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Los Estados nacionales han pedido mucho dinero a los mercados financieros

internacionales y poco a poco han situado a éstos en una posición de preponderancia


respecto a ellos mismos. Pero no es menos cierto que los agentes financieros (fondos
de inversión, fondos de pensiones, bancos, hedge funds, etc.) que actúan en esos
mercados internacionales, son los mismos que provocaron la enorme burbuja que, a su
vez, propició las crisis que ahora estamos padeciendo. Por Joaquin Guzmán (*).
El ciudadano de la calle ha empezado a escuchar, pero no a entender, que países
soberanos como Grecia, Portugal e Irlanda están en suspensión de pagos y
necesitan unos “rescates” millonarios para intentar salir de la situación.
Lógicamente, los ajustes que exigen esos “rescates” se traducen en subidas de
impuestos, despidos de funcionarios, y duros recortes sociales –menos dinero
para educación, salud, pensiones, cobertura de paro, etc.- Todo ello supone un
coste humano muy fuerte para la mayor parte de la población: más paro, menos
renta y menos capacidad de consumo.

Ante esta situación que no solamente afecta a los tres países señalados, sino que
en mayor o menor medida esas políticas de ajuste se aplican en toda la Unión
Europea, el ciudadano se pregunta con insistencia: ¿por qué estamos así? ¿Tanto
poder tienen esos mercados?

Respecto a la primera pregunta, caben al menos dos respuestas que vienen a


explicar el enorme déficit público en el que han incurrido los países europeos (y
también EE.UU.).

En primer lugar, es cierto que los gobiernos han gastado con excesiva alegría, y
en algunos casos se ha derrochado dinero público en conceptos sin justificación,
de escasa eficiencia, cuando no con fuertes dosis de fraude y corrupción.

En segundo lugar, no es menos cierto que los gobiernos han tenido que dedicar
muchos millones de euros (o dólares) a sanear las entidades financieras que
entraron en graves dificultades cuando estalló la crisis financiera en el verano de
2007. Las entidades financieras, a pesar de ser empresas privadas, no son
empresas como las demás. Cuando una empresa, grande o pequeña, quiebra es,
sin duda, un gran problema, pero ese gran problema se limita a los acreedores, a
los proveedores y muy especialmente a los empleados que quedan en el paro.
Indudablemente se produce un coste humano muy importante.

Pero cuando una entidad financiera tiene dificultades, no se le puede dejar caer,
pues al ser el soporte de la política monetaria y sobre todo, al afectar a la
confianza de todo el sistema, sus efectos irían mucho más allá de sus límites
empresariales. De ahí que esté plenamente justificado el uso de recursos públicos
en los casos de crisis bancaria. Otra cosa es bajo qué condiciones se procede a la
intervención del banco central. Obviamente, para financiar esas enormes sumas
de recursos, los Estados han tenido que salir a los mercados internacionales para
canalizar los fondos hacia los bancos y cajas de ahorro en dificultades.

Estados y mercados financieros

De lo anterior se puede vislumbrar la contestación a la segunda pregunta: los


Estados nacionales han pedido mucho dinero a los mercados financieros
internacionales y poco a poco han situado a éstos en una posición de
preponderancia respecto a ellos mismos. Eso es cierto, pero no es menos cierto
que los agentes financieros (fondos de inversión, fondos de pensiones, bancos,
hedge funds, etc.) que actúan en esos mercados internacionales, son los mismos
que provocaron la enorme burbuja que, a su vez, propició las crisis que ahora
estamos padeciendo.

Esos agentes, que en su día prestaron con excesiva alegría, y crearon las
hipotecas basuras y otros activos tóxicos, son los mismos que ahora exigen a los
Estados la puntual devolución de los fondos prestados y aplican elevados tipos de
interés y altas primas de riesgo cuando aprecian que el Estado, es decir la
sociedad, está en dificultades.

Cuando el estallido de la crisis obligó a reunirse al G-20 con el propósito de


reformar los mercados financieros (e incluso, según afirmó el presidente Sarkozy,
para reformar el propio sistema capitalista), parecía que se iba a atajar de raíz el
problema. A muchos se nos despertó la esperanza de que de una vez por todas,
se cambiara el sistema, se regularizasen los mercados financieros, se acabara de
verdad con los paraísos fiscales, se controlara a las agencias de rating, se
aplicasen tasas impositivas a los enormes beneficios obtenidos en los mercados
especulativos, se pusiese límites a la burbuja financiera internacional…
Pero desgraciadamente, tres años después apenas se ha hecho nada en esas
cumbres del G-20 y los agentes financieros que actúan en los mercados no
solamente controlan las finanzas internacionales sin límite alguno, sino que, por
primera vez en la historia, están adquiriendo más poder que los propios Estados
democráticos y soberanos. Y todo ello con unos costes sociales que la economía
oficial ni los considera ni siquiera se los plantea. Esa es la triste realidad de
nuestros días.

