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El Derecho Procesal Penal es la rama del orden jurídico interno de un Estado, cuyas normas
instituyen y organizan los órganos públicos que cumplen la función judicial penal del Estado y
disciplinan los actos que integran el procedimiento necesario para imponer y actuar una
sanción o medida de seguridad penal, regulando así el comportamiento de quienes intervienen
en el.
Queda excluida toda posibilidad de aplicación directa de la ley penal a quien aparece prima
facie como autor de un hecho descripto por ella.
Ante la necesidad del Estado de proveer a la manutención de la paz social, surgen las normas
del Derecho Procesal como el instrumento adecuado para discernir si se debe o no, en el caso
concreto, aplicar sanción o eximir de ella al presunto culpable. A la función esencial del
Derecho Procesal Penal es realizar el derecho penal, permitir su efectivización en el caso
concreto.
Clariá Olmedo nos dice que el derecho procesal penal es la ciencia que estudia
sistemáticamente el conjunto de principios y normas referidos a la actividad judicial que se
cumple a través del proceso, dirigida fundamentalmente a la efectiva realización jurisdiccional
del orden jurídico penal.
Nos dice también que el derecho procesal penal se encarga de organizar la magistratura penal
especificando sus distintas funciones y estableciendo los presupuestos, modos y formas del
trámite procesal.
Análisis de la definición:
Ciencia: debido a que tiene principios, objeto, método que le garantizan autonomía y conceptos
propios como la acción. Su jerarquía cinética fue conseguida paralelamente y como
consecuencia de la concepción científica del derecho procesal civil.
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Realización jurisdiccional: pues busca aplicar la ley penal a través de los órganos que
conforman el Poder Judicial. Esto es en definitiva la función realizadora del derecho procesal
penal.
CARACTERES:
- Publico: No caben dudas de que el derecho procesal penal tiene un carácter público,
pues hay un interés generalizado de toda la comunidad para el cumplimiento efectivo
de sus fines.
Hay que aclarar que el hecho de puedan haber situaciones que dependan de la acción privada
del querellante, como por ejemplo las calumnias, no desvirtúan la naturaleza pública del
derecho procesal penal. Mayer advierte que en este supuesto, el dcho. procesal penal es en
parte privado. Mancini dice que es incorrecto, puesto que la estructura del proceso, la condena
y en donde se desenvuelve la acción civil, es de carácter pco.
Justamente por su carácter público, debe intervenir el estado, a través de sus órganos
competentes, para la efectiva realización de la justicia penal.
- Secundario: Se dice que es un derecho secundario, pues para que entre en acción, es
necesario que previamente se haya violentado una norma penal. De esto surge una
consecuencia inevitable, si no hay norma penal, no hay derecho procesal penal.
Justamente por lo dicho hay autores como Cafferata Nores que consideran al derecho procesal
penal como un sirviente imprescindible del derecho penal.
Binder dice: que es errónea esta concepción, y considera al derecho penal y al derecho
procesal penal como ciencias complementarias que van de la mano, y de ninguna manera
autónoma o independiente.
- Interno o local: la potestad de legislar sobre la forma de los procesos no ha sido
delegada por las provincias a la nación, de ahí el carácter local del derecho procesal
penal.
En la actualidad se ha planteado la necesidad de contar con un Código Procesal Penal
Federal, el cual, sin atentar contra las potestades legislativas de forma de las provincias,
legisle en forma uniforme para toda la nación sobre las pautas mínimas indispensables y
generales para todas las provincias, como por ejemplo la excarcelación.
- Instrumental (o formal; adjetivo, realizador): Se dice que el derecho procesal penal
es instrumental pues se lo ve como una vía, diferente al derecho penal, tendiente a
concretar la norma penal a través del dictado de una sentencia.
- Científico: Pues tiene, como toda ciencia, métodos, objetos, principios y conceptos
propios.
- Autónomo: No obstante su carácter de secundario, se le asigna también el carácter de
autonomía, pues es independiente del derecho penal, con respecto a su
desenvolvimiento, contenido y finalidad. En síntesis, goza de una autonomía científica,
legislativa y didáctica.
-
Objeto:
El objeto del proceso es una entidad peculiar con valor conceptual propio y que se diferencia,
de tal suerte, del sentido ordinario con el que se lo señala comúnmente como indicativo de la
finalidad del proceso.
Su jerarquía es de tal nivel que constituye la materia o tema central de investigación fáctica y
jurídica, base de la decisión; por ello es que sobre el mismo se desarrolla todo el proceso,
cubriendo su iniciación, informando todo su desenvolvimiento y centrando su extinción.
El objeto del proceso es un hecho humano considerado desde el punto de vista penal y en
función punitiva. Es decir, en primer lugar, como hecho es la modificación del estado anterior
de cosas en el mundo exterior: por ejemplo, un hombre muerto, a cuyo respecto, la muerte es
un hecho que produce el cambio de la vida anterior al estado posterior muerto. Pero ese
cambio, para la materia que tratamos, debe ser causado por la acción de un hombre (ello lo
diferencia del hecho de la naturaleza).
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Ese trozo de vida humana, este fenómeno vital “hecho humano” sólo es relevante para el
proceso penal, como su objeto, si se lo considera desde el punto de vista de la ley penal con la
aspiración de aplicarse una pena.
El derecho procesal penal tiene relación con otras disciplinas jurídicas y extrajurídicas.
Dentro del campo de las primeras, se vincula con:
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Fuentes:
La fuente puede ser conceptuada en términos sencillos como el lugar del cual emana o se
origina la norma. Son fuentes del derecho procesal penal:
Constitución Nacional: si bien el carácter del derecho procesal penal es eminentemente local,
no se puede negar que la Constitución Nacional sea su principal fuente, pues:
- es la piedra fundamental de todo nuestro ordenamiento jurídico.
