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teoría y acción.1
Los aportes de Antonio Gramsci a la filosofía y las ciencias sociales, en nuestro caso, la
sociología, son de una riqueza importante, por cuanto exploró campos antes inadvertidos o
poco desarrollados y que nos brindan una especie de asideros que nos permita tener un
terreno firme y así ampliar ciertos análisis. En el caso del marxismo, Gramsci pone de
relieve fundamental el problema de la cultura, como un problema que necesariamente la
concepción materialista de la historia no puede pasar por desapercibida. Máxime cuando en
la cultura se disputa necesariamente la dirección y orientación sobre las masas.
Por lo tanto, uno de los conceptos claves en la teoría gramsciana será el de “hegemonía”,
se considera clave porque a la luz de quien escribe, puede decirse que traza una especie de
hilo rojo que se anuda de manera coherente con varios conceptos que hacen parte del
‘arsenal’ teórico de Antonio Gramsci brindando un sentido que, tiene como pretensión
clarificar las aspiraciones de las clases subalternas para lograr hacerse con el poder
político. En el caso de la hegemonía, existe una intrínseca relación con la dirección y las
clases dominadas.
La pretensión del ensayo tiene como objeto demostrar que la hegemonía es la forma en
cómo se re afirma la política que en palabras de Gramsci implica, un elemento esencial en
la filosofía de la praxis, la unidad entre teoría y acción.
El término hegemonía fue, pues uno de los más ampliamente utilizados y una de las
nociones más familiares en los debates del movimiento obrero ruso ates de la Revolución
de Octubre (…)Lenin prefirió hablar de <<dirección>> (rukovdstvo) y <<dirigente>>
1
Damian Rodríguez Vera: 2061428029
(rukovoditel) (…) En uno de los raros fragmentos en lo que introduce el término
<<hegemónico>> (gegmon), lo utiliza como sinónimo de dirigente (…) El deber del
proletariado era ejercer la hegemonía sobre los otros grupos explotados que eran sus
aliados de la lucha contra el capitalismo dentro de sus propias instituciones soviéticas; así,
<<su hegemonía posibilitará la elevación progresiva del semiproletariado y el campesino
pobre>> (Olivé, 2012)
En la anterior cita podemos deducir por lo tanto dos elementos, para empezar a desarrollar
el concepto de hegemonía; el primero de ellos es que dicho concepto, tiene desde sus
entrañas una caracterización eminentemente política, el propio contexto hace que desde su
estado más embrionario se adhiera con ésta característica pero que además hace a una
alusión a la necesidad de que exista un grupo que en la sociedad que se constituya como
dirigente; por el otro lado y parece ser a veces una cuestión que puede pasarse entre líneas
consiste en que la alianza es una condición intrínseca para poder ejercer la dirección
política, necesita de los otros grupos que eran explotados para poder fortalecer la lucha
contra el capitalismo y solidificar los vínculos que existe como también de poder elevarlos
progresivamente a la condición en la que se encontraban éstas clases explotadas.
La alianza es una cuestión demasiado importante, pues se necesitan masas para legitimar el
proceso revolucionario, es una condición estratégica para que un grupo tenga la posibilidad
de tomarse el poder político. Lenin, a los albores de la revolución, en sus primeros
momentos, es decir, en el primer lustro del siglo XX, se encontraba en un periodo de debate
crucial sobre el problema de la alianza obrero-campesina. Esta discusión, que hizo mella en
diferentes sectores de la izquierda, como también de la derecha y de los revisionistas se
centraba específicamente sobre el papel que tenía el campesinado en Rusia, sobre su
posibilidad de entenderse como clase revolucionaria.
Amparados en una lectura muy parcial de Marx y Engels, facciones de la izquierda, como
los mencheviques, concebían al campesinado como una clase reaccionaria y que su
personalidad era tendiente a relacionarse con la posición del pequeño burgués quién
defendía de manera acérrima la propiedad privada, por lo tanto, establecer una alianza con
el campesinado llevaría a la ruina el proceso revolucionario. No obstante, Lenin impugnaba
este tipo de posiciones, él entendía la importancia que tenía el campesinado, incluso en
términos demográficos su relevancia no puede pasar inadvertida.
Lenin sabía que el campesinado no es un todo homogéneo, no era pues un ‘saco de patatas’
como muchos creía, por el contrario existe en ellos distintas posiciones, y una de ellas más
avanzada que la de los demás, distinguían con cierta certeza quién era el enemigo: la
burguesía y el capital, es incluso denominado por Lenin a veces como el proletariado rural
y es con ellos con quién debe realizarse la alianza. Empero, a pesar de realizar éste tipo de
coalición, debía existir alguien que direccionara la revolución, quién se encontrara en la
cabeza, ésa cabeza es según Lenin: el proletariado.
