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E N S AY O mos años un enorme éxito editorial y mediático, aupado al estrellato

planetario –desde las frases de contraportada– por otra luminaria del


pensamiento chic: Slavoj Žižek.
El ‘nuevo realismo’ Si vencemos los prejuicios hacia el marketing de solapas (“El Marc
Márquez del pensamiento”, “El rockstar de la filosofía alemana contempo-
de Markus Gabriel: ránea”) y desechamos la búsqueda rabiosa de la justicia poética (según la
cual para equilibrar la balanza de la fama hay que cometer una injusticia
por qué el mundo equivalente), podemos asumir las servidumbres del imperativo “estar al
día” y afrontar con resignado interés la lectura de las obras de Markus

no existe y Gabriel, que tras el best-seller Por qué el mundo no existe vuelve estos días
a la carga con Yo no soy mi cerebro. Filosofía de la mente para el siglo xxi,

por qué yo no soy recién publicado en español.


Una de las habilidades más sobresalientes de Markus Gabriel, y quizás
de ahí su gran éxito, está en que sabe ilustrar sus ideas con ejemplos
mi cerebro culturales recientes, tanto de la cultura popular de masas como de los
productos cinéfilos más refinados, hábito poco común en la filosofía
Para Gabriel, nunca podremos comprender el todo, académica tradicional: desde Seinfeld, los Teleñecos o El planeta de los
no por una incapacidad de nuestra inteligencia, ni simios hasta las películas de David Lynch o Lars Von Trier, pasando por
porque el mundo sea infinito, sino porque el todo Matrix, Origen, Magnolia... Es una lección que parece haber aprendido
no existe ni puede existir. Toda cosmovisión o muy bien del mencionado Žižek. La idea de fondo es que las series de
concepción del mundo es, pues, un engaño. televisión (Los Soprano, Breaking Bad, Mad Men, The Wire) se han
convertido en el medio ideológico por excelencia y contienen algunos de
E r n e s to B a lta r los diagnósticos más profundos y precisos de nuestra época, reflejando
cómo nos vemos a nosotros mismos y definiendo cómo percibimos
nuestro entorno.
En su intento de superación de la postmodernidad, que a su vez tra-

E
taba de acabar con la metafísica tradicional, se propuso Markus Gabriel
inaugurar una nueva corriente filosófica. Concretamente la revelación se
l mundo no existe, pero en la parte oculta de la luna hay produjo, según relata el propio autor con exactitud morbosa –a modo
unicornios que llevan uniforme de policía. Partiendo de de metanoia o caída paulina del caballo, para que conste en los anales
esta llamativa paradoja y con la proclamación de una nueva de la Historia–, el 23 de junio de 2011 sobre las 13:30 horas durante un
corriente filosófica, bautizada de manera poco original almuerzo en Nápoles con el filósofo italiano Maurizio Ferraris. Dos años
como Nuevo Realismo, el joven profesor alemán Markus más tarde daría a la imprenta Por qué el mundo no existe, que enseguida
Gabriel, de la Universidad de Bonn, ha logrado en los últi- se convirtió en un superventas. Veamos lo que allí dice.