- en ella nos encontramos con principios y garantías aplicables a todos los procesos.
- ella delega la potestad legislativa de fondo para dictar el CP al Congreso, y debemos recordar
que las normas penales son esenciales para la existencia de las normas procesales penales.
No obstante algunas reglas constitucionales son fuente del derecho procesal penal en sentido
estricto, como ser las que se refieren a la competencia de la Administrativa de la justicia
Federal (arts 116 y 117 CN), creación de la CSJN (art 108 CN), al nombramiento de los jueces
(art 99 inc 4) y a las condiciones para ser juez de la CSJN (art 111).
Ley Procesal: la ley de procedimiento es la principal fuente del derecho procesal, pues es la
más abarcativa de la materia ritual por haber sido específicamente prevista para el desarrollo
integral del proceso.
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A ella le podemos agregar también algunas leyes especiales que contienen disposiciones
acerca del procedimiento penal, como sucede por ejemplo con las leyes referidas a los juicios
de menores.
Practica del foro: cuando hablamos de la práctica del foro nos estamos refiriendo a los usos de
los tribunales. En materia penal, generalmente se limitan a las actuaciones de rutina en actas,
oficios, decretos y constancias.
La Doctrina y la jurisprudencia: al igual que la exposición de motivos y las notas del articulado
de los códigos, la doctrina y la jurisprudencia no pueden ser consideradas como fuentes en
sentido propio. De todas formas, serán muy útiles para la interpretación de la ley procesal penal
y para unificar los criterios de su aplicación. Es por eso que Rita Mir de Pereyra nos dice que, si
bien la jurisprudencia no es fuente en sentido estricto, si puede ser vista como una fuente de
carácter interpretativa.
La ley 20.050 estableció la obligatoriedad de la jurisprudencia en la Corte de Casación Penal.
Algunos autores como Julio Maier consideran que esta disposición es inconstitucional, pues la
jurisprudencia va a variar con cada caso, razón por la cual no se puede impedir a un juez que
falle en forma distinta, siempre y cuando fundamente la razón de la solución dada.
En el tratamiento del presente punto es conveniente distinguir en lo que hace a las leyes
procesales, las que tienen una naturaleza estática en cuanto regulan la organización del juez
(Ley Orgánica de Tribunales) por las que se crea, organiza y regula la composición del tribunal,
fijándole su competencia, funcionamiento por instancias: sustitución de un tribunal por otro en
el caso de recusación o excusación masiva, etc. Es decir, lo que hace a los jueces creados por
la ley en forma permanente y con anterioridad a cada hecho.
Es incuestionable que ello se vincula con la garantía del juez natural que regula el art. 18, CN
("Ningún habitante de la Nación puede ser... juzgado por comisiones especiales, o sacado de
los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa") y por consiguiente aquí sí tiene
mucha importancia el momento de comisión del delito de que se trate por cuanto ese momento
fija un límite temporal después del cual no se puede crear un nuevotribunal, ya sea en forma
íntegra ya en forma parcial, en cuanto al ya existente al momento del hecho, se le modifiquen
las competencias y, sacando el juzgamiento del "hecho anterior" del tribunal competente en ese
momento, lo trasladen al de la nueva competencia.
De esta suerte y con relación al hecho ya cometido, cristalizado en el tiempo, la ley procesal
estática posterior que crea nuevos tribunales en forma total o parcial, no tiene ningún efecto
respecto del tribunal existente antes del hecho, por cuanto por imperio del art. 18, CN ningún
habitante de la Nación puede ser sacado del conocimiento y juzgamiento de estos últimos
"designados por la ley antes del hecho de la causa".
Es decir, este tipo de ley procesal penal no tiene efecto retroactivo con relación al hecho ya
cometido, y en cambio la ley antigua (la derogada) tiene efecto ultraactivo. En todo esto está
comprometido el orden público en cuanto se refiere a extremos básicos sobre los que se
asienta la organización fundamental de la Nación, en consulta con la garantía del juez natural.
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Por el contrario la situación no es igual con relación al otro tipo de ley procesal, cual es el que
regula el proceso mismo como forma instrumental usada por el juez para el cumplimiento del
objeto de la administración de justicia, esto es la actuación del derecho material penal, en el
caso concreto.
En efecto, al respecto no hay previsión alguna en la ley fundamental que sea similar a la de
retroactividad impuesta para la ley de fondo (arts.18, 1ª parte, CN, y 2°, Cód. Penal), con
referencia al hecho, por lo que con relación a éste la ley procesal dinámica (la reguladora del
proceso) no tiene punto de referencia temporal. El objeto mismo del proceso en lo que hace a
la acreditación de hecho y autor en función del derecho penal y con aspiración represiva,
esdiferente al del de derecho penal de fondo que es el de la incriminación de acciones e
imposición de las penas.
Por estas razones es que temporalmente la nueva ley procesal dinámica, salvo que
expresamente prevea lo contrario, desde el momento mismo de su vigencia es aplicable,
respecto de hechos ya cometidos con anterioridad, a los procesos que aún no se hayan
iniciado, a los ya iniciados para los actos procesales pendientes y, por cierto, quedan excluidos
los procesos terminados. Es decir, como regla, la ley de este tipo rige para el futuro.
En el caso concreto de la nueva ley procesal penal nacional 23.984, se prevé en sus arts. 536 y
537 que sus disposiciones se aplicarán para el futuro, para lo cual señala como fecha de inicio
de vigencia el día 5 de septiembre de 1992 (art. 539, a partir del año de su promulgación).
Pero condiciona tal aplicación para las causas y a en trámite al extremo de que a la fecha de
entrada en vigencia, no se hubiere contestado ya el traslado de la defensa, en cuyo caso se
seguirían aplicando las normas del Código viejo. La previsión es clara y fundada por cuanto
ése era el momento en que el plenario ya abierto por la acusación, se convertía en bilateral. Lo
cierto es que la norma era imperativa. Por no arribado ese momento se aplicaba de oficio el
nuevo Código, conservando su validez los actos anteriores.