(*) Catedrático de Economía Aplicada (Universidad de Sevilla), Joaquín Guzmán


Cuevas es autor y/o coautor de 15 libros sobre Sistema Financiero, Pymes,
Economía Andaluza, Economía Española, Economía Mundial y Economía-Etica,
así como autor de más de 30 artículos científicos en revistas nacionales e
internacionales. Es asimismo editor del Blog Economía de Tendencias21.
Tengo que confesarte algo. En ocasiones veo tertulias políticas. Si, ya lo sé,
tengo que dejarlo, pero pueden conmigo. Y cada vez que las pongo, alguno
de los tertulianos de turno, da igual la cadena que pongas, suele echarle la
culpa a los mercados.

No importa cuál sea la noticia. La culpa siempre es de ellos. Que sube la


prima de riesgo, los mercados, que sube el paro, los mercados, que hay que
recortar gasto público, otra vez los mercados.

Algunos de esos populistas y demagogos se ha preguntado alguna vez qué


son los mercados financieros.
Creo que no, porque si lo supiesen, pensarían antes de hablar.

Para empezar, la cadena de televisión dónde trabajan, está financiada


gracias a los mercados. Al igual que hipotecas y préstamos que pudieran
tener los susodichos. Y sus ahorros y planes de pensiones, también están
invertidos en los mercados.

Y todo el gasto público que revindican, para financiar todas sus promesas,
parte lo financian los mercados financieros. Otra parte, la pagamos los de
siempre, vía impuestos.
¿Pero qué son los
mercados financieros?
Para entender la importancia de los mercados financieros, previamente
debemos saber cómo funciona el sistema financiero de cualquier país.

El sistema financiero tiene como finalidad canalizar el ahorro de familias,


empresas, instituciones y demás agentes de la sociedad, hacia los
demandantes de dicho ahorro.
Es decir, pone en contacto a los que tienen dinero y lo prestan, a cambio de
una rentabilidad, y los que piden prestado y pagan por esa disponibilidad.

Dependiendo de la preferencia temporal de ofertantes y demandantes, se


establece una tasa de interés.
Los mediadores de todo este sistema, conocidos como intermediarios
financieros, son los Bancos, Cajas de Ahorro y Sociedades de Inversión. Y
la forma de “empaquetar” dicho ahorro y dicha financiación, es a través de
los activos financieros.
Como pueden ser los préstamos, hipotecas, depósitos, acciones, bonos o
pagarés de empresa.
Y los mercados financieros son el mecanismo o lugar (físico o virtual) a
través del cuál se produce el intercambio de activos financieros y se
determinan los precios.

Es cómo cualquier otro mercado


La única diferencia es que la mercancía son activos financieros. Pero por
todo lo demás, igual que el mercado de abastos de tu ciudad. Hay
vendedores y compradores.

Los vendedores son los propios intermediarios, bancos de inversión y


demás agentes que comercializan los activos financieros. Intentan hacerlos
atractivos y siempre te dirán que lo suyo es lo mejor, lo más rentable y lo
más seguro. Como el carnicero de tu barrio, que te dirá que tiene la mejor
carne.
Y por otro lado, los compradores, es decir, los inversores minoristas y
profesionales. Que quieren bueno, bonito y barato. Y eso no existe. Hay que
sopesar sus pros y contras, como en cualquier ámbito de la vida.

Para comprender cómo funcionan los mercados financieros, solamente


tienes que averiguar cuáles son los incentivos de cada parte. Y así
entenderás muchas cosas.
Como por ejemplo, cuando un medio de comunicación dice que hay que
comprar tal acción, ¿porqué lo dice?.

¿Son tan buenos los medios que quieren que ganemos dinero?, ¿o lo más
probable que la empresa interesada esté calentando la acción para que
todo el mundo compre?. Y cuando todo el mundo compre y suba el precio,
los mismos que han dicho que hay que comprar, venderán.

