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Eduardo García Morán, Televisión y política, basura o no por designio democrático, El Catoblepas 1:13, 2002

El Catoblepas · número 1 · marzo 2002 · página 13

Televisión y política,
basura o no por designio democrático
Eduardo García Morán
Sobre Telebasura y democracia, de Gustavo Bueno (Ediciones B, Barcelona 2002, 257 páginas)

De entre las pocas cualidades que, una vez sí y otra también, no obstante la demora exasperante a la que me
somete, constato en el 'entorno de los hombres' la de la palabra que revoca la palabra, la primera rigurosa, la segunda
tácita, ha tiempo que etiqueto como luminosa; no es que pretenda reiniciar la campaña que más cerca que lejos
interrumpí al darme de bruces con el granito sociopolítico, que traducido a la lengua correcta es el económico, por la
que avisaba en este periódico, con algunos otros pocos que aún insisten, quizá más por inercia que por convencimiento,
de lo no ocioso que es mirar hacia un lado sin mover la cabeza, hacia la filología; no, no es eso, sólo es que la emoción
no me ha sido arrebatada por el Imperio del Absurdo Normalizado y sigue sacudiéndome violentamente cuando se
ofrece un texto como Telebasura y democracia (Cada pueblo tiene la televisión que se merece), en el que, por esa
violencia, por lo demás dadora de placer, esto es, no menos sexual que inteligente, necesito creer que su firmante, el
profesor y filósofo Gustavo Bueno, no pretende otra cosa, calculo yo que en tres de cada cuatro páginas, o en
proporción semejante, que revocar palabras tenidas corrientemente por entendidas, y sino confronten lo que entienden
por «basura» y lo que realmente es.

Basura, para el autor, es lo que resulta de la operación de barrer, a la manera como sacamos de nuestra habitación,
hacia el entorno, el polvo y los papeles o a la manera como el 'Homo habilis' se deshacía de las lascas cuando tallaba
un núcleo de sílex. Pero, impelido por el rigor que impregna toda su obra, Bueno acomete aquí una clasificación
pormenorizada de los diversos géneros de telebasura (a modo de muestra: la fabricada y la desvelada) desde el
materialismo filosófico que, pese a ofrecer su versión 'débil', será suficiente para anegar el entendimiento global de este
volumen para quien no esté familiarizado con él, lo que conducirá a equívocos y seguramente el primero será que el
filósofo es partidario de este tipo de televisión, al que seguirán exclamaciones del tipo «¿por qué habla de basura
positiva?», «¿por qué la telebasura es cultura?» o «¿por qué el concepto basura es él mismo basura?» En todo caso,
una lectura sosegada se nos aparece como imprescindible para que se hilen algunas ideas, y concretamos ese sosiego
requerido en el momento en que el lector llegue a las definiciones de esencias que se aportan en éste de su otro libro
sobre la cuestión, Televisión: Apariencia y verdad, porque son llave para alcanzar la 'clarividencia'.

Con tal pertinencia, no ya sólo por la tarea filológica de la que hablaba al principio, sino también por la filosófica (Idea
de basura), sociológica y antropológica que despliega, Gustavo Bueno llega al capítulo 4, que lleva por título,
precisamente, el del libro, Telebasura y democracia, o lo que es lo mismo, llegamos al núcleo de la disertación, donde
se hallan aseveraciones 'gruesas' que habrán de provocar actitudes de rechazo, y hasta de ira me atrevo a venturar,
pues sino qué decir ante esto: «Es indiferente, en principio, que los contenidos ofrecidos sean de calidad o no, incluso
de que sean 'limpios' o 'basura'», a lo que añade unas líneas después: «La televisión pública, estatal o comercial,
encuentra su misión democrática constitutiva asegurando la distribución de una 'papilla democrática televisiva' (...) Esta
función de la televisión no es menos básica (es decir, basal, no superestructural) de lo que pudiera serlo el salario
mínimo que el Estado debiera asegurar al ciudadano», rematando con un «para que la 'papilla televisiva' llegue a una
audiencia lo más amplia posible, será preciso 'rebajar' la exquisitez o calidad de sus contenidos. Sólo así podrá lograrse
una televisión de masas (con audiencia de millones) capaz de mantener 'vertebrados' a los ciudadanos mediante la
participación en un mundo simbólico común para la sociedad de consumidores». De todos modos, hay que decir de
inmediato que estos párrafos (también: «Entre los servicios democráticos más notables que la televisión presta, en
orden a la formación del cuerpo electoral hay que contar a la publicidad») deberían ser interpretados tras acometer la
tarea de 'atrapar' la teoría de los cuatro 'círculos dialécticos' que se expone en el texto, a saber: el de fondo o genético,

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Eduardo García Morán, Televisión y política, basura o no por designio democrático, El Catoblepas 1:13, 2002

el estructural, el entrelazado y el secante, ya que en ellos se ha de «engranar» la televisión.

Justamente una vez procedido al acoplamiento, el autor está en condiciones de calificar como «perros guardianes de
la ortodoxia democrática» a quienes «pontifican» sobre lo que es televisión democrática y lo que es televisión basura.
Esta cuestión de los criterios está obsesivamente presente a lo largo del libro. En efecto, para Bueno, el establecimiento
de una jerarquía de calidad para medir la programación requiere una tabla de valores que, en ningún caso, nadie puede
arrogarse y que lleva al filósofo a preguntarse si «¿el pueblo que ha sido capaz de elegir a sus representantes y a los
programas que ellos defienden no va a ser capaz de elegir los programas de televisión y las cadenas que prefiera,
según su leal saber y entender?». Por esto, se descalifica toda intervención de los poderes legislativo y ejecutivo, y aun
se certifica como basura muchos programas de contenido político, y se hace recaer el control de los espacios basura en
el judicial cuando hubiere delito. La singular importancia de este capítulo, además, reside en la lección que el profesor
imparte acerca de la teoría política, que es un sumario de su Primer ensayo sobre las categorías de las 'ciencias
políticas'. En el capítulo siguiente, tras un resumen histórico-sociológico de la televisión desde su aparición en 1956
hasta el presente, en el que se aprovecha para incluir la idea de que «el régimen franquista significa más bien la victoria
del capitalismo», Bueno remacha lo que observo como el cruce de caminos entre la telepantalla y el político, cuyo punto
de intersección forma el contorno –el círculo– delimitador de un espacio o dintorno limpio, dejando que en el espacio
exterior o entorno se acumule la basura, y ambos, programas de televisión y programas políticos, serán situados a uno
u otro lado del contorno por el voto del ciudadano democrático.

Tres consideraciones finales. Primera: el apéndice del libro es un comentario al manifiesto que, en noviembre de
1997, consensuaron diversas asociaciones sociales en contra de la telebasura; pues bien, el catedrático emérito de
Filosofía utiliza este manifiesto a modo de ejercicio del cuerpo teórico desarrollado, siendo, por consiguiente, un medio
eficaz para resolverle dudas que hayan podido surgir en el transcurso de la lectura. Segunda: no hay referencias a
Operación triunfo porque el texto se cerró en septiembre de 2001, aunque sí a Gran Hermano, del que se sirve el autor
para 'triturar' las nociones de obscenidad e intimidad. Tercera: creo no equivocarme si incito a determinados a lectores a
poner atención en lugares precisos del volumen, o sea, al periodista, en la página 122; al médico, en la 123; al
historiador, en la 201, y al juez y al político..., que lo lean de cabo a rabo.

© 2002 nodulo.org
 

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