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I
Nacimiento, Bautismo, Primera Comunión (1907-1917)
Por aquellos años -sería antes o después de la Comunión solemne-, un hijo del pueblo,
franciscano, celebró su Primera Misa en la iglesia parroquial. Me llamó la atención su figura: el
sayal franciscano, el cordón, el rosario colgando, las sandalias, etc. Creo que fue la semilla de mi
futura vocación. Tanto que, procuraba imitar su porte en ocasiones.
Con todo no duró mucho tiempo aquel estado de fervor y santas ilusiones. Empecé a sentir
durante la santa Misa, como una especie de malestar, como que me dolía el estómago. Más tarde
comprendí que pudo haber habido como un engaño. Lo comuniqué en casa. La determinación
fue, que dejara de asistir al Santo Sacrificio, hasta curarme. Se dio cuenta al médico del pueblo.
No tuve mejoría con las medicinas que me recetó. y la cosa quedó así. Lo cierto es, que con el
pretexto de encontrarme enfermo, lo dejé todo.
Aquí intervino el engaño del enemigo. Con el pretexto de que estaba enfermo, no hacía
nada. En ocasiones me quejaba sin tener el verdadero malestar. Caí en el engaño. Aun cuando no
dejé del todo las devociones de costumbre, a temporadas rezaba el santo rosario. Con todo se iba
disipando la devoción de mi espíritu. Luego empecé a caer en ciertas faltas de pureza. Al
principio como juego de niños. ¡El enemigo infernal es muy astuto! Más tarde recuerdo dos
faltas que en sí mismas, hubieran podido ser graves. ¿Qué conciencia tenía este pobre pecador?
La conciencia falsa de que no faltando con personas de otro sexo, no era pecado, a lo menos,
pecado grave. ¡Engaño de Satanás! Más tarde -en el Colegio Seráfico de Alsasua- tuve
conocimiento de todo ello, empezaron los remordimientos y angustias de aquella temporada de
mi vida infelizix.
¿Cuanto tiempo duró aquel estado de vida? Unos dos años -entre 1918 y 1919 -. Recuer-
do que al año de caer enfermo fui con mi abuelita a la iglesia, a cumplir con el precepto pascual.
Aquel día sentí una alegría extraordinaria. Por la tarde se nubló mi alegría; porque se había caído
al suelo una imagen de la Inmaculada de Lourdes, a la que un servidor la adornaba con flores.
Lo cierto es que continué en el mismo estilo de vida, hasta fines del año 1919. Por esa
época, a fines del año 1919, tuvimos que salir del pueblo por las circunstancias de la vida x y
trasladarnos al pueblo cercano, llamado Cizurquil, pueblo natal de mi padre.
Tengo que decir humildemente, que, en ese periodo de mi vida, me daba reparo de acudir
a la Santa Misa del domingo. ¡Así es la pobre condición de la criatura!
Finalmente, con el cambio de casa y población, me decidí a acercarme de nuevo a los
pies del Confesor. Creo que fue el día primero del año de 1920. Más tarde, aquella confesión y la
recepción de la Sagrada Comunión, me causaron seria inquietud. ¿Hasta qué punto habría sido
sincera aquella confesión y aquella Comunión?
III
En Cizúrquil, la vocación que venía sintiendo (1920)
Ya en el nuevo destino -sería en el mes de enero o a principios de febrero del año 1920-
me encontraba en la casa vecina. Me fijé en un cuadro, que representaba la impresión de las
Llagas de nuestro Seráfico Padre San Francisco. Una señora mayor de aquella casa me dice:
"Nosotros rezamos 12 padrenuestros cada día en honor de San Francisco, porque somos
terciarios".
En aquellos momentos, a un servidor le salió espontáneamente esta frase: "También un
servidor hubiera querido ser como ese". Y para mis adentros. ya no hay ninguna posibilidad.
Creo que en eso quedó todo el asunto.
