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Hacer una clasificación de los cuentos a partir de los temas que manejan es un poco complicado,
ya que los diferentes temas se pueden combinar dentro de un mismo cuento a medida que se
desarrolla la narración.
Cuentos de terror:
Los cuentos de terror son narraciones que
se escriben con el propósito de provocar
inquietud, temor o, como su nombre lo
indica, terror en el lector.
Cuentos fantásticos:
Los cuentos de fantasía, a diferencia
de los cuentos de terror o los cuentos
maravillosos, no narran historias de seres
extraños. Todo lo contrario, la historia que
narra se desarrolla desde un punto de vista
realista, donde los hechos transcurren
en un ambiente cotidiano, en el cual se
introduce un elemento fantástico. Es decir,
empieza con algo corriente u ordinario,
pero mientras se desarrolla la historia,
irrumpe algo extraño o fantástico que
condiciona el desenlace de la historia.
Este tipo de cuentos no busca producir terror ni generar miedo, más bien pretende
presentar un aspecto que no se puede entender o que está por fuera de la realidad,
como si hiciera parte de ella.
De este modo, los cuentos fantásticos están entre el límite de la realidad, la ficción y lo
maravilloso.
Cuentos de amor:
Son relatos es los que el amor y los
sentimientos son el tema central de
la historia. El amor es un tema que
está presente en muchos cuentos y se
puede trabajar desde varios enfoques,
por ejemplo, desde la perspectiva del
romance o desde un punto de vista donde
lo importante sea la expresión de algún
sentimiento como la tristeza, la felicidad,
el cariño, entre otros.
Generalmente, los cuentos de amor tratan acerca de romances, bien sean posibles o
imposibles, que deben afrontar múltiples inconvenientes que se desarrollan a lo largo
de la trama del relato antes de verse realizados.
Los personajes típicos de este tipo de cuentos son parejas de enamorados que luchan
por realizar su amor. Los cuentos de amor suelen mezclase con la fantasía, especialmente
en los cuentos de príncipes y princesas, lo cual permite ver que los diferentes temas de
los cuentos pueden combinarse dentro de una misma narración.
1. Escribe el nombre de algunas historias que hayas leído o escuchado, según cada uno de los
temas que viste anteriormente:
a. Terror:
b. Fantasía:
c. Amor:
Utiliza la tabla que vas a encontrar al final de los cuentos para consignar tus respuestas.
Cuento de amor.
El ruiseñor y la rosa.
Figura 2
Un ruiseñor vivía en el jardín de una casa y todos los días el joven que allí vivía le dejaba
migajas de pan en la ventana, con las cuales el ave se alimentaba. En recompensa, el
ruiseñor cantaba sus más hermosas canciones cada mañana y cada tarde. Así, creció
un gran afecto entre ambos: el ave porque era alimentada por el joven y el joven por
escuchar las melodías que cantaba el ave.
Un día el joven, que era estudiante, se enamoró perdidamente de la hija de uno de sus
maestros.
Pero al declararse, su amada impuso una condición para corresponder su amor: Que a
la mañana siguiente él le trajese la más linda rosa roja.
El joven recorrió todas las florerías, campos y jardines de la ciudad pero su búsqueda
fue en vano. Encontró todo tipo de flores, pero ninguna rosa roja.
Triste y desolado, fue a pedir ayuda al jardinero de su casa. El jardinero le sugirió que
tal vez podría obsequiarle a su enamorada otro tipo de flores, como petunias, violetas,
claveles o margaritas, pero de ningún modo rosas rojas, ya que era invierno y en aquella
estación del año era imposible conseguirlas.
- Tú puedes conseguir una rosa roja para tu amigo, pero el sacrificio es grande y podría
costarte la vida.
- Bien, tendrás que encaramarte en un rosal y allí cantar la noche entera, sin parar. El
esfuerzo será muy grande y tu pecho podría no aguantar.