O por el contrario, cuando todo se pone feo y son malas noticias sobre una
empresa, tenemos que preguntarnos si tiene fundamento. O tal vez quieran
tirar el precio hacia abajo.

Para entender los mercados financieros, hay que conocer la psicología de


masas. Los que invierten con éxito en el mercado, la conocen muy bien y
no siguen al rebaño.
Cuando la bolsa es alcista y todo va muy bien, los que saben de que va la
cosa, suelen vender. Porque tarde o temprano caerá. Y cuando todo está
muy mal, como cuando hay una crisis, es momento de comprar.

Es pura lógica y sentido común. Comprar barato y vender caro. Pero en la


bolsa hacemos al contrario. Cuando hay pánico, cae y todo está barato,
todo el mundo vende, en lugar de comprar.

Y cuando todo sube y está caro, la gente sigue comprando. Por supuesto,
no digo que sea fácil detectar cuando está caro y cuando barato.

Pero como norma general, desconfía y pon en duda la opinión pública y


el consenso mayoritario. Descubrirás grandes oportunidades de inversión.
¿Porqué son tan necesarios?
Las instituciones financieras son vitales para la prosperidad y el progreso de
cualquier país. Sin estos mecanismos que canalizan el ahorro hacia la
inversión, seguiríamos en la época de las cavernas.

No existirían las empresas que nos proporcionan todos los servicios y


productos que hoy tenemos. Y toda la calidad de vida que ello implica.

Incluso aquellos que más críticos son con los mercados, por pura
ignorancia, desconocimiento o maldad, son los que más lo necesitan.

¿Con qué dinero esperan financiar sus promesas los que odian tanto a los
mercados financieros?

Con deuda pública. Y para financiar la deuda pública necesitas a los


mercados financieros e inversores dispuestos a financiarte.

¿Y qué busca un inversor, como tú, cuando invierte?. Seguridad y


rentabilidad. Pues los grandes inversores son igual.

A ningún país, como a cualquier persona, se le obliga a endeudarse.


Luego no nos quejemos que los acreedores quieren cobrar. Por supuesto
que quieren cobrar, porque defienden los intereses de sus clientes.
Millones de ahorradores han sacrificado su consumo, para que venga el
populista de turno y se lo expropie.

Consideramos la financiación un derecho. Será si la otra parte, la que


presta, la que invierte quiere ¿no?. ¿O tenemos que obligarle a que nos
presta e imponer las condiciones que nosotros queramos?.

Sería muy fácil prescindir de la financiación de los malditos mercados


financieros. No gastar más de lo que ingresas. Pero ningún país lo hace.
Todos gastan más de lo que ingresan. Por lo tanto necesitan que otros les
presten.

Pero me temo que esto no pasará.


Todos somos especuladores
Gran parte de la sociedad asocia, de forma peyorativa, los mercados
financieros con la especulación. La mítica imagen de un lobo de Wall Street
que hunde un país con un clic de ratón. Seamos sensatos y pensemos un
poco.

¿Tú crees que alguien se va a jugar el dinero de sus clientes, cómo el que
juega al mus, y su puesto de trabajo por puro divertimiento o maldad?.

Para empezar la mayor parte de las posiciones del mercado son alcistas. Es
decir, que todos los inversores han invertido con la esperanza de que suba.

Y en segundo lugar, si fuese así, tendría que haberse basado en algo. Tal
vez sean los únicos que están dando una señal de alarma. Como ocurrió
con las hipotecas subprime.

Aquellos que tomaron posiciones bajistas, esperando a que bajase, sabían


lo que se venía encima. Eran los únicos sensatos. Lo que pasa que hacer
dinero, cuando todo el mundo se arruina está muy mal visto.

Según la Rae, especular es “efectuar operaciones financieras o


comerciales con la esperanza de obtener beneficios aprovechando las
variaciones de los precios”.
Esto es lo que hacemos a diario.

En el Mercadona, tienen la costumbre de bajar los precios de los productos


perecederos, como el pescado o la verdura, conforme va pasando el día y
así quitárselo de encima.

La gente lo sabe, y yo lo he vivido, porque mi mujer trabajó en el


Mercadona, y llegan a la hora de cierre a negociar el precio. Me llevo esto,
si me lo rebajas. ¿Eso no es especular?

Y no son lobos de la City. Son viejecitas del Imserso.

O si no con los pisos.


Todos cuando actuamos, en el ámbito que sea, buscamos mejorar, obtener
un beneficio. No seamos hipócritas, ni neguemos la naturaleza del ser
humano.

