por las palabras misma s de Cristo y sus apóstoles.
J l .-E11este artículo se co11tie11e
lafe del Anciguo Testamento. 12.-r:ómo
la fe y la obedie11ciaconcurren para la salvación. 13.-En una ciudad
cristiana, 110 hay contradicciónen/re los mandatos de Diosy los de la ciu-
dad. 14.-Las doctrinas que hoy son controvertidas en materia de reli-
gión suelen estar relacionadascon el derechode dominio.

,. l. Siempre se ha adm itid o que toda autoridad t!n cuestiones


seculares provenía de quien ostentaba el poder sobera no, ya
fuese un hombre o una asamblea de hombre s. Por las prue-
bas que se han dado má s arriba, es manifiesto que la autori-
dad en asuntos espirituales depende de la autoridad de la
Iglesia,y qu e todas las ciudades cristianas son Iglesias dota-
333
334 RELIGIÓN 18. DELASCOSAS NIKJiSAJllASl'ARAF.STRARENLU~CJ[L() S 335

das de este tipo de autoridad. De lo cual todo hombre, por matan el cuerpo, que el alma no pueden matarla. Hemos _de
muy torpe de entendimiento que sea, podrá colegir que en ver, por tanto, cuáles son todas esas cosas que son necesarias
una ciudad cristiana, esto es, en una ciudad cuya soberanía para la salvación.
pertenece a un príncipe o concejo cristia nos, todo poder, 2. Ahora bien, todas las cosas necesaria s para la salva-
tanto el espiritual como el secular, está unido bajo Cristo, y ción están comprendidas en dos virtudes: InJe y in obedien-
por lo tanto ha de ser obedecido en todas las cosas . Por otro cia. Esta última, si pudiera ser perfecta, bastaría por sí sola
lado, sin em bargo, como debemos obedecera Dios antes que para libramos dela condenac ión; pero como tod~s n~sotros
a los hombres, ha surgido la dilkultad de cómo podemos sin fuimos desde hace tiempo culpables de desobed1enc1a con-
riesgo obedecer a los hombres si en alguna ocasión nos tra Dios en la persona de Adfo, y como además hemo s peca-
mandan éstos hacer alguna cosa que Cristo ha prohibido. La do también nosotros mismos desde entonces, la obediencia
razón de esta dificultad es que, como Dios no nos habla ya no es suficiente sin la remisión de lospecados. Mas esto,junto
de viva voz a través de Cristo y sus profetas, sino a través de con nuestra entrada en el reino de los cielos, es el premio de
las Sagradas Escrituras, las cuales son interpretadas de di- laJe;nu1guna otra cosa se necesita para la salvación. Porque
versas maneras por los hombres, saben éstos, ciertamente, el reino de los cielos sólo está vedado a los pecadores, es de-
qué es lo que los príncipes y una Iglesia congregada mandan; cir, a aquellos que no han prestado la debida obediencia a la-1
pero que lo que mandan sea o no sea contrario a la palabra leyes; y tampoco a éstos, si creen en los artíwios nece~arios
. de Dios, eso no lo saben; y obedeciendo algunas veces a unos de la fe cristiana. Ahora bien, si sabemos en qué consis te la
por miedo a los castigos temporales, y otras veces a otros por obediencia y cuáles son los artículos necesario s de la fe cris-
miedo a la muerte espiritual, es como si estuv ieran navegan- tiana, se nos mostrará de w1avez por todas qué debemos ha-
do entre Escila y Caribdis, estre llándose a menudo cont1·a cer y de qué nos debemos abstener en lo que nos mandan las
an1bos. Pero quienes distinguen correctamente entre aque- ciudades y los príncipes.
llas cosas que son necesarias para la salvación y aquellas que 3. En este lugar no se entiende por obediencia el hecho,
no son necesarias no tendrán duda alguna en este particular. sino la voluntad y el deseo con que nos proponemos hacer
Pues si el mandato del príncipe de una ciudad es tal que pue- todo lo posible para obedecer en el futuro. En este sentido, la
de obedecerse sin arriesgar la salvación eterna, es injusto no palabra obediencia equivale a la palabra arrepentimiento;
obedecerlo, y cabe aplicar en este caso los preceptos del pues la virtud del arrepentimiento consiste no en el dolor
Apóstol (Colosenses 3, 20-22) : Hijos, obedeceda vuestrospa- que viene con el recuerdo del pecado, sino en nuestra con-
dres en todo;Siervos, obedeceden todo a vuestrosamos según versión al buen camino y en el propósito total de no pecar
la carne. Y el mandato de Cristo (Mateo 23, 2-3): En la cáte- más. Sin esto último, se dice que ese dolor no es el dolor de
~m de Moisésse han sentado los escribasy losfariseos. Haced, un penitente, sino de una persona desesperada. Pero así
pues,y guardad lo que os digan. Por el contrario, si nos man- como qujenes aman a Dios no pueden dejru· de desear pres-
<lan hacer cosas que son castigadas con la muerte eterna, se- tar obediencia a la ley divina, quienes aman a sus prójimos
ría una locu ra no escoger morir la muerte natural antes que no pueden dejar de desear obedecer la ley moral, la cual con-
morir eternamente por obedecer. Y esto se aviene con lo siste (como se ha mostrado más arriba, en el capítLLlo3) en
que dijo Cristo (Mateo 10, 28): No tengáis miedo a los que prohibir el orgullo,la ingratitud, la contumelia, la inhumani-
336 RELIGIOS 18. DE l. \S CO~A!>NECESARIAS PARA f NTRAR Els' l.OS cm o~ 337