Allí se puso a cantar su canto más alegre, pues precisaba esmerarse en la formación de
la flor. Mientras lo hacía, una gran espina comenzó a entrar en el pecho del ruiseñor y
cuanto más cantaba, más entraba la espina en su pecho. Pero el ruiseñor no paró.
Ambos fueron muy felices y su amor duró para siempre, aunque el joven nunca supo
que había sido gracias al sacrificio de su amigo el ruiseñor.
La casa embrujada
Figura 2
En el barrio donde vivo hay una casa que ha estado deshabitada por mucho tiempo,
mejor dicho, desde que yo lo puedo recordar. Mis padres también dicen que no
recuerdan que alguna vez alguien haya vivido en ella, y por eso siempre he creído que
aquélla es una casa embrujada, o al menos que allí vive un espanto. La casa de los
fantasmas, como algunos de mis amigos le dicen, tiene una historia, mitad irrealidad
y mitad silencio. Ahora que la voy a contar, es una historia transformada, con figuras,
olores y colores espeluznantes, una historia de terror de la que fui testigo.
Esa casa vieja, que veíamos todos los días cuando llegábamos del colegio o salíamos a
jugar, nos decía, con sus paredes viejas, sus vidrios rotos y su puerta oxidad, cosas terribles
de imaginar y presentir. Sin embargo, en todo ello había algo que era verdaderamente
real: nuestro miedo, un miedo tan grande que no nos atrevíamos ni siquiera a tocar la
reja de la entrada, ni a pisar su jardín, lleno de pastos amarillos y plantas secas.
-¿Y si entramos a la casa de los fantasmas para ver cómo es por dentro?
Un suspenso se apoderó de todos e hizo que no hubiera respuesta de nadie. Hasta que
por fin Daniela, como hablando por todos, dijo:
-No creo que debamos entrar, pero podemos ir hasta el patio de atrás y sacar naranjas,
el árbol está lleno, al pasar por la esquina se alcanza a ver como brillan con el sol.
Y de esa manera, por primera vez tuvimos el atrevimiento de entrar a la casa de los
fantasmas.
La reja de la entrada, oxidada y desgastada por el paso del tiempo, no opuso mayor
resistencia al grupo. La abrimos y de inmediato sonó un chirrido metálico que rompió
el mortal silencio que flotaba en el aire. Íbamos todos muy juntos, azorados, por el
camino de cemento lleno de grietas que llevaba a la puerta principal a través del jardín.
Al llegar a la puerta principal de la casa, una puerta de madera, vieja, con los vidrios
sucios y la pintura desgastada, Daniel dijo, con aire de valentía y suficiencia:
- No, no, replicamos los demás al tiempo, muertos de susto y sorprendidos de lo que
estábamos haciendo.
Al fin, después de rodear la casa, llegamos al jardín de atrás, donde nos esperaba el
magnífico árbol.
-Suban, suban rápido y alcancen las más grandes, susurro Camila, con la mirada fija en
una de las puertas traseras de la casa.
La pobre no podía dejar de pensar en qué momento se abriría para permitir el paso a
algún monstruo esquelético, fantasma o espectro muy enojado por nuestro atrevimiento
de entrar sin permiso a la casa a robar las naranjas.
Y sucedió, en efecto, lo que la niña temía. Muy lentamente se fue abriendo la puerta; el
chasquido de las bisagras, era la prueba de que algo iba a salir en cualquier momento
de la casa.
Congelados de miedo, como estatuas de hielo, con las manos llenas de naranjas, las
bocas abiertas, y los ojos tan abiertos como era posible, todos esperábamos lo peor. No
obstante, del hueco de la puerta se asomó un negrísimo movimiento de pelos erizados,
cola esponjosa y movimientos graciosos, que se puso a ronronear amigablemente.
-Un gatito negro, ¡qué lindo es! Dijo Daniela, otra de las amigas del grupo, mientras
alzaba al animalillo.
De pronto, la puerta se cerró de golpe, con tal violencia que el pánico se apoderó de
todos y comenzamos a correr hacia la salida, olvidando hasta las naranjas. Llegamos a
mi casa, todos mojados, sin aliento, pero justo para la hora de la cena.
