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Nacido el uno de septiembre de 1924 en Santo Domingo de la Calzada, hizo sus estudios primarios, institución
pedagógica calceatense cuyo formato moderno se remonta al siglo XVI, en esa preciosa ciudad riojana, fundada por el
santo que le dio su nombre en el siglo XI (1094), pero tuvo que proseguir estudios medios y superiores en Zaragoza,
terminando la Licenciatura y doctorado en Filosofía en la Universidad de Madrid, por la sencilla razón de que por aquel
entonces no había Instituto Nacional ni Universidad en la Ciudad del santo fundador y epónimo. Sin embargo, creo
pertinente recordar aquí que, aunque los Institutos de Bachillerato Unificado y Polivalente y el de Formación Profesional
no se implantaran en Santo Domingo de la Calzada hasta 1977, hay un precedente que merece ser destacado. En
efecto, con el desarrollo de la Ley Moyano (1857) el Ayuntamiento de Santo Domingo de la Calzada patrocinó la
instalación de un Instituto o Academia de Enseñanza Media en el antiguo convento de San Francisco. Este interesante
proyecto, que surgió incluso un año antes (1856) de la aparición de la Ley Moyano y que se mantuvo hasta 1871,
atravesó diversas vicisitudes, como su desaparición en esta última fecha, el resurgimiento en 1874 y su transformación
en Academia privada hasta 1879.Por otra parte existe también una interesantísima casuística respecto a la Enseñanza
Superior universitaria; siguiendo los pasos del Cardenal Cisneros, Fray Bernardo de Fresneda intentó fundar una
Universidad en Santo Domingo de la Calzada. El proyecto chocó con la oposición de las Universidades, ya constituidas
de Valladolid y Salamanca, y se paralizó con ocasión de la muerte de su impulsor Fray Bernardo en 1578. Pero la
tenacidad franciscana en esta empresa universitaria prosiguió durante todo el siglo XVII hasta alcanzar un permiso y un
convenio con la Universidad de Oñate en el siglo XVIII, en virtud del cual se permitía la docencia de la Filosofía y la
Teología en la Universidad calceatense de San Buenaventura, si bien los estudiantes tenían que examinarse en Oñate,
como asegura don Javier Díez Morrás, investigador agregado del IER del que he tomado estos datos sobre la docencia
en Santo Domingo de la Calzada, que van desde la escuela de primeras letras a la fallida Universidad franciscana.
He subrayado este colorido histórico, en nuestra primera pincelada, para resaltar la riqueza ambiental que
propició el contexto educativo de Santo Domingo de la Calzada, en el que el infante Gustavo Bueno Martínez hizo sus
primeras letras y sus primeros números, en el seno de una familia dedicada en cuerpo y alma a la Medicina.
Precisamente, entre los muchos pacientes de don Gustavo Bueno Arnedillo y de don Santos Bueno Roqués, médicos y
grandes lectores de otros temas, padre y abuelo, respectivamente, de Gustavo Bueno Martínez, estuvieron los monjes
franciscanos. Y la escuela de primeras letras, en la que estudió el infante Gustavo Bueno, estaba regentada por monjas
franciscanas, procedentes de Montpellier, ciudad que albergó a una de las Universidades de Medicina más prestigiosas
de Europa desde el siglo XIII. En esta escuela primaria, además del español, se estudiaba francés, religión…, pero
también Ciencias Naturales, explicadas por el boticario del pueblo don Carlos del Barrio, como le cuenta don Gustavo
al profesor de Filosofía del Instituto de Enseñanza Secundaria «Valle del Oja» de Santo Domingo de la Calzada,
Santos Campos Leza en susConversaciones con Gustavo Bueno (Editorial Senderuela, Logroño, 2008).
Recapitulando, la educación primaria de don Gustavo transcurrió al arrullo de esa espléndida tradición docente
de Santo Domingo de la Calzada.
Acaso el frustrado proyecto de la Universidad de San Buenaventura de Santo Domingo de la Calzada haya
renacido, con los ingredientes propios del Materialismo Filosófico, en los once cursos de verano que la Fundación
Gustavo Bueno, en colaboración con la Universidad de la Rioja y el Ayuntamiento de Santo Domingo de la Calzada,
vienen realizando desde 2003 en esta ciudad natal de don Gustavo.
Terminados sus estudios, ejerció como profesor de Filosofía y director en el Instituto Nacional de Enseñanza
Media Lucía de Medrano de Salamanca durante la década de los cincuenta (1949- 1960). Allí hizo sus «primeras
armas» enseñando filosofía, también música, a las alumnas del Instituto. La denominación «Instituto Nacional de
Enseñanza Media» (INEM) ha desaparecido del mapa educativo español por «imperativos democráticos», habiendo
sido sustituida por sucedáneos «vergonzantes» tales como: Instituto de Bachillerato Unificado y Polivalente (BUP),
Instituto de Formación Profesional (FP), Instituto de Enseñanza Secundaria (IES), fórmulas, todas ellas, en las que el
calificativo «nacional» ha sido defenestrado en beneficio de los «nacionalismos étnicos».