El sistema sancionado se deroga, a poco, por el art. 12, ley 24.121, que dispone que en todos
los casos las causas proseguirán sustanciándose y terminarán de conformidad con las
disposiciones de la ley 2372... y sus modificatorias, salvo que el procesado o acusado solicitare
la aplicación delprocedimiento previsto en la ley 23.984... Dentro de los quince (15) días de
notificado legalmente para el ejercicio de esa opción", la que debe ser unánime en caso de
haber varios procesados, siendo su última oportunidad para todos los casos hasta antes de
contestar el traslado de la acusación.
El sistema introducido por esta última norma nos parece totalmente inapropiado, por las
siguientes razones:
a) Para la etapa de la instrucción, e incluso el primer tramo de la del juicio, torna posible,
poniendo en manos del procesado, la aplicación —a su voluntad— del régimen viejo en lo que
hace a la falta de publicidad del proceso. El silencio de la escritura y la rémora de su lentitud
continuarán siendo base de rédito para todos aquellos famosos que, teniendo mucho que
rendir, también tenían mucho que ocultar. Se rompió así el símbolo de la nueva justicia de la
ley 23.984, la rapidez, publicidad y transparencia del "juicio".
b) La extensión de la oportunidad de opción hasta ya entrada a la etapa de juicio o plenaria,
trastrueca el orden procesal con incidencia directa en la dilatación temporal de su trámite,
imponiendo contramarchas y, en su caso, adecuaciones inadmisibles.
En efecto, limitada la oportunidad de opción al trámite procesal de la instrucción, haciendo
coincidir la oportunidad del art. 429 —clausura del sumario— del Código viejo, con la de la vista
del art. 346 sobre el mérito de la instrucción con miras a la clausura y elevación a juicio, sin
perder tiempo se daba oportunidad para, por vía abierta en forma clara, ir a la clausura y luego
a la apertura del plenario por el dictamen fiscal y traslado a la defensa; o, en su caso,
totalmente diferente en actos procesales y oportunidades, recibir la acusación inicial en
instrucción (dictamen de elevación), dar el traslado a la defensa, proveer a la elevación o no, y
luego entrar al juicio.
Con el sistema adoptado, se abre el plenario y (hasta) antes de contestar la acusación, se opta
por el sistema nuevo, para el cual sobra todo lo hecho y le falta todo lo nuevo previsto. Ello
fuerza a conferir valores a actos ya producidos, que no lo tienen por la nueva ley ni por la vieja.
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El trámite de adecuación, ante la opción, tendría que hacerlo la instrucción, con retorno al
juzgado respectivo, por lo que, incluso la remisión al tribunal de juicio, en el caso del proceso
nuevo, debe cumplirlo luego del traslado a la defensa (art. 349), el juzgado de instrucción
(apartándose del régimen viejo) que cesa en holocausto ante el régimen nuevo.
Tiempo, tiempo, pérdida de tiempo.
La reducción del tiempo en la duración del proceso es una garantía constitucional que debe ser
respetada siempre, si se desea tener seguridad jurídica.
La nueva jurisprudencia ha debido pronunciarse expresamente sobre esta materia y no ha sido
uniforme'.
Efectos espaciales:
Rige respecto de este tipo de ley el principio de territorialidad, por el cual ésta es de aplicación
dentro del territorio nacional o provincial para el cual se ha dictado. Entendiendo por territorio,
el espacio circunscripto por los límites jurídicos, tanto en lo que hace a la tierra como a las
aguas. Y la ley se difunde por todos esos espacios de tierra o agua en los que por la naturaleza
o por convenio se ha extendido la soberanía.
Se incluye dentro de ese aspecto espacial los conocidos como territorios flotantes, esto es,
existen delitos cometidos en lugares donde la única expresión de soberanía, en medio de un
vacío de ella (aguas o espacio aéreo internacionales) es la bandera de la nave o aeronave.
De este modo, todo acto procesal penal propio o rogado por otro Estado se cumplirá por la ley
procesal penal del lugar de producción. Y los Estados regularán por acuerdos interestaduales
(nacionales o internacionales) sus formas y validez.
Efectos personales
Por imperio del art. 16, CN, todos los habitantes de la Nación siendo iguales ante la ley, lo son
también ante la ley procesal penal, ante los tribunales naturales y los procesos regulados.
Pero esa garantía se adecúa a cada caso, según la igualdad de condiciones, por lo que,
recogiendo la realidad y con finalidad pedagógica, el proceso común se especializa por normas
que se suman a las comunes, para el caso de los menores de cierta edad imputados de delitos.
Con objetivo tutelar se les excepciona de la detención y prisión preventiva y se suspende a su
respecto por un año, tras la declaración de responsabilidad, el dictado de su sentencia, que por
el perdón, puede ser absolutoria.
Pero con esa variante, los menores imputables autores de delito, al igual que los mayores, son
sometibles al proceso penal.
Hay también otras previsiones que sin exceptuar la aplicación del art.
16, CN, demoran el sometimiento de algunas personas al proceso penal. La razón de ello es su
carácter funcional.
Así, al presidente, al vicepresidente, al jefe del gabinete de ministros, a los ministros y a los
miembros de la Corte Suprema, a fin de preservar su función institucional, se les concede el
privilegio de no entrar directamente al proceso penal, como ocurre respecto de los demás
habitantes, sino que en las causas de responsabilidad por delito en el ejercicio de sus
funciones, o por crímenes comunes, previamente deben ser sometidos al juicio político que
resuelve el Senado, actuando como tribunal, a instancia acusatoria cumplida por Diputados. La
finalidad de este juicio es, si prospera, dictar un fallo cuyo objeto es el de destituir al acusado,
quitándole así el privilegio que lo amparaba, momento desde el cual queda sometido lisa y
llanamente al proceso penal en la misma forma que cualquier otra persona.
