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INSTITUTO SUPERIOR BIBLICO

LARRY CEDERBLOM

ASAMBLEAS DE DIOS DE PANAMÁ

JUAN PABLO VERGARA

8-776-158

TAREA 3
SÍMBOLOS DEL ESPÍRITU SANTO

MATERIA
PNEUMATOLOGÍA

PROFESOR:
PATRICIO EDGEHILL

MIERCOLES 24 DE FEBRERO DE 2018.


Los Símbolos del espíritu Santo

Los símbolos del Espíritu Santo. Una manera bíblica y práctica para entender la
persona del Espíritu Santo es prestar atención a los numerosos símbolos que se
utilizan en la Biblia para referirse a él. Si se levanta la pregunta sobre qué significó
el don del Espíritu Santo para la comunidad apostólica primitiva, la respuesta debe
buscarse en los símbolos que los apóstoles utilizaron para expresar su comprensión
del carácter y la persona del Espíritu. ¿Qué fue lo que vieron los apóstoles más allá
de la serie de fenómenos y experiencias con los cuales el Espíritu se manifestó en
medio de ellos? La iglesia primitiva expresó su vivencia del Espíritu a través de
símbolos de una riqueza muy profunda. De este modo, la imagen del Espíritu Santo
en los documentos del Nuevo Testamento está ligada a una serie de símbolos que
la ocultan y revelan al mismo tiempo.
Esto trae como consecuencia, por un lado, que la imagen del Espíritu sea
algo bastante inasible, algo que se nos escapa y que nunca podemos decir que
hemos abarcado plenamente; y por otro lado nos da la posibilidad y la necesidad de
hacer un proceso de re-traducción, si queremos llegar a la verdadera realidad del
Espíritu Santo en el mundo de hoy. Por un lado, no podemos quedarnos con los
símbolos por los cuales el Espíritu se revela-oculta y por otro lado esos símbolos no
son algo tan arbitrario que podamos dejarlos como si no tuvieran ningún tipo de
contenido. Si la iglesia primitiva eligió esos símbolos para expresar su experiencia
del Espíritu, es porque encontró entre lo que deseaba expresar y lo expresado una
correlación que es fundamental mantener y analizar.
Es así, pues, que en el Nuevo Testamento no tenemos una definición
explícita o una semblanza clara acerca del Espíritu Santo como persona, sino más
bien una variedad sorprendente de facetas ilustradas a través de figuras simbólicas.
Ninguna de ellas agota la riqueza del Espíritu ni tal riqueza es la simple suma de
todas ellas. Esta es la razón por la que resulta imposible hacer una síntesis o
armonización de todas estas figuras simbólicas. No obstante, todos estos símbolos
tienen como elemento común dos cosas: por un lado, su carácter dinámico; y por
otro lado, su carácter personal. Si bien muchos son cosas, todos los símbolos del
Espíritu indican acción y todos apuntan a una persona, es decir, tienen un carácter
muy pronunciado de personalización.

Su personalidad se refleja en sus símbolos. Al igual que lo que ocurre en relación


con la persona del Espíritu, los símbolos del Espíritu que se encuentran en la Biblia
son elocuentes testimonios de su personalidad. Los primeros cristianos, que
experimentaron poderosas manifestaciones de la realidad de la presencia del
Espíritu operando en medio de ellos, tuvieron que traducir esos fenómenos en
símbolos que los ayudaran a comprenderlos y a testificar de ellos a otros. Estos
símbolos son elocuentes, dramáticos y dinámicos, y adecuados para expresar el
mensaje del evangelio. La iglesia primitiva expresó, pues, por medio de símbolos
aquello que experimentaba y sentía acerca del Espíritu Santo. De allí que la imagen
del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento está unida a una serie de símbolos que,
como señalamos, la ocultan y revelan al mismo tiempo, pero que también expresan
la riqueza de su personalidad.
El mínimo común denominador que ponen de manifiesto estos símbolos del Espíritu
Santo es que él es una personalidad. Tenemos así que el Nuevo Testamento no
presenta una neumatología sistemática, sino un caleidoscopio de imágenes de
variados colores y formas, como las que constituyen una personalidad. Por cierto,
ninguno de estos símbolos agota la riqueza del Espíritu, que siempre se presenta
de maneras nuevas y diferentes. Esto ya nos pone a cubierto de cualquier tentativa
de fácil síntesis o armonización que anule el carácter polifacético de la personalidad
del Espíritu Santo. Estos símbolos, no obstante, destacan el carácter dinámico de
la personalidad del Espíritu y su personalización bien marcada.

Por esta razón podemos mencionar que un símbolo es una representación o señal
visible de una realidad mayor. Puede ser el distintivo que una persona usa y la
identifica con una entidad.