En fin.

Una de las mejores definiciones que resume lo qué son los mercados
financieros, la dijo Marc Garrigasait. Son los ahorros de tu madre.
Y con los ahorros de nuestros padres no se juega.
Chile y Colombia tienen el entorno más favorable para alianzas público-privadas en
América Latina y el Caribe

El Infrascopio 2017 muestra que los países de la región están bien


posicionados para las asociaciones público-privadas de
infraestructura, pero las leyes requieren una mejor implementación

Según el estudio Infrascopio 2017, presentado hoy en la conferencia PPPAméricas, el entorno para las asociaciones público-

privadas (APP) en el sector de infraestructura de América Latina y el Caribe está mejorando a medida que los países se esfuerzan

por cerrar la brecha de inversión en proyectos clave de transporte, agua y energía. Aun así, este nuevo análisis muestra la

necesidad de una mayor transparencia en los procesos de APP, una mejor integración de los aspectos sociales en las APP y la

ampliación de las fuentes de financiamiento para los proyectos.

El Infrascopio 2017: Evaluación del entorno para las asociaciones público-privadas en América Latina y el Caribe , evalúa la

capacidad de los países para movilizar la inversión privada en infraestructura a través de las APP. Desarrollado por The Economist

Intelligence Unit y financiado por el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el

Infrascopio utiliza un nuevo marco de 23 indicadores para captar los últimos desarrollos de la industria para las APP de

infraestructura, incluyendo la sostenibilidad social y medio ambiental, control fiscal y planificación de presupuestos, transparencia y

rendición de cuentas, y nuevos instrumentos financieros.

Chile y Colombia empatan en el primer lugar de la clasificación del índice Infrascopio 2017. Estos países tienen más de 25 años de

experiencia y los marcos regulatorios están bien desarrollados. Varios países, entre ellos Argentina, Costa Rica y Nicaragua, han

desarrollado nuevos marcos legales para las APP en el último año, pero necesitarán tiempo para poner en práctica sus nuevas

políticas. Estos países tendrán que probar sus nuevos marcos definiendo una cartera sólida de proyectos y asegurando que

alcancen el cierre financiero.

Varios gobiernos también han tratado de mejorar sus marcos de APP estableciendo unidades específicas de APP, lo que hace que

el proceso de implementación sea más eficiente. La nueva Secretaría de PPI en Brasil, por ejemplo, se creó en mayo de 2016, y

tiene el mandato de coordinar la política de APP y proporcionar apoyo técnico y supervisión de este tipo de proyectos.

El estudio también encontró que, a pesar de la mejora de los entornos regulatorios e institucionales, la transparencia y la rendición

de cuentas en el desarrollo de las APP es mejorable. Pocos países revelan completamente la información del proyecto; los que lo

hacen pueden proporcionar lecciones para los participantes a través de las diferentes etapas del desarrollo de las APP y ayudar a

mejorar la eficiencia general del proceso.


Si bien el clima de la región para la inversión privada en infraestructura se ha fortalecido con el tiempo, las facilidades financieras en

apoyo de las APP siguen siendo subdesarrolladas. Los países con mercados de capitales débiles que dependen de instituciones

internacionales para financiarlos tendrán que expandir mecanismos alternativos de financiamiento, como bonos verdes o bonos de

impacto para el desarrollo, para mantener su acceso al capital.

Sobre el BID

El Banco Interamericano de Desarrollo tiene como misión mejorar vidas. Fundado en 1959, el BID es una de las principales fuentes

de financiamiento a largo plazo para el desarrollo económico, social e institucional de América Latina y el Caribe. El BID también

realiza proyectos de investigación de vanguardia y ofrece asesoría sobre políticas, asistencia técnica y capacitación a clientes

públicos y privados en toda la región.


Visión de conjunto
A medida que la economía mundial cambia hacia una mayor base de conocimiento, los
países industrializados han estado a la vanguardia de la inversión en investigación y
desarrollo (I + D), impulsando las empresas impulsadas por la innovación, diseñando
políticas públicas que fomentan la innovación y el emprendimiento. . La revolución digital
y de datos ha creado nuevas oportunidades económicas para los pobres y vulnerables al
pavimentar nuevos caminos hacia la inclusión social. Al acelerar el ritmo del cambio, la
tecnología crea oportunidades para aquellos que interrumpen el funcionamiento de las
empresas, los gobiernos y los mercados laborales, ofreciendo soluciones innovadoras para
abordar problemas sociales acuciantes.