Éste es el régimen que actualmente establece la Constitución Nacional, en sus arts. 53, 59 y
60, en lo que hace al Poder Judicial de la Nación, únicamente para los jueces de la Corte
Suprema.
En lo que respecta a las magistraturas nacionales inferiores la misma Ley Suprema, en su art.
114, ha modificado el régimen instituyendo el Consejo de la Magistratura que, como órgano de
súper control, se encarga de todo lo referente al nombramiento, disciplina y remoción de sus
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cargos. Es esa misma nueva institución la que se integra con un órgano —tribunal de
enjuiciamiento— que es el que tramita el juicio de la destitución, como lo hace sobre el punto el
Senado respecto de los jueces de la Corte Suprema.
Tras la destitución, desaparecido el privilegio, el ex juez queda ante el proceso penal en
situación de plena igualdad con el resto de los habitantes dela Nación.
La total vigencia y aplicación del nuevo régimen constitucional demandó como recaudo previo
la sanción de una ley especial que integra y regula el citado Consejo de la Magistratura.
Se agrega a lo anterior la situación de los legisladores, los que abierto el proceso, no podrán
ser procesados sin que anteriormente, con vista de las constancias procesales, la cámara
respectiva les suspenda los fueros parlamentarios.
Esta situación está prevista en el art. 70, CN y por cierto abre la posibilidadde que salvado el
obstáculo del fuero, el legislador suspendido se encuentre en plenitud frente al proceso penal,
al igual que cualquier otro ciudadano. Pero hay un caso en el que nunca va a ser igual y se
sustrae a esa igualdad, porque el privilegio funcional lo va a proteger siempre, durante la
duración del mandato y, después de él, toda la vida. Se trata del previsto por el art. 68, Ley
Fundamental, en cuanto manda que "ninguno de los miembros del Congreso puede ser
acusado, interrogado judicialmente, ni molestado por las opiniones o discursos que emita
desempeñando su mandato de legislador". La función, el debate legislativo, en aras de lo
mejor, es superior al posible agravio individual.
La ley procesal penal nacional prevé en sus arts. 189/191 estos "obstáculos fundados en
privilegio constitucional" y bajo las formas de desafuero y antejuicio instituye el procedimiento a
seguir en su caso para la remoción de ellos. Lo mismo ocurre con los miembros de las
representaciones diplomáticas extranjeras, hasta que el Estado representado acepte la
intervención de la justicia del lugar del hecho. En caso negativo ésta no interviene.
Los principios generales del derecho procesal, son los presupuestos políticos que determinan
la existencia funcional de un ordenamiento procesal cualquiera. Estos concretan y mediatizan
las garantías constitucionales de la norma fundamental”.
Principio de Oficialidad:
- Legalidad.
- Oportunidad.
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- Imparcialidad.
- Independencia.
- Indeclinabilidad.
- Improrrogabilidad.
Subprincipios:
- Inmediación.
- Publicidad.
- Oralidad.
- Identidad física del juzgador.
- Continuidad.
- Concentración.
- Amplitud y comunidad de la prueba.
- Libre convicción.
Subprincipios:
- Imputación.
- Intimación al imputado.
- Contradicción.
- Ampliación de la acusación.
- Correlación entre la acusación y la sentencia.
- Reparación del daño.
- La base de la Sentencia.
Principio de la oficialidad:
La intervención estatal es esencial en el proceso penal, pues mediante los delitos se atacan a
los bienes y valores sociales y públicos, estando comprometido por ende un auténtico interés
de toda la comunidad en su investigación y juzgamiento.
Los órganos competentes del estado para ejercitar esta potestad – deber pueden ser
jurisdiccionales, como el juez por ejemplo, o no jurisdiccionales, como la policía.
- Regla de la obligatoriedad: hace referencia a que los órganos públicos deben ejercer
necesariamente la función penal que la ley les asigna dentro del proceso
- Regla de la legalidad: hace referencia a que los órganos encargados de promover la acción
penal tienen el deber de hacerlo sin posibilidad de analizar sobre su conveniencia o no,
debiendo aplicar estrictamente lo que surge de la ley.
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Cifra Dorada: son conocidos pero no entran al aparato judicial por razones económicas, y
políticas.
Legalidad Oportunidad
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Independencia: cada juez es libre al decidir el caso conforme a la ley. Sólo a ella está sujeto el
magistrado, y aunque eventualmente su decisión puede ser recurrida, eso no debe entenderse
como una expresión de subordinación jerárquica, sino como una necesidad de evitar errores
judiciales para garantía del justiciable.
Indeclinabilidad: es la regla que impone al juez que una vez que ha sido investido del
conocimiento de un ilícito penal, no puede sustraerse al ejercicio de su función, debiendo
pronunciarse de acuerdo con la ley, cuyo mandato le resulta inexcusable.
El principio de la verdad real tiene como una de sus fuentes principales el interés general de la
comunidad con respecto a la averiguación de lo efectivamente sucedido.
El principio de la verdad real juega dentro del proceso penal un papel diferente al de la verdad
formal dentro del proceso civil, en el cual el juez de la causa solo se puede valer de los
elementos de convicción aportados por las partes durante el proceso. En el proceso penal, por
el contrario, el juez podrá ir más allá de lo que aportan las partes, pues justamente se le exige
que intente llegar a la, muchas veces muy distante, verdad real.
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Desde ya que si bien el objetivo dentro de todo proceso penal debe ser llegar a la verdad real,
muchas veces esto es imposible. Es por eso que se sostenga que la verdad real, mas que una
certeza, se trata de una verdad aproximada, en virtud de la cual, un sujeto que no vivencio el
hecho (el juez), pueda llegar a un convencimiento sobre el mismo a través de ciertos elementos
probatorios.
