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grupos
Las relaciones intergrupales son las que se establecen entre individuos o grupos en su conjunto en función de las
pertenencias e identificación con esos grupos. Según Sherif, tienen por lo general una gran visibilidad ya que a
menudo son objeto de interés por parte de los medios de comunicación.
Según Turner y Giles la conducta intergrupal puede situarse en el extremo más social del objeto de la psicología
social por dos razones:
porque es una conducta influida en gran medida por el contexto macrosocial y supone la convergencia
de procesos societales (políticos, económicos, históricos y culturales) y psicológicos, y
los comportamientos intergrupales ponen de manifiesto la sociabilidad humana en sus formas más
extremas: desde el altruismo heroico a la completa deshumanización, mostrando el efecto de los
procesos intergrupales sobre el comportamiento individual.
Una cuestión que despierta mucho interés en el campo de las relaciones intergrupales es conocer los pasos que
llevan desde la tendencia a favorecer al propio grupo (a la hora de compararlo con otros grupos) hasta la
denigración y rechazo de otros grupos. No puede equipararse la tendencia a favorecer al propio grupo en
dimensiones positivas con la tendencia a rechazar, agredir o castigar al exogrupo. Existen algunos factores que
parecen favorecer la transición desde el favoritismo a las formas extremas de rechazo.
En una investigación de Mummendey sobre la asimetría positiva negativa se comprueba que cuando se trata de
formas directas de discriminación, los resultados que se obtienen al usar dimensiones positivas no se obtienen
cuando se emplean dimensiones negativas o estímulos aversivos: no se produce el mismo sesgo cuando se
distribuye dinero que cuando se administra un ruido desagradable. El favoritismo como efecto de la
categorización sólo se da en el dominio positivo, pero no en el negativo. Para que se dé la denigración del
exogrupo tienen que concurrir otros factores como un status inferior y/o minoritario que aumente la saliencia de
las diferencias entre endogrupo y exogrupo. Se trata entonces de precisar los factores que llevan a la
discriminación en el dominio negativo, al rechazo y a la hostilidad.
La propia diferencia de conducta dirigida al propio grupo y al exogrupo es una de las condiciones que favorecen
el rechazo. Se da con más facilidad la conducta altruista hacia el propio grupo porque existe una mayor
probabilidad de reciprocidad. Las normas y su cumplimiento también pueden contribuir al rechazo. Las reglas
dirigidas a mantener la cohesión del propio grupo adquieren autoridad moral y absolutismo, lo que da lugar a un
sentimiento de superioridad moral. Cuando se advierte que el otro grupo no sigue las mismas normas se pasa a
la denigración y al desprecio.
La percepción de que el otro grupo supone una amenaza puede deberse a varios factores, como la ansiedad ante
el contacto intergrupal y las creencias de suma cero en cuanto a los recursos disponibles. En situaciones de
inestabilidad y cambio social se da un aumento de la percepción de amenaza al status el propio grupo, tanto en
el terreno económico como en el de las creencias y valores.
Es importante señalar el papel que juegan los mc y el discurso político a la hora de asociar a ciertos grupos con
la amenaza, como cuando se repite la asociación entre inmigrantes y delincuencia. Algunos políticos presentan
al propio grupo político como el prototipo del grupo nacional y se excluye a otros grupos que supuestamente no
se aproximan a ese prototipo. También existen creencias tradicionales que apoyan de manera tácita las
desigualdades entre grupos, como las creencias acerca del mantenimiento de instituciones como la familia.
Las diferencias individuales en prejuicio, autoritarismo o dominancia social también contribuyen al paso del
favoritismo al rechazo. Las formas sutiles de prejuicio (no expresión del prejuicio de forma abierta) sirven para
crear un clima de justificación o legitimación de las formas directas de prejuicio o ataques hacia las minorías.
Por último, se destaca el papel de las emociones. Al hacerse intensas rompen las restricciones normales y
favorecen el paso a formas de conducta extremas.
Las relaciones intergrupales se ven acompañadas muy a menudo por emociones intensas. Lippman afirma que
los estereotipos están muy cargados de sentimientos. La escasa atención que han recibido los procesos afectivos
en las relaciones intergrupales obedece al auge cognitivo dentro de la psicología social. Actualmente,
coincidiendo con la tendencia a integrar los procesos cognitivos y afectivos en lugar de considerarlos como
sistemas independientes, se advierte un paulatino interés por los estados afectivos, incluyendo el estado de
ánimo (de carácter más global) y las emociones (de carácter más específico).
Además, nuevas formas de conceptualizar la actitud como la "evaluación global de un objeto social que se basa
en información relativa a las creencias, sentimientos, emociones y conductas pasadas respecto a ese objeto",
también han contribuido a aumentar el interés por los aspectos afectivos. Así, cuando el objeto de actitud es un
grupo social se tiene en cuenta la información relativa a las emociones y sentimientos experimentados hacia ese
grupo.