Pero allá estaba la amorosa providencia del Padre, que se valió de aquella señora, para
que se realizara la vocación que desde antes venía sintiendo. Aquella señora -(ya anciana y que el
Señor la tenga en su gloria)- comunicó mi deseo a otra señora, que era tía de un Coadjutor. Este
Coadjutor, que se llamó don Tomás Arteaga, se interesó del asunto y habló con mi padre. Aunque
la situación, en la que entonces nos encontrábamos no era muy halagüeña, con todo don Tomás
Arteaga, convenció a mi padre para que se realizara mi deseo. Así pues, reanudé mis estudios,
que los tenía muy abandonados y me fuí preparando.
Don Tomás Arteaga tenía un hermano capuchino: el P. Ladislao de San Sebastián xi -de
modo que fuí dirigido al Colegio Seráfico de Alsasua ignorando un servidor la existencia de tal
Colegio, ya que tan sólo había oído hablar de los franciscanos de Aránzazu, y mi idea era
ingresar en el convento de los P.P. Franciscanos de Aránzazu pero la Divina Providencia me
dirigió al Colegio de los P.P. Capuchinos de Alsasua. El 15 de mayo de aquel año de 1920, llegó
el P. Diego de Alzo, para examinarme y fui admitido. El 4 de agosto acompañado de don Tomás
Arteaga, llegaba al convento de los P.P. Capuchinos de Alsasua.
IV
En el Colegio Seráfico de Alsasua (1920-1925):
los primeros años
Esclavo de María
En el tercer curso, fui inscrito, como esclavo de María en el cuadro de la Dolorosa, en la
festividad de la presentación del Niño Dios en el Templo, 2 de febreroxiii. Por entonces cayó en
mis manos el libro de la "Verdadera Devoción a la Santísima Virgen" de San Luis María de
Montfort, que luego fue mi libro predilecto. Pero en aquel entonces no estaba capacitado para
comprender su contenido y apreciarlo. No recuerdo bien: sería en el tercer curso o en el curso
cuarto más probablemente en el tercer curso. Por aquel tiempo se acostumbraba bajar a la iglesia
en los meses de marzo y junio, para asistir a la Santa Misa por la mañana, y durante la Santa
Misa se hacía el ejercicio del mes de San José y del mes del Sagrado Corazón de Jesús. En el
altar mayor se colocaba un cuadro del Corazón de Jesús. Un servidor era acólito. Recuerdo que
me entretenía durante la Santa Misa en contemplar la figura del Divino Corazón. ¡Era tan
atrayente aquella mirada de amor y dulzura, que no me cansaba de estar mirándola! Quizás fue el
principio de mi devoción al Corazón amantísimo de Jesús que más tarde se fue desarrollando.
V
En el Colegio Seráfico de Alsasua (1920-1925): años sucesivos
¡Oh María! que en todo tiempo sois mi querida Madre y mi esperanza, mi guía y mi
suplemento, yo pobre esclavito vuestro, deseo ofrecerme en vuestros brazos, oh tierna Madre
mía, como víctima de Amor al Corazón misericordioso de Jesús, Oh Madre seais vos quien me
consagre, y Vos misma quien presente esta consagración a Jesús, así lo espero y en vos me
abandono, pues vuestro soy María.
Oh Corazón de mi Jesús, quién soy yo, para presentarme ante vuestra majestad, ¡ah! soy
el gusanillo en quien habéis fijado vuestros divinos ojos, soy un reflejo de vuestra misericordia
sin fin ¡oh sí! yo me arrojo en el océano de misericordia de vuestro dulce Corazón, ahí
contemplo mi porvenir y en vos están cifradas todas mis esperanzas. Sí, después de haber pecado
y de haberme separado de Vos ¿adónde he de acudir, sino a Vos, que me tendéis vuestros brazos
perdonándome amorosamente e invitándome a entrar en vuestro mismo Corazón. Sí, por Vos
solo quiero vivir, solo por vuestro amor trabajar y por vuestro amor sufrir, dulce Jesús mío; Vos,
por mi amor habitáis en una blanca hostia, permaneciendo noche y día en el Sagrario.