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Existe todo, excepto una sola cosa: el mundo es precisamente esto que todo lo abarca, el mundo, lo que no existe y
La postmodernidad pretendía consumar la ruptura con la tradición no puede siquiera existir. Ésta es la tesis principal de Markus Gabriel.
y liberarnos de la ilusión de que existe un sentido de la vida al que La argumentación es la siguiente: no sólo es falso que todo esté
todos debemos aspirar; según esto, las cosas solamente existen tal como interconectado, sino que además es imposible. No hay regla o fórmula
se nos aparecen y no hay nada más; no hay mundo o realidad en sí que describa la totalidad del mundo, y no porque no la hayamos
misma. La metafísica, que había tratado de desarrollar una teoría del encontrado, sino porque no puede existir. Solo existe algo si aparece
mundo como totalidad describiendo cómo es realmente éste frente a en el mundo, pero obviamente el propio mundo no aparece ni sucede
las apariencias, se convertía, por tanto, en una especie de alucinación en el mundo. No podemos verlo, sentirlo o saborearlo. Lo demás, todo
colectiva de la que la postmodernidad venía a salvarnos. lo que no es mundo, sí existe, incluidas las falsas creencias, los cuen-
Según Gabriel, en el fondo la postmodernidad no es sino otra tos o las psicosis. La pregunta no es sólo si existe tal o cual cosa, sino
variante de la metafísica, una forma vaga de constructivismo que dónde existe o no existe. Porque todo lo que existe, existe en alguna
defiende que no existen hechos en sí y que somos nosotros quienes parte, aunque solo sea en nuestra imaginación o en los cuentos de
los construimos mediante las convenciones sociales y los discursos hadas (como los elfos). La única excepción es el mundo: ni siquiera
científicos, políticos o literarios, en línea con la famosa sentencia de podemos imaginárnoslo.
Nietzsche: “No hay hechos sino interpretaciones”. Tanto la metafísica En definitiva, para Gabriel, nunca podremos comprender el todo.
como el constructivismo fracasarían al presentar una simplificación Pero no por una incapacidad de nuestra inteligencia, ni porque el
infundada de la realidad, pues mientras que la primera la entendía mundo sea infinito, sino porque el todo no existe ni puede existir.
como un mundo sin espectadores, el segundo la reducía al mundo del Toda cosmovisión o concepción del mundo es, pues, un engaño. No
espectador, es decir a nuestra imaginación. podemos hacernos una imagen del mundo.
Tras esta caracterización de las dos supuestas teorías, extremas y
equivocadas, Markus Gabriel tiene la pista libre para exponer la posi- Los ámbitos objetuales
ción del Nuevo Realismo: la existencia y el conocimiento humano no Inspirándose en los conceptos fregeanos de sentido y referencia, la nueva
son alucinaciones colectivas ni meros constructos de la mente tras los ontología realista que pretende esbozar Gabriel se basa en dos conceptos
cuales se oculta el mundo real; conocemos el mundo tal como es en fundamentales: ámbito objetual y campo de sentido.
sí, aunque a veces podamos engañarnos. Es siempre un mundo con El primer concepto se refiere a aquel ámbito que contiene una catego-
espectadores, en el que ciertos hechos coexisten con nuestros intereses, ría determinada de objetos, según las reglas que vinculan esas categorías
percepciones, sensaciones, etc. Y los pensamientos sobre los hechos entre sí. Tenemos, por ejemplo, el ámbito de la historia del arte, el de la
tienen el mismo “derecho de existencia” que los hechos sobre los que química, el de los números naturales, el de la política local democrática,
pensamos. etc. Son ámbitos que se excluyen parcialmente entre sí, pero que también
El universo existe, pero el universo no es el todo. En realidad, el uni- a veces se solapan de distintos modos. Todos los objetos pertenecen a
verso es un ámbito bastante reducido: es el dominio o ámbito objetual, algún ámbito objetual. Y el mundo sería una gama de ámbitos, el ámbito
experimentalmente explorable, de las ciencias naturales. Pero el mundo objetual que alberga a todos los ámbitos objetuales.1
es mucho más grande, pues incluye a los objetos intangibles, los sueños,
los Estados, las oportunidades no realizadas, las obras de arte, etc. Y 1 “El ámbito de todos los ámbitos”, en expresión de Heidegger.

