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Rebeca fue estéril durante 20 años, y nuevamente podría haberse creído que no se iba a
producir la simiente prometida simplemente por los medios naturales de paternidad, sino
por intermedio del poder creador sobrenatural de Dios. La esterilidad de Rebeca hace que
Isaac ruegue al Señor, quien anuncia a Rebeca que dos niños luchan en su seno (Gn. 25.22–
26). Estos dos niños, que representan dos naciones, siguen caminos mutuamente hostiles.
Isaac mismo permanece peregrino en la tierra y, en lugar de ir a Egipto en tiempo de
escasez, se queda en Gerar. En un momento crítico, al igual que Abraham, trata de proteger
a su esposa haciéndola pasar por su hermana. Después de reñir con los pastores de Gerar se
traslada a Beerseba, y finalmente llega a un acuerdo con Abímelec. Surge antagonismo
mutuo entre Isaac y Rebeca a causa de las acciones de Jacob. Isaac, engañado, pronuncia la
bendición paterna sobre Jacob y un devoto deseo profético sobre Esaú. Isaac muere a la
edad de 180 años y es sepultado por sus hijos, Esaú y Jacob.
San José, «como era realmente bueno y no quería denunciarla, determinó repudiarla en
secreto» (Mateo 1:19). Sin embargo, un ángel se le apareció en sueños y le reveló que el hijo
que María tenía en su seno había sido concebido por obra del Espíritu Santo.
Tras el nacimiento de Jesús en Belén, San José, avisado de nuevo por un ángel, tomó
a Jesús y a la Virgen María y los condujo a Egipto para huir de la furia del rey de
Judea, Herodes el Grande. A la muerte del monarca, y después de una nueva revelación del
ángel, San José retornó a su país; pero, por temor al sucesor de Herodes, la familia no se
estableció en Belén, sino en Nazaret de Galilea. Allí San José ejerció su oficio de carpintero.
Los evangelios citan por última vez a San José en el episodio (narrado por San Lucas) en el
que Jesús se perdió durante una visita a Jerusalén, y fue hallado por sus padres en el templo,
discutiendo con los doctores. Nada cierto se sabe acerca de la muerte de San José, aunque
por la narración evangélica parece probable que fuera antes de que Jesús iniciara su vida
pública.
El culto a San José comenzó posiblemente entre las comunidades cristianas de Egipto. En
Occidente fueron los servitas, una orden mendicante, quienes en el siglo XIV comenzaron a
festejar el 19 de marzo como la fecha de la muerte de San José, y esta devoción tendría
luego impulsores como el papa Sixto IV y la mística española Santa Teresa de Jesús. El
papa Pío IX lo declaró patrono de la Iglesia universal el año 1870. Casi cien años después, en
1955, Pío XII instituyó la fiesta de San José Obrero el 1 de mayo.
Moisés
(Siglo XIII a. C.) Profeta y legislador de
Israel cuyas acciones están descritas en el
libro del Éxodo. Sin embargo, dicho libro del
Antiguo Testamento está escrito en un
registro literario y simbólico que deja en la
penumbra la figura histórica de Moisés,
rodeándola de milagros, prodigios y
leyendas; e incluso existen dudas sobre la
existencia real de Moisés, que podría ser un mito.
Moisés no fue sólo el dirigente del éxodo judío hacia Palestina, sino también el
autor de los fundamentos de la ley judaica, si bien el contenido de sus leyes no
difiere mucho de las que predominaban en el Oriente Medio por aquella época (a
excepción del componente monoteísta, que no fue creación de Moisés). La ley
está contenida en los cinco libros del Antiguo Testamento que forman el
Pentateuco y que constituyen la Tora de los judíos
(Génesis, Éxodo, Levítico,Números y Deuteronomio).
La tradición religiosa supone a Moisés autor de los cinco libros, si bien parece
probado que no pudo serlo más que en muy pequeña parte y que el grueso de su
contenido fue redactado mucho después. En todo caso, su figura es venerada
tanto por la religión judía como por el cristianismo y el islam.
