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Julia Urquidi, la inolvidable tía Julia de

Vargas Llosa
Edmundo Paz Soldán
12 MAR 2010
Como tantos otros lectores en el mundo, no conocí personalmente a la tía Julia, y sin embargo tengo una impresión muy
vívida de ella. Julia Urquidi Illanes, fallecida el pasado miércoles 10 de marzo en Santa Cruz (Bolivia) a los ochenta y
cuatro años, debido a problemas respiratorios, sirvió de modelo para el personaje que hizo célebre La tía Julia y el
escribidor, una de las novelas más entrañables de Mario Vargas Llosa. La novela, publicada en 1977, está basada en el
romance y posterior casamiento de un joven Vargas Llosa con su tía boliviana, quien le llevaba once años de edad. En el
primer capítulo, el escritor hispano-peruano presenta sin mucho glamour a la tía Julia: "la recién llegada, en bata, sin
zapatos y con ruleros, vaciaba una maleta". Luego, en la comida, la tía Julia le pregunta a Marito si tiene novia, "con ese
aire cariñoso que adoptan los adultos cuando se dirigien a los idiotas y a los niños... y me aconsejó, con una perversidad
que no descubría si era deliberada o inocente pero que igual me llegó al alma, que apenas pudiera me dejara crecer el
bigote". Las bromas desembocan en una relación apasionada y secreta, en la que la diferencia de edad y la oposición de
la familia se convierten en los obstáculos a sortear.
.

Urquidi replicó al escritor con su libro 'Lo que Varguitas no dijo'


"Yo lo hice a él. El talento era de Mario, pero el sacrificio fue mío"

Julia Urquidi conoció a Mario Vargas Llosa en Lima, ciudad a la que había llegado luego de su primer
divorcio. Se casó con Vargas Llosa en 1955. El matrimonio duró ocho años. Posteriormente vivió en
Washington y volvió a Bolivia para establecerse en La Paz. Julia recibió con ambivalencia la
publicación de la novela, dedicada a ella ("a Julia Urquidi Illanes, a quien tanto debemos yo y esta
novela"): agradeció a Mario la novela, reconoció que le gustaban partes de ella, pero también se
sintió "amargada" de que pusiera su vida "al descubierto". A principios de los ochenta, cuando se
enteró del rodaje de una telenovela basada en La tía Julia y el escribidor, todo cambió: según Julia, la
telenovela la presentaba como "una seductora de menores". Eso la motivó a escribir su propia
versión de los hechos, Lo que Varguitas no dijo, libro publicado en 1983. El libro se enfocaba más en
los años del matrimonio y el divorcio, que no narraba la novela -centrada en el noviazgo prohibido, y
en la que el relato de la relación termina con la fuga y el posterior casamiento a espaldas de la
familia, en Chincha, una ciudad a doscientos kilómetros de Lima-, y provocó la ruptura entre Julia y
Vargas Llosa.
Julia Urquidi trabajó durante muchos años como Jefa de Protocolo en la alcaldía de La Paz. También fue secretaria
personal de varias primeras damas de Bolivia. Era una mujer guapa, nerviosa, de sonrisa pícara. Su gran debilidad eran
los cigarrillos. Eso le provocó problemas de salud que la obligaron a dejar la altura de La Paz para trasladarse a Santa
Cruz. Cuando le preguntaban sobre Vargas Llosa, contestaba que lo había dicho en Lo que Varguitas no dijo. Allí
recuerda que con Vargas Llosa transcurrieron "los años más felices de mi vida", pero "también los momentos de mayor
tristeza". En una de sus pocas entrevistas, al periódico El Deber (Santa Cruz) a principios de la década pasada, afirmó:
"Yo lo hice a él. El talento era de Mario, pero el sacrificio fue mío. Me costó mucho. Sin mi ayuda no hubiera sido
escritor. El copiar sus borradores, el obligarlo a que se sentara a escribir. Bueno, fue algo mutuo, creo que los dos nos
necesitábamos".
¿Ha muerto Julia Urquidi? Sí y no. Gracias al genio de Vargas Llosa, algo de ella vive cada vez que un lector abre un
ejemplar de La tía Julia y el escribidor.
La intensa y controvertida vida amorosa de
Mario Vargas Llosa
El premio Nobel está actualmente con Isabel Preysler, exesposa de Julio Iglesias, luego de
terminar un matrimonio de 50 años con su prima Patricia.

Mario Vargas Llosa, acompañado de su esposa Patricia, coincide con Preysler en 1986. |
El premio Nobel Mario Vargas Llosa no es ajeno a los escándalos. Ya mayor, con casi 80 años que hoy cumple, hace poco
el autor se separó de su esposa de 50 años, Patricia, para iniciar una relación con Isabel Preysler.
A continuación, repasamos la vida romántica del escritor de Conversación en La Catedral.
La tía Julia
En 1955, Vargas Llosa se casó a los 19 años con su tía política Julia Urquidi. Ella le llevaba 13 años. La relación acabó en
1964 cuando ya él se encontraba asentado como escritor en París.
Su siguiente relación fue la más duradera y conocida por todos. De los años con la tía Julia hay dos obras: La tía Julia y el
escribidor (1977) de la autoría del arequipeño y Lo que Varguitas no contó (1983) de la boliviana Urquidi.
También hay un capítulo dedicado a Julia Urquidi en El pez en el agua (1993).

Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa. | Fuente: AFP, AP


"La prima de la naricita respingada"
El siguiente amorío de Mario Vargas Llosa duró 50 años y fue con su prima Patricia, hija de sus tíos Lucho y Olga,
hermana de Julia, su esposa.
Urquidi atacó esta relación en Lo que Varguitas no contó y hay un detalle que tal vez agraba la molestía que sentía.
Ambos acogieron a Patricia Llosa en su casa en París cuando ella era apenas una adolescente de 15 años.
Se casaron en 1965. Él tenía 29 y ella 19. El matrimonio produjo tres hijos y una asociación que convirtió a Patricia en la
mano derecha del escritor.
"Mario, para lo único que tú sirves es para escribir", recordó Vargas Llosa que le dijo Patricia, "la prima de naricita
respingada y carácter indomable", en el discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura en 2010.
Ambos celebraron en 2015 sus bodas de oro en Nueva York, pocos meses después todo acabó.
ISABEL PREYSLER
Vargas Llosa mantenía una amistad de al menos 20 años con Isabel Preysler cuando se vieron fotos de ellos juntos. El
reclamo de Patricia terminó en nada, luego de que el nobel pidió el divorcio en noviembre de 2015.
¿Qué puede decir de su relación con la exesposa de Julio Iglesias?
En una entrevista con Hola: "Este ha sido el año más feliz de mi vida. ¿No se me ve acaso feliz a mí?"
En un desayuno con los medios de comunicación de España: "Despierto curiosidad en cierta prensa desde hace algún
tiempo por la mujer de la que estoy enamorado. Si ese es el precio que tengo que pagar por estar con la mujer de la que
estoy enamorado, lo pago. Con resignación, no con entusiasmo".

La tía Julia y el escribidor


Mentalmente me veo escribir que escribo
Los preliminares datos sobre la vida y obra del escritor peruano-español Mario Vargas Llosa —Premio
Nobel de Literatura 2010— rezan que su novela La tía Julia y el escribidor (Seix Barral, 1977) está
basada en su inicial vínculo amoroso vivido con su tía Julia Urquidi Illanes (muerta a los 84 años el 10 de
marzo de 2010 en Santa Cruz, Bolivia), a quien se la dedicó, cuyo matrimonio duró entre 1955 y 1964, y
quien replicó y sazonó lo novelado en Lo que Varguitas no dijo (Editorial Khana Cruz, 1983).