¡Oh Amor Misericordioso! ¡Con qué gemidos tan indecibles oráis continuamente a
vuestro Eterno Padre por nosotros desde la prisión del Sagrario! ¡Oh cuánto deseáis la salvación
de las almas! Por ellas os anonadasteis haciéndoos hombre, vivisteis oculto y humillado y
moristeis desamparado, a tales extremos os condujo el amor infinito que nos teníais; y finalmente
por los hombres vivís ahora en el Sagrario; todo os habéis entregado al hombre, y Bien mío, ¿no
podréis también encontrar almas que del todo se entreguen a Vuestro Amor misericordioso?
Sí, Jesús mío, yo miserable pecador y débil niño, lleno de toda clase de miserias, yo
deseo ofrecerme al Amor de vuestro Corazón misericordioso y me ofrezco COMO VÍCTIMA EN
MANOS DE MARIA A VUESTRO AMOR MISERICORDIOSO, suplicándoos que me abraséis y me
consumáis en el ardiente horno de vuestro dulcísimo Corazón. Amén.
19 de junio de 1925.
Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús
Renovado al terminar el Noviciado
Fray Bernabé
Ave María
VI
Noviciado
El Oficio Divino
Al principio el Rezo del Oficio Divino me resultaba árido. Los salmos no me decían gran
cosa. Más tarde, habiendo escuchado un comentario sobre las excelencias de los Salmos, cambió
la disposición de mi alma. Desde entonces empecé a fijarme en el sentido de los Salmos y
encontré alimento espiritual para el alma.
Los Salmos
Recuerdo que en ocasiones meditaba en los Salmos y encontraba luces especiales. En la
Semana Santa de 1930 me dediqué a meditar en los Salmos que dicen relación con la Pasión de
Nuestro Señor Jesucristo.
Habiendo terminado el primer curso de Teología en Estella, llegamos aquel verano a
Pamplona.
IX
En el Colegio de Pamplona, 1930-1933
El viernes 23 de junio de aquel año coincidió con la festividad del Corazón sacratísimo
de Jesús. Fue el día de mi Primera Misaxxiii. No recuerdo que tuviera emociones especiales.
Después de pasar algunos días en Pamplona, fui destinado con otro compañero al convento de
Sangüesa.
Recuerdo que en los primeros días después de mi ordenación sacerdotal me bullía en la
mente la idea de que era preciso fuera víctima con la Víctima Divina. En Alsasua, al terminar el
quinto curso, había hecho mi ofrecimiento al Amor Misericordioso, a imitación de Santa Teresita
del Niño Jesús. En esta ocasión compuse otra fórmula de ofrecimiento, renovando aquella
primera, pero relacionada con el santo sacrificio de la Misa.
En los dos meses y medio que pasé en Sangüesa no tengo recuerdos especiales. Allí
encontré a mi antiguo Maestro de Novicios, al P. Antonio de Iroz. En aquellos meses mi vida fue
más bien de recogimiento y oración.
XI
En el convento de Híjar, 1933-1934
Trasladado al convento de Híjar (Aragón) con otros tres compañeros de curso para la
elocuencia sagrada, creo que mi vida fue parecida a la que llevé en Sangüesa, después de mi
ordenación sacerdotal. Me enviaban con alguna frecuencia a celebrar la Santa Misa en alguna
capilla - creo estar dedicada a la Santísima Virgen del Carmen - a bastante distancia del
convento. Creo que en este tiempo recorría todos los días las estaciones del Vía Crucis, hallando
siempre en su meditación el alimento espiritual de mi alma.