riod, la crueldarl, la injuria y otras ofensas semejantes, por rentes ciudades e Iglesias, y son conoc ida s por ,;u promulga-
las cuales nuestros prójimos son perjudicados. Por lo tanto, ción y por declaraciones públicas.
el amor o caridad es equivalente a la palabra obediencia. 4. Para poder entender qué es la fe cristiana hemos de de-
También la justi cia, que es una constante voluntad de dar a finir lafe en general y distingu irla de esos otros actos de la
cada uno lo que le es debido, es equivalente a elJa. Pero que mente con los que suele ser confundida. El objeto de laJeto-
lafe y el arrepentimiento son sufic ientes para la salvación es mado universalmente, es decir, lo que se cree,es siempre una
obvio por la alianza misma del bautismo. Pues los que fueron proposición, esto es, una sentencia afirmativa o negativ~ ~ la
convertidos por Pedro en el día de Pentecostés, cuando pre- que concedemos valor de verdad. Mas como las propos1c1~-
guntaron qué debían hacer, Pedro les contestó (Hechos 2, 38): nes pueden ser aceptadas por diversas causas, de ello se si-
Arrepe11tíosy bautizaos en el nombre de Jesucristopara remi- gue que los modo s de aceptarlas reciben nombres diversos.
sión de vuestrospecados. Nada, pues, había que hacer para la A veces aceptamos proposiciones, y sin embargo no son ad-
obtención del bautismo, es decir, para entrar en el reino de mitidas por nuestro entendimiento; y esto lo hacemos du-
Dios, excepto arrepentirsey creeren el nombre de Jesús. Por- rante el tiempo que nos lleve la consideración de sus conse-
lJUC el reino de los cielos se promete en virtud de la alianza cuencias, y hasta que hayamos examinado bien ht verdad de
hecha en el bautismo. Asimismo, por las palabras de Cristo ellas; a esto lo llamamos suponer. Otras veces [aceptamos
cuando preguntó qué debía hacer para heredar la vida eter- proposiciones] só lo por miedo a las leyes, lo cual es hacer
na (Lucas 18, 20): Yasabes lospreceptos:No matarás, no co- profesión o confesarpúbli came nte haciendo uso de ~t~estras
meterás adulterio, etc., lo cua l se refiere a la obediencia; y externas. O, en otras ocasiones, se aceptan [propos1c1ones)
(Marcos l O,21): Vendecuanto tienes, luego ve11 y sígueme, lo debido a la obediencia voluntaria que por civismo prestan
cual se refie re a la fe. Y por lo que se dice: Eljusto vivirá de los hombres a quienes respetan, o por amor a la paz. Ésta es
la fe; no todo hombre, sino eljusto; pues la justicia implica la una aceptación sin más. Ahora bien, las proposiciones que
misma disposición de la voluntad que el arrepentimiento admitimos como verdaderas las aceptamos siempre por
y In obediencia. Y por las palabras de San Marcos (l, 15): otras razones nuestras; estas razones provienen o bien de la
Cumplido es el tiempo, y el reino de Dios está cercano;arre- proposiciónmisrnao de la persona que la pro~o11e. Se deriv_an
pentíosy creeden el Evangelio,palabras estas que claramente da la proposición misma al traer a la memoria qué cosas sig-
significan que no se necesitan más virtudes para ent rar en el nifican, po r consenso general, las palabras que integran la
reino de Dios que el arrepentimiento y lafe . Así pues, la obe- proposición. Ha ciéndolo así, el asentimiento que damos se
diencia que se requiere necesariamente para la salvación no llama saber o ciencia. Pero si no podemos recordar lo que
es otra cosa que la volu11tady el empeño de obedecer, es de- con certeza se entiende por esas palabras, pues unas veces
cir, es actuar en conformidad con las leyes de Dios; es decir, nos parece entender por ellas una cosa y otras veces otra, en-
en conformidad con las leyes morales, que son la s mismas tonces se dice que estamos pensando. Por ejemplo, si la pro-
para todos los hombres, y con las leyes civiles; es decir, con posición dice que dosy tresson cinco,y recordando que el or-
los mandatos de los soberanos en lo referente a los asuntos den de los términos numerale s ha sido determinado de tal
temporalesy con las leyes eclesiásticas en cuestiones espiri- modo, por el consenso común de quienes hablan nuestra
tuales. Estas dos clases de leyes son diferentes según las dife- lengua (como si se trata se de un contrato necesario para la
338 REI.IGIÓN 18. 01! LASCOSASNEC.ESAR
IAS PARAloNTRAltliN LOSCIEWS 339