Si La tía Julia y el escribidor denota que es tan fantástica como autobiográfica, en sus memorias El pez en el agua (Seix
Barral, 1993) revela un cúmulo de entretelones implícitos en ella (más otros omitidos, cambiados o maquillados)
ocurridos antes y después de su publicación, como son las difíciles relaciones vividas con su padre Ernesto Vargas
Maldonado (desde que a los diez años supo de su existencia, “hasta su muerte, en enero de 1979”) y el trauma
neurótico y agresivo que le suscitó el leerla. En la página 340 de El pez en el agua dice que después de su lectura, su
padre le escribió una carta con recriminaciones (de Los Ángeles a Cambridge, Inglaterra) que él no le contestó. Pero
luego le escribió otra, “ésta violenta, acusándome de resentido y de calumniarlo en un libro, sin darle ocasión de
defenderse, reprochándome no ser un creyente y profetizándome un castigo divino. Me advertía que esta carta la haría
circular entre mis conocidos. Y, en efecto, en los meses y años siguientes, supe que había enviado decenas y acaso
centenares de copias de ella a parientes, amigos y conocidos míos en el Perú.”
En El pez en el agua, Mario Vargas Llosa apunta que la simiente que luego derivaría en el furtivo casorio (menos de dos
meses después), comenzó a inocularse “a fines de mayo de 1955”, cuando la tía Julia, recién divorciada, llegó a Lima (de
La Paz, Bolivia) a la casa de su tío Lucho y de su tía Olga, de quien era la hermana menor; que ella tenía 32 años y él 19 y
vivía con sus abuelos maternos. Mientras que en la novela, la tía Julia también tiene 32 y “Marito” o “Varguitas” tiene
18 y por ende, se colige, es 1954, año en que se sucede la mayor parte de la obra, pues el último capítulo: el “XX”, es un
epílogo que ocurre doce años después. En éste, el narrador, quien vive en Europa, ha retornado a Lima de vacaciones y
busca datos para el libro que urde: “una novela situada en la época del general Manuel Apolinario Odría (1948-1956)”,
que es una clara alusión a Conversación en La Catedral (Seix Barral, 1969). En la novela, su matrimonio con la tía Julia
duró “ocho años”; y un año después del divorcio, dice allí, “volví a casarme, esta vez con una prima (hija de la tía Olga y
del tío Lucho)”. En la novela, Mario Vargas Llosa no apunta el nombre de la prima hermana ni juega ningún papel, pero
en El pez en el agua sí; por ejemplo, en las anécdotas de 1952, cuando a sus 16 años vivió en Piura, en casa de su tío
Lucho y de su tía Olga, entre los meses de abril y diciembre, lapso en que trabajó en el periódico La Industria y cursó “el
quinto año de secundaria en el colegio San Miguel”, lo cual, gracias al profesor de literatura y al director de la escuela, le
permitió montar y dirigir su primer libreto teatral: La huida del inca, aún inédito, cuyo estreno ocurrió el 17 de julio de
1952 en el teatro Variedades. “El éxito de La huida del inca [apunta en la página 198] hizo que diéramos, la siguiente
semana, dos funciones más, a una de la cuales pude meter a mis primas Wanda y Patricia [de nueve y siete años] de
contrabando, pues la censura había calificado la obra de ‘mayores de quince años’”.
Precedida por “El Grafógrafo”, poema en prosa de Salvador Elizondo a manera de epígrafe, La tía Julia y el escribir se
desglosa en dos secuencias de capítulos alternos y paralelos e intercalados entre sí. En una serie se desarrolla la
cotidianidad del joven Varguitas en Lima, quien vive con sus abuelos maternos; estudia derecho en la Universidad de
San Marcos; escribe sus primeros cuentos y sueña con convertirse en escritor y vivir en París en una buhardilla; trabaja
como rimbombante jefe de Informaciones de Radio Panamericana, donde tiene a sus órdenes a Pascual, un “redactor”,
al que luego se le suma otro: el Gran Pablito, quien resulta analfabeto; conoce y frecuenta a Pedro Camacho, un singular
boliviano, de baja estatura y estirpe estrictamente literaria y fantástica, quien es el argumentista, el mero escribidor de
las populares radionovelas que convierten a Radio Central en una boyante empresa que adinera los bolsillos de Genaro-
padre y de Genaro-hijo, mientras los actores y el personal subsisten en las mil y una penurias; tiene por amigos a su
compinche Javier y a su prima la flaca Nancy, quienes lo apoyan cuando se sucede el subrepticio enredo amoroso con la
tía Julia y cuando a escondidas de la tribu familiar se urde el casorio en un pueblo cercano a Lima: Grocio Pardo, donde
el mísero y zambo presidente municipal da la pauta para enmendar la minoría de edad del novio.
En resumen, La tía Julia y el escribidor, dado el protagonismo del joven Varguitas y sus coterráneos en la Lima de los
años 50, es una novela muy juvenil, muy lúdica y divertida (y desbordada de ludismo y divertimento en los radioteatros),
en la que Mario celebra la juventud y su propia juventud, y el mundo e inframundo de las radionovelas; y así como
tributa a la tía Julia de la vida real, también celebra a su querido tío Lucho, de quien en El pez en el agua, apoyado con
muchos recuerdos y entrañables anécdotas, dice: “él sí que me parecía mi verdadero papá”. Pues amén de que el
romance entre Varguitas y la tía Julia comienza a corporificarse la noche que ambos van, invitados por el tío Lucho y la
tía Olga, al Grill Bolívar (un centro nocturno donde cenan y bailan), a festejar los 50 años del tío, en las radionovelas de
Pedro Camacho tarde o temprano descuella un protagonista que tiene o llega a la cincuentena: “la flor de la edad”, y
que por lo regular, tal lúdico y cantarín estribillo, posee “frente ancha, nariz aguileña, mirada penetrante, rectitud y
bondad en el espíritu”.
Ahora que si bien tal edad, en las radionovelas, refleja la edad de Pedro Camacho —tan evidente y especular como es su
paulatina amnesia y psicosis y su recurrente odio a los argentinos (intrínseco meollo que se desvela en el capítulo “XX”
cuando el lector descubre que la gorda argentina que lo tiraniza y demoniza ya era su mujer desde antes de instalarse
en Lima)—, tal cincuentena y algo de su caricaturesco porte también parecen tributar al tío Lucho (“una nariz grande y
unos ojos extraordinariamente vivos”), así como el hecho de que sea escribidor a toda costa. Es decir, en El pez en el
agua, Mario Vargas Llosa cuenta que “el tío Lucho era aficionado a la lectura y de joven había escrito versos”, de los que
“todavía recordaba algunos”, y que contemporáneos de su juventud “estaban convencidos de que la suya era una
vocación de intelectual”. Ese año crucial de 1952, en Piura, en que el adolescente Mario vivió en casa de su tía Olga y de
su tío Lucho, devoró toda la biblioteca de éste (que estaba en el cuarto que le asignaron para dormir), le leyó sus
poemas, cuentos y La huida del inca, y lo apoyó en su anhelo de “ser un escritor aunque me muriera de hambre”,
diciéndole que “la peor desgracia para un hombre es pasarse la vida haciendo cosas que no le gustan en vez de las
que hubiera querido hacer”.
Algo muy distinto del áspero y violento trato con que lo acosó su padre desde la niñez y al casarse con la tía Julia,
según narra en sus memorias, lo cual refleja, en la novela, la carta que a Varguitas le hizo llegar su progenitor y que bien
pudo teclear Pedro Camacho en una de sus radionovelas con trágico, tremendo y explosivo final:
“‘Mario: Doy 48 horas de plazo para que esa mujer abandone el país. Si no lo hace, me encargaré yo, moviendo las
influencias que haga falta, de hacerle pagar caro su audacia. En cuanto a ti, quiero que sepas que ando armado y que no
permitiré que te burles de mí. Si no obedeces al pie de la letra y esa mujer no sale del país en el plazo indicado, te
mataré de cinco balazos como a un perro en plena calle’.
“Había firmado con sus dos apellidos y rúbrica y añadido una posdata: ‘Puedes ir a pedir protección policial, si
quieres. Y para que quede bien claro, aquí firmo otra vez mi decisión de matarte donde te encuentre como a un perro’.
Y, en efecto, había firmado por segunda vez, con trazo más enérgico que la primera.”
LA TÍA JULIA Y EL ESCRIBIDOR de Mario Vargas Llosa

1.- FICHA BIBLIOGRÁFICA:


- AUTOR: MARIO VARGAS LLOSA (Arequipa, Perú, 1936). Premio Nobel de Literatura.
-TITULO: La tía Julia y el escribidor
- EDITORIAL: Alfaguara
- LUGAR DE EDICIÓN Y AÑO: 3ª edición. Madrid. Noviembre 2010.
2.- ANALISIS HISTÓRICO O CONTEXTO:
La novela se desarrolla en Lima (Perú) en los años cincuenta del pasado siglo, en una familia burguesa
y católica. Por esos años gobierna el país un régimen militar autoritario comandado por el General
Odria.
La situación económica y cultural es bastante difícil en Lima ya que la explosión demográfica en la
ciudad fue tremenda porque hubo una gran cantidad de inmigración de la Sierra a la ciudad por la
gran pobreza del pueblo. El centralismo impedía el desarrollo del interior del país.
Culturalmente, la pobreza representaba el 42% de la población y el analfabetismo era grande. Se
creó una mezcla de culturas sobre una base andina con aportaciones mediterráneas, cantonesas,
japonesas y esclavos africanos.
La plata era la mayor riqueza del país pero estaba controlada por el gobierno el cual le puso elevadas
cargas fiscales.
3.- ANALISIS DEL CONTENIDO:
- RESUMEN: Novela autobiográfica que nos sitúa en una etapa de la vida del autor, que transcurre en
la década de los cincuenta, fechas en las que conoció a su primera mujer, el autor narra un periodo
transcendental de su vida, es Varguitas que vive con sus abuelos trabaja en la radio y empieza a
orientarse en el mundo de la literatura. Es en este tiempo que comienza la relación con su tía política
Julia y terminan casándose esta pasión amorosa que la sociedad limeña de los años cincuenta trata
de impedir, se combina incesantemente con las narraciones truculentas del folletista de las ondas
Pedro Camacho su compañero de trabajo.
- PERSONAJES:
Varguitas o Marito, joven inteligente y trabajador, que a los 18 años era el director de los boletines de la
Radio Panamericana. Compagina su trabajo con los estudios de derecho, sin demasiado interés por la
abogacía. Carrera que no termina y para contentar a la familia y ganarse la vida con más facilidad se saca
el título universitario de Filología Románica. Escritor de cuentos, sugeridos por la vida cuotidiana de
Perú, que intenta publique el diario El Comercio y que arroja a la papelera ante el desinterés o crítica de
amigos. Optimista y positivo, capaz de superar cuantas dificultades encuentra para alcanzar sus
propósitos.
La tía Julia es una mujer boliviana de 32 años que después de su divorcio, y para olvidar, se va a Lima
(Perú) a casa de su hermano y cuñado.
Allí conoce a su sobrino Marito que tiene 18 años y tras varias salidas infructuosas con distintos hombres,
y las bromas y chanzas con su sobrino, en el que ve a un niño se va enamorando perdidamente.
No importa ni la oposición familiar ni las consecuencias que puede tener su relación, ni la posibilidad de
que la expulsen del país por su matrimonio con un menor. Los enamorados consuman su matrimonio, ella
se marcha a Chile, regreso posteriormente a los brazos de Varguitas, con quien comparte ocho años de
felicidad.
El escribidor - Boliviano, pequeño y menudo, con una nariz grande y unos ojo muy vivos, serían los
términos que describen físicamente a Pedro Camacho. Su oficio de “escribidor”, queda resaltado en el título
de la obra de Vargas Llosa. Fue contratado por los dueños de la Radio Panamericana, para que con sus
seriales telefónicos, incrementara los niveles de audiencia. Controvertido, hombre de pocos amigos, que
solo piensa en trabajar creando unas nuevas normas para la emisión de sus radionovelas, aunque
manteniéndose en las formas y costumbres limeñas, con lo que consigue una cercanía entre los oyentes.
Entre Camacho y Mario va surgiendo una buena relación y juntos van a tomarse infusiones de yerbaluisa,
única distracción del “escribidor”.
El exceso de trabajo va produciendo un caos en las historias entremezcladas que cuenta, lo que provocan
una alienación en Camacho, quien agotado, termina ingresando en una clínica para su recuperación.
Otros personajes: el tío Lucho y la tía Olga, Javier, Nancy, los Genaro, etc.
- TEMAS: aunque es autobiográfica no sólo es la vida de Vargas Llosa y sus amoríos con la tía Julia,
sino que hay más temas como es el aprendizaje de los escritores y sobre todo un reflejo de la
sociedad de Lima.
- ESTRUCTURA: Esta novela tiene una estructura compleja, los capítulos impares más el capítulo XX
son autobiografía del autor , es decir su historia con la tía Julia , y los capítulos pares son cuentos
fantásticos escritos por Camacho. Por lo tanto trama no es lineal, aunque si la biografía. Las historias
fantásticas tienen un final muy abierto, es el lector el que debe imaginárselo.
4.- ANALISIS DE LA FORMA:
- GÉNERO LITERARIO: novela autobiográfica, perteneciente al movimiento del realismo mágico.
- LENGUAJE: Su vocabulario es muy rico, predominando palabras utilizadas en Latinoamérica,
también se aprecian varios elementos poéticos. Se diferencian dos estilos de escritura: Varguitas más
natural parece sin elaborar y Camacho con un estilo artificioso, con exageraciones muy agresivas y
elementos paródicos, historias cortas y muy sorprendentes.
Se contrastan en la obra que las historias de Pedro Camacho están narradas en tercera persona y las de
Vargas en primera.
- FORMA DE EXPRESIÓN: Predominan las descripciones, con una gran maestría, es donde se
reconoce a este maestro, ganador del premio Nobel de literatura.
Sus diálogos son cortos, según marcan las técnicas de escritura, para mantener la atención del lector.
- ESPACIO: La novela transcurre en la ciudad de Lima (Perú).
- TIEMPO: Nos narra en los XIX capítulos primeros lo ocurrido durante unos meses y en el último
capítulo hace un breve resumen de acontecimientos posteriores a su primera boda.
5.- VALORACIÓN PERSONAL: Es un libro muy interesante que animaríamos a su lectura.

