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DISCURSO DE AGRADECIMIENTO DEL DOCTOR JESÚS PRIETO EN EL

ACTO DE ENTREGA DE MEDALLAS DE ORO

19 de febrero de 2016

Excmo. y Magnifico Sr Rector, Ilustrísimas autoridades académicas, queridos


colegas, amigos y amigas,

Deseo ante todo manifestar mi agradecimiento a la Universidad de Navarra y a


su Gran Canciller por la concesión de la Medalla de Oro de la Universidad. Veo
en ello una manifestación más de la generosidad y esplendidez de esta
Universidad y de sus órganos de Gobierno que pagan con tanto lo poco que
uno ha hecho.

Esta distinción fue una sorpresa para mí, algo que no esperaba. Pero fue al
mismo tiempo una alegría. Y la razón es que siempre he querido hacer de mi
vida un servicio a la Universidad de Navarra y esta medalla es como si te
dijeran: sí, estate tranquilo, has servido.

Tengo bien presente, no obstante, que si algo útil he hecho en mis años de
trabajo en Pamplona, el mérito es de la Universidad que me ha dado mucho
más que lo que yo haya podido ofrecer. He de dar gracias a Dios porque las
vicisitudes de la vida me han traído a una Universidad en donde se respira una
atmosfera de amor a la libertad, pasión por el conocimiento y afán de servir.
Estas notas, que son reflejo del espíritu de su fundador san Josemaría, y
constituyen el motor del crecimiento interior de profesores y alumnos. Quiero
agradecer a la Universidad ese tirar para arriba de los que trabajamos en ella,
ese impulso que abre horizontes y hace aspirar ad maiora mientras atendemos
con esmero a la tarea que llevamos entre manos.

Gracias a la Universidad. Pero la Universidad se concreta en los hombres y


mujeres que forman parte de ella: alumnos, profesores, gestores, personal
auxiliar y técnico. Todos ellos son esenciales, todos contribuyen a la edificación
interior de los otros. La Universidad es un entorno en donde la comunicación
de mentes y la concurrencia de esfuerzos hacen el progreso. En la Universidad
de Navarra he vivido en un ambiente de franca y abierta colaboración entre
personas y departamentos y ello ha sido el factor determinante para culminar
proyectos de otro modo inalcanzables. Es patente que las tareas realizadas y
los avances conseguidos lo han sido por el trabajo de todos, de todos los
coetáneos y de todos los que nos precedieron. Quiero recordar particularmente
a D. Eduardo Ortiz de Landázuri y a todos los que con su dedicación muchas
veces heroica han puesto las bases de lo que es hoy la Clínica y la Facultad de
Medicina de la Universidad de Navarra.

Quisiera dar las gracias de modo especial a todas las personas que han
colaborado conmigo en el trabajo asistencial, en la docencia y en la
investigación a lo largo de los años y también a todos aquellos que han hecho
realidad el CIMA con sus gestiones, sus aportaciones económicas o con su
trabajo muchas veces escondido. Es justo que haga especial mención del
Beato Alvaro del Portillo y del Prelado del Opus Dei Mons. Javier Echevarria. A
ellos debe el CIMA su existencia. Asimismo quiero expresar mi agradecimiento
a tantas familias navarras y de otros puntos de la península ibérica que han
confiado en nosotros y que con su ayuda generosa han permitido que, aun en
las épocas difíciles de la crisis económica, continuara con fuerza la labor
investigadora de la Universidad.

Y ya termino. He completado una fase de mi vida profesional y he pasado a la


condición de profesor Emérito, una etapa avanzada pero no vedada a nuevos
proyectos. Manifestando el anhelo del que siente que la vida pasa y queda
tanto por hacer, decía el genial poeta portugués Camoens “más serviría si no
fuera, para un tan largo amor, tan corta la vida” , unas palabras que suscribo.

Muchas gracias

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