convivencia humana), que cinco es el nombre de tantas uni- siderando las definiciones de las palabras, bu scamos la
dades como las que se contienen en la suma de dos más tres, verdad de alguna proposición, a veces pensaremos que
un hombre asiente y dice que tal proposición es cierta por- es verdadera y a veces que es falsa, según sea el grado de es-
que dos más tres es lo mismo que cinco, cücho asentimiento peranza que tengamos de dar con ella. Cada uno de estos
será llamado saber. Y conocer esta verdad no es otra cosa procesos tomados por separado se Uarnan pensar y también
que reconocer que ha sido hecha por nosotros mismos. Pues creer;tomados juntos se llaman dudar. Pero cuando nues -
por la misma voluntad de quienes han querido que la cant i- tras razones por las que damos asentimiento a alguna propo-
dad ·· se llame dos, que••• se llame tres y que ..... se llame sición no se derivan de la proposiciónmisma, sino de la per-
cinco, también resultará que la proposición dos y tres to- sona que propo11e,a la cual consideramos sabia hasta el
marlosjuntos hacen cinco sea verdadera. De igual modo, si extremo de que r.::i puede engañarse, y de la cual no tenemos
recordamos a qué se llama robo y a qué injuria, entendere- motivo para suponer que quiera engañarnos, nuestro asen-
mos por las palabras mismas si es o no es verdad que el robo timiento, como no surge de la confianza que podamos tener
es una injuria. Verdadeslo mismo que proposición verdade- en nosotros mismo s, sino del saber de otro hombre, es lla-
m; pero la proposición verdadera es aquella en la que la pala- mado fe. Y por la confianza que tenemo s en aquellos a quie-
bm consecuente, que los lógicos llaman elpredicado, contie- nes cree mos, se dice qu e nosfiamos de elloso que co11fia111os
ne en su ámbito la palabra antecedente, la cual llaman e/ en ellos. Por lo que se ha dicho, se ve, primero, la diferencia
s~jeto. Y ~onocerla verdad es lo mismo que recordarque ha entre fe y profesión[de fe]; pues aquéUa siempre va acompa-
sido fabncada por nosotros mismos mediante el actual uso ñada de Lta asentimiento interior, ma s ésta no siempre;
de los términos. Platón no andu vo descaminado cuando aquélla consiste en una persuasión interna_ de la i:nenle,_y
dijo hace mucho tiempo que el conocimiento era memoria. y ésta en una obediencia externa. Vemos también la d1ferenc1a
o~urre aJ~~nas veces _queaunque las palabras tienen un sig- entre fe y opinión; pues esta última depende de nuestra ra-
nificado fiJo estab lecido por convenio, se alejan tanto de su zón y aquélla depende de la buena estima que tenemos de
propio sign iii.cado como consecuencia del uso vulgar que se ot ra. Finalmente, la diferencia entre fe y ciencia;pues esta úl-
h~~e_deellas con el fin de adornar o de engañar, que es muy tima sólo acepta una proposición después de parli rla y mas-
dificil recordar los conceptos por los cuales d ichas palabras ticarla, mientras que aquélla se la traga de un golpe y entera.
fueron en un principio impuestas a las cosas; y sólo puede La explicación de las palabras mediante las cuales se presen-
hacerse afinando mucho el juicio y con gran aplicación. ta la materia a investigar es conducen le ala ciencia; de hecho
Ocurre también que hay palabras que carecen de un signifi- el único modo de saber es por definiciones. Pero esto es per-
cado propio, determinado y univ ersal, y que son entencüdas jud icial para la fe; pues aquellas cosas que exceden la capac i-
119por sí mismas, sino por virt ud de otros sjgnos que van dad humana y se nos proponen para ser creídas nunca se ha-
aparejados a ellas. En tercer lugar, hay algunas palabras que cen más evidentes por medio de explicaciones, sino más
son de cosas inconcebibles. De esas cosas, por tanto, tene- oscuras y difícile s de creer. Y a quien intenta demostrar los
mos las palabras, pero no el con cepto; y, consiguientemente, misterios de lafe sirviéndose de la razón natural le pasa lo
en vano buscaremos la verdad de esas proposkiones que se mismo que a un hombre enfermo que tiene que masticar
hacen con las palabras mismas. En estos casos, cua nd o, con- unas saludables pero amargas píldoras antes de tragárselas,
341
340 18. DE LA5COSASNECFSAIUASPARAI.NTRAREN i.OSCll!LOS
Rl:LJGIÓN

