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Capítulo tercero

LA VERDAD REVELADA ACERCA DE LOS ÁNGELES O


ANGELOLOGÍA CRISTIANA

§ 26. EXISTENCIA, ORIGEN Y NÚMERO DE LOS ÁNGELES

1. Existe ncia y orige n de Ios ánge le s

Dios, al principio del tiempo, creó de la nada unas sustancias


espirituales que son llamadas ángeles (de fe).

La existencia de los ángeles la negaron los saduceos (Act 23, 8:


«Porque los saduceos niegan la resurrección y la existencia de
ángeles y espíritus, mientras que los fariseos profesan lo uno y lo
otro») y la han negado el materialismo y el racionalismo de todas las
épocas. Los racionalistas modernos consideran a los :ingeles como
personificaciones de atributos y acciones divinas, o ven en la
angelología judeocristiana vestigios de un politeísmo primitivo o
elementos tomados de las ideologías pérsicas y habilónicas.

Los concilios iv de Letrán y del Vaticano declaran: «simul ab initio


temporis utramque de nihilo condidit creaturam, spiritualem et
corporalem, angelicam videlicet et mundanam» ; Dz 428, 1783. No
está definido que el mundo angélico fuera creado al mismo tiempo
que el mundo material (simul puede también significar : pariter,
igualmente, tanto la una como la otra; cf. Eccli 18, 1); pero es
sentencia común hoy día que así sucedió.

La Sagrada Escritura da testimonio, aun en los libros más antiguos,


de la existencia de los ángeles, los cuales glorifican a Dios y, como
servidores y mensajeros suyos, son los encargados de traer sus
mensajes a los hombres ; cf. Gen 3, 24; 16, 7 ss ; 18, 2 ss; 19, 1 ss
; 22, 11 s ; 24, 7; 28, 12; 32, 1 s. La creación de los ángeles la
refiere indirectamente el Exodo 20, 11 : «En seis días hizo Yahvé los
cielos y la tierra, el mar y cuanto en ellos se contiene» ; v
directamente la refiere Col 1, 16: «En El fueron creadas todas las
cosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos,
las dominaciones, los principados, las potestades» ; cf. Ps 148, 2-5.

El testimonio de la tradición es unánime desde un principio. Los


apologetas de los primeros tiempos del cristianismo, al rechazar la
1 de 13 acusación de ateísmo que se lanzaba contra los cristianos,10/06/10 23:31
presentan, entre otras pruebas, la fe en la existencia de los ángeles
(SAN JUSTINO, Apol. 16; ATENÁGORAS, Suppl. 10). La primera
cosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos,
las DE
LA OBRA DIVINA dominaciones,
LA CREACION los principados, las potestades» ; cf. Ps 148,
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El testimonio de la tradición es unánime desde un principio. Los


apologetas de los primeros tiempos del cristianismo, al rechazar la
acusación de ateísmo que se lanzaba contra los cristianos,
presentan, entre otras pruebas, la fe en la existencia de los ángeles
(SAN JUSTINO, Apol. 16; ATENÁGORAS, Suppl. 10). La primera
monografía acerca de Ios ángeles fue compuesta hacia el año 500
por el SEUDO-DIONISIO AREOPAGITA, y llevaba el título : De
caelesti hierarchia. Entre los padres latinos, San Agustín y San
Gregorio Magno hicieron profundos estudios acerca de Ios ángeles.
La liturgia de la Iglesia nos ofrece también numerosos testimonios
sobre su existencia.

La razón natural no puede probar con rigor la existencia de los


ángeles, pues éstos fueron creados por una libre decisión de la
voluntad divina. Mas la serie en que van ascendiendo las
perfecciones ontológicas de las criaturas (seres puramente
materiales — seres compuestos de materia y espíritu) nos permite
deducir con su probabilidad la existencia de seres creados
puramente espirituales

2. Núme ro de los ánge le s

El número de los ángeles, por lo que dice la Sagrada Escritura, es


muy elevado. La Biblia nos habla de miríadas (Hebr 12, 22), de
millares y millares (Dan 7, 10; Apoc 5, 11), de legiones (Mt 26, 53).
Los distintos nombres con que los llama la Biblia nos indican que
entre ellos existe una jerarquía. Desde el Seudo-Areopagita, se
suelen enumerar nueve coros u órdenes angélicos, fundándose en
los nombres con que se les cita en la Sagrada Escritura ; cada tres
coros de ángeles constituyen una jerarquía : serafines, querubines
y tronos — dominaciones, virtudes y potestades — principados,
arcángeles y ángeles ; cf. Is 6, 2 ss ; Gen 3, 24 ; Col 1, 16 ; Eph 1,
21 ; 3, 10; Rom 8, 38 s; Iud 9; 1 Thes 4, 16.