Y es en 1960, tras obtener la cátedra de Fundamentos de filosofía e Historia de los Sistemas Filosóficos de la
Universidad de Oviedo, cuando ejerce su magisterio ininterrumpido sobre casi cuatro generaciones de españoles, si
tomamos el cómputo orteguiano de las «influencias vitales» en periodos de quince años, según la sentencia Per
quindecim annos grande mortales aevi spatium que Ortega y Gasset toma del historiador, etnólogo y procónsul romano
Tácito (55-119), para incorporarla a su teoría de las generaciones. Este prolongado magisterio ha sido ejercido a través
de sus clases y seminarios, o de los Congresos, Encuentros y Cursos en los que ha participado, dentro y fuera de la
Universidad de Oviedo, magisterio que ahora continúa a través de sus Lecciones, Teselas y Teatros Críticos realizados
desde la Fundación que lleva su nombre, institución que también alberga, entre otros eventos, los Encuentros de
Filosofía de su etapa «post-universitaria». Hemos de incluir también, en este capítulo de transmisión oral, las
numerosas conferencias pronunciadas, no solo en Oviedo y otras poblaciones asturianas como Gijón, Avilés, Tineo,
Pola de Laviana, Miéres o Llanes, sino también en buena parte de las restantes ciudades españolas: Madrid,
Barcelona, Valencia, Alicante, Bilbao, Sevilla, Granada, Tenerife, La Coruña, Murcia, Santander…
Ahora bien, mayor alcance tiene su expresión escrita para cuantificar las influencias materiales de don Gustavo
sobre sus discípulos y seguidores, pero de los escritos de este filósofo nos ocuparemos en la tercera de las pinceladas.
Tanto sus manifestaciones orales como sus escritos, a lo largo de estos 54 años de esfuerzo y dedicación a la
enseñanza de la Filosofía han provocado abundantes reacciones de asunción y seguimiento a su Sistema de
Pensamiento. Añadamos, que, al tiempo que don Gustavo irradiaba su filosofía, se fue convirtiendo en centro de
atracción filosófica, en la medida en al que, además de sus iniciales alumnos astur-leoneses, fueron muchos los
españoles de otras provincias y de otras naciones (hispanoamericanos, iberoamericanos, angloamericanos, y aún
alemanes, ingleses y chinos) los que se han sentido atraídos por el Materialismo filosófico. En los casos de alemanes,
ingleses y chinos nos atenemos a las traducciones al alemán, inglés y chino de El mito de la cultura, ¿Qué es la
Ciencia? y España no es un mito, respectivamente.
Pues bien, a esta serie de respuestas nacionales e internacionales, sin solución de continuidad a lo largo y
ancho de estas cinco décadas y un lustro llamaremos «oleadas». Y preferimos hablar de «oleadas», término que el
mismo profesor Bueno sugirió y al que Sharon Calderón dio cuerpo en su artículo «El Congreso de Murcia y las
oleadas del materialismo filosófico» (El Catoblepas, Nº 20, octubre del 2003), para referirnos a las influencias
realmente existentes entre el maestro y sus epígonos, sencillamente porque Gustavo Bueno no es epónimo o figura
legendaria de una generación, como indica Ortega y Gasset a propósito de ilustres filósofos y científicos en su libro En
torno a Galileo: por ejemplo, la «generación de Descartes» la establece en torno a 1626, data en la que cumplió los 30
años; si a esa fecha restamos 15 años nos encontramos con la «generación de Hobbes» (1611); y por la misma regla
de la resta llegamos a la «generación de Galileo» (1596); después la de Giordano Bruno (1581), y así sucesivamente
en sentido descendente. De manera que, desde nuestra concepción de la Filosofía y de la Ciencia, don Gustavo no es
un «héroe generacional» a la manera orteguiana, sino el fundador del Materialismo Filosófico, sistema de pensamiento
de largo alcance que no debe entenderse como una variante de «materialismo grosero», vulgar o corporeista, por la
sencilla razón de que dicho sistema también llama Materia, además de a los objetos corpóreos (M 1), a los contenidos
de la interioridad o a las vivencias de la experiencia interna (M2), y a los objetos abstractos o esencias (M3), como
puedan serlo la idea de distancia entre dos cuerpos o los teoremas matemáticos. Son, pues, tres géneros de
materialidad en una sola realidad.