Expresamente nos dice el CPP que si el juez considera que no tiene elementos de
convencimiento suficientes, no puede condenar al imputado, pues se requiere para ello, una
certeza plena.
Inmediación:
La inmediación hace referencia al contacto directo que debe mantener en todo momento el juez
con las partes y los elementos probatorios y de interés para la causa.
Podemos hablar entones de una inmediación subjetiva entre el juez y el resto de los sujetos
procesales, y de una inmediación material, entre el juez y los medios probatorios y demás
elementos de interés para la causa.
Para que este subprincipio se de en forma eficaz, es necesario el pleno funcionamiento de los
subprincipios de publicidad, oralidad, identidad física del juzgador y de continuidad.
Si bien lo ideal sería que la inmediación esté presente a lo largo de todo el proceso, la practica
nos demuestra que se dará solo en la etapa del plenario, mas no en la de la instrucción.
Publicidad:
La publicidad se presenta dentro del proceso penal primordialmente en la etapa del plenario,
mas no en la instrucción.
Oralidad:
La oralidad es sumamente conveniente dentro del proceso atento a que por esta vía se permite
una manifestación más amplia de lo sucedido, que la que puede permitir la escrita. Por otra
parte favorece al principio de inmediación subjetivo.
En nuestro sistema solamente la etapa del plenario es oral, aclarando que la misma no es
absolutamente oral, ya que a pedido de las partes los secretarios deberán hacer constar en
acta todas aquellas cuestiones que se presenten como relevantes. Inclusive hay que decir que
la práctica nos demuestra que los secretarios no solo asentaran las cuestiones relevantes, sino
también muchas otras que carecen de trascendencia, contradiciendo así la disposición del CPP
que nos dice que solo se deberán asentar en acta las cuestiones más importantes.
Primeramente se debe aclarar que este es un subprincipio que rige solo para la etapa del
debate.
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En virtud del subprincipio de la identidad del juzgador nos vamos a encontrar con que es
necesario que el mismo juez que actuó en el debate, sea quien dicte sentencia. Esta es un
subprincipio establecido entonces en garantía del imputado y de la fidelidad de los hechos.
Que es lo que sucede entonces en aquellos casos en los cuales el juez que comenzó a
entender en el plenario no puede continuar en el mismo:
- en caso de enfermedad grave del juez, se suspenderá el proceso, pero si dicha enfermedad
subsiste, se deberá anular el proceso
Continuidad:
Este subprincipio implica que todas las audiencias deberán ser realizadas en los plazos más
cercanos posibles, y que una vez iniciada la audiencia, debe concluir.
- El aplazamiento que se da cuando se pospone el día y la hora del debate, antes de que haya
comenzado el debate.
- El cuarto intermedio, que es la forma de interrupción más común. Mientras dure el cuarto
intermedio, no se podrá resolver otro expediente.
- La suspensión, que se podrá dar por hasta 10 días, ya que de lo contrario corresponde
declarar la nulidad de todo lo actuado. La suspensión es procedente solo en los supuestos
previstos por la ley:
1) Cuando deba resolverse alguna cuestión incidental que por su naturaleza no pueda
decidirse inmediatamente;
2) Cuando sea necesario practicar algún acto fuera del lugar de la audiencia, y no pueda
verificarse en el intervalo entre una y otra sesión;
3) Cuando no comparezcan testigos, peritos o intérpretes cuya intervención sea
indispensable a juicio de la cámara, salvo que pueda continuarse con la recepción de
otras pruebas hasta que el ausente sea conducido por la fuerza pública
4) Si algún Juez, Fiscal o Defensor se enfermare hasta el punto de no poder continuar su
actuación en el juicio a menos que los dos últimos puedan ser reemplazados;
5) Si el imputado se encontrare en la situación prevista del inciso anterior, caso en que
deberá comprobarse su enfermedad por los médicos forenses, sin perjuicio de que se
ordene la separación del juicio,
6) Si alguna revelación o retractación inesperada produjere alteraciones sustanciales en
la causa, haciendo indispensable una Instrucción Formal suplementaria;
7) Cuando el defensor lo solicite conforme el Art. 406.
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cumplido cuando se dispuso la suspensión. Siempre que esta exceda el término de 10 días,
todo el debate deberá realizarse nuevamente bajo pena de nulidad. Durante el tiempo de
suspensión, los Jueces y Fiscales podrán intervenir en otros juicios.
Concentración:
Mediante este subprincipio se busca acumular en un mismo acto, audiencia, la mayor cantidad
de cuestiones posibles por su compatibilidad.
La libertad de la prueba hace referencia al derecho que tienen las partes de ofrecer y producir
libremente todas las pruebas que hagan a su derecho, como así también concurrir al control de
la prueba ofrecida y producida por la otra parte.
La comunidad de la prueba por su parte, implica que una vez introducido un elemento
probatorio al proceso, el mismo deja de pertenecer a quien lo ofreció, y pasa a estar al servicio
superior de la justicia y la verdad real. Por ello quien ha introducido una prueba, no podrá luego
evitar su producción mediante su renuncia por ejemplo.
Libre convicción:
El subprincipio de la libre convicción hace referencia al la valoración del juez de los elementos
probatorios, y no es otro que el sistema de la sana critica racional, en aplicación directa de la
experiencia común y de las reglas de la lógica.
Imputación:
La etapa preparatoria de todo proceso penal presupone siempre una imputación concreta de
un delito determinado a una persona individualizada o no.
Habiéndose iniciado una causa en su contra, el juez deberá intimar al imputado a los fines de
informarle:
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Para que la intimación cumpla con sus fines debe ser concreta, expresa, clara y
circunstanciada. Con esto se quiere decir que deberá indicar todas las cuestiones relacionadas
con el lugar, tiempo y modo del hecho que se le imputa. La simple mención del delito que se le
imputa no es suficiente.