Fuego
El fuego es un símbolo que sugiere juicio que prueba, purifica y limpia. Se usa en
referencia al bautismo del Espíritu; la venida del Espíritu el Día de Pentecostés; la
naturaleza del Espíritu (“No apaguéis al Espíritu”). El Día de Pentecostés “se les
aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno” de
los discípulos de Jesús, lo que sugiere que fue la preparación para que llevaran el
evangelio hasta lo último de la tierra.

Paloma:
El segundo símbolo es la paloma. En el bautismo de Jesús, el Espíritu descendió
sobre él “como paloma”. Mateo no dice que el Espíritu descendió en forma de
paloma, pero Lucas subraya que “descendió el Espíritu Santo sobre él en forma
corporal, como paloma”. En las Escrituras, la paloma representa paz. La
confirmación del favor de Dios se sugiere en la historia del bautismo.

Sello:
Pablo describe el sello del Espíritu Santo “hasta la redención”, una obra del Espíritu
que sugiere ser marcado y adueñado por el Espíritu. Por tanto, el simbolismo de la
paloma y del sello son similares.
El sello conlleva un significado mucho más amplio que el de solo aprobación o una
marca de pertenencia. Sugiere la tutoría del Espíritu y es la idea central en la
teología bíblica de la perseverancia cristiana. Cuando Pablo dice que somos
sellados por el Espíritu Santo enseña el cuidado supervisor del Espíritu. Nadie
debería caer y alejarse del amor de Dios, puesto que el Espíritu de Dios está
siempre presente para ayudarnos. Todo lo que el Padre y el Hijo han hecho por
nosotros está siendo efectuado por el Espíritu.
En términos legales el sello indica una transacción terminada, y que todo lo incluido
en el documento sellado está completo y es fehaciente. La Escritura sugiere que el
sello del Espíritu es la confirmación de Dios de la gracia investida en nosotros. El
Espíritu confirma que somos genuinos.
Aceite:
El aceite es un conocido símbolo del Espíritu. Se asocia inmediatamente con la
unción de los enfermos, la unción para el ministerio y la unción para los heridos
(como se observa en la parábola del buen samaritano), por lo que el aceite simboliza
comúnmente la obra del Espíritu en preparación para el servicio. Pedro asevera que
Dios ungió a Jesús de Nazaret “con el Espíritu Santo y con poder”. Anteriormente
Jesús había citado las palabras del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre
mí, por cuanto me ha ungido”. La visión del profeta Zacarías de los dos árboles de
olivo que vertían el aceite en el depósito del candelabro es una alusión al poder del
Espíritu Santo.
Dios promete la venida del Espíritu Santo como un derramamiento, una alusión
probable a la unción con aceite.

Viento:
El cuarto símbolo es el viento. La palabra ruach, que aparece primeramente en
Génesis 1:2, se traduce igualmente “viento” o “espíritu”. La metáfora del viento
describe el movimiento soberano del Espíritu Santo. En su conversación con
Nicodemo acerca del nuevo nacimiento, Jesús le indicó que “el viento sopla de
donde quiere”. Esta parece ser una referencia a la obra de regeneración del Espíritu.
El viento del Espíritu sugiere su trabajo creador. Además, el soplo libre del viento
es una base para describir las “sorpresas del Espíritu”.

Arras:
Como arras, el Espíritu es reconocido como el “primer pago” o promesa de la gloria
futura. Lucas usa “investidos” por el Espíritu para describir el ambiente de poder del
cristiano. El Espíritu rodea a la persona como una pieza de vestir, proveyendo
poder. Finalmente, la presencia del Espíritu Santo es como “ríos de agua viva” que
corren del interior del creyente. El verdadero carácter extático del Espíritu se
manifiesta en su influencia en el mundo, y no simplemente en las satisfacciones
espirituales individuales.

Agua:
El agua simboliza la frescura, satisfacción y fertilidad del Espíritu. Las Escrituras
dan una imagen de agua en la forma de “lluvia”, “rocío”, “ríos” y “manantiales.” En
la aplicación de este símbolo, Jesús y el Espíritu están cercanamente relacionados
como en Juan 4:14 y 7:38, 39.

Vino:
El vino parece centrar la atención en la estimulación espiritual y dádiva de gozo de
la presencia interna del Espíritu. Algunos de los observadores en el día de
pentecostés, oyendo las “lenguas” de los apóstoles, dijeron que estaban
embriagados con “vino nuevo” o “mosto.” Pedro dijo que no estaban embriagados,
sino que estaban llenos del Espíritu como había sido profetizado por el profeta Joel.
El mundo busca el vino para estimulación y alegría; el cristiano recibe el incremento
de sus habilidades y verdadero gozo del Espíritu de Dios que habita en él. Los
espíritus del mundo elevan al hombre para dejarlo caer en la decepción; la unción
del creyente con vino y aceite trae inspiración sin desesperación.

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