Por otra parte la idea de oleada evita el reduccionismo biológico adherido a la noción orteguiana de generación.
En efecto, la influencia del filósofo Gustavo Bueno en tiempo real transciende con mucho la barrera cronológica de los
quince años. O dicho de otra manera: no hace falta «tener la misma edad» o ser coetáneo para pertenecer al grupo del
Materialismo Filosófico con todas las de ley filosófica. Así, por ejemplo, un joven de 26 años como Julen Robledo,
nacido en 1988 y que se ha incorporado recientemente al círculo materialista, tiene las mismas competencias
filosóficas respecto al uso y aplicación del Materialismo Filosófico que quien esto escribe, que acaba de cumplir los 69
años, precisamente este 22 de octubre de 2014. Es decir, los 43 años de diferencia entre ambos no es obstáculo para
que sigamos de la misma manera al maestro, aunque pertenezcamos a oleadas distintas y no seamos de la misma
generación.
Y lo que es aún más importante, la idea de oleada prescinde totalmente de los componentes sociologistas («ser
coetáneos») y psicologistas («tener algún contacto vital»), contenidos en la noción orteguiana de generación:
Ahora bien el conjunto de los que son coetáneos en un círculo de actual convivencia es una generación. El
concepto de generación no implica, pues, primeramente más que estas dos notas: tener la misma edad y tener algún
contacto vital. (Ortega y Gasset, En torno a Galileo, Espasa Calpe, edición de 1984, página 48);
Esto lo decimos con independencia, claro está, de que en los numerosos encuentros, reuniones, cursos… de los
seguidores y estudiosos del Materialismo Filosófico, con Gustavo Bueno a la cabeza, el intercambio de contenidos
esenciales, tercio-genéricos, propios de la Filosofía como lenguaje de segundo grado, se crucen con los contenidos o
vivencias, segundo-genéricas, de las esferas personales de los concurrentes a los mismos, o con los objetos
corpóreos, primo-genéricos, de naturaleza filosófica o científica utilizados en dichos eventos, tales como libros,
cuadernillos, apuntes, fotocopias, fotografías, vídeos, etc.
Volviendo a la idea de nación, tras el obligado excurso que hemos hecho por la idea de oleada, y después de
evidenciar las muchas moradas de don Gustavo en distintas ciudades y poblaciones españolas, hemos de concluir, en
buena lógica territorial, que su nación política es España, aunque su nación biológica tengamos que situarla en el
enclave riojano de Santo Domingo de la Cazada. En consecuencia, estamos ante un «ilustre filósofo español, nacido
en la Rioja».
Final
Al considerar yo que don Gustavo pertenece a esa estirpe de filósofos longevos y fecundos como San Raimundo
de Peñafort (1175- 1275), profesor de Filosofía y Teología en la Universidad de Barcelona, les emplazo para que
dentro de diez años nos veamos todos, de nuevo, en esta sala con el fin de celebrar sus cien años.
Y si el ilustre filósofo riojano Gustavo Bueno se caracteriza por su defensa de España frente a Europa, aquel
ilustre filósofo catalán, nacido en el Castillo de Peñafort, y reconocido por el también ilustre «sabio», el rey Alfonso X,
que llegó inclusive a visitarlo, como así nos cuenta el reverendo Alban Butler en sus Vidas de los Santos (LIBSA,
1883), se distinguió por su defensa de España frente al Islam, solicitando incluso ayuda al mismísimo Santo Tomás de
Aquino, dominico como él, al pedirle que escribiera la Suma contra Gentiles, una obra pensada para bajar a la
«caverna de los territorios reconquistados por los cristianos frente a los sarracenos» con el fin de llevar a sus
habitantes a las verdades aristotélico-tomistas, a la manera como el filósofo Gustavo Bueno recurre y regresa a las
tradiciones filosóficas para enfocar la fe del ateo. ¡Curiosas coincidencias!
Así que ¡hasta el 2024!
Para entonces: don Gustavo cumplirá los cien años; estaremos en la novena «sinfonía filosófica», contando
desde la década de 1936-1945; y habremos llegado a la quinta oleada de seguidores del Materialismo Filosófico.
¡Que este ilustre filósofo riojano, al que hemos homenajeado por el cumplimiento de sus noventa años llenos de
lucidez y generosidad, así lo vea!
Al término de este discurso, el homenajeado, visiblemente emocionado, me pidió el manuscrito que había
servido para esta alocución. Pero le mostré que estaba lleno de tachaduras, notas, subrayados…, en fin, que no estaba
presentable. Así que le prometí transcribirlo «como Dios manda» y entregárselo como regalo de cumpleaños. Y eso es
lo que he hecho, bien es verdad que con mi habitual «lentitud digital», por lo que pido disculpas.