En el mes de enero de 1934 se me renovó de nuevo el flemón de la pierna, esta vez con
más gravedad, pues me tuvieron que sajar una y otra vez, pero sin mayor resultado.
Recuerdo que al principio permanecía en el espíritu suave de la devoción. Más tarde me
encontré en un estado de mucha dificultad. Hubo días en los que se me hacía como imposible
rezar una sola Avemaría. Durante todo el día no acertaba terminar un solo rosario. Al principio
no me permitían rezar el Oficio Divino, más tarde sí. Creo que encontraba un pequeño consuelo
en su recitación.
Finalmente me tuvieron que trasladar al convento de San Antonio de Zaragoza. En Zara-
goza un doctor, cuyó nombre no recuerdo, acertó con mi enfermedad y me curé en poco tiempo.
Era el mes de mayo de 1934. El día 31 de este mes empecé de nuevo a celebrar la Santa Misa.
Estuve en Zaragoza hasta el día 17 de julio. En esta fecha llegué a Pamplona. Después de
unos días finalmente a Alsasua.
i
Véase: Rufino María GRÁNDEZ, capuchino, El corazón del Padre Bernabé. Documentos autobiográficos del Padre
Bernabé de Larraul, capuchino, presentados y anotados por Rufino María Grández. Burlada, Curia provincial de
capuchinos 1993. 140 págs. El libro, tras una presentación e introducción, contiene tres partes: La primera es el Itinerario
espiritual, especie de síntesis del camino espiritual recorrido durante su vida, con un "complemento" de párrafos de cartas
que manifiestan el estado de su alma en la cumbre de sus días. La segunda son cuatro cartas dirigidas a su director espiritual
el año 1941 en las cuales le da cuenta minuciosísima de su comportamiento dentro de cada y en el ministerio, con las breves
respuestas del director. La tercera, con el título de "Documentos de vida apostólica", contiene diversas cartas escritas desde
Ecuador a los superiores de su provincia religiosa de Navarra-Cantabria-Aragón. Se cierra la obra con dos apéndices
referentes a papeles de archivo.
ii
Testimonio escrito de Hna. María Jesús Larrea (17 julio 1983).
iii
Autobiografía, fin de la primera parte, véase abajo.
Cuando posteriormente copié a máquina los dos cuadernos manuscritos antepuse una "presentación"
iv
detalladísima (folios 2-9), contando al por menudo más detalles. Véase la copia en el Archivo de la
Curia provincial de capuchinos.
v
Véase igualmente lo que se dice en El corazón del Padre Bernabé, p. 73, cuando él explica a sus
director espiritual lo que son los "coloquios de acción de gracias" después de la celebración de la
Eucaristía.
vi
En el frontispicio del cuaderno, antes del capítulo primero de la primera de la primera parte, el P.
Bernabé escribe: "I H S / Dedicatoria: Al M.R.P. Rufino Grández, Ministro Provincial de la Provincia
Capuchina de Navarra-Cantabria-Aragón, dedico estas humildes páginas creyendo que satisfago su
deseo de que ponga por escrito las misericordias que el Señor, Padre de bondad, ha querido ejercer con
una insignificante criatura suya, durante los años de su existencia hasta el presente. Día 12 de mayo de
1983, festividad de la Ascensión de N. S. Jesucristo a los cielos".
vii
De los datos que figuran en la partida de bautismo, recogemos esta información: Nace en el
pueblecito de Larraul (Guipúzcoa), en el caserío de Andresqueta, hijo de Bartolomé Sarasola, de
Cizúrquil (Guipúzcoa), y de Ignacia Uruláin, de San Sebastián, expósita; siendo sus abuelos paternos
Manuel Antonio Sarasola, de Cizúrquil, y Francisca Antonia Alcorta, de Usúrbil (Guipúzcoa); no
constando ascendencia de parte de la madre. Es bautizado el mismo día del nacimiento en la parroquia
de San Esteban de Larraul por don Mariano Jesús Múgica, y recibe el nombre de José Antonio; fueron
padrinos José Antonio Sarasola, de Cizúrquil, y Petra Arruti, de Régil (Guipuzcoa) y testigos Concep-
ción Irazusta y Rufina Treku, de Larraul. - Fue confirmado en el vecino pueblo de Asteasu el 19 de
abril de 1909.
