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En el caso japonés, Shinzo Abe, el primer líder nacido después del fin de la
Segunda Guerra Mundial, y ex-ejecutivo de una gran acería, es conocido por
su lejanía con los intereses agrícolas que podrían ser afectados. De hecho,
llegó a ser presidente de su partido (PLD) derrotando a quien era entonces
el ministro de Agricultura. Su cercanía a sectores potencialmente
beneficiarios prácticamente asegura su ratificación. Sin embargo, el reciente
cambio político en Canadá es una complicación inesperada, aunque el
fuerte apoyo de Australia y Nueva Zelandia, los que tienen más que ganar
por su gran potencial agrícola y ubicación geográfica, lo compensa.
Hasta para el New York Times lo que pone en evidencia esta cláusula es
evidente: “la prioridad [en el TPP] es la protección de los intereses
corporativos, y no el promover el libre comercio, la competencia, o lo que
beneficia a los consumidores”.
En buen castizo, uno va a poder hacer lo que quiera, como quiera y cuando
quiera, siempre que lo que quiera sea lo que el TPP (y sus cortes
versallescas) estipulen como “razonable” (en lugar de “interferencia”), aún
en el caso de que ello se refiera a actividades puramente especulativas (y
muchas veces destructivas).
Cualquiera semejanza con nuestras transiciones a la democracia es pura
coincidencia. En ellas podíamos recuperar nuestra tan deseada libertad de
expresión, siempre que en la práctica no exigiésemos, y finalmente ni
creyésemos, en lo que previamente había estado prohibido decir.
Para decir lo obvio, la modernidad neo-liberal no es más que transformar lo
que Abraham Lincoln llamó “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el
pueblo”, en el gobierno “del 1%, por el 1% y para el 1%”. Y para consolidar
esta nueva realidad se requiere de muchas cosas, incluida una nueva
jurisprudencia.
Ya era hora de hacerles un margin call a nuestros vendedores del TPP, pues
es el momento de que pongan más sustancia en sus argumentos. Como
dice la canción: fue tu mejor actuación; pero perdona que no te crea, pues
lo tuyo es puro teatro. Falsedad bien ensayada. Estudiado simulacro.