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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTO

(UAPA)

Facilitadora:

Rosanna Salas Aquino

Asignatura:

Derecho civil v

Practica No. 2

Participante:

Miquel Ángel Francisco Tapia 14-4126

Santo Domingo, 2016


Derecho Civil V Unidad II

Unidad II. Nacimiento de la Acción en Responsabilidad Civil.

2.1 Origen de la Acción en Responsabilidad Civil.

La acción en responsabilidad civil se origina en uno de estos sucesos: Una infracción a la


ley penal (caso en cual hay coexistencia de la acción penal y la acción civil). El
incumplimiento de una obligación nacida de un contrato (responsabilidad contractual) O un
delito o un cuasidelito civil (responsabilidad civil delictual)

2.2 Coexistencia de la Acción Penal y de la Acción Civil. Consecuencias.

¿Cuál sería un hecho que constituye un delito civil que sin ser un delito penal? La caída de
un poste de luz que ocasiona daño a un vehículo. La caída de un cable eléctrico que
provoca un incendio. Son a la vez una infracción penal y un delito civil: el robo, el
homicidio, los golpes y heridas ocasionados en un accidente automovilístico, etc.
Y son hechos penalmente incriminados pero que no constituyen un delito civil: el porte
ilegal de armas; el tráfico de sustancias prohibidas, etc.

2.3 Competencia.

El Art. 50 del Código Procesal Penal establece la posibilidad de llevar la acción civil
conjuntamente con la acción penal por ante el Tribunal Penal. La víctima tiene una opción:
puede elegir en llevar su acción en reparación del daño –la acción civil-ante el Tribunal
Penal, o llevarla en forma separada, por ante el Tribunal Civil.

Concepto de víctima. Víctima es toda persona perjudicada con el ilícito penal. El Art. 83 el
Código Procesal Penal (CPP) considera víctima a las personas siguientes:

- Al ofendido directamente por el hecho punible.


- Al cónyuge
- Al conviviente notorio.
- A los hijos.
- A los padres biológicos o adoptivos.
- A los parientes dentro del tercer grado de consanguinidad (hijos, abuelos, nietos,
hermanos, tíos y sobrinos del ofendido directo).
- A los parientes dentro del segundo grado de afinidad (cuñados, suegros, yernos y
nueras).
- A los herederos.
- A los socios, asociados o miembros de una persona jurídica cuando los hechos
punibles que la perjudican han sido cometidos por quienes la dirigen, administran o
controlan.

Todas las personas señaladas en la lista que antecede, tienen la calidad de víctima, si como
consecuencia del hecho punible, ha fallecido el ofendido directo.
Necesario es precisar lo siguiente: Cuando el daño o perjuicio resulta de un hecho punible
cometido por una persona adolescente no emancipada, los únicos responsables de la
reparación del mismo son los padres o los responsables del menor, salvo que éste tenga
patrimonio. Así lo dispone el Art.242 de la ley 136-03 o Código para la Protección de
Niños, Niñas y Adolescentes (CPNNA) popularmente conocido como Código del Menor.
Conforme con esta disposición, si el menor en conflicto con la ley penal posee bienes para
resarcir el daño, la víctima puede incoar su acción en daños y perjuicio, a su elección,
contra el adolescente imputado, o contra los padres o responsables de éste. Si elige la
primera opción (la de demandar al menor) puede llevar su acción accesoriamente a la
acción penal, tal y como lo consagra el Art. 243 del CPNNA o, perseguir la reparación del
daño, mediante una demanda por ante el Tribunal de Niños, Niñas y Adolescentes en
atribuciones civiles.

Cuando la acción civil se interpone accesoriamente a la acción penal está sometida las
reglas del Art. 50 del CPP, todo en virtud de las disposiciones del Art.244 del Código del
Menor.

Ahora bien, si la víctima escoge demandar en reparación del daño a los padres o
responsables del menor, ya sea que su decisión esté basada en la falta de bienes del
adolescente, o simplemente porque así lo quiso, debe hacerlo exclusivamente por ante un
tribunal de derecho común; por ante un Juzgado de Primera Instancia en atribuciones
civiles, en virtud de lo que dispone el párrafo III del Art.69 del CPNNA, texto que regula la
responsabilidad parental y que sustituye las normas del Art.1384-2 del Código Civil.

