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EL CAPITALISMO DE CUATES

En el capitalismo de cuates los bien conectados ganan las licitaciones, reciben permisos,
protecciones, aranceles o exoneraciones especiales; la burocracia los exime de los trámites
y trabas que pesan sobre los demás, los tribunales los favorecen en los litigios y, cuando es
necesario, los tentáculos del poder evitan que les hagan sombras posibles competidores.

Este tipo de capitalismo es esencialmente corrupto y surge en sociedades donde se


combinan la poca ética con gobiernos poderosos que controlan todos los resortes del poder.

El capitalismo de cuates —Crony Capitalism en inglés [1]— es un concepto utilizado para


describir las confabulaciones entre algunos privados privilegiados y gobierno para que los
primeros puedan imponerse y arrebatar parte del mercado o estar exentos de algunas leyes.
Bajo estas prácticas el éxito de algunas empresas privadas (y poderosas) se da por los
favores o prerrogativas que les concede el gobierno por sobre las otras empresas. Éstas son
más comunes que se presenten en economías con un débil Estado de Derecho, ya que
suele ser la debilidad de las instituciones y los vacíos legales lo que induce a las empresas a
realizarlas; ergo, la práctica del capitalismo de cuates es frecuente en México.

El éxito de algunas empresas privadas (y poderosas) se da por los favores o prerrogativas que les
concede el gobierno por sobre las otras empresas.

Ésta es dañina para la economía ya que socaba los fundamentos del libre mercado,
obstaculiza a los emprendedores, quiebra a las MiPyMEs, genera nuevas plutocracias con
cada alternancia en el gobierno, prescinde de la meritocracia, erosiona la confianza de los
inversionistas, crea monopolios y mantiene monopsonios, favorece a solo unos cuantos
“cuates” y aumenta la desigualdad de ingresos.

El capitalismo de cuates no busca innovar, no busca la competencia, ni la productividad, el


capitalismo de cuates busca hacerse de la riqueza sin incrementarla (rent-seeking), un juego
de suma cero que solo los favorece a los “cuates” y al que dé el mayor “moche”.

No por nada las industrias en donde se percibe la mayor corrupción en el país son aquellas que se
encuentran más reguladas e intervenidas por el gobierno o que sus ventas están altamente ligadas
al gobierno: sector construcción, sector energético, sector telecomunicaciones, sector minero, etc.

Esta práctica pulula en las industrias en donde el estado ejerce mayor coerción,
interviniendo e imponiendo controles y barreras en el mercado, lo que suele provocar que el
otorgar contratos, licencias, permisos, concesiones (o poner aranceles) dependa de los
‘contactos’ o ‘palancas’ que tengas en el gobierno, y no de lo eficiente que pueda ser tu
empresa o demás empresas en el mercado. No por nada las industrias en donde se percibe
la mayor corrupción en el país son aquellas que se encuentran más reguladas e intervenidas
por el gobierno o que sus ventas están altamente ligadas al gobierno: sector construcción,
sector energético, sector telecomunicaciones, sector minero, etc.

El capitalismo de cuates provoca que el mercado se convierta en un coliseo en donde los


gladiadores (empresarios) se pelean a muerte por ser el que más prerrogativas pueda
sacarle al César (Gobierno): moches, viajes en aviones privados, casas, etc.
El periódico The Economist elaboró un índice para medir esta mala práctica (crony-
capitalism index)[2] en donde coloca a México en el séptimo lugar de una lista de 23 países
que eligieron (entre más alto el índice mayor es la incidencia en el crony capitalism). Lo
interesante de este índice no es tanto el resultado que éste arroja, sino la metodología que
se utilizó para medir el nivel de crony capitalism que sufren los países desarrollados y
emergentes de la lista: para calcular el índice, el periódico seleccionó industrias que
generalmente son vulnerables a monopolios, que necesitan permisos o que cuentan con una
alta intervención gubernamental, es decir, que son más susceptibles a caer en la corrupción
(e.g. casinos, petróleo, banca, telecomunicaciones, etc.), de estas industrias relacionaron el
número de multimillonarios que participaban en éstas y su riqueza como porcentaje del PIB
de cada país. Entre más alto era la riqueza de los multimillonarios en esas industrias como
porcentaje del PIB, mayor (peor) calificaban en el índice.

La metodología del índice es simple y no toma en cuenta muchos factores que podrían
provocar o no el capitalismo de cuates en cada país (no sólo es el hecho de que tenga una
gran proporción de multimillonarios en una industria vulnerable lo que provoca el capitalismo
de cuates). Sin embargo, ésta es una buena aproximación de lo que pasa en México con
algunas industrias enlistadas y susceptibles a la corrupción, en dónde solo hay unas cuántas
empresas multimillonarias que gozan de privilegios o en donde entrar al mercado significa
pasar por un onerosos proceso burocrático (incluso a nivel micro y mediano en donde
obtener un permiso para vender alcohol, o cualquier otra licencia necesaria para operar es
un calvario para las MiPyMEs).

En México es común encontrarnos con industrias con un alto grado de intervención


gubernamental (esto incluye la práctica mercantilista de proteger industrias nacionales con
aranceles) en donde, aunado al débil estado de derecho, el hacer negocios se convierte en
una práctica opaca, onerosa y de sólo unos cuántos; el capitalismo de cuates es flagrante
aquí. Y aunque algunas de estas industrias se están privatizando o abriendo parcialmente al
mercado (energía y telecomunicaciones) habría que esperar si el marco legal que se
construyó es suficientemente fuerte para suprimir esta práctica.

Los ingredientes para que esta práctica prolifere son el excesivo control y la discrecionalidad
gubernamental en los mercados (incluso la excesiva desregularización), un débil marco legal y unos
cuantos privados “cuates” que puedan aprovecharse de lo anterior.

El capitalismo de cuates se presenta en sistemas capitalistas así como socialistas, los


ingredientes para que esta práctica prolifere son el excesivo control y la discrecionalidad
gubernamental en los mercados (incluso la excesiva desregularización [3]), un débil marco
legal y unos cuantos privados “cuates” que puedan aprovecharse de lo anterior [4].

Esta práctica se puede combatir, disminuir o eliminar por completo generando un marco
legal fuerte y balanceado, que garantice la transparencia, suprima los conflictos de interés y
que, principalmente, promueva la competencia en el mercado. Los privados siempre estarán
motivados por sus propios intereses y, independientemente de su ética, a buscar las
maneras de satisfacerlos. Bajo un sistema de competencia los privados tienden a buscar la
manera más eficiente de sobresalir en el mercado (haciéndose más productivos), en
cambio, bajo un sistema en donde el gobierno mantiene barreras y controles, la única
manera de los privados para sobresalir es, tal vez, practicar el capitalismo de cuates.

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