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El contexto y la planificación en la Norma ISO 14001:2015

Junto con las partes interesadas o la gestión de riesgos, el contexto es uno de los requisitos
novedosos introducidos con la revisión de la Norma ISO 14001, sin olvidar los matices incluidos
en el capítulo de planificación operacional.

SECCIÓN ISO 14001

Por Ana Rojo |16 agosto, 2017 |Imprimir

En anteriores artículos ya he hablado de otras novedades que la versión 2015 de la Norma ISO
14001 ha introducido en el universo del sistema de gestión ambiental como son las partes
interesadas, el papel del liderazgo, los objetivos ambientales o la comunicación, tanto interna
como externa.

Sin embargo, ahora le llega el turno a otros dos requisitos que adquieren relevancia o se
matizan, en el caso de uno de ellos, en la norma ISO 14001:2015: la comprensión del contexto
y la planificación operacional. Para ello voy a tomar como referencia la publicación “ISO
14001:2015. Los ejes de la revisión”.

Un nuevo requisito en la Norma ISO 14001:2015: la comprensión del contexto.

El contexto y la planificación en la Norma ISO 14001:2015

Dentro de la Norma ISO 14001:2015 la identificación de los elementos externo e internos que
forman el contexto, así como los matices incluidos en la planificación operacional, son
esenciales para garantizar la eficacia de las acciones emprendidas.

En el apartado 4.1., “Comprensión de la organización y de su contexto”, la revisión de la norma


indica que la empresa debe determinar de una forma más exhaustiva y detallada el contexto
de la organización, es decir, hay que dibujar todo el escenario donde las empresas se sitúan
teniendo en cuenta todos aquellos aspectos externos e internos que la afectan de forma
directa o indirecta, positiva o negativamente, para alcanzar los resultados y objetivos
planificados.

De esta forma, ya no sólo es importante la gestión interna sino que hay que fijar la vista en el
exterior ya que todas estas situaciones que suceden fuera de la empresa afectan a la
consecución de los resultados, a la realización de procesos y a la labor de alcanzar las metas
que se ha marcado.

Algunos ejemplos que se pueden tener en cuenta para definir el contexto pueden ser:

las condiciones ambientales relacionadas con la biodiversidad;

el uso del suelo o la contaminación existente;

el contexto cultural;

la legislación aplicable;

el entorno competitivo;

el marco financiero;

etc.
Dentro del contexto interno se pueden valorar las actividades realizadas, el conocimiento
disponible, la dirección estratégica, la cultura y las personas.

A la hora de definir el contexto no debemos dejarnos llevar y no dedicar la atención que este
aspecto requiere ya que disponer de una imagen completa, llena de matices, con información
objetiva y actualizada es clave para establecer, implementar, mantener y mejorar el sistema de
gestión ambiental implantado.

Algunos ejemplos aplicados a situaciones reales del contexto serían:

recalificación de terrenos colindantes.

desvíos de cauces de ríos.

medidas para establecer los parámetros de emisiones a la atmósfera.

reacondicionamiento de las instalaciones de la organización.

aumentos o despidos en la plantilla de la empresa.

Los matices de la planificación y el control operacional.

En relación con la planificación y el control operacional la revisión de la norma no ha


introducido grandes novedades respecto a la versión del 2004, más allá de algunos matices.

De esta forma, la organización debe definir las pautas de control operacional que considere
necesarias para cada proceso, no perdiendo de vista en ningún momento todos aquellos
criterios que se han establecido para garantizar un buen desempeño ambiental.

Partiendo de este punto, debe asegurarse de que las operaciones y procesos asociados se
realizan de forma controlada para alcanzar los objetivos ambientales, gestionar los aspectos
ambientales significativos y los riesgos asociados con amenazas y oportunidades, y cumplir con
los objetivos marcados dentro de la política ambiental.

Todo ello sin olvidar la necesidad de controlar los cambios planificados y, cuando no es posible
preverlos, examinar sus consecuencias ya que la gestión del cambio eficaz se convierte, en este
punto y a lo largo de todo el documento, en una de las bases para garantizar que se alcancen
los resultados previstos de forma continuada en el tiempo.

No debemos olvidar aquellos procesos subcontratados que afectan en su capacidad de


desempeño ambiental y que, por lo tanto, deben estar controlados o, por lo menos, la empresa
deberá influir en ellos.

La gran novedad en este apartado se encuentra en la inclusión del enfoque de ciclo de vida que
aporta relevancia a la necesidad de que los objetivos de desempeño ambiental no se limiten a
un solo aspecto o proceso que realiza la empresa, sino que abarquen toda la vida del producto,
desde su creación a su destrucción, pasando por su uso, es decir, el ciclo de vida, desde que
nace hasta que muere.

De esta forma y para concluir, la empresa determinará aquellos requisitos ambientales


indispensables para la compra de productos y/o servicios, comunicándoselos a los
correspondientes proveedores externos, incluyendo los subcontratistas y potenciando así que
estas partes interesadas se impliquen de forma activa en el sistema de gestión ambiental y en
el desempeño ambiental eficaz, así como en el logro de los resultados previstos.

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