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Editorial:

Las transformaciones del PCE


23 ABR 1978

EL DESARROLLO y las resoluciones del IX Congreso del PCE clausurado ayer,


podrán decepcionar, tal vez, a los amantes de las emociones fuertes y a quienes creen
que, los cambios políticos tienen que producirse siempre por saltos bruscos y de forma
espectacular. Sin embargo, estos cuatro días de abril representan un momento
significativo en la historia de los comunistas españoles.El veterano grupo dirigente no
ha perdido, corno era de prever, el control del aparato del partido y del centro donde se
elaboran las decisiones. Sin embargo, se ha visto obligado a aceptar una limitación de
sus poderes y a permitir la apertura de un debate. que no ha hecho sino comenzar. en las
bases de la organización. Dada la inexistencia pública de tendencias y la dificultad para
descifrar el críptico código que suelen emplear los comunistas para expresar sus
discrepancias. no resulta fácil establecer conclusiones acerca del significado de las altas
y bajas en el Comité Central Y en el comité ejecutivo. En cualquier caso. parece que fa
renovación ha comenzado. Si los comunistas tuvieran sentido del humor. podrían
bautizar estos acontecimientos con el nombre de «espíritu del 19 de abril».

En las sesiones plenarias. abiertas a los informadores. sólo se han confrontado las
posiciones a propósito de la Tesis VI. que trata de la «democracia política y social. y de
la va célebre Tesis XV. sobre el abandono de la invocación canónica al marxismo-
leninismo. En ambos casos Ganó la propuesta oficialista. pero ya es una novedad que la
votación llegara a realizarse. Además, en las comisiones. las otras trece tesis del Comité
Central han sido objeto de debates. de negociaciones serias y de modificaciones a veces
sustanciales antes de ser presentadas, aun sin propuestas alternativas, al plenario del
congreso.

Algunas de esas alteraciones afectan a las ideas más celosamente defendidas por la
dirección del partido. La visión según la cual el cambio de régimen se operó de acuerdo
con las líneas y los deseos de la ejecutiva del PCE. reiteradamente expresados en los
últimos veinte años, ha sufrido una drástica rebaja con la matización de que la ruptura
no llegó en realidad a producirse. Los pactos de la Moncloa. en cuya iniciativa el señor
Carrillo jugó un, decisivo papel, han sido también objeto de una operación de
desmaquillaje que los ha dejado reducidos a la condición de unos acuerdos forzosos de
carácter defensivo y de realización problemática. Los destemplados ataques de Carrillo
al PSOE han sido contrapesados por declaraciones que insisten en la necesidad de unir
fuerzas con los socialistas y comunistas. Se diría que los militantes del PCE y del PSOE
tratan de pasar por encima de la hostilidad de sus direcciones, evidenciada en esta
ocasión tanto por las palabras del señor Carrillo -obsesionado por arrebatar clientela
electoral al PSOE y por desplazarle como partido hegemónico de la izquierda- como por
el desplante político que significó la inasistencia del señor Múgica como observador
socialista a las sesiones. La eliminación del rótulo «marxismo-leninismo» ha sido
acompañada de grandes protestas de admiración por la figura y la obra del
revolucionario ruso. y de la recomendación del propio Carrillo de «estudiar a Lenin
atentamente. como, uno de los maestros fundamentales del marxismo». Ese
debilitamiento de la vehemencia inicial contra todo lo que esté asociado con la Unión
Soviética se ha hecho igualmente patente en la prudencia con que se han manejado las
críticas respecto a los países del Este.

Como conclusión. podría decirse que ha comenzado la transformación de las relaciones


jerárquicas dentro del PCE. orientada a limitar los poderes del secretario general. A lo
largo del congreso se ha podido apreciar también. un crecimiento de la influencia de los
dirigentes comunistas de CCOO consecuencia lógica de su éxito en las elecciones
sindicales. así como la consolidación del PSUC como centro de poder relativamente
independiente. resultado natural de su importante contribución (un 20 % de los
militantes. alrededor de un tercio de los sufragios, un 40 % de los diputados) a los
efectivos del PCE. La ausencia del señor Berlinguer y del señor Marchais en un
acontecimiento en que su aparición era de rigor muestra, por lo demás, que el
eurocomunismo, como fenómeno internacional. es todavía sólo un proyecto. Las tesis
políticas, el informe presentado por el señor Carrillo y los debates del IX Congreso
ponen de relieve también que el eurocomunismo no ha logrado aún unas claras señas de
identidad en el terreno teórico. Tercera vía frente al «marxismo-leninismo» y a la
socialdemocracia, se ofrece todavía como un híbrido de sus dos rivales, más próximo tal
vez al segundo que al primero. Intento de generalización teórica, al fin y al cabo. de la
práctica del Partido Comunista italiano -hegemónico en la izquierda y en el mundo
sindical. con 1.700.000 militantes y algo más de un tercio del electorado, al frente del
gobierno de importantes sectores de la Administración local y dotado de una rica
tradición teórica y cultural-, no es probable que las contribuciones decisivas a esa nueva
vía vengan de un partido que. como el español, se halla aún lejos de alcanzar los
obletivos conquistados por los herederos de Gramsci y Togliatti.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de abril de 1978

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