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Al comienzo de su Tractatus decía Wittgenstein que el mundo es algo aparezca en un campo de sentido. Por tanto, la existencia no es simple-
todo lo que sucede, la totalidad de los hechos, que son estados de cosas.2 mente la aparición en el mundo, sino la presencia en uno de sus ámbitos.
Para Gabriel, como decimos, no hay sólo cosas, objetos y hechos, sino Lo que distingue los objetos y los ámbitos objetuales entre sí son
también ámbitos objetuales. El sustrato de los hechos está por tanto las características que corresponden a cada uno. No puede haber un
estructurado en regiones, en provincias ontológicas. Eso sí: hay ámbitos objeto que tenga todas las propiedades posibles, del mismo modo que
objetuales aparentes que en realidad son sólo áreas de lenguaje, formas no se distinguen todos los objetos de todos los demás objetos. Los
de hablar que no implican una existencia, discursos aparentemente obje- objetos se pueden describir mediante un conjunto finito y limitado
tivos que en realidad son mera palabrería. Debemos saber detectarlos de propiedades. Es decir: cada cosa se distingue de algunas otras, pero
y evidenciar las hipótesis equivocadas de las que parten. Lo que no es eso no quiere decir que cada una de ellas se distinga de todas las demás.
posible en ningún caso es reducir las diversas áreas objetuales a una sola. El pluralismo ontológico de Markus Gabriel sostiene que hay un
Por eso, si ubicamos toda vida y todo significado en el universo, el número infinito de mundos que se solapan en parte, pero que tam-
sentido de la vida se reduce de algún modo a “la ilusión de hormigas bién son en cierto modo independientes entre sí4. No todas las áreas
que se dan importancia y se creen que son especiales”. Pero en realidad son conjuntos de objetos contables y matemáticamente descriptibles;
en el universo nuestro sentido no ocupa un lugar central; somos, a lo por ejemplo, no lo son las obras de arte o los sentimientos complejos.
sumo, una especie biológica entre otras muchas. Para Gabriel la razón El problema de la lógica moderna es que confundió la existencia con
de esa sensación de insignificancia y futilidad radica en que mezclamos la numerabilidad, pasando por alto la distinción de Frege entre sentido
ámbitos objetuales muy distintos y tomamos una parte por el todo.3 y referencia. En una declaración de identidad verdadera, informativa
Es lo que ocurre, por ejemplo, con el materialismo, que afirma que y coherente comprendemos que la misma cosa (la misma persona, el
todo lo que existe es material, incluidos nuestros pensamientos, que mismo hecho) se puede presentar de distintas maneras. En lugar de
serían meros estados materiales (neuronales) de nuestro cerebro. Afirma hablar de “hecho” o “circunstancia”, Gabriel prefiere la palabra “apari-
Gabriel que esto no sólo no es demostrable científicamente, sino que ción”. El sentido es, pues, la forma en que aparece un objeto.
es falso. Lo que ocurre en este tipo de reduccionismos es que se con- Los campos de sentido pueden ser vagos, coloridos y relativamente
funde un ámbito objetual concreto con el todo. Lo mismo sucede con indeterminados, mientras que los ámbitos objetuales constan de una deter-
el fisicalismo, el naturalismo, el cientificismo o el “neurocentrismo”. minada cantidad de objetos, claramente diferenciados unos de otros. Los
campos de sentido son áreas en las que determinados objetos aparecen
Los campos de sentido de una manera determinada. Así pues, dos campos de sentido pueden
Los campos de sentido son las unidades ontológicas básicas, los lugares referirse a los mismos objetos, que aparecen en ellos de manera diferente.
donde algo, lo que sea, aparece. Y la existencia es la circunstancia de que Hay un sinfín de campos de sentido que están anidados entre sí de
un número infinito de formas; sin embargo, esa anidación infinita tiene
2 Un hecho es algo que es cierto acerca de algo. No hay un mundo sin hechos. “También en la nada
vacía hay algo –arriesga Gabriel–, en concreto lo que es cierto acerca de esa nada absoluta”. Por lugar en medio de la nada, es decir en ningún lugar. Enumerar la lista de
tanto, siempre sucede algo, siempre hay algo verdadero sobre alguna cosa. En cambio, sí es conce-
bible un mundo sin cosas.
3 El universo es sólo el ámbito objetual de las ciencias naturales, especialmente la física, donde todo 4 Sólo existe algo si aparece en un campo de sentido. También aparece lo falso: que algo exista no
lo que pasa puede ser estudiado experimentalmente. El universo es sólo una parte del todo, no el significa que sea cierto, pues “aparición” o “existencia” no es lo mismo que “verdad”. Existen pen-
todo. No existe algo que englobe todos los sitios porque sería una contradicción. El todo no puede samientos falsos, pero los objetos de los que tratan no aparecen en el campo en el que tienen lugar
ser parte de sí mismo. esas ideas equivocadas.