Ahora bien, en el caso de Gramsci, lo que se observa es en modo alguno una ruptura con la
idea que Lenin de hegemonía, es más bien, enriquecer éste concepto y darle una
continuidad al legado del revolucionario ruso.
Gramsci, al analizar la situación de las clases subalternas advierte cómo ésta clase, tiene
una tendencia a permanecer disgregada, fragmentada, donde las clases dominantes son las
que principalmente se encargan de que perpetuar esa digresión. Dice el filósofo italiano que
si revisamos la historia de las clases subalternas lo que podemos advertir es un cúmulo de
hitos, ‘mojones’ que acontecen en diferentes momentos específicos, mas no existe una
capacidad de unificación que les permita hacer algo más allá de una irrupción política que
con el paso del tiempo terminara por apaciguarse, es aquello que Gramsci denomina como
la unidad histórica que sólo funciona con la clase dirigente y que sólo ocurre en el Estado.
(Gramsci, 1981)
El problema que advierte entonces el filósofo italiano es ¿cómo lograr la unidad de las
clases subalternas? Gramsci por supuesto está viendo la realidad de su país y entiende este
problema de la misma manera que Lenin lo vio en la Rusia de principios del S. XX. Él
observa cómo esta fragmentación de las clases subalternas que es perpetuada por la clase
dominante se hace a partir de la hegemonía que realiza ésta misma clase, y los conductos
principales por los cuales se difunde son esencialmente culturales.
La escuela, la Iglesia, los periódicos, incluso el servicio militar sirven como torrentes por
los cuales la Ideología, el pensamiento de la clase dominante bajo un proceso de
aculturación se encarga de mantener a las que son subordinadas.
Es en éste punto donde hay una cuestión bien importante para mencionar: la herramienta
principal de la hegemonía en Gramsci, como se ha tratado de señalar es principalmente
cultural – puesto que la otra, que es en palabras del autor la de dominio, es decir, el uso de
la fuerza física para mantener la dominación- tiene una acción disuasiva, mostrando el
interés de la clase dirigente como el interés universal, que es el mismo para la clase
dominante como para la subordinada. Esto, por su puesto en la práctica no se termina
efectuando. Un ejemplo para demostrar el ‘troque’ de esta ilusión es con la religión;
mientras que para la clase subordinada se imparte un catecismo barato, hay una teología
distinta para los intelectuales y la clase dirigente. Por lo tanto, existe una no
correspondencia entre la realidad y su ideación. Existe una contradicción entre la
concepción y la acción de las cosas.
Pero, si las clases subalternas están dominadas por una ideología que les llega
por múltiples conductos, obra de las clases dominantes, las necesidades
efectivas2, las reivindicaciones, en cierta medida espontáneas, de las clases
dominadas, impulsan a estas clases a la acción, a luchas y movimientos, a un
comportamiento más general que está en contradicción con la concepción del
mundo en que han sido educadas. (Gruppi, 1978, pág. 10)
2
El subrayado es mío.
La espontaneidad, nos atreveríamos a decir, es para Gramsci con dos connotaciones; como
una especie de ventaja porque es la que manifiesta la contradicción que existe entre el
mundo en el que han sido educada la clase subordinada, producto de la no correspondencia
de las satisfacción de sus necesidades efectivas y que por lo tanto deciden reivindicarse; la
segunda connotación es ya, bajo una consideración peyorativa, porque la clase subordinada
al manifestarse sólo se queda en la espontaneidad. Aparece entonces el problema de
desvanecer esa intermitencia de las clases subalternas, aparece la necesidad de que exista
una unidad histórica, aparece la necesidad de que haya hegemonía.
Los intelectuales cumplen aquí, un papel sumamente importante bajo la lectura de Antonio
Gramsci. Este intelectual que está al servicio de la clase revolucionaria tiene que tener la
capacidad de construir junto con las masas la posibilidad de direccionar el accionar
revolucionario de las clases subalternas a su consumación, pero incluso ir mucho más allá
de eso. Mientras que la hegemonía que ejercía la clase dominante, se buscaba mantener en
la misma condición a las clases subalternas, los intelectuales, tienen la obligación de
posibilita el ascenso social de ésta clase, de que haya un movimiento progresivo que
transforme el sentido común de los individuos por un con un pensamiento crítico, pues
según Gramsci, todo individuo es un filósofo en potencia.
Olivé, A. (11 de Septiembre de 2012). Marx desde Cero. Recuperado el 05 de Febrero de 2018, de
Marx desde Cero : https://kmarx.wordpress.com/2012/09/11/el-concepto-de-hegemonia-
en-gramsci/