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Sin embargo este, limita el pensamiento, al ordenan y combinan las
palabras en formas específicas y excluyen o desplazan otras combinaciones, en la
medida en que los discursos se construyen por exclusiones e inclusiones, lo que
hace que el discurso mantenga posiciones antagónicas de los que se dice y lo que
se pudo haber dicho, con respecto de otros discursos, otras posibilidades de
significado, otras peticiones, derechos y posturas.
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A Foucault no le interesaba la verdad de estas cuestiones en la ciencias
sociales, un enfoque arqueológico para determinar las condiciones discursivas que
hacen posible el surgimiento de distintos tipos de informes sobre la educación
popular y las practicas pedagógicas.
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Surgen muchas instituciones pero Foucault señala en concreto la cárcel, el
hospital, el manicomio, el ejército, el puesto de trabajo y la escuela. En estas
instituciones se desarrolla el conocimiento sobre las personas; y su conducta,
actitudes y autoconocimiento se desarrollan, perfeccionan y utilizan para moldear
a los individuos.
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Cuatro partes emplean distintas metodologías: las dos primeras abarcan la
genealogía del nacimiento de la cárcel, una exposición evolutiva de la difusión
general de la disciplina y la cuarta una exposición funcional de la cárcel más
moderna.
La genealogía toma cada tema por separado explorándolo con todo detalles
y reconstruyendo acontecimientos, teniendo en cuenta, por tanto, los saberes
sometidos y desaparecidos. En otras palabras parecen interesarle más las
cuestiones arqueológicas y las teóricas del conocimiento que la forma en que el
poder moderno impregna a la escuela moderna. Esta forma de poder produce
también otros juegos de verdad y otras ideas de subjetividad en la escuela. En
pocas Palabras, Foucault no nos proporciona niguna formula hecha para analizar
el poder en la educación.
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tiempo siguiendo líneas ordenadas de manera que faciliten formas constantes de
vigilancia y la puesta en acción de la evaluación y el juicio.
El examen es entre todas la técnicas la más obviamente educativas, más
incluso que la disciplina que suele ser superficialmente mal interpretada como
técnica exclusiva de poder y control.
La superposición de las relaciones de poder y de saber asume en el
examen su máximo esplendor.
Como acertadamente señala Foucault, el examen se extiende por todas la
ciencias humanas, funcionado como un permanente intercambio de saber, pero
también en sentido inverso, cuando los sujetos han de darse a conocer
respondiendo a la preguntas planteadas en el examen.
El poder de la educación en efecto radica en el examen y el poder de este
radica fuera del ámbito educativo.
El examen proporciona un archivo tenue y minucioso que se constituye al
ras de los cuerpos y de los días de modo que se constituya un poder de la
escritura.
El examen rodeado de todas sus técnicas documentales hace de cada
individuo un caso mediante la distribución y clasificación de todo el conjunto de
casos individuales.
Ahora bajo el nuevo poder de la escritura y el examen, las personas
ordinarias ya no quedan por debajo del umbral de la descripción, inventamos un
nuevo tipo de individualidad del hombre calculable. No es tanto un cambio de
educación sino un cambio de saber.
Todas las ciencias, análisis o prácticas que utilicen la raíz “psico” tienen su
origen en esta inversión histórica de los procedimientos de individualización.
Primero hay que analizar los detalles, segundo hay que examinar las cosas
con una visión panorámica.
Foucault habla de que poder-saber es la nueva idea que toma cuerpo en su
obra, genealogía en las que se ocupan antes todo de las practica y tecnologías del
poder, en contraste con los primeros trabajos arqueológicos en los que vistos en
retrospectiva, ponían más énfasis en el saber y los discursos que los construyen,
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la distinción entre arqueológico y genealógico no debe tomarse en sentido
absoluto. La atención prestada a la enseñanza eficiente forma parte de la
estrategia de poder emergente biopolítica, Foucault sostiene que en el siglo XIX
aparecen muy diversas técnicas cuyo cometido consiste en hacerse cargo de la
viada mediante la aplicación de una serie de mecanismos reguladores colectivos.