La división del mundo angélico en nueve órdenes y la doctrina a ella


unida de la iluminación de los órdenes inferiores por los superiores
(inspirada en el neoplatonismo) no son verdades de fe, sino mera
opinión teológica, a la que es libre asentir o no. Lo mismo se diga
de aquella otra división que hacen Ios escolásticos fundándose en
Dan 7, 10, entre angeli assistentes y angeli ministrantes (asistentes
al trono divino — mensajeros de Dios). En el primer grupo se
encuadran los seis coros superiores ; en el segundo, los tres coros
inferiores del Seudo-Dionisio. Notemos, sin embargo, que conforme
al testimonio explícito de la revelación no se excluyen mutuamente
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las funciones de ser asistentes y servidores de Dios; cf. Tob 12, 15;
Lc 1, 19 y 26.
Dan 7, 10, entre angeli assistentes y angeli ministrantes (asistentes
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al trono divino — mensajeros de Dios).http://www.mercaba.org/T
En el primer grupoEOLOGIA/OT
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encuadran los seis coros superiores ; en el segundo, los tres coros
inferiores del Seudo-Dionisio. Notemos, sin embargo, que conforme
al testimonio explícito de la revelación no se excluyen mutuamente
las funciones de ser asistentes y servidores de Dios; cf. Tob 12, 15;
Lc 1, 19 y 26.

Según doctrina de Santo Tomás, derivada de su concepción del


principio de individuación, los ángeles se distinguen entre sí
específicamente. Cada ángel constituye por sí solo una especie
distinta. En cambio, otros teólogos enseñan o bien que todos los
ángeles no forman más que una sola especie (San Alberto Magno),
o bien que cada jerarquía o coro forma una especie distinta
(Escuela Franciscana, Suárez).

§ 27. NATURALEZA DE LOS ÁNGELES

1. Inmate rialidad de la naturale za angé lica

La naturaleza de los ángeles es espiritual (de fe).

El concilio iv de Letrán y el del Vaticano establecen una distinción


entre la creación de la naturaleza espiritual y de la corporal,
identificando la primera con la naturaleza angélica ; Dz 428, 1783 :
«spiritualem et corporalem (creaturam), angelicam videlicet et
mundanam».

A diferencia de la naturaleza humana, compuesta de cuerpo y alma


espiritual, la naturaleza angélica es puramente espiritual, es decir,
libre de toda ordenación a la materia.

La Sagrada Escritura llama expresamente «espíritus» a los ángeles


(spiritus, pneúmata); cf. 3 Reg 22, 21; Dan 3, 86; Sap 7, 23; 2 Mac
3, 24; Mt 8, 16; Lc 6, 19 (G 18) ; 10, 20; 11, 24 y 26; Hehr 1, 14;
Apoc 1, 4. San Pablo contrapone «los espíritus de maldad» (esto es
: los ángeles caídos) a «la carne y la sangre» (es decir, los
hombres) ; Eph 6, 12: «No es nuestra lucha contra la carne y la
sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra
los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus
malos de los aires». Esta contraposición indica claramente que San
Pablo concebía a los ángeles caídos como seres inmateriales.

luda 6-7 parece presentar una dificultad en contra de la


inmaterialidad de los ángeles, si las palabras «que de igual modo
que ellos habían fornicado» (v 7) se refieren a los ángeles antes
3 de 13 citados y no a los habitantes de Sodoma y Gomorra. Si la primera 10/06/10 23:31
interpretación es exacta, habrá que ver en ella, como en el v 9, una
alusión a la tradición muy extendida en el judaísmo tardío y en los
Pablo concebía a los ángeles caídos como seres inmateriales.
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luda 6-7 parece presentar una dificultad en contra de la
inmaterialidad de los ángeles, si las palabras «que de igual modo
que ellos habían fornicado» (v 7) se refieren a los ángeles antes
citados y no a los habitantes de Sodoma y Gomorra. Si la primera
interpretación es exacta, habrá que ver en ella, como en el v 9, una
alusión a la tradición muy extendida en el judaísmo tardío y en los
primeros siglos del cristianismo, según la cual los ángeles habrían
tenido contacto carnal con las mujeres (cf. Gen. 6, 2) y habrán sido
castigados por Dios por esta razón. El autor de la epístola
recordaría a sus lectores esta tradición, ya conocida por ellos, para
explicarles en un ejemplo la justicia punitiva de Dios, sin querer dar
ninguna indicación formal sobre la naturaleza de los ángeles.