Adiós a la tía Julia


21 Mar 2010 | 12:54 h
Julia Urquidi Illanes, primera esposa de Mario Vargas Llosa y quien inspiró la novela “La tía
Julia y el escribidor”, falleció el 10 de marzo pasado en Santa Cruz, Bolivia. Era tía de nuestro
escritor más premiado y en su juventud protagonizó con él –diez años menor que ella– un
apasionado romance que acabaría en el divorcio. Aquí la historia.

Por Raúl Mendoza

Tenía la voz ronca, la risa fuerte y una esbelta figura con piernas largas y contorneadas. Era
alta y agraciada. Se llamaba Julia Urquidi Illanes y fue la primera esposa de Mario Vargas
Llosa, además de su tía. Cuando él apenas se acercaba a los 20 años, ella significó ‘un
remezón’ en su existencia porque le alborotó el corazón. Y fue también un recuerdo
permanente que él exorcizó escribiendo La tía Julia y el escribidor, una novela con tintes
autobiográficos que hizo de ella un personaje inolvidable y que acabó separándolos para
siempre. Alguna vez ella dijo sobre esa relación: “Yo lo hice a él. El talento era de Mario. Pero
el sacrificio fue mío”.

Para el escritor y periodista Jorge Coaguila la presencia de Julia Urquidi en la vida de Vargas
Llosa fue clave porque además de esposa, fue su secretaria y se encargaba de pasar en limpio
sus primeros textos. “Significó romper con la atadura familiar, porque era mayor que él y
además divorciada. Estoy seguro de que sin ella ‘Varguitas’ no hubiera despegado”, dice. El
autor del blog literario Bitácora de Navegación, Freddy Molina Casusol, va más allá: “La
historia de la literatura latinoamericana no sería la misma sin Julia Urquidi. Ella lo apoyó
cuando era un escritor en formación y tuvo un papel primordial para que acabara de escribir
La ciudad y los perros, la novela que lo consagró”.

El joven Mario
Julia Urquidi le llevaba 10 años a su sobrino Mario y lo conocía desde niño. Entonces le pareció
que era engreído y antipático. Pero esa percepción inicial cambió cuando se volvieron a ver
en 1955, él con 19 años y ella con 29, recién llegada a Lima y divorciada hacía poco. En La
tía Julia… el escritor presenta ese encuentro sin pasión: “la recién llegada, en bata, sin zapatos
y con ruleros, vaciaba una maleta”. Ella recuerda el encuentro en Lo que Varguitas no dijo –
su respuesta a la novela– amablemente: “A los 19 años, Mario era, en verdad, todo un hombre
de personalidad definida”.

Quizá por eso, a pesar de la diferencia de edad, se enamoró de él. Mario la acompañaba al
cine y a pasear por Lima, y en esos encuentros surgió el amor. Cuando la familia se enteró,
buscaron separarlos pero ellos tomaron una decisión radical: casarse. Y para ello se fugaron.
“Partimos a Chincha en un auto colectivo, un sábado por la mañana, Julia, Javier y yo.
Guillermo nos esperaba allí desde la víspera. Había sacado todos mis ahorros del banco y
Javier me había prestado los suyos, con lo que debía alcanzarme para las veinticuatro horas
que, calculábamos, duraría la aventura”, cuenta MVLL en El pez en el agua, sus memorias.

En esa fuga novelesca lo ayudaron su amigo Javier Silva Ruete y Guillermo Marchand. Pero
no fue fácil casarse porque él era menor de edad. Entonces la mayoría de edad se adquiría a
los 21 años. Recorrieron numerosos pueblos hasta que lograron su propósito un día después
en Grocio Prado, cuna de la beata Melchorita. El padre de Mario, hombre de temperamento
fuerte, andaba buscándolo con una pistola. “Recibí una carta suya. Era feroz y delirante. Me
daba un plazo de pocos días para que Julia partiera por propia iniciativa. (…) Terminaba
diciéndome que si no le obedecía, me mataría como a un perro rabioso”, ha contado Vargas
Llosa.

Finalmente debieron separarse. Ella se fue a Chile y el se quedó aquí, hasta que por fin el
padre dio su brazo a torcer. Quien convenció al señor de que el matrimonio no era tan malo
fue Raúl Porras Barrenechea, quien le dijo en una conversación que ‘casarse era un acto de
hombría, una afirmación de la virilidad’. Así Julia pudo volver a Lima y la pareja se fue a vivir
a una quinta de la calle Porta, en Miraflores, donde con el tiempo tuvieron un perro de nombre
Batuque. Este escenario y circunstancias parecidas aparecieron descritos años después en la
novela Conversación en la Catedral. Fue un época feliz para la pareja pero difícil. MVLL
trabajaba hasta en siete empleos distintos para mantenerse.

El viaje a Europa

Luego llegaría la estancia europea de la pareja por una beca concedida al joven escritor.
Según Julia contó en Lo que Varguitas no dijo, aquí, luego de unos primeros años de felicidad,
la relación se fue desmoronando. La etapa que pasaron en Madrid no fue tan difícil, pero sí la
experiencia en París. Allí pasaron épocas duras, con poco dinero y Mario llegó a pensar que
quizá no podría convertirse en escritor. Ella afirma en su libro que hizo todo lo posible para
ayudarlo a conseguir su sueño y también para salvar la relación cuando empezó a
resquebrajarse. El amor empezaba a terminarse.

