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TIPOS DE VIOLENCIA

La ley Nº 26.485 conceptualiza distintos tipos de violencia categorizándolas en:


FÍSICA:
La que se emplea contra el cuerpo de la mujer produciendo dolor, daño o riesgo de producirlo y
cualquier otra forma de maltrato o agresión que afecte su integridad física.
PSICOLÓGICA:
La que causa daño emocional y disminución de la autoestima o perjudica y perturba el pleno
desarrollo personal o que busca degradar o controlar sus acciones, comportamientos, creencias y
decisiones, mediante amenaza, acoso, hostigamiento, restricción, humillación, deshonra,
descrédito, manipulación o aislamiento.
SEXUAL:
Cualquier acción que implique la vulneración en todas sus formas, con o sin acceso genital, del
derecho de la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva a través
de amenazas, coerción, uso de la fuerza o intimidación, incluyendo la violación dentro del
matrimonio o de otras relaciones vinculares o de parentesco, exista o no convivencia, así como la
prostitución forzada, explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual y trata de mujeres.
ECONÓMICA Y PATRIMONIAL:
La que se dirige a ocasionar un menoscabo en los recursos económicos o patrimoniales de la
mujer, a través de la perturbación de la posesión, tenencia o propiedad de sus bienes, pérdida,
sustracción, destrucción, retención o distracción indebida de objetos, instrumentos de trabajo,
documentos personales, bienes, valores y derechos patrimoniales.
SIMBÓLICA:
La que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y
reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la
subordinación de la mujer en la sociedad.

MODALIDADES DE VIOLENCIA:
Además la ley señala que según las formas que se manifieste en los distintos ámbitos las
Modalidades son:

VIOLENCIA DOMÉSTICA:
Aquella ejercida contra las mujeres por un integrante del grupo familiar, independientemente del
espacio físico donde ésta ocurra, que dañe la dignidad, el bienestar, la integridad física,
psicológica, sexual, económica o patrimonial, la libertad, comprendiendo la libertad reproductiva y
el derecho al pleno desarrollo de las mujeres. Se entiende por grupo familiar el originado en el
parentesco sea por consanguinidad o por afinidad, el matrimonio, las uniones de hecho y las
parejas o noviazgos. Incluye las relaciones vigentes o finalizadas, no siendo requisito la
convivencia;
VIOLENCIA INSTITUCIONAL:
Aquella realizada por las/los funcionarias/os, profesionales, personal y agentes pertenecientes a
cualquier órgano, ente o institución pública, que tenga como fin retardar, obstaculizar o impedir
que las mujeres tengan acceso a las políticas públicas y ejerzan los derechos previstos en esta ley.
Quedan comprendidas, además, las que se ejercen en los partidos políticos, sindicatos,
organizaciones empresariales, deportivas y de la sociedad civil;