Una gran parte de los santos padres, entre ellos San Agustín,
sufrieron el influjo de las doctrinas estoicas y platónicas, e
interpretando equivocadamente algunas expresiones de la Escritura
(Ps 103, 4; Gen 6, 2; angelofanías), atribuyeron a los ángeles cierto
cuerpo sutil, etéreo o semejante al fuego; mientras que otros, como
Eusebio de Cesarea, San Gregorio Nacianceno, el Seudo-Dionisio y
San Gregorio Magno, profesaron la pura espiritualidad de los
ángeles. SAN GREGORIO MAGNO dice : «El ángel es solamente
espíritu; el hombre, en cambio, es espíritu y cuerpo» (Moralia iv 3,
8). Durante el período de apogeo de la escolástica, la Escuela
Franciscana suponía, aun en las sustancias creadas puramente
espirituales, una composición de materia y forma (elemento
determinado y elemento determinante), mientras que SANTO
TOMÁS y su escuela consideraron las sustancias puramente
espirituales como formas subsistentes sin materia o formas
separadas; S.th. 1 50, 1-2.

2. Inmortalidad natural de los ánge le s

Los ángeles son por naturaleza inmortales (sent. común).

De la pura espiritualidad de la naturaleza angélica se deriva su


inmortalidad natural ; cf. 1,c 20, 36: «Ellos [los resucitados] ya no
pueden morir, pues son semejantes a los ángeles». La felicidad
celestial de los ángeles buenos y la reprobación de los malos es de
duración eterna, según testimonio de la revelación ; Mt 18, 10:
«Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo
y sus ángeles».

No es exacto lo que afirma SAN JUAN DAMASCENO (De fide orth. Ir


3) y con él algunos escolásticos (Escoto, Biel) de que la
4 de 13 inmortalidad de los ángeles sea don de la gracia. En efecto, no es10/06/10 23:31
otra cosa que una consecuencia necesaria de su naturaleza
espiritual; S.th. 150, 5.
«Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo
y sus
LA OBRA DIVINA DE ángeles».
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No es exacto lo que afirma SAN JUAN DAMASCENO (De fide orth. Ir


3) y con él algunos escolásticos (Escoto, Biel) de que la
inmortalidad de los ángeles sea don de la gracia. En efecto, no es
otra cosa que una consecuencia necesaria de su naturaleza
espiritual; S.th. 150, 5.

3. Ente ndimie nto, v oluntad y pode r de los ánge le s

Como sustancias espirituales, los ángeles poseen entendimiento y


libre voluntad. El conocimiento y volición de los ángeles, por ser su
naturaleza puramente espiritual, son mucho más perfectos que el
conocimiento v volición humanos ; mientras que por ser la
naturaleza angélica finita y limitada su conocimiento y volición son
esencialmente inferiores al infinito conocimiento y volición de Dios.
Los ángeles no conocen los secretos de Dios (1 Cor 2, 11), ni
pueden escudriñar los corazones (3 Reg 8, 39), ni tienen tampoco
presciencia cierta de las acciones libres futuras (Is 46, 9 s) ;
desconocen el día y hora del juicio (Mt 24, 36; Mc 13, 32). Su
voluntad es mudable.

El modo con que conocen los ángeles está de acuerdo con su


naturaleza puramente espiritual. No proceden como el hombre, que
se forma las especies inteligibles por abstracción de la experiencia
sensible, sino que, al ser creados, los ángeles reciben esas
especies de Dios juntamente con la potencia intelectiva (ciencia
infusa o indita); cf. S.th. I 55, 2. El conocimiento natural de Dios que
poseen los ángeles es mediato y adquirido por la contemplación de
las perfecciones creadas, y particularmente de sus propias
perfecciones; cf. S.th. r 56, 3.

La Libre voluntad es presupuesto necesario para que pecaran los


ángeles malos y sufrieran, en consecuencia, la condenación eterna;
2 Petr 2, 4: «Dios no perdonó a Ios ángeles que pecaron.»

Como los ángeles están elevados por su naturaleza sobre todas las
demás criaturas, por lo mismo poseen un poder mucho más
perfecto que todas ellas. Según 2 Petr 2, 11, los ángeles son
superiores en fuerzas y poder a los hombres. Sin embargo, los
ángeles carecen del poder de crear de la nada y de obrar milagros
estrictamente tales, poderes que competen únicamente a Dios.