En conclusión, la víctima de un daño causado por un menor, siempre podrá exigirles a los
padres de éste o a las personas que tengan sobre él la autoridad parental, la reparación de
ese daño. Sin embargo si el daño tiene su origen en una infracción penal ella no podrá
incoar la acción civil accesoriamente a la acción penal constituyéndose en actor civil contra
ellos en calidad de persona civilmente responsable. Una cosa es cierta. La acción civil en
reparación del daño provocado por una infracción cometida por un adolescente está
sometida, en principio a las reglas del derecho común.

2.4 Derecho a opción que tiene el que sufre el daño.

A estos fines el artículo 50 del Código Procesal Penal le concede al que sufre el daño un
derecho de opción que le autoriza a constituirse en actor civil por ante el mismo tribunal
que está conociendo de la acción penal, según las reglas establecidas para la jurisdicción
penal, o si prefiere, lleva la acción civil por ante la jurisdicción civil, sometiéndose al efecto
a lo que dispone el procedimiento propio de esa jurisdicción.

Cuando el que sufre el daño procede a reclamar su resarcimiento por ante la jurisdicción
civil se dice que ha ejercido su acción civil apoderando al efecto a esa jurisdicción; ha
demandado judicialmente, creándose una instancia fundamentalmente entre el demandante
y el demandado. El primero pretende tener un derecho o una pretensión sobre el segundo.
Pero también puede ocurrir que durante el proceso que se abre a consecuencia de esa
demanda el demandado considere que también él tiene derecho o una pretensión sobre el
demandante, procediendo en consecuencia a incoar una demanda reconvencional. Es decir
el demandante originario se convierte en esa instancia en demandado.

2.5 Interferencias al derecho de opción.

El derecho de opción, que en la segunda parte del art. 50 del C.P.P confiere a todos
aquellos que han sufrido un daño, para obtener el resarcimiento de los daños y perjuicios o
para la restitución del objeto materia del hecho punible, se pueden ver afectado por
diferentes acontecimientos, como son:

- La Regla Lo Penal Mantiene Lo Civil En Estado;


- La Regla Electa Una Via…
- Las Jurisdicciones De Excepción; Y
- Los Casos Particulares (Amnistía, Muerte Del Prevenido, Etc

2.6 La regla “Lo penal mantiene lo civil en estado”


Cuando la acción civil nacida de un hecho punible es perseguida separadamente de la
acción penal, el conocimiento de esa acción civil es suspendido hasta la conclusión del
proceso penal que se haya iniciado contra el imputado. (Art. 50 C.P.P 2da Parte) Como se
observa, la segunda parte del art, consagra la regla de que lo penal mantiene lo civil en
estado, al disponer que cuando la acción civil que nace de una hecho penal, es perseguida
separadamente de la acción pública, el conocimiento de esa acción civil debe suspenderse
hasta que se haya decidido sobre la acción pública, esto es así porque lo decidido en lo
penal se impondría necesariamente sobre los civil.

2.7 La regla “Electa una vía”

"Electa Una Via Non Datur Recursus Ad Alteram" La segunda parte del art. 50 del C.P.P,
dispone que "Cuando ya se ha iniciado ante los tribunales civiles, no se puede intentar la
acción civil de manera accesoria por ante la jurisdicción penal". Esta regla constituye una
interferencia al derecho de opción que el propio art. 50 establece, porque una vez que la
víctima apodera a la jurisdicción civil no puede abandonarla, para llevarla accesoriamente a
la acción penal. Esta máxima (Electa Una Vía Non Datur Recursus Ad Alteram) lo que
significa es que si una persona se siente lesionada por un hecho cualquiera, por el cual
reclama reparación por ante la jurisdicción civil, no puede válidamente constituirse en parte
civil sobre el mismo hecho ante la jurisdicción penal.

2.8 Prescripción. Solidaridad de la prescripción de la acción penal y la acción civil.

Esta solidaridad se manifiesta del modo siguiente: tienen ambas el mismo plazo de
prescripción. De conformidad con los artículos 454, 455 y 457 del Código de
Procedimiento Criminal, la acción pública prescribía a los diez años, a los tres, y al año,
cuando se trate de un crimen, de un delito o de una contravención. En ese mismo término
prescribía la acción civil cuando ella tenía como fundamento un hecho que era al mismo
tiempo una infracción penal y un delito o cuasidelito civil. Era la solución que en forma
constante daba nuestra Suprema Corte de Justicia, solución que fue consagrada por el
legislador en el art. 129 de la ley 146-02 sobre Seguros y Fianzas, según el cual, tanto la
prescripción de la acción pública como la prescripción de la acción civil se regirán por el
art. 455 del Código de Procedimiento Criminal (hoy por el Art 45 del nuevo Código
Procesal Penal)... naturalmente, lo dispuesto por el Art.129 de la Ley 146-02 sobre Seguros
y Fianzas de la República Dominicana, sólo tiene aplicación en los casos de daños causados
por accidentes de vehículo de motor o remolques.