La revolución digital y de datos ha creado nuevas oportunidades económicas para


los pobres y vulnerables al pavimentar nuevos caminos hacia la inclusión social.

Sin embargo, en América Latina y el Caribe, existen una serie de barreras que impiden que
los países aprovechen plenamente el poder de las industrias intensivas en conocimiento, la
innovación y el espíritu empresarial para el crecimiento económico. La inversión privada y
pública en I + D e innovación sigue siendo baja: en promedio, 0,78% del PIB de la región
se destina a I + D, muy por debajo del 2,4% gastado por los países de la OCDE en 2011.
Los sistemas financieros no están preparados para satisfacer las necesidades las empresas
en crecimiento siguen siendo incipientes, los aceleradores e incubadoras a menudo carecen
de la capacidad suficiente, los vínculos entre la investigación y la industria son limitados y
la incapacidad de encontrar trabajadores calificados se ha convertido en uno de los
principales obstáculos para el crecimiento de la región. Como resultado, la productividad de
la región, el principal motor del crecimiento económico a largo plazo, se está quedando
rezagada con respecto a la mayoría de las otras regiones. Por ejemplo, el crecimiento de la
productividad en la economía típica de América Latina y el Caribe es el 40% del de un país
típico de Asia oriental.
Importa

A pesar de estos desafíos, este nuevo orden ofrece muchas oportunidades para el
crecimiento económico inclusivo y la creación de empleo, así como para estimular
la actividad empresarial, la productividad mejorada y el derrame de conocimiento
en todos los sectores. Por ejemplo, en los EE. UU., La investigación ha
demostrado que los empleos de alta tecnología tienen el mayor efecto
multiplicador en la economía local: para cada trabajo directo creado por una
empresa de alta tecnología, también se crearon cinco empleos adicionales. Este
paisaje cambiante también abre la puerta al uso de la tecnología y las nuevas
plataformas digitales para implementar soluciones innovadoras a problemas
sociales y ambientales desafiantes en áreas como la salud, la educación, la
vivienda y la energía. El mundo ya está viendo el poder transformador de los
pagos móviles al hacer que las poblaciones que anteriormente carecían de acceso
a la banca se incorporen al sector financiero, o de tecnologías innovadoras en el
aula digital para mejorar las oportunidades educativas. En última instancia,
cultivando y apoyando ecosistemas de innovación, empresas con potencial de
crecimiento, adopción más amplia de tecnología de PYME y una fuerza laboral
competitiva, existe un gran potencial para impulsar el crecimiento inclusivo y
generar oportunidades de empleo en la región.
¿Cuán saludable está el sistema financiero mundial?
En resumen, las medidas en curso para reforzar el sistema financiero
mundial, sin lugar a dudas, han dado sus frutos, especialmente en lo que
se refiere al fortalecimiento de las reservas de capital y la limpieza de los
balances contables de sectores importantes del sistema bancario. Las
más recientes aserciones de los responsables de la formulación de
políticas son reconfortantes para aquellos de nosotros que tememos que
no se haya hecho lo suficiente por reducir el riesgo financiero sistémico y
por garantizar que los bancos sirvan a la economía real en lugar de
amenazar su bienestar.

Sin embargo, es demasiado pronto para dar al sistema financiero en su


conjunto un certificado de buena salud. Los esfuerzos por reforzar el
sector bancario en algunas partes de Europa continúan muy rezagados.
Y, lo que es más importante, los riesgos financieros han continuado
migrando hacia actividades no bancarias.

Después de que en el periodo 2007-2008 una irresponsable toma de


riesgos hizo tambalear a la economía mundial, casi sumergiéndola en
una depresión de varios años de duración, los reguladores y los bancos
centrales en las economías avanzadas pusieron en marcha un gran
esfuerzo para fortalecer sus sistemas financieros.

Para ello, se centraron inicialmente en los bancos, que desde entonces


han reforzado las reservas de capital para absorber riesgos, limpiaron los
balances contables turbios, incrementaron la liquidez, mejoraron la
transparencia, aminoraron el alcance de las actividades riesgosas, y
realinearon parcialmente los incentivos internos para desalentar el
comportamiento imprudente.