§ 28. LA ELEVACIÓN SOBRENATURAL Y LA PRUEBA A LA QUE


FUERON SOMETIDOS LOS ÁNGELES
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1. Ele v ación al e stado de gracia


estrictamente tales, poderes que competen únicamente a Dios.
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§ 28. LA ELEVACIÓN SOBRENATURAL Y LA PRUEBA A LA QUE


FUERON SOMETIDOS LOS ÁNGELES

1. Ele v ación al e stado de gracia

Dios ha fijado a los ángeles un fin último sobrenatural, que es la


visión inmediata de Dios, y para conseguir este fin les ha dotado de
gracia santificante (sent. cierta).

a) Pío v condenó la doctrina de Bayo, el cual aseguraba que la


felicidad eterna concedida a los ángeles buenos era una
recompensa por sus obras naturalmente buenas y no un don de la
gracia ; Dz 1033 s.

Jesús nos asegura, cuando reprueba el escándalo : «Sus ángeles


no cesan de contemplar el rostro de mi Padre, que está en los
cielos» (Mt 18, 10) ; cf. Tob 12, 19. La condición indispensable para
alcanzar la visión beatífica de Dios es hallarse en posesión de la
gracia santificante.

Los santos padres testifican expresamente la elevación de los


ángeles al estado de gracia. SAN AGUSTÍN enseña que todos los
ángeles, sin excepción, fueron dotados de gracia habitual para ser
buenos y ayudados incesantemente con la gracia actual para
permanecer siendo buenos (De civ. Dei XII 9, 2; De corrept. et
gratia, e. 11, n. 32). SAN JUAN DAMASCENO enseña: «Por el Logos
fueron creados todos los ángeles, siendo perfeccionados por el
Espíritu Santo para que cada uno, conforme a su dignidad y orden,
fuera hecho partícipe de la iluminación y de la gracia» (De fide orth.
II 3).

b) Por lo que respecta al momento en que fueron elevados Ios


ángeles al estado de gracia, enseñan PEDRO LOMBARDO (Se pt. II
d. 4-5) y la Escuela Franciscana de la edad media que los ángeles
fueron creados sin dones sobrenaturales, debiendo prepararse con
ayuda de gracias actuales a la recepción de la gracia santificante.
Esta última solamente llegó a confiarse a los ángeles fieles. Por el
contrario, SANTO ToMÁs, siguiendo a San Agustín, enseña en sus
últimos escritos que los ángeles fueron creados en estado de gracia
santificante: «probabilius videtur tenendum et magis dictis
sanctorum consonum est, quod fuerunt creati in gratia gratum
faciente» ; S.th. I, 62, 3; cf. SAN AGUSTÍN, De civ. Dei xii 9, 2:
«angelos creavit... simul eis et condens naturam et largiens
6 de 13 gratiam». El Catecismo Romano (I 2, 17) sigue la doctrina cíe San 10/06/10 23:31
Agustín y Santo Tomás, que pone más de relieve el carácter
gratuito cíe la elevación sobrenatural.
últimos escritos que los ángeles fueron creados en estado de gracia
santificante: «probabilius videtur tenendum
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et magis dictis
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sanctorum consonum est, quod fuerunt creati in gratia gratum
faciente» ; S.th. I, 62, 3; cf. SAN AGUSTÍN, De civ. Dei xii 9, 2:
«angelos creavit... simul eis et condens naturam et largiens
gratiam». El Catecismo Romano (I 2, 17) sigue la doctrina cíe San
Agustín y Santo Tomás, que pone más de relieve el carácter
gratuito cíe la elevación sobrenatural.

2. La prue ba de los ánge le s

Los ángeles fueron sometidos a una prueba moral (sent. cierta


respecto de las ángeles caídos ; sent. común respecto de los
buenos).

Los ángeles se encontraron primero en estado de peregrinación (in


statu viae), por el cual debían merecer, con la ayuda de la gracia y
mediante su libre cooperación a ella, la visión beatífica de Dios en
un estado definitivo (in statu termini). Los ángeles buenos que
salieron airosos de la prueba recibieron como recompensa la
felicidad eterna del cielo (Mt 18, 10; Tob 12, 15 ; Hebr 12, 22; Apoc
5, 11; 7, 11), mientras que los ángeles malos, que sucumbieron a la
prueba, fueron condenados para siempre (2 Petr 2, 4; Iuda 6).