viii
El P. Bernabé, José Antonio Sarasola Uruláin, era el primogénito de 7 hermanos, a saber, por orden de
antigüedad: Manuela, religiosa asuncionista; María, que en 1944 contrajo matrimonio con Gregorio
Zubizarreta, hoy difunto, la única de los hermanos que contrajo matrimonio; Francisco, fallecido a los 26
años; Epifanía, fallecida a los 60 años; Ramona, religiosa mercedaria de la Caridad, fallecida un año antes
del P. Bernabé; y Gregorio. El padre murió en el asilo de las Hermanitas de los Pobres en San Sebastián; la
piadosa madre en el centro psiquiátrico de Santa Agueda en Mondragón, sin que podamos precisar detalles
ix
Para interpretar este estado de conciencia, nos remitimos a lo que escribíamos en El corazón del Padre
Bernabé, p. 35, nota 19: "Esta situación espiritual hay que entenderla a la luz de lo que se dice en el
capítulo siguiente: "Cada año, durante los Ejercicios, veía con más claridad la gravedad de aquellas faltas,
que cuando cometí no me daba cuenta bien, ser verdaderas ofensas del Señor..." A este propósito puede ser
oportuno un testimonio que anota Fr. Xabier Etxenique en sus páginas antes citadas (nota 17). "Solía
preguntarle yo en muchas ocasiones sobre la Vida Religiosa. Entonces comenzaba una larga explicación
sobre Espiritualidad de la Vida Religiosa, sobre todo poniendo especialmente gran énfasis en la relación
estrechísima entre el bautismo y la Consagración Religiosa. Cómo ésta era una manera perfectísima de
guardar fielmente la pureza del alma que habíamos recibido en el Santo Bautismo. El daba muchísima
importancia a conservar intacta esa blancura, esa pureza del alma. En cierta ocasión me dijo él no tener
conciencia de haber manchado en nada esa pureza" (pp. 12-13)".
x
Las circunstancias de la vida, según pudimos oír de labios de su hermana María, viuda, fueron que por
falta de control del padre en el juego y la bebida fueron despachados por el propietarios del caserío
"Aresqueta".
xi
El P. Ladislao de San Sebastián (Juan Guillermo Arteaga), que fallecido el 19/VIII/1938 en Antequera a
los 60 años, había sido profesor "en el Colegio de Euskal-Echea (Argentina), hasta el regreso a la provincia
en 1920. Fue un elocuente predicador vascongado, que arrastraba a las multitudes. Sentía especial devoción
por la Santísima Virgen" (Crispín de Riezu, Necrologio de los Frailes Menores Capuchinos de Navarra-
Cantabria-Aragón, Pamplona [1958] p. 234).
xii
El P. José María de Oyarzun falleció el 23 de marzo de 1985, a los 96 años. Véase la semblanza del
mismo escrita por Florencio Huarte en: Bol. Of. 40 (1985) 113-119.
xiii
Recordemos que solo a partir de tercer curso se podía ser "esclavo de María".
xiv
Este texto no pertenece a la Autobiografía, pero lo incluimos aquí, dado que se acaba de citar, y porque es
algo central y definitivo en la vida del P. Bernabé. Escribió la consagración en una hojita tamaño de media
cuartilla, que conservó a lo largo de toda su vida. Se halla reproducida en sus dimensiones en Historia de
un pobrecillo, pp. 21-22.
xv
Este elogio del P. Antonio de Iroz (1872-1948), religioso insigne de nuestra provincia, dos veces
provincial, se corresponde con la semblanza trazada en el Boletín Oficial a la hora de su muerte: cf. Bol.Of.