Se requiere también que sea precisa, integral y oportuna. Con esto se quiere decir que debe
ser redactada en forma clara, de manera tal que pueda ser entendida por el imputado. Es
necesario que en ella no se le oculte nada al imputado, y por último que se efectuada en
tiempo y forma, para que éste pueda ejercer su derecho de defensa.
Tal es la importancia de la presencia del imputado, que la norma dispone que el juicio no podrá
tramitarse en rebeldía, y que en el caso de que el imputado se negare a comparecer, podrá ser
llevado por la fuerza pública e inclusive privado de su libertad.
- Declarar libremente
- Ofrecer pruebas
- Exponer las razones que le asisten para obtener una decisión jurisdiccional
favorable.
- Derecho de defenderse personalmente o mediante un defensor.
No sucede lo mismo con respecto al demandado civil, cuya rebeldía no afectara ni paralizara el
trámite del proceso.
Contradicción:
Sin embargo hay que destacar que la contradicción no tendrá la misma fuerza en todas las
etapas del proceso, ya que mientras que en el plenario nos encontramos con una contradicción
plena, en la instrucción nos vamos a encontrar con una contradicción limitada.
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Ampliación de la acusación
Si de la instrucción o del debate resultaren hechos que integren el delito o que lo agraven, el
fiscal podrá ampliar la acusación efectuada en el requerimiento fiscal.
La posibilidad de ampliar la acusación encuentra su fundamento en un principio de económica
procesal, pues de no admitirse la ampliación necesariamente se debería retrotraer el juicio a la
instrucción siempre que apareciera alguna circunstancia calificante no prevista con
anterioridad.
El límite de la facultad de ampliar la acusación esta dado en el derecho de defensa del
imputado, ya que la misma podrá ser solicitada siempre que no afecte dicho derecho.
Correlación entre acusación y sentencia:
Este subprincipio nos dice que entre la acusación, originaria o ampliada, y la sentencia, debe
mediar una correlación esencial sobre el hecho, lo que impide al juez condenar al acusado por
un hecho diferente del que fuera objeto de la imputación formulada.
Hay que aclarar que la correlación o congruencia atañe específicamente al hecho imputado, y
no a su calificación legal, la cual quedara siempre a criterio del juzgador.
Consecuencias de la correlación
La base de la sentencia:
El fundamento o base de la sentencia deberá surgir siempre de los actos del debate o de los
medios de prueba y demás elementos de convicción que se hubieran presentado durante el
proceso. Nunca una sentencia podrá fundarse en hechos de conocimiento personal y exclusivo
del juez, que han sido adquiridos fuera del proceso. La violación de este subprincipio,
determina la nulidad de la sentencia por falta de fundamentos.
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Este principio nos dice en pocas palabras que no puede haber pena sin proceso previo.
Entonces, toda pena presupone un proceso penal previo, en el cual se hayan realizado las
investigaciones necesarias para llegar a la averiguación de la verdad real, y se haya respetado
siempre el derecho de defensa del imputado.
Este principio no requiere entonces solamente el proceso previo sino que requiere además que
el mismo haya sido tramitado acorde a todas las formalidades y exigencias de la ley.
El principio del juez natural proscribe en nuestro sistema la posibilidad de los llamados
tribunales de excepción, que son aquellos constituidos especialmente para el conocimiento de
causas determinadas, y con posterioridad a los hechos que motivan la causa.
Por ello cualquier sujeto podrá exigir válidamente que quien lo juzgue sea el órgano con
competencia legal previa a los hechos que motivan la causa.
En términos sencillos este principio significa que nadie puede ser penado sin ley previa que
condene el hecho cuestionado. Esto plantea dos consecuencias:
- Ninguna acción no tipificada como delictiva podrá ser condenada judicialmente, por mas que
atente contra la moral o las buenas costumbres (tipicidad de la ley penal)
- La ley que tipifique el delito deberá provenir de un órgano competente, que en este caso será
el Congreso de la Nación
- El juez no podrá aplicar otra sanción que la prevista por la ley para cada hecho especifico
- Para que el juez aplica la sanción correspondiente, no solo será necesario que la conducta
encuadre en un delito tipificado, sino también que la misma no encuadre en una causal de
eximición o absolutoria
- Las leyes penales no tendrán efectos retroactivos, salvo aquellas que se presentaren como
más benévolas para el imputado
Garantías:
Noción y fin: Las garantías procuran asegurar que ninguna persona pueda ser privada de
defender su derecho vulnerado (por el delito) y reclamar su reparación (incluso penal, lo que es
incuestionable en casos de acción penal privada, mientras avanza la idea para el caso de la
acción pública) ante los tribunales de justicia.
Asimismo, las garantías procuran asegurar que ninguna persona pueda ser sometida por el
Estado, y en especial por los tribunales, a un procedimiento ni a una pena arbitraria (“acto o
proceder contrario a la justicia, la razón o las leyes, dictado sólo por la voluntad o el capricho”)
en lo fáctico o en lo jurídico, tanto porque el Estado no probó fehacientemente su participación
en un hecho definido (antes de su acaecimiento) por la ley como delito, como también porque
no se respetaron los límites impuestos por el sistema constitucional a la actividad estatal
destinada a comprobarla y a aplicar la sanción. O sea que, en el proceso penal, las garantías
se relacionan con quien ha resultado víctima de la comisión de un delito, a quien se considera
con derecho a la “tutela judicial” (arts. 1.1, 8.1 y 24, CADH) del interés (o derecho) que ha sido
lesionado por el hecho criminal, y, por lo tanto, con derecho a reclamarla ante los tribunales
(art. 8.1, CADH) penales, actuando como acusador, aun exclusivo. También se erigen como
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resguardo de los derechos del acusado, no sólo frente a posibles resultados penales
arbitrarios, sino también respecto del uso de medios arbitrarios para llegar a imponer una pena.