Con respecto a los ángeles caídos, conocemos el hecho de que


fueron sometidos a una prueba moral por testimoniarnos la Sagrada
Escritura que dichos ángeles pecaron (2 Petr 2, 4). Con respecto a
los ángeles buenos, no podemos fundarnos en la Biblia con la
misma certeza, pues la felicidad celestial de éstos no es
considerada expresamente como recompensa a su fidelidad. La
opinión, sostenida por muchos santos padres, de que los ángeles
fueron creados en estado de gloria es incompatible, tratándose de
los ángeles malos, con el hecho de su caída en el pecado. San
Agustín sostuvo mucho tiempo (desistiendo después de esta
sentencia) que desde un principio existieron dos reinos angélicos
distintos: el reino superior de los ángeles creados en estado de
gloria, y que son, por tanto, impecables, y el reino inferior de los
ángeles con posibilidad de pecar, los cuales debían merecer la
felicidad completa por medio de un fiel cumplimiento de su deber; tal
opinión parece inverosímil, porque establece una distinción
totalmente infundada en la conducta inicial de Dios con respecto a
los ángeles ; S.th. 162, 4-5.

§ 29. PECADO Y REPROBACIÓN DE LOS ÁNGELES MALOS

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1. La caída e n e l pe cado

Los espíritus malos (demonios) fueron creados buenos por Dios;


los ángeles ; S.th. 162, 4-5.
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§ 29. PECADO Y REPROBACIÓN DE LOS ÁNGELES MALOS

1. La caída e n e l pe cado

Los espíritus malos (demonios) fueron creados buenos por Dios;


pero se hicieron malos por su propia culpa (de fe).

El concilio iv de Letrán (1215) definió contra el dualismo de los


gnósticos y maniqueos : «Diabolus enim et alii daemones a Deo
quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per se facti sunt mali» ; Dz
428; cf. Dz 427.

La Sagrada Escritura enseña que parte de los ángeles no


resistieron la prueba, cayendo en el pecado grave y siendo
arrojados al infierno en castigo a su rebeldía ; 2 Petr 2, 4: «Dios no
perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitados en el
tártaro, los entregó a las prisiones tenebrosas, reservándolos para
el juicio» ; Iuda 6: «A los ángeles' que no guardaron su dignidad y
abandonaron su propia morada los tiene reservados en perpetua
prisión, en el orco, para el juicio del gran día» ; cf. Ioh 8, 44 : «El [el
diablo] no se mantuvo en la verdad».

Los pasajes de Lc 10, 18 («Veía yo a Satanás caer del cielo como


un rayo») y Apoc 12, 7 ss (lucha de San Miguel y sus ángeles
contra el dragón y los suyos, y caída del dragón y sus ángeles a
tierra) no se refieren, si examinamos el contexto, a la caída de los
ángeles al principio de los tiempos, sino al destronamiento de
Satanás por la obra redentora de Cristo; cf. Ioh 12, 31.

El pecado de los ángeles fue, desde luego, un pecado de espíritu,


y, según enseñan San Agustín y San Gregorio Magno, un pecado
de soberbia; de ninguna manera fue un pecado carnal, como
opinaron muchos de los santos padres más antiguos (San Justino,
Atenágoras, Tertuliano, San Clemente Alejandrino, San Ambrosio),
e igualmente la tradición judía, fundándose en Gen 6, 2, donde se
narra que los «hijos de Dios» tornaron por mujeres a las «hijas de
los hombres», e interpretando que esas uniones matrimoniales
tuvieron lugar entre los ángeles (hijos de Dios) y las hembras del
linaje humano. Aparte de que el pecado de los ángeles hay que
situarlo temporalmente con anterioridad al pasaje del Gen 6, 2,
diremos que la pura espiritualidad de la naturaleza angélica habla
decididamente en contra de esta teoría; cf. Eccli 10, 15: «El principio
de todo pecado es la soberbia.» Los santos padres y teólogos
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aplican típicamente al pecado del diablo la frase, referida en Ier 2,10/06/10 23:31
20, que pronuncia Israel en su rebeldía contra Dios: «No te serviré»
; e igualmente aplican típicamente aquella predicción del profeta
Isaías (14, 12ss) sobre el rey de Babilonia: «¡Cómo caíste del cielo,
linaje humano. Aparte de que el pecado de los ángeles hay que
situarlo temporalmente con anterioridad al pasaje del Gen 6, 2,
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diremos que la pura espiritualidad de http://www.mercaba.org/T
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decididamente en contra de esta teoría; cf. Eccli 10, 15: «El principio
de todo pecado es la soberbia.» Los santos padres y teólogos
aplican típicamente al pecado del diablo la frase, referida en Ier 2,
20, que pronuncia Israel en su rebeldía contra Dios: «No te serviré»
; e igualmente aplican típicamente aquella predicción del profeta
Isaías (14, 12ss) sobre el rey de Babilonia: «¡Cómo caíste del cielo,
lucero esplendoroso, hijo de la aurora (qui mane oriebaris) !... Tú
dijiste en tu corazón: Subiré a los cielos; en lo alto, sobre las
estrellas, elevaré mi trono... seré igual al Altísimo»; cf. SAN
GREGORIO MAGNO, Moralia xxxiv 21; S.th. 163, 3: «angelus
absque omni dubio peccavit appetendo esse ut Deus».