ción más articulo de fe que éste: que Jestís es el Cristo. Pero


y_que t_ermina vomitándolas, cuando quizá el remedio hu-
biera sido tragárselas sin masticar. hemos de distinguir, como antes hemos hecho en el ar-
tículo 4, entre fe y profesión [defe]. Una profesión [defe] en
5. Hemos visto qué es creer. Pero, ¿qué es creer en Cris-
más artículos puede ser necesaria, si eso es lo que se man-
to? ¿O qué pro~osición es la que constituye el objeto de
da; pues ello sería u.na parle de la obediencia que debemos
nuestra fe en Cnsto? Porque cuando decimos Creoen Cristo
a las leyes. Pero ahora no estamos investigando qué cla-
da~1os a entender, ci~rtamente, en quién creemos, pero no
se de obediencia se requiere para la salvación, sino qué clase
q~e ~reemos., Pues b1e~, creer en Cristo no es otra cosa que
de fe. Y esto que digo queda probado, en primer lugar, por
c1ee1 que Jesus es el Cnsto, es decir, aquel que, de acue rdo
la intención de los evangelistas, la cual fue, mediante el re-
c~n las profecías de Moisés y los profetas de lsrael, iba a ve-
lato de la vida de nuestro Salvador, establecer este único
nir a este mundo a i11stituirel reino de Dios. y esto se des-
pr~nde con claridad suficiente de las palabras del mismo
Cnst~ a Marta (Juan 9, 25-27): Yosoy-dice- la resurrección maque ese artículo basta por sí solo para la fe i~terna, pe~o.no e~ sufi-
ciente para la externa profesión de fe de un cristiano. Por ultuno, rndu-
Y la "'.da; el que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el so si yo hubiera dicho que el sincero e interno ,Hrcpentimicnto por los
q1~~1,,vey cree en mí 110morirá para siempre. ¿Creestú esto? pecados era lo único necesario para la salvación, el_\4~ no dcber_ía s~r
Dz!oleella: SI, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de considerado paradójico; pues suponemos que la JUSUC1a, la obed1cnc1a
D10s,que ha ve11idon este mundo. En estas palabras vemos y una mente reformada en todo tipo de virtudes _estfo contenidas e~ el.
Así, cuando digo que la fe en un artículo es suficiente para la salvación,
que!ª pr_egunta ¿c1:eestú en mí? queda explicada por la res- la cosa puede que choque menos si si.!tiene en cuenta que otros much?s
puesta tu eres el Cnsto. Creer en Cristo, por tanto, no es sino arúculos están contenidos en él. Pues estas palabras, r¡ue}c>s11s esel Cris-
creer en Jesús mismo cuando dice que él es el Cristo. to, significan que jesús fue aquella persona que Dios, a través de s~s
6. La fe Y la obediencia son, pues, ambas necesarias profetas, había prometido que vendría al mundo para establecer ~u rei-
p~ra la salva~ión._ Ya hemos visto en el artículo 3 de qué no; es decir, que Jesús es el Hijo de Dios, el creador de ctclos y l!erras,
nacido de uJ1avirgen, muriendo por los pecados de quienes creen en él;
clase de obediencia se trata, y a quién le es debida. Ahora que era el Cristo, es decir, un rey; que resucitó (pues de otro modo no
d~bemos preguntarnos qué artículos de fe se requieren. y podría reinar) para juzgar al mundo y para retribuir a cada uno según
digo que para un cristiano* no se requiere para la salva- sus obras (pues, si no, no podría ser rey); y también que los hombres re-
sucitarán, pues de otro modo no podrían presentarse a juicio. Todo el
símbolo de los apóstoles está, pues, contenido en este artículo, el cual
* Aunque enlie~do que este aserto será probado suficientemente por
me ha parecido razonable condensar de esta manera; pues d~s~ubrí que
las r~zo~es que s1~uen, pen1,é que merecía la pena dar una más amplia
muchos hombres, sólo por estoy sin nada más, fueron adm1t1dos en el
exphcac1_6ndel m1sr~10;pues como creo que es de alguna manera nove-
reino de Dios, tanto por Cristo como por sus apóstoles. Tal ocurrió con
doso, qu1~á pueda disgustar a muchos teólogos. En primer lugar, pues,
el ladrón en la cruz, con el eunuco bautizado por Felipe, con los dos mil
cuand_o ~1go que ~ste artículo -que Jesúses el Cristo- es necesario para
hombres convertidos de un golpe a la Iglesia por San Pedro. Pero si a al-
la-~alvac1?n, ~~ digo que sólo la fe es necesaria, sino que también se re-
guno no le complace que yo no juzgue por eternamente condenados a
quiere_ la 1ust1c1a,o esa obediencia que les es debida a las leyes de Dios·
quienes no dan ai>entimicnto i11ternoa :ada uno de los artículos ~eí1~i-
es decir, ~in deseo <levivir con rectitud. En segundo lugar, no niego qu~
dos por la Iglesia, si bien no los contradicen y se some~en a ellos s1~s• se
la profcs1ó~ de muchos artículos de fe, si dicha profesión es ordenada
les manda, nos~ qué podré responderle. Pues los mas claros testimo-
por la Iglesia, sea también necesaria para la salvación. Pero consideran-
nios de la Sagrada Escritura, los cuales traigo a continuación, me impi-
do que 1~fe es una cosa interna, y que hacer profesión de tees algo ex-
terno, <ligoque sólo la primera es una parte de la obediencia, de tal for- den cambiar de opinión.
342 343
RELIGIÓN 18. DE LASCOSASNEC!lSARIA
S PARAENTRARENLOSCIELOS

a_rtículo; y no~ damos cuenta de que tales fueron el propó- 7. En segundo lugar, esto 21 es probado por la predicación
sito Yel conseJO de los evangelistas, si observamos el relato de los apóstoles. Pues ellos fueron los proclamadores de
mismo: San Mateo (cap. l), cuando da comienzo a su ge- su reino, y Cristo no los envió para predicar nada ex~e~to el
nealogia, muestra que Jesús fue d el linaje de David, naci- reino de Dios (Lucas 9, 2; Hechos 10, 42). Y lo que h1c1eron
do de una virgen¡ que (cap. 2) fue adorado por los magos después de la Ascensión de Cristo puede entenderse por la
como rey de los judíos; que Herodes, por esa razón, lo ha- acusación que se dirigió contra ellos (Hechos 17, 6-7):
bía ~uscado para matarlo; que (caps. 3 y 4) su reino fue .Arrastrarona Jasón -dice San Lucas- y a alguno de los her-
predicado por Juan Bautista y por él mismo; que (caps. 5, 6 manos, y los llevaron a los politarcas,gritanc!o: éstos son los
Y 7) enseñó las leyes no como lo s escribas, sino como uno que alborotan la tierra. Al llegar aquí /tan szdo l!ospec~a_dos
que tiene autoridad; que (caps . 8 y 9) curó las enfermeda- por Jasón, y todos obran contra dos decretosdel Cesar,dicten-
des mil~grosamente; que (cap. 10) envió a sus apóstoles, do que hay otro rey,jesús. También se mueslra en estas pala-
los predicadores de su reino, a todas las regiones de Jud ea bras cuál era el contenido de la doctrina del Apóstol [San Pa-
para proclamar su reino; que (cap. 11) a los mensajeros blo] (Hechos 17, 2-3) : Discutió con ellossobre las Escrituras
que Juan había enviado para preguntarle si él era el Cris to (es decir, el Antiguo Testamento), explicándosela~y proban-
o no le~ mandó que le dijeran [a Juan] lo que habían visto, do cómo eraprecisoque el Cristopadeciesey resuc1tasede en-
es _decir, los milagros que sólo eran compatibles con el tre los muertos,y que este CristoesJesús.
Cnsto; que (cap. 12) probó y declaró su reino a los fariseos 8. En tercer lugar , [es probado] por los pasajes en los que
Y a otros, ~ediante ar_gurnentos y parábolas y señales; y se declara lo fáciles que son las cosas requeridas por Cristo
(en los cap1t ulo s que stguen al 21) que él mismo mantuvo para alcanzar la salvación. Pues si se requiriera que la men~e
ser el Cristo enfrentándose a lo s fariseos; que (cap. 21) fue diese interno asentimienlo a todas y cada una de las proposi-
saludado con el título de rey cuan do entró en Jerusalén; , ciones acerca de la fe cristiana que hoy en día se discuten o que
que (~aps. 22, 23, 24 y 25) advirtió que los demás eran fal- las distintas Iglesias definen de diversa s maneras, no ha?ría
sos cristos, y que mostró en parábolas qué clase de reino nada más dificil que la religión cristiana. Y entonces, ¿como
sería el _suyo; que (caps. 26 y 27) fue apresado y acusado podría ser verdad aquello de (Mateo l l , 30) Mi yugo es_blan-
por dec1r que él era rey, y que un titulo fue escrito sobre su do y mi cargaligera?¿Y lo de (Mateo 18, 6) estosp~quenuelos
cruz: éste es Jesús, el rey de losjudíos; por último (cap . 28), que creenen ,n{, o de ( l Co rintios 1, 21): Plugoa Dws salvara
que de~pu_és de su resw-rección les dijo a sus apóstoles que los creyentespor la locurade la predicación?_ ¡O có~10 pudo el
le habia sido dado todo poder en el cielo y en Ja tierra. ladrón que pendía de la cruz ser lo bastante mstru1~0 ~n,eJca-
Todo lo_cual tiende a este -fin: que debemos creer que Jesús mino de la salvación, cuando su confesión de fe se limito a es-
es,.el Cnsto. Tal fue la intención de San Mateo al escribir su tas palabras: Señor,acuérdatede mí cuando est,és_en tu reino?
evangelio. Mas si ésta fue su intención, también lo fue la ·O cómo pudo el mismo San Pablo pasar tan rap1damente de
del resto de los evangelistas, lo cual queda claramente ex- !erun enemigo a ser un doctor de los cristianos?
presado por San Juan al final de su Evangelio (Juan 20, 31):
Estas cosas -dice- han sido escritas para que creáis que Je- 21. Es decir, que creer que Jesús es el Cristo es el único artículo necesa-
sús es el Cristo, Hijo de Dios vivo. rio para la salvación. (N. del T.)
344 REUG!ON 18. OELASCOSASNl!CF.SARIAS
t>ARAF.NTRAREN LOSCllilOS 345