Asimismo, se mejoró el proceso para dar solución a los casos de bancos


fracasados y en camino al fracaso.
Además de fortalecer al sector bancario, los responsables de la
formulación de políticas también avanzaron hacia la estandarización de
los mercados de derivados y hacia lograr que estos sean más sólidos y
transparentes, lo que también reduce el riesgo de que los contribuyentes
tengan que realizar rescates de instituciones irresponsables en el futuro.

Por otra parte, se logró que el sistema de pago y compensación sea más
seguro, reduciendo de esta forma la amenaza de una “parada súbita” en
la actividad económica, como la que se produjo en el cuarto trimestre del
año 2008.

Ha sido alentador observar a las autoridades nacionales coordinar sus


esfuerzos con los auspicios del FSB. Una mejor coordinación redujo el
riesgo de arbitraje regulatorio, y abordó la amenaza de que los bancos
serán, tal como lo expresó el exgobernador del Banco de Inglaterra
Mervyn King en su memorable frase, “internacionales durante su vida,
pero nacionales en el momento de su muerte”.

Trabajo por hacer


Estados Unidos y el Reino Unido tomaron la delantera en la reforma, y
Europa se ha estado poniendo al día. Suponiendo que lo haga, como es
la intención de los responsables de la formulación de políticas allí, la
garantía de Yellen sobre que se tiene un sistema bancario “mucho más
fuerte” en EE. UU. también se aplicará a todas las otras jurisdicciones
bancarias sistémicamente importantes en el mundo desarrollado. Y la
confiada afirmación del FSB sobre que “las reformas han abordado las
grietas que causaron la crisis financiera mundial” recibirá más apoyo.

Aun así, es demasiado pronto para declarar la victoria. Aunque el FSB


describe el sistema financiero como “más seguro, más simple y más
justo”, también reconoce “riesgos incipientes que, si se dejan sin control,
podrían socavar el objetivo del G20 sobre un crecimiento fuerte,
sostenible y equilibrado”.

Como observador y participante en los mercados mundiales de capitales,


en mi opinión, tres de estos riesgos son destacables.

En primer lugar, a medida que los bancos que ahora son más
cuidadosamente regulados han cesado ciertas actividades, ya sea de
forma voluntaria o de otra manera, ellos han sido sustituidos por bancos
que no están sujetos a las mismas normas de supervisión y regulación.

En segundo lugar, algunos segmentos del sistema no bancario se


encuentran ahora atrapados por un “espejismo de liquidez”, en el cual
algunos productos se arriesgan a hacer promesas exageradas de
liquidez que ellos podrían proporcionar a clientes que operan en algunas
áreas –tales como los bonos de alto rendimiento y los bonos corporativos
de mercados emergentes– que son particularmente vulnerables a la
volatilidad del mercado. Y, al mismo tiempo, los fondos que se negocian
en bolsa han proliferado, mientras que los intermediarios financieros se
han reducido en comparación con usuarios finales más grandes y
complejos.

En tercer lugar, el sistema financiero aún no ha sentido el impacto pleno


de las perturbaciones tecnológicas impulsadas por los avances en
grandes datos, inteligencia artificial y movilidad, los que ya están en el
proceso de alterar a un número creciente de otros sectores establecidos.
Y las actividades de tecnología financiera ( fintech ) que se han
expandido se encuentran inadecuadamente reguladas, y todavía no se
han puesto a prueba en un ciclo de mercado completo.

Sin duda, probablemente en el sistema bancario no se origine otra crisis


financiera sistémica que amenace el crecimiento y la prosperidad
económica en todo el mundo. Sin embargo, sería prematuro afirmar que
hemos logrado que todos los riesgos que enfrenta el sistema financiero
sean cosa del pasado.

Debido a que los riesgos se transformaron –y migraron hacia fuera del


sistema bancario– los reguladores y supervisores tendrán que intensificar
sus esfuerzos y ampliar su enfoque para ver más allá de los bancos.

Después de todo, como Greg Ip, del Wall Street Journal , señaló en el
2015: “Exprimir hasta sacar el riesgo de la economía puede ser como
presionar sobre una cama de agua: el riesgo a menudo resurge en otros
lugares. Esto es lo que ocurre sucesivamente con los esfuerzos por
hacer que el sistema financiero sea más seguro tras la crisis financiera”.

Mohamed A. El-Erian, es consejero económico en jefe de Allianz,


presidente del Consejo de Desarrollo Global del presidente
estadounidense Barack Obama y el autor de The Only Game in
Town: Central Banks, Instability, and Avoiding the Next Collapse.

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