Con la entrada en vigencia del nuevo Código Procesal Penal, dicha regla tiene carácter
general. El Código Procesal Penal de manera implícita así lo establece en su art. 50, en cual
dispone que la acción civil para el resarcimiento de los daños y perjuicios causados o para
la restitución del objeto materia del hecho punible puede ser ejercida (...) conjuntamente
con la acción penal (...), pero sólo mientras esté pendiente la persecución penal (art. 53).
Esto a mi modo de ver equivale a decir que la acción civil prescribe en el mismo término
que la acción pública. Creo que aunque el art. 53 del nuevo Código Procesal Penal
condiciona esta prescripción a la condición de que la acción civil se lleve accesoriamente a
la acción pública, no significa que dicha acción tenga un término de prescripción diferente
cuando se ejerza como acción principal por ante la jurisdicción civil. No puede ser de otro
modo porque es de principio que lo accesorio sigue a lo principal. Por eso la solidaridad
entre la acción civil y la acción penal se manifiesta también en la suspensión e interrupción.

2.9 Prueba de la Prescripción.

La prescripción es un modo legal extinción, no de la obligación misma, sino de la acción


que sanciona la obligación; por tanto, deja subsistir una obligación natural con cargo al
deudor.

Existen dos tipos de prescripción: La prescripción extintita y la prescripción adquisitiva o


usucapión. La prescripción extintiva es la que priva de un derecho al titular de éste, después
del transcurso de cierto tiempo; y la prescripción adquisitiva o usucapión, es la que
adjudica a una persona un derecho.

Las prescripciones extintitas son de dos clases. Una que la ley somete a un
plazo de 20 años, llamada prescripción de derecho común, o prescripción larga y las
prescripciones breves. (Art. 2271-2274 C. C.).

2.10 Autoridad de la cosa irrevocablemente juzgada. Efectos.

Quienes cuestionan la potestad conferida por el artículo 277 de la Constitución al Tribunal


Constitucional, en virtud de la cual el máximo intérprete constitucional puede examinar
todas las decisiones judiciales que hayan adquirido la autoridad de la cosa irrevocablemente
juzgada” con posterioridad a la proclamación de la Constitución, es decir, a partir del 26
de enero de 2010, fundamentan su cuestionamiento en el alegato de que dicha potestad
supondría un atentado contra la seguridad jurídica.

En este sentido, y como bien ha expresado la Corte Constitucional de Colombia, “ la cosa


juzgada, que confiere a las providencias la fuerza de la verdad legal dentro del ámbito
individualizado del asunto litigioso resuelto, se funda en el principio de la seguridad
jurídica, la cual para estos efectos, reside en la certeza por parte de la colectividad y sus
asociados en relación con la definición de los conflictos que se llevan al conocimiento de
los jueces” (Sentencia C-543/92).

Ahora bien, ¿es inconmovible la “ autoridad de la cosa irrevocablemente juzgada? Couture,


hace ya más de medio siglo, señalaba que la cosa juzgada es una exigencia política y no
propiamente jurídica, no es de razón natural sino de exigencia práctica, respondiendo más
bien a un ideal mínimo de justicia. Por su parte Chiovenda recordaba en la primera mitad
del siglo pasado que “ nada tiene de irracional que la ley admita impugnación de la cosa
juzgada, ya que su autoridad misma no es absoluta y necesaria sino establecida por
consideraciones de utilidad y oportunidad, de tal manera que estas mismas consideraciones
pueden a veces aconsejar su sacrificio, para evitar el desorden y el mayor daño que se
derivaría de la conservación de una sentencia intolerablemente injusta.

En otras palabras, el respeto a la cosa juzgada no nos puede conducir a la inmutabilidad


absoluta y total de la misma. Para decirlo junto con Araujo López da Costa, tanto más esté
desenvuelta la conciencia jurídica de un pueblo, más se desprende la convicción de que es
legítimo corregir errores, que por estar cubiertos por el prestigio de la cosa juzgada no
deben permanecer inmutables, constituyendo un daño social mayor que el místico principio
de inviolabilidad de lo juzgado” .

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