VIOLENCIA LABORAL:
Aquella que discrimina a las mujeres en los ámbitos de trabajo públicos o privados y que
obstaculiza su acceso al empleo, contratación, ascenso, estabilidad o permanencia en el mismo,
exigiendo requisitos sobre estado civil, maternidad, edad, apariencia física o la realización de test
de embarazo. Constituye también violencia contra las mujeres en el ámbito laboral quebrantar el
derecho de igual remuneración por igual tarea o función. Asimismo, incluye el hostigamiento
psicológico en forma sistemática sobre una determinada trabajadora con el fin de lograr su
exclusión laboral;
VIOLENCIA CONTRA LA LIBERTAD REPRODUCTIVA:
Aquella que vulnere el derecho de las mujeres a decidir libre y responsablemente el número de
embarazos o el intervalo entre los nacimientos, de conformidad con la Ley 25.673 de Creación del
Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable;
VIOLENCIA OBSTÉTRICA:
Aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las
mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de
los procesos naturales, de conformidad con la Ley 25.929.
VIOLENCIA MEDIÁTICA:
Aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio
masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o
sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las
mujeres, como así también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas en mensajes e imágenes
pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales
reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres.
La violencia contra las mujeres es un mal que se expande y pese a lo estremecedor que resulta
parece no tener fin, límites y mucho menos fronteras y continentes que la restrinjan.
En Honduras solo en lo que va de este año más de 300 mujeres y niñas han sido secuestradas,
violadas, mutiladas y asesinadas por desconocidos, parientes, tutores y presuntos amigos.
Tenemos un país con centenares de familias rotas, laceradas y sufrientes y ante nosotros, la
generalidad de la sociedad, un circo despiadado de impunidad en donde quienes con indiferencia
reclaman el “derecho constitucional” de seguir matándonos con toda impunidad.
La jueza de la corte penal internacional, Elizabeth Odio Benito, clasificó los crímenes de guerra en
la antigua Yugoslavia y su voto particular, en el caso Lubanga, destaca el hecho diferencial de la
violencia ejercida sobre las niñas soldados por el hecho de ser niñas.
Esta togada, con crudo acierto, atribuyó al patriarcado la justificación de todos los crímenes que se
comenten en la guerra.
Desde el 2012 al 2014 Honduras registró cuatro mil 217 crímenes contra mujeres; solo en 2016
más de 300 féminas fueron asesinadas de forma cruel y despiadada, crímenes recientes contra
mujeres comunes y corrientes o los cometidos contra luchadoras sociales, escolares, universitarias
y profesionales en cualquier campo del conocimiento, cobran dolorosa presencia.

Como el de Berta Cáceres, el de la campesina Margarita Murillo o el de Sarena Alejandra Espinal


Garay, de 29 años de edad, egresada de la Escuela Latinoamericana de Medicina, Elam, muerta
con el conductor de un bus víctima de extorsión en el norte del país.

Hace dos días en Choluteca, una mujer perdió su ojo derecho tras discutir y ser agredida por su
esposo. La víctima, Lilian Isamara Hernández, pidió a las mujeres y en especial a las hondureñas no
quedarse calladas ante la violencia que sufren.

La saña y crueldad aparecen como flores del mal como cuando colgado de un árbol apareció el
cráneo de una joven de 20 años, cuyo cuerpo semidesnudo fuese recuperó en la colonia Rivera
Hernández de San Pedro Sula.

Los casos suman y siguen, un juzgado de esa ciudad ordenó detener a dos sujetos que violaban a
niñas de 12 años de edad, entre estos a Belarmino Gómez, de 67 años, que embarazó a una de
ellas. Ese juzgado mandó a prisión a un tipo que bajo amenazas violaba a su hija de 12 años,
cuando su madre y hermanos dormían.

En el sur del país la policía capturó a un proxeneta que explotaba a 10 mujeres que eran
prostituidas. Cifras de la dirección de prevención de la secretaria de educación indican que unos
200 mil jóvenes, la mayor parte mujeres, son víctimas de violencia en centros escolares a nivel
nacional.

Fuera de nuestras fronteras también persiste esta terrible realidad; en mayo en Chile, un hombre
celoso le sacó los ojos, los dientes y provocó fracturas en el cráneo a su pareja, una joven de 28
años y madre de cuatro hijos. El lunes anterior en Bogotá, Colombia, Yuliana Andrea Samboni, de 7
años, fue violada y asesinada por un arquitecto dueño del área residencial donde vivía.

Desde 2008 más de mil 808 mujeres fueron asesinadas por violencia de género en argentina,
donde cada 30 horas una de ellas muere víctima de la violencia.

En estados unidos cada 9 segundos una mujer es golpeada; más de 38 millones de han
experimentado violencia física alguna vez en sus vidas, en particular jóvenes de 18 a 25 años y
afroamericanas, en un 35% más que las blancas, según la coalición nacional contra la violencia
doméstica.

Los hechos se repiten en México, Guatemala, El Salvador, Brasil, Arabia Saudita, la antigua
Yugoslavia, Nigeria y Somalía, entre otros países y continentes.

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