Ese día, después de cenar, decidimos que el gato se iba a llamar Fantasma e iba a ser
la mascota del grupo.
El dragón de madera.
Figura 3
Hubo una vez un niño de nombre Gabriel, que vivía con su abuelo Enrique en una
humilde casa en un pueblo de artesanos. El abuelo Enrique era un excelente y hábil
carpintero, pero, sobre todo, un gran contador de historias. Todas las noches, antes de
ir a la cama, le contaba a su nieto Gabriel historias increíbles de mundos lejanos, con
personajes fantásticos y aventuras llenas de emoción y suspenso.
El abuelo siempre estaba en su taller, construyendo una silla o arreglando una mesa.
Aquí y allá, el lugar estaba lleno de herramientas, pedazos de madera y dibujos que
usaba como modelos para construir sus muebles.
El viejo Enrique también era un gran dibujante y a veces sorprendía a su nieto con el
dibujo de uno de los personajes de las historias que le narraba en las noches. En esos
casos le decía al niño:
-Toma, pégalo en tu habitación, para que no te olvides nunca de las historias que te
cuento.
Él recibía aquellos dibujos con una emoción incontenible y cuando menos lo pensó, las
paredes de su habitación estaban llenas de ellos.
Y así fueron pasando los años, Gabriel vivió su infancia entre las historias del abuelo, sus
las visitas a su taller de carpintería después del colegio.
Era muy viejo y ya no trabajaba en su taller de carpintería, pasaba casi todo el día en la
casa leyendo, o caminando por el campo en las tardes.
Al verlo, el viejo se alegró mucho y juntos recordaron con nostalgia los tiempos en que
el niño lo visitaba en su taller y él le contaba historias en la noche.
-Abuelo Enrique, aún conservó los dibujos que me regalabas cuando era niño.
-Abuelo, quiero que me hagas una figura de madera representando uno de tus dibujos.
El abuelo Enrique accedió a la propuesta de su nieto y ese mismo día empezó con la
elaboración de la figura de madera. Estuvo trabajando animadamente varios días en el
taller, talló la madera con una pasión increíble, cuidando cada detalle en la elaboración,
hasta que al final del quinto día la figurilla del dragón estaba terminada.
-Mañana en la mañana se la daré, dijo el viejo complacido de su trabajo, será una gran
sorpresa para mi nieto.
Esa noche, mientras dormía, el viejo escuchó un sonido extraño que venía de su taller.
El sonido era una especie de gruñido, quizá un rugido, como el que hacen ciertos
animales.
Asustado de que algún ladrón hubiera entrado a la casa, fue a despertar a su nieto.
Juntos bajaron con cautela y pegaron los oídos a la puerta del taller mientras trataban
de ver algo por el agujero de la cerradura.
Los rugidos fueron aumentando, ahora acompañados del sonido de cosas que caían
y se rompían al interior. A la par de todo esto, las paredes empezaron a estremecerse,
como si desde adentro algo las estuviera empujando. También, un hilo de humo,
acompañado de un débil resplandor amarillo, comenzó a salir de debajo de la puerta y
entre los espacios de las bisagras.
Tal era su susto que prometieron guardar el secreto y nunca contaron a nadie lo sucedido.
Pero tampoco volvieron a revisar qué era lo que había en el taller de carpintería.
Pistas:
1. Son los protagonistas, personas, animales o cosas que participan en el cuento. A través de ellos
se desarrolla la historia.
4. Todo cuento presenta una de estas al final. En ella se deja una enseñanza con relación al tema
del cuento.
5. Son cada una de las acciones o acontecimientos que permiten construir la historia del cuento
en sus diferentes momentos.
7. Es la unión de todos los sucesos del cuento. Esta se da a partir de la unión de un inicio, un
desarrollo y un final.
8. En este tipo de cuentos, el tema son los sentimientos y la manera como se resuelven
conflictos sentimentales o afectivos.