Seguramente al escuchar el nombre de “Mickey Mouse” te vendrá
incontables recuerdos llenos de risas. Para Walter Elías Disney no siempre fue así. Había una vez un niño llamado Walter, con sueños muy grandes, su pasión era el dibujo; las caricaturas. No era destacado en el colegio, creció inmotivado por su padre; pero con la determinación de un gigante. Cuando era Adolescente fue a vivir a Kansas City. Trabajó en una empresa de publicidad, allí conoció a Ub Iwerks; un joven igual a él. Ub y Walter se hicieron muy buenos amigos. Juntos emprendieron un estudio para caricaturas cinematográficas llamada “Laugh-O-Gram”, consistía en crear animaciones y venderlas a empresas que se dedicaban a la proyección de películas. El método de vender sus creaciones fue por medio de un agente de ventas. No les fue bien; cayeron en quiebra. Walter tocó fondo, llegó a tal punto de no tener ni para comer. Decidió volver a casa y buscar trabajo como director de cámaras, no le aceptaron en ningún lugar. Walter quiso intentarlo una vez más. Reunió un nuevo equipo, continuó con un proyecto que dejó; “Alicia”. Su principal cliente, Charles Mintz se adueñó de “Alicia”. Al parecer se estaba repitiendo lo que pasó en Kansas City. “Walt” no se amilanó ante las circunstancias y apostó por seguir sus sueños. Junto a su equipo crearon a un personaje llamado “Murphy” al cual le cambiaron por el nombre de “Mickey”. Fue muy aprobada por el público, el cual consistía en personas de todas las edades. “Si tienes un sueño y crees en él, corres el riesgo de que se convierta en realidad – Walt Disney.