Fuente:
Artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional:
Luego de la incorporación a la Constitución Nacional de los principales tratados sobre derechos
humanos, y de situarlos a su mismo nivel (art. 75 inc. 22, CN), puede hablarse de un nuevo
“sistema constitucional” integrado por disposiciones de igual jerarquía "que abreva en dos
fuentes: la nacional y la internacional". Sus normas, "no se anulan entre sí ni se neutralizan
entre sí, sino que se retroalimentan" formando un plexo axiológico y jurídico de máxima
jerarquía (Bidart Campos), al que tendrá que subordinarse toda la legislación sustancial o
procesal secundaria, que deberá ser dictada "en su consecuencia" (art. 31, CN). Además, la
paridad de nivel jurídico entre la Constitución Nacional y esa normativa supranacional, obliga a
los jueces a "no omitir" las disposiciones contenidas en esta última "como fuente de sus
decisiones", es decir, a sentenciar también “en su consecuencia”.
Este sistema constitucional diseña un esquema de garantías para los derechos que reconoce,
las que se proyectan sobre el proceso penal, esquema que es también ley suprema en
Córdoba, conforme a lo dispuesto por el art. 18 de su Constitución, que dispone que “todas las
personas en la Provincia gozan de los derechos y garantías que la Constitución Nacional y los
tratados internacionales ratificados por la República reconocen y están sujetos a los deberes y
restricciones que imponen”, y que además en una “Disposición complementaria” establece que
“toda edición oficial” de ella “debe llevar anexa los textos de la “Declaración Universal de los
derechos del Hombre” de la ONU de 1948 y la parte declarativa de derechos de la “Convención
Americana sobre Derechos Humanos”. Pero, además, la Constitución de Córdoba profundiza
para nosotros ciertos aspectos de la normativa “nacional-supranacional” aludida.
Todo esto forma un verdadero “bloque de legalidad” de máximo nivel jurídico que debe presidir
la formulación de las normas procesales penales y, sobre todo, su interpretación y aplicación
prácticas. No es con citar las constituciones y los pactos que se cumple con ellos: a veces es
ese el mejor método para esconder su vulneración.
Fundamento:
Estas garantías tienen como fundamento los atributos de la persona humana" y emanan de su
"dignidad inherente", estos derechos son reconocidos por el sistema constitucional, que
establece instituciones políticas y jurídicas que tienen como fin principal la protección de los
derechos esenciales del hombre, y también procedimientos y prohibiciones para proteger,
asegurar o hacer valer su plena vigencia, para resguardarlos frente a su posible
desconocimiento o violación, y para asegurar su restauración y reparación, aun mediante la
invalidación o la sanción de las acciones u omisiones violatorias, provengan o no de la
autoridad pública en el ejercicio de su función penal. Estas garantías son de naturaleza
jurídico-política, pues surgen de las leyes fundamentales, imponen obligaciones a cargo del
Estado y establecen límites a su poder.
Límite:
Si bien los derechos que las garantías tutelan no son absolutos, pues están "limitados por los
derechos de los demás, por la seguridad de todos y por las justas exigencias del bienestar
general y del desenvolvimiento democrático" (art. XXVIII, DADDH), las restricciones que con
tales propósitos establezcan las leyes que reglamenten su ejercicio por razones de interés
general, deberán guardar directa relación con las razones que las autorizan y no podrán
alterarlos en su esencia (art. 28, CN). Es por eso que la interpretación de aquéllas debe ser
conforme al sistema constitucional, es decir con sujeción a la Constitución, que impone al juez
la crítica de las leyes inválidas a través de su reinterpretación en sentido constitucional y la
denunciade su inconstitucionalidad, e inspirada en el principio "pro hómine".
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Y aun cuando se funden en una ley, las restricciones podrán considerarse arbitrarias si fueren
incompatibles con el respeto de los derechos fundamentales del individuo por ser, entre otras
cosas, irrazonables, imprevisibles, o tengan falta de proporcionalidad. En otras palabras, la
restricción arbitraria a los derechos humanos es aquella que, aun amparándose en la ley, no se
ajusta a los valores que informan y dan contenido sustancial al Estado de Derecho.
Clases de Garantías:
Garantías penales:
El sistema constitucional argentino, por ideología y en sus disposiciones expresas, consagra
las siguientes garantías penales: Legalidad: Sólo la ley, es decir un acto emanado del Poder
Legislativo –y no de los otros poderes–, de alcance general y abstracto, puede definir qué
acción u omisión de una persona es punible como delito, estableciendo a la vez la pena que le
corresponderá al infractor. Reserva: Sólo podrá aplicarse pena a quien incurra en la conducta
descripta por la ley como delito (con sus notas de tipicidad, antijuridicidad, culpabilidad y
punibilidad), nunca otras no atrapadas por aquella descripción (todo lo que no está penalmente
incriminado, estará penalmente autorizado), ni con una especie o cantidad diferente de pena
que la prevista (lo que excluye la posibilidad de aplicación analógica de la ley penal).
Ley previa: Sólo podrá reprimirse una conducta humana si se encuentra descripta por la ley
como punible, antes de su acaecimiento y sólo con la pena prevista en ese momento.
Irretroactividad: No podrá invocarse para reprimir esa conducta una ley posterior a su
ocurrencia, sea porque recién la tipifique como delictiva, o porque le asigne una sanción más
grave (sí podrá aplicarse retroactivamente la ley penal más benigna).
Estas garantías se utilizan en la conocida máxima "nullum crimen nullapoena sine
proevialegepoenali", expresamente receptado en nuestro sistema Constitucional (art. 18, CN.;
art. 15, PIDCP).