Libro de los Jueces
El Libro de los Jueces es un
libro bíblico del Antiguo Testamento y
del Tanaj hebreo, perteneciente al
grupo de los Libros Históricos. En la
Biblia se encuentra ubicado entre
el Libro de Josué y el de Rut.
Como esta intervención está librada solamente al arbitrio de la Divinidad, los jueces
aparecen y desaparecen a intervalos irregulares de la historia hebrea.
Ningún juez llegó a ser jefe supremo porque su función no es lograr la unidad sino
solventar un problema puntual: la unificación definitiva habrá de esperar a los Reyes.
El contexto histórico en el que se desarrolla este libro abarca el tiempo desde la
muerte de Josué hasta la monarquía, durante el cual el pueblo de Israel vive en
Canaán.
El Libro de los Jueces narra el período que va desde la muerte de Josué hasta el
nacimiento de Samuel, un tiempo en que los judíos han abandonado su vida
nómada y acaban de instalarse como semisedentarios primero y agricultores luego,
habitando en casas de material o chozas de adobe. Aunque Jueces no sigue un plan
fijo y bien estructurado, a grandes rasgos pueden distinguirse en él las siguientes
partes:
1. Primera introducción (1:1-2:5);
2. Segunda introducción (2:6-3:6);
3. Cuerpo de la obra, con los hechos de los seis "jueces mayores" y algunos
menores; y
4. Dos apéndices (caps. 17 a 21).
Primer Libro de los Reyes
El tiempo de los Reyes constituye la tercera etapa
de la historia de Israel, después del tiempo de los
Patriarcas (Abraham, en los años 1750 antes de
Cristo) y el tiempo del Exodo y la Conquista
(Moisés, en los años 1250 antes de Cristo).
David había tomado Jerusalén más o menos en el
año 1000 antes de Cristo. El reino de David y su
hijo Salomón se dividirá a la muerte de Salomón,
ocurrida en el 932 antes de Cristo. La parte del
norte, llamada reino de Israel, dejará de existir
como nación al cabo de dos siglos. La parte del
sur, llamada reino de Judá, durará hasta el año
587, año de la destrucción de Jerusalén y del Templo, con el Destierro a Babilonia.
Son cuatro siglos en total. Estos cuatro siglos de los Reyes son los más importantes de la
historia sagrada, porque éste fue, más o menos, el tiempo en que Dios hizo surgir en ese pueblo
los profetas.
La mayor parte de la Biblia se escribió en esos cuatro siglos. No solamente los grandes profetas
dejaron sus obras: Isaías, Jeremías..., sino que grupos de profetas de menos importancia
escribieron gran parte de la historia de Israel: la mayoría de las páginas del Génesis y del Exodo,
los libros del Deuteronomio, de Josué, de los Jueces, de Samuel y de los Reyes.
Con esto queremos decir que el período de los Reyes es el que conocemos con mayor precisión
histórica.
Estos fueron cuatro siglos en que la fe de Israel, enfrentando tentaciones, persecuciones y
dificultades de toda clase, maduró hasta alcanzar, en los grandes profetas, esta sublimidad y
lucidez que sólo Cristo podía llevar más adelante.
El libro de los Reyes
Al comienzo, los dos libros de los Reyes formaban uno solo. Esta obra es el fruto de la reflexión
de los profetas y terminó de redactarse durante el Destierro a Babilonia.
Se trata de una historia religiosa que, deliberadamente, omite hechos que a otros parecerían
muy interesantes: apenas se habla de los importantes reinados de Omri y Jeroboam II en
Samaria. El juicio es siempre desfavorable para los reyes de Israel, recordando cada vez la culpa
del primero de ellos, Jeroboam, responsable de la división. Solamente se alaba a algunos reyes
de Judá por su fidelidad a Yavé.
Se notarán tres partes:
— La magnificencia del reinado de Salomón y del Templo.
— La historia de los dos reinos separados de Israel y de Judá.
— Después de la desaparición del reino de Israel, sigue la historia de Judá hasta su destrucción,
en el 587.
Los capítulos referentes a Elías y Eliseo forman un conjunto aparte: 1 R, capítulos 17-19, y 2 R,
capítulos 2 a 8.
PROFETAS