El punto de vista colectivista respecto de la enseñanza eficiente suponía la
creación de una población responsable moral y útil.
Estos nuevos objetivos de preocupación provocan el cambio del interés que
ya no se centra en las misión moral del maestro si no en la producción de una
población sobria sana y competitiva. La regularidad con la que hacen su aparición
informes sobre la necesidad de ocuparse directamente de las clase sociales
problemáticas paso también a evidenciar el fracaso del enfoque voluntarista de
libre mercado de la enseñanza popular.
La preparación de los docentes y la arquitectura de la clase exigía que
estos fueran el centro tanto en relación con la autoridad como con respecto a la
enseñanza.
En el discurso sobre la formación moral y eficiente era fundamental el punto
de vista de que la educación debía regenerar a los habitantes de los suburbios
mediante el ejemplo y los exámenes y no por medio o intimidación.
La teoría de la enseñanza aceptada requería que la presencia de la
autoridad del maestro se impusiera sobre la clase. La arquitectura de la escuela y
el método de enseñanza colocaban al maestro en un aparato imponente que
pretendía realzar su presencia.
Al principio del siglo XX, el maestro ocupaba una posición social cada vez
más difícil de sostener. La metodología de la enseñanza heredada junto con la
arquitectura de la escuela y la naturaleza de la clase le limitaba a la hora de
proyectar una imagen de autoridad moral.
Este biopoder se estableció en toda la maquinaria disciplinaria de los
exámenes generales, pero basando cada vez más su autoridad en las nuevas
verdades de la medicina y la psicología.
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Las normas sanitarias y médicas ofrecían al maestro elemental un espacio
dentro del complejo de organismos sociales que asesoraban a los hogares de la
clase trabajadora. En vez de la misión secular aislad del maestro consistente en
proyectar una imagen de autoridad moral en el suburbio, la nueva tecnología de la
seguridad ofrecía la complementariedad entre el hogar y la escuela.
El maestro ocupaba una posición semiprofesional orientada por el
diagnostico experto del clínico. Así la, a través de la genealogía del maestro,
podemos seguir la curiosa línea de transformaciones de las tecnologías morales,
el maestro es una figura sospechosa que precisa un examen continuo dentro de
una tecnología examinadora, la escuela que trata de establecer una utopía
disciplinaria basada en un cálculo creador de felicidad.
El surgimiento casi simultaneo de las prácticas educativas modernas y del
moderno saber científico están casi en relación.
Por tanto, hay lugar suficiente para desarrollar las genealogías de las
prácticas educativas modernas proporcionaron las condiciones de surgimiento y
existencia de nuevas formas de saber y nuevos modos de poder. Un nuevo campo
de poder-saber. Saint-Simón señalaban tres funciones sociales económicas y
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racionales, desarrolladas por tres clases sociales industriales, artísticas y
científicas.
El examen como instrumento más importante del poder disciplinario por que
combina la observación jerárquica con el juicio normalizador. Es una mirada
normalizadora, una vigilancia que hace posible calificar y castigar. Foucault
consideraba el examen como la principal técnica individualizadora dentro de las
formas disciplinaria del poder. El examen con todas las técnicas documentales
convierte a cada individuo en un “caso” es decir, un individuo que ha de ser
entrenado, corregido, clasificado, normalizado, excluido, etc. Esto le lleva a
concluir que el examen se sitúa en el centro de los procedimientos que
constituyen al individuo como efecto y objeto del poder, como efecto y objeto del
saber. El examen asegura las grandes funciones disciplinarias de distribución y
clasificación.
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para el ámbito educativo ya que su aporte contribuirá a profundiza en el estudio y
a enriquecer la contribuciones al tema de la educación.
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