2. Re probación e te rna

Así corno la felicidad de los ángeles buenos es de eterna duración


(Mt 18, 10), de la misma manera el castigo de los espíritus malos
tampoco tendrá fin; Mt 25, 41 : «Apartaos de mí, malditos, al fuego
eterno, preparado para Satanás y sus ángeles» ; cf. Iuda 6: «en
perpetua prisión» ; Apoc 20, 10: «Serán atormentados día y noche
por los siglos de los siglos».

La doctrina de Orígenes y de varios de sus seguidores (San


Gregorio Niseno, Didimo de Alejandría, Evagrio Póntico) sobre la
restauración de todas las cosas (apocatastasis panton; cf. Act 3,
21), y que sostiene que los ángeles y hombres condenados,
después de un largo período de purificación, volverán a conseguir
la gracia y retornarán a Dios, fue condenada como herética en un
sínodo de Constantinopla (543) ; Dz 211; cf. 429.

§ 30. ACTIVIDAD DE LOS ÁNGELES BUENOS

1. Re lacione s con Dios

La misión primaria de los ángeles buenos es la glorificación y


servicio de Dios (sent. cierta).

La Sagrada Escritura invita a los ángeles a que alaben a Dios, y


testifica que, por medio de la alabanza de estos espíritus, Dios es
glorificado ; cf. Ps 102, 20s: «Bendecid a Yahvé, todos vosotros,
ángeles suyos» ; cf. Ps 148, 2; Dan 3, 58; Is 6, 3 ; Apoc 4, 8 ; 5, 11
s ; Hebr 1, 6. El servicio de Dios redunda en alabanza del mismo.
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Como mensajeros de Dios, los ángeles son los encargados de 10/06/10 23:31
transmitir a los hombres revelaciones y encargos de parte de la
divinidad ; cf. I,c 1 , 11 s ; 1 , 26 ss ; Mt 1 , 20 s ; Lc 2, 9 ss ; Mt 2, 13
y 19 s ; Act 5, 19 s ; 8, 26; 10, 3 ss ; 12, 7 ss.
La Sagrada Escritura invita a los ángeles a que alaben a Dios, y
testifica que, por medio de la alabanza de estos espíritus, Dios es
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glorificado ; cf. Ps 102, 20s: «Bendecid http://www.mercaba.org/T EOLOGIA/OT T /158-204...
a Yahvé, todos vosotros,
ángeles suyos» ; cf. Ps 148, 2; Dan 3, 58; Is 6, 3 ; Apoc 4, 8 ; 5, 11
s ; Hebr 1, 6. El servicio de Dios redunda en alabanza del mismo.
Como mensajeros de Dios, los ángeles son los encargados de
transmitir a los hombres revelaciones y encargos de parte de la
divinidad ; cf. I,c 1 , 11 s ; 1 , 26 ss ; Mt 1 , 20 s ; Lc 2, 9 ss ; Mt 2, 13
y 19 s ; Act 5, 19 s ; 8, 26; 10, 3 ss ; 12, 7 ss.

2. Re lacione s con los hombre s

a) La misión secundaria de los ángeles buenos es proteger a los


hombres y velar por su salvación (de fe en virtud del magisterio
ordinario y universal de la Iglesia).

La Iglesia celebra desde el siglo xvi una fiesta especial para honrar
a los santos ángeles custodios. El Catecismo Romano (iv 9, 4)
enseña : «La Providencia divina ha confiado a los ángeles la misión
de proteger a todo el linaje humano y asistir a cada uno de los
hombres para que no sufran perjuicios».

La Sagrada Escritura testifica que todos los ángeles se hallan al


servicio de los hombres; Hebr 1, 14: «;No son todos ellos espíritus
servidores, enviados para servicio de los que han de heredar la
salvación ?» Ps 90, 11 s, pinta la solicitud de los ángeles por los
escogidos ; cf. Gen 24, 7; Ex 23, 20-23; Ps 33, 8; Judith 13, 20; Tob
5, 27; Dan 3, 49; 6, 22.