El matrimonio se rompió nueve años después y fue especialmente doloroso porque un año
luego de la ruptura, en 1965, él se casó con su prima Patricia, sobrina de Julia, quien además
vivió con ellos en París. No obstante, la relación terminó cordialmente.

Incluso Mario le concedió los derechos de autor de La ciudad y los perros, una novela que ella
mecanografió una y otra vez cuando él empezaba. Todo eso quedó atrás cuando él publicó
en 1977 la novela La tía Julia y el escribidor, en la que desnudaba el tiempo juntos. Ella
agradeció a Mario la novela, pero también reconoció que se sintió amargada de que se pusiera
su vida ‘al descubierto’.

“Ella no se molestó tanto con Mario por la novela, sino por la filmación posterior de una
telenovela basada en el libro donde la presentaban como una seductora de menores. Fue
entonces que decidió escribir Lo que Varguitas no dijo, como una respuesta”, cuenta Freddy
Molina, del blog Bitácora de Navegación. Lo que contó allí indignó tanto a Mario que se peleó
para siempre con ella, le quitó los derechos de La ciudad y los perros y dijo que no podía leer
ese libro “ni lo leería jamás” porque lo atacaba a él y a su esposa Patricia. El libro es un
testimonio de parte y, según los editores, se impone por su narración valiente que no pretende
ser literaria y que no oculta nada.

“El libro ha sido un poco menospreciado y me parece injusto, porque ayuda a entender a
Vargas Llosa”, agrega Molina. En sus memorias Julia Urquidi habla de los celos del escritor
cuando el matrimonio empezaba, los de ella durante la estancia europea y cómo la gran pasión
que los unió se fue apagando. Alguna vez Mario calificó su contenido como ‘chismografía’,
pero el texto no es exactamente un compendio del despecho. Según Jorge Coaguila, el propio
MVLL es un gran chismógrafo porque, según dijo en una entrevista, “incluso los datos
chismográficos sirven para la biografía de un autor”. Quien escriba su biografía en el futuro
tendrá que leer obligatoriamente Lo que Varguitas no dijo.

¿Cómo era Julia Urquidi? “A juzgar por sus memorias, era muy decidida. Se enfrentó a medio
mundo para defender su amor. De ahí se colige que el personaje es sumamente atractivo,
muy rico por su temperamento”, precisa Coaguila. La muerte la alcanzó a los 84 años, en
Santa Cruz, Bolivia. El escritor boliviano Edmundo Paz Soldán recordó que ella dio su propia
versión de la historia en el libro que recoge sus memorias: con Vargas Llosa transcurrieron
“los años más felices de mi vida, pero también los momentos de mayor tristeza”.

Evo Morales critica la vida de


Vargas Llosa a poco de su visita
a Bolivia
22 de enero de 2014 05:26 PM | Actualizado el 07 de abril de 2017 07:35 AM

El presidente Evo Morales criticó este viernes al premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, quien
visitará Bolivia en dos semanas, al señalar que "abandonó" a su primera esposa y tía para casarse
luego con su sobrina.Vargas Llosa, de 77 años, tiene previsto llegar a la región boliviana de Santa
Cruz (este) el próximo 22 de enero, para visitar las misiones jesuíticas de Chiquitos y para una reunión
con el candidato opositor y gobernador local Rubén Costas, por gestiones de una fundación privada.El
laureado novelista, un crítico de gobiernos como los de Bolivia, Cuba y Venezuela, recibió las críticas
de Morales en una rueda de prensa en la que fue preguntado por la visita del autor, aunque afirmó
que "es bienvenido"."Tal vez pocos se acuerdan, pero antes de que Vargas Llosa se haga famoso
estuvo casado con una mujer boliviana, que además era su propia tía que le ayudó a seguir su carrera
de escritor", afirmó Morales.Inmediatamente agregó: "Después ella se sintió muy herida, muy
traicionada, porque él la abandonó y se casó con su sobrina, fin de la historia".Vargas Llosa se casó
a mediados de la década del 50, cuando tenía 19 años, con la boliviana Julia Urquidi, 10 años su
mayor, y su tía política, cuando vivían en la ciudad de Cochabamba (centro).Urquidi, inmortalizada por
Vargas Llosa en la obra "La tía Julia y el escribidor", falleció en marzo de 2010 a la edad de 84 años
en la ciudad de Santa Cruz. Ella retrucó la obra del escritor con otro texto: "Lo que Varguitas no dijo",
para revelar otros aspectos no dichos.Vargas Llosa se separó de la boliviana y en 1964 contrajo
nupcias con su prima y sobrina de Urquidi, Patricia Llosa, con quien tiene tres hijos.Morales agregó
que "según se sabía la señora Julia vivió por mucho tiempo con dolor por esta traición. Si es cierto
que Vargas Llosa se interesaba mucho por Bolivia y por la gente, ojalá que se dé tiempo para ir a
visitar la tumba de la señora Julia y le lleve un ramo de rosas a una persona que tanto le ayudó".El
gobierno boliviano reaccionó desde hace varios días con molestia por la visita del Premio Nobel de
Literatura 2010, a quien tachó de "político fracasado" y "dinosaurio neoliberal".Evo Morales, presidente
de Bolivia, en una reunión de la ONU en Nueva York el 8 de enero de 201

La verdad de por qué no nos casamos con


nuestros primos (aunque sea legal)
Son pocos los territorios en los que está prohibido. Sin embargo, sigue siendo tabú.
Estas son las razones por las que no es una práctica normalizada
No es inusual que muchas personas, en los primeros años de su adolescencia, sientan hacia alguno de sus primos o primas
la clase de atracción que produce mariposas en el estómago y un indiscreto rubor instantáneo. Esa sensación, la mayoría
de veces un flechazo inocente y pasajero, en determinadas ocasiones va a más y culmina en una relación sentimental en
toda regla, incluso en boda. Y aunque el tema nos ponga un tanto histéricos de antemano, en nuestro planeta se da en
un porcentaje más alto del que cabría esperar.