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los campos de sentido específicos no es tarea de la ontología sino de las No podemos alcanzar “el punto de vista desde ninguna parte”, como
ciencias empíricas. advierte Thomas Nagel en The View from Nowhere. Siempre contempla-
Para que un objeto pueda existir, no puede estar completamente mos la realidad desde algún punto de vista. Siempre estamos en algún
aislado. Debe aparecer en un campo de sentido, que a su vez debe apa- lugar y nunca observamos la realidad desde ningún sitio. Y como han
recer en otro campo de sentido más amplio, y así sucesivamente. Nunca probado los argumentos de Kripke (Naming and Necessity) y Putnam
llegamos a un fin, nunca alcanzaremos el campo de sentido último en (Philosophy in an Age of Science), no podemos ser lógicamente idénticos
el que todo aparece. a nuestras partículas elementales, por lo que hay muchas cosas que no
Este aplazamiento indefinido del mundo puede imaginarse como una se pueden reducir ontológicamente al universo. El monismo mate-
forma de ontología fractal, al modo del árbol de Pitágoras o del triángulo rialista es, por tanto, falso, porque hay muchos objetos –por ejemplo
de Sierpinski. El mundo se copia a sí mismo indefinidamente; consta de nosotros, como personas– a los que nos podemos referir rígidamente
muchos pequeños mundos, que a su vez se componen de muchos peque- pero cuya identidad lógica hay que distinguir estrictamente de su rea-
ños mundos. Por eso sólo conocemos las partes del infinito. Y una visión lización material.5
general de la totalidad no es posible, porque la totalidad no existe. Ésta Tener una concepción del mundo significa concebir el mundo como
sería otra de las argumentaciones clave del Nuevo Realismo. una imagen, tal y como denunció Heidegger. No puede haber una teoría
del mundo o una teoría del todo, porque el mundo o el todo no son ni
La concepción científica del mundo pueden ser objeto de una representación. Sería como tratar de hacer
En la era de la ciencia el mundo humano es considerado sospechoso, una foto de todo, incluida la máquina fotográfica.
como terreno de lo ilusorio, mientras que el mundo de la ciencia, el uni- Por tanto, para Gabriel no es necesario elegir entre una cosmovi-
verso, representa el summum de la objetividad. El cientificismo asevera sión científica y una religiosa, ya que ambas están equivocadas en tanto
que la ciencia conoce la capa fundamental de la realidad, e incluso el que visiones del mundo. La corriente del nuevo ateísmo, representada
mundo en sí, y todas las demás formas de conocimiento son reducibles a por pensadores como Sam Harris, Richard Dawkins, Michael Onfray
ella. Esta es una postura errónea, según Gabriel, tanto ontológicamente o Daniel Dennett, opta radicalmente por la ciencia (a la que identifican
como epistemológicamente. con la verdad) frente a la religión (a la que consideran mera superstición).
En cambio, la comprensión de que el mundo no existe y de que Para Gabriel, en cambio, la religión no es idéntica a la superstición, del
sólo hay campos de sentido que se multiplican infinitamente en mismo modo que la ciencia no lo es a la Ilustración. La verdad no se
infinitas variaciones, nos permitiría concentrarnos en el ser humano limita a la ciencia sino que también se encuentra en las ciencias sociales,
con independencia de la visión del mundo que se tenga (que en cual- las humanidades, el arte, la religión y las condiciones de la vida cotidiana.6
quier caso sería falsa porque supondría que hay un mundo del que
formarse una imagen). Nuestra vida es un movimiento continuo por 5 Para el Nuevo Realismo la facticidad es la circunstancia que hace que algo exista realmente. Esa
circunstancia es un hecho. Esto conlleva un realismo de la razón según el cual la propia razón
diferentes campos de sentido, cuyas relaciones mutuas imaginamos humana tiene una estructura factual que podemos investigar científicamente. Los hechos se en-
cuentran no sólo en la “página del mundo”, como tiende a suponer la cosmovisión científica, sino
o descubrimos. Sin embargo, nuestro lenguaje cotidiano casi no también del lado de la persona que se relaciona con los hechos de ese “lado del mundo”.
alcanza para introducirnos realmente en lo que estamos viviendo. 6 Según esto, la cosmovisión científica del mundo se basa en una percepción distorsionada de la
Pasar por alto nuestra experiencia cotidiana por ir en busca del todo racionalidad, pues supone que todo conocimiento opera mediante hipótesis y demostraciones
experimentales. Si bien esas operaciones nos permiten entender el universo, no nos ayudan a en-
es una actitud equivocada. tender al ser humano (el ámbito del sentido humano, del Geist o espíritu), que es creatividad viva.