Como precisiones de lo expuesto, se admite en forma generalizada que sólo pueden
conminarse como punibles conductas (no pensamientos, ni condiciones o situaciones
personales: se pena por lo que se hace o se deja de hacer, no por lo que se es, o se cree o se
piensa), que deben ser actual o potencialmente dañinas para algún bien susceptible de ser
protegido por el derecho (nunca aquellas que "de ningún modo ofenden al orden o a la moral
pública, ni perjudiquen a un tercero, art. 19, CN) y culpables, es decir, cometidos u omitidos con
conciencia y voluntad (por dolo o culpa del autor): no hay responsabilidad penal objetiva.
Además, la descripción de las conductas punibles tendrá que reunir la máxima precisión, y
debe ser posible de verificar su existencia o inexistencia a través de la prueba.
Con relación a la pena, también existen disposiciones garantizadoras. No puede existir la pena
de muerte (art. 4.3, CADH), ni tampoco alguna que sea cruel, inhumana o degradante (art. 5.2,
CADH) infamante o inusitada (art. XXVI, DADDH), lo que exige un estricto control de la
ejecución de otras, como la de prisión, para que en la práctica no tengan tales características.
Es también una garantía el principio de proporcionalidad de la pena, y que no pueda
"trascender la persona del delincuente" (art. 5.3, CADH).
Garantías Procesales:
El sujeto a quien se le atribuye participación en un hecho delictivo, es decir, el imputado, es
reconocido por el sistema constitucional (Constitución Nacional y tratados internacionales
incorporados a su mismo nivel –art. 75 inc. 22 CN–) como titular de derechos que emanan de
su condición de persona humana, la que se valoriza en su dignidad (Preámbulo de la CADH).
De allí que se le reconozcan derechos como tal y se los proteja aun durante el proceso penal.
Pero el sistema constitucional le confiere además otros derechos y garantías (mínimas)
especiales en virtud de su específica condición de penalmente perseguido, procurando
asegurarle un "juicio justo".
Esta concepción debe tener como reflejo (muchas veces no lo tiene en la práctica) una firme
actitud de todos los poderes del Estado en el marco de sus respectivas competencias,
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tendiente a evitar cualquier afectación a los derechos del imputado que no pueden ser
restringidos bajo ningún concepto (por ejemplo: la integridad física) durante el curso del
proceso, y a minimizar la restricción de aquellos que sí puedan verse limitados por razones
procesales, a la medida de lo estrictamente imprescindible, limitaciones que siempre serán de
aplicación e interpretación restrictiva.
- Igualdad ante los tribunales:
Derivado de la dignidad personal y como corolario del principio de igualdad ante la ley
(art. 16, CN), la legislación supranacional sobre derechos humanos de nivel constitucional
(art. 75 inc. 22, CN) establece que "todas las personas son iguales ante los tribunales y
las cortes de justicia" (art. 14.1, PIDCP).
Concepto:
Implica que se acuerde tanto a la víctima que reclama investigación y juicio, como al
imputado, durante el proceso penal, un trato que será igual, cualquiera sea su condición
personal: no puede haber ni privilegios, ni discriminación de ninguna naturaleza, ni por
ninguna razón, ni durante el proceso, ni en la decisión final. A la vez, cualquiera que sea
el sentido que ésta adopte, deberá ser equitativa e imparcial y fundarse solamente en la
prueba y en la ley. Esto exige que no se hagan excepciones personales respecto a la
formación o a la prosecución de las causas penales, ni a la posibilidad de intervenir en
ellas, ni a su radicación ante los tribunales; ni que se impulsen procesos por motivos
exclusivamente personales, derivados sólo de quien es la persona que los impulsa, o
quien es la persona contra quien se promueven. Tampoco podrá admitirse un tratamiento
diferencial (ni mejor ni peor) de las víctimas que reclaman penalmente, ni de los
imputados, por razones económicas, sociales, religiosas, políticas o culturales, etc. En el
plano estrictamente normativo la igualdad de las partes en el proceso penal no tendrá
mejor modo de expresarse, que respetando el principio contradictorio.
- La reserva de la intimidad:
El derecho a la intimidad, en sus diferentes expresiones, es otro de los
reconocidos por el sistema constitucional, porque emana de la dignidad personal
del imputado. Protege todo aspecto de la vida privada de un individuo que éste
quiera preservar del conocimiento e intrusión de los demás (art. 11.1, CADH). Si
bien puede verse restringido por el desarrollo del proceso penal, ello sólo podrá
ocurrir bajo ciertas condiciones que aquella legislación superior autoriza. Los datos
obtenidos en violación de esta garantía no podrán ser utilizados como prueba.
Proyecciones:
El pudor: Debe asegurarse, en primer lugar, el respeto al pudor del imputado
(intimidad corporal) cuando sea objeto de la persecución penal. Al respecto, es
preciso restringir al límite de la más estricta necesidad cualquier medida judicial
sobre su cuerpo (como sería una inspección corporal o una requisa personal), la
que deberá ser objeto de una cuidadosa reglamentación en orden a las causas de
su procedencia y a la forma de su realización (ejemplo: la requisa sobre una mujer
deberá practicarla personal femenino).
El domicilio: El domicilio es una proyección espacial del ámbito de intimidad de la
persona, lo que ha determinado el reconocimiento general de su inviolabilidad y la
exclusión de posibles injerencias arbitrarias en él (art. 18, CN; art. 11.2, CADH). Si
bien se podrá autorizar su registro y allanamiento, será en base a la regulación por
ley de las razones de su procedencia (art. 18, CN), el que será dispuesto sólo por
un juez competente mediante orden motivada y previa al acto, escrita y
determinada, y no reemplazable por ningún otro medio, ni siquiera por el
consentimiento del interesado.
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