3 (1948) 204-205. Allí se dice, entre otras cosas: "En 1904 fue nombrado Maestro de Novicios, a la edad de
32 años. Este cargo, que había de volver a desempeñar posteriormente varios trienios, fue el que imprió, por
decirlo así, su fisonomía propia a la vida del P. Antonio: fidelidad inflexible a los ideales capuchinos,
vivificada por una bondad espontánea nunca desmentida" (p. 204).
xvi
Sobre la figura y personalidad del P. Antonino de Caparroso (1880-1954) nos remitimos a los datos
consignados en El corazón del Padre Bernabé, 55-57.
xvii
El P. Hilarino de Lucerna (*1867), capuchino suizo, nombrado obispo en 1938 (Hilarino felder) compuso
entre otras obras esta de Los ideales de San Francisco (1923), traducida al castellano por un religioso de
nuestra provincia, que había estudiado en Suiza, el P. Policarpo de Iráizoz, y fue hermosamente impresa en
la imprenta de los capuchinos en Pamplona. Esta
xviii
Sobre La Mística Ciudad de Dios de la Vble. Madre María de Jesús de Agreda, monja concepcionista
(1602-1665), ha hablado ampliamente el P. Bernabé a su director espiritual (mayo 1941), véase: El corazón
del Padre Bernabé, pp.78-80, con las notas referentes al Bto. Diego José de Cádiz, capuchino (1743-1801)
y al jesuita de Hernani (Guipúzcoa) Agustín Cardaveraz (1703-1770). La Madre Angeles Sorazu (1873-
1921), nacida en Zumaya, es también monja concepcionista en Valladolid. La Autobiografía Espiritual la ha
publicado recientemente (1990) el franciscano Luis de Villasante.
xix
Había que repetir el noviciado para pasar al estado de hermano lego, como le ocurrió, por ejemplo a su
compañero de curso, Fr. Eduardo de Salinas, al final de los estudios de Estella; suspendido y no solo una
vez en algunas asignaturas "se resolvió a pasar a la condición de hermano lego y así el día 19 de julio
(1930) salió para Sangüesa a repetir otra vez el Noviciado" (Libro de calificaciones escolares).
xx
El año 1933 no encontramos en la correspondencia del P. Antonino de Caparroso a Fr. Bernabé de
Larraul ninguna carta que dé respuesta a esta consulta; no existe otra que al escrita el 23/X/33, cuando el P.
Bernabé era ya sacerdote. Acaso el P. Bernabé, en el momento de escribir sus recuerdos (1983), sin tener
delante el epistolario, que no estaba en sus manos -una en su memorias las vivencias de varios años. Antes
de recibir la Tonsura y las cuatro Ordenes Menores, conferidas el 21 de marzo de 1931, surgieron en su
espíritu serias dudas sobre si no era la voluntad de Dios que pasara al estado de hermano lego. El 3 de
marzo le escribía su director espiritual: "Amado Fr. Bernabé: El Señor le dé su paz. Acabo de
xxi
"15 abril 1933. Sábado Santo. Se han ordenado de presbíteros y subdiáconos a las 8 de la mañana en la
capilla del seminario. Fr. Bernabé no ha podido ordenarse de presbítero, pues hace más de una semana que
guarda cama por causa de linfagitis" (Crónica del convento de Pamplona, p. 109).
xxii
"17 junio 1933. A la tarde ha salido el P. Director con Fr. Bernabé de Larraul solo para Vitoria... Fr.
Bernabé se ordenará mañana de presbítero" (Crónica del convento de Pamplona, p. 112).
xxiii
"23 junio 1933. Sagrado Corazón. El P. Bernabé de Larraul celebra su Primera Misa rezada y le predica
el P. Fernando de Pamplona, el único que queda en el convento sin salir a predicar" (Crónica del convento
de Pamplona, p. 113).