9. En cuarto lugar, [queda probado] por esto: que este ar- Aquel cuya obra subsista recibiráel premio,y aquel cuyaobra
tículo es el fundamento de la fe, la cual no descansa en nin- sea consumida sufrirá el daíio; él, sin e,nbargo,se salvará. De
gún otro fundamento. Leemos en Mateo 24, 23-24: Si alguno lo cuaJ se deduce claramente que por fundamento se entien-
dUere:Aquf está el Cristo, ILO le creáis. Porque se levantarán de aquí este artículo [de fe]: que jesús es el Cristo;pues el oro,
falsos cristosy falsos profetas,y obrarángra11desseñalesy pro- la plata, las piedras preciosas, la madera, el heno y la paja
digios, etc. De lo cual se sigue que por la fe que tenemos en signHican aquí doctrinas que no están fundamentadas en la
este artículo no hemos de creer cualesquiera señales y mara- persona de Cristo; y también, que falsas doctrinas pueden
villas. En Gálatas 1, 8, dice el Apóstol: Peroaunque alguno ele erigirse sobre este f u.ndamento sin que sean necesariamente
e11trenosotros o un ángel del cielo os anunciase un evangelio condenados quienes las ensefian.
distinto del que habéis recibido,sea anatema. Según este ar- 10. Por último, que este artículo es el único que es nece-
tículo, por tanto, no deberíamos fiarnos ni siquiera de los sario creer interiormente puede probarse con la mayor evi-
apóstoles, nj de los mismos ángeles; y entiendo que tampoco dencia en muchos pasajes de la Sagrada Escritura, sea quien
de la Iglesia si ésta diera en enseñarnos una doctrina contra- fuere el intérprete. Leemos en Juan 5, 39: Escudriíiad las Es-
ria (1 Juan 4, 1-2): Carísimos, no creáisen cualquier espíritu, crituras, ya que en ellas creéis tener la vida etemn 1 pues ellas
sino examinad los espíritus si son de Dios, porque muchos dan testimonio de mí. Pero Cristo quería decir las Escrituras
pseudoprofetas se han levantado en el mundo. Podéisconocer del Antiguo Testamento solamente, pues el Nuevo todavía
el espíritu de Dios por esto: todo espíritu que confiese que Je- no se había escrito. Ahora bien, no hay más testimonio acer-
sucristo ha venido en carne es de Dios, etc. Ese artículo es, ca de Cristo en el Antiguo Testamento que el que un rey eter-
pues, la medida de los espíritus, por la cual la autoridad de no iba a venir al mundo en tal lugar, que iba a nacer de tales
los doctores es recibida o rechazada. No puede negarse, cier- padres y que iba a enseñar y hacer tales cosas, por las cuales,
tamente, que todos los que en el día de hoy son cristianos junto con otras señales, iba a ser conocido. 1bdo lo cual ates-
aprendieron de los doctores que fue Jesús quien hizo todas tigua sólo esto: que Jesús, al haber nacido así y haber ense-
aquellas cosas por las que podía reconocérsele como el Cris- fi.ado y hecho tales cosas, era el Cristo. No se requería, pues,
to. Sin embargo, de esto no se sigue gue estas personas crean para alcanzar la vida eterna, nada más que tener fe en este
ese artículo de fe porque los doctores o la Iglesia lo hayan de- artículo. Leemos en Juan 11, 26: Todoel que vivey creee11mi
clarado , sino por Jesús mismo. Pues ese artículo fue anterior no morirá para siempre. Pero creer en Jesús, como allí se ex-
a la TglesiaCristiana (Mateo 16, 18), aunque todos los demás presa, es lo mismo que creer que Jesús era el Cristo. Por lo
fueron posteriores; y fue la Iglesia la que estuvo fundada en tanto, quien crea eso nunca morirá; y como consecuencia,
él, y no él en la Iglesia. Además, este artículo de que Jesúses el sólo ese artículo es necesario para la salvación. Leemos en
Cristo es tan fundamental que todos los demás están, como Juan 20, 31: Estas [seiiales}fueron escritaspara q11ecreáisque
dice San Pablo, basados en él (1 Corintios 3, 11-15): Nadie Jesúses el Cristo,el Hijo de Dios,y para que, creyendo,te11gáis
puede poner otrofundamento sino el que estápuesto, que es vida en su nombre. Quien así crea tendrá, pues, vida elerna;
Jesucristo;es decir, que Jesúses el Cristo.Ahora bien, si sobre y no necesita, por tanto, de otra fe. Leemos en 1 Juan 4, 2:
este fundamento uno edifica oro, plata, piedras preciosas o Todoespíritu que confiesequeJesucristoha venido en carnees
1naderas, heno, paja, su obra quedará de manifiesto[ ... ]. deDios;yen l Juan 5, 1: Todoel que creeque jesús es el Cristo,
346 RllLIGlóN 18. DE LASCOSASNllCESARIAS!'ARAENTRAREN LOSCLE.LOS 347

