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Why did Enrique and Rosa leave their guatemalan village and migrate to El Norte?

What are the push factors, and what are the pull factors involved in their decision to
move?

2) What kind of migration does this illustrate? How is this migration pattern related to
the structure of the modern world system?

3) What impressions/stereotypes of the United States did the Guatemalan villagers


have? What was their source of information about El Norte?

4) What problems do illegal aliens encounter getting to the US?

If you saw the rest of the film:

5) What are the cultural differences you can see between Guatemala and the United
States? Relate these differences to the 'fast' and 'slow' worlds.

6) Why was it so hard for Enrique to leave his sister for a better job in Chicago?

El director Gregory Nava, ciudadano norteamericano de ascendencia mexicana, realizó


en 1983 este melodrama acerca del desesperado y trágico viaje que se vieron forzados a
realizar dos hermanos guatemaltecos, huyendo de la cacería que se estaba produciendo
contra la población indígena en su país, bajo la dictadura de José Efraín Ríos Montt, en
la búsqueda de una tierra donde pudieran crecer y desarrollarse personal y
laboralmente, sin ser perseguidos o masacrados por pertenecer a la comunidad maya
campesina. El film consiguió en su momento llegar a estar nominado en los premios
Oscar por el capítulo de mejor guion original, y en 1996 fue calificado por Estados
Unidos como “American Classic”, y como tal, registrado y conservado en la Biblioteca del
Congreso de la referida nación.

Lamentablemente, el tema de la película, después de treinta años desde su realización,


permanece de vigorosa actualidad, en un verano, el del 2015, en el que, por ejemplo,
Hungría está planeando e incluso iniciando la construcción de una valla de 3,5 metros de
alto a lo largo de los 175 kilómetros que comparte con Serbia, al objeto de evitar el
masivo tráfico de personas que cruzan dicha frontera, huyendo de la guerra, de las
cacerías étnicas o religiosas que se están desarrollando en países como Siria, Afganistán,
Irak o Pakistán, mientras que a los políticos europeos se les llena la boca prometiendo
soluciones insuficientes y obviando la legislación existente en la Declaración Universal
de Derechos Humanos, o en la propia Carta de Derechos Fundamentales de la Unión
Europea, que obliga a dar asistencia a refugiados y personas desplazadas. Y lo más triste
todavía es que, como en la película El Norte, estamos hablando de personas que no
emigran “únicamente” para salir de la pobreza de sus países de origen en la búsqueda de
una vida económicamente más digna, sino que son colectivos que no tienen otra
alternativa que huir al peligrar sus propias vidas por razones de raza, religión,
nacionalidad, opinión política o pertenencia a un determinado grupo social. Son, en
definitiva, refugiados que deberían ser recibidos por los países de “acogida”,
otorgándoles toda la protección del derecho humano internacional de asilo.

El Norte se estructura en tres partes. La


primera, discurre en Guatemala, donde observamos la existencia y costumbres de la
población maya, su vida en comunidad, los difíciles y agotadores trabajos en el campo
recogiendo granos de café, bajo la rígida vigilancia de supervisores, que
amenazadoramente les conminan a laborar sin tregua. Frente a la amenaza del genocidio
que sin prisa, pero sin pausa, van practicando las tropas gubernamentales sobre la
población autóctona, Gregory Nava nos muestra una cultura alegre, ensoñadora, de
colores intensos que lucen en las paredes de las casas o en sus vestimentas, personas de
intensa espiritualidad, que conservan su propio idioma y cierran filas en torno a los
suyos.

La segunda parte transcurre en México, para ofrecernos un país totalmente


empobrecido, sin rumbo, donde la lucha se presenta en la supervivencia diaria,
encarnando la ciudad fronteriza de Tijuana, como un lugar de paso, sin moradores
propios, pero abarrotada de personas, y donde aparece la lucha de la astucia, la
sinvergonzonería y la delincuencia, esa especialmente abyecta que se practica frente al
que ya no tiene nada. El tono colorido y de realismo mágico de la primera parte
desaparece en esta y en la tercera, emergiendo únicamente en ciertos momentos de
ensoñaciones de la pareja protagonista, Enrique y Rosa en la ficción.

En la última fase del film nos encontramos ya en Estados Unidos, en la California de los
emigrantes hispanos, en sus casas suburbiales, en sus explotadores trabajos en fábricas
textiles, restaurantes, como empleados de hogar de los blancos de pura cepa…
Norteamérica los necesita como mano de obra barata, pero no los quiere; los retorna al
otro lado de la frontera si los encuentra sin papeles, pero no pone obstáculos para que
aprendan el idioma inglés. Una hipocresía que prefiere ignorar la condición de
inmigrantes de tantos y tantos irlandeses, italianos o alemanes que en su momento
viajaron a América, legal o ilegalmente, en búsqueda de una tierra próspera y una vida
mejor.
Los actores, no profesionales, destilan
autenticidad, como ya lo hicieron los que desarrollaron el neorrealismo italiano en su
momento. El espíritu de compasión, la ilusión por un futuro con salidas dignas y la
todavía credibilidad por la bondad del resto de seres humanos, lo plasman con sencillez
y naturalidad. Con ello, el director consigue además la empatía del espectador con la
odisea de los emigrantes, enfatizando el conjunto, igualmente, con una banda sonora de
especial dramatismo; como muestra, el Adagio para Cuerdas de Samuel Barber o el
Primer Concierto para Violonchelo y De Natura Sonoris nº 1 de Krzysztof Penderecki ,
utilizando además un sonido de percusión para producir tanto perturbación como
fantasía.

La película, toda ella, está cargada de simbolismos mayas, como las mariposas blancas,
que significan que hay un problema en la tierra, los peces muertos y las flores, vida y
muerte, o las cabezas cortadas, que producen horror cósmico para los mayas. Pero sobre
todo ello, prevalecen los círculos. La película se estructura en un círculo, comienza y
acaba fatídicamente de la misma forma, con la explotación de la fuerza bruta y no de la
inteligencia o razón, y esto se nos va recordando a lo largo de todo el metraje con lunas,
ruedas, cabezas cortadas, tambores, hormigoneras, sombreros… Y como círculo estrella,
ese túnel que se convierte en protagonista durante diez minutos, agobiando y
aterrorizando al espectador de manera excepcional y angustiosa.

Estamos ante una película, no sólo muy lograda en su belleza fotográfica, en la


naturalidad de los actores, en el sugestivo guion sin concesiones oportunistas; estamos
además ante una película necesaria para no olvidar el drama de aquellos que no son
libres en ningún lugar: en su tierra no hay espacio para ellos, los quieren matar; en otras
tierras sólo hay pobreza: tampoco hay lugar; y en las sociedades opulentas, no son
aceptados, si acaso explotados. En palabras de uno de los protagonistas: “…tal vez sólo
muertos encontremos un lugarcito…”.

Tráiler:

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