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El nihilismo moderno provendría de un error acientífico que deifica (Kant, Fichte, Hegel) donde el concepto de espíritu tuvo un papel
la ciencia, confunde las cosas en sí con las cosas en el universo y considera central y persigue sus huellas hasta la corriente del existencialismo.
todo lo demás una alucinación inducida bioquímicamente. Además, hay En concreto, Gabriel reivindica la idea hegeliana de que el espíritu
una creencia moderna en el progreso que dota a la ciencia de poderes humano consiste en hacerse una imagen de sí mismo y de su situación
mágicos. Es una versión actualizada del fetichismo, que atribuye poderes en una realidad que lo trasciende; por eso el espíritu no puede ser una
sobrenaturales a un objeto que uno mismo ha confeccionado. cosa más entre las cosas. Y recupera también la idea, tan cara al existen-
En cualquier caso, lo que propone el Nuevo Realismo no es rechazar cialismo, de que el ser humano es libre como un actor que se representa
las ciencias (cuando se trata de describir el universo, ellas son la medida a sí mismo en el escenario de lo social. De entrada el hombre se descubre
de todas las cosas) sino protegerlas de su absurda pretensión de querer a sí mismo simplemente como existente: eso es lo que corresponde a su
explicarlo todo. esencia y lo que le distingue de los demás seres, pues en él –como postula
el famoso principio existencialista– la existencia precede a la esencia.
Una filosofía del espíritu El neoexistencialismo que propone Gabriel retoma la idea de Sartre,
Partiendo de los mismos fundamentos filosóficos y siguiendo una con resonancias kantianas, de que los actos de una persona sólo se entien-
argumentación similar, en el recién publicado Yo no soy mi cerebro den verdaderamente cuando comprendemos su plan de vida, su proyecto.
Markus Gabriel trata de defender la libertad humana frente a la idea
de que alguien o algo nos condiciona, sea Dios, el universo, la natu- La conciencia, la conciencia de sí y el yo
raleza, el cerebro o la sociedad. Para ello analiza, desde una posición Si queremos alcanzar el autoconocimiento, antes tenemos que pregun-
antinaturalista, antimaterialista, anticientificista y antineurocons- tarnos en qué puede consistir ese “uno mismo” (Selbst) que queremos
tructivista, conceptos centrales de la filosofía de la mente como los conocer. La conciencia, la conciencia de sí y el yo son tres conceptos
de conciencia, espíritu, mente, pensamiento, conciencia de sí y Yo, interrelacionados que han tratado de dar respuesta a esa búsqueda.7 Sin
tratando de presentar algunas bases para una filosofía del espíritu válida embargo, para lograr una explicación completa se requiere apelar a un
para el siglo xxi. determinado organismo, y es en ese punto donde se confunden las impres-
El concepto de espíritu condujo a finales del siglo xix a la introduc- cindibles condiciones biológicas o físicas con los elementos de nuestra
ción del término “humanidades” –en alemán, Geisteswissenschaften, es autodescripción históricamente desarrollada. Esta confusión es la forma
decir “ciencias del espíritu”– en oposición a las ciencias naturales. En básica de la ideología actual, el neurocentrismo, y tras ella se esconde el
esta línea, la hermenéutica del siglo xx supuso que las humanidades sólo intento de deshacerse de la libertad.
estudiaban lo que se puede entender, mientras que las ciencias naturales La historia del espíritu es, entre otras cosas, una historia de la expansión
no pretenden entender sino sólo explicar. De hecho, para Gadamer las y desarrollo de la conciencia. “Conciencia” es un concepto que pertenece
humanidades se ocupaban de la lengua y en particular del “Ser que a nuestro autorretrato, pues nos describimos como criaturas espirituales
puede ser entendido”.
Markus Gabriel no coincide con esta contraposición entre ciencias 7 La conciencia de uno mismo es un fenómeno cotidiano, pues tomamos posición continuamente con
respecto a nuestros propios estados mentales, nuestros pensamientos, sin reflexionar explícitamente que
naturales y humanidades, ya que conllevaría asumir de manera implícita estamos pensando sobre nuestra conciencia. Tenemos asimismo conciencia de que los demás son cons-
que hay una realidad que sólo puede ser investigada por las “ciencias cientes. Kant, Fichte y Hegel reconocieron como fundamento de la sociedad humana esa conciencia de
que los demás son conscientes. Y también se emplea el yo como concepto filosófico para describirnos a
duras”. Prefiere retomar cierta tradición filosófica del Idealismo alemán nosotros mismos y entender lo que significa ser capaces de actuar bien o mal.