ése es nacido de Dios; y en el ve rsículo 5: ¿ Y quién es el que 12. La Je y la obedienciadesempeli.an papeles diversos en
vence al mundo, si110el que creeque Jesús es el Hijo de Dios? lograr la sa lvación de un cristiano. La segunda contr ibuye
Por tanto, si para ser de Dios, nacido de Diosy venceral mun- con el poder o capacidad; la primera, con el acto; y se dice
do no es necesario creer nada más que Jesús es el Cristo, en- que cada una justifica a su manera. Pues Cristo no perdona
tonces ese artículo [de fe] será sufi ciente para la salvación. los pecados de todos los hombres, sino sólo los de los arre-
Leemos en Hechos 8, 36-37: [Y dijo el eunuco}:¿Qué impide pentidos u obedientes, es decü-, los de los justos. No digo los
que sea bautizndo? Y Felipedijo:Si creesde todo corazón,bien sin culpa, sino los justos; porque la justicia es un deseo de
puedes. Y respondiendodijo: Creoque Jesucristoes e/Hijo de obedecer las leyes, y puede darse en un pecador; y para Cris-
Dios. Si este artículo, creído de todo corazón, es decir, con fe to, el deseo de obedecer es obediencia. No todo hombre,
interna, fue suficiente para recibir el bautismo, también será sino sólo el justo, vivirá por lafe. La obediencia, por tanto,
suficiente para la salvación. Además de estos pasajes, hay justifica, ya que hace a los hombresjustos, de igual manera
otros innumerables que clara y expresamente afirman lo que la templanza hace a los hombres templado s, la pruden-
mismo. Y es más: cada vez que leemos que nuestro Salvado r cia los hace prudentes y la castidad los hace castos, es decir,
encomió la fe de alguno, o que dijo tu fe te ha salvado, o que esencialmente; y pone a un hombre en un estado que le hace
curó a algu no gracias a su fe, la proposición creída no fue merecedor del perdón. Tampoco Cristo ha prometido el
otra sin o ésta: Jesúses el Cristo,expresada directa o consecu- perdón de los pecados a todos los hombre s justos, sino sólo
tivamente. a aquellosque creenque él es el Cristo. Por consigujente, la fe
11. Pero como nadie puede o·eer que Jesúses el Cristo sin justifica en el mismo sentido en que puede decirse que justi-
creer también -si sabe que por Cristo se entiende aquel rey fica. un juez que absuelve:mediante una sentencia que de he-
que había sido prometido por Dios y Moisés y los profetas cho salva a un hombre; y en esta acepción de la palabra justi-
para rey y SaJvador del mundo- en Moisés y en los profetas; y ficación (pues se trata de un término equívoco) sólo la fe
como tampoco puede creerse en éstos sin creer Lambién que justifica; pero en la otra, sólo la obediencia. En cualq uier
Dios existe y que gobierna el mundo, es necesario que la fe caso, ni la obediencia sola ni la fe sola nos salvan;lo hacen las
en Dios y en el Antiguo Testamento se contenga en la fe en el dos juntas.
Nuevo. Dado que el ate.ísmo y la negación de la Divina Provi- 13. Por lo que hasta aquí se ha dicho, resullará fáci l ver
dencia fueron la única traición contra la Majestad Divina en cuál es el deber que tienen los súbditos cristianos para con sus
el reino de Dios por naturaJeza, pero que también lo fue la soberanos; los cuales, mientras continúen profesando que
idolatría en el reino de Dios por la antigua aJianza, ahora, en son cristianos, no pueden mandar a sus súbditos que nie-
este reino en el que Dios gobierna según una aUanza nueva, ha guen a Cristo ni que le dirijan contumelia alglilla. Pues si los
de añadirse el crimen de apostasía, que consiste en ren un ciar soberanos mandasen esto, estarían profesando no ser cris-
a este artículo de fe-que Jesúses el Cristo- después de haberlo tianos. Yahemos mostrado, tanto con la raz ó n naturaJ como
aceptado. Hay, ciertamente, otras doctrinas que, si han sido por las Sagradas Escrituras, que los súbditos deben obedecer
aprobadas por una Iglesia legítima, no deben contradecirse, en todo a sus príncipes y gobernantes, excepto en aquellas
pues eso sería pecado de desobediencia, pero ya se ha demos- cosas que son contrarias al mandato de Dios; y que, en una
trado más arriba que no es necesario creerlas con fe interna. ciudad cristiana, los mandatos de Dios referentes a asuntos
348 RELIGJÓN 18. DEI.ASCOSASNECESARIASPARAl:NTRAREN LOSClcLOS 349