A la hora de abordar el estudio de los procesos afectivos en la relaciones intergrupales se debe tener en cuenta la
distinción propuesta por Bodenhausen entre afecto incidental, que se refiere a emociones no relacionadas con el
contexto intergrupal, no suscitadas directamente por la relación con otros grupos, y afecto integral, que se
refiere emociones suscitadas por un grupo social determinado y por contextos asociados a ese grupo
El enfoque intrapsíquico: los efectos del afecto incidental
Algunas investigaciones se han ocupado de los efectos del afecto incidental sobre el favoritismo hacia el
endogrupo y sobre el prejuicio y la estereotipia hacia los exogrupos. En estos estudios se induce un estado
afectivo positivo o negativo al que sigue una tarea en la que se recibe información acerca de los miembros de un
exogrupo o se mantiene interacción con algunos de ellos, tras lo cual se debe dar una evaluación de los
miembros del exogrupo o del exogrupo en su conjunto. Existen tres categorías de hipótesis para dar cuenta de
los efectos del estado de ánimo o de las emociones sobre las evaluaciones del exogrupo (de la influencia del
afecto en el procesamiento de la información subsiguiente):
Las que aluden a la consistencia o correspondencia entre la valencia (positiva o negativa) del afecto y el
juicio que se emite después, como el Modelo de la infusión del afecto. Supone que los afectos positivos
y negativos desencadenan respectivamente cogniciones positivas o negativas. Este modelo intenta
precisar los tipos de procesamiento de la información que permiten que la valencia del estado afectivo
influya sobre los juicios posteriores. Cuando se da un procesamiento sustantivo, que implica
complejidad, se produce la infusión del estado afectivo. P.ej, cuando se procesa información acerca de
miembros atípicos del exogrupo (que exige más tiempo y elaboración que si se tratara de miembros
típicos) se da una mayor infusión de afecto tanto positivo como negativo sobre los juicios posteriores
acerca de los miembros del exogrupo.
Las que suponen que los afectos positivos dan lugar a un procesamiento más superficial y los negativos
a un procesamiento más profundo. En el primer caso es más probable que se recurra al uso de
estereotipos. Esta hipótesis se denomina del estado afectivo y conocimiento general. Supone que el
afecto positivo da lugar a un procesamiento más superficial porque se considera que la situación es
segura y no hace falta la vigilancia. El estado de ánimo negativo suscita la vigilancia y ello da pie a un
procesamiento más profundo y elaborado. El afecto positivo da lugar a un mayor uso de estereotipos.
Las que señalan el papel de la distracción generada por el afecto, que lleva a la pérdida de la atención en
la tarea que se está realizando. En lugar de prestar atención a la tarea, p.ej., a las características de los
miembros del exogrupo, se recurre a creencias bien establecidas como los estereotipos. Esta hipótesis
parte de la idea de que los afectos fuertes llevan a una pérdida de la atención sobre la tarea, lo que lleva
a que los juicios posteriores se basen en más en estereotipos y prejuicios y se aumente la percepción de
homogeneidad del exogrupo.
Como resumen Wilder y Simon opinan que el conjunto de estas hipótesis sobre los efectos del afecto incidental
en las relaciones intergrupales tratan básicamente de dos cuestiones. Una es que la distribución de la atención
que parece reducirse cuando se dan afectos intensos o de carácter positivo, lo que impide el procesamiento
adecuado de la información y lleva a basarse en expectativas o estereotipos previos q puedan servir para la
situación. La otra es que una vez que la atención ha sido dirigida, cuanto más cuidadoso y elaborado sea el
procesamiento de la información, mayor probabilidad de que se dé la infusión o extensión de afecto y de que los
juicios que se emitan se correspondan, en cuanto a su valencia, con la del estado afectivo de la persona.
Allport incluye en su conocida obra "la naturaleza del prejuicio" su influyente hipótesis del contacto, que
marcaría el comienzo de una línea de investigación. Esta hipótesis dice que el contacto intergrupal reducirá el
prejuicio y el conflicto entre grupos, siempre que se cumplan los cuatro requisitos siguientes:
1. Igualdad de status en la situación de contacto.
2. Existencia de metas comunes.
3. Cooperación intergrupal.
4. Existencia de apoyo social o institucional.
La hipótesis del contacto extendido”
El mero hecho de conocer u observar que un miembro de nuestro grupo mantiene una relación estrecha con un
miembro del exogrupo puede contribuir a la mejora de las actitudes intergrupales.
La descategorización
Procurar que los miembros de los grupos discriminados sean percibidos como individuos y no bajo estereotipos
negativos.
Diferenciación intergrupal mutua
Resaltar las categorías comunes de pertenencia que pueden tener los miembros de los dos grupos enfrentados.
Al compartir una categoría la percibo en cierta medida como parte de mi propio grupo y mi evaluación sobre
esa persona cambia.
La recategorización
Tratar de crear una nueva categorización que englobe conjuntamente a los miembros del exogrupo y del
endogrupo.
Ejm: “modelo de la identidad endogrupal común”: si se induce a miembros de grupos diferentes a imaginar que
forman parte de un único grupo y no de grupos separados, las actitudes hacia los miembros del anterior
exogrupo se harán más positivas debido a una serie de procesos cognitivos y motivacionales entre los que se
incluiría favorecer a los miembros del propio grupo.