Un artículo reciente publicado en la revista Demographic Research fijó en un 10% los matrimonios que se celebran en
todo el mundo entre primos carnales o primos segundos. Aun así, sus autores aseguran que el porcentaje ha disminuido
en las últimas décadas. Con todo, hay excepciones: en algunos países como Qatar, el número de parejas con una relación
de consanguinidad es mayor ahora que durante la generación de sus padres.
De hecho, dar el “sí, quiero” con un pariente cercano es perfectamente legal en casi todo el mundo occidental, con algunas
excepciones. En Estados Unidos, los matrimonios consanguíneos siguen prohibidos en 31 estados, lo mismo que en otros
territorios como Taiwan, Corea del Norte, China y Corea del Sur. Otra cosa es que sean habituales. No lo son en los países
de nuestro entorno, pero sí en Oriente Medio, y algunas regiones del norte de África y China. En España es legal: el artículo
47 del Código Civil especifica que no pueden contraer matrimonio "los parientes en línea recta por consanguinidad o
adopción, ni los colaterales por consanguinidad hasta el tercer grado". Con nuestros primos nos une un parentesco de
cuarto grado, por lo que no habría ningún problema. En el caso de tíos y sobrinos (tercer grado), sería posible, pero solo
con una dispensa judicial. Casarse con ascendientes, descendientes o hermanos está completamente prohibido.
Para los demógrafos, los mecanismos que explican la alta tasa de casamientos entre primos en estos territorios tienen
que ver con factores sociales. Las mujeres, siempre en desventaja, han encontrado en esta práctica un seguro que les
garantiza protección dentro del seno de la familia, a diferencia de lo que les ocurre a las que deciden divorciarse, que
pierden la custodia de sus hijos en favor de su padre y se quedan en una situación económica lamentable. Lograr que las
posesiones familiares permanezcan dentro del mismo linaje es otro de los factores que contribuyen a que muchas parejas
se decanten por este tipo de uniones. “Estos agentes culturales podrían relacionarse con la confianza y la lealtad con la
familia, la pureza de la estirpe y, entre clanes, la seguridad del grupo”, escriben los investigadores del artículo antes
mencionado.
VETADO POR NECESIDAD SOCIAL
Pero ¿por qué goza de tan mala fama? José Mansilla, antropólogo urbano y miembro del Observatori d’Antropologia del
Conflicte Urbà (OACU) y del Institut Català d’Antropologia (ICA) echa la vista atrás para explicar este rechazo ancestral.
“Para el antropólogo Lévi-Strauss, la prohibición del incesto se debe a la exigencia de la búsqueda de alianzas. El ser
humano se dio cuenta de que tenía que establecer alianzas con otros grupos por su propia supervivencia, y que casarse
dentro de un mismo círculo mermaba las posibilidades de subsistir. Por eso comenzaron a establecerse relaciones de
afinidad y reciprocidad con otros círculos a través del intercambio de mujeres. Y de esta manera se forjaron alianzas con
carácter firme y duradero”.
A partir de entonces, las distintas civilizaciones han incorporado esta prohibición a su día a día, pero siempre adaptándola
a sus propias necesidades. “En el catolicismo, por ejemplo, existe esta restricción entre hermanos, padres y madres, pero
no entre primos. La explicación se podría encontrar en la necesidad que tenían los monarcas europeos de mantener las
alianzas entre reinos (por eso los casamientos entre familias eran tan habituales). Por su parte, el poder papal se limitaba
a ejercer de “notario” porque era una relación de beneficio mutuo entre ambos. Sin embargo, Estados Unidos es un país
en donde la religión desempeña un papel fundamental a la hora de dictar las conductas sociales: en aquellos estados con
una mayor presencia de sectas protestantes se han promulgado leyes que penalizan la consanguinidad y evitan la
expansión de las minorías inmigrantes”, detalla Mansilla.
Eso explicaría que, en lo que respecta a las dinastías monárquicas, la consanguineidad, lejos de ser tabú, es algo que se
asume como normal. Lo cuentan los genetistas Diane B. Paul y Hamish G. Spencer en un artículo que ofrece un análisis al
respecto desde una perspectiva histórica. “La práctica no estaba asociada con la aristocracia y la clase media alta [la Reina
Victoria y el Príncipe Alberto eran primos segundos] sino con blancos mucho más fáciles: los inmigrantes y los pobres del
rural”. En EE UU, donde nunca ha habido reyes ni reinas, los matrimonios consanguíneos siempre se hayan relacionado
con los estratos más desfavorecidos.
¿TIENEN HIJOS CON DEFECTOS?
Aparte de por razones prácticas, las bodas entre primos también se han visto con ojos críticos por temas de salud: se dice
que condenan a sus herederos a una serie de horribles defectos de nacimiento. En 2008, el político laborista Phil Woolas
atribuyó el alto porcentaje de bebés nacidos con defectos genéticos a los matrimonios entre primos en la población
británico-pakistaní. Más allá del sesgo racista del comentario, las uniones de este tipo entre los miembros de esta
comunidad suponen una realidad numérica. Lo detalla Mansilla. “Se trata de crear vínculos y, por tanto, redes de
solidaridad. Hoy en día, la familia es la seguridad social de muchos países, incluso en España. Ahora bien, en condiciones
extremas, puede crear problemas de consanguinidad”.
¿Qué clase de problemas, en concreto? Durante la década de los 70, Alan Bittles, integrante del Centro de Genómica