temporales,es decir, a aquellos asuntos que pueden ser deli- el cual es el único que se necesita para la salvación en lo que a
berados por la razón humana, son las leyes y sentencias de la fe interior se refiere, Lodos los demás son sólo materia de
ciudad, promulgadas por quienes han recibido de la ciudad obediencia, y uno puede cumplir con ellos aunque no crea
autoridad para hacer leyes y dirimir conlroversias; mas en lo interiormente todo lo que la Iglesia propone, si tiene deseo
que se refiere a asuntos espiritua les, es decir, aquellos que de creer y hace pública profesi6n de fe siempre que se le exi-
son determinados por ta Sagrada Escritura, son las leyes y ja, ¿cómo es que hay tantos puntos que se estiman asunto de
sentencias de la ciudad, es decir, de la Iglesia (pues una ciu- fe, hasta el extremo de que si un hombre no los cree en el
dad cristiana y una Iglesia, como se ha mostrado en el ar- fondo de su alma no podrá entrar en el reino de los cielos?
tículo 20 del capítulo anterior, son la misma cosa), promul- Sin embargo, si se tiene en cuenta que, en la mayoría de las
gadas por pastores legítimamente ordenados, a los cua les la controversias, el antagonismo se refiere a asuntos de poder
ciudad les ha dado autoridad para tal propósito. Pues bien, humano -a veces cuestiones de ganancia y beneficio, a veces
de todo ello se sigue claramente que en un Estado cristiano cuestiones de gloria y de ingenio-, entonces la sorpresa s~rá
se debe obediencia al soberano en todas las cosas, tanto es- menor. La cuestión acerca de las pertenencias de In Iglesiaes
pirituales como ten1porales.Y que esa misma obediencia, in- una cuestión acerca del derechoriegobierno. Una vez que se
cluso cuando se trata de un súbdito cristiano, le es debida en sabe qué es una Iglesia, sabemos inmediatamente a quién
todos los asuntos temporales a prÍllcipes que no son cristia- corresponde gobernar sobre los cristianos. Pues si cada ciu-
nos es cosa que queda fuera de toda controversia. Pero en dad cristiana es la Iglesia a la que Cristo mismo enseña que
asuntos espirituales, es decir, en aquellas cosas que se refie- todo súbdito de dicha ciudad debe obedecer, entonces todo
ren al culto de Dios, hemos de seguir a alguna Iglesia Cris- ciudadano está obligado a obedecer a su ciudad, es decir, al
tiana. Pues es una hipótesis de la fe cristiana que Dios no ha- hombre o asamblea de hombres que tienen el poder sobera-
bla sobrenaturalmente, sino med iante intérpretes cristianos no, no sólo en los asuntos temporales,sino tnmbién en los es-
de las Sagradas Escrituras. Entonces, ¿qué? ¿Hemos de resis- pirituales. Pero si toda ciudad cristiana no es esa Iglesia, en-
tir a los príncipes cuando no podemos obedecerlos? Cierta- tonces es que tiene que haber otra Iglesia más universal que
mente no, pues ello iría en contra de nuestro pacto civil. debe ser obedecida. Todos los cristianos deben, por tanto,
¿Qué tenemos que hacer, entonces? Ir a Cristo por el marti- obedecer a esa Iglesia, lo mismo que obedecerían a Cristo si
rio; lo cual, si algún hombre piensa que es duro decirlo, es éste viniera a la tierra. Dicha Iglesia gobernará de modo mo-
seguro que no cree de todo corazón que Jesús es el Cristo, el nárquico o mediante una asamblea. La cuestión, por tanto,
Hijo de Dios vivo, pues de lo contrario desearía disolverse y se refiere al derechode gobierno;y n éste se refiere también la
estar con Cristo 22 ; pero sería esgrimir una falsa fe cristiana cuestión acerca de la i11falibilidad.Pues una persona que la
el eludir esa obediencia que se ha comprometido a prestar a humanidad creyere íntima y sinceramente que no podía
la ciudad. errar tendría ciertamente todo el poder, tanto temporal
14. Pero quizá alguno se pregunte sorprendido: si con la como espiritual, sobre todo el género humano, a menos que
excepción de este artículo que afuma que Jesús es el Cristo, dicha persona lo rehusara. La misma finalidad tiene el privi-
legio de interpretar las Escrituras. Pues aquel que posee la
22. Cf. Filipenses 1, 23. (N. del T.) autoridad de dirimir las controversias que surgen de las di-
350 RELIGTÓN IS. DE LASCOSAS NECESARIAS PARAENTRAIU!NLOS CtllLOS 351

versas inlerpretaciones de las Escrituras tiene también auto- del libre albedrío, la justificación y el rnodorlerecibira Cristo
ridad total y absoluta para decidir todo tipo de controversia, en el sacramento [dela Eucaristía} son filosóficas. Hay tam-
sean éstas las que fueren. Mas el que tiene esto tiene también bién cuestiones acerca de si hay ritos que no han sido recien-
el mando sobre lodos los hombres qu e admiten que las Es- temente adoptados, sino que son restos de paganismo que
crituras son la palabra de Dios. Esta misma finalidad tienen han permanecido en una Iglesia no lo suficientemente pur i-
todas las disputas acerca del poder de perdonar y retener los ficada. Pero no es necesario que mencionemos más. Todo el
pecados; o acerca de la autoridad de excomulgar. Pues toda mundo sabe que tal es la natura leza de los hombres que
persona, si está en su juicio, prestará en todo obediencia ab- cuando disienten acerca de cuestiones que afectan a supo-
soluta aJ hombre en virtud de cuya sentenc ia dicha persona der, o a su ganancia, o a su preeminencia i11telectunl 1 se insul-