Según ORÍGENES (De princ. I, praef. 10), «es parte esencial de las
enseñanzas de la Iglesia que existen ángeles de Dios y poderes
buenos que le sirven a Bl para consumar la salvación de los
hombres» ; cf. ORÍGENES, Contra Celsum vlii 34.

b) Cada creyente tiene su particular ángel de la guarda desde el día


de su bautismo (sent. cierta).

Según doctrina general de los teólogos, no sólo cada creyente, sino


cada hombre (también los infieles) tiene desde el día de su
nacimiento un ángel de la guarda particular. Tal aserto se funda
bíblicamente en la frase del Señor que refiere Mt 18, 10: «Mirad que
no despreciéis a uno de esos pequeños, porque en verdad os digo
que sus ángeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre, que
está en los cielos» ; cf. Act 12, 15 : «Su ángel es [el de Pedro]».

SAN BASILto, fundándose en Mt 18, 10, enseña : «Cada uno de ios


fieles tiene a su lado un ángel como educador y pastor que dirige su
vida» (Adv. Eunomium tu 1). Según testimonio de San Gregorio
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Taumaturgo y San Jerónimo, cada persona tiene, desde el día de su
nacimiento, un ángel de la guarda particular. San Jerónimo comenta
a propósito de Mt 18, 10: el Cuán grande es la dignidad de las
que sus ángeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre, que
está en los cielos» ; cf. Act 12, 15 : «Su ángel es [el de Pedro]».
LA OBRA DIVINA DE LA CREACION http://www.mercaba.org/T EOLOGIA/OT T /158-204...
SAN BASILto, fundándose en Mt 18, 10, enseña : «Cada uno de ios
fieles tiene a su lado un ángel como educador y pastor que dirige su
vida» (Adv. Eunomium tu 1). Según testimonio de San Gregorio
Taumaturgo y San Jerónimo, cada persona tiene, desde el día de su
nacimiento, un ángel de la guarda particular. San Jerónimo comenta
a propósito de Mt 18, 10: el Cuán grande es la dignidad de las
almas [humanas], que cada una de ellas, desde el día del
nacimiento («ab ortu nativitatis»), tiene asignado un ángel para que
la proteja!»; cf. SAN GREGORIO TAUMATURGO, Discurso de
gratitud a Orígenes, c. 4; S.th. t 113, 1-8.

3. El culto a Ios ánge le s

El culto tributado a los ángeles encuentra su justificación en las


relaciones, antes mencionadas, de los mismos para con Dios y para
con los hombres. Todo lo que el concilio de Trento nos enseña
acerca de la invocación y culto de Ios santos (Dz 984 ss) se puede
aplicar también a los ángeles. La censura que hizo San Pablo (Col
2, 18) del culto a los ángeles se refería a una veneración exagerada
e improcedente de los mismos, inspirada en errores gnósticos. SAN
JUSTINO mártir nos atestigua ya el culto tributado en la Iglesia a los
ángeles (Apol. 1, 6).

§ 31. ACTIVIDAD DE LOS ÁNGELES MALOS

1. Dominio de l diablo sobre Ios hombre s

El diablo, por razón del pecado de Adán, posee cierto dominio


sobre los hombres (de fe).

El concilio de Trento cita, entre las muchas consecuencias del


pecado de Adán, la esclavitud bajo el poder del diablo; Dz 788; 793.
Esta fe de la Iglesia encuentra su expresión litúrgica en las
ceremonias del bautismo.

Cristo llama al diablo «príncipe de este mundo» (Ioh 12, 31; 14,30).
San Pablo le llama «dios de este mundo» (2 Cor 4, 4). La acción
redentora de Cristo venció en principio al poderío del diablo; loh 12,
31: «Ahora el príncipe de este mundo será arrojado fuera» ; Hebr 2,
14 : Jesús tomó carne y sangre «para destruir por la muerte al que
tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo» ; cf. Col 1, l3; 2, 15;
1 Ioh 3, 8. En el juicio universal, sufrirá un completo y definitivo
quebranto el dominio del diablo; cf. 2 Petr 2, 4 ; Iuda 6.
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2. Formas con que e l diablo e je rce su dominio


31: «Ahora el príncipe de este mundo será arrojado fuera» ; Hebr 2,
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LA OBRA DIVINA : Jesús tomó carne y sangre «para http://www.mercaba.org/T
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tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo» ; cf. Col 1, l3; 2, 15;
1 Ioh 3, 8. En el juicio universal, sufrirá un completo y definitivo
quebranto el dominio del diablo; cf. 2 Petr 2, 4 ; Iuda 6.