Comparativa de la Universidad de Murdoch (Australia), se dio cuenta de que los problemas de salud a los que se tendrían
que enfrentar los descendientes de primos no eran tan graves como se había pensado hasta entonces. En el año 2002,
Bittles y otra docena de científicos expusieron en la revista Journal of Genetic Counseling que la posibilidad de heredar
desórdenes genéticos o enfermedades como la espina bífida o la fibrosis quística era solo un 1,7% mayor que en el resto
de la población (casi un 4%), mientras que la tasa de mortalidad se situaba en un 4,4%. La misma cifra a la que se enfrentan
las mujeres que dan a luz con más de 40 años. Los que se oponen a esta práctica aseguran que es una manera de
multiplicar por dos las posibilidades de que los bebés sufran una enfermedad hereditaria. Para Bittles, la diferencia es
bastante pequeña. “La mayoría estará tan sano como cualquier otro niño de la comunidad”, declaró a The Guardian.
Años más tarde, Bittles y un colega de profesión publicaron un informe en el que aseguraban que la mortalidad había
descendido casi un punto (hasta un 3,5%) entre los hijos de los matrimonios consanguíneos, y se preocuparon de subrayar
otros factores a la hora de influenciar los resultados como “el demográfico, el social y el económico”. Los genetistas Paul
y Spencer suscribieron las premisas de Bittles y reforzaron la teoría de que, en ocasiones, se yerra al no separar un
problema genético de factores socioeconómicos y ambientales. “Las comunidades endogámicas como la británica-
pakistaní suelen tener pocos ingresos. La madre podría estar malnutrida, y las familias podrían no tener acceso a un buen
servicio prenatal, que a su vez, es posible que no se encuentre disponible en su lengua nativa.
Sin embargo, un estudio publicado en The Lancet confirmó que los británicos-pakistaníes tienen el doble de posibilidades
de sufrir el síndrome de muerte súbita del lactante, en comparación con los hijos de padres sin una relación familiar, y
que “las anomalías congénitas son la causa más común de muerte en niños menores de 12 años en este grupo étnico”.
Según datos del periódico The Independent, en la ciudad de Bradford, el 18% de las uniones matrimoniales son entre
primos, y el 37% de ellas entre la comunidad pakistaní.
A pesar de las posturas encontradas, el material genético es implacable y sigue teniendo un peso difícil de ignorar en el
desarrollo físico del ser humano. Lo desarrolla Ignacio Blanco, genetista en el Servicio de Genética Clínica del Hospital
Germans Trias (Barcelona). “Las uniones entre familiares comportan un riesgo más elevado a la hora de desarrollar
enfermedades hereditarias. La explicación es que estas aparecen cuando el paciente presenta alteraciones en las dos
copias de un mismo gen. Es decir, si solo uno de los progenitores presenta una de las dos copias del gen alteradas, sus
descendientes serán portadores de una alteración genética, pero no desarrollarán la enfermedad. Sin embargo, si un
portador tiene descendencia con otra persona también portadora, es posible que esta enfermedad se presente en sus
hijos”.
Además, existen más posibilidades de que se manifiesten enfermedades recesivas. “Un ejemplo frecuente en nuestro
entorno es el de la fibrosis quística. Esta dolencia, aunque puede presentarse en el contexto de familias no emparentadas,
es más frecuente cuando los progenitores tienen una relación de consanguinidad”, declara Blanco.
Por eso, para evitar posibles complicaciones, es preciso que estas parejas reciban el adecuado asesoramiento genético.
“Así, tras realizar una correcta historia personal y familiar, se puede evaluar el riesgo de sufrir una dolencia. De esta
manera, recibirán toda la información necesaria para llevar a cabo una planificación familiar segura. En la actualidad
existen métodos genéticos que permiten conocer el estado de portador de algunas de estas enfermedades recesivas”,
zanja Blanco. Solo así será posible tomar una decisión teniendo en cuenta todas las posibilidades.
UN CASO CÉLEBRE
Charles Darwin y su mujer, Emma Darwin, eran primos carnales. El célebre naturalista y geólogo se casó con ella en 1839
en una de sus retiradas al campo, después de que su doctor le asegurase que debía descansar para evitar más problemas
de salud. Esta práctica no era nueva: las dos familias llevaban practicando la endogamia entre sus miembros durante
varias generaciones. Los Darwin tuvieron diez hijos: tres de ellos fallecieron de manera prematura y otro murió a causa
de una fiebre escarlata. Un estudio que llevaron a cabo dos investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela
y de la Universidad de Ohio (EE UU) certificó que el alto índice de dolencias y nivel de mortalidad entre sus hijos se debió
a la relación de parentesco entre sus padres. Darwin estaba preocupado por las constantes enfermedades que sufrían sus
hijos, por eso dedicó buena parte de su tiempo de estudio a comprobar el efecto que producía la endogamia en más de
27 especies distintas de plantas. El pavor que sentía era tal que incluso llegó a plantear la cuestión de la consanguinidad
en el Parlamento. En 2014, los científicos llevaron a cabo otro infome, en el que analizaron el material genético de más
de 176 niños descendientes de la estirpe Darwin-Wedgwood. Concluyeron que entre ellos se daba una alta tasa de
mortalidad y que la “culpa” de la infertilidad entre algunas parejas consanguíneas era del varón, no de ambos.

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