cree que puede ser salvada o condenada. Esta misma finali- tan los unos a los otros y se anatematizan mutuamente. No
dad tiene también el poder de fundar asociaciones [religio- es, pues, de extrañar que casi todos esos dogmas que los
sasJ.Pues éstas dependen de aq uel por quien subsisten, el hombres han discuti do con apasionamiento sean después
cual tiene tantos súbditos como monjes, aunque éstos vivan declarados, por unos o por otros, necesarios para nuestra
en una ciudad enemiga . A este mismo fin se refiere as imi s- salvación y para nuestra entrada en el reino de los cielos. Y a
mo la cuestión del juez del matrimonio legal. Pues a aque l a quienes no l.os admiten no sólo se les condena por desobe-
quien pertenece la judicatura pertenece también el conoci- dientes, lo cua l son, ciertamente, después de que la Iglesia ha
miento de todos los casos acerca de la herencia y sucesión de dado su sentenc ia, sino también por infidelidad, lo cual, se-
todos los bienes y derechos, no sólo de los individuos priva- gún he declarado más arriba, es falso, por muchos y eviden-
dos, sino también de los príncipes soberanos. Y en cierto tes pasajes de la Escr itura , a los cuales aii.ado ahora este de
sentido tambi én se refiere a esto mism o la vida célibe de las San Pablo (Romanos 14, 3-5): El que come 110 desprecieal que
personas eclesidsticas;pues los hombr es que no se casa n es- no come, y el que ,w come no juzgue al que come, porque Dios
tán menos integrados en la sociedad civil que otros . Ade- le acogió. Hay quien distingue un día de otro día y hay q11ie11
más, es un inconveniente nada despreciable el que los prín- juzga iguales todos los dfns; cada uno proceda según su propio
cipes deban necesariamente renunciar al sacerdocio, que es sentir.
un gran vínculo de obediencia civil, si quieren tener un rei-
no hereditario. Esta misma finalidad tiene también la cano-
nización de los santos, que los gentiles llamaba n apoteosis.
Pues qu ien tiene el poder de atraer a súbditos extranjeros
co n la promesa de un premio tan enorme puede lograr que
q1.J-ienesestán deseosos de alcanzar tal gloría hagan cual-
quier cosa. Pues ¿qué fue sino una honorable reputación a
ojos de la posteridad lo que buscaban los Decios y otros
hombres, así como los otros miles que se arroja ron a peli-
gros increíbles? Las controversias acerca del purgatorio y las
indulgencias son para hacer negocio. Las cuestiones acerca
Índice

Prólogo ............................................................................. 7
Selección bibliográfica....................................................... 27

DECJVE

Epístola dedicatoria........................................................... 33
Prefacio del autor al lector.................................................. 39

LJBERTAD

l. Del estado de Loshombres fuera de la sociedad civil...... 53


2. De la ley de naturaleza acerca de los pactos ....... ......... 65
3. De las otras leyes de naturaleza................................... 80
4. Que la ley de naturaleza es una ley divina................... l 00

PODER

5. De las causas y generación del Estado......................... 113


6. Del derecho de quien, ya se trate de una asamblea o de
un hombre, tiene el poder supremo en el Estado ........ 121
353
354 tNDICE

7. De las tres clases de gob ierno: democracia, aristocra-


Jean-Jacques
cia, monarquía.... ........................................................ 141 Rousseau
8. De los derechos de los señores sobre sus siervos ........ 156
Jean-Jacques
LII l >0
9. Del derecho de los padres sob re sus hijos y del go- Rousseau
bierno patrimonial....................... .............................. 162 De la edt1cación
10. Comparac ión entre las tres clases de gobierno, según
los inconvenientes de cada una...... ............................. 173 Emilio,o
11. Pasajes y ejemplos de la Escritura que se refieren a
los derechos de gobierno y que concuerdan con lo
Dela
que se ha dicho anteriormente.. ................................ .. 189
12. De las causas internas que tienden a la disolución de
educación
un Estado............... ..................................................... 195
l 3. Sobre los deberes de quienes administran el poder su-
pren10.... ................ ................................................. ..... 2J O
14. De las leyes y pecados.................................................. 226
l"2 Filosofía
la:ll Aliu11z.at:ditorial
ft
RELlGlóN
H 4400

15. Del reino de Dios por naturaleza........................ ........ 249 Tratado fiJosófico sobre la bondad natural del hombre,
16. Del reino de Dios por la antigua alianza..................... 271 EMILIO o DE LA EDUCACJÓN sigue siendo conside-
17. Del reino de Dios por la nueva alianza........................ 291 rado todavía hoy un texto capital por la pedagogía
18. De las cosas que son necesarias para nuestra entrada moderna. En él, JEAN-JACQUES ROUSSEAU ( l 7 12-
en el reino de 1os cielos........................ ........................ 333 1778) aborda un sistema educativo basado en la natu-
raleza y en la exper iencia, y no en prejuicios, caminos
preconcebidos y rutinas, creando asimismo en Emilio
un alumno de laboratorio sobre el que reflexiona, situán-
dolo y situándose en rnedio de la soc iedad y de unas cir-
cw1stancias sociales concretas.

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