2. Formas con que e l diablo e je rce su dominio

a) Los espíritus del mal procuran hacer daño moral a los hombres
incitándoles al pecado (tentatio seductionis); 1 Petr 5, 8: «Estad
alerta y velad, que vuestro adversario el diablo, como león rugiente,
anda rondando y busca a quién devorar» ; cf. Mt 13, 25 y 39 (la
cizaña sembrada entre el trigo) ; Eph 6, 12. Ejemplos bíblicos son el
pecado de nuestros primeros padres (Gen 3, 1 ss ; Sap 2, 24; Ioh 8,
44), el fratricidio de Caín (Gen 4, 1 ss; 1 Ioh 3, 12), la traición de
Judas (Ioh 13, 2 y 27), la negación de Pedro (Lc 22, 31), la mentira
de Ananías (Act 5, 3). La tentación del diablo no fuerza al hombre a
pecar, pues éste sigue conservando su libertad natural. El enemigo
malo solamente puede tentar al hombre en la medida en que Dios
se lo permita con su divina prudencia ; cf. 1 Cor 10, 13: «Dios no
permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas».

b) Los malos espíritus procuran inferir también al hombre daños


físicos causándole mal físico (infestatio); cf. Tob 3, 8; Iob 1, 12; 2, 6;
1 Cor 5, 5.

c) Otra especie de infestación diabólica es la posesión (obsessio,


possessio), por la cual el mal espíritu se apodera violentamente del
cuerpo humano dominando los órganos del mismo y las fuerzas
inferiores del alma, pero no las superiores. El testimonio explícito de
Cristo habla en favor de la posibilidad y realidad efectiva de este
fenómeno. Jesús mismo expulsó malos espíritus (Mc 1, 23 ss; Mt 8,
16; 8, 28 ss; 9, 32; 12, 22; 17, 18) y confirió a sus discípulos poder
sobre los malos espíritus (Mt 10, 1 y 8 ; Mc 16, 17; Ls 10, 17 ss) ; cf.
los exorcismos dispuestos por la Iglesia.

Los racionalistas opinan que los posesos de que nos habla la


Sagrada Escritura eran sólo enfermos física o psíquicamente, y que
Jesús se acomodó a la creencia en el diablo, universal entre el
pueblo judío. Pero esta teoría es incompatible con la seriedad de la
palabra divina y con la veracidad y santidad del Hijo de Dios.

Cuando se trate de comprobar la existencia de influjos demoníacos,


habrá que precaverse tanto de la credulidad ingenua como del
escepticismo racionalista. Como el inferir daños físicos es una forma
extraordinaria de acción diabólica, habrá que examinar
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diligentemente si no es posible explicar los efectos de que se trate 10/06/10 23:31
por causas naturales. La inclinación exagerada a considerar
cualquier fenómeno raro como acción diabólica ocasionó hacia el
final de la edad media el lamentable desvarío de ver brujerías en
Cuando se trate de comprobar la existencia de influjos demoníacos,
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habrá CREACION
precaverse http://www.mercaba.org/T
tanto de la credulidad ingenua como EOLOGIA/OT
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escepticismo racionalista. Como el inferir daños físicos es una forma
extraordinaria de acción diabólica, habrá que examinar
diligentemente si no es posible explicar los efectos de que se trate
por causas naturales. La inclinación exagerada a considerar
cualquier fenómeno raro como acción diabólica ocasionó hacia el
final de la edad media el lamentable desvarío de ver brujerías en
todas partes.

La opinión patrocinada por varios escritores de los primeros tiempos


del cristianismo (Pastor de HERMAS, Orígenes, Gregorio Niseno,
Juan Casiano), la escolástica (PEDRO LOMBARDO, Sent. ii 11, 1) y
algunos teólogos modernos (Suárez, Scheeben), según la cual a
cada persona le asigna el diablo, desde el día mismo de su
nacimiento, un espíritu malo para que le incite sin cesar al mal
(réplica al ángel de la guarda), carece de fundamento suficiente en
las fuentes de la revelación, siendo además difícilmente compatible
con la bondad y misericordia de Dios. Los lugares de la Escritura
que generalmente se citan en apoyo de esta teoría (Ioh 13, 2; Ps
108, 6; Zach 3, 1; Iob 1-2; 2 Cor 12, 7) no tienen fuerza probativa.

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