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conscientes. La literatura mundial, por ejemplo, ha contribuido durante Todo tipo de cosas parecen amenazar nuestra libertad, bien sea Dios,
milenios a que desarrollemos una mejor comprensión de nuestra con- el universo físico o nuestro cerebro: el determinismo teológico luterano
ciencia. Se pueden distinguir dos facetas de la conciencia: la conciencia afirmaba que nuestra voluntad no es libre sino esclava, puesto que Dios
fenoménica, que es nuestra perspectiva interna o la experiencia consciente conoce lo que va a pasar y todo cuanto hacemos lo hacemos por mera
puramente subjetiva, cuyo contenido son los qualia o sensaciones subje- necesidad; el determinismo físico defiende que no somos libres porque
tivas (las impresiones de color o sabor, la sensación de calor o frío, etc), toda la realidad es física y está condicionada por las leyes naturales;
y la conciencia intencional, que consiste en la referencia a otra cosa (tener y el determinismo neuronal añade a eso que los procesos neuronales
conciencia de algo) y está dotada de una percepción externa.8 inconscientes que se producen en nuestro cerebro sólo siguen cone-
El racionalismo de la conciencia defiende que la conciencia es exclusi- xiones básicas que preexisten a cualquier decisión.
vamente intencional, mientras que el empirismo de la conciencia consi- Es cierto que venimos al mundo con preferencias, condicionadas en
dera que sólo es fenoménica. Ambas tendencias se basan, según Gabriel, parte genéticamente, y a lo largo de nuestra vida vamos acumulando
en distintas variedades de neurocentrismo. Unos nos consideran casi otras, de modo que no somos un yo autónomo decidiendo con total
computadoras puramente racionales, mientras que otros nos ven como libertad lo que queremos hacer y ser. Resulta también innegable que
máquinas de recreo y entretenimiento. Para Gabriel esta es la versión hay ciertas condiciones naturales que influyen nuestro comportamiento
posmoderna de la vieja doctrina cristiana de que el hombre flota entre y no siempre podemos hacer lo que queremos. Pero el problema del
Dios y los animales, y el error de ambas doctrinas es que en definitiva libre albedrío, dice Gabriel, es mucho más complejo: lo importante es
ninguno de esos dos extremos (ni el Dios puramente racional ni la bestia analizar si el concepto mismo es o no coherente.
puramente emocional) existe cuando se habla de la conciencia humana. El joven filósofo alemán termina reivindicando la idea kantiana de que
La mente humana se hace una imagen de sí misma. De ahí salta, desde todos los seres humanos tenemos dignidad, un valor intrínseco, puesto
la perspectiva interna de nuestra experiencia cotidiana, a la vista de pájaro. que vivimos en el “reino de los propósitos”. No somos meros organismos
Este es también el origen de la antigua idea de que Dios es una especie de o animales de determinada especie, sino que gozamos de más libertad
ojo que todo lo ve. Actualmente se discute quién posee esa visión total: la porque muchas de las condiciones necesarias de nuestras acciones no son
ciencia, la tecnología, el progreso, Google o, lo más clásico, Dios mismo. causas rigurosas. Gracias a la civilización y a la historia de las ideas, traba-
jamos de modo activo y consciente para no estar controlados por ellas.
La libertad Asumiendo hasta cierto punto el principio de razón suficiente leib-
Otra de las cuestiones que suscitan debate entre neurocientíficos y filó- niziano, el Nuevo Realismo afirma que hay razones suficientes para
sofos es el de si nuestra voluntad es verdaderamente libre, ya que algunos todas las cosas, pero no causas rigurosas, y desarrolla su concepto de
hallazgos recientes de la investigación del cerebro parecen sugerir que “libertad espiritual” de manera análoga al pensamiento de Sartre. Desde
hasta las decisiones que tomamos conscientemente y luego determinan su posición neoexistencialista, el hombre es libre en la medida en que
nuestras acciones han sido ya preelaboradas inconscientemente en el tiene que hacerse una imagen de sí mismo para ser alguien.
cerebro. Es como si este nos controlase.
Conclusiones del nuevo realismo
8 Esta dualidad se corresponde a la distinción de Hume entre impresiones e ideas. Para Kant es
necesaria la presencia de ambas instancias para que se dé el conocimiento, pues “los pensamientos
Concluye Gabriel su libro Por qué no existe el mundo diciendo que el sen-
sin contenidos son vacíos y las intuiciones sin conceptos son ciegas”. tido del ser, el significado de la expresión “ser” o “existencia”, es el propio

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sentido. La inexistencia del mundo provoca una explosión de sentido, somos, de lo que queremos ser y de lo que debemos ser y nos orientamos
puesto que todo lo que existe aparece en un campo de sentido. No hacia ellos en forma de normas, valores, leyes, instituciones y reglas de
podemos escapar al sentido: es nuestro destino. Por tanto, la respuesta diversa índole.
al sentido de la vida estaría en el sentido mismo. El hecho de que haya Hay varios detalles recurrentes en la obra de este joven filósofo que
infinitos sentidos que podemos reconocer y cambiar, ya es el sentido. llaman la atención: su obsesión con los costes de la investigación cientí-
Dicho de otra manera: el sentido de la vida es la vida, la confrontación fica (todos son “experimentos caros”); la soltura y desparpajo que tiene
con el sentido infinito en la que podemos participar. Por eso debemos para acusar a otras teorías de “falsas”, “superficiales”, “claramente erró-
trabajar conjuntamente por tratar de entender mejor las numerosas neas”, “completamente infundadas” o “equivocadas”, sin necesidad de
estructuras existentes, con menos prejuicios y más creativamente, con presentar una refutación detallada; la confusión terminológica, si bien
el fin de evaluar de forma adecuada lo que debe permanecer y lo que sospechamos que esto puede ser culpa de la traducción (deficiente en
tenemos que cambiar. ambos libros); los saltos no justificados entre los ámbitos gnoseológico,
En la misma línea, termina su libro Yo no soy mi cerebro señalando lógico y ontológico (esto es, sin duda, lo más grave desde el punto de
que el error fundamental consiste en pensar que hay un mundo que vista filosófico para su propia teoría, que puede ser tachada en ocasiones
tiene un mobiliario totalmente independiente de nosotros: a saber, el de logicista), y la utilización de expresiones del tipo “Como ya hemos
conjunto de las cosas tangibles, que son impulsadas por leyes inviola- demostrado”, “Ya sabemos que…” o “Ya hemos probado antes…”, ante
bles de la naturaleza a través del tiempo y el espacio. Según esto, noso- las cuales uno se pregunta: ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿cómo?
tros seríamos tan sólo cosas corpóreas entre todas las demás cosas, y la Un rasgo atractivo de su estilo es la enumeración de elementos disí-
existencia de la conciencia, los números, los valores, las posibilidades miles, que a veces adquieren un halo poético (“los agujeros negros, las
abiertas, etc., se presentarían como grandes enigmas sin solución. Al películas de David Lynch, pensamientos tristes al comienzo del invierno
cosificarlo todo, se introduce una cosa-Yo, que se identifica con una y el teorema de Pitágoras”) y otras veces logran un efecto humorístico
cosa-cerebro, en la que se aloja una cosa-voluntad, y se concluye que (“mi mano izquierda, el libro favorito de Angela Merkel y la salchicha
ninguna cosa puede ser libre porque todas están vinculadas entre sí de al curry más cara al sur de Renania del Norte-Westfalia”). La contra-
acuerdo con las leyes naturales. partida negativa de estas muestras de sentido del humor, que quizá
Frente a eso, Gabriel apuesta por una superación del materialismo haga las delicias de los fans de la serie Big Bang Theory, es que a veces
(que pretende hacernos creer que sólo existe lo que se encuentra en el resultan demasiado frívolas.
universo, en términos de realidad material-energética con causas anóni- En cualquier caso es de valorar que, frente a las vanas promesas de una
mas rigurosas) y proclama que somos ciudadanos de muchos mundos eventual era posthumana, Markus Gabriel asuma como tarea filosófica
que nos movemos en “el reino de los propósitos”, que pone a nuestra central la crítica de las ideologías del presente y se esfuerce por contribuir
disposición toda una serie de condiciones de posibilidad. Recuerda a un autorretrato del espíritu humano que fomente nuestra libertad. •
además que no hay ninguna razón para situarnos en un futuro utópico.
Estamos aquí y ahora, y eso es todo. La única perspectiva que tenemos
como seres humanos es vivir esta vida, la única posible. Ernesto Baltar es doctor en Filosofía por la Universidad
En definitiva, para Markus Gabriel nuestra libertad radica en nues- Complutense de Madrid. Licenciado en Filosofía y en Teoría
tra condición de seres espirituales: diseñamos autorretratos de lo que